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El realismo literario es una corriente estética que supuso una ruptura con el romanticismo,
tanto en los aspectos ideológicos como en los formales, en la segunda mitad del siglo XIX. Se
extendió también a las artes plásticas en Latinoamérica.
El Realismo surgió en la Francia de la primera mitad del XIX. Se inició con autores como
Balzac y Stendhal, y se desarrolló con Flaubert. En España, el inicio realista coincidió con
acontecimientos históricos capitales. Surgió hacia 1870, después de ―La Gloriosa‖, y tuvo su
apogeo en la década de 1880. Finalmente decayó en la década de 1900
Descripción
Al concluir agotados los presupuestos estéticos del Romanticismo se desecharon o se
renovaron. Los que desecharon el Romanticismo siguieron la estética burguesa del Realismo;
quienes lo renovaron formando la estética Postromántica.
He aquí sintetizados los rasgos esenciales del realismo literario, tanto en su orientación
temática y enfoque como en sus preferencias estilísticas, aunque hay que hacer algunas
precisiones: la reproducción exacta de la realidad toma a menudo como modelo los métodos
de observación de las ciencias experimentales. Un gran crítico, Ferdinand Brunetière,
señalaría más tarde, en 1883, que "el Realismo viene a ser en arte lo que el positivismo es en
la Filosofía". Ya en 1843 Balzac se proponía estudiar la sociedad como un científico estudiaba
la naturaleza. Y Baudelaire, en 1851, recomendaba: "Estudiad todas las úlceras como el
médico que está de servicio en un hospital". Flaubert consultó tratados médicos para describir
la muerte por envenenamiento de su Madame Bovary, y en general los novelistas se
documentan rigurosamente sobre el terreno tomando minuciosos apuntes sobre el ambiente,
las gentes, su indumentaria, o buscan en los libros los datos necesarios para conseguir la
exactitud ambiental o psicológica.
Los escritores dejaron de centrarse en sí mismos y pusieron su interés en la sociedad,
observando y describiendo objetivamente los problemas sociales, y para ello se valieron de un
nuevo tipo de novela, la novela burguesa. En cuanto a la expresión, prefirieron un estilo más
sencillo, sobrio y preciso, en el que adquirió relevancia la reproducción del habla coloquial,
especialmente en los diálogos, es decir, adoptando los niveles de lenguaje adecuados a los
personajes, que representaban todos los estratos sociales.
Se halla inscrito en un movimiento más amplio que afecta también a las artes plásticas, a
la fotografía (que surge con el siglo XIX), y a
la filosofía (positivismo, darwinismo, marxismo, método experimental). La estética del
realismo, fascinada por los avances de la ciencia, intenta hacer de la literatura un documento
que pueda servir de testimonio de la sociedad de su época. Por ello describe todo lo cotidiano
y prefiere los personajes comunes y corrientes, basados en individuos reales de los que toma
nota a través de cuadernos de observación, a los personajes extravagantes o insólitos típicos
del Romanticismo. Esta estética propugna a su vez una ética, una moral fundamentada en la
objetividad y el materialismo filosófico.
En cuanto a los procedimientos literarios del realismo, son característicos el uso de la
descripción detallada y minuciosa, con enumeraciones y sustantivos concretos; el del párrafo
largo y complejo provisto de abundante subordinación, la reproducción casi magnetofónica del
habla popular, sin idealizarla, y un estilo poco caracterizado, un lenguaje «invisible» que
caracterice personajes, hechos y situaciones objetivamente sin llamar la atención sobre el
escritor.
Características
Los rasgos fundamentales del realismo son los siguientes:
Procura mostrar en las obras una reproducción fiel y muy apegada de la realidad.
Se opone al romanticismo en su rechazo de lo sentimental y lo trascendental; aspira, en
cambio, a reflejar la realidad individual y social en el marco del devenir histórico.
Debido a su afán verista o de verosimilitud, el realismo literario se opone asimismo
directamente a la literatura fantástica.
Hace un uso minucioso de la descripción, para mostrar perfiles exactos de los temas,
personajes, situaciones e incluso lugares; lo cotidiano y no lo exótico es el tema central,
exponiendo problemas políticos, humanos y sociales.
El lenguaje utilizado en las obras abarca diversos registros y niveles de lenguaje, ya que
expresa el habla común y se adapta a los usos de los distintos personajes, que son
complejos, evolucionan e interactúan influyendo en otros.
Las obras muestran una relación inmediata entre las personas y su entorno económico y
social, del cual son exponente; la historia muestra a los personajes como testimonio de
una época, una clase social, un oficio, etc.
El autor analiza, reproduce y denuncia los males que aquejan a su sociedad.
Transmite ideas de la forma más verídica y objetiva posible.
Novelas de la Revolución Mexicana. Reflejo del desorden y la anarquía que vivieron como
consecuencia de la Revolución.
Novelas indigenistas. Se retrata la explotación y la esclavitud del indio, subordinada por el
tirano.
Novelas gauchescas. Estas exaltan la figura del gaucho.
Novelas regionalistas o novelas de la tierra. Relatan la relación del hombre y su entorno y
los conflictos que existen dentro de este.
En el realismo literario abundan las descripciones de las costumbres, lugares y características
de las personas con estilo muy natural dando lugar a la corriente literaria del Naturalismo que
intentó retratar la realidad con un método científico, para lo que hizo de la observación y de la
experimentación su método de trabajo.
Los principales representantes en Estados Unidos Mark Twain, pseudónimo literario de
Samuel Langhorne Clemens, cuya obra maestra es Huckleberry Finn, y Francis Bret Harte;
hay que mencionar las novelas psicológicas de Henry James; la gran novela Moby
Dick de Herman Melville es de estética realista, aunque su autor es posromántico.
En Hispanoamérica, la tradición costumbrista iniciada por el mexicano Joaquín Fernández de
Lizardi la continúan el colombiano José María Vergara y Vergara (1831-1872); el chileno José
Joaquín Vallejo (1809-1858); el mexicano José Tomás de Cuéllar (1830-1894), quien, bajo el
pseudónimo «Facundo», publica una serie de novelas bajo el título de La linterna
mágica (1871-1892), el mexicano Luis G. Inclán (México, 1816-1875) que pinta la vida rural
con lenguaje popular del estado de Michoacán en su obra Astucia (1865). En Chile, Alberto
Blest Gana(1830-1920) publica su famosa novela Martín Rivas (1862); en Perú, donde la
narrativa había sido dominada por Ricardo Palma, autor de Tradiciones peruanas, escribe
una novela indigenista Clorinda Matto de Turner (1854-1909) con Aves sin nido (1889), en la
cual ya presenta al indio como figura central en un contexto social y ataca las injusticias que
se cometen con él. En Ecuador destaca Juan León Mera (1832-1894) con su novela
indigenista Cumandá (1879) y diversos narradores costumbristas, entre ellos Alfredo
Baquerizo Moreno (1859-1930), introductor del tema del gamonalismo en Tierra adentro, la
novela de un viaje (1889), que será desarrollado por narradores del siglo XX. En Argentina,
donde predominaba la poesía y la novela gauchesca de ambiente rural, también se cultiva la
de ambiente urbano: La gran aldea (1884) de Lucio V. López (1848-1894), que describe las
costumbres de Buenos Aires.
Un realismo más decantado y que sigue modelos europeos es el representado por Eduardo
Acevedo Díaz (Uruguay, 1851-1921); Tomás Carrasquilla (Colombia, 1858-1941); Carlos
María Ocantos (Argentina, 1860-1949) y Luis A. Martínez (Ecuador, 1868-1909). También es
realista el mexicano Rafael Delgado (1853-1914), autor de cuatro novelas y una colección
de Cuentos y notas (1902); su obra más conocida es La Calandria (1890).
Ya se inscriben en el naturalismo las novelas del argentino Eugenio Cambaceres y las del
mexicano Federico Gamboa. La temática social se encuentra en las novelas de los
chilenos Luis Orrego Luco y Baldomero Lillo.
El naturalismo, que exagera y sistematiza al máximo los principios del realismo según
expone el escritor francés Émile Zola; la novela se reduce prácticamente a un documento
social, a una instantánea de su época, y pasa a investigar no solo los ambientes
burgueses sino los proletarios y marginales. De él arranca asimismo un tipo de teatro
fuertemente social (Gerhart Hauptmann, Henrik Ibsen, George Bernard Shaw)
El espiritualismo que, rehuyendo los principios del realismo, se interesa por todo aquello
que éste había detestado: la religión, el espíritu, el alma de las personas, lo tradicional, lo
campesino... A esta corriente llegan al final de su periplo realista escritores
como Tolstoi y Galdós.
El posromanticismo propiamente dicho de la segunda mitad del siglo XIX, que mezcla, en
distintas dosis, realismo y romanticismo, sin lograr superar la íntima contradicción entre
estas dos corrientes. La novela Madame Bovary, de Flaubert, puede considerarse típica
de esta corriente. Otros escritores postrománticos: Robert Louis Stevenson, Arthur Conan
Doyle, Joseph Conrad, Rudyard Kipling, Herman Melville y Thomas Carlyle.
El simbolismo, expreso sobre todo en los géneros de la lírica (Charles Baudelaire, Paul
Verlaine, Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé) y el teatro (Maurice Maeterlinck)
Casos especiales
Existen diversos casos que no se ajustan a las reglas generales:
Adverbios terminados en -mente
En el caso de adverbios creados a partir de adjetivo con el sufijo -mente, solo se acentuarán si
el adjetivo lleva la tilde por sí solo. Por ejemplo, la palabra fríamente lleva tilde puesto que el
adjetivo del que está formada (frío) también la lleva; sin embargo, efectivamente no la lleva, ya
que tampoco la tiene efectivo.
Monosílabas
Por regla general, las palabras monosílabas no se acentúan. La única excepción es el caso en
el que lleven tilde diacrítica. Por tanto, no se acentúan las siguientes palabras monosílabas
que lo harían por la norma de las agudas:
a / as / bien / bis / Blas / buen / can / cien / cio / clan / clon / con / crin / crio / da / dais / dan /
das / deis / den / des / di / dio / Dios / do / don / dos / e / en / es / fa / fan / fe / fes / fiais / fieis /
fin / fio / flan / fue / fui / gas / gran / gres / gris / gua / guiais / guieis / guio / guion / ha / han /
has / he / hui / huir / huis / id / ion / Juan / ley / la / las / le / les / liais / lieis / lio / lo / los / Luis /
me / mes / mies / mis / mus / ni / non / nos / o / os / pan / pez / piais / pieis / pie / pies / pio / pis
/ plan / plus / pon / pues / pus / ras / re / res / riais / rio / ron / ruin / san / seis / sien / sin / so /
sois / son / su / sus / tan / ten / ti / tras / tren / tres / tul / tus / u / un / vais / va / van / vas / ve /
veis / ven / ves / vi / vio / vos / ya / yo / …
Diptongos
Un diptongo es un conjunto de dos vocales que se escriben juntas y se pronuncian en una
misma sílaba.
La Real Academia Española (RAE) distingue tres supuestos:
Cuando concurren vocales abiertas y cerradas y la sílaba tónica cae en la vocal cerrada:
siempre llevan tilde (formándose un hiato) y no se siguen las reglas de acentuación
generales (que distinguen entre esdrújulas, llanas y agudas y monosílabos, que no llevan
tilde como regla general). Ejemplos: amaría, Raúl, oído, búho, sabíais; bien, paupérrimo.
Cuando concurren vocales abiertas y cerradas y la sílaba tónica recae en la vocal abierta:
sólo llevan tilde si esta corresponde de acuerdo a las reglas de acentuación generales
(que distinguen entre esdrújulas, llanas y agudas y monosílabos, que no llevan tilde como
regla general). Ejemplos: varió, comió; piano, diario, desviado, fiel, miel.
Cuando concurren dos vocales cerradas (en cuyo caso siempre hay diptongo ortográfico,
no necesariamente en la lengua hablada): sólo llevan tilde si esta corresponde de acuerdo
a las reglas de acentuación generales (que distinguen entre esdrújulas, llanas y agudas y
monosílabos, que no llevan tilde como regla general).
Ejemplos: atribuí; distribuido, atribuir, muy, fue.
La RAE dice que los vocablos cuento (cuen.to) y cruento (cru.en.to) demuestran que la
función de la tilde no es la de marcar qué palabras forman hiato y cuáles diptongo. Si esa
fuera su función, deberíamos escribir *cruénto. Del mismo modo se han de escribir sin tilde
tanto miel (palabra monosilábica en la que el énfasis cae en el grupo vocálico ie)
como riel (palabra bisilábica en la que el énfasis cae en la vocal e).
Por lo dicho, debe quedar claro que la tilde no marca el énfasis, sino algo distinto: para la
RAE, el acento ortográfico sólo marca en qué sílaba ha de recaer el énfasis. Así ocurre en las
palabras batería (ba.te.rí.a), hastío (has.tí.o) y confíe (con.fí.e). La tilde nos sirve para no decir
*ba.te.ria, *con.fie o *has.tio.
Para la RAE, la palabra huir es formalmente tanto un monosílabo como un bisílabo, pero en el
norte de España se pronuncia de forma muy generalizada en dos sílabas *hu-ír (bisílaba); el
vocablo, rehuir, tanto un bisílabo como un trisílabo según la RAE, se suele pronunciar en tres
(por lo menos en el norte de España): *re-hu-ír. La RAE no ve la necesidad de la tilde, por
entender que todas esas pronunciaciones son válidas y que debe regir un principio
de economía lingüística (con la idea de no llenar de tildes antiestéticas un texto).
La letra h, al no tener sonido, no impide la formación de diptongos: desahuciar, rehilar.
La y final forma diptongos y triptongos, pero nunca se pondrá tilde en los mismos, puesto que
se considera consonante: convoy, Eloy, Uruguay, Paraguay, virrey, Valderaduey.
Triptongos
Un triptongo es un conjunto de tres vocales que se escriben juntas y se pronuncian en una
misma sílaba. Al igual que los diptongos, los triptongos solo se acentúan si las reglas
generales lo indican. En ese caso, la tilde se coloca siempre en la vocal abierta
(a, e, o): averigüéis.
Si en una palabra hay tres vocales juntas y se tilda una cerrada (i, u) ya no es triptongo, sino
un hiato seguido por un diptongo: decíais.
Hiatos
Un hiato se produce por dos vocales que se escriben juntas, pero que pertenecen a sílabas
distintas. Los hiatos siguen, casi siempre, las normas generales de la acentuación: caótico,
zoólogo, héroe; pero hay un caso especial llamado acento dierético que no sigue las normas
generales. En este caso siempre se acentúa la vocal cerrada (i, u) para deshacer el
diptongo: país, día, María.
Un ejemplo de hiatos con tilde que no siguen las normas generales son
los infinitivos terminados en -eir y -oir, que llevan siempre tilde en la i para deshacer el
diptongo: reír, freír, oír, desoír; sin embargo, no llevan tilde los infinitivos terminados en -uir,
puesto que este caso se trata de diptongos y se aplican las reglas generales: huir, derruir,
atribuir, sustituir, distribuir.
La y y la ü
La letra y, a los efectos de las reglas de acentuación, se considera consonante por normal
general. En algunos nombres con ortografía arcaica, la y equivale a una i tónica, que, según
la Ortografía del 2010, llevará tilde si las normas de acentuación lo piden. Estos apellidos
también pueden aparecer grafiados con i tildada: Comýn/Comín, Monteserýn/Monteserín,
Aýna/Aína, Laýna/Laína, Ýñigo/Íñigo. Hasta la Ortografía del 2010 no había norma al respecto
y lo normal era no añadir tilde. Cuando la forma arcaica o tradicional lleva una y átona, su
presencia no tiene implicaciones a efectos de la acentuación: Aymerich, Yrigoyen.
La u de las agrupaciones gue y gui solo se considera vocal si lleva diéresis (átona) o tilde
(tónica): antigüedad, güito, ambigúes.
Tabla resumen de diptongos, triptongos e hiatos
¿Perteneces a
la misma Características Acentuación Ejemplos
sílaba?
Regla general
Diptongo Sí Ahijado(3), aula, peine,
de acentuación
función, guion, truhan,
Vocal abierta(1) y vocal
justicia, voy(4), miedo,
cerrada átona (2)
cruel, limpiaúñas,
cigüeña(5)
Regla general
de acentuación
Vocales abiertas Petróleo, golpear, cohete,
Hiato No distintas etéreo
Notas:
Tilde diacrítica
Artículo principal: Acento diacrítico
La tilde diacrítica distingue algunas palabras con diferentes categorías gramaticales, pero que
se escriben igual (palabras homófonas). En general, las palabras diferenciadas con tilde
diacrítica son tónicas, mientras que las correspondientes palabras sin tilde son átonas, aunque
hay algunas excepciones a esta regla.
Ejemplos:
aún (cuando es sinónimo de todavía): «Aún no ha venido a casa», «ella sabe aún más
que yo», «Pedro es aún mejor que Vicente», «Juan es más complicado aún que ella», «es
mejor aún de lo que esperaba», «aún enfermo, aprobó» [todavía enfermo].
aun (cuando es sinónimo de incluso): «Aun sin tu permiso, iré a verte», «aun así, no
reacciona», «aun estudiando, no apruebo», «aun [incluso] enfermo, aprobó.
dé (presente de subjuntivo del verbo dar): «Quiero que nos dé su opinión de eso».
de (preposición): «Llegó el hijo de mi vecina».
por qué (interrogativo o exclamativo): « ¿Por qué no te callas?», «no sé por qué me lo
pregunta», «¡por qué te haré caso!».
porque (da razón de algo, por causa de que): «Vine porque te vi llorar».
porqué (sustantivo, se puede remplazar por «motivo»): «No sabemos el porqué de
algunas cosas».
por que (cuando el que es relativo): «Las calles por que [= por las que] vienes son
peligrosas».
sé (imperativo del verbo ser/presente de indicativo del verbo saber): «Sé tú misma en todo
momento, aunque sé que a veces te costará».
se (pronombre): «Se puede ser como te digo».
este, esta, estos, estas, ese, esa, esos, esas, aquel, aquella, aquellos, aquellas. Estas
palabras pueden funcionar como determinante demostrativo (antes llamado adjetivo
demostrativo) o como pronombre demostrativo. Hasta 2010 se debían tildar cuando tenían
función de pronombre. Obsérvese que esto, eso, aquello —que solo pueden ser
pronombres— nunca se tildan.
solo. Puede funcionar como adjetivo o como adverbio. Hasta 2010 se debía tildar cuando
tenía función de adverbio, pero actualmente se desaconseja la tilde y se prefiere utilizar
los sinónimos solamente o únicamente. Ejemplos:
«A Tomás le gusta estar solo» (adjetivo).
«Metió solamente un gol» (adverbio).
Hasta la publicación de la Ortografía de la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua
Española de 2010 se tomaba en cuenta la ambigüedad en esas palabras con el uso de tilde
diacrítica, pero a partir de su publicación esto ya no se toma en consideración. Todos los
demostrativos y el término «solo» pueden escribirse sin tilde. Textualmente se señala:
... ya que tanto el adjetivo solo como los determinantes demostrativos son palabras tónicas, lo mismo
que el adverbio «solo» y los pronombres demostrativos, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde
en estas formas incluso en casos de doble interpretación.
Ortografía, 2010, pág. 269.
Las vocales, por el hecho de ir en mayúscula, tanto en mayúscula inicial como en mayúsculas
seguidas, no quedan exentas de llevar tilde u otros signos diacríticos: LINGÜÍSTICA, Ángel,
PARÍS. Tampoco se omite en las abreviaturas de nombres de persona: M. Á. (Miguel Ángel).
Solo las siglas escritas íntegramente en mayúsculas no llevan nunca tilde, ni siquiera cuando
la letra en la que recae el acento léxico de la sigla es la inicial de una palabra que se acentúa
gráficamente en la expresión desarrollada. Así, la sigla de la Red Nacional de Ferrocarriles
Españoles se escribe RENFE (no RÉNFE). No obstante, se debe tener en cuenta que
los acrónimos lexicalizados —las siglas que por su carácter pronunciable se han incorporado
al léxico general como nombres comunes o propios— se someten, como cualquier otra
palabra, a las reglas de acentuación gráfica; por lo tanto, llevarán tilde cuando les
corresponda, tanto si se escriben en minúsculas como si aparecen enteramente en
mayúsculas: Intermón, INTERMÓN, módem, MÓDEM, euríbor, EURÍBOR. Como es natural, al
haber abandonado su condición original de siglas, se regirán por las normas generales de uso
de mayúsculas y minúsculas, es decir, solo se escribirán enteramente en mayúsculas por las
mismas razones que el resto de las palabras.
Otros casos
La o entre números
La o entre números en ningún caso debe tildarse. Anteriormente se tildaba cuando estaba
entre números para no confundirla con el cero, pero actualmente se considera que el riesgo de
confusión es mínimo y se escribe 1 o 3, 52 o 26, por ejemplo. Recuérdese que ante un
número cuyo nombre empieza por o se convierte en u, como en 79 u 80 (setenta y nueve u
ochenta).
Acentuación de las palabras compuestas
Uno de los problemas en el buen uso de la tilde lo presentan las palabras compuestas. Por lo
general, solo lleva tilde la última palabra del compuesto si lo exige la norma. Sin embargo, la
primera palabra la pierde al unirse a la segunda, pues al formarse una nueva palabra esta
debe obedecer a la norma que rige su uso: décimo + séptimo = decimoséptimo. Si la primera
palabra va separada de la siguiente por un guion, la tilde se conserva como si de dos palabras
simples se tratase: físico-química.
Los adverbios que se forman a partir de un adjetivo femenino agregando el sufijo -
mente llevan tilde si el adjetivo sobre el que se formaron la lleva. Los que se forman a partir de
adjetivos sin tilde son palabras esdrújulas o sobreesdrújulas, pero no llevan tilde. Así,
de veloz sale velozmente y de rápida sale rápidamente. (Nótese que estos adverbios siempre
tienen, además, acento léxico secundario en la primera e de -mente, pero este no se refleja en
la ortografía).
A partir de la Ortografía académica de 1999, las formas verbales a las que se les añade un
pronombre se rigen por las reglas generales: reírse lleva tilde por haber hiato y bébelopor ser
esdrújula.
Acentuación de palabras extranjeras
En general, a los nombres propios extranjeros no se les añade acento gráfico que en su
origen no tengan: Wagner (no Wágner). Si el nombre se ha adaptado a la pronunciación y
la escritura del español pueden acentuarse. Este caso se da sobre todo con nombres
transcritos de otras escrituras, los personajes de la Antigüedad o los reyes y
santos: Tolstói (transcrito del ruso), Platón (de la Antigüedad), Abderramán (nombre
tradicional en español de Abd Al-Rahman), Tomás Moro (nombre tradicional en español
de Thomas Moore).
Los topónimos que ya están acuñados en castellano o adaptados a su fonética ya no son
tratados como extranjeros, por lo que se acentúan siguiendo las reglas generales: París,
Támesis, Afganistán.
«Cree que sirve pa tó, pero no sirve pa ná, porque no tié sesera» (incorrecto).
«Cree que sirve pa to, pero no sirve pa na, porque no tie sesera» (correcto).