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La segunda guerra fue iniciada por Creso.

Consultó
el oráculo de DeIfos, por el cual tenía el mayor res-
CAPÍTULO VII peto (así dicen los griegos) y se le dijo que siatra-
vesaba el río Halis, la frontera entre él y Ciro, des-
LA GRECIA CLÁSICA: EL SIGLO QUINTO
truiría un poderoso imperio. Atravesó, en efecto, el
Halis y desh'uyó mi imperio poderoso. Pero, por
desgracia, este imperio era el suyo. El muy tonto se
había olvidado de preguntar cuál era el imperio que
iba a destruir 2. Esto llevó el poderío persa hasta el
Egeo, allá por el año 548 a. C.
Durante el siglo VI sucedieron en As~a algunos La narración que hace Heródoto de estos hechos
acontecimientos que gravitarían íntimamente sobre es uno de los pasajes más interesantes de su libro.
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los griegos. En el año 560, el reino de Lidia, en la Es singular que la primera historia de la Mesopota-
¡¡ parte occidental de Asia Menor, tuvo un monarca mia haya sido compuesta por un griego. Esta his-
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cuyo nombre aún nos resulta familiar, el fabuloso toria está repleta de excelentes leyendas. Tenemos
Creso. Logró someter a las ciudades griegas de Jo- el relato -demasiado extenso para contarIo aquí-
nia; pero Creso era un hombre civilizado y un tan- del nacimiento de Ciro. En resumen; se trata del ni-
to helenófilo, de modo que ser conquistado por él ¡la maravilloso que va a nacer y realizará hazañas
no era una calamidad irreparable. Se sentía feliz extraordinarias. Alguien intenta impedir el nacimien-
de gobernar las ciudades por medio de tyrannoi to o matar al niño. Falla el propósito y la profecía
griegos que le eran adictos.
se cumple inexorablemente. Una forma griega de es-
Por aquel entonces un persa llegó al trono del rei- ta fábula es el mito de Edipo y es interesante com-
no de Media, situado más al este. Fue Ciro el Gran- parar el relato de Ciro narrado por Heródoto con
de. Siendo rey en el norte de la Mesopotamia, se el Edipo Rey· de su amigo Sófoc1es, esencialmente el
apoderó de Babilonia, gobernada a .Ia~sazón por el mismo, si bien Sófoc1es 10 ha dotado de una signifi-
hijo de otra figura conocida, "Nabucodonosor, el rey cación mucho mayor.
de los judíos". Una vez conquistada Babilonia, Se nos presenta después el encuentro de Creso y
se dispuso a hacer lo mismo con Lidia. Estas dos
SolQn;~a este relato debemos concederle espacio,
potencias ya habían estado en guerra en tiempos de pues arroja cierta luz sobre el espíritu griego. Salón
los predecesores de Ciro y de Creso, guerra que en uno de sus viajes fue agasajado en, forma mag-
había terminado con un eclipse total del sol. Se di- nífica por Creso, quien le mostró además la inmen-
ce que los ejércitos fueron tan impresionados por el sa riqueza de sus tesoros. (Si el relato es histórica-
fenómeno que se negaron a seguir luchando. Este
fue el eclipse pronosticado por Tales de Mileto 1. 2 Puede conjeturarse que la 'política del oráculo era com-
plicar a Creso y a Ciró en una larga guerra, para ventaja
1 Véase pág. 244 Y sigo de Grecia.
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j
mente exacto, Solón por ese tiempo ya había muer- un hombre vive muchos días y caela día trae algo
to.) Entonces Creso dijo: --;-"Solón,conozco tu fa- distinto. Por consiguiente, no elebe llamarse "feliz"
ma de filósofo y sé que has viajado y visto mucho. a un hombre, mientras esté vivo. Nunca se sabe qué
Dime una cosa: ¿quién es el hombre más feliz 3 que puede suceder.
has conocido?" Preguntó esto, dice Heródoto, pen- Pero la historia no termina aquí. Andando el
sando que él era "el más feliz" de los hombres: Pe- tiempo, Creso, ante el asombro de todos, fue derro-
ro Solón contestó sin vacilar que ese mérito corres- tado por Ciro y tomado prisionero. Ciro lo ató y lo
pondía a Tela de Atenas, pues este hombre vivió puso sobre una pira para quemarlo vivo, se,l (dice
en una pólis bien gobernada, tuvo hijos valerosos y Heródoto) para cumplir una promesa, sea como un
buenos, contempló el nacimiento de nietos sanos, y al sacrificio por la victoria, o bien para ver si algún
fin, después de una vida tan feliz como lo permite dios salvaba a un hombre tan religioso como Creso.
la naturaleza humana, murió peleando gloriosamen- La pira ya estaba encendida y Creso, recordando
te por Atenas contra Eleusis; fue sepultado con todos las palabras de Salón, profirió un gemido y lo llamó
, ( los honores y es recorcJado con gratitud.
i~ tres veces por su nombre. Se le preguntó la razón
r
Creso preguntó entonces quién le seguía en fe- de esta conducta y Creso relató su entrevista con
licidad, esperando que serí~ mencionado en segundo aquél. Entonces Ciro S6 compadeció y es interesan-
término. "Cleobis y Bitón de Argos", dijo Salón. te ver por qué esta leyenda, ele indudable origen
Éstos eran dos jóvenes ricos que habían obtenido griego, muestra arr(:;pentido al soberano persa. Ello
triunfos en los Juegos y su muerte fue memorable. no fue por n,ingún escrúpulo de carácter moral; él
Su madre tenía que ser llevada al templo de Hera, no se daba cuenta de que estaba obrando en forma
a cinco millas de distancia, para un festival. Como abominablemente cruel. Ciro reflexionó que era
los bueyes no llegaron a tiempo del campo, ellos también un hombre y estaba a punto de quemar vi-
mismos tiraron del carro. Todos los que estaban en vo a otro semejante, a un hombre que había sido
el festival aclamaron la fuerza de los jóvenes y fe- tan aventajado como él. En suma, siguió la máxima
licitaron a su madre. Ésta, en un arrebato de fe- griega: "Conócete a ti mismo", la cual significa:
licidad, rogó a la diosa que concediese a sus hijos la . recuerda que eres- hombre, y estás sujeto a todas las
mayor bendición que un hombre puede tener, y la condiciones y limitaciones de la condición humana.
plegaria fue escuchada; piles luego del sacrificio )' Por consiguiente, dice Heródoto, temió una retribu-
la fiesta, los dos jóvenes se quedaron dormidos en ción, y reflexionando que nada humano es constan-
el propio templo y nunca se despertaron. te, ordenó extinguir el fuego. Pero ya no era posi-
Creso se molestó al ser considerado menos "fe- ble. Entonces Creso invocó a Apolo que 10 salvara,
liz" que cualquier ciudadano; pero Solón seiíaló que si sus ricas ofrendas le habían otorgado algún favor
con el dios. Inmediatamente algunas nubes se arra-
;¡ "Feliz" cs una palabra precaria, pero es la mejor que.
tenemos a mano. Si dispusiéramos de 1a expresión '\velI- cimaron en el diáfano azul, cayó un torrente de llu-
starred" (bienhadado) como contraria a "ilI-starrcd" (mal- via y el fuego se apagó. Luego de este episodio, am-
hadado) traduciría mucho mejor el texto griego. bos soberanos se hicieron amigos y Creso dio a Ciro
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algunos atinados consejos sobre el modo de tratar lo escuchara otra vez. Cleómenes accedió a escu-
a los lidias. Así es como pensaba Heródoto que de- charlo, pero sin ale\ar a la niña. Entonces Aristá-
bía escribirse la historia. goras le prometió diez talentos si obtenía la ayuda
En el año 499 ocurrió un acontecimiento que de-' espartana; luego fue aumentando la cantidad, hasta
terminó el curso del nuevo siglo: las ciudades jó- que finalmente le ofreció cincuenta. Entonces Gorga
nicas se rebelaron contra el rey persa Daría. Otra exclamó: "Padre, despide a este extranjero o te co-
vez aparece oportunamente Herócloto. C¡¡enta có- rromperá." Así fue como Cleómenes se retiró y
mo Aristágoras, tirano de Mileto, acudió a CJeóme- Jonia no recibió ayuda de Esparta.
nes, el rey de Esparta, en busca de ayuda. Aristá- Sin embargo, consiguió algunos barcos de Ate-
goras describió detalladamente las razas de Asia nas, y otros de Eretria, en Eubea. Estas fuerzas es-
sometidas a Persia, todas muy ricas, la mayoría pa- taban interesadas en el saqueo de Sardis, la anti-
cíficas y presa fácil para los espartanos. Para con- gua capital de Creso. Pero la rebelión fracasó y
firmar su argumento "llevó consigo, según dicen los Persia vio claramente que nunca mantendría en paz
espartanos, una plancha de bronce en que estaban a Jonia, si no hacía antes una manifestación de su
grabados la circunferencia de toda la tierra, todo poder en el mar Egeo. Y así en el 490 fue enviada
el mar y todos los ríos", es decir, el primer mapa de una expedición contra las dos ciudades insolentes.
que tengamos noticia .. En suma, comparó la pobre- Eretria fue saqueada y algunas tropas persas des-
za de la vida en Grecia con la abundancia de Asia. embarcaron en la costa oriental de Ática, en Mara-
I
Cleómenes le prometió una respuesta para el tercer tón. Los persas tra-ían consigo al amargado hijo de
J;¡
" día. Al tercer día Cleómenes le preguntó qué dis- Pisístrato, Hippias, expulsado de Atenas hacía vein-
tancia había desde la costa jónica hasta la ciudad del te años. Se proponía ser impuesto como tirano, bajo
Rey. Pero aquí Aristágoras, aunque había sido muy la protección persa.
astuto en todo lo demás, y lo había engañado con Pero los atenienses tuvieron que enfrentar solos
habilidad, dio un traspié, pues nunca debió decirle a los persas, con excepción de una pequeña tropa de
la verdad, si quería llevar los espartanos a Asia, y mil hombres, procedentes de Platea. Y los vencie-
le dijo lisa y llanamente que había un viaje de tres ron, con una pérdida de 192 soldados. Esquilo estuvo
meses. A lo cual Cleómenes, cortando la descripción en esta lucha, junto con su hermano. Éste fue
que el milesio hacía del viaje, lo interrumpió: muerto, pero Esquilo regresó, y podemos estar con-
-"Huésped de Mileto, abandona Esparta antes del tentos de que así sucediera, pues todavía no había
anochecer, pues dices cosas desagradables para los escrito los Persas, los Siete contra Tebas, el Prome-
espartanos, cuando tratas de llevados a tres meses teo y la trilogía de Orestes.
de viaje lejos del mar." Era evidente que Persia intentar~a otro ataque,
Pero el jónico jugó entonces otra carta. Volvió pero afortunadamente una rebelión en Egipto y la
a Esparta, dispuesto a la súplica, y encontró a Cleó- muerte de Daría mantuvieron a los persas ocupados
menes en compañía de su hijita, la cual se llamaba durante diez años. Esta década decidió el futuro de
Gorga. Pidió a Cleómenes que alejara a la niña y Atenas. Sucedió que en la zona minera de Sunio se
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descubrió un rico filón de plata. Estas pequeii.as ciu- de podían ver cómo los per:¡as incendiaban sus ca-
dades griegas tenían ideas muy simples y directas sas y destruían los templos de la Acrópolis.
sobre las finanzas públicas, lo mismo que sobre la y así llegamos a uno de los más importantes com-
moralidad pública y sobre muchas otras cosas. Así bates de la historia. Quizás Heródoto se haya con-
se propuso que el dinero debía distribuirse entre fundido un tanto en los detalles y haya aceptado
los ciudadanos, como un dividendo. Pero Temísto- como un hecho 10 que solo fue una recriminación de
des vio más lejos. Atenas había estado en guerra posguerra, pero es la descripción de un aconteci-
durante un tiempo con la cercana isla de Egina, un miento griego, hecha por un griego y además esen-
importante centro comercial, y se había visto traba- cialmente verdadera para Grecia. Los griegos del
da por falta de barcos. Entonces Temístodes per- norte se habían sometido y ahora luchaban del lado
suadió a los atenienses de que gastasen su inespera- de Persia. Nadie enfrentaba ya a los invasores excep-
da fortuna en una flota. Egina era el objetivo inme- to los del Peloponeso, unas pocas islas y Atenas. El
diato, pero él pensaba en el peligro persa y sin duda Ática estaba perdida también. Las fuerzas terrestres
también vislumbró que Atenas tenía un gran por- del Peloponeso se hallaban en el istmo, ocupadas
venir como potencia comercial y naval. en fortificarlo, y muchos de sus jefes navales eran
La flota fue construida a tiempo. El segundo ata- partidarios de sacar la flota aliada de Salamina,
que persa tuvo lugar en el 480, y éste no fue una pues temían ser bloqueados allí parIas persas. Te-
simple expedición punitiva, sino una invasión en místocles vio que el estrecho de Salamina daba a
gran escala, por tierra. Por este tiempo ya se había los griegos .una probabilidad de victoria, mientras
realizado una especie de unidad griega, aunque en que en el istmo serían seguramente derrotados, in-
el Peloponeso Argos se mantenía apartada, a causa cluso si la flota se mantenía unida, lo cual era in-
de los odiados espartanos. No contaremos aquí la verosímil. Temístocles persuadió urgentemente a
historia de la guerra de dos años; Heródoto 10 hace Euribíades, comandante en jefe espartano, de que
mucho mejor, aunque este historiador tan humano reanudara la lucha. (Así lo refiere Heródoto.) Euri-
no entendió realmente la estrategia de esta guerra. bíades accedió y Temístocles comenzó a hablar an-
Las defensas del norte cayeron una tras otra. Las tes que aquél plantease formalmente la cuestión a
Termópilas fue un episodio glorioso; mas una acción la Asamblea. "Temístocles -dijo el jefe corintio-
naval en las aguas vecinas al Cabo Artemisio alentó los que en los juegos empiezan demasiado pronto'
a los griegos, pues mostró que sus barcos más pesa- son derrotados." "Y los que empiezan demasiado
dos y más lentos -los dos tercios eran atenienses- tarde -fue réplica- no ganan ningún premio."
podían luchar con cierta esperanza cor.tra la flota Él expuso el caso, pero Adimantos, el corintio, le di-
enemiga (principalmente fenicia y jónica) en aguas jo que no tenía derecho a hablar, pues ya no repre-
reducidas donde los otros no podían maniobrar. Pe- sentaba a una capital. Entonces Temístocles -cuen-
ro negó el tiempo en que los atenienses tuvieron que ta Heródoto- habló con gran severidad tanto de
abandonar Ática y transportar a los no combatientes Adimantos como de Corinto, y dijo que los atenien-
y sus pertenencias a la isla de Salamina, desde don- ses incluso entonces tenían una pólis mayor y más
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territ6ri~ que Corinto, pues mientras tuviesen dos- una elevada opinión de sí mismos, que se tornaba
cientos barcos bien armados podían conquistar el más viva cuando se comparaban con los "bárbaros";
territorio de cualquiera. Luego se dirigió a Euribía- este parecer se veía ahora confirmado. Siempre pen-
des y le dijo a este desventurado que si no accedía saron que sus instituciones libres eran mejores que
a quedarse y combatir en Salamina, los atenienses el despotismo oriental; los hechos probaron que la
zarparían y volveríañ a fundar su pólis en Italia. verdad estaba de su parte. El amo asiático exigía
Ante esto, Euribíades tuyo que consentir. obediencia apelando para ello al uso del tormento y
Lo que ahora faltaba era inducir a Jerjes a luchar el látigo; los griegos tomaban sus decisiones median-
en mares angostos. Esto era muy sencillo ... para te el debate y la persuasión, y luego actuaban co-
Temístocles. Envió a un esclavo suyo en un bote al mo un solo hombre y vencían. No' es de extrañar que
bando persa y dijo allí que venía de parte de Te- la genera.ción siguiente colmase los frontispicios 'de
místocles, quien secretamente estaba con los per- sus templos con representaciones escuItóricas de las
sas, lo cual era bastante admisible. Los griegos se antiguas batallas míticas entre los gigantes hijos de
retirarían durante la noche, por la salida occiden~ la tierra y los dioses olímpicos. Los dioses griegos
tal del lado de la bahía de Salamina; así los persas habían triunfado otra vez; la libertad y la razón
podrían bloquear el estrecho por el oeste y sorpren- habían derrotado a la autocracia y al terror.
derían a los griegos en una trampa. Pero los persas Atenas tenía especiales razones para sentirse exal-
fueron por completo engañados. Un destacamento tada. Ante esta victoria los atenienses recordaron
fue enviado a bloquear la salida oeste, el rest;:>se haber oído de boca de sus padres cómo Salón ha-
amontonó en la zona angosta. "Y al ponerse el sol bía liberado el suelo de Atenas de la esclavitud im-
¿dónde estaban?" puesta por los ricos, y asentado así el fundamento
Fue una victoria aplastante y a Atenas le corres- de la democracia. Ellos mismos habían sido testi-
pondió la mayor parte de la gloria. El verano si- -gas de las reformas de Pisístrato quien facilitaba
guiente fue el turno de Esparta. En Platea, el semilla de cereales a los pobres y convirtió gradual-
ejército persa fue derrotado, no debido a la habili- mente a la tranquila Atenas en J.ma ciudad de la
dad de los estrategos de Esparta, que era precaria, cual los demás griegos tenían alguna noticia; an-
sino a la magnífica entereza de las tropas esparta~ o dando el tiempo asistieron a la terminación de la
nas (los tebanos pelearon con bravura en el bando tiranía y vieron surgir una nueva constitución li-
perdedor) y así terminó la gran invasión. Solo fal- beral forjada por Clístenes. Estallaron conflictos
taba liberar a Jonia y asegurarse de que jamás vol- amargos y el sentimiento de partido era aún muy vi-
vería un Rey persa a enfrentarse con los griegos li- vo, dramatizado en el relato que alguien contó a
bres. Pero ¡ay! cilim años después el Rey pudo im- H'eródoto acerca del gran Arístides, un jefe de par-
poner una paz a su arbitrio sobre los estados griegos tido sometido al ostracismo'\ que vino a Salaminá,
en guerra, sin ·librar ninguna batalla.
Entre tanto, los efectos de la victoria fueron pro- 4 El "oslracismo" era un recurso inventado por Clíste-
fundos en Grecia. Los griegos se habían formado nes, como freno contra las animosidades personales de la .
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Y L~TRAS
durante la noche, desde SI temporaria residenci •. en
t
dividualidad, que apenas empezaba a despuntar, era
Egina, poco antes de la bataJIa; IJamó a Temístocles un incentivo para mayores hazañas. Con motivo de
la guerra con Persia, Atenas acababa de encontrarse
en un aparte de aquel consejo de guerra y le dijo:
"Tú y yo hemos sido ,los más encarnizados enemigos; a sí misma. ¿Qué es 10 que no podría hacer? Existe
ahora nuestra rivalidad es sobre cuál de nosotros un paralelo entre la Atenas del 480 y la Inglaterra de
puede prestar a Atenas un servicio mayor. ~fc he 1588: hacia cualquier dirección que mirasen sus
deslizado por entre las líneas persas para prevenir- hombres veían posibilidades incitadoras; pero el
ateniense veía aún más que el inglés. Desde el pun-
te que estamos rodeados por la flota enemiga. \' e y
díselo a los demás." "¡Gracias!, respondió Temísto- to de vista político, existía la posibilidad de llegar
cles, pero irás tú y 10 dirás .. A ti te creerán." El atc- a cOI}vertirsu ciudad en la conductora de una alian-
niense de esta época había visto a la joven democra- o za marítima comparable a la Liga del Peloponeso
cia sortear conflictos decisivos como éstos: el triun- dirigida por Esparta; y los hO{Ilbres de Atenas po-
fo de su ejército en 11aratón, y luego había compro- dian sentirse orgullosos de que aquello que la pólis
bado cómo su capital se lanzaba al mar sin vacilar lograse no 10 harían poderosos magistrados que ac-
tuaban en su nombre, sino ellos mismos en su Asam-
y 10 arriesgaba todo para afirmar su poder en este
nuevo escenario. Ahora observaba las ciudades y al- blea soberana. Des<le el.punto de vista intelectual,
deas del Ática incendiadas, y la inmemorial Acró- todo un mundo de pensamiento y de saber se ini-
polis, sitial de Cécrope, Erecteo, Teseo, de la pro- ciaba, debido en gran parte a sus propios parientes,
pia Atenea, reducida a una ruina irreparable; pero los jónicos. En el comercio y la industria, Atenas su-
la pólis había triunfado y, sQbre todo, su soberbio peró a aquellas ciudades griegas que habían emp_e-
esfuerzo había salvado a la IIélade. Grecia no tenía zado mucho antes. La combinación del gusto y la
un solo conductor, sino dos: la tranquila ciudad de inteligencia ática con su posición central, sus puer-
su juventud se erguía, admirada de todos, junto a tos excelentes, y su ahora dominante poderío marí-
la heroica ciudad de Esparta. Un triunfo como éste, timo, eran extraordinarios por cierto; y además
obtenido no por la buena suerte, sino por el buen Atenas gozaba, como Londres, de ciertas ventajas
sentido, y por la fe en el esfuerzo disciplinado y cau- imponderables derivadas de su probidad y del sen-
teloso más que por la: gravitación de la propia in- tido común de sus métoQos. También de~de el p~n-
to de vista artístico se iniciaba un mundo nuevo. La
larga lucha con el bronce y el mármol había lleva-
vida pública en Atenas. Todos los afíos la Asamblea podía do la arquitectura y la escultura al umbral de su
decidir la aplicación del "ostracismo", sin mencionar nom-
bres. Aprobada la medida, cada ciudadano tenía derecho a • perfección clásica, y la tarea de los artistas atenien-
escribir en una "conchilla" (óstrakon) el nombre de cual- ses, que casi siempre trabajaban para la pólis, debía
quier ciudadano a quien quisiese ver honorablemente
o des- ser combinar la elegancia jónica con la fuerza doria.
terrado por diez allOS. Si se reunían 6.000 votos o más Los alfareros y pintores atenienses estaban por lo-
contra cualquier prevenido éste tenía que expatriarse sin grar sus mayores triunfos y el arte más ateniense de
sufrir otro castigo. Era el medio de alejar a los jefes de una
o tendencia peligrosa. todos, el drama trágico, crecía cada año más firme y
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más jncitante, y se advertían interesantísimas posi- preponderancia de Atenas: ésta tenía una flota 'de
bilidades en una hilarante farsa rústica que pronto 200 barcos y muchos miembros solo contribuían con
dio nacimiento a 1a brillante y elaborada comedia de uno. No pocas ciudadt,s pequeñas preferían pagar
Aristófanes y sus rivales. Tal fue el espíritu de la su aporte en dinero y quedarse tranquilas:
auroral era de Pericles -si recordamos también que Las operaciones contra Persia prosiguieron du-
ella se hallaba sumergida en el perenne Hornero, rante algunos alias. Luego surgió el problema in-
que enseñó este hábito mental-; esencialmente aris- soluble del derecho de secesión. La importante is-
tocrático, en cualquier clase social, el cllal anteponía la de Naxos se negó a continuar siendo miembro de
la cualidad a la cantidad, la noble lucha al simple la Liga. La amenaza persa había terminado, ¿por
logro y el honor a la opulencia. qué continuar aportando contribuciones a un orga-
Debo referirme a la historia política de un modo nismo que solo encubría la preponderancia atenien-
muy sumario. La Alianza griega había cumplido su sp? A esto replicÓ Atenas, con toda razón, que si des-
misión inmediata expulsando a los persas de Euro- aparecía la Liga no tardaría en resurgir la amenaza
pa, pero aún faltaba liberar a Joriia y derribar el persa. Consideró esta secesión como un levanta-
poderío marítimo persa. En este punto, Esparta no miento; lo sofocó e impuso a Naxos un tributo en di-
mostraba mucho interés debido a su condición de nero. Otros "rebeldes" recihieron igual trato. Luego
potencia terrestre, con una economía agrícola; se algunos estados egeos, que se habían mantenido
sentía satisfecha de que ningún estado griego o com- aparte, fueron obligados a ,plegarse a la Confedera-
binación de estados fuesen lo bastante fuertes para ción. Y parecía justificarse esta conducta, pues ¿por
amenazarla en el Peloponeso o para despertar el ([ué un estado egeo iba a disfrutar de la seguridad
eterno fantasma de una rebelión de los ilotas. Ade-
que otros garantizaban, sin contribuir a ella?
más, la liberación de Jonia y la defensa del Egeo era Se tomaron otras dos decisiones, ambas razona-
empresa marítima, por consiguiente propia de Ate- bles, aunque tendientes a transformar la Liga en
nas. y Atenas se hallaba dispuesta a esta tarea, la un Imperio. El cuartel general de la Liga fue tras-
cual (no lo había olvidado) le correspondía a ella, ladado de Delos a Atenas, es decir, desde una isla
por ser la cuna de la raza jónica. pequeIia, adonde la gente concurría principalmente
Así pues, Atenas organizó una confederación na- con fines religiosos, a la capital adonde la gente se
val, cuyos cuarteles generales estaban en 1a sagra- sentía muy feliz de ir con cualquier motivo. Este
da y central isla; de Delos. Todos sus integrantes ,. hecho sospechoso podría calificarse como "conve-
-prácticamente todas las ciudades marítimas del niencia administrativa" y también alegarse que él
Egeo- contribuyeron con un número fijo de barcos tesoro de la Liga estaba más seguro en Atenas, ra-
y de hombres, o, si lo preferían, su equivalente en zones muy atendibles, pues esta ciudad acababa de
dinero. Las contribuciones fueron fijadas por A.rís- perder dos flotas en una aventpra en Egipto; pero
tides de Atenas, "Arístides el Justo"; y su justicia de todo este cambio surgía la certidumbre de que
se demuestra en que ninguna contribución suya la llamada Liga era en realidad un Imperio. Además,
fue discutida. El hecho principal resultó la enorme . las disputas comerciales entre los miembros se ven-
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tilaban ante los tribunales atenienses. Esto significa- en lugar de barcos y tripulantes, buena parte que-
ba realmente una gran simplificaciÓn en el proce- daba, legítimamente, en manos de los atenienses co-
. dimiento. En ausencia de un sistema de derecho in- mo retribución de servicios.
ternacional, los procesos legales entre los miembros Otros hechos, quizás más discutibles,· gravitaron
de ciudades diferentes solo se sustanciaban si los para ahondar este creciente malestar entre los alia-
dos litigantes tenían un tratado que contemplase tal dos y ellos hallaron expresión concreta en el plan de
situación; en caso contrario, la represalia directa reedificación de Pericles.
-una especie de piratería oficial- resultaba el úni- Los fondos de la Liga aumentaban y los templos
co medio de asegurarse de que las quejas serían es- destruiQ.os por los persas no habían sido levantados ..
cuchadas. Los tribunales atenienses eran bastante Una parte de la política de Peric1es -continuación
honestos y desinteresados. Se ponía gran cuidado pa- de la de Pisístrato- era hacer de Atenas el centro
ra garantizar que un ateniense no tuviese ventaja artístico, además del intelectual y político, de toda
alguna en cualquier litigio con un miembro de una Grecia. Atenas tenía, asimismo, un problema de des-
ciudad aliada. No obstante., todo esto creaba des- ocupación. El Partenón, el magnífico pórtico de la
confianza.
Acrópolis, las galerías de pinturas que la flanquea-
La general eficiencia y honestidad con que Atenas ban, estos y otros edificios eran el resultado de tales
dirigió la Liga se ponen de manifiesto en el hecho necesidades y deseos. Hubo protestas, incluso inter-
de que las ciudades continuaron incorporándose a nas, pero Pericles replicó que los aliados pagaban a
ell~ por su propia voluntad, y en que cuando sobre- Atenas para su protección, y no pagaban una suma
vino la guerra con Esparta los miembros pennane- exorbitante; que estaban protegidos, dada la efi-
cieron sorprendentemente leales a Atena~, aun cuan- ciencia de la flota ateniense, y que había una amplia
do se los llamase súbditos de una ciudad imperial. reserva de dinexo. Atenas estaba pues autorizada
Mas no se podía evitar que la mentalidad atenien- para gastar el excedente en esos edificios y orna-
se creciese en dimensión imperial, sobre todo cuan- mentos que honrar.ían a ena y a toda Grecia. Pudo
do el ciudadano observaba que los miembros de la también haber argumentado -y tal vez lo hizo-
Liga debían acudir a Atenas siempre que iniciaban que solo Atenas había expuesto su ciudad a la des-
un pleito; cuando pensaba que el tesoro de la Con- trucción para proseguir la lucha por la libertad grie-
federación se hallaba depositado en su Acrópolis o ga y posiblemente dijo entonces lo que repitió más
que la política de aquel organismo debía ser, por tarde en el Discurso fúnebre: "Abrimos de par en
lógica consecuencia, grata a la gran ciudad, y que p~ ~ todos las puertas de nuestra pólis".
su fuerza militar estaba constituida, casi en su to- Pero ¿por qué Atenas no negó a ser la capital de
talidad, por barcos y hombres del Ática. Este pano- un estado egeo unificado? Roma otorgó su~ciudada-
rama resultaba halagador para el orgullo local y nía sucesivamente a las otras ciudades latinas, a to-
también provechoso, pues los jurados que actuaban da-Italia, a todo el Imperio. Si Roma pudo-hacerla,
en los juicios recibían paga y así, de la contribución =
¿por qué no también Atenas? -
en' dinero que los aliados entregaban cada vez más
164
"-
Hablar de incapacidad política o de falta de visión
165
· frente 4 lo porvcnir no basta para explicar esta apa- vida le parecía inferior a la de un verdadero hombre.
rente ceguera. Existe una razón profunda que la Para la mentalidad moderna esta teoría es extraña.
justifica y que a menudo tratamos de eludir: cada Sin duda a muchos ruSoS que conocen algo sobre
aCto del hombre produce sus consecuencias a veces nosotros les resulta inexplicable que prefiramos las
irreparables; y hay muchas cosas, deseables en si nociones de libertad personal a los triunfos reales
mi~mas, por las cuales debemos pagar un precio Ue- o futuros de su sistema. Pero frente a los griegos se
má~iado alto. Si así no fuera, la existencia humana presentaba la siguiente disyuntiva: o aceptaban
no sería trágica. Nosotros tenemos alguna expe- una vida de condición muy inferior que exigía prác-
riencia de esto. Ciertos políticos sueñan con una ticamente diluir la pólis y enajenarla o bien corrían
economía nacional muy bien planeada y de gran el riesgo de perecer. Si reflexionamos -segÚn el
eficiencia, programa por cierto excelente. Pero el espíritu de Ciro ante la hoguera de Creso- que
resultado es el trabajo dirigido y el inglés, con su también nosotros formamos una sociedad política
extrajio apego a la libertad individual, no acepta que se aferra deseperadamente a cierta concepción
pagar ese precio. de la vida, nuestro juicio sobre los griegos tal vez
En el capítulo anterior se intentó mostrar que los se torne un poco menos complaciente. La política
griegos tenían un amor similar a la pólis indepen- de Pericles -es decir, la que prevaleció en la Asam-
diente. Para el modo de pensar griego, la pólis seña- blea ateniense- trataba de obtener la mayor ventaja
laba la diferencia entre él y el bárbaro; la pólis lo posible de ambos mundos a fin de disfrutar al máxi-
capacitaba para vivir la vida plena, inteligente y mo, a la vez, de la pólis y del Imperio. Tal vez po-
responsable que ansiaba alcanzar. Atenas no podía damos juzgarlo cQn mejor espíritu cuando nosotros
extender su ciudadanía a los aliados sin cercenar mismos hayamos logrado reconciliar el amor a la
las actividades políticas y las responsabilidades de libertad con la supervivencia.
cada ciudadano ateniense. El gobierno en este ca~o Durante el medio siglo que corrió entre la guerra
debía haber sido delegado en representantes y en- de Persia y la del Peloponeso, la política de Atenas
tonces el ateniense hubiera comprobado que la pólís fue dirigida primero por el aristocrático Cimón (hijo
ya no le pertenecía. La vida hubiera perdido su de Milcíades, el véncedor de Maratón) y luego por
sabor. Los romanos -severamente presionados, di- Pericles. La política de Cimón consistió en rechazar
cho sea de paso- pudieron incluir en su cívitas a los a los persas y mantenerse en buenos términos con
latinos porque ésta era solamente una máquina de Esparta. Lo primero era más fácil que lo segundo.
gobierno: mientras los protegiera, no les importaba El rápido resurgimiento de Atenas, más aun, la trans-
mucho quién la manejaba. El ateniense no pensaba formación de la Liga en un Imperio, apenas disimu-
así, ni tampoco los aliados de Atenas, pues es tan lado, suscitaron temor y resentimiento: hasta tal
seguro como pueden serlo estas cosas, que si Atenas punto que la política de Cimón ya no podía conti-
les hubiese ofrecido la ciudadanía común, ellos no nuar. Pericles, cuyo predominio en la Asamblea fue
la habrían aceptado, puesto que si un griego no casi indiscutido desde el 461 hasta su muerte en
estaba a un día de camino de su centro político, su 429, aceptó la hostilidad espartana como algo inevi-
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166
table; IIegó a un acuerdo con Persia y se propuso sa por realizar sus planes y ponerlos por obra. Vosotros
hacer de Atenas una ciudad excepcional en Grecia. estáis CGntentos con lo que tenéis' y os resistís hasta a lo
La energía desplegada por los atenienses durante necesario. Ellos son osados, intrépidos, ardientes; vosotros
sois cautelosos y no confiáis en vuestro poder ni en Vuestro
estos años es casi increíble; ellos aspiraban, y duran- juicio, Ellos aman las aventuras lejanas, vosotros las odiáis;
te un tiempo lo tuvieron, a un imperio que abarcara elJos peregrinando ganan,' y adquieren con su ausencia; y
o controlara no sólo todo el Egeo, sino también el a vosotros, si salís fuera de vuestra tierra, os parece que lo
golfo de Corinto y Beocia: y hubo quienes soñaron, (lue dejáis en ella queda perdido. Cuando han vencido pa-
y siguieron soñando, con conquistar la distante Si- san adelante y prosiguen la victoria, y cuando son vencidos
no desmayan ni pierden el ánimo. Entregan sus cuerpos a
cilia. Nuestras referencias sobre los debates, los Atenas como si fueran propiedad pública, y utilizan sus
teatros, los tribunales de justicia y las procesiones, mentes en pro de Atenas del modo más individual posible.
no deben hacemos perder de vista el hecho primor- ElJos forjan un plan: si fracasa, creen que han perdido algo;
dial de que d ateniense del siglo vera ante todo si tiene éxito, este éxito no es nada en comparación con lo
que van a hacer después. Les es imposible disfrutar de la
un hombre de acción. En 456, los atenienses debie-
paz y estarse tranquilos o perinitírselo a otros cualesquiera.5
ron hacer frente a un cúmulo de responsabilidades
domésticas, pero esto no los disuadió de enviar Ahora oigamos al propio Pericles, dos aí10s des-
doscientos barcos para ayudar a Egipto en una pués, en su Discurso fúnebre. Primero alaba la libe-
rebelión contra Persia, y cuando éstos fueron des.
ralidad de Atenas: la leyes imparcial; las distin-
truidos, enviaron otra fuerza similar que corrió la ciones públicas se otorgan al mérito, no al partido
misma suerte. ~Un monumento bélico de la época o a la clase. En lo social, reina la tolerancia, y en los
registra los nombres de los de la tribu Erecteida asuntos públicos hay autodominio y ausencia de
"que murieron en guerra en Chipre, Egipto, Fenicia, violencia. Atenas es además rica en las cosas espiri-
Halies (en el Peloponeso), Egina y Megara". De los tuales, intelectuales y materiales propias de la civi-
atenienses no puede decirse que explotaron un im- Hzación.
perio obtenido con el esfuerzo y el sacrificio de los Hasta aquí Pericles compara a Atenas con Grecia
otros. La guerra que toda Grecia juzgaba inevita- en general; a cont~nuación se dirige en particular
ble estalló en el aí10 431. Diremos algo sobre eIJa en a Esparta:
el capítulo siguiente: éste se éerrará con un breve
examen de las instituciones democráticas vigentes Nosotros permitimos a cualquiera la entrada en nuestra
cuando Atenas la dirigió, precedido de dos esbozos ciudad y no echamos a los extranjeros porque puedau ver
demasiado, pues en la guerra confiamos más en nuestro va-
del carácter ateniense, tomados de la historia de lor y osadía que en las estratag€mas y aprestos. Nuestros
esa guerra escrita por Tncídides. El primero lo rea- enemigos se preparan para la guerra desde la mocedad con
lizó una delegación corintia que vino a Esparta para pesados adiestramientos. Nosotros vivimos holgadamente,
incitarla a declarar la guerra: ' pero no tenemos menos entereza para enfrentar el peligro.
Los lispartanos nunca se han atrevido a atacamos sin contar
Vosotros tenéis idea (dicen los eorintios) de qué clase de con la ayuda de sus aliados. Y así, con un valor que procede
gente son estos' atenienses, tan totalmente distintos a vos-
otros. Se pasan siempre pensando cosas nuevas y tienen pri- 5 Paráfrasis de Tucídides, 1, 70.
168
169
de la disposición natural más que de las leyes, nosotros te- mostración exacta, pero cuando hemos contemplado
nemos dos ventajas, pues evitamos el esfuerzo preliminar y
somos tan buenos como ellos cuando llega la ocasión. Ama- cualquier aspecto de la actividad de la Atenas de
mos las artes, sin ostentaciones superfluas, y las cosas del Pericles, podemos volver a este discurso, a su noble
pensamiento, sin volvemos por dIo blandos. elogio de la pólis, y sentimos la convicción de que
los atenienses de este período deben haber sido así
Después de esta oposición directa con respecto en lo primordial. Evoquemos, para probar este aser-
a Esparta, Pericles habla nuevamente en general. to, la asombrosa belleza del Partenón -de tamaño
En Atenas, la riqueza brinda una oportunidad para tan modesto, solo 67 n1etrosde largo- que produce
la acción, no un motivo para la vanidad, y así es una impresión tan abrumadora. En las fotografías
desventurado el ocioso, no el pobre. Un hombre tie. es un templo griego entre otros, pero en la realidad,
ne tiempo para sus asuntos privados y para los el edificio que con mayor fuerza estremece el ánimo.
asuntos de la ciudad, y los hombres de negocios Tornemos la mirada a las tragedias de Sófocles, com-
están capacitados para juzgar en materia política G. puestas para el pueblo ateniense y premiadas por la
Al hombre que no -participa en los negocios públicos, ciudad. Yo mismo -permítaseme una referencia per-
algunos lo llaman indiferente; nosotros los atenien- sonal- he dado prolijas clases sobre ellas durante
ses lo llamamos inútil. No consideramos el discurso treinta años, y las he encontrado ahora más lozanas,
como un impedimento para la acción, sino como un más excitantes, más llenas de ideas que nunca. Nada
preliminar necesario. Otros pueblos son temerarios en ellas es superficial, ni hecho por ostentación
por ignorancia, tímidos por cálculo; nosotros éaIcu- I (a pesar de la soberbia técnica utilizada), ni secun-
lamas y seguimos siendo audaces. Somos támbién dario. Contemplemos, quizás más elocuentes que
generosos, no por conveniencia, sino por convenci- otros monumentos, las simples piedras sepu1crales,
miento. En realidad, nuestra pólis es un sistema de talladas por escultores anónimos, tan conmovedoras
educación para toda Grecia. en la expresión de su sentimiento y en su serena
Este discurso de Pericles ofrece sin duda un cua- dignidad. Veamos, por fin, los objetos comunes,
dro idealizado de Atenas, pero en lo que respecta de uso doméstico, los cuales poseen las mism:is
a su sentido general es una descripción sustancial- cualidades. En ninguna parte como en la Atenas
mente verdadera, y de todos modos los ideales de de Pericles, uno está tan seguro de que no encontra-
un pueblo constituyen una parte importante de rá cosas vulgares, grotescas, caducas o superficiales.
lo que ese pueblo es. La verdad esencial que trans- Lo más característico es la comedia: tiene tremen-
mite esta pieza oratoria no es susceptible de una de- das obscenidades que hoy no podrían imprimirse,
pero nada que provoque la risa grosera. La razón
6 Esto encierra, evidentemente, una crítica a otras ciu- reside en que aquel pueblo de tan fina condición
dades mercantiles e industriales, tales como Corinto, lo cual vivía en un ambiente que lo acostumbraba a los
implica que estas ciudades no eran gobernadas por hombres
de negocios. El Conservative Central Office puede sentirse
grandes esfuerzos espirituales, mentales y físicos.
feliz de poseer la referencia exacra de este pasaje: Tucídi- Volvamos a la pólis. En todas partes ella dio ple-
des, I1, 40. nitud y significación a la vida, pero muy principal-
170 171
mente en Atenas, donde la democracia política fue mas; en el siguiente las veremos actuar a impulsos
llevada a sus extremos lógicos. Hay quienes niegan de una guerra desesperada
que Atenas fuesc, una democracia, ya que las muje- La Asamblea era soberana, y se hacía todo lo po-
res, los residentcs extranjeros y los esclavos no tenían sible para mantener esta preeminencia en la reali-
voz en la conducción de los asuntos públicos. Si dad tanto como en la teoría. No existía en Atenas
definimos la democracia como la participación en el riesgo de que este organismo asumiera el poder
el gobierno de toda la población adulta de un país, absoluto, otra ventaja de su pequeña escala. La
entonces 1\tenas no era una democracia. Ni tampoco Asamblea estaba constituida por todos los atenien-
lo es ningÚn estado moderno, pues debido a su ses adultos varones, aceptados como legítimos por
extensión todo estado moderno debe delegar el .' su demo y que no hubiesen ~ido privados de sus de-
gobierno en administradores representativos y pro- rechos por algún grave delito. No quedaba ningún
fesionales, lo cual es una forma de oligarquía. vestigio de la discriminación por propiedades, salvo
~i la definimos como la participación en el go- en el ejército. Esto es significativo. Hasta tal pun-
bierno de todos los ciudadanos, entonces Atenas era to era la pólis una comunidad de ciudadanos, tan
una democracia -y debemos recordaigue el requi- reducido el "estado" como entidad abstracta, que
sito griego normal para la ciudadanía era que por aquéllos tenían que proveerse de su propio equipo.
lo menos el padre, si no ambos progenitores, tenían En consecuencia, el que era bastante rico para pro-
que haber sido ciudadanos- pues el "estado" griego curarse un caballo servía en la caballería, en su pro-
era (en teoría y en sentimiento) un grupo de pa- pio caballo, aunque mientras duraba su servicio la
rientes y no simplemente una población que ocupa- pólis pagaba por su mantenimiento. Los más o me-
ba cierta superficie. nos acomodados formaban en la infantería pesada
Pero para nuestro propósito la definición exacta (hoplitas ), aportando su propia armadura; y el po-
de democracia carece de importancia 7: solo nos bre, que no podía contribuir con nada, fuera de él
interesa ver cómo las instituciones políticas de mismo, servía como auxiliar o remaba en la escua-
Atenas gravitaban sobre la vida y el pensamiento dra. Los residentes extranjeros servían junto a los
de los atenienses. En este capítulo las presentare- ciudadanos, pero los esclavos_nunca fueron admiti-
dos en el ejército o en la marina, salvo una vez en
7 Como el significado de la palabra "democracia" tiene momentos de gran peligro en que se les invitó a alis-
cierto interés local, puede agregarse aquí una nota sobre
el uso griego. En el habla corriente, demokratía (literal- tarse con la promesa (luego cumplida) de la Jiber-
mente: dominio del pueblo) significaba la democracia polí- tad y el pleno ejercicio de los derechos civiles (no
tica arriba mencionada, pero los teorizadores políticos, es- poIí ticos ) .
pecialmente Platón y Aristóteles, la utilizaban en el sentido Esta Asamblea, una reunión en masa de todos los
de "gobierno de los pobres", y en consecuencia la condena- varones nativos residentes en Ática, era el único
ban por ser una forma inversa de la oligarquía o tiranía,
gobiernos inspirados por intereses egoístas. Politéia era el cuerpo legislativo, y tenía, de varias maneras, el
nombre que se daba al gobIerno constituido por el consenso control completo de la administración y de la judi-
general, sin referencia a ninguna clase. catura. Primero, la administración. El antiguo Areó-
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173
pago, compuesto de ex arcontcs, ya no hacía nada que, como Grecia era un país esencialmente dra-
saIYo intervenir en casos de homicidio. Los arcontes, mático, Sócrates ocupó estc puesto un día hacia el
otrora tan poderosos, eran ahora elegidos por vota- fin de la guerra, cuando la Asamblea estaba enloque-
ción anual de la Asamblea. Cuakluier ciudadano, en cida -a veces pasaba esto, pero no a menudo- y
un momento dado, podía encontrarse entre los nue- exigía ilegalmente (lue se acusara a la Junta de Ge-
ve arcontes; esto significaba, naturalmente, q uc el nerales por no haber rescatado a los sobrevivientes
arcontado, aUI1(lue tenía responsabi1idad adminis- de la exitosa batalla naval de Arginusa. Sócrates de-
trativa, no poseía poder rea1. El poder residía en la safió a la multitud y se negó a someter a votación
Asamblea. Ésta se reunía una vez por mes, a no ser una propuesta tan irregular). Para una fiscalización
que fuese convocada especialmente para tr<;iJaralgo más estricta sobre la administración todos los ma-
importante. Todo ciudadano podía hablar, si lograba gistrados salientes debían someter a la Asamblea
quc la Asamblea lo escuchase, y tenía derecho, ade- un informe de sus actos oficiales y su responsabilidad
más, a presentar proyectos, con ciertas estrictas sal- solo cesaba cuando pasaban esta "prueba". Si no
vaguardas constitucionales. Pero un cuerpo tan am- cumplían este requisito, no podían salir de Atenas
plio necesitaba una comisión para preparar su ta- ni vender ninguna propiedad.
rea, y para tratar los asuntos urgentes. Esta comisión Un cargo importante, como el de comandante de
constituía el Consejo (Boldé) de los quinientos, cu- las fuerzas de mar o de tierra, no podía quedar li-
yos miembros no se designaban directamente, sino brado al capricho de la vOtación. Los diez strategói
por un procedimiento secreto de votación, y en la ("generales" o "almirantes") se elegían anualmen-
cantidad de cincuenta por cada tribu. Como este te. La reelección estaba permitida y hasta se acepta-
Consejo' era elegido al azar y estaba compuesto to- ba como procedimiento normal, pero sucedía no po~
dos los aÚos por gentes diferentes no podía desarro- cas .veces que un ateniense era general en una
11m'seun sentimiento de cuerpo. Éste era el propó- campaña y soldado raso en la siguiente. -Este hecho
sito: nada debía hacer sombra a la Asamblea. La ilustra el caso extremo de la concepción fundamen-
mayoría de las juntas administrativas (departamen- tal de la democracia: "gobernar y ser gobernado";
tos de gobierno) estaban integradas por miembros resultaba como si el miembro de la comisión de un
de la Boulé. Pero como quinientos hombres no po- sindicato, cumplido su término, volviese en forma
dían estar en sesión permanente y eran muchos para automática a su trabajo. Estos estrategos, por ser los
constituir una comisión ejecutiva eficaz, había otro únicos magistrados exclusivamente elegidos en vir-
consejo interno, el pritáneo, compuesto, a su vez, de tud de su competencia técnica, y puesto que des-
los cincuenta hombres procedentes de cada una de empeñaban funciones de gran significación, ejercían,
las diez tribus, el cual permanecía en sesión una dé- según es lógico suponer, notoria influencia sobre la
cima parte del año. Uno de éstos era elegido por vida pública. Merced a su designación para uno de
votación para presidir cada día. Si había una reu- estos empleos y a su ascendencia personal en la
nión de la Asamblea, él presidía; durante veinticua- Asamblea, PericIes gobernó a los atenienses d11l'antc
tro horas era la Cabeza titular de1 Estado. (Sucedió largo tiempo.
174
lí5
La Asamblea fiscalizaba no solo la legislación y categoría; en realidad, el experto era por 10 general
la administración, sino también la justicia; pues así un esclavo público. Todo ciudadano llegaba a ser
como no había gobernantes profesionales, tampoco a su turno, soldado (o marino), legislador; juez, ad-
había jueces o defensores profesionales. Era man- ministrador, si no como arconte, seguramente como
tenido el principio de que el hombre vejado apela- miembro de la Boulé. Este extraordinario empleo
ba directamente a sus conciudadanos en procura de que se hacía de los aficionados puede sorprender al
justicia, en los tribunales locales para los asuntos sin lector como ridículo; fue severamente criticado por
mayor importancia, en los tribunales atenienses, ci- Sócrates y Platón, no tanto porque fuese ineficaz,
viles o criminales, para los de mayor envergadura. sino porque entregaba la principal función del "arte
El jurado era en realidad una sección de la Asam- de la política", es decir, el hacer mejore!. a los hom-
blea; su número variaba entre 101 y 1001, según bres, a ignorantes. Pero no nos apartemos.
la importancia del caso. No había juez; solo un Debajo de esta aversión general al profesional
presidente puramente de fórmula, algo parecido a había una teoría más o menos consciente de la pólis:
nuestro presidente del jurado. No había defensores: a saber, que este deber de tomar parte, en la época
las partes dirigían sus propias causas, si bien el de- más indicada de la existencia, en todos los asun-
mandante o el acusado podían recurrir a un "escri- tos públicos era lo que el individuo se debía a sí
tor de discursos" para que les hiciera el suyo, pero mismo y a la pólis. Esto formaba parte de la vida
luego ellos mismos debían aprenderlo y pronunciar- plena que solo la pólis podía brindar. El salvaje, el
10. Este jurado popular era juez legal y de hecho, y que vivía solo para sí, no podía tenerla, y tampoco el
no había apelación. Si la ofensa era tal que la ley no "bárbaro" civilizado que vivía en un vasto imperio
establecía una penalidad precisa, como un jurado gobernado por un rey y sus servidores personales.
tan amplio no podía formular la sentencia, el acusa- Para el ateniense el auto gobierno mediante la dis-
dor proponía una pena, el acusado ofrecía una al- cusión, la auto disciplina, la responsabilidad perso-
ternativa, y el jurado debía elegir entre las dos. Es- nal, la participación directa en la vida de la pólis
to explica el procedimiento de la Apología de Platón: en todos sus aspectos eran cosas que constituían una
Cuando Sócrates ha sido condenado, la acusación exigencia vital.
exige la pena de muerte, pero Sócrates sugiere al y todo eso era incompatible con un gobierno re-
principio, como alternativa, la posibilidad de aco- presentativo que administrase una superficie dila-
gerse a la munificiencia de la Ciudad y luego pro- tada. He aquí la razón por la cual Atenas no podía
pone, formalmente, no el destierro, el cual hubiese crecer como lo hizo Roma, mediante la incorporación
sido aceptado con gusto por el jurado, sino una de otras póleis. Para el ateniense, la responsabilidad
multa casi irrisoria. de adoptar sus propias decisiones, de llevarlas a
Este examen, por breve que sea, pone de mani- cabo y aceptar sus consecuencias constituía una ne-
cesidad en la vida del hombre libre. Por esta causa
fiesto un punto esencial, que los asuntos públicos en
Atenas estaban manejados, hasta donde era posible, el arte popular de Atenas fue la tragedia de Esquilo
por aficionados. Al profesional se le daba la menor o de Sófocles y la comedia de Aristófanes, en tanto
176 177

_n ••••• _ ••••••• =
(lue el nuestro es el cinc. El ateniense estaba Labi-
secuente? Creo (lue a esta pregunta debemos res-
tuacIo a ocuparse de cosas trascendentales; un arte
ponder en forma negativa, si elegimos para compa-
que no se refiriese a temas de importancia le ha-
rarlo no un modelo ideal, sino el gobierno que se
bría parecido pueril.
estila normalmente entre los hombres. El régimen
Esta explicación sobre la constitución ateniense,
demostró ser estable; se recobró con facilidad de
por fuerza harto breve, sugerirá al lector dos refle-
dos revoluciones oligárquicas, provocadas por el
xiones por lo menos: (lue todo esto parece muy pro-
desgaste de una guerra desventurada. Obtuvo y
pio de aficionados y que el ateniense debía dedicar
mucho tiempo a la cosa pÚblica, si cs que el sistema rigió un imperio, recaudó impuestos, administró su
había de dar resultado. economía, sus finanzas y su circulante con admira-
ble firmeza; y al parecer conservó un sistema de
Empecemos por el primer punto. Era un gobierno
ejercido por aficionados en el sentido estricto de la justicia pública no alcanzádo por algunos gobiernos
de nuestro tiempo. Perdió una guerra importante,
palabra, es decir, por personas a quienes gustaba el
gobierno y la administración. Presentar el problema no por falta de ~nimo o de vigor, sino debido a
graves errores de criterio y a esto se halla expuesto
así puede resultar engañoso, pues las palabras "go-
bierno" y "administración" se escriben entre nosotrQs cualquier gobierno. Juzgado, pues, por todas estas
con mayúsculas: son cosas en sí, actividades a la5- pautas corrientes de idoneidad, debe declararse que
(lue algunas personas descarriadas consagran sus tal experimento de democracia lógica no ha fra-
casado.
vidas. Para los griegos, formaban solo dos :lspectos
El ateniense habría aceptado todas estas pruebas
de esa cosa polifacética: la vida de la pólis. Ocupar-
se de los asuntos de la pólis no era solo un deber del de eficacia como legítimas, pero habría agregado
hombre para con ella, sino un deber del hombre otra más: ¿aseguraba una vida razonablemente bue-
na al ciudadano común? Es decir, además de hacer
para consigo mismo, poseía también un interés ab-
lo que hoy también pretendemos de nuestro gobier-
sorbente. Representaba una parte de la propia vida.
Ésta es la razón porque el ateniense jamás empleó no, ¿estimulaba su intelecto y satisfacía su espíritu?
el administrador o el juez profesional, SI le fue po- No puede vacilarse en contestar a esta pregunta.
sible evitarlo. La pólis era una especie de superfa- Algunos filósofos como Sócrates y Platón emplean
un criterio más exigente: ¿educaba esta forma de
milia, y la vida de famiJia implica participar direc-
tamente en sus asuntos y en sus consejos. Esta acti- gobierno a los hombres para la virtud? Platón dice
tud hacia la ]J(ílis explica, además, por qué el griego en el Gorgi<1s, que Temístocles, Cimón y Peric1es
"llenaron la ciudad con fortificaciones y otras cosas
nunca "inventó" el gobierno representativo. ¿Por
qué iba a "inventar" algo (1ue la mayor parte de los inútiles por el estilo", pero fracasaron lastimosamen-
te en el primer deber de un estadista: hacer a los
helenos pugnaban por abolir: el ser gobernado por
algÚn otro? ciudadanos más virtuosos. Son muy pocos, sin em-
¿Pero era estc sistema propio de aficionados tam- bargo, los gobiernos que han aspirado a esta clase
bién en otro s('ntido~ ¿Hcsultaba ineficaz o incon- de objetivos.
Si consideramos esa eficiencia en forma más am-
17S
179
Esto nos ¡¡eva a la segunda consideración. ¿Dc
pHa, deben tenerse en C\lenta dos puntos: Uno es
la pequeñez del estado. La Asamblea, esa reunión dónde sacaba tiempo el ateniense común para todo
esto? Elateniense no era un superhombre y el día
del distrito ateniense, lo mismo que un vigoroso con-
tenía entonces veinticuatro horas lo mismo que hoy.
cejo municipal actual, consideraba asuntos que mu-
Ésta es una cuestión importante. Los griegos, como
chos miembros conocían en forma directa y per-
sonaL Además, la complejidad de los problemas era todos los pueblos civilizados de la antigiiedad y
mucho menor que hoy, y no me refiero a la com- muchos otros después, eran dueños de esclavos. De
plejidad intelectual o moral, la cual es siempre la esto han inferido algunos que no han leído a Aris-
misma, sino a la complejidad de organización. Si se tófanes, aunque hayan leído La cabaña del tío T01l1,
declaraba la guerra, no se trataba de "movilizar to- que la cultura de Ática era la obra de una clase
dos los recursos nacionales", por medio de comisio- ociosa, sostenida por esclavos. Esta creencia puede
nes incontables y un enorme gasto de papel; se es- sernos consoladora, pues nosotros ten.emos mucho
peraba simplemente que cada hombre fuera a su más poder económico y mucho menos civilización,
casa a buscar su escudo, su lanza y su ración, y se pero es esencialmente falsa. Hay una similit~ld muy
presentara a recibir órdenes. La Asamblea cometió escasa entre la esclavitud en los siglos v Y IV Y los
sus. peores errores cuando tomó decisiones sobre latiful1dia rom~nos, dilatadas fincas trabajadas por
puntos que escapaban a su conocimiento personal. esclavos, creadas por la despoblación del campo.
Así en medio de la guerra adoptó la desastrosa rc- En primer término, la esclavitud agrícola en
s<;>lución de invadir a Sicilia, aU11CluC(como lo sc- Grecia casi no existió. La tradición sostiene que
iíala Tucídides) muy pocos sabían dónde estaba al ciudadano poseedor de tierra el trabajo servil
Sicilia y la extensión de la isla. le brindaba pocas ventajas en explotaciones de pe-
Entonces, es menester recordar clue todos los clueña escala, pues el esclavo comía casi tanto como
miembros de esta Asamblea, salvo los mÚs jÓvcnes, lo que producía. El granjero acomodado, lo mismo
poseían una experiencia de primeta mano en el que el ciudadano rico, tenía así pocos esclavos, en
desempeño de los distintos cargos tribales y locales su mayor parte dedicados a tareas personales y ho-
y en los tribunales de justicia, y que quinientos gareñas. El atcniense que salía de compras poseía
hombres nuevos prestaban anualmente servicio en
un esclavo -si sus medios se lo permitían--=-.Pªra
la Boulé, proyectando las leyes que eran sometidas
acarrear las mercancías, y en la casa había dos,
a la Asamblea, rccibiendo embafadas extranjeras,
hombre y mujer, que actuaban como doméstico y ni-
manejando las finanzas, y las restantes funciones. Si
ñera. Estos esclavos hacían la vida más -amena y
estimamos el nÚmero. de ciudadanos en 30.000, se
hasta cierto punto fomentaban la civilización, así
comprobará que para cada uno existía la posibilidad
de Ilegal' a cumplir su término anual en la BOl/le:. como nuestras sirvientas permiten que las señoras de
la clase media jueguen al bridge por las tardes y
La Asamblea estaba, pues, compuesta en su mayor .
que los profesores escriban libros; p_er~ode ningúI!
parte por hombres c1ue tenían una expcrjencia lJer- modo constituían las bases de la vida económica de
sonal de lo cluC trataban.
180
181

~"'-----
Ática. Una moderna autoridad en la materia ~ estima
a aquello de :'ojos cIue no ven, corazón que no sien-
que poco antes de la guerra del Peloponeso había te"; en parte, a que las minas no hubiesen podido
en Ática unos 125.000 esclavos, de los cuales apro- ser explotadas sin apelar a ese medio. ~.'luchas civili-
ximadamente 65.000 -más de la mitad- se dedica-
zaciones tienen sus horrores privados: nosotros ma-
ban a tareas domésticas. El profesor Gomme estima tamos 4.000 ciudadanos por año en los caminos,
que por ese período había 45.000 atenieI!.ses varones porque nuestro modo de vivir no podría continuar
mayores de 18, y por consiguiente una población de otra manera. Comprender no es necesariamente
total de algo más de 100.000. Esto daría un prome- perdonar, pero no es malo intentar comprender.
dio de medio esclavo por persona; pero es imposible En lo que respecta a la mano de obra servil ocu-
calcular la distribución por familias, pues mientras pada en la industria, compuesta por unos 50.000
muchas casas carecieron, sin duda, de estos servi- individuos, parece una cifra enorme frente a la po-
dores, otras poseyeron varios. El· profesor Gomme blación total. Si nosotros en Gran Bretaña tuviéramos
calcula, además, que de los otros esclavos, unos una cantidad equivalente de esclavos industriales
50.000 estaban asignados a la industria y otros -digamos diez millones- viviríamos todos con las
10.000 a las minas. El trato de estos últimos era mayores comodidades, si no fuera por las leyes de
muy duro, la única mancha grave en la condición la economía, que ya se encargarían seguramente de
humana de los atenienses. Los esclavos gozaban en que estuviésemos peor que ~unca. Pero al calcular
general de una considerable libertad y. tenían mu- el efecto económico y social de estos 50. 000 escla~
~ha más protección legal que, por ejemplo, los ne- vos, debemos recordar que sin la ayuda de maquina-
gros en los Estados Unidos; esta conducta liberal rias su trabajo no producía un gran excedente para
debería ser bien conocida porque los espartanos se que otros vivieran de él; rendía, sí, mas en pequeña
burlaban de que en las calles de AtenasJos esclavos escala. Existía un límite efectivo para el empleo de
no se distinguían de los ciudadanos. Pero en las esclavos industriales; en épocas de inactividad el
minas se les obligaba a trabajar hasta_quy morían. esclavo ocioso era pura pérdida. Había que alimen-
Las condiciones allí imperan tes fueron peores que tarlo y su valor como capital disminuía. Por consi-
las de nuestras propias fábricas en los períodos más guiente, vemos que la "fábrica" común empleaba a
horrendos, aunque un apologista de Atenas podría la vez esclavos y ciudadanos; estos últimos podían
legítimamente señalar que los atenienses no. consi- ser despedidos. La fábrica era invariablemente un
deraban a estas víctimas como ciudadanos, con al- negocio muy pequeño; si ocupaba más de veinte es-
mas inmortales, y que solo los esclavos más tóscos clavos constituía ya una gran empresa. Gracias a
eran enviados a esos lugares. Pero de todos modos descubrimientos recientes, de ciertas inscripciones,
nos es ahora más· fácil conocer diversos detalles
se trataba de un horrible cuadro. En parte, se debía
sobre el aspecto comercial de algunos de los edifi-
cios de la Acrópolis. Atenas, ya lo sabemos, era un
8 A. W. GOMME, "History oE Greece", vol. 1, en· History
of European Civilization (Eyre). Quizás sea ésta la mejor estado poseedor de esclavos; por tanto, esperamos
historia breve que existe de la civilización de Grecia. confiadamente que el Partenón, el Erecteo y todas
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las demás obras hayan sido construidas por un con- alimento serían rechazados con desprecio por un
tratista que empleaba equipos serviles. Mas si re- artesano inglés; y ciertamente aquéllos no podrían
flexipnamos un instante, resulta, sin duda, muy haber soportado con esos elementos domésticos el
clima británico.
ingenuo suponer que una arquitectura y una escul-
tura que expresan soberbias cualidades de gravedad, Es innegablemente cierto que las maquinarias
inteligencia y sentimientos humanos hayan sido crea- producen para nosotros miles de cosas que los grie-
das ppr poseedores de esclavos; tan lejos se hallan gos no tenían, pero este argumento nada decide
estas realizaciones de tolerar una comparación con aquí. No nos refe:rimos ahora 'a la comodidad, sino
las Pirámides. Y descubrimos, en efecto, que el plan al tiempo disponible -apreciado por el griego más
a que se ajustaron siguió directivas que a primera que todo, excepto la gloria- y no podemos afirmar
vista parecen increíbles. Estos edificios fueron eri- que las maquinarias hayan acrecentado nuestro
gidos por medio de miles de contratos separados: ocio. La vida se ha vuelto mucho más complicada y
un ciudadano con su esclavo se comprometía a traer gran parte del tiempo que n!Js ahorra la producción
diez carraclas de mármol desde el Pentélico; o un de las máquinas nos lo quitan los trabajos extras
ciudadano empleador de dos atenienses y dueño de originados por la era mecánica.
tres esclavos es contratado para la estría de una En tercer lugar, cuando el lector haya calculado
columna. Existía la esclavitud, y ella contribuía con la cantidad de horas de trabajo insumidas para pa-
su ayuda, como una máquina auxiliar; pero sugerir garcosas que el griego ni conocía -sofás, cuellos y
que era el principal sostén de la economía ateniense corbatas, ropas de cama, agua corriente" tabaco, té
es una grave exageración, y decir que daba el tono y administración pública- refleXione luego en el
de la sociedaq y apartaba al ciudadano común del tiempo que perdemos en ocupaciones ajenas a aquél:
trabajo duro es sencillamente ridículo. Permitió, leer libros' y periódicos, trasladamos diariamente
sin duda, mantener bajo el valor de los salarios, al trabajo, dar vueltas por la' casa, y cortar el césped,
porque si hubiese resultado provechoso, a la larga, operación esta que constituye en nuestro clima uno
comprar esclavos, a nadie le hubiese convenido em- de lQs más acérrimos enemigos de la vida social e
plear mano de obra, libre. Pero poseer esclavos era, intelectual. Además, el horario del día no estaba
por cierto, asunto espinoso. regido por el reloj, sino por el sol, pues no había
Así, pues, en nuestra investigación sobre el ori- luz artificial. La actividad empezaba al alba. En el
gen de los ratos de ocio, que los atenienses parecen Protágoras de Platón, un joven impaciente desea ver
haber tenido con tanta abundancia, debe darse a la a Sócrates con urgencia" y lo llama tan temprano
esclavitud la trascendencia debida, pero no más. En que éste está en la cama todavía (o más bien "so-
su mayor parte, ésta solo acrecentaba el ocio de los bre" la cama, envuelto en su manto) y así el visi-
que ya gozaban de una situación cómoda. Creo que tante tiene que acercarse a tientas para descubrir!a
debemos dar más importancia al nivel de vida tan porque todavía no ha aclarado: Platón piensa que
simple con el que se conformaban incluso los ate- esta llamada era demasiado temprana, pero no tenía
nienses ricos. Su casa, sus muebles, sus vestidos, su nada de impertinente. Tal vez nosotros envidiemos
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al ateniense común que podía disponer de un par jan estados independientes que sean bastante pe-
de horas por la tarde para asistir a los baños o al queños como para que puedan cruzarse a pie en dos
gimnasio (centro atlético y cultural espacioso que días. El modo tan confiado en que los atenienses
el público proveía para su propio esparcimiento). llevaban a su lógica consecuencia su afán de parti-
Nosotros no podemos disponer de ese tiempo en la cipar directa y personalmente en todo aspecto del
mitad del día. Pero nds~levantamos a las siete, y gobierno da la impresión de un deliberado desafío
entre afeitamos, desayunamos, y ponemos nuestras a la debilidad de la naturaleza humana. ¿Es posible
complicadas corazas, no estamos listos hasta las 8.30. que todo un pueblo tenga la profunda sabiduría y
El griego se levantaba no bien empezaba a clarear, el autodominio suficientes para administrar con pru-
sacudía la manta con que había dormido, se envol- dencia sus propios asuntos? ¿Puede un pueblo con-
vía en ella con la mayor elegancia como si fuera un trolar un imperio y sus propias finanzas, sin corrom-
traje, usaba barba y no tomaba desayuno, y estaba perse? ¿Puede dirigir una guerra? ¿Cuáles son las
listo en cinco minutos para enfrentar al mundo. La tentaciones y peligros que acometen a una demo-
tarde no era realmente la mitad de su jornada, sino cracia? Atenas brinda poco menos que un laborato-
casi el final.
rio experimental en lo que atañe al gobierno popular.
Además, muchas formas de servicio público eran Si no fuera porque todo sucedió hace tanto tiempo y
remuneradas, incluyendo eventualmente la asisten- tan lejos, y en un lenguaje cuyo sentido a menudo
cia a la Asamblea. Atenas ya conocía lo que hemos es inaccesible, casi valdría la pena que le prestára-
descubierto en este siglo, que si queremos que el mos hoy. alguna atención ..
ciudadano común se dedique a la función pública
debemos indemnizarIo por la pérdida de tiempo, si
bien todavía no hemos establecido un fondo público
para que el pobre pueda pagar su <localidad en un
teatro estatal que no poseemos. Los miembros de la
BOlllé, los arcontes y otros funcionarios, y los jura-
dos que actuaban en los tribunales recibían paga,
aunque modesta, de los fondos públicos, los cuales
estaban constituidos, en cierta medida, por las ga-
nancias del imperio. Parece estar bien establecido
que en el siglo IV los ciudadanos atenienses desem-
peñaban en el comercio y la industria un papel mu-
cho menor que los residentes extranjeros y ello no
se debía a que vivieran preferentemente de la es-
clavitud, sino a que percibían salario del estado.
Este experimento en un gobierno democrático
jamás podrá repetirse, a no ser que una vez más sur-
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de la pólis griega. Duró en forma casi ininterrumpida
desde el 431 al 404, unos veintisiete años. Salvo en
CAPÍTULO VIII brevés treguas, la lucha se desarrolló en casi todo el
mundo griego, en el Egeo, en Calcidia, en Beocia,
en las costas del Peloponeso, en el noroeste de
LOS GRIEGOS EN LA GUERRA
Grecia, en Sicilia, donde fueron destruidas dos pode-
rosas fuerzas expedicionarias de los atenienses, sin
quedar casi ningún sobreviviente. El Ática, excepto
la ciudad y el Pireo, defendidos por una línea de
fortificaciones, quedó a merced de los ejércitos es-
El mundo griego se hallaba a la sazón dividido. partanos y fue arrasada sistemáticamente. En el se-
Por un lado estaba. el Imperio ateniense, que los gundo año de guerra, cuando los campesinos del
hombres llamaban una "tiranía"; por el otro, Esparta, Ática habían buscado refugio dentro de las murallas
la Liga del Peloponeso, y un cierto número de. esta- y vivían donde podían, comenzó una peste e hizo
dos (especialmente en Beocia) simpatizantes de estragos durante meses. Tucídides (que la tuvo y se
Esparta. El primer grupo ejercía el dominio en el curó) hace, con su aparente calma, un relato de
mar, el segundo en tierra; el primero era en su ma- ella que aún nos estremece. Señala especialmente
yoría jónico, el segundo dorio sin que esta división el abatimiento moral que esto produjo, pues en tal
importara demasiado en sí misma. Atenas favorecía, agonía la obediencia a la ley, la religión, la hones-
e incluso insistía, en que sus aliados tuviesen una tidad y la decencia desaparecieron. Pereció una
constitución democrática; el otro grupo ayudaba a cuarta parte de los habitantes de la pólis (incluyen-
las oligarquías, o bien a las democracias restringi- do a Pericles). Sin embargo, Atenas se recuperó, re-
das. Es una situación· conocida. El sentimiento ge- corrió los mares, importó su trigo con regularidad,
neral juzgaba insoportable la conducta de Atenas lanzó ejércitos y escuadras, yen dos o tres ocasiones
por coartar la autonomía de sus aliados nominales. pudo haber celebrado la paz en términos favorables;
Esto permitía que Esparta se erigiera en campeona hasta que, veinticinco años después de la peste,
de la libertad griega. Además existía una rivalidad perdió su flota con gran humillación y tuvo que en-
comercial entre Atenas y Corinto y el temor por tregarse a la merced de Esparta.
parte de esta última de que su tráfico con los esta- No obstante, en todo este tiempo continuó la vida
dos occidentales se viera amenazado. En tal ocasión, de la pólis. Nada importante se decidió sin la inter-
fueron los corintios quienes persuadieron a los es- vención del pueblo en la Asamblea. Esta Asamblea
partanos a que aceptas en el desafío de los atenien- de todos los ciudadanos elegía a los generales, abría
seso Ya citamos antes la descripción que sobre el un segundo, un tercero o un cuarto frente, discutía
pueblo ateniense dio en su momento un vocero co- . los términos de la paz, consideraba los partes de
rintio en Esparta. guerra. Solo una vez durante el conflicto flaqueó su
Esta guerra fue un hito decisivo en la historia ánimo, después de la catástrofe de Sicilia, cuando
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