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Entre la vigilia y el sueño

Te vimos Aurelia.

Tras la puerta entre abierta, de una sola ala,


Se dejaba ver, al fondo de la casa de bahareque,
Como en un sueño suave y tibio,
A la abuela María de la Trinidad.
Sostenía entre sus brazos
A mi madre Aurelia.
La abuela Parecía como cantarle a mi madre,
La mecía ente sus piernas,
Tarareándole una vieja canción
Que resonaba en el techo de zinc de la sala.
Yo estaba ahí, soñando o pensando,
Pero la vi.
Sentí a mi madre,
Como una niña pequeña
Sabía que era ella.
Con su viejo gorro de tela que le cubría el frio.
Afuera, por el corredor o en el patio,
También vi a José Gregorio, nuestro padre de vida,
Hoyaba el suelo con su bastón,
Estaba como cuidando,
Como mirando hacia afuera o hacia adentro
Y por encima del techo, en lo alto de la casa
Volví a ver la figura de mi madre
Como cuidándonos,
Ahí como mirando que hacemos
Como viéndonos.
Como viéndonos.
O… …como bendiciéndonos a todos.
Y recordé o me fui a la iglesia del pueblo,
Allá estaba yo, buscando a alguien,
A mi madre o a mi tía.
Estaba por las afueras de la iglesia
Envuelta en una atmosfera de ensoñación,
Ahí estaba, bajo la sombra del campanario del
pueblo,
Donde tantas veces acompañamos a mamá a rezar.
Y oía las voces de la genta saliendo o entrando a la
sala,
No sé, parecía que rezaban o cantaban,
Pero.. …Estaba como en la plaza,
Con la gente, entre las voces
O entre una algarabía… que deja pasar el canto de
un gallo que protestaba su encierro y aleteaba
fuertemente.
Y volví a la casa como en un sueño,
Seguía viendo figuras que se disolvían en los
aleros,
Que nos miraban y se abrazaban con el
ambiente de la casa.
Y ahí estaba nuestra madre,
Entregando su vida por nosotros,
Como celebrando que todos vivimos.
Y todos reíamos, ahí, en la sala
O no sé dónde, pero estábamos con los queridos
viejos.
Y los vi a todos, en las fotos que colgaban en la
pared de bahareque.
Se oían las voces de los viejitos
Hablaban de nosotros,
De los que nos fuimos del caserío,
De allá del Jabón.

Y Distinguí sus figuras,


Sobre el barro de las cañas de bahareque,
Estaban mirándonos
Como diciéndonos algo.
Después, sólo vimos el rostro de Aurelia
Nuestra madre.
Siempre alegre,
Acompañándonos con su mirada
Desde la vieja casa de todos.
Allá donde siempre nos recibió,
Y donde tantas veces jugueteábamos,
O donde la acompañábamos, como en un sueño
continuo,
A rezar cada noche a la virgencita,
Hasta quedar rendidos en su cuarto
Con el balbuceo del rosario
Que se grababa en las paredes y en nuestros
cuerpos.
En la atmosfera tenue de su cuarto
Veíamos las figuras distorsionadas y alargadas de
nuestros cuerpos
Que se reflejaban por el cuarto a luz de vela que
alumbraba los pequeños santos del altar.
Nos adormitábamos con el olor de la cera que
chorreaba hasta el piso.
Y ahí estábamos todos viendo rezar a mamá
Pero despertamos o desperté como de un
sueño.
Y ya te habías ido,
Sólo sentía tus caricias cercanas
Y tu voz que nos acompaña y aconseja.
Sólo escuchamos a lo lejos
Como desde adentro
“Aquí estoy
Acompañándolos para que sigan…..”

Silvino Ramírez 2018

Aurelia….. A un año de tu retorno a la casa del Padre


Jabón 22/05/18

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