Está en la página 1de 16

Desigualdades y

estratificación
social

Sociología
General

1
Desigualdades y estratificación
social
El objetivo de este módulo es introducir al alumno en el estudio de la
desigualdad y la estratificación social. Trabajaremos dos grandes temas: la
desigualdad social en el interior de los países y la desigualdad social entre
los países. Si bien ambas dimensiones de la desigualdad se encuentran
profundamente entrelazadas, con fines pedagógicos las presentamos por
separado.

Para analizar la desigualdad social, discutiremos tres grandes perspectivas:

A) el análisis propuesto por el funcionalismo;


B) el análisis de clases inspirado en los trabajos de Karl Marx;
C) el análisis de clases inspirado en los trabajos de Max Weber.

Para analizar la desigualdad global presentaremos dos perspectivas:

a) la teoría de la modernización;
b) la teoría de la dependencia.

Antes de comenzar, te invitamos a que reflexiones sobre los siguientes


interrogantes:

¿Por qué hay individuos que tienen más ingresos que otros?
O, de manera colectiva, ¿por qué algunos grupos de individuos tienen más
prestigio y riqueza que otros? ¿Todos los individuos tienen igual probabilidad
de alcanzar idénticos niveles de riqueza, prestigio o poder en la sociedad?

Si extrapolamos los interrogantes a escala global, las preguntas serían:


¿Por qué hay países con mayor nivel de riqueza que otros?
¿Son estos países más “desarrollados” que los otros?,
¿o la causa se fundamenta en pautas culturales?.

Reflexionemos: ¿por qué es importante la desigualdad? (Fragmento


extraído del informe del Banco Mundial sobre equidad y desarrollo).

Pensemos en dos niños sudafricanos nacidos el mismo día,


en el año 2000. Nthabiseng es negra, hija de una familia
2
pobre de un área rural de la provincia del Cabo Oriental, a
unos 700 kilómetros de Ciudad del Cabo. Su madre no tuvo
ninguna educación formal. Pieter es blanco, nacido en una
familia acaudalada de Ciudad del Cabo. Su madre terminó
estudios preuniversitarios en la prestigiosa Universidad
Stellenbosch.

El día de su nacimiento, difícilmente a Nthabiseng y Pieter


se los habría podido responsabilizar por sus circunstancias
familiares: su raza, los ingresos y la educación de sus padres,
su ubicación rural o urbana, como tampoco por su sexo. Sin
embargo, las estadísticas sugieren que esas variables
predeterminadas marcarán una enorme diferencia en la vida
que ellos lleven. Nthabiseng tiene el 7,2% de probabilidades
de morir durante su primer año de vida; esto es, más del
doble que Pieter, para quien esas probabilidades son del 3%.
Pieter puede esperar llegar a los 68 años y Nthabiseng a los
50. Pieter puede tener una perspectiva de 12 años de
educación formal y Nthabiseng menos de uno.

Lo más probable es que a todo lo largo de su vida,


Nthabiseng sea considerablemente más pobre que Pieter.
Durante su crecimiento, es menos probable que ella tenga
acceso a agua potable y servicios sanitarios, y a buenas
escuelas. De manera que las oportunidades que estos niños
tienen de desarrollar todo su potencial humano difieren
inmensamente desde el principio, sin ninguna culpa de su
parte.

Tales disparidades de oportunidad se traducen en


diferentes habilidades para contribuir al desarrollo de
Sudáfrica. Es posible que la salud de Nthabiseng al nacer no
haya sido tan buena, debido a una nutrición menos buena
de su madre durante el embarazo. En virtud de su
socialización de género, su ubicación geográfica y su acceso
a instituciones educativas, Pieter tiene muchas más
probabilidades de adquirir una educación que lo habilite
para aprovechar al máximo sus talentos innatos.

Incluso si a los 25 años, y en contra de todas las


probabilidades, Nthabiseng lograra concebir una gran idea
empresarial (por ejemplo, una innovación para incrementar
la producción agrícola), a ella le sería mucho más difícil
persuadir a un banco de hacerle un préstamo a una tasa de
3
interés razonable. Pieter, al tener una idea igualmente
brillante. Incluso si a los 25 años, y en contra de todas las
probabilidades, Nthabiseng lograra concebir una gran idea
empresaria (digamos, sobre la forma de diseñar una versión
mejorada de software prometedor), seguramente
encontraría más fácil obtener crédito, gracias a tener un
diploma preuniversitario y muy posiblemente bienes que le
sirvan como garantía. Gracias a la transición de Sudáfrica
hacia la democracia, Nthabiseng puede votar y, de ese
modo, influir indirectamente en la política de su gobierno,
cosa que el apartheid les negaba a los negros. Pero el legado
de desigualdad de oportunidades y de poder político del
apartheid permanecerá durante algún tiempo. El camino a
recorrer desde semejante cambio político (fundamental)
hasta cambios en las condiciones económicas y sociales, es
largo. (Ferreira et al., 2006, p. 1).

La introducción sobre la dispar situación de vida de los dos niños en


Sudáfrica nos lleva a reflexionar sobre las desigualdades sociales y sus
consecuencias. Todos, en alguna medida, hemos sido testigos, en el
transcurso de nuestra vida, de algún tipo de desigualdad social,
independientemente del lugar en el cual habitamos. Es precisamente el
encuentro con la desigualdad el punto de inicio de esta sección. De manera
específica, en el campo de la sociología, los padres fundadores intentaron
de una u otra manera explicar las causas y los efectos que provocan las
desigualdades.

En todas las sociedades existe algún tipo de desigualdad, es decir, un


sistema de estratificación social que hace posible que categorías enteras de
personas se ubiquen en diferentes posiciones en la estructura social y que,
como consecuencia de esto, obtengan dinero, poder o prestigio. También
debemos agregar que toda estructura de desigualdad tiene algún tipo de
sistema simbólico que explica por qué hay una distribución asimétrica de
los recursos sociales.

Para hablar de este tipo de desigualdad, los sociólogos Macionis y Plumer


(2007) se refieren a la estratificación social como la clasificación o
jerarquización de los individuos según la categoría a la que pertenecen (o
se les asigna). Para Crompton (1997), la expresión de estratificación social
es un concepto general que describe estas estructuras de desigualdad.

En las sociedades preindustriales, la estratificación social se consideró un


fenómeno “natural”. Si las desigualdades eran calificadas como una
4
cuestión natural de las sociedades, no era necesario investigarlas en
términos sociales. Es decir, la naturalidad implicaba que provenían de una
estructura establecida por algún orden divino. Sin embargo, como señala
Crompton (1997), progresivamente los cambios operados por las
revoluciones industriales y la llegada de la Modernidad implicaron una
crítica a los sistemas tradicionales de creencias que habían explicado y
legitimado las desigualdades materiales. Frente a la idea de que los seres
humanos son desiguales por naturaleza o por alguna causa divina, se
desarrolló el argumento de que los seres humanos son iguales, no
desiguales. Este es precisamente el punto de partida de la reflexión
sociológica sobre la desigualdad. Crompton (1997) se cuestiona: si la
igualdad es la condición natural de los seres humanos, ¿cómo se explican y
justifican las desigualdades persistentes?, ¿por qué algunos individuos
dominan a otros? Estas preguntas son de varios órdenes, como problemas
de la teoría social y política; sin embargo, nosotros trataremos de
responderlos de manera sociológica.

En el plano de la teoría política, los teóricos del “contrato social” ofrecieron


las primeras respuestas (Crompton, 1997). Thomas Hobbes (1588-1679),
postulaba que la vida de las personas en un supuesto estado de naturaleza
era peligrosa, brutal y corta, era una continua guerra del hombre contra el
hombre, como señaló en su conocida frase.

La solución que se propuso para este problema del orden era que todas las
personas se sometieran al Estado, ya que era el ente que garantizaba el
control en la sociedad. John Locke (1632-1704), por su parte, afirmó que la
autoridad del Estado era la que mejor podría garantizar los derechos
naturales a la vida, la libertad y la propiedad.

Otro teórico, Jean Jacques Rousseau (1712-1778), postuló una conocida


frase: el hombre nació libre, y en todas partes se le encuentra encadenado.
Según Rousseau, la libertad absoluta es inalcanzable, pero afirmaba que la
democracia directa, expresada por medio de la voluntad general,
proporcionaba la mayor protección al individuo.

Así, en el siglo XVIII se establecieron los fundamentos del argumento de


que todos los ciudadanos tenían derechos políticos, tal como se expresa en
el voto universal y las instituciones democráticas.

Ante este panorama, debemos recordar los eventos que dieron origen a la
reflexión sociológica en Europa: la Revolución Industrial y la Revolución
francesa. Estos profundos cambios sociales, como el fin de una sociedad
con características tradicionales y el desarrollo del capitalismo industrial,
provocaron un énfasis en la racionalidad del orden social moderno. Es
5
decir, la racionalidad, el cálculo racional –y no las normas de la costumbre–
, se constituyeron como el principio a través del cual la conducta
económica debía guiar a las sociedades capitalistas en desarrollo.

Los procesos de expansión de los mercados y las transformaciones de los


procesos de producción también implicaron la erosión de los derechos
consuetudinarios en el dominio del comercio y la manufactura. Es decir, los
cambios políticos que crearon al individuo formalmente libre también
dieron paso al trabajador sin tierra que tenía el derecho de vender lo único
que poseía: su fuerza de trabajo. El trabajo, en este contexto, se
transformó en una mercancía.

La importancia de las revoluciones inglesa y francesa fue central y de una


magnitud considerable, ya que aquellas provocaron la transición al
capitalismo industrial. Esa es la nueva sociedad que estaba emergiendo con
sus nuevas desigualdades y que los primeros sociólogos intentaron
explicar.

Marx consideraba el desarrollo de la historia humana como una


consecuencia de los conflictos económicos y no solamente políticos. La
desigualdad era el resultado del acceso diferencial a los medios de
producción y a lo que se producía. A diferencia de los teóricos del contrato
social, para Marx el Estado era inseparable del poder económico, y el
individuo soberano era tan solo una condición necesaria del modo de
producción capitalista para poder perdurar; es decir, coexistían la igualdad
política (todos, normativamente, eran considerados como iguales) con las
desigualdades materiales. En este contexto, el hecho de que hayan existido
diferentes retribuciones, producto de un sistema dominante de
producción, era un hecho no político, solo económico.

Según Crompton (1997), el desarrollo del capitalismo industrial fue el


elemento principal de la transición a la Modernidad. La idea de
modernidad describe no solo el desarrollo del industrialismo, sino también
los correspondientes modos de vigilancia y regulación de la población de
los Estados nacionales; estos han sido identificados como una de las formas
sociales características del paso hacia la Modernidad. La Modernidad se
caracteriza también por el desarrollo de organizaciones, es decir, de
sistemas reflexivamente controlados que tienen la capacidad de actuar
sobre el mundo social.

Estas aclaraciones son válidas debido a que en este módulo haremos


referencia específica a las clases sociales, y estas son un fenómeno
centralmente moderno. En el mundo moderno, la clase social estructura un
sistema de desigualdades diferente al de las sociedades tradicionales en
6
donde aquellas eran consideradas adscriptas o naturales (como, por
ejemplo, las de los Estados feudales o las desigualdades definidas
religiosamente, las de género y la raza). Es por esta razón que la clase es un
excelente punto de partida para analizar los sistemas contemporáneos de
estratificación. Claro que esta centralidad de la clase, como mecanismo de
estructuración de las desigualdades, no quiere decir que las formas de
distinción y diferenciación social previas desaparecieran sin dejar rastro. En
efecto, muchas desigualdades relacionadas a la edad, el género y la raza,
persisten.

Como dijimos al terminar el Módulo 1, estas cuestiones plantean una serie de


interrogantes sobre el lugar que tuvieron nuestras sociedades latinoamericanas
en este proceso. ¿Qué piensas tú al respecto?

Como indicamos anteriormente, gran parte de la reflexión clásica de la


sociología se originó teniendo como punto de partida las profundas
transformaciones operadas en Europa.

Macionis y Plumer (2014) señalan que hay cuatro características esenciales


de la estratificación:

a) La estratificación social es una característica de la sociedad en su


conjunto, y no de algunos de sus miembros considerados
individualmente.
b) El sistema de estratificación social (desigualdades) se perpetúa de
generación en generación. En todas las sociedades, existe la
probabilidad (alta o baja, dependiendo de la sociedad en cuestión y del
momento histórico) de que los padres transmitan a sus hijos la posición
social que ocupan, aunque en las sociedades modernas existe
movilidad social.
c) El estudio de la movilidad social de las personas es un tema con una
gran tradición en la sociología. En su definición más simple, podemos
decir que la movilidad social es un cambio en la posición que el
individuo ocupa en la estructura social. En este cambio, se considera el
análisis de los patrones intergeneracionales de transmisión de la
posición social. En función del cambio, la movilidad puede ser
ascendente, descendente u horizontal. Un ejemplo de movilidad social
ascendente sería el de una persona nacida en un hogar con bajos
niveles de educación e ingresos, que logra acceder a estudios
universitarios, a mayores ingresos y a ocupaciones con mayor prestigio.
d) La estratificación es una constante histórica, pero sus especificidades
varían de una sociedad a otra. Es decir, en todas las sociedades existió
7
siempre algún tipo de diferenciación, pero el sentido y el grado han
sido diferentes. Pensemos en el ejemplo de las sociedades primitivas,
donde un factor de desigualdad podía ser el sexo o la edad de sus
miembros. Con el surgimiento del capitalismo y en la era moderna
asistimos a una complejización de los factores de desigualdad.
e) La estratificación social no es solo una cuestión de desigualdad, sino
también de cultura social, y está relacionada con el sistema de
creencias de los individuos. Esto quiere decir que no solo hay una
distribución diferencial de los recursos, sino también una explicación
cultural y social que define y justifica la desigualdad. Las explicaciones
sobre el porqué de la desigualdad también han variado a lo largo de la
historia.

Como señalan Macionis y Plumer (2007), de manera general podemos


definir tres macrosistemas de estratificación: esclavitud, sistema de castas
y las clases sociales. Estos grandes sistemas se pueden analizar, además, en
función de los tipos de sistemas sociales: ya sean sistemas cerrados,
caracterizados por la poca o nula movilidad social, o sistemas abiertos que
permiten una movilidad social mayor.

Esclavitud
Es una forma de diferenciación y desigualdad que se basa en el derecho de
propiedad que un grupo de individuos ejerce sobre otro grupo. Las
personas devienen en cosas que pueden ser compradas o vendidas. En
América Latina, la explotación de la fuerza de trabajo esclava, de origen
africano, fue una práctica generalizada en toda la región: desde de las islas
del Caribe y las más productivas zonas del Brasil hasta las actuales
Honduras, Panamá, Costa Rica, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y, en
menor medida, México y el Río de la Plata (Gruner, 2010).

Podemos acordar con Giddens (2010) que la esclavitud es la forma más


extrema de desigualdad, donde unos individuos son propietarios de otros.
Esta condición legal de posesión de los esclavos presentó históricamente
variaciones según el tipo de sociedad. Algunas veces los esclavos eran
privados de todos sus derechos legales, como en el sur de Estados Unidos,
y en otros casos su posición era parecida a la de un sirviente.

La historia de la esclavitud es extensa y merecería un apartado específico.


Sin embargo, queremos dejar claro que fue una forma de estructuración de
la desigualdad con particulares características. Si hacemos un poco de
historia, en los siglos XVIII y XIX los esclavos fueron utilizados casi

8
exclusivamente como trabajadores en las plantaciones o como sirvientes
domésticos en Estados Unidos, Sudamérica y las Antillas. Ya en la Atenas
clásica estaban presentes en diversos lugares y algunas veces tenían
posiciones de responsabilidad, aunque se los excluía de los puestos
políticos y militares; inclusive, algunos sabían leer y escribir, trabajaban
como administradores del gobierno y muchos eran artesanos (Giddens,
2010).

Estas situaciones extremas de desigualdad producían que no pocas veces


existieran rebeliones de los esclavos. Para citar tan solo dos ejemplos
ampliamente conocidos en la historia de América Latina, podemos hacer
referencia a las revueltas en Haití y los múltiples levantamientos en Brasil.

La Revolución haitiana tuvo su origen en el estallido de una sublevación de


esclavos durante la noche del 22 al 23 de agosto de 1791. Como señala
Manigat (2009), la revuelta podría analizarse como un episodio más de los
conflictos que generaba el sistema esclavista –como las fugas, los suicidios
y otros hechos constantes en todo el sistema de esclavitud implementado
en América– entre la población negra. Considerando esa perspectiva, el
autor manifiesta que los acontecimientos de la Revolución haitiana
representan el enfrentamiento clásico entre grupos sociales por mantener
el statu quo. Sin embargo, esta revolución inaugura un ciclo de
independencias en América Latina y el Caribe con una triple connotación:
problematiza la idea de libertad en relación con la surgida en el Siglo de la
Luces; promueve la edificación de un Estado negro anticolonial y
antiesclavista, en el contexto de un gobierno colonial francés en la región;
y, finalmente, provoca el enfrentamiento contra una potencia imperial, con
saldo positivo para los esclavos (Manigat, 2009).

La centralidad de la esclavitud, como institución fundamental de la


organización del sistema capitalista, es destacada por Gruner (2010). Según
este autor, se hace imposible pensar la expansión del sistema capitalista
fuera de Europa en el siglo XIX sin analizar la esclavitud. Esta red de compra
y venta de seres humanos entre los tres continentes (Europa, América y
África) fue un componente decisivo de la historia contemporánea: esta
explotación favoreció el crecimiento económico, de la industria textil, la
naviera y del comercio internacional.

La importancia de la Revolución haitiana radica, según Gruner (2010), en el


hecho de que se produce allí la primera revolución de América Latina
mientras la expansión del sistema capitalista estaba en su apogeo. Haití se
encontraba al margen de la revolución francesa: la igualdad, fraternidad y
solidaridad no se aplicaban para los habitantes de la isla.

9
Los debates sobre la esclavitud en América Latina son amplios. Aunque no
profundizaremos aquí el tema, queremos destacar que fue una modalidad
de estratificación social que tuvo profundos efectos sobre las sociedades
contemporáneas.

Sistema de castas
Es una forma de estratificación social basada en características
“adscriptivas” de las personas.

El sistema de castas es característico de la India y deriva del hinduismo. Allí,


el lugar que ocupan las personas en el espacio social está organizado en
función del lugar en donde nacen y de su ocupación. En el escalón más
bajo, se encuentran los dalits (conocidos como los intocables); en el nivel
más alto, los brahames (conocidos como los sacerdotes).

Crompton (1997) señala que las desigualdades sociales en este sistema se


derivan de una estructura de la sociedad establecida por la divinidad. Aquí,
el lugar en la jerarquía social está ligado a la pureza religiosa. El argumento
es que las castas inferiores contaminan a las superiores, y por eso hay una
serie de restricciones que se aplican a los individuos de las castas bajas y a
sus familias. En esta situación, el sistema de castas se superpone (aunque
no totalmente) con la estructura de la desigualdad.

El argumento de Crompton (1997) es que si consideramos que hay


sistemas ideológicos que justifican las desigualdades, aquí debemos hacer
referencia a dos conceptos religiosos: el kharma y el dharma. El karma
implica que las personas nacen en una determinada casta y que eso es lo
que merecen de acuerdo a las acciones que han llevado a cabo en una vida
anterior. El dharma, que significa “existir conforme a lo que es moral”,
enseña que vivir la vida presente de acuerdo con las normas genera como
resultado el posterior renacimiento en una casta superior y, por lo tanto,
una progresión última en el sistema de castas. De esta manera, las
desigualdades de las castas, como la posibilidad de cambio social en el
futuro, tienen una estrecha relación con las verdades religiosas universales
y se sitúan más allá de un examen sociológico. Es decir, encontramos
explicaciones de un orden divino que son interpretadas parte del orden
natural de las cosas.

Por otra parte, este sistema social es cerrado, de modo que cuando
aparece en su forma más pura, el destino social del individuo no tiene
posibilidades de ser modificado.

10
Hay cuatro características principales del sistema de castas:

a) Las castas suelen ir asociadas a una ocupación específica, de modo que


los hijos generalmente desempeñan el mismo trabajo que sus padres.
b) El matrimonio con individuos de otra casta es prácticamente
impensable (matrimonios endogámicos).
c) La pertenencia a una casta determina la vida cotidiana en la medida en
que los individuos solo se relacionan con otros de su propia casta. Esto
está amparado bajo ciertas creencias religiosas que establecen que el
contacto con castas inferiores, por ejemplo, “contamina” a las castas
superiores.
d) Por último, y como cuestión más importante, los sistemas de castas se
apoyan en fuertes creencias culturales. Según la cultura y las
tradiciones, se entiende que es un mandato moral aceptar la posición
social que a uno le ha tocado.

Debemos hacer referencia a que el sistema de castas es extremadamente


elaborado y complejo, y que muchas veces su estructura varía en cada zona
de la India; es decir, no constituye un sistema homogéneo, sino una
diversidad de creencias y prácticas, muchas veces difusamente conectadas.

Sociedad de clases
Seguramente has escuchado la expresión clase social en varias
oportunidades y con diferentes connotaciones: a través de los medios de
comunicación, que hacen constante referencia al concepto, y hasta en
conversaciones con amigos y familiares. Para algunos, la clase hace
referencia a estilos de vida y particulares gustos (“tener clase”); para otros,
tiene que ver con el estatus social. En el discurso político, muchas veces se
hace referencia a los impuestos aplicados a “la clase alta”, cuando en
realidad se están señalando los “impuestos aplicados a las personas que
poseen altos ingresos”. Dada la gran diversidad que existe, en esta sección
vamos a avanzar solo lo necesario como para entender el concepto desde
una perspectiva sociológica y quitarle cierta ambigüedad que lo rodea en el
discurso cotidiano. Sin embargo, debemos señalar que, inclusive en el
ámbito sociológico, el concepto es objeto de diferentes definiciones según
la tradición teórica.

Históricamente, el sistema capitalista erosionó los sistemas feudales y de


esclavitud y provocó su transformación en un sistema de clases. En teoría,
este último sistema se basa en las capacidades y logros personales. Se
supone, además, que es más abierto, de modo que los individuos, a través

11
del sistema educativo o por otros mecanismos, pueden experimentar algún
tipo de movilidad social con relación a la posición que ocupan sus padres;
sin embargo, esto no siempre ocurre.

Nos detendremos a detallar las explicaciones que la sociología da a este


sistema, ya que se trata del modelo que organiza el tipo de sociedad en la
cual vivimos.

Giddens (2010) señala cuatro elementos centrales que distinguen este


sistema de estratificación de los otros:

a) A diferencia de los otros sistemas de desigualdad, las clases sociales no


se establecen por disposiciones jurídicas o religiosas, y la pertenencia a
ellas no se basa en una posición heredada, que se haya determinado
legalmente o por la costumbre. Lo habitual es que los sistemas de clase
sean más fluidos que los restantes tipos de estratificación, y que los
límites entre las clases no estén nunca claros. Además, no hay
restricciones formales aplicadas al matrimonio entre personas de
distintas clases.

La pregunta que nosotros agregamos a este aspecto es: ¿cuál es la


distancia que existe entre la igualdad normativa y la igualdad social
real? Gran parte de la investigación sociológica sobre este interrogante
demuestra que muchas veces existen grandes brechas entre la
igualdad que tenemos todos en el plano jurídico y la igualdad social
que realmente experimentamos y en la cual estamos inscriptos.

b) En teoría, la clase a la que pertenece un individuo es en parte


adquirida, es decir, no está totalmente determinada por el nacimiento,
como es común en otros tipos de estratificación. Sin embargo, nosotros
preguntamos: ¿hasta qué punto la clase puede modificarse en el
transcurso de vida de un individuo?

c) Las clases se basan en las diferencias económicas que existen entre los
grupos de individuos y en las desigualdades en la posesión y control de
los recursos materiales. En los otros sistemas de estratificación, los
factores no económicos, tales como la influencia de la religión en las
castas indias, suelen ser mucho más importantes.

d) En los otros sistemas de estratificación, las desigualdades se expresan


principalmente en relaciones personales basadas en el deber o la
obligación, ya sea entre siervo y señor, esclavo y amo, o individuos de
una casta inferior o superior. Por el contrario, los sistemas de clases
12
operan principalmente mediante conexiones impersonales a gran
escala. Por ejemplo, una de las bases fundamentales de las diferencias
de clase se halla en las desigualdades de salario y de condiciones de
trabajo que afectan a todas las personas de una categoría ocupacional
específica, como resultado de las circunstancias económicas derivadas
del conjunto de la economía como totalidad. Uno de los corolarios de
este sistema es que existen derechos universales que no dependen de
la posición social de los individuos: en principio, la igualdad ante la ley
es central.

¿Qué es la igualdad de oportunidades?

El resultado final de la vida de una persona, en sus muchas


dimensiones, debe reflejar principalmente los esfuerzos y
talentos de esa persona, no sus antecedentes de nacimiento.
Las circunstancias predeterminadas –género, raza, lugar de
nacimiento, orígenes familiares– y el grupo social en el que
nazca la persona, no deben contribuir a determinar si ella ha
de tener éxito económica, social y políticamente...

El principio de igualdad de oportunidades es


conceptualmente simple: las circunstancias en el momento
del nacimiento no deben tener ningún peso en las
oportunidades que una persona tenga en la vida...

Las desigualdades como tales podrían no ser una gran


preocupación si los resultados finales variaran por razones
que tuvieran que ver principalmente con los esfuerzos
individuales. (Ferreira et al., 2006, pp. 13-20).

La ideología como justificación de los sistemas de


estratificación
Observando nuestras sociedades, podemos preguntarnos: ¿cómo se
mantienen en ellas las desigualdades?, o bien: ¿por qué la gente tolera las
desigualdades? Una de las razones para el mantenimiento y la
reproducción de las desigualdades sociales es la ideología.

13
La ideología es definida como un conjunto de creencias culturales que sirven
para justificar la estratificación social, entre otras cosas. Las creencias que
refuerzan la dominación de una minoría privilegiada sobre la mayoría de la
población son ideologías.

Desde sus comienzos, la sociología intentó dar respuesta a la pregunta


sobre las causas de las desigualdades; el eje de análisis fue el estudio de
quién obtiene qué y por qué. Los padres fundadores de la sociología, Marx,
Weber y Durkheim, estructuraron distintos paradigmas explicativos, con
diversos marcos analíticos, para comprender por qué existen las
diferencias sociales. Al respecto, nos detendremos nuevamente sobre el
análisis de la sociedad de clases, de modo de profundizarlo.

Según Wright (2005), existen básicamente tres perspectivas para analizar la


desigualdad en las sociedades capitalistas:

a) La perspectiva centrada en el individuo. Bajo este enfoque, la posición


económica del individuo es analizada como el resultado del nivel de
éxito personal (algo que es un fenómeno puramente individual). Este
“éxito” de los individuos está determinado por factores como:
educación, trasfondo familiar, motivaciones, conexiones personales
(capital social). Así, la persona que es pobre lo es porque ha tenido un
déficit en los atributos relevantes, mientras que la persona que es rica
ha tenido ventajas en los mismos atributos. Lo importante es destacar
que en este tipo de explicación no hay relaciones sociales entre una y
otra persona como factor explicativo. Los grados de desigualdad están
definidos en función de la inequidad de estos atributos; es decir,
podemos entender la posición de los individuos en el espacio social
analizando sus “trayectorias” (y estas son puramente individuales).

b) y c) El análisis de clases a partir de otras dos tradiciones: weberiana y


marxista1, adopta, en cambio, una versión diferente para entender la
desigualdad social. En vez de analizar y focalizar la atención sobre el
proceso por el cual los individuos están ordenados en posiciones, el
análisis de clases analiza las relaciones entre las posiciones. Es decir,
ambas tradiciones tienen en cuenta los patrones de desigualdad como
resultado de conexiones causales entre las posiciones. En el análisis
marxista, la relación de interdependencia es pensada también en

1
Hablamos de tradición “weberiana” porque hacemos referencia al esquema teórico propuesto por
Max Weber, y de tradición “marxista” porque hacemos referencia al esquema teórico propuesto por
Karl Marx.
14
términos de explotación, como un mecanismo causal que genera
desigualdad.

En el primer caso –perspectiva centrada en el individuo–, estamos


hablando de enfoques gradacionales (como el de la vulnerabilidad o
algunos enfoques de clases sociales), y en el segundo –enfoque
marxista y weberiano–, de perspectivas relacionales (Gómez, 2009).

15
Referencias
Crompton, R. (1997). Clase y estratificación: una introducción a los debates
actuales. Madrid, ES: Tecnos.

Ferreira, F. H. G., Lanjouw, P., Ozler, B., Prennushi, G., Woolcock, M., Robinson,
J.,… y Walton, M. (2006). Informe sobre el desarrollo mundial 2006: Equidad y
desarrollo. Washington, US: The World Bank. Recuperado de
http://siteresources.worldbank.org/INTWDR2006/Resources/WDRonEquity_Final
Outline_August_spa_final.pdf

Giddens, A. (1994). El capitalismo y la moderna teoría social. Barcelona, ES: Labor.

Giddens, A. (2010). Sociología. (trad. por F. M. D. Bustillo; 6.ta ed.). Madrid, ES:
Alianza Editorial.

Gómez, P. S. (2009). De la estratificación social al análisis de clase. Notas sobre


Erik Olin Wright. En L. González, Lecturas sobre Vulnerabilidad Social. Universidad
Nacional de Córdoba. Centro de Estudios Avanzados.

Gruner, E. (2010). La oscuridad y las luces. Capitalismo, cultura y revolución.


Buenos Aires, AR: EDHASA.

Macionis, J., y Plumer, K. (2007). Sociología (4.ta ed.). Madrid, ES: Pearson
Prentice Hall.

Manigat, S. (2009). La revolución de independencia de Haití en su primera etapa:


La edificación del poder negro en Saint-Domingue. Revista Ciencia y Cultura, (22-
23), 301-311.

Marx, C., y Engels, F. (2005). Manifiesto del Partido Comunista [Versión digital].
Biblioteca Universia. Recuperado de
http://dspace.universia.net/bitstream/2024/1507/1/marxengels_manifiest
ocomunista.pdf

Wright, E. O. (2005). Approaches to Class Analysis. Cambridge, UK: Cambridge


University Press.

16

También podría gustarte