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Definición, uso y diseño

Un arnés anticaídas es un componente de un sistema anticaídas constituido por un dispositivo de prensión del cuerpo destinado
a detener caídas. Es decir, se trata de un sistema de cintas que se colocan directamente sobre el cuerpo del trabajador y que
está pensado para detener una caída y, posteriormente, sujetar a la persona que la ha sufrido.

Los principales elementos son:


 Cintas textiles, destinadas a sostener el cuerpo del usuario una vez que éste ha sufrido una caída.
 Elementos de enganche que conectan los componentes o subsistemas.
 Elementos de ajuste, que permiten adaptar la longitud de dichas bandas al usuario.
 Trabillas, para llevar material colgado, por ejemplo.

La función del arnés es transmitir al cuerpo la fuerza de frenado ejercida por el resto de los componentes del sistema
anticaídas. Esa fuerza se intenta pasar a la parte más fuerte del cuerpo: los huesos de la cadera (pelvis).

Existen diversos trabajos de investigación sobre el efecto de la fuerza de choque en un usuario de un arnés, gracias a los cuales
se ha podido llegar a las siguientes conclusiones:
 El usuario tolera mejor la fuerza de choque cuanto más paralela a la columna vertebral la reciba.
 Es mejor recibir dicha fuerza en la zona subpélvica, debido a que es la parte más fuerte del cuerpo.
 Una fuerza de choque recibida por un trabajador que dispone de, únicamente, un arnés de asiento (cinturón y dos perneras, sin
tirantes) conectado a un sistema de conexión a través del anclaje ventral (a la altura del vientre), puede llegar a fracturar la
columna vertebral si el accidentado está inconsciente en el momento de recibir el tirón, incluso si la fuerza de choque es
relativamente baja. Esto se debe a la posición horizontal que tomaría el cuerpo en el momento de producirse la detención de
la caída.
 Sin embargo, si esta fuerza se recibe con un arnés integral conectado a la cuerda a través de un enganche situado por encima
del centro de masas del cuerpo, bien sea esternal –pecho- o dorsal –espalda-, no se producen daños de estas características.
 El diseño de los arneses, por lo tanto, debe evitar que el trabajador sufra una fuerza de choque que le produzca lesiones graves.
Basándose en estos estudios, la norma UNE-EN 361 exige estos dos requisitos:
 El arnés debe tener bandas o un elemento similar en la región pelviana y por encima de los hombros (tirantes) para que el
trabajador, en caso de caída, quede en posición semisentada, con un ángulo formado por el eje longitudinal de su plano dorsal
y la vertical de 50º como máximo.
 Que los puntos donde se engancha el arnés al sistema de conexión anticaídas (elementos de enganche) estén situados por
encima del centro de masas del cuerpo.

Cumpliendo estos dos requisitos se consigue, además, que la fuerza de frenado sea lo suficientemente paralela a la columna
vertebral. Si sólo se cumpliera una de las dos exigencias no se conseguiría el fin perseguido.

Materiales de fabricación

Como se ha mencionado en el apartado anterior, los arneses suelen estar formados por cintas textiles, elementos de enganche
(anillas metálicas o bucles textiles), hebillas para la regulación (metálicas) y por otras piezas de plástico, goma o textil cuya
función, dependiendo del elemento, es recoger el sobrante de las cintas después de regular el arnés o para llevar material
colgado.

Seguidamente, se va a tratar sobre los materiales de los que están fabricados estos elementos, del periodo de tiempo que se
puede utilizar un arnés de forma segura y sobre algunos consejos útiles para su mantenimiento.

Cintas textiles

En la mayor parte de los casos, las cintas están hechas de poliamida (con nombres comerciales como nailon o perlón). En
ocasiones pueden estar también hechos, total o parcialmente, de poliéster (comercializado con nombres como dacrón o
perileno).

Ambos tejidos tienen una alta resistencia a la rotura. La poliamida mojada pierde entre un 10% y un 20% de su resistencia
estática, pero aumenta la plasticidad de las cintas, creciendo su capacidad de resistencia con esfuerzos dinámicos. El poliéster
apenas reduce su resistencia mojado porque absorbe menos agua. La poliamida absorbe mejor los impactos que el poliéster.
Sus propiedades conductoras de la electricidad están relacionadas con la absorción de agua: la poliamida es higroscópica
(absorbe agua), por lo tanto, tiene unas propiedades dieléctricas –aislantes de la corriente eléctrica- pobres, mientras que el
poliéster es más aislante. Sin embargo, no se puede identificar automáticamente un arnés de poliéster como dieléctrico, ya que
las propiedades aislantes nos las debe facilitar el fabricante.

La temperatura de fusión de ambos compuestos ronda los 250 º C.

La poliamida (el componente más habitual) es muy sensible al contacto con los ácidos (principalmente al ácido sulfúrico),
siendo ésta la principal causa de rotura de arneses (por ejemplo, por el derrame de una batería de coche cerca de un arnés).

Aunque las fibras de los arneses tienen protección a los rayos ultravioleta (producidos por la luz del sol), éstos disminuyen
su vida útil. Por ello, se deben guardar en un lugar a la sombra y aireado.

Elementos de enganche

Los elementos de enganche pueden ser de acero, de aleaciones de aluminio o bucles textiles.

Elementos de regulación y recogida de cinta sobrante

Las cintas del arnés se regulan empleando las hebillas, que son metálicas.

La cinta sobrante se recoge gracias a piezas hechas de plástico o goma.

Piezas para llevar material colgado

Las trabillas o placas son de plástico. No suelen ser elementos esenciales del arnés, pero deben estar en buen estado para
cumplir su misión.

Con el tiempo, las cintas de los arneses van perdiendo resistencia y esto es uno de los valores para determinar su vida útil. El
fabricante debe facilitar algún dato para identificar este periodo de utilización (ver apartado 4.5). Hasta recientemente, era
muy habitual que los fabricantes indicaran que el arnés tenía una vida útil de 5 años, aunque no se utilizara. En la actualidad,
se pueden encontrar fabricantes que permiten hasta 10 o 15 años de uso. Este periodo puede variar en función de la frecuencia
y modo de empleo. Por ejemplo, un arnés que se use en un medio con vapores de ácido puede ser conveniente desecharlo con
un solo uso, o en pocos usos si su utilización exige una abrasión grande (trabajo en espacios confinados angostos).

La variabilidad de condiciones hace que sea exigible que el arnés se revise anualmente o con una periodicidad superior en
función de las condiciones de uso por una persona competente. Además, el usuario debería siempre comprobar su estado antes
de que lo vaya a utilizar.

El arnés se debe guardar en un lugar protegido de la radiación ultravioleta, del polvo y de cualquier sustancia agresiva. Para
ello, se puede depositar en una bolsa o recipiente, siempre que no sean estancos y permitan la circulación de aire. También es
posible colgarlo de una percha sin bolsa, pero siempre en un lugar sin luz solar directa.

Nunca se deben guardar mojados. Para su secado, se colocarán en un lugar aireado, protegido de la radiación solar y apartado
de fuentes directas de calor.

El arnés se ha de lavar de acuerdo con las indicaciones del fabricante, con jabones que no dañen la el material con el que esté
hecho, como son los jabones neutros. En ningún caso se deben planchar.

Las cintas no se deben pintar con rotulador u otro elemento, ya que no se conoce si alguna sustancia de este rotulador puede
dañar el material. Si en el mercado encuentra un rotulador específico para marcar arneses, sólo se debe utilizar con aquellos
para los que el fabricante lo indique. Si se necesita marcarlos, se puede hacer en la etiqueta (siempre que no oculte ningún
dato de ella) o en lugares no esenciales del arnés como, por ejemplo, la superficie plástica que sujeta el anclaje dorsal.

El mismo criterio es aplicable a las pegatinas. Si se cuelga una etiqueta de plástico o metálica en un punto del arnés, ésta no
debe molestar y no debe dar lugar a confundirla con un punto de enganche. Esta situación sería muy peligrosa

Trauma de suspensión
Uno de los principales problemas de utilización de estos EPI es el llamado “trauma del arnés”. Sucede a partir de una situación
muy conocida en medicina: el síndrome ortostático. Esta situación se produce, por ejemplo, cuando al pasar de situación de
sentado a de pie rápidamente, el cuerpo no es capaz de regular la presión arterial y se pueden producir mareos. Algo parecido
ocurre cuando una persona está de pie sin moverse durante mucho tiempo y, al tener las piernas inmóviles, no empujan sangre
hacia el corazón y las extremidades se inundan de sangre, no permitiendo la llegada de sangre suficiente al cerebro. Esta
situación puede llevar al síncope (desmayo) ortostático. En una situación cotidiana la persona caerá al suelo y el estar en
posición horizontal restablecerá la presión sanguínea.

Cuando el cuerpo empieza a detectar la falta de presión pone en marcha una serie de mecanismos compensatorios. El estado
de shock ortostático previo al síncope.

Si toda esta situación se produce en una persona suspendida de un arnés, se habla de trauma de suspensión.

Si una persona está suspendida de un arnés en una situación en que no pueda mover las piernas, por ejemplo por los daños
sufridos en la caída, con las piernas por debajo del corazón, las consecuencias pueden ser fatales. A esto se le suma la presión
que ejercen las cintas en las piernas que dificultan el retorno venoso así como la posición también baja de los brazos.

Si esta posición no varía en un corto periodo de tiempo la situación empeorará y, además, de la reducción de flujo sanguíneo
al cerebro otros órganos como los riñones se verán afectados. Por ello, si no se produce un rescate rápido de la persona puede
llegar a la muerte.

Si al rescatar a la víctima se le coloca rápidamente en posición horizontal, algo que parece una reacción natural, puede llevar
a que se produzca un regreso masivo de sangre desoxigenada y con muchas sustancias tóxicas al corazón que causará un paro
cardiaco.

Toda persona suspendida de un arnés puede llegar a este estado, pero la situación es realmente grave si está inconsciente.

Una persona inconsciente suspendida del arnés puede llegar a la muerte en un tiempo entre 15 y 20 minutos. Este tiempo es
muy variable entre individuos y depende de muchos factores personales. El tipo de arnés puede hacer variar el tiempo, pero
no es el factor más determinante.

Si la persona está consciente debe mover las piernas. Un buen ejercicio es cogerse de las de las rodillas y tirar hacia el cuerpo
de ellas. Siempre que sea posible deberá apoyar los pies sobre una superficie rígida y hacer fuerza. Por esta razón son muy
efectivas las cintas de reposo.

Si el trabajador está inconsciente, el problema es muy grave y se le debe bajar lo antes posible. Al bajarle no hay que tumbarle,
sino mantenerle sentado en el suelo con el tronco prácticamente vertical los pies en el suelo y las rodillas algo elevadas. Ésta
es una posición de compromiso entre la necesidad de que llegue sangre al cerebro y que ésta no llegue con demasiada fuerza
al corazón. Además, las vías respiratorias se deben mantener abiertas[5]. No obstante, estas indicaciones son superficiales y
puede haber otras lesiones que obliguen a modificarlas.

Sin embargo, lo mejor es prevenir para que esta situación no se dé. Para ello, entre otras cosas se debe:
 Evitar la caída mejor que detenerla.
 No trabajar en altura con enfermedades o patologías que pueden llevar al desmayo.
 Cuidar todas las circunstancias que pueden inducir al desmayo: condiciones ambientales (temperatura, humedad), hidratación,
tiempo de trabajo, etc.
 Tener previsto un plan de rescate rápido con los medios y el entrenamiento suficientes. El trauma de suspensión es la causa
por la que las normas EN insisten tanto en el plan de evacuación.
 Por último, y muy importante: el trabajador debe llevar casco para evitar golpes. Es necesario que dicho casco
disponga de barbuquejo (cinta por debajo de la barbilla) y que éste sea suficientemente efectivo.

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