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8 cosas que no debes decirles a tus hijos

Incluyendo “¿Quién derramó la leche?” y “¿Cómo te fue hoy en la escuela?”

1. ¿Quién derramó la leche?


Educar niños incluye muchos trabajos diferentes: chef, chofer y porrista. No agregues detective a la lista.
Las preguntas de quién lo hizo (“¿Quién derramó todo el jugo al piso y no lo limpió?”) solamente llevan a mentiras y
acusaciones. En cambio describe el problema y pide ayuda. “¡Oh no! Hay jugo por todo el piso. Necesitamos un
trapo y toallas de papel”. Después puedes decirle a la familia: “No sé quién derramó el jugo y no me importa. En el
futuro esa persona tiene que recordar limpiar si derrama algo”.
2. ¿Cómo te fue hoy en la escuela?
A muchos niños les cuesta responder preguntas abiertas como: “¿Qué hiciste hoy en la escuela?” A menudo no les
gusta responder ninguna pregunta al final de un largo día. Puedes darle a tu hijo un cálido hola y una bienvenida:
“Qué bueno verte…”
Después de que tu hijo haya tenido tiempo para relajarse, puedes hacer preguntas cerradas como, “¿Hoy dibujaste
o pintaste?” “¿Hoy tuvieron arte o gimnasia?” Estas preguntas le ayudarán a tu hijo a abrirse y hablar.
También puedes hacer que durante la cena todos compartan la mejor cosa que les pasó ese día. Algunas otras
preguntas que puedes formular son: “¿En qué fuiste valiente hoy?” “¿En qué fuiste amable hoy?” “¿En qué fallaste
hoy?”
3. Deja… (¡…de retorcerte el cabello! ¡…de ser tan salvaje!)
Las órdenes directas por lo general son una invitación a una lucha de poder. Esto es especialmente cierto si tienes
un niño con un fuerte sentido de lo que desea. No sólo eso, sino que hay niños a quienes les cuesta procesar una
orden y luego llevarla a cabo. Parece que te están desafiando, pero en realidad están luchando por entender las
instrucciones que les dieron y al mismo tiempo controlar su conducta.
Es útil decirles a los niños lo que pueden hacer en vez de lo que no pueden y darles unos cuantos segundos para
obedecer. En vez de decir: “¡Deja de retorcerte el cabello!”, puedes decir: “Las manos tienen que estar sobre tus
piernas”. En vez de decir: “¡Deja de ser tan salvaje!”, puedes decir: “Adentro de la casa hay que hablar en voz baja
y dejar quietos los pies”.
4. ¡Tenemos que irnos ahora!
A los niños les cuesta irse de lugares que les gustan. Asegúrate de advertirles a tus niños 5-10 minutos antes de
partir. Puedes decir: “Les aviso que nos vamos en 10 minutos. En 5 minutos comenzaremos a prepararnos para
irnos”.
5. ¡Excelente trabajo!
La mayoría de los padres ya han escuchado que alentar a los niños diciendo: “Buen trabajo” o “Eres maravilloso” no
construye la confianza. En realidad hace lo contrario. Acostumbra a los niños a confiar en la aprobación de los
demás en vez de escuchar su voz interna. Esto los vuelve más indecisos para tomar sus propias decisiones.
En cambio, podemos describir lo que vemos: “¡Le pegaste a la pelota y corriste muy rápido a la base!” “¡Entraste a
la bañera y te bañaste solo!” “¡Recogiste todos los platos!”
6. Tú siempre… Tú nunca…
Cuando empezamos nuestras conversaciones con “Tú siempre llegas tarde…”; o “Tú nunca escuchas…”
inmediatamente ponemos a la otra persona a la defensiva. También transmitimos un mensaje negativo: que nunca
llegan a tiempo y que no son buenos escuchando. Además, reforzamos la conducta negativa porque mientras más
destacamos lo negativo, más negativo recibimos. Mientras más veces señalé que mis hijos llegaban tarde, que no
me escuchaban o que eran irrespetuosos o desobedientes, más probable era que ellos perpetuaran esa conducta.
Invierte las frases anteriores diciendo: “Yo sé que tú sabes cómo escuchar”. “Yo sé que podemos encontrar una
forma de salir a tiempo”.
7. “No lloramos por… juguetes perdidos… perder en un juego”
Llorar en realidad puede ser un excelente medio de liberar estrés y elimina las toxinas que se acumulan en el cuerpo
debido al estrés emocional. Es bueno dejar que los niños lloren y hacerles saber que está bien hacerlo.
Sí, los niños lloran por las cosas más tontas, al menos para nuestras mentes adultas. Sin embargo, esas cosas son
importantes para los niños. El Rav Israel Salanter dijo que cuando se rompe el barco de juguete de un niño, para él
es como si fuese un comerciante que perdió todos sus bienes en el mar.
Deja que los niños lloren tranquilos y empatiza con ellos. “¡Puede ser tan frustrante perder tu juguete!” “Tú y tu
equipo trabajaron muy duro y realmente querían ganar el partido”. Irónicamente, esto es lo que les ayuda a
enfrentar sus sentimientos. Los calma y les permite reconocer que al fin de cuentas tal vez no es tan malo.
8. “Eres tan inteligente…”
En estudios documentados, los niños que fueron alabados de esta forma tuvieron dificultades en lograr un buen
desempeño académico, estaban más ansiosos respecto la escuela y evitaban los desafíos. Los niños a los que se les
dice que son inteligentes creen que la inteligencia es algo que tienes o no tienes. Ellos piensan que si tienes que
trabajar duro en una tarea significa que eres “tonto”. Ellos tienen estrategias limitadas para lidiar con las dificultades
académicas.
En vez de eso tenemos que alabar a los niños por su esfuerzo, por trabajar duro, por perseverar en una tarea difícil
y encontrar soluciones a los problemas. Los niños que son elogiados de esta forma se ven motivados a aprender y
se animan a enfrentar los desafíos académicos. Ellos sienten que tienen control sobre su inteligencia y solamente
tienen que incrementar su esfuerzo para tener éxito en la escuela.
Sé descriptivo y enfócate en sus logros: “Pusiste tanto esfuerzo en tu reporte del libro. Leíste el libro, respondiste
las preguntas e hiciste un dibujo para la portada. Lo tuviste listo para la fecha de entrega. Eso se llama ser
responsable”.

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