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Perla de La Rosa-Antigona. Voces Que Incendian El Desierto PDF
Perla de La Rosa-Antigona. Voces Que Incendian El Desierto PDF
INCENDIAN EL DESIERTO
PERLA DE LA ROSA
•
,
Perla de la Rosa
PERSONAJES
Mujer 1
Isabel
Elena
Agente de seguridad
Antígona
Mujer 2
Ismene
Víctor
O'eón
Hemon
• Repo rtera
Eurldice
La madre del asesino
El asesino
Guardia de la Morgue
Muchacha desconocida, muerta.
• Prólogo
Una avenida solitaria en la desértica Ciudad
Tebas. Media noche. Lu ces esp orádicas de
coches. Sonidos de noche en la gran ciudad.
Una mujer aparece caminando, I/ena de
angustia esp era el camión en el que regresará
187
Antigona; las voces que incendian el desierto Perla de la Rosa
I
Esc ena I. Elena saca la comida y se dispon e a comer.
I
Una de tantas historias.
ISABEL (hablándo le desde el presente-futuro, en el que
Una mujer se encuentra so la dentro de su casa, Elena ya no puede escucharla. como s i le
habla so la frente a su puerta. hablara a unfantasm a): Nos abrazamos llenas
de alegría . Hacía casi una semana que no tenía-
I SABEL: Cuan do llegamos a nuestra casa algo te llamó mos notícias de Clara. La despedimos el martes
por la mañana, y el domingo en la tarde nos
la atención
otras y camb iar lo que hagamos por comida ¡Elena, Elena , no salgas! Nuestra hermana está ahí
con los acarreadores . afuera. ¡Ah como nos engañamos! ¡Está ahí,
ELENA: ¿Dónde habrá estado todos estos días? su cuerpo masacrado frente a nuestra puerta!
ISABEL: ¿Dónde habría de ser? Trabajando. ELENA (sale. Grita espantada. Entra muy alterada):
ELENA: No. Me refiero cuando ya no era hora de traba- ¡La mataron, la mataron! Fue ella quien gritó
jar. Cua ndo tendría que haber estado aquí. pidiendo ayuda. Un cuchillo, dame un cuchillo
ISABEL: Tal vez decidió entrar en algún refugio.
ELENA: ¿Y ahora, en dónde estará? .. (Silencio. Se
escucha un alarido de terror: Si/encio.) Vamos
•
I
para cortar la cuerda con que la ataron. Voy a
liberarla, voy a traerla adentro para calentarla,
para devolverle la vida.
a ver. ISABEL: Dame ese cuchillo. Tus esfuerzos serán vanos.
ISABEL: ¡Quédate sentada! Quien quiere ver, es visto Nuestra hermana no puede revivir. Si nos ven
(si/encio). No tratamos de ver lo que habí a junto a ella, correremos la misma suerte.
sucedido. Tampoco seguimos comiendo . En
si le n-cio, si n mi rarnos, nos dispusimos a
" ELENA: Déj ame. Cuando la mataron no di un sólo
paso.
dormir. Al colgar mi ropa, Sentí que se me
paralizaba el corazón, la bata del uniforme de Se escuchan unos go lpes sobre la p uerta, Isa-
trabajo de mi hermana clara estaba colgada con bel entreabre. una mano empuj a la p uerta y
la demás ropa (a Elena) Clara no está en la aparece un hombre extraño, amenazante.
fábrica.
ELENA: ¡Claro!, renunció y la liquidaron, por eso pudo
comprar comida. Segu ro ella también ya deci-
• HOMBRE: ¿Y ustedes quienes son? Esta mujer apareció
asesinada frente a su puerta. ¿La reconocen?...
dió quedarse en un refugio como nosotras. O ¿Q ué es d e us tedes? La muy idi ot a
tal vez es tiempo de regresar a nuestro pueblo desobedeció las reg las de seguridad. Mira que
(se esc ucha un segundo grito horro rizado) salir sola a la calle, sin un homb re.
¿Quién grita ante nuestra puerta?
ISABEL: Alguien a quien están tortura ndo.
ELENA: Debería mos ir a ver.
• ISABEL: No. No la conoce mos .
HOMBRE: ¿Y ella? ¿Qué hace con ese cuchillo?
ISABEL: ¡Quédate aquí! (pausa). Y no fuimos a ver que Elena sale corriendo, el hombre la persigue.
había ocurrido. Pasamos la noche sin dormir. Inmediatamente Isabel cierra la p uerta. Se ha
Esperando a Clara nos llegó el amanecer. . .
(tareas de aseo, toma una cubeta y sale por
agua. Abre la p uerta y entra aterrorizada)
•I quedado paralizada. Igual que no brindó ayu-
da al grito de la supuesta desco nocida en la
noche, tampoco se atrevió a salir a ayudar a
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'4l...- -------::--- - -- - - ------.I!
Autigona; las voces que incendian el desiert o Perla de la Rosa
Elena. El p ánico f ue toda su respuesta. Ahora sucumbe ante mi entereza. Ciudadanos, han
tras la puerta y ji-ente al p úblico, concluye la querido que mi mand ato desaparezca y nos
reconstrucción de los hechos. calumnian para llenamos de vergüenza.
Se habla de muertes, cientos de muertes; de
.
I SABEL: Miré a mi hermana Elena. ¿Para liberar a nues- cadáveres de inocentes mujeres, que yacen sin
tra herm ana y devolverle la vida, iría a buscar más tumba que el desierto. ¡Mentira! ¿De qué
la muerte? Clara tenía un solo deseo : vivir. muertes hablan?
I Ciudadanos esas voces oscuras pretenden de-
Escena 11. rrumbar la gran ciudad que hemos construido .
El regreso de Antígona Pretenden sin éxito, frenar nuestro camino de
victoria. Sin tener en cuenta el sudor de cada
Antigona aparece cargando una maleta, es su d ía de batalla, para que siempre amanezca, ésta,
regreso a Ciudad Tebas.
•
hundida por sus errores. El odio que pretendió ponsable.
aniquilarme no me soj uzga, por el contrario, Esas voces, ajenas, llenas de ingratitud hacia
nuestra ciudad, lo único que buscan es privamos
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P'erla de la I(osa
Antigona; las IJoces que incendian el desierto
inconfonnes. Las mujeres todo lo que piden
del progre so y la fortuna. Las mujeres reporta- es justicia. A mi me parece que algo tenemos
da s co mo extrav iadas es tá n vivas. Y son que hacer algo, no sé, darles no sé, alguna...
bastante más vivas que nosotros. Esta tarde satisfacción...
tuvimo s noticias de tres de las reportadas como CRE6N: ¡Justicia! [Bah ! Estafadoras. Todos sabemos
desaparecidas, se les ubicó en un balneario del lo que quieren. Tend rán un poco de lo qu e
mediterráneo. nunca han tenid o. As í vere mos el precio de su
En esta ciudad nad ie debe llorar a esas muer- dolor.
tas, que sólo son producto de la fantas ía de CONSEJERO: A ver, usted Víctor, invéntese algo, lo qu e
mercenarias sin escrúpulo alguno.A esas muje- sea (a los otros), ustedes pónganse creativos,
res les digo: No son de Tebas. Y si no son fieles para eso les pago , para que me den soluciones
a esta ciudad que ge nerosa, las recibió como no problemas...
una madre; deben marcharse. VíCTOR: Señor, y es que... Tebas se derrumba, en otras
Desd e lu ego qu e han fall ecido mujeres ,
tambi én cl aro es tá, han mu erto varo nes " ciudades ya corre la noti cia de nuestra
situación, no deberíamos permitir que se haga
tebanos. Pero no más de lo que es natural en tanto escándalo , toda es ta situación, por
cualquier otra ciudad como la nuestra. Por ello, supuesto que exagerada, lastima nuestro honor
y estarán de acuerdo conmigo, nob les amigos; y nos hunde en el desprestigio.
en defensa del bienesta r y la soberanía de CONSEJE RO: Ya, ya, Ví cto r, no me venga con
Tebas, declaro enemigo de la ciudad a todo
aquel que insista en dañar nuestra imagen,
lesionando así nuestros legítimos intereses.
• obviedades, le repito, póngase creativo ¿sí?
Usted cuídenos las espaldas y no nos de
dolores de cabeza, sólo encárguese de que las
Ins isto: Serán considerados enemigos de la órdenes se cump lan.
ciudad y recibirán, como enemigos, todo el
peso de la ley.
CONSEJERO: Señor, no es que le contradiga, pero me
parece un poco radica l esta orden.
, Escena IV.
Tomando posición. Los argumentos
de Antígona y los de Ismene
CRE6N: ¿Y qué otra cosa puedo hacer? Las condicio-
nes en que se encuentran esos cuerpos, no per- En el desierto varias p ersonas realizan un
miten identificarlos. ¿Para qué provocar más rastreo, buscan cuerp os de víctimas. Antigona
lágrimas?
CONSEJERO: En la ciudad cada vez son más las voces • también se encuentra ahí. Ismene ha llegado a
buscarla, la encu entra con aire delirante y
aesg ostada por el sufrimiento.
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An tigona ; las "'oees que incendian el desierto
•
Perla de la Rosa
ISMENE: ¿Estás enferma? Desde que llegaste no ANTÍGONA: La diferencia claro está en la manera de
duermes, no comes ... No puedes seguir así. monr.
¡Esto es una locura! ISMENE: Pero si enfrent áramos únicamente el hecho
ANTÍGONA: Locura es la que nos ha hundido en la des- ' de la muerte, los sufrimientos previos no nos
gracia a ti ya mí, y a toda mujer sobre esta tie- atormen tarían tanto. Finalmente nosotras
rra. Locura la de quienes aun poseen el refugío seguimos aquí. iVivas !
del sueño. Y ahora , ¿Qué nuevo mandato se ANTÍGONA: Yo no. Tú lo haz dicho, los sufrimientos
ordena sobre cada uno de los ciudadanos de previos. ¿Y quién nos asegura que nuestra
este páramo? ¿Qué nueva versión se ha espar- hermana no continúa sometida a la humillación
cido? ¿Qué nuevo culpab le han encontrado? del sufrimiento? ¿Podrías asegurar que la
ISMENE: Yo tampoco he dorm ido. Pero no creo que
mi fatiga o mi búsqueda perpetua puedan
regresar la rueda del destino, que inexorable-
., crue ldad de su agon ía ha cesado? ¿Y si esta
noche el horror de la propia muerte la estuviera
atormentando?
mente nos alcan za. En la vigilia a veces creo ISMENE: ¿Todavía cree s que está viva?
que mejor sería dejarla descansar en paz y
marchamos de aquí. Silencio.
ANTÍGONA: Sí. Que nuestra hermana descanse en paz,
pero que su memoria no nos permita vivir en ANTÍGONA : Nece sito la certeza... alguna, incluso la de
paz. Que el eco de su voz pueble nue stros
sueñ os y que nuestros pasos no encuentren
sitio de reposo , com o su cuerpo extraviado no
• su cadá ver. Y más aun necesito el rostro del
culpable, las manos asesinas. La j usticia ha
huido de aqu í y todos necesitamos la justicia.
ha encontrado el abr igo de la tierra. Que no ISMENE: Nec esitamos la vida. Si Polinice está viva ,
acabe nuestra agonía, mientras el olvido y la ella decid irá cuándo regresar. Después de todo
infamia sigan condenando nuestros corazones.
ISMENE: ¿Por qué sigues culpándote? ¿Por qué me
condenas? iEntiéndelo! Con sepu ltura o sin
, ell.a siempre hizo lo que quiso, y no sería la
pnmera...
ANTÍGONA: ¿Qué quieres decir?
ella , lo más seguro es que ya esté muerta. Y ISMENE: Eso. Que para ustedes, para mi padre. Para
nosotr as b ien h ar íam os en o lvi dar y ti, siempre fue muy fácil marchars e. Al fin que
simplemente intentar vivir...Muchas veces he Ismene se quedaría en Tebas, esperándolos.
pensado que el ac to de morir es sólo un
instante, inevitable para cualquiera. • Cuidando a la pequeña Polini ce, llevando la
casa y dándol es noticias de cómo iba todo . Y
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Antigoua; las voces que incendian el desierto Perla de la Rosa
nada sucedía. En la dístancía sólo crecía tu por nosotras mismas. Mira a otras familias ,
mito y la ausencia. ante lo irremediable, bas tan te ayudan con
ANTiGONA: Tuve que marcharme, a costa de perderlo obedecer. Creón ha orde nado que por el bíen
todo. No podía elegír ser otra que la que soy. de la ciudad no se hable más de hom icidios.
!SMENE: Nosotras nada sabiamos de ti y tú nada sabías ANTiGONA: ¿Y quién es Creón para decretar que mí
de nosotras. ¿Ahora, regresas a cues tionarme, muerta es menos muerta o menos ciudadana ,
a culparme de lo que sucedió? que los muertos en paz de todos los días? ¿Y
ANTiGONA: Nadie te culpa... es nu estra po bre za las q ue nos castiga?
!SMENE: Sí lo haces. Tu mirada, tu obses ión, tu impa- Ciudadanas pobres y extranjeras. Desde niñas
ciencia. ¿Por qué no podemos esperar a que I condenadas al exilio, a vagar guiando a Edipo,
se aclare todo . Esto es más gran de qu e
nosotras, hay demasiada oscuridad. Pero tú te
empecinas en encontrar verdades. Quién sabe
.,I nuestro padre. Ca rgando su pobreza y sus
cu lpas. Y en tant os años atisban do los
caminos, una sabe cuál es su lugar, el de sus
si podamos resistir la verdad... Tenías que muertos. Y sin sepulcro para mi her mana
regresa r a moverlo todo, a exhibir tu valor. Polinice, ¿cuál será el mío? ¿Cuál el tuyo? ¿O
ANTiGONA: No fue precisamente el valor lo que me es que sólo yo soy su herm ana? ¿No nacimos
hizo huir de aquí. las tres del mismo vientre?
ISM ENE: Cómo detesto tu grandisima soberbia. El creer
que puedes retar al destino , retamos a todos,
., !SMENE: ¿Y qué esperas que yo haga? ¿Cómo quieres
que la encuentre? Estoy tan sola y tan ciega
ponemos a prueba... Antígona, la de la gran como tú. También yo la lloro .
claridad, la del deber, la que sacrifica todo por ANTiGONA : ¿Sabes que otro dolor viene a abrumarnos?
una verdad, la que puede desprenderse hasta !SMENE: No .
de lo que más ama . ANTíGONA: Ocultas lo que sabes, óye lo entonces de
A NT iG ONA : Hab las desd e e l miedo . Te han
aterrorizado. Ahora sólo miras por ti ¿es así
como piensas salvarte? Crees que enmude-
, mis labios. Yoveré si en la desgracia tu corazón
deja de latír, o sí palpíta con más fuerza.
!SMENE: ¿Ahora que pensamí ento s te atormentan?
ciendo no vendrán por ti. Nadie puede reclamar ANTiGONA : Óye me bien : nunca tend remo s la certeza
para sí el sagrado nombre de la ley, mientras de lo que sucedió con nuestra hermana. Si está
el sagrado derecho a la vida no sea el dulce muerta , nunca encontraremos su cuerpo. Creón
lazo que nos ate . Nadie se salva solo.
!SMENE: No estoy tan segura de que lo mejor sea actuar • persiste en negar los asesinatos. Sin embargo
hay noticias de que en la morgue exísten más
de doscientos cadáveres no identificados.
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algu ie n se atreve a darnos sepultura. No
Creón está esperando la ocasión de arrojarlos
pararás hasta que lo único que quede de noso-
al des ierto, para que desapare zcan como pasto
tras sea un zapato. Olvida todo, vámo nos lejos
de las aves de rapiña.
de aquí, la vida siempre es más fuerte .. .
Se habla de que ya logró incinerar la ropa y las eviden-
ANTÍGONA: Quieres que olvide lo pasado , Qu ieres huir
cias de más de dosci entas víctimas. El tirano
de aquí, encontrar la paz en otra parte; pero estos
ha ordenado que no se hable de l asunto. Nos
crímenes nos han marcado para siempre. Y no
acusa de hab er ex agerado. Y negando este
habrá lugar para escapar de la sangre derramada.
genocid io , no s seña la como en emigas de
Muchas han muerto bajo la complicidad de!
Tebas. Insiste en que se trata de unas cuantas
tirano, han aparecido destrozadas sin más tumba
desaparecidas, que bien se lo buscaron. ¿Ahora
que este desierto, consumidas por el sol incle-
dime que piensas hacer tú?
mente de esta ciudad de ojos muertos. Porque
ISMENE: ¿Qué pretendes de mí?
ANTÍGONA: Que me ayudes.
ISMENE: ¿Cómo?
, el Dios de la justicia no a todo s favorece por
igual.
ISMENE: Ten en cuenta que somos m ujeres : no
ANTÍGONA: Tenemos qu e buscar a Polinice en la mor-
podem os luchar contra los hombres. Nues tras
gue. Tenemos que encontrarla. Y sí está muerta
déb iles fuerzas nos obliga n a obe decer, para
deberemos vivir su muerte. Honrar su me-
no sufrir, sigo al que manda ...
mori a. Es de humano s brindarle las honras
,
ANTÍGONA: N o insistiré. Tú sigue al que manda y haz
fúne bres . Debemos ob ligar a Creón a qu e
lo que ord ena. Yo en cambio, te juro que le
reconozca los crímenes. ¿No te das cuenta?
daré el d es can so d e un a se p u lt ur a a mi
Al negar su mu ert e también se niega su vida.
hermana. ¿Qué me importa morir? Sosegada
ISMENE: ¿Qu é no has ente ndido las órdenes? ¡Déjala
estaré alIado de los que reposan en paz. Creón
en paz! Si ella está mu erta de nada servirá que
tiene el poder. M il veces prefiero complacer a
te arriesgues a correr la misma suerte. Es mejor
los que están abajo que a los de arriba. Pues es
olvidar, esto pasará . . .
ANTÍGONA: ¡Es mi hermana ! j Y tamb ién hermana tuya!
ISM ENE: Te prend erán y nad a podrás alegar en tu
, abaj o donde moraré para siempre .
ISMENE: La sal de las lágrimas no es infinita. y tam-
poco ellas surcarán eternamente las mejillas. El
defen sa.
filo de! arma puede dar felicidad al que muere...
ANTÍGONA: ¿Te parece nada mi fide lidad , mi am or,
ANTiGONA: Quizá en el desierto o en la morgue aún yace
mi dolor, esta desesperada bús que da de la
carne de tu carne, pero para ti, eso ya es e! pasado .
justicia?
ISMENE: No descansarás hasta provocar que estemos
también tendidas en la arena , a ver si entonces • 201
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A nttgon a; las voces que incendian el des ierto Perla de la Rosa
•
chas de las muc hachas que ya se ha logrado una vida oculta... habrían muerto en esta ciudad
localizar. o en cualquier otra... Pero no se pone en juicio
MUJER 2: ¡Mentira! Ustedes nos enga ñan. Ustedes la
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su vida, se les ha brindado la justicia. Los cri- • Dej emos que las auto ridades hagan su trabajo.
minales han sido detenid os. La mayoria de los Consciente de la situac ión de estas familias,
casos están resueltos. mi espo so ordenó que se cubrieran los gastos
PERJODISTA: Señora, a lo largo de diez años tamb ién de funeral de estas ocho víctimas, que son
han aparecido ases inadas varias niñas, sin que todas las que se han encontrado.
hasta el momento se haya hecho justicia... HEMÓN: Por favor discúlpe nos, sólo quisimos brindar-
EURÍDICE: Lo que tambi én hay que reconocer es que les nues tras condolencias, pero debemos ser
no sotras las muj eres hemos falla do ... (La respetuosos de su voluntad (inicia la retirada).
p eriodista quiere hablar). Discúlpeme seño- EURÍDICE: Creón es un hombre bue no , hone sto.
rita, pero esas niñas viv ian en el descuido... Durante largos años , lo he visto trabajar de
es evidente qu e no tenía n un a madre manera incansable por esta ciudad a la que
responsable. tanto ama . He escuchado su angustia por el
PERIODISTA: Entonces , ¿us ted con sidera qu e las destino de todos nosotros. He sido confidente
madres son culpables de esta situación? de sus grandes sueños , para darles un destino
EURiDICE: No. Quiero decir... sólo quiero pedirles que de gloria y riqueza. Estoy orgullosa de él. Como
colaboremos todos. Esto es, cuidamos respon- ciudadana gus tosa daria mi sang r e, para
sablemente. Cuidemos a nuestros hijos. Cuidé- enfrentar a todo el que osara dañar su vida o su
monos a nosotras mismas. No salgamos solas honra . Confio plenamente en sus decisiones y
a la calle...
PERIODISTA: Señora vive usted en una ciudad llena de
mujeres solas, ¿les está usted pidiendo que no
• sé que sólo busca lo mejor para todos ustedes,
que confiando en él, lo eligieron gobernante de
Tebas.
salgan a trabajar? ¿De qué van a viv ir? Son
mujeres pobres... Escena VI.
EURiDICE: Precisamente, porque hay muchas familias
afectadas y me refiero a todos los que han per-
dido su empleo. Debemos ser responsables en
, El encubrimiento del asesino
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competencia desleal con otras ciudades que
están magnificando esta situación.
• MUJER: Todo está bien. ¿Verdad que todo está bien?
(silencio)...Claro que todo está bien (ayuda al
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,
se niega a escuchar. No te equivoques una vez
Escena VII. más. Existe un ustedes. Tú que eres de tu padre
Reen cuentro de A ntígona co n Hemón y yo que soy de mi herman a.
HEM6N: Por favor no te pongas así. No encuentro las
Antigona se encuentra en el paraje desértico palabras precisas para dec irte que estoy aquí
donde siemp re busca a su herman a. Hemón únicamente por tí. Que te he esperado durante
llega. Largo silencio, se miran. años. Que nunca entendí por qué te fuiste. Creo
Escena IX.
de que ya no existe, de que la he perdido irreme- Primera entrada a la morgue. Las evidencias.
diablemente. ¿Entiendes? ¿Puedes entender este
dolor? Antígona y Hemon entran clandestinamente a
HEM6N(la abraza, ella rompe desconsolada): Te amo. la Ma rgue, en la puerta del depósito de cadá-
ANTÍGONA: Te a. . . veres, Hem án detiene a Antigona.
Se escucha un chirriar de llantas, Hemón se HEM6N: El capitán arriesga su vida. Dispones de cinco
dis trae. minutos, pero serán suficie ntes, dos segundos
bastarán, para que lo veas vacío . Tal vez necesi-
HEM6N: ¿Qué decías?
ANTÍGONA (le acaricia el rostro): El mal sucede, por-
• tes algunos seg undos más para creerle a mi
padre.
que los buenos no hacen nada.
HEM6N: Pídeme lo que sea. Abre la puerta. Allí se enc uentran varias mesas
ANTÍGONA: Quiero entrar a la margue. con bolsas negra s. Antigona va descubriendo
uno a uno los bultos y lo único que enc uentra
Escena VIII.
El enga ño y el renco r • s o n despojos donde to da humanidad ha
quedado irreconocible. He mon turbado ante la
evidencia, suelta un sollozo y se queda inmóvil.
MUJER 2: Generosamente pagan los gastos del funeral
y aún así exhiben su mezquindad. En realidad ANTfGONA: Tengo qu e encontrarte, qui siera detener
lo que hace Creón es deshacerse de los cuerpos , mi corazón para no enfre ntar este momento,
que ya no puede negar. Los saca de la ciudad,
les otorga un espacio entre los muerto s de po-
breza. Hasta al infierno mismo nos persiguen
•I pero necesito saber de ti. Viva o muerta. Es
in soportable pen sar qu e t e encuentre s
atrapada dentro de estos muros y bajo la
para dejar claro que no somos iguales. En esta mi rada oscura de qu ienes no quisieron
maldita ciudad de las siete puertas, hay muertos protegerte. Y es in so por tabl e pensar que
de primera y de quinta clase. Confi nan a agazapado entre esos ojos ab errantes , se
nuestras hijas al olvido. Mi hija quedó sepultada encuentre el qu e te dio la m ue rte. Debo
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Autigona; las voces que incendian el desierto
Perla de la Rosa
encontrarte... Dios. Dios. Que no la encuentre
tan cerca, que no tienen más remedio que ocul-
aquí.
tarse. Entra el guardia, está nervioso, tiene frio.
Descubre el cuerp o de la ni ña y se acerca a ella
Finalmente descubre el cuerp o de la victima con precaución .
más reciente. Es una joven de bello rostro, tan
sólo parece que duerme. La toma entre sus
GUARDIA: ¿Otra vez vagando? no escapes del refugio de
brazos .
la muerte .
ANTiGONA: ¿Duennes? Dulce descon ocida. No eres
Polinice y no sé por qué mi corazón hasta hace I La levanta y al sentir su cuerpo, la estrecha al
suyo, luego inicia una breve danza jiín ebre, un
unos mom entos atorme ntado, siente un breve
solo compás, lento, íntimo... la coloca en la
alivi o. Será que me someto a la incoherencia I
de buscar lo que no quiero encontrar... No es
verdad. Sé perfectamente lo que busco y
• plancha. Antigona y Hemón son testigos.
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Los pasos y voces de un guardia se escuchan
• un segundo rafagazo que ya sentí sobre mi cabe-
za. Mi cuerpo reaccionó antes de que me enterara,
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-~----_._._-
ANTÍGONA: He vuelto, no perturbaré tu sueño, sólo te MUJER 1: Al llegar a mi casa, prendí la radio, así supe
llevaré al lecho cálido de la tierra. que se trató de un tiroteo entre dos bandas de
GUARDIA: ¿Quéhaces aquí? Estas no son horas de oficina traficantes. Que balas perdidas acabaron con la
¿Sabes lo que te estás buscando? pobre vida de un hombre pobre, como yo... Un
ANTÍGONA: Por favor, deje que me la lleve.
GUARDIA: ¿Llevártela, estás loca? ¿No conoces el
• olor insoportable me asfixiaba... Una mujer
quedo tendida frente a los ojos de su pequeña de
decreto? cuatro años... Mi hija tiene la misma edad. Me
AN1ÍGONA: Usted también tiene familia, no permitiría asfixiaba... quise huir de la ciudad, marcharme,
que les sucediera esto. pero ¿A dónde? Esa noche decidí entrar al
GUARDIA: Los que vivimosde noche no tenemos familia.
Es mejorentretenerseen algocuando no sepuede
dormir.
, refugio....Algunos dicen que se exagera.Yosólo
sé que soy una mujer sola, todo lo que tengo es
mi hija... si me la quitan, me quitan el mundo...
ANTÍGONA: Sé lo que le han ordenado, pero no me iré de Hay un olor insoportable, allá arriba, en laciudad
aquí sola. ¿Será la peste?
GUARDIA: ¡Ay las mujeres! ¡Siempre tan llenas de
historias! (Se abalanza sobre ella, la somete).
ANTiGONA: ¡No me toques!
GUARDIA: ¿No eres la que da calor? Que manos tan
• Escena XIII .
El enfrentamiento de Antigona y Creón . Los
argumentos.
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Palacio de Creon. Entra el g uardia jalando a otra mortal. Sé que ordena rás mi ej ecución.
Antigona, la trae esp osada. Lo que en mi estado de atro z sufrimiento, sería
una ventaja. Entré para rescatar el cuerpo de
CREÓN (la reconoce) : ¿Por qué traes a ésta? ¿Dónde la hija de mi madre, para darl e la sepultura y
la has apresado? el descanso que tú ni nad ie, le pued en negar.
GUARDIA: Se llama Antígona.
CREÓN: Ya lo sé. CREÓN: Violas la ley, rompes el orden y encima te
GUARDIA: Intentó sacar uno de los cadáveres de la muestras satisfecha. Pretendes mostrar el delito
morgue. Dice que es su hermana... Yo la atrapé, como algo admirable.
aunque la noche de ayer ya había entrado. Hoy ANTÍGONA: Cuando el tirano rompe las leyes lo hace
cumpliendo con sus órdenes, no me despegué
un segundo de mí puesto, sabía que tenía que
I en nombre de l orden. Y a la disidencia de l
ciudadano le llama delito . Rebeldía. Peligro.
regresar. El ladrón siempre regresa.
CREÓN: ¿Admites que lo hiciste?
ANTÍGONA: Só lo entré por lo que es mío.
" ¿Hablas de ley? Tú , que rompes las leyes divinas, las
naturales : ¿tú que has asesinado a la justicia?
CREÓN: Tienes suerte . No me explico como he tolerado
CREÓN: ¿Sabías lo qu e se orde nó respecto a esas cada una de tus palabras, no hay en ti muestra
muertas? de arrepentimiento. No puedo castigarte como
ANTÍGONA: ¿Cómo ignorarlo? Siempre eres eficaz para se amerita, porque exh ibes a tu favor una sober-
dar a conocer tu voluntad . Tus órdenes se pu- bia demencial.
blicaron en toda la ciud ad. Fueron claras y pre- ANTÍGONA: Para ti no ha bastado que quie n no le dio la
cisas. vida, a mi hermana, le diera la muerte . Ya le
CREÓN: Tal vez creíste que ser la hija del orgulloso quitaron la vida. Ahora tú pretendes ignorarla,
Edipo, era suficiente para estar por encima de borrarla, quitarle su nombre y su historia. Pre-
la ley. te ndes no dejar huell a de es ta infam ia
ANTÍGONA: No. No pen sé en eso.
CREÓN: La ley fue hecha antes que nada pa ra ti Ant í-
gana, ¡la ley fue hech a antes que nada, para
• prolongada y repetida a lo largo de diez años. A
mi hermana y a todos los muertos de esta guerra
sostenida por ti, les niegas la identidad. Crees
las hijas de los reyes! ¡Y aún asi decidiste bur- así que garantizas el olvido, para tus actos y
lar la ley! omisiones. Piensas que así mantendrás el control
ANTÍGONA: Porque era tu ley.
CREÓN: Es la ley para esta ciudad.
ANTÍGONA: La ley de un mortal puede ser ignorada por
• y la maldita impunidad con que abatiste toda
noción de j usticia en esta tierra .
CREÓN: Estás en mis manos.
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Antigona; las 1-'oces que ince ndian el desierto Perla de la Rosa
ANTÍGONA: ¿Piensas que tu ley nos detend rá? ¿Qué al bajo la que se ampara el que pueda pagarla. No es ley
amenazamos acallarás nuestras voces, nuestros la que es de un solo hombre. Yo te exijo la
lamentos? justicia.
CREÓN: ¿Crees que hay otros que ven las cosas como CREÓN: Ya ti, esta ciudad te ex ige silencio. Tebas ya
'?
t u. no te reconoce, ya no te llam a su hija. Te arroj a
A NTÍGONA: También otros tienen ojos y están atónitos. de su seno como a la peste, que contamina
CREÓN: A nadie que estime su propia vida le aconsejo todo, que todo lo en vilece.
que haga suyas tus palabras. Según tú, otras ANTÍGONA: ¿Qu ién es el que me arroja? Desde que tú
miradas me acu san . No dicen eso las voces que go biernas, el número de mujeres que habita la
me han elegido goberna nte de Ciudad Tebas . ciudad ha disminuido y seguirá disminuyendo.
¿Sabes por qué? Porque disfrutan de la bonanza CREÓN: ¿De qué me acusas?
que les proveo. Por que ésta , la ciudad gra nde,
es muc ho más que sus problemas , porque
apre n d imos a domar e l d e si ert o , porque
• ANTÍGONA: De desprec io, de indiferencia, de compli-
cidad. No importa si no son tus ma nos las que
rodean el cue llo . Es tu vo luntad la que vierte
orgu llosos , lo s tebanos enfrentamos la la sangre de las mujeres , para las que desde
calumn ia, porque ningún escándalo de los que luego no gobiernas.
han armado nos ha vulnerado. Porque la bala CREÓN: ¿Qué ins inúas?
que cruzó mi cabeza, no decapitó al Estado . A NTÍGONA: No insinúo. Escucha bien lo que te digo.
A tu rebeldía opongo la fuerza y la riqueza que
le s do y. Mie n tras tu insensata v oz sól o
• Tú eres el responsable de la impunidad, baj o
la que se co mete este genoc idio.
calamidades nos atrae . Si pudieras entender, te C REÓN: Eres imp lacable para acusar. ¿No tie nes
exp licaría, que no es fáci l cond ucir este barco. m iedo?
Crée me, las mieles del poder se desvanecen de A NTÍGONA: ¿Y tú?
inmediato. No tengo oídos pa ra esc uchar a
todos, no tengo respuestas a todos los reclamos,
aún Dios es selectivo. Só lo pu edo ocuparme
de los asuntos de la mayoría. Dicto medidas
• Silencio
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Autigona; las Jloces que incendian el desierto Perla de la Rosa
ANTíGONA: ¡Suéltame! CREÓN: Pues ahí la tienes , ésta o cua lquiera, no tengo
CREÓN: No. Yo soy el más fuerte. mane ra de saberlo. No importa. Polvo somos y
ANTiGONA: ¿De verdad? ¿Sabes lo que descubro en tu al polvo volveremos . Cuando ni tú ni yo estemos
mirada? Miedo ... un gran miedo. Por eso no me aquí, se segu irá hablando de la grandeza de
matas de inmediato. Tal vez es más cómodo con- Tebas.
servar a una Antígona viva, pero callada. ANTIGONA: Se hablará de la sangre. Y de lo abominable
CREÓN: ¡Cállate! de tus actos y de los actos que permitiste . La
ANTiGONA: Quíeres callarme, pero estás aquí bebiendo historia te llamará traidor de tu pueblo y tendrás
mis palabras, porque sabes que tengo razón,
¿crees que na leo en tus ojos que lo sabes? ¡Sabes
que tengo razón! Pero no lo confesarás nunca
porque estás defendiendo tu poder como una
. la puerta del fondo por la que se marchan los
tiranos.
CREÓN: ¿Qué sabes de política? Eres mujer y en ello
te amparas para detener mi furia . Si no fuera
fiera. por que mi mano no puede descargar un go lpe
CREÓN: Por últíma vez, ¡cállate ! ¡Te lo ordeno! contra el corazón de mi hijo Hemón. Co n tu
ANTiGONA: .¡Pobre Creón! Co n las uñas rota s y llenas ridícula retórica de hermana do lida, has logra-
de tI~n:a, con los moretones que tus guardias do que por ahora te perm ita salir de aquí por
me hicieron , con mi po breza... yo soy reina.
Silencio .
• pie pro pio y que olvide las ofensas proferidas.
El odio no ha nacido en mí, pero ten cuidado,
una oportunidad así, sólo la otorgo un día ...
ANTiGONA : Eres necio Creón, to da humanidad se
CREÓN: Entonces ten lástim a de mí. No me obligues perdi ó en tu corazón. No entendiste nunca qu e
a mat arte. condenas a muerte a los qu e ya están muertos.
ANTiGONA: N.o hay mayor forta leza que la dignidad.
T~n ~Iedad de esta ciudad y de ti mismo, pues
aun tú no podrás esc apar a la catástrofe. Sabes
• ¿Por qué había de temer a tu cas tigo? Entérate .
Desde el día que mataron a mi hermana: ¡estoy
muerta! (Sale).
que mientes cuando prometes un destino de
fortuna. Basta mirar el cielo pa ra entender que O'eón se desplom a,
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el caos nos rodea No sostengas tu poder a
cos ta de la sangre te lo suplico devu élveme
.
a mi hermana. ' • Escena XVI.
L as dis yuntivas de Creonte
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A nttgona; las voces que incendian el desierto Perla de la Rosa
Esa mujer es tá e mpe ña da en ex hibir las levantes tu voz para placer de mi enemigo.
evidencias que nos pierden. Queriéndolo o no HEMÓN: Padre, tienes que esc ucharme, co mo tu hij o
da argumentos a nuestros enemigos. Quién as; es mi deber informarte. En la ciudad reina un
procede, sólo puede llam arse traidor y merece pro fundo malestar. Ante tu solo nombre el pue-
que caiga sobre ella todo el peso de la ley. Y sí blo tiembla. No te engañes, tus consejeros nada
no se apli ca la ley, a l menos deberíamos te dirán. Afuera hay una tormenta y ellos te
garantizar que su audacia criminal quede en informan que se trata de una leve brisa.
secreto. CREÓN: ¿Qué gobernante no tiene detractores? Mis
CREÓN: Por lo pronto encárguese del guardia y de los enemigos están desunidos hasta en el descon-
comunica dos. Lo demás déjeme pensarlo. tento. Unos se quejan de los impuestos, otros
ViCTOR: Co n su pe rmiso de la violencia, y los más de desempleo. Dia a
CREÓN: Gracias Víctor. día escucho sus quejas. Gracias a mi auto ridad
•
CREÓN: ¿Buscas al pa dre? ¿Vienes en tu papel de HEMÓN: Todos aque llos cuidados , todo aquel orgullo,
enamorado, para abogar por los asuntos perso- todo aquel amor ¿Eran para llegar a esto?
nales de ésa, que entre toda la ciudad se atrevió CREÓN: Si.
a desafi arm e? HEMÓN: No es cierto. Padre, no eres tú. No es hoy. No
HEMÓN: Ése es el asunto que me trae. Y espe ro como estamos juntos al pie de esta frontera del miedo.
hijo no disgustarte cuando como gobernante Todavía eres poderoso como cuando yo era pe-
te informe de los rumores que circulan.
CREÓN: Retírate de aquí inso lente. Sólo falta que
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• queño. Estoy demasiado solo y el mundo queda
demasiado desnudo si no puedo admirarte más.
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Autigona; las voces que incendian el desierto Perla de la Rosa
"
castigo prometido. CREÓN: Por fin lo has confesado y ya no puedes
HEMÓN: Padre, no es sólo ella. La ciudad entera clama retractarte .
por la justicia, pero por temor enmudecen. No HEMÓN: No pienso hacerlo.
esperes que venga n ante ti buscando tu ira. CREÓN: ¡Vete ! Y no vuelva s a ponerte ante mi vista.
Pero considera que cuando se atrevan, no HEMÓN: No tiembles. Ya no verás a nadie erguirse
ven drán a buscar tus razo nes , sino tu cabeza. frente a ti. Por cierto. En la margue encontré
CREÓN: Pues mi mano se mostrará implacable. más de doscientos cadáveres de muj eres ¿Se-
HEMÓN: Padre te has perdido, no continúes de espaldas guirás negánd olos?
a tu pueblo.
CREÓN: ¿Acaso te has creído todo eso? ¿Qué es el Sale Hemón. Creonte se derrumba.
pueblo? ¿Para quién se gobierna? ¿C on
quiénes se gobierna? Pobre de ti hijo mío, tan Escena XVI .
ingenu o. Este homb re que aqui ves , un día La sentencia
despertó siendo rey de Tebas yeso signi fica
todo. No vaya pregunt arle al pueb lo cómo se
• CREÓN: ¡Víctor!
gobierna. Yo doy las órdenes a mi modo. De VíCTOR: ¿En qué puedo servirlo?
otra manera sería dej ar que los caballos guíen CREÓN: ¡Que se cumpla la ley!
los carros y arrastren al cochero. ViCTOR: ¿Está seguro señor? Vi salir a su hijo muy
HEMÓN: Cuando sientan el hedor de muerte que
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• alte rado , tal vez sea prude nte esperar.
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Antigona; las voces que incendian el desierto Perla de la Rosa
ANTÍGONA: Te amo.
• hijas. Quieren con horrores dobl egarte, qui eren
subyugarte con espantos, hasta que no quede
de ti rincón del alma que no tiemble, hasta qu e
no enmudezcan tus voces de protesta. Hasta que
seas esclava por vo luntad propia. Llora por tus
Hemon se distrae al escuchar un chirriar de
•
pecados y los pecad os de qui enes te gobiernan,
llantas que apaga la voz de Antigona pe rm itiendo qu e la arena beb a de tu propi a
s an g re . Te a bando nó la justicia
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Oscuro filial
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