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28 Personas Sin Techo. Algunas Consideraciones Psicologicas Preliminares en El Abordaje Del Trabajo de Calle PDF
28 Personas Sin Techo. Algunas Consideraciones Psicologicas Preliminares en El Abordaje Del Trabajo de Calle PDF
gobBsAs
SECRETARIA DE DESARROLLO SOCIAL
GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
Jefe de Gobierno
Dr. Aníbal Ibarra
Vicejefa de Gobierno
Lic. María Cecilia Felgueras
------------------------
DOCUMENTOS/ 28
Buenos Aires
2003
DOCUMENTOS DE POLITICAS SOCIALES
COORDINACION EDITORIAL
Susana A. Reca
CONSEJO EDITOR
Ramón Altamirano: Consultor PNUD. Secretaría de Desarrollo Social de la
Nación
DISEÑO
Omar Alvarez
EQUIPO DE TRABAJO
Laura Berdeal
Cristina Beutner
Alejandra Lamberti
Graciela Moyano
José Sfeir
María Susana del Valle
La vida no es sin pérdidas por Lic. Elena Chamatròpulo, Lic. Angeles Anzalone,
Lic. Josefina Condino ……...........................................................................…….. 21
Reflexiones sobre Población sin Techo por Lic. Cristina Codnia, Lic. Vanesa
Perez Regueira Lic. Marta Miranda ......................................................................….. 26
Un otro alojamiento posible en nombre de la ley por Lic. Patricia Malanca ……. 30
Del trabajo con población Sin Techo por Lic. Marìa Jesús D'amato .................... 37
El caso Darío K. por Lic. Angeles Anzalone y Lic. Josefina Conzett …………. 54
APENDICE. Conteo de población sin techo 2002 por Lic. Mariana Acerbo 68
INTRODUCCION
La primera consideración que puede hacerse y que hoy, luego de casi dos
años de trabajo, hasta puede tildarse de obvia, es que un porcentaje significativo de
personas que viven en la calle lo hace por propia decisión. Sin embargo, al
comienzo esto fue para mí una sorpresa y lo sigue siendo para muchos de los
vecinos que se comunican diariamente con el BAP. Se pone en juego una elección
forzada, como muchas, pero elección al fin. Esto abre un abanico de preguntas y
nos advierte de los riesgos que implica la proyección de ideales propios. No se
trata de decidir desde afuera qué es lo bueno para el otro. ¿Quién estaría en
condiciones de definir y disponer del destino o la suerte del otro? o, en palabras de
Nietzche, “lo mejor puede ser enemigo de lo bueno”.
Por otra parte, no por obvio, esto deja de plantearnos a los psicólogos una
serie de interrogantes éticos, muchas veces opacados en la práctica diaria, que de
ningún modo puede desconocerse desde una lectura crítica. Considero que para
De todos modos, y en otro orden de cosas, considero que tanto en uno como
en otro caso, no cualquier sujeto, de acuerdo a su historia particular dispone, en el
conjunto de los determinantes simbólicos, aquellos que hacen posible quedar en
situación de calle. En ello se hayan comprometidos y articulados aspectos que
hacen al deseo del Otro- en tanto determinante- y a la responsabilidad subjetiva.
Está en juego una economía psíquica particular. A esto propondría llamarlo, con
Freud, una predisposición. Se trata de series complementarias entre el factor
predisponente (lo constitucional y las vivencias infantiles) y las experiencias
accidentales o traumáticas.
“Mi aversión es general; aborrezco a todos los hombres. [...] A veces tengo
repentinos impulsos de rehuir, yéndome a un desierto, al trato de los humanos.
[...] ¡Es que los hombres nunca tienen razón! El disgusto contra ellos es, pues,
oportuno siempre [....] Nada se apartará de mi resolución. Mucha perversidad
reina en nuestro siglo y quiero separarme del trato de los hombres... ¡Qué los
hombres sean así!... harto sufrir es ya los sinsabores que nos forjan; salgamos de
esta selva y de esta ladronera, y puesto que los humanos vivís como verdaderos
lobos, dígoos, traidores, que no me veréis entre vosotros más. [...] Mi razón me
aconseja retirarme.”
En otros casos esta peculiaridad de la constitución libidinal no es tan radical.
Los sujetos conservan alguna modalidad de enlace con los otros, estableciendo
ciertos vínculos con redes vecinales u organizaciones religiosas que le brindan
alguna contención y que les proveen de los recursos mínimos indispensables para la
subsistencia. Un punto interesante a estudiar al respecto es la connotación particular
que adquiere la demanda en estos casos, en la medida que ella alcanza su máximo
nivel de degradación: la mendicidad, lo cual conduce hacia lo que Freud llamó el
beneficio secundario del síntoma.
Otra vertiente que también puede ser objeto de estudio es el enlace que las
personas sin techo establecen entre sí en las llamadas “ranchadas”. Tomando como
referencia los aportes de Freud en “Psicología de las masas y análisis del yo”
podemos pensar la identificación con el otro que está en la misma situación, en
donde el lugar del ideal del yo puede no coincidir con lo que es considerado como
bueno para la mayoría.
Es así que fuimos contactándonos y abordando las historias de los “sin techo “
porteños, absorbiendo y posicionándonos desde el “sin”.
Pero fue la misma persona sin techo, quien nos desmoronó la estrategia....
Justificarlos-nos
Y así volvimos a salir a la calle, esta vez, sin nada que ofrecer, carenciados,
porque en definitiva, la mejor oferta de amor, “es dar a quien no es lo que no se
tiene”.
Una de las características culturales del “sin techo” porteño, a diferencia del
posicionamiento del homeless de otros países, es que “Juan” que duerme en Plaza
Congreso, no solo se tapa con el diario, sino que también lo lee y se informa. Está
orientado temporoespacialmente, sabe qué pasa con el país, con la política, con la
economía, se queja, conoce el “rebusque” de los comedores parroquiales que le
pueden ofrecer comida, "el cuento del tío" como defensa y como mecanismo de
supervivencia para el “mangueo”, “la changa” para subsistir, el alcohol como
techo y frazada. Aprendieron a “zafar”. Pero la posibilidad de elaborar un proyecto
tiene que ver con el día a día, con lo inmediato. Es interesante que lo discursivo
ronde en medio de la situación del país, de lo “macro” o lo totalmente opuesto, lo
“micro” por ejemplo la obtención de la comida, el quehacer cotidiano, la pelea por
el zaguán de esta noche. El armar una rutina permite la supervivencia, la búsqueda
de comida, del refugio nocturno: pero es una supervivencia del día a día, noche a
noche. En síntesis, arma una cultura de lo macro y de lo micro, pero sabe poco de
lo que le pasa a él.
La sensación al escucharlos es un como que sintieran pena, pero no saben por qué
están tristes, ni cual es la pérdida que han sufrido. Es como si fueran habitados por
el dolor sin siquiera saber que algo les duele. Dice Juan David Nasio en el Libro del
Amor y el Dolor “…el sujeto alcohólico que ignora cuan profundo es el dolor que
yace en el origen de su sed compulsiva. Bebe para embriagar su yo y neutralizar
así su capacidad de percepción de las turbulencias que tienen lugar en el ello. Las
turbulencias pulsionales están allí, pero el yo anestesiado por el alcohol no
consigue traducirlas en emoción dolorosa. Como si el alcohol tuviera el efecto de
De que hablamos aquí entonces? Hablamos de dolor. Pero de qué dolor hablamos?
El sujeto que encontramos en las his torias de los sin techo, es un sujeto puro dolor,
puro dolor de existencia, arrojado a su destino. El deseo se cuela corriendo por las
brechas de la narrativa de esos breves circuitos rutinarios de supervivencia, en esa
queja por "el mangazo que no resultó", "la pelea con la vecina porque le dormí en la
puerta" “el tipo que me gritó desde el colectivo”, “la dádiva que no alcanzó para los
puchos de esta noche” "la bronca por el tetra que me robó el colega de pernocte",
"El Gobierno que no asiste" donde la vida parece que fuera también un mandato, un
puro goce del Otro, del Estado, del Gobierno, de la vida que lo parió…
El hombre que vive desde hace mucho tiempo en situación de calle, lo que
comúnmente llamamos un crónico, ¿elige cortar sus vínculos afectivos y sociales,
para vivir por fuera del sistema?
El sujeto se estructura como tal, a partir de Otro, que lo asiste, que responde en
mayor o menor medida a su llamado (alimentos, salud, cuidados, aseo, etc.), dada la
indefensión e inmadurez con la que cuenta al nacer, lo que genera un absoluto
estado de dependencia.
El deseo de este Otro, organiza el mundo de los objetos humanos en tanto objetos
de competencia y rivalidad, la rivalidad que establece con sus semejantes genera
una agresión mortífera para la cual es necesaria la intervención de un tercero que
introduzca un orden simbólico, una ley.
Agresividad en
el Ser Humano
Considero que sólo es posible acotar “un poco” este goce autoerótico,
produciendo una apertura al deseo- que no es poco- y en eso consistiría el éxito de
nuestro trabajo. Crearle, “cons truirle”, dado que antes no existía la necesidad de
realizar otra cosa diferente. Producir una pregunta en el sujeto por su padecimiento,
puede ser un objetivo demasiado ambicioso, pero el desafío puede consistir en
desculpabilizar al sujeto con respecto a su situación.
Muchas veces nos decimos ¿algo habrá hecho para encontrarse hoy en esta
situación? Y conducirlo por la vía de la “responsabilidad” con respecto a su vida,
creándole un compromiso y a la vez brindándole herramientas para que pueda
revertir su presente. (a través de contención, acompañamiento, orientación),
optimizando los recursos “humanos “, materiales e institucionales, en
contraposición a hacer asistencialismo, que sería brindarle un nuevo objeto
descartable para su necesidad, que siempre es otra.
Para ello es necesario implicarse en cada caso a abordar, lo que conlleva un desafío
extra y permanente. Sería enfrentarse a cada paso con la castración del Otro y la
propia “ no se puede responder a todas las demandas” y no todos están dispuestos a
aceptar nuestra propuesta.
El 0-800 social
La voz que responde del otro lado del teléfono es aquella que entiende lo
que le pasa y además, aquella que puede poseer las herramientas para la ayuda
efectiva.
Tipos de demanda
El trabajo en calle
Es tarea del Supervisor de turno, entre otras cosas, decidir qué casos
requieren la salida inmediata de un equipo de profesionales para la asistencia en la
calle, o bien la simp le evaluación de los casos in situ.
La tarea de los profesionales en los distintos móviles requiere una mención
y un análisis especial, ya que conforma un modo distinto y revolucionario del
abordaje y tratamiento de los casos, sobre todo para la tarea del psicólogo, y no
tanto quizás para el trabajador social. No son voluntarios, ni encuestadores, ni
Una parte importante del trabajo global del Programa Buenos Aires Presente
lo conforma esta problemática necesitando un análisis diferente, hasta tal punto que
llega a veces a confundirse como si fuera éste el único objetivo del programa:
atender la problemática de los “sin techo”. Pero no hablamos genéricamente de
cualquier persona que carece de un lugar donde habitar, sino que, reiterando la
definición consensuada desde la Secretaría de Desarrollo Social -ya expresada
anterio rmente- denominamos "sin techo" a "toda persona que se halle pernoctando
en lugares públicos o privados, sin contar con infraestructura tal que pueda ser
caracterizada como vivienda, aunque la misma fuera precaria. Esto último supone
al menos, paredes y techo que otorguen cierta privacidad, permitan albergar
pertenencias y generen una situación relativamente estable: quien la posea no es un
sin techo". Muchas veces esta definición nos ha llevado a diferencias conceptuales
entre los integrantes de un mismo equipo de profesionales, ya que determinar
cuales son los límites de esa “infraestructura tal que pueda ser caracterizada como
vivienda” nos resulta dificultoso.
En los inicios del BAP el recurso gratuito del llamado telefónico para estos
casos resultaba novedoso. La posibilidad de que los “sin techo” tuvieran una puerta
de acceso al pedido y al sistema resultaba muy oportuna. Pero más adelante esto se
fue transformando, dado que nunca es posible responder por completo al total de la
demanda, los mismos "espontáneos" (como nos es común llamar) fueron dejando
de creer en el llamado, en la posibilidad de llegar a obtener lo que piden con un
simple llamado. Y creo que está bien que esto ocurra, ya que no se trata de que
todos los llamados tengan una única respuesta lineal. Creer en esto sería albergar la
ilusión de un estado patriarcal que alberga a todos sus hijos necesitados sin
discriminar ni abordar cada situación particular. Porque más allá de pensar ¿qué
hace el sistema de asistencia social por estas personas? debemos plantearnos y
preguntarnos qué ha hecho y qué hace esa misma persona por sí mismo, y cómo ha
llegado a la situación de vulnerabilidad en que se encuentra.
“Al vincularse a la persona que vive en la calle con conceptos tales como
"vagancia", es decir, alguien que ha optado voluntariamente por una vida ajena a
todo tipo de responsabilidad laboral, o "delincuencia" -que puede involucrar no solo
pérdidas patrimoniales sino también un daño físico de la víctima- automáticamente
se produce una ruptura de lazos solidarios que deberían estar presentes en los
miembros de la sociedad. Los sin techo así, deben sumar a sus precarias
condiciones de vida una categorización que los señala como culpables de su destino
e individuos peligrosos. Y su consecuencia inmediata: la separación paulatina y
cada vez más amplia del resto de la comunidad".
Ese techo de que carecen y que reclaman, no tiene que ver solo con el lugar
donde descansar por las noches, es también un techo afectivo, un techo
identificatorio, un techo narcisístico, un techo de lazo social, un techo de
reconocimiento, un techo laboral, un techo de pertenencia, un techo de proyecto de
vida. El pedido es el techo, el trabajo, la comida... nosotros pesquisamos estos otros
techos e intentamos invertir esa demanda de alguna manera, trasladando un deseo
en otro. Acaso de la misma manera en que pesquisamos en el consultorio dentro del
o los motivos de consulta, el o los motivos implícitos e inconscientes del sujeto. La
única diferencia es que ese sujeto se ha movilizado hasta nuestro consultorio, en
cambio aquí nos movilizamos nosotros, hemos acudido casi sin ser llamados, e
Para el “sin techo” esto también es importante, constituye algo del orden del
reconocimiento, alguien que se acerca preocupado por su situación, alguien que le
pregunta como está, que ofrece un espacio a otro nivel, el nivel de la palabra.
Estaciona una camioneta y se extiende una mano y una voz, a veces no hay
respuesta, otras un piedrazo y otras una oportunidad de comenzar un diálogo que
abra una historia oculta.
Este es un ejemplo entre tantos. Algunos desde hace mucho tiempo, estos ya
tienen un rótulo, "crónicos", porque hay una necesidad de nominar. Entonces, cómo
llamaríamos a los demás que quizás estén iniciando este camino o no?.
Patologías Orgánicas:
a) Oligofrenias, en sus distintos grados.
b) Demencias
- Irreversibles y progresivas.
- Irreversibles no necesariamente progresivas.
- Reversibles o detenidas en su evolución.
Dentro de las estructuras más frecuentes habría que diferenciar aquellos que
presentan trastornos psiquiátricos como distintos tipos de psicosis y psicopatías.
Psicosis Confusional
a) Aguda
b) Crónicas
b) Distímicas:
- Manía
- Melancolía
- Maniaco-depresiva
c) Crónicas:
- Parafrenia
- Paranoide
- Paranoia
Psicopatías:
a) Perversiones Primarias:
- Sexuales
- Constitucionales
- Adicciones
b) Perversiones Secundarias:
- Esquizoide
- Depresiva
- Paranoide
- Obsesivo
- Fóbico
- Histérico
Bibliografía
- Freud, Sigmund. "Lo ominoso" 1919. Volumen 17. Obras Completas. Ed.
Amorrortu, 1985
- Freud, Sigmund “Duelo y Melancolía” (1917-15) Volumen 14. Obras
Completas. Ed. Amorrortu, 1985
- Lacan, Jacques. Escrito I. "El tiempo lógico y el aserto de certidumbre
anticipada" Editorial Siglo XXI. XIV Edición Argentina, 1988.
- Materazzi, Miguel Angel. "Drogadependencia". Ed. Paidos. Mayo 90
- Vigano, Carlos y Grecco, Eduardo. "Psicopatologia y Psiquiatria General". Ed.
Bonum. 1977
- Winnicot, Donald "Temor al Derrumbe" Versión Castellana. Revista de
APDEBA. Nro. 2. 1982
Acá es donde el “sin techo” debiera pensarse como un "sin lugar" pero
como un "singular": un caso diferente a otro. “no tiene techo o propiedad” pero le
es propia su historia y la realidad donde se sitúa. “Sin Techo” que puede comenzar
a hablar de lo que tiene o le falta.
A Pancho lo entrevisté por primera vez a sus 58 años, en uno de sus tantos
pasajes y estadías por uno de los hogares de tránsito. El vínculo se instaló el día que
imprevistamente y al paso lo saludé por uno de los pasillos del Hogar: - “Buenas
tardes Francisco” – dije. Recuerdo que volteó sobre sus talones, inspiró profundo
todo el aire del espacio que podía y conspicuo soltó estas palabras: - “Hacía siglos
que nadie me llamaba por mi nombre”. Años mas tarde tuvimos un pequeño
reencuentro azaroso, ya que había retornado a vivir en la calle; reencuentro
infructuoso ya que deambulaba tambaleante por la vereda y esquivó la posibilidad
de un diálogo. Un año después detuvo la marcha en la Plaza Congreso donde se
asentó definitivamente. Enterada al respecto, allí fui a Su encuentro. En su pequeño
espacio recortado de lata y cartón, decidí tomar perspectiva antes de abordar la
situación y observar la escena. Observé cómo lo asistían las ONG con alimentos,
observé la mirada y la indiferencia de los transeúntes a la escena que se desplegaba,
observé la indignación de alguna vecina, mas cerca observé los libros que
descansaban en su regazo; uno de Sábato. Me acerqué y escuché el discurso
estereotipado, paratímico respecto a su condición y por supuesto escuché aquellas
pequeñas estrategias de supervivencia, mecanismos de defensas o triquiñuelas que
le permitían acceder a su abrigo mas preciado: el alcohol. Luego de observar la
escena que recreaba sus hábitos, accedí a su morada, absorbí ese olor tan
penetrantemente humano que emanaba de ese breve espacio delimitado por los
cartones, un colchón deshilachado, varias cajas con ropa vieja y bolsas, bolsas y
más… bolsas. - “¿Se acuerda de mí Francisco?, yo me acuerdo de usted”-.
El 80 % de los sin techo son hombres solos, se reitera en esta encuesta. Esta
soledad de la hombría se amplifica con el cruce de otra variable que aunque
intrascendente a primera intención, no parece menos reveladora. El 80 % de casi la
totalidad de esa masa de hombres, son solteros. El estado respecto a la civilidad que
arroja el último dato revela algo de la historicidad de este sujeto. Si bien, en
algunos casos han constituido vínculos de pareja y familia procreada, estos vínculos
no se han formalizado. Toda formalización implica la inscripción en un marco
reglado y consensuado. Algo acerca de la ley empieza a formularse.
Primer cuestionamiento: Ante qué ley no han formalizado?, ¿hay alguna ley
que ampare?, ¿hay amparo en la ley?, ¿hay transgresión a la ley o hay algo por
fuera de la ley? y, aludiendo al recorte metodológico en función a las personas sin
techo, sin vivienda, ¿hay falta de escritura o de escrituración?
Para que un sujeto encuentre su lugar, debe contar con un marco de ficción
que le provee el fantasma en el pase por el universo de “lo posible”. Pareciera que
en algunos casos, dicho alojamiento es el que se enc uentra obstaculizado.
Me permito pensar que aquí empieza a despejarse una clínica diferencial del
abordaje de la escucha de personas en calle, en tanto aquellos que se encuentran
elaborando un duelo de sus valores en relación a aquellos emblemas que proponían
un envestimiento valorativo y un lugar habitado por la identidad tales como el
trabajo, la vivienda, la familia y aquellos que simplemente se identifican a la nada
que los habita, en tanto privación absoluta de lo que nunca se ha tenido.
Bibliografía
Al encarar el trabajo con población sin techo nos planteamos algunas cuestiones
básicas:
a) Hipótesis de trabajo en función de distintas estrategias o técnicas.
b) Es posible pensar, en base a la experiencia, alguna patología de calle?
c) Cómo llamamos a los que no son crónicos?
Bibliografía
- Freud, Sigmund. "Psicología de las masas y Análisis del Yo" 1920-1922. Obras
Completas
- Pichon Riviere. "El proceso Grupal". Ed. Nueva Visión. 1985
Para abordar la problemática de los sin techo hay que tener en cuenta una
serie de variables. El objetivo de este trabajo es delimitar teóricamente la
metapsicología que caracteriza a esta población.
Es decir, sólo llamaremos Sin Techo, al sujeto que elige, teniendo otras
alternativas, vivir en la calle a pesar de la oferta de ayuda gubernamental a la que es
posible acceder al estar en esas condiciones.
Para resumir, a nuestro entender, decimos que la patología del sin techo
seria compatible con lo que Winnicott describe como "sujetos con tendencia
antisocial", una patología con déficit en etapas tempranas del desarrollo emocional
(primeros dos años de vida). Déficit que en la edad adulta el sujeto intenta revertir
mediante su constante denuncia y reclamo a su medio, no pudiendo (o no
SABIENDO) aprovechar lo que este le brinda.
• ser cazador activo y pasivo. “Activo” por que es el que abre diálogo en la
ranchada y realiza las entrevistas mano a mano con el profesional. “Pasivo-
observador” en función que quien dirige la intervención es el profesional.
Esto habla del equipo entre el operador y profesional
• estar atento y poder orientar respecto a los diversos recursos que requiere el
profesional en el momento del abordaje de campo.
• Crear una “demanda” de sujeto. Este ítem se refiere a los casos específicos
de quienes habiendo pernoctado en calle por largos períodos, se resisten o
son renuentes a recibir la ayuda de los programas o en muchos casos a ser
alojados. La mayoría de estas personas no demandan nada para sí, pues han
roto lazos con las redes sociales primordiales y secundarias; y han podido
supervivir gracias al circuito que armaron en calle. Por estas razones, las
argumentaciones que manifiestan para permanecer en ese estado merecen
tiempo de escucha y de intervención, para que la persona sienta la necesidad
de acceder a aquello que se le ofrece.
El trabajo en calle corre el riesgo de tornarse frustrante, en relación a los límites que
plantea la intervención, razón por la cual es prioritario no perder de vista el
conocimiento previo que se ha adquirido respecto a la población objetivo a abordar.
Tenemos que hacernos a la idea que el sujeto en situación de calle es como si fuera
una telaraña rota y nosotros tenemos que tratar de unir esos agujeros cosiéndolos
junto a él lo que implica un trabajo paciente, contención tiempo y esfuerzo para
lograrlo.
La idea es tratar de ofrecer un “continente” para que pueda recalar y repensar "su
situación"; esto también es un obstáculo porque un continente implica ofrecer la
piel (palmeo de espalda, apretón de manos) y los sentidos ( escucha y palabra ò
voz).
- ¿ Un sin techo elige ser un sin techo? Se trataría de una elección de vida? de una
circunstancia? de un predisponente social o tal vez psíquico?
- ¿ Cómo se constituiría el psiquismo humano a partir de la falta, de la no respuesta
del Otro? Y qué efectos produciría a posteriori?
- ¿ El alcohol y las drogas, son objetos que taponan la falta?
En este caso podemos pensar que la separación ejercida por el padre fue
absoluta y real, con esto quiero decir que no hubo espacio en Alberto para
Este padre que no cumple con su función, pero al cual se identifica repitiendo una
historia de abandono, ya que su relación con sus hijas según dice es buena “ las veo,
me baño, me camb io y cuando quiero las veo”, donde nunca convivió con ellas y
ellas no saben de su situación.
Hay en Alberto una constante búsqueda de ley, de padre protector que
ponga orden, que regle y de sentido a una vida en comunidad. Hay un intento “
fallido” que lo busca en el Ejercito, luego en la Iglesia y también en la Justicia “...
Estuve detenido 3 años en Devoto”...
Lo que encuentra es la separación del resto, el aislamiento que lo diferencia de los
otros, del adaptado, “del normal”. Existiría una ficción de igualdad que no es tal,
dado que el diferente genera peligro para la sociedad.
Tanto en la Iglesia como en el Ejército estamos hablando de masas artificiales,
donde necesitamos de cierta fuerza externa que impida su disolución. Esto lo
impone un jefe, un líder que ama por igual a todos los miembros de la masa (de esta
ilusión depende la unión del grupo) y precisamente esta ilusión fue la que calló e
hizo estallar su permanencia en el Seminario. Su permanencia allí ya no tendría
sentido si el criterio que se usa no era para todos igual.
Estrategias de abordaje:
Primera entrevista:
Bajo un frondoso árbol de un parque porteño transcurre sus días Darìo, contando
como únicos elementos, una silla, una cajonera * que utiliza como mesa, una radio
que lo acompaña siempre acercándole voces y palabras que le ayudan a transcurrir
sus horas solitarias. Nació en Rosario hace setenta años, siendo el único hijo de un
ferroviario y una ama de casa. Su infancia transcurrió en Rosario. Su casa estaba a
siete cuadras de la cancha de Rosario Central el club de sus amores. Le gustaba ver
los partidos y jugar en la calle con los amigos. A la escuela fue hasta tercer grado,
“me echaron, no fui más; de chiquito fui igual de rebelde”... en realidad me fui
después de una travesura que me mandé, llevándome por delante al japonés con un
carrito de rulemanes que teníamos en la escuela, porque sabía que me iban a echar.
“Mamá era muy buena... papá también. Mamá murió hace siete años. Tenía 87, era
riojana; papá hace dieciocho, en un accidente ferroviario a los 91 años y era
rosarino”.
“Mamá era más exigente, más severa, me cortaba la salida a la calle para jugar
con los chicos”.
Cuando tenía cuatro o cinco años, mis padres adoptan a una niña, María del
Carmen, la que es mi hermanastra. A los seis años me voy a vivir a la casa de
mi abuela paterna, la que tenía una panadería a cinco cuadras de mi casa. La
abuela era palabras mayores, era cómplice mío. Cua ndo a los doce años mi
papá pensó en ponerme en un reformatorio, mi abuela cómplice me avisó y me
dio dinero para venir a Buenos Aires, me dio tres billetes verdes, lechugas
como los llamaban entonces....
Siempre fui vendedor ambulante. A los veintidós años vuelvo a Rosario, a vivir
con la abuela, es cuando conozco a Celsa Ramona. Después de un noviazgo de
dos años, venimos a Buenos Aires para casarnos con autorización de un juez pues
ella tenía diecinueve años. De esto hace mucho tiempo. Tuvimos cuatro hijos, Juan
Andrés, de 42 años, Marcelino Alejandro de 41, ambos en Suiza, Noemí María de
39, casada, maestra y me cuesta recordar el nombre del menor, eh... Gerónimo de
37, que trabaja como tornero. Ellos viven con Celsa la que hoy es “la bruja”. Viven
en la casa que armé con las ventas desde los doce años, en el barrio de La Boca. Mi
casa tiene cinco habitaciones, en el fondo construí cuatro habitaciones más chicas y
se las alquilaba a unos tanos que pagaban $ 100 pesos por mes por cada una; con
eso pagábamos los impuestos y con lo que yo traía comíamos. Nosotros siempre
vivimos solos; la bruja, sacó a los tanos y trajo a su familia, entonces esa plata no
entraba y yo seguía pagando la comida de todos. ... y un día dije basta. Fue hace
cuatro años, cuando decidí irme para no seguir discutiendo, para no pegarle a la
bruja...
*
Lo marcado en negrita son los puntos que tienen una implicancia interpretativa, los cuales fueron
desarrollados fundamentándolos teóricamente.
“Acá me levanto temprano, cuatro o cinco de la mañana, desayuno mate cocido con
pan y manteca, no hago nada, escucho radio hasta el mediodía, hago la comida y
nada más. Antes caminaba mucho, ahora hago veinte cuadras y me canso, me
duelen un poco las piernas”. Las piernas las tengo algo hinchadas con muchas
venas inflamadas. Al sugerírsele que viera a un médico, dice “nunca fui a que me
revisen, la única vez que fui al hospital fue cuando mi hija tuvo familia, además
ahora estoy mas pesado”.
Una vez concluida esta primer entrevista se le comunica que lo vamos a volver a
ver en otra oportunidad a lo cual accede con agrado.
Segunda entrevista:
Habíamos quedado en que hace 4 años que está en la calle, que su esposa se llama
Celsa Ramona “alias la Bruja”, que vivían a una cuadra de distancia en Rosario, se
conocieron desde los 19 años, tienen familia en Rosario, estuvieron dos años de
novios...
Sus padres adoptaron y criaron a una niña a la que la llama hermanastra, cuando
Ud. tenía 4 o 5 años que se llama Maria del Carmen, y a los 6 se va a vivir con su
abuela paterna hasta los doce que viene a Capital
Tema panadería.......
En el velatorio de mi abuela le comunico a mi hermanastra que se quede con la
panadería y luego viajo un fin de semana para hacerle un poder. Hace 7 años que
no vuelvo a Rosario. Cuando voy al velatorio me quedo a vivir en Rosario, fue a los
22 años, me quedo dos años y conozco a la Bruja, me caso en Capital, yo con 24 y
19 ella con un poder del juez por ser ella menor. Luego tenemos 4 hijos, Juan
Andrés (42), Marcelino Alejandro (41), ambos en Suiza son mecánicos, Noemí
Maria 39 maestra casada, Gerónimo de 37, estuvo en Malvinas y trabaja de tornero,
estos dos últimos viven con la Bruja.
Trabajé toda la vida de vendedor ambulante desde los 12 años. Armé mi casa con
las ventas en una casa en Gaboto y Villafañe (la Boca)
Vine a los 12 años a la Capital como escapando de Rosario ya que mi padre me
amenazaba con que me iba a poner en un reformatorio y dejo la casa paterna por
que mi madre que era muy autoritaria no me dejaba salir a jugar con los chicos a la
calle.
Mi abuela siempre fue mi cómplice y para venir acá me da dinero, 3 hojas de
lechuga.
Tercera entrevista
Sabemos que en el decir, el individuo dice más de lo que quiere decir, decidimos
tomar una tercer entrevista dado que en las dos anteriores se deslizaron varios
fallidos.
Se le pregunta los nombres de familia
Nombre de la madre: Celsa Ramona Kaliba
Nombre del padre: Erasmo Fuentes
Nombre de la abuela materna: Nicolaza
Nombre de la esposa: Nélida
Nombre de los abuelos paternos: no los recuerda
A los seis años voy a vivir a lo de mi abuela materna, mi abuelo materno fallece
cuando tengo dos años. Lo que recuerdo de mi abuela son los buenos consejos
“portáte bien, no hagas macanas, los amigos son amigos”
La idea de meterme en un reformatorio la tenían desde que tenía seis años. Mi papá
no me reconoció, mis padres vivían juntos pero no estaban casados. Mi papá según
él no tenía otra familia
Siempre se dijo que las personas no se ajustan con exactitud a las categorías de
enfermedad, lo que hace que los cuadros nosológicos se hacen difíciles de entender.
No hay rótulo psiquiátrico que corresponda exactamente a un caso dado, y menos
aún el de normal o sano. Podríamos considerar a la sociedad desde el punto de vista
de la enfermedad y ver cómo sus miembros enfermos de alguna manera obligan a
que se les preste atención, y también cómo comienzan en los individuos a colorear
la sociedad, o bien examinar el modo como las familias y las unidades sociales
pueden producir individuos que son psiquiátricamente sanos salvo por el hecho de
que la unidad social a la que pertenecen los deforman o los vuelve ineficaces.
Según Winnicott “el psicoanálisis tiende a mostrar que la salud mental no depende
sólo de la herencia ni de acontecimientos fortuitos, sino que sus fundamentos se
construyen en forma activa en la primera infancia cuando la madre es
suficientemente buena en su tarea, y en el lapso de la niñez que se vive en el seno
de una familia que funciona como empresa en marcha, sobre todo en las dos etapas
cruciales del desarrollo: la edad preescolar y la adolescencia”.
En un trabajo anterior1 mencionábamos “en primera instancia creemos que en cada
caso se trata de un aquí y ahora atravesado por una historia singular de vida (
concepción, nacimiento, primeras experiencias) por otra parte la presencia en
diferentes grados de las estructuras patológicas, a las que se agregan eventualmente
distintas adicciones. Asimismo debemos tener en cuenta la incidencia tanto de lo
familiar como también del ámbito sociocultural que lo determina”.
Si desde Winnicott, una infancia donde la función materna fue ineficaz en tanto
que en lugar de ser nutricia y contenedora, se desborda y es incapaz de poner
límites sino a través de la violencia, de evidencia en él una actitud de huida hacia
otra casa donde poder sentirse mejor recibido, aceptado y respetado, actitud de
repetición que lo lleva a buscar un nuevo lugar aunque se trate de la calle.
1
La vida no es sin pérdidas, p.-
Tener un techo, es tener un lugar acogedor donde uno siente que pertenece, que le
es propio, es el hogar, cálido como aquel primer lugar que nos cobijó que fue el
seno materno y al cual siempre queremos volver. Pero en Andrés el lugar de madre
fue ocupado por su abuela la que habilitó con su mandato “andate a la calle”
Cuando en psicoanálisis hablamos de deseo materno, hijo deseado, marcamos la
diferencia con aquellos hijos que fueron concebidos sin ese deseo materno
consciente, quizás marcando para siempre la falta de techo, de calor, de un lugar
donde uno siente que pertenece.
El ser humano está obligado a avanzar. Si no adelanta, se estanca y si se estanca
mucho tiempo, retrocede. Retrocede en su historia. Cuando ese pasado ha causado
un trauma, es peligroso el retorno. Para no regresar no hay mas que una manera,
decir, expresar en forma representativa esa regresión amenazante. En cuanto eso ha
sido expresado no se retorna. De ahí la eficacia del trabajo analítico, en que el
"material arcaico" puede recordarse durante el tratamiento, y ser analizado. La no
elaboración de un hecho traumático, se traduce en repetición, exclusión que no cesa
de repetirse.
El sujeto se interroga a sí mismo produciendo así los significantes que
determinaron su destino constituyéndose en esa singularidad que nada tiene en
común con la particularidad de los síntomas psicopatológicamente concebidos, que
son respuestas al Otro, significaciones persecutorias por el saber sabido.
En la demanda al Otro que aparecerá entonces como lo que es (en el discurso), una
cadena significante incompleta que no se cierra, giro continuo, sin que haya la
posibilidad de que algún saber lo llene.
Por ello se ha dicho que el destino o la suerte son los padres.
Las actitudes gravemente dañinas inferidas por los padres a los hijos repercuten
esencialmente sobre la sociedad, la que sufrirá ulteriormente el resultado del padre
que abandonó, que maltrató, que denigró, que mutiló, que descuidó o que expuso a
los hijos, y así se perpetúa el infortunio humano. Un niño que será "the majestic the
baby" si los padres así lo nombran, pero que será lo más inapreciable si los padres
lo gestan, sin deseo de ese hijo.
La presencia del amor suficiente en los padres no es una constante, depende de
infinitos factores individuales y sociales. Desde el más absoluto rechazo que
experimentan aquellos en quienes además de su pobreza de amor, el embarazo ha
constituido una circunstancia socialmente negativa (solteras, hogares abrumados
por el exceso de niños en condiciones económicas paupérrimas, más lo psiquico
Sin alguien a quien amar y odiar, no puede llegar a darse cuenta de que ama y odia
a una misma persona y encontrar así su sentimiento de culpa y su deseo de reparar y
restaurar. Sin un ambiento físico y humano limitado que pueda conocer, no puede
descubrir la medida en que sus ideas agresivas resultan realmente inocuas y por lo
tanto, no puede establecer la diferencia entre fantasía y realidad. Sin un padre y
una madre que estén juntos y que asuman una responsabilidad conjunta por
él, no puede encontrar y expresar su necesidad de separarlos y experimentar
alivio cuando fracasa en ese intento.
El niño tiene una enorme capacidad para la destrucción, también es cierto que tiene
una enorme capacidad para proteger lo que ama de su propia destrucción y la
principal destrucción siempre existe en su fantasía. (...”de chiquito fui igual de
rebelde”).
CONCLUSIÓN:
Podemos concluir que Andrés no tuvo ni tiene un lugar donde alojarse, comprobado
ante las sucesivas intenciones por nuestra parte de hacerlo. Solamente va a ser
posible si él mismo se puede cuestionar o preguntar el motivo de por qué está en la
calle, no es solamente la bruja y sus hermanos, está en él, en su deseo y sólo a
través de un trabajo de elaboración frente a un interlocutor válido, que le permita
una modificación de su posición subjetiva, salir de un lugar de resto y ocupar un
lugar de sujeto.
Este es un obstáculo en el marco de nuestro programa. Ofrecemos alojamiento y en
este caso alojar-se implica una oferta que en algún punto insiste sobre el trauma
"poniendo el dedo en la llaga". Andrés rechaza para no ser rechazado, nuevamente
excluido.
Creemos que la fundamentaciòn teórica en que podemos basarnos para encontrar el
sentido de la vida de Andrés ha sido detallada, quizás nos quede pensar en los
avatares de la vida misma, que más allá de la voluntad de cada uno, nos lleva por
caminos que nunca imaginamos transitar, digitando los hilos del destino y
dejándonos como la ola, que queriendo alejarse de la costa, queda expuesta a la
fuerza del viento que la golpea una y otra vez, sobre la misma piedra.
Introducción
Se presentan aquí los resultados del IV Conteo de Población Sin Techo de la Ciudad
de Buenos Aires, diseñado e implementado por Programa Buenos Aires Presente.
Se llevó a cabo la noche del 18 de noviembre de 2002, desde las 22:00 hasta las
4:00 de la madrugada del día 19.
“Se entenderá por sin techo a toda persona que se halle pernoctando en lugares
públicos o privados, sin contar con infraestructura tal que pueda ser caracterizada
como vivienda aunque la misma sea precaria” Vivienda precaria supone, al menos,
paredes y techo que otorguen cierta privacidad, permitan albergar pertenencias y
generen una situación relativamente estable: quien la posea no es sin techo. En tal
sentido no es sin techo quien habita una villa de emergencia u ocupa una casa
tomada. Tampoco quien construye una habitación precaria (aislada) en un baldío. Sí
lo sería quien se resguarda con maderas o cartones bajo un puente o autopista.
1
El 1er conteo se realizó en mayo de 1997. El 2do. en junio de 1998. El tercero en noviembre de
2003.
Los circuitos establecidos fueron recorridos por equipos integrados por trabajadores
sociales, psicólogos, psicólogos sociales y operadores de calle, el 18 de noviembre
de 2002, desde las 22.30 hasta las 4.00 de la madrugada del día siguiente.
- Lugar de detección
- Sexo
- Grupo etáreo aproximado
- Forma de agrupamiento (personas solas o presuntamente integradas en
familias)
- Tipo y cantidad de pertenencias
- Estado de la indumentaria y del aseo personal
RECORRIDOS CANTIDAD %
1 Zona Centro / Microcentro 140 12.4
2 Zona Congreso / Monserrat / San Telmo 73 6.5
3 Zona Retiro 77 6.85
3 Bis Zona Recoleta / Retiro / Estaciones de Trenes 77 6.85
4 Zona Barrio Norte / Recoleta 53 4.7
4 Bis. Zona Barrio Norte / Palermo 64 5.7
5 Zona San Cristóbal / Balvanera 174 15.5
6 Zona Palermo / Belgrano 45 4
7 Zona Belgrano 25 2.2
8 Zona Villa Urquiza / Belgrano 24 2.13
9 Zona Agronomía / Parternal 2 0.17
10 Zona Chacarita / Colegiales 15 1.3
11 Zona Parque Patricios / Constitución / Barracas 12 1.06
12 Zona La Boca / Constitución / San Telmo 37 3.3
13 Zona Flores / Caballito / Parque Chacabuco 35 3.1
14 Zona Caballito / Flores 61 5.4
15 Zona Villa Soldati / Costanera Norte / Belgrano 12 1.06
16 Zona Almagro / Parque Centenario 95 8.5
17 Zona Constitución 83 7.4
18 Mataderos 20 1.7
TOTAL 1124 100%
0
20
40
60
80
100
120
140
160
180
200
Recorrido 1 140
Total
Recorrido 2 73
Recorrido 3 77
Sin Datos
Femenino
Masculino
15%
SEXO
Recorrido 3´ 77
Recorrido 4 53
Recorrido 4´ 64
6%
Recorrido 5 174
Recorrido 6 45
CANTIDAD
164
1124
72
888
Recorrido 7 25
Noviembre de 2002
Recorrido 8 24
%
Recorrido 9 2
79%
Personas sin techo según sexo
100%
15%
79%
6%
Recorrido 10 15
Noviembre de 2002
Recorrido 11 12
Recorrido 12 37
Recorrido 13 35
Ns/Nr
Recorrido 14 61
Femenino
Masculino
Recorrido 15 12
Recorrido 16 95
Recorrido 17 83
Recorrido 18 20
La mayor cantidad de hombres es un dato esperable dadas las características
tradicionales de la población sin techo.
Sin embargo se puede destacar que el promedio del 15% de mujeres es mayor en
los recorridos: que comprenden la zona de Barrio Norte, Recoleta, Palermo,
Belgrano y Chacarita (3bis, 4, 4 bis , 5, 8, 10 , 14).
Por otra parte en los recorridos correspondientes a la zona sur de la ciudad (aunque
en este caso es alta la no identificación) tales como el 2, 3, 12 Y 15 que representan
a la zona de Congreso, Constitución, La Boca, es menor al 10%.
Asimismo, es inexistente el registro de mujeres sin techo en los Recorridos 9 y 11
en la zona de Villa Pueyrredón, Devoto y Barracas, en los extremos de la ciudad.
Edad
Los mayores predominan sobre los adultos en la zona 6 y 18. (Palermo – Belgrano-
Mataderos)
11. Redín, M.E.; Bravo, Ema; Suárez, María y otros. Redes sociales y redes
institucionales