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Juan-Jacobo Bajarlía

H.P LOVECRAFT
El horror sobrenatural

©EDITORIAL ALMAGESTO
Colección Perfiles
Editorial Almagesto
Rodríguez Peña 554, P.B., Dto. "A",Buenos Aires
Composición, armado y películas:
ECEGraph, Esmeralda 625, 3º"G"
Hecho el depósito que marca la Ley 11.723.
ISBN: 950-751-145-8

Juan-Jacobo Bajarlía

Poeta, novelista y ensayista, de su prosa ha dicho Hopkins: "Su lenguaje


es asombroso. Su imaginación un nuevo lenguaje". O como ha dicho Edward
Sherwood: "Le interesa el talento y el absurdo como límite entre la
realidad la invención".

Lo prueban sus libros: Historias de monstruos (1969), Fórmula al


antimundo (1970), El día cero (1972), El endemoniado Señor Rosetti (1977-
1994), Sables, historias y crímenes (1983), Drácula, el vampirismo y Bram
Stoker (1992) Historias secretas de musas, putas y otras damas (1996),
entre otros. Leopoldo Marechal lo llamó zoólogo de la monstruosidad.

En la poesía fue distinguido por Nuevos límites del infierno (1972) y El


poeta y el exilio (1990). En 1963 el Centre International d'Etudes
Poetiques publicó en Bruselas su trabajo sobre la polémica Reverdy-
Huidbro, que luego apareció entre nosotros con el título de La polémica
Reverdy-Huidobro / Origen del ultraísmo.

Con motivo de El día cero; enfocando su labor literaria, la crítica se ha


explayado en estos términos: "Bajarlía revalida su bien ganado préstigio
de fabulador y hombre de letras, preocupado por abrir o descubrir nuevas
dimensiones en un mundo donde el que revela el secreto de los otros pasa
por traidor, y el que revela el secreto propio, por imbécil" (Panorama)

"El estilo de Bajarlía se adapta a los requerimientos de este difícil


género literario: concisión, poder imaginativo controlado por la razón,
progresión a través de un texto breve hacia la obtención de un clima,
recreación en el más profundo concepto del término", (Clarín)

NOTA PRELIMINAR

El autor agradece profundamente a todos aquellos que posibilitaron la


realización de este libro. Reconoce el desafio de Ricardo Alvarez al
escribirlo, su invitación a los abismos de Providence para valorar al
genio del horror. Pero la compleja significación de Lovecraft requería
una bibliografía muy dificil de hallar entre nosotros. Los amigos
contribuyeron a llenar esta urgencia. Especialmente Richard Vaugham, en
Nueva York, y Edgar Brau y Fernando García en esta Cartago de hormigón y
acero que es Buenos Aires, donde matar con balas de silencio es un alegre
ejercicio de todos los días.
A modo de prólogo

EL FIN DE LOS TIEMPOS

Acaso el silencio de los espacios siderales, la eternidad, la soledad y


los seres invisibles sean significantes del terror. Carlyle intuyó esta
eternidad en Sartor resartus (111,C.III). Pascal se aterrorizó ante ella
y edificó una significación equivalente a la muerte.

El silencio de esa eternidad en la que brotaba el miedo y se diluía la


conciencia, fundó ese otro silencio que en La metamorfosis, de Kafka,
convirtió en insecto a Gregorio Samsa.

Pero el silencio que lleva al sentimiento terrorífico, está impregnado de


horror y de seres invisibles o monstruosos, distorsionados, con voces
guturales o sin habla. Nadie los ha visto, y si alguno se hiciera
visible, ello sería el fin o el aniquilamiento de los humanos. H. G.
Wells lo hizo posible en los marcianos de The war of the worlds (1898) y
en el haploteuthis, el gigantesco cefalópodo de The sea raiders (1896),
surgido de los abismos del mar.

Todo esto reverdeció en un niño que vivió el miedo y la locura de sus


padres, un niño que nació en Providence, Rhode Is]and, y se llamó Howard
Phillips Lovecraft. Él se Impregnó de los seres invisibles que poblaban
el mundo y los espacios orbitales. Supo lo que era el miedo a lo
desonocido y lo definió en su Supernatural Horror in literature (1927).

Después creó la estirpe de los dioses arquetípicos y primigenios, la


cosmografia de Cthulhu y los Profundos que viven en las cavidades del mar
o en los abismos espaciales esperando retomar a la Tierra y destruir a
los humanos: Azathot, Yog-Sothot, Nyarlathotep, el mismo Cthulhu, hundido
en R'lyeh, pero al acecho de la destrucción, y otros seres horroríficos.
Y junto con ellos, el impío Al-Azif o Necronomicón, de Abdul Alhazred, un
poeta loco que el autor de Providence ubica en el siglo VII.

El miedo de Lovecraft se instaló en el hombre de nuestro tiempo. El


quebrantamiento de la dialéctica y el fin de la historia, son
significaciones que acaso germinaron en el horror que nutre su obra.

J.J.B.

LOS TRABAJOS Y LOS DÍAS DE HOWARD PHILLIPS LOVECRAFT

1890 Nace en Providence, Estado de Rhode Island, un 20 de agosto, año en


que muere Vincent Van Gogh, y en que Friedrich Nietzsche pierde la razón.
Sus padres son Winfield Scott Lovecraft y Sara Susan Phillips. El padre,
atacado por una parálisis progresiva de origen sifilítico (L.Sprague de
Camp lo califica de loco violento) debe ser internado en 1893. Se le
nombra un curador para disponer de sus actos jurídicos. La madre, a su
vez, contrae una neurosis. Vivían entonces en el 194 (después 454) de
Angell Street.

Un niño, de ojos castaños y nariz aguileña, cabello rubio de cuidados


bucles, aficionado a los gatos, es sobreprotegido y criado en calidad de
niña, por su madre, ya trastornada por la enfermedad del padre.
Sólo cuando Howard tiene 6 años, accediendo ella a los deseos del niño,
le corta los bucles y atempera sutratamiento de índole femenina.
Enfermizo y alérgico al frío, no se mueve durante la infancia y la
adolescencia, de la nutrida biblioteca de su abuelo Whipple Phillips,
donde devora toda clase de libros y los volúmenes de astronomía
adquiridos por su abuela. El abuelo, a su vez, lo entretiene con cuentos
de brujas y fantasmas en los que no faltan los calderos y los gemidos;
inventa un mundo terrorífico que influiría en el futuro escritor.

1895 Ingresa en la escuela dominical de la Iglesia Anabaptista de College


Hill.

1896 Lee la mitología clásica en la obra de Thomas Bulfinch (The age of


Fable), y adopta el seudónimo de Lucius Valerius Messala. Se considera ya
un "joven ateo".

1898 Un 19 de julio, muere Winfield Scott Lovecraft.

1901 Compone Poemata Minora, hoy perdido, e imita los pareados


pseudogeorgianos de Dryden, Alison y Poe.

1903 Tiene 13 años y vive fascinado por la figura de Sherlock Holmes.


Funda la Providence Detective Agency y escribe The Beastin the Cave, su
primer cuento completo, en el que ya están los elementos de su futura
literatura de terror. Colabora también con temas de astronomía en la
revista mimeografiada The Rhode Island Journal of Astronomy.

1904 Se afilia a la United Press Amateur Association, institución que


luego publicará The alchemist, escrito en 1908, a los 18 años.
Muere su abuelo Wipple V. Phillips. Ingresa en la escuela secundaria y se
destaca en latín.

1906 A partir de este año comienza a publicar mensualmente un artículo


sobre meteorología en la Tribune de Providence. Edita para sus amigos, en
copias mimeográficas, la Scientific Gazzette y el Rhode Island Journal,
dando noticias sobre distintos temas científicos y literarios.

1907 Se deja fascinar por el paganismo, por el barroco y por el


racionalismo del siglo XVIII, y reafirma su tendencia al materialismo. El
mismo dirá (L. Sprague de Camp, c. 2): "Creo que soy, probablemente, la
única persona para quien la lengua antigua del siglo XVIII es realmente
lengua madre en prosa y en poesía (...) A partir del siglo XVIII todo es
irreal o ilusorio, una especie de grotesca pesadilla o caricatura".

Escribe El cuadro, un relato fantástico en el que un pintor es


desfigurado y muerto por la imagen bestial y horrorosa llevada al lienzo.

A pesar de tener una Remington escribe a mano sentado en la cama, y lo


hace de noche o durante el día pero con los postigos cerrados y
alumbrándose con luz eléctrica.

A la alergia al frío se le suma la depresión y sus malas digestiones. A


esto se le añade el poikilotermismo, incapacidad fisiológica para
adaptarse a los cambios térmicos. Esto no le impedirá el consumir
chocolate y helados permanentemente.
Intenta la música, la química, la astronomía y la pintura. Por falta de
voluntad, abandona sus proyectos a poco de iniciarlos. Tiene facilidad
para los idiomas. Además del latín, lee griego, francés y castellano.

Es el año en que deja de concurrir a la escuela secundaria. Se convierte


en gran autodidacta.

1913 Racista, seguidor de Gobineau en cuyo Essai sur l'egalité de races


humaines (1856) se exalta la raza aria (cabeza alargada, cabello rubio,
ojos azules y alto como los nórdicos), se pronuncia contra los negros en
estos versos:

Sobre la creación de los negros

Cuando en el pasado los dioses crearon la tierra,


formaron al Hombre a imagen de Júpiter.
Las bestias, inferiores, fueron creadas después,
porque estaban muy lejos de lo humano.
Para llenar el vacío y unir el resto al Hombre,
el morador del Olimpo ideó un sabio plan:
creó una bestia de forma semihumana,
la llenó de vicio y la llamó NEGRO.

Le adjudica a sus amigos unos nombres especiales que aparecen en sus


relatos. August Derleth se convierte en el Conde d'Erlette. Robert Bloch,
en Bho-Block. Frank Belknap Long, en Belknapius, Robert E. Howard, en
Bob-Dos Pistolas. Clark Ashton Smit, en Klarkash-Ton. Y así muchos otros.
A pesar de sus fobias y sus reacciones ideológicas, tiene un espíritu
infantil que lo pone a cubierto de la maledicencia.

1915 Funda The Conservative, un periódico en el que colaboran sus amigos.

Era ya un anglófilo rabioso. "Se negaba por el principio a vestir alguna


prenda de color verde en el día de San Patricio. El hecho de que en el
siglo XII el Papa Adriano IV entregara Irlanda a Enrique II de Inglaterra
-como si dispusiera de algo suyo-, no confería ninguna simpatía a los
irlandeses", según pensaba Lovecraft (Lovecra{t, a Biography).

En el número I del Conservative, analizando la Primera Guerra, se muestra


reaccionario y germanófilo. Proclama la superioridad de la "magnífica
estirpe teutónica" y la "declinaciónde las civilizaciones latinas", de
modo tal, sigue diciendo, que: "Francia, Italia y España, hoy, muestran
la huella de la degeneración nacional".

1916 La United Press Association, publica The alchemist, que data de


1908.

1917 Dagon.

Este año, al enrolarse en Rhode Island, es rechazado por malestares


nerviosos.

1919 Más allá del muro de los sueños y La maldición que cayó sobre
Sarnath.
1919 Admira a Lord Dunsany (Edward John Moreton Drax Plunkett). Muy
influido por él, se traslada a Boston para escucharlo en una conferencia
del Corey-Plaza Hotel.

Lo admira como creador de mitos, por haber participado en la guerra


contra los boers y en la Gran Guerra, y por haber sido, en algunas
empresas, compañero de William Butler Yeats. a él le dedica un poema de
64 versos: A Edward John Moreton Drax Plunkett, Décimo Barón Dusany,
publicado en el Tryout.

Transcribo algunos de esos versos:

Igual. que el sol sobre el sombrío mundo


surge y convierte en oro la tiniebla,
(...)
así ahora sobre el reino donde reina la gris
monotonía
con solar magnificencia vemos a PLUNKETT
elevarse.

1920 Arthur Jermyn (The White Ape) y El templo. Publica también


Nyarlathotep, un poema en el que el personaje epónimo es uno de los
dioses de Cthulhu.Aquí es presentado cuando sale de Egipto y llega a los
"países civilizados". Lo describe como un ser siniestro, amigo de
adquirir extraños instrumentos de cristal y metal con los que construye
otros instrumentos no menos extraños.

Con el seudónimo de Henry Paget-Lowe escribe The Poetry and The Gods, en
colaboración con Anna Helen Crofts.

1921 El extraño. El pantano de la diosa Luna (The Moon Bog). Hypnos. La


música de Erich Zann. La ciudad sin nombre.

En este año muere su madre, Sarah Susan Phillips.


1922 El horror oculto. El sabueso.
Se autodetermina el sumo sacerdote Ech-Pi-El, transcripción fonética de
sus iniciales H. P. L., y así firmará numerosas cartas.

1923 Lo innominable.

Se funda la revista Weird Tales, en cuyo número de octubre aparece Dagon,


escrito en 1917.

Desde entonces esta importante revista publicará casi


toda la obra de Lovecraft.

Por aquella época, muerta toda su familia, ya en la pobreza, Lovecraft se


gana la vida mediante correcciones de estilo. Cobra malamente 15 dólares
semanales. Entre sus clientes se halla Sonia Greene, presentada por su
amigo Rheinhardt KIeiner, para la cual corrige The invisible monster que
luego publicaría Weird Tales.

En este año escribe su popular The rats in the wall, en la que el


protagonista, De la Poer, adquiere una ruinosa mansión que restaura y
donde va a vivir con 7 criados y 9 gatos, entre ellos Nigger-man, su
mascota.
Sobre la mansión pesa una maldición que sus moradores no podrán eludir.
Es una maldición referida a las inacabables carreras de un ejército de
ratas invisibles que sólo él y los gatos podrán oír. Tras un altar en el
sótano, hallan un túnel que desemboca en una caverna llena de jaulas con
esqueletos humanos. Son los restos de un culto caníbal practicado en
épocas prehistóricas. Dinamitada la mansión y encerrado De la Poer en una
habitación enrejada, enloquece y piensa en las ratas que eliminaron a
Norry, y que ahora deslizándose por las paredes, acabarán con él en algún
momento.

En 1923 Lovecraft escribió también The festival, (El ceremonial, en las


traducciones al castellano), en el que se menciona el ímpio Necronomic6n
del "loco Abdul Alhazred, en la excomulgada traducción latina de Olaus
Wormius", y otros libros como el Saducismus triunphatus, de Joseph
Glanvil, publicado en 1681, y la horrorosa Daemonolatreia, de Remiguis,
impresa en Lyon, en 1595.

1924 El 3 de marzo se casa en Nueva York con Sonia Greene a pesar de que
ésta es judía y él un antisemita influenciado por el racismo. La
ceremonia está a cargo del Reverendo George Benson Cox en la capilla de
Sto Paul.

Sonia le lleva 7 años a Lovecraft, y sabe con quién se casa. El


escritor,en los días previos, le había regalado un ejemplar de Los
papeles privados de Henry Ryecroft (1903), de George Gissing, para que
supiera cómo es el hombre del cual se enamoró, ya que se identifica con
el protagonista de esa novela. Se trata de una obra autobiográfica, en la
que el personaje principal se describe como un ser de pocos amigos que ha
vivido más en el pasado que en el presente. Un ser con cerebro pero
incapaz de afrontar los hechos cotidianos. Y para peor, haragán e inepto.

y así es Lovecraft, un cerebro que vive en el pasado, fascinado por las


leyendas de la Nueva Inglaterra y los mitos de todo tipo que, incluso,
inventa para exaltar ese pasado. Es un inepto para afrontar las
circunstancias adversas. Criado como una niña por una madre neurótica, no
le interesa el amor ni el sexo. Se puede decir que es un asexuado o un
inhibido antisexual, pero no un homosexual como se ha venido afirmando.
En su obra no existe la mujer terrena, capaz de una batalla o un
sacrificio. Sólo existen los monstruos y el horror. Sonia ha debido
advertirlo, o no la lee cuando Lovecraft le obsequia la novela de George
Gissing. Sprague de Camp, analizando el tema nos dice:

"Cuando Cooks publicó un relato inofensivo sobre la modelo de un artista


que posaba desnuda, Lovecraft escribió una extensa y acalorada carta en
que atacaba al autor por ese 'horrible ejemplo de decadencia de
pensamiento y moral. Escribió también que 'El erotismo pertenece a un
orden inferior de los instintos, y es una cualidad más animal que
noblemente humana'".

Refiriéndose a Sonia, agrega:

"Cuando Derleth la visitó en 1953, ella contó: 'Howard era adecuado


sexualmente, pero siempre se acercaba al sexo como si no le gustara
plenamente', Cada vez tenía que tomar ella la iniciativa. Supongo que en
los meses siguientes al matrimonio, Lovecraft cumplió normalmente con sus
deberes conyugales, pero sin mucho entusiasmo".
Lovecraft escribe La casa aislada. Comienzan las dificultades económicas.
Sonia y Lovecraft buscan trabajo.

1925 Otra obra, En la cripta y El horror en red Hook. Comienza La llamada


de Cthulhu.

1926 Termina La llamada de Cthulhu. El modelo Pickman. Se asocia a Frank


Belknap Long para escribir por encargo de los clientes. Se produce el
desentendimiento en el matrimonio con Sonia.

De este año data La llave de plata, que Weird Tales va a publicar en el


número de enero de 1929. Su personaje central es Randolph Carter, el cual
aparece en otro relato de tema onírico como La declaración de
Randolph Carter y En busca de la ciudad del sol poniente. La saga se
continúa en A través de las puertas de la llave de plata, obra escrita en
colaboración con H. Hoffmann Price.

En En busca de la ciudad del sol poniente, Lovecraft dice del


protagonista:

"Descendió audazmente los 300 peldaños que conducen al Pórtico del Sueño
Profundo y emprendió el camino a través del bosque encantado.

"En las oquedades de ese bosque enmarañado (...) habitaban los furtivos y
silenciosos zoogs. Estos seres conocen una infinidad de secretos de la
región de los sueños, y algo también del mundo de la vigilia (...).
Ciertos rumores inexplicables, ciertos accidentes y desapariciones
ocurren entre los hombres allí donde los zoogs tienen acceso".

Uno de los seres oníricos le hará saber a Carter que los grandes dioses
sólo pueden verse en los picos de las altas montañas, cuando la luna
brilla y ejecutan sus danzas rituales. Entonces nadie puede observados
porque las nubes los aíslan de la mirada de los hombres. Pensamientos
como éste son frecuentes en Lovecraft, fascinado desde niño por aquellas
leyendas de la Nueva Inglaterra en que los indios y los blancos derogan
en los bosques, en frenéticas orgías.

1927 Viaja a Nueva York para ver a sus amigos del Kalem Club, al que
también se afilió. Sólo podría pertenecer a él aquellos cuyo apellido
comenzara por una K, una L o una M, como Rheinhardt KIeiner, Frank
Belknap Long y Everett Mc Neil, sus fundadores. H. P. Lovecraft se halla
en esas condiciones. En este año publica El color que cayó del cielo y
escribe El caso de Charles Dexter Ward, que completará en 1928.

De 1927 es su ensayo sobre El horror sobrenatural en la literatura.

Se funda la revista tales of Magic and Mystery, en la que Lovecraft


publicará Aire frío, en 1928.

1928 El horror de Dunwich. Vive separado de Sonia quien alquila su


departamento y toma una habitación para ella sola.

1929 El 25 de marzo, en el Estudio de un abogado, H. P. Lovecraft y Sonia


Greene, después de vivir separados, firman el convenio de divorcio. El
primero dice:
"Yo solo podría vivir en un remanso tranquilo impregnado de la historia
de Nueva Inglaterra, mientras mi desaventurada compañera de viaje
encontró tal perspectiva prácticamente asfixiante, complicada, además,
por las dificultades económicas".

Sonia se queja de su comportamiento:


-
"Cuando Howard y yo nos despedimos para irnos a dormir, le dije: 'Howard,
¿no me das un beso?'. Su contestación fue: "No, es mejor que no"'.

1930 El que susurra en la oscuridad. La sombra sobre Innsmouth y Las


montañas de la locura. Esta última es una continuación de las Aventuras
de Arturo Gordon pym, de Edgar Allan Poe.

1932 Los sueños en la casa de la bruja.

1933 La criatura tras la puerta.

1934 En la noche de los tiempos. La sombra fuera del tiempo.

1935 El morador de las tinieblas. Se relaciona Sonia Greene en ese año


con un senador de California, y ,finalmente,se casa con el viudo
Nathaniel Abraham Davis, médico judío, de origen brasileño, muy religioso
y venido a menos. Davis muere de cáncer en 1945. Sonia vive hasta el 26
de diciembre de 1972. Muere en California, a los 89 años).

En ese año debemos computar El que frecuenta las tinieblas.

1937 Agudiza el estado de salud de Lovecraft. Su alergia, sus procesos


digestivos y la mala circulación de la sangre, se agravan en los
comienzos de 1937. Permanece en cama, y en febrero contrae una fuerte
gripe. Aún tiene ganas de escribir, pero sólo se dedica a dictar cartas.

Annie Gamwell, alarmada porque Lovecraft pierde peso y no puede retener


los alimentos, recurre al doctor William L. Leet, quien lo deriva a un
especialista. Le diagnostican un carcinoma.

El 10 de marzo lo trasladan al Jane Brown Memorial Hospital, y no lo


logran operar por lo avanzado del cáncer.

Se le administra morfIna y lo alimentan por vía intravenosa. Los dolores


se intensifIcan y muere en la madrugada del 15 de marzo. La partida de
defunción consigna fríamente nefritis crónica y carcinoma intestinal.

El 18 se lleva a cabo el funeral en la capilla de la empresa Horace B.


Knowlws e Hijos. Asisten sólo 4 personas: Annie Gamwell, Edna W. Lewis,
gran amiga de Lovecraft, Edward H. Cole, periodista de Boston, y su prima
segunda Ethell Phillips Morris.

Es enterrado en el cementerio de Swan Point. No hay lápida que indique el


lugar de la inhumación. Acaso los dioses gelatinosos y palmípedos que
aterrorizan a los hombres, han borraro su sepultura. Pero sí hay, un
nombre frío en la columna central que dice Howard Phillips Lovecraft.

LOS SERES SUBTERRÁNEOS


El misterio, los túneles secretos donde yacían o vegetaban antiguos
monstruos, los seres subterráneos que lo acosaron desde niño cuando
recorría los fenecidos vericuetos de Providence, o escuchaba las
historias terroríficas que le contaba el abuelo, marcaron la primera
etapa de este genial escritor que fue H. P. Lovecraft o sencillamente el
Sumo Sacerdote Ech-Pi-El, como firmada sus cartas convirtiendo a la
fonética las iniciales de su nombre.

Influido, entonces, por el abuelo, por los libros que éste tenía en su
inmensa biblioteca y por autores como Lord Dunsany, Edgar A11an Poe, M.
P. Shiel y Bram Stoker, sus primeros relatos y muchos de los últimos
están estructurados sobre la base de un sótano o una cripta, un pasadizo
y un monstruo que por artes mágicas o sobrenaturales se alimenta de otros
seres.

Las voces secretas

No tenía ni 10 años cuando concibió su primer cuento: El noble oyente,


que trata de un niño, quien repentinamente extraviado en una cueva, oye
los planes de destrucción de seres subterráneos que conspiran contra los
humanos.

El abuelo, hombre de vastas lecturas, vio en esas líneas iniciales al


futuro escritor. Lo alentó a pesar de los defectos de su prosa.
Indudablemente el joven Lovecraft había fundado en ese cuento su
inminente narrativa.

Era la época en que tenía frecuentes pesadillas en cuyos sueños lo


acechaban seres gomosos y sin rostro. El mismo Lovecraft lo dirá después.
Recordará que en esas pesadillas veía una especie monstruosa de entidades
que él llamaba alimañas descarnadas:

"Las alimañas descarnadas eran unos seres sin rostro, todos ellós negros
y alas de murciélago. Es posible que tales imágenes provinieran de una
mezcla de los dibujos de Doré (especialmente los del Paraíso perdido) que
me deslumbraban durante la vigilia".

Las voces secretas están en sus sueños y en su imaginación. Las lleva en


el inconsciente, desde donde fluyen a su memoria y a los relatos que van
delineando su intransferible perfil.

En 1898, cuando Lovecraft tenía 8 años, intentó otro relato con un túnel:
El sótano secreto o la aventura de John Lee. El sótano conduce a un
pasadizo secreto en el que John y su hermana, al cavar en él, hallan una
caja de la que se apoderan. Pero la excavación da paso a un torrente en
el que se ahoga la hermana. John Lee se salva. La caja, que es el botín
de esa aventura, contiene un lingote de oro valuado en 10.000 dólares. La
muerte de la hermana por muy poco.

Los miedos de la infancia siguieron vigentes y a veces amalgamados con


sus aficiones. Le gustaban los gatos, en quienes veía seres astutos y
enigmáticos, presencias de un mundo mítico que aun tenía vigencia. Cuando
escribe Las ratas en las paredes, su protagonista, De la Poer, vivirá en
la casa maldita con 7 criados y 9 gatos. Pero no bastarán estos felinos.
Lovecraft le añade al relato otros de sus terrores infantiles: las ratas.
Y de esta manera enriquece la obra con la maldición que pesa sobre la
mansión en que vive De la Poer, referida a un ejército invisible de ratas
que sólo él y los gatos podrán oír. El protagonista, sin embargo, no
tendrá posibilidades para eludir la maldición. Un túnel lo conducirá a
una caverna llena de jaulas con esqueletos humanos, vestigios de un culto
caníbal practicado en otros tiempos. De la Poer terminará enrejado,
oyendo el deslizamiento infinito de las ratas.

Criptas y túneles

El terror al vacío y el miedo a ]a soledad, manifestados por Lovecraft


por ]a enfermedad y muerte prematura de sus padres, fueron, en parte, los
determinantes de las criptas y los pasajes secretos de sus argumentos.
También influyó en é] M. P. Shield, quien ya, en The Pourple Cloud
(1901), nos hablaba de un ser de infinidad de ojos que moraba en el
centro de la tierra. O de aquellos esqueletos de peces con rostro humano
de Xelucha (1904), invadidos por gusanos que devoraban ]a úvula para
continuar caprichosamente por sus adyacencias.

No sería extraño que Lovecraft lo hubiera seguido no sólo en las obras


citadas, sino también en La ciudad sin nombre (1923) y en Prisionero de
los faraones (1924). En la primera nos describe un descenso en una
cripta, de donde seres con alas de murciélago llevan en sus grupas a
otros seres. En Prisionero de los faraones el protagonista es secuestrado
por una banda y bajado a un túnel cerca de la Esfinge de Gizah, en la que
se practican "execrables" rituales eróticos.

Hay algo más que ya se observa en ese ser repulsivo que en Beast in the
Cave, escrito a los 13 años, pugna por estallar desde el sótano en que
está metido. Es esa axiomática de la transgresión de que hablaba Maurice
Levy en su Lovecraft ou du fantastique (1972). Una axiomática en la que
se corta el aflujo de la realidad por otra instancia en que privarán los
seres gomosos o las criaturas fantasmales del mundo onírico.

Eso no impedirá un tratamiento racional del argumento. Estos monstruos,


en efecto, actúan inmersos en un mundo material en el que se distinguen
de los demás sólo por sus formas fantasmales. Coexisten con los humanos
en extraños contubernios que únicamente son posibles en los sueños.

A veces se invierten los hechos y son los humanos los que invaden el
mundo de los sueños, como acaece en la saga de Randolph Carter, en uno de
cuyos volúmenes, En busca de la ciudad del sol poniente, el protagonista
desciende audazmente "los 300 peldaños que conducen al Pórtico del
Sueño Profundo".

Los seres oníricos, los silenciosos zoogs, le dirán a Carter qué debe
hacer para estar en contacto con los Grandes Dioses. La inversión de los
hechos no excluye, sin embargo, el tratamiento material de los
protagonistas. O en otros términos: es el realismo dentro del sueño.

Hay un instante en el que Carter pierde la llave de la puerta que conduce


al mundo onírico (como se ve en La llave de plata). Pero angustiado entre
distintos objetos, hallará una vieja llave de plata con la que llega a un
escondite de su infancia. Es el acceso al misterio. Allí se transfigura
en el niño que fue y vuelve a la región de los sueños.

La llave de plata que halló Carter, es el símbolo de la propia vida de


Lovecraft. Este también la buscó, y cuando la halló en su escritura, sólo
pudo regresar a un mundo que siempre deseó, pero poblado de seres
intangibles dictados por su memoria prodigiosa.

LOS MITOS DE CTHULHU

Génesis

Este mundo aún era un páramo hundido en la soledad y la incertidumbre,


habitado acaso por seres primitivos cuando repentinamente fue tomado por
los dioses antiguos llegados del espacio orbital. Convivieron con otras
razas a las que sometieron despóticamente mediante la magia negra. Las
humillaron con su culto sacrílego que negaba la existencia misma del
hombre. Un día sus fórmulas mágicas decayeron, naufragaron en el exceso y
perdieron sus poderes. Entonces fueron expulsados de la Tierra.
Conspiran, sin embargo, en los espacios siderales donde aún están al
acecho para volver y retomar la posesión de nuestro mundo.

Tal es la idea central de los mitos de Cthulhu, la creación más


importante de H. P. Lovecraft, en la que se anticipa a la tesis que
sostiene Robert Charroux en L'histoire inconnue des hommes depuis 100000
ans (c. 1), donde se afirma que el hombre primitivo no fue el factor
originario de la civilización en el planeta. Otras criaturas, llegadas
desde los abismos estelares, lo habrían inducido a exaltar sus
posibilidades. En Lovecraft, en cambio, dedicados a la magia negra,
detestaron a los humanos y guerrearon contra ellos.

En cuanto a la idea de los que habitaron la Tierra antes del hombre, no


debemos olvidar The Book dor the Damned, de Charles Fort, aparecido en
Nueva York, en 1919. Allí se deja constancia de similares huellas
impresas en distintas regiones del planeta. De huellas que pueden
atribuirse al mismo ser o a los mismos extraterrestres. Asimismo se habla
de Monstrator, el mundo de los gigantes, "un universo de huso, de 200000
kilómetros de largo en su eje mayor". Estos gigantes, en la suposición de
Fort, "eran seres primitivos en el tiempo de sus visitas a la Tierra".

Nos habla, además, de la misteriosa Genesistrina, una región del super-


mar de los Sargazos, de donde habría llegado la vida a nuestro mundo:

"Los primeros organismos unicelulares nos han podido llegar de


Genesistrina, el hombre o los seres antropomórficos han podido venir a la
Tierra antes que las amibas (..;). Hubo un tiempo en que toda suerte de
cosas nos vinieron de Genesistrina".

Para Charles Fort, la Tierra era una colonia creada por seres espaciales.
O bien el lugar en que éstos se establecieron. Con alguna variante, es la
misma concepción de Lovecraft. La Tierra aún estaba yerma, totalmente
deshabitada cuando llegaron a ella los dioses de otras galaxias.

Los dioses sacrílegos

August Derleth, amigo y colaborador de Lovecraft, nos dice en La casa del


valle (c. II) que los dioses impíos de esta cosmogonía llegaron a la
tierra antes de que el hombre la habitara. Eran los primordiales o
primeros dioses que atacaron a los antiguos dioses entre los que se
hallaba Cthulhu, el dios anfibio que fue vencido y yace aletargado en la
ciudad sumergida de R'lyeh, "no lejos de Ponapé, en el Pacífico", y con
él Ithaqua, El que Camina en el Viento,y el murciélago Hastur el
Indecible ("Aquel-a-Quien-no-se-debe-nombrar"),oculto en una estrella sin
luz, en las proximidades.

En esta batalla también participaron otros dioses. Estuvieron Azathot, el


dios ciego e idiota, Yog-Sothot, el Uno-en-Todo-y-Todo-en-Uno, Fomalhant,
Tsathoggua, Leigor, Zhar y seres terrestres como Nyarlathotep, que vive
en la oscuridad, Y Shub-Niggurath. Pero todos ellos fueron derrotados y
recluidos en los abismos o en las estrellas lejanas. Ayudados por los
profundos y otros dioses del mal, como expresa Derleth, esperan una nueva
rebelión para reivindicarse y acabar con los humanos.

Hay algo más en esa historia:

"Los antiguos habrían intentado constantemente recobrar su poderío, y


tanto en la tierra como en otros planetas se difundieron cultores y
seguidores como el Abominable Hombre de las Nieves, los Dholes, los
Profundos y muchos otros, todos dedicados a servir a los antiguos, y con
frecuencia victoriosos en la remoción del Primer Sello y en la liberación
de las fuerzas del antiguo demonio, que era necesario abatir nuevamente".

Junto a esos dioses también están los monstruos oníricos comolos Gugs, de
boca vertical, los Dholes que mueren al contacto con la luz, y los
Shantaks, seres alados con cabeza de caballo y el cuerpo llno de escamas
que nos recuerdan a los monstruos imaginados en el siglo II por Luciano
de Samosata.

Podemos agregar los Mi-Go que acechan en la vigilia, y otras deidades


terroríficas que esperan la batalla final para dominar al hombre y
destruirse entre sí, exactamente como fue profetizado en el Libro de Enoe
(s. III a. de J. C.).

Lin Carter (The Gods), a su vez, estudiando los mitos de Cthulhu, nos
dice:

"Mucho antes de que el hombre apareciese en la Tierra, ésta ya estaba


habitada en discordia y se rebelaron contra sus propios creadores, es
decir, contra los misteriosos dioses arquetípieos que fueron los primeros
en poblar los espacios estelares".

Toda esta cosmogonía comienza a esbozarse en Nyarlathotep (1920), un


poema en el que éste es un personaje siniestro que emigra de Egipto para
adquirir y fabricar extraños instrumentos de dominación en los países del
mundo más allá de los confines.

A esa obra le sigue La ciudad sin nombre (1921), en la que aparece el


terrorífico y blasfemo Abdul Alhazred , del que hablaremos después.
Sprague de Camp cree que este nombre se deriva de Hazard, una antigua
familia de Rhode Island "emparentada con los Phillips".

Al año siguiente, en 1922, al publicarse El sabueso, sabemos ya de la


existencia del Necronomicón, el libro maldito de magia negra, que servirá
a los adoradores de las fuerzas demoníacas.

En 1923, en The Festival, también se menciona el impío Necronomicón del


árabe loco Abdul Alhazred, "en la excomulgada traducción latina de Olaus
Wormius". Se le agrega la no menos impía Daemonolatreia, de Remigios,
impresa en 1595; y el Saducismus Triunphatus, de Joseph Glanvil,
publicado en 1681. En The Festival nos hallamos además con las ciudades
imaginarias de Kingsport y Arkham, en Nueva Inglaterra, y la Universidad
de Miskatonic.

Rafael Llopis, en el Estudio Preliminar a Los mitos de Cthulhu (Alianza,


1969), nos dice que la materia prima de estos mitos "es la angustia
cósmica del ateo Lovecraft y su expresión simbólica onírica", Después,
analizando sus antecedentes, agrega:

"El mundo onírico-dunsaniano se fue enriqueciendo. De Machen integró en


él los cultos de la antigüedad clásica, los afanes arqueológicos, la
desintegración de la figura humana en un magma amorfo, los símbolos
resplandecientes y tetradimensionales, las doctrinas esotéricas de
ciertas sociedades secretas, el materialismo de explicar lo sobrenatural
mediante secretos científicos hoy olvidados. De él tomó también tres
detalles concretos: el arcaico e imaginario lenguaje aklo, los
misteriosos Dols (seres jamás descriptos que aparecen en los Mitos con el
nombre de Dholes o Doels) y el gran dios Nodens, señor de los abismos".
(El subrayado es nuestro).

Y algo más en cuanto a la génesis de los mitos:

"De Algemon Blackwood tomó la existencia de seres primordiales que han


sobrevivido hasta nuestros días y la fascinación por la naturaleza virgen
personificada en vagas divinidades incorpóreas, elementales y terribles,
aterradoras por su misma grandiosidad. Uno de esos dioses naturales y
prehumanos, el Wendigo, ingresó más tarde en los mitos por la pluma de
Derleth y con el nombre de Ithaqua, El Que Camina En El Viento".

Y Llopis, en el párrafo correspondiente, termina así:

"En homenaje a Blackwood, Lovecraft utiliza, como lema de La llamada de


Cthulhu, esta frase de aquel autor: 'Es concebible que tales potencias o
seres hayan sobrevivido desde una época infinitamente remota en que la
conciencia se manifestaba quizá a través de cuerpos y formas que ya hace
tiempo se retiraron ante la marea de la ascendiente humanidad, formas de
las que sólo la poesía y la leyenda han conservado un fugaz recuerdo bajo
el nombre de dioses, monstruos, seres míticos de toda clase y especie'.
Júzguese, por esta frase, lo mucho que a Blackwood debe Lovecraft".

También tomó de Los demonios de mar (1916), de Víctor Rousseau, aparecido


en All Story Weekly, los seres anfibios y transparentes a los que sólo se
les veía sus ojos. Pero aún así dio a sus personajes una pátina mucho más
terrorífica que la de sus antecesores.

La llamada de Cthulhu

Escrita en 1926, La llamada de Cthulhu contiene la doctrina esencial de


toda esta mitología referida a los Primordiales. Vivían en inmensas
ciudades de piedra y no eran de carne y hueso. "Tenían determinada
forma", dice Castro, uno de los personajes de la obra. Una forma no
material, y podian trasladarse de planeta en planeta a través del
firmamento.

Un día desaparecieron, pero no murieron definitivamente. Reposaban,


escribe Lovecraft, en las moradas de R'lyeh, protegidos por los
encantamientos del poderoso Cthulhu, y aguardaban su gloriosa
resurrección el día en que los astros y la Tierra estuviesen propicios
nuevamente a sus designios.

En las líneas iniciales el protagonista narrador nos habla de la muerte


de su tío abuelo, profesor de lenguas semíticas de la Universidad de
Brown, en Rhode Island. Entre los objetos que éste deja, encuentra una
tableta de barro cocido con extrañas inscripciones y el bajorrelieve de
una figura humanoide de cuerpo cubierto de escamas y una cabeza de la que
emergen distintos tentáculos, semejantes a los de un pulpo. Sus
extremidades, coordinadas con el aspecto general, son garras repulsivas
que anticipan el horror de su naturaleza sobrenatural.

El objeto que halla el protagonista había sido entregado al profesor de


lenguas semíticas por un joven artista de nombre Wi1cox. Lo había
esculpido merced a un sueño en el que oyó una voz enigmática de la que
retuvo sólo dos palabras: Cthulhu fhtagn.

Eran expresiones de seres no-humanos cuyos órganos vocales obedecían a


distintas leyes. No es posible una transcripción exacta, dice Lovecraft.
Pero Cthulhu puede transcribirse como Khlul-hloo o tluhluh.

Al referirse a los Primordiales por boca de otros personajes, nos aclara


que estos seres existían "desde eras antes que los hombres". Vinieron a
"nuestro joven planeta" procedentes de los "espacios celestes".
Abandonaron la superficie "desapareciendo en el interior de la Tierra,
bajo las aguas del mar, pero sus cuerpos sin vida habían referido sus
secretos, durante el sueño, al primer hombre, el cual fundó sl culto que
jamás se ha extinguido desde entonces (...) y seguirá existiendo por los
siglos de los siglos, escondido en lejanos y lúgubres lugares por toda ña
superficie de ]a tierra, hasta e] día en que Cthulhu, el sumo sacerdote,
salga de su lóbrega morada en la invulnerable ciudad de R'lyeh, bajo las
aguas del mar, y vuelva a regir los destinos de ]a Tierra entera. El día
en que las estrellas sean favorables, los convocará a todos".

Castro, otro de los personajes de ]a obra, dirá, a su vez, que los


Primordiales no eran de carne y hueso en su totalidad. Tenían forma, pero
carecían de materia. "Cuando las estrellas eran favorables, podían
trasladarse de un mundo a otro a través de los espacios siderales". No
sucedía lo mismo cuando la posición de los cuerpos celestes les era
desfavorables, en cuyo caso no podían vivir.

Aun así, aunque no viviesen, "tampoco podía decirse exactamente que


murieran. Permanecían sin salir de sus moradas de piedra de la gran
ciudad de R'lyeh, amparados por los sortilegios protectores del
omnipotente Cthulhu en espera de que llegase e] día de la gloriosa
resurrección cuando las estrenas y la Tierra se conjuntaran
favorablemente para acogerlos".

El día de esa resurrección de los Primordiales, los hombres se parecerán


a ellos, y serán libres y salvajes, "ajenos por completo al bien y al
mal", sin frenos morales. y más aún: "gritarán, matarán y disfrutarán en
medio de un júbilo sin precedentes". Los Primordiales les enseñarán
nuevas formas de matar y solazarse. Luego, "la tierra entera arderá en un
holocausto en el que todo será éxtasis y libertad".

Esos dioses portadores de la muerte, desintegrarán el universo y acabarán


devorándose entre ellos, como ha profetizado el Libro de Enoc (s. II a.
de J. C.). Es posible que Lovecraft lo haya leído. Pero también es
probable que su aquiescente concepción de la violencia lo haya llevado a
concebir esta clase de monstruos.

Sólo era un color

Algunos de estos dioses no tienen forma o no pueden ser descriptos. Esto


es lo que sucede en El color que cayó del cielo (1927), una novela corta
en la que un meteorito cae en la tierra, a partir de cuyo instante la
zona del impacto es ya un erial maldito cada vez más grande. Los hombres
se debilitan, comienzan las enfermedades y los animales se deforman y
mueren. Todo es desolación a partir de ese enigmático descenso.
Investigando el caso se llega a la conclusión de que ese meteorito había
aterrizado con un ser gaseoso de color iridiscente. Era un ser del
espacio orbital, un extraterrestre, acaso uno de esos dioses malditos que
acechaban desde el infinito.

Nahum, uno de los personajes, agonizante, definiendo a ese ser, dirá:

"Nada... nada... el color... Quema... frío y húmedo, pero quema... vivía


en el pozo... yo lo vi... una especie de humo..., como las flores la
última primavera..., el pozo brillaba por la noche... Thad, Merwin y
Zenas..., todo vive..., chupando la vida de todo... en esa piedra...,
debió venir en esa piedra..., invadió la zona... no sé lo que quiere...,
la cosa redonda que los de la universidad extrajeron de la piedra... la
machacaron..., era del mismo color..., igual como las flores y plantas...
debía haber más... semillas..., semillas atacaron a Zenas... era un
muchacho fuerte, lleno de vida... te debilita la mente y después te
lleva..., te abraza... en el agua del pozo... Zenas no volverá jamás del
pozo... no puede escaparse..., te absorbe (...)".

Casi al terminar, dirá Lovecraft:

"Sólo era un color procedente del espacio, un temible mensajero de


deformes reinos infinitos más allá de toda la naturaleza que conocemos;
de reinos cuya mera existencia aturde el cerebro y nos entumece con los
negros abismos extracósmicos que revela ante nuestros desorbitados ojos".

La ciudad de R'lyeh

La ciclópea morada de Cthulhu, imponente construcción de terroríficos


bloques de piedra, sumergidos en los abismos del mar, preocupó a los
amigos de Lovecraft. Inducidos por esta mitología, trataron de
describirla a través de lo que pensaba su mismo creador.

De todos ellos,el más entrañable y continuador de su obra, fue August


Derleth, a quien Lovecraft. llamaba el conde d'Erlette. Continuó los
mitos en distintas obras, en algunas de las cuales se
identificóplenamente con el estilo de su creador. Esto puede verse en su
novela The Trail of Cthulhu (1962), en la que el protagonista tratará de
llegar a la ciudad sumergida de R'lyeh. El tema le sirve a Derleth para
aclarar algunos aspectos que el mismo Lovecraft no pudo desarrollar.

La obra consigna la existencia de ciertos textos, uno de los cuales, el


Texto de R'lyeh, nos revela que el Gran Cthulhu se alzará desde R'lyeh, y
que Hastur el Inefable regresará de la estrella oscura que está en las
Híadas, cerca de Aldebarán. También deja en claro que NyarIathotep
aullará siempre en la oscuridad, y Suh-Niggurat seguirá engendrando sus
mil crías.

Después (par. 1II), cuando el protagonista vislumbra la ubicación de


R'lyeh y se le habla de Machu Picchu y Ollantaytambo, la ciudadela de
Ollantay, el rebelde que se enamora de la Ñusta, DerIeth vuelve a invocar
los dioses de esta cosmogonía. Es el instante en que el protagonista lee
el Manuscrito de Sussex, los Fragmentos de Celeano y los Cultes des
Goules del Comte d'Erlette. Estos libros estaban referidos a los dioses
arquetípicos y al exilio que por obra de ellos debieron padecer los
antiguos (o primordiales, como repite Derleth) cuando se hallaban en
Betelgeuse.

Estos últimos son las deidades que están al acecho para retomar la
Tierra, acabar con los dioses del bien y esclavizar y destruir
definitivamente a los humanos.

Arquetípicos y primigenios

Los dioses Arquetípicos concebidos por Lovecraft integran las fuerzas del
bien. Son los protectores del universo, el equilibrio entre el azar y las
leyes de la naturaleza. De estos dioses sólo se menciona a Nodens, Señor
del Gran Abismo. Todos ellos se refugiaban en la constelación de Orión,
especialmente en Betelgeuse. Odiaban las contiendas cósmicas. Sólo
intervenían excepcionalmente en ellas cuando el poder de las tinieblas se
erigía en fuerza destructora.

Los dioses primordiales, en cambio, eran las fuerzas del mal que en
tiempos lejanos se rebelaron contra los arquetípicos. Desterrados y
agazapados en los abismos, esperaban la oportunidad para una nueva
rebelión, en la que los dioses del bien y los humanos debían ser
aniquilados. Los mitos de esta doctrina pueden estudiarse, especialmente,
en La llamada de Cthulhu, El ceremonial, El horror de Dunwich, La Ciudad
Sin Nombre, La sombra sobre lnnsmouth, La sombra fuera del espacio, El
morador de las tinieblas y El que susurra en la oscuridad.

Esta cosmogonía fue ampliada por los amigos y seguidores de Lovecraft. Le


siguieron Frank Belknap Long con The hounds of tindalos y The horror from
the hills, Roben Bloch con The shambler from the stars y The opener of
the way, y Clark Ashton Smith con Out space and time.

Tampoco debemos olvidar a Henry Kuttner, Robert E. Howard (The Black


Stone) y J. Ramsey Campbell. Todos ellos, siguiendo las ideas de
Lovecraft, incorporaron nuevos dioses y nuevos episodios.

Arquetípicos Y primordiales, las deidades de una nueva mitología,


irradiaron desde Rhode Island un fulgor que aún destel1a en la
literatura. Un mundo Fantástico y fascinante que llena todo un vasto
período, a pesar del juicio negativo de ciertos críticos encumbrados que
vieron en el estilo de Lovecraft un exasperado adjetivismo. Siempre hay
un Roberto Arlt en las letras que no se impone por su escritura sino por
el genio de sus ideas.

Los dioses del bien y del mal

De todo el círculo de amigos de Lovecraft, fue Derleth, como ya sabemos,


quien más profundizó en esta mitología. Dejó constancia de quiénes eran
los dioses del mal y quiénes representaban el bien. En The Seal of R'lyeh
(1961) los enumera y los analiza con algunas variantes:

"Entre estos primordiales se contaban: el Gran Cthulhu, morador de las


aguas; Hastur, que dormía en el Lago Hali, en las Híadas; Yog-Sothot, que
es Todo-en-lo-Uno y Uno-en-el-Todo; Ithaqua, El Que Camina Sobre El
Viento; Loigor, El Que Pisa Las Estrellas; Cthugha, que habita en el
fuego; el Gran Azathoth. Todos habían sido vencidos y expulsados al
espacio exterior, donde esperarían el día remoto en que con la ayuda de
sus seguidores podrían rebelarse para derrotar a los humanos y someter a
los dioses Arquetípicos".

En esta enumeración menciona a sus esbirros: los Profundos que vivían en


los mares y en las zonas acuáticas de la superficie terrestre. Y al lado
de el1os, los Dhols, el Abominable Hombre de las Nieves, que habita el
Tíbet y la oculta Meseta de Leng, los Shantaks, que huyeron de Kadath por
orden de Wendigo, El Que Camina Sobre el Viento y pariente de Ithaqua.

Realizada la enumeración, expresa:

"Los primigenios y los dioses arquetípicos -que según advertí eran lo


mismo- representaban el bien original. Los primordiales, en cambio,
representaban el mal.

"Los primordiales no sólo combatían a los dioses arquetípicos, sino que


al mismo tiempo luchaban entre ellos en un esfuerzo supremo por la
dominación final. Eran, en definitiva, representaciones de las fuerzas
elementales, y cada uno correspondía a un elemento."

Es decir, Cthulhu, al agua. Cthugha, al fuego. Ithaqua, al aire. Hastur,


al espacio sideral.

Algunos estaban vinculados con las fuerzas de la naturaleza, como Shub-


Niggurath, mensajera de los dioses, que se hallaba ligada con la
fertilidad. Yog-Sothot, con el Continuum tiempo-espacio. Azathoth, con el
principio del mal.

Nos explica Derleth, asimismo, que los dioses arquetípicos constituyeron


con el tiempo la Trinidad judeocristiana. Los primordiales, a su vez,
pasaron a ser Satanás, Belcebú, Mefistófeles y Azrael. Para Derleth los
mitos de Cthulhu habrían sobrevivido en otras civilizaciones, como la
incaica y la maya. O acaso en los ídolos de la Isla de Pascua.

EL NECROMICÓN DE ALHAZRED

El horror en Dunwich

Al lado de los mitos de Cthulhu está el Necromicón de Abdul Alhazred,


libro maldito, de magia negra, para servir al culto diabólico y al
contacto con los Primigenios, esos dioses del mal que aun conspiran desde
las tinieblas.

Los poseedores de ese libro, según Lovecraft, podrán modificar el curso


de la historia. Su posesión, sin embargo, incluye un riesgo de
autodestrucción, porque desatadas las fuerzas demoníacas es difícil
controlarlas. Llevan en sí el impulso de una maldición que debe recaer en
todos aquellos que han osado desentrañar las misteriosas leyes
sobrenaturales.

En El horror en Dunwich Lovecraft nos revela las consecuencias que viven


sus protagonistas por el deseo de poseer el libro y sus fórmulas
malditas. El horror en Dunwich es, por lo tanto, una de sus obras
fundamentales, en la que el horror, más allá del reiterado adjetivismo
del autor, crea un clima realmente alucinante.

El argumento está referido a Wilbur Whateley, cuyo padre, el brujo


Whateley tiene un ejemplar del Necronomicón. Wilbur es hijo de Lavinia,
hija a su vez del viejo brujo. Es una mujer albina, de anatomía
monstruosa, que no puede precisar quién fue el padre de Wilbur. Este,
además, es un ser extraño. Alos 10 años ya tenía la estatura de un hombre
con toda su experiencia.

Poseedor de la versión inglesa del Necronomicón que perteneció al brujo


Whateley, se presenta en la Universidad de Miskatonic para cotejarla con
la traducción latina de Olaus Wormius, impresa en España, en el siglo
XVII.

Wilbur busca, expresa Lovecraft, una especie de conjuro fórmula mágica


"que contuviese el espantoso nombre deYog-Sothoth". No da, en cambio, la
razón de esta búsqueda, cuyos fines se reserva para no espantar a los
funcionarios de la Universidad, representados en ese momento por el
doctor Armitage.

La versión latina contiene "estremecedoras amenazas contra la paz y el


bienestar del mundo". Transcribo algunos párrafos:

"Tampoco debe pensarse que el hombre es el más antiguo o el último de los


dueños de la Tierra, ni que semejante conjunción de cuerpo y alma
transite sola por el universo. Los ancianos existían, los ancianos
existen y los ancianos existirán. No en los espacios conocidos, sino
entre ellos. Se pasean serenos y primigenios en esencia, carentes de
dimensión e invisibles a nuestra vista. Yog-Sothoth conoce la entrada.
Yog-Sothoth es la entrada. Yog-Sothoth es la llave y el guardián de la
entrada. Pasado, presente y futuro, todo es uno en Yog-Sothoth. El sabe
por dónde entraron los ancianos en el pasado y por dónde repetirán el
hecho cuando la ocasión le sea propicia."

El texto, describiendo a Yog-Sothoth, prosigue:

"El sabe qué regiones del planeta hallaron, dónde continúan esta labor y
por qué nadie puede verlos. Los hombres advierten a veces su presencia
sólo por el olor que despiden, pero ningún ser humano puede contemplar Su
semblante, salvo únicamente a través de las facciones de los hombres
engendrados por Ellos, y son de las más diversas especies, difiriendo en
apariencia desde la mismísima imagen del hombre hasta esas figuras
invisibles o sin sustancia que son Ellos mismos (u.). Doblegan bosques
enteros y aplastan ciudades, pero jamás bosque o ciudad alguna ha visto
la mano destructora. (...) El gran Cthulhu es Su primo, pero sólo
difusamente puede reconocerlos. ¡la! ¡Shub-Niggurath! por su insano olor
los conoceréis (...).Yog-Sothoth es la llave que abre la puerta por donde
las esferas se encuentran. El hombre rige ahora donde antes lo hacían
Ellos, pero pronto regirán Ellos donde ahora rige el hombre (...).
Aguardan pacientes y confiados, pues saben que volverán a reinar sobre la
Tierra". (El subrayado nos pertenece).

No satisfecho con el cotejo, Wilbur vuelve a la Universidad para robar el


libro. El perro guardián lo ataca. Es el instante en que, desgarradas las
vestiduras de Wilbur, observan que éste es mitad hombre y mitad monstruo.
Tiene cabeza y manos de ser humano, pero el rostro carece de mentón.

De la cintura para abajo, en cambio, está cubierto de un áspero pelaje


negro, y del abdomen sobresalen largos tentáculos cubiertos de ventosas
rojas "que hacían las veces de bocas". En las caderas ostenta sendos ojos
rudimentarios. Y a todo esto se le sumaba una trompa o tentáculo que
emerge del lugar en que debe estar el rabo, y unas piernas semejantes a
las extremidades de los antiguos saurios.

Wilbur, agonizante, pronuncia un conjuro del Necronomicón:

"N'gai, n'gha'ghas, bugg-shoggog, y'hah; Yog-Sothoth, Yog-Sothoth..."

Entretanto sus ojos negros se hunden hasta desaparecer en sus cuencas.


Después se convierte en una masa blancuzca y viscosa mientras desaparece
la fetidez que precedió su persona.

Así fue la muerte de Wilbur Whateley, un monstruo del mal, engendrado por
los Primigenios.

El "Al-Azif"

Para darle título en árabe al Necronomicón, Lovecraft empleó la expresión


Al Azit-Azit que en este idioma es una onomatopeya en relación con el
zumbido de los insectos y el aullido de los demonios. Expresó que su
autor, Abdul Alhazred, era un poeta loco de Sanáa, en el Yemen. Vivió en
el siglo VII, cuando gobernaban los califas Mniadas. Estuvo en Babilonia
y Menfis estudiando los secretos de la naturaleza, y se recluyó durante
10 años en el desierto de Roba el Khaliyeh o Espacio Vacío de los
antiguos, también llamado Desierto Rojo por estar habitado por los dioses
del mal.

Abdul Alhazred, dedicado a la magia negra y devoto de los terribles Yog-


Sothoth y Cthulhu, escribió en Damasco el Al Azit o Necronomicón, según
la versión griega. Su muerte se remonta al año 738 a. de J.C. Fue
devorado a la vista de todos por uno de esos monstruos invisibles a los
que era afecto Lovecraft, quien cita en su apoyo a Ebón Khallikan, un
biógrafo del siglo XII.

Por las afirmaciones de su biógrafo se sabe que Abdul Alhazred estuvo


también en Yrem, la enigmática Ciudad de las Columnas donde se ocultaban
los dioses del mal. Fue célebre y temido por sus poderes porque el Al
Azif contenía las fórmulas mágicas para invocar a los dioses malditos y
desatar una destrucción en cadena.

Lovecraft (lo repiten Derleth y el círculo de sus continuadores) dice que


el Al kit fue traducido al griego en el año 950 por Theodoro Phileto de
Constantinopla. A partir de esa traducción se le conoce por Necronomicón.
Y fue tan grande su influencia negativa, que un siglo después el
patriarca Miguel ordenó quemarlo públicamente.
Escribe Derleth: "Luego no se escuchó hablar más de él, salvo en secreto,
hasta que en 1228 Olaus Wormius hizo una traducción latina que fue
impresa doce veces: una en el siglo XV, en caracteres góticos
(evidentemente en Alemania) y una segunda en el siglo XVII, probablemente
en España; esas dos ediciones no llevan ninguna indicación que permita
situarlas; la fecha y el lugar de publicación sólo pueden ser
determinados por el examen de la tipografía. La obra, tanto en latín como
en griego, fue prohibida por el Papa Gregorio IX en 1232, es decir, poco
después de su traducción latina, lo cual atrajo más la atención sobre
ella".

El original árabe, agrega Derleth, se perdió en la época de Wormius.


Incluso un ejemplar hallado en San Francisco de California, fue destruido
por el fuego. "No se halló rastro de la versión impresa en Italia entre
1500 y 1550 desde el incendio de la biblioteca de un habitante de Salem
en 1629".

Sin embargo pueden hallarse textos en latín, a tal punto que uno del
siglo XV se halla reservado en el Museo Británico, "mientras que el otro
del siglo XVII se encuentra en la Biblioteca Widener de Harvard y en la
Biblioteca de la Universidad de Miskatonic, en Arkansas. Igualmente hay
uno en la Biblioteca de la Universidad de Buenos Aires".

Las conjeturas son infinitas. El mismo Lovecraft, trazando su cronología,


dice en definitiva:

1. El Al Azif fue escrito en Damasco por Abdul Alhazred, en el año 730 a.


de J. C.

2. Fue traducido al griego por Theodoro Phileto (950 a. de J. C.) con el


título de Necronomicón.

3. El texto griego (la versión árabe está perdida) fue quemado por orden
del patriarca Miguel, en 1050.

4. Olaus Wormius, en 1228, tradujo al latín el texto griego.

5. Ediciones griegas y latinas fueron destruidas por orden de Gregorio


IV, en 1232.

6. Edición de caracteres góticos -Alemania-. ¿En 1400?

7. El texto griego fue impreso en Italia (1500-1550).

8. Traducción española del texto latino (¿1600?).

A partir de todo esto los lectores de Lovecraft comenzaron a urdir el


texto del Necronomicón. No aceptaron su inexistencia. Aparecieron los
mistificadores y fue ofrecido, a grandes precios, en distintos catálogos
de importantes librerías. Philipo Duchesnes, por ejemplo, lo incluyó en
su catálogo en la cantidad de 900 dólares. La revista Antiquarian
Bookman, de 1962, daba una detallada descripción del Necronomicón:
"Alhazred Abdul. El Necronomicón. España 1647. Encuadernación en alisado
y algunas manchas (...) Numerosos grabados pequeños en madera de símbolos
y signos místicos. Parece ser un tratado en latín de magia ritual
(...)Proviene de la biblioteca de la Universidad de Miskatonic."
A esta superchería sigue otra referida a la aparición del libro maldito
en el catálogo de la biblioteca de la Universidad de California. La
ficha, escribe Derleth, fue introducida por "bromistas pertenecientes a
los medios estudiantiles".

He aquí la ficha:

"BL. 430 a 47 Alhazred, Abdul, ca. X. 738 Casilla B. NECRONOMICON (Al


Azif de Abdul Alhazred. Traducido del griego por Olaus Wormius (Olao
Worm). XIII, 760 páginas, grabados en madera, tablas 5 m. Fol (62 cm).
Toledo 1947."

De Derleth también es la noticia referida a un artículo del número de


setiembre de 1953 de la revista Sir, escrito por Arthur Scott con el
título de Curiosas utilizaciones de la piel humana, en el que nos habla
del Necronomicón, una colección de fórmulas mágicas para invocar a los
demonios y otras fuerzas diabólicas, realizado íntegramente con piel
humana extraída de personas que fueron muertas mediante la brujería.

Derleth y la lámpara.

August Derleth, al continuar la creación de los mitos de Cthulhu,


describió la lámpara del temible y enloquecido Abdul Alhazred en uno de
sus relatos: The Lamp of Alhazred (1957), escrito en colaboración o con
fragmentos del mismo Lovecraft. De tal relato hablaremos en seguida. Pero
antes vamos a transcribir, de uno de sus trabajos sobre Lovecraft, el
resumen que hace de los mitos de Cthulhu. Es muy ilustrativo en cuanto a
ciertas significaciones que han escapado a sus exégetas.

He aquí el texto:

"Los primeros que vinieron fueron los grandes antiguos, esos cuerpós de
18 pies de alto que terminaban con una estrella en la cabeza. Llegados
del fondo del cosmos, volando a través del éter con sus alas membranosas,
sus organismos tienen más de vegetal que de animal. Sin embargo fueron
grandes constructores de ciudades. Luego de chocar con otras razas,
fueron rechazados hacia el Antártico, donde algunos quizá vegetan todavía
en cavernas cavadas bajo el hielo.

"Los extraños llegados de Yuggoth, el último planeta del sistema solar,


tienen una estructura semejante, pero un aspecto de crustáceo o de
insecto. Ellos son los que cuchichean en las tinieblas, zumban, espían en
las colinas boscosas del Miskatonic; ellos también, sin duda, son los Mi-
Go que frecuentan las soledades del Himalaya.

"Esas razas casi no prestan atención a los hombres y sólo intervienen


cuando éstos intentan poner en peligro su seguridad. A pesar de su
apariencia y de su naturaleza, a la humanidad le sería posible vivir en
buenos términos con ellos.

"No ocurre lo mismo con los seres que gravitan alrededor de Cthulhu.
Aunque dormidos en la ciudad hundida de R'lyeh, continúan influyendo
sobre los hombres. Para que se conserve la chispa de vida que los habita,
es necesario que los hombres continúen celebrando su culto. Culto
orgiástico y bajamente obsceno, como todo lo que gravita alrededor de su
personalidad. Ellos son parientes de seres acuáticos, semipesados,
semibatracios, cuya ciudad está construida en el fondo del Pacífico. Han
logrado hacer pie en tierra firme, poblar la pequeña ciudad de Innsmouth
con una población bastarda y horrorosa que celebra su culto en los
templos de la Orden Esotérica de Dagón".

El relato de La lámpara de Alhazred es una biografía moral de Lovecraft,


quien aparece con el nombre de Ward Phillips. Su abuelo Whipple le
obsequia la lámpara mágica, que va acompañada de una carta. En ella le
informa que provenía de una tumba de Arabia que se remontaba al origen de
la historia. Había pertenecido a "un árabe medio loco" llamado Abdul
Alhazred. Obra de la fabulosa tribu de Ad, sigue diciendo la carta, había
sido hallada en la ciudad oculta de Yrem, edificada por Shedad. Esta Yrem
no es otra que la Ciudad de las Columnas, también conocida como la Ciudad
Sin Nombre.

La carta termina afirmando que la lámpara es la fuente del éxtasis o del


terror.

Parecía como cincelada en oro, y estaba decorada con extraños dibujos


mezclados con letras, en una especie de enigmáticas pictografías. Para
encenderla era imprescindible el aceite.

En la primera noche, al darle luz, Phillips cree ver los lugares


transitados por Abdul Alhazred. En la segunda noche ve un pueblo que
llama Arkham, y un río al que le adjudica la denominación de Miskatonic.

También puede ver la ciudad de Innsmouth y el Arrecife del Diablo. Y a


continuación el abismo acuático de R'lyeh donde duerme Cthulhu. y tras
otras visiones, en ese instante, vislumbra la Tierra del Ensueño, esa
tierra en la que suele caer cuando el cansancio derrota sus párpados.

Dieciséis años después, cuando enciende nuevamente la lámpara, Ward


Phillips ve su infancia y su juventud. Caminará hacia ese pasado por las
orillas del Seekonk, el río donde soñó muchas veces cuando el mundo era
joven y estaba lleno de fervor.
Luego, Ward Phillips desaparecerá. Se irá del mundo sin que nadie lo
advierta. La lámpara quedará arrumbada como un trasto inútil. Nadie la
reclamará y a nadie le interesará. Será un objeto más entre el olvido y
el basural dictado por la ausencia.

Sólo su creador conocía el secreto que le daba vida, acaso el amor de la


escritura que encendía su llama.

El otro Necronomicón

Tengo un ejemplar del Necronomicón compilado por un tal Simón y publicado


por Edaf en Madrid, en 1992. Es la traducción de un original en inglés:
The Necronomicón, según indicaciones del editor. La traducción castellana
estuvo a cargo de Elías Sarhan, está dedicada al "poeta" Aleister
Crowley, en el centésimo aniversario de su nacimiento (1875-1975). Esta
dedicatoria termina con la siguiente frase: Ad Meiorum Cthulhi Gloriam.

Para crear un clima de misterio y veracidad acerca de esta segunda


edición del libro maldito, el Prefacio consigna que "un individuo
exótico, llamado Simón", se presenta en la casa de L. K Barnes con
"material adicional sobre el Necronomicón que demostraba su
autenticidad". Está presente James Wasserman, "tercer miembro de la Impía
Trinidad", quien, a pesar de morir, "ha sido capaz, con la ayuda de la
Piedra de los Sabios", de continuar sus negocios como si estuviera vivo.

Ya en posesión del manuscrito, Bames y Wasserman, Incluido el mismo


Simón, se dedican a imprimir el Necronomicón.

A partir de ese instante se produce una serie de hechos malditos. Jim


Wasserman, quien tenía a su cargo el diseño y producción del libro, fue
sujeto pasivo de un poltergeist: la puerta de una habitación que por
"ciertos propósitos asquerosos debía estar cerrada", se abrió
repentinamente. Después, los tipógrafos fueron invadidos por las ratas.
Un ídolo indio ("hindú") sirvió para combatir la plaga.

Simón, el compilador, vive vigilado por los Grandes Antiguos, temiendo


siempre por su vida. L. K Bames, en cambio, es receptáculo permanente de
señales y mensajes de inteligencias extraterrestres, y es molestado por
"eventos numerológicos" con predominio del 13,el 333, el 555 y e1 666.

Se crea un supuesto clima diabólico para atrapar a los lectores y


demostrar la maldición que pende sobre el Necronomicón.

En el apéndice de esta edición se afirma que Lovecraft conocía el libro


maldito a través de The Book of the Secret Names, un texto oriental sobre
los Antiguos, traducido por John Dee. Este texto habría pertenecido a
Winfield Lovecraft, padre del escritor.

Transcribo el párrafo correspondiente:

"El primer ataque de Winfield data de cuando el pequeño Lovecraft tenía


tres años, y, entre las frecuentes entradas y salidas de su padre en los
psiquiátricos, pudo saber una estrecha relación entre ambos. Colin Wilson
mantiene la teoría, enunciada por el doctor Carl Tausk, del Instituto de
Viena, de que Winfield Lovecraft pertenecía a una logia masónica de
Boston (...) Así, pudo haber guardado en su casa ciertas obras de
contenido mágico, entre las que se podría encontrar The Book of the
Secret Names, la traducción inglesa de John Dee sobre un texto oriental
que trataría una historia de los Antiguos".

Luego, en apoyo a esta tesis, expresa:

"El doctor Hinterstoisser va más allá al considerar que el propio


Necronomicón es una compilación de material mágico de Babilonia, Persia,
Acadia e Israel, reunido por Alkindi (Ya'kûb ibn Ishak ibn Sabbah
Alkindi) en el siglo IX de nuestra era. The book of the secret names
sería una pequeña parte de dicha compilación, derivada, a su vez, nada
más y nada menos, de las tablas de Asurbanipal.Entonces tendríamos al
joven Lovecraft encontrando el Necronomicón en su propia casa a la muerte
de su padre. No hay datos en su voluminosa correspondencia, ni en los
testimonios de amigos o conocidos que aval en estos hechos, pero como
estamos en un terreno profundamente oculto y secreto, todo puede ser
posible."

El manuscrito original del Necronomicón que comentamos, no es del editor,


dice el libro. Por esta razón "es imposible verlo".

La edición contiene una cantidad. de encantamientos contra el mal,


tomados en parte del texto Maklu, traducido al alemán: Die Assyrische
Beschworungsserie Maclu nach dem originalen in British Museum
Herausgegeben, Acta Societatis Scientiarum Fennicae, tomm. XX, no. 6,
Helsingforsiae mdcccxcv.

Maklu o maqlu significaría ardor, palabra ésta que alude al muñeco que se
quema en el conjuro, en representación de la bruja o del hechicero que
debe eliminarse. Uno de ellos comienza con estos versos:

Alsi ku mushi ilani mushiti


Itti Kunu alsi mushitum kallatum kuttumtum
Alsi baritum qablitum u rnamaritum

En todos los casos el ritual debe estar precedido de las defensas


correspondientes, entre ellas el cerno o círculo mágico.

Los dioses de las estrellas son siete y tienen su número sinbólico.Ninib,


llamado Adar, el Señor de los Cazadores y la Fuerza, es el dios Saturno.
Es de la estirpe de los Zonei, deidades benéficas que combaten a los
terribles Igigi. Shammash es el dios del Sol, y el número de éste es el
20. Todos los dioses de siete estrellas pertenecen a la legión de los
Zonei.

El libro contiene el testimonio de Abdul Alhazred, quien denomina como


Libro de los Muertos o Libro de la Tierra al diabólico Necronomicón que
él escribió "arriesgando la vida de forma exacta a como los recibí en los
planos de los IGIGI, los crueles espíritus celestiales que existen más
allá de los Peregrinos de los Yermos."

El testimonio sigue con estas referencias:

"Que todos aquellos que lean este libro reciban la advertencia de que el
hábitat de los hombres es observado y vigilado por la Antigua Raza de
diosas y demonios que proceden de un tiempo anterior al tiempo, y que
buscan venganza por aquella batalla olvidada que tuvo lugar en alguna
parte del cosmos y desgarró los mundos en los días anteriores a la
creación del hombre, cuando los Dioses Mayores caminaban los Espacios,
cuando estaba la raza de MARDUK, tal como le conocen los caldeos, y ENKI,
nuestro amo, Señor de los Magos.

"Sabed, entonces, que yo he recorrido todas las zonas de los dioses, y


también los lugares de los Azonei, y que he descendido a apestosos sitios
de Muerte y Sed Eterna, que pueden alcanzarse a través del Pórtico de
GANZIR, construido en UR en los días anteriores a Babilonia.

"Sabed, también, que he hablado con todo tipo de espíritus y demonios,


cuyos nombres ya no se conocen en las sociedades del hombre, o que nunca
fueron conocidos, y los sellos de algunos están escritos aquí; sin
embargo, los de otros me los he de llevar conmigo cuando os deje. ¡Que
ANU tenga la misericordia de mi alma!"

Continúa enumerando los lugares por donde anduvo, tales como las
profundidades del mar en busca del Palacio de Nuestro Amo. En esas
andanzas atravesó el Pórtico de ARZIR, dejando atrás los prohibidos y
repugnantes reinos de los IGIGI. Luchó contra AZAGTHOT, el Mago Negro, y
se refugió en la Tierra invocando la protección de INANNA y su hermano
MARDUK, Señor del hacha de doble filo.
Cierto día, mientras estaba oculto, oyó que los sacerdotes entonaban un
extraño cántico:

¡lA! ¡lA! ¡Zl AZAG!


¡lA! ¡lA! ¡Zl AZKAK!
¡lA! ¡lA! ¡KUTULU Zl KUR!
¡lA!

Después se apuñalaron. Esos espíritus se alimentaban de sangre.

Abdul Alhazred fue familiarizándose con los demonios y monstruos de los


que tomaba nota en el Libro de la tierra negra. "Mi destino", dirá en el
testimonio, "ya no está escrito en las estrellas, porque he roto la
Alianza Caldea al buscar el poder sobre los Zonei". Termina con esta
invocación:

"¡Y que los dioses os concedan la muerte


Antes de que los Antiguos gobiernen
De nuevo la Tierra! ¡Knkammu! ¡Selah!

El libro, a pesar de cierta oscuridad, está hábilmente estructurado. El


genio de Lovecraft logró impulsar la necesidad de crear o inventar el
Necronomicón. Es lo que ha llevado a cabo el tal Simón, nombre que oculta
a su hacedor, quien al libro del ficticio Abdul Alhazred le asigna la
denominación de Libro de la Tierra Negra. Es un caso extraordinario de
apocrificidad.

La última hipótesis

En 1986 el arqueólogo norteamericano Joseph Walters expresó haber


descubierto en la ciudad de Kalat, en Pakistán, exactamente en las ruinas
de Mohengo-Daro, la Ciudad de los Muertos, varios pergaminos del siglo
II. Se trataba de un Necro-nomikós, Libro o Reglamento de los muertos,
que contenía un poema épico en 1020 versos irregulares escritos en koiné,
el griego clásico. El poema pertenecía a la cultura gandhara de la India,
en la que confluía la de los griegos alejandrinos, en cuya lengua quedó
redactado.

La obra, no traducida aún, carece de autor. No la escribió, entonces, ese


"árabe loco" de nombre Abdul Alhazred, que fue un invento de Lovecraft.
Tampoco fue una traducción del árabe al latín por el inexistente Olaus
Wormius, ni llevó por título el de Al Azit. Ni aun tiene por tema los
mitos de Cthulhu ni la ciudad sumergida de R'lyeh, en la que Cthulhu, el
dios anfibio se halla aletargado junto con Ithaqua, El que Camina en el
Viento.

No están mencionados los Primigenios como Nyarlathotep, Shub-Niggurath y


Yog-Sothoth que ya existían antes del hombre y lucharon contra los dioses
Arquetípicos, según leemos en The Call of Cthulhu (1926).

El poema nos habla de los hoi protoi, los Primordiales, que August
Derleth, en The Seal of R'lyeh (1961), refiriéndose a la mitología de
Chulhu, identifica con los dioses del mal. Este Necro-nomikós los
describe como seres horribles, sedientos de sangre y vengativos.

Walters, al dar cuenta del hallazgo en el Boston Annual Philological


Digest (Boston, 1987), transcribe los dos primeros versos:
Lego tó deinós khaos tu ontu proto khrónu
Tu deus athánatos hos einai kai uk einai

que nosotros traduciríamos así:

Canto al terrorlfico Caos de existencias anteriores


al tiempo
De los dioses inmortales que son o no fueron.

Se trata de los dioses que precedieron en el tiempo a todos los dioses


conocidos. Los dioses del Caos que impulsaron el mal y lo proyectaron
desde un tiempo sin edades, un tiempo sin tiempo del que se alimentarían
otros dioses del bien y del mal. La creación no existía. Era una fuerza
en potencia, próxima a estallar. Lo fáctico, una significación
desconocida. Sólo se movían los dioses en una materia increada.

El oscuro y anónimo autor de este Necronomicón o Neero-nomikós, conocía


la escatología y las costumbres gandharas de Kalat. Se hallaba impregnado
de sus violaciones necrofílicas y de la abominable patrofagia que se
practicaba entre ellos.

De ahí, por otra parte, los versos referidos a los satánicos hoi protoi,
que si bien son los Primordiales del poema, no son, en cambio, los
Primordiales de Lovecraft.

El autor de los mitos de Cthulhu falsea, sin lugar a dudas, el contenido


del Necronomicón que menciona, si es que realmente existió, si es que no
fue un invento suyo. Si el libro existió como afirma y es el que acaba de
descubrirse, sólo lo conocía de nombre, pero no por su lectura.

Para mayor confusión, Frank Belknap Long, en Howard Phillips Lovecraft:


Dreamer on the Nightside (1975), menciona un Necronomicón traducido por
John Dee. A su vez, Dante Gabriel Rosetti, en carta a William Blake,
refiriéndose al poeta William Butler Yeats, le dice (la cita es de M.
Burrell): Such obscure mysteries as fit for The Necronomicon-readers and
other books of dark science as well ("tales oscuros misterios comoson los
de los lectores del Necronomicón, del mismo modo que otros libros de
ciencias ocultas").

Si el Necronomicón existió realmente, Lovecraft, repetimos, sólo tenía


referencia de su título, pero no de su lenguaje y sus fórmulas, que
pretendidamene reproduce en más de uno de sus relatos. El lenguaje
gutural que intenta remedar, jamás existió.

En tal sentido fue un invento suyo, como fue un invento el dístico del
inexistente Abdul Alhazred transcripto dos veces en The Nameless City
(1921), la ciudad innominada y maldita de los horroríficos seres
reptiles:

No está muerto lo que yace eternamente.


y con el transcurso del tiempo hasta la Muerte
puede morir.

En el extraño poema del hallazgo se habla de la violencia de un universo


increado. Se describen los elementos y las fuerzas incontroladas de la
naturaleza cuando ésta aún era el caos y el impulso imprevisible. Aun
así, estos elementos no guardan relación con la representación de los que
Lovecraft adjudica a sus dioses:

Cthulhu, el agua.
Cthugha, el fuego.
Ithaqua, el aire.
Hastur, el espacio sideral

La tierra se consideraba un compuesto de aire y fuego. Un elemento que


provenía del encuentro azaroso de dos elementos aparentemente adversos.
El espacio sideral, en cambio, si bien existía con anterioridad al
hombre, no estaba definido en el origen del tiempo.

El caos del poema parece contener todos los elementos que formarán el
mundo. El caos lovecraftiano es una masa informe, donde nada existe como
objeto definido. Es imprescindible la voluntad de los dioses para
transmutar el caos en un universo determinista y codificado.

Este descubrimiento del Necro-nomikós ha enfervorizado a los fans de


Lovecraft en cuanto deja entrever que el libro citado por el narrador de
Providence pudo existir. El triunfo, sin embargo, no es terminante. Falta
su traducción total para dar un juicio que no deje fisuras apresuradas ni
exageraciones en la exégesis. De esta traducción dependerá el análisis de
los mitos de Cthulhu.

Pensamos, además, que si este Necro-nomikós es el Necronomicón de


Lovecraft, la falta de dioses coincidentes y su parnaso diabólico
invalidarían la obra atribuida al árabe Abdul Alhazred, escrita en un
lenguaje gutural que ni su creador puede explicar. Tolkien se hubiera
puesto en guardia ante un idioma sin puntos de contacto con la
inteligencia o el entendimiento.

Aún así, sólo podemos repetir: Ai posteri l'ardua sentenza.

Adenda
Un Necronomicón ilustrado

Quisiera señalar, finalmente, que hace unos años hallé en la revista


Hustler (Los Angeles, California, mayo, 1980), un comentario a cierto
Necronomicón ilustrado por H. R. Giger. El texto también es de Giger y
está referido a los personajes biomecánicos de Lovecraft. O como dice el
que realiza la reseña: mitad Humanos y mitad máquinas. Inmediatamente,
conseguí los dos tomos de que se compone esta obra del creador del
monstruoso Alien de la película El octavo pasajero.

Indudablemente es una interpretación del Necronomirón a partir de ciertas


referencias del mismo Lovecraft que pueden hallarse en sus relatos. En
las ilustraciones fantasmagóricas (y profundamente eróticas y perversas)
de Giger, nos hallamos con esos seres demoníacos que se muestran
parcialmente desnudos. Posiblemente, así lo hubiera preferido Lovecraft.

LIBROS APÓCRIFOS Y AUTÉNTICOS

Erudición e invención
Desde la Turba philosophorum del año 900, atribuida a Uthman ibn Suwaid
d'Akhmin, a la Dissertation sur les Apparitions des Anges, Démone et
Fantomes, et concernant les vampires de Hongrie, Bóheme, Moravie et
Silésie (1759), del reverendo Dom Augustin Calmet, Lovecraft conocía toda
la bib1iografía sobre los denominados "hechos sobrenaturales" que
preocuparon a sus contemporáneos. El escritor los mencionó en toda su
obra, y le agregó otros apócrifos de su invención o de su círculo de
amigos, para realzar el interés de sus narraciones. En este procedimiento
de la apocrificidad, sobre lo que habría ciertos precedentes, se anticipó
en muchos años a Jorge Luis Borges.

En un estudio importante de William Scott Home (Les "livres" de


Lovecraft) se enumeran las obras que darían la medida de su erudición.

Comienza con la Dissertation de Augustin Calmet, quien no creía en tales


apariciones, pero deja constancia de testimonios dignos de fe. Pasa luego
al De masticatione mortuorum in tumulis (1728), de Machel Raufft. En este
1ibro tras afirmar que ciertos cadáveres devoraban la mortaja y su propia
carne, se advertía que era imprescindible, para evitar estas
manifestaciones, el colocar un puñado de tierra bajo el mentón. O en
iguales circunstancias, una moneda o una piedra. Afirma Scott Home que
Raufft se refiere, en más de un momento, a otra obra del mismo título: De
masticationen mortuorum, de Philip Rehrius, publicada en 1679.

No falta la Image du monde (1245), de Gautier de Metz o Gossouin de Metz,


escrito en 6594 versos octosílabos rimados, de la que hay una redacción
en prosa, de 1248, con el título de La Mappemonde. El tema, afin a los
relatos de Lovecraft, está referido a seres monstruosos que devoran
hombres y animales. Incluye, entre otras materias, la etnología y la
astronomía.

De un siglo antes, en el XII, data el Leabhar Gabhala, escrito en


dialecto erse; y más conocido como Le Livre des envahisseurs (El libro de
los invasores), que trata de la fundación de Irlanda por los griegos.
Estos, bajo el mando de Partholan, escribe Scott Home, desembarcaron en
Kenmare Bay y fundaron Dublín en 1240 a. de J.C. Huellas de todo esto, y
especialmente Damascius de Alejandría (c. 480), se hallan en La ciudad
sin nombre. Los demonios y apariciones de muertes, que fueron temas de
Damascius, impactaron rápidamente en Lovecraft.

Borellus

En su novela El caso de Charles Dexter Ward, Lovecraft nos habla de


Borellus. Se trata, en realidad de Giovanni Alfonso Borelli, un médico,
astrónomo y fisico del siglo XVII. Fundó la istrofísica, curación por la
"medicina física", y escribió, en 1681, el De motu animalium. Entre sus
asuntos no está ausente el tópico de la palingenesia, resurrección de
animales, insectos y plantas, ya tratado por Augustin Calmet. El De motu
animalium explica los movimientos del cuerpo de los animales por las
reglas referidas a la rotación mecánica. Se anticipa en un siglo Tristán
Lefevre, en cuyo libro, De cordialis (1780), afirma que los músculos son
otras tantas palancas, las cuales pueden intercambiarse con éstas en "el
mundo del movimiento material".

Borelli también escribió el De motionibus naturalibus a gravitate


pendentibus (1670), referido al problema de la gravedad, que posiblemente
influyó en la teoría de la atracción universal de Newton.
El Libro de Toth

El Libro de Toth existió. Se remonta a 10.000 años de antigüedad, y fue


redactado por sacerdotes egipcios. Hay constancia de tal existencia en
algunos códices y en obras como el Corpus Hermeticus, compilado entre los
siglos I y III de nuestra era. Este Corpus, atribuido a Hermes o Hermes
Trimegisto, nombre griego de Toth, comprende a Poimandres, La llave y el
Asclepius. En este último hay una frase que reafirma la creencia en la
creación de dioses por los magos egipcios. El pensamiento de Lovecraft
coincide con esta especie de taumaturgia.

Dice el Asclepius:

"Aquellos que nos precedieron habían descubierto el arte de la creación.


Esculpieron estatuas, y en la imposibilidad de crear almas, invocaron
espíritus de ángeles y demonios, y los introdujeron en ellas valiéndose
del misterio sagrado, de modo que las estatuas, a imagen de los dioses,
recibieron el poder del bien y del mal."

En mis Historias de monstruos (1969), al referirme a Neferkeptáh,


consignaba una leyenda del siglo VI vinculada con el Libro de Toth. La
transcribo por su importancia en el tema de la muerte.

El deseo de la inmortalidad, decía entonces, (y también la primera


historia de ciencia ficción), está contenido en el papiro de Satni
Khamois (siglo III a. de J.C. Es el relato de la rebelión del egipcio
Neferkeptáh, escrito por un escriba de Tolomeo 11. Se trata de una
historia oscura, modificada en el siglo VI de nuestra era por dos
versiones sucesivas, la segunda de las cuales completa el esquema
primitivo de la leyenda.

Según esa segunda versión, Neferkeptáh, dormido un día a la orilla del


Nilo, fue visitado por una "altísima sombra" de formas imprecisas que le
dijo: "Sé lo que piensas, Neferkeptáh. Pero nunca dejarás de ser un
montón de carne corruptible y perecedera si no te apoderas de un libro
escrito por Toth en cuyas fórmulas mágicas hallarás la inmortalidad".

Neferkeptáh quiso responder. Su lengua era un signo muerto pegado al


paladar. Cuando despertó sudoroso, jadeante, como si hubiera sido
castigado, vio una segunda sombra que se alejaba hacia el norte por el
Nilo. "Esa visión quiere decir, pensó Neferkeptáh, que el Libro de Toth
se halla en los confines del mundo."

A partir de ese día equipó un barco para combatir el oleaje. Pero nadie
quiso embarcarse. Temían la maldición de los dioses porque la empresa
significaba un desafio al misterio de la vida y la muerte. Entonces
Neferkeptáh creó setenta muñecos, y los ubicó en el barco. Después,
invocando a la "altísima sombra", les infundió movimiento y los dotó de
habla. Fueron los primeros robots de la historia, porque esos muñecos se
movían mecánicamente y tenían una voz metálica y desagradable.

La magia de Neferkeptáh espantó a los egipcios. El barco, impulsado por


sus muñecos humanoides, se lanzó a la conquista de ese lugar secreto en
el que se ocultaba el libro mágico de Toth.
Cuando llegaron, Neferkeptáh se sintió más poderoso que los dioses. Sin
embargo, éstos, que habían observado la lucha demoníaca de aquél,
decretaron su muerte y lo borraron de todos los reinos de ultratumba.
Disolvieron su cuerpo y su espíritu como si nunca hubiese tenido origen.
El deseo de inmortalidad se convirtió en la nada absoluta. Neferkeptáh
fue, desde entonces, el símbolo prometeico de los que buscaron el secreto
de la materia para igualarse a los dioses.

En Lovecraft esta lucha es permanente. Antiguos y primigenios se disputan


el dominio del universo para entender sus poderes más allá de la vida y
la muerte. La magia hacedora de dioses, llevará al hombre a su
desintegración. El mal está en acecho y puede concretarse. Es una
maldición inscripta en los espacios siderales.

John Dee y el idioma enoquiano

Lovecraft tampoco es ajeno a la lengua enoquiana de John Dee, a quien


menciona en sus obras. Se enseñaba en la Order of the Golden Dawn in the
Outer, Orden del Alba Dorada en el Exterior, fundada en Londres, en 1889,
por Samuel Liddel Mathers, cuñado de Henri Bergson. Dedicada a las
ciencias ocultas, esta sociedad secreta contaba entre sus miembros a
escritores como Bram Stoker, Algernon Blackwood, Arthur Machen y Sax
Rohmer. Uno de sus jefes, Conel título de Imperatur, fue el poeta W. B.
Yeats. Jacques Bergier aporta uno de los textos enoquianos que aun se
conservan para obtener la invisibilidad, significación a la que adhería
Lovecraft y su grupo.

Dice el texto:

Ol sonuf vaorsag goho iad balt, lonsch calz vompho. Sobra Z-olror I ta
nazps.

Enunciada con toda precisión fonética esta fórmula lograba hacer


invisible a quien la pronunciaba. El sujeto quedaba oculto en una especie
de curva elipsoide. Bergier (Les Livres maudite, c. VII), declara que
nada tiene que objetar a este problema de la invisibilidad.

Ya que nos hemos referido a la Golden Dawn, debemos añadir que en un


Manifiesto de 1896, redactado por Mathers antes de la constitución
definitiva de la Orden, se afirmaba que el tercer nivel de esta sociedad
secreta, estaba constituido por seres sobrehumanos que poseen terribles
poderes y viven en la Tierra. Ni su ropaje ni su aspecto, sigue diciendo,
los distingue del hombre común, a no ser por la impresión de su vigor
trascendente.

Todo esto, según Mathers, estaba en relación con el elixir de larga vida
que ellos poseían. En las reuniones, al amparo del vulgo, que se
realizaban en lugares inaccesibles, estos sobrehumanos variaban su
indumentaria para vestir túnicas emblemáticas con las insignias de su
rango. Mathers asegura haberlos visto. El lenguaje enoquiano también
aparece en el Manuscrito Voynich, redactado, en realidad, por Roger Bacon
en el siglo XIII. John Dee, en 1588, se lo obsequió al emperador Rodolfo
II. Consignaba ciertos secretos del universo, entre los cuales hay
algunos que hoy se conocen como quasars. Son muchas las contradicciones
acerca del manuscrito, también llamado Libro de Salomón. John Dee, para
poder descifrarlo, lo hacía a través de un espejo negro. Una de sus
copias, considerada como sacrílega, fue quemada en 1350.
Las Estancias de Dzyan

Otro libro que fascina a Lovecraft fue el de las Estancias de Dzyan,


escrito en lengua senzar, tan insólita e indescifrable como la enoquiana.
Se discute su autenticidad y aun su existencia. Bergier afirma que hay
distintos fragmentos que le dan validez. Fye Louis Jacolliot,
investigador de la cultura india y estudioso de Chritsna, quien denominó
así a este libro en el siglo XIX.

Elena Petrovna Blavatsky (Madame Blavatsky) se enteró de esta obra en su


viaje a El Cairo. Un mago le habló de sus "páginas inmortales" y de los
poderes de la mente que podían adquirir se mediante sus fórmulas. Le dijo
que el original se hallaba en un monasterio del Tibet.

La Blavatsky, dotada de percepciones extrasensoriales, se interesó por el


libro, y al poco tiempo difundió la noticia de que ya lo tenía en su
poder.

En 1887, después de esa declaración, recibió infinidad de anónimos


amenazadores para que devolviera "esa obra sagrada y terrible". Y ya en
Londres, en una conferencia de prensa, atentaron contra su vida con
varios tiros de pistola. Se salvó milagrosamente y lo tradujo al inglés.

La versión fue publicada en 1915 por la Hermetic Publishing Company, de


San Diego, en los Estados Unidos. Llevaba un prólogo de A. S. Raleigh.
Madame Blavatsky, perseguida políticamente y por instituciones del
ocultismo, fue acusada de charlatanismo.

En la actualidad se pone en duda de que su traducción se haya hecho


realmente sobre el texto original, cuya antigüedad se remonta, para
algunos, al siglo X a. de J.C.

La Turba philosophorum

En cuanto a la Turba philosophorum (c. 900), ya mencionada, atribuida al


egipcio Uthmâsn ibn Suwaid c'Akhmin, autor, a su vez, de Les livres des
discussion et conferences des philosophes, conviene agregar que trata de
una reunión ficticia de filósofos de todas las épocas, que discuten, de
acuerdo con sus doctrinas, sobre la marcha y el estado de los
conocimientos en que se halla el mundo. Observan un peligroso
escepticismo y aportan fórmulas y soluciones para frenar el hundimiento
de la civilización y penetrar en los secretos del universo.

En sus páginas están Empédocles y Pitágoras, que creían en la


reencarnación y se brindaban como sujetos de seres reencarnados.
Empédocles, según afirmaba en su Poema, había sido, en otras vidas, pez,
pájaro y doncella.

También está Anaxágoras, para quien el hombre es la medida de todas las


cosas. Y aliado de él, Anaximandro y su concepto del infinito. No falta
nada, ni aun las ciencias. Se hallan las ideas sobre el planeta y el
esbozo de una teoría heliocéntrica: la Tierra giraría alrededor del sol,
y no a la inversa.

El libro fue traducido al latín en el siglo XIII. Después se imprimió en


1572, y fue de lectura indispensable en la época de los alquimistas.
Paracelso y Nostradamus lo frecuentaron en latín. El enigmático y
corrosivo Aleister Crowley lo rechazó como libro base de sus enseñanzas.
Indudablemente, la Turba Philosophorum no le dejaba espacio para su
erotismo mágico. Decía que era un juego simbólico para mentes en agraz.
Uthman hubiera sonreído ante esta afirmación. Sabía que su obra
representaba el aporte de la civilización griega a otra civilización ya
en declive.

El libro de los condenados

En 1919, editado por Boni and Liveright Inc, aparece en Nueva York The
book of the damned, de Charles Fort, un periodista de Albany, Nueva York,
nacido el 9 de agosto de 1874. Dedicado al estudio de la ciencia y a los
hechos insólitos que no tenían explicación, registró en él los sucesos
más extraños que conmovían a los hombres. Su meta fue la integración de
toda la realidad. O como él escribe:

"Yo soy un intermediarista. Nada es real, pero nada es tampoco irreal"

y luego:

"Todo lo que se denomina comúnmente existencia y que yo denomino


intermediaridad, es una cuasi-existencia, ni real ni irreal, sino
expresión de una tentativa encaminada hacia lo real, o hacia la
penetración de una existencia real". (El libro de los condenados, cap.
1).

Impresionados por los hechos insólitos consignados por Charles Fort,


quien registraba los fenómenos más inexplicables del acaecer cósmico,
Theodore Dreiser dijo de él que era "la mayor figura literaria desde
Edgar Allan Poe".

Lovecraft cayó bajo su égida. Nos basta leer el siguiente párrafo del
capítulo 12 para verificarlo:

"Antiguamente, mucho antes de que la posesión legal fuera establecida,


los habitantes de una multitud de universos aterrizaron en la Tierra y
saltaron, volaron, navegaron o derivaron, empujados, atraídos hacia
nuestras orillas, aisladamente o bien en grupos, visitándonos
ocasionalmente o periódicamente por razones de caza, de trueque o de
prospección, quizá también para llenar sus harenes. Instalaron aquí sus
colonias, se perdieron o debieron volver a marcharse. Seres civilizados o
primitivos, seres o cosas, formas blancas o amarillas". (El subrayado nos
pertenece).

O este otro:

"Pienso que pertenecemos a algo. Que en otros tiempos la Tierra era una
especie de tierra de nadie que otros mundos exploraron, colonizaron y se
disputaron entre sí".

No nos olvidemos, además, de Monstrator, ese mundo de gigantes en forma


de huso del que también nos hablaba. Ni de esa genesistrina de la que
habría surgido la vida en el planeta. Todo esto, la existencia de
extraterrestres que admite como cosa natural, las civilizaciones
extinguidas y la idea de Que la Tierra era una colonia creada por seres
espaciales, se halla, como ya lo habíamos dicho en el capítulo III, en la
obra de Fort.

Hay poca diferencia entre la cosmogonía de Charles Fort y la de H. P.


Lovecraft. El problema sólo reside en que aquél no nos habló de los
primigenios ni de los antiguos. No definió los seres arquetípicos que
vinieron de los espacios estelares. Pero, sí, dejó bien claro que seres o
viajeros de otros mundos, los extraterrestres, tomaron posesión del
planeta y luego se fueron. Combatieron entre sí por causas que se
ignoran, y aun están preparados para retomar este mundo.

Son dos ideas similares. La única diferencia es que, según Lovecraft, los
invasores podrían arrasar la Tierra y dominar al hombre. Charles Fort era
más optimista. Los antiguos viajeros del espacio regresarán un día para
ampliar y concretar el futuro de los humanos.

Los íncubos y el flogisto

El solitario de Providence también conoce la obra de George Ernst Stahl,


médico y filósofo alemán, autor de Zymothecnia fundamentalis seu
fermentationis theoria generalis (1697) (Zimotencia fundamental o teoría
general de la fermentación). Como químico dio impulso a la teoría del
flogisto, que Angel J. Capelletti (nn. a El hombre máquina, de La
Mettrie, Eudeba, 1963), define como materia sutil, imperceptible a los
sentidos. Es una fuerza motora del fuego, imposible de ser destruida.

Si existe el flogisto, ¿qué sucede con los íncubos? En El horror de Red


Hook (1925), Lovecraft cita al padre Martín Delrío, en cuyas
Disquisitionis magicas (1720), los demonios íncubos y súcubos existían.
¿Pero a qué se debía el hecho de que no dejaran descendencia? Esto no
tenía relación con el flogisto. Faltaba el fuego creador que no poseían
los demonios.

A Lovecraft le interesa el tema de la magia. Cita, por ejemplo, a Eliphas


Levy en El caso de Charles Dexter Ward. Es una idea recurrente en muchos
de sus relatos. Los dioses del mal que dominaban "la tierra, perdieron,
precisamente, sus poderes por dedicarse a la magia negra. Por eso, cuando
en alguna de sus obras debe enfrentar el tema de los demonios íncubos,
retrocede hacia esa etapa en que estos dioses de la perversidad no dejan
descendencia y se pierden a sí mismos a la espera del desquite.

Recordemos, asimismo, que Lovecraft describe en más de un caso esas


danzas rituales de la Nueva Inglaterra, en las que los indios y los
descendientes de los primeros colonos se mezclaban en frenéticas orgías
para invocar los poderes del más allá. Es un momento de la magia que
siempre lo preocupará.

Otros lenguajes

Cansado a veces de sus apoyaturas en la erudición, inventa directamente


el libro en que se base el argumento. Es un antiguo recurso literario que
los escritores ingleses practicaron hasta el cansancio. Uno de estos
libros es L'ere saurienne, de Bonfort, que se ocupa de la paleontología.
También lo menciona August Derleth. La obra es inexistente.

En el mismo se hallan las Merueilles de la science, de Morryster. La obra


aparece en El ceremonial y se la atribuye Lovecraft. Scott Home expresa
que fue citada por Ambrose Bierce, quien inserta un fragmento en su
historia de L'homme et le serpent, tomado de In the Midst of Life.

En ese fragmento se asegura que la serpiente tiene un ojo dotado de


propiedades magnéticas, "de suerte que aquél que cae bajo su influencia,
es atraído a despecho de su voluntad y perece miserablemente de su
mordedura".

Sea como fuere, verdaderos, apócrifos o inventados, la gran cultura de


Lovecraft está presente en su obra. Scott Home remarca el hecho de que en
Las ratas en las paredes se puntualizan palabras de la época
elizabethiana. Lovecraft conocía, por lo tanto, el anglo-sajón, algunas
de cuyas variantes pueden haber sido extraídas de manuscritos del siglo
XIV. El escritor las utiliza siempre en función de la trama y no como
mera referencia de cita erudita. Esto, de no estar advertido, puede
dificultar el análisis de algunos textos de Lovecraft.

Tampoco es ajeno al De Furtivus literarium notis (1563), de Giovanni


Battista della Porta, uno de los grandes libros de la criptografía.
Utiliza su Magia naturalis, un compendio sobre la alquimia y su relación
con las ciencias.

Apocrificidad y alienación

El juego de la apocrificidad es un recurso antiquísimo y válido en


literatura. Es algo así como arrojarse a las profundidades del mar para
extraer, como lo hizo Gilgamesh, la hierba de la vida. Una serpiente la
arrebatará. Seremos víctimas de un despojo porque otros utilizarán esa
hierba salvadora sin que podamos revelar su apocrificidad.

Stanislaw Lem, en A perfect vacuum (1971), ha observado este peligro, ya


practicado por Rabelais y Jorge Luis Borges. El escritor que crea un
apócrifo, afirma, se aliena, pierde su libertad. O como dice
literalmente: "Del autor debemos expresar, al menos, que se aliena a sí
mismo en la medida en que se somete al tema elegido". Yo diría que al
alienarse a sí mismo, deja de ser el dueño de su creación. Este es el
estigma de Lovecraft. Sus apócrifos fueron tomados por otros autores y
especialmente por sus amigos escritores. Incluso el Necronomicón halló
sus descubridores y editores. De mera creación apócrifa pasó a tener
existencia material, separada de su estado de pura invención. Lovecraft
se aliena, desaparece. El texto del libro maldito existe ya sin que él lo
haya elaborado. La imaginación se pierde en beneficio de una superchería
que excluye a su creador.

Si Lovecraft, resurrecto, dijera que tal o cual Necronomicón no existe,


nadie le creería. Lanzada la apocrificidad se pierde su autoría. El autor
se enajena. Queda del otro lado de su creación. Se convierte en un
outsider.

En A perfect vacuum hay un discurso del profesor Alfred Testa al recibir


el Premio Nobel por su investigación de la nueva cosmogonta. El texto,
escribe Stanislaw Lem, fue extraído del volumen conmemorativo From
Einsteinian to testan universe, publicado por J. Wiley and Sons. Su tesis
versaba sobre la matemática como fundamento de la estructura del
universo. La lectura del discurso por parte del lector de la obra ha
hecho creer en su autenticidad. De nada ha servido que en el primer
capítulo se diga que todos los libros estudiados en el volumen son meras
críticas a obras inexistentes. O en otros términos: que se trata de un
libro sobre sueños que jamás se cumplen.

Pese a tales advertencias, en el caso de Alfred Testa, Stanislaw Lem, al


no creérsele la apocrificidad, pierde su libertad creadora y queda al
margen. Se aliena. Los que repiten la apocrificidad facilitan una
existencia objetiva que puede eternizarse con el olvido de su creador.
Cuando nadie sepa quién fue Howard Phillips Lovecraft, recordarán que
existió un árabe loco llamado Abdul Alhazred que en el siglo VII escribió
el Necronomicón para alternar con los seres diabólicos que buscan la
destrucción de los humanos.

LA POESÍA

Ignorar las vanguardias

La poesía de Lovecraft, estrictamente narrativa, sin imágenes ni aun


metáforas a no ser por excepción, no está a la altura de sus narraciones.

Utiliza el soneto y los pareados georgianos. A veces, también por


excepción, se introduce en el verso blanco como en un poema Nathicana
(1927), incluido en La maldición de Sarnath, una antología de relatos de
Lovecraft y su grupo de amigos, preparada por Lin Carter en 1956. He aquí
unos versos:

Fue en el pálido jardín de Zais,


en los jardines neblinosos de Zais
donde florece el blanco nefalot,
fragante heraldo de la medianoche.
Allí dormitan los quietos lagos de cristal,
y los arroyos que fluyen de Kathos
donde habitan los plácidos espíritus del crepúsculo.

Mucho antes, en 1920, escribe Nyarlathotep,un poema en prosa originado en


un sueño, en el que Nyarlathotep, identificado con los últimos dioses de
la civilización, viene de Egipto pára relevar un mundo en el que las
virtudes están ausentes. A este poema le siguen dos más en prosa: Ex
oblivione (1921) y Qué trae la luna (1923).

En enero de 1920 aparece The tryout, un poema de amor A Filis, cuya


identidad no ha podido verificarse. Se conjeturaba que podía ser un amor
infantil de Lovecraft, o bien un amor de adolescente. Pero ya sabemos
cómo era éste: un ser reservado y enigmático, que pocas veces se
confesaba ante sus amigos cuando se trataba de hechos fundamentales.

Y en esto se parecía al abuelo, a quien siempre imitaba. Esta Filis, por


otra parte, debió provocar en él un impulso de impotencia o de
autocrítica, ya que en sus versos se reconoce como un poeta débil: "los
escasos laureles de esta débil pluma". El amor era más grande que su
poesía.

Sonia Greene trató de averiguar quién era Filis. Fue un problema de celos
que no logró resolver. No nos olvidemos que Lovecraft, con ella, era un
ser displicente, frígido, que sólo se amaba a sí mismo sin importarle su
estado matrimonial.
Por esa época existe ya una revolución en las letras y las artes. Los
autores tratan de concretar sus obras teniendo en cuenta los elementos
específicos que las caracterizan. En 1909 irrumpe en París el cubismo. El
suceso plástico deja de ser descriptivo para individualizar los
componentes de la imagen pictórica. Ese mismo año, predicando por el
dinamismo y las linee forze, aparece el futurismo en Italia.

En poesía se jerarquiza la imagen y el verso libre. Se decreta la muerte


de la metáfora y el descriptivismo. Las viejas estructuras se van
resquebrajando. El tradicionalismo pasa a segundo plano o es rechazado
por regresivo. Nada se salva de un pasado retórico y decadente. Quienes
afirman lo contrario son ridiculizados.

En 1916 estalla el simultaneísmo con el movimiento dadaísta. El arte,


dice uno de los manifiestos Dadá, es un producto para imbéciles. Los
valores de la época se resquebrajan. La 1era Gran Guerra lleva al
descrédito de la civilización en la que se creía falsamente.

En 1924 André Breton lanza el Primer Manifzesto del Surrealismo, en el


que proclama la necesidad de la escritura automática, imprescindible para
hallar el punto de convergencia entre el sueño y la realidad, ese punto
en el que se borran los límites de ambas instancias para concretar una
forma autónoma que es, precisamente, la surrealidad. Es la cuarta
dimensión, un continuum einsteiniano en el que el tiempo y el espacio
dejan de ser absolutos para convertirse en una misma dimensión como en el
caso de la materia y la energía. Lo único que le faltó al surrealismo fue
una fórmula de la relatividad. Pero adherido a Freud, André Breton no
estaba en condiciones de alcanzar esta significación. Intuyó, sin
embargo, los nuevos caminos de la poesía y el arte.

Lovecraft ignora todo esto. Está ausente del vanguardismo y su deseo es


imitar y parecerse a Swinbume y Poe. Y en especial a los poetas del siglo
XVIII. Ataca a Whitman en el número 2 de Conservative (1915). Lo califica
de bête noire por haber difundido el verso libre o por tomar como tema la
cópula, esa acción que siempre lo tuvo como un moralista del pasado. Es
un ensayo con acíbar, en el que intercala un poema en el que dice:

Ved al gran Whitman, cuyo verso licencioso


deleita al libertino y conmueve las almas del cerdo.
Su calenturienta fantasía excluye la precaución razonable
para imitar sin gracia la inmundicia de Ovidio.

También ataca a T. S. Elliot en el número 13 del Conservative (julio de


1923). Trata de invalidar The waste land, calificándolo de incoherente.
De mera "colección de frases (,..) alusiones eruditas, citas, argot, y
recortes en general (...) sin sentido". Es su pasión por el pasado la que
habla en Lovecraft. Su pasión recalcitrante y rezagada, perdida en las
danzas alucinantes de su imbatible Nueva Inglaterra. Una resistencia a lo
nuevo, porque la palabra revolución lo aterroriza, no siendo para exaltar
la pureza de la sangre y la gérmanofilia.

El Ulises de Joyce

Se contiene, en cambio, ante el Ulises de James Joyce, a quien le admite


el mon61ogo interior de Molly Bloom, la técnica del flujo de conciencia.
Pero insiste en que sus formas "trascendían los límites del arte
verdadero". ¿Cuál era ese arte? Lovecraft no lo decía. Quedaba en claro
su reacción. Su repulsa a las nuevas estructuras que derribaban ese
tradicionalismo mal entendido que siempre defendió como una ley válida
para toda la eternidad. Su círculo de amigos padecían de los mismos
defectos. El vanguardismo incluía una revolución que rechazaban de plano
en nombre de antiguos dioses sumergidos que esperaban la ocasión de
retomar la Tierra para someter al hombre.

Cartómano impenitente (se calcula que escribió no menos de 100.000


cartas), no abandonó en la correspondencia su actitud adversa a las
nuevas tendencias. Cualquier superficie para expresarse le era grata en
este sentido. Pensaba que Joyce había malgastado su talento detrás de las
palabras, y no creía que esto pudiera fundamentar una grandeza. Leopoldo
Bloom, el protagonista del Ulises, le parecía una caricatura, el esbozo
de un hombre que se busca a sí mismo en una Dublín desdibujada. Lovecraft
era fiel a sus pasiones regresivas, un tradicionalista que no toleraba a
los rebeldes ni aun a los que se detenían un instante en meditar sobre el
futuro de las letras.

Admiraba a Chaplin, pero le criticaba la sordidez de sus historias


filmicas. Incluso, en alguno de sus apodos se hallaba esta repulsa. ¿Cómo
era posible que un actor que pretendía la universalidad fuera tan dado a
los bajos fondos y a las trampas? No cabía en Lovecraft el testimonio que
ambicionaba Chaplin sobre una época en la que el ser humano era un
marginal, un desclasado arrojado a los basurales de la ciudad.

A Farnsworth Wright, editor de Weird Tales, lo llamaba el sátrapa


Pharnabazus. A Robert Bloch, que lo admiraba, lo motejaba de BhoBlok. A
Clark Ashthon Smith, de Klarkash-Ton. Ya Robert E. Howard, el creador de
Conan y la edad hiperbórea, Bob Dos Pistolas. De esto ya hemos hablado,
pero conviene repetirlo para observar que los apodos incluyen una: cierta
reacción a la amistad que le brindaban sus amigos.

Sonetos de Yuggoth

Entre el 27 de diciembre de 1929 y e l4 de enero de 1930, en 8 días


escasos, Lovecraft escribe 36 sonetos con el título de Fungi from
Yuggoth. Están referidos a sus temas, y algunos son autobiográficos, como
el de La ventana (soneto XVI). O bien recuerdan sus sueños: Antarktos
(XV) y Pesadilla (XX). Reitera su descriptivismo y exalta una vez más a
sus dioses, comopodemos verlo en los sonetos XXIy XXII, dedicados a
Nyarlathotep y Azathoth. Los transcribo en la traducción (Las
fungosidades de Yuggoth) de José Nebreda (Bladgaross, núm. 8, Madrid,
1983).

NYARLATHOTEP
y al fin, del remoto corazón de Egipto vino
El Oscuro Desconocido ante el cual se inclinan los fellahs;
Silencioso, enjuto, hipócrita y soberbio,
Envuelto en ropaje de color ocaso.
Multitudes enloquecidas por su poder le adoraron
y alcanzaron sin saber decir lo que habían oído;
y por el mundo entero se propagó la increíble noticia
De que las bestias salvajes le seguían y lamían sus manos.
Pronto los océanos dieron a luz en parto monstruoso.
Tierras olvidadas brotaron. Y cúpulas doradas con algas de
la mar.
La tierra se hendió y auroras de locura iluminaron
Las destruidas ciudades del hombre.
y entonces, rompiendo el juguete por azar creado,
El Caos Idiota, de un soplido, arrojó al vacío la mota de polvo
que es la Tierra.

AZATHOTH
Del vacío de la nada el demonio me sacó.
y a través del espacio adimensional me llev6
A un lugar donde no existía tiempo o sustancia,
Sólo Caos, Caos sin forma ni lugar.
Aquí, el inmenso Señor del Todo musita
Cosas que ha soñado y que jamás podrían entenderse,
Rodeado de unos seres-murciélagos que aletean y se agitan
En vórtices estúpidos y extraños remolinos de luz.
Danzan sin sentido en la nada, al sutil lamento de una flauta
Empuñada en una monstruosa zarpa
De donde fluye la onda sin sentido cuyo azar combinado
Da al frágil universo sus leyes eternas.
"Yo soy Su Mensajero, dijo el Demonio,
Y con un gesto despreocupado estrujó su portentosa cabeza.

Es el misterio y esa cosmogonía erigida en los mitos de Cthulhu. Una vez


más los seres malignos, los dioses que acechan al hombre, y la soberbia
abatida por la soberbia. A veces es la reminiscencia como en Los Jardines
de Yin (XVIII), o el terror, como en El aullador (XII), en el que una
garra tiene rostro humano. Es la levadura de toda su narración.

Si sus relatos y novelas se perdieran, Las fungosidades de Yuggoth serían


suficientes para reconstruir sus temas.

En continuidad (XXXVI), el último de sus sonetos, se expone la doctrina


de este universo que permanece extraño e inamovible al enigma que lo
devora. Un enigma que los "ojos humanos" no podrán desentrañar:

CONTINUIDAD
Hay, en ciertas cosas antiguas, una traza
De vagas esencias, más que de formas o cuerpos;
Tenues éteres, indeterminaciones
Entrelazadas con las leyes del tiempo y el espacio.
Un brumoso, velado vestido de continuidades
Que los ojos humanos nunca podrán descubrir del todo;
De dimensiones cerradas que guardan pasados sones
Fuera del alcance del hombre excepto por ocultas llaves.
Esto me anima cuando los rayos del sol destellan
Sobre antiguas granjas enclavadas en colinas,
Despertando sombras que yacían quietas
Desde centurias, sin sueños como los nuestros.
En esa extraña luz siento que no estoy tan lejos
Del vacío inamovible cuyos lados los siglos son.

En todos sus sonetos, comoen toda su poesía, el relato está por encima de
la poiesis. Sólo hay argumentos. El mismo, en algún momento, tendrá
conciencia de estos defectos. Sabe que hay un excesode palabras que
perjudican el quehacer poético, y ese exceso, como le escribirá a sus
amigos, le viene de "mi antigua predilección por el estilo del siglo
XVIII".
Es una manera de confesar o reconocer su endeble calidad poética. Pudo
creerse narrador, y en este sentido es innegable. Pero nunca pensó que
podría descollar como un poeta. Si algo lo salva a Lovecraft, es su
sinceridad. Su aceptación de todas las limitaciones que lo afligían en su
vida com oen su creación literaria. De él jamás podrá decirse que fue un
jactancioso o un hipócrita. Tenía el valor de puntualizar sus defectos.
El círculo de sus amigos lo sabía, y por eso mismo preponderó sobre ellos
hasta influirlos en los temas y en esa cosmogonía que creaba alrededor de
Cthulhu.

Tratará, sin embargo, de superarse en el proceso creador. Será en vano.


En círculos de sus amigos lo aventajarán en poesía. Y entre ellos, aunque
no se destacaron como poetas, están August Derleth, Robert Ervin Howard y
Clark Asthon Smith.

De los 36 sonetos del Fungi from Yuggoth, Lovecraft vendió 10 a Weird


Tales. Le abonaron 35 dólares, una suma insignificante. Algo parecido
sucedió con otros cinco de la . misma serie, adquiridos por el Providence
Journal en febrero de 1930.

Lovecraft, que vivía lleno de dificultades, socorrido más por sus amigos
que por su propio trabajo, aceptaba cualquier suma. Era inútil discutir,
como lo hizo en 1918 al venderle al National Magazine su poema Los
marjales de Ipswich. No era nada nuevo en la historia de las letras y las
artes. A Van Gogh le hicieron lo mismo. Y a Jacobo Fijman le pagaron con
un café y tres medialunas uno de sus cuentos publicados en el periódico
Martín Fierro.

"Soy un cautivo de la pluma", dijo Lovecraft, mientras los editores


creían que ellos eran poseedores de la llave que abre la puerta de la
inmortalidad. Si alguien inmortaliza a alguien, dirá después César
Vallejo, ese alguien será el poeta, y su beneficiario, el editor. Hay que
alimentarse de hambre y olvido para que otros vivan. El creador vive del
hambre para alimentar el futuro.

Los poetas

En el círculo de amigos de Lovecraft eran varios los que lo superaban en


poesía. Esto sucedía especialmente con August Derleth, Robert Ervin
Howrad y Frank Belknap Long, autor este último de una biografía en la que
analiza su obra. Fue publicada por Arkham House (Sauk City, Wisconsin) en
1975, con el título de Howard Phillips Lovecraft: Dreamer on the
Nightside.

Belknap Long había publicado sus poemas en 1926: Aman from Genoa and
other poems. Repitió. su experiencia poética en 1935 con The Goblin
Tower. Después aparecieron sus relatos: The Hounds of Tindalos (1946),
The horror from the hills (1963) y The rim of the unknown (1972). En
todos estos relatos está la huella de Lovecraft. No sucede lo mismo en
sus dos volúmenes de poesía, en los que demuestra un ritmo más
persistente para evadir la mera descripción a que estaba acostumbrado el
autor de los mitos de Cthulhu.

Lovecraft, sin embargo, en unas líneas dirigidas a Belknapuis, apodo que


él le había dado a Belknap Long, le expresaba que si persistía en la
poesía, estaba seguro de que, en algún momento, alcanzaría un lugar
importante entre sus iguales. Pero el amigo, influido por Lovecraft en
los temas del horror, siguió esta línea sin profundizar en la creación
poética.

Howard también versificaba mucho mejor que Lovecraft. La figura de Conan,


sin embargo, lo desvió de lo que pudo haber hecho en poesía. Es claro que
todo esto son simples conjeturas. Palabrería pura. O como dijo Gerard de
Nerval: Nunca irás más allá de tu mirada.

Dos estrofas sobre Villon

En el libro de Belknap Long sobre Lovecraft nos hallamos con el sentido


crítico que en su época le negaron a este. Es el que manifestó ante uno
de los poemas de Aman from Genoa and other poems, que lleva por título
"Two stanzas for master Francois Villon". Transcribo la traducción del
mismo por Gabriel Eduardo Bajarlía:

DOS ESTROFAS PARA EL MAESTRO FRACOIS VILLON


Había un hombre sin cabello
Para calentar una cabeza desaliñada y castigada;
Durante treinta inviernos supo de la caída
De hojas sobre las piedras que sus pies pisarían
Hasta que la esperanza y todos sus temores murieran.
Había un hombre que no tenía dientes ni cabello,
y la justicia lo rodeó hasta que ágilmente fugó;
Pero aunque sus compinches caminaban por el aire
y el Diablo diseñaba la vida que arrastraba,
Llegó a deslumbrar con sus cantos de perenne lectura.

Leído el poema por Belknap Long, Lovecraft preguntó:

"¿Estás seguro de que Villon no tenía pelo ni dientes cuando cumplió los
treinta?"

y rápidamente agregó:

"Parece increíble. Lo presentas comoun caballero anciano cuando aún ni ha


llegado a tal estado de decrepitud".

Belknap Long le respondió que eso lo había leído "en algún lugar". "Puede
ser que en Robert Louis Stevenson. Nada de pelo". Es decir, nada de
cabello, acaso calvo o calvo del todo.

Lovecraft, intrigado, demostrando su agudeza, ese sentido de la crítica


que le habían negado, prosiguió:

"¿Cómo pudo saberlo Stevenson? Para cerciorarte tendrías que volver al


siglo XV y hacerte de un informe de la autopsia emanado del cirujano que
lo disecó vena por vena, como se hizo en aquellos días en que un cuerpo
era puesto en manos de instructores de escuelas medias para no errar en
lo poco que sabían sobre la anatomía humana".

Luego de una reflexión, agregó:

"Es posible que en los últimos tiempos de envenenamiento alcohólico, haya


sido llevado a algún callejón adoquinado de un París que ya era tan
decadente como en la época actual".
Terminó su crítica con estas palabras:

"Me gusta mucho más tu Sir John Mandeville".

El título completo es el de The marriage of Sir John de Mandeville.

El juicio sobre la obra

Este biógrafo nos dice cuáles eran los libros que Lovecraft consideraba
como los más perfectos:

"Además de At the mountains of madness (En las montañas de la locura) y


The shunned house (La casa rechazada), The Dunwich horror (El horror de
Dunwich) le pareció la más satisfactoria de sus historias. Nunca tuve la
más mínima intención de cuestionar esa autoelevación, ni aun en lo que le
dije inmediatamente después de la publicación en Weird Tales, ni en los
últimos años, en los que mi juicio crítico había madurado
considerablemente".

Respecto de El horror de Dunwich, Belknap Long nos dice:"Es


predominantemente la historia de una monstruosa degeneración familiar,
vinculándose con muchas de sus anteriores historias cortas sobre el mismo
tema, pero involucrando aspectos de horror cósmico estrictamente
lovecraftianos en su potencia conceptual".

El juicio de Lovecraft sobre sus mejores obras habrá que tomado con
beneficio de inventario, por utilizar una expresión jurídica. Ya sabemos
cómo se equivocó Cervantes respecto del Quijote. Para el creador de la
novela moderna, sólo existía aquella otra que llevaba el título de Los
trabajos de Persiles y Segismunda. Lo mismo sucedió con Baudelaire.
Influenciado acaso por el proceso a que fue sometido por Las flores del
mal, no consideraba que este libro lo representara.

Podríamos citar a Antonin Artaud, a Gerard de Nerval cuando discutía con


Alejandro Dumas, a Philipe Villiers de L'Isle Adam y a muchos otros.
Todos se equivocaron al juzgar su mejor obra. Acaso la posteridad es la
única que está en condiciones de evaluar equilibradamente la calidad de
un libro. Lovecraft, al enjuiciar su propia obra se olvidó de La llamada
de Cthullhu y de aquellas otras en las que el Necronomicón se alza como
un símbolo de la futura destrucción del tiempo que ahora llamaríamos el
fin de la historia.

Una amistad por correspondencia.

Lovecraft no conoció personalmente a Robert Ervin Howard. Pero mantuvo


con él un diálogo permanente a través de siete años largos de
correspondencia que se inicia en 1930. Discutieron sobre literatura y
política. A la defensa de Mussolini por parte de Lovecraft, Howard
defendía la ética y la libertad. Le indignaba el hombre que se hacía el
payaso y ejercía un gobierno arbitrario. O como escribe Sprague de Camp,
"cuando Lovecraft elogiaba a Mussolini y el fascismo, Howard, para quien
la libertad personal era el"principio político fundamental, acusaba a
Mussolini (que entonces bombardeaba y deseaba a los etíopes) de
carnicero, y al fascismo de despotismo, esclavismo y de bastión de la
oligarquía capitalista".
Howard era drástico y no admitía que un escritor pudiera adherir a las
dictaduras. Tenía un sentido inabolible de la democracia, y no aceptaba
la más mínima concesión en lo que él denominaba el derrumbe de un mundo
invocado por los falsos creadores. Sabemos, sin embargo, cuál era el
pensamiento de Lovecraft. Adherido al pasado, creía que estos profetas de
la destrucción podrían rehabilitar el paraíso perdido de la infancia.

Howard, creador de las historias de Conan, que transcurren en la Edad


Hyborea, como veremos luego, le envió, en 1935, a Lovecraft, un duplicado
de La Edad Hyborea. Le pidió que lo leyese y se lo remitiera a Donald A.
Wolheim. Quería publicarlo, y nada mejor que el autor de los mitos de
Cthulhu para apadrinar lo que el mismo Howard consideraba como una nueva
cosmogonía.

Lovecraft lo hizo con esta carta:

"Aquí le envío algo que Bob Dos Pistolas desea te haga llegar para The
phantagraph y que espero realmente lo puedas utilizar. Howard, de todos
los que yo conozco es el único que posee el más espléndido sentido del
drama de la Historia (...) Proporciona situaciones como las de los
últimos y primeros hombres, de Stapledo."

En el párrafo siguiente lo invalida en parte:

"La única falla de este trabajo, es la incurable tendencia de R. E. H. a


idear nombres excesivamente emparentado con nombres reales de la historia
antigua, que para nosotros tienen connotaciones muy distintas (...)
Semejante plan queda invalidado por el hecho de que sabemos claramente
cuál es la etimología de muchos términos históricos, por cuya razón no
puede aceptarse la genealogía que él pretende (...) Lo único que puede
hacerse es aceptar la nomenclatura como la da, cerrar los ojos ante los
defectos y darnos condenadamente por satisfechos de que podemos disfrutar
de tan impactantes leyendas artificiales.

Como puede observarse, Lovecraft no fue muy generoso con su amigo. Le


envió el ejemplar al editor, pero no puso todo su fervor para que lo
publicara. No es aventurado conjeturar que entre él y Howard existían los
celos de dos creadores dedicados a la creación de mitos.

Los huesos del universo.

En una de las visitas de Lovecraft al Kalem Club, se le preguntó qué lo


afligía y por qué tenía un rostro tan preocupado. El escritor no
respondió. Bebió un vaso de agua, se sentó al lado de otros amigos sin
participar de su conversación, y después de un instante, como despertando
de un sueño murmuró:

"No sé y creo que lo vi. No era el sueño de Ezequiel cuando Jehová le


dice que vaticine sobre los esqueletos para hacerles subir el espíritu".

Y en esa última palabra se detuvo. Un instante después, acaso varios


minutos, contó una historia o un argumento. Se trataba de un ser que
repentinamente se halla en un desierto rodeado de huesos. Y entre esos
huesos una mandíbula suelta, más bien una quijada, comienza a emitir un
discurso gutural. Dice que es el pasado sangriento que ha venido
deslizándose por el aire y que ha sido enviado por los antiguos dioses
que viven en los abismos. "Vengo a decirte", grita la quijada, que el
universo "es un conjunto de huesos que sólo se redimirá con la verdad,
pero esa verdad sólo vendrá con el hombre puro que aún no ha nacido".

Los compañeros de Kalem Klub que oyeron este relato, o este delirio,
según algunos, dijeron que Lovecraft había tenido un ataque de
misticismo.

Es posible que esta anécdota o este relato sean apócrifos. Se lo escuché


a un librero de Santiago de Chile que venía a Buenos Aires para buscar
algunos títulos de Lovecraft.

LOS SUEÑOS Y LA CARTA A KLEINER

Los mecanismos oníricos

Lovecraft, lo mismo que Coleridge, padecía de sueños escalofriantes. De


intensas pesadillas que lo arrojaban del lecho mientras los demonios
trataban de triturarle el alma que el frío y la fatiga dejaban abandonada
en las noches de invierno. De esos sueños, como también lo intentaron
Coleridge con el poema Kubla Khan (1797) y Tartini con la sonata de El
trino del Diablo (1713), Lovecraft hizo su inalienable escritura. Las
pesadillas le dictaron sus monstruos maléficos, los enigmas del pasado y
la visión del terror.

Obras como The festival (1923), The rats in the walls (1923) y The call
of Cthulhu (1926) fueron motivadas por el sueño o las pesadillas que lo
afligían. Su alergia al frío solía dictarle llanuras fantasmales o
espacios gélidos donde se petrificaban extrañas criaturas que llegaban de
otros mundos.

Ronald Stewart nos relata en The mystery night (1938) que Lovecraft solía
soñar con monstruos que llegaban de las regiones polares. Eran los
primigenios que lo aterrorizaban, uno de los cuales se sentaba a su
cabecera para decirle que los seres gelatinosos habían perdido su
estricta dimensión por dedicarse a la magia negra. El fin de la humanidad
sería ese: convertirse en gelatina para expiar las infinitas culpas y los
grandes pecados en que habían caído por su soberbia.

Entre esos dioses, ocultos o llegados de los espacios gélidos y a veces


de las láminas siderales, escribe Stewart (VII, 92), se hallaban Cthulhu
y Nyarlathotep. Venían con ropaje simulado a la espera de una venganza
que los restituyera la Tierra, desde cuya superficie intentarían la
guerra de los mundos.

Para Stewart, por lo tanto, Lovecraft era un soñador patológico de cuyos


terrores se liberaba llevándolos a la escritura. Los amigos conocían sus
pesadillas. El relato que Lovecraft hacía de ellas, los impresionaba y
motivaban la realización de más de un cuento que, a veces, el mismo
Lovecraft, generoso e inmenso, les corregía en el afán de obtener un
producto literario de rigurosa estructura.

Estos amigos que metían mano a sus pesadillas, solían apodarlo con el
nombre de algunos de sus extraños dioses. Howard, el creador de la heroic
fantasy, lo llamaba Nyarlathotep o arquetípico en su correspondencia. No
lo hacía en sentido peyorativo, sino para señalar la inventiva que lo
distinguía entre los seguidores incondicionales de su círculo.
Lovecraft era una cantera de sueños. Incluso cuando publicaba un relato
que previamente no había comunicado a sus amigos o al director de Weird
Tales éstos comentaban el acontecimiento como si se tratara de la simple
escritura de un sueño o una pesadilla que se agregaba a los otros
relatos. Lovecraft se enteraba de todo esto y se sumaba a su vez con otro
"sueño" que imaginaba despierto.

"El día que deje de soñar", declaró en cierta ocasión, "habrá terminado
mi carrera de escritor".

Esto no significa que toda su obra haya pasado por los sueños. Pero, sí,
que estas instancias lo llevaron a ciertas concepciones en las que la
imaginación y el sueño se amalgaman en una estructura insólita. No sería
raro decir que la escritura de Lovecraft es ese punto de sutura entre la
realidad y el sueño que pregonaba André Breton en el Primer Manifiesto
del surrealismo (1924). Hasta no le faltaba el automatismo con que
describía esas deidades que acechaban al hombre.

Un documento valioso.

Una carta de Lovecraft a Rheinhart Kleiner, fechada el 14 de diciembre de


1921, da cuenta de este inusitado mecanismo de creación.

Transcribo la traducción que hice de ella para otros medios:

"Nyarlathotep es una pesadilla, un verdadero fantasma surgido del


inconsciente. El primer párrafo fue escrito en tanto no completamente
despierto. Me sentía, desde hacía mucho tiempo, en estado execrable;
durante semanas enteras los dolores de cabeza y los vértigos no me habían
dejado ninguna posibilidad. No pude trabajar en ningún caso durante más
de tres horas consecutivas. Desacostumbradas dificultades visuales se
agregaban a mi malestar habitual que me impedían la lectura de caracteres
pequeños –una curiosa distensión de nervios y músculos me torturó durante
semanas. En el seno de estas tinieblas surgió la pesadilla de pesadillas,
la más realista, la más horrible de cuantas yo había experimentado desde
los diez años. Todos los recursos de la escritura no pueden dar de este
horror y de su espantosa fuerza de expresión, más que una imagen
atenuada.

"Había llegado después de medianoche, mientras estaba extendido en el


diván, maravillado de haberme debatido en la 'poesía' de Bush. Esto
comenzó por una sensación general de vaga aprehensión, un terror que se
extendía por el universo. Yo estaba, imagínate, en mi sillón, cubierto
por mi viejo saco de fumar, pronto a leer una carta de Samuel Loveman.
Esta carta era increíblemente realista –papel fino, formato 8' x 13,
escrita en tinta violeta-, pero su contenido parecía siniestro. El
Loveman del sueño escribía: No deje de ver a Nyarlathotep si viene a
Providence. Es horrible -más allá de todo cuanto usted pueda imaginar-,
pero maravilloso. Os encantará en seguida durante horas. Aun tiemblo
cuando pienso en aquello que me ha mostrado.

"Hasta ese momento yo no había escuchado jamás el nombre de NYARLATHOTEP,


pero ya parecía comprender su significado. Nyarlathotep era una especie
de empresario u organizador de espectáculos, algo así como un
conferenciante ambulante que peroraba en salas públicas, y que, por sus
exhibiciones, producía con mucha frecuencia terror y discusiones. Estas
sesiones se dividían en dos partes: la primera comprendía un film
horrible, pero posiblemente profético, la cual era seguida de algunas
experiencias extraordinarias con accesorios científicos y eléctricos.

"Al recibir la carta, creía recordar que Nyarlathotep estuvo ya en


Providence, y que él había sido el origen del terror indescifrable que se
expandió por todo el mundo. Parecía que algunas personas me habían
prevenido, susurrándome al oído que estaban espantados por sus horrores,
y que me habían aconsejado no cruzarme en su camino. Pero la carta del
sueño de Loveman me impulsó y me vestí para ir a la ciudad a ver a
Nyarlathotep. Los detalles conservan aún toda su intensidad -hasta me
sentí mal al anudarme la corbata-, pero este terror indescriptible lo
abarcaba todo.

"Al salir de casa vi una multitud que avanzaba penosamente en la noche,


susurrando palabras terroríficas Y tomando la misma dirección. Los seguí
lleno de espanto, pero aun más curioso por ver y escuchar al grande, al
oscuro, al indescifrable Nyarlathotep. Luego el sueño siguió casi
exactamente en la misma progresión que la historia, salvo que no llegué
tan lejos. Terminó un instante después en que yo fui precipitado a un
abismo negro, surgido en la nieve, y arrojado en un torbellino junto con
las sombras de los que habían sido hombres.

"Completé la macabra conclusión para satisfacer las necesidades de una


graduación dramática y de una conclusión. En el momento en que era
arrojado a los abismos, grité estrepitosamente (creí en verdad que había
sido audible, pero mi tía me dijo que no), y la imagen se desvaneció.
Estuve muy mal -con las sienes palpitantes y las orejas enrojecidas-,
pero me sentí compelido por un solo impulso: escribir para conservar esta
atmósfera de terror excepcional; y antes de haber tenido el tiempo
necesario para advertirlo, ya me había serenado cuando me puse a escribir
febrilmente. Sólo tenía una vaga idea de la narración. Al cabo de un
momento, renuncié a concretarla y bajé la cabeza. Luego, completamente
despierto, recordé todos los incidentes, pero ya había dejado escapar el
exquisito escalofrío del espanto, la real sensación causada por la
presencia del desconocido.

"Observé lo que había escrito y me sorprendió su coherencia. Hubiera


querido continuar en el mismo estado inconsciente, pero al intentar la
prosecución del relato, el escalofrío inicial se había perdido. El terror
se había convertido en el objeto de una creación artística consciente.

"La otra pieza -Calephais- representa un gran número de mis sueños


recientemente tejidos sobre un entramado con pathos.

(Fdo:) H. P. Lovecraft."

En esta carta a Rheinhart Kleiner está el método o el procedimiento


creador de Lovecraft. Pero no hay que tomarlo al pie de la letra, en el
sentido de que si no se producía el sueño, no había escritura. Nada de
eso. Lovecraft escribía con sueños o sin ellos. Pero, sí, es importante
saber que el sueño constituía uno de los mecanismos de su creación. No lo
buscaba, indudablemente. Venía a él, impensadamente, por su estado febril
o alérgico. Y cuando esto acontecía, no dejaba escapar la visión onírica
hasta darle un contenido literario.

LOS CUENTOS MACABROS


Significación de lo macabro.

A la muerte de Lovecraft fueron reunidos sus cuentos iniciales.


Publicados en vida por el autor, aparecieron en 1939 con el título de
Dagon and other macabra tales. Casi todos lindaban con lo macabro. Pero
la denominación no era muy exacta, a pesar de lo cual se sigue usando el
mismo título en las ediciones en otros idiomas.

Los diccionarios definen lo macabro como una instancia o dependencia de


la muerte. Joan Corominas (Breve diccionario etimológico, de la lengua
castellana,Madrid, Gredos, 5ª reimpresión, 1990), nos dice que recuerda
vivamente la muerte. El vocablo fue tomado del francés macabre, en 1876,y
sacado, sigue diciendo Corominas, de la expresión Danse Macabre, "danza
de la Muerte", siglo XIX, o Dance Macabré, 1376, o Dance Macabé.

Refiriéndose a esta última, agrega el siguiente comentario:

"Ésta contiene un nombre propio de persona que se empleó bastante en


estas mismas dos formas, en la Edad Media francesa. Aunque esta
etimología está comprobada sin duda posible, no se ha logrado averiguar
con seguridad por qué se aplicó este nombre propio a la denominación de
aquel género literario, en que solía representarse una serie de
personajes de todas las clases sociales que desfilaban despidiéndose de
la vida; quizá por alusión a los hermanos Macabeos, que sufrieron
martirio en Judea".

En literatura, por lo tanto, el enfrentamiento con la muerte, ya sea en


contacto directo con ella o en relación simbólica, calificaría el género
de macabro. Su definición es ardua. Y sucede con esta palabra la misma
dificultad que hallamos para definir lo siniestro. Sólo hay algo que es
común a los dos vocablos, o a las dos significaciones: el miedo que puede
manifestarse a través de la angustia. La presencia de la muerte y aun la
danza misma que puede adoptar formas paródicas, están indicando un
desasosiego que está en la raíz de ambas instancias.

Dagón

El relato que da nombre al volumen no incluye la significación que hemos


esquematizado. Dagón lo publicó Lovecraft en 1917. El protagonista,
sobrecargo de un paquebote capturado por los alemanes en la Primera Gran
Guerra, logra huir y naufraga en un mar nauseabundo que lo lleva hacia
una colina desde la que ve un extraño monolito esculpido con
indescifrables bajorrelieves. El monolito surge de las profundidades y se
alza como una visión terrorífica.

El protagonista no sabe si sueña o es una imagen fantasmagórica edificada


a plena vigilia. Absorto en esa visión, ve repentinamente un monstruo
gigantesco que surge de las aguas y se abraza al monolito: "lo rodeó con
sus brazos enormes y escamosos, al tiempo que inclinaba la cabeza y
profería estremecedores gritos acompasados".

Ese monstruo aterrador es Dagón, el antiguo Dios-Pez. El protagonista,


casi enloquecido, dirá después:

"No puedo pensar en las profundidades del mar sin estremecerme ante las
espantosas entidades que quizá en este instante se arrastran y se agitan
en su lecho fangoso, adorando a sus antiguos ídolos de piedra y
esculpiendo sus propias imágenes detestables en obeliscos submarinos de
mojado granito. Pienso en el día que emerjan de las olas, y se lleven
entre sus garras humeantes de vapor los débiles restos de una humanidad
saturada por la guerra... en el aciago día en que se hunda la tierra para
que emerja a la superficie el lecho del océano a semejanza de un
pandemónium universal."

En la Cronología que Lovecraft estableció para la publicación de sus


obras, Dagón fue su primer cuento. Ya estaban en él todas las ideas de su
futura mitología, especialmente Cthulhu y Nyarlathotep que no se
mencionan, pero los reemplaza el Dios-Pez que surge de los abismos
acuáticos para abrazarse al monolito. Ese Dios-Pez, ese Dagón de las
profundidades, pensará el protagonista, estará al acecho para destruir al
hombre en su momento.

El muro del sueño

En Beyond the Wall oi Sleep (1919), Más allá del muro del sueño", las
instancias oníricas se mezclan con lo macabro. Pero de ninguna manera es
un cuento macabro aunque el protagonista, impulsado por un ser de luz,
haya cometido un crimen.

Lo que le interesa, en este caso, a Lovecraft, es el sueño en sí mismo,


esa tendencia que sellará la casi totalidad de su creación: "Es posible
pensar", expresa en la introducción, "que todo aquello que en la tierra
se entiende por vitalidad y materia, dejan de ser necesariamente esas
constantes en la vida onírica. De esa manera el tiempo y el espacio no
existen en la significación que les da nuestra vigilia. Creo, en algún
momento, que la vida onírica es nuestra vida más auténtica, y que nuestra
apariencia en el globo terráqueo no es otra cosa que un fenómeno
secundario o una mera ilusión".

Circunscripto a esta dimensión en Beyond the Wall of Sleep, lo que


refirmaría la importancia que Lovecraft le da a los sueños (carta a
Rheinhart Kleiner, del 14 de diciembre de 1921), nos hallamos con un
homicida que no sabe por qué ha cometido el crimen. O por qué se halla
todo ensangrentado al lado de su víctima. Niega ser el asesino o el
sujeto de una situación macabra. Sólo sabe que sus ojos han visto algo
que no puede definir, acaso un ser de luz que lo persigue y que él a su
vez pretende capturar. O ese ser es el autor del crimen o es él, el
criminal Joe Slater, a quien, en definitiva lo declaran alienado y lo
internan.

El narrador advierte que Joe Slater no es un loco y que el crimen le es


ajeno. Estudia su comportamiento, pondera cada uno de sus movimientos y
llega a la conclusión de que vive una vida onírica intensa. Entonces
construye una radio telepática para obtener información cerebral. Para
conocer cada una de las reacciones del recluso. Y mediante este invento,
el narrador es transportado a regiones resplandecientes sembradas de
muros y columnas.

También oyeuna melodía y ve un ser de luz. Pero cuando Joe Slater levanta
la cabeza, ve en sus ojos otros ojos. Es el ser de luz que se va borrando
porque el recluso va muriendo lentamente.

Un instante antes ese ser indescifrable le dirá al narrador que se verán


acaso en sueños o en desoladas regiones.
Al día siguiente de la muerte de Joe Slater, el narrador ve otra vez al
ser de luz. Es una nueva estrella "no lejos de Algol", descubierta el 22
de febrero de 1901. Es decir, que la percepción del ser de luz por parte
de Joe Slater y del mismo narrador a través de su percepción telepática,
está referida a la aparición de una nueva estrella. El crimen es
consecuencia de una modificación estelar en el comportamiento del
recluso.

Celephais

Celephais (1920) es un cuento breve cuyo protagonista recibe en sueños el


nombre de Kuranes. Y en sueños, también, regresando al mundo de su
infancia, se halla en la imaginaria ciudad de Celephais que él ha creado
en el valle de Ooth-Nargai.

Hacia esa ciudad, en ese valle, irá para ser su dios. Pero un día se
borrará Celephais. Se perderá su ciudad y la buscará en vano.

Cuando Lovecraft le comunica a Rheinhart Kleiner los mecanismos oníricos


del relato, le menciona este cuento sin analizarlo. Lovecraft lo ha
soñado. Lo ha vivido oníricamente y lo ha trasladado a la escritura. Así
ha hecho con gran parte de su obra. Pero en este cuento está su infancia,
ese tiempo pasado que también ha impreso en Through the gates of the
silver key (1932).

Los gatos.

En las noches de invierno, huyendo del frío intenso que lo inmovilizaba


sobre su cama. Lovecraft solía acariciar a su gato. Era como un lenitivo
para su persistente alergia. Los gatos, para él, eran seres
extraordinarios, familiarizados con viejas mitologías ,cuyos misterios
los alcanzaba de alguna manera. O como él escribe: "el gato es enigmático
y está familiarizado con las cosas extrañas que los hombres no pueden
ver. Es el alma del antiguo Egipto, y depositario de las leyendas
olvidadas de Meroe y Ophir. Es pariente de los señores de la vieja y
siniestra Africa. La Esfinge es su prima, y recuerda lo que ella ha
olvidado".

La frase pertenece a The cats of ulthar, un relato de 1920, en cuyo


argumento ciertos viejos dedicados al exterminio o desaparición de los
gatos del vecindario, son devorados por otros de igual especie que
regresan al día siguiente del extravío de un gatito del niño Menes.

Se supone que el gatito ha sido víctima de los viejos. Y éstos, en


castigo de tanta impiedad, serán ajusticiados por los gatos. Cuando el
vecindario entra en la choza en que moraban, hallan sus esqueletos
cubiertos de cucarachas.

Lovecraft no toleraba el envenenamiento o el exterminio de los gatos. Los


necesitaba para aplacar el frío de sus huesos.

La tumba.

Si lo macabro está en relación simbólica o directa con la muerte. The


tomb (1917) es un relato que debemos calificar como tal.
El protagonista vive un sueño, una visión que lo impulsa hacia una cripta
abandonada en medio del bosque. "Me llamo Jervas Dudley", nos dice en el
origen, "y desde mi más tierna infancia he sido soñador y visionario".

Logra entrar en la tumba, y lo hace subrepticiamente todas las noches. Se


impregna de su espíritu, de ese ser que yace en las tinieblas, acaso un
Hyde que se le parece.Y de esta manera adquiere insensiblemente un habla
arcaica y erudita que le hace pensar en un Chesterfield o en un Rochester
con los cuales se identifica.

Una noche cree ver la mansión de los Hyde, desaparecida en la proximidad


de la cripta 100 años antes. Se ve en ella y entre sus anfitriones. Ve a
la multitud y se reconoce a sí mismo en una fiesta que encandila a la
multitud.

De pronto, en el inmenso regocijo que llena de fervor a los invitados, un


rayo incendia la mansión y la reduce a un montón de objetos humeantes,
entre los cuales alcanza a ver su propio rostro en una miniatura salvada
de las llamas. Es el instante en que el protagonista despierta de ese
sueño o de esa visión, mientras pide a gritos que lo dejen descansar en
la tumba.

El relato termina con que el fiel Hiran entra en la cripta y halla un


ataúd viejo y vacío con una placa que ostenta el nombre de Jervas, es
decir, el del protagonista. La tumba, entonces, tantas veces soñada por
éste, le estaba reservada para él desde hacía un siglo, acaso,
simbólicamente, desde la eternidad.

El simbolismo macabro.

Lo macabro, como dijimos antes, incluye el miedo o participa de un


sentimiento que lleva al desasosiego. En The tumb no se da plenamente
esta circunstancia a pesar de la proximidad de la muerte, representada en
este caso por el supuesto cadáver de la cripta. Sus editores, o más bien
sus amigos, consideraron que este era un relato macabro, y se lo ha
calificado así. De ahí que nosotros también lo incluyéramos bajo el mismo
rubro.

Y aquí debo agregar algo más a la significación de lo macabro. Esta


calidad puede darse aun en el caso del humor o la ironía. Porque, en
definitiva, la calidad pasa por la proximidad de algo que no conocemos
plenamente y que llamamos muerte, como si estuviéramos calificando a un
personaje que creemos conocer pero que nunca hemos visto.

Si nuestro razonamiento es válido, podemos decir que algunas obras de


material esotérico, lindan con lo macabro. Esto surgiría de las Bodas del
Cielo y del Infierno, de William Blake, glosadas en otro sentido por Juan
Eduardo Cirlot (Diccionario de los ismos, 163, Barcelona, Argos, 1949):

"Rintrah ruge y agita sus llamas en el aire denso. Nubes famélicas pesan
sobre la haz del abismo. Antes, dulcemente y en un sendero peligroso, el
hombre justo caminaba a lo largo del valle de la muerte".

En el simbolismo que yace en lo esotérico, puede darse, por lo tanto, el


sentimiento de lo macabro, en la medida en que se alude a la muerte
cuando ésta pasa a ser el motivo central del argumento. Pero aquí, el
tema de la muerte no debe entenderse como una meditación sobre su
significado, sino como un paralelismo que incluye ese otro significado
que es lo cadavérico o el esqueleto en sí mismo.

El mágico prodigioso, de Calderón de la Barca, representada en 1637,


sería en definitiva, un drama macabro en la medida en que el pacto con el
Diablo, la magia obtenida mediante este pacto, concluye con la posesión
de un esqueleto. Recordemos brevemente el argumento. Cipriano, enamorado
de J ustina, pacta con el Diablo para poder obtenerla. Firma con su
propia sangre extraída con el puñal, y espera que se cumpla la condición.
El Diablo le promete la posesión de Justina mediante la magia. Y cuando
ya está en presencia de la amada y se dispone a besarla descorriéndole el
velo que la cubre, se halla con el esqueleto de ella y nó con el cuerpo
tan apetecido.

Son varias las lecturas que pueden hacerse acerca de este final del
drama. A nosotros sólo nos interesa la significación macabra y el
simbolismo que surge de esta escena. El contacto con el esqueleto es la
nota macabra que le da sentido a la virtud de la fe que Calderón quiere
adjudicarle a su obra.

Aun así, la presencia del Diablo, cualquiera sea su aspecto, también es


otro símbolo de lo macabro. Lo hallamos en muchos dramas. En El esclavo
del demonio, de Mira de Amescua, inspirador de la obra de Calderón, y
especialmente en The tragical history of Doctos Faustus, de Christopher
Marlowe, representada en Londres, en 1558. En todos estos dramas,
ridiculizados o no, el Diablo está en escena a merced de aquellos que le
vendieron el alma. Es como jugar con el esqueleto o con la muerte. Los
significantes son idénticos y están impregnados de ese sentimiento de lo
macabro que habíamos mencionado.

UN GENIO DEL HORROR

Recapitulación

En el número 88 de Benefit Street, en Providence (Rhode Island), Edgar


Allan Poe se enamoró de Sera Helen Whitman y juró dejar la bebida. Fue en
1848 y no cumplió. Ella lo abandonó y él murió ese año.

Varias décadas después, a poco trecho de esa calle, en Agell Street, un


adolescente, Howard Phillips Lovecraft, repartía su imaginación entre una
lectura de Poe, poblada de dobles invisibles, y otra de Scott Eliot,
llena de seres gelatinosos que se alzaban sobre sus endebles esqueletos
lemurianos (The Lost Lemuria). Había nacido en 1890, cuando Jack el
Destripador había dejado sobre los muros de la lejana Whitechapel, en
Londres, el testimonio de la burla más sangrienta contra la infalible
Scotland Yard.

Los seres gelatinosos

Este adolescente, más bien, este niño, a los 14 años (en 1905) escribirá
la primera obra de su estilo peculiar: The Beast in the Cave (La bestia
de la cueva). y en ella nos dirá: "estas pisadas (las que provenían de la
cueva) no eran como las de un hombre mortal (...) me pareció distinguir
el rumor de cuatro pies en vez de dos (...) La criatura que yo había
matado, la extraña bestia de la insondable caverna, era, o había sido en
algún tiempo, ¡¡¡un HOMBRE!!!".
El espíritu de Scott-Eliot, más que las excentricidades tipográficos y de
puntuación imitadas de Poe, lo persiguió a través de toda su obra. Y tras
ese espíritu y sus fantasmas, la enfermedad (Lovecraft era alérgico al
frío), la soledad, la pobreza (vivía con 15 dólares semanales), los
demonios de Salem, el ajusticiamiento de las brujas, debió edificar los
mitos de un desamparo que lo mordió profundamente.

Su padre, según relato autobiográfico del mismo Lovecraft (Autobiography,


Sauk City, Arkham House, 1963), murió de un "surmenage" nervioso que lo
inmovilizó durante cinco años. Su madre, devorada por la neurosis y ya en
imbatible desequilibrio, murió en el Butler hospital, en 1921. Los seres
gelatinosos cuchicheaban desde los abismos terrestres. O bien desde esa
ciudad de R'lyeh que él mitificara aliado del enigmático Cthulhu llegado
desde los espacios siderales con otros dioses primigenios como
Nyarlathotep y el impío Azathot que encabezó la rebelión contra ellos.

El horror preternatural

En 1927 Lovecraft escribe su ensayo sobre Supernatural horror in


literature, que mucho después aparecería en el volumen Dagon and other
macabre tales. El libro es esencial para enfocar el concepto que éste
tiene del horror sobrenatural en la literatura. Ya en la Introducción lo
define como un miedo a lo desconocido que de alguna manera puede hacerse
extensivo a la literatura de terror. No da precisiones, pero considera
que "lo desconocido, lo imprevisible" fue la fuente omnipotente y
terrible que en el pasado perturbaron a la humanidad.

Reconoce que este sentimiento de miedo a lo desconocido se ha ido


reduciendo a través del tiempo. Considera, no obstante, que la mayor
parte del cosmos exterior "aún permanece sumergida en un depósito de
infinito misterio".

Admite, por iguales razones, que existe un terror cósmico y que el cuento
preternatural "tiene algo más que los usuales asesinatos secretos, huesos
ensangrentados o figuras amortajadas y cargadas de chirriantes cadenas".
Para que exista el horror es imprescindible "cierta atmósfera de intenso
e inexplicable pavor a fuerzas exteriores y desconocidas". Y por otra
parte "una suspensión o transgresión maligna y particular de esas leyes
fijas de la Naturaleza que son nuestra única salvaguardia frente a los
ataques del caos y de los demonios de los espacios insondables."

Por último, en esta misma Introducción expresa: "debemos considerar


preternatural una narración, no por la intención del autor, ni por la
pura mecánica de la trama, sino por el nivel emocional que alcanza en su
aspecto menos terreno."

La novela gótica

Fiel a tales principios, analizando la novela gótica, invalida "las


efusiones escolares del poeta Shelley en Zastrozzi (1810) y Sto Irving
(1811) (ambas imitaciones de Zofloya).

En cambio, al referirse a la historia del califa Vathek, del que llama


"acaudalado diletante" William Beckford, la trata con cuidado y luego la
invalida.
Beckford, profundo conocedor de la narración oriental, escribe Lovecraft,
"captó la atmósfera con inusitada receptividad, y supo reflejar
poderosamente en su fantástico volumen el lujo arrogante, la desilusión
oculta, la mansa crueldad, la tradición afable y el horror oscuro y
espectral del espíritu sarraceno".

Esquematiza luego el argumento y nos dice: “Vathek nos habla del nieto
del califa Harún, quien, atormentado por esa ambición de poder, placeres
y conocimientos supraterrenos que anima al malo del relato gótico y al
héroe byroniano -tipos esencialmente similares-, es atraído por un genio
maligno bajo el señuelo de descubrir el trono subterráneo de los
poderosos y fabulosos sultanes preadamitas, en las ígneas moradas de
Eblis, el Diablo mahometano".

Lovecraft sigue adentrándose en el Vathek: "Las descripciones de los


palacios y diversiones de Vathek, de su intrigante madre la hechicera
Carathis y su torre embrujada con las 50 negras tuertas, de su
peregrinación a las ruinas encantadas de Istakhar (Persépolis), de la
esposa maliciosa Nouronihar, a quien adquirió con engaño por el camino,
de las torres y terrazas primordiales de Istakhar bajo la ardiente luna
del desierto, y de las terribles moradas ciclópeas de Eblis donde,
atraídas con promesas deslumbrantes, las víctimas se ven obligadas a
vagar angustiadas, eternamente, con la mano derecha sobre el corazón
inflamado, son triunfos de colorido espectral que dan al libro un lugar
permanente en las letras inglesas".

A pesar de estos elogios, termina diciendo que Beckford carece del


misticismo que caracteriza la literatura pretematural. De acuerdo con
esto, sus narraciones carecen de sensibilidad, lo que le impide alcanzar
el puro terror pánico.

Pasa después al Caleb Williams (1794), de William Godwin, "el teórico de


la economía utópica", sin olvidar su St. Leon (1799) en el que introduce
el tema de los rosacruces manejado con ingeniosidad y atmósfera
convincente. Finalmente cree que el Caleb Williams no es sobrenatural,
pero posee muchos detalles de auténtico terror.

Sus juicios son certeros, incluso cuando manifiesta que Frankenstein, o


el moderno Prometeo (1817), "es uno de los clásicos del horror de todos
los tiempos". También hay cierta objeción. Afirma que la crítica no pudo
probar que las mejores partes del Frankenstein se deben a Shelley y no a
la autora, o a su esposa, como dice.

Su erudición lo lleva a considerar que Walter Scott abordó lo


pretematural en relatos como The tapistred chamber y Wandering Willie's
tale, incluidos en Redgauntlet en el segundo de los cuales, nos dice
Lovecraft, lo espectral y diabólico están realzados por la frialdad
grotesca del lenguaje y el ambiente. Nos recuerda, asimismo, que Walter
Scott publicó, en 1830, sus Letters on demonology and withcraft, "que aun
constituyen uno de nuestros mejores compendios del saber brujeril en
Europa".

Hay indudablemente, una adhesión incondicional a Walter Scott, un autor


tan reaccionario ideológicamente como el mismo Lovecraft, aunque éste, en
algún momento se desdijo de sus propias actitudes.
Cumbres borrascosas

El texto termina con un comentario de Cumbres borrascosas (1847), de


Emily Bronte, referido al miedo ante lo desconocido que es una de las
significaciones del horror en Lovecraft:

Transcribo literalmente:

"Totalmente aparte como novela y como obra literaria de terror, se


encuentra la famosa Cumbres borrascosas de Emily Bronte, con sus
enloquecedores paisajes -los páramos desolados de Yorkshire- y las vidas
violentas y atormentadas que en ellos se desarrollan. Aunque se trata
ante todo de un relato sobre la vida, y sobre las pasiones humanas en
conflicto y agonía, su marco épicamente cósmico da cabida a un horror de
lo más espiritual.

"Heatcliff, variante del héroe malvado byroniano, es un niño raro y


huraño al que encuentran en la calle de pequeño. Sólo habla una especie
de extraño galimatías, y es adoptado por la familia a la que al final
arruina. Se insinúa repetidamente que se trata de un espíritu diabólico,
más que de un ser humano; pero lo irreal se hace aún más patente cuando
el visitante se encuentra con el espectro lastimero de un niño en una
ventana superior arañada por las ramas.

"Entre Heatcliff y Catherine Earshaw nace un vínculo más profundo y


terrible que el amor humano. Después de la muerte de ella, el turba su
sepultura dos veces, y es atormentado por una presencia implacable que no
puede ser otra que la del espíritu de Catherine. Este espíritu se va
introduciendo en su existencia cada vez más, hasta que finalmente
adquiere la convicción de que muy pronto se unirán místicamente. Dice que
siente acercarse un extraño cambio y deja de tomar alimento.

"Por las noches sale a pasear, o abre una ventana que tiene junto a la
cama. Cuando muere, la lluvia bate las hojas de la ventana, aún abierta,
y una extraña sonrisa inunda su rostro rígido. Lo entierran en una
sepultura junto al montículo que él ha visitado durante 18 años, y los
pastorcillos ... que aún pasea con su Catherine por el cementerio y por
los páramos cuando llueve. Sus rostros se ven a veces, también, detrás de
esa ventana superior de Wuthering Heights en las noches de lluvia".

Lovecraft afirma que el misterioso terror de Emily Bronte no es un terror


gótico, "sino la tensa expresión de la reacción estremecida del hombre
ante lo desconocido". Esta circunstancia, escribe Lovecraft, convierte a
Cumbres borrascosas en el símbolo de una transición literaria y marca el
crecimiento de una escuela nueva y más vigorosa.

Nadie puede negar los juicios críticos de Lovecraft. Sus vastas lecturas
lo erigen en un analista que si bien fuerza algunas interpretaciones para
demostrar en qué reside el horror, no deja de ubicarse en el justo medio
que dará validez a toda su obra.

La lectura como experiencia

Allí, en esa pequeña obra de 1927 acerca del horror sobrenatural en la


literatura, están sus puntos de vista y la distancia que lo separa de los
autores en análisis. Los amigos de su círculo, aquellos que le eran
incondicionales, festejaban sus juicios cuando Lovecraft se los leía.
Incluso Frank Belknap Long lo instó a que publicara fragmentariamente
este libro a fin de enriquecer el conocimiento de todos ellos y
especialmente los de ciertos integrantes del Kalem Club.

Lovecraft sonreía a la buena voluntad de sus amigos. Consideraba que


éstos eran altruistas y pretendían lo mejor y lo más importante de la
literatura para los que se inician o ya eran escritores. Pero creía que
todos ellos, ocupados en otras labores, no meditarían acerca de los
escritos cuyas diferencias o aciertos trataba de establecer. "Era pura
gratuidad", expresaba: Y luego, con cierto escepticismo continuaba
diciendo que era mucho trabajo para aquellos que ya se creían inmortales
o superiores a los que de alguna manera ya estaban consagrados.

No se oponía, sin embargo, a que sus amigos sacaran copias de sus


escritos. Fuera del círculo de allegados, los demás no existían.

Un día, estando ya casado con Sonia Greene, le informó de todo lo que él


creía qué debía ser el horror en la literatura. Le habló de lo fantástico
y del terror. Trató de definir el miedo a lo desconocido y el espanto
atávico que el hombre arrastra desde el nacimiento.

Sonia Greene lo escuchó un instante y luego lo interrumpió con esta frase


o algo semejante:

"¿De qué sirve la lectura sobre el horror si cada escritor tiene sus
propios temores que pueden o no llevarlo a la escritura?".

Ella, en realidad, no había entendido a Lovecraft. Pero éste no se


inmutaba. Él, sí, tenía terrores atávicos, pero no los escribía porque ya
estaban en él, como pretendía Sonia, sino porque, además, los analizaba y
los frecuentaba. Luego, para destacarse como un escritor en este género
de lo sobrenatural, era imprescindible, así pensaba el autor de La
llamada de Cthulhu, estar al tanto de aquellos que lo habían precedido en
tales significaciones.

Vida en el laberinto

L. Sprangue de Camp exaltó la vida de este genio del horror en Lovecraft,


a Biography (Doubleday, 1976). También, en 1976, Frank Belknap Long,
amigo entrañable de Lovecraft, había publicado su Howard Phillips
Lovecraft, Dreamer on the night side (Soñador a la orilla de la noche),
que otro amigo, Edgar Hoffmann Price, en The year's best horror stories
(serie IV, New York, Daw Books, 1976), considera más conmovedora y más
exacta que la anterior. Es posible que haya alguna razón para admitir
estejuicio.

Yo creo que la objetividad de Sprague de Camp, pese a la alteración de


algún detalle no fundamental, hace de su biografía un libro insustituible
para el estudio de Lovecraft. Sprague de Camp nos relata cómo comenzó el
creador de los mitos de Cthulhu a colaborar en Weird Tales, fundada en
1923 por Jacob Clark Henneberger con la dirección de Edwin F. Baird.
Instado por sus amigos le envió una carta al director acompañando su
Dagon. Le decía en ella que éstos habían insistido en que él le sometiera
"unos cuantos horrores góticos a su recién fundado periódico". Pero
agregaba: "Si el cuento no puede imprimirse tal como está escrito, hasta
en su última coma, le ruego que acepte mi negativa".
El director aceptó las condiciones.

Por esa época ya insistía en sus ideas aristocráticas y racistas.


Destacaba la importancia de los arios y arremetía contra los judíos. Pero
su mujer, Sonia Greene, con la que se casó en 1924, le recordaba que ella
pertenecía a esta raza y que "procedía de las hordas extranjeras" que él
injuriaba.

Lovecraft contestaba afablemente: "Ahora eres Mrs. H. P. Lovecraft de


Angell Street 598, Prouidence, Rhode Island".

Es decir, Lovecraft no creía verdaderamente en la superioridad de ninguna


raza. Era, quizás, un reaccionario en abstracto.

Los otros mundos

Las privaciones y la muerte, después la soledad y el frío, instancias del


mismo significante, impulsaron a Lovecraft a lo que Maurice Levy, en
Lovecraft ou du fantastique (1972), denominará axiomática de la
transgresión.

Desde ese instante se refugiará en otras fuerzas. El esoterismo, la


superstición, el mito y lo sacrílego (la Golden Dawn, Arthur Machen),
como fórmulas de lo sobrenatural, lo llevarán, a pesar de su apetencia
por lo científico, hacia el vórtice de una dimensión en la que el
Planeta, fecundado por los dioses arquetípicos, coexiste con los mundos
paralelos.

Para esos mundos abominables y fantásticos, poblados por los


extraterrestres, creó su propia cosmogonía. Sus deidades incorruptibles y
sus libros sagrados como el Necronomicón, el Texto de R'lyeh, los
Manuscritos pnakóticos y el Libro de Eibón.

El primero de ellos (Al-Azif, en árabe), fue escrito por el supuesto


Abdul Alhazred, un poeta loco de Sanaa, en el Yemen, que Lovecraft crea y
ubica por primera vez en La ciudad sin nombre (1921). Pero el
Necronomicón o Al-kif aparecerá en El Sabueso (1922) y en El ceremonial
(1922). En este relato, además, describe las ciudades imaginarias de
Arkham y Kingsport

El Necronomicón fue redactado en el siglo VII. Lovecraft nos dirá que


Abdul Alhazred estuvo en Babilonia y en los subterráneos secretos de
Menphis, donde tomó contacto con los Espíritus del Mal y las creaciones
bestiales de la muerte. Murió en Damasco, devorado por un monstruo
invisible ante una multitud horrorizada que sólo vio cómo desaparecía
fragmentariamente. .

Lovecraft vivió 47 años (1890-1937),y como Charles Fort en el Libro de


los condenados (1919), murió buscando esos extraterrestres que, según la
tesis de sus obras, poblaron la Tierra antes del advenimiento del hombre.

EL DIARIO DE LOVECRAFT

En una librería de Venecia, editado por Mondadori en 1994, hallé el


Diario di un incubo / Taccuini 1919-1935, de H. P. Lovecraft, Lleva notas
de David E. Schultz y está traducido por Claudio de Nardi. En el original
se llamó The Commonplace Book, y está constituido de apuntes y
transcripciones que el autor consignaba al azar para reelaborar sus ideas
en futuros relatos.

En una de esas anotaciones (Taccuini, 27) expresa:

"Muerte, desolación y horror, espacios batidos por el viento, fondo del


mar, ciudad muerta. Pero la Vida... ¡horror todavía más grande! Vastedad
inaudita dereptiles y leviatanes, de espantosas bestias de junglas
prehistóricas, de lujuriante riscosa vegetación, de malignos instintos
del primer hombre... La Vida es más horrible que la Muerte".

En la siguiente (Tacc., 28), recordando uno de sus relatos, KI Gatti di


Ulthar, y su afición a los gatos, nos dice que éstos constituyen el alma
del antiguo Egipto. Agrega, incluso, estas palabras:

"Pertenece (el gato) a la estirpe de los señores de la jungla y es


heredero de los secretos del Africa antigua y misteriosa. Está
emparentado con la Esfinge y conoce su lenguaje; pero es más antiguo que
la Esfinge y recuerda lo que ella ha olvidado".

En otra nota (Tacc., 42) nos habla del terror de los espejos. Recuerda un
sueño en el que la escena se modifica por el sólo hecho de reflejarse "en
el agua o e un espejo". El comentarista halla el antecedente en Nathaniel
Hawthorne (The American Notebooks, 17.X.1835): Hacer del propio reflejo
en un espejo el tema de un relato, como consta en el Monsieur de Miroir,
de éste. Tal sería la fuente y no el origen de The Outsider (1921) del
mismo Lovecraft. George Wetzel, a su vez, afirma que la referencia le fue
sugerida a Lovecraft por los Fragments from the Journal of a Solitary
Man, de Hawthorne. Sin embargo, un personaje de The Shadow over lnnsmouth
(1931) expresa que los habitantes de Innsmouth tienen un aspecto tan
horrible que mueren de terror con sólo mirarse en el espejo. Schultz es
terminante en este aspecto.

El tema de la reflexión puede rastrearse también en el Pickman's Model


(1926) Y otros relatos de Lovecraft. El aislamiento de los amigos y la
vida enfermiza que debió sobrellevar por esa alergia al frío que lo
obligaba a la reclusión, lo indujeron quizás a reiterar esta idea del
horror ante las superficies reflexivas. Esto fue seguramente más
significativo que los antecedentes literarios. A veces no podemos
escindir la vida del hacer creador. Ambas instancias se juntan o
coinciden en algún momento.

El Taccuini 1919-1935 contiene todas las ideas y transcripciones que le


servirían a Lovecraft para concretar su obra. En esto se parecía a
Maiacovski, en cuya libreta de tapas negras consignaba todo aquello que
le serviría para el desarrollo de su poesía. Las anotaciones eran
rápidas. No le importaba la puntuación ni el estilo. Sólo la idea, el
posible tema. Y también ciertos estados de ánimo en conexión con su
carácter. O bien en alusiones a Old Man, el gato que lo acompañaba cuando
escribía o se recluía en su casa por el frío intenso que le atacaba los
bronquios.

A veces naufragaba en algún enigma cósmico. Le preocupaba, por ejemplo,


la posibilidad de un hombre lanzado a una velocidad superior a la de la
luz. Creía que en el caso de tal aceleración, la materia del ser humano
se transformaba en espacio. No conocía la teoría de la relatividad. Pero
algunos manuales de divulgación científica lo habían l1evado al problema
de la desintegración. Sus seres gelatinosos y deformes están ubicados, de
alguna manera, en este ámbito de significación.

También consigna sus sueños y ciertas precisiones que podemos extraer del
Supernatural Horror in Literature y, especialmente, de las Selected
Letters: 1911-1937 (Arkham House 1965-76; vol. I-II al cuidado de August
Derleth y Donald Wandrei; vol. IV-Val cuidado de August Derleth y James
Turner). En éstos, por ejemplo, nos relata (1,114, sigo a Schultz) el
sueño de un castillo medieval con los centinelas adormecidos, mientras en
la llanura enfurecía la batalla entre los arqueros de Inglaterra y las
extrañas figuraciones de manteles amarillos sobre las armaduras, que
desaparecían cuando su comandante, despojándose del yelmo, advertía que
era un ser sin cabeza.

Los sueños eran fundamentales en Lovecraft. Padecía de una recurrencia


onírica. Despertaba repentinamente falto de respiración y ya no dormía.
Al día siguiente tenía el tema para desarrollarlo con todos los recursos
que le dictaba su imaginación. En este aspecto fue, sin duda, el Gran
Soñador. O, sencillamente, el Soñador de Providence.

Tampoco faltan los lugares enigmáticos que visitó, como la casa de Salem
o las aldeas espectral es (Tacc., 99):

"Historia de Salem, el cottage de una vieja bruja donde después de su


muerte se produjeron distintos sucesos espantosos".

La referencia también se halla en las Letters (1, 204). En una reveladora


apuntación escribe: .

"Región subterránea bajo la plácida aldea de Nueva Inglaterra, habitada


por criaturas (vivas o muertas) ya deformes y de antigüedad
prehistórica".

En su inabolible Nueva Inglaterra, donde a veces se internaba ocultándose


de todos. Su tierra legendaria en que danzaban frenéticamente los
fantasmas. O bien esas niñas cuyos cuerpos se fundían con los indígenas
que retornaban de] pasado. Una Nueva Inglaterra que estallaba en sus
arterias y lo consumía.

El Taccuini define, por lo tanto, el itinerario de, una inteligencia


agitada por todos los vientos, carcomida de extrañas ensoñaciones que
sólo podían caber en uná imaginación castigada por la tragedia. Allí
están el terror y los sueños infantiles. Las selvas prehistóricas
cubiertas de monstruos. Y sobre todo esas ideas llenas de pavor, donde se
levantaba una cosmología atroz que acechaba el hundimiento de la
civilización.

CRONOLOGÍA DE LAS OBRAS DE LOVECRAFT ESTABLECIDA POR ÉL MISMO

Dagon, 1917.
The Tomb, 1917.
Polaris, 1918.
Beyond the Wall of Sleep, 1919.
The Doom That Came to Sarnath, 1919.
The White Ship, 1919.
Arthur Jermyn (The White Ape), 1920.
The Cats of Ulthar, 1920.
Celephais, 1920.
From Beyond, 1920.
The Temple, 1920.
The Terrible Old Man, 1920.
The Tree, 1920.
The Moon-Bog, 1921.
The Music of Erich Zann, 1921.
The Nameless City, 1921.
The Other Gods, 1921.
The Outsider, 1921.
The Quest of Iranon, 1921.
Herbert West: Reanimator, 1921-1922.
The Hound, 1922.
Hypnos, 1922.
The Lurking Fear, 1922.
The Festival, 1923.
The Rats in the Walls, 1923.
The Unnamable, 1923.
Imprisoned with the Pharaohs, 1924.
The Shunned House, 1924.
He, 1925.
The Horror at Red Hook, 1925.
In the Vault, 1925.
The Call of Cthulhu, 1926.
Cool Air, 1926.
Pickman's Model, 1926.
The Silver Key, 1926.
The Strange High House in the Mist, 1926.
The Colour out of Space, 1927.
The Case of Charles Dexter Ward, 1927-1928.
The Dunwich Horror, 1928.
The Whisperer in Darkness, 1930.
The Shadow over Innsmouth, 1931.
At the Mountains of Madness, 1931.
The Dreams in the Witch-House, 1931.
Through the Gates of the Silver Key, 1932.
The Thing on the Doorstep, 1933.
The Shadow out of Time, 1934.
In the Walls of Eryx, 1935.
The Haunter of the Dark, 1935.
The Evil Clergyman, 1937.

Libros consultados para este estudio

Ballard, Burgess y otros: Ciencia-ficción / La otra respuesta al destino


del hombre, Buenos Aires, Timerman Editores, 1976.

Belknap Long, Frank: The Horror {rom the Hilis, Sauk City, Wisconsin,
Arkham House, 1963.

Belknap Long, Frank: Howard Phillips Lovecraft. Dreamer on the nightside,


Suak City, Wisconsin, Arkham House, 1975.

Bergier, Jacques: Los libros condenados, Trad. J. Ferrer Aleu, Barcelona,


Plaza y Janés, 1973.
Bloch, Robert: Heritage of horror, en The best of H. P. Lovecraft,
Bolldcurdling tales of horror and the macabre, New York, Del Rey Book
Published by Bal1antine Books, 1982.

Borges, Jorge Luis: La literatura fantástica, Buenos Aires, Ediciones


Culturales Olivetti, 1967.

Derleth, August: H.P.Lovecraft y su obra, en El horror de Dunwich, de H.


P. Lovecraft, 5~ reimpr., Madrid, Alianza, 1991.

Garcia, Fernando: H.P.Lovecraft, en La Papirola, no 1, Buenos Aires, ag.,


1987.

- Un caballero de Providence y otras historias de horror, Buenos Aires,


Anáfora, 1991.

- Prólogo y cronología a Polaris y otros relatos, de Lovecraft. Trad.


M.T.Segur y E. Haro Ibars, Buenos Aires, Ed. Altamira, 1991.

Hoffman Price, Edgar: The Year's best horror stories, N.Y., Daw Books,
1976.

Levy, Maurice: Lovecraft ou du fantastique, Paris, Union Générale


d'Editions, 1972.

Lovecraft, H.P. y Derleth, A.: El que acecha en el umbral, (The lurker of


the threshold), trad. Delia Piquerez, Buenos Aires, Editorial Molino
Argentina, 1946.

Lovecraft, H.P. y Derleth A.: The Survivor and others, New York,
Bal1antine Books, 1976.

Lovecraft, H.P.: The Shuttered Room, Sauk City, Wisconsin, Arkham House,
1959.

Lovecraft, H.P.: The Festival, New York, Scott Meredith, 1959.


Lovecraft, H.P.: Autobiography, Sauk City, Arkham House, 1963.

Lovecraft, H.P.: Obras escogidas, Trad. José Ma. Aroca, Primera


selección, Barcelona, Acervo, .1966.

Lovecraft, H.P.: Selected Letters, vol. 1(1911-1924), vol. II (1925-


1929), Sauk City, Wisconsin, Arkham House, 1965 y 1968.

Lovecraft, H.P.: En las montañas de la locura, Barcelona, Seix Barral,


1968.

Lovecraft, H.P.: The horror in the museum and other revisions, New York,
Ballantine Books, 1976.

Lovecraft, H.P.: Fungi {ronz Yuggoth, Las fungosidades de Yuggoth. Trad.


José Nebreda, en Bladgaross, No 8, Madrid, 1983.

Lovecraft, H.P.: El horror en la literatura, Trad. Francisco Torres


Oliver, Madrid, Alianza, 1984.
Lovecraft, H.P.: The tomb and other tales. New York, Ballantine Books,
1989.

Llopis, Rafael: Los mitos de Cthulhu, en H.P.Lovecraft y otros: Los mitos


de Cthulhu, Madrid, Aliaza, 1969.

Pauwels, Louis y Bergier, J.: El retorno de los brujos, Barcelona, Plaza


y Janés, 1961.

Shiel, Matthew: La nube purpúrea, Barcelona, Edhasa, 1963.

Simon, Recopilado por: El Necronomicón, Madrid, Edaf, 1992. (Se afirma


que fue traducido del original inglés, The Necronomicón, por Elías
Sarhan).

Sprague de Camp, L.: Lovecraft, A Biography, N.Y., Doubleday, 1976. (Hay


traduc. de Francisco Torres Oliver: Lovecraft (biografía), Madrid,
Nostromo, 1978).

Nota

La bibliografia no mencionada se halla en el texto de la obra, en las que


se incluyen, además, las publicaciones periódicas.

NOTA DEL DIGITALIZADOR: se suprime el índice original

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