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Los fracasos en los primeros estudios sobre las características llevaron a los
investigadores de finales de la década de 1940 hasta la de 1960 a seguir direcciones
diferentes. Comenzaron por observar los comportamientos que mostraron
líderes específicos. Se preguntaron si había algo único en la forma en que se
comportaban los líderes eficaces. Por ejemplo, Robert Crandall, presidente de American
Airlines y Paul B. Kazarian, ex presidente de Sunbeam-Oster, han tenido mucho éxito en
conducir a sus compañías durante tiempos difíciles. Y ambos se han apoyado en un estilo
común de liderazgo, tienen conversación difícil, son intensos y autocráticos.
Comenzaron con alrededor de mil menciones, y con el tiempo restringieron la lista a dos
categorías que agrupaban sustancialmente la mayor parte de los comportamientos de
liderazgo descritos por los empleados. A estas dos dimensiones las llamaron estructura de
iniciación y consideración.
En alguna ocasión, se pensó que los resultados de Ohio State eran desalentadores. Una
revisión hecha en 1992 concluyó que: “sobre todo, las investigaciones basadas en una
conceptualización de dos factores del comportamiento de liderazgo han agregado poco a
nuestro conocimiento acerca del liderazgo eficaz”. Sin embargo, un análisis más reciente
sugiere que se había desechado en forma prematura a dicha conceptualización de los
factores, pues la revisión de 160 estudios arrojó que tanto la estructura de iniciación como
la consideración se asociaban con el liderazgo eficaz.
En específico, la consideración tenía una mayor relación intensa con el individuo. En otras
palabras, los seguidores de los líderes que tenían calificación alta en consideración estaban
más satisfechos con sus trabajos, así como más motivados y también tenían más respeto
por su líder. Sin embargo, la estructura de iniciación se relacionaba más con la
productividad de los niveles altos del grupo y la organización, y con las evaluaciones de
desempeño más positivas.
Los estudios de la University of Michigan
El grupo de Michigan también llegó a dos dimensiones del comportamiento del liderazgo,
que denominaron orientado al empleado y orientado a la tarea. Los líderes que estaban
orientados al empleado fueron descritos como personas que hacían énfasis en las
relaciones interpersonales, tenían interés personal en las necesidades de sus empleados y
aceptaban las diferencias individuales de los miembros. En cambio, los líderes orientados a
la tarea solían poner énfasis en los aspectos técnicos o de la tarea o de los deberes del
puesto: su preocupación principal era cumplir con las tareas del grupo y los miembros de
éste eran los medios para ese fin.
Aunque los estudios de Michigan hacían énfasis en el liderazgo orientado al empleado sobre
aquel orientado a la tarea, los estudios de la Ohio State captaron más atención de la
investigación, sugerían ambos eran importantes para el liderazgo eficaz.
La matriz gerencial (Universidad de Texas)
Blake y Mouton desarrollaron una representación gráfica de una vista bidimensional del
estilo de liderazgo. Ellos propusieron una matriz gerencial basada en los estilos de "interés
por la gente" y de "interés por la producción", la cual representa esencialmente las
dimensiones de la Ohio State sobre la consideración y la estructura de inicio o las
dimensiones de Michigan sobre la orientación al empleado o la orientación a la producción.
La matriz mostrada en la ilustración que abajo aparece, tiene nuevas posiciones a lo largo
de cada eje, lo cual crea 81 posiciones diferentes en las cuales podría caer el estilo del líder.
La rejilla no muestra los resultados sino, más bien, los factores dominantes en el
pensamiento del líder con respecto a obtener resultados.
Conclusiones
En general, han tenido un éxito modesto para identificar relaciones consistentes entre los
patrones de comportamiento del liderazgo y el desempeño del grupo. Lo que parece faltar
es la consideración de los factores situacionales que influyen en el éxito o el fracaso. Por
ejemplo, Robert Crandall y Herb Kelleher han sido líderes eficaces de líneas aéreas y, sin
embargo, sus estilos son diametralmente opuestos. ¿Cómo puede ser? La respuesta radica
en que American y Southwest son compañías muy diferentes, que operan en diferentes
mercados con fuerzas laborales muy distintas. Las teorías del comportamiento no toman
esto en consideración. Jesse Jackson es sin duda un líder eficaz de las causas negras en la
década de los noventa; pero, ¿su estilo hubiera sido igualmente eficaz en los noventa del
siglo pasado? ¡probablemente no! Las situaciones cambian y los estilos de liderazgo
necesitan cambiar con ellos. Por desgracia, los enfoques del comportamiento no reconocen
los cambios en las situaciones.
Si los estudios del comportamiento hubieran sido determinantes críticos del liderazgo,
podríamos entrenar personas para que fueran líderes. Si el entrenamiento funcionara,
podríamos tener un abasto infinito de líderes eficaces.