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La dispersión
(1981-1994)
la palabra perdida
después...
después vendrá la esperanza.
también vivimos
de recuerdos,
de evocaciones,
también vivimos
en la playa desolada,
desguarnecidos,
llamando inútilmente
en la tempestad,
también vivimos
Uno
El rescate
Cavó en su jardín
de malvones y rosas,
por días y días,
y la tierra negra
cubrió todo perfume, todo color.
está en un pozo,
resguardado.
¿oculto de quién?
ordenando espacios,
nuevas formalidades
y un gesto liberal leve y cínico
inaugurando desparpajos huecos,
meticulosamente estudiados
para el efecto preciso y contundente
en el Mercado
corriente abajo
oculto,
ensimismado,
abroquelado en la familia
sin confiar demasiado en las familias,
nutre también,
meticulosamente,
su propio silencio
para no devaluar mas las palabras,
desarmando,
meticulosamente,
máscaras, espejos, laberintos
y dolorosas ilusiones
corriente abajo,
oculto,
ensimismado,
buscando rostros verdaderos
que escuchen su silencio,
repite para sí, meticulosamente:
hay que empezar a hablar todo de nuevo…
hay que empezar a hablar todo de nuevo.
Los puentes
tendidos
entre la soledad y la alegría,
entre el mañana neblinoso
y el presente cautivo,
no esperan otra cosa
que seguir uniendo
orillas lejanas.
Perdido
ni asombro
ni fervor,
solo monotonía,
ausencia de sentido,
soledad en un cuerpo
extraño y mudo,
atraviesa impasible
todos los lugares,
todas las emociones.
Verano
ese instante,
cuando las sienes ardían
y los ojos se encandilaban
desnudos,
como mirando el inmenso mar
por primera vez,
el mar inmenso
del cuerpo amado.
Otoño
Invierno
Primavera
La ficción y la historia
en el ahora,
cuando los amaneceres
parecen
definitivamente grises
y solo el ocaso es rojo
y uno se recluye,
casi solo,
a recordar o reconstruir viejas historias,
con héroes o antiaéreos,
y malvados reconocibles y traidores
(como antaño,
cuando lo predecible de éste mundo
apuntalaba nuestra fe
y se alimentaba de ella ferozmente);
en el ahora,
en noches como ahora,
casi solo,
retomo el juego amargo
de cerrar los ojos
y dibujar
cariñosamente,
el rostro
de los muertos,
casi en vano, de mi generación;
Mediodía
(a Ricardo Herrera)
hacen de la distancia
anhelo y aventura,
hacen de la amistad
un pueblo sin fronteras.
(*) inédito
La intemperie
y otros poemas
(1995/1999)
Oh vida, da a los vivos, si es tiempo aún,
un poco de tu buen sentido sutil sin la vanidad que abusa,
Y por encima de todo, quizá dales
La certidumbre de que no eres tan accidental
Ni privada de remordimientos como se dice.
La flecha no es horrorosa, el garfio sí.
René Char
la intemperie desbordante
ruta,
perdida hacia el extraño destino de lo sin valor,
lo abandonado entero,
“es infinita esta riqueza ...”,
leucocitos, plaquetas, bosta, humus,
huesos de perro y sus ladridos
bajo las tres ruedas mínimas,
gritos de teros , batir de ramas de eucaliptos ,
aire cargado de eucaliptos sobre el primus,
el cielo clausurado
en la edad de la mecánica
la historia desafiaba la gravedad,
como antes enfrentó la física del Cielo,
“eppur si muove” resquebraja los palacios;
un pequeño legado,
una pesada carga invisible y seductora,
una canción desconocida que nos resulta extrañamente familiar,
apenas la entonamos
el horizonte marcha y nosotros con él.
la sequía
después de los grandes incendios
la sequía
solo el rencor conserva humedades, cactus
solitario en los altiplanos de la desmemoria;
temporales de arena,
las pantallas parecen invadir toda humedad vital
y secarla,
nada lubrica, nada humecta en uno,
arrastrados hacia el ojo del huracán
por una infinita corriente de electrones
todo cuerpo es una mera alternancia binaria
un dato mas en la corriente,
arena en un arenal,
la vida
lo que hemos llamado vida tanto tiempo,
huye como la nubecita única en el cielo perfecto,
afuera en el descampado, cactus
otros, extraños, oscuros, miran las señales,
las sonrisas de dientes perfectos de la modernidad,
sudan
moquean
lloran soledades ancestrales,
hijos de hijos de hijos de la pobreza y de los sueños evaporados
cactus espinosos
juntan humedades,
sin saber
sin poder
sin entender
y la humedad se eleva invisible como un rezo,
no llueve aun,
no llueve,
pero lloverá.
el miedo
palpitaciones,
temblores,
acompañan el cruce de los días,
un nadar silencioso en las aguas del Leteo,
y ladran perros rabiosos en la orilla del alma,
perros rabiosos en el alma,
desconocidos de si mismos,
sin una gota de fe
ni una gota de sed,
sin un gramo de esperanza secándose al sol,
sin sol o sin algo que parezca el sol,
sin labor del minuto ni prodigio del año,
lo inadmisible,
lo indescifrable,
acecha los sentidos y los nubla,
resaca de pesadillas, niebla
envenenada en las llanuras del país,
¿qué nos ha quemado,
qué dejó tanto humo gris, tanto mareo,
tanta clausura de vida?,
silencio
silencio en la noche y con un buen calmante
el músculo duerme , etc., etc.
los perdedores
(a Pancho)
gozosa herida,
insistencia absurda de golpearse y golpearse
con la misma miseria los oídos,
noble madera carcomida, herrumbre de los años,
persistencia,
canción cortada por el hacha de un carnicero
viva en sus pedazos,
crece en tiempo de descuento,
cuando la edad comienza a ser una amenaza,
crece
una música tatuada en las entrañas,
para que la clasifiquen los imbéciles
y le teman los traidores,
y los asesinos sepan que nunca descansarán
y aunque sea
les sirva de condena,
la alegría
(a Pucho Contreras)
desde las alturas de la infancia,
desde la música de los Cuatro Elementos,
grito, arrebol, viento en el rostro,
sobresalto y sorpresa,
la vida que se esfuerza en ser más ancha que la pena,
ya no se puede,
sin embargo,
ya no se puede olvidar lo que nos ha colmado;
aunque duerman en el abismo de la ausencia
“timbres de la primera poesía de la vida”,
estatuas de sal,
naves espléndidas, hundidas por el canto de las sirenas,
y el mapa exacto del paraíso,
el umbral
(a Beto Bozza)
la esperanza
no el lugar de la quietud,
no,
no la melancolía por la luz que se va,
no es lo que se cae, se acaba o se termina,
no lo que recordamos con dolor o alegría,
no,
solo lo que parece moverse allá,
en la sombra, en la incertidumbre, en la sospecha,
adelante de nuestros días y nuestras narices,
lo que no sabemos si nace dentro o fuera
de nosotros,
si no existiera el mar cambiante,
si no existiera el viento y sus rumores,
si no existiera el movimiento libre
de las aguas y el aire,
lo inventaríamos,
lo inventaríamos,
como inventamos amores y amistades,
y festejos y vestido y música y comida,
como inventamos la preciosa compañía
de nuestros semejantes,
como inventamos las artes y el dinero,
como inventamos el trueque y el trabajo,
el dar las gracias y el desamor,
un soplo,
una palabra absurda,
un ademán sin sentido ninguno,
para despertar al tiempo,
lo inventaríamos,
como inventamos un sentido
y llenamos con él
la espera más amarga,
y mientras esperamos,
andamos con el rumor del viento,
la frescura del mar
y la amenaza de las tempestades,
reales o inventadas por otros semejantes,
que han andado el camino que nosotros seguimos,
entonces no hay engaño,
entonces no hay quietud definitiva,
un soplo,
una palabra como conjuro absurdo,
un ademán sin sentido aparente,
pueden mover un mundo y al mismo tiempo,
ser constancia de que la vida sigue
el trabajo
el tiempo no alcanza
nunca
a lavar nuestros remordimientos,
lavar el maquillaje que nos oculta el rostro
deseado y temido,
el progreso
(a G. L.)
el camarada insustituible
(a Carlos Abalos y Gerardo Fabris)
no sé, no sé,
lo olvidé todo,
olvidé todo
salvo esta leve resaca,
cosquilleando en la espalda
juego a escaparme de él
y aún lo consigo.
un cuerpo baila
( a Hebe)
en el silencio oscuro un cuerpo baila
baila y despliega luz como un recuerdo
viejo como el cuerpo que baila
baila y no hay frenesí y no hay urgencias
crece su luz
en soledad y desplegando goce
en el silencio de un desconocido disfrute,
alumbra y se ilumina el cuerpo viejo
en danza con la vida,
la intemperie desnuda
no soy yo
quien te echó a rodar
canto, bolita
de entre los dedos de un niño
a recorrer un mundo
en el arco de una vida cabe de biafra a bosnia
referencia del horror, siempre mas lejos,
mas cerca el viejo de la bolsa
trocando en Hombre de la Bolsa y
asustando aún,
falsos conjuros de la ignorancia del arrabal,
pero es que había un país en tu partida,
bolita,
y la plumita del caburé
y yo era aquel que ayer nomás vestía
el guardapolvo blanco y la canción sagrada,
banderita,
banderita esplendorosa bajo un cielo refulgente,
creía que en tus pliegues
dormía Evita, se escondía el Che,
y el viejo sanaba sus dolores, curaba su cansancio eterno,
creía que en tus pliegues
jugaban y reían
los huérfanos del mundo,
"nunca el pan y la comida han de faltar"
me dijo un tigre antes de
jubilarse y saber
lo que es el hambre,
banderita argentina,
ese cielo se nubló y un viento helado
se ensañó con tu trama delicada,
te usaron para esconder,
te usaron para tapar,
con vos violaron, robaron, torturaron,
ya no cubrís, no calentás,
entre tus hilachas pasa solo el viento helado,
cuerpitos que tiritan,
criollitos de mi pueblo,
pebetas de mi barrio,
te quieren remendar y
ni un hilo de voz les queda,
y las golondrinas de su solo verano
vienen como parteras y
se los llevan como enterradoras,
y es un soplo la vida y
vos rodás
bolita japonesa
entre las tumbas incesantes
brillando por el barro
tierra pampa, humus planetario hediondo
de polistas y
golfistas y
surfistas y
caballitos criollos
argentino handicap
occidental y crestiano
campo pampa roturado,
fragmentado,
parcelado,
por cargil, nidera, kellog y mckein
espejismo de un mar
siempre es ajeno
ajenjo,
añejo,
anexo,
al pedo
al pan hay que pagarlo
rodás bolita,
rodás
por los fueguitos que encienden
con rastrojos,
los niños
en los caminos oscuros
bajo los puentes,
en las estaciones,
en los baños podridos,
en las plazas heladas,
en las playas vacías,
¿en qué cruzada están los niños
perdidos?
anteayer los arrojábamos jalonados de flores al
fondo del volcán a calmar a los dioses,
ayer los arrojábamos a las calderas hambrientas
de las locomotoras del progreso humano,
ahora no hay dios ni porvenir,
y los arrojamos a la oscuridad,
vagan por los caminos comiendo vidrio,
heridos por la espada del padre ausente
y vejados por los cuchillos más sucios,
vagan con brasas en las manos pero riendo,
bolita, acerito,
los niños sucios, piojosos, cagados,
con piedras en las manos,
vagan acechando,
sin rumbo
con hambre en los bolsillos,
con hambre en los tobillos,
¿y que gusto tiene la sal?
ninguno:
ni la bolsa ni la vida
bolita, bolón,
rodás por las ciudades
el brillo engaña, la vidriera embruja,
la espuma del consumo se derrama
y esconde la ventana de los inviernos,
temperatura y humedad controladas
en la incubadora del ciudadano ubicuo,
y cuando la unidad esta saciada se ofrece colección
"comprándolo todo ortega y gases"
hay que tener otra, hay que tener mas,
no importa para que 100 muñecas 100
serie fin del milenio exclusiva
aproveche
compre ya
ya
ya
todos los modelitos para
los nenes de la casa
no saben de cuchillos
no han sido heridos por ninguna verdad
no ven
sucios,
piojosos,
cagados,
fuera del brillo y el perfume
no ven
no escuchan
rodá bolita
rodá
y contame un poco:
¿quién derrumbó el paisaje de tu partida?
¿quién sembró el viento helado en la llanura?
¿quién desnudó la intemperie?
y sobre todo
¿quién arrojará la primer piedra?
la vuelta
afuera,
fuera de todo,
distancia, vacío,
¿todas las ausencias cuanto pesan?
¿toda la soledad cuanto aire roba?
girando alrededor
y a la vista
nada,
hacia arriba y abajo
y a la vista
nadie,
allí,
así,
un punto,
un punto de final: .
el blanco de una bala
invisible
envuelve la mirada,
en sí
vuelve la mirada,
vuelve la mirada el bienaventurado,
a su propia mirada y a mirar
a sus propios oídos y a escuchar,
a su propio cuerpo y a palpar la piel,
y
hay un espacio que permanece,
hay un latido
y
hay respiración:
aire entorno a un cuerpo desnudo,
desnudo en un espacio desnudo,
sin relaciones, sin referencias,
apenas
uno
un punto de comienzo,
vuelto en sí,
vuelto a sí,
recuperado,
recobrado,
Carlos Aprea