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Históricamente, los descubrimientos han ido creando nuevas reservas que han
más que compensado aquellas que se han agotado. Para el caso del cobre, se
ha señalado que en 1940 las reservas mundiales se calculaban en 100 millones
de toneladas métricas de metal; a fines de 1974 las reservas se calculaban en
382.3 millones de toneladas métricas de metal, pero hay que considerar que la
producción de cobre acumulada entre 1950 y 1973 fue de 107.8 millones de
toneladas métricas. Por lo tanto, el aumento neto de reservas de cobre fue de
390.1 millones de toneladas métricas de metal, cifra que no incluye el cobre
contenido en los nódulos de los fondos marinos. Finalmente, los recursos
potenciales se calculaban en 2 120 millones de toneladas métricas, y los
recursos en 1 770 millones, incluyendo 690 millones de toneladas de nódulos
de los fondos marinos.
Nota:
(a) En bauxita base seca promedio 21% Al recuperable.
(b) En minerales y concentrados promedio 50% Fe recuperable.
(c) En minerales y concentrados promedio 26% Fe recuperable.
(d) En minerales y concentrados promedio 40% 100. Mn.
(e) No incluye nódulos de manganeso de los fondos marinos.
(f) En roca fosfórica y concentrados 13% P.
(g) En «fluospar», roca fosfórica y concentrados promedio 44% fluorita.
(h) No incluye recursos no identificados de azufre, en enormes cantidades de azufre en anhidritas y
calizas, en petróleo y aproximadamente 600 000 millones de azufre contenido en carbones, esquistos,
etcétera.
(i) En minerales y concentrados promedio 32% cromo.
(j) Incluye 690 millones de nódulos de fondos marinos.
Cuando las leyes del mineral son muy bajas no es posible la concentración
física. En este caso, se emplean métodos químicos o térmicos, y los
requerimientos energéticos variarán según los procesos empleados.
Las actividades mineras suelen tener importantes efectos sobre los cursos
fluviales, a través de procesos de sedimentación que eventualmente afectan las
zonas costeras. La explotación minera tradicional se ha caracterizado por su
enfoque extremadamente sectorial, con escasa consideración por la gestión
integral del recurso. Ello ha tenido consecuencias muchas veces graves sobre
el entorno y ha ocasionado deterioros y pérdidas que en una evaluación social
de largo plazo podrían sin duda, contrarrestar los beneficios económicos
obtenidos por una gestión predatoria del recurso a corto plazo.
El factor energía vuelve a plantearse en este caso. Parecería que los problemas
fundamentales a que habrá que enfrentarse en el desarrollo futuro de los
llamados recursos no renovables metálicos residen más en la disponibilidad de
energía que en los mismos recursos. Y cabe aclarar aquí que no se trata de
escasez de energía, sino de problemas de tipo económico y tecnológico
asociados precisamente a un tipo especial de energía: los combustibles fósiles.
El patrón industrial y tecnológico moderno se sustenta sobre la utilización de
estos combustibles, en especial el petróleo. El fenómeno histórico de sus
precios extraordinariamente bajos, fomentó y estimuló su consumo y un
desarrollo tecnológico intensivo. Pero estos problemas del petróleo no
significan necesariamente escasez de energía. Existen otras fuentes que serán
utilizadas por la sociedad para sustituir los combustibles fósiles. Sin embargo,
es éste un proceso lento porque afecta a toda la estructura económica,
institucional, tecnológica y política del sistema mundial.