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SER «QUISQUILLOSOS» CON PABLO EL APÓSTOL

Una propuesta de Mesters: preguntas y respuestas más que prejuicios y suposiciones

Luis Enrique Ramírez Gutiérrez

INTRODUCCIÓN:

Estamos en comienzos del siglo XXI. Una gran distancia de casi dos mil años nos separa de los
tiempos del cristianismo y en los últimos siglos estamos llenándonos de muchos resultados de
diversas investigaciones a un nivel ya “científico” en torno a averiguar y resolver muchas incógnitas
de nuestro pasado judeocristiano: en lo que se refiere a la existencia de lugares, personajes, hechos,
dichos, etc., desde lo que se nos ha trasmitido de generación en generación y con sus respectivas
variantes: la Sagrada Escritura, junto con la Tradición, los grandes escritos y tratados teológicos,
etc.; lo cual no podemos soslayar en el momento de hacer frente a una teología específica, como lo
es la que san Pablo nos ha legado.

En este caso, Carlos Mesters, holandés de la Orden del Carmelo y doctor en Biblia por el
Pontificio Istituto Biblico y la École Biblique de Jerusalén, fundador del Centro Ecuménico de
Estudios Bíblicos1 en Brasil, gran defensor de la lectura popular de la Biblia a través de los círculos
de la Biblia y Comunidades Eclesiales de Base, y muchos otros cargos más, nos proporciona una
sencilla y completa ficha paulina, en este breve texto de 24 páginas y a modo de entrevista, con
cuarenta preguntas y respuestas, que hacen referencia a la vida de Pablo, hoy día tan importante
dado el legado tan valioso que nos ha dejado como lo son sus cartas, así como la centralidad que
toma en la mayor parte del Nuevo Testamento desde su experiencia, su mensaje teológico, su
contexto, sus condicionamientos, etc.; atendiendo, además, los muchos prejuicios y
fundamentalismos que se tienen a la hora de abordar el bagaje paulino, lo cual no le hace el único ni
de esta época actual.

¿POR QUÉ DEL TEXTO?

Mesters, en fin, su objetivo será abrir una puerta de entrada a la vida del apóstol Pablo y
ofrecer una clave de lectura de las cartas que él escribió. Ante esto, corresponde preguntarse, ¿con
qué fuentes cuenta? Tendrá como fuentes la misma Biblia y los datos que se cuentan a la mano del
contexto de aquel tiempo (y claro, desde las más recientes investigaciones): judíos y romanos: esto
le revelará algunos aspectos de la vida de Pablo; o bien, aspectos de su vida y de la vida de las
comunidades de aquella época.

¿Qué método empleará a la hora de responder? Responderá en tercera persona porque el


autor se considera sin suficiente valor para tomar el lugar de Pablo; además de que, si lo hace en
primera persona, caerá en un dogmatismo y en una “supuesta seguridad” del hecho que le es
preguntado, puesto que aún son discutidos tales hechos, escritos, autorías, etc. Sin embargo, una

1 CEBI: https://www.cebi.org.br/
cosa sí tiene segura: “La duda de si una carta es o no de Pablo no le quita su valor como palabra
inspirada por Dios”2.

Dadas estas breves líneas, vemos que el autor es muy realista, parte de una reconstrucción
dada de Pablo, no se basa en suposiciones dogmáticas, sino en un ambiente, en un contexto que
condicionó la vida de Pablo y que condicionó también el mensaje cristiano que nos ha trasmitido.
Solo así podemos retirarnos los prejuicios que se tengan y Mesters propone en su trabajo acercarnos
a Pablo con preguntas, deseosos de saber más sobre él, de enriquecernos y familiarizarnos con su
vida y circunstancia, lejos de quedarnos sólo con lo que escribe en sus cartas de tal modo que
oscurecen su figura, lo desencarnan y lo hacen ver como un Pablo enojón, misógino, estricto,
“inconcupisciente” (SIC), etc.

El autor, diríamos, ya presupone algunas preguntas que hará el curioso lector y las
responderá (podría decir “sí”, “no”, “no se sabe”; pero no “a secas”, dirá siempre su “porqué”). Sin
embargo, puede haber más cuestionamientos, por lo que el autor, de fondo, nos enseña una
metodología interesante si es que nosotros también nos planteamos responder preguntas no
contempladas en este texto sobre la vida de Pablo (y no solo de él, hasta de Jesús, de Pedro, de Juan
Bautista, etc.). Por lo tanto, Mesters nos enseña, de una manera muy didáctica y creativa que es
posible el diálogo entre dos situaciones históricas distintas, a pesar de que la barrera temporal que
separa es de un grosor muy extenso; el autor toca lo característico del ser humano a diferencia del
animal: su razón, su capacidad para el diálogo, para sentarse a investigar, a enriquecerse; pero
también toca su fe, su creencia, su vida misma, de tal manera que vea en Pablo una confianza en
Dios, en su Palabra, en su anuncio, en su salvación: un Dios que se revela y acompaña a su pueblo,
siempre, hasta el fin del mundo.

FORMA Y CONTENIDO

Veamos, pues, la conformación de las preguntas. Son cuarenta en total. Cada pregunta está dirigida
a un “tú”, de manera muy personal y que repercute desde su formación básica hasta su experiencia
de ser judío a cristiano (formación inicial, formación religiosa, formación cristiana, su experiencia
de conversión, sus relaciones con la gente, su mensaje teológico). Hasta pregunta por su pasatiempo
favorito (la chispa quisquillosa del autor). La respuesta es dada en tercera persona (ya vimos la
justificación del autor). Esta respuesta es metodológica: el autor partirá de una cita bíblica que, de
primera mano, contestaría de golpe la interrogante. No obstante, se empeñará en responder desde lo
que se vivía in illo tempore. Desde luego que cerrará con una respuesta que, o avale la primera
afirmación, o bien, la complemente en relación con la vida de Pablo.

Es algo extraño el hecho de que no maneje citas bibliográficas (solo alude a una, de manera
indirecta, respecto a la pregunta no. 36, cuando trata de Pablo y su relación con las mujeres). Sin
embargo, a mi parecer, pienso que no se tratará de un plagio (dada la costumbre de que siempre
esperamos referencias para una mayor investigación por nuestra cuenta), sino que, nos enfrentamos
a un autor que ya ha leído suficiente del tema, ha “masticado”, “rumiado” muy bien a Pablo y su
circunstancia y al final lo que nos propone es ya mucho de lo que él entiende y de lo que ha
asimilado con el paso del tiempo y a partir de sus indagaciones; no obstante, expresada su seguridad

2 Cf. MESTERS, Carlos; Una entrevista con el Apóstol Pablo [trad. Carlos Cervantes, SJ]; texto inédito, p. 1.
y el cuidado de no absolutizar nada, puesto que aún hay dudas sobre las principales fuentes en las
que se basa.

A MODO DE SUMARIO: ¿QUÉ RESUMEN SE PUEDE PRESENTAR DE SU OBRA?

Debería empezar por decir que Pablo está condicionado por su tiempo, por su cultura, su formación,
sus encuentros con las personas. Solo así, es factible presentar un resumen de la vida de un Pablo
encarnado, humano. En breves líneas, decimos que Pablo:

Fue judío, de la raza de Israel, descendiente de Abrahán, de la tribu de Benjamín,


nacido en Tarso, Cilicia, Asia Menor. Su primer nombre fue “Saulo” y significa “deseado” o
“implorado”. Probablemente nació cerca del año 5 de nuestra era, así como probablemente su
familia emigró de Galilea, fue criado en Jerusalén, aprendió desde pequeño la observancia de
la Ley “la más estricta”, las oraciones, la sabiduría trasmitida de su pueblo, en la línea de la
escuela de Hillel, estudió en la corriente farisea, gran lector del Antiguo Testamento, escribió
cartas, mas no tratados, libros o epístolas, era fabricante de tiendas de campaña y objetos de
cuero, como su padre; fue ciudadano de Tarso, ciudadano romano; su fuente de ingresos se
dio por trabajar por sus propias manos; ocupó diversos cargos gracias a su liderazgo, antes y
después de su conversión; gran viajero por mar y tierra por el inmenso imperio romano;
hablaba griego, hebreo, arameo, tuvo dificultades para las variantes de las regiones que
visitó; tuvo problemas, en un primer momento, cuando enfrentó y asimiló el cristianismo;
después, con las autoridades judías y romanas a causa de su conversión; tuvo una aparente
buena salud para sus viajes, le pudieron haber gustado las carreras en el estadio de la ciudad;
padeció y sufrió a causa del rechazo de los judíos y de algunos “falsos hermanos”; fue
siempre profundamente religioso, tanto antes como después de su conversión a Cristo, era un
hombre con un gran celo, continuó fiel al mismo Dios de sus padres, pues en Jesús
reencontró y reconoció al mismo Dios de siempre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el
Dios de Jacob, ahora bajo el amor gratuito de Dios, no bajo la seguridad de la Ley; fue
emboscado por Cristo, camino a Damasco, para él, esa gracia liberadora de Dios que lo
sorprendió tomó forma concreta en Jesús, “que me amó y se entregó por mí”; tuvo problemas
con las “columnas” cristianas a causa de la observancia de la Ley para todo pagano que
quisiera ser cristiano, negando rotundamente tal condición; no estuvo casado, ni estuvo en
contra de las mujeres ni del matrimonio; fundó varias comunidades y las exhortó siempre a
vivir en común, en solidaridad, en “Cristo Jesús”; finalmente, por una gracia especial de
Dios, percibió este misterio, el SÍ de Dios a las promesas de esperanza que están en el
corazón de todo ser humano, de todos los pueblos, especialmente de los pobres: esta Buena
Nueva para toda la humanidad. Ella se instaló en él y él sufrió por ella. Fue su razón de ser.

CONCLUSIÓN. HACIA UNA APERTURA Y DIÁLOGO CON PABLO, CON SU TIEMPO

El autor es consciente de que “muchas cosas de la vida de Pablo ya fueron vistas en esta entrevista;
otras jamás podrán verse, pues quedaron como secreto exclusivo de él. Poco sabemos desde el
nacimiento hasta los 28 años de edad, casi nada sabemos de lo que pasó entre el momento de la
conversión (28 años) y el envió a la misión (41 años). ¡Son trece años de silencio! Quizá fue
durante este período cuando tuvo las grandes experiencias místicas de las que habla en una de sus
cartas (2 Cor 12,1-10). Poco o nada sabemos de lo que sucedió después de la primera prisión en
Roma hasta su muerte. El período más conocido es el de los viajes misioneros. De ahí se deduce
que el interés de la Biblia en la persona de Pablo no es tanto en razón de Pablo mismo, sino en
cuanto a que él era el animador de las comunidades”3. Por lo que, para los que somos tan
“quisquillosos”, nos quedaremos con muchas preguntas curiosas al aire, a menos de que se siga
avanzando en la investigación al respecto, y sobre todo, en orden a una fiabilidad.

Estamos ante un panorama realista, sencillo, muy bien rumiado de la vida de Pablo. Cuando
nosotros preguntamos por una persona, preguntamos por su circunstancia (por su entorno, su
cultura, sus condicionamientos). Cuando aludimos a ese contexto, tendremos como fuente no solo la
Sagrada Escritura, sino también otras fuentes que complementen y enriquezcan todo un diálogo, a
pesar de la espesura del tiempo. El autor nos muestra esa posibilidad, y nos da un camino de
sabiduría, un camino capaz de entablarnos, interpelarnos y extrapolarnos a otras épocas, a una
aventura en la historia. Al menos así lo viví a medida de que avanzaba en la lectura: se despierta el
imaginario, la razón empieza a establecer preguntas, el imaginario y la investigación establecen
hipótesis o dan por “probable” ciertas cosas, etc., de tal manera que nos acercamos más con
interrogantes que con fundamentalismos, aunque tampoco se trata de eliminarlos o falsarlos de
todo, sino, ante dos miradas, ejercer nuestro discernimiento y diálogo en orden a una búsqueda de
verdad, o de aproximación, con un toque de “quisquillosidad”.

Ahora bien, con base en esta propuesta de trabajo, ¿qué significa para nosotros la vida de
Pablo? Significa, en primer lugar, entenderlo desde su contexto y vida, desde sus influencias y
relaciones, desde sus experiencias internas y externas; significa recuperar su figura, darle un realce
e importancia al mundo de hoy, libre de todo prejuicio u oscurecimiento; significa entender que
somos seres humanos en relación, no somos aislados, como diría G. Amengual: “somos nacidos”
(we was born), que llevamos en nosotros experiencias, ideas, improntas que se reflejan en nuestro
modo de vivir y relacionarse; significa, ante todo, dialogar, estudiar, conocer, enriquecer y estimular
la razón, la creatividad, la curiosidad.

3 Ibídem, p. 23.

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