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¿Cómo aprender ho’oponopono?

Como la mayoría de ustedes sabe, la práctica de ho’oponopono es


absolutamente sencilla. Sólo requiere utilizar las herramientas o palabras gatillo,
todo el tiempo que se pueda. No es necesario “comprender” toda la naturaleza de
este método sanador para poder utilizarlo y beneficiarse de sus resultados.
Sin embargo, es precisamente esta simplicidad, y algunos postulados de la
filosofía huna, lo que puede obstaculizar o “impedir” que algunas personas
“acepten” o “crean”, que esto es posible.
Como nuestra mente racional es inquieta e inquisidora, se hace necesario
explicar en profundidad los distintos mecanismos que tiene la mente humana, para
que podamos conocer que “no todo es como parece”, que no “controlamos” casi
ningún proceso, como creemos, que tampoco nos conocemos, o que, en todo
caso, sólo conocemos una minúscula porción de nosotros mismos.
Además, lleva algo de tiempo explicar en detalle algunos de los postu-
lados filosóficos que integran este sistema sanador que concuerdan con muchos
conocimientos ancestrales de distintas culturas, e incluso con los modernos
conceptos de la ciencia.
También es interesante, al aprender ho’oponopono, conocer el punto de
vista de diferentes autores que desarrollan estos conceptos a través de distintos
enfoques, los cuales finalmente convergen en elementos comunes.
Otro punto interesante que deseo aclarar es que ningún libro, por sí solo,
basta para aprender y, menos aún, dominar el arte sanador del ho’oponopono. Es
verdad también, que conociendo y utilizando algunas pocas herramientas, se
podrán obtener resultados concretos.
Sin embargo, el aprendizaje de ho’oponopono no se limita a conocer dos o
tres herramientas, sino a concientizarse de que su uso debe incorporarse a la vida
cotidiana, desde que lo conocemos, por el resto de nuestros días. De ninguna
manera es una herramienta para un uso ocasional. Pensar esto significa no haber
comprendido sus conceptos fundamentales.
Simplificando esta idea, suelo decir que, una vez que aprendemos
ho’oponopono, debe convertirse en algo tan cotidiano como lavarnos los dientes y
ducharnos. Lo haremos todos los días, siempre.
Limpiar. Limpiar. Limpiar.
Por ello, aunque hayan leído algunos textos (como los que existen en la
sección archivos de este grupo) u obtenido material de distintos foros en Internet,
siempre que les sea posible, asistan a un taller.
Más allá de la comunicación directa con el maestro, sucede que cada taller
de ho’oponopono es siempre diferente. Es fundamentalmente una práctica
vivencial; así como no podemos aprender a meditar sólo leyendo libros,
deberemos realizar cursos, entrenarnos y adquirir práctica en la meditación.
Ho’oponopono no requiere de tanto entrenamiento y concentración como
las prácticas meditativas, pero sí se necesita que el alumno esté “presente” en un
grupo, donde cada integrante del mismo trae sus “memorias” (más la de sus
ancestros), que se comparten y se borran entre todos los participantes de cada
taller.
Además, el maestro que dicta el taller previamente hace una “limpieza” de
la sala donde se reunirán (porque la habitación también tiene memorias), y
“borrará” las memorias que él comparte con todos los participantes del taller (antes
de que éstos lleguen), trabajando sobre la lista de inscriptos al curso. Incluso se
sigue borrando mientras se dicta el taller.
Todo este conjunto de efectos benéficos no se produce si uno se queda en
su casa leyendo libros. También habrá resultados, pero no serán los mismos que
si se cursan talleres. No sólo eso, se recomienda recursar varias veces, cada vez
que uno tenga la oportunidad. ¿Por qué? Debido a varios motivos.
Cito a Mabel Katz para explicarlo:
La gente se pregunta: Si ya lo tomé, ¿para qué voy a tomarlo otra vez? Te
cuento que cada vez que yo tengo la oportunidad de tomarlo, lo hago, y te explico
por qué.
Los entrenamientos de ho’oponopono son para el alma, no para el intelecto.
Con suerte, si estuvimos limpiando, estamos en otro nivel y podemos ir más
profundo, escuchar cosas que antes no podíamos, o escucharlas de otra forma. Si
no estuvimos limpiando, qué mejor que recordarnos otra vez, y ver si ahora
estamos más preparados para soltar y dejar que esa parte nuestra que sabe mejor
resuelva nuestros problemas. Aun cuando decimos que “lo entendimos”, nunca lo
vamos a entender, porque el intelecto no puede entenderlo. Ho’oponopono nos
ayuda a reprogramarnos, y lamentablemente no estamos preparados para
hacerlo, ni en un día, ni en un fin de semana. Todos los programas que fuimos
bajando a lo largo de esta vida y de muchas otras, no podemos soltarlos de golpe,
nuestro cuerpo no lo resistiría.
Aun para los que decimos que limpiamos, es una forma de recordarnos y de
ayudarnos a estar más conscientes. El saber y conocer esto no funciona, el arte
está en practicarlo. Nuestra meta debería ser cómo hacerlo las 24 horas del día,
todos los días de la semana, todos los días del año. ¿Por qué? Porque deseamos
ser guiados, protegidos, y poder actuar desde la Inspiración y no desde nuestros
programas que creen que saben.
Como los entrenamientos de ho’oponopono requieren de una preparación
especial, en su transcurso muchas fuerzas del Universo se concentran para
ayudarnos a soltar a una potencia más elevada; solamente con nuestra presencia,
con nuestra voluntad de estar allí, ocurren un sinfín de cosas sin que nos demos
cuenta, sin estar conscientes de ello.
Nunca hay casualidades, y el hecho de estar allí también nos permite cortar
con esos lazos invisibles (aka cords) entre los asistentes. Quién sabe las puertas
que se van a abrir porque decidimos ser más humildes y aceptar que necesitamos
toda la ayuda que podemos recibir.
Esa memoria que se va, ese concepto nuevo que escuche, esa persona
con la que compartí, puede hacer una gran diferencia, el principio de infinitas
posibilidades.
Yo voy por esa posibilidad de limpiar con cada pregunta, con cada concepto
compartido.
Cada vez que lo tomo con mi maestro Ihaleakala, siempre me pregunta: “Y,
Katz…, ¿qué aprendiste hoy?, ¿qué obtuviste?, ¿de qué te diste cuenta?”. Antes
de empezar a enseñar, tomé el seminario al menos unas cincuenta veces, y lo
practiqué por lo menos durante tres años; aun así, me di cuenta de que todavía no
lo había entendido. Esto no lo vamos a entender nunca.
Mi maestro me enseñó que este trabajo parece fácil, que cualquiera puede
enseñarlo, pero no es así, porque trabajamos con memorias tóxicas.
Estar consciente es curativo. Lástima que estamos tan dormidos. Yo
siempre digo que las clases que dicto son para mí misma, para ayudarme a
recordar quién soy; de despertar momento a momento, de hacer elecciones más
sabias y de saber que sí se puede.

Más allá de esto, cada seminario es diferente. Aunque se trate del mismo
tema. Las herramientas que se enseñan para borrar pueden ser las mismas que
se explicaron en otros cursos similares, pero la manera en que se desarrolla y las
“inspiraciones” que recibe el maestro para dar su clase ese día, hacen que cada
una sea única e irrepetible, como también lo son las distintas memorias que, por la
sola asistencia al curso, se irán borrando entre todos los participantes. Recuerden:
“todos somos uno”.
Una alumna que había cursado muchos seminarios de ho’oponopono me
decía que “todos fueron diferentes”, “en todos aprendí cosas nuevas”.
Además, se pueden realizar diferentes talleres de ho’oponopono, más
especializados, posteriormente a los conocimientos básicos, ya que es factible
aplicarlo a todas las situaciones de la vida. Las variedades temáticas de los
talleres dependerán de lo que haya organizado y planificado cada maestro.
En definitiva, el conocimiento de ho’oponopono es inagotable. En cada
nuevo encuentro, además de aprender siempre algo más, se comparten
experiencias (algunas parecen increíbles y otras son muy divertidas), pero es la
mejor evidencia de que funciona. Como también lo es el hecho de que muchos
recursan, pues, si no funcionara, ¿para qué recursar varias veces?
Además, en estos últimos años ha crecido exponencialmente en la gente la
necesidad de conocer esta práctica. Ello obedece a que cada vez más personas
en todo el mundo acceden a este conocimiento, y cuanto más lo utilicen y borren,
esta acción nos beneficia a todos. Por eso a cada nuevo grupo que se acerca a
aprender ho’oponopono le resultará cada vez más “fácil” aprenderlo, pues ya hay
una buena “masa crítica” para ello.
Recuerden que en las antiguas prácticas de los kahuna las oraciones o
liturgias para el borrado eran muy largas y debían utilizarlas todos los miembros
del grupo, pues eran “pocos” los conocedores de esa técnica “secreta”. Entonces
había que esforzarse mucho más para lograr la limpieza y sus efectos.
Una vez que Morrnah actualizó el proceso y comenzó a enseñarse por el
mundo, hace ya bastante tiempo, más toda la difusión que junto a ella e
individualmente realizó el doctor Ihaleakala Hew Len, otros maestros de The
Foundation of I, Mabel Katz y algunos maestros hawaianos conocedores de la
tradición kahuna que no pertenecen al grupo fundado por Morrnah, existe ya
mucha “información” en el inconsciente colectivo (o en el campo morfogenético,
según el concepto de Rupert Sheldrake).
Por este motivo resulta cada vez más fácil aprender y practicar
ho’oponopono, y seguirá siendo así cuando cada vez más personas lo aprendan.
Además lo que cada practicante de ho’oponopono borra, se borra en todos
quienes comparten esas memorias y, de este modo, todos nos beneficiamos, así
que…, ¡a borrar!

Lic. Raúl E. Pérez

Si querés saber más de ho’oponopono y participar de talleres y reuniones


donde aprendemos y compartimos experiencias, además de borrar grupalmente
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