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proceso en el lugar, etc. Pero en el enfoque cualitativo cada aspecto iría aflorando
durante la investigación. Evidentemente hay diferencia de enfoque entre los dos
planteamientos siguientes :
a) ¿Cómo generalizar en la comunidad universitaria determinado sistema de
valores preestablecidos?
b) ¿Qué sistema de valores debe servirnos de guía en el proceso educativo en la
Universidad ?
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alternativas para la formación de valores como modos ideales de existencia por los que
se opta conscientemente, en correspondencia con las necesidades e intereses individuales
en función de las exigencias sociales.
Esto quiere decir que las personas con las que se investiga constituyen no sólo objetos
sino también sujetos activos de la investigación, como verdaderos protagonistas
conscientes de este proceso, lo cual aporta elementos a la búsqueda realizada que no
saldrían a la luz de otra manera. Profesores, estudiantes, directivos, activistas políticos y
sociales conocen qué se persigue, lo aceptan, hacen suyos los propósitos de la
investigación y eso imprime un dinamismo especial a la búsqueda de soluciones.
Introducir los resultados que se obtienen como un intento de directivos, profesores,
alumnos y otros agentes socializadores de renovar la práctica educativa sin necesidad de
autorización especial ni de “probar previamente su efectividad”. La propia investigación
va transformando el objeto de estudio.
Asumir el proceso pedagógico desde una perspectiva integral donde se concibe la
investigación como elemento indisolublemente ligado al trabajo docente-educativo.
Desde esta perspectiva el profesor se involucra también como una personalidad
perfectible. La compleja estructura de los valores con una manifestación muy variada
nunca podrá ser descubierta por el análisis de elementos aislados en una persona y
mucho menos en un grupo.
Captar la naturaleza íntima, peculiar de los procesos que intervienen en la formación de
valores, que son privativos del hombre como ser bio-social, la que no puede ser
comprendida mediante una técnica estadística.
Conjugar el diagnóstico con la transformación. Este debe ser rico, dialéctico y dinámico,
de forma que permita la construcción de nuevas hipótesis, nuevas alternativas de
actuación.
No obstante las posibilidades de la investigación cualitativa, es necesario puntualizar
que en ocasiones se utiliza con un enfoque un tanto simplista, por lo que es necesario
puntualizar que :
La aplicación del paradigma cualitativo requiere de un amplio dominio de dicha
metodología, así como de la problemática que se investiga.
La concepción, proyección o diseño del proceso de investigación es una condición tan
importante como en el paradigma cuantitativo.
La investigación científica, independientemente del modelo utilizado, debe generar
teoría. Por esta razón, es oportuno considerar algunas de las formas que adopta la
investigación cualitativa, como la investigación-acción, cuyo propósito, según algunos
autores, no es producir teoría sino acción.
El hecho de no considerar la cuantificación como elemento esencial para estudiar la
formación de valores, como proceso y como resultado, no significa rechazar la
utilización de técnicas cuantitativas en la investigación de esta problemática.
Sobre la base de las reflexiones realizadas en torno a la utilización del paradigma
cualitativo en la investigación sobre la formación de valores concluimos que :
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consideran a los valores como creación pura del espíritu humano, independientemente de
la realidad.
Desde la Filosofía Materialista Dialéctica se han enunciado diferentes definiciones:
“Valores humanos son las determinaciones sociales de los objetos circundantes que ponen
de manifiesto su significación positiva o negativa para el hombre y la sociedad” (12).
“Valores humanos son las propiedades funcionales de los objetos consistentes en su
capacidad o posibilidad de satisfacer determinadas necesidades humanas y de servir a la
práctica del hombre, es la significación socialmente positiva que adquieren los objetos al
ser incluidos en la actividad práctica humana”(13).
“Valor humano es la significación esencialmente positiva que poseen los objetos y
fenómenos de la realidad, no cualquier significación sino aquella que juega un papel
positivo en el desarrollo de la sociedad”(14)
De las definiciones anteriores pueden destacarse como aspectos medulares:
• El valor tiene una significación socialmente positiva, por tanto es discutible que se
hable de valores negativos.
• Los valores, en tanto valores humanos, están vinculados a la actividad práctica del
hombre, por lo cual es indispensable el carácter activo del individuo para lograr su
formación y desarrollo.
Enfoque psicopedagógico de los valores
Estudiar los valores desde la Psicología, presupone asumir una determinada posición acerca
de la comprensión de la personalidad y las vías para su estudio.
Los problemas metodológicos para el estudio de la personalidad dependen de las
concepciones teóricas asumidas por el autor acerca de la misma; la sistematización de
etapas en su estudio ha sido realizada por diferentes autores (González Rey, F, 1987; Pérez
Yera, A, 1988, entre otros) abordándose desde suma o conjunto de cualidades y factores,
para cuya medición se utilizan diferentes inventarios (MMPI -Minnesota Multifactorial
Personality Inventary-, EPI-Eysenck Personality Inventary- 16 PF-Personality Factors- de
Catell) hasta “sistema de formaciones psicológicas de distinto grado de complejidad que
constituye el nivel regulador superior de la actividad del individuo” (15), enfatizando que
en las formaciones psicológicas es donde se presenta la unidad de lo afectivo y lo
cognoscitivo “en su expresión más plena” (16), entre ellas se encuentran formaciones
generalizadoras como el carácter y las capacidades y formaciones particulares, específicas
de la regulación inductora, también denominadas formaciones motivacionales tales como
los intereses, las convicciones, los ideales, las intenciones y la autovaloración. Esta última
forma de considerar a la personalidad es la más utilizada en Cuba, sustentándose en los
principios de la Psicología Materialista- Dialéctica.
El carácter está constituido por el sistema de formaciones motivacionales que definen la
orientación estable y peculiar del sujeto hacia las diferentes esferas de la actividad. Estas
formaciones constituyen una estructura en la cual se organizan atendiendo a su importancia
para el sujeto, constituyendo lo que se ha denominado una jerarquía motivacional. Las
formaciones motivacionales en su máxima expresión conducen a las tendencias
orientadoras de la personalidad (TOP), expresan la orientación estable del hombre hacia las
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diferentes áreas de la actividad, dando lugar al sistema de cualidades del carácter, “que
resume las orientaciones del sujeto hacia el colectivo y las demás personas, hacia el trabajo
y hacia sí mismo.” (17).
Intereses: Expresan la orientación afectiva del hombre hacia el conocimiento de
determinados hechos, objetos y fenómenos.
Convicciones: Expresan la orientación de la actividad del hombre en correspondencia con
sus principios y puntos de vista. Son características de la personalidad desarrollada, del
sujeto que se autodetermina.
Aspiraciones: Expresan la orientación de la personalidad hacia objetivos futuros. Pueden
manifestarse como ideales y como intenciones.
Ideales: Constituyen elaboraciones del sujeto acerca de sus principales objetivos futuros,
que pueden encarnarse en un modelo concreto (una persona) o en un modelo generalizado a
partir de un conjunto de cualidades esenciales que lo definen como tal.
Intenciones: Constituyen elaboraciones conscientes en forma de planes y proyectos de
acción que orienten la conducta del sujeto hacia la obtención de objetivos de carácter
mediato.
La cuestión del lugar que ocupan los valores en la estructura de la Personalidad y en su
desarrollo es un aspecto muy debatido por pedagogos y fundamentalmente, por psicólogos,
ya sea porque se analice directamente su estructura psicológica, el papel que juegan en la
regulación de la actividad en relación con otras categorías, su rol en el desarrollo moral y/o
como debe desarrollarse la educación en valores ( Sherkovin, Yu. A, 1985; Predvechni,
G.P, 1986; Schwartz, S, 1987; González Rey, F, 1995; Berkowitz, M, 1998; Payá Sánchez,
M, 1998; Martínez, M, 1998). Se analizarán solamente los planteamientos de diferentes
autores, que pueden servir de base teórica para la toma de decisiones en el diagnóstico,
como punto de partida para el desarrollo del Proyecto Educativo.
Sherkovin definió valor, norma y actitud como reguladores de la actividad humana. “a una
serie de normas, valores e ideas las asimilamos sin detenernos a pensarlo (actitudes), otras
las desarrollamos conscientemente (ideales). El concepto “valor” corresponde a
necesidades intereses y objetivos de las personas a quienes “favorece” (...) Se dividen en
existentes y específicos y estos últimos en valores ideales, valores deseos y valores de
deber muy semejantes a las normas (...) Una de las variedades de orientaciones axiológicas
es la actitud psicológica (18).
Predvechni y Sherkovin en 1986 establecieron: “Valor es un concepto que expresa la
significación positiva o negativa de un objeto o de un fenómeno” (19). Señalan la
existencia de tres tipos de valores: valor-objeto, valor-medio y valor condición.
En 1987, Schwartz y Bilsky (citados por Brinkmann, H, 1997), a partir de estudios previos
(Kluckhohn, 1951; Parsons, 1957; Rokeach, 1973) propusieron una teoría acerca de la
estructura psicológica de los valores. Un valor es “el concepto que tiene un individuo de un
objetivo (terminal-instrumental) transituacional, que expresa intereses (individuales,
colectivos o ambos) concernientes a un dominio o área motivacional y que es evaluado en
un rango de importancia (muy importante-sin importancia) como principio rector de su
vida” (20).
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Los autores del presente trabajo coinciden con Berkowitz en que “quizá la más clara
distinción es que un rasgo de carácter es una tendencia estable a actuar de un modo
determinado mientras que un valor es una tendencia a creer en la bondad o maldad de una
acción o estado de situación”(24), en la cual esté implicado o no el sujeto. Un valor puede
asimilarse o interiorizarse por un sujeto y a partir de este punto constituirse en una
formación motivacional que llegue a ser Tendencia Orientadora de la Personalidad (TOP)
(que como señaláramos anteriormente, coincidiendo con González Rey, dan lugar al
sistema de cualidades del carácter). A nuestro juicio, de las formaciones motivacionales, es
en las convicciones donde mejor pueden apreciarse los valores que ha asumido una
persona.
Es interesante señalar que autores como Mínguez, C. y otros, identifican valor y
convicción. “El valor es una convicción razonada y firme de que algo es bueno o malo y de
que nos conviene más o menos. El conjunto de estas convicciones se organizan en nuestro
psiquismo en forma de escalas de preferencia, que son las escalas de valores. Cuando se
logran, sirven de pautas o caminos que marcan las directrices de una conducta coherente.
Nos permiten encontrar sentido a lo que hacemos y tomar claras decisiones en función de
unos objetivos, considerados prioritarios. Son guía para comprendernos personalmente y
entender a los demás” (25).
Berkowitz establece la relación entre valor y norma, categoría muy utilizada en la
Psicología Social. Plantea que gran parte del modelo de Kohlberg se basa en la noción de
normas, las cuales se analizan grupal e individualmente y “se acercan muy estrechamente
en su semejanza a la noción de valor. Las normas están afectivamente cargadas de
creencias relativas a cómo deberían actuar las personas y las instituciones” (26). También
Katz y Kahn tratan de establecer la relación entre normas y valores: “se emplearán los
términos normas y valores para significar creencias comunes de tipo evaluativo (...) las
normas se relacionan con la conducta que se espera del individuo y por ello tienen una
específica cualidad de deber. Los valores aportan la explicación razonada de esos requisitos
normativos” (27).
Del análisis teórico realizado puede inferirse que los valores asimilados,
interiorizados por el sujeto se constituyen en motivos que orientan y regulan su
actividad. En su nivel más alto de desarrollo coinciden con las cualidades del carácter,
particularmente con las convicciones. En ellos se da la unidad de lo cognitivo
(creencia) y lo afectivo (evaluación). Se estructuran jerárquicamente y pueden entrar
en conflicto, originando un cambio situacional o permanente.
Esta premisa teórica supone, como base del proceder metodológico, que para realizar un
diagnóstico de valores es imprescindible estudiar la motivación.
En el campo de las Ciencias Pedagógicas es posible encontrar diferentes clasificaciones y
conceptos acerca de los valores.
Así, en las Actas del Seminario Educación y Valores en España, 1991) encontramos:
A criterio de José María García Guzmán (28) los valores son:
1. Valores instrumentales (medio para alcanzar otros. Ej: idiomas, informática,
matemáticas)
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2. Valores vitales (instalación del sujeto en el mundo. Ej: agrado, desagrado por las cosas,
orientación general hacia el mundo)
3. Valores sociales (normas de convivencia social)
4. Valores morales (de la moral. Ej: deberes, derechos, justicia, etc.)
5. Valores estéticos (gustos estéticos)
6. Valores cognoscitivos (de la ciencia, el método, la verdad)
Según Miquel Martínez (29), catedrático de Teoría de la Educación de la Universidad de
Barcelona y experto en valores de la Organización Iberoamericana de Educación (OEI)
existen:
1. Valores de consenso
2. Valores personales
A su vez, Armando Rugarcía (30), Rector de la Universidad Iberoamericana, en México,
los clasifica como:
Valores particulares: Alimento, descanso, seguridad
Valores sociales: Relacionados con la familia, la universidad, la empresa o el gobierno
Valores humanos: Paz, amor al prójimo, justicia
No nos proponemos aquí establecer una clasificación para los valores, pues si bien es cierto
que algunos podrían enmarcarse dentro de una esfera determinada (personal o social, por
ejemplo), también resulta evidente que en la mayor parte de los casos no encontramos una
frontera definida entre los que pudieran clasificarse como valores morales, sociales, socio-
políticos.
Lo cierto es que en Cuba se encuentran diversidad de acepciones en este tema. A veces se
les denomina valores sociales (A. Amador, 1995), o valores morales (M.A. Ramos, 1987) ;
o como en el caso de E. Báxter (1989) que se refiere a tipos de valores por su relación más
o menos directa con la “vida escolar”, “comportamiento social” ; “sociales (morales,
político-ideológica, socio-personal positiva)” ; “personal (presencia externa)” y “familia”.
De la misma forma, actuaciones relacionadas con valores son denominadas por I. Alvarez
Valdivia (1998) como "comportamiento socialmente activo y positivo".
Cuando hablamos de la orientación valorativa de nuestros estudiantes, encontramos
distintas formas de definirla, así, F. González (1987) y A. Amador (1995) la consideran una
formación psicológica compleja de la personalidad ; Friedrich y Voss los ven como
disposiciones del individuo para la conducta, los cuales se rigen por valores sociales;
Allport (1971) concibe los valores como creencias con las que el hombre trabaja de
preferencia. Pero cabe señalar que hay coincidencia en todos los casos en cuanto a la
intervención de los valores en la determinación de la posición que el hombre adopta ante
la sociedad, es decir, en cuanto al papel de los valores en la regulación de la conducta.
A partir del análisis teórico realizado, esbozamos nuestra propia definición de Valor: Es la
preferencia del individuo o la comunidad por cualidades o acciones determinadas en
circunstancias especificas y que sirve de guia para la acción.
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Cabe destacar aquí que los valores se forman en el complejo proceso de educación de la
personalidad, bajo la influencia de múltiples factores (positivos y negativos), entre los que
se destacan la escuela, la familia, la comunidad, las instituciones sociales, los medios de
difusión masiva y otros. Siendo así, es fácil comprender que los valores tienen un carácter
clasista e histórico-concreto.
También se precisa señalar el doble aspecto de los valores: objetivo, en cuanto se refiere a
la relación del sujeto con la realidad y subjetivo, por la imagen que se forma cada
individuo de esa realidad y por tanto de sí mismo. El doble carácter lo vemos también en la
unidad de lo cognoscitivo y lo afectivo que se expresa en los valores, pues...”sobre la base
del conocimiento de las normas morales vigentes en la sociedad se va estableciendo una
relación de progresiva aceptación, de su incorporación a la conducta, de sentimientos de
necesidad de estas formas de ser, jerarquizándolas sobre otras, de su inclusión en aspectos
internos de especial significación personal” (31).
Precisamente por la complejidad de este proceso, por la gran diversidad de influencias
actuantes en él y por su innegable importancia social, se requiere de una planificación,
organización, ejecución y control con una base científica avalada por resultados de
investigaciones y experiencias adecuadas a las exigencias concretas de la sociedad en cada
momento de su desarrollo.
Si partimos de la premisa de la participación de una gran diversidad de influencias en la
formación de los valores en nuestros estudiantes, no debemos menospreciar el efecto de
ninguna de ellas, pero sí podemos distinguir entre todas, como la principal la escuela, por
ser esta la institución que recibe el encargo social de la formación de las jóvenes
generaciones la cual debe contar por tanto con las condiciones y los medios adecuados para
ellos. De donde se entiende que la persona de mayor responsabilidad en esta tarea, es el
maestro.
A partir de estas premisas, analizaremos el proceso de formación en valores de nuestros
estudiantes en relación con la actividad escolar, con la acción del maestro, sin negar la parte
de este proceso que corresponde a los demás factores que influyen en él, sino más bien
teniendo en cuenta que el coordinador de todas las influencias es la escuela.
Acerca del papel de la escuela vale la pena señalar la concepción de Martínez (1998) :
"Somos partidarios de que cada uno construya sus propios valores. La escuela, a nivel
personal, no debe trasmitir valores; lo que ha de hacer es trabajar sistemas y medios que
permitan desarrollar el cultivo de la autonomía y de la razón dialógica. Para hacer esto
posible es necesario que la persona, además de crear valores propios, de construirlos o de
asumir aquellos que hay en el exterior porque los hace propios, sea capaz de actuar
coherentemente con aquello que piensa (...) (32).
Para Rugarcía (1996), los padres y principalmente los maestros deben ayudar al sujeto a
"librar su propia batalla axiológica" pues a su juicio, la exhortación e incluso el ejemplo
han fracasado en la Pedagogía de los valores y la educación en valores es sinónimo de
capacitación para emitir juicios de valor. (33).
Entre las ciencias que se ocupan del estudio de los valores y su formación, un papel
preponderante corresponde a la pedagogía y a la psicología, las cuales sin duda constituyen
la base de la preparación del maestro para enfrentar tan compleja tarea. Pero ocurre que no
siempre la realidad se corresponde con tal precepto, pues lamentablemente encontramos
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con frecuencia el caso del maestro que lo entiende así, pero no lo lleva a la práctica, pues se
esfuerza en su preparación para la enseñanza de la ciencia en que se especializa, pero no
para acometer la tarea de la educación, como si pudiera reducirse la Pedagogía a la
Didáctica. Tal error no se da sólo en el maestro, pues se evidencia que quienes dirigen la
actividad escolar a los distintos niveles, hasta ahora han prestado más atención al proceso
enseñanza-aprendizaje que al problema educativo. Es obvio que esto se refleja también en
el campo de la investigación pedagógica. Sirva como ejemplo de lo que estamos planteando
la actividad de la escuela, su planificación, organización y control: se planifica y controla
con la mayor precisión posible la actividad docente (hay un horario estricto de clase, se
controla su cumplimiento y las condiciones en que se cumple; se tiene prevista con
precisión la evaluación sistemática de los cumplimientos de los objetivos previamente
establecidos en relación con el aprendizaje; se evalúa la calidad con que cumplen los
programas de las asignaturas; se realizan actividades de preparación metodológica de
distintas envergaduras, donde se discuten la calidad de la enseñanza y se orienta al maestro
acerca del mejor uso de los métodos de enseñanza, los medios, etc.). No pasa igual con la
parte educativa. Aunque reconocemos que no se olvida, no se desatiende totalmente, pero
tampoco se atiende con la misma precisión, como si esta actividad no fuera también parte
de la ciencia pedagógica o tuviera menor complejidad e importancia que la enseñanza. Y no
estamos sugiriendo, por supuesto, prestar menos atención a la enseñanza-aprendizaje, sino
valorar en su verdadera magnitud, complejidad e importancia el aspecto educativo.
Pensemos por un momento lo siguiente: ¿Cómo reaccionaría cualquier funcionario
educacional si notara que un maestro, o una escuela, no tiene claridad en cuanto a los
objetivos a cumplir en una disciplina escolar determinada, o en cuanto a qué contenidos
responden a esos objetivos, o en relación con la forma en que debe evaluarse el
cumplimiento de dichos objetivos? Seguramente tal hecho constituiría un motivo de
profunda alarma, casi un escándalo. Sin embargo nos atrevemos a afirmar, que no será
difícil en cualquier escuela, de cualquier nivel, encontrar uno o varios maestros que no
tengan la suficiente claridad en ninguno de esos aspectos en relación con la actividad
educativa. Por tal razón, desde hace ya varios años tanto el Ministerio de Educación de
Cuba, como el de Educación Superior, están dando pasos firmes en el perfeccionamiento de
la actividad educativa de la escuela y consecuentemente, en la preparación de los docentes
para enfrentar dicha labor. Claro, se trata de una tarea muy compleja que requiere tiempo,
esfuerzo, investigación científica y constancia; pero lo más importante es haber comenzado
ya a enfrentar el problema.
Los valores, como fenómenos psíquicos que determinan la posición que el hombre adopta
en la sociedad, que regulan su conducta desde dentro, son de una importancia determinante
para el desarrollo social y deben constituir, por tanto, centro de atención de la actividad
pedagógica.
La formación de valores constituye un proceso complejo, en el que participa una gran
diversidad de influencias, entre las cuales el liderazgo indiscutible, la máxima
responsabilidad, corresponde a la escuela.
Por esta razón, el maestro debe estar preparado para hacer su trabajo sobre bases científicas,
lo cual implica, en este caso, determinar con precisión cada uno de los componentes del
proceso (objetivos, contenido, métodos, medios, evaluación), adecuar su acción a las
necesidades especificas del proceso (exigencias sociales actuales, particularidades de la
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edad, de cada individuo, del grupo de estudiantes, de la carrera, del territorio, etc.). Sólo
así, podrá llegarse a los resultados deseados en cuanto a la formación en valores.
Las bases pedagógicas para la educación en valores radican esencialmente en la necesidad
de que el estudiante asuma de forma consciente su propio proceso de formación, donde las
influencias externas tengan como función esencial, entre ellas el trabajo del profesor, el
ayudar a descubrir al mismo sus propias potencialidades. La formación consciente
presupone resolver las interrogantes siguientes.
Relación entre el ser - deber ser- poder ser- querer ser
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que se trata con una interpretación teológica, filosófica, literaria, psicológica, sociológica y
pedagógica esencialmente.
Frecuentemente el humanismo se asocia con la etapa renacentista. La filosofía de esta
época fue humanista porque encontró en el resurgimiento del pensamiento filosófico
clásico un medio de justificar el interés en ascenso por los fenómenos naturales y humanos.
De este modo, es común encontrar denominado al humanismo como: “El movimiento
literario de retorno a los valores clásicos y de exaltación de lo humano, producido con el
renacimiento”(34). En este caso se circunscribe la definición a una esfera específica de la
actividad humana, la literaria.
El citado término puede encontrarse con diferentes interpretaciones que encierran la esencia
del ser humano y otros elementos relacionados directamente con sus posibilidades de
manifestación, de esta forma se define como: “movimiento moral e intelectual tendente a
desarrollar en el hombre las facultades propiamente humanas y a multiplicar las
instituciones culturales” (35).
En otras determinaciones aparece el concepto con otra dimensión pero en la propia esfera
literaria apuntada, en este caso aparece como: “la convicción de que los valores espirituales
e ideales son de categoría suprema en la constitución de la realidad, y que estos valores se
expresan más adecuadamente en las grandes creaciones clásicas de la humanidad...” (36)
Algunos estudiosos sobre humanismo prefieren clasificarla de acuerdo con su significación,
así se conceptualiza, el humanismo actual como: “actitud práctica o concepto teórico de
quienes luchan por el desarrollo de las funciones propiamente humanas del hombre, o
incluso consideramos al hombre como valor supremo” (37)
En una comprensión amplia del término se expresa como humanismo científico la “doctrina
o práctica consistente en pedir también, principalmente, al estudio de las ciencias, la
formación humana que antiguamente se pedía casi exclusivamente al estudio de las letras”
(38).
Se registran también referencias al humanismo: cristiano, socialista, burgués, trágico,
alemán, etc.; todos ellos al igual que los mencionados constituyen expresión de la intención
del hombre de comprenderse de una u otra forma en los límites de lo que él es y debe ser
(Relación del SER y el DEBER SER).
Queda totalmente claro que las diferentes interpretaciones del humanismo, ya sea como
movimiento, convicción, teoría, doctrina, actitud, incluso como Filosofía, revelan un
enfoque progresista y renovador en las diferentes épocas del desarrollo humano.
Tomando como base las consideraciones anteriores es comprensible que la Pedagogía,
como ciencia de la formación del hombre, tenga dentro de sus propósitos esenciales: la
humanización de cada nueva generación en correspondencia con las condiciones y
necesidades de su época.
Es precisamente por esta razón que al aludir en este trabajo a la necesidad del enfoque
humanista en la Educación Superior no estamos entendiendo el humanismo como una
tendencia, teoría, doctrina, etc., sino como un sustrato, un fundamento, una comprensión
del proceso de formación del hombre.
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para una práctica educativa humanista. Entre estas pueden enumerarse: (tales condiciones
deben concretarse tanto en el aula como en la comunicación fuera del aula, por docentes,
directivos y estudiantes).
a) Adecuadas relaciones profesor-alumnos. Para el logro de esta condición es necesario:
• Eliminación de sentimientos de superioridad por parte de los docentes y directivos.
• Reconocimiento de los errores cometidos ante los estudiantes, demostrando- siempre
que la ocasión lo permita- que los aportes de estos los enriquecen.
• Logro de una adecuada autoridad vs autoritarismo; basada en el respeto y la
interiorización de las formas de comportamiento de valor social.
• Expresión de afecto hacia todos los estudiantes sin distinción de casos.
• Modelación del hábito de reflexión crítica con una actitud de apertura y respeto hacia
las opiniones ajenas.
b. Confianza en la factibilidad del mejoramiento del ser humano.
Consideramos que la observancia de esta condición es absolutamente necesaria en el
proceso de formación del estudiante.
¿Cómo puede materializarse la misma?.
• Si se contribuye a que el estudiante reconozca sus potencialidades para el desarrollo del
talento y facultades, así como sus carencias.
• Fomento del optimismo en la posibilidad de desarrollar potencialidades hacia las cuales
no posee una determinada aptitud.
• Demostración del lugar que ocupa el esfuerzo y la perseverancia en la consecución de
proyectos personales.
• Desmitificación de tesis y refranes como “Árbol que nace torcido jamás su tronco
endereza”, “El que nace para medio no llega a real”.
• Estimulación del deseo de saber, de cambiar para bien, de compartir, de crear, como
prerrogativa del ser humano.
c. Reconocimiento del carácter causal de la conducta humana:
Con mucha frecuencia la influencia positiva que ejercen los profesores y directivos
posee un carácter asistemático y espontáneo; el convencimiento de que toda conducta
está condicionada por una o diversas causas es muy oportuno y permite:
• La determinación de las causas que provocan conductas tanto positivas como negativas.
• El logro del convencimiento hacia los estudiantes de que sus éxitos y fracasos son
generados por causas dependientes esencialmente de ellos mismos (“ Violencia
engendra violencia”).
• Oposición a la superficialidad de juzgar a los demás por determinados actos sin
conocer sus causas.
d. Fomento de las necesidades de autosuperación y autoperfeccionamiento
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REFERENCIAS:
1. Lara Hidalgo Miguel: “No es la única pero sí la primera”. En: Revista Cubana de
Educación Superior vol. XVII No. 3 1997. pág. 66.
2. Martí José: Ideario Pedagógico, Imprenta Nacional de Cuba, La Habana, 1961. pág. 19.
3. Tristán Barrios: La Universidad Latinoamericana en el fin de siglo. Colección UDUAL,
México, 1995. Pág. 12.
4. Bravo Salinas Néstor: La investigación e innovación educativa: Ejes dinamizadores de
las reformas y la transformación educacional/Conferencia especial/Congreso Pedagogía
97, La Habana, 1997. Pág. 6.
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