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A Wasma'a Chorbachi,
mi antigua compañera de estudios
de Harvard, que una tarde afortunada
me introdujo al misticismo musulmán
y cambió para siempre mi vida.
que su uso llevó a la cárcel a uno de sus tíos más queridos. Pero
su temor visceral cede r á p i d a m e n t e ante su decisión firme de fa-
miliarizarse con su destino estelar. Abdala ya está listo. H a ave-
riguado el signo astrológico de su dienta y se dispone a orientar-
la. A pesar de que la consulta se tiene que dar en el m á s estricto
secreto, el develador de futuros tiene u n sólido prestigio en la co-
munidad. Es que es u n morisco astrólogo experto en mujeres. Y
la joven, que todavía tiembla, comienza a oír de sus labios lo que
las estrellas determinan para su vida modesta de aldeana. Y a ve-
remos que será increíblemente afortunada.
Hemos intentado evocar brevemente las emociones y las an-
gustias que h a b r á suscitado el texto astrológico que motiva nues-
tro presente estudio entre los moriscos del siglo x v i que serían sus
usuarios. El tratado, que forma parte de u n códice aljamiado de
sortilegios (Junta X X V I , fols. 3 I r al 84r), de autor a n ó n i m o , re-
cibe el título de su primera línea: "Exte ex alquiteb quextá en él el
contó de Du-l-carnáin'' (Éste es el libro que está en él el cómputo de Alejan-
1
dro Magno) , y parece ser que perteneció a u n tal Abdala, natu-
ral de Cosuenda, si es que damos fe a la firma posesiva que
£
encabeza el códice ("Kosuwenda A b d A l l a h " ) . E l misterioso
Abdala, si es que llegó a servirse del manuscrito de su propiedad,
d e b i ó haber sido un s o r t í l e g o m u y capaz en achaques de adivina-
ción del provenir. Su texto, que vamos a editar en su totalidad,
abarca las m á s distintas formas de la futurología musulmana: el
sistema cabalístico de valoración de las letras arábigas para fines
adivinatorios, que el morisco denomina "al-yizmi chiko y al-yizmi
m a y o r " ; los "alboryes" (constelaciones o signo astrológicos) de
los hombres y de las mujeres; la suerte del " p a l i k o " (especie de
dado rectangular arrojadizo cuyos puntos hay que decodificar se-
g ú n las instrucciones del códice); la oniromancia o valor adivina-
torio de los sueños, así como los pronósticos sobre el tiempo y los
sucesos históricos, tomando como punto de partida los truenos,
eclipses, auroras boreales, estrellas fugaces y la entrada del a ñ o .
Nuestro autor morisco, aunque de manera modesta, forma tra-
dición con los grandes expositores de la ciencia judiciaria —Pto-
lomeo, Al-Bírünl, Aben Ragel, A b u Ma'sar. Las disquisiciones
2
genetlíacas del autor (que debemos considerar a n ó n i m o , ya que
1
C f . J U L I Á N R I B E R A y M I G U E L A S Í N P A L A C I O S , Manuscritos árabes y aljamia-
dos de la Biblioteca de la Junta, M a d r i d , 1912, pp. 112-114.
2
J U A N V E R N E T , Astrologia y astronomía en el Renacimiento. La revolución coper-
nicana, A r i e l , Barcelona, 1974, y La cultura hispanoárabe en Oriente y Occidente,
NRFH, XXXVI U N MORISCO ASTRÓLOGO 263
Abdala posiblemente fue tan sólo uno dé los usuarios del códice)
son, pese a su alcance intelectual limitado, de u n interés particu-
lar frente a la obra de estos grandes maestros en el arte de la pre-
dicción astrológica. Como ya adelantamos, el misterioso cripto-
m u s u l m á n es un verdadero experto en mujeres, cosa insólita en
los libros decididamente masculinos de Ptolomeo y sus refundi-
dores árabes. Nuestro morisco, rompiendo con las convenciones
astrológicas m á s avaladas por la a n t i g ü e d a d , estudia por separa-
do los doce signos zodiacales del hombre y de la mujer, y no es
difícil ver que tiene una visión radicalmente distinta de ambos se-
xos. Para nuestra sorpresa, favorece a las féminas prácticamente
en casi todos los renglones de la vida humana. U n a lectura atenta
3
del Tetrabiblos de Ptolomeo , del Libro complido en los mdiziosde las
4
estrellas de Aben Ragel y del Kifab al tajhim li awa'il siria'at al-tanyim
co, 1946, p p . 214-216, nos dan noticia de la lectura del sabio m u s u l m á n por
parte de J u a n Betete ( M é x i c o , hacia 1582) y del arquitecto M e l c h o r P é r e z de
Soto (1606-165?). Por su parte, J u a n de Pineda, en sus Diálogos de agricultura
cristiana (BAE, M a d r i d , 1963, t. 2, d i á l o g o X , cap. X X I I ) se sirve de p r o n ó s t i -
cos de A b e n Ragel. Sobre A b e n Ragel, v é a n s e los estudios de G . H I L T Y , " E l
l i b r o complido en los iudizios de las estrellas", AlAn 20 (1955), 1-74; J . V E R -
N E T , Estudios sobre la historia de la ciencia medieval, Barcelona-Bellaterra, 1979;
C . B R O C K E L M A N N , Geschichte der arabischen Literatur, Leiden, 1937, n ú m . 1,
s u p l . , p . 401 y H . S U T E R , Die Mathematiker und Astronomen der Araber und Ihre
Werke, Leipzig, 1900, p . 100.
5
E l citado Taflñm de A l - B i r ü n l ( A b ü ' l - R a y h a n M u h a m m a d i b n A h m a d
a l - B í r ü m , n . 362/963) está concebido para u n p ú b l i c o estrictamente masculi-
n o , n o empece — y ello es m u y elocuente— haberlo dedicado a una mujer:
Rayhana, ampliamente conocida por su sed de s a b i d u r í a científica. L a discreta
Rayhana no hubiese podido encontrar i n f o r m a c i ó n adecuada acerca de sus
propias interrogantes personales al hojear el texto dedicado a ella con tanto respe-
to intelectual. L o que e n c o n t r a r í a s e r í a n datos como éstos: los nativos de G é -
minis, Sagitario y Capricornio h a b r á n de tener la barba hermosa o larga, mien-
tras que el signo de C á n c e r h a r á a sus hijos buenos marineros, el signo de Leo
buenos caballeros y halconeros y el signo V i r g o buenos visires y eunucos. N o
hay lugar pues para la discreta R a y h a n a en el Taflñm de su devoto A I - B l r ü n l .
Para m á s detalles sobre la v i d a y la obra de A l - B l r ü n l , cf. R . R A M S A Y
W R I G H T A book on instruction in the elements of the art of astroloev Luzac L o n -
dres, 1934. J J ,
6
Cf. los folios 33r, 34v, 49r, 52r, 54r, 57v, 60v, 62r, 65r. A u n q u e , en
t é r m i n o s generales, el morisco refundidor habla de " D u - l - Q a r n a y n " c o m o
autor, al menos, de una p o r c i ó n de su texto, lo cierto es que en otros pasajes
hace clara referencia al misterioso " s a b i y o " y aun a otros autores, que men-
ciona por nombre. E l " s a b i y o " a s t r ó l o g o tampoco sería, por otra parte,
M a s a ' a l l a h n i el erudito j u d í o de T o l e d o . A b r a h a m i b n ' E z r a , cuvos comnle-
j í s i m o s textos j u d i c i a r i o s ; tan distintos del de nuestro autor aljamiado, acaba
de t r a d u c i r al e s p a ñ o l D e m e t r i o Santos: v é a s e Aíashahallah-Sen Ezra. Textos as-
trológicos medievales. (Ángulos, ciclos, casase interpretaciones), Barath, M a d r i d , 1981.
NRFH, XXXVI U N MORISCO ASTRÓLOGO 265
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Los pasajes testimoniales m á s interesantes de la literatura aljamiado-
morisca los he encontrado en dos autores: el M a n c e b o de A r é v a l o , cuya Tafsira
edita M a r í a Teresa N a r v á e z bajo m i d i r e c c i ó n como tesis doctoral de Estudios
H i p á n i c o s en la U n i v e r s i d a d de Puerto R i c o , y el a n ó n i m o refugiado de T ú -
nez, cuyo fascinante texto m i s c e l á n e o voy a editar en c o l a b o r a c i ó n con m i co-
lega de O v i e d o A l v a r o G a l m é s de Fuentes para la C o l e c c i ó n de Literatura Alja-
miada y Morisca de Gredos en M a d r i d .
8
R I C H A R D L E M A Y , Abu Ma 'shar and Latin Anstotelism in the twelfth century.
The recovery of Aristotle's naturalphilosophy through Arabic astrology, A m e r i c a n Uni¬
versity o f Beirut, 1962, considera a A b ü M a ' s a r ( A b ü M a ' s a r b e n M u h a m m a d
b e n ' U m a r al-Baljl, muerto en 886) como el m á s importante astrólogo del
I s l a m . D . Pingree adjudica el entusiasmo de L e m a y , que le parece excesivo,
al hecho de que el estudioso sólo conoce las traducciones latinas del sabio. A b ü
M a ' s a r no le merece mucho respeto a Pingree: critica su "astonishing anrJ
inconsistent eclecticism" y concluye que " h e is not to be ranked among the
great scientists of I s l a m " ( " A b ü M a ' s h a r al- B a l k h i , Ja'far i b n M u h a m m a d " ,
en Dictionarv of' Scientific Bioeraóhv Charles C Gillisnie í e d ) Scribner Nueva
Y o r k , 1970, pp. 32 y 35.
9
Las siglas distintivas del códice son las siguientes: " M s . L d b g . 1002,
Sprenger 1878, Volls 7; Bibliotheca Regia Berolinensis (Staats-bibliothek
Prenss. K u l t u r b e s i t z , O r i e n t a b t e i l u n g ) 1878 a. An horoscope and nativities, ascri-
266 L. LÓPEZ-BAR A L T , L . PIEMONTESE, C. M A R T I N NRFH, XXXVI
mente igual que nuestro morisco, considera por separado las cons-
telaciones del hombre y de la mujer. Su cultura astrológica es igual-
mente modesta: nada de elucubraciones astronómicas complica-
das n i de cómputos m a t e m á t i c o s sofisticados. Hemos traducido
del á r a b e la constelación de Leo, y su contraste con nuestro ma-
nuscrito es, como tendremos ocasión de ver, muy interesante.
Con unas modestas herramientas lingüísticas (un castellano
plagado de aragonesismos y de arabismos, que a menudo traduce
a medida que avanza el texto), nuestro morisco se lanza a la i n -
gente tarea de determinar las características de los hombres y de
las mujeres de acuerdo con la influencia de los doce signos del zo-
d í a c o , que identifica sólo por el mes: Aries es abril; Tauro, ma-
yo; G é m i n i s , j u n i o , y así sucesivamente. El autor suple unos bre-
ves datos astronómicos relativos a cada signo: si es de fuego, tie-
rra, aire o agua; masculino o femenino; estival o invernal; frío
o caliente; el planeta que lo rige, entre otros datos. Luego nos ha-
bla del tipo físico que o s t e n t a r á el nativo (o la nativa) de cada sig-
no, y sus marcas y lunares característicos. Se detiene bastante en
las cualidades morales de sus clientes, así como en el tipo de rela-
ción que t e n d r á n con el sexo opuesto; las enfermedades que los
a q u e j a r á n ; los hijos que p r o c r e a r á n ; su ocupación o estado y sus
experiencias de la vida general como viajes y riñas familiares.
(Aunque nuestros lectores no sean creyentes en la ciencia judicia-
ria, sospechamos que m á s de uno b u s c a r á bajo su signo lo que
el morisco le hubiera predicho de haber asistido a su consultorio
en la E s p a ñ a renacentista).
T o d a una forma de vida, aunque esquematizada y borrosa, va
surgiendo ante nuestros ojos cuando consultamos los horóscopos
del códice aljamiado. Sabemos que la mujer Leo es rubia; que
el hombre V i r g o posee hermosos ojos; que el v a r ó n Escorpión es
m u y engañoso y el Capricornio m u y reservado; que el hombre
de C á n c e r p a s a r á la mar en barco pero volverá sano. Parecería
que atisbamos " a través de u n cristal, oscuramente" algo de la
vida y características de la comunidad morisca del Siglo de O r o
español. Pero no nos llamemos a e n g a ñ o : nuestro autor debe es-
tar copiando u n texto á r a b e que acaso lo que reflejó fue la vida
bed to Abú Ma'shar, 150 p p . " . Resulta curioso consignar el hecho de que en
el c a t á l o g o de Fuat Sezgin, t a n útil para el investigador, el manuscrito no apa-
rece citado; acaso haya cambiado eí n ú m e r o de la c a t a l o g a c i ó n o haya escapa-
do a la a t e n c i ó n de Sezgin por ser de m á s reciente a d q u i s i c i ó n . C f . SEZGIN,
Geschichte des arabischen Schrijtums, B d . V I I , E.J. B r i l l , 1979.
NRFH, XXXVI U N MORISCO A S T R Ó L O G O 267
10
del Cairo o de la Bagdad de los siglos medios . L o que no deja
de ser interesante es el hecho de que estos antiguos modelos de
vida del Islam oriental se intentaron aplicar a la vida empobreci-
da de la m i n o r í a desacreditada que tradujo amorosamente el có-
dice y que tantas veces lo p o n d r í a en práctica. Sólo en muy pocos
casos advertimos que las circunstancias históricas de la E s p a ñ a
del Siglo de O r o p o d r í a n desmentir los reclamos del códice. E l
autor, por ejemplo, asegura al hombre Capricornio que será " o f i -
cial de la alyama'a", oficio poco probable bajo la égida del tribu-
nal de la Inquisición, que había desmantelado por edicto todo ras-
tro de vida islámica en la P e n í n s u l a . Y , con todo, hay que recor-
dar que la ocupación de oficial de la aljama a ú n sería plausible
en la E s p a ñ a renacentista, sobre todo entre los moriscos aragone-
ses, que no se vinieron a convertir colectivamente hasta entrado
el siglo x v i .
Vayamos ahora al caso físico de los demandantes que atiende
el d u e ñ o del códice. Los hombres tienden a ser mucho m á s oscu-
ros de tez que las mujeres (los Leo son " e s k u r o [ s ] " ; los Piscis y
Acuario, cobrizos), mientras que a las afortunadas féminas se les
adjudica, invariablemente, el color blanco, frecuentemente entre-
verado de rojo y de amarillo, como exigían los estetas musulma-
11
nes, cual Nefzawl . Curiosamente, ninguna mujer del códice es
morena (cosa harto dudosa entre la m o r e r í a española) y los úni-
cos cabellos cuyo color se indica son los de las mujeres nacidas
bajo Leo y Aries, y son, contra todo lo esperado por el clisé de
12
la agarena guapa, amarillos y rojos, respectivamente. Parece-
ría que nuestro autor se atiene m á s a fantasías estéticas que a la
realidad objetiva al hablarnos en su texto de moriscas de colora-
1 0
Insiste con toda r a z ó n A n w a r Chejne en que la literatura aljamiada,
por lo general, se sirve de textos á r a b e s originales y pocas veces es, como en
el caso del Mancebo de A r é v a l o , poderosamente original. Cf. su libro postu-
mo Islam and the West. The moriscos. A cultural and social history, State University
of N e w Y o r k Press, A l b a n y , 1983, p . 96.
1 1
C f . ' U M A R I B N M U H A M M A D A L - N A F Z Â W Î , The glory of the'perfumed garden.
The missing flowers, Neville Spearman, Londres, 1975.
1 2
Tenemos documentadas moriscas rubias en el siglo x v i . L a morisca
C á n d i d a la R u b i a parece haber sido conocida p o r el color de oro de sus cabe-
llos y por otras cosas menos halagadoras, como el haber incitado a una vecina
cristiana a convertirse al Islam. Cf. J A C Q U E L I N E F O U R N E L G U É R I N , " L a fem-
me morisque en A r a g o n " , en Les monsques et leur temps, Table Ronde Interna-
tionale É d i t i o n s d u Centre Nacional de la Recherche Scientifique, Paris, 1983,
p. 528.
268 L. LÓPEZ-BARALT, L . PIEMONTESE, C. M A R T I N NRFH, XXXVI
1 3
Arabic-English Dictionary, 3 r d . ed., Spoken Languages Services, Ithaca,
N u e v a Y o r k , 1976, p. 164.
1 4
Alhambra. Diccionario español-árabe/árabe-español, S o p e ñ a , Barcelona, 1979,
p. 95.
NRFH, XXXVI U N MORISCO ASTRÓLOGO 271
15
do ante tal despliegue de atributos intelectuales femeninos .
El v a r ó n del tratado genetlíaco suele exhibir un defecto que
no veremos nunca entre las hembras: es sensual y libidinoso. El
nacido en Tauro, L i b r a , Leo y C á n c e r es u n gran amador de las
mujeres. E l único indicio, en cambio, que tenemos de una libido
fuerte de parte de la mujer es el caso de la nacida en Tauro — y
regida, entonces, por Venus—, de quien se dice que " e l mes de
su kasar es en-biniyéndole su folor" (fols. 70v-70r). Probablemen-
te, el astrólogo recomienda a la taurana u n matrimonio tempra-
no (tan pronto le venga su " f o l o r " o ciclo menstrual), de manera
que pueda dar cauce inmediato a su sensualidad venusina. Nada
m á s aceptable socialmente.
En nuestro texto, el hombre suele contraer matrimonios m ú l -
tiples. Todos casan con dos o tres mujeres, menos el nativo de
16
Escorpión, que se circunscribe a una . En cuanto a las hembras,
1 5
Casi todos los tratadistas españoles de la é p o c a que se ocupan de la m u -
jer dan por sentada su inferioridad física, intelectual y m o r a l . J U A N L U I S V I -
VES, en su Libro llamado instrucción de la mujer cristiana (1524), es particularmen-
te severo: insiste en que debe aislarse a la hembra del sexo opuesto, incluso
de sus hermanos, y que debe v i v i r sólo para guardar la castidad. El p o r t u g u é s
Francisco M a n u e l de M e l l o aconseja a la mujer que oculte su inteligencia, si
es que la tiene (Guía de casadas). Y a sabemos que Fray L u i s , irremediablemen-
te m i s ó g i n o pese a su buena v o l u n t a d , restringe a su perfecta casada al á m b i t o
estricto del hogar e incluso llega a suponer crue ésta no tiene necesidad de gas-
tar en alimentos, ropa y afeites tanto como el h o m b r e , ya que tiene menos
calor natural que el sexo contrario. P . W . B O M L I resume el tenue feminismo
de los autores m á s arriesgados del Renacimiento e s p a ñ o l en su estudio La fem-
me dans l'Espagne du Siècle d'Or, M a r t i n u s Nijhoff, T h e Hague, 1950: a lo m á s
que llegan es a postular el derecho de la ioven à elegir m a r i d o v a defender
su honor, pero nunca el derecho a cultivar su inteligencia. Y a sabemos lo d u r o
fue Lope de V e g a con Nise cuando ésta quiso descollar intelectualmente
en La dama boba y lo intolerante que fue C a l d e r ó n de la Barca en sus comedias
Guárdate del ama mansa v No hav burlas con el amor. P a r e c e r í a aue sólo Sor Tuana
se hubiera sentido satisfecha con el inesperado feminismo intelectual de nues-
tro a n ó n i m o a s t r ó l o g o m u s u l m á n .
1 6
L a enorme consistencia con la que el morisco predice para los varones
u n m a t r i m o n i o pluralista p a r e c e r í a reflejar una sociedad t í p i c a m e n t e islámi-
ca. Y sin embargo el texto sería a ú n aplicable a la E s p a ñ a c r i p t o m u s u l m a n a
del Siglo de O r o : R a p h a ë l Carrasco y Bernard V i n c e n t nos documentan algu-
nos casos de moriscos casados s i m u l t á n e a m e n t e con varias mujeres a lo largo
del siglo x v i . C o n todo, los moriscos no fueron masivamente p o l í g a m o s , p r i n -
cipalmente por razones e c o n ó m i c a s . L a vigilancia extrema a que la Inquisi-
ción s o m e t í a a la casta perseguida t a m b i é n c o n s t i t u i r í a u n freno para estos ma-
t r i m o n i o s que la oficialidad cristiana consideraba i l e g í t i m o s . Cf. CARRASCO y
V I N C E N T , " A m o u r et mariage chez les morisques", CALIE, p p . 137 ss.
272 L. LÓPEZ-BARALT, L . PIEMONTESE, G. M A R T I N NRFH, XXXVI
tan sólo en una ocasión se nos deja saber que se casan con varo-
nes que tengan (o hayan tenido) otras esposas: es como si el mo-
risco quisiera proteger a sus dientas de la noticia, siempre desa-
gradable para la mujer, de que h a b r í a de compartir a su hombre.
Los varones del ms. X X V I , igual que los del pseudo A b ü
Ma'sar, tienen una relativa mala suerte en su activa vida matri-
monial. El ariano t e n d r á problemas en su boda; el geminiano,
"peleyto por parte de muyeres" (fol. 42r); mientras que al can-
ceriano incluso lo llega a hechizar una mujer pecosa.
Las féminas del texto son, en cambio, afortunadísimas en lo
17
tocante a su experiencia nupcial. Siempre se casan , y tan sólo
a la nativa de Tauro se le predice u n "kasar kerebado [quebrado,
angustioso] o menguado" (fol. 70v). Pero estas hembras paradig-
m á t i c a s suelen, para su dicha, amar a sus maridos y concordar
bien con ellos. N o hay una sola que sea infiel. ¿Wishful thinking
o mandato subliminal del astrólogo al sexo opuesto? Como quie-
ra que sea, las jóvenes p o d í a n acudir m á s que confiadas a la con-
sulta de Abdala: todo serían buenas noticias en el renglón ma-
trimonial.
¿A q u é se dedican los personajes hipotéticos del ms. X X V I
a quienes el morisco levanta horóscopos? Las actividades funda-
mentales son la labranza y la g a n a d e r í a , y , en menor grado, el
comercio. H a quedado atrás la sofisticación y la variedad de las
ocupaciones de los clientes de Ptolomeo y Al-Blrüni, que eran filó-
sofos, músicos y especieros. Incluso el pseudo A b ü Ma'sar los de-
clara príncipes bajo ciertas constelaciones afortunadas. Pero las
noticias prosaicas que nos da el texto aljamiado en lo tocante a
los oficios de sus usuarios serían m á s que adecuadas para el con-
sumo de la casta morisca empobrecida del Siglo de O r o español.
Las ocupaciones m á s "sofisticadas" que Abdala asigna a sus
clientes son las de oficial de la aljama (Capricornio) y la del co-
mentador del C o r á n (Piscis). Este ú l t i m o oficio t e n d r í a que ha-
ber sido llevado a cabo en el m á s estricto secreto, y se sabe que
costó la vida a m á s de u n criptornusulmán en el siglo x v i .
¿Y la mujer? E n lo fundamental se nos confirma su pertenen-
cia al mundo rural y agropecuario que h a b í a caracterizado a su
contrapartida masculina. Se d e s t a c a r á n , sin embargo, m á s en las
1 7
Seguramente por descuido, el autor no nos ofrece detalles acerca del
m a t r i m o n i o de las nacidas bajo Piscis y L e o , pero dados los hijos que tienen
y el alto estado que alcanzan, podemos presuponer sin temor a exagerar que
se h a b r í a n casado bien.
NRFH, XXXVI U N MORISCO ASTRÓLOGO 273
1 8
L a investigadora nos indica la presencia de mujeres á m o r t a j a d o r a s ,
sanadoras, comerciantes y d u e ñ a s de h o s p e d e r í a s en la Zaragoza del siglo X V I .
M a r í a A l b o r a de Belchite, morisca de cincuenta a ñ o s , e n s e ñ a b a el islam a las
mujeres de la villa y cobraba por ello; M a r í a Fierro de N a b a l y M a r í a Ortega
eran á m o r t a j a d o r a s ; Esperanza A l g u a z í de A y t o n a administraba las fadas a
los r e c i é n nacidos; M a r í a J i m é n e z de Zaragoza y M a r í a de U b é c a r a t e n d í a n
albergues u h o s p e d e r í a s en Brea; mientras que J e r ó n i m a de M u z a , pese a que
estaba prohibido a la sazón a los moriscos vender alimentos, a t e n d í a u n nego-
cio de c a r n i c e r í a (op. cit., p. 525).
1 9
Las moriscas cristianas nuevas procesadas por la I n q u i s i c i ó n eran cas-
tigadas a una pena que d e b i ó hacerlas sufrir m u c h o : p e r d í a n el derecho a por-
tar joyas. Tenemos documentados, sin embargo, bastantes procesos que nos
dejan ver c ó m o las mujeres d e s o b e d e c í a n la p r a g m á t i c a . Cf. F O U R N É L G U É -
RiN, op. cit., y L . L Ó P E Z - B A R A L T , " L a angustia secreta del exilio. E l testimo-
n i o de u n morisco de T ú n e z " , HR 55 (1987), 41-57.
2 0
A L Y M A Z A H É R I , La me quotidienne des musulmán* au mayen age. Xe áu xiiie
siécle, Hachette, Paris, 1951, pp. 61-68, explora el hecho de que en el m u n d o
á r a b e de los siglos X I y x n algunas mujeres estudian carreras liberales: profe-
soras, abogadas, poetisas, a s t r ó l o g a s , m é d i c a s , institutrices, enfermeras é i n -
cluso aduaneras. Algunas llegan a ser jefas de Estado, como sucede en E l C a i -
r o y D e l h i . Se trata, sin duda, de excepciones, ya que, en las esferas menos
privilegiadas, las vemos c u m p l i r con faenas m á s acordes con las que describe
nuestro manuscrito: obreras, ganaderas, tejedoras, tintoreras, lavanderas. Salta
a la vista que el salario del m a r i d o no era suficiente y que las esposas t e n í a n
que completarlo con su esfuerzo laboral.
2 1
E l autor predice al hombre nacido bajo V i r g o una buena herencia, con
la que t e n d r á placer, pero a ñ a d e m á s tarde, c o n t r a d i c i é n d o s e , que n o herede-
274 L. LÓPEZ-BAR A L T , L . PIEMONTESE, C. M A R T I N NRFH, XXXVI
LUCE LÓPEZ-BARALT
LUISA PIEMONTESE
CLAIRE M A R T I N
U n i v e r s i d a d de Puerto Rico
Yale U n i v e r s i t y