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The Bloomsbury Fraction Williams
The Bloomsbury Fraction Williams
concepto de “el mundo exterior”; en segundo lugar, contrapone “un grupo de amigos” a
un grupo en algún sentido más general. Sin embargo, es un hecho central acerca de
muchos -aunque no de todos- de estos grupos que comienzan y se desarrollan como ‘un
grupo de amigos’. Lo que debemos preguntar es, entonces, si algunas ideas o
actividades compartidas fueron elementos de su amistad, si contribuyeron directa o
indirectamente a su formación y distinción en tanto grupo, y si existió algo en relación
con las formas en que llegaron a ser amigos que señale factores culturales y sociales
más amplios. Es significativo, por ejemplo, continuar con la cita:
distinguidas fueron el punto de partida. Creo que es cierto, que a partir de criterios
intelectuales en el caso de muchos de los temas de Annan, son evidentes un conjunto
notable de distinciones. Sin embargo estos pueden abrirse luego a diferentes clases de
análisis y de conclusión a partir de lo ideológico, y de la noción ideológicamente
derivada de una aristocracia intelectual.
Las mismas consideraciones se aplican al grupo Bloomsbury, especialmente tal
como lo vemos ahora a cierta distancia histórica. Puede presentárselo, razonablemente,
como una extraordinaria reunión de talentos. Aún en Bloomsbury, y bastante
claramente, se da el renombre por asociación. Es interesante revisar la lista que hace
Leonard Woolf de los Old Bloomsbury y sus posteriores incorporaciones [Ibid. p.22].
Es difícil estar seguro en estas cuestiones, pero vale la pena preguntarse cuántos de la
lista hubieran sido recordados ahora independiente y separadamente, en cualquier
sentido cultural significativo general, más allá de pertenencia al grupo. Quiero decir que
en un tipo de presentación podemos encabezar la lista con Virginia Woolf, E. M. Forster
y J. M. Keynes, y luego continuar a través del círculo ampliado, hacia los otros. Pero
supongamos que tomamos la lista del siguiente modo: Vanessa Bell, Virginia Woolf,
Leonard Woolf, Adrian Stephen, Karin Stephen, Lytton Strachey, Clive Bell, Maynard
Keynes, Duncan Grant, Morgan Forster, Saxon Sydney, Roger Fry, Desmond
MacCarthy, Molley MacCarthy, Julian Bell, Quentin Bell, Angelica Bell, David
(Bunny) Garnett. Es una lista que incluye nombres muy conocidos y algunos otros
nombres. De hecho, es exactamente lo que podríamos esperar de la descripción precisa
de Leonard Woolf de un grupo de amigos y de relaciones quien incluyó a algunas
personas cuya obra sería ampliamente respetada si el grupo mismo no fuera recordado,
a otras para cuales éste no sería ciertamente el caso, y a otras, nuevamente, en relación
con las cuales es difícil distinguir entre reputación independiente y el efecto de la
asociación de grupo y de las memorias del grupo.
No se trata en absoluto de desmerecer a nadie. Eso equivaldría, de hecho, a
renunciar a algunos de los modos propios del juicio, que popularizaron Bloomsbury y
otros grupos similares. El verdadero punto es ver la significación de un grupo cultural
por encima de la simple presentación empírica y la autodefinición como ‘grupo de
amigos’. Debe preguntarse qué fue el grupo, social y culturalmente, como una pregunta
distinta referida a (aunque muy próxima) los logros de los individuos y a sus propias
relaciones percibidas inmediatamente. De hecho, justamente porque muchos grupos
culturales modernos importantes están formados y se desarrollan de este modo,
debemos realizar, incluso en contra de los actos de Bloomsbury que causaron sorpresa o
leve desaprobación, algunas (cuantas) preguntas metodológicas.
Está claro que ningún análisis que niegue los elementos de amistad y parentesco
a través de los cuales se reconocieron y llegaron a definirse comenzaría siendo
apropiado. Al mismo tiempo, restringirse a estos términos significaría evadir la
significación general del grupo. Por consiguiente, debemos pensar en modos de análisis
que eviten hundir/ subsumir una clase de definición en otra, ni el grupo generalizado ni
el agrupamiento empírico. Es justamente a causa de su formación interna específica y de
su evidente significación general –las dos cualidades tomadas a la vez- que Bloomsbury
es tan interesante. Se trata también, teóricamente, de un caso importante, dado que es
imposible desarrollar una sociología cultural moderna a menos que podamos encontrar
formas de debatir acerca de tales formaciones las cuales a la vez, reconozcan los
términos en que los que estos grupos se vieron a sí mismos y desearían ser presentados,
y al mismo tiempo, nos habiliten para analizar estos términos en su significación
cultural general. Y porque esto es así, y aunque me referiré principalmente a
Bloomsbury, también diré algo acerca de Godwin y su círculo y de la Hermandad
Prerafaelista. Esto es en parte para comparar, incluida la comparación histórica, pero
también un forma de empezar a encontrar los términos para el debate más general.
Verónica Delgado
La formación de Bloomsbury
Cuando fui a Ceilán [sc. 1904] _ de hecho, hasta que regresé [sc.
1911] – aún llamaba a Lytton Strachey, Strachey y a Maynard
Keynes, Keynes, y para ellos yo era todavía Woolf. Cuando en 1904
estuve una semana con los Strachey en el campo, o cené en Gordon
Square con los Stephen, hubiera sido inconcebible que hubiera
llamada a las hermanas de Lytton o de Toby por sus nombres
cristianos. La significación social de usar los nombres en lugar de los
apellidos o de besarse en lugar de dar la mano es curiosa. Creo que
su efecto es mayor que el que imaginan aquellos que no han vivido
en una sociedad más formal. Produce un sentido – a menudo
inconciente- de intimidad y libertad y de ese modo rompe barreras de
pensamiento y sentimiento. Fue este sentimiento de mayor intimidad
y libertad, de dar por tierra con las formalidades y las barreras, el que
me pareció tan nuevo y estimulante en 1911. Haber discutido
algunos temas o haber llamado a una daga (sexual) a una daga frente
a la Sra. Strachey o a la Sra. Stephen, hubiera sido inimaginable siete
años antes; aquí, por primera vez encontré un círculo mucho más
íntimo y (amplio) en le cual la libertad completa de pensamiento y
de palabra se extendía entonces a Vanessa y a Virginia, a Pippa y a
Marjorie. [pp. 34-35]
Por supuesto debe quedar claro que éste era un movimiento mucho más amplio
que Bloomsbury. En este mismo relato, con una mezcla característica de honestidad e
inconciencia, Leonard Woolf observaba que ‘nos sentíamos que éramos la segunda
generación en este movimiento apasionante’, aunque la actitud para casi todos los
mayores de veinticinco parece haber sobrevivido a este movimiento. De hecho, muchas
de las actitudes y opiniones se derivaban, como en este caso, de Ibsen:
una clase]. No fueron ellos sus creadores, en ningún caso es un factor muy evidente
después 1918 y antes de 1914. Se relaciona, ciertamente, en la primera fase, con la
irreverencia completa frente a las ideas establecidas y las instituciones. Pero se
transforma en algo más. Nada se contradice más fácilmente con la imagen recibida de
Bloomsbury como los aislados y lánguidos estetas que el registro notable del
compromiso político y organizacional, de entreguerras, de Leonard Woolf, de Keynes,
pero también de otros, incluida Virginia Woolf, quien tuvo en su casa, con regularidad,
la reunión de una rama del Gremio de Cooperativo de Mujeres. El historial público de
Keynes es suficientemente conocido. Aquel de Leonard Woolf, en trabajo prolongado
en la Liga de las Naciones, a favor del Movimiento Cooperativo, y a favor del Partido
Laborista, especialmente en cuestiones antiimperialistas, es particularmente honroso.
Podría sorprender, entonces, tanto con respecto a Bloomsbury como a aquellos
formados en su imagen, poner un acento en la ‘conciencia social’. La frase misma, para
este período, ha sido naturalizada, y por lo tanto es muy difícil interrogarla. Una forma
de hacerlo es notar su extensa asociación con otra frase significativa: ‘preocupación por
el desamparado [‘concern for the underdog’]. De este modo lo que debe ser definido
con el mayor cuidado es la asociación específica de los en verdad bastante invariables
sentimientos de clase –un persistente sentido del límite claro entre las clases altas y
bajas- que incluye muy fuertes y reales sentimientos de simpatía hacia la clase baja
considerada como víctima. Así la acción política está direccionada hacia la reforma
sistemática a nivel de la clase gobernante; el rechazo de la estupidez de los sectores
dominantes de la clase gobernante permanece bastante inalterado, desde la más
temprana fase del grupo. Por supuesto, la contradicción propia en esto – la búsqueda de
la reforma sistemática a nivel de la clase gobernante, la cual es conocida por ser, en su
mayoría, corta de vista y estúpida- no es desconocida. Es una cuestión de conciencia
social continuar explicando y proponiendo, en niveles oficiales, y al mismo tiempo en
ayudar en organizar y educar a las víctimas. El punto no es que esta conciencia social no
sea real; de hecho es muy real. Pero es la formulación precisa de una posición social
particular, en la cual una fracción de la de una clase alta, apartándose de su mayoría
dominante, se relaciona con una clase baja como una cuestión de conciencia: ni en
solidaridad, ni en afiliación, sino como una extensión de los que aún son percibidos
como obligaciones personales o particulares del grupo, a la vez que contrarias a la
crueldad y a la estupidez del sistema y hacia sus víctimas, de otro modo, relativamente
indefensas.
El complejo de actitudes políticas, y eventualmente de reformas políticas y
sociales de cierta clase, que provienen de esta ‘conciencia social’ ha sido especialmente
importante en Inglaterra. De hecho ha llegado a ser consensuado, a partir del ala derecha
del Partido Laborista a través del Partido Liberal y en unos pocos liberales
conservadores. En este como en otros asuntos, Bloomsbury, incluso Keynes, estuvo
bien a la vanguardia de su tiempo. En sus órganos, desde el New Statemant hasta el
Political Quarterly, en este período y en cuanto a este consenso, solo fue segundo en
importancia con respecto a la íntimamente próxima Sociedad Fabiana. En su hostilidad
al imperialismo, en la cual la identificación conciente con las víctimas fue menos
negociable que en la misma Inglaterra, su contribución muy importante. En su temprano
y sostenida hostilidad contra el militarismo representó un elemento de consenso que fue
paulatinamente interrumpido [phased out] más tarde, en especial durante la Guerra
Fría. Sin embargo, lo más relevante ahora para definir el grupo, es la naturaleza de la
conexión entre estas importantes aspiraciones políticas y este pequeño, racional y
cándido grupo. El verdadero término de unión es ‘conciencia’ [conscience]. Es un
sentido de la obligación individual, ratificada entre amigos civilizados, la cual a la vez
organiza las relaciones inmediatas y puede ser extendida, sin alterar su propia base
local, al más ancho ‘entorno social’ [‘social concerns’]. Entonces, puede distinguirse, tal
Verónica Delgado
como el grupo mismo siempre insistió, del insensible, complaciente y estúpido estado
de ánimo del sector dominante de la clase. Debe diferenciarse también de –y esto no lo
vieron el grupo y sus sucesores- de la ‘conciencia social’ de una clase subordinada
autoorganizada. [social consciousness]. Estas muy diferentes orientaciones políticas no
fueron demasiado desestimadas como tampoco tomadas en serio. El contacto cercano
con ellas que requería la ‘conciencia social’ [social conscience], produjo una cierta no
conciencia de sí y a su manera propia casi un puro pratonazgo. Como esto no fuera
dado, no podría esperarse que estas nuevas fuerzas fueran ya más racionales que sus
[present masters] grandes figuras del presente.
En estas definiciones iniciales de los significados y valores que hicieron de este
grupo más que un grupo de amigos –significados y valores, que por supuesto, por lo
que eran sostuvieron su propia percepción solo como grupo de amigos, como unos
pocos individuos civilizados- hemos llegado al límite de la definición central de la
significación del grupo Bloomsbury. Fueron una verdadera fracción de la clase alta
inglesa existente en ese momento. Se oponían a la vez a sus valores e ideas dominantes,
y voluntariamente, de todas las formas inmediatas, eran parte de ella. Es una posición
muy compleja y delicada, aunque la significación de tales fracciones generalmente ha
sido desestimada. No es solo una cuestión de esta relación problemática dentro de
cualquier período de tiempo. Se trata también de la función de tales relaciones y tales
grupos en el desarrollo y adaptación de, a través del tiempo, de la clase entendida como
un todo.
Godwin y su círculo
Aquí podemos tomar como ejemplos, brevemente y por comparación, dos
importantes y tempranos grupos ingleses. Godwin y su círculo en los años de 1780 y
1890, partieron de un disenso fundamental bastante diferente. En el momento de su
formación, su disenso religioso, conllevó inmediatamente implicaciones sociales
específicas: las de un sector religioso relativamente desaventajado, pero también los
efectos de una posición política y social extremadamente diversa de la clase alta
gobernante de su tiempo. Es decir, Godwin y sus amigos eran profesionales trabajadores
[working professionals] relativamente pobres, una emergente intelligentsia pequeño-
burguesa, sin ninguna influencia social o política. En su intento fundamental por
establecer la racionalidad, la tolerancia y la libertad se oponían -y eran concientes de
eso- a toda la clase y a todo el sistema por fuera de ellos. Dentro de su propio grupo
podían argumentar a favor de y tratar de practicar los valores racionales de la igualdad
civilizada; debería recordarse, incluso que en relación con Mary Wollstonecraft fueron
particularmente de avanzada en la igualdad sexual. En su fase temprana estuvieron
completamente convencidos de los poderes de la explicación racional y de la
persuasión. El vicio era un simple error y los errores podían ser subsanados por medio
de una indagación paciente. La virtud podía asegurarse por instituciones sensatas
/razonables. Las imbecilidades y los dogmas que entonces bloqueaban el camino debían
ser enfrentadas con una firme y cuidadosa ilustración.
Entonces, lo que sucedía era, sin embargo, llamativo. Encontraban una clase
gobernante, bastante alejada de ellos, que no solo era arrogante y cruel sino que, al
mismo tiempo, estaba bajo un nuevo tipo de amenaza a partir de los efectos de la
Revolución Francesa. Los propósitos racionales y civilizados se encontraban con la
represión más cruda: persecución, encarcelamiento y deportación. La novela de
Godwin, Things as they are, es una evocación notable de esta crisis en la que la verdad
se transformó en un literal riesgo de vida y la explicación razonable fue perseguida
implacablemente. Es un momento importante en la cultura inglesa, todavía
insuficientemente honrada por la valentía de su intento inicial, y esto se debe
principalmente a que la represión la afectó muy profundamente y la volvió clandestina
Verónica Delgado
durante una generación. Los grupos fracasados no son respetados fácilmente; sin
embargo éste debería serlo, por la nobleza de sus aspiraciones y el carácter inherente de
sus ilusiones. Lo que livianamente podemos llamar fracaso es en realidad, derrota, y fue
una derrota a manos de una represión atroz.
Más en general y decididamente, este grupo no fue una fracción, una separación
de una clase alta. Fue un sector emergente de una clase común [ordinate] todavía
relativamente subordinada, la más pequeña burguesía comercial independiente. Porque
cuestionaron todo, aunque dentro de la asunción de un continuo discurso racional,
fueron atacados por gente que escasamente se preocupó por responder sus argumentos
pero que cuando la amenaza o el peligro aumentaron, simplemente los intimidaron o los
encerraron. Entonces, teóricamente aprendemos que no se puede describir ninguno de
estos grupos culturales solo en términos internos: qué valores promovieron, qué
significados intentaron vivir. Tomando solo este nivel, Godwin y su círculo tienen
algunas semejanzas llamativas con Bloomsbury, aunque siempre fueron más duros. Sin
embargo, el nivel que importa, no es al fin, el de las ideas abstractas, sino el de las
relaciones reales del grupo con el sistema social total.
La Hermandad Prerrafaelista
El sistema social como totalidad, pero, por supuesto, el cambio de los sistemas
sociales: en su carácter general y en sus relaciones internas. En la época de la
Hermandad Prerrafaelista, a mediados del siglo XIX, se iba volviendo dominante una
burguesía industrial y comercial, y algunas partes de aquel más temprano discurso
habían encontrado una base social concreta. Por esta y otras razones, el carácter de este
nuevo grupo fue bastante diferente. Se opusieron fundamentalmente fue al filisteísmo
convencional de su tiempo. En su fase temprana fueron irreverentes, impacientes,
desdeñosos de las simulaciones; trataban de encontrar formas nuevas y menos
acartonadas de vivir entre sí mismos. Durante un tiempo que no duró formaron parte de
la turbulencia democrática de 1848. Sin embargo, el modo central de su breve unidad
como grupo fue la declaración da favor de la verdad en el arte y el rechazo
correspondiente de las convenciones heredadas/recibidas. Su anhelo positivo fue el de
fidelidad a la naturaleza ‘sin rechazar nada, sin seleccionar nada ni despreciar nada’.
Definieron un retorno a lo antiguo (prerrafaelista) como medio hacia lo nuevo. Como
grupo inmediato, practicaron una informalidad fácil e irreverente, una tolerancia
excepcional y ahora ‘bohemia’, y algunos elementos de un lenguaje grupal privado (en
slang tal como ‘stunner’ [lo que aturde] y ‘crib’ [hurtar, plagiar// pesebre// cofre) que
deliberadamente los señalaron. En el área del arte que eligieron, podrían ser descriptos
como opuestos a la burguesía comercial, aunque mayoritariamente provenían de esa
misma clase. El padre de Colman Hunt era administrador/gerente de almacén, el de
William Morris agente de bolsa/agiotista. Por otra parte, en una medida sorprendente,
mientras se desarrollaban, encontraron sus patrones /compradores en esta misma clase.
Por supuesto, al final cada uno tomó rumbos diferentes: hacia la nueva y lisonjera
integración representada por Millais o hacia el comienzo de socialismo revolucionario
de Morris -aunque con los mismos vínculos comerciales inmediatos. Pero en su
momento eficaz, a pesar de todas las dificultades, no fueron solo una ruptura
/desprendimiento de su clase –los jóvenes irreverentes y rebeldes- sino un medio
hacia la etapa siguiente y necesaria del desarrollo de la clase misma. De hecho,
este sucede una y otra vez con las fracciones burguesas: que un grupo se separa /se
desprende, como en este caso de verdad /fidelidad a la naturaleza, en términos que
realmente pertenecen a una fase de esa misma clase, aunque a una fase ahora oscurecida
por la obstrucción de un desarrollo posterior. Se trata, entonces, de una rebelión contra
la clase pero for la clase, y no sorprende que su énfasis en el estilo, ubicado en un
tiempo mediato, se convierta en el arte de la burguesía del siguiente período histórico.
Verónica Delgado
La fracción de Bloomsbury
La distancia histórica es siempre una ventaja, y en sentido, Godwin y su círculo
o la Hermandad Prerrafaelista son más fácilmente ubicados que el grupo Bloomsbury, el
cual en algunos de sus tonos y estilos aún tiene una influencia e incluso una presencia
contemporánea significativa. Además el propósito de la breve referencia a estos dos
anteriores es enfatizar, más allá de los puntos en común evidentes no solo las
diferencias ideológicas [ideal] sino las diferencias sociales decisivas. Estas a su turno
solo pueden ser comprendidas atendiendo al desarrollo de la sociedad general. Puesto
que for lo que sucedió en la segunda mitad del siglo XIX fue un desarrollo amplio y una
reforma de la vida profesional y cultural de la Inglaterra burguesa. Las viejas
universidades se reformaron y fueron más serias. Los servicios administrativos fueron a
la vez desarrollados y reformados por las nuevas necesidades de la administración
estatal e imperial y por las evaluaciones competitivas que se entrelazaron con las
universidades reformadas. El carácter cambiante de la sociedad y la economía
produjeron, de hecho, un sector nuevo y muy importante de la clase alta inglesa,
universitaria; en sus orientaciones y valores se distinguían tanto de la vieja aristocracia
como de la burguesía directamente comercial. Y luego –en verdad no nos sorprende- fue
a partir de este sector, especialmente a partir de su segunda y tercera generaciones, que
emergieron las definiciones modernas y los grupos nuevos, específicamente y en su
sentido completo el grupo Bloomsbury.
Las conexiones directas entre este sector y el grupo Bloomsbury son conocidas.
Existe una frecuencia de conexión significativa con los estratos altos de la
administración colonial (generalmente de la India), como en la familia Stephen, en el
caso del padre de Lytton Strachey, en la temprana carrera de Leonard Woolf. En este
aspecto existen continuidades antes y después: los Mills en el siglo XIX, Orwell en el
XX. No obstante el período de emergencia de Bloomsbury fue el punto más alto de este
sector a la vez que fue el punto más alto del orden social al que servía. El sector es
distinguible aunque está todavía muy conectado con una zona más amplia de la clase.
Tal como señala Leonard Wolf del mundo social de los Stephen:
Parte del interés del relato de Wolf está en que él mismo estaba ingresando en este
sector crucial desde un pasado de clase bastante diferente:
Así, Leonard era capaz de observar los hábitos específicos de la clase de la cual
Bloomsbury debía emerger.
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Órgano largo, delgado y voluble que tienen ciertas plantas para asirse a tallos u otros objetos. Podría
traducirse como puntos de contacto.
Verónica Delgado
Aunque eso era la clase como un todo. Lo que fue decisivo en la emergencia de su
sector profesional fue la atmósfera social e intelectual de las antiguas universidades
reformadas. Fue aquí, luego de la liberalización, después de una significativa
recuperación de la seriedad y luego de la reorganización interna para garantizar el
mérito entrado y competitivo, aquel del carácter específico del sector profesional que
emergía dentro de las asunciones generales de la clase. Esto permitió algunas nuevas
incorporaciones como la de Wolf mismo. Promovió dentro de las antiguas
universidades muchas continuidades significativas y en cierto sentido autónomas. Esta
es la razón por la cual el grupo todavía puede ser considerado, desde un ángulo
deliberadamente selectivo, como “aristocracia intelectual”.
Los efectos de este asimetría fueron consignados por Virginia Woolf por
momentos irónicamente, a veces de manera indignada en Un cuarto propio y Tres
guineas.
Así, lo que debemos enfatizar en la formación sociológica de Bloomsbury es, en
primer lugar, la procedencia del grupo del sector universitario de la clase alta inglesa,
que mantenía amplias y firmes conexiones con esta clase como totalidad; en segundo
lugar, el elemento contradictorio entre algunas de estas personas universitarias y las
ideas e instituciones de su clase como totalidad (la ‘aristocracia intelectual’, en sentido
restringido, o al menos algunos o pocos de ellos estaban otorgando/ llevando a su
inteligencia y educación a relacionarse con el ‘vasto sistema de la jerga y la hipocresía’
sostenido por muchas de las instituciones -‘monarquía, aristocracia, las clases altas, la
burguesía suburbana, la Iglesia, el Ejército, la bolsa de valores’- que en cualquier parte
estaban incluidas dentro de los campos de éxito de esta misma ‘aristocracia del
intelecto’); en tercer lugar, la contradicción específica entre la presencia, dentro de estas
familias, de mujeres intelectuales de gran inteligencia y su relativa exclusión de las
instituciones formativas masculinas dominantes; cuarto y más general, las necesidades y
tensiones internas de esta clase como totalidad y especialmente de sus sector profesional
universitario en un período en el cual, que más allá de toda su aparente estabilidad,
constituyó un momento de crisis social, política, cultural e intelectual.
Puede decirse, entonces que Bloomsbury se separó de su clase de origen como
una fracción distinta sobre la base del segundo y del tercer factor antes mencionados: la
crítica social e intelectual y la ambigüedad de la posición de las mujeres. Tomados
conjuntamente éstos son los modos a la vez de su formación y de sus conquistas \
logros. Sin embargo el primer factor, el de su procedencia general, debe ser considerado
como el que define las cualidades particulares de esta fracción: su combinación
significativa y sostenida entre influencia disidente y conexión influyente el cuarto factor
indica algo de su significación histórica general: la que tuvo en ciertos campos,
principalmente aquellos de la igualación sexual y la tolerancia, de las actitudes hacia las
artes y especialmente hacia las artes visuales, y de algunas informalidades públicas y
semipúblicas en función de las cuales el grupo Bloomsbury fue un precursor en el
marco de una mutación más general dentro del sector profesional y universitario, y en
alguna medida en la clase dominante inglesa más en general. Una fracción, como se
dijo, siempre realiza este servicio en favor de su clase. Existió, de este modo, una cierta
liberalización en el nivel de las relaciones personales, el goce estético y la apertura
intelectual. Hubo cierta modernización en el nivel de las costumbres semipúblicas, de la
movilidad y del contacto con otras culturas más extendido y más adecuado a los
sistemas intelectuales. Tales liberalización y modernización fueron, por supuesto,
tendencias bastante generales, en circunstancias de cambio social y especialmente
después de los estremecimientos de la guerra de 1914-1918 y más tarde, de la pérdida
del imperio. No se trata de que Bloomsbury causó cualquier cambio; se trata solamente
(aunque es algo) del hecho de que algunos de sus primeros agentes se destacaron y en
cierto modo fueron coherentes. Al mismo tiempo, la liberalización y la modernización
fueron más estrictamente adaptaciones que cambios básicos en la clase, la cual en su
función de dirigir las instituciones de la clase dominante, para todos los cambios de
costumbres y después para un reclutamiento claro de los otros en esas costumbres, no
Verónica Delgado
solo persistió, sino que perduró exitosamente porque estas adaptaciones habían sido
construidas y continúan siéndolo.
La contribución y de Bloomsbury
En el nivel empírico más simple, esto puede ser tomado como cierto, a pesar de
la que comparación final es meramente retórica: Bentham, Hazlitt y Byron nunca
estuvieron asociados significativamente, y sus nombres lo dan por sentado. El rechazo
Verónica Delgado
libres para ser y volverse civilizados. De esta manera en sus casos personales y en sus
intervenciones públicas Bloomsbury fue tan serio, tan dedicado y tan inventivo como
nunca había sido esta posición en el siglo veinte. En realidad, la paradoja de muchos
juicios retrospectivos sobre Bloomsbury es que el grupo vivió y trabajó esta posición
con una embarazosa sinceridad: es decir, embarazosa para muchos de aquellos para
quienes ‘individualismo civilizado’ es una frase sumaria para definir un proceso de
consumo conspicuo y privilegiado. No se trata de que podamos separar las posiciones
de Bloomsbury de sus desarrollos posteriores: existen algunas continuidades, como el
culto del consumo conspicuo y atento; y ciertas trampas fueron salvadas, como en la
economía keynesiana y en las alianzas monetarias y militares. Sin embargo, todavía
debemos observar la diferencia entre el fruto y su putrefacción, o entre la semilla
plantada con esperanza y el árbol elegantemente distorsionado.
No obstante, cuando vemos las conexiones y las diferencias, debemos continuar
analizando las oscuridades y errores de la posición original alrededor de la cual
Bloomsbury se autodefinió. Esto puede hacerse de manera seria o ligeramente. Elijamos
por un momento la segunda, en uno de los modos propios de Bloomsbury. Puede
decirse, y a veces se ha dicho, que Bloomsbury no tuvo una posición general. ¿Pero por
qué la necesitaba /necesitó? Si se observa con cuidado, estuvieron Virginia y Morgan
para la literatura, Roger, Clive, Vanessa y Duncan para el arte, Leonard para la política,
Maynard para la economía. ¿No abarcan todos estos intereses los de las personas
civilizadas? Quizá con una sola excepción, pero significativamente en los años veinte,
esto fue remediado. Un número de asociados / miembros y relaciones del grupo –Adrian
y Karin Stephen, James Strachey- se desplazaron hacia la nueva práctica del
psicoanálisis, y la Hogart Press, notable creación de Leonard y Virginia Woolf,
introdujeron efectivamente el pensamiento freudiano en el pensamiento inglés. De esta
manera, a la impresionante lista de Virginia y Morgan para la literatura, Roger, Clive y
Vanesa y Duncan para el arte, puede agregarse a Sigmund para el sexo.
Es tentador devolver cualquier modalidad sobre sí misma aunque el punto
subrayado es serio. La obra y el pensamiento de Bloomsbury, y aquella otra obra y
pensamiento que Bloomsbury asoció efectivamente consigo y presentó –incluida la
temprana poesía ‘comunista’ de los años treinta- son destacables, a primera vista, por su
eclecticismo, por sus evidentes desconexiones. En este sentido es comprensible que
alguien se pregunte, retóricamente, qué conexiones pudo haber entre lo que escribieron
Clive Bell sobre arte y Keynes sobre el empleo, la ficción de Virginia o el trabajo en la
Liga de las Naciones de Leonard o el de Lytton Strachey en historia o el de los
freudianos en psicoanálisis. Es cierto que no se puede reunir toda esta producción en
una teoría general. Aunque, por supuesto, de eso se trata. Las posiciones diferentes que
aunó Bloomsbury y que de hecho diseminó como los contenidos del pensamiento de de
un individuo moderno, educado y civilizado son, en efecto, alternativas de una teoría
general. No es necesario preguntarse, mientras se mantiene esta impresión, si las
generalizaciones de Freud sobre la agresión son compatibles con la ‘forma significativa’
o el ‘éxtasis estético’ de Bell, o si las ideas de Keynes sobre la intervención pública en
el mercado son compatibles con la asunción profunda de de la sociedad como un grupo
de amigos y relaciones. No es necesario preguntar estas cosas porque la integración
eficaz ya ha sucedido a nivel del ‘individuo civilizado’, la definición singular de toda
lamedor gente, la que se siente segura en su autonomía aunque, cuando lo requiere la
ocasión, dirige su libre atención a este y a otro lado. Y el propósito que domina todas
intervenciones públicas es el de asegurar esta clase de autonomía, encontrado formas de
disminuir las presiones y conflictos y de evitar desastres. La consciencia social [social
consciente], finalmente, debe proteger la consciencia privada [entendida como
consciencia de sí: private consciousness].
Verónica Delgado
Cuando esto puede estar asegurado sin aquel tipo de protección –en las formas
privilegiadas de ciertas clases de arte, que se niegan al ‘sacrificio … de la
representación’ como ‘algo robado al arte’ [Clive Bell, Art, London, 1914, p. 44], o
cierto tipo de ficción, como la de Virginia Wolf que rechaza burlonamente la
descripción social-
Por el bien de la vida personal y del arte, como expuso Clive Bell: