Está en la página 1de 3

Tendencias suicidas y dolor crónico

Un meta-análisis reciente señala que, en comparación con personas sin dolor, las
personas que presentan dolor físico reportan con mayor frecuencia deseos de
morir duraderos; ideación, planeación e intento, actuales y de larga duración, y
muerte por suicidio (Calati, Laglaoui Bakhiyi, Artero, Ilgen, & Courtet, 2015).

La prevalencia de personas con dolor crónico no oncológico es de hasta 41% y se


ha reportado que existe de 2-3 veces mayor probabilidad de presentar ideación o
intento suicida y hasta el doble o triple riesgo de morir por suicidio, el 14% tiene
historia previa de intento suicida y en quienes reciben opioides como tratamiento,
hasta el 37% ha experimentado ideación suicida (Campbell et al., 2016; Campbell,
Bruno, Darke, & Degenhardt, 2015; Newton-John, 2014).

Algunos factores específicos al dolor asociados a (aumento de) tendencias suicidas


(ideación, planeación e intento), previas o actuales, son:

 Localización y tipo de dolor (dolor abdominal, dolor de cabeza o migraña,


dolor de espalda o cuello),
 Intensidad,
 Duración,
 Catastrofización
 Baja autoeficacia al dolor
 Depresión concomitante,
 Trastornos de personalidad, como Límite (TLP),
 Insomnio o alteración del sueño,
 Presencia de múltiples condiciones dolorosas,
 Problemas con el uso de medicamentos analgésicos (dependencia o
sobredosis intencional, que es el método más común de intento suicida)
 Tratamiento con opioides fuertes (morfina, oxicodona, buprenorfina,
metadona e hidromorfona)

Lo anterior incorporado a un aumento en los factores “tradicionales” como: ser


mujer (para ideación) o ser hombre (para consumación), abuso de sustancias,
historia de intento de suicidio, historia de psicopatología o suicidio familiar, abuso
en la infancia y escasa red de apoyo, por mencionar algunos (Campbell et al., 2016;
Newton-John, 2014; Sansone, Watts, & Wiederman, 2014).
Cabe resaltar que TLP por sí mismo incrementa el riesgo de conductas suicidas
(hasta 400 veces más que en la población general) y al asociarse con dolor crónico,
dicho riesgo aumenta. La prevalencia de TLP en personas con dolor se estima en
30% y, además de los factores específicos asociados a dolor, se reporta que existen
dosis más altas para el manejo de dolor, uso concomitante de benzodiacepinas y
antidepresivos, y en ocasiones, antipsicóticos, y problemas para adherirse al
tratamiento (Campbell et al., 2015).

Algunas explicaciones que se han brindado para estas asociaciones refieren que
algunas personas con dolor crónico pueden tener además problemas de
autorregulación emocional, por lo que experimentan el dolor con mayor intensidad
(como sería el caso de personas con TLP). En otros casos, el hecho de vivir con
dolor crónico predispone a las personas a buscar momentos de consuelo o alivio,
sea con medicamentos o el suicidio. La existencia de un trastorno psiquiátrico
como mediador de estas variables y la yuxtaposición de sistemas neurales de dolor
y emociones (Calati et al., 2015; Sansone et al., 2014).

Algunos modelos de tratamiento y prevención para suicidio y dolor crónico


recientes como Razones Para Vivir (RFL) y Terapia de Aceptación y Compromiso
(ACT) centran sus postulados en: reconocer y fortalecer los valores centrales para el
individuo, redirigir la atención en las conductas de evitación hacia los valores y las
fortalezas del individuo, y mejorar la red de apoyo (Newton-John, 2014).

La información presentada resalta la importancia de evaluar las tendencias suicidas


en pacientes con dolor crónico, prestando especial interés en los factores de riesgo
asociados, como tratamiento con opioides, trastornos de personalidad y del estado
de ánimo concomitantes, y escasa red de apoyo. Complementar la información con
una historia clínica detallada que incluya historia de abuso de sustancias y otros
factores de riesgo. Fortalecer la relación médico-paciente, dando lugar a una
validación emocional del paciente y, en aquellos casos donde exista un mayor
riesgo, referir al especialista correspondiente, lo que a su vez, refuerza la necesidad
de contar con equipos de trabajo interdisciplinarios para el manejo de pacientes
con dolor crónico.

Psic. Araceli Martínez Ramírez, Medicina Conductual, UNAM.


Calati, R., Laglaoui Bakhiyi, C., Artero, S., Ilgen, M., & Courtet, P. (2015). The impact of physical pain

on suicidal thoughts and behaviors: Meta-analyses. Journal of Psychiatric Research, 71, 16–

32. http://doi.org/10.1016/j.jpsychires.2015.09.004

Campbell, G., Bruno, R., Darke, S., & Degenhardt, L. (2015). Associations of borderline personality

with pain, problems with medications and suicidality in a community sample of chronic

non-cancer pain patients prescribed opioids for pain. General Hospital Psychiatry, 37(5),

434–440. http://doi.org/10.1016/j.genhosppsych.2015.05.004

Campbell, G., Bruno, R., Darke, S., Shand, F., Hall, W., Farrell, M., & Degenhardt, L. (2016). Prevalence

and Correlates of Suicidal Thoughts and Suicide Attempts in People Prescribed

Pharmaceutical Opioids for Chronic Pain: The Clinical Journal of Pain, 32(4), 292–301.

http://doi.org/10.1097/AJP.0000000000000283

Newton-John, T. R. O. (2014). Negotiating the Maze: Risk Factors for Suicidal Behavior in Chronic

Pain Patients. Current Pain and Headache Reports, 18(9). http://doi.org/10.1007/s11916-

014-0447-y

Sansone, R. A., Watts, D. A., & Wiederman, M. W. (2014). Pain, Pain Catastrophizing, and History of

Intentional Overdoses and Attempted Suicide. Pain Practice, 14(2), E29–E32.

http://doi.org/10.1111/papr.12094

También podría gustarte