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Soy un tipo normal

Soy un tipo normal, quiero decir: no me pasa nada extraordinario, digno de


resaltar, no tengo nada raro. Bueno, puedo parecer un poco cabezón, pero eso es relativo
¿no? De última, raro no es. Tengo mucho pelo, eso sí, pero pelado no me pienso quedar.
No tengo ninguno de esas características chistosas que a los demás les divierte tanto,
cuando en realidad son manías, fobias o traumas que tienen algunos… no agarran la sal
del salero cuando se lo pasan con la mano, se cruzan los dedos cuando ven un coche
fúnebre, no usan calzoncillos negros por que dicen que produce impotencia o caminan
siempre en línea recta esquivando a la gente en ángulo recto, como si estuvieran
marchando, no se. Tampoco tengo cábalas ni sueño con números, es más: no juego ni a
la lotería ni al voy a esa boludez del Bingo. Bueno, fui, si, una vez. Pero solo para ver
cómo era. Aburridísimo, lleno de humo, mujeres que hablan todo el tiempo, un tipo que
canta números insistentemente y un montón de boludos que cuando tienen que marcar
un acierto se quedan sin lapicera.
Tampoco voy a la cancha, ¿para qué?. Soy de un equipo que… prefiero no
nombrar, pero no por cábala ¿eh?.Lo que pasa es que si sabes que hay un, ponele, 70%
de posibilidades que juegue para la mierda, que te empujen y te caigas de la tribuna
porque lo quieren matar al técnico, a un delantero, a un defensor o a toda la Comisión
Directiva, que te vendan un choripán repodrido que lo tienen desde el último
campeonato de ascenso, que discutas con cualquier energúmeno por elegir el más perro
de los 11 y encima el equipo pierda y a vos te afanen la billetera en el tumulto de la
salida…¿para qué ir?.
Al cine voy. Poco. Me gustan los policiales franceses y el cine asiático. Mucho
color, una fotografía espectacular. Lo que pasa es que me embola el ruido en la sala. El
que come pochocho como un desesperado, como si estuviera mirando “Duro de Matar
7” o no comiera hace una semana. El que empieza a toser a los 10 minutos. Las minas
que siguen charlando y riéndose como si la película no hubiera empezado 20 minutos
atrás. Los que, cuando va por la mitad, roncan como una moto con escape libre. O la
pendeja de adelante que cada dos minutos le pregunta al marido o al novio: ¿y ahora
que va a hacer fulanito?,¿la va a matar? ¿Y ahora para dónde van?. ¿Qué supone?
¿Qué el tipo ya la vió y ahora la acompaña para explicarle toda la película? ¿Qué
quiere? ¿que encima cuente el final?. ¿Y al resto de la sala qué carajo nos interesa?. En
todo caso que el tipo se pare en la boletería y la cuente antes, o te diga ¡no entres, no
entres que es una cagada!.
Tampoco salgo mucho a comer afuera. Me gusta comer bien, alguno puede
pensar que esto es gordura, dejadez, yo se que es salud, plata bien gastada. Pero en casa.
Nadie quiere esperar una hora para entrar al restauran que uno eligió y al que justo ese
día, se le ocurre ir a todo el mundo, ¡y a la misma hora!. Encima entrás muerto de
hambre, te atienden a los pedos y vos no sabes si te escucharon bien hasta que llega el
vino que no pediste y caliente, el agua con gas cuando vos le aclaraste que era sin gas. Y
la comida tarda otra hora más, porque es fresca te dice el boludo, o boluda, que te
atiende como si estuviera en un delívery o en un pelotero, con una media sonrisa que no
sabes si es de canchero o de boludo, o boluda, o de estar 16 horas dando vueltas del
mostrador a la última mesa, porque es el único mozo, o moza, visible. Finalmente te trae
un platito, todo decorado con salsitas de colores, alguna ramita de algo que no sabés que
corno es y una porción que parece una muestra gratis para rellenar una muela. Y al final,
cuando convenciste a tu mujer que ese platito no lo podés compartir y ella ya se comió
parsimoniosamente el suyo y vos estas pensando qué habrá en casa para cenar, viene el
mozo con la bandejita plateada y te deja una boleta escandalosa que vos pensás ¡se
equivocó de mesa! Y cuando mirás alrededor…, quedaste solo en ese antro de mierda y,
sí, es tuya Juan, es tuya!. Incluye “servicio de mesa” y la botellita con gas ¡te la cobró
como si viniera de París! y el boludo, o boluda, se te queda esperando con cara de
merezco una buena propina, ¿no?.
Por eso digo que soy un tipo normal, tranquilo. Aclaro que esto no quiere decir
aburrido. A lo sumo lo puede decir mi mujer que le gusta meterme fichas, antes me
seducía con eso, era como un desafío cada día, ahora me rompe las pelotas. Dicen que
sos aburrido, y me lo dice así, como quien dice: tenes una manchita en el pantalón. Y
encima me lo dice después de una reunión de “sus” amigas o “sus” compañeras de
laburo. Se la pasan hablando boludeces, ¿viste que Anita se hizo otro lifting?, ¿sabían
que con Tito nos vamos a la Polinesia?, Yo no se porqué no cambias ese auto,¡con lo
barato que estan ahora!, ¿viste que mal quedó Roberto después de la separación? sí
porque Laura le sacó hasta el último peso, si era impotente…, yo la vi mal a Raquelita,
esperemos que no sea cancer…Y yo ahí, dando vueltas por la cocina, porque ¡en la
compu está la nena, no la molestes que tiene que hacer un trabajo importantísimo!, si
¡chateando con las amigas!. Encima si en una reunión de amigos me pongo a hablar, no
se, de algo que manejo… el problema de la soja, la crisis financiera en Estados Unidos
o los problemas que trae el uso del celular (yo no tengo celular, ni quiero tener) mi
mujer es capaz de cortarme en seco, delante de todos y mandarse un ¡che Carlos!,
¿podrías dejar hablar a los demás, no?. Nos estamos durmiendo todos con tu
monólogo!.
Es que cuesta ser normal, tranquilo, equilibrado. Cada vez cuesta más. Yo me
doy cuenta que implica un gran trabajo intelectual. Y no me refiero a eso de “contar
hasta diez”, que también lo hago, claro. Digo que uno tiene que convencerse de lo que
vale. Autoestima, si. Yo por ejemplo, se que soy un genio. El problema es que los
verdaderos genios estamos incomprendidos. Es así, históricamente siempre fue así, no
quiero dar nombres, ustedes ya saben. Y sino fíjense, se muere un tipo y enseguida sale
una corte de turros diciendo ¡qué gran pérdida!, ¡con todo lo que tenía para dar!. No se
dan cuenta que las mejores ideas, las genialidades, no tienen horario, no se pueden
planificar. Uno, por ejemplo, esta cagando. Tranquilo, distendido, va bien, y de pronto
tiene como una intuición, empieza a hacer relaciones, se te ocurren cosas realmente
interesantes, significativas, novedosas, ¡qué se yo!, como lo del auto inflable, que se me
ocurrió a mí, si, un auto chico, claro, que se pueda llevar en un maletín, o en una
mochila, no se, podría haber distintos modelos, deportivos, deluxe, y que cada tantas
cuadras haya infladores públicos, o privados, no importa, ponés unas monedas, lo inflás
y salís andando. ¡Una idea genial!. Y estás en eso, calculando cuántos infladores tendría
que haber en toda la ciudad y de pronto te gritan ¡dale Carlos que tengo que teñirme y
tus hijas están haciendo cola para bañarse!, ¿ qué pasó, te dormiste o estás
descompuesto?. Y a vos se te van las ideas al carajo. Te tiran a la mierda las mejores
intenciones, terminan amargándote el día.
Entonces uno sale para el laburo, en el auto común, no el inflable, y tiene que
cargar gas oil, porque está en el límite: ella lo uso anoche y, claro, no puede parar a
cargar, la inseguridad, la cena y la puta madre. En la YPF más cercana es al pedo, nunca
tienen, salvo de 3 a 6 de la mañana y martes. En la que sigue, hay una cola de
desesperados que tocan bocina como si se estuviesen incendiando. Entonces uno pone la
radio, un poco de música y un flash informativo de último momento te anuncia
tormentas fuertes con peligro de granizo… y todos los que cargaron y los que estaban
en la cola salen a los pedos ¡como si estuvieran escuchando la misma radio! y a pesar
que hay un sol que derrite el asfalto. Cuando por fin llegás al surtidor te dicen: hay,
pero solo se pueden cargar 20, ¿eh?. ¿Eh qué?, tenés ganas de decirle. Pero vos,
tranquilo, le decís bueno dale. Y cuando pelás el billete te dice ¡hay!, ¡no tengo
cambio!. ¡Y se te queda mirando como si uno escondiera 100 mangos en billetes de dos
en el otro bolsillo o como si estuviera esperando que le devuelvas el gas oil!. Al final el
tipo le pide cambio al diariero de enfrente, vuelve con esa cara de idiota de empleado
del mes y te da el cambio ¡en papeles de dos!, y los que todavía están en la cola te
putean en colores. Salís de ese infierno, de las tremenda tormenta ni noticias, y tomás
por el camino mas largo, mas indirecto, para ir a la oficina, por ahí no pasa nadie
pensás, y resulta que, apenas doblás, te das cuenta que ¡todos tuvieron la misma idea! Y
encima tenés adelante un viejito con un Fálcon de colección pero hecho mierda bien
tirado a la izquierda y a 20km. por hora, que no se corre ni aunque pasen los bomberos.
Aprovechás que viene un semáforo para intentar pasarlo por la derecha, porque no te
queda otra, pero el tipo que estaba delante pone las balizas a dos metros de tu auto,
estaciona en doble fila y se recuesta como para una siesta ¡si son las 9 de la mañana
porqué no te quedaste en tu casa pelotudo!, le tocás bocina y el tipo se pone como loco,
te reputea y te hace un gesto de ¿qué te pasa?,¡andá a cagar!.
Cuando al fin llegas a la oficina, el tipo que labura con vos faltó otra vez, te
largó todo el quilombo y encima los demás se compadecen porque bueno che, es un
pendejo, tenés que tenerle paciencia…!
Por eso digo, soy un tipo normal, pero no me dejan.

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