Avicena se ocupa de ella en tratados compuestos por elementos
aristotélicos y neoplatónicos.
El intento de Avicena fue mostrar la compatibilidad entre la
metafísica de lo necesario de origen griego, y la de lo contingente, de raíz religiosa.
El problema inicial fue fijar el objeto de la metafísica. ¿Puede ser
Dios el objeto de la metafísica?
Una ciencia no puede mostrar la existencia de su objeto propio,
ni de sus principios, por lo que propone una distinción entre aquello sobre lo que versa una ciencia, que constituye su objeto, esto es lo presupuesto; y aquellas cuestiones que están relacionadas con el objeto, lo buscado. Como Dios no se presupone, porque no es evidente, no puede ser objeto de la metafísica.
Sólo la metafísica puede tratar de Dios. No como objeto, sino
como objetivo.
Lo único que reúne las tres condiciones de imponerse por sí
mismo, ser común a todo lo que la ciencia abarca, y comprender bajo sí todos los seres que tengan una esencia realizada y actualizada; esto sólo lo cumple el ser en tanto que ser.