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2009
Mabel Grimberg
RESUMO
O artigo trata dos processos de protesto e resistência social na Argentina, a partir dos resultados de um
estudo etnográfico sobre vulnerabilidade social e politização da vida cotidiana na Área Metropolitana de
Buenos Aires. A pesquisa realizou-se entre 1995 e 2005 e tratou de desemprego, violência, uso de drogas e
HIV-aids, por meio da análise das articulações entre as formas de padecimento e de sofrimento social e as
estratégias individuais e coletivas de proteção, resistência e protesto de conjuntos subalternos residentes
no cordão Sul da cidade de Buenos Aires (San Telmo, Boca, Barracas, Lugano), nas partes de Avellaneda
(Dock Sur e Torres de Wilde) e La Matanza (Província de Buenos Aires). A partir de 2001 o estudo concentrou-
se na etnografia da formação, das modalidades de ação e do cotidiano de agrupamentos de desocupados,
empresas recuperadas e assembléias de bairro. A partir de um enfoque da Antropologia Política que se
centra nos processos de construção social da hegemonia e em conceitos como “tradição”, “experiência” e
“transação”, propomos em primeiro lugar que os processos de protesto e de resistência social devem ser
compreendidos em suas múltiplas articulações e entender-se em seu duplo caráter de processos históricos e
de experiências de vida, que incluem sujeitos e coletividades. Sua abordagem, portanto, deve focalizar as
tensões e as contradições desses entrecruzamentos. Em segundo lugar, sugerimos ressituá-los nos espaços
de construção de práticas e sujeitos nos marcos mais amplos das relações de hegemonia; em particular,
ponderar as experiências e as modalidades históricas de organização, dos processos da vida cotidiana e os
sentidos que os protagonistas concedem às suas práticas.
PALAVRAS-CHAVE: protestos sociais; hegemonia; desigualdade social; vida cotidiana; Etnografia.
Recebido em 11 de julho de 2007. Rev. Sociol. Polít., Curitiba, v. 17, n. 32, p. 83-94, fev. 2009
Aprovado em 15 de novembro de 2007.
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PODER, POLÍTICAS Y VIDA COTIDIANA
notorios problemas de acceso a la atención médi- del 19 y 20 de diciembre del 2001 y las
ca 3 . movilizaciones y acciones de protesta posteriores
sumaron un número creciente de sectores
En este contexto, desde la segunda mitad de
sociales. Parte de este proceso fue la aparición y
los noventa se tornó evidente el crecimiento de la
la difusión de agrupamientos de desocupados, la
conflictiva social y la emergencia de una variada
ocupación y “recuperación” de empresas y la
gama de formas de demanda y protesta en
emergencia de asambleas barriales.
procesos que, en primer término, involucraron a
trabajadores y localidades o regiones, afectadas Ahora, ¿como entender estos procesos? La
por las políticas de desmantelamiento y dimensión alcanzada por las protestas y sus for-
privatización de servicios y empresas del Estado. matos abrió una significativa discusión en el cam-
Los trabajadores petroleros, del carbón, de po político y académico en torno al carácter y a
hospitales, docentes, municipales, provinciales, los sentidos de las acciones, los actores, los al-
ferroviarios, etc. se constituyeron en los principales cances de las demandas y los repertorios puestos
protagonistas de la demanda social. Entre el 20 al en juego. La mayor parte de esas lecturas han ten-
26 de junio de 1996 residentes de las ciudades de dido a resaltar lo novedoso y las discontinuidades
Cutral-Có y Plaza Huincul, provincia de Neuquén, en las formas de acción y en la conformación de
bloquearon rutas en demanda de “fuentes de identidades y actores colectivos.
empleo”. En ese año, gremios estatales y otros
Nos proponemos aquí resituar la problemática
sectores sociales ocuparon durante seis meses la
de la protesta y resistencia social a partir de resul-
plaza principal de la ciudad de Corrientes, provincia
tados de un estudio etnográfico sobre procesos
del mismo nombre, al mismo tiempo que
de vulnerabilidad social y politización de la vida
organizaban acciones que incluían cortes de rutas
cotidiana en el Área Metropolitana de Buenos
y puentes. En 1997 se realizaron nuevos bloqueos
Aires. Este estudio se desarrolló en varias etapas
de rutas en Cutral-Có, Neuquén, y en las localida-
entre 1995 y 2005, indagando los problemas de
des de General Mosconi, provincia de Salta, y
desempleo, violencia, uso de drogas y VIH-sida,
Tartagal, provincia de Jujuy. A fines de ese año se
a través del análisis de las articulaciones entre la
efectuó en Florencio Varela el primer corte de ruta
formas de padecimiento y sufrimiento social y las
de la Provincia de Buenos Aires.
estrategias individuales y colectivas de protección,
Progresivamente la movilización de estos resistencia y protesta social de conjuntos subal-
sectores fue acompañada por familiares y vecinos, ternos residentes en el cordón Sur de la ciudad de
mientras los cortes y bloqueos de rutas, puentes Buenos Aires (San Telmo, Boca, Barracas,
o calles iban cobrando forma como “medidas de Lugano) y el partido de Avellaneda en la Provincia
fuerza” visibles y posibles para las demandas. A de Buenos Aires (Dock Sur y Torres de Wilde). A
partir de ahí, en tres años, este repertorio que in- partir del 2001, este proyecto amplió su área de
cluía la ocupación de plazas y otros espacios pú- estudios a La Matanza (Provincia de Buenos Aires)
blicos se extendió por todo el país. Los hechos y se concentró en el seguimiento etnográfico de
los procesos de formación, las modalidades de
acción y la cotidianeidad de agrupamientos de de-
nivel de indigencia (CIDH, 2003). Entre otros emergentes socupados, empresas recuperadas y asambleas
se destacan el aumento de padecimientos evitables como barriales.
problemas respiratorios e infecciosos, la baja del
rendimiento escolar, el incremento de embarazos tempranos Nuestro trabajo recupera un enfoque de
y otros problemas de salud reproductiva, las muertes y Antropología Política que centra en los procesos
heridos por violencias de distintos tipos, el VIH-sida, el de construcción social de hegemonía y en
uso de drogas, etc. (Informe sobre la situación de los
derechos humanos en Argentina, 2004).
conceptos como tradición, experiencia y
transacción. Desde ahí, proponemos un abordaje
3 Según datos disponibles, el porcentaje de población
relacional y procesual de vulnerabilidad social
dependiente exclusivamente de la atención pública pasó
como combinatoria de procesos de fragilización y
del 37,6% en 1997 al 43,2% en el 2001, mientras que los
que tenían alguna clase de cobertura social (para de protección social, que incluyen tanto el con-
trabajadores activos o pasivos) decrecieron en ese mismo junto de relaciones y condiciones económicas,
lapso del 50,3% al 46,7% (SIEMPRO, 2002). Para un sociales, políticas y culturales de vida y se
estudio antropológico sobre accesibilidad, ver Margulies corporifican en una diversidad de padecimientos
(2003). y modos de sufrimiento social; como los soportes,
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las redes, las estrategias individuales y colectivas bal de las prácticas, como de la operatoria de
de cuidado y autocuidado, así como al conjunto procesos socio-culturales y políticos. Para ello,
de prácticas y modalidades de organización, de implementamos estrategias propias del método
demandas, de reivindicación de derechos sociales etnográfico: observación con participación, en-
y políticos. En esta línea entonces, más que como trevistas en profundidad, relatos biográficos y
un dominio autónomo con lógicas propias o ex- análisis de narrativas.
clusivamente institucionales, entendemos la polí-
A partir de nuestros datos etnográficos, sobre
tica como un entramado de relaciones de poder y,
todo de los años 2000 a 2005, este trabajo discute
al mismo tiempo, como una dimensión básica de
la problemática de la protesta y la resistencia so-
las prácticas sociales (VINCENT, 2002) y las
cial para proponer, en primer término, que debe
experiencias de la vida cotidiana. En este contex-
considerarse en sus múltiples articulaciones y
to conceptual, el término “politización” refiere a
entenderse en su doble carácter de procesos his-
un simultáneo proceso de sujeción y subjetivación
tóricos y experiencias de vida, que involucran a
(SHORE & WRIGHT, 1997) que construye
sujetos y colectivos. Su abordaje, por tanto, debe
prácticas y sujetos. Este sentido permite destacar
hacer foco en las tensiones y contradicciones de
el tejido de relaciones de poder desde el que se
estos entrecruzamientos. En segundo término,
configuran agrupamientos de distinto tipo, la
sugerimos resituar esta problemática en los
simultaneidad y diversidad de procesos asociativos
espacios de construcción de prácticas y sujetos
involucrados, así como la inscripción de los dis-
en los marcos más amplios de las relaciones de
tintos niveles de poder local, municipal, provin-
hegemonía y más en particular ponderar las
cial y nacional en las actividades de la vida cotidi-
experiencias y las modalidades históricas de
ana de los conjuntos subalternos.
organización, los procesos de la vida cotidiana y
Nuestro abordaje etnográfico prioriza el estudio los sentidos que sus protagonistas otorgan a sus
de las prácticas y las narrativas de los sujetos de prácticas.
estudio, la reconstrucción de sus trayectorias de
II. EL PROBLEMA DE LA PROTESTA COMO
vida y la construcción de los datos desde el con-
PUNTO DE PARTIDA
texto global de la vida cotidiana. La etnografía re-
sulta a nuestro criterio una estrategia de Diversos estudios sociológicos y de ciencias
investigación privilegiada para el abordaje de la políticas analizaron los procesos de movilización
complejidad de los procesos sociales y de las social en Argentina, a partir de interrogantes refe-
experiencias de vida, privilegiando la construcción ridos a los mecanismos del sistema político para
de los datos desde una profunda y prolongada procesar demandas y conflictos, las particulari-
relación con los sujetos de estudio. En este mar- dades de los ciclos de protesta y las
co, estar ahí implica no sólo observar sino también discontinuidades en los formatos de protesta y en
participar de las situaciones de vida y transformar la conformación de actores e identidades colectivos
la propia experiencia de investigador en un hecho (AUYERO, 2002a; 2002b; 2004; SVAMPA &
etnográfico, es decir en un dato construido. Las PEREYRA, 2003; SCHUSTER, 2005; SVAMPA,
tareas de análisis e interpretación de las prácticas, 2005). Se propuso entender la protesta social como
experiencias y narrativas registradas en el trabajo acontecimientos de tipo contencioso e intencio-
etnográfico tienen como objetivo no sólo la nal, de visibilidad pública, caracterizados por
documentación de las complejas características acciones de demanda fundamentalmente
de la experiencia cotidiana de los sujetos en con- direccionadas hacia el Estado (SCHUSTER &
textos específicos y sus cambios, sino también la PEREYRA, 2001; SCHUSTER, 2005). Esta lectura
determinación de sus vínculos con los procesos permite abordar el carácter segmentario de la
sociales, políticos y económicos de nivel acción colectiva y detenerse en los sentidos polí-
macrosocial. Partimos de un supuesto ticos particulares de las demandas. Este enfoque
metodológico básico de la perspectiva antropoló- del problema, parte de una serie de preguntas tales
gica: el de la recuperación de los saberes y como: quiénes, porqué, cuándo, dónde, cómo y
prácticas, de las demandas y las estrategias para qué protestan, para identificar cambios en
desarrolladas por los actores. Ponemos en juego los tipos de conflictos, en los actores, en las de-
un enfoque relacional para dar cuenta tanto de la mandas y en los formatos de la protesta
articulación de los fenómenos en el contexto glo- (SCHUSTER & PEREYRA 2001; SCRIBANO &
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SCHUSTER, 2001; SCHUSTER, 2005). Sus tura, sosteniendo que estas nuevas formas
contribuciones apuntaron a la forma en que la permiten identificar “identidades insurgentes”
sociedad produce demandas, cómo éstas generan construidas en torno a la noción de “pueblo”, dis-
posiciones de sujetos colectivos y cómo impactan tanciadas del “repertorio clásico” caracterizado por
en el sistema político. Si bien esta propuesta per- un lenguaje identitario fuertemente asociado a la
mite identificar discontinuidades, resulta insufici- clase obrera.
ente sin embargo para abordar la complejidad de
Un aspecto a destacar desde una perspectiva
articulaciones entre esas discontinuidades y ciertas
antropológica es que una visión de la cultura que
continuidades que deberían leerse en términos de
centraliza en los “hábitos”, en una serie limitada
procesos culturales e históricos específicos. Sin
de rutinas, o en “expectativas compartidas e im-
desconocer sus aportes, es posible observar un
provisadas”, imposibilita abordar la dinámica, en
vacío analítico en torno de las articulaciones en-
tanto continuidad y cambio, de procesos
tre la acción de protesta y la cotidianidad de los
materiales y simbólicos más complejos en su sen-
sujetos, así como de las relaciones e interacciones
tido productivo y reproductivo. Entendiendo a la
diarias que los movimientos mantienen con el Es-
cultura como proceso fluido de construcción de
tado, mas allá del momento de la protesta.
sentidos en permanente confrontación,
Cabe mencionar una serie de estudios negociación y transformación, realizada
etnográficos sobre agrupamientos de desocupa- activamente por sujetos en desiguales relaciones
dos que han recuperado la vida cotidiana focali- de poder (WRIGHT, 1998), proponemos incluir
zando en las tensiones incluidas en la gestión de el análisis de las experiencias y las modalidades
programas sociales y las categorías desplegadas históricas de la protesta, de las prácticas de la vida
por las personas para legitimar posturas en cotidiana y de los sentidos que sus protagonistas
conflicto (FERRAUDI CURTO, 2005); así como otorgan a las mismas.
en las relaciones entre la “gestión” familiar de las
Como he propuesto en trabajos pasados en
políticas sociales y la “gestión” de las
referencia a los trabajadores gráficos
organizaciones de desocupados (MANZANO,
(GRIMBERG, 1997) y mas recientes
2004; 2007a; 2007b; QUIRÓS, 2006).
(GRIMBERG, 2000; 2005; GRIMBERG,
Algunas líneas de estudio han buscado incor- FERNÁNDEZ ALVAREZ & MANZANO, 2004),
porar al análisis de los procesos estructurales y los procesos de demanda y acción colectiva, y en
las modalidades de la protesta, las vivencias e iden- particular los procesos de movilización y las di-
tidades de los protagonistas. Auyero (2002a; versas formas de protesta social que nos ocupan,
2002b; 2004) propuso que tres macroprocesos deben entenderse en su doble carácter de procesos
“simultáneos y mutuamente reforzados” (el históricos y experiencias de vida, que involucran
hiperdesempleo, la retirada del Estado en su a sujetos y colectivos. El abordaje entonces debe
función de “semibienestar” y la descentralización situarse en las tensiones y la conflictiva de estos
de los servicios educativos y de salud) habrían entrecruzamientos.
impactado de manera indirecta la acción colectiva,
Una primera y más visible relación puede
en la que gravitaría un contexto local de
reconstruirse entre estos procesos de protesta
redefinición según “los intereses, las oportunida-
social y ciertas modalidades de prácticas sociales
des y la organización de la acción colectiva”. Para
y políticas previas. En efecto, los primeros
analizar los medios y sentidos de la protesta, utili-
agrupamientos “piqueteros” surgieron en partidos
za el concepto de “repertorio” de Tilly (2000a;
del Gran Buenos Aires (Matanza, zona Oeste, y
2000b), entendido como un conjunto limitado de
San Francisco Solano, Quilmes, zona Sur) a par-
rutinas aprendidas, compartidas y ejercidas me-
tir de organizaciones sociales y políticas4, que
diante un proceso de selección relativamente deli-
berado. Para el autor este concepto ubicaría a la
4 Entre ellas, las Comunidades Eclesiales de Base vincula-
cultura en el centro de las formas de acción
colectiva al hacer foco en los “hábitos” de lucha das a la Teología de la Liberación, organizaciones vecinales
y grupos políticos de distintas orientaciones como la
adoptados por los distintos actores y en las for- Corriente Clasista y Combativa del Partido Comunista
mas que cobra la acción colectiva como resulta- Revolucionario, la Federación de Tierra, Vivienda y Habitat
do de “expectativas compartidas e improvisadas”. (FTV), adherida a la Central de Trabajadores Argentinos
Desde ahí, analiza la protesta en términos de rup- (CTA).
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tenían como antecedentes más inmediatos las didos con la dictadura militar a mediados del
experiencias de ocupación ilegal de tierras y la gobierno de Alfonsín, a las acciones de resistencia
constitución de asentamientos durante la década a los cambios en la organización del trabajo y las
de 1980, caracterizados por un fuerte desarrollo formas de contratación, a las privatizaciones y,
de procesos asociativos y redes sociales de sobre todo, a procesos de demanda por salarios
protección (sociedades de fomento, “salitas” de adeudados, despidos y cierres, que se profundizan
salud, centros de educación popular, etc.) que se durante el gobierno de Menem, hasta las
expresaron, entre otros, en las “ollas populares” movilizaciones y cortes por subsidios y progra-
del período de la “hiperinflación” en 1989 y pos- mas de atención al desempleo de finales de los
teriormente en la creación de “comedores”, años noventa.
“merenderos” y otros recursos colectivos. Estas
El inicio de siglo mostró un escenario de dis-
acciones entonces se entraman en un proceso de
puta, demanda y negociación de carácter territorial,
largo plazo que, a partir de 1980, configuraron
dirigido básicamente hacia el Estado, que articuló
simultáneamente procesos de ocupación de tierras
distintas modalidades de ocupación del espacio
y urbanización popular, y procesos asociativos,
público. Parte de esta territorialización ha sido la
de intercambio y reciprocidad, de distinto tipo y
configuración de un espacio de ocupación y cor-
procedencia política e ideológica cuya sostén fue
tes que supuso desplazamientos de los actores
de manera creciente la base territorial.
entre el Gran Buenos Aires y la Ciudad de Buenos
Otro tanto debe reconocerse en los casos de Aires, cuyos puntos focales lo constituyeron los
ocupación de empresas por parte de sus puentes y lugares de entrada-salida, así como
trabajadores frente al peligro de cierre (cf. ciertos lugares emblemáticos de la política, tales
FERNANDEZ ALVAREZ, 2006; 2007; como la Plaza de Mayo, la Plaza del Congreso o el
FERNANDEZ ALVAREZ & WILKIS, 2007). Es- Palacio de Justicia (Tribunales).
tas ocupaciones como el “salvataje” por parte del
El análisis de esta dinámica debería poder
Estado han sido parte de las “tradiciones” gremiales
comprender las articulaciones entre procesos
y de las políticas estatales de Argentina5. Empre-
económicos y sociopolíticos. En particular me
sas gráficas, ingenios azucareros, astilleros y otras
refiero a analizar de manera relacionada los
empresas fueron en los años setenta ejemplos de
cambios en la estructura social y en las experiencias
estas prácticas. En el marco de los procesos
de la vida cotidiana, promovidos por la
hiperinflacionarios y las quiebras de la década de
concentración y el desmantelamiento industrial
1980, numerosas empresas fueron ocupadas por
durante la primera parte de aplicación de las
sus trabajadores quienes ensayaron distintas mo-
politicas neoliberales del gobierno menemista, que
dalidades cooperativas con dispares resultados.
involucró a trabajadores del cordón industrial del
Parte de éstas las he documentado personalmente
Area Metropolitana de Buenos Aires, de empresas
en la industria gráfica desde 1988 a 1996
privadas y del Estado y que, a partir de 1995,
(GRIMBERG, 1997).
culminó en la recesión, el hiperdesempleo y la
Visto en perspectiva histórica, es posible masificación del empleo precario. En otros térmi-
proponer otras relaciones para un enfoque de nos, a indagar las transformaciones en los modos
proceso. Así, desde 1985 se visibilizan de vida, las experiencias y sobre todo en las rela-
desplazamientos en los ejes y las formas de pro- ciones y estrategias que los conjuntos subalter-
testa en nuestro país, en un proceso que va desde nos ponen en juego cotidianamente.
la recuperación y reorganización sindical, los
Este análisis sería insuficiente si no se entiende
conflictos a nivel de ramas de producción del
cómo ciertas tradiciones y tensiones históricas
sector industrial privado por la recuperación de
gravitan en estos procesos sociopoliticos. Debería
condiciones de trabajo y beneficios laborales per-
entonces considerarse los cambios en las lógicas
políticas del Estado en su relación con los con-
5 Solo algunos ejemplos: la toma del Frigorífico Lisandro
juntos sociales subalternos y su inscripción en los
modos de acción, la organización y las
de la Torre y la resistencia barrial en Mataderos en 1959,
las tomas de fábrica de los planes de lucha de los años construcciones identitarias de éstos, así como en
1963-1964, la ocupación de ingenios en Tucumán en 1968 las experiencias y trayectorias políticas de los
y 1969, el Ingenio Las Palmas, Chaco, en 1987. agrupamientos. La protesta debe ser relocalizada
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significaciones políticas que estas prácticas combinan procesos de movilización con múltiples
expresan solo pueden entenderse, y esto me actividades de vida cotidiana en áreas como trabajo,
interesa destacarlo, a la luz de un proceso de salud, educación, etc. y de ciertas dimensiones
construcción conjunta de modalidades de acción de significado de sus discursos, tales como el fun-
estatal y de procesos de demanda y de actores, damento en la “dignidad social” y la vinculación
que deben enmarcarse en modelos políticos- simbólica entre movilización y logro, entre “lucha”
económicos y simbólicos más amplios. y “conquista”, que permite configurar tanto el
objeto como el medio de la demanda en derecho
Cabe recordar que durante la década de 1990
político.
las líneas de créditos otorgadas por organismos
internacionales impusieron la modalidad de “polí- En este campo de disputa y de variadas
ticas focalizadas” sobre determinados sectores de correlaciones de fuerza, esta dinámica de deman-
la población, cuyos fondos podían ser gestionados da y negociación de los “planes” asume funcio-
por programas públicos o asociaciones no- nes de contención de la conflictiva, de
gubernamentales. Los distintos programas contra disciplinamiento y control social, de legitimación
el desempleo exigieron una serie de de políticos y políticas y de refuerzo de una enor-
requerimientos, tales como formular proyectos a me red de intercambios entre el gobierno nacio-
partir de modelos standarizados de programación nal, los gobiernos provinciales y municipales, los
y control, preveer ciertas contraprestaciones de partidos y grupos políticos y agrupamientos de
trabajo y tareas diversas, explicitar ciertos dispo- distinto tipo. Pero, al mismo tiempo, permite el
sitivos de “capacitación” de las organizaciones, despliegue de una multiplicidad de prácticas tales
asi como mecanismos de tramitación periódica de como disputar y capturar recursos, apropiar y
reasignación de beneficiarios, etc. reelaborar significados frente a las estrategias po-
líticas gubernamentales, desarrollar ciertas inicia-
Ahora bien, las especificidades de
tivas propias, extender la capacidad de gestión de
implementación de estas políticas afirmaron ciertas
ciertas áreas de la vida cotidiana. Es en este senti-
modalidades de relación social entre sujetos,
do que puede pensarse a las políticas en una doble
agrupamientos y poderes locales, al mismo tiempo
función de sujeción y subjetivación (SHORE &
que imponían una dinámica de demanda de
WRIGHT, 1997) y al Estado como constructor
confrontación-negociación configurando un cam-
de sujetos sociales y políticos.
po transaccional desde el que se definen y
redefinen modos de acción y actores sociales, En esta perspectiva, los “planes” deben ser
incluyendo entre éstos a la propia acción estatal. vistos como uno de los múltiples dispositivos de
Por eso, es en el marco y la dinámica impuesta un complejo sistema de gobernancia, en el que
por estas políticas cómo se crean y modelan de- debe incluirse tanto el padecimiento, como la
mandas, formas de protesta y resistencia, así resistencia o las variadas estrategias de
como actores sociales y políticos. “Impuesta” “aprovechamiento” de conjuntos y agrupamientos
porque es resultado del contexto de deprivación y sociales y políticos, en un proceso de construcción
(des)estructuración social promovido por el con- hegemónica que fuerza los límites y los alcances
junto del modelo neoliberal. Este carácter de las prácticas.
constituye a esas políticas tanto en resortes coer-
V. REFLEXIONES FINALES
citivos como en espacios de oportunidad para la
demanda. La discusión efectuada permite acercarse a la
complejidad de los procesos de resistencia y pro-
Visto desde las relaciones de hegemonía, es-
testa social, abordar con mayor sentido crítico
tas políticas redefinen el campo de fuerza societal,
sus alcances y límites, para resituarlos en un
perfilan (en términos de propuesta) los objetos de
proceso de construcción de prácticas y sujetos
la demanda y acotan los caminos; pero al mismo
en los marcos más amplios de las relaciones y
tiempo la demanda y la gestión de estos “planes”
procesos de hegemonía. Esta mirada destaca la
resultan en principal motor de crecimiento de es-
necesidad de un enfoque relacional que recupere
tas organizaciones y en intensificaciones
y articule en el análisis las modalidades de prácticas
coyunturales de los procesos de protesta social.
sociales y políticas históricas y las experiencias
Parte de estas tensiones y contradicciones emergen
de vida cotidiana, de manera de entender procesos
de las características de estas prácticas que
sociales y subjetivos y, en particular, tanto la
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