Nos unimos en pareja con la esperanza de que la llama del romance se
mantenga viva para siempre. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo y llegamos a acostumbrarnos a estar juntos, nos puede parecer que esa llama empezara a apagarse. Esto es normal. Nadie puede vivir para siempre con los alti-bajos que nos trae el Romance –eso seria muy agotador.
A medida que las parejas trascienden la emoción de las primeras citas
románticas y llegan a comprometerse el uno al otro, van avanzando a la Etapa de la Rutina de la relación. Esta etapa se caracteriza por tres aspectos básicos: establecer una rutina al interactuar el uno con el otro, eliminamos las barreras y empezamos a considerar a la otra persona como algo dado por hecho.
Primero, establecemos una rutina en la manera que hacemos ciertas
cosas y nos tratamos mutuamente creando hábitos que facilitan nuestra vida en común. Para poder lidiar con nuestras necesidades básicas del día a día, decidimos quién se bañará primero y quién se encargará de echar el cerrojo a las puertas en la noche. Determinamos quién irá de compras al supermercado, quién pagará las cuentas y quién se encargará de mantener un calendario de las actividades sociales. Esto es importante pues nos ayuda a evitar que se produzca un caos, nos ayuda a llegar a tiempo al trabajo o a encargarnos del cuidado de los niños de una manera eficiente.
Una segunda dinámica que se observa en la Etapa de la Rutina es que
eliminamos las barreras y nos mostramos más como realmente somos. Aquello que no habíamos mostrado en la Etapa del Romance lo expresamos ahora en la Etapa de la Rutina. Quizá es que asumimos: "Ahora que alguien realmente me ama puedo ser finalmente soy. Ya no tengo que mostrar siempre mi buena cara". Surgen comportamientos inesperados y es como si sintiéramos que realmente nos hemos sacado la lotería.
Una tercera dinámica que surge es que empezamos a tomar a la otra
persona como algo dado por hecho. Cuando vivimos juntos empezamos a saber qué podemos esperar de nuestra pareja. Para las parejas que viven en armonía, tomar a la otra persona como algo dado por hecho es como cuando uno juega en un equipo o toca en una banda de música. Llegamos a saber cuándo y cómo nos toca jugar y tocar. Por ejemplo, si mi madre esta enferma y debo viajar para estar con ella, mi pareja se encargará de alimentar a los niños y ponerlos a dormir a su hora debida. O puede ser que surja una cena de último minuto después de una reunión de negocios y mi pareja cuente conmigo para brindarle apoyo en dicho evento. O, si a mi pareja se le malogra el carro, yo podré ir a brindarle ayuda.
Este tipo de confianza mutua sólo se desarrolla cuando hemos pasado un
buen tiempo juntos y hemos llegado a conocer las fortalezas y las debilidades mutuas, de la misma manera que sucedería con nuestros compañeros de equipo de basketball, voleibol, baseball, fútbol, etc.
A medida que estos tres aspectos de la interacción ocurren, se va
desarrollando un sentido de seguridad. La seguridad física y emocional es necesaria para que la pareja crezca, madure y se desarrolle en medio de estos hábitos diarios.
La seguridad física se logra con las suaves caricias y el cariño
físico resultado de la vida en común y sin vivir con el temor de que nos van a abandonar o a ser infieles. Tener suficiente dinero para pagar las cuentas y la madurez necesaria para ser protector sin abusar también constituyen la base para logran un sentido profundo de seguridad física.
La seguridad emocional se da cuando sabemos que existe respeto mutuo y
nos tratamos cariñosamente. La seguridad emocional se logra cuando sabemos que nuestra pareja estará allí en los momentos difíciles y nos dará su amor y apoyo. Tarde o temprano, todos enfrentamos momentos difíciles –es una especie de prueba que nos da la vida.
La seguridad emocional también surge de la familiaridad que se logra
en la vida en común. ¿Recuerda la sensación de regresar a casa luego de un viaje? No hay nada más rico que echarnos a dormir en nuestra propia cama con nuestra almohada y nuestras sábanas.
Cuanto más tiempo vivimos juntos, más familiares se harán nuestras
posesiones, nuestros hábitos y nuestra rutina.
Una llamada de alerta en esta etapa de la relación surge cuando no
podemos contar el uno con el otro. Cuando nos preocupamos de que nuestra pareja va a gastar el dinero de manera irresponsable o va a tener un affaire, o va a llegar a casa ebrio, o se pone distante o se enfada, o va a ser grosero con nosotros o con los niños de manera, no se puede lograr un sentido de seguridad emocional ni física.
Para algunas parejas, caer en la rutina puede conducir a conflictos o
aburrimiento. Otras parejas pueden preferir, sin darse cuenta, las emociones de pelearse y luego besarse y hacer las pases. Cualquier cosa antes que el aburrimiento de la rutina diaria. O también, puede que creamos que si nos toman como algo dado por hecho eso significa que nos están usando y no nos aprecian por lo que somos, o que nuestra pareja ya no nos ama cuando lo que puede ser que ocurra realmente es sólo que nuestra pareja ya se está acostumbrando a nosotros. Por ejemplo, digamos que nosotros queremos salir todas las noches mientras que nuestra pareja solamente quiere quedarse en casa relajándose y mirando la televisión. O, nuestra pareja quiere dar rienda suelta a su deseo sexual y hacer el amor todos los días mientras que nosotros sólo esperamos hacerlo los fines de semana. Quizá sintamos mucha presión con la ansiedad que muestra nuestra pareja mientras que nuestra pareja se sentirá rechazada por lo que interpreta como una falta de interés por parte nuestra. Como pareja necesitamos buscar la manera de llegar a un equilibrio y resolver la situación para que ambos se sientan satisfechos.
Otro aspecto al que tenemos que prestar atención es cuando otras
distracciones u ocupaciones como el cuidado de los niños, algún pasatiempo, pasar el tiempo con nuestra la familia o los amigos toman más de nuestro tiempo que la relación matrimonial misma. O, puede ser que le demos toda nuestra atención a alguna situación que nos preocupa y nos olvidemos completamente de nuestra pareja.
La realidad es que la mayoría de nosotros no vamos a comportarnos de
la misma manera a los veinte que a los cincuenta. Quizá hasta se nos olvide que fue lo qué nos atrajo de nuestra pareja, pero con seguridad no fueron las tareas de la casa ni las cuentas por pagar. Fue el tiempo que pasamos juntos, el uno con el otro, hablando, riendo, disfrutando, el tiempo que pasamos creando nuestro sueños y trabajando para hacerlos realidad lo que recordamos y atesoramos.
Los problemas del día a día pueden llevarnos a preguntarnos si
nuestros sueños de toda la vida de lograr una relación satisfactoria y llena de amor durarán. Quizás nos empecemos a preguntar si hay algo mal con nuestra pareja y/o nuestra relación. Podremos empezar a pensar que las rutinas en las que hemos caído no eran lo que imaginábamos y que lo que hemos creado más bien son rutinas que parecen tareas interminables.
Quizás hasta empecemos a gastar nuestra energía obsesionándonos sobre
todo lo que puede estar mal –los niños, la casa, el carro, nuestros padres ancianos—y dejemos de alimentar nuestra relación. Es fácil olvidar que lo fundamental es el desafío de luchar por nuestros sueños. No nos podemos dar el lujo de olvidar que es posible disfrutar el tiempo juntos no importa qué estemos haciendo.
Si tratamos de hacer que las cosas mejoren bajando la cabeza para
evitar los desacuerdos y las peleas, lo más probable es que eso nos conduzca al resentimiento y la furia. Si ignoramos nuestros problemas, estos resurgirán inevitablemente más tarde durante la Etapa del Conflicto.
Las rutinas pueden durar mucho tiempo y convertirse en formas
satisfactorias de vida, o pueden convertirse en malos hábitos que irritaran a la pareja. La buena noticia es que puesto que nosotros los creamos, nosotros podemos cambiarlos si no nos gustan.
A medida que aprendemos a tratarnos mutuamente de una manera
positivamente predecible tenemos la oportunidad de transformar la pasión y la emoción de los primeros momentos de nuestro amor en la estabilidad de un amor maduro. Nos damos la oportunidad de relajarnos –sabemos qué esperar de nuestra pareja y no tenemos que preocuparnos de que nos van a tomar por sorpresa.
Resumen Completo - Ocho Citas (Eight Dates) - Basado En El Libro De John Gottman Phd, Julie Schwartz Gottman Phd, Doug Abrams Y Rachel Carlton Abrams Md: (Edicion Extendida)