Está en la página 1de 2

Pentateuco: la hipótesis JEDP La hipótesis documentaria (I) Entre las tesis relacionadas con la

Biblia que han ido adquiriendo categoría de dogma de fe con el paso de los años se encuentra
la denominada Hipótesis documentaria relacionada con el Pentateuco. Surgida durante el s.
XIX, a inicios del s. XX se había extendido ya de manera indiscutida entre los autores liberales
protestantes para los que se convirtió en una tesis irrefutable. LA VOZ AUTOR César Vidal
Manzanares 20 DE MARZO DE 2009 Que así sucediera tenía su lógica dados los
presupuestos teológicos con los que éstos trabajaban. Explica también la resistencia de
judíos, protestantes conservadores, católicos y ortodoxos. Sin embargo, a mediados del s. XX,
y muy especialmente tras el Vaticano II, la Hipótesis documentaria había saltado a los
seminarios católicos –incluso los más conservadores- donde a día de hoy también se enseña
de manera acrítica como la única explicación válida para la redacción del Pentateuco. A día de
hoy, sólo las iglesias ortodoxas, las iglesias evangélicas conservadoras y algunos sectores del
judaísmo se resisten a aceptarla manteniendo frente a ella un profundo escepticismo. Con
todo, suele ser común que en traducciones interconfesionales de la Biblia, como las
publicadas por las Sociedades bíblicas, hagan referencia a la Hipótesis documentaria. En esta
entrega y las siguientes intentaré poner de manifiesto que la denominada Hipótesis
documentaria es insostenible y que las razones para esa afirmación son fundamentalmente de
carácter histórico y no sólo teológico. La Hipótesis documentaria –o Hipótesis JEDP– es de
aparición relativamente reciente. En 1895, Julius Wellhausen articuló de manera casi canónica
la teoría, avanzada en parte por Graf y otros autores novocentistas, de que el Pentateuco o
Torah no había sido escrito por Moisés como afirma la Biblia y habían sostenido judíos y
cristianos durante siglos, sino que, por el contrario, era un recosido de documentos
procedentes de distintos redactores y, en cualquier caso, muy posteriores a Moisés. De
acuerdo con la tesis de Wellhausen, en el Pentateuco se entrelazan, en realidad, cuatro
documentos a los que se denomina J (yahvista o de Jehová), E (de Elohim), P (de
Priesterkodex) y D (de Deuteronomio). El J o también yahvista – por el nombre de Dios
utilizado en él – habría sido el primero y se habría redactado en torno al s. IX ya durante los
reinados de David y Salomón. El E o elohista – por el nombre de Dios Elohim - escrito algo
después del s. IX a. de C., recogería fundamentalmente tradiciones del reino del Norte. Estos
dos documentos habrían sido unidos en uno solo, el JE, quizá hacia el 650 a. de C., aunque el
que supuestamente los juntó preservó ocasionalmente los relatos distintos que sobre el mismo
hecho hicieron J y E. Durante el exilio de Babilonia, se escribió un tercer documento, el P, de
origen sacerdotal. Dedicado fundamentalmente a cuestiones de carácter ritual, pero también a
las genealogías, en algún momento del s. V a. de C., este código sacerdotal se habría
entrelazado con J y E. Con la suma de D, un texto que pudo aparecer durante la reforma del
rey Josías en el s. VII, nos encontraríamos con todos los materiales que forman el Pentateuco
aunque la forma actual no la tendría hasta el 400 a. de C. Aunque, en sus líneas maestras, la
descripción de las líneas anteriores corresponde con la Hipótesis documentaria que se enseña
en seminarios y facultades, no es menos cierto que es difícil encontrar dos defensores de la
Hipótesis documentaria que estén de acuerdo en todos los detalles. Por ejemplo, Rudolf
Smend (1912) sostuvo que, en realidad, no había un documento J sino dos a los que
denominó J1 y J2. Otto Eissfeldt (1922) defendió que dentro de J hay además un documento L
redactado en el 860 a. de C. R. H. Kennett (1920) negó – y otros lo han seguido – que D fuera
un libro relacionado con la reforma de Josías y lo dató con posterioridad. Autores como Martin
Kegel (1919), Adam C. Welch (1924) y Edward Robertson (1936, 1941, 1942, 1944)
acentuaron este aspecto y retrasaron considerablemente D. Max Löhr negó la existencia de un
documento P y atribuyó la redacción final del Pentateuco a Esdras. Por su parte, Julius
Morgenstern y Robert Pfeiffer se apuntaron a la existencia de documentos adicionales
señalando el primero la existencia de uno denominado K dentro de J y el segundo, la de otro
llamado S también en el seno de J. Aunque –insistamos en ello- la exposición anterior no
pretende ser ni mucho menos exhaustiva, no cuesta mucho ver que los defensores de la
Hipótesis difieren en muchos aspectos y que no ven con tanta claridad la delimitación de los
documentos -¡suele ser habitual en los comentarios que una parte de un versículo sea adscrita
a un documento y otra parte a un segundo documento!– pero sí puede decirse que coinciden
en algo de no escasa relevancia, que Moisés no escribió el Pentateuco sino que éste fue
redactado con notable posterioridad. No cabe duda de que semejante conclusión reviste una
enorme relevancia. Las bases aducidas para la misma las examinaremos en la próxima
entrega. Continuará La hipótesis documentaria (II): las razones de su existencia
Leer más: http://protestantedigital.com/blogs/1699/Pentateuco_la_hipotesis_JEDP

También podría gustarte