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CURSO DE RAJA YOGA ESOTÉRICO


Y SÍNTESIS GRUPAL

TRATADO

LOS YOGAS SUTRAS


DE PATANJALI

Compilado por: Francisco Redondo Segura

E-mail: institutomithila@ono.com

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ÍNDICE
Pag.

Consideraciones preliminares ………………………………………………. 7

LIBRO I. El problema de la Unión. ………………………………... 13


a. Definición de las naturalezas superior e inferior.
b. Consideración de los obstáculos y su eliminación.
c. Resumen del sistema de Raja Yoga.
Tema: La versátil naturaleza síquica.

LIBRO II. Los Pasos Hacia La Unión. ………………..…………… 173


a. Los cinco obstáculos y su eliminación.
b. Definición de los ocho métodos.
Tema: Los métodos de realización.

LIBRO III. La Realización De La Unión y Sus Resultados … 321


a. La meditación y sus etapas.
b. Veintitrés resultados de la meditación.
Tema: Los poderes del Alma.

LIBRO IV. La Iluminación. …………………………………………….. 465


a. Conciencia y forma.
b. Unión o Unificación.
Tema: Unidad aislada.

Los cuatro libros (sólo los aforismos) ……………………………….. 529

Contacto sobre el Curso ……………………………………………………….. 545

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LOS AFORISMOS DE LA YOGA
DE PATANJALI

Lo excepcional de este libro es que los Aforismos de la Yoga han


sido vertidos al idioma inglés, de los aforismos originales en
sánscrito y dictados telepáticamente por El Maestro conocido co-
mo El Tibetano o D.K (Djwal Kool) a la Sra. Alice A. Bailey. Los
primeros comentarios fueron escritos por ella y posteriormente
sometidos a la revisión de El Tibetano para su aprobación. Poste-
riormente para una elaboración más minuciosa de este tratado
hemos ampliado los comentarios para que sean aún más asequi-
bles a nuestro trabajo práctico y espiritual. Las Autoridades con-
sultadas son numerosas, entre las que destacan: Dvivedi, Charles
Johnston, Rama Prasada, Swami Vivekananda, I.K Taimni, Ganga-
natha Jha, Rajaram Tookaram.

Sentencia espiritual:
"Antes de que el alma pueda ver, debe lograrse la armonía in-
terna, y los ojos de la carne deben estar ciegos a toda ilusión.
"Antes de que el alma pueda oír, la imagen (el hombre) debe es-
tar sorda a los rugidos y a los murmullos, a los bramidos de los
elefantes y a los argentinos zumbidos de la dorada luciérnaga.
"Antes de que el alma pueda comprender y recordar, debe
unirse a aquel que habla en silencio, así como la mente del al-
farero se une primero a la forma que le dará a la arcilla.
"Entonces el alma oirá y recordará.
"Y entonces hablará la Voz del Silencio al oído interno".

La Voz del Silencio


Helena Petrovna Blavatsky

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CONSIDERACIONES PRELIMINARES

La Ciencia de Raja Yoga o "Ciencia Soberana del Alma", tal como


la presenta su exponente principal Patanjali, con el tiempo hallará
su más amplia demostración en Occidente, lo cual se debe a que, de
acuerdo a la ley cíclica, la quinta raza raíz, la actual (en su quinta
subraza) la actual, debe inevitablemente alcanzar su punto culmi-
nante. Tal punto, en la economía de la raza, está ejemplificado en el
correcto empleo de la mente y su utilización por el alma, para lo-
grar los objetivos grupales y el desarrollo de la conciencia grupal en
el plano físico.
Hasta ahora, la mente ha sido deificada o prostituida para alcanzar
fines materiales. Mediante la ciencia de Raja Yoga, la mente será
conocida como el instrumento del alma y el medio por el cual el
cerebro del aspirante se iluminará y adquirirá el conocimiento de
los asuntos concernientes al reino del alma.
De acuerdo a la ley de evolución, la quinta raza raíz debe ocuparse
íntimamente de la mente, por ser el quinto principio, y su corres-
pondiente quinta subraza debe hacerlo más estrechamente que
ninguna otra. Los estudiantes harían bien en tener presente las
siguientes analogías:
1. La quinta raza raíz................ la actual.
2. La quinta subraza................. anglosajona.
3. El quinto principio................ mente o manas.
4. El quinto plano..................... el mental.
5. El quinto rayo....................... conocimiento concreto.

Los diversos yogas han tenido su lugar en el desenvolvimiento del


ser humano. En la primera raza, puramente física, denominada
lemuriana, el yoga impuesto en esa época a la infantil humanidad
fue Hatha Yoga, la yoga del cuerpo físico, que enseña el empleo y
la manipulación consciente de los diversos órganos, músculos y
partes de la estructura física. El problema de los adeptos de esa

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época, fue enseñar a los seres humanos (que eran poco más que
animales) el propósito, significado y empleo de sus diversos órga-
nos, para poder controlarlos conscientemente y comprender el
significado simbólico de la figura humana. Por lo tanto, en esos
primitivos días, los seres humanos llegaban al portal de la inicia-
ción gracias a la práctica de Hatha Yoga. En aquel entonces, la
tercera iniciación, cuyo resultado era la transfiguración de la per-
sonalidad, era la más elevada que el hombre podía alcanzar.
En la época atlante, el progreso de los hijos de los hombres se
lograba mediante la imposición de dos yogas. Primero, la conoci-
da con el nombre de Laya Yoga, la Yoga de los centros, que pro-
dujo la estabilización del cuerpo etérico y de los centros en el
hombre, y el desarrollo de la naturaleza astral y síquica. Más tarde
el Bhakti Yoga, resultado del desarrollo del cuerpo emocional o
astral, fue incorporado al Laya Yoga, sentándose las bases de ese
misticismo y devoción, que ha sido el incentivo fundamental de
nuestra particular raza raíz. El objetivo, en esa época, era la cuarta
iniciación. El tema de estas grandes iniciaciones está tratado con
mayor extensión en el libro Iniciación Humana y Solar (de Alice. A.
Bailey).

En la actual quinta raza, la subyugación del cuerpo mental y el


control de la mente se logran por la práctica de Raja Yoga y la
meta para la humanidad en evolución, es la quinta iniciación, la
del adepto. Toda yoga ha ocupado su lugar y ha servido un propó-
sito útil, y resultará evidente que cualquier retorno a las prácticas
de Hatha Yoga, o esas que se ocupan específicamente del desarro-
llo de los centros, por medio de los distintos tipos de prácticas de
meditación y ejercicios respiratorios, constituyen, desde cierto
aspecto, un retroceso. Hallaremos que mediante las prácticas de
Raja Yoga y asumiendo una posición que ejerza un control direc-
triz (que descubrirá quien centre su conciencia en el alma), los
otros tipos de yoga resultan innecesarios, por cuanto los resultados
de la yoga superior incluyen automáticamente a las inferiores,
aunque no a sus prácticas.

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Cuándo las prácticas de yoga sean estudiadas, se evidenciará que
recién ahora ha llegado el día de la oportunidad. Oriente nos ha
preservado las reglas desde tiempo inmemorial. Uno que otro
oriental (y unos pocos adeptos occidentales) se han valido de estas
reglas y se han sometido a la disciplina de esta exigente ciencia.
Así se ha conservado, para la raza, la continuidad de la doctrina
secreta, la Sabiduría Eterna, y también se ha reunido el personal
de la Jerarquía de nuestro planeta. En la época de Buda, gracias al
estímulo que Éste produjo, tuvo lugar una gran reunión de Arhats,
los cuales alcanzaron la liberación por el esfuerzo autoiniciado.
Dicho período marcó, en nuestra época actual, la culminación para
Oriente. Desde entonces la oleada de vida espiritual ha afluido
constantemente hacia Occidente, y podemos esperar la correspon-
diente culminación que llegará a su cenit entre los años 1965 y
2025. Para tal fin los adeptos de Oriente y Occidente trabajan con-
juntamente, pues acatan siempre la Ley.
Este venidero impulso, como en los tiempos de Buda, es de se-
gundo rayo, el cual no tiene relación con ningún impulso de pri-
mer rayo, como el que trajo a H. P. Blavatsky. Los impulsos de
primer rayo surgen en el primer cuarto de cada siglo y alcanzan su
culminación, en el plano físico, en el último cuarto. El interés de-
mostrado ahora por el Raja Yoga, interés que se irá demostrando
cada vez más, y el estudio de esta ciencia y de las reglas que pro-
porciona para el desenvolvimiento del hombre, indican la tenden-
cia general de este creciente impulso de segundo rayo. Así llegará
el día de la oportunidad.
Tres libros deberían estar en manos de todo estudiante: El Bhaga-
vad Gita, El Nuevo Testamento y Los Aforismos de Yoga, porque
contienen el cuadro completo del alma y su desenvolvimiento.
Los dieciocho capítulos del Gita describen el alma, Krishna, el
segundo aspecto, en su verdadera naturaleza como Dios en mani-
festación, culminando en ese maravilloso capítulo donde Él se

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revela a Arjuna, el aspirante, como el alma de todas las cosas y el
punto de gloria oculto tras el velo de toda forma.
En El Nuevo Testamento, donde se describe la vida de un Hijo de
Dios en plena manifestación, cuando libre de todo velo, el alma en
su verdadera naturaleza camina sobre la tierra. Al estudiar la vida
de Cristo, nos damos cuenta de lo que significa desarrollar los
poderes del alma, alcanzar la liberación y llegar a ser un Dios, en
toda su gloria, caminando sobre la tierra.
Los Aforismos de Yoga contienen las leyes de ese devenir, y las
reglas, métodos y medios que hacen al hombre, cuando se los si-
gue, "perfecto, como nuestro Padre en los cielos es perfecto". Pau-
latinamente despliega ante nosotros un sistema graduado de des-
envolvimiento, que lleva al hombre, desde la etapa del hombre
bueno común, a través de las de aspirante, iniciado y maestro,
hasta el excelso punto de evolución en que se halla ahora Cristo.
Juan, el discípulo amado, dijo: "seremos igual a Él, pues le vere-
mos tal como es", y cuando el alma se revela al hombre en el pla-
no físico produce siempre una gran transformación. Cristo dijo:
"Cosas más grandes que yo hago, haréis", prometiéndonos "el
Reino, el poder y la gloria", siempre que nuestra aspiración y per-
sistencia sean suficientes para conducirnos por el espinoso camino
de la cruz y nos permita hollar ese sendero que conduce "al cami-
no ascendente", hasta la cima del Monte de la Transfiguración.
¿Cómo se produce este gran cambio? ¿De qué manera el hombre,
víctima de sus deseos y naturaleza inferior, se convierte en el
hombre victorioso que triunfa sobre el mundo, la carne y el demo-
nio? Esto sucede cuando el cerebro físico del hombre encarnado
llega a ser consciente del yo, el alma; pero esta percepción cons-
ciente sólo es posible cuando el verdadero yo puede "reflejarse en
la sustancia mental". El alma está inherentemente libre de los ob-
jetos y permanece siempre en estado de unidad aislada. Sin em-
bargo, el hombre en encarnación, debe alcanzar, en la conciencia
del cerebro físico, la comprensión de estos dos estados del ser.

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Debe liberarse conscientemente de todos los objetos del deseo y
mantenerse, como un todo unificado, desapegado y liberado de
todo velo y forma en los tres mundos. Cuando el estado conscien-
te del ser, tal como lo conoce el hombre espiritual, sea también
una condición de la conciencia del hombre en encarnación física,
entonces se habrá alcanzado la meta. El hombre ya no es la vícti-
ma del mundo como cuando se ha identificado con el cuerpo físi-
co. Camina libre "con faz resplandeciente" (Co.), y la luz de su
rostro se proyecta sobre todo cuanto encuentra. Sus deseos ya no
ponen la carne en actividad, por eso el cuerpo astral no lo subyuga
ni lo vence.
Por medio del desapasionamiento y equilibrio de los pares de
opuestos, se libera del temperamento, sentimientos, anhelos, deseos
y reacciones emocionales, característicos de la vida del hombre
común y alcanza el punto de paz. El demonio del orgullo, la perso-
nificación de la naturaleza mental mal empleada y las deformadas
percepciones de la mente, han sido dominadas y queda liberado en
los tres mundos. La naturaleza del alma, las cualidades y activida-
des inherentes a la naturaleza de amor del Hijo de Dios y la Sabi-
duría que se manifiesta cuando amor y actividad (segundo y tercer
aspectos) se unen, caracterizan su vida en la tierra y puede decir
como Cristo: "Consumado es".
La fecha del nacimiento de Patanjali es desconocida; existe
mucha controversia sobre ello. Aunque algunos autores occidenta-
les lo situán entre unos 200 años antes de Cristo, los hindúes, que
se supone saben algo más al respecto, fijan una fecha muy ante-
rior, algunos sobre unos cuantos miles de años a.C. Patanjali reco-
piló las enseñanzas que, hasta la época de su advenimiento, habían
sido trasmitidas oralmente durante muchos siglos. Fue el primero
en transcribir la enseñanza para los estudiantes, por eso se lo con-
sidera fundador de la Escuela Raja Yoga. Sin embargo, el sistema
se ha aplicado desde los principios de la raza raíz. Los Aforismos
de la Yoga son la enseñanza básica de la Escuela Trashimaláyica,
a la cual pertenecen la mayoría de los Maestros de Sabiduría. Mu-

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chos estudiosos sostienen que los Esenios y otras Escuelas místi-
cas de entrenamiento y pensamiento, íntimamente relacionadas con
el fundador del cristianismo y con los cristianos primitivos, están
basadas en el mismo sistema y que sus Instructores fueron prepara-
dos en la gran Escuela Trashimaláyica.
El contenido de este Libro es, desde el punto de vista esotérico,
incalculable. En el se dan los datos y las enseñanzas necesarias
para alcanzar la Maestría, la Liberación o Iluminación, de una
forma clara y sistemática. Los Yogas Sutras de Patanjali, es sin
duda, LA CIENCIA DEL ALMA para esta Era y este Espacio.

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LOS AFORISMOS DE LA YOGA
DE PATANJALI

LIBRO PRIMERO “Samadhi Pada” 51 Sutras

El Problema De La Unión.
d. Definición de las naturalezas superior e inferior.
e. Consideración de los obstáculos y su eliminación.
f. Resumen del sistema de Raja Yoga.
Tema: La versátil naturaleza psíquica.

¿Qué es el yoga? (I.1-I.4)

1. AUM (OM). La siguiente instrucción concierne a la


Ciencia de Unión.

AUM, es la palabra de Gloria; significa el Verbo hecho carne, y la


manifestación del segundo aspecto de la divinidad en el plano de la
materia. Este resplandeciente surgimiento ante el mundo de los hijos
de la rectitud, se alcanza siguiendo las reglas dadas aquí. Cuando los
hijos de los hombres hayan demostrado que también son Hijos de
Dios, análogamente el cósmico Hijo de Dios brillará con acrecentada
intensidad de gloria. El gran iniciado Pablo tuvo la visión de ello
cuando dijo: "toda la creación entera gime a una, y a una está con
dolores de parto. . . esperando la manifestación de los Hijos de
Dios". (Ro.8:22)

Raja Yoga o Ciencia de Unión, da las reglas y los métodos para:


1. Establecer contacto consciente con el alma, el segundo as-
pecto, el Cristo interno.

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Libro I

2. Adquirir conocimiento del yo y mantener su control sobre el


no-yo.
3. Sentir el poder del ego o alma, en la vida cotidiana, y mani-
festar sus poderes.
4. Subyugar la naturaleza psíquica inferior y expresar las facul-
tades psíquicas superiores.
5. Establecer contacto armónico entre el cerebro y el alma y
recibir sus mensajes.
6. Intensificar la "luz en la cabeza", de modo que el hombre se
convierta en una Llama viviente.
7. Descubrir el sendero y convertirse en ese sendero.

El estudiante hallará de utilidad las triplicidades detalladas más


abajo, especialmente si tiene en cuenta que la columna central
contiene los términos aplicables al alma o segundo aspecto. La
unión que debe alcanzarse es la del tercer aspecto con el segundo.
Esto se logra en la tercera iniciación (la Transfiguración, en ter-
minología cristiana). Posteriormente se sintetizan los aspectos
tercero y segundo, unidos con el primero:

Primer Aspecto Segundo Aspecto Tercer Aspecto


Espíritu Alma Cuerpo
Padre Hijo (crístico) Espíritu Santo
Mónada Ego Personalidad
Yo divino Yo superior Yo inferior (o no-yo)
Vida Conciencia Forma
Energía Fuerza Materia
La Presencia El Ángel de la Presencia El ser humano

Debe establecerse una clara diferencia entre el principio crístico, tal


como se indica arriba, aspecto espiritual elevado que todo miembro
de la humanidad debe alcanzar, y el mismo término aplicado a un
personaje de excelso grado que representa ese principio, ya sea el
varón de Nazaret, de la referencia histórica, u otro nombre.

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Libro I

2. Esta Unión (o yoga) se alcanza mediante la subyuga-


ción de la naturaleza síquica y la sujeción de la mente
(o Chitta), impeliendo que la materia mental tome di-
versas formas (o Vrittis).

Quien trata de obtener la unión tiene que hacer dos cosas:


1. Obtener el control de la "versátil naturaleza síquica".
2. Impedir que la mente asuma las innumerables formas que
con tanta facilidad adopta, denominadas frecuentemente
(Vrittis) "modificaciones del principio pensante".

Ambas otorgan el control del cuerpo emocional, y por lo tanto del


deseo, y también del cuerpo mental, manas o mente inferior. El
estudiante debe recordar que el deseo incontrolado y la mente des-
ordenada obstruyen la luz del alma y rechazan la conciencia espiri-
tual. La unión es imposible mientras existan barreras, por consi-
guiente, el Maestro dirige la atención del estudiante (al comenzar
sus instrucciones) hacia el trabajo práctico, a fin de liberar esta luz,
para que pueda "brillar en un lugar oscuro", es decir, en el plano
físico. Debe tenerse presente que, esotéricamente hablando, cuando
ha sido controlada la naturaleza inferior puede manifestar la supe-
rior. Cuando el segundo aspecto del yo personal inferior, el cuerpo
emocional, haya sido subyugado o trasmutado, entonces se verá la
luz del Cristo, el segundo aspecto egoico. Posteriormente, en Su luz,
la Mónada, el Padre, el Uno, será revelado. En forma similar, cuando
el primer aspecto del yo personal inferior, el cuerpo mental, haya
sido refrenado, el aspecto voluntad del alma podrá ser conocido, y
mediante sus actividades conocerse el propósito del Logos mismo.
En la vida espiritual hay ciertas líneas de menor resistencia por las
cuales se liberan ciertas fuerzas o energías:
a. Emocional ..... intuicional o búdica ..... monádica ..... al corazón del aspirante.
b. Mental ......... espiritual o átmica ....... logoica ......... a la cabeza del aspirante.

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Libro I

Por lo tanto al estudiante se le otorga la PALABRA de sujeción o


control, como clave de todos sus esfuerzos.
Chitta es mente o sustancia mental, el cuerpo mental, la facultad
de pensar y de crear formas mentales, la suma total de los proce-
sos mentales. Es el material, regido por el ego o alma, con el cual
se construyen todas las formas mentales.
La naturaleza psíquica es deseo-mente (kama-manas), el cuerpo
emocional o astral posee un ínfimo vestigio de mente; es el mate-
rial que reviste todos nuestros deseos y sentimientos, por el cual
se expresan.
Estos dos tipos de sustancia tienen que seguir su propia línea de
evolución, y la siguen. De acuerdo al plan logoico, los espíritus o
chispas divinas son aprisionados por ella; primeramente son atraí-
das por la mutua interacción: espíritu y materia. Mediante el con-
trol de estas sustancias y el refrenamiento de sus actividades ins-
tintivas, dichos espíritus adquieren experiencia y oportunamente
la liberación. Así se realiza la unión con el alma, unión conocida y
experimentada en el cuerpo físico, en el plano de manifestación
más densa, gracias al control consciente e inteligente de la natura-
leza inferior.

Hemos de comprender claramente qué es Chitta y qué son los


Vrittis. Yo tengo ojos. Los ojos no ven. Si eliminamos el centro
cerebral que está en la cabeza, los ojos estarán aún allí con la reti-
na completa, y las imágenes de los objetos en ellos; y sin embar-
go, los ojos no verán. Por lo tanto, los ojos son únicamente un
instrumento secundario, no el órgano de la visión. El órgano de la
visión es un centro nervioso del cerebro. Los dos ojos no bastan.
A veces un hombre está dormido con los ojos abiertos. Allí están
la luz y la imagen; pero una tercera cosa se necesita; la mente de-
be unirse al órgano. El ojo es el instrumento externo; necesitamos
también el centro cerebral y la agencia de la mente. Pasan carrua-
jes por la calle y no los oímos. ¿Por qué? Porque la mente no esta-

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Libro I

ba unida al órgano del oído. Primero tenemos el instrumento des-


pués el órgano, y tercero, la mente o ―Chitta‖ unida á los dos. La
mente recoge la impresión y la presenta a la facultad determinativa
(Buddhi) que reacciona y de esta reacción brota la idea de egotis-
mo. Después esta entremezcla de acción y reacción se presenta a la
genuina alma (Purusha) que en dicha entremezcla percibe el objeto.
Los órganos (Indriyas) junto con la mente (Manas) la facultad
determinativa (Buddhi) y la egoidad (Ahamkára) forman el grupo
llamado el instrumento interno (Antahkarana).
Son diversos procesos en la materia mental llamada Chitta. Las
oleadas de pensamiento en la materia mental se llaman Vrittis, que
literalmente significa "vórtice‖.
Así vemos que la mente no es inteligente aunque lo parece, por-
que tras ella está la inteligente alma, el único ser Consciente, pues
la mente es tan solo el instrumento por cuyo medio percibe el al-
ma el mundo externo.
Tomad este libro. Como tal libro no existe externamente; ya que
no lo vemos realmente como es, lo percibimos mediante una im-
presión tamizada por los sentidos, en este caso, el de la vista. Esa
impresión llega hasta el cerebro el cual lo traduce como una ima-
gen, y esa imagen irreal se plasma en la mente. Lo que existe ex-
ternamente es realmente desconocido e incognoscible, lo que ve-
mos del exterior es sólo una impresión distorsionada en la mente.
La forma de un libro, de un elefante o de un hombre no está en el
exterior. Todo lo que conocemos de dichas formas es nuestra
mental reacción contra la sugestión externa. Dice John Stuart Mil:
"La materia es la permanente posibilidad de sensaciones". Lo
único externo es la sugestión.
El hombre vulgar jamás comprenderá el mundo real porque en cuan-
to lo intente, lo hará mediante los sentidos físicos (que son órganos
sensorios muy limitados), los cuales sólo producen impresiones erró-

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Libro I

neas, parciales, por lo tanto nunca veraces. Acaso vemos los compo-
nentes químicos del libro, del elefante; acaso percibimos sus átomos,
su aura, su ser…
Para que el Alma, el verdadero hombre que somos, pueda ver la
verdad, necesita que la mente (Chitta) permanezca serena, en paz,
e iluminada. Sólo entonces el Alma podrá utilizar correctamente
la mente como instrumento de contacto con los mundos o planos
inferiores.
Ahora comprenderemos qué son los Vrittis.
El verdadero hombre está tras la mente, y la mente es el instru-
mento de que dispone, es su inteligencia infiltrada en la mente.
Tan sólo cuando el verdadero hombre está tras la mente, es inteli-
gente la mente. Cuando el verdadero hombre la abandona, se ani-
quila la mente. Así comprendemos que CHITTA es la materia
mental, la materia de la mente y Vrittis son las ondas, las ondula-
ciones que levanta en dicha materia mental una causa externa al
chocar con ella, es decir, una impresión.. Estos Vrittis son nuestro
universo.
No es posible ver el fondo de un lago de agitadas aguas. Sólo es
posible ver el fondo cuando ha cesado el oleaje y están tranquilas
las aguas. Si el agua es cenagosa o está continuamente agitada no
podrá verse jamás el fondo. Si el agua es clara y no hay oleaje,
veremos el fondo. El fondo del lago es nuestro verdadero ser. El
lago es Chitta y las olas son los Vrittis.

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Libro I

3. Obtenido esto, el yogui se conoce a sí mismo, tal como


es en realidad. Es decir, el Vidente (Purusha) perma-
nece en su propio estado, sin modificaciones.

Este aforismo se puede expresar de la siguiente manera: El hom-


bre que conoce las condiciones y las ha cumplido, como se indica
en el aforismo precedente:
1. Ve al yo.
2. Comprende la verdadera naturaleza del alma.
3. Se identifica con la realidad interna, no con las formas
que la ocultan.
4. Mora en el centro, no en la periferia.
5. Obtiene conciencia espiritual.
6. Descubre y reconoce al Dios interno.

Tan pronto como cesa el oleaje y queda el lago tranquilo, vemos el


fondo. Así sucede con la mente: cuando está en calma vemos qué
es nuestra propia naturaleza sin mezcla alguna, sino tal como es.
En los tres aforismos que anteceden se describe el método y la
meta en términos claros y veraces, y se prepara el camino para una
instrucción más detallada. El aspirante encara su problema; se le
da la clave para la solución, y mantiene, ante su ojo investigador,
la unión con el alma como recompensa.

El siguiente aforismo se abarca brevemente el pasado.

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Libro I

4. Hasta ahora el hombre interno se ha identificado con


sus formas y con las modificaciones activas de éstas.

Estas formas son las modificaciones mencionadas en diversas tra-


ducciones, que trasmiten la verdad sutil respecto a la infinita divisi-
bilidad del átomo; las envolturas que velan y las transformaciones
rápidamente cambiantes, impiden que se manifieste la verdadera
naturaleza del alma; constituyen las exteriorizaciones que obstaculi-
zan el resplandor de la luz del Dios interno de las cuales se dice en
lenguaje oculto que "proyectan una sombra ante la faz del sol".
La naturaleza inherente a las vidas que constituyen estas formas
versátiles y activas, ha sido hasta ahora demasiado fuerte para el
alma (el Cristo interno, como dice el cristiano) y ha impedido la
plena expresión de sus poderes.
Los poderes instintivos del "alma animal", o la capacidad que po-
see el conjunto de vidas que constituyen las envolturas o cuerpos,
aprisionan al hombre real y limitan sus poderes. Estas vidas son
unidades inteligentes que se hallan en el arco involutivo de la evo-
lución, las cuales trabajan para obtener la autoexpresión. Sin em-
bargo, su objetivo es distinto del que persigue el hombre interno, y
dificultan su progreso y la autorrealización. Éste se "enreda en las
actividades de aquéllas‖ y debe liberarse, para recibir como heren-
cia el poder, la paz y la bienaventuranza. No puede alcanzar "la
medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Ef. 4:13), hasta que
no se produzcan modificaciones y las formas se hayan trasformado,
sus actividades aquietado y su desasosiego tranquilizado.
Se le urge al estudiante tener en cuenta la naturaleza de este as-
pecto de la evolución, que prosigue paralelamente a la suya. Si
capta correctamente este problema, vendrá la comprensión del
trabajo práctico a realizar, y el yogui en embrión podrá comenzar
su trabajo.

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Libro I

Las formas inferiores están constante e incesantemente activas,


asumiendo interminables formas de deseos impulsivos o formas
mentales dinámicas; sólo a medida que es controlada la apropia-
ción de formas y se aquieta la turbulencia de la naturaleza inferior,
la entidad regente interna puede liberarse de la esclavitud e impo-
ner su vibración sobre las modificaciones inferiores.
Por ejemplo, cuando alguien me insulta, ocasiona una modifica-
ción, un vritti, en mi mente. Yo me identifico con la modificación y
el resultado es sufrimiento. Las modificaciones son muy numero-
sas, los vitris corretean constantemente por la mente, cualquier de-
seo cualquier emoción, apego, defecto, etc., produce un vitri, el cual
atrapa nuestra infantil consciencia y la arrastra hacia el desastre.
El gran problema radica en la identificación con aquello que no
somos realmente. Nos identificamos tanto con nuestros pensa-
mientos y deseos, con nuestros cuerpos inferiores que nos olvida-
mos de nuestro real Ser, de nuestra verdadera esencia divina, la
cual permanece ahogada por las tormentas y las olas desenfrena-
das de la naturaleza psíquica.
Cuando el hombre ya no se identifica con estas formas, y median-
te la concentración, el esfuerzo concentrado del alma por mante-
ner firmemente la posición del observador o percibidor, y del vi-
dente. Una vez que puede hacer esto, se desvanece el "espectácu-
lo" inferior del deseo y de las formas mentales que cambian rápi-
damente; entonces se puede ver y hacer contacto con el reino del
alma, el verdadero campo del conocimiento del alma.

21
Libro I

Modificaciones de la mente (I.5-I.11)

5. Los estados de la mente son cinco, están sujetos al


placer o al dolor; y son dolorosos o no.

En el original, no aparece la palabra "placer"; la idea que imparte


es más técnica y, generalmente, se la traduce como "no doloroso".
Sin embargo, la idea subyacente obstaculiza su comprensión, cuya
causa son los pares de opuestos. El estudiante debe recordar que
en este aforismo se considera la sustancia mental o chitta, con las
modificaciones sufridas mientras su versatilidad y actividad cons-
tituyen los factores controladores.
Tampoco debe perder de vista que se está tratando con la natura-
leza psíquica inferior, término ocultamente aplicado a los procesos
de la mente inferior, y también a las reacciones astrales o emocio-
nales. Toda actividad de la naturaleza inferior es resultado de ka-
ma-manas, o la mente matizada por el sentimiento, la voluntad-
deseo del hombre inferior. El sistema de Raja Yoga tiene como
objetivo reemplazar tales impulsos por la acción inteligente del
alma u hombre espiritual, cuya naturaleza es amor, cuya acción es
inteligente (esotéricamente entendido) y cuyo móvil es el desarro-
llo grupal. Por lo tanto, las reacciones denominadas dolor y placer
deben ser trascendidas, porque ambas dependen de la identifica-
ción con la forma, debiendo ser reemplazadas por el desapego.
Es interesante observar que las modificaciones del órgano interno, la
mente, son cinco. Manas o mente, el principio activo de la sustancia
mental o chitta, el quinto principio, similarmente, como todo lo de-
más en la naturaleza, se manifiesta como dualidad. Esta dualidad es:
1. La mente concreta inferior, manifestándose como activi-
dad del cuerpo mental.
2. La mente abstracta, manifestándose como el aspecto in-
ferior del ego o alma.

22
Libro I

En el microcosmos u hombre, esta dualidad se convierte en modi-


ficación triple en el plano mental; tenemos así una reproducción,
en miniatura, de la manifestación macrocósmica. Las tres modifi-
caciones son:
1. El átomo permanente mental, el aspecto inferior de la
Tríada espiritual o del alma.
2. El cuerpo egoico, el cuerpo causal o el karana sarira.
3. El cuerpo mental, el aspecto más elevado del no-yo, o yo
personal inferior.

El cuerpo mental tiene cinco modificaciones o actividades, siendo


en consecuencia reflejo o analogía del quinto principio, cuando se
manifiesta en el quinto plano, el mental. Las modificaciones son
el reflejo inferior de manas (o mente, en la manifestación mi-
crocósmica), y dicha mente lo es a su vez de mahat (mente univer-
sal), la mente manifestándose en el macrocosmos. Esto es un gran
misterio, pero será revelado al hombre que supere las cinco modi-
ficaciones de la mente inferior; quien por el desapego a lo inferior
se identifica con lo superior, resuelve así el misterio de "Makara",
y recorre el Camino de los Kumaras. Aquí se halla oculto un indi-
cio para los estudiantes más avanzados de esta ciencia, respecto al
problema esotérico de Makara, insinuado en "La Doctrina Secre-
ta" por H. P. Blavatsky.

23
Libro I

6. Estas 5 modificaciones (actividades) son: correcto


conocimiento, incorrecto conocimiento, fantasía, pa-
sividad (sueño) y memoria.

Existe un vasto campo de conocimiento que el vidente alguna vez


debe conocer. Generalmente los psicólogos ocultistas aceptan la
existencia de tres métodos de captación:
1. Conocimiento directo, por medio de los sentidos; cada
sentido pone, a quien lo utiliza, en contacto con una des-
tacada gama de vibraciones, que aparecen como manifes-
taciones de la forma.
2. Deducción o inferencia, el empleo, por parte del conoce-
dor, de la facultad razonadora de la mente, en relación
con lo que no se percibe directamente. Para el estudiante
ocultista es la aplicación de la Ley de Correspondencia o
Analogía.
3. Conocimiento directo del yogui o vidente, centrado en la
conciencia del yo, el ego en su propio plano. Se alcanza
mediante el correcto empleo de la mente, como órgano
de visión y transmisión. Patanjali dice:
"El vidente es puro conocimiento (gnosis), Aunque puro, contem-
pla la idea presentada, valiéndose de la mente". (Libro II, Af. 20).

La deducción no es un método seguro para comprobar el conoci-


miento. Las demás modificaciones se refieren principalmente al
empleo erróneo de la facultad de formar imágenes (imaginación),
a la pasividad autoinducida de la mente (una condición de semi-
trance) y a la retención de formas mentales dentro del aura mental,
por medio de la memoria. Patanjali trata cada una de estas modifi-
caciones en distintos aforismos.

24
Libro I

7. La base del conocimiento correcto es percepción co-


rrecta, deducción correcta y testimonio correcto (o
evidencia exacta).

Uno de los conceptos revolucionarios a que debe ajustarse el estu-


diante de ocultismo es la aceptación de que la mente constituye el
medio por el cual se adquiere el conocimiento. Por lo general en
Occidente se tiene la idea de que la mente es la parte del meca-
nismo humano que utiliza el conocimiento. El proceso de "dar
vueltas y vueltas a una idea", de esforzarse en resolver problemas
mediante una intensa tarea mental, nada tiene que ver con la fun-
ción del desenvolvimiento del alma. Es sólo una etapa preliminar,
y debe ser reemplazada por otro método.
Quien estudia raja yoga debe comprender que la mente está desti-
nada a ser un órgano de percepción; sólo así comprenderá correc-
tamente esta ciencia. El proceso a seguir, en relación con la men-
te, podría describirse más o menos como:
1. Correcto control de las modificaciones (o actividades) del prin-
cipio pensante.
2. Estabilización de la mente y su consiguiente empleo por el al-
ma, como órgano de visión, un sexto sentido, y la síntesis de
los otros cinco sentidos.
Resultado: Conocimiento correcto.
3. Correcto uso de la facultad perceptiva, de modo que el nuevo campo
de conocimiento, con el cual se hace contacto, sea visto tal cual es.
4. Lo percibido es interpretado correctamente, con la consiguien-
te aprobación de la intuición y la razón.
5. Correcta transmisión al cerebro físico de lo percibido; el testi-
monio del sexto sentido es interpretado correctamente y la
evidencia trasmitida con exactitud esotérica.
Resultado: Reacción correcta del cerebro físico al conoci-
miento trasmitido.

25
Libro I

Una vez estudiado y seguido este proceso, el hombre, en el plano


físico, se da cuenta cada vez más, de las cosas del alma y de los
misterios del reino del alma o del "Reino de Dios". Se le revela
todo cuanto atañe al grupo, y descubre la naturaleza de la con-
ciencia grupal. Se observará que estas reglas, incluso ahora, son
consideradas premisas esenciales, cuando se necesita un testimo-
nio exacto, respecto a los asuntos mundiales. Si estas reglas se
aplican al mundo de actividad psíquica (inferior y superior) con-
seguiremos simplificar la actual confusión. En un antiguo libro,
escrito para discípulos de cierto grado, aparecen las palabras da-
das a continuación, de valor para los discípulos probacionistas y
aceptados. La traducción es libre pero imparte el sentido.
"Quien mira hacia afuera, debe tener cuidado de que a través
de la ventana pase la luz del sol. Si lo hiciera antes del ama-
necer (de su esfuerzo A. A. B.), debe recordar que el orbe aún
no ha salido, no puede percibir los claros perfiles y los espec-
tros y sombras, los espacios sombríos y áreas oscuras todavía
confunden su visión."

Al final de este párrafo tenemos un símbolo curioso, que imparte


a la mente del discípulo esta idea: "Guarda silencio y reserva tu
opinión".

26
Libro I

8. El conocimiento incorrecto se basa en la percepción


de la forma y no en el estado del ser.

Este aforismo es algo difícil de explicar.


La otra clase de vrittis consiste en confundir una cosa con otra,
como el nácar con la plata o la leche con la lechada de cal.
Su significado es: Conocimiento, deducción y decisión, basados
en las cosas externas y en la forma, a través de la cual la vida se
expresa en cualesquiera de los reinos de la naturaleza, constitu-
yendo para el ocultista un conocimiento falso y no veraz.
En la actual etapa del proceso evolutivo no hay forma alguna que
esté a la altura de la vida inmanente, ni es una expresión adecuada
de la misma. Ningún verdadero adepto juzga una expresión de la
divinidad por medio del tercer aspecto. Raja yoga entrena al hom-
bre para actuar en el segundo aspecto y por su intermedio ponerse
en armonía con la "verdadera naturaleza" latente en toda forma.
El "Ser" es la realidad esencial y todos los seres se esfuerzan por
alcanzar esta expresión real.
Por lo tanto, todo conocimiento adquirido por medio de las facul-
tades inferiores, basado en el aspecto forma, es conocimiento in-
correcto.
¿Porqué (el conocimiento erróneo) no es un conocimiento válido?
Porque desaparece mediante el conocimiento cierto de la cosa que
en realidad existe. En otras palabras, el objeto del conocimiento
cierto o probado (pramāṇa) es la cosa tal como es (en su verdade-
ra naturaleza). La razón por la que la ilusión no es un conocimien-
to cierto estriba en que lo contradice. Así, por ejemplo, la visión
de una doble luna desaparece cuando en realidad se contempla la
existencia de una única luna.

27
Libro I

El conocimiento erróneo se fundamenta en la quíntuple igno-


rancia, o sea, en las cinco causas de aflicción (kleśas):
avidya (ignorancia existencial),
asmita, (conciencia de sí mismo),
raga (deseo),
dvesa (rechazo) y
abhinivesa (apego a la existencia y miedo a la muerte).

La ilusión es una idea que solo tiene semejanza con la cosa que
en ese momento percibimos y que se asocia con el recuerdo de
otra cosa percibida anteriormente, la cual surge con apariencia
de certidumbre. La duda aparece en la persona que pretende
conocer algo sobre la base de la semejanza que hay entre dos
cosas; la duda surge solo ante el recuerdo de objetos individua-
les previamente percibidos. Con la ilusión, uno de los recuer-
dos se manifiesta de forma concluyente. La idea ilusoria o
errónea surge como algo parecido a un recuerdo que posee gran
semejanza y conformidad con alguna otra cosa (que ahora esta-
mos percibiendo) y se manifiesta claramente como existente.
Sólo el alma percibe correctamente; sólo el alma tiene el poder
de ponerse en contacto con el germen o principio budi (el prin-
cipio crístico, en terminología cristiana) que reside en el co-
razón de cada átomo, ya sea el de la materia, investigado en el
laboratorio del científico; el átomo humano, en el crisol de la
experiencia diaria, el átomo planetario, dentro de cuyo círculo
infranqueable todos nuestros reinos de la naturaleza están con-
tenidos, o el átomo solar, Dios en manifestación por medio de
un sistema solar. Cristo ―sabía lo que había en el hombre", en
consecuencia, pudo ser un Salvador.

28
Libro I

9. La fantasía descansa sobre imágenes que no tienen


existencia real.

Esto significa que tales imágenes, sin existencia real, son conjura-
das por los hombres mismos, construidas en sus propias auras
mentales y energetizadas por su voluntad o deseo y se desvanecen
en cuanto se dirige la atención a otras cosas.
“La energía sigue al pensamiento”,
es uno de los principios básicos del sistema de raya yoga, e inclu-
so es aplicable a las imágenes de la fantasía, las cuales pueden
dividirse en tres grupos, que el estudiante hará bien en considerar:
1. Las formas mentales que él construye, de vida efímera, que
dependen de la calidad de sus deseos, por no ser buenas ni
malas, superiores ni inferiores, pueden ser vitalizadas tanto
por las tendencias inferiores como por las aspiraciones idea-
listas y todas las etapas intermedias que existen entre estos
extremos. El aspirante debe cuidarse de no confundirlas con la
realidad. Una ilustración cabría aquí, respecto a la facilidad con
que las personas creen haber visto a alguno de los Hermanos o
Maestros de Sabiduría, sin embargo, todo lo que han percibido
es una forma mental de uno de Ellos, debido a que el deseo es
el padre del pensamiento, son víctimas de ese tipo de percep-
ción incorrecta, que Patanjali denomina "fantasía".
2. Las formas mentales creadas por la raza, la nación, el grupo u
organización y las formas mentales grupales de cualquier tipo
(desde la forma planetaria, hasta la de un grupo de pensado-
res), constituyen la suma total de la "Gran Ilusión". Aquí hay
un indicio para el estudiante sensato.

También tenemos otra interpretación que dice: La ilusión verbal


proviene de palabras sin su correspondiente realidad. Esto es otra
clase de vrittis llamada en sánscrito vikalpa. Si al oír una palabra

29
Libro I

inducimos de ella inmediatamente una conclusión sin detenernos a


considerar su significado, denotaremos con ello debilidad mental.
Así se comprende la teoría de la disciplina de la mente.
Cuanto más débil "es el hombre, menos refrena su mente. Cada
cual se ha de examinar en esta piedra de toque. Cuando os sintáis
propensos a la ira o a la aflicción, deteneos a discurrir, cómo es
que algo nuevo que os ha sobrecogido agita vuestro ánimo.
―Todos nosotros poblamos nuestro curso en el espacio con las hues-
tes de creaciones de nuestros pensamientos‖ dice el Maestro K. H.
La totalidad de nuestro yo y de nuestro mundo interior está poblada
con nuestras propias proyecciones mentales. Son creadas por nues-
tros propios conceptos y deseos, y desaparecen cuando nuestra aten-
ción se aparta de ellas. ―La energía sigue al pensamiento‖. Las for-
mas mentales tienen vida evanescente y dependen de la calidad del
deseo. El aspirante no ha de confundirlas con la realidad, pues el
deseo es padre de la forma mental. Si las confundimos con la reali-
dad nos hacemos víctimas de esa percepción incorrecta que Patan-
jali llama ―fantasía‖. Las formas mentales en conjunto constituyen
―la gran ilusión‖.
Esa forma mental creada por el hombre, cuando apareció por pri-
mera vez en forma física, fue denominada el "Morador en el Um-
bral‖. Al ser creada por el yo personal inferior y no por el alma,
es perecedera y se mantiene unida por la energía inferior del
hombre. Cuando el hombre empieza a actuar como alma, la "ima-
gen", creada por su fantasía o por reacción a la ilusión, se disipa
mediante un supremo esfuerzo. Termina su existencia real cuando
nada en el aspirante la nutre; la comprensión de esto permite libe-
rarse de tal esclavitud. Este aforismo, aunque aparentemente bre-
ve y sencillo, tiene un significado muy profundo; es estudiado por
los altos iniciados que están aprendiendo a conocer la naturaleza
del proceso creador del planeta y se ocupan de disipar el maya
planetario.

30
Libro I

10. La pasividad (sueño) está basada en el estado pasivo


de los "vrittis" (o en la no percepción de los senti-
dos).

En la vida vigilica tenemos dos corrientes de percepción: una ex-


terna de cosas psíquicas vistas y oídas, y; otra interna de figuras
mentales y pensamientos. La corriente externa cesa en el sueño, la
interna continúa, y observando como las figuras mentales flotan
en la mente, ―soñamos‖.
Quizás sea necesario explicar la naturaleza de los "vrittis‖; son
esas actividades de la mente cuyo resultado es la relación cons-
ciente entre el órgano del sentido empleado y lo percibido. Aparte
de cierta modificación del proceso mental o afirmación del "yo
soy yo", los sentidos pueden estar activos y, no obstante, el hom-
bre ser inconsciente de ello. Se da cuenta de que ve, gusta u oye;
dice ―yo veo", "yo gusto", "yo oigo".
La actividad de los "vrittis" (o las percepciones mentales que tie-
nen relación con los cinco sentidos) le permiten conocer este
hecho. Abstrayéndose de la percepción activa de los sentidos, no
utilizando la conciencia "dirigida hacia afuera", sino llevándola de
la periferia al centro, puede producir un estado de pasividad -la
carencia de percepción que no es el samadhi del yogui ni el logro
de la centralización a que aspira el estudiante de yoga, sino una
especie de trance. Este aquietamiento autoimpuesto no sólo es un
entorpecimiento para llegar a la yoga más elevada, sino que, en
muchos casos, es excesivamente peligroso. Los estudiantes deben
recordar que la meta de la yoga es la actividad correcta de la mente y
su correcto empleo, y que el estado denominado "mente en blanco" y
la receptividad pasiva en la cual está interrumpida o atrofiada toda
relación sensoria, no forman parte del proceso. El sueño a que se
refiere el aforismo no es el adormecimiento del cuerpo, sino el de los
"vrittis". Es la negación del contacto de los sentidos, sin que el sexto
sentido, la mente, los haya reemplazado en su actividad. En esta con-

31
Libro I

dición de sueño el hombre es propenso a las alucinaciones, impresio-


nes erróneas, obsesiones y al engaño.
En estado despierto se encuentran activos tanto los órganos de los
sentidos y de la acción como el asiento del pensamiento. En el
estado dormido sólo continúa activo el asiento del pensamiento, el
cual cesa también su actividad durante el sueño profundo. El sen-
timiento de insensibilidad que aparece en el cuerpo justo antes de
dormir es la inercia o tamas. En algunos casos, durante las pesadi-
llas se activan los órganos de los sentidos pero no los de la acción.
Se puede oír y ver parcialmente pero no se puede uno mover, co-
mo si el cuerpo estuviese congelado. Esta sensación de estar in-
movilizado es el tamas anterior. La modificación mental que oca-
siona este tamas es el sueño. Puesto que la actividad se encuentra
suspendida durante el sueño debido a la influencia de la inercia
ocasionada por tamas, surge un estado de quietud que es totalmen-
te opuesto al estado de quietud que aparece con la concentración
del yogui. El estado de sueño no produce una quietud voluntaria y
transparente, al contrario que en la concentración. El sueño es
como el agua calma pero turbia, mientras que la concentración es
como el agua calma pero clara.
En algunos casos, durante el sueño existe un sentimiento confuso
que ocasiona el recuerdo de haber dormido. Realmente, al producir-
se el sueño solo queda el sentimiento de haber dormido. El sueño es
un estado relacionado con el poder de retención, o en otras pala-
bras, el sueño es una sensación de languidez que produce un senti-
miento borroso del cuerpo; el conocimiento de tal sentimiento es la
modificación mental denominada sueño (nidrā). Se consigue elimi-
nar la modificación mental debida al sueño profundo con la práctica
de la inmovilidad corporal. Con ello, el sueño, que es una reacción
para compensar el desgaste corporal, se vuelve innecesario. En este
estado de quietud corporal es preciso permanecer en concentración
practicando la atención constante, a fin de descansar también la acti-
vidad cerebral. La principal práctica para vencer nidra se denomina
sattvasamsevana (el cultivo del autoconocimiento). La vigilancia

32
Libro I

constante dirigida hacia la investigación de sí mismo, por ejemplo


―no quiero olvidarme‖, se denomina samprajanya. Únicamente esta
práctica continuada largo tiempo con firmeza día y noche consigue
vencer los velos del nidrā (sueño), conduciendo la mente hacia la
unión o yoga. Alcanzando este estado y superándolo posteriormente
se llega a la concentración perfecta. Igual que se manifiestan poderes
extraordinarios en algunas personas, también se puede lograr la nece-
sidad de no dormir en algunos (no confundir con el insomnio).
Hay varios tipos de sueño, algunos de ellos son:
1. El sueño común del cuerpo físico, cuando el cerebro no res-
ponde a contacto alguno de los sentidos.
2. El sueño de los vrittís, o esas modificaciones de los procesos
mentales que correlacionan al hombre con su medio ambiente,
a través de los sentidos y la mente.
3. El sueño del alma, que (hablando esotéricamente) abarca esa par-
te de la experiencia del hombre, que data desde su primera en-
carnación humana hasta que despierta al conocimiento del plan y
se esfuerza por alinear al hombre inferior con la naturaleza y la vo-
luntad del hombre espiritual interno.
4. El sueño del médium común, donde el cuerpo etérico es parcial-
mente proyectado fuera del cuerpo físico y también separado del
cuerpo astral, produciéndose una condición muy peligrosa.
5. El samadhi o sueño del yogui, producido por el hombre real que
se retira científica y conscientemente de su triple envoltura infe-
rior, a fin de actuar en niveles superiores, antes de prestar un
servicio más activo en los niveles inferiores.
6. El sueño de los Nirmanakayas, un estado espiritual de concentra-
ción y enfoque tan intenso en el cuerpo átmico o espiritual, que se
retira la conciencia externa, no sólo de los tres planos del esfuerzo
humano, sino de las dos expresiones inferiores de la Tríada espiritual.
A los propósitos de su peculiar y específico trabajo, el Nirmanakaya
"está dormido" en todos los estados, menos en el plano átmico.

33
Libro I

11. La memoria es retención de lo conocido.

La memoria concierne a distintos tipos de comprensión, ya sean


activos o latentes; se refiere a la acumulación de ciertos factores
conocidos que pueden ser enumerados como:
1. Las imágenes mentales de lo tangible u objetivo, que el pensador
ha conocido en el plano físico.
2. Las imágenes kama-manásicas (o de deseo-mente inferior) de deseos
pasados y su satisfacción. Esta "facultad de crear imágenes" del hom-
bre común, está basada en sus deseos (elevados o bajos, enaltecedo-
res o degradantes, en su sentido descendente) y la satisfacción cono-
cida de los mismos. Esto atañe a la memoria de un glotón, por ejem-
plo, y su imagen latente de una suculenta comida, o la de un santo
ortodoxo, basada en las imágenes creadas de un beatífico cielo.
3. La actividad de la memoria, resultado del entrenamiento mental;
la acumulación de datos adquiridos, consecuencia de la lectura o
la enseñanza, lo cual no está basado exclusivamente en el deseo,
sino en el interés intelectual.
4. Los diversos contactos que la memoria retiene y reconoce, proce-
dentes de las percepciones de los cinco sentidos inferiores.
5. Las imágenes mentales, latentes en la facultad de recordación, la tota-
lidad del conocimiento adquirido y de la comprensión obtenida por el
empleo correcto de la mente, como sexto sentido. Estos diferentes
tipos de la facultad de recordación deben ser descartados y dejados
de lado totalmente y reconocidos como modificaciones de la mente,
el principio pensante; por lo tanto, forman parte de la versátil natu-
raleza síquica, que debe ser dominada antes de que el yogui se libe-
re de las limitaciones y de toda actividad inferior. Ésta es la meta.
6. Finalmente (no es necesario enumerar subdivisiones más intrinca-
das), la memoria incluye el conjunto de experiencias acumuladas
por el alma en el transcurso de muchas encarnaciones y deposita-
das en la verdadera conciencia del alma.

34
Libro I

Aquí, como antes, explíquese el poder mental en término de imá-


genes mentales, materia en la cual esta construido el mundo
psíquico. Por esto, pues, los sabios enseñan que el mundo de
nuestra percepción, mundo en verdad, de imágenes mentales, no
constituye sino una sombra del real y eterno mundo.

En este sentido la memoria representa la inversión psíquica de


la permanente visión espiritual. Lo que se halla presente siem-
pre al ojo espiritual del Vidente, no necesita ser recordado.
La memoria puede provenir de la correcta percepción, del falso
conocimiento, de la ilusión verbal y del sueño. Cuando, por ejem-
plo, oímos una palabra, produce el mismo efecto que una piedra
arrojada en el lago de Chitta (mente). Levanta sucesivas ondas en
la materia mental, y estas ondas son la memoria. Lo mismo sucede
en el sueño. Cuando la peculiar clase de onda llamada sueño le-
vanta una serie de ondas de memoria, resulta entonces el ensueño.
El ensueño es otra modalidad de onda que en estado de vigilia es
memoria.
Además, todas estas modificaciones mentales (recuerdos) están mez-
cladas con placer, dolor e ilusión. La sensación o experiencia en la
que falta poder para librar al conocimiento del placer o del dolor
es un estado de estupor. Por ejemplo, después de un dolor fuerte
queda una sensación de entumecimiento desprovista de dolor.
Predomina el estupor en calidad de tamas; por este motivo se rela-
ciona con la ignorancia. Toda comprensión se encuentra asociada
con placer, dolor o ilusión, las cuales pueden considerarse, por
tanto, como fluctuaciones del estado mental de conocimiento. El
apego, el rechazo y el miedo, originan procesos mentales relacio-
nados con el propósito, la intención. Andar, soñar y dormir pro-
fundamente ocasionan modificaciones relacionadas con el estado
de retención
Se expone que éste es el último de los vrittís porque puede ser un
efecto de los cuatro anteriores. El compuesto ―objeto experimen-

35
Libro I

tado‖ hace referencia tanto al objeto concreto como a lo que ha


sido experimentado, porque lo que ha sido experimentado no es
necesariamente un recuerdo.
Aunque el objeto no esta presente ante él, el recuerdo tiene, en
virtud de su semejanza, la apariencia de que el objeto esta siendo
percibido. Si la mente recordara directamente los objetos, puesto
que esto son también objetos para el pensamiento, la memoria y el
pensamiento serían idénticos. Pero lo que recuerda la mente es el
pensamiento de los objetos. Al brotar el pensamiento, y mientras
se está produciendo, deja un samskāra (huella) en su poseedor, el
pensador. Este huella se corresponde con su causa y posee dos for-
mas: como cosa y como conocimiento de cosa. La causa de esta
manifestación es el karma (ley de causa y efecto), que es la causa
del pensamiento que deja el huella, cuyo resultado es otra acción
semejante que aparece luego para producir su propio resultado.

Todas estas formas de recuerdo se las debe reconocer por lo que


son (modificaciones de la mente) y partes por tanto de la naturale-
za psíquica versátil que hay que dominar antes que el yogui pueda
esperar alcanzar la liberación.
El Maestro K.H. le dijo al Sr. Sinnett que todos poblamos nuestro
curso en el espacio con las huestes de las creaciones de nuestros
pensamientos. Los sabios enseñan que este mundo no es sino la
sombra del mundo real y perdurable. LA VOZ DEL SILENCIO lo
llama el ―Vestíbulo del Aprendizaje‖ y exhorta al candidato a
atravesar el ―Vestíbulo de Sabiduría‖, y le dice: ―mata en ti mismo
toda memoria de experiencias pasadas. No mires atrás o estarás
perdido‖; recomendación que parece concordar absolutamente
con las enseñanzas de Krishnamurti.
Vyasa dice que hay que detener todas las modificaciones, penosas
o no penosas, pues cuando se las detiene viene el trance cognitivo
o el ultra-cognitivo.

36
Libro I

Práctica y desapego (I.12-I.16)

12. El control de estas modificaciones del órgano interno,


la mente, se logra mediante incansable esfuerzo y
desapego.

1. El órgano interno es la mente. Los pensadores occidentales de-


ben recordar que el ocultista oriental no considera a los órga-
nos como físicos. Su razón estriba en que el cuerpo físico, en su
forma densa concreta, no es considerado un principio, sino
simplemente el resultado tangible de la actividad de los verda-
deros principios. Los órganos (esotéricamente hablando) son
centros de actividad, como la mente, los diversos átomos per-
manentes y los centros de fuerza de las diversas envolturas.
Todos tienen sus "sombras" o resultados objetivos y, estas ema-
naciones resultantes, son los órganos físicos. El cerebro, por
ejemplo, es la "sombra" u órgano externo de la mente; el inves-
tigador descubrirá que el contenido de la cavidad cerebral tiene
una analogía en el plano mental con los aspectos del mecanismo
humano. Debe hacerse hincapié sobre esta última frase, pues
contiene un indicio para quienes son capaces de aprovecharla.
2. Incansable esfuerzo significa literalmente práctica constante,
incesante repetición, esfuerzo reiterado, para imponer un nue-
vo ritmo sobre el antiguo y extirpar hábitos y modificaciones
profundamente arraigados, reemplazándolos por las impresio-
nes del alma. El yogui o Maestro es el resultado de la paciente
persistencia; su éxito es el fruto del constante esfuerzo, basado
en la apreciación inteligente del trabajo a realizar y de la meta a
alcanzar y no de entusiasmos esporádicos.
3. Desapego es lo único que, con el tiempo, permite que todas las
percepciones de los sentidos ejecuten sus legítimas funciones. Por
el desapego hacia esos tipos de conocimiento, con los cuales los
sentidos ponen al hombre en contacto, pierden continuamente su

37
Libro I

aferramiento a él y llega el momento en que se libera y es el amo


de sus sentidos y de todo contacto sensorio. El verdadero desape-
go es mental no físico, de esta manera el vidente utiliza la materia
de una forma correcta, cuando y como quiere, para acrecentar por
ejemplo su eficiencia en el servicio grupal y en empresas grupales.
Para que la mente no tenga apego alguno ha de ser clara, pura y
racional. ¿Por qué hemos de practicar? Porque cada acción agita la
superficie del lago. La vibración se desvanece, y ¿qué queda? Las
impresiones (Samskaras). Cuando la mente retiene gran número de
estas impresiones se aglomeran y forman un hábito. Dícese que "el
hábito es una segunda naturaleza; pero también es la "primera natu-
raleza" y la naturaleza toda del hombre, pues cuanto somos resulta
del hábito. Esto nos conforta, porque en cualquier tiempo podemos
contraer o desechar un hábito. Las vibraciones dejan impresa su
huella al pasar por la mente, y cada impresión o Samskara produce
su resultado. Nuestro carácter es la suma total de estas impresiones
y toma la tónica de la impresión prevaleciente. Si prevalecen las
buenas, el hombre es bueno; si las malas, malvado; si las gozosas,
será dichoso. El único remedio para eliminar los hábitos viciosos es
contrariarlos. Los malos hábitos que dejaron sus impresiones se han
de vencer por medio de hábitos virtuosos. La práctica del bien, la
continua emisión de sanos pensamientos es el único medio de anu-
lar las viles impresiones. Nunca digamos que un malvado es inco-
rregible sin esperanza de remedio, porque solamente representa un
carácter, un manojo de hábitos viciosos que pueden contrariar otros
hábitos virtuosos. El carácter está formado por una repetición de
hábitos, y únicamente puede reformarlo una repetición de hábitos.
La práctica y la renuncia son los medios mas comunes para lograr
la salvación (mokṣa). Todos los métodos se encuentran incluidos
en estos dos, los cuales son específicamente tratados en el
Bhāgavad Gītā. Solo se menciona la práctica del conocimiento
discriminativo porque es la práctica principal. A mayor práctica,
mayor beneficio. El objetivo de la práctica es la concentración con
una poderosa disciplina física, mental y moral. Las dificultades

38
Libro I

que puedan presentarse no deben ocasionar desaliento, sino que


debe proseguirse con firmeza. Muchos, al encontrar dificultades y
sentirse incapaces de dominar el tumulto interior, tratan de conso-
larse con la idea ―Dios me empuja hacia el camino del apego‖. Pero
debe recordarse que, sea bajo la dirección de Dios o de cualquier
otra manera, el resultado de la práctica incorrecta conduce al dolor
y el de la correcta a la felicidad.
La práctica y el desapasionamiento constituyen los dos polos de
cualquier disciplina de yoga. El primero representa el empeño por
realizar el sí mismo mediante técnicas de interiorización y unifi-
cación; el segundo representa la actitud correspondiente de relajar
el ansia por el mundo externo de la multiplicidad. La práctica es el
aspecto positivo del yoga; el desapego o renunciación es el negati-
vo. Los dos se equilibran uno a otro como el día y la noche, la in-
halación y la exhalación. La práctica es el camino de la voluntad; el
desapego y la renunciación, el camino de la indiferencia divina.
Sankara comenta que los seres humanos que viven en el samsāra son
arrastrados por la mente hacia los objetos, como si se encontrasen en
un río. Se dirigen hacia el samsāra y se sumergen en él como dentro
de un océano. Mediante el desapego hay que rechazar esta tendencia
que nos conduce hacia los objetos y orientar el curso favorable de la
corriente, produciendo una contracorriente gracias a la práctica dis-
criminativa. Por tanto, la restricción de los vrittís depende de ambos,
tanto de la práctica como del desapego.
Vyasa dice: que la corriente de nuestros contenidos mentales fluye
de dos maneras: Una busca la meta verdadera de la vida, fluyendo
por el plano del ―conocimiento discerniente‖ (la comprensión in-
teligente de la vida); es la corriente de felicidad; la otra se deja
llevar ciegamente y sin comprender por el curso de la vida, y obli-
ga al continuo renacer y al dolor. La ausencia de deseos ―adelgaza
la corriente‖, la hace más concentrada. A la vez, el continuo ejer-
cicio del discernimiento eleva poco a poco a la mente a la posi-
ción de espectador imparcial de sus pensamientos y experiencias.
De ahí que la Yoga requiera adquirir estas dos características.
39
Libro I

13. El esfuerzo incansable es empeño constante para


restringir las modificaciones de la mente.

Resulta muy difícil traducir el verdadero significado de este afo-


rismo. La idea implicada es el esfuerzo persistente que el hombre
espiritual hace para restringir las modificaciones o fluctuaciones
de la mente y controlar la versátil naturaleza psíquica inferior, a
fin de expresar plenamente su propia naturaleza espiritual. Sólo
así, el hombre espiritual puede vivir cada día la vida del alma en
el plano físico. Charles Johnston, al traducir este aforismo, trata de
darnos este significado en las palabras: "el correcto empleo de la
voluntad constituye un constante esfuerzo por mantenerse en el
ser espiritual".
La idea implicada es imponer a la mente (considerada como sexto
sentido) las mismas restricciones a que están sujetos los cinco
sentidos inferiores: la exteriorización de sus actividades es deteni-
da, evitando que respondan a la atracción o tirón de su propio
campo de conocimiento.
La idea tiene que ser traducida en actitud, intento y acción. Ha
de estar focalizada constantemente en todo lo que hagamos. En
realidad es un esfuerzo intenso para vivir en el presente, en el
aquí y ahora, muy atentos y despiertos. Para la mente no entre-
nada es normal quedar envuelta en un motivo o en la acción al
hablar o al relacionarse con otra persona, o en cualquier circuns-
tancia diaria. Entonces el deber del estudiante de yoga es hacer un
esfuerzo o gesto interno constante para no verse envuelto en esas
redes de inercia hacia el apego e identificación de la personalidad.
El esfuerzo constante en la práctica deviene en costumbre
correcta.
Quizás pensemos que somos criaturas humanas que nos movemos
en la tierra, desamparados, a merced de la formante, del hambre,
de nuestros enemigos y defectos personales. Pues, debemos pen-

40
Libro I

sar de otra manera, debemos pensar que somos inmortales, que


residimos en la Luz, rodeados y sostenidos por poderes espiritua-
les, pues ese pensamiento es mucho más real y cierto que el ante-
rior. El esfuerzo continuo por mantener estos elevados pensamien-
tos despertará en nosotros esas facultades dormidas que nos afir-
mará lo cerca que nos encontramos de lo Eterno de lo Divino. El
axioma fundamental de esta realidad está sintetizada en que… la
energía sigue al pensamiento., y el hombre poco a poco al final se
va convirtiendo en lo que piensa.

Según Ramana Maharsi, la inhibición de los vṛttis "ya está ahí",


no es preciso conseguirla. Lo único que debemos hacer es mante-
nernos fijos en ella; y esta es la estabilidad de la mente La conti-
nuidad de los vṛttis o el río de la conciencia condicionada, no es
un hecho sino una ficción. El hecho es que los vṛttis son disconti-
nuos; que si estamos bastante atentos, vemos que entre dos vṛttis
ocurre un intervalo carente de todo movimiento de la mente, en-
tonces mediante un enérgico esfuerzo interior somos capaces de
permanecer en ese estado supramental consciente.
La práctica no es un ejercicio destinado a conseguir otra cosa dis-
tinta de la propia práctica.

41
Libro I

14. Cuando el objetivo a alcanzar es valorado suficiente-


mente y los esfuerzos para lograrlo continúan persis-
tentemente y sin interrupción, se asegura la estabilidad
de la mente (restricción de los vrittis).

Todos los que practican el Raja Yoga deben ser primordialmente


devotos. Únicamente el amor intenso del alma y todo lo que im-
plica ese conocimiento del alma, puede conducir al aspirante fir-
memente a su meta. El objetivo en vista, unión con el alma y, por
lo tanto, con la Superalma y con todas las almas, debe valorarse
con justeza; debe juzgarse correctamente la razón para lograrlo, y
desearse (o amar) ardientemente los resultados a obtener, antes de
que el aspirante decida hacer el arduo esfuerzo que le proporcio-
nará el control de las modificaciones de la mente y, en consecuen-
cia, de toda su naturaleza inferior. Cuando esta valoración sea
suficientemente exacta y el aspirante pueda persistir sin interrup-
ción en el trabajo de controlar y subyugar, llegará el momento en
que sabrá, acrecentada y conscientemente, el significado - de res-
tringir las modificaciones.
No se logra en un día el dominio de la mente. Se necesita constan-
te y prolongada práctica. Cuando se aplica la repetición de las
buenas obras, continuamente, sin interrupción durante largo tiem-
po, se crea una costumbre de profundas raíces.
Todos los días repetimos los sientes pasos:
1º. Las cosas que nos gustan.
2º. Las cosas a las que somos adictos
3º. Las cosas que son hechas por obligación.

Nuestros gustos y tendencias dependen más de nuestras adiccio-


nes (deseos) que de nuestras necesidades. Esto le proporciona una
energía adicional a nuestra naturaleza inferior. Este es el condi-
cionamiento del karma individual.

42
Libro I

Nosotros podemos romper esta cadena mecánica haciendo repeti-


damente obras buenas y conscientes, estableciendo otro ritmo de
acción superior fin con el propósito de nuestra alma. Esto nos
ayuda en gran medida liberarnos de los grilletes del mal karma
(malas costumbres), liberándonos de nuestra naturaleza inferior.
El esfuerzo por continuar el yoga ha de ser muy positivo y fuerte
hasta que se establezca la nueva costumbre.
Es este aforismo la aplicación de la Voluntad espiritual es la nota
clave para trascender los mecanismos y ritmos erróneos impuestos
por la personalidad del hombre durantes innumerables vidas.

43
Libro I

15. Desapego es liberarse de la apetencia de los objetos


deseados, ya sean terrenos o tradicionales, ahora y
en lo sucesivo.

El desapego puede ser definido como "carencia de sed". Éste es el


exacto sentido oculto, porque implica la idea dual del agua, el
símbolo de la existencia material y del deseo, cualidad del plano
astral, cuyo símbolo también es el agua. En forma curiosa tene-
mos aquí la idea de que el hombre es el "pez". Este símbolo, como
sucede con todos, tiene siete significados, y dos de ellos son apli-
cables aquí:
1. El pez es el símbolo del aspecto Vishnu, el principio crísti-
co, el segundo aspecto de la divinidad, el Cristo en encar-
nación, ya sea el Cristo cósmico (expresándose mediante
un sistema solar) o el Cristo individual, el salvador poten-
cial en cada ser humano, el "Cristo en ti esperanza es de
gloria" Co. 1-27. Si el estudiante analiza lo referente al pez
Avatar de Vishnu, aprenderá mucho más.

2. El pez nadando en las aguas de la materia, ampliación de la


misma idea, ha sido reducido a su expresión actual más evi-
dente, el hombre como personalidad. Donde no hay anhelo
por un objeto ni deseo de renacer (consecuencia del anhelo
por "expresarse en una forma" o manifestación material), se
obtiene la verdadera "carencia de sed"; el hombre liberado
vuelve la espalda a todos las formas de los tres mundos infe-
riores y se convierte en un verdadero Salvador.

En el Bhagavad Gita encontramos las iluminadoras palabras


siguientes:
"Los poseedores de la sabiduría, unidos en la misma visión egoica,
que renuncian a los frutos de sus obras, libres ya de la esclavitud
del renacimiento, llegan al hogar donde no existen tristezas."
44
Libro I

"Cuando tu alma haya ido más allá de la selva de la ilusión, ya


no pensarás qué se debe enseñar o qué se ha enseñado".
"Cuando te hayas alejado de la enseñanza tradicional, tu alma
se mantendrá constante y firme en la visión del alma, entonces
alcanzarás la unión con el alma". (Gita 2: 51, 52-, 53)
J. H. Woods aclara esto en su traducción del comentario de Veda
Vyasa, que se incluye aquí:
“Desapasionamiento es ser consciente que es Maestro aquel
que ya no está Sediento por objetos visibles o revelados".
“La sustancia mental (chitta) -si ya no está sedienta por objetos
visibles como mujeres, alimento, bebida o poder, ni tampoco por
el objeto revelado (en los Vedas), tal como: alcanzar el cielo, la
desencarnación o la disolución en la materia primaria, aunque
esté estando en contacto con objetos supernormales o no, por
virtud de su elevación será consciente de lo inadecuado de los
objetos, llega a tener conciencia de ser Maestro".

La palabra "tradicional" aleja el pensamiento del estudiante de lo


que comúnmente se considera objeto de percepción sensoria, y lo
lleva al mundo de las formas mentales, a la "selva de la ilusión",
construida por las ideas que tiene el hombre acerca de Dios, del
cielo o del infierno. La sublimación de todo esto y su expresión más
elevada, en los tres mundos, es el "devachan", meta de la mayoría
de los hijos de los hombres. La experiencia devachánica debe tras-
formarse, con el tiempo, en comprensión nirvánica. Será de valor
que el estudiante recuerde que el cielo, objeto del deseo aspiracio-
nal, consecuencia de las enseñanzas tradicionales y de las formula-
ciones de los credos doctrinales, tiene para el ocultista varios signi-
ficados. A fin de obtener una mayor comprensión, serán útiles las
siguientes definiciones:
1. El cielo, ese estado de conciencia en el plano astral, concre-
ción de los anhelos y deseos del aspirante por descanso, paz

45
Libro I

y felicidad. Se basa en las formas que adopta el goce". Es


una condición de gozo sensorio, y es construido particular-
mente por cada individuo para sí, y tan variado como perso-
nas participen de él. Para alcanzar el cielo se debe practicar el
desapego. Existe la creencia de que es disfrutado por el yo in-
ferior y por el hombre despojado sólo de su cuerpo físico, an-
tes de pasar del cuerpo astral al plano mental.
2. El devachan, ese estado de conciencia en el plano mental, al
cual pasa el alma desprovista de su cuerpo astral, actúa en su
cuerpo mental o está limitada por él. Es de orden superior al
cielo común; la bienaventuranza que en él se disfruta es más
mental de lo que entendemos comúnmente por esa palabra;
no obstante, se halla todavía en el mundo inferior de la forma
y será trascendido una vez practicado el desapego.
3. El Nirvana, esa condición a la cual pasa el adepto, cuando los
tres mundos inferiores ya no están "apegados" a él, en razón
de sus inclinaciones o karma, y lo experimenta después que:
a. ha pasado ciertas iniciaciones,
b. se ha liberado de los tres mundos y
c. ha organizado su cuerpo erístico.

Estrictamente hablando, los adeptos que han obtenido el desape-


go, pero han decidido sacrificarse y morar entre los hijos de los
hombres, a fin de prestarles servicio y ayuda, no son técnicamente
nirvánicos, sino Señores de Compasión, comprometidos a ―sufrir"
y someterse a ciertas condiciones, análogas (aunque no idénticas)
a las que rigen a los hombres apegados aún al mundo de la forma.
Desprendimiento, desapego, es libertad consciente de la sed de
goces externos o internos, entonces el yogui no anhela ninguno de
los goces de la tierra, ambición, poder, riqueza, triunfos, amor
personal. Ni tampoco los goces y el reposo del cielo. Verdadera-
mente encuentra su paz en la Voluntad de la Vida.

46
Libro I

Las palabras del Maestro K. H. a Krishnaji acuden aquí a la men-


te: ―Pero hay algunos que desechan la busca de objetivos terrena-
les sólo con el fin de ganar el cielo, o para alcanzar la liberación
del renacimiento; en este error no debes caer. Si te has olvidado
enteramente del yo, no podrás estar pensando en cuándo deberá
quedar libre ese yo, o qué clase de cielo tendrá. Recuerda que
TODO deseo egoísta ata, por elevado que pueda ser su objeto”.
O, como decía Sócrates: ―Cuanto menos necesites, más te acer-
carás a los dioses, quienes nada necesitan‖.
Saber que las cosas ya no nos sujetan, nos da una gran sensación
de poder. Vyasa lo expresa muy vívidamente al decir: ―La con-
ciencia de poder es igual a la conciencia de indiferencia al goce de
las cosas‖ y agrega que esto se consigue por comprensión verda-
dera, por iluminación mental.
Vyāsa comenta sobre este aforismo: El desapego es la conciencia
de autodominio que posee quien no tiene deseo por ningún objeto
visto ni oído. Es la conciencia de quien permanece inalterado ante
objetos vistos, como objetos sexuales, alimentos, bebidas o poder, y
ante objetos o estados descritos, como la obtención del paraíso, el
estado de los dioses. Se es íntimamente consciente de los defectos
de estos objetos gracias al logro del conocimiento discriminativo
obtenido mediante la meditación, y se permanece completamente
libre de su influencia e indiferente ante los pares de opuestos; esta
conciencia de autodominio que no acepta ni rechaza cosa alguna, es
un estado de buddhi (iluminación) libre de apego.
Sankara comenta: "por el poder de la meditación", es decir, que
debe practicar la meditación para ver sus defectos; "el que perma-
nece completamente impasible", es decir, que no reacciona frente
a los objetos aunque se halle frente a ellos, sean terrenales o celes-
tiales. Igual que un cristal no toma el color de los objetos que
están detrás de él, del mismo modo su mente se encuentra li-
bre de la pasión hacia ellos".

47
Libro I

Debemos comprender correctamente que el deseo de la sensación


es el deseo de la excitación, el sufrimiento penoso y esclavo de la
vida eterna del alma. El sentimiento de verdadera vida viene desde
el espíritu el cual es invocado mediante el profundo silencio de la
naturaleza inferior.
Practicar ―La Divina Indiferencia‖ es la clave.

48
Libro I

16. La consumación de este desapego da por resultado el


exacto conocimiento del hombre espiritual, liberado
de las cualidades o gunas.

En este aforismo hay que considerar varios puntos:


1. Que el hombre espiritual es la mónada.
2. Que el proceso evolutivo, llevado a su culminación, no sólo libera
al alma de las limitaciones de los tres mundos, sino también al
hombre espiritual, de todas las limitaciones, incluso la del alma
misma. La meta es el estado amorfo, o la liberación de la manifes-
tación objetiva y tangible. Su significado real se hace evidente a
medida que el estudiante recuerda que espíritu y materia son uno
en manifestación, por ejemplo, nuestros siete planos son los siete
subplanos del plano cósmico inferior, el físico. En consecuencia
sólo en el "momento del fin" y en la disolución del sistema solar,
quedará revelado el verdadero significado del estado amorfo.
3. Los gunas son las tres cualidades de la materia; los tres efectos
producidos cuando la energía macrocósmica, la vida de Dios que
sobrevive independientemente de la apropiación de la forma,
activa o energetiza la sustancia.

Estas tres cualidades o gunas, son:

Energía del
1. Sattva: Ritmo, vibración armónica Mónada
Espíritu
Energía del
2. Raja: Movilidad o actividad Ego
Alma
Energía de la
3. Tamas: Inercia Personalidad
materia

Las tres corresponden a la cualidad de cada uno de los tres aspec-


tos que expresan la Vida Una.

49
Libro I

Influido por las TRES GUNAS o Cualidades de la Materia, se


mueve desordenadamente el hombre en todas direcciones.
El Hombre Interno, el Morador del Cuerpo se halla bajo el dominio
de las GUNAS. Ya que éstas forman las TRES SUSTANCIAS BÁSI-
CAS o PRIMARIAS sobre la que se mantiene en existencia objetiva
nuestro Universo. Estas tres gunas forman la FORMA de toda exis-
tencia creada. La existencia y la combinación de las tres gunas
constituyen el universo manifestado y con las cuales se identifica el
hombre. Las gunas, con las que convive, le ofuscan y alucinan,
perdiendo por ese hecho todo reconocimiento de su verdadero Ser.
Las TRES actúan y operan en todas direcciones, y por lo tanto es
necesario EQUILIBRARLAS y SUBYUGARLAS. El Morador y
Señor del cuerpo debe ser su Soberano dueño y distinguirse de las
GUNAS, a cual efecto ha de conocer las funciones del cuerpo y
gobernar y dirigir sus actividades. Esto naturalmente se logra tras
muchas vidas de trabajo y esfuerzo.
Consideremos ahora, en primer lugar, cada GUNA por separado y
veamos cómo puede el hombre aprovecharse de ellas para su de-
sarrollo humana y espiritual:
TAMAS (inercia, estabilidad)
Las funciones de la Cualidad TAMÁSICA, son equivalentes a:
INERCIA, TINIEBLAS, IGNORANCIA, PEREZA, DESIDIA o NE-
GLIGENCIA. Es un estado en que la mente se encuentra en un esta-
do letárgico, egoísta y nublado. El estado tamásico predomina en
nosotros cuando notamos que nos falta energía, estamos angustia-
dos, sentimos miedo o somos perezosos. Ahora, ¿qué servicio pue-
de prestar esta cualidad a la evolución humana?, ¿qué utilidad tiene
esta Guna, en el desenvolvimiento del hombre? Su utilidad consiste
en que obra como una resistencia a la que se ha de combatir y ven-
cer, de modo que en la lucha se vigorice y fortalezca la fuerza de
voluntad, logrando el dominio y la disciplina del propio combatien-
te. Puede compararse el servicio del TAMAS en la evolución del

50
Libro I

hombre, a una maza o las pesas en los ejercicios atléticos. De aná-


loga manera el Temas -negligencias, ignorancia o inercia-, intervie-
nen en la evolución, pues el hombre ha de vencer tan contraria cua-
lidad y desarrollar su fuerza en la lucha, entonces el ALMA se ro-
bustece y triunfa sobre la negligencia, la desidia y la oscuridad, esta
es la índole de la cualidad tamásica.
Así vemos que los Ritos y Ceremonias Religiosas se han estable-
cido con el propósito de vencer la Cualidad Tamásica, pues en gran
parte sirven para adiestrar al hombre en combatir la pereza, indo-
lencia y apatía de su naturaleza inferior, imponiéndole ciertos de-
beres que ha de cumplir en determinado tiempo, tanto si le viene o
no de grado el cumplirlo en el tiempo prescrito, así pues, obligán-
dole a ―deberes prefijados‖, se le excita a vencer la pereza, dili-
gencia y obstinación de su naturaleza inferior y se le impulsa a
seguir EL SENDERO determinado por la Voluntad.

RAJAS (movilidad o actividad)


El estado rajásico es el contrario al tamásico. Es un estado en el que
predomina la energía, el deseo, la excitación. Dicho estado es el
mayor mal de las sociedades occidentales y en general de nuestro
mundo globalizado. Todos tenemos prisa, vivimos estresados, no
nos concedemos ni un respiro debido al ritmo frenético que nos
impone la ―vida moderna‖. Nuestro estado de ―alerta‖ es constante,
y la presión que ejercemos sobre nuestros nervios es tan grande
que, en ocasiones afecta a nuestro estado físico (problemas digesti-
vos, cefaleas, desórdenes del sueño) y psicológico (depresión, cua-
dros de ansiedad, etc).
Si consideramos la cualidad de Rajas, vemos en la demostración de
la vida moderna cómo la actividad, tan viva en el mundo moderno,
pues se manifiesta en todo sentido y mueve las manifestaciones,
fenómenos y resultados materiales de la vida ordinaria, puede ser
gradualmente dirigida, disciplinada y depurada hasta el extremo de
quitarle todo poder de estorbar a la Real manifestación del Yo Di-

51
Libro I

vino. El objeto es reemplazar la concupiscencia por el deber. El


hombre actúa para dar satisfacción a su naturaleza inferior, con el
DESEO DE OBTENER FRUTO DE SUS ACCIONES, con la esperanza
de recompensa, porque apetece de dinero para gozar de la vida mate-
rial y satisfacer sus bajos instintos. Todas estas actividades de la
CUALIDAD RAJÁSICA tienen por fin el Contentamiento de la natu-
raleza Inferior, y para disciplinarla y regularla de modo que sirvan al
propósito del YO SUPERIOR, se le enseña a reemplazar la concupis-
cencia por el deber, practicando toda acción porque debe practicarla,
y voltear la Rueda de la Vida porque le incumbe voltearla, al efecto
de que pueda él obrar como Krishna ―dice de sí mismo que obra, esto
es, no porque haya de ganar cosa alguna, ni en este mundo ni en el
otro, sino porque sin su acción dejaría de ser el mundo lo que es, y
se paralizaría el giro de la Rueda‖.
El deber ha de sustituir a la propia satisfacción. Primero aprende el
hombre a cumplir la acción como DEBER DE SACRIFICIO y pago de
una DEUDA al mundo en que vive, después, es la GOZOSA donación
de todo cuanto el hombre tiene para dar. Entonces el hombre se en-
trega con todas sus potencias y actividades, no ya deseoso de dar
parte de lo que posee en pago de una deuda, sino que él mismo es la
dádiva de su donación. Cuando llega a este punto, realiza el YOGA.
Así se ha dicho que a cada hombre le incumbe cumplir su propio
deber o DHARMA. Vale más cumplir nuestro deber, aunque imper-
fectamente, que entrometerse en cumplir el deber ajeno. Por eso el
lugar de su nacimiento es el más necesario para cada cual, porque allí
aprenderá lo que mejor le conviene saber. Cumplir con nuestro deber
sin preocuparnos por las consecuencias, no esperar los frutos de la
acción, y entonces aprenderemos la Lección de la vida y daremos
nuestros primeros pasos en el Sendero del Yoga. El deber entonces
es trasmutado en natural expresión y espontaneidad del alma.
Así, primero obran los hombres por interés personal y de este
modo adquieren experiencia. Después aprenden a obrar por de-
ber y con ello inician la práctica del yoga en su vida diaria. Por

52
Libro I

último, su acción es un gozoso sacrificio sin pedir nada en recom-


pensa, sino al contrario, dar y entregar cuanto poseen para el
cumplimiento de la obra divina. Y así realizan la unión con dios."

SATTVA -Ritmo o vibración armónica-


El estado sattvático o sattvas, surge cuando se unen en una entidad
en perfecta armonía los elementos rajásicos y tamásicos. Este es el
estado que combina lo mejor de los dos estados anteriores, el que
nos permite vivir una vida armónica. Nos convierte en personas
relajadas pero energéticas, confiadas y conformes pero también
innovadoras y creativas, comprometidas pero desapegadas. En
definitiva, sattvas es el ideal al que todos aspiramos, la cualidad
que nos introduce en una meditación armónica.
Como ya hemos dicho, el Karma-yoga consiste en el entrenamien-
to de estas "GUNAS". TAMAS actúa como una fuerza contra la
cual hay que luchar para sobrepasarla a fin de que pueda ser edu-
cida la FORTALEZA, desarrollando el poder de la Voluntad, y
adquiriendo dominio sobre sí mismo. Después, RAJAS o movili-
dad, es la que impulsa a un constante esfuerzo, apresurado y afa-
noso, para producir resultados materiales y satisfacer la naturaleza
inferior, ha de ser bien dirigida, purificada y trasmutada en
SATTVA (ritmo o armonía) para que sirva a los propósitos del YO
SUPERIOR. Así es como, en estos primeros pasos, se dirige el
estudiante hacia el Verdadero Discipulado, conduciéndole al en-
cuentro del MAESTRO, hacia el recinto Interno del Templo.
Recordemos cómo Shri Krishna señala las características del hom-
bre que ha trascendido las GUNAS y es capaz de beber el néctar de
la Inmortalidad, de reconocer al Supremo y de unirse con ÉL. Y en
este estado de conciencia Elevada, confiado mira todas las cosas de
IGUAL manera, el barro de la tierra y la barra de oro, al amigo y al
enemigo. Para todos es el mismo, porque ha trascendido las GU-
NAS y ya no le alucina su acción. Tal es la META a que aspiramos.

53
Libro I

Significa la culminación del desapego aplicado al macro o al mi-


crocosmos. Se han utilizado los tres gunas; se ha adquirido plena
experiencia por el empleo de la forma; se ha desarrollado concien-
cia, percepción o comprensión, mediante el apego a un objeto o
forma; se han utilizado todos los recursos, y al hombre espiritual
(logoico o humano) ya no le sirven ni los necesita. Por lo tanto
queda liberado de las gunas, de tomar forma, como resultado del
apego, y puede entrar en un nuevo estado de conciencia, acerca del
cual es inútil especular.
El supremo desapego no es resultado de una decisión, sino que
surge de un estado místico. Las cualidades del mundo exterior no
desaparecen, pero pierden su poder de atracción. Este elevado
nivel de desapego extiende el dominio de los objetos vistos y oi-
dos (I.15) y contempla las cualidades constituyentes de la natura-
leza como un todo. Para tal nivel de desapego, la simple supresión
del deseo no es suficiente. Tiene que haber una ausencia de deseo
por las cualidades o estados psicológicos de inercia y actividad, e
incluso por el estado de claridad. Tal desapego existe en quien se
ha revelado una presencia suprema. Esta presencia interna supe-
rior hace que las manifestaciones mundanas sean muy relativas.
La revelación del principio espiritual es lo que conduce a la
ausencia del deseo, y no al revés.
Se considera este desapego como superior porque sobreviene des-
pués del primero, porque su objeto y su causa son superiores al
primero y porque es el más próximo a la liberación. Su causa es el
conocimiento de purusa (espíritu puro o del vidente) y su objeto
es superar incluso el deseo de los gunas.
Según la filosofía yoguista, la naturaleza entera está constituida por
tres fuerzas o cualidades que son: Tamas, Rajas y Sattva. Estas tres
cualidades se manifiestan respectivamente en el mundo físico - como
ignorancia o inactividad; atracción y repulsión; y equilibrio entre
ambas. Todas las cosas, todos los objetos, todas las manifestaciones

54
Libro I

de la Naturaleza son combinaciones y recombinaciones de estas tres


fuerzas. La filosofía sankhya ha dividido la Naturaleza en varias ca-
tegorías. El Ser del hombre transciende todas estas categorías. Está
más allá de la Naturaleza. Es efulgente, puro y perfecto. Cuanto ob-
servamos de inteligente en la Naturaleza no es más que un reflejo de
dicho Ser en la Naturaleza. De por sí es la Naturaleza insenciente.
Hemos de tener en cuenta que el concepto de Naturaleza incluye
también la mente, pues la mente y el pensamiento pertenecen a la
Naturaleza, y desde el pensamiento hasta la más grosera forma de
materia, todo, todo pertenece a la Naturaleza, a la manifestación de
la Naturaleza.
La Naturaleza envuelve al Ser del hombre, y cuando la Naturaleza
substrae la envoltura del Ser, aparece el Ser en su propia gloria. El
desapego, tal como lo describe el aforismo 15, como el dominio
sobre los objetos de la Naturaleza, es la más poderosa ayuda hacia
la manifestación del Ser. Et aforismo siguiente define la perfecta
concentración (Samadhi) que es la meta del yogui.

55
Libro I

Tipos de interiorización (I.17-I.18)

17. La conciencia de un objeto se obtiene concentrándose


en su cuádruple naturaleza: la forma, por un examen
de la misma; la cualidad (o guna), por participación
discriminativa; el propósito, por inspiración (o beati-
tud), y el alma, por identificación.

Será evidente por lo tanto que la afirmación, "Como un hombre


piensa, así es él" (Pro. 23: 7) está basada en hechos ocultos. Toda
forma, de cualquier tipo, posee un alma; tal alma o principio cons-
ciente, es idéntica a la de la forma humana; idéntica en su natura-
leza, aunque no en su grado de desarrollo y alcance. Esto atañe
también a las grandes Vidas o Existencias superhumanas, en las
cuales el hombre "vive, se mueve y tiene su ser" (Hc. 17:28) y cuyo
estado de desarrollo el hombre aspira alcanzar.
Cuando el aspirante selecciona con cuidado los "objetos" sobre los
cuales va a meditar, construye por su intermedio una escalera,
mediante la cual llega oportunamente a lo sin objeto. A medida
que su mente asume progresivamente la actitud meditativa del
alma, el cerebro también va siendo subyugado por la mente, así
como la mente lo es por el alma. De esta manera el hombre infe-
rior se identifica gradualmente con el hombre espiritual, quien es
omnisciente y omnipresente. Esta actitud meditativa se alcanza
por un cuádruple proceso:
1. Meditación sobre la naturaleza de una forma determinada. A
medida que cavila sobre la fórmula, comprende que es sólo el
símbolo de una realidad interna, pues todo mundo objetivo
tangible está construido de formas de algún tipo (humanas,
subhumanas y superhumanas), las cuales expresan la vida de
una legión de seres sensibles.

56
Libro I

2. Meditación sobre la cualidad de cualquier forma particular, a


fin de llegar a apreciar su energía subjetiva. Debe tenerse en
cuenta que la energía de un objeto puede ser considerada como
el color de ese objeto, de allí que son iluminadoras las palabras
de Patanjali (1V.17) y sirven de comentario a este segundo pun-
to, al cual se lo denomina "participación discriminadora", y por
su intermedio el estudiante llega a conocer la energía en sí mis-
ma, que es una con el objeto de su meditación.
3. Meditación sobre el propósito de cualquier forma particular.
Esto implica la consideración de la idea que reside detrás de
cualquier forma de manifestación o que subyace en ella, y el
despliegue de energía. Esta comprensión lleva al aspirante
hacia un conocimiento de esa parte del plan o propósito del
Todo, factor motivador de la actividad de la forma. Así por me-
dio de la parte se establece contacto con el Todo, y tiene lugar
una expansión de conciencia, que implica beatitud o gozo. La
beatitud sigue siempre a la realización de la unidad de la parte
con el Todo. Al meditar sobre los tattvas, las energías o princi-
pios, o sobre los tammatras, o elementos componentes de
espíritu-materia, se obtiene conocimiento del propósito o plan
para las manifestaciones micro o macrocósmicas, y con este
conocimiento llega la beatitud. En los tres tipos de meditación
tenemos la analogía de los tres aspectos: espíritu, alma y cuer-
po, y es un estudio iluminador para el sensato estudiante.
4. La meditación sobre el alma, sobre el Uno que utiliza la forma,
que la energetiza hasta entrar en actividad y actúa de acuerdo al
plan. Siendo esta alma, una con todas las almas y con la Superal-
ma, se subordina al plan uno y es consciente del grupo. Así, me-
diante estas cuatro etapas de meditación sobre un objeto, el aspi-
rante llega a su meta, al conocimiento del alma y de los poderes
de la misma. Se identifica conscientemente con la realidad una, y
lo hace en su cerebro físico. Descubre que él mismo es esa verdad,
verdad oculta en cada forma y en todo reino de la naturaleza. Así
obtiene oportunamente (una vez alcanzado el conocimiento del
alma) el conocimiento de la Omnialma y llega a ser uno con ella.

57
Libro I

La práctica perseverante y el desapego preparan la mente para pasar


de la dispersión mental a la contemplación sobre un objeto. Esta
contemplación pasa cronológicamente por cuatro estados. La con-
templación no es un estado de vaciedad o nadeidad —mas bien todo
lo contrario. En contemplación se percibe la realidad profunda —la
esencia del objeto— que sirve como punto de partida para la medi-
tación. En este nivel de perfecta orientación, la mente capta primero
al objeto mediante un proceso de reflexión y análisis que utiliza la
memoria, las palabras y las imágenes libres de la distorsionada inter-
ferencia de la personalidad. Este es el primer acercamiento al objeto
y permite una comprensión general. Sigue una captación más intui-
tiva de naturaleza sorprendente que parece surgir del espacio más
profundo. Luego, este conocimiento y experiencia nos inunda con
alegría o beatitud (ānanda), volviéndonos completamente conscien-
tes de estar vivos. Esta conciencia individual ya no es egocéntrica e
individualista —transciende la individualidad.
Moviéndose en libertad y a la luz de la inteligencia discriminativa
(viveka), el hombre mira lo que es, dentro y fuera, y lo somete a la
prueba del razonamiento lógico. Este enfoque crítico niega todo lo
que es impropio de lo que realmente es, y se mueve con lo que es
propio de la existencia en su totalidad. Este movimiento madura en
el razonamiento lógico que, tiene sus limitaciones, pero no así la
libertad que produce una aspiración interior que nos hace movernos
ahora en asociación, que es la inteligencia investigativa. Es una
investigación libre de lo que es, una exploración interminable de la
esencia misma de la vida y del ser. Este movimiento florece llevado
hacia adelante, junto con el movimiento de la existencia en su tota-
lidad, madura en una sensación de bienaventuranza. Asimismo, este
estado de beatitud madura, además, en un sentido del puro yo-soy,
vacío de toda tensión, que generalmente se asocia con el ego domi-
nado por la tensión. Todos estos cuatro géneros de samādhi perte-
necen a una visión calificada de la existencia en su totalidad. Es
calificada porque necesita algo, algún apoyo, a fin de marchar al
mismo paso con el sutil movimiento de la realidad existencial.

58
Libro I

Vyasa describe estas cuatro etapas como ―curiosidad filosófica, me-


ditación, júbilo e inegoencia (sentido de identidad)‖ y dice que pare-
cen como pasos en el trance cognitivo cuando uno ha preparado ya
su mente por los ―dos medios‖ (la práctica constante y el desapego,
previamente discutidos). El sabio llama a la primera etapa ―superfi-
cial‖ porque su acción ocurre dentro de la esfera de los fenómenos
externos de la naturaleza, y da un ejemplo ilustrativo: Tal como un
arquero novato apunta primero a objetos grandes, y poco a poco a
objetos más y más pequeños, así mismo el neófito aprende primero
la naturaleza de objetos mentales densos, y luego la de los más suti-
les. De este modo se sutiliza la captación de los objetos por la mente.
Meditación es observación sutil y concentración, y la felicidad que re-
sulta de la tercera etapa proviene del gozo de la iluminación mental. La
cuarta, etapa, que Vyasa describe como ―inegoencia‖, y la explica como
―la conciencia de ser uno con el Ser‖ la causa sutil de los instrumentos
de cognición, puesto que éstos nacen de ella; y dice que al aparecer co-
mo el Ser conduce al yogui a la conciencia de su unidad con él. ―Cuan-
do la egoencia aparece como el Ser, el tema de la meditación es la con-
ciencia de ser uno con él. La naturaleza real está detrás‖.
Creo que podemos decir que toda recolección interior sigue un
camino cuádruple:
(1) Examen de la forma externa de un objeto.
(2) Espaciarse en su índole y cualidades.
(3) Unificarse con él y
(4) pasar más allá a la unidad con su vida fundamental que es la
vida de todas las demás formas también.
Evidentemente San Bernardo de Clairvaux pensaba de manera
similar cuando escribió en su ESCALA PARA MONJES, O TRATADO
SOBRE EL MÉTODO DE ORAR: ―Un día, cuando me ocupaba en
trabajo manual y había empezado a considerar el ejercicio del
hombre espiritual, vi. en pensamiento cuatro peldaños para ascen-
der: Lectura, Meditación, Plegaria y Contemplación. Son la escala
del claustro que conduce de la tierra al cielo‖.

59
Libro I

18. Se alcanza otra etapa de samadhi, cuando, mediante


el pensamiento enfocado en una sola dirección, se
aquieta la actividad externa. En esta etapa la sustan-
cia mental o chitta, responde únicamente a impresio-
nes subjetivas.

La palabra "samadhi" está sujeta a varias interpretaciones, y se


aplica a las distintas etapas de realización yogui. Esto dificulta al
estudiante común el análisis de los distintos comentarios. Quizás
uno de los modos más fáciles para comprender su significado es
recordar que la palabra "sama" se refiere a la facultad que posee la
sustancia mental (chitta) de tomar forma o modificarse, de acuerdo
con las impresiones externas. Éstas llegan a la mente por conducto
de los sentidos. Cuando el aspirante a la yoga puede controlar sus
órganos de percepción sensoria, de manera que no trasmiten a la
mente sus reacciones a lo percibido, se producen dos cosas:
a. El cerebro físico se tranquiliza y aquieta.
b. La sustancia, o cuerpo mental (chitta), cesa de asumir las
distintas modificaciones y también se aquieta.

Ésta es una de las primeras etapas de samadhi; pero no es el sa-


madhi del adepto, sino un estado de intensa actividad interna, en
vez de externa, una actitud de concentración en un solo sentido.
Sin embargo, el aspirante responde a impresiones de reinos más
sutiles y a modificaciones originadas por percepciones aún más
subjetivas. Se da cuenta de un nuevo campo de conocimiento,
aunque todavía no sabe qué es. Comprueba la existencia de un
mundo que no puede ser conocido por medio de los cinco senti-
dos, pero que le será revelado por el correcto empleo del órgano
de la mente. Llega a percibir lo que subyace detrás de las palabras
de un aforismo posterior, tal como lo tradujo Charles Johnston,
que expresa esta idea en términos particularmente claros:
"El vidente es pura visión. Ve a través de la vestidura de la mente"

60
Libro I

El aforismo anterior trató de lo que puede denominarse meditación


con simiente o con un objeto. Sugiere la etapa siguiente, meditación
sin simiente o sin lo que el cerebro físico reconocería como un objeto.
Sería oportuno mencionar aquí las seis etapas de meditación trata-
das por Patanjali, pues proporcionan la clave de todo el proceso de
desenvolvimiento, del cual se ocupa este libro:
1. Aspiración.
2. Concentración.
3. Meditación.
4. Contemplación.
5. Iluminación.
6. Inspiración.

Sería de valor observar que el estudiante empieza por aspirar a lo


que está más allá de su conocimiento, y termina siendo inspirado
por lo que ha tratado de conocer. La concentración (o enfoque in-
tenso) se convierte en meditación y la meditación florece como
contemplación.
Este otro Samadhi es el perfectamente súper consciente Samadhi
que nos da la liberación. El primer estado no nos libera, no libera
al alma. Un hombre puede alcanzar todos los poderes, y sin em-
bargo caer de nuevo. No hay salvaguarda hasta que el alma tras-
ciende la Naturaleza. Es muy difícil lograrlo aunque el método
parece fácil.
El medio para lograr tal estado es la práctica, es decir, la concien-
cia mental permanente en la idea de supremo desapego. Luego se
alcanza el estado de pura ―soy-dad‖ gradualmente, tras dominar
los principios anteriores. Entonces, centrándose en la idea de que
―Yo‖ no deseo siquiera el estado de pura ―soy-dad‖, si la mente
logra un momento del estado de cesación, las fluctuaciones no
aparecerán. Entonces la mente aparece como vacía. Esto es el es-
tado de cesación, en otras palabras, el intervalo entre dos estados
de fluctuación. En este estado, el espectador reside en sí mismo.

61
Libro I

La conciencia pura no cesa, pero el conocimiento del no-yo des-


aparece; consecuentemente, el conocedor del no-yo, es decir la
―soy-dad‖, también desaparece. Sin duda, aún este Samadhi per-
fecto se debe siempre a los esfuerzos prolongados del yogui; no es
ni un don ni un estado de gracia. Sólo se puede alcanzar después
que las especies de samādhi contenidas en la primera clase han sido
suficientemente experimentadas. Es la culminación de las innume-
rables ―concentraciones‖ y ―meditaciones‖ que le han precedido.
Pero llega sin que se lo llame, sin que se lo provoque, sin que se
realice una preparación expresa: por esto, merece el nombre de
―rapto‖ o ―arrebato‖.
Es el samadhi sin semilla, mas-allá-del-conocimiento trascenden-
te. El compuesto "virāmapratyaya" define la cesación y la idea
correspondiente; la forma de esa idea es simplemente la cesación.
En el momento de cesación de todos los objetos, todavía subsiste
la forma de una idea mientras se esta llegando a la cesación (com-
pleta), hasta que finalmente cesa también esa misma idea. Es el
mismo proceso que sufre el fuego de la llama mientras va debi-
litándose poco a poco a medida que el aceite se va consumiendo, y
que sigue siendo una llama hasta que finalmente se convierte en
cenizas. El más alto grado de desapego es el medio de alcanzar este
samādhi. El primer tipo de desapego se refiere al campo de la inte-
riorización completa con conocimiento trascendente, mientras que
el desapego superior conduce a la interiorización completa sin se-
milla. Ninguna meditación sobre un objeto puede servir de medio
para conseguirlo, porque sería incompatible con este samādhi sin
objeto, mientras que la idea de cesación, que es ausencia de cual-
quier objeto, es compatible con el samādhi sin objeto y la medita-
ción debe centrarse en ello.
Como dice Dom Cuthbert Butler: ―El recogimiento consiste pri-
mero en un esfuerzo por borrar de la mente todas las imágenes y
pensamientos de cosas externas, todas las percepciones sensorias
y pensamientos de criaturas; luego se silencian los procesos razo-
nadores del intelecto, y por este ejercicio se produce una soledad

62
Libro I

en la cual el alma puede funcionar en sus facultades más espiritua-


les‖. O como lo dice la Dra. Besant, ―pensar y dejar de pensar‖.
No es un mero vacío (en ningún caso estamos hablando de dejar
la mente en blanco, es decir negativa) es un estado de equilibrio
intensamente alto, a la mira de lo invisible, a la escucha de lo in-
sonoro, un estado de absoluta atención serena. Vyasa lo describe
como un estado de restricción mental en el que cesa la acción de
todas las modificaciones y quedan sólo IN POSSE. Se llega a ese
estado por el desapego más elevado, el completo sometimiento de
todo, alto o bajo, a la Voluntad Divina. En palabras del Maestro
K.H. ―Para que produzca su resultado, esta resolución debe llenar
toda tu naturaleza, de suerte que no quede lugar para ningún otro
sentimiento‖ (A los Pies del Maestro).

El Silencio espiritual es el coronamiento, el fin de la purificación,


el término de todas las tempestades pasionales y psíquicas, de esas
dramáticas ficciones a través de las cuales buscamos el sentido de
la vida real, la que, inherente al espíritu, se revela sin tormentas
por medio del perfecto Silencio y el Amor mental, o razón pura.

63
Libro I

Esfuerzos y compromiso (I.19-I.22)

19. El samadhi descrito no va más allá de los límites del


mundo fenoménico; tampoco va más allá de los dioses
ni de quienes se ocupan del mundo concreto.

Debería notarse que los resultados logrados en el proceso descrito


en los Afs. 17 y 18, sólo conducen al aspirante al borde del reino
del alma, al nuevo campo de conocimiento, del cual ha llegado a
ser consciente. Está aún confinado a los tres mundos. Lo único
que ha conseguido es aquietar las modificaciones del cuerpo men-
tal, de manera que por primera vez el individuo (en el plano físico
y en su cerebro físico) llega a conocer lo que está más allá de esos
tres mundos, es decir, el alma, su campo de visión y conocimien-
to. Todavía debe reforzar su vínculo con el alma (del cual tratan
los Afs.23-28); después de haber transferido su conciencia a la del
hombre real o espiritual, debe empezar a trabajar desde un nuevo
ángulo o punto de vista más ventajoso.
La idea ha sido expresada por algunos traductores como la condi-
ción donde el aspirante es consciente de la "nube de cosas cog-
noscibles‖. La nube no se ha precipitado suficientemente para que
el agua descienda de las alturas celestiales al plano físico, o para
que las "cosas cognoscibles‖ sean conocidas por el cerebro físico.
Se percibe la nube como resultado de intensa concentración y del
aquietamiento de las modificaciones inferiores; pero hasta que el
alma o Maestro no asuma el control, el conocimiento del alma no
puede afluir al cerebro físico por medio del sexto sentido, la mente.
La ciencia de la yoga es una ciencia real; sólo cuando el estudian-
te se acerque a ella, mediante etapas correctas, empleando méto-
dos científicos, alcanzará el verdadero samadhi o realización.
El ciclo de nacimientos y muertes no puede cesar sino con la plena
realización de la Conciencia Divina. Y esa Vida fundamental está

64
Libro I

más allá del universo, por muy sutil y gloriosa que sea su manifes-
tación. Está en el mundo noumenal ―sin forma‖, y para alcanzarla el
Arhat debe prescindir de todo deseo de vida, incluso la del mundo
celestial. Es la rendición final, la libertad perfecta. También la idea
que los que en vidas anteriores han alcanzo un punto elevado en
estas ciencias del yoga, nacen ya muy preparados para sus últimas
etapas, poniendo especial cuidado en no quedarse enganchado a las
―angelicales estancias‖ de los últimos espejismos terrenales.
Pero mientras el alma no haya adquirido fuerza suficiente para dar
el gran paso final, debe regresar a la tierra, no importa cuán larga
y pura sea su permanencia en Devachán. El mundo celeste post-
mortem es en verdad un estado de ―meditación‖ en donde el alma,
absorta en la contemplación de ―ideales realizados‖, sublima lo
mejor de las experiencias de la vida y extiende sus alas celestiales.
Por tanto dice Dvivedi: ―Este SAMADHI no es el fin último y
mejor, aunque es útil como medio‖. Y destaca que los mundos
objetivos más elevados y más sutiles no constituyen la meta real
del yogui, sino la Verdad que está tras de todos ellos.
Esto explica la poca importancia que el Buddha daba a la posesión
de los SIDDHIS o poderes divinos. Si algunos de sus monjes los
adquirían, él no les permitía exhibirlos. El Nirvana estaba más allá.
San Agustín, el más grande de los primeros santos Cristianos, dice:
“Habiendo buscado a mi Dios en las cosas visibles y corpóreas,
no le hallé; habiendo buscado encontrar Su substancia en mí
mismo, y no hallándole allí, percibo que mi Dios es algo muy
superior a mi alma. Por tanto, a fin de aspirar a El pensé en es-
tas cosas, y derramé mi alma por encima de mí... Tú estabas
más adentro de mí que mi parte más íntima, y más alto que la
más alta”. Mas mientras llegue el gran Día en que El estará con
nosotros, el alma se acerca más en cada vida por el idealismo y
el esfuerzo.

65
Libro I

20. Otros yoguis alcanzan samadhi y llegan a la discrimi-


nación del espíritu puro a través de la creencia, se-
guida de energía, memoria, meditación y correcta
percepción.

Los yoguis, de los cuales ya nos hemos ocupado anteriormente,


limitaban su percepción al mundo fenoménico, y por ello debe
entenderse que abarcaban sólo los tres mundos: la percepción
mental, la percepción astral y los sentidos físicos. Se establece
contacto entre éstos y se conocen las energías que producen con-
creción y la fuerza motriz del pensamiento, al producir efectos en
el plano físico. Sin embargo, aquí el yogui se traslada a regiones
más sutiles y espirituales y es consciente de lo que el yo, en su
verdadera naturaleza, percibe y conoce. Penetra en el mundo de
las causas.
Podríamos considerar que el primer grupo comprende a todos los
que huellan el sendero del discipulado, y abarca desde el momento
de entrada en el sendero de probación hasta recibir la segunda
iniciación.
Él segundo grupo comprende a los discípulos de grado superior,
que habiendo controlado y trasmutado la naturaleza inferior,
hacen contacto con su mónada, Espíritu o "Padre en el Cielo", y
disciernen lo que la mónada percibe.
El primer conocimiento llega a quienes están en proceso de sinte-
tizar los seis centros inferiores en el centro coronario, mediante la
trasmutación de los cuatro inferiores en los tres superiores, y lue-
go el cardíaco y el laríngeo en el coronario. El segundo grupo -por
el conocimiento de la ley- trabaja con todos los centros trasmuta-
dos y purificados. Sabe cómo alcanzar el verdadero samadhi, o
estado de abstracción oculta, en virtud de su capacidad de abstraer
las energías en el Loto de mil pétalos de la cabeza, y de ahí abs-
traerlas por medio de los otros dos cuerpos sutiles, hasta centrarlas

66
Libro I

y enfocarlas en el cuerpo causal, el karana sarira, el loto egoico.


Patanjali dice que se lleva a cabo en cinco etapas. Los estudiantes
deben tener presente que estas etapas se relacionan con las activi-
dades del alma, el conocimiento egoico, y no con las reacciones
del hombre inferior y del cerebro físico.
1. Creencia. El alma, en su propio plano, ensaya una condición
análoga a la creencia del aspirante acerca del alma o aspecto
crístico, pero en este caso, el objetivo es conocer aquello que
el Cristo o alma trata de revelar, el espíritu o Padre en el Cielo.
Primeramente el discípulo llega a conocer al ángel de Su Pre-
sencia, el ángel solar, ego o alma. Esto es la realización del gru-
po anterior. Entonces más tarde hace contacto con la Presencia
misma, la cual es espíritu puro, el Absoluto, el Padre del Ser. Es-
te grupo de iniciados ha conocido el yo y el no-yo. Ahora la vi-
sión del no-yo se desvanece y desaparece, y se conoce única-
mente el espíritu. La creencia debe ser siempre la primer etapa.
Primeramente la teoría, luego el experimento y finalmente el
conocimiento.
2. Energía, valor. Una vez comprendida la teoría, se percibe la
meta, entonces se inicia la actividad -esa correcta actividad y
empleo de la fuerza que acercará a la meta y convertirá la te-
oría en realidad.
3. Memoria o correcta recordación. Éste es un factor importante
en el proceso, porque implica correcto olvido, es decir, elimi-
nar de la conciencia del yo todas esas formas que hasta en-
tonces han velado lo Real. Dichas formas son elegidas o crea-
das, por uno mismo. Esto lleva a la verdadera captación o
habilidad de registrar correctamente lo que el alma ha perci-
bido, y al poder de transferir esta correcta percepción al cere-
bro del hombre físico. A esa memoria se hace referencia aquí.
No se refiere específicamente al recuerdo del pasado, sino que
abarca el punto de comprensión y su trasferencia al cerebro,
que debe registrarlo y oportunamente recordar a voluntad.

67
Libro I

4. Meditación. Debe meditarse sobre lo que se ha visto y registra-


do en el cerebro, lo cual emanó del alma, y así entretejerlo en
la trama de la vida. Por medio de la meditación las percepcio-
nes del alma llegan a ser reales para el hombre en el plano físi-
co. Esta meditación, de orden muy elevado, viene después de la
etapa contemplativa y constituye la meditación del alma a fin de
eliminar el vehículo en el plano físico.
5. Correcta percepción. La experiencia del alma y el conocimiento
del espíritu, o aspecto Padre, comienza a formar parte del
contenido cerebral del Adepto o Maestro. Éste conoce el plan,
tal como existe en las esferas superiores, y está en contacto
con el Arquetipo. Es que, si puedo expresarlo de esta manera,
este tipo de yogui ha alcanzado la etapa en que puede perci-
bir el plan, tal como existe en la mente del "Gran Arquitecto
del Universo". Ha logrado la armonía con Él. El otro tipo de
yogui ha llegado a la etapa donde puede estudiar los antepro-
yectos del gran plan y así colaborar inteligentemente en la
construcción del Templo del Señor. La percepción mencionada
es de orden tan elevado, que resulta casi inconcebible para
quien no es discípulo avanzado; pero, con la apreciación de las
etapas y grados, el aspirante no sólo llega a la comprensión de
cuál es su problema inmediato y del punto donde se encuentra,
sino también a la apreciación de la belleza de todo el esquema.

Gracias a la fe que proporcionará la energía suficiente para superar


todas las situaciones, se mantendrá la dirección. La consecución del
objetivo del Yoga exige tiempo. Este objetivo es la aptitud para
dirigir la mente hacia un objeto dado, sin la menor distracción. Con
el tiempo se obtiene como resultado una comprensión clara y co-
rrecta del objeto escogido. La fe es la convicción inquebrantable de
que se puede conseguir este objetivo. No debemos detenernos por
la complacencia del éxito ni descorazonarnos en el fracaso. Debe-
mos trabajar dura y firmemente a través de todas las distracciones,
independientemente de que nos parezcan buenas o malas.

68
Libro I

Lo que llamamos fe es la claridad de la mente bien establecida


que busca alcanzar la liberación y respeta los medios que condu-
cen a ella. Protege al yogui y le defiende de las adversidades.
Cuando se posee este tipo de fe y se busca el conocimiento, es
decir, cuando la meta es la visión correcta, entonces surge la entu-
siasta energía para practicar los métodos del yoga. Cuando esa
energía ha surgido en el yogui, su atención consciente es firme. La
retentiva de cosas tales como el conocimiento de las Escrituras se
torna muy poderosa.
Todas estas prescripciones se refieren al buscador de conocimien-
to. Cuando la atención consciente se hace firme, la mente deja de
estar perturbada y alcanza la concentración que llamamos
samādhi. A esta mente en samādhi sobreviene la sabiduría
(prajñā), que tiene el poder de iluminarlo todo.
-La paz se experimenta por medio de la fe.
-Esta (fe) protege al yogui como una madre amorosa.
-Cuando se posee tal fe y se busca conocimiento, surge la energía.
- Cuando surge la energía y el valor, la atención consciente o re-
tentiva permanece firme.
- Cuando la atención permanece firme, la mente carece de pertur-
bación y deviene concentrada en samādhi.

Este sutra es tan claro que casi no necesita comentarios. Es claro


que no puede emprenderse útilmente ningún esfuerzo, en campos
materiales o espirituales, a menos que haya fe o creencia sólida en
la posibilidad de triunfar. También es inútil pretender la meta sin
una acción correspondientemente valerosa. A medida que la meta
se perfila más y más clara, habrá más concentración en ella, que
trae consigo la aspiración unicentrada del corazón despierto. La fe
y el esfuerzo harán nacer el discernimiento de los valores. La fe se
habrá convertido en la evidencia de lo no visto. Como dice Vyasa:
―La fe sostiene al Yogui como una madre‖. El sutra siguiente
afirma que el logro de la conciencia espiritual está cerca para los
de voluntad fuerte, educada y alerta.

69
Libro I

21. Aquellos cuya voluntad está intensamente activa, al-


canzan rápidamente la etapa de conciencia espiritual.

Esto lógicamente es así. Cuando la voluntad, reflejada en la men-


te, llega a predominar en el discípulo, éste despierta ese aspecto de
sí mismo que está en armonía con el aspecto voluntad del Logos,
el primer aspecto o Padre. Las líneas de contacto son:
1. Mónada o Padre en el Cielo, el aspecto voluntad.
2. Atma o voluntad espiritual, el aspecto más elevado del alma.
3. El cuerpo mental o voluntad inteligente, el aspecto más ele-
vado de la personalidad.
4. El centro coronario.

Esta línea es seguida por quienes practican el Raja Yoga, que


lleva a la comprensión del espíritu y conduce al adeptado. Sin
embargo, existe otra línea:
1. La mónada.
2. El Hijo o aspecto crístico.
3. El aspecto amor o aspecto sabiduría.
4. Budi o el amor espiritual, el segundo aspecto del alma.
5. El cuerpo emocional o segundo aspecto de la personalidad.
6. El centro cardíaco.

Ésta es la línea que siguen el bakti, el devoto y el santo, y lleva al


conocimiento del alma y de la santidad. La primera línea es la que
debe seguir nuestra actual raza. La segunda línea fue el sendero de
realización para los atlantes.
Si los estudiantes consideran cuidadosamente las enumeraciones que
anteceden, recibirán mucha luz. Será necesario poseer una voluntad
fuerte y enérgica, para estudiar el sendero de iniciación. Únicamente
una voluntad de acero y una persistencia firme, constante o indes-
viable, llevarán al aspirante por esta senda a la clara luz del día.

70
Libro I

El éxito del yogui depende de la intensidad de su compromiso


para con la práctica de la unificación y el desapego hacia la multi-
tud de los objetos del mundo. En cualquier caso, la ―vehemencia‖
de la que se habla en este aforismo no tiene nada que ver con el
excesivo ascetismo o la mortificación patológica. Se trata de entu-
siasmo en el mejor sentido de la palabra. Lo que afirma este sūtra
es tan sencillo como que si se practica con gran intensidad se al-
canzará el objetivo con mayor rapidez. En este caso, el ―objetivo‖
es el éxtasis supraconsciente en el cual la mente condicional se
disuelve. Algunos eruditos argumentan que la ocurrencia de estos
niveles tan elevados de éxtasis no depende totalmente del esfuerzo
personal, sino que la gracia divina también interviene. Si es así,
esto explicaría la mención de īśvarapraṇidhāna por parte de Patan-
jali como uno de los medios del Yoga.
La aptitud para cualquier cosa es sólo una actitud solidificada que
se aplica continuamente. Estimular la actitud correcta transforma
la mente y sus actitudes y la lleva de nuevo a la iluminación.
Las formas pasan por una transformación. Semejante cambio es lo
que se denomina el ―no apego‖. Se tarda mucho tiempo antes de
llegar a esta conclusión, ya que la mente sólo cuenta con la ayuda
de sí misma para transformarse en consciencia. La tarea con la
que se enfrenta el discípulo, en los primeros pasos, es la de super-
ar las dificultades por sí mismo. Ha de tener constantemente en él
un estímulo ardiente y la intensidad de ese estímulo no ha de ser
un deseo. Ha de comprender con cuidado la diferencia que hay
entre deseo y necesidad. Cuando la consciencia desea, ésta se en-
cuentra en el plano inferior de la mente que cambia continuamen-
te, y por lo tanto es derrotada. Cuando la consciencia va unida a la
necesidad, ésta sed encuentra en el plano de la voluntad pura, y
entonces no hay derrota. Hemos de tener un sistemático estímulo
de la conciencia para ser conscientes de la diferencia que hay en-
tre deseo y necesidad, además de escoger la necesidad y rechazar
al mismo tiempo el deseo mediante el discernimiento.

71
Libro I

Las necesidades pertenecen al cuerpo físico mientras que los de-


seos pertenecen a la mente (psique). La mente no necesita nada
para vivir. El alimento para mantener al cuerpo, el sueño para que
descanse y el trabajo para mantenerlo en forma, son verdaderas
necesidades. El acto sexual para reproducir otro cuerpo físico es
también una necesidad. Al mismo tiempo, el gusto por la comida,
el deseo de dormir y el placer sexual pertenecen a la mente. En
realidad no son necesarios. Son regalos de la Naturaleza para que
la mente trabaje para las necesidades. El deber del ser humano es
entrenar la mente a que no abuse de estos regalos. El discerni-
miento en este sentido da el necesario estímulo para la transfor-
mación conocida como ―no apego‖. Un estímulo incesante junto
con un intenso discernimiento hace posible prontamente la trans-
formación en un período de tiempo increíblemente breve.
Esa fuerza intensa del yogui por alcanzar la liberación tiene co-
rrecta expresión en las palabras del Cristo cuando dijo: ―La Ley y
los profetas llegan hasta Juan; desde ahí comienza a anunciarse la
Buena Nueva del Reino de Dios, y todos se esfuerzan con violencia
por entrar en él‖. S. Lucas 16. La voluntad firme se adquiere solo
por el esfuerzo, el esfuerzo lo inspira la fe. El gran secreto es éste:
no basta tener intuiciones, debemos actuar conforme a ellas, de-
bemos vivirlas con osadía y valentía espiritual.

72
Libro I

22. Quienes emplean la voluntad difieren también, porque


su empleo puede ser intenso, moderado o suave. Res-
pecto al logro de la verdadera conciencia espiritual
existe todavía otro camino.

Es conveniente aclarar los dos medios por los cuales el hombre


alcanza la meta: el conocimiento de la vida espiritual y la emanci-
pación. Tenemos el método de la yoga, descrito por Patanjali, me-
diante el cual, por el empleo de la voluntad, se aprende a discri-
minar entre el yo y el no-yo y se llega al espíritu puro. Es el méto-
do para nuestra humanidad actual, aquellos cuya tarea consiste en
desarrollar el quinto principio o mente, y así llegar a ser verdade-
ros hijos de la mente. Su función es convertirse en estrellas de
cinco puntas, la estrella del hombre perfecto en toda su gloria.
Siguiendo este método se llegan a dominar los cinco planos de la
evolución humana y superhumana, y atma (o la voluntad de Dios,
el aspecto Padre) es revelado, por mediación de budi (o conciencia
crística), que utiliza como vehículo a manas o mente superior.
El otro es el método de la devoción pura. Por la intensa adoración
y total consagración, el aspirante llega al conocimiento de la reali-
dad del espíritu. Constituye el camino de menor resistencia para
muchos; fue el método de realización para la raza que precedió a
la nuestra. Este método ignora mayormente el quinto principio y,
constituyendo el sendero del sentimiento intenso, lleva a la subli-
mación de la percepción sensoria. Siguiendo este método se llegan
a dominar los cuatro planos, y budi (o Cristo) queda revelado. Los
estudiantes deberían distinguir claramente estos dos métodos, te-
niendo en cuenta que el ocultista blanco fusiona los dos; si en esta
vida uno sigue el método de Raja Yoga con fervor y amor, será
porque en otras vidas ha hollado el camino de la devoción y en-
contró a budi, el Cristo interno. En esta vida hará una recapitula-
ción de su experiencia, además ejercitará intensamente su volun-
tad y el control de la mente, lo cual le revelará eventualmente al
Padre en el Cielo, el espíritu puro. Los comentadores de este afo-
73
Libro I

rismo dicen que quienes siguen el método de Raja Yoga y utilizan


la voluntad, se dividen en tres grupos principales, que a su vez
pueden subdividirse en nueve. Un grupo emplea la voluntad tan
intensamente que obtiene resultados excesivamente rápidos, pero
acompañados de ciertos peligros y riesgos. Corren el riesgo de un
desenvolvimiento desparejo, de la negación del aspecto cardíaco
de la naturaleza y de que se produzcan ciertas destrucciones que
más tarde deberán remediar. Otro grupo, cuyo progreso es más
lento, es el de los aspirantes, que son los exponentes del sendero
medio. Avanzan constante y moderadamente; se los denomina:
"adeptos discriminadores", pues no cometen exceso de ninguna
especie. Su método se debe recomendar a los hombres en este
particular ciclo. El tercer grupo es el de las almas buenas, cuya
voluntad se caracteriza por una tenacidad imperturbable y siguen
adelante firmes y sin desviarse, llegando con el tiempo a su meta.
Se caracterizan por su intensa obstinación, su progreso es lento y
son las "tortugas" del sendero, mientras que los del primer "gru-
po" son las "liebres".
Algunos libros antiguos contienen descripciones detalladas sobre
estos tres grupos de aspirantes, y los representan con los tres
símbolos siguientes:
1. El grupo intenso está representado por la cabra; los aspiran-
tes de este tipo frecuentemente encarnan bajo el signo de
Capricornio.
2. El grupo moderado está representado por el pez; la mayoría
de los que nacen bajo el signo de Piscis se encuentra en esta
categoría.
3. El grupo de gente buena o lenta, está representado por el
cangrejo; con frecuencia encarnan bajo el signo de Cáncer.

En estos tres grupos tenemos varias subdivisiones. Es interesante


observar que, según los archivos de los Señores del Karma, la
mayoría de los que están incluidos en estos tres grupos pasan al

74
Libro I

signo de Libra (o la balanza) al acercarse al término de su esfuer-


zo. Cuando encarnan bajo este signo, equilibran cuidadosamente
los pares de opuestos; igualan su desenvolvimiento unilateral,
modificando la desigualdad del esfuerzo realizado hasta entonces,
y empiezan a "marchar con paso parejo". A menudo entran en el
signo de Acuario y se convierten en portadores de agua, teniendo
que "llevar sobre sus cabezas el cántaro de agua viviente". De
manera que deben modificar su rápido ascenso al monte de la ini-
ciación, o si no "el agua se derramará y se romperá el cántaro".
Debido a que el agua está destinada a saciar la sed de las masas,
deberán acelerar su progreso, porque la necesidad es grande. Así
"los primeros serán los últimos y los últimos los primeros‖, y la
liebre y la tortuga se unen en la meta.
Según la evolución de la consciencia difiere la intensidad de la
aplicación. Para aquellos que son nuevos en el sendero en una
encarnación particular, el esfuerzo muchas veces está acompañado
por una intensidad violenta. Aquellos que han pasado ya por un
cierto entrenamiento en encarnaciones pasadas muestran una apli-
cación menos violenta y moderadamente intensa. Y para aquellos
que están lo suficientemente iniciados en la facilidad del sendero,
el esfuerzo no requiere violencia. Para ellos la meta del ―no ape-
go‖ esta al alcance de la mano.
La voluntad no nos pertenece, pertenece a Dios, y nosotros la po-
seemos sólo por medio de la obediencia. A medida que entramos
en el espíritu de Dios, se nos permite compartir su poder.

75
Libro I

Vía directa mediante “OM” (I.23-I.29)

23. Por la intensa devoción a Ishvara se alcanza el cono-


cimiento de Ishvara.

Ishvara es el Hijo que se manifiesta por medio del Sol, el aspecto


macrocósmico. Ishvara es el Hijo de Dios, el Cristo cósmico, res-
plandeciente en el corazón de cada uno de nosotros. La palabra "co-
razón" se emplea aquí en su significado oculto. Las siguientes ana-
logías resultarán iluminadoras, y deben ser estudiadas con cuidado:
Aspecto Cualidad Centro Macrocosmos
Espíritu-Padre-Mónada. Voluntad. Coronario. Sol espiritual central.
Alma-Hijo-Ego. Amor. Cardíaco. Corazón del Sol.
Cuerpo-Espíritu Santo- Inteligencia Laríngeo. Sol físico.
Personalidad. Activa.

Ishvara es el segundo aspecto, por lo tanto, el verdadero signifi-


cado de este aforismo es que, por medio del intenso amor y devo-
ción a Ishvara, o sea el Cristo en manifestación, se puede conocer
al Cristo o alma, y establecer contacto con Él. Ishvara es Dios en
el corazón de cada Hijo de Dios; reside en la caverna del corazón;
se llega a Él por medio del amor puro y del servicio abnegado; al
descubrirlo se lo verá sentado en el Loto de doce pétalos del co-
razón, sosteniendo en sus manos la "Joya en el Loto". Así el devo-
to encuentra a Ishvara. Cuando el devoto se convierte en un yogui
que practica el Raja Yoga, entonces Ishvara le revela el secreto de
la Joya. Cuando el Cristo es conocido como rey en el trono del
corazón, revela, al Padre a sus devotos. Pero el devoto debe hollar
el Sendero de Raja Yoga y combinar el conocimiento intelectual,
el control y la disciplina mental, antes de recibir la verdadera re-
velación. El místico debe convertirse oportunamente en ocultista y
las cualidades de la cabeza y del corazón deben desarrollarse en
forma pareja, pues ambos son igualmente divinos.

76
Libro I

El camino de la devoción significa transferir la conciencia desde


las limitaciones y penas del pequeño yo personal, a la conciencia
mayor del Señor, por identificación con El. En palabras de C. W.
Leadbeater significa quitarnos del centro de nuestro propio uni-
verso y poner en nuestro lugar al Maestro. ―Confiadle todas vues-
tras preocupaciones, pues El cuida de vosotros‖. (I Pedro 5:7). Vya-
sa dice que Ishvara es atraído hacia el devoto (o, como dice Va-
chaspati, ―traído cara a cara‖) por aquella devoción que consiste
en sentir Su omnipresencia (―un tipo particular de devoción de la
mente, la palabra y el cuerpo‖ dice Vachaspati) y le otorga su gra-
cia por su mero deseo de alcanzarla (y ―no por ningún otro esfuer-
zo‖ dice Vachaspati). Este trance y su fruto se aceleran para el
yogui. El gran ejemplo Cristiano de esta forma de yoga es el Her-
mano Lorenzo con su ―Práctica de la Presencia de Dios‖.
Ciertamente hablamos del BHAKTI MARGA, o Bhakti-Yoga, el
camino del devoto fiel, la cual representa para muchos aspirantes
la línea de menor resistencia espiritual, sin embargo, para nuestro
actual ciclo evolutivo podría representar un retraso importante
debido a la excesiva excitación del cuerpo astral. La devoción mal
entendida y exagerada produce una brecha aún más grande entre
nuestra divinidad inmanente y la divinidad trascendente. La evi-
dente dualidad que genera el bhakti-yogui le sugiere que existe
una Gran Entidad externa que le protege y ayuda, y le concede
dones por la gracia de dicha Divinidad o Ser externo a él. Si em-
bargo la línea BHAKTI, o su verdadera esencia forma parte intrín-
seca de todos los yogas, y por supuesto del Raja-Yoga.
Por esta razón, el Raja-Yoga puede trascender las prácticas exter-
nas del bhakti-yoga, utilizando necesariamente su esencia devo-
cional, no hacia un Ser Externo a él, sino hacia ese Ser de profundo
Amor que forma parte de su ser, que parte desde su divina inma-
nencia, y como un perfume incluyente abraza y funde a todos los
seres por igual. El misterio del verdadero amor aún esta por descu-
brir. Los que practican el bhakti yoga creen poseer su misterio de-
bido a su profundo amor que manifiestan, sin embargo el verdadero

77
Libro I

amor cósmico trasciende el bhakti, la devoción santificada, pene-


trando en regiones supramentales que sólo el Raja-Yogui puede
acceder. Si dijéramos que el verdadero amor no nace del corazón
cardiaco, sino del corazón de budhi el cual esta en planos supra-
mentales. Este supremo amor no parte del cuerpo astral o emocio-
nal, sino que se manifiesta aún con más poder y gracia desde el
corazón de la cabeza espiritual. Esta forma de enfocar estos estu-
dios es definitivamente más exacta que la convencional, ya que nos
enseña que lo superior esta aún por descubrir, auque nos regocije-
mos de placeres y éxtasis devocionales.
Es cierto que existe la Divinidad externa o Dios Creador, y Seres
extraordinariamente divinos, y a la vez existe, en este mundo ma-
nifestado, la divinidad inmanente o dios íntimo en cada uno de
nosotros. Sin embargo estas dos manifestaciones forman parte de
una misma realidad Divina, y en cierto nivel de consciencia las
dos se unen en una, ya que para el verdadero Ser no existe duali-
dad o diferenciaciones. El camino de Raja-yoga nos lleva a este
estado de unidad perfecta, resolviendo armoniosamente y con total
claridad estas y otras tantas paradojas existenciales.
Aunque Patanjali introdujo en la dialéctica de la doctrina sote-
riológica saṃkhya a īśvara, elemento nuevo y, al final de cuentas,
no esencial, no le concedió la importancia que le atribuirán los
comentadores posteriores. La técnica es lo que mas importa en los
Yoga Sūtras, es decir: la voluntad y la capacidad de autodominio
del yogui. ¿Porqué, sin embargo, Patanjali sintió la necesidad de
introducir en ella a īśvara? Porque īśvara correspondía a una reali-
dad de orden experimental: en efecto, īśvara puede provocar el
samādhi, siempre que el yogui practique el ejercicio llamado
īśvarapraṇidhāna, o sea, siempre que el yogui tome a īśvara como
objeto de sus actos. Al proponerse reunir y validar todas las técni-
cas yogas ―válidas‖ en la ―tradición clásica‖, Patanjali no podía
ignorar toda una serie de experiencias que sólo se conseguían me-
diante la concentración en īśvara. O sea: además de la tradición de
un yoga exclusivamente ―mágico‖, que solo recurre a la voluntad
78
Libro I

y a las fuerzas personales del asceta, existía otra tradición, la


―mística‖, en la cual las etapas últimas de la práctica yoga eran
facilitadas, por lo menos, mediante una devoción —aunque muy
rarificada, muy ―intelectual‖— hacia un Dios. Patanjali tuvo que
introducir a īśvara en el yoga, porque īśvara era, digamos, un dato
experimental: los yoguis recurrían a īśvara, aunque hubieran podi-
do liberarse mediante la observancia exclusiva de la técnica yoga.
Notable es la función cada vez mas activa que īśvara desempeña
en los comentarios posteriores. Vācaspati Miśra y Vijñāna
Bhikṣu, por ejemplo, conceden gran importancia a īśvara. Estos
dos comentadores interpretan a Patañjali y a Vyāsa según la espi-
ritualidad contemporánea y viven en una época en que toda la
India estaba impregnada de corrientes místicas y devocionales.
En la constitución humana ―lo que tengo‖ es diferente de ―lo que
soy‖. A este último se le llama el SEÑOR (īśvara). Una práctica
constante de entrega de ―lo que soy‖ a ―lo que tengo‖ es el proce-
so que se recomienda aquí. El cuerpo, la mente, los sentidos, los
pensamientos, las impresiones y todas sus consecuencias pertene-
cen a ―lo que tengo‖ y son cosas que nunca están incluidas en la
luz pura de ―lo que soy‖. La consciencia del ser no preparado gra-
vita constantemente en torno a ―lo que tengo‖. Esto se debe a la
ley de atracción magnética usada por la Naturaleza para mantener
―lo que soy‖ en los vehículos de ―lo que tengo‖. Una vez que se
inicia el entrenamiento en el yoga, el polo inferior de ―lo que ten-
go‖ empieza a perder su influencia sobre la consciencia y ésta
empieza a gravitar hacia el polo superior de ―lo que soy‖. Este
proceso se acelera si ninguna violencia ni riesgo siempre que uno
se proponga una entrega total. Como resultado de la gradual trans-
formación, todo ―lo que tengo‖ es reemplazado por ―lo que soy‖.
El método de la entrega total es el más efectivo de todos. En este
proceso el discípulo no tiene por qué romperse la cabeza con el
modus operandi de la transformación.

79
Libro I

24. Ishvara es el alma, a ésta no la afectan las limitacio-


nes y está libre de karma y de deseo.

Aquí tenemos la imagen del hombre espiritual tal cual es en reali-


dad. Pone de manifiesto su relación con los tres mundos. Es el
estado de maestro o adepto, del alma que ha entrado en posesión
de su primogenitura y no está ya controlada por las fuerzas y
energías de la naturaleza inferior. En este aforismo y en los tres
siguientes tenemos el cuadro del hombre liberado, que ha pasado
el ciclo de encarnación y, gracias a la lucha y experiencia, ha des-
cubierto su verdadero yo. Aquí se describe la naturaleza del Ángel
solar, el Hijo de Dios, el Ego o Yo superior. Se dice que:
1. Las limitaciones no le afectan. Ya no está limitado, encerra-
do ni confinado por el cuaternario inferior. Tampoco está
crucificado en la cruz de la materia. Las cuatro envolturas
inferiores (densa, etérica, emocional y mental) ya no consti-
tuyen su prisión. Sólo son meros instrumentos que puede
utilizar o abandonar a voluntad. Su voluntad actúa libremen-
te, y si permanece en la región de los tres mundos, es por
propia decisión, y su autoimpuesta limitación puede terminar
a voluntad. Es amo en los tres mundos, un Hijo de Dios, que
domina y controla las creaciones inferiores.
2. Se ha liberado del karma. Mediante el conocimiento de la
ley, ha agotado todo su karma, pagado todas sus deudas,
cancelado todas sus obligaciones, respondido a todos los
cargos hechos contra él y, por medio de su comprensión
subjetiva, ha penetrado conscientemente en el mundo de las
causas. El mundo de los efectos, respecto a los tres mundos,
ha quedado atrás. De manera que ya (ciegamente y por igno-
rancia) no iniciará situaciones que produzcan efectos malig-
nos. Actúa siempre con la ley; toda manifestación de energía
(la palabra hablada y la acción iniciada) la emprende con
pleno conocimiento del resultado a obtener. Por lo tanto,

80
Libro I

nada de lo que hace produce malos resultados ni implica


karma. El hombre común se ocupa de los efectos y ciega-
mente se abre camino a través de ellos. El Maestro se ocupa
de las causas, y los efectos que produce al aplicar la ley no
lo limitan ni lo atan.
3. Está libre de deseo. Ya no le atraen ni tientan las cosas que per-
cibe sensoriamente, en los tres planos. Su conciencia asciende
y va hacia lo interno; ya no desciende ni va hacia lo externo.
Se halla en el centro y no le atrae la periferia. Ansía experi-
mentar; el anhelo por la existencia en el plano físico y el deseo
por el aspecto forma, en sus muy diversas y múltiples variacio-
nes, ya no ejercen atracción. Ha experimentado, conocido y su-
frido; se ha visto obligado a encarnar debido a la ansiedad del
no-yo. Ahora todo ha terminado y es un alma liberada.

Ahora el yogui a alcanzado la meta, la fusión con su verdadero


Ser, con su Espíritu o Padre Celestial Intimo, y esta libre de todo
Karma y ya no le afecta porque él no desea nada para sí mismo.
Su conciencia está dirigida hacia el interior y hacia arriba, por
decirlo así, y no hacia abajo y hacia afuera. Por tanto, adorarle es
adorar a Dios en forma manifestada. Como lo dice una antigua
escritura: ―Considera al Gurú como Dios‖. Citaré las palabras del
antiguo santo indo, Ekanath Maharaj: ―Adora a tu Maestro como
Dios en apariencia humana, si quieres poner fin a tus renacimien-
tos. Este es el mayor y el mejor de los caminos. Adoramos a nues-
tro Maestro siempre y a todo momento, sintiendo, pensando,
hablando y actuando de acuerdo con su voluntad y no de acuerdo
con nuestros deseos. El mata todos nuestros deseos y nos da una
conciencia que está fuera del dominio del deseo. Y de esta manera
nos da el conocimiento de nuestro más elevado Ser, y al darnos
ese conocimiento nos da la inmortalidad... Los hombres creen en
Dios y encuentran a Dios únicamente siguiendo las instrucciones
de Maestros. Sin la ayuda de ellos la palabra «Dios» carecería de
sentido para nosotros‖.

81
Libro I

Esto se alcanza por la absoluta entrega al Ser Interior a Ishvara.


El ser humano no es sino la consciencia humana flotando sobre el
trasfondo de la consciencia total dentro del hombre. La conscien-
cia total existe en el hombre igual que existe en todas partes. Es
como la presencia del espacio en una habitación. Originalmente la
habitación es construida en el espacio pero parece que el espacio
está dentro de la habitación. De la misma forma el ser humano
nace como condicionamiento dentro de la conciencia suprema.
Realmente el espíritu esta siempre presente, ya que todo lo en-
vuelve, pero cuando parte de esa conciencia espiritual se manifies-
ta en planos inferiores deviene como ser humano, animal, vegetal
o mineral, es decir, como condicionamiento. Esa pequeña parte
espiritual que evoluciona y se manifiesta dentro de las formas
anteriores, está sometida a las Leyes de la Vida, al karma y demás
normas mecánicas. Cuando el ser humano trasciende la condición
de ser humano y se hace consciente de Su otra realidad superior
como ser divino, como espíritu libre y puro, entonces alcanza la
meta humana, la realización completa, y entonces comprende que
él realmente nunca estuvo sometido a las leyes naturales, sino
aquella parte ilusoria que un día creyó ser…
El Señor (Ishvara ) que esta en nosotros trasciende todas las leyes,
puesto que la ley vino de Él. Sin embargo el nunca las trasgredí. Es
como un fiel director de colegio que hace acto de presencia según
sus propias normas establecidas, pero a la vez permanece más allá
de ellas.

(Estos aforismos sobre Ishvara, trae mucha confusión a los Yoguis, ya


que muchos de ellos no aceptan a un Dios Creador fuera de Sí mismos.
Si embargo el estudio sereno y la práctica constante nos muestra la
Realidad de la Existencia Divina tanto macro como microcósmica, sien-
do dos extremos de una misma realidad indisoluble).

82
Libro I

25. En Ishvara, el Gurudeva, el germen de todo conoci-


miento se expande al infinito.

En sentido macrocósmico, Dios es el Amo de todo y la total omnis-


ciencia, constituyendo, como se comprenderá fácilmente, la suma
total de todos los estados de conciencia. Es el alma de todas las co-
sas; el alma del átomo de la materia, así como las almas de los hom-
bres son parte de Su infinita realización. El alma del ser humano es
potencialmente igual; en cuanto la conciencia cesa de identificarse
con sus vehículos u órganos, el germen de todo conocimiento empie-
za a expandirse. En el discípulo, en el Adepto, en el Maestro o Ma-
hatma, en el Cristo, en el Buda y en el Señor del Mundo (llamado en
La Biblia el Anciano de los Días), "este germen de total conocimien-
to" puede ser visto en diferentes etapas de desenvolvimiento. La con-
ciencia de Dios le pertenece, pasando de una iniciación a otra. En
cada etapa el hombre es el amo; pero más allá del punto alcanzado
siempre aparece la posibilidad de una mayor expansión, siendo el
proceso siempre el mismo. Este proceso se puede compendiar como:
1. El anhelo o la determinación de lograr el nuevo conocimiento.
2. El mantenimiento de la conciencia en desarrollo y su utiliza-
ción, y desde el punto alcanzado seguir hacia una mayor
comprensión.
3. El vencimiento de las dificultades incidentales a las limita-
ciones de los vehículos de la conciencia y al karma.
4. Las pruebas esotéricas impuestas al aspirante cuando de-
muestra capacidad.
5. EL triunfo del aspirante.
6. El reconocimiento de su triunfo y realización por los Guías
de la raza, la Jerarquía planetaria.
7. La visión de lo que está por delante.

83
Libro I

De esta manera prosigue el desenvolvimiento, y en cada ciclo de


esfuerzo, el Hijo de Dios en evolución entra en posesión de su
primogenitura y asume la posición de conocedor, "Aquel que es-
cuchó la tradición, experimentó la disolución de lo hasta ahora
poseído, vio lo que se oculta a quienes se apegan a la tradición,
sustituyó lo nuevamente visto, donó las posesiones adquiridas a
quienes le tendieron las manos vacías y pasó a las aulas internas
del conocimiento".
Deberían estudiarse detenidamente estos pocos aforismos, relati-
vos a Ishvara, teniendo en cuenta que se refieren al Hijo de Dios,
la segunda persona de la Trinidad cuando se manifiesta por medio
del sistema solar, es decir, el alma macrocósmica. El significado
secundario se refiere también al divino Hijo de Dios, el segundo
aspecto monádico cuando se manifiesta por intermedio del ser
humano, es decir, el alma microcósmica.
Serán de utilidad los siguientes sinónimos del aspecto Ishvara:

El Macrocosmos
Ishvara, el segundo aspecto ................ Cuya naturaleza es amor.
El Hijo de Dios ..................................... El revelador del Padre.
Cristo cósmico ..................................... Dios en encarnación.
Vishnu ................................................. 2dª persona de la Trinidad hindú.
El Alma de todas las cosas .................. Átomos y almas términos sinónimos.
El Omni-yo .......................................... La suma total de todos los yoes.
Yo soy Ése ........................................... La conciencia grupal.
AUM .................................................... La Palabra de la Revelación.
El Verbo ............................................... Dios encarnado.
El Gurudeva ......................................... El Maestro de todos.
La luz del mundo ................................. Brillando en la oscuridad.

El Microcosmos
El segundo aspecto ............................. Amor-sabiduría.
El hijo del Padre .................................. El revelador de la Mónada.
El Cristo ............................................... Cristo en ti, esperanza es de gloria.
El Alma ................................................ La conciencia.

84
Libro I

El Yo superior ..................................... El señor de los cuerpos.


El Ego ................................................. La identidad autorrealizadora.
El Verbo ............................................. Dios encarnado.
AUM .................................................. La Palabra de la Revelación.
El Maestro ......................................... El yo en el trono.
El Augoeides radiante ........................ La luz interna.
El Hombre espiritual .......................... Utilizando al hombre inferior.

La explicación natural de este aforismo, desde el punto de vista


práctico y psicológico, es que el hombre es el conocedor. El hom-
bre quiere conocer algo más de los demás en este mundo y es natu-
ral que piense que sabe algo. Todo el mundo quiere saber algo a su
propia manera. Éste es el origen de todas las ramas del conocimien-
to de este mundo. Pero ¿de dónde procede esta naturaleza por co-
nocer? Procede de la Fuente Una de toda la consciencia. La semilla
del conocimiento es el conocedor de la consciencia humana. Puesto
que la Creación es el árbol del principio semilla que es el creador,
los diversos aspectos de la Creación existen como potencialidades
en ese principio semilla. La consciencia humana en el hombre flo-
rece en aquel que existe como espacio potencial. El impulso del
hombre por saber cosas es el despliegue de la semilla del conocedor
en él. El conocimiento existe de este modo disperso en el hombre
como el conocedor, lo que hay por conocer y el acto de conocer.
Este conocimiento se encuentra separado en tres partes en el hom-
bre y existe como una sola cosa en la consciencia del Señor que hay
en él. Por eso existe en él como el conocimiento insuperable. El
hombre conoce cosas mediante esta consciencia del Señor.
El espíritu del Maestro, el Señor, es de la misma naturaleza que
nuestro espíritu. Es uno en esencia con la Super-Alma y por consi-
guiente comparte con ella toda la sabiduría y todo el poder. Toda
conquista espiritual descansa en esto, y su posibilidad descansa en
que son uno el espíritu y la Super-Alma.

85
Libro I

26. Ishvara (el Gurudeva), como no está limitado por el


factor tiempo, es el instructor de los Señores primi-
tivos.

Desde que existen los factores tiempo y espacio, hubo quienes


alcanzaron la omnisciencia: aquellos cuyo germen del conoci-
miento fue sometido a un adecuado cultivo y se desarrolló hasta
florecer en la plena gloria del alma liberada, lo cual fue posible
por medio de ciertos factores:
1. La identificación de cada alma individual con la Superalma.
2. La fuerza atrayente de esa Superalma, cuando gradualmente
atrajo hacia Sí al alma separada de todas las cosas, pues la
fuerza de la evolución misma es el gran agente de atracción
que hacer retornar a su fuente de origen las exteriorizadas uni-
dades de Vida divina, las unidades de conciencia. Ello implica la
respuesta del alma individual a la fuerza del alma cósmica.
3. El intenso entrenamiento, próximo a la culminación, dado
por la Jerarquía oculta, mediante el cual las almas reciben el
estímulo y la vitalización que les permite progresar más
rápidamente.

El estudiante de ocultismo debe recordar que este proceso se ha


desarrollado en rondas y cielos anteriores a nuestro planeta Tierra.
Los Primitivos Señores o Sabios, son esos grandes Adeptos que,
habiendo "pasado las experiencias" de acuerdo a la ley de renaci-
miento, fueron iniciados en los misterios por el único iniciador, el
Representante, en nuestro planeta, de la Superalma, y se convirtie-
ron a su vez en instructores e iniciadores de los misterios.
El Maestro único mora internamente; es el Alma, el Regente inter-
no, el Pensador, en su propio plano. Es parte del Todo, de la Om-
nialma. Cada expansión de conciencia lograda por el hombre, lo
capacita para ser Maestro de quienes no han obtenido una expan-

86
Libro I

sión similar. Por lo tanto, una vez lograda la maestría (hablando en


términos del reino humano) sólo hay Maestros, que son también
discípulos, todos aprendices e instructores, diferenciándose única-
mente por su grado de conocimiento y desarrollo, por ejemplo:
a. Los aspirantes a hollar el sendero son discípulos de discípu-
los de grado inferior.
b. Los probacionistas que están en el sendero son discípulos de
discípulos de grado superior.
c. Los discípulos aceptados son discípulos de un adepto o de
un Maestro.
d. El adepto es discípulo de un Maestro.
e. El Maestro es discípulo de un Mahatma.
f. Los Mahatmas son discípulos de Iniciados de grado aún su-
perior.
g. Éstos, a su vez, son discípulos del Cristo o de quien estuviera
al frente del sector de la enseñanza.
h. Quien está al frente del sector de la enseñanza es discípulo
del Señor del Mundo.
i. El Señor del Mundo es discípulo de uno de los tres Espíritus pla-
netarios, los cuales representan los tres aspectos principales.
j. Éstos, a su vez, son discípulos del Logos solar.

El estudiante verá cuán interdependientes son y también se dará


cuenta que la realización de uno afectará profundamente a todo el
cuerpo. La palabra discipulado puede considerarse como un ter-
mino genérico que abarca todos los estados o condiciones del Ser
en el cuarto y quinto reinos (humano y espiritual), donde se pro-
ducen ciertas expansiones de conciencia, mediante entrenamientos
específicos.

87
Libro I

Vyasa dice: ―Los antiguos instructores estaban condicionados por el


tiempo. Donde quiera que el tiempo no exista como condición, ahí
está Ishvara, el instructor de los antiguos instructores también. Al
obtener el conocimiento de Su poder supremo como existente en el
principio de la creación, también se obtiene el de Su existencia como
tal en otras creaciones y en otros tiempos‖. Esto es posible gracias a
la identidad de toda alma con la Super-Alma. Esa Vida inmortal atrae
hacia Sí radualmente al alma separada; este es el poder de evolución.
Siempre el Maestro Único está dentro. Y el espíritu en nosotros es
siempre parte del Espíritu Inmortal Uno. Ese es un patrimonio irre-
nunciable del hombre. Pues la Super-Alma es anterior al tiempo y es
el Padre de todo lo demás.
En algunos pasajes Bíblicos encontrados estas referencias profundas:
Proverbios: ―El Señor se apoderó de mí en el principio de Su camino,
antes que de Sus obras más antiguas‖. Y tenemos las palabras de la ora-
ción del Señor Cristo antes de Su crucifixión: ―Glorifícame tú, junto a ti,
con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese‖. (Jn. 17: 5).
Ishvara (el Gurudeva), es el Dios de todos los Dios, el principio sin
principio, el aspecto divino que se manifiesta detrás de todos los
aspectos divinos. Es el Instructor de todos los instructores, no por-
que instruya, sino simplemente por Su Presencia, porque estos
instructores, por insignes que sean, dioses o ángeles, están todos
limitados y sujetos por el tiempo, mientras que Dios no lo está.
Podeos poner un ejemplo que nos permitirá comprender mejor
este tema: -Una barra de hierro puede convertirse en un imán,
pero necesita otra barra magnetizada previamente. De este modo
el magnetismo es anterior a todo imán-.
Hay dos deducciones peculiares de los yoguis. Primera, que al
pensar en lo limitado, la mente ha de pensar en lo ilimitado; y si
una parte de esta percepción es verdadera, también, debe serlo la
otra parte, porque es igual su valor como percepciones de la men-
te. El mero hecho de que el conocimiento del hombre es limitado,
denota que el conocimiento de Dios ha de ser ilimitado. Si admi-
timos lo primero ¿por qué no hemos de admitir lo segundo? La

88
Libro I

razón nos obliga a aceptarlos ambos o rechazarlos. Si admito que


existe un hombre de limitado conocimiento, debo admitir también
que ha de haber alguien con ilimitado conocimiento. La segunda
deducción es que no es posible adquirir conocimiento alguno sin
instructor. Cierto es que como dicen los filósofos modernos algo
hay en el hombre que de su interior se educe, porque todo cono-
cimiento está en el hombre; mas para actualizarlo se necesita
apropiado ambiente. No podemos adquirir conocimiento sin ins-
tructores; y si estos instructores son hombres, ángeles o dioses y
están limitados ¿quién les instruyó? En última conclusión nos ve-
mos forzados a admitir la existencia de un Instructor de infinito
conocimiento, sin principio ni fin a quien llamamos como Dios.

89
Libro I

27. La palabra de Ishvara es AUM (u OM). Ésta es el


Pranava (Véase Libro I, Af. l).

Los estudiantes deben recordar que existen tres Palabras o sonidos


básicos, en manifestación, en lo que concierne al reino humano, y
son:
I. La Palabra o nota de la Naturaleza, es la palabra o sonido de
todas las formas que existen en la sustancia del plano físico, que
comúnmente, como se sabe, lo emite la nota básica "FA" El ocul-
tista blanco nada tiene que ver con esta nota, porque su trabajo no
consiste en acrecentar lo tangible, sino en manifestar lo subjetivo
o intangible. Es la palabra del tercer aspecto; el aspecto Brahma o
Espíritu Santo.
II. La Palabra Sagrada, es la palabra de Gloria, Aum (OM). Es el
Pranava original, el sonido de la Vida consciente misma, cuando
es exhalada a todas las formas. Es la palabra del segundo aspecto,
y así como la Palabra de la Naturaleza, al ser emitida correcta-
mente, provee las formas destinadas a revelar el alma o segundo
aspecto, también Pranava, cuando se expresa correctamente, pone
de manifiesto al Padre o Espíritu, por medio del alma. Es la Pala-
bra de los Hijos de Dios encarnados. En un comentario tan breve
como éste, no es posible escribir un tratado sobre este secreto de
secretos y gran misterio de las edades. Lo único que puede hacer-
se es cotejar ciertos hechos, respecto al AUM, y dejar que el estu-
diante, de acuerdo al grado de intuición, amplíe el concepto y cap-
te el significado de las breves afirmaciones hechas.
III. La Palabra Perdida. La Masonería ha preservado el concepto
de esta palabra perdida. Es la Palabra del primer aspecto, el aspec-
to Espíritu; sólo el iniciado de tercer grado puede realmente co-
menzar la búsqueda de esta Palabra, pues sólo puede encontrarla
el alma libre. Esta Palabra está vinculada a las iniciaciones supe-
riores, por lo cual no tiene objeto que la consideremos más exten-
samente aquí.
90
Libro I

Podríamos hacer las siguientes afirmaciones, respecto a la Palabra


Sagrada, que deberían ser estudiadas detenidamente:
1. OM es la palabra de gloria; Cristo es en nosotros esperanza de
gloria.
2. La Palabra, cuando es captada correctamente, hace que el se-
gundo aspecto de la divinidad o crístico, surja en forma res-
plandeciente.
3. Es el sonido que trae a la manifestación el alma encarnada
(macro o microcósmica), el Cristo, el ego, y hace visible en la
tierra al "radiante Augoeides".
4. Es la palabra que libera la conciencia; cuando se la comprende
y emplea correctamente libera al alma de las limitaciones de la
forma en los tres mundos.
5. AUM es el sintetizador de los tres aspectos, siendo por lo tanto y
principalmente, la Palabra del reino humano, en el cual se unen
las tres líneas de la Vida divina -espíritu, alma y cuerpo.
6. Es también la Palabra de la quinta raza o raza actual, en un sentido
no común. La misión de esta raza es revelar, de manera nueva y
plena, la naturaleza de la Entidad interna, el alma dentro de la
forma, el Hijo de la mente, el Ángel solar, el quinto principio.
7. El significado de la Palabra sólo es percibido después de obte-
nerse la "luz interna". Mediante su empleo la "chispa" se tras-
forma en luz radiante, la luz en llama, y la llama, con el tiempo,
en sol. Por medio de la Palabra, nace el Sol de la Rectitud en la
vida de cada hombre.
8. Cada una de las tres letras del AUM tiene relación con los tres as-
pectos y puede aplicarse a cualquiera de las triplicidades conocidas.
9. El Maestro, el Dios interno, es realmente el Verbo, el OM, y de
este Maestro (que se halla en el corazón de todos los seres)
puede decirse que "En el principio era el Verbo, y el Verbo era
con Dios (por eso la dualidad) y el Verbo era Dios". Mediante el
empleo de la Palabra, el hombre llega a comprender:

91
Libro I

a. Su Propia divinidad esencial.


b. El propósito del proceso de tomar forma.
c. La constitución y la naturaleza de esas formas.
d. La realidad de la conciencia, o la relación del yo divino
o espíritu, con la forma, su polo opuesto.
A esta relación, en su desenvolvimiento evolutivo, la llamamos
conciencia, y la característica esencial de esta conciencia es amor.
10. El Guru o Maestro, que conduce al estudiante hasta el portal de
la Iniciación y vigila todas las pruebas y procesos iniciales y sub-
siguientes, también representa la Palabra, y mediante el em-
pleo científico de este gran sonido, el maestro produce cierto
estímulo y vitalización en los centros del discípulo, posibilitan-
do determinados desarrollos.

No es conveniente agregar nada más aquí sobre la Palabra Sagra-


da. Bastante se ha dicho para dar a entender al aspirante su objeti-
vo y potencia. Se darán mayores datos y otros métodos cuando el
estudiante, mediante el estudio y el esfuerzo autoiniciado, llegue a
conclusiones correctas. Sin embargo puede agregarse que, si se
medita sobre esta gran Palabra, proporcionará la clave del verda-
dero significado esotérico de lo expresado por H. P. Blavatsky en
La Doctrina Secreta:
"Consideramos la Vida como una forma de existencia que se
manifiesta en lo que llamamos materia o, incorrectamente sepa-
rado, denominamos espíritu, alma y materia en el hombre. Ma-
teria es el vehículo para la manifestación del alma, en este plano
de existencia; alma es el vehículo, para la manifestación del espí-
ritu, en un plano superior; los tres son una Trinidad sintetizada
por la Vida, que los compenetra a todos".

Esta sílaba mística es el secreto de los secretos en Oriente. Se dice


que es la designación o nombre de Ishvara, porque su forma mis-
ma incorpora en sí esa verdad. Es la Palabra Sagrada de la Quinta
Raza Raíz, tal como una palabra similar de tres letras Tao o Tau,

92
Libro I

fue la sílaba sagrada de la Cuarta Raza o Atlante. De ahí la Tau


Egipcia y el Tao Chino, ya que estos pueblos antiguos descendie-
ron ambos directamente de los Atlantes.
Vyasa explica el efecto muy potente de la recitación de la Palabra
Sagrada OM, diciendo que la relación entre un signo fiel y la cosa
significada por él, es tan inherente como la que hay entre una lla-
ma y su luz. De suerte que la Vida Divina está siempre presente
en la Palabra Sagrada, la cual no debe ser usada indebidamente. H.
P. B. nos dijo que AUM representa el Atma-Buddhi-Manas en
nosotros, y que pronunciarlo (se debe pronunciar como OM) devo-
tamente es apelar al Ser Superior interno, y que esto ahuyentará
todo mal. Pero a fin de ejercer su plena potencia debe ser pronun-
ciado por un hombre que trata muy sinceramente a todo momento
de vivir con rectitud.
Debemos pues comprender que el sonido OM tiene las caracterís-
ticas y cualidades vibratorias necesarias en sí mismo, como para
transformar al hombre en divinidad, ese es el poder de este maha-
mantra. Así como cada país inventa una palabra para cada cosa,
deberíamos meditar sobre como realmente se llaman las cosas
creadas, en sí mismos, es decir, ¿cuál fue el nombre que le dio su
Creador?. Evidentemente el verdadero nombre de cada cosa es un
misterio, pues el OM es un misterio revelado, al menos en sonido,
que representa y activa la redención de la materia. El Om es al
mismo tiempo El Señor y el ser espiritual ―YO SOY‖.

93
Libro I

28. Mediante la emisión de la Palabra y la reflexión sobre


su significado, se descubre el Camino.

Esta paráfrasis muy general expresa no obstante el significado co-


rrecto de los términos empleados en sánscrito. Únicamente Viveka-
nanda, de los muchos traductores, lo interpreta de la manera si-
guiente:
"La repetición del OM, y la meditación sobre su significado
(es el Camino)".
Los demás traductores omiten las tres palabras finales, entre
paréntesis, aunque la inferencia es clara.
La expresión "emisión de la Palabra" no debe interpretarse de-
masiado literalmente; la "emisión" esotérica está basada en el
estudio de la Ley de Vibración y en la sintonización gradual de
las vibraciones inferiores de las envolturas o vestiduras de la
conciencia, de modo que se sincronicen con la nota o sonido del
consciente morador interno. Hablando correctamente, la Palabra
debe ser emitida por el alma o ego en su propio plano, y la vi-
bración afectará en consecuencia a los diversos cuerpos o vehí-
culos que albergan a esa alma. El proceso, por lo tanto, es men-
tal, y pueden realizarlo únicamente quienes, por la meditación y
disciplina, conjuntamente con el servicio, han alcanzado la uni-
ficación consciente con el alma. Los que aspiran a realizarlo
deben utilizar las potentes facultades de la imaginación y visua-
lización y la perseverancia en la meditación, a fin de alcanzar
esta etapa inicial. Téngase en cuenta que esta etapa debe aseso-
rarse aunque sólo sea en grado relativamente limitado, antes de
que el aspirante pueda llegar a ser un discípulo aceptado.
El proceso de emitir la Palabra es doble, y este aforismo lo hace
resaltar. Ante todo tenemos el acto del ego, ángel solar, yo supe-
rior o alma, al emitir la Palabra desde su propio plano, en los
niveles abstractos del plano mental. Dirige ese sonido, por me-

94
Libro I

dio del sutratma (hilo de vida) y las vestiduras de la conciencia,


al cerebro físico del hombre en encarnación, sombra o reflejo.
Esta "emisión", debe repetirse constantemente. El sutratma es el
vínculo magnético que La Biblia cristiana denomina "Cordón
Plateado", el hilo de luz viviente, que conecta a la Mónada, el
Espíritu en el hombre, con el cerebro físico, y que esta anclado
en el corazón.
En segundo lugar tenemos el reflejo veraz del hombre en su ce-
rebro físico cuando oye el sonido y lo reconoce. Aquí se insin-
úan los dos polos del ser: el alma y el hombre en encarnación;
entre ambos se halla el hilo a lo largo del cual vibra el Pranava
(o palabra). Los que estudian la ciencia esotérica deben conocer
la técnica del proceso delineado. En esta emisión de la Palabra
tenemos los siguientes factores:
1. El alma que la emite o exhala.
2. El sutratma o hilo a través del cual el sonido vibra, y es
llevado o trasmitido.
3. Los vehículos de la conciencia, mental, emocional y etéri-
co, que vibran en respuesta a la vibración o aliento, sien-
do así estimulados.
4. El cerebro, que puede ser entrenado para reconocer ese
sonido y vibrar al unísono con el aliento.
5. El siguiente acto que efectúa el hombre durante la medi-
tación. Oye el sonido (a veces denominado "la queda y
tenue Voz" o "La Voz del Silencio"), lo reconoce por lo que
es y, en profunda reflexión, asimila los resultados de la ac-
tividad de su alma.

Una vez que el aspirante ha penetrado en los misterios y aprendi-


do a unificar al alma y al hombre inferior, para que funcionen co-
mo una unidad coordinada en la tierra, el aspirante aprende a emi-
tir la Palabra en el plano físico, a fin de despertar las fuerzas laten-
tes en él y también los centros. De esta manera participa acrecen-

95
Libro I

tadamente en el trabajo creador, mágico y psíquico de la manifes-


tación, con el propósito de beneficiar a sus semejantes y desarro-
llar los planes de la Jerarquía planetaria dentro del Plan Divino.
El significado exacto de este aforismo no puede ser descifrado.
Los comentadores clásicos lo entienden así: ―Debe efectuarse su
repetición y la reflexión sobre su significado‖. Lo que parece infe-
rirse de este sūtra es la idea de que la repetición constante de la
sílaba om no es suficiente en sí mismo. Debe llevarse a cabo de-
ntro de un esquema mental meditativo a fin de que se convierta en
un instrumento real de internalización.
La repetición de mantras es una ciencia muy antigua y base de nu-
merosas religiones. Las religiones se basan en la fé, en la devoción
ciega al Amado, así pues la repetición de los mantras devocional-
mente purifica las emociones y calma el pensamiento. Sin embargo
el verdadero mantra-yoga va más allá, no se establece en la emoción
divina, sino que se eleva más allá de la devoción y mediante la me-
ditación supramental alcanza la Luz del Alma, la Verdad que le hará
libre de este mundo material. Los mantras pueden ser recitados (Ja-
pa) a viva voz, susurrado, o mentalmente (este última forma es el más
poderosa) y después permanecer en profundo silencio, en contempla-
ción dejando obrar las vibraciones emitidas, y de esta manera el
OM nos elevará más allá de la mente concreta hacia lo Eterno.

96
Libro I

29. Por esto llega el conocimiento del yo (el alma) y la


eliminación de todos los obstáculos.

Cuando se conoce al Maestro interno, se siente, cada vez más,


afirmar su poder, y el aspirante somete su naturaleza inferior al
control de ese nuevo regente. Debe observarse que la oportuna y
total remoción de los obstáculos, transcurre después de producirse
el destello inicial de comprensión. El orden consecutivo de los
acontecimientos es:
1. La aspiración por obtener el conocimiento del alma.
2. El conocimiento de los obstáculos y la comprensión de las
cosas que impiden alcanzar el verdadero conocimiento.
3. La comprensión intelectual de la naturaleza de tales
obstáculos.
4. La determinación de eliminarlos.
5. Un repentino destello o visión de la realidad del alma.
6. La renovada aspiración y la firme determinación de hacer
de esa fugaz visión una realidad permanente durante la
experiencia en el plano inferior.
7. La batalla de Kurukshetra, con Krishna, el alma, alentando
a Arjuna, el aspirante, a mantener un esfuerzo firme y
constante. La misma idea aparece en El Antiguo Testa-
mento, en el caso de Josué, ante las murallas de Jericó.

Será útil concluir este comentario, trascribiendo los Afs. 31, 32,
33 y 34 del Libro IV:
31. Cuando se han eliminado todos los obstáculos y purificado las en-
volturas, se dispone de todo el conocimiento, entonces nada le queda al
hombre por hacer.

32. Las modificaciones de la sustancia mental (cualidades de la mate-


ria), mediante la naturaleza inherente a los tres gunas, llegan a su término,
pues han cumplido ya su propósito.

97
Libro I

33. El tiempo, secuencia de las modificaciones de la mente, también


llega a su término, cediendo su lugar al Eterno Ahora.

34. El estado de "unidad aislada" llega a ser posible cuando las tres
cualidades de la materia (los tres gunas o potencias de la naturaleza, A.A.B.)
ya no aferran al yo. La conciencia espiritual pura se retrotrae en el Uno.

Vyasa dice muy bellamente que sean cuales sean los obstáculos,
aún las enfermedades, cesarán cuando se sienta la omnipresencia
del Señor, y que también de esta manera se ve la naturaleza ver-
dadera del yogui. La meditación siempre hace al Yo interno cada
vez más vivo y consciente. Despierta las respuestas más sutiles de
nuestro ser en todos los niveles.
Aquí es necesario repetir que la fe de be complementarse con las
obras, la vida debe gobernarse al mismo tiempo que se la estudia,
antes de que podamos comprender su pleno sentido. El desperta-
miento de la consciencia espiritual puede sólo ser comprendido
a medida que se realiza.

98
Libro I

Obstáculos y soluciones (I.30-I.32)

30. Los obstáculos para el conocimiento del alma son: in-


capacidad corporal, inercia mental, duda, abandono,
pereza, apasionamiento percepción errónea, incapaci-
dad para lograr la concentración, o imposibilidad para
mantener la actitud meditativa una vez alcanzada.

Debemos tener presente que estamos considerando al Hombre


Espiritual como envuelto y enredado por la naturaleza psíquica,
por los impulsos emocionales y mentales de la personalidad. Estas
fuerzas mecánicas, sin embargo, sirven de entrenamiento y tram-
polín para el desarrollo del Alma en encarnación, una vez que
empecemos a trabajar con ellas y sean superadas y trascendidas.

I. Obstáculo. Incapacidad corporal.


Es interesante observar que el primer obstáculo se relaciona con el
cuerpo físico. Los aspirantes deberían recordarlo y tratar de ajustar
el vehículo físico a las demandas que posteriormente se le harán.
Estos reajustes serán de importancia y están comprendidos en cua-
tro grupos:
1. La inmunización del cuerpo contra los ataques de las en-
fermedades o indisposiciones. Esto, en sí, es un proceso
triple, que implica:
a. La extirpación de la enfermedad existente.
b. El refinamiento y la purificación del cuerpo, a fin
de reconstruirlo oportunamente.
c. La protección del cuerpo contra ataques futuros y
su utilización como vehículo del alma.
2. El fortalecimiento y refinamiento del cuerpo etérico, para
que finalmente se sintonice y así la tarea de dirigir la fuer-
za pueda emprenderse sin peligro. El discípulo debe hacer

99
Libro I

pasar a través de su cuerpo las fuerzas que utiliza en su


trabajo.
3. El despertar y el desarrollo de los centros del cuerpo etéri-
co; la centralización de los fuegos del cuerpo y su correcta
progresión a lo largo de la columna vertebral, a fin de unir-
los al fuego del alma.
4. La coordinación de las dos divisiones del cuerpo físico y
su subsiguiente alineamiento con el alma, mediante el su-
tratma o hilo, el vínculo magnético.

El tercer reajuste mencionado sólo puede emprenderse sin peligro


después de haber empleado y desarrollado los primeros tres méto-
dos de Yoga, y son:
1. Los cinco mandamientos. (Libro II, Afs. 30 y '31).
2. Las cinco reglas. (Libro II, Afs. 32 al 46).
3. El correcto equilibrio. (Libro II, Afs. 46 al 48).

Tener una incapacidad física como la cojera, ser ciego o sordo, no


esta considerado como enfermedad, por lo tanto no hay problema.
La cuestión es no centralizarse demasiado en cuestiones físicas,
esto se logra mediante la aplicación sensata de un RITMO DE VIDA
ADECUADO: en la comida, el descanso, el trabajo, la vida social, etc.

Los que aspiran a la Yoga frecuentemente olvidan esto, y a ello se


deben los desastres y dificultades que experimentan quienes se ocu-
pan de despertar prematuramente los centros y de avivar el fuego
serpentino. Sólo cuando se ha establecido completamente la relación
entre el aspirante y la economía social (como lo exponen los man-
damientos); realizado la tarea de purificar y regularizar la triple na-
turaleza inferior (como se delinea en las reglas); logrado el equili-
brio y el control de la naturaleza emocional, y obtenido el correcto
equilibrio, puede, quien aspira al Raja Yoga, comenzar sin peligro el
trabajo más esotérico y oculto, vinculado con los fuegos de su pe-
queño sistema. Nunca se hará bastante hincapié sobre este punto.

100
Libro I

Solo cuando se ha alcanzado un grado muy avanzado en el discipu-


lado, el hombre puede ocuparse conscientemente y sin peligro de los
fuegos vitales y dirigir su correcta ascensión por la columna verte-
bral. Muy pocos todavía "han cumplido la ley y los mandamientos".

II. Obstáculo. Inercia mental.


El siguiente y básico gran obstáculo (estos obstáculos se trascri-
ben en el orden de su poder relativo ejercido sobre el hombre
común) es la incapacidad de pensar con claridad sobre el proble-
ma de la realización. Si la acción no va precedida de un claro pen-
sar, no habrá suficiente impulso ni podrá apreciarse la magnitud
del problema. La inercia mental se debe a la condición letárgica
de la "vestidura de la conciencia", denominada cuerpo mental, y al
pesado ritmo de la mayor parte de las personas. Esto explica por
qué el Raja Yoga tiene más atractivo para los de tipo mental que
para los puramente devotos, y también por qué quienes poseen un
cuerpo mental bien dotado y activamente empleado pueden entre-
narse más rápidamente en esta sagrada ciencia. Para la mayoría,
despertar el cuerpo mental, desarrollar el interés intelectual y sus-
tituir el control emocional por el mental debe preceder a toda
comprensión posterior sobre la necesidad de cultivar el alma. De-
be hacerse contacto con el mecanismo mental y emplearlo, antes
de poder apreciar inteligentemente la naturaleza del pensador.
Cuando se llegue a captar esto, se comprenderá con mayor preci-
sión que las grandes escuelas de pensamiento denominadas: Cien-
cia Mental, Ciencia Cristiana (Christian Science), Nuevo Pensa-
miento y otros grupos, han contribuido al mejoramiento humano,
pues ponen el énfasis sobre los estados mentales. Sólo ahora la
familia humana empieza a darse cuenta de la "vestidura de la con-
ciencia", denominada cuerpo mental.
Una mayoría aún tiene que construir esa vestidura que los estu-
diantes esotéricos denominan cuerpo mental. De entre estos traba-
jadores se extraerá a los verdaderos yoguis de Raja Yoga.

101
Libro I

III. Obstáculo. Duda.


Esta tercera etapa depende también en cierta medida del desen-
volvimiento mental. Algunos traductores denominan a esto "duda‖
y tiene como base la percepción inferior y la identificación del
hombre real con el instrumento ilusorio, su cuerpo mental, lo cual
hace que dude de las verdades eternas y de la existencia de las
realidades fundamentales, buscando la solución de sus problemas
en lo efímero y transitorio y en las cosas de los sentidos, a través
de las cavilaciones incesantes.
Hay dudas correctas y apropiadas, es decir, la formulación de pre-
guntas a las cuales se refería Cristo en las palabras: "Pedid y reci-
biréis". Esta facultad de inquirir la cultivan deliberadamente entre
sus discípulos los verdaderos Maestros de Oriente. Se les enseña a
formular preguntas acerca de las realidades internas y luego a
hallar la respuesta por sí mismos, buscando la fuente d todo cono-
cimiento, latente en el corazón de todos los seres. Formular pre-
guntas inteligentes y hallar sus respuestas significa primeramente
haberse liberado de toda autoridad externa impuesta, tradición e
imposición de dogmas teológicos, religiosos o científicos. Sólo así
se puede descubrir la realidad y percibir la verdad.
Si somos conscientes de lo que necesitamos, no tenemos tiempo en
malgastar las energías en cuestiones que no necesitamos, es una per-
dida de energía y de tiempo. ¡Formulemos las preguntas correctas!
"Cuando tu alma haya pasado más allá de la selva de la ilu-
sión, ya no considerarás lo que se debe enseñar o lo que ha
sido enseñado".
"Cuando te hayas apartado de la enseñanza tradicional, tu
alma permanecerá constante y firme en la visión del alma;
entonces alcanzará la unión con el alma". Gita, Cap. II, Vers.
51, 52.

102
Libro I

IV. Obstáculo. Abandono.


Esta actitud mental algunos la traducen como "mentalidad inesta-
ble". En realidad, es esa versátil actitud mental que hace tan difícil
alcanzar la centralización y la atención. Literalmente es la tenden-
cia de la sustancia mental a crear formas mentales, descrita tam-
bién como la "tendencia de la mente a saltar de un objeto a otro"
(Libro III, Af. 11). Siempre hay que actuar con calma, es la mejor
forma de ser eficaces, a la vez que debemos cultivar el hábito de
hacer siempre un poco más, no mucho más, sino un poco más, eso
es de sabios.

V. Obstáculo. Pereza.
Todos los comentadores concuerdan respecto a esta traducción y
aplican los términos: flojedad, languidez o pereza. Esto no se re-
fiere tanto a la inercia mental (puesto que puede ir paralela a la
aguda percepción mental) como a la flojedad del hombre inferior,
que le impide ponerse a la altura del conocimiento intelectual y de
la aspiración interna. Se le ha expuesto al aspirante lo que debe
hacer, se le han explicado los "métodos de la yoga", ha percibido
el ideal y se da cuenta de los obstáculos; conoce teóricamente los
pasos precisos que debe dar, pero su actividad no responde a su
conocimiento. Existe un vacío entre su aspiración y su actuación.
Aunque anhela realizar y saber, le resulta demasiado difícil llenar
las condiciones. Su voluntad no es aún bastante fuerte para obli-
garlo a avanzar. Deja pasar el tiempo y no hace nada. Para activar
la voluntad es necesario un enfoque real de la situación, del pasa-
do, del presente y del futuro, actualizando la visión, el ideal a al-
canzar, y viviendo el aquí y ahora.

VI. Obstáculo. Apasionamiento.


Esto ha sido traducido muy correctamente por algunos como
"apego a los objetos" y deseo por las cosas materiales y de los
sentidos. Es amor a las percepciones sensorias y a la atracción de
todo lo que hace retornar al hombre una y otra vez, a la existencia
103
Libro I

en el plano físico. El discípulo debe cultivar el desapasionamien-


to, o esa actitud de no identificarse con ningún tipo de forma, sino
mantenerse apartado y desapegado, libre de las limitaciones im-
puestas por posesiones y pertenencias. Este punto es tratado en
muchos aforismos y no es necesario ampliarlo aquí.
Evidentemente gran parte de este problema es una cuestión de
ilusión, la ilusión nos arrastra al apego, el apego al deseo y el de-
seo al dolor. Sin embargo la ilusión tiene su papel en el plan divi-
no, ya que en su justa medida nos centra en este mundo, sin em-
bargo cuando se magnifica y se enreda en cuestiones incorrectas
nos arrastra al abismo.

VII. Obstáculo. Percepción errónea.


La incapacidad de percibir correctamente y de ver las cosas tal
como son en realidad, es consecuencia natural de los seis obstácu-
los anteriores. Mientras el pensador se identifique con la forma,
mientras las vidas menores de las vestiduras inferiores de la con-
ciencia lo aprisionen y mientras se niegue a separarse del aspecto
material, sus percepciones serán erróneas. La visión abarca diver-
sos tipos, los cuales pueden ser enumerados como:
1. La visión física revela la naturaleza del plano físico, y se lo-
gra por medio de los ojos, fotografiando a través del lente
ocular el aspecto de la forma tangible, sobre la maravillosa
película que todo hombre posee. Esta visión es circunscripta
y limitada.
2. La visión etérica es una facultad del ojo humano que va
desarrollándose rápidamente, y revelará, con el tiempo, el
aura de salud de todas las formas, en los cuatro reinos de la
naturaleza; ello traerá el reconocimiento de las emanacio-
nes vitales pránicas en todos los centros vivientes y pondrá
de manifiesto la condición de los mismos.

104
Libro I

3. La clarividencia es la facultad de ver en el plano astral,


uno de los "siddhis" o poderes síquicos inferiores. Se ob-
tiene por la sensibilidad superficial del "cuerpo sensorio" o
envoltura emocional; es la percepción sensoria llevada a
una condición muy desarrollada. Es engañosa y, aparte de
su analogía superior, que es la percepción espiritual, cons-
tituye la apoteosis de maya o ilusión.
4. La visión simbólica es una facultad del cuerpo mental y el
factor que produce la percepción de los colores, los símbo-
los geométricos, la visión cuatridimensional y esos sueños
y visiones resultantes de la actividad mental y no de la vi-
sión astral. Con frecuencia tales visiones tienen el carácter
de previsiones.
Estos cuatro tipos de visión son la causa de la percepción
errónea, producen sólo ilusión y error, hasta ser reemplaza-
dos por tipos superiores de visión, que se enumeran más ade-
lante. Estos tipos superiores de visión incluyen los demás.
5. La visión pura. Patanjali la define como:
"El vidente es conocimiento puro (gnosis). Aunque puro,
observa la idea presentada por medio de la mente" (Libro II,
Af. 20). Las palabras "conocimiento puro" se han traducido
como "visión pura", facultad del alma, que a su vez es co-
nocimiento puro y se manifiesta citando el alma utiliza la
mente como instrumento de visión. Charles Johnston tra-
duce este aforismo: "El vidente es visión pura... mira a
través de la vestidura de la mente".
Es también la clara captación del conocimiento y la perfec-
ta comprensión de las cosas del alma, característica del
hombre que, por medio de la concentración y la medita-
ción, ha logrado controlar la mente. Entonces la mente se
convierte en la ventana del alma, a través de la cual el
hombre espiritual puede percibir una esfera de conoci-
miento nuevo y más elevado. Simultáneamente, con el de-

105
Libro I

sarrollo de este tipo de visión, se pone en actividad la


glándula pineal, y el tercer ojo (en materia etérica) se desa-
rrolla por una actividad paralela.
6. La visión espiritual o verdadera percepción es el tipo de
visión que abre el mundo intuicional o plano búdico, y lle-
va a su poseedor más allá de los niveles abstractos del pla-
no mental. Se llegan a comprender las cosas del espíritu
puro y los propósitos básicos que subyacen en toda mani-
festación, así como la visión pura permitió a su poseedor
extraer de las fuentes de la sabiduría pura. Con el desarro-
llo de esta visión entra en actividad el centro alta mayor y
se abre el loto de mil pétalos.
7. La visión cósmica, cuya naturaleza es inconcebible para el
hombre, caracteriza el conocimiento de esas Existencias
que se Manifiestan por medio de un esquema planetario en
un sistema solar, así como el hombre se manifiesta por
medio de sus cuerpos.

Por el estudio de estos tipos de percepción, el estudiante podrá


apreciar con exactitud el trabajo que debe realizar, lo cual lo ayu-
dará a determinar el lugar que ocupa y, en consecuencia, a prepa-
rarse inteligentemente para el siguiente paso.

VIII. Obstáculo. Incapacidad para lograr la concentración.


Los dos últimos obstáculos indican que "las cosas viejas pueden
desaparecer" y el hombre nuevo entrar en posesión de su herencia.
El método del discípulo no sólo debe incluir la autodisciplina o la
subyugación de las vestiduras o envolturas, y el servicio o la iden-
tificación con la conciencia grupal, sino también dos etapas, la de
concentración, enfoque o control de la mente, más la de medita-
ción, ese constante proceso de reflexionar sobre aquello con lo
cual el alma se ha puesto en contacto y conoce. Ambos serán tra-
tados más adelante, y no nos detendremos ahora.

106
Libro I

IX. Obstáculo. Imposibilidad para mantener la actitud meditativa.


Por lo antedicho se verá claramente que los primeros seis obstácu-
los se refieren a las condiciones erróneas y los tres últimos a los
resultados de esas condiciones. Contienen una sugerencia respecto
a los métodos para librarse de los erróneos estados de conciencia.
Lo importante en comenzar un plan, aunque no este depurado, y
las propias fuerzas involucradas Irán abriendo camino en nuestro
entorno. Si embargo cuando queremos perfeccionar un plan dema-
siado sin haber hecho nada, sin haber actuado, sólo encontraremos
problemas e impedimentos para realizarlo. ¡Hay que actuar!
Durante los ejercicios, habrá días y aun semanas en que la
mente esté tranquila y sin dificultad concentrada, de modo
que el ejercitante haga notables y rápidos progresos. Pero un
día se detiene de pronto el adelanto y queda encallado, esto
no es más que un espejismo, es la actuación de la Ley Cíclica.
Perseverad. Todo progreso procede por estos ascensos y des-
censos aparentes.

El aforismo que sigue es muy interesante, pues trata de los efectos


producidos en los cuerpos de la naturaleza inferior, en el caso del
hombre que no ha superado los obstáculos.

107
Libro I

31. Los resultados de los obstáculos para la naturaleza


síquica inferior son cuatro: dolor, desesperación,
errónea actividad corporal y equivoca dirección o
control, de las corrientes de la vida.

Cada uno de estos cuatro resultados expresa la condición del


hombre inferior y trata de los efectos de la errónea centralización
o identificación.
1. El dolor es el efecto producido cuando el cuerpo astral o
emocional está erróneamente polarizado. El dolor es la
consecuencia de no equilibrar correctamente los pares de
opuestos, e indica falta de equilibrio.
El comentador Vyasa dice que la causa de la pena está, o en uno
mismo o en causas exteriores; y que el desespero es una condición
mental consecuencia de no llenar algún deseo. El deseo personal
es el tirano del hombre y la raíz de toda aflicción. De ahí la ex-
hortación universal de todos los instructores antiguos, a alcanzar
VAIRAGYA (desapego de los objetos de deseo). Pero esto ha de ve-
nir como resultado natural y creciente del desarrollo del alma, en
pureza y comprensión. Un desapego forzado y artificial es peor que
inútil. Como dice LUZ EN EL SENDERO: ―Le es inútil al discípulo
tratar de aprender por medio del refreno. El alma debe estar sin
cadenas, los deseos libres. Pero será en vano que se esfuerce mien-
tras no esté fijo en aquel estado en el que no hay ni recompensa ni
castigo, ni bien ni mal‖.
2. La desesperación es efecto del remordimiento, producido
en el cuerpo mental, siendo en sí una característica de lo
que podemos llamar "naturaleza mental no regenerada". El
aspirante tiene la percepción de lo que podría ser, aunque
los obstáculos todavía lo vencen; incesantemente es cons-
ciente del fracaso y esto genera en él un estado de remor-
dimiento, disgusto, desesperación y desaliento.

108
Libro I

El desespero y el desaliento son inadmisibles, desde el


punto de vista oculto, por muy humanos e inevitables que
sean. ―Dios te perdonará todo menos que desesperes‖.
Pues el desespero equivale a negar el poder del Ser Supe-
rior para superarlo todo, y a apartar nuestro rostro de la vi-
sión de él. Dudar de nuestro poder de triunfar, abandonar
el campo, es quitar el piso de debajo de nuestros pies. LA
VOZ DEL SILENCIO nos dice: ―Guárdate del temor que se
extiende a semejanza de las negras y silenciosas alas del
murciélago a media noche, entre la claridad lunar de tu
Alma y la gran meta que luce en la lejanía. El temor, Oh
discípulo, mata, la voluntad y paraliza toda acción‖.
3. La errónea actividad corporal. La condición interna se
manifiesta en el plano físico como intensa actividad, enér-
gica búsqueda por soluciones o alivio; un constante ir y
venir en pos de la paz. En esta época es la principal carac-
terística de nuestra mental raza, y la causa del intenso y
agresivo esfuerzo realizado en todas las actividades de la
vida. A esto han contribuido, en gran medida, los sistemas
pedagógicos, pues aceleran la actividad del cuerpo mental.
La gran contribución de la pedagogía (en las escuelas, ins-
titutos, liceos, universidades y otras actividades afines) ha
sido estimular el cuerpo mental del hombre. Todo forma
parte del gran plan, que tiende siempre a alcanzar el obje-
tivo uno, el desarrollo del alma.
4. La equívoca dirección de las corrientes de la vida. Este
efecto es producido en el cuerpo etérico, por trastornos in-
ternos. Las corrientes de la vida, para el estudiante de
ocultismo, son dos:
a. El aliento de la vida o el prana.
b. La fuerza vital o los fuegos del cuerpo.

109
Libro I

El mal empleo del aliento de la vida, o la errónea utilización del


prana, es la causa del ochenta por ciento de las actuales enferme-
dades físicas. El otro veinte se debe a que la fuerza vital es mal
dirigida a través de los centros, atacando principalmente a ese
porcentaje de la humanidad que, puede decirse, está mentalmente
polarizado. La clave para el estudiante esotérico que aspira obte-
ner la liberación, no está en los ejercicios respiratorios ni en
ningún sistema para el desarrollo de los siete centros del cuerpo,
sino en la intensa concentración interna sobre el vivir rítmico y en
la cuidadosa organización de la vida. A medida que efectúa esto,
la coordinación de los cuerpos sutiles con el físico por una parte y
con el alma por otra, se producirá con el tiempo el automático y
consiguiente reajuste de las energías pránicas y vitales.

110
Libro I

32. Para superar los obstáculos y sus derivados, se re-


quiere intensa aplicación de la voluntad a alguna ver-
dad o principio.

Es Conveniente que el aspirante a la yoga observe que hay siete


métodos para alcanzar la paz y así llegar a la meta, los cuales se
tratarán a continuación cada uno tiene relación precisa con los
siete obstáculos considerados anteriormente.
Obstáculo Remedio
1. Incapacidad corporal .................. Vivir sano y saludable (1. 33).
2. Inercia mental ............................ Control de la fuerza vital (1.34).
3. Duda .......................................... Pensamiento centralizado (1. 35).
4. Abandono .................................. Meditación (1. 36).
5. Pereza ........................................ Autodisciplina (I. 37).
6. Apasionamiento ........................ Correcto análisis (1. 38).
7. Percepción errónea .................... Iluminación (1. 39).

Corregir las condiciones erróneas es de suma importancia en las


primeras etapas de la yoga, razón por la cual se hace hincapié so-
bre ellas en el Libro I. Pero una comprensión teórica de los obstá-
culos y de su curación, de nada sirve si no se aplica intensamente
la voluntad. Sólo el constante, firme y persistente esfuerzo de la
voluntad, actuando por medio de la mente, será suficiente para
llevar al aspirante de la oscuridad a la luz y conducirlo de la muer-
te a la inmortalidad.
Una vez comprendido el principio, el discípulo puede trabajar
inteligentemente, de allí la necesidad de correcta comprensión de
los principios o cualidades por los cuales se puede conocer la ver-
dad respecto a la Realidad o Dios.
Todas las formas existen a fin de expresar la verdad. Aplicando
constantemente la voluntad de Dios en el Todo, se revela la ver-
dad por medio de la materia. Cuando se conozca la verdad o prin-

111
Libro I

cipio básico, el espíritu entonces quedará revelado. Cuando el


discípulo comprenda qué principios deben expresar sus diferentes
formas, envolturas o cuerpos, sabrá dirigir con exactitud su volun-
tad y así producirá las condiciones deseadas. Las envolturas y
vehículos son, simplemente, sus cuerpos de manifestación en los
diversos planos del sistema; tales envolturas deben expresar el
principio que constituye la característica o cualidad subyacente en
cada plano. Por ejemplo, los siete principios que conciernen al
hombre son:
1. Prana ……………. .. energía vital ………… cuerpo etérico.. plano físico.
2. Kama …………….. deseo, sentimiento. cuerpo astral…. plano astral.
3. Manas inferior .. mente concreta ….. cuerpo mental. plano mental.
4. Manas superior. mente abstracta …. cuerpo egoico.. plano mental.
5. Budi ………………. intuición …………….. cuerpo búdico.. plano búdico.
6. Atma ……………… voluntad espiritual cuerpo átmico.. plano átmico.

Y lo que corresponde al ilimitado e inmutable principio en el ma-


croscosmos, la Mónada (en su propio plano), es el séptimo princi-
pio. Hay otra manera de enumerar los principios, pues Subba Row
está en lo cierto cuando dice que existen sólo cinco principios.
Los dos superiores, la vida monádica y atma, no son principios.
Aplicando conscientemente la voluntad en cada plano, el vehículo
es dirigido constantemente a expresar con mayor exactitud la ver-
dad una. Éste es el verdadero significado del aforismo en conside-
ración y la razón por la cual los Adeptos todavía estudian este
tratado sobre yoga. No poseen un total conocimiento verdadero en
todos los planos, aunque las reglas básicas rigen en todo sentido y
se aplican diversamente. Los principios son aplicables a todas las
diferenciaciones y a todos los estados del ser.
A medida que el hombre estudia las esferas donde actúa su con-
ciencia, a medida que llega a comprender los vehículos que debe
utilizar en determinada esfera, y a medida que despierta al cono-
cimiento de la cualidad divina específica que el cuerpo está desti-
nado a expresar, como parte o aspecto de una verdad o realidad, se

112
Libro I

da cuenta de las fallas presentes, de los obstáculos que entorpecen


y de las dificultades a vencer. Luego viene la aplicación de la vo-
luntad y su concentración sobre el principio o cualidad que trata
de expresarse. Así la manifestación inferior se alinea con la supe-
rior, pues "como el hombre piensa, así es él".
Podría decirse que el vivir con un solo temperamento evitará el
peligro de las diversas alteraciones mentales.
La mente no tiene temperamento. Es el molde el que forja el tem-
peramento. Cuando la mente es moldeada en una solo dirección,
no hay lugar para las alteraciones. Tengamos cuidado de saber que
un solo temperamento es muy diferente de un desarrollo unilateral
de la actividad. Si eliminamos muchas actividades para dejar una
sola, eso es algo unilateral que lleva a la destrucción de la mente y
al asesinato de las diversas dimensiones del hombre. Un solo tem-
peramento es diferente de una actividad unilateral. Un solo tempe-
ramento es un molde que puede reorganizar todas las actividades
existentes igual que una joya puede incluir todas las piedras pre-
ciosas en su estructura. Un temperamento puede incluir todas las
actividades en una integración de síntesis. El temperamento es un
molde en el que están organizados la mente, los pensamientos y
los sentidos.

Así pues, creemos un temperamento incluyente hacia la


síntesis espiritual, y esto nos salvaguardará de todos los
obstáculos.

113
Libro I

Pacificación y estabilización mental (I.33-I.39)

33. La paz de la sustancia mental o chitta, se puede al-


canzar practicando la simpatía, la ternura, la firmeza
de propósito y, el desapasionamiento, en lo que al pla-
cer o al dolor, bien y mal concierne.

Este aforismo trata del cuerpo físico, sujeto a experiencias en el plano


físico, el cual utiliza la conciencia del cerebro. La tendencia de ese
cuerpo es hacia las formas objetivas; propenso (en su estado no rege-
nerado) a gravitar fácilmente hacia los objetivos materiales. La natu-
raleza de esos objetivos dependerá del grado de evolución del ego
experimentador. Esto debe tenerse muy en cuenta al estudiar este
aforismo, de lo contrario será mal interpretada la cláusula final. Debe
actuarse con discernimiento en lo que atañe a todas las manifestacio-
nes de fuerza, buena o mala; la ley actúa aquí, pero la emancipación de
las formas físicas que dicha energía pueda asumir, se logra aplicando
el desapasionamiento a esas formas objetivas. Es conveniente observar
que la simpatía a que se refiere, concierne a nuestra relación con los
demás peregrinos o con el cuarto reino de la naturaleza; la compasión
incluye nuestra relación con los animales o tercer reino; la firmeza de
propósito concierne a nuestra relación con la Jerarquía del planeta, y el
desapasionamiento a nuestra actitud hacia las reacciones del yo perso-
nal inferior. Por lo tanto, el alcance de este aforismo es manifiesto y
concierne a todas las vibraciones cerebrales del estudiante.
En consecuencia el cuerpo físico está considerado como el vehículo que:
a. Ayuda a nuestros semejantes.
b. Trata compasivamente al reino animal.
c. Sirve en el plano físico en colaboración con la Jerarquía.
d. Disciplina el apetito físico y logra el desapasionamiento respec-
to a todas las formas de atracción hacia los apetitos de los sen-
tidos, sean o no considerados perjudiciales. Todos han de ser
trascendidos.

114
Libro I

Así se logra la paz, paz de chitta o sustancia mental, paz de las


reacciones del cerebro y oportunamente total tranquilidad y calma.
La idea está bien expresada por Charles Johnston al traducir este
aforismo: "La naturaleza síquica pasa a una gozosa paz" y el hom-
bre expresa plenitud, naturaleza equilibrada y cabal sensatez de
pensamiento y de acción. Toda incapacidad corporal se supera de
esta manera y la plenitud expresa la naturaleza de la manifestación.
Adoptar un espíritu de simpatía hacia quienes experimentan feli-
cidad. Adoptar un espíritu de compasión hacia los que sufren.
Adoptar un espíritu de alegría hacia los virtuosos. Adoptar un
espíritu de benévola indiferencia hacia los que hacen el mal (per-
donándoles sus faltas). Esta forma de ser produce un dharma per-
fecto (aumenta el karma bueno). Como consecuencia, la mente se
purifica. La mente) purificada consigue la concentración y, even-
tualmente, alcanza la serenidad.
En la vida cotidiana vemos a nuestro alrededor personas mas feli-
ces y otras menos felices que nosotros. Algunas hacen cosas dig-
nas de elogio, otras originan problemas. Sea cual sea nuestra acti-
tud habitual hacia tales personas y sus acciones, si podemos estar
contentos con aquellos que son mas felices que nosotros, ser com-
pasivos con los infortunados, estar alegres con los que realizan
acciones dignas de elogio y, si los errores de los demás no nos
afligen, nuestras mentes estarán muy tranquilas.
Este Sutra nos recuerda otra vez la famosa meditación clásica del Se-
ñor Buddha, y también la magnífica descripción de la caridad o amor
de San Pablo. No hay actitudes mentales férreas en la vida de un yo-
gui; él es amistoso y comprensivo con todos, inagotablemente compa-
sivo con todos los que sufren y pecan, alegremente indiferente a todo
cuanto puedan traerle las vicisitudes de la vida, ya sea gozo y triunfo, o
fracaso temporal y equivocación. Sus ideas cerca del bien y el mal
también se amplían; ve que son relativos; ya no son absolutos para él.
Sobre todo debemos cuidarnos mucho de no criticar ni juzgar negati-
vamente las obras malvadas de nuestros semejantes. Es muy fácil,

115
Libro I

hoy en día, caer en la simpleza mental y la crítica mordaz ante perso-


nas que obran mal, sin embargo, esta actitud, daña aún más al hom-
bre que ha obrado cruelmente y nos arrastra emocionalmente en un
remolino psíquico que nos perturba la paz necesaria para avanzar.
Vyasa recomienda que el aspirante cultive el hábito de sentir amis-
tad hacia los que son felices, y compasión hacia los que sufren;
contento con lo bueno, e indiferente sin nada de censura hacia el
torvo. Y dice que ―así aparece la característica blanca (SATTVA)‖.
Y su comentador, Vachaspati, dice que sentir amistad hacia los
felices y triunfadores, elimina de la mente la sucia envidia; y que no
parcializándose sino ocupándose de lo que directamente nos in-
cumbe, eliminamos de la mente la impaciencia. Esto nos recuerda
los siete pecados capitales del catolicismo; podemos ordenarlos
conforme a las envolturas de nuestra conciencia, así: física - pereza;
emocional - ira, lujuria y gula; (dice el BHAGAVAD GITA: ―Triple
es la puerta del infierno: ira, lujuria y gula); mental - orgullo, envi-
dia, avaricia. Estas tienen sus antídotos naturales, las Virtudes Car-
dinales, las que, empleando la misma clasificación, son: física -
diligencia; emocional - mansedumbre, castidad, templanza; mental
- humildad, contento, generosidad.
La mayor parte de las dificultades con que tropezamos en la vida
diaria provienen de no ser capaces de mantener estas actitudes men-
tales. Por ejemplo, si alguien nos daña, inmediatamente deseamos
devolver mal por mal, y esta reacción contra el mal denota que no
somos capaces de subyugar la mente, que en seguida se agita en
contra de quien nos dañó, y nos debilitamos. Toda reacción en for-
ma de odio o malignidad es una grave pérdida para la mente; y cada
mal pensamiento o acción de odio o cualquier pensamiento de reac-
ción contra el mal recibido, si lo refrenamos y resistimos se volverán
en nuestro favor. No por dominarnos de esta suerte perdemos nada;
al contrario, ganamos infinitamente más de lo que nos cabe imaginar.
Cada vez que rechazamos un sentimiento de odio o nos sobrepone-
mos a un acceso de cólera acumulamos en nuestro provecho gran
cantidad de energía que se transmutará en facultades superiores.

116
Libro I

34. Además la paz de chitta se alcanza mediante la regu-


lación del prana o aliento de la vida.

Los estudiantes harán bien en observar que Patanjali incluye el


Pranayama (la Ciencia de la Respiración o de la energía pránica),
entre otros métodos, para lograr "la paz de chitta‖. Sin embargo,
no hace especial hincapié en ello. Como se ha dicho anteriormen-
te, pranayama es un término que se puede aplicar a tres procedi-
mientos interrelacionados y afines:
1. La ciencia del vivir rítmico o regulación de los actos de la vi-
da cotidiana mediante la organización del tiempo y la inteli-
gente utilización del espacio. Por medio de esto, el hombre
se convierte en adepto, en creador en el plano físico y en co-
laborador en los planes de la Jerarquía, tal como se mani-
fiestan en la evolución cíclica.
2. La ciencia de la respiración o la vitalización del hombre infe-
rior, por medio de la inhalación y la exhalación. El hombre se
conoce a sí mismo como "alma viviente" y utiliza el factor
aliento. Por este medio se hace consciente de la unidad de la
vida y de la relación existente entre todas las formas donde
mora la vida de Dios. Se convierte en un hermano y también
en un adepto, y sabe que la hermandad es una realidad en la
naturaleza y no una sublime teoría.
3. La ciencia de los centros o laya yoga, es la aplicación de la ley
a las fuerzas de la naturaleza y la utilización científica de éstas
por el hombre, Atañe al ascendente paso de -ciertos septena-
rios de energía, a través de los centros, a lo largo de la colum-
na vertebral hasta la cabeza, en determinada y específica
progresión geométrica. Esto hace del hombre un psíquico ca-
pacitado y desarrolla en él determinados poderes latentes,
que una vez desarrollados lo ponen en contacto con el alma
de todas las cosas y con el aspecto subjetivo de la naturaleza.

117
Libro I

Es muy significativo observar que este método de llegar a la paz


sigue al método de vivir sanamente, dando por resultado un cuer-
po físico sano. Más adelante, cuando Patanjali vuelve a referirse a
la regulación del aliento y de las corrientes de energía, lo da como
el cuarto método de yoga y declara que sólo cuando se ha alcan-
zado correcto equilibrio (tercer método), por haber guardado los
Mandamientos y las Reglas (métodos uno y dos), se ha de intentar
tal regulación. Los estudiantes harán bien en estudiar tales méto-
dos y en observar que al hombre sólo le es permitido ocuparse de
los centros después que ha equilibrado su vida y purificado su
naturaleza, en tal forma, que ya no existe peligro.
La palabra exacta es prana, que no es precisamente el aliento, sino
la energía universal. Todo cuanto vemos en el universo, todo cuan-
to se mueve y actúa y tiene vida es una manifestación de prana. La
suma total de la energía difundida por el universo se llama prana.
Antes de comenzar un ciclo permanece prana en un casi inmóvil
estado, y al iniciarse el ciclo se manifiesta como movimiento, como
acción nerviosa en el hombre y los animales, como pensamiento,
etc. El universo entero es una combinación de prana y akasa. Así
también es el cuerpo humano. Del akasa extraemos los diferentes
materiales de sensación y de prana las diversas formas y modalida-
des de energía. La emisión y restricción rítmicas de prana se deno-
mina pranayama. Patanjali, el padre de la filosofía yoguista, no da
muchas instrucciones acerca del pranayama; pero posteriormente,
otros yoguis investigaron diversos puntos relativos al pranayama y
establecieron sobre ellos una importante ciencia. Según Patanjali, el
pranayama es uno de los varios medios de calmar la mente, pero no
insiste mucho en ello. Se limita a decir que por la inspiración, la
retención y la espiración del aliento se podrá apaciguar algún tanto
la mente. Pero de este principio se desenvolvió más tarde toda una
ciencia llamada pranayama. Algo expondremos de lo que dijeron
estos yoguis posteriores a Patanjali. En primer lugar, conviene tener
en cuenta que, según ya dijimos, prana no es precisamente el alien-
to, sino la energía y la vitalidad motora del aliento.

118
Libro I

La respiración y el pensamiento esta íntimamente relacionados.


Tanto afecta uno al otro como el otro al uno. Mediante una vida
equilibrada la respiración se vuelve serena, tranquila, y de esta
forma natural deviene el pranayama correcto. A veces hay ―gu-
rus‖ que dan multitud de técnicas de respiración pranayámicas,
técnicas que ejercen un ritmo antinatural sobre el organismo físico
y psíquico del individuo, produciéndole, en algunos casos, trastor-
nos irreparables. Este el poder de la respiración. Solamente cuan-
do el yogui está muy avanzado en pureza y desarrollo espiritual se
le puede asignar (por su Maestro) alguna técnica especial de pra-
nayama para aumentar su desarrolla ya emprendido. El pranayama
como ejercicio forzado, afecta con demasiada fuerza al tejido eté-
rico del practicante, vitaliza los fuegos menores y potencia la
energía vital. Si no se esta debidamente preparado, lo que en prin-
cipio podría ser una ayuda se convierte en una tragedia desequili-
bradora.
Lo correcto es buscar la PULSACIÓN. La pulsación es uno de los
principios fundamentales de la Naturaleza desde el nivel del Cos-
mos al nivel del átomo. Toda la Creación es el resultado de un
fenómeno musical de pulsación. Durante el proceso de respiración
Cósmica, toda la Creación es exhalada e inhalada periódicamente.
Este mismo fenómeno se encuentra en toda unidad de creación en
la naturaleza. En el ser humano se expresa mediante el cuerpo
vital y esta localizado en el sistema respiratorio. La Pulsación a la
que nos referimos, no es la pulsación cardiaca-física, sino la PUL-
SACIÓN DEL ALMA, la cual tiene su propio ritmo. Cuando mediante
el trabajo, la atención y el amor a todos los seres va despertando en no-
sotros, percibimos dicha pulsación superior, y cuando la percibimos
podemos ajuntarnos a ella. Una vez el discípulo conoce dicha pulsación
y se ha ajustado a Ella el proceso de aceleración evolutiva acrecienta
enormemente.

119
Libro I

35. La estabilidad mental puede obtenerse mediante esas


fórmulas de concentración, relacionadas con la per-
cepción sensoria.

Aquí tratamos las formas de desenvolvimiento y de control que


culminan en lo que se denomina "gozosa paz"` Hemos visto que
las relaciones grupales correctas y un vivir rítmico producirán esa
condición donde se logra el aquietamiento de los vehículos o en-
volturas, pudiendo así el hombre inferior reflejar adecuadamente
al hombre superior o espiritual. Veremos ahora ciertos aspectos de
la filosofía del Raja Yoga, y la clave para la comprensión de este
aforismo reside en la palabra desapego. El aspirante, a medida que
establece contactos sensorios y, por medio de los cinco sentidos,
se relaciona con el mundo fenoménico, asumirá progresivamente
la posición del observador. Su conciencia, por lo tanto, se transfie-
re lentamente de la esfera de los vehículos sensorios a la del "mo-
rador del cuerpo".
Es interesante observar aquí la enseñanza hindú sobre el empleo
de la lengua y de toda la zona de la nariz y del paladar. La ense-
ñanza ortodoxa oriental hace las siguientes sugerencias:
Métodos Sentidos Resultado
1. Concentración en la punta de la nariz ......... olfato ........... perfumes.
2. Concentración en la raíz de la lengua ......... oído ............. sonidos.
3. Concentración en la punta de la lengua ...... gusto ........... llamas.
4. Concentración en mitad de la lengua .......... tacto ............ vibraciones.
5. Concentración en el paladar ........................ vista ............. imágenes,visiones.

El aspirante no debe tomar estas cosas textualmente ni tratar de


meditar a ciegas, por ejemplo, sobre la punta de la lengua. La lec-
ción a aprender, de acuerdo a la Ley de Analogía, es que la lengua
tipifica la facultad creadora, el tercer aspecto en su quíntuple natu-
raleza. La relación de los cinco sentidos (sintetizada en la región de
la boca) con los cinco rayos, que constituyen la síntesis regida por

120
Libro I

el Mahachoan (rector del aspecto de Tercer Rayo en nuestro plane-


ta) será muy iluminadora. El estudiante hallará de valor desentrañar
la analogía entre estos cinco rayos, los cinco sentidos y la boca,
como órgano de la palabra. A medida que se estudia se verá que
dos órganos físicos -la pituitaria y la pineal corresponden a otros
dos aspectos, amor-sabiduría o poder organizador, voluntad o
propósito. Los siete puntos en la cabeza (en una zona pequeña) son
los símbolos, en materia física, de los tres grandes aspectos que se
manifiestan como los siete. Por lo tanto, a medida que el aspirante
asume la posición de regente de los sentidos y de analizador de sus
percepciones sensorias, en forma gradual se va concentrando más
mentalmente, y el yogui avanzado puede, en todo momento, identi-
ficarse con cualquiera de las energías de rayo, excluyendo las de-
más si lo desea.
Se advierte al estudiante que no suponga que esta "paz gozosa"
puede lograrse meditando definidamente sobre algún sentido es-
pecífico. Por la comprensión de las leyes de la creación y del soni-
do, por el estudio de la placa sonora de la boca y del método por el
cual es posible hablar, se pueden conocer los procesos creadores del
mundo, y el hombre adquiere el conocimiento de las leyes, por las
cuales todas las formas vienen a la existencia. Los sentidos de los
yoguis son por lógica anormalmente agudos, hecho que debe ser
recordado.
La expresión ―manteniendo la mente estable‖ invita a la compara-
ción con el aforismo III. 1 (“la concentración consiste en fijar la
conciencia en estado de abstracción sensorial a un solo punto”).
Mientras que éste último se establece como la descripción formal
de una técnica concreta, la primera expresión habla evidentemente
del resultado de esta concentración, es decir nibandhana, la condi-
ción de ―estabilidad‖ mental, siendo en este caso un fenómeno
concomitante con la experiencia yóguica conocida como pravṛtti,
o extraordinaria actividad sensorial. La idea consiste en que, en la
medida que él ha purificado los órganos de percepción, puede
tomar como objeto de estudio la relación de estos órganos con los

121
Libro I

objetos de los sentidos, lo que, se dice, lo confirmará en la necesi-


dad de realizar un periplo más interior y estabilizará el más exte-
rior de los órganos internos, el intelecto. Lo único que los sentidos
perciben sobre tal o cual objeto (eventualmente) es: (I) el sonido
del objeto, (II) el aspecto táctil del objeto (o el "contacto" con el
objeto), (III) la forma del objeto, (IV) el gusto del objeto, el olor
del objeto. Jamás alcanzan, más allá de la presencia de tal o cual
objeto, el Sonido, la esencia del sonido, el "sonido en si" (fuera de
la sinfonía), ni el Contacto, la esencia del contacto, etc. (mas allá
de lo sedoso de la seda), ni la Forma (más allá del color del cua-
dro), ni tampoco el Gusto (mas allá de la manzana), ni el Olor
(mas allá de los oquedales y abetales). El objeto a corto plazo de
la práctica descrita en este aforismo consiste en hacer percibir, no
el sonido, la forma, etc., "ordinarios", es decir, de un objeto cual-
quiera, sino el Sonido, la Forma, etc., como lo que hace que todos
los objetos sonoros sean audibles, que todos los objetos vistos
sean visibles, etc.
De los órganos sensoriales emanan vibraciones que tocan los obje-
tos correspondientes, por lo que se establece un contacto entre
aquellos y éstos. Pero para que la percepción tenga lugar ni siquie-
ra este contacto es suficiente: la percepción es posible en cuanto
existe un mediador entre la experiencia de los sentidos y el yo, y
este mediador es representado por el manas. Manas se traduce, de
ordinario, por mente. El manas es instrumento indispensable para
que la sensación se transforme en percepción: sirve de puente en-
tre el mundo externo y el ātman. Nosotros solo tenemos concien-
cia del objeto hacia el que se dirige su atención. Mis sentidos pue-
den estar simultáneamente en contacto con muchos objetos, pero
yo no tengo mas conocimiento que el de una sola y única percep-
ción cada vez, porque el manas no puede hallarse ocupado en di-
cha ocasión mas que en un objeto. Si en alguna circunstancia po-
demos tener impresiones de simultaneidad en la percepción, ello
se debe a la rapidez con que se suceden.

122
Libro I

A través de la actividad sensorial, Patañjali nos invita a estudiar la


esencia de las cosas y no ya las cosas, a pasar de lo "sensible" (lo
"basto", a lo "suprasensible" lo "sutil‖. Este paso de lo sensible a
lo suprasensible no va destinado a otorgar determinados poderes
ni a hacer gozar de la vida avivando las sensibilidades, sino al
contrario, a desapegarnos definitivamente de los objetos sensibles
—por esto el comentador señala: vaśīkāra es el desapego comple-
to respecto de los objetos sensibles y suprasensibles. Desapegar-
nos, pero no mediante una exhortación o ideas estereotipadas, sino
mostrándonos el "reverso de la medalla", al darnos una visión
mas íntima, mas esencial, mas justa y mas fina de las cosas. El
comentario insiste con mucha fuerza en el hecho de que el estudio
de la actividad sensorial no tiene otro interés que el de reforzar la
"confianza", la voluntad, la determinación del practicante. El Yo-
ga es un estudio práctico. No basta haber recibido instrucciones
variadas, haberse leído tratados enteros; hay que pasar por la
experiencia personal. Y no porque sin esto no se pueda prestar fe
a las enseñanzas consignadas en los Tratados o impartidas por los
profesores, sino porque sin este recurso a la experiencia el cono-
cimiento que se tendría de la actividad sensorial permanecería
puramente exterior, "intelectual", sería un conocimiento en el sen-
tido mas general, pero no una toma de conciencia que conduzca a
la concentración (samādhi) y a la inteligencia (prajñā).

123
Libro I

36. Meditando sobre la luz y el resplandor, se puede lle-


gar al conocimiento del espíritu y alcanzar la paz.

El estudiante debe observar que cada uno de los métodos que


hemos delineado atañe a ciertos centros. Se han mencionado siete
métodos de realización y, en consecuencia, puede deducirse que
están implicados los siete centros.
1er. Método. Af. 33. Centro plexo solar.
La paz de la sustancia mental o chitta, se puede alcanzar practi-
cando la simpatía, la ternura, la firmeza de propósito y el desapa-
sionamiento, respecto al placer y al dolor, al bien y al mal.
2do. Método. Af. 34. Centro en la base de la columna vertebral.
La paz de chitta se alcanza también mediante la regulación del
prana o aliento de la vida.
3er. Método. Af. 35. Centro entre las cejas.
La estabilidad mental puede obtenerse mediante esas fórmulas
de concentración, relacionadas con la percepción sensoria.
4to. Método. Af. 36. Centro coronario.
Meditando sobre la luz y el resplandor, se puede llegar al cono-
cimiento del espíritu y alcanzar la paz.
5to. Método. Af. 37. Centro sacro.
La mente se estabiliza y queda liberada de la ilusión, a medida
que se purifica la naturaleza inferior y ya no se la satisface.
6to. Método. Af. 38. Centro laríngeo.
La paz (estabilización de la mente o chitta) puede lograrse medi-
tando sobre el conocimiento que proporcionan los sueños.
7mo. Método. Af. 39, Centro cardíaco.
La paz también se alcanza concentrándose e en lo que el corazón
más aprecia.

124
Libro I

Estos métodos deberían ser considerados cuidadosamente, aunque


aquí no se puedan dar detalles acerca del procedimiento. El estu-
diante sólo puede considerar el principio y la ley involucrados.
Además debe recordar que estos centro tienen sus analogías en la
materia etérica de la región de la cabeza, y que, cuando estos siete
centros de la cabeza han despertado, las contrapartes se despiertan
sin ningún peligro. Estos siete centros de la cabeza corresponden
en el microcosmos a los siete Rishis de la Osa Mayor, los prototi-
pos de los siete Hombres celestiales, y los siete centros ya enume-
rados se relacionan con la energía de los siete Hombres celestiales.
No es necesario que nos extendamos aquí sobre estos siete cen-
tros, excepto para indicar que:
1. El aspirante puede considerar simbólicamente cada cen-
tro como una flor de loto.
2. Este loto está formado por unidades de energía que se
mueven o vibran en forma específica, y estas ondas vibra-
torias asumen las formas que denominamos pétalos del
loto.
3. Cada loto consta de:
a. un cierto número de pétalos,
b. un pericarpio o cáliz que lo sostiene,
c. un centro de luz blanca pura, denominado la 'Joya".
4. Cada centro corresponde a un planeta sagrado, el cuerpo
de manifestación de cada uno de los siete Hombres celes-
tiales.
5. Cada centro debe ser desarrollado mediante el empleo de
la Palabra. Esta palabra es AUM, y debe surgir oportuna-
mente en el vibrante centro. Cuando brille perfectamente
dentro de la rueda, entonces ese centro estará perfecta-
mente despierto.

125
Libro I

6. Ciertas cualidades del Sol son cualidades de los centros:


a. Cualidad del plexo solar ..................................... calor.
b. Cualidad del centro en la base de la columna vertebral .... fuego kundalini.
c. Cualidad del centro ajna, entre las cejas ........... luz iluminadora.
d. Cualidad del centro coronario ........................... luz fría
e. Cualidad del centro sacro .................................. humedad.
f. Cualidad del centro laríngeo ............................. luz roja.
g. Cualidad del centro cardíaco ............................. luz radiante o
magnética.

Este aforismo recomienda practicar la meditación sobre la luz y el


resplandor, y enseña que por medio de esa luz y la capacidad de
emplearla, es posible conocer el espíritu. En el centro del "chacra
del corazón mora Brahma, dice la antigua Escritura, y Él se revela
en la luz. Por lo tanto, el aspirante debe ser consciente del "punto
de luz dentro de la rueda de doce rayos‖, y a medida que se con-
centra sobre ese punto de luz, le es revelado el camino que el aspi-
rante debe recorrer si quiere alcanzar su meta. Lo primero que se
revela es la oscuridad, lo cual debe tenerse en cuenta. En términos
del misticismo occidental, esto produce "la noche oscura del al-
ma". Sin embargo, no nos detendremos en el aspecto místico, pues
es necesario mantener nuestras conclusiones dentro de las líneas
esotéricas. La verdad ha sido tratada frecuente y adecuadamente
en términos del misticismo cristiano.
Cuando se progresa en la meditación, después de alcanzar algunas
percepciones supramentales, la mente disfruta de una percepción
efulgente, que es como un espacio brillante, y que los comentaris-
tas identifican con la propia naturaleza de buddhi-sattva; identifi-
can esta sensación luminosa con una percepción muy particular: la
del yo-soy puro. La mente, para los hindúes, se fundamenta sobre
un sentimiento del yo que constituye la base del antahkarana, u
órgano mental. Cuando somos capaces de erradicar todos los obje-
tos que "colorean el yo", no dejaremos de verlo todo o caeremos
en un vacío, sino que veremos el puro "yo-soy" sin mezcla de ob-

126
Libro I

jeto alguno. Es como ver un cristal que aparecía coloreado por los
objetos que había tras de él, en su pura transparencia natural.
Cuando la mente produce Luz ésta queda libre de las penas. Hay
ciertas asociaciones que pueden hacer de la mente se apene o se
alegre. Si nos imaginamos la cara de una persona que llora, senti-
remos pena sin razón alguna. Si nos imaginamos la oscuridad en
la mente nos vuelve tristes y melancólicos. Si nos imaginamos que
estamos en medio de una cueva oscura, sentiremos sofoco. Esto
demuestra que cualquier objeto que tengamos en la mente crea su
propia atmósfera en ella. Esa atmósfera puede deprimir o elevar la
mente según la naturaleza del objeto en que se piense.
Ahora creamos un objeto que pueda elevar la mente. Si este objeto
tiene una forma, la mente queda condicionada por ella. Si tiene un
tamaño, la mente queda condicionado por él. Si se trata de la luz,
entonces la mente esta libre de todo condicionamiento. La luz
hace desaparecer de la mente las semillas del sufrimiento. Por lo
tanto produzcamos luz en la mente como un concepto de luz. Los
pensamientos de la mente intentan pensar en la luz pero se que-
man con el concepto de luz, quedando en última instancia solo la
luz, la cual es un principio del alma, parte de su propia naturaleza
espiritual. En tal estado la mente y sus modificaciones pensantes
quedan en paz y trascendidas.

127
Libro I

37. La mente (chitta) se estabiliza y queda liberada de la


ilusión, a medida que se purifica la naturaleza inferior
y ya no se la satisface.

Esta traducción es particularmente libre, debido a que las palabras


empleadas en sánscrito son difíciles de interpretar con exactitud.
Imparte la idea de que cuando los órganos de percepción y los
contactos sensorios son continuamente rechazados por el verdade-
ro hombre (que ya no trata de identificarse con ellos), entonces
"queda liberado de la pasión", supera el calor o deseo por los obje-
tos, liberándose de su naturaleza inferior sensoria. Ello da por
resultado la correspondiente estabilidad mental y la capacidad de
concentrarse, porque la sustancia mental ya no está sujeta a las
modificaciones producidas por las reacciones sensorias de todo
tipo, denominadas buenas o malas.
Esto mismo lo recomiendan insistentemente muchos sistemas.
Uno de los métodos sugeridos es la meditación constante sobre
grandes Entidades como, Krishna, Buda y Cristo, liberadas ya de
todas las reacciones sensorias. Este tipo de concentración opera
una transformación moral del yogui que toma como punto de apo-
yo (es decir, como objeto de concentración) la mente desprovista
de pasión de algún santo, que se embebe de ella y que, mediante la
fijación (dhāranā) en ella, toma la forma de ella, liberándose a su
vez de toda pasión. Esto se alcanza por la ley de afinidad (la
energía sigue al pensamiento). Pensemos en su actividad, así co-
mo en su comportamiento y en la verdadera libertad de la que
disfruta y que otorga a los demás. Poco a poco entraremos en me-
ditación, dejándolo como persona, como imagen, y siendo absor-
bidos por la luz de su presencia, con sus valores y virtudes. Au-
tomáticamente experimentaremos la luz del yoga. Esta es la mejor
manera de mantener la mente y los sentidos puros.
Ellos son los Mahatmas, los Maestros de la Sabiduría. Contem-
plando su sublime serenidad, algo de ella desciende sobre el aspi-

128
Libro I

rante. Vyasa dice que ―de este modo la mente del yogui se tiñe
con el color de la mente del Ser puro en quien medita‖. Codd Cla-
ra comenta el respecto: Recuerdo algo maravilloso que me contó
el Sr. Geoffrey Hodson. Un domingo en la Iglesia de Guisen
(Holanda), estando él sentado en el cancel, usó su poder clarivi-
dente para observar a los que se acercaban a recibir la comunión.
Quería ver cómo los afectaba. En muchos el efecto era leve, en
algunos más, pero, para su sorpresa, vio que todo el cuerpo mental
de una mujer tomó por un momento la semejanza del Cristo al
arrodillarse ella. Seguramente ella estaba completamente absorta
en el pensamiento de que en esta Forma de misticismo sacramen-
tal estaba cara a cara con su Señor.
Esta idea se destaca en alguna de las traducciones, pero desde
cierto punto de vista no parece ser la idea principal. La liberación
del apego se produce cuando se vencen los fuegos del deseo.
Aunque se representa al centro sacro como específicamente rela-
cionado con la naturaleza sexual (cuando se expresa en el plano
físico), sin embargo simboliza cualquier apego entre el alma y
algún objeto deseado, que no sea el espíritu.

129
Libro I

38. La paz (estabilización. de la sustancia mental o chit-


ta) puede lograrse meditando sobre el conocimiento
que proporcionan los sueños.

Las palabras significativas de este aforismo son "el conocimiento que


proporcionan los sueños". A este respecto es interesante el comenta-
rio sobre el Af. 10. El ocultista oriental emplea la palabra "sueño" en
un sentido mucho más técnico que el occidental, y el estudiante debe
captarlo plenamente. Sueño profundo para el oriental es esa condi-
ción en que está sumido el verdadero hombre cuando está en encar-
nación física. Esto corresponde al estado de ensueño causado por la
vibración de las células del cerebro físico. Caos, carencia de conti-
nuidad y acontecimientos irregulares, más la incapacidad de recordar
verdadera y exactamente, se producen cuando despertamos. Esto es
soñar en el plano físico. Además tenemos el ensueño, del que el
hombre participa cuando está sumergido en cualquier percepción
sensoria, ya sea de placer o dolor, experimentándolo en el cuerpo
astral o emocional. El conocimiento adquirido en el plano físico es,
en su mayor parte, instintivo; el que se obtiene en el sueño astral es
en gran parte sensorio. Uno es comprensión racial y grupal; el otro es
relativo al no-yo y a la relación del hombre con el no-yo.
Tenemos además un estado más elevado de conciencia en el sue-
ño, donde entra en juego una facultad de otro tipo, que podemos
denominar imaginación, trayendo su propia forma de conocimien-
to. La imaginación implica ciertos estados mentales como:
a. Recordación de las cosas según fueron conocidas, como ser los
estados de conciencia
b. Anticipación de las cosas tal como pueden ser conocidas, o de
los estados de conciencia.
c. Visualización de las condiciones imaginarias, y luego utilización
de la imagen invocada como una forma, por la cual puede
hacerse contacto con un nuevo reino de conocimiento, cuando
el soñador puede identificarse con lo imaginado.

130
Libro I

En estos tres estados de ensueño tenernos la condición del pensa-


dor en los tres planos de los tres mundos, desde el estado de igno-
rante salvajismo, al del hombre inteligente común, condición que
lleva luego a un estado mucho más elevado de conciencia en el
sueño.
El verdadero empleo de la imaginación requiere un alto grado de
control y poder mental, y cuando existen, conduce oportunamente al
estado de "samadhi", condición en que el adepto puede hacer dormir
al hombre inferior y pasar él, a su vez, al reino donde los "sueños de
Dios" son conocidos y puede conocer, ver y hacer contacto con las
imágenes que la Deidad ha creado De esta manera el adepto podrá
participar inteligentemente en el gran plan de evolución.
Más allá de este estado de samadhi, está el estado de ensueño de
los Nirmanakayas y de los Budas, y así sucesivamente, en la esca-
la de la vida jerárquica, hasta que se conoce al Gran Soñador, el
Uno, el único Narayana, el Señor del Mundo, el Anciano de los
Días, nuestro Logos planetario. El estudiante sólo puede alcanzar
una muy tenue comprensión de la naturaleza de estos estados de
ensueño, a medida que estudia la idea impartida en la afirmación
anterior de que, para el ocultista, la vida en el plano físico no es
más que un sueño.
La meditación sobre las imágenes del sueño puede hacerse de tres
formas:
1) Se forma una imagen del objeto a contemplar y se considera co-
mo real;
2) cuando se practica sobre el recuerdo, se puede estar conscien-
te de que se esta soñando durante el mismo sueño. Se debe
contemplar el objeto y, al despertar, tratar de mantener el re-
cuerdo de ese estado;
3) cuando se experimenta un buen sentimiento durante el sueño,
se debe meditar sobre ello inmediatamente tras despertar.

131
Libro I

Durante el sueño, desaparece el conocimiento externo pero las


imágenes mentales continúan y son conocidas. Sin embargo, en el
sueño sin ensueños, tanto los objetos externos como los mentales
son oscurecidos por tamas permaneciendo una vaga sensación de
inactividad. En este caso se practica tomando esa sensación de
inactividad como objeto de contemplación. En el estado de sueño
onírico, existe conocimiento sin presencia de objetos físicos, y la
naturaleza de este conocimiento es pura iluminación. Se debe me-
ditar sobre tal conocimiento, pero no sobre los objetos recordados
(que aparecen en el sueño), pues la mente puede quedar atrapada
por la atracción de un objeto meramente recordado. Pero la medi-
tación sobre el conocimiento del sueño profundo, en el que esen-
cialmente no hay percepción de ningún objeto determinado, se
sumerge en la idea de no-existencia y resulta agradable, infinita y
caracterizada por la experiencia de inmutabilidad. Cuando la men-
te permanece en este estado, se estabiliza de forma natural.
Dvivedi dice que ―soñar es aquella condición de la mente en que
ella está activa con exclusión del universo externo. Concentrarse
en cualquier cosa que se vea entonces, será útil para educar la
imaginación, lo cual es el primer paso hacia SAMADHI‖. La ima-
ginación es una fuerza muy potente en la meditación. Por esta
facultad de ―formar imágenes‖ poblamos nuestra corriente en el
espacio con las huestes de nuestras creaciones mentales, como dice
el Maestro K. H. Pero es bueno recordar que las formas mentales así
creadas no son nunca la realidad sino su símbolo. Sin embargo,
algo de la Realidad puede brillar a través de un símbolo fiel.

132
Libro I

39. La paz también se alcanza concentrándose en lo que


el corazón más aprecia.

Por su misma sencillez este aforismo encierra un poderoso atracti-


vo. En él se pueden seguir las variadas etapas de realización -
deseo, anhelo, fija determinación de poseer, rechazo de todo lo,
que no satisface ese requisito, abandono de todo a fin de obtener
nuevas posesiones, luego la posesión en sí, la satisfacción, la paz.
Pero como sucede con todo lo que pertenece a los deseos inferio-
res, la paz es temporaria; despierta un nuevo deseo, y lo que se ha
retenido tan gozosamente se abandona. Sólo satisface plenamente
el fruto de las edades y la recuperación de las antiguas posesiones.
Por lo tanto, que el estudiante analice y compruebe si lo que más
aprecia su corazón es temporario, transitorio y efímero, o si es,
como el gran Señor ha dicho, "el tesoro acumulado en los cielos".
Desde luego que el objeto de meditación no ha de ser maligno
sino reconocido por bueno, como un paraje agradable, una escena
jubilosa, una idea simpática, algo en que concentrar la mente. Pa-
tañjali subraya aquí la libertad de elección que tiene el practicante
con tal de que se preocupe de entrenar su mente en la fijación so-
bre un solo punto. El método elegido debe ajustarse al temple de
cada individuo, al grado de evolución adquirido, a las experiencias
del pasado. Lo que importa es que cada uno se encuentre satisfe-
cho y atrapado por el objeto elegido, el soporte externo que facili-
ta la concentración. Todo esto fortalece la voluntad y garantiza la
perseverancia. Este aforismo precisa y amplia las proposiciones
anteriores. Considera la idea de que todo objeto, en la medida en
que es bueno para la persona, es susceptible de ser escogido como
soporte de meditación. El objeto debe ser apreciado por el medita-
dor, que repercute en su afectividad pero que también es fuente de
quietud y de elevación. Debemos acercarnos a este objeto, "de-
seado y deseable", con el mayor discernimiento. Una vez lograda
la estabilidad (de la mente en algo agradable), mas adelante será
posible lograrla con otros objetos.

133
Libro I

Este sutra es extraordinariamente bello. Lo que es más caro para


lo mejor que hay en nosotros, que despierta amor y devoción in-
igualables, es de una fuerza tremendamente enaltecedora. El amor
puro, aun en la variedad emocional, se aproxima al amor espiritual
búddhico. Es más fácil concentrarse en lo que uno ama y en lo que
está absorbentemente interesado, que en otros temas. Vyasa dice
que no importa en qué meditamos; (H. P. B. le dijo a la Dra. Besant
que meditara en una caja de fósforos) que lo que importa es la esta-
bilidad, y no el tema de concentración. Pero Vachaspati dice algo
muy bello: ―Uno toma la forma de la Deidad de la que uno es devo-
to‖. Se ha dicho desde antiguo que una pareja mútuamente devota
va asemejándose entre sí a medida que envejecen. Si eso es cierto,
debe ser porque se aman y siempre están pensando el uno en el
otro.
En su bello poema La Hora Inmortal, Fiona McLeod dice: ―No hay
sino un camino a ese portal: no el amor encendido de deseos, sino
el amor en paz‖. Amar verdaderamente es compartir una vida.
Amar verdaderamente a un Maestro es compartir su vida. Pero ese
amor debe ser puro, libre de egotismo consciente o inconsciente.
―Para que produzca su fruto, debe llenar todo tu ser de modo tal que
no quede campo para ningún otro sentimiento‖, dice el Maestro K.
H. y H. P. B. también dice que el primer requisito para obtener la
conciencia espiritual es el amor puro. La descripción más grandiosa
del amor puro está en la Epístola de San Pablo a los Corintios.
Llegamos ahora al aforismo 40, el más comprensible del libro. Debe
tenerse aquí presente que estos "siete caminos hacia la paz síquica"
según se los denomina, abarcan los siete métodos de los siete rayos,
en relación con el control de la naturaleza síquica. Es importante
hacer resaltar esto. Los siete caminos tienen relación directa con las
cuatro iniciaciones en el umbral, pues ningún hijo de Dios podrá
recibir una iniciación mayor si no ha logrado cierta medida de paz
síquica. Será de interés para el estudiante desarrollar estos siete ca-
minos hacia la paz, en relación con cualquiera de los siete rayos,
asignándole uno de los caminos que le parece más apropiado al rayo.

134
Libro I

Resultados de la pacificación mental (I.40-I.51)

40. Así su comprensión se extiende desde lo infinitamen-


te pequeño a lo infinitamente grande, y su conoci-
miento se perfecciona desde annu (el átomo o partí-
cula) hasta atma (o espíritu).

Esta traducción no se ajusta exactamente a los términos sánscritos,


no obstante, expresa el significado exacto del original, lo cual es
algo de vital importancia. Un versículo de una escritura oculta,
que sirve para dilucidar la idea de este aforismo, dice: "Dentro de
la partícula se puede ver a Dios. Dentro del hombre, Dios puede
reinar. Ambos se hallan dentro de Brahma; no obstante, todo es
uno. El átomo es como Dios, Dios como el átomo".
Es una manifiesta verdad oculta que cuando el hombre llega a cono-
cerse a sí mismo, de acuerdo a la gran Ley de Analogía, llega a co-
nocer a Dios. Este conocimiento comprende cinco grandes aspectos:
1. Forma
2. Componentes de la forma
3. Fuerzas
4. Grupos
5. Energía

El hombre debe comprender la naturaleza de su cuerpo y de todas


sus envolturas. Esto concierne al conocimiento que él tiene de la
forma. Descubre que las formas se componen de átomos o "puntos
de energía", y que todas son iguales en ese sentido. Este conoci-
miento concierne a los componentes de la forma. Luego llega a
conocer el conjunto de energías de los átomos que constituyen sus
formas o, en otras palabras, el conocimiento de las diversas fuer-
zas, cuya naturaleza está determinada por el ritmo, la actividad y
la cualidad de los átomos, que forman la envoltura o envolturas.
Este conocimiento concierne a las fuerzas. Más tarde descubre

135
Libro I

formas análogas con vibraciones y manifestaciones de fuerza


también análogas. Este conocimiento concierne a los grupos, en
consecuencia, descubre el lugar que le corresponde y sabe cuál es
su trabajo. Finalmente alcanza el conocimiento de lo que concier-
ne a todas las formas y de lo que controla todas las fuerzas, y
constituye el poder motivador de todos los grupos. Este conoci-
miento concierne a la energía y tiene que ver con la naturaleza del
espíritu. Por medio de estos cinco conocimientos el hombre llega
a la maestría, porque el conocimiento implica ciertos factores que
podrían ser enumerados como:
1. Aspiración
2. Estudio e investigación
3. Experimento
4. Descubrimiento
5. Identificación
6. Comprensión

El adepto puede identificarse con la conciencia de lo infinitamente


pequeño, o penetrar en ella. Puede identificarse con el átomo de sus-
tancia y conocer lo que aún es desconocido para el científico moder-
no. También se da cuenta que el reino humano (compuesto de áto-
mos humanos) es el punto medio o estación intermedia en la escala
de evolución, por lo tanto, lo infinitamente pequeño está relativamen-
te tan alejado de él como lo infinitamente grande. El camino a reco-
rrer para abarcar la conciencia más diminuta de todas las manifesta-
ciones de Dios, es tan largo como lo es abarcar la conciencia más
grande, un sistema solar. No obstante, en todos estos campos de la
conciencia, el método para dominarlos es el mismo, meditación per-
fectamente concentrada que lleva a ejercer perfecto poder sobre la
mente, y está constituida en tal forma, que lo mismo sirve de telesco-
pio, que pone al observador en contacto con el macrocosmos, como
un microscopio, que lo pone en contacto con el átomo más diminuto.
Cuando se estabiliza citta, el dominio de dhyāna se extiende desde
lo más ínfimo hasta la grandeza más extrema. Contrariamente a la

136
Libro I

opinión de la mayoría de los traductores, este aforismo no ensalza


los poderes sobrenaturales atribuidos al adepto. Sencillamente es
una explicación del sūtra anterior, y el ―dominio‖ de que trata se
refiere solo a la habilidad del yogui en mantener su mente estabi-
lizada con cualquier objeto, independientemente de su tamaño o
tipo. En otras palabras, quienes dominan el arte de la concentra-
ción pueden lograr la ―restricción‖ con respecto a cualquiera de
las innumerables formas cósmicas.
Cuando la mente penetra en lo más grosero, (el yogui) alcanza una
estabilidad que se extiende hasta la magnitud mas colosal. Cuando
puede dirigir su práctica voluntariamente en cualquiera de estas
dos dimensiones, posee el dominio completo. De esta forma, la
mente del yogui ha logrado la maestría total (para mantener la
concentración) y ya no se requiere mas esfuerzo. —Cuando se
practica la retentiva en un objeto concreto, si la mente puede man-
tenerse estabilizada en el objeto más diminuto o en el más gran-
dioso, tal estado se denomina vaśīkāra o completo dominio. En el
sūtra siguiente se explica como puede adquirirse tal dominio de la
mente —Cuando este estado ha sido alcanzado, no hay nada que
sobrepase la capacidad de comprensión. La mente puede mante-
nerse y ayudar a comprender lo simple y lo complejo, lo infinito y
lo infinitesimal, lo perceptible y lo imperceptible.
Vyasa dice que penetrando hacia lo cada vez más sutil, o en la otra
dirección hacia lo cada vez más grande, el poder del Yogui consiste
en que su mente diáfana no puede ser impedida por nada. Su mente o
―lente‖, humano puede hacerse a voluntad microscópico o telescópi-
co. Una mente de la cual se ha eliminado todo vestigio de prejuicio o
inclinación personal, que siempre se renueva bajo la guía de una vo-
luntad perfectamente despierta, es capaz de identificarse con toda
vida y toda forma en el universo, y ―ver a Dios” en todas las cosas
desde la más alta hasta la más baja. Todos hacemos esto en cierta me-
dida muy limitada. La identificación por concentración es la raíz de la
inspiración y del saber. Cuando se le preguntó a Newton cómo hacía
sus descubrimientos, respondió que ―aplicando la mente a ellos‖.

137
Libro I

41. Aquel que ha controlado totalmente sus "vrittis" (mo-


dificaciones de la sustancia mental), llega a un estado
de identificación y similitud con lo que ha conocido. El
conocedor, el conocimiento y el campo del conoci-
miento se convierten en uno, así como el cristal toma
los colores de lo que refleja.

Este aforismo deriva lógicamente del anterior. El perfecto vidente


abarca en su conciencia todo el campo del conocimiento, desde el
punto de vista del observador o del perceptor y desde el ángulo de
la identificación. Es uno con el átomo de sustancia, siendo capaz
de conocer el universo más diminuto; es uno con el sistema solar,
el más vasto universo que se le permite conocer en este ciclo ma-
yor. Ve que su alma y al alma del átomo y del sistema son idénti-
cas –en uno observa la potencialidad y (desde el punto de vista
humano) en el otro un incomprensible orden que lleva a la perfec-
ción final. La actividad que mantiene a los electrones unidos alre-
dedor de su centro, es reconocida como de naturaleza idéntica a la
que mantiene a los planetas en sus órbitas alrededor del sol, y entre
ambas manifestaciones divinas se halla toda la gama de formas.
El estudiante ocultista debe comprender que las formas son diver-
sas y numerosas, pero todas las almas son idénticas a la Superal-
ma. El total conocimiento de la naturaleza, cualidad, clave y nota
de un alma (de un átomo químico, una rosa, una perla, un hombre
o un ángel) revelará a todas las almas existentes en la escala evo-
lutiva. El proceso es el mismo para todas: Reconocimiento, es el
empleo de los órganos de los sentidos, incluyendo el sexto, la
mente, para apreciar la forma y sus elementos constituyentes.
Concentración, es un acto de la voluntad mediante el cual la forma
es rechazada por los sentidos, y el conocedor la trasciende y llega
hasta aquello que vibra a tono con su propia a alma. Así llega al
conocimiento –conocimiento de lo que la forma (o campo de co-
nocimiento) trata de expresar- de su alma, clave o cualidad. Luego

138
Libro I

sigue Contemplación, la identificación del conocedor con aquello


dentro de sí mismo que es idéntico al alma dentro de la forma.
Entonces los dos son uno, llegando a una total comprensión, Esto
puede ser cultivado en forma muy práctica entre los seres huma-
nos. Debe existir el reconocimiento del contacto producido entre
dos personas que pueden verse, oírse y tocarse; el resultado es el
reconocimiento superficial de la forma. Pero es posible otra etapa,
donde el hombre va más allá de la forma y llega a percibir la cua-
lidad de su hermano; puede así hacer contacto con ese aspecto de la
conciencia análogo al suyo. Llega a ser consciente de la cualidad de
la vida de su hermano, de la naturaleza de sus planes, aspiraciones,
esperanzas y propósitos. Conoce a su hermano, y cuanto más se
conozca a si mismo y a su propia alma, más profundamente podrá
identificarse con su hermano y convertirse en lo que él es, cono-
ciendo y sintiendo como el alma de su hermano conoce y siente.
Este es el significado de las palabras ocultas de la Epístola de San
Juan: "Seremos como El porque Lo veremos como es".
Sería conveniente repetir algunos sinónimos, que si los tenemos
presentes, aclararán gran parte de las enseñanzas de los aforismos, y
permitirán al estudiante aplicar en forma práctica en su propia vida:
Espíritu ...... Alma ................ Cuerpo.
Mónada ..... Ego .................. Personalidad.
Yo divino ..... Yo superior ...... Yo inferior.
Perceptor .... Percepción ...... Lo percibido.
Conocedor … Conocimiento .. El campo del conocimiento.
Pensador .....El pensamiento. La mente (el cristal) que refleja el
pensamiento del pensador.

Cuando la mente esta completamente inmóvil, se vuelve trans-


lúcida. Entonces puede suceder el estado extático, o samādhi. El
proceso subyacente del éxtasis es aquel en que el objeto de con-
centración ha adquirido tanta importancia que la distinción entre
objeto y sujeto se desvanece. Patanjali habla de esto como de la
―coincidencia‖ del sujeto que experimenta, el objeto experimenta-

139
Libro I

do y el proceso de la experiencia, a los que se refiere respectiva-


mente como ―captador‖ ―captado‖ y ―captación‖.
También es de ayuda recordar que:
1. En el plano físico, el perceptor utiliza los cinco sentidos, a
fin de llegar al campo del conocimiento.
2. Nuestros tres planos en los tres mundos constituyen el
cuerpo físico denso de Aquel en Quien "vivimos, nos mo-
vemos y tenemos nuestro ser".
3. En el plano astral o emocional, el perceptor emplea los po-
deres inferiores de la clarividencia y clariaudiencia, y cuan-
do son mal empleados revelan la serpiente en el jardín.
4. En el plano mental, el perceptor emplea la psicometría y
la simbología (incluyendo numerología y geometría) para
llegar a comprender los niveles mentales inferiores.
5. Únicamente cuando estos tres son, considerados como infe-
riores y que constituyen el aspecto forma, el perceptor llega
a un estado en que comienza a comprender la naturaleza
del alma y el verdadero significado de los aforismos 40 y 41.
6. Cuando ha alcanzado este punto, empieza a discriminar y a
emplear la mente como sexto sentido, llegando por este
medio a la cualidad subjetiva o vida, que está más allá del
campo del conocimiento o forma, lo cual constituye la na-
turaleza del alma dentro de la forma, siendo potencialmen-
te y de hecho, omnisciente y omnipresente.
7. Cuando ha llegado al alma de determinada forma y ha
hecho contacto con ella, Por medio de su propia alma,
descubre que todas las almas son una y que puede situar-
se fácilmente en el alma de un átomo o de un colibrí, o
ampliar su conocimiento en otra dirección y saber que es
uno con Dios y con todas las existencias superhumanas.

140
Libro I

La mente se estabiliza, se fija en un solo objeto. Esta fijación, con-


forme se va acentuando, trae consigo la paulatina eliminación de
todos los procesos mentales, salvo el correspondiente a la percep-
ción del objeto, y se va produciendo el "teñimiento" o coloración de
la mente por ese objeto, es decir, el hecho de que la conciencia, por
decirlo así, se absorbe en el objeto o, en otros términos, que el obje-
to se apodera de, invade todo el campo de la conciencia. El teñi-
miento de la mente por el objeto se realiza sin intervención activa
de la mente. La mente esta pasivamente frente al objeto y éste la
tiñe. Este teñimiento es total. Este "objeto" es lo único que existe
para la mente, es lo único que en ella se refleja, lo único que llega a
ella, que existe para ella. Por esta razón, la mente y el objeto aunque
son dos realidades separadas y diferentes, aparecen en la experiencia
del místico yogui como amalgamadas, identificadas, unificadas. Sin
embargo, la mente no es modificada al absorberse en el objeto.
Para aquel cuya conducta se ha vuelto vacía y cristalina, ésta será
como una piedra preciosa de alta calidad, con una elevada claridad
y transparencia. No tiene nada propio que presentar, permanece
absolutamente impersonal, a no ser su propia pureza. No tiene
color, y por lo tanto no colorea la vista. Cuando alguien percibe
algo ello tiene su color. Cada manera de percibir tiene su propio
color. Cuando se hace una guirlanda de semejante piedra precio-
sa, es el hilo quien colorea la guirlanda y no la piedra preciosa. Si
alguien lleva puesto un collar, este tiene el color del cuello y tam-
bién tiene el color producido según el ángulo que haga con la luz
según la refracción. Sin embargo no proyecta nada de sí misma,
de su naturaleza personal. De manera parecida cuando una perso-
na habla con un yogui realizado, el tema, el problema y la solu-
ción permanecen en la otra persona pero no en el yogui. Cuando
una persona discute con él, es su propia lógica la que organiza
para formar la respuesta lógica. Por esa razón los yoghis presentan
soluciones y no problemas. Presentan soluciones pero no respues-
tas. No sufren las consecuencias porque presentan las secuencias
de los demás.

141
Libro I

42. Cuando el perceptor mezcla la palabra, la idea (el sig-


nificado) y el objeto, esto es denominado estado
mental de razonamiento sensato.

Patanjali amplía, en este aforismo y en el siguiente, la verdad for-


mulada anteriormente (véase Af. 7) y enseña que la meditación es
de dos tipos:
1. Con un objeto o con simiente, por lo tanto se emplea la
mente razonadora sensatamente, el cuerpo mental con su
facultad concretizadora y su capacidad de crear formas
mentales.
2. Sin un objeto o sin simiente, empleando por consiguiente
una facultad distinta, posible solo cuando se comprende y
utiliza correctamente la mente concreta, lo cual implica la
capacidad de aquietar "las modificaciones de la mente",
chitta o sustancia mental, de manera que pueda tomar el
matiz del conocimiento superior y reflejar las realidades
superiores.

El perceptor debe llegar a un conocimiento de las cosas sublimes


por el proceso de percibir, ante todo, la forma externa, luego ir
más allá de ella, llegar al estado interno de esa forma, a aquello
que produce la exteriorización (fuerza de determinado tipo), hasta
llegar finalmente a la causa de ambos. En este aforismo se los
denomina:
La idea .......... la causa detrás de la forma objetiva.
La palabra .... el sonido que produce la forma.
El objeto ....... la forma, producida por el sonido, para expresar la idea.

Los estudiantes deben comprender que esto abarca el estado medi-


tativo anterior, y debido a que en el proceso se utiliza la mente
inferior, el método es separatista. Las cosas se separan en sus par-
tes componentes, descubriéndose que son (como todo en la natu-
142
Libro I

raleza) triples. Una vez que esto es captado, se evidencia el signi-


ficado esotérico y la importancia de toda meditación, y se esclare-
ce el método por el cual se desarrolla el esoterista. En el proceso
de llegar a la comprensión de la naturaleza, el ocultista trabaja
siempre hacia adentro, desde la forma externa, a fin de descubrir
el sonido que la creó, o el conjunto de fuerzas que produjo la forma
externa; cada conjunto de fuerzas tiene su propio sonido, producido
por su interacción. Descubierto eso, penetra aún más hasta llegar a
la causa, idea o pensamiento divino (que emana del Logos planeta-
rio o solar), el cual hizo surgir el sonido, produciendo así la forma.
En el trabajo creador, el adepto comienza desde adentro y –
conociendo la idea que trata de corporificar en una forma- emite
ciertas palabras o sonidos, atrayendo ciertas fuerzas que producen
(mediante su interacción) una forma de determinado tipo. Cuanto
más elevado sea el nivel desde el cual trabaja el adepto, más eleva-
das serán las ideas que capta y más sencillos o sintéticos los sonidos
que emite.
Sin embargo, los estudiantes de Raja Yoga deben conocer los
hechos elementales que conciernen a todas las formas y familiari-
zarse, durante la meditación, con la tarea de separar las triplicida-
des, a fin de poder hacer oportunamente contacto a voluntad, con
cualquiera de los aspectos componentes. De esta manera se llega a
comprender la naturaleza de la conciencia, porque el perceptor
(entrenado en tales diferenciaciones) puede entrar en la conciencia
de los átomos que componen cualquier forma tangible, introducir-
se más y penetrar en la conciencia de las energías que producen el
cuerpo objetivo. Textualmente han sido denominadas "la Hueste
de la Voz". Con el tiempo puede establecer contacto con la con-
ciencia de esa Gran Vida responsable de la palabra original. Estas
vidas constituyen los grandes jalones, pero entre ellas hay muchas
graduaciones de vidas, responsables de los sonidos intermedios,
con las cuales se puede hacerse contacto y conocerlas.

143
Libro I

Por sonido se ha de entender la vibración de la palabra; por signifi-


cado, la corriente nerviosa que transmite la vibración de la palabra a
la mente; y por conocimiento, la respuesta que da la mente a la im-
presión recibida. A todas las modalidades de meditación a que hasta
ahora nos hemos referido, las llama Patanjali Savitarka o sea medi-
taciones con interrogación, en las que el meditante mantiene la dua-
lidad de sujeto y objeto, resultante de la entrefusión de la palabra, el
significado y el conocimiento. Primero, la vibración externa, la
palabra; después, el significado o corriente sensoria que conduce la
vibración a la mente; y en tercer lugar, el conocimiento u ondula-
ción de la mente que responde a la vibración de la palabra. Pero el
producto de estos tres factores constituye lo que llamamos conoci-
miento.
Vemos, por ejemplo, que aunque el sonido "vaca", el objeto "vaca" y
el concepto "vaca" son cosas distintas, el proceso de conocimiento se
produce sin distinguir entre ellas. Pues, cuando se las diferencia, las
palabras, los objetos y los conceptos tienen propiedades distintas. Por
tanto, los niveles de existencia son distintos. Cuando un yogui medita
sobre un objeto, tal como una vaca, si éste surge en su samāpatti y se
manifiesta como una construcción mental compuesta de sonido, con-
tenido u objeto y concepto, este confuso estado de identificación
completa se denomina savitarka (con reflexión). —Los tres compo-
nentes o "niveles", del conocimiento, según el vedānta, son: (1)
śabda, que es el conocimiento puramente verbal o sonoro de la pala-
bra; es la intuición sonora; (2) artha, es el conocimiento del conteni-
do objetivo de ese término; es el conocimiento de la representación;
(3) jñāna, es el conocimiento conceptual de ese término; el concepto.
Ordinariamente, estos tres niveles de conocimiento van unidos, de
modo que no podemos comprender un término sonoro sin que la
memoria no le añada una representación objetiva y el correspondien-
te concepto universal. Tampoco podemos ver una representación sin
añadirle el término verbal y el concepto correspondiente. Y, por
último, cuando comprendemos un objeto, también le añadimos un
nombre y una representación objetiva en la mayoría de los casos,

144
Libro I

excepto cuando se trata de ideas. Cuando el yogui alcanza un


samāpatti, o conocimiento en samādhi, en el que estos niveles de
conocimiento no se desglosan y distinguen suficientemente, estamos
ante un objeto denso o construcción mental. Este conocimiento es un
conocimiento ilusorio, no real. Aunque creemos ver objetos singu-
lares y concretos, lo único que vemos son objetos densos, repre-
sentaciones, que solo son construcciones mentales, producto de la
confusión y sobreimposición de los tres niveles de conocimiento
ya citados.
El estado de samādhi en el que la mente parece volverse una con
el objeto, junto con su nombre y concepto, es la etapa más baja de
samādhi; se trata del estado inferior porque el objeto grosero no se
muestra ante la mente en su auténtica realidad, sino solo en la
forma ilusoria y falsa en que se muestra en la vida corriente, aso-
ciada a su nombre y concepto. Este estado no difiere de los esta-
dos conceptuales ordinarios, en los cuales el objeto concreto no
solo se asocia con los conceptos y sus nombres, sino también con
otros conceptos y sus distintas relaciones; de esta forma, una vaca
no solo se mostrará ante la mente con su concepto y nombre, sino
también con otras relaciones y pensamientos asociados a la vaca,
como por ejemplo: ―esto es una vaca, pertenece a este o a aquel,
tiene mucho pelo, etc‖. Este estado es por tanto la primera etapa
del samādhi, en el cual la mente no se ha establecido con firmeza
y aún no ha ido más allá de la conciencia ordinaria.
Vyasa dice: que el objeto y la idea del objeto, si bien dife-
rentes entre si, no se perciben con precisión. “Cuando la
mente se libra de los recuerdos de convenciones verbales,
y la conciencia de trance está privada de las opciones de
cogniciones inferenciales y verbales, el objeto hace su apa-
rición en la mente en su propia naturaleza precisa (no mez-
clada con las palabras o el significado), y esta modificación
mental se llama precisa. Esta es percepción superior”.

145
Libro I

Las palabras y su significado existen para el yogui igual que existen


para los demás, pero éste no se identifica con ellas de igual forma. Por
ejemplo: cuando nuestra mujer está a kilómetros de distancia de noso-
tros y decimos: ―Es mi esposa‖, es sólo una palabra vacía de conte-
nido. Para el yogui existe tal estado de palabra, pero su mente no
reacciona respecto a la existencia positiva o negativa de palabras,
significados ni objetivos. Este estado es el Samadhi que incluye la
actividad psicológica. El yogui existe para todo el mundo, pero nada
existe para él.

El siguiente aforismo (meditación sin semilla) es superior a los ante-


riores.

146
Libro I

43. Se llega a la percepción sin un razonamiento sensato


cuando la memoria ya no controla, entonces la palabra
y el objeto son trascendidos y sólo la idea está pre-
sente.

Esta condición es el estado meditativo "sin simiente", desprovisto


de la acción razonadora de la mente y de su facultad de concretar.
El objeto (traído a la conciencia mental por medio del recuerdo o
memoria) ya no se tiene en cuenta, tampoco se oye la palabra que
lo designa y expresa su poder. Se percibe únicamente la idea, de la
cual los otros dos son expresiones; el perceptor entra en el reino
de las ideas y de las causas. Esto es contemplación pura, despro-
vista de formas y de pensamientos. En tal condición, el perceptor
observa el mundo de las causas; ve con clara visión los impulsos
divinos; luego de contemplar el mecanismo interno del reino de
Dios, refleja en el pasivo cuerpo mental o mente lo que ha visto, y
ese cuerpo mental proyecta en el cerebro físico el conocimiento
obtenido.
El samadhi llamado "sin interrogación" se alcanza cuando la me-
moria está purificada o limpia de cualidades y sólo expresa el sig-
nificado del objeto de meditación. Por la práctica del samadhi con
interrogación, en que se entrefunden la palabra, el significado y el
conocimiento, llegamos al estado en que no se entrefunden y po-
demos prescindir de ellos. Primero hemos de comprender qué son
dichos tres factores. Recordemos el símil que compara la mente
con la superficie de un lago, y la vibración, la palabra, el sonido
con la impresión recibida por el agua. Cuando la mente está tran-
quila como las aguas de un lago sereno, al pronunciar alguien una
palabra, por ejemplo, "vaca", la vibración de esta palabra se
transmite por el nervio acústico al cerebro y del cerebro a la mente
en cuya materia mental levanta una onda que representa la idea de
la "vaca" el significado de la palabra y actúa en respuesta a la vi-
bración recibida. En cuanto cesa la vibración de la palabra, cesa la

147
Libro I

onda mental, que no puede existir sin una palabra que la levante.
Se objetará que cómo esto es posible, por cuanto a veces pensa-
mos en la "vaca " sin necesidad de oír la palabra; pero si bien re-
flexionamos nos convenceremos de que al pensar en una cosa
pronunciamos mentalmente la palabra que la expresa, y levanta la
correspondiente onda en la mente.
No puede haber onda mental sin sonido que la suscite, sin vibra-
ción externa o interna, y al cesar la vibración cesa la onda. Pero
¿qué queda? E1 resultado de la reacción o respuesta, esto es, el
conocimiento. Los tres factores están enlazados con tal intimidad
en la mente, que no es posible separarlos. La vibración del sonido
se transmite instantáneamente y en el mismo instante se levanta la
onda en respuesta a la impresión. Se suceden tan celérrimamente
uno a otro, que no es posible discernir uno de otro. Cuando se ha
practicado durante algún tiempo esta clase de meditación se puri-
fica la memoria, el receptáculo de todas las impresiones, y enton-
ces podemos distinguir uno de otro los tres citados factores o ele-
mentos de la percepción. A esto se le llama nirvitarka o concen-
tración sin interrogación.
Smṛti es la única de las cinco modificaciones (vṛtti) que queda
ahora en el practicante. Desaparecen de ella las asociaciones de
palabras y las afirmaciones. En consecuencia, la mente reduce al
mínimo su capacidad discursiva: cesa el conocimiento normal,
como también cesan las ideas, los fantasmas de la imaginación y
sus oscilaciones (vikalpa). Lo único que subsiste es la cosa en si,
el objeto puro y simple, vacío de nombre y de conceptos. El obje-
to ya no es conocido por las asociaciones mentales y las vibracio-
nes sensoriales, "ni es empobrecido por el proceso de abstracción
habitual del pensamiento profano, sino que es captado directamen-
te en su desnudez existencial, como dato concreto e irreducible.
Generalmente, se recuerda el objeto con la sola mención de su
nombre, y con el recuerdo del objeto también se recuerda el nom-
bre (sea éste genérico o particular). En otras palabras, el nombre y

148
Libro I

el objeto que indica aparecen juntos en el pensamiento, de forma


inseparable. Pero el nombre y el objeto son dos entidades diferen-
tes. La mezcla de ambos tiene lugar en los recuerdos a través de
las impresiones latentes y el uso convencional. Mediante la prácti-
ca se puede contemplar a un objeto separado de su nombre, evi-
tando así su mezcla. Esto es lo que se denomina ―purificación‖ de
la mente respecto de los recuerdos de palabras y objetos mezcla-
dos. Tal conocimiento sin utilizar palabras es el conocimiento real
del objeto, pues con las palabras se consideran muchas cosas in-
existentes como existentes. Tomemos, por ejemplo, la expresión
―el tiempo no tiene principio ni fin‖. Esto se considera como ver-
dadero. Pero ―sin principio‖ y ―sin fin‖ son conceptos negativos.
No hay posibilidad de percibirlos directamente. El tiempo tiene,
pues, la naturaleza de un recipiente. ―Sin principio‖, ―sin fin‖,
―tiempo‖ y otros términos similares originan solamente ilusiones
verbales pues realmente no hay nada detrás que pueda ser percibi-
do. Por tanto, en muchos casos, el conocimiento basado en pala-
bras es ilusorio. Tal conocimiento no es ṛtaṃ (un hecho percep-
tual), sino sencillamente una sombra de satya (un hecho concep-
tual). El conocimiento derivado del testimonio y la inferencia es
un conocimiento que se sirve de palabras; por tanto, las verdades
que afirman no son siempre perceptibles. Por ejemplo, a partir de
las afirmaciones de los sabios y de la inferencia se afirma que
―Brahman es real, de la naturaleza de la conciencia e infinito‖.
―Real‖ significa que en verdad existe. No se puede formar ningún
concepto mental o sensible sobre palabras tales como ―real‖, ―in-
finito‖, etc. Así, excepto las palabras mismas, no hay nada en la
―realidad‖ o la ―infinitud‖ que pueda afirmarse mediante la per-
cepción sensorial o comprenderse con la reflexión. Por tanto, el
conocimiento mezclado con palabras que se deriva de la inferen-
cia, el testimonio y la percepción directa ordinaria, no es puro, no
es ṛtaṃ sin mezcla y libre de vikalpa.
Vyasa dice que los objetos visibles del mundo consisten en diferen-
tes agrupaciones de átomos. Cada una de estas agrupaciones tiene

149
Libro I

una cualidad genérica que se infiere de su efecto visible, un substra-


to. Sin embargo, para el que no cree que este conjunto particular de
átomos es una realidad independiente, y para quien la causa sutil no
admite percepción, no hay desde luego ningún substrato; y por tan-
to casi todo conocimiento es falso, porque no tiene verdad y no
posee la forma de lo real. De ahí que hay un substrato (indepen-
diente de las partes constitutivas), el cual es el objeto de la modifi-
cación mental PRECISA.
Los recuerdos de palabras y sus significados tiene sus propias
asociaciones para la persona que no es un yo yogui. Si un joven
recién casado dice: ―mi esposa‖, esta palabra tiene su fragancia
para él. La palabra y su significado letra en la fragancia de la pre-
sencia de su esposa. Esa misma palabra le trae un olor de tragedia
a un viudo. Para aquel que podría a su mujer, esta misma palabra
le huele a odio. Para él yogui no le huele a nada excepto a su pro-
pio significado. Para el joven que está abrazando a su mujer, la
palabra y su significado desaparecen. En realidad él no tiene una
idea de la forma ni del nombre de ella etcétera. De la misma ma-
nera, para él existe el contenido de la Creación, la Consciencia del
Señor que se extiende por todos lados. Todas las sustancias, exis-
tencias, personas, nombres y diversas naturalezas dejan de existir
para él. Este estado es el Samadhi que excluye la actividad psi-
cológica.
Los comentadores reclamaban que este segundo estado de Sa-
madhi es más elevado que el descrito anteriormente. Patanjali no
propone esto. Un comentario que ensombrece el texto es algo ex-
cesivo y es el resultado del excesivo entusiasmo. Hará un verdade-
ro yogui no hay superior ni inferior, sino que todos los estados
tienen su espacio en él. El yogui existe en cualquier estado según
la necesidad. Por tanto para él no hay superior ni inferior y todo es
la extensión de la Consciencia del señor en él.

150
Libro I

44. Ambos procesos de concentración, con o sin la acción


sensata de la mente, pueden ser aplicados también a
cosas sutiles.

El significado de este aforismo está claro y no necesita explica-


ciones. La palabra "sutil" tiene un significado muy amplio, pero
(desde el punto de vista de Patanjali) se aplica más frecuentemen-
te a ese algo esencial, de lo cual somos conscientes después de
haber empleado los cinco sentidos. Por ejemplo, la rosa es una
forma objetiva tangible, su perfume es la "cosa sutil" tras la for-
ma, la cual expresa su cualidad al esotérico, resultado de los ele-
mentos más sutiles que producen su manifestación. Los elementos
más burdos producen la forma, pero dentro de la forma burda hay
una más sutil, a la cual podemos llegar por la percepción aguda o
un claro sentido. En el comentario de la traducción de Woods,
tenemos palabras que dilucidan esto y si el estudiante avanzado
medita, hallará que son de profundo significado oculto:
"...el átomo de la tierra es producido por los cinco elementos del
fuego, entre los cuales el elemento fuego del olor, predomina.
Análogamente el átomo del agua es producido por los cuatro
elementos del fuego, entre los cuales el elemento fuego del gus-
to, predomina. En forma similar el átomo del fuego es producido
por los tres elementos del fuego, excluyendo los elementos fue-
go del olor y del gusto, entre los cuales predomina el del color.
También el átomo del viento es producido por dos elementos del
fuego, comenzando con el olor, y entre estos dos predomina el
elemento fuego del tacto. Además el átomo del aire del elemen-
to fuego es sólo sonido".

Si esta idea la extendemos al macrocosmos, veremos que pode-


mos meditar sobre la forma externa de Dios en la naturaleza, con
o sin la acción cabal de la mente. Después de haber adquirido ex-
periencia en la meditación y por un acto de la voluntad, el estu-
diante puede meditar sobre la naturaleza sutil subjetiva de Dios,

151
Libro I

tal como se manifiesta bajo la gran Ley de Atracción, a la que se


refiere el cristiano cuando afirma que "Dios es Amor". La natura-
leza de Dios, la gran fuerza "amor" o atracción, es la causa de las
"cosas sutiles" veladas por las cosas externas.
Vyasa dice que la concentración es meditativa cuando el objeto
sutil tiene características en manifestación y están presentes las
limitaciones de conciencia en el espacio, en el tiempo y en la cau-
sa operativa. Se torna ultra-meditativa cuando se convierte en el
objeto mismo y de este modo, como si dijéramos, se vacía de su
propia índole. Las modificaciones mentales imprecisas y precisas
tienen que operar sobre cosas espaciotemporales; las Meditativas
y ultra-meditativas operan sobre los elementos sutiles. Así com-
prendemos que cuando trascendemos la acción razonadora, como
lo hace un poeta, o un genio, entonces usamos un poder más cer-
cano a la penetrante visión del Hombre Espiritual.

152
Libro I

45. Lo denso conduce a lo sutil; lo sutil lleva, por etapas


sucesivas, al estado del ser espiritual puro llamado
Pradhana.

El estudiante debe recordar aquí los grados o etapas sucesivas que


debe pasar, cuando penetra en lo más íntimo del corazón:
1. Lo denso .... forma, bhutas, envolturas racionales tangibles.
2. Lo sutil ....... la naturaleza o cualidades, los tanmatras, los indriyas o
los sentidos, los órganos sensorios y lo que se siente.

Éstos pueden ser aplicables a los planos de los tres mundos, que
conciernen al hombre; tienen íntima relación con los pares de
opuestos que él debe equilibrar en el plano emocional. Tras ellos
tenemos ese estado equilibrado denominado Pradhana, que es la
causa de lo que puede tocarse físicamente y percibir sutilmente.
Este estado de equilibrio puede ser denominado sustancia primaria
insoluble, materia unida al espíritu, no obstante indiferenciada, sin
forma o marca alguna característica. Detrás de estos tres, tenemos
nuevamente el Principio Absoluto, siendo los únicos que el hom-
bre puede conocer mientras está en manifestación. Vivekananda
en su comentario dice:
"Los objetos densos constituyen los elementos y todo lo que se
construye con ellos. Los cinco objetos son los Tanmatras o las
cinco partículas. Los órganos, la mente (el conjunto de los senti-
dos), el egotismo, la sustancia mental (causa de toda manifesta-
ción), el estado de equilibrio de sattvas, rajas y tamas (las tres
cualidades de la materia. A.A.B.) llamado Pradhana (Jefe), Prakri-
ti (naturaleza) o Avyakta (in manifestado), los cuales están in-
cluidos en la categoría de los cinco objetos, únicamente Purusha
(el alma) queda exceptuada de esta definición."

Vivekananda traduce evidentemente Purusha como "alma"; pero


comúnmente se traduce como Espíritu y se refiere al primer aspecto.

153
Libro I

Como se dijo antes, ascendemos desde las formas externas hacia


las imágenes mentales, y desde las imágenes mentales a las ideas,
cualidades y principios. Finalmente, hasta el substrato puro que
sostiene a todas las cosas.
A medida que ascendemos desde las cosas externas materiales que
están señaladas por la separatividad, siendo ello su característica
principal, como los guijarros se hallan separados entre sí; a medi-
da que ascendemos, primero, a las imágenes mentales que se so-
breponen y juntan lo mismo en el espacio que en el tiempo, luego
a las ideas, a los principios, digamos finalmente a más puras esen-
cias, acercándonos cada vez más a la unidad. O podemos ilustrar
este asunto de la manera siguiente: el yo corpóreo y externo es de
un todo distinto y separado en cada quien por la forma, el nombre,
el sitio y la substancia; nuestro yo mental, de substancia más sutil,
se une a los otros y se separa de ellos, se separan y se unen siem-
pre, en constante conmoción e intercambio; nuestro yo espiritual
alcanza la verdadera consciencia por la unidad, donde el muro de
separación no existe ya entre nosotros y él más elevado, ni entré
nosotros y los demás, llegamos a ser perfectos en el Uno. Los más
altos bienes son poseídos por todas las almas puras, cuando están
unidas. Así ascendemos de la separatividad a la verdadera indivi-
dualidad en la unidad.

154
Libro I

46. Todo esto es meditación con simiente.

Los cuatro últimos aforismos tratan de las fórmulas de concentra-


ción construidas alrededor de un objeto. Dicho objeto podrá con-
cernir a lo sutil e intangible, desde el ángulo del plano físico, no
obstante (desde el punto de vista del hombre real o espiritual) im-
plica la realidad del no-yo, quien se ocupa de lo que (en cualquie-
ra de sus aspectos) puede conducirlo a los reinos que no son pri-
mordialmente los del espíritu puro. Sin embargo, debe recordarse
que las cuatro etapas son necesarias y deben preceder a todo otro
conocimiento más espiritual. La mente del hombre no está consti-
tuida como para poder captar las cosas del espíritu. A medida que
pasa de una etapa de meditación "con simiente" a otra, se acerca
cada vez más á la fuente de todo conocimiento, y oportunamente
se pondrá en contacto con aquello sobre lo cual medita. Entonces
comprenderá la naturaleza del pensador como espíritu puro y des-
aparecerán pasos, etapas, objetos, simientes, órganos, formas
(densas o sutiles) y sólo se conocerá el espíritu y también serán
trascendidos el sentimiento y la mente, y sólo se verá a Dios Mis-
mo; ya no se sentirán las vibraciones inferiores ni se verá el color;
únicamente se conocerá la luz; desaparecerá la visión y sólo se
oirá el sonido o palabra. Permanecerá el "Ojo de Shiva'', con el
cual el vidente se identificará.
En la cuádruple eliminación que antecede, se insinúan las etapas
para llegar a la comprensión, que conducen al hombre fuera del
mundo de la forma, al reino de lo amorfo. El estudiante hallará
interesante comparar las cuatro etapas, por las cuales se desarrolla
la meditación "con simiente", con las cuatro ya mencionadas.
También podría indicarse que en cualquier meditación donde se
reconoce la conciencia, está presente un objeto; en cualquier me-
ditación donde el perceptor es consciente de lo que va a ver, to-
davía hay una percepción de la forma. Únicamente cuando se
pierden de vista todas las formas y el campo de conocimiento, y se
conoce el conocedor por lo que esencialmente es (estando sumer-

155
Libro I

gido en la contemplación de su propia naturaleza espiritual pura),


puede llegarse a la meditación ideal sin fórmula, sin simiente, sin
objeto. En este punto fallan el lenguaje del ocultista y el del místi-
co, porque el lenguaje concierne a la objetividad y su relación con
el espíritu. Por lo tanto, esta condición superior de meditación es
comparada al estado de sueño o trance, pero es la antítesis del
sueño físico o del trance del médium, porque el hombre espiritual
está plenamente despierto en esos planos que trascienden toda
descripción. Es consciente plenamente de su Identidad directa-
mente espiritual.
Los estados de trabajo descritos en I.17-19 y I.42-45 son samādhis
con semilla. Es interesante notar que los seis sutras descritos ante-
riormente pertenecen a funciones del cerebro. La fuente del análi-
sis o su ausencia se hallan en el cerebro frontal. La fuente de la
investigación y su ausencia se hallan en el cerebro posterior. El
origen de la alegría (ānanda) se halla en la base del cerebro, y la
individualidad (asmitā) en su cima del cerebro.
Puesto que el pensamiento depende de un objeto, aunque éste sea
sutil o incluso una idea simple, se encuentra limitado. En términos
de Patanjali, hay ―semillas‖. La contemplación con semillas se
relaciona con la cesación consciente del pensamiento (I.17) que
deja huellas y, en consecuencia, depende de las impresiones su-
bliminales. Los procesos cognoscitivos como las percepciones
analítica, reflexiva, con alegría y egocéntrica, se basan en anterio-
res experiencias. Si se desea alcanzar la pura tranquilidad del yo-
ga, tales experiencias deben cesar de producir nuevas experien-
cias. El Hombre Espiritual tiene todavía que obtener plenamente
la consciencia de sí mismo, en su propio reino, despojado por en-
tero de los velos psíquicos.

156
Libro I

47. Cuando se ha alcanzado este estado supercontemplati-


vo, el yogui adquiere la comprensión espiritual pura, por
medio de la quietud equilibrada de la sustancia mental o
chitta.

Las palabras sánscritas empleadas en este aforismo sólo pueden


ser traducidas en términos claros, empleando ciertas frases que
hacen más comprensible la versión. Textualmente podría decirse
que el aforismo es así: "La clara perspicacia viene por la quietud
de la mente o chitta". A este respecto debe recordarse que la idea
implicada es la pureza, en su verdadero sentido, lo cual significa
"libre de toda limitación", y por lo tanto constituye el logro del
conocimiento espiritual. El resultado es contacto del alma con la
mónada o espíritu, y el conocimiento de este contacto es trasmiti-
do al cerebro físico.
Esto es posible sólo en una etapa muy avanzada de la práctica de la
yoga, cuando la sustancia mental está completamente aquietada. Se
conoce el Padre en el Cielo, tal como lo revela el Hijo a la Madre.
Sólo sattva (ritmo) se manifiesta, pues rajas (actividad) y tamas
(inercia) han sido dominados y controlados. Debe recordarse que
sattva se refiere al ritmo de las formas, donde actúa el yogui, y sólo
cuándo expresan el más elevado de los tres gunas (o cualidades de
la materia) se llega a conocer el aspecto espiritual o más elevado,
Únicamente cuando rajas domina se conoce el segundo aspecto;
sólo cuando tamas prevalece se conoce el aspecto inferior. Existe
una interesante analogía entre el aspecto inercia (tamas) de la mate-
ria y la condición de los cuerpos del yogui, sumido en el samadhi
más elevado Entonces el movimiento sáttvico o rítmico es tan com-
pleto, que al hombre común le parece haber logrado un estado de
quietud, constituyendo la sublimación de la inercia o condición
tamásica de la sustancia más densa.
Serán de utilidad las palabras extraídas del comentario de este
aforismo, en la traducción de Woods:

157
Libro I

"Liberado de la oscuración causada por la impureza, sattva o sus-


tancia pensante, cuya esencia es luz, afluye en continua diafani-
dad, no superada por rajas ni tamas. Esto es claridad. Cuando
surge esta claridad en el estado equilibrado superreflexivo, el
yogui alcanza la imperturbable calma interna, es decir, la visión
del destello (sputa) de percepción interna, que no atraviesa su-
cesivamente un orden graduado (de los procesos comunes de la
experiencia), teniendo por objetivo la cosa tal como realmente
es... Impureza es el acrecentamiento de rajas y tamas. Es la con-
taminación, cuya característica distintiva es oscuración. Claridad
es estar libre de esto".

El hombre ha logrado (gracias a la disciplina y la práctica de los


métodos de yoga y por la perseverancia en la meditación) desli-
garse de todas las formas e identificarse con lo amorfo.
Ha llegado al centro del corazón de su ser. Desde este punto de
comprensión espiritual pura, puede actuar acrecentadamente en el
futuro. Con la práctica, fortalece esa comprensión, de manera que
contempla toda vida, trabajo y circunstancias, como una procesión
pasajera que no le concierne. Sin embargo, puede dirigir sobre
ellos el faro del espíritu puro; él mismo es luz, se conoce a sí
mismo como parte de la "Luz del mundo" y "en esa luz verá la
luz". Conoce las cosas tal cual son, y se da cuenta que todo lo que
hasta entonces ha considerado como real, sólo es ilusión. Ha hora-
dado el gran maya y lo ha sobrepasado, llega hasta la luz que lo
produce, y no le es posible en el futuro cometer errores; su sentido
de los valores es correcto, y su sentido de proporción exacto. No
está sujeto al engaño, sino libre de la ilusión. Cuando este punto es
comprendido ya no le afecta el dolor ni el placer, sumergiéndose en
la beatitud qué otorga la comprensión de sí mismo.
Cuando surge esta transparencia ultrarreflexiva en el, el yogui
logra una firme paz interior que se transforma en la mas luminosa
y brillante luz de conocimiento instantáneo acerca del objeto en su

158
Libro I

auténtica naturaleza, es decir, sin secuencia temporal y en todos


sus aspectos. En este sentido, se ha afirmado: ―igual que la perso-
na que ha subido la montaña contempla a los que se encuentran en
el valle, el yogui que ha logrado la inalterable paz interior y se
encuentra liberado del dolor, contempla el sufrimiento de los de-
más seres‖. El Maestro K. H. dice que esta lucidez es alcanzable
por la mayoría de los hombres y no un don especial, sino el fruto
del trabajo constante.
Cuando pensamos en algo, ese algo existe como un objeto y es
algo objetivo para nuestra mente. Eso significa que esta separado
de nuestra subjetividad y por tanto existe como ―no yo‖ para noso-
tros. Cuando se medita en su naturaleza, empiezan a desprenderse
su nombre y sus diversas cualidades. Su naturaleza existe como
una necesidad de lo demás. Cuando desaparecen los medios de
identificación, entonces existe para nosotros su naturaleza básica.
Cuando somos adeptos o expertos en desprender incluso su natu-
raleza-semilla de nuestra cognición, nuestro concepto se queda
entonces en nuestro ser y existe como nuestro ser, como nuestro
―yo‖ o como nosotros mismos. Cuando se llega a realizar este
proceso con desahogo, uno experimenta la tranquilidad. Ese algo
existe en un lugar de nuestra mente y su contenido o significado
es eso mismo. Eso mismo significa nosotros mismos en ese esta-
do. Eso es lo que se llama Atman él (Espíritu Universal) entonces
la estabilidad de la mente se hace absolutamente estable.

159
Libro I

48. Su percepción es ahora infaliblemente exacta, o su


mente revela únicamente la Verdad.

Se han trascrito ambas traducciones, pues parece que juntas dan


una idea más real que separadas. La palabra "exacta" se emplea en
su sentido oculto y se refiere a la forma en que el Perceptor obser-
va los fenómenos. El mundo de ilusión o mundo de la forma, debe
ser conocido con exactitud. Significa, literalmente, que debe apre-
ciarse la relación de cada forma con su nombre o palabra original.
Cuando culmine el proceso evolutivo, cada forma de manifesta-
ción divina deberá responder exactamente a su nombre, o a la pa-
labra que estableció el impulso original y trajo así una vida a la
existencia. En consecuencia, en la primera traducción se hace re-
saltar esta idea y se indican los tres factores,
1. la idea,
2. la palabra,
3. la forma resultante,
que inevitablemente traen consigo otra triplicidad,
1. el tiempo que conecta a las tres,
2. el espacio que produce a las tres,
3. la evolución, el proceso de producción.

Uno de sus resultados es la demostración de la ley y el exacto


cumplimiento del propósito de Dios. Esto lo comprende el yogui
que ha logrado eliminar de su conciencia todas las formas y ha
percibido todo lo que se halla detrás de las formas. La segunda
traducción revela cómo lo hace. Como la sustancia mental está
perfectamente aquietada y el hombre polarizado en ese factor que
no es la mente, ni ninguna de las envolturas, puede trasmitir al
cerebro físico, inequívocamente, con exactitud y sin errores, lo
percibido en la Luz del Shekinah, procedente del Sánctum Santo-
rum, donde el hombre ha conseguido penetrar. Se conoce la ver-
dad y queda revelada la causa de todas las formas en todos los

160
Libro I

reinos de la naturaleza. Ésta es la revelación de la verdadera ma-


gia, la clave de la gran obra mágica en la que todos los verdaderos
yoguis y adeptos participan.
En contraposición al modo gradual en que se adquiere el conoci-
miento ordinario, la penetración gnóstica (prajñā) nacida del más
elevado éxtasis surge como un ―destello‖ completa en sí misma y
fuera de toda progresión. Se revela el objeto en su esencia y por
esa razón se dice ―que lleva en si la verdad‖, es decir, genuina-
mente infalible. El objeto es conocido como es en si, de una vez
por todas, por medio de una inmediata y pura apercepción sin lu-
gar a error. Prajñā es la transparencia, es como una visión median-
te la cual la mente pura y atenta capta al objeto en su totalidad, en
forma no discursiva y simultáneamente. Estas características co-
rresponden a las características del conocimiento intuitivo según
la concepción occidental. No todo conocimiento intuitivo es por-
tador en si o consigo de la verdad; únicamente la prajñā yóguica, o
sea, aquella que se da en la etapa del proceso yóguico que inme-
diatamente precede la represión total y absoluta de todas las acti-
vidades de la mente. La mente, por un largo trabajo de análisis, ha
ido particularizando todos los detalles y elementos componentes
del objeto, que luego capta en su totalidad y simultáneamente en
el acto del conocimiento intuitivo. Toda dualidad y toda relativi-
dad se desvanecen. La intuición entonces, reemplaza a todas las
demás formas de conocimiento.
Este conocimiento (prajñā) es un componente esencial del Yoga y
comprende tres grados o niveles. El primero es seguir las instruc-
ciones de las escrituras y de los maestros; el segundo es la supera-
ción mediante razonamiento e inferencia de las objeciones a las
enseñanzas que han sido estudiadas, y la adecuada afirmación en
ellas; el tercero es el entusiasmo en la práctica constante de la
meditación sobre aquello que ha sido establecido en los dos pasos
anteriores. Perfeccionando el conocimiento con estos tres méto-
dos, el yogui alcanza el estado de Yoga.

161
Libro I

El estudiante se ha convertido en su ―guerrero interno‖, quien es


incapaz de dar un golpe en falso, porque es infinitamente más
sabio y fuerte que su representante humano. ―El es tu propio ser,
mientras tú eres finito y sujeto a error. El es eterno y seguro. El es
la verdad eterna‖. Sólo este hombre espiritual puede captar la
Verdad, Dios, la Realidad; nunca podrá captarla nada inferior a él.
Como dice Robert Broewning: ―La Verdad está dentro de noso-
tros; no proviene de cosas externas, aunque así lo creas. Existe un
centro íntimo en nosotros, donde la verdad mora en su plenitud; y
el saber consiste más bien en encontrar un camino por el cual
pueda escaparse el esplendor aprisionado, que en abrirle entrada a
una luz que se supone está afuera‖.

162
Libro I

49. Esta percepción particular es excepcional y revela lo


que la mente razonadora, mediante el testimonio, la
inferencia y la deducción, no puede revelar.

Este aforismo significaría que la mente del hombre, en sus diversos


aspectos y empleos, puede revelar las cosas que conciernen a la
objetividad; pero únicamente la identificación con el espíritu puede
revelar la naturaleza y el mundo del espíritu, "Ningún hombre ha
visto a Dios en momento alguno; el único Hijo Unigénito, que mora
en el seno del Padre, Lo ha revelado". Hasta que el hombre se reco-
nozca como un Hijo de Dios, hasta que el Cristo se manifieste en el
hombre y la vida crística alcance plena expresión, hasta que el
hombre sea uno con la realidad espiritual interna, su verdadero Yo,
será imposible obtener el conocimiento específico aquí referido
(conocimiento de Dios y del espíritu, independiente de la materia o
forma). El testimonio de las edades señala la existencia de una fuer-
za o vida espiritual en el mundo; de la experiencia extraída de la
vida de millones de seres se infiere que el espíritu existe; de la con-
sideración del mundo o gran maya, se deduce que una causa exis-
tente y persistente por sí misma, está. detrás de ese maya. Sin, em-
bargo, sólo el hombre capaz de trascender todas las formas y las
limitaciones en los tres mundos (mente, emoción y las cosas de los
sentidos, o "el mundo, el demonio y la carne") puede saber, más
allá de toda controversia y argumento, que Dios es y que él mismos
es Dios. Entonces conoce la verdad y la verdad lo libera.
El campo del conocimiento, los instrumentos de conocimiento y el
conocimiento mismo son trascendidos, y el yogui llega al gran
conocimiento de que sólo existe Dios, de que Su vida es Una y
que palpita en el átomo microscópico y también en el átomo ma-
crocósmico. Con esta Vida él se identifica. La descubre en el co-
razón de su propio ser, y allí puede fusionarse con la vida de Dios,
tal como existe en el último átomo primordial, o puede expandir
su conocimiento, hasta conocerse a sí mismo como la vida del
sistema solar.
163
Libro I

Denota este aforismo que hemos de adquirir el conocimiento de los


objetos ordinarios por directa percepción, por lo que de esta per-
cepción infiramos o por el testimonio de quienes sean competentes.
Los yoguis sólo consideran competentes a los Adeptos y Maestros
de Sabiduría, videntes de los pensamientos expuestos en los Vedas.
Según los yoguis, la única prueba de las Escrituras es que son el
testimonio de personas competentes, aunque añaden que las Escri-
turas no pueden conducirnos al conocimiento. Podemos leer todos
los Vedas y sin embargo no conocer nada, pues para llegar al cono-
cimiento hemos de practicar sus enseñanzas y entonces alcanzare-
mos aquel estado en que se realiza lo que dicen las Escrituras, el
testimonio ajeno, por muy superior que sea, no es suficiente para
alcanzar la verdad y la liberación. Esto es lo que significa el afo-
rismo. La práctica, el conocimiento real es la verdadera religión.
Todo lo demás sólo sirve de preparación.
Escuchar conferencias, leer libros o razonar no es más que preparar
el terreno; pero no es el Camino. El asentimiento intelectual o el
disentimiento intelectual no es suficiente. La idea céntrica de los
yoguis es que así como nos ponemos en directo contacto con los
objetos de los sentidos, así la ―religión‖ puede percibirse directa-
mente por un mucho más intenso sentido. Las verdades de la reli-
gión, como Dios y el alma, no pueden percibirse por los sentidos
externos. No puedo ver a Dios con mis ojos ni tocarlo con mis ma-
nos, y también sabemos que no podemos razonar más allá de los
sentidos. La razón nos deja en un punto completamente indeciso.
Podemos estar razonando toda la vida, como las gentes han estado
razonando durante millares de años, y el resultado ha sido que nos
vemos incompetentes para aprobar o desaprobar los hechos relati-
vos a la Verdad. Tomamos por base lo que percibimos directamente
y sobre esta base razonamos. Por lo tanto, es evidente que el razo-
namiento se mantiene entre los límites de la percepción y no puede
ir más allá, y en consecuencia el campo del verdadero conocimiento
transciende la percepción sensoria. Los yoguis afirman que el hom-
bre puede trascender el campo de su percepción sensoria y también

164
Libro I

el de su razón. El hombre tiene en sí la facultad, la potencia de tras-


cender su intelecto, y esta potencia la posee todo ser humano. Por
medio de la práctica de la Yoga se actualiza dicha potencia, y en-
tonces el hombre transciende los ordinarios límites de la razón y
percibe directamente cosas que están más allá de la razón.

165
Libro I

50. Es hostil a las demás impresiones o las reemplaza.

Antes de alcanzar la verdadera percepción, el observador ha de-


pendido, para comprobar la verdad, de tres métodos, limitados e
imperfectos, que son:
1. Las percepciones sensorias. Por este método el morador en
el cuerpo comprueba la naturaleza del mundo objetivo, va-
liéndose de sus cinco sentidos, Conoce la objetividad y tan-
gibilidad a medida que oye, ve, toca, gusta y huele las cosas
del mundo físico. Sin embargo, se ocupa de los efectos que
produce la vida subjetiva; pero no tiene indicios de las cau-
sas o las energías subjetivas, de las cuales aquellos son el
producto. En consecuencia, la interpretación de los mismos
es falsa, lo conduce a una identificación errónea y a una se-
rie de valores equívocos.
2. La percepción mental. A través de la mente, el observador
es consciente de otros grados de fenómenos; se pone en
armonía con el mundo del pensamiento, o con esa condi-
ción de la sustancia donde se registran los impulsos menta-
les de nuestro planeta y de sus habitantes, lo mismo que
con las formas creadas por estos impulsos vibratorios que
expresan ciertas ideas y deseos –y en la actualidad princi-
palmente estos últimos. Debido a la errónea percepción re-
sultante del empleo de los sentidos y de la equívoca inter-
pretación de las cosas percibidas, tales formas mentales son
en sí deformaciones de la realidad y expresan únicamente
los bajos impulsos y reacciones que emanan de los reinos
inferiores de la naturaleza. Debe recordarse que sólo cuan-
do el individuo comienza a emplear realmente su cuerpo
mental (en vez de ser empleado por éste) hace contacto con
las formas mentales creadas por los guías de la raza, perci-
biéndolas con toda exactitud.

166
Libro I

3. El estado supercontemplativo. En esta condición la per-


cepción es infaliblemente correcta y los otros métodos de
visión se observan en su correcta proporción. El observador
ya no necesita de los sentidos, excepto para efectuar en los
planos respectivos su trabajo constructivo. Entonces posee
una facultad que lo salvaguarda de todo error y un sentido
que le revela únicamente las cosas tal cual son. Las condi-
ciones que rigen este estado se pueden enumerar como:
a. El hombre está polarizado en su naturaleza espiri-
tual.
b. Se reconoce y actúa como el alma, el Cristo.
c. La sustancia mental o chitta se halla en estado de
quietud.
d. El sutratma o hilo funciona adecuadamente; sus
cuerpos inferiores están alineados, y se produce un
canal directo de comunicación con el cerebro físico.
e. El cerebro está entrenado para servir únicamente
como delicado receptor de las impresiones de la
verdad,
f. El tercer ojo está en proceso de desarrollarse. Más
tarde, a medida que se despiertan los centros y son
controlados conscientemente, ponen al hombre en
armonía con los diversos septenarios de energía,
en los siete planos del sistema; debido a que se de-
sarrolla la facultad de percibir la verdad, el hombre
está protegido del error y del peligro.

Esto lo ha expresado clara y hábilmente Charles Johnston al co-


mentar este aforismo:
"Cada estado o campo de la mente, cada campo de conocimien-
to (por así decirlo) alcanzado por las energías mental y emocio-
nal, es un estado síquico, así como la imagen mental de un esce-
nario y los actores, es un estado o campo síquico. Cuando la vi-

167
Libro I

sión pura del poeta, del filósofo, del santo, abarca todo el cam-
po, las imágenes y visiones menores son todas desalojadas. Esta
elevada conciencia desplaza a todas las conciencias menores. No
obstante, en cierto sentido, lo que se ve como parte, aún en la
visión de un sabio, contiene todavía un elemento de ilusión, un
sutil velo síquico, no importa cuán puro y luminoso sea. Es el
último y más elevado estado síquico".

Cuando el yogui ha alcanzado el conocimiento en samādhi, el


saṃskāra que este conocimiento produce se multiplica sin cesar.
El conocimiento debe producir su huella (saṃskāra). A medida
que este conocimiento se prolonga, este saṃskāra especial aumen-
ta. Pero el producto de este conocimiento que se genera de la me-
ditación sobre el objeto, es diferente de sí mismo. El saṃskāra
producido por el conocimiento que posee la verdad, suprime el
antiguo depósito acumulado de los saṃskāras ordinarios; puede
hacerlo así porque esta producido por un objeto diferente, que es
el objeto "tal cual es". El depósito acumulado recibe ese nombre,
"permanece allí", hasta la liberación. Cuando el depósito acumu-
lado de los saṃskāras activadores ha sido superado por el
saṃskāra del conocimiento en samādhi, ya no surge ningún vṛtti
de él. Por tanto, cuando las modificaciones exteriores se han in-
hibido por completo, el samādhi cognitivo se convierte para el
yogui en algo habitual. De este samādhi surge prajñā, y de prajñā
se deriva otro saṃskāra (del mismo tipo).
La aparición del conocimiento de puruṣa (Alma) y la existencia de
saṃskāras es una contradicción. Quien no tenga sed en absoluto no
deseará beber. Del mismo modo, al contemplar a puruṣa, nada le
queda a la mente por hacer, y nadie siente que deba hacer algo que
ya esta hecho. Podemos poner el ejemplo de varios ríos, los cuales
son rías antes de llegar al océano, siendo cada uno de ellos diferentes
antes de llegar al mar. Desde el momento en que llegan al océano, es
el océano el que existe, no ya los ríos. De modo parecido, todas las
asociaciones pierden su identidad y se identifican con la Verdad.

168
Libro I

51. Cuando este estado de percepción se ha refrenado o


es reemplazado, se alcanza el estado puro de Sa-
madhi (sin semilla).

El gran instructor Patanjali, después de guiarnos por las distintas


etapas de la conciencia en expansión, desde la meditación -"con
simiente" a ésa donde los sentidos y la mente son reemplazados,
nos conduce a ese estado del que no tenemos terminología ade-
cuada para describirlo. El yogui de Oriente aplica la palabra sa-
madhi a ese estado de conciencia en que hace contacto, ve y cono-
ce el mundo donde actúa el hombre espiritual y los planos y cam-
pos amorfos de nuestro sistema solar. El vidente, empleando el
instrumento que se le ha proporcionado, hace contacto, a volun-
tad, con el campo de conocimiento de los tres mundos, el reino de
maya y de la ilusión; pero se le abre un nuevo mundo en e! cual ve
que su conciencia es una con todas las demás energías o expresio-
nes conscientes de la Vida divina. Se descorre el último velo de la
ilusión; ve la gran herejía de la separatividad en su naturaleza real,
y el vidente puede decir con Cristo:
"Pero no ruego solamente por éstos, sino también por quie-
nes han de creer en mí a través de su palabra; para que todos
sean uno, como Tú, oh Padre en mí y yo en ti, que también
ellos sean uno con nosotros, para que el mundo crea que Tú
me enviaste. La gloria que me diste yo les he dado, para que
sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos y Tú en
mí, para que sean perfectos en la unidad, para que el mundo
conozca que Tú me enviaste y que los has amado a ellos como
también a mí me has amado." (Jn. 17: 20-2,3).

Sería un error considerar este Samadhi sin semilla como un simple


―trance‖ en el cual la conciencia estuviera vacía de su contenido.
En efecto, no es el ―vacío absoluto‖. El ―estado‖ y el ―conoci-
miento‖ que, a la vez, indica esta palabra, se refieren a la ausencia
total de los objetos de la conciencia, y no a una conciencia absolu-

169
Libro I

tamente vacía. Pues la conciencia, por el contrario, está llena, en


este momento, llena hasta la saturación de una intuición total y
directa del Ser. Fijada en el samādhi, la conciencia (citta) puede
tener ahora la revelación inmediata del Alma (puruṣa). Por el solo
hecho de que esta conciencia se realiza, es abolido el dolor de la
existencia.
—Raja-Yoga es la eliminación progresiva del complejo mental
(citta) con el fin de obtener la pura conciencia de si mismo. En
este estado sólo permanece el depósito subliminal de la concien-
cia empírica. Como se ha explicado en conexión con el aforismo
I.18, el entramado de activadores subliminales es la fuerza res-
ponsable de la producción de los distintos estados de conciencia
y, por tanto, la última fase del proceso yóguico de involución
debe ser la destrucción de esta misma red subconsciente.
Recordemos que la finalidad de todos nuestros esfuerzos es la
visión del Yo en sí mismo. No podemos percibir directamente el
Yo porque está mezclado con la materia, con la mente y con el
cuerpo. El ignorante cree que su cuerpo es el Yo y el hombre culto
se figura que su Yo es la mente, pero ambos yerran. ¿Por qué el
Yo, el alma humana se mezcla con la materia, la mente y el cuer-
po? Diferentes ondulaciones del chitta se levantan y envuelven el
alma. Sólo vemos a través de dichas ondulaciones un débil reflejo
del alma. Por tanto, si la ondulación es de cólera vemos el alma
colérica, y el hombre dice: "Estoy colérico." Si la ondulación es
de amor, nos vemos reflejados en ella y decimos que amamos. Si
la ondulación es de flaqueza, el alma se refleja en ella y nos sen-
timos débiles. Estas diversas ideas provienen de las impresiones
que cubren el alma. La verdadera naturaleza del alma no se podrá
percibir mientras haya la más leve ondulación en el lago De chitta.
Hasta que no cesen las ondulaciones no se podrá percibir la ver-
dadera naturaleza del alma. Así es que Patanjali nos enseña prime-
ro el significado de las ondulaciones; en segundo lugar, el mejor
medio de reprimirlas; y terceramente, cómo hacer una ondulación
tan intensa que contrarreste y anule todas las demás impresiones,

170
Libro I

o como si dijéramos que el fuego devore al fuego. Cuando sólo


quede una ondulación o sea una impresión, fácil también será re-
primirla y una vez reprimida, se alcanza el estado de samadhi sin
semilla, que no deja impresión alguna, y el alma se manifiesta tal
como es, en todo su esplendor. Sólo entonces reconocemos que el
alma no es un compuesto, sino la eterna substancia simple del
universo, y como tal no puede nacer ni puede morir. Es inmortal,
indestructible, la siempre viva esencia de la inteligencia.
Como dice Vyasa: ―Cuando la mente cesa de actuar más, el Espíritu
permanece en su propio ser verdadero, absolutamente libre y suelto;
a esto se le llama MUKTA‖, es la Verdad sin semilla. Por fin queda,
en libertad el Espíritu, y el hombre entra, en su propio reino. Así
termina el Libro Primero, en el cual se describen los estados de medi-
tación, el objeto y la explicación de Yoga, sus medios y sus clases.

El Libro Segundo describe la práctica de Yoga, los pasos hacia, la


Unión, los medios de crecimiento del alma, y, en muchos senti-
dos, es el más práctico y comprensible de los cuatro Libros de
esta gran obra.

171
172
LOS AFORISMOS DE LA YOGA
DE PATANJALI

SEGUNDO LIBRO “Sadhana Pada” 55 Sutras

Los Pasos Hacia la Unión.


c. Los cinco obstáculos y su eliminación.
d. Definición de los ocho métodos.
Tema: Los métodos de realización.

Disminución de las causas mas evidentes de aflicción (II.1-II.9)

1. La yoga de acción, que conduce a la unión con el alma,


es aspiración ardiente, lectura espiritual y devoción a
Ishvara.

Tengamos presente que comenzaremos el Libro Segundo, donde


se delinea la parte práctica del trabajo, que proporciona las reglas
a seguir, si el aspirante quiere alcanzar la meta, e indica los méto-
dos que traerán el conocimiento de la conciencia espiritual. En el
Libro Primero se trató el objetivo. Al finalizar el Libro Primero el
aspirante lógicamente exclama: Cuán bueno y deseable es, pero
¿cómo se logra, qué debo hacer, dónde comenzaré?
Patanjali empieza por el principio, y en el Libro Segundo indica:
1. Los requisitos básicos de la personalidad.
2. Los obstáculos que pueden ser observados por el discípulo decidido.
3. Los ocho "métodos de yoga" o los ocho tipos de actividad, que
traerán los resultados necesarios.

173
La misma sencillez de este delineamiento hace que tenga un valor
extremadamente grande; no hay confusión ni disertaciones com-
plejas sino una exposición clara y simple de los requisitos.
Sería conveniente tratar aquí las distintas yogas, a fin de dar al
estudiante un claro concepto respecto a sus diferencias y cultivar
así la discriminación. Tres son las principales yogas, las demás
forman parte de uno de estos grupos:
1. Raja Yoga .............. la yoga de la mente o de la voluntad.
2. Bhakti Yoga .......... la yoga del corazón o del devoto.
3. Karma Yoga .......... la yoga de la acción.

Raja Yoga se destaca por sí misma, y de todas las yogas es la so-


berana; es el resumen de las demás, la culminación y lo que com-
pleta la tarea de desenvolvimiento del reino humano. Es la ciencia
de la mente y la voluntad plena de propósito, y somete la envoltura
superior del hombre en los tres mundos, al Regidor interno. Esta
ciencia coordina al triple hombre inferior, obligándolo a adoptar la
posición de que sólo es el vehículo para el alma o Dios interno.
Incluye las demás yogas, y se beneficia de sus realizaciones. Sinte-
tiza el trabajo de la evolución y corona al hombre como rey.
Bhakti Yoga es la yoga del corazón; consiste en someter todos los
sentimientos, deseos y emociones al bienamado, visto y conocido en
el corazón. Es la sublimación de todos los amores inferiores y el so-
metimiento de todos los anhelos y deseos, por el único anhelo de
conocer el Dios del amor y el amor de Dios. Bhakti Yoga fue la "so-
berana" ciencia de la última raza raíz, la atlante, así como Raja Yoga
es la gran ciencia de nuestra civilización. Bhakti Yoga hacía de cada
exponente un arhat o lo conducía a la cuarta iniciación; Raja Yoga
los convierte en adeptos y los lleva al portal de la quinta iniciación.
Ambas conducen a la liberación, porque los arhats se liberan del ci-
clo de renacimiento, pero el Raja Yoga les otorga la libertad para
prestar un total servicio y trabajar como Magos Blancos. Bhakti Yo-
ga es la yoga del corazón y del cuerpo astral.

174
Libro II

Karma Yoga tiene una relación específica con la actividad del


plano físico y con la transformación de los impulsos internos en
manifestación objetiva. En su forma más antigua y simple, fue la
yoga de la tercera raza raíz, lemuriana, y sus dos expresiones más
conocidas son:
a. hatha yoga y
b. laya yoga.
Una tiene que ver específicamente con el cuerpo físico, su actuación
consciente (no subconsciente ni automática), y las diversas prácticas
que dan al hombre dominio sobre los diferentes órganos y el entero
mecanismo del cuerpo físico. La otra tiene que ver con el cuerpo etéri-
co, con los centros de fuerza o chakras de ese cuerpo, con la distribu-
ción de corrientes de fuerza y con, el despertar del fuego serpentino.
Si dividirnos el torso humano en tres secciones, podemos estable-
cer que:
1. Karma Yoga dio por resultado el despertar de los cuatro
centros, situados abajo del diafragma.
2. Bhakti Yoga dio por resultado su transmutación y transfe-
rencia a los dos centros ubicados arriba del diafragma, el
cardíaco y el laríngeo, en el torso.
3. Raja Yoga sintetiza todas las fuerzas del cuerpo en la cabe-
za, y desde allí las distribuye y controla.

Raja Yoga, de la cual Patanjali se ocupa principalmente, incluye los


efectos de las otras. Sólo es posible su práctica después de haber sido
aplicadas las demás, aunque no precisamente en esta vida. La evolu-
ción ha permitido que todos los hijos de los hombres (preparados
para ser chelas o discípulos) pasen a través de las distintas razas, y en
la raza lemuria (o en la cadena precedente o cielo mayor) todos fue-
ron yoguis de Hatha y Laya Yoga. Esto dio por resultado el desarro-
llo y control del doble cuerpo físico: el denso y el etérico.

175
Libro II

Al pasar por la raza atlante se desarrolló el cuerpo astral o de de-


seos. La flor de esa raza fueron los verdaderos hijos y devotos de
Bhakti Yoga. Ahora, en la raza actual, el más elevado de los tres
cuerpos debe ser llevado a su pleno desarrollo, y Raja Yoga está
destinado a hacerlo, siendo ésta la finalidad del, trabajo de Patan-
jali. La raza actual contribuirá a la economía general con este mas
pleno desenvolvimiento, y todos los miembros de la familia
humana (a excepción de un porcentaje que vino demasiado tarde
para alcanzar el pleno florecimiento del alma) se manifestarán
como hijos de Dios, con poderes divinos desarrollados y utiliza-
dos conscientemente en el plano y cuerpo físicos.
Según Patanjali tres cosas efectuarán esto, conjuntamente con la
práctica de ciertos métodos y reglas, y son:
1. Ardiente aspiración, la dominación del hombre físico de mane-
ra que cada átomo de su cuerpo arda en esfuerzo y fervor.
2. Lectura espiritual, se refiere a la capacidad del cuerpo men-
tal para ver detrás del símbolo, o hacer contacto con lo sub-
jetivo detrás del objeto.
3. Devoción a Ishvara, se relaciona con el cuerpo astral o emo-
cional, la entrega del corazón en amor a Dios –Dios en su
propio corazón, Dios en el corazón de su hermano y Dios vis-
to en todas las formas.

Aspiración ardiente es la sublimación del Karma Yoga. Devoción


a Ishvara es la sublimación del Bhakti Yoga, mientras que la lec-
tura espiritual es el primer paso hacia el Raja Yoga.
La práctica del yoga incluye la acción, el logro, la realización y la
transformación. Aquí se explica el primero de estos pasos, que
incluye tres tipos de acción:
1º- La aspiración ardiente: todo esfuerzo en una dirección de-
terminada produce fuego en uno de los tres planos. En el plano
físico produce calor que es el fuego por fricción. En el plano men-

176
Libro II

tal produce actividad o fuego por liberación. En el plano espiritual


produce luz o fuego por radiación. En él plano físico se manifiesta
como fuerza. En el plano mental se manifiesta como energía. En
el plano espiritual se manifiesta como iluminación. La regulación
del quehacer diario para transformar la actividad de la consciencia
desde el plano fisco a los planos mental y espiritual se llama tapas
o aspiración ardiente. Esta se lleva a cabo a tres niveles: - a nivel
corporal, - a nivel vocal y - a nivel de pensamiento.
Primero la aspiración a nivel corporal incluye los actos siguientes:
El servicio a los Devas, a su plan, a aquellos que siguen el plan y a
aquellos que conocen el plan, como por ejemplo, purificar el
cuerpo a diario y regular la alimentación, las horas de sueño y el
trabajo observar pureza en la vida sexual, tener una actitud de no
violencia y comportarse con rectitud con los temas.
Dos la aspiración a nivel vocal incluye las siguientes prácticas:
El arte de conversar que no estimula las emociones densas, di-
ciendo la verdad de una manera útil y agradable en sintonía con
las Escrituras Sagradas.
Tercero la aspiración a nivel de pensamiento incluye las prácticas
siguientes: La tranquilidad de la mente, la ternura de sentimientos,
el silencio hacia las cosas que no se necesitan, una actividad con-
trolada y una purificación de los sentimientos de afección.

2º- La práctica de las Escrituras Sagradas, que es el segundo


paso del yoga de la acción. Las escrituras sagradas de todas las
naciones tienen la sabiduría eterna de la humanidad y le transmi-
ten la palabra sagrada OM a todos los individuos. La lectura espi-
ritual nos eleva y purifica la mente, ya que la energía sigue al pen-
samiento. Mediante la lectura espiritual las zonas mentales supe-
riores se alimentan y se fortifican estableciendo un nuevo ritmo
superior de pensamiento y comprensión. A sí mismo, la lectura
también se refiere a la atenta observancia del mundo del alma en
las circunstancias de la vida diaria. A no ser que se practique este

177
Libro II

segundo paso de yoga no es posible cambiar la consciencia de la


naturaleza inferior a la superior. El secreto del descenso del señor
a la creación para establecer la ley repetidamente a través del
tiempo sólo se hará familiar en términos comprensibles mediante
las Escrituras Sagradas. (Claro está que la formación que propor-
cionan las diversas escuelas viciosas del mundo no tiene nada que
ver con el contenido de las escrituras sagradas.)

3º- La Entrega Total de la naturaleza inferior a la Consciencia


del Señor. "Devoción a Ishvara‖ es un término amplio y general
que abarca la relación del yo personal con el yo superior, Ishvara
o principio crístico en el corazón. Incluye también la relación de
Ishvara individual con Ishvara universal cósmico; se refiere a que
el alma del hombre comprende que es parte integrante de la Su-
peralma. Esto da por resultado conciencia grupal, objetivo de la
ciencia soberana.
La devoción involucra ciertos factores cuyo conocimiento será
para el devoto de gran valor, y son:
1. La capacidad de descentralizarse, de cambiar la propia ac-
titud de autocentralización y egoísmo por la de entrega al
ser amado. Todas las cosas son consideradas como perdi-
das, con tal de lograr el objetivo de la devoción.
2. La obediencia al objeto amado, una vez conocido, en algu-
nas traducciones se la denomina "obediencia absoluta al
Maestro”. Tal la traducción verdadera y exacta, pero en
vista que la palabra Maestro implica (para el estudiante
esotérico) uno de los adeptos, hemos preferido traducir
como Ishvara", el único Dios en el corazón del hombre, el
Jiva divino o "punto de vida divina" en el centro del ser
humano. Es el mismo en todo hombre, sea un salvaje o un
adepto; la diferencia- reside en la etapa de manifestación
y de control. La verdadera ciencia de la yoga nunca enseña

178
Libro II

o exige absoluta obediencia a algún Gurú o mahatma, es


decir, el total sometimiento de la voluntad. Se enseña el
sometimiento del hombre inferior a la voluntad del Dios
interno, y todos los métodos y reglas de yoga tienen esta
finalidad específica. Esto debe tenerse muy presente. La
lectura espiritual constituye el paso preliminar más signifi-
cativo y esotérico.

Toda forma es el resultado del pensamiento y del sonido. Cada


forma vela u oculta una idea o concepto, por lo tanto, sólo es el
símbolo o supuesta representación de una idea. Esto se aplica, sin
excepción, a todos los planos de nuestro sistema solar, donde las
formas son creadas por Dios, el hombre o el deva.
Uno de los objetivos del entrenamiento de los discípulos es capa-
citarlos para cerciorarse de lo que existe detrás de la forma en
cualquier reino de la naturaleza, y así comprobar la naturaleza de
la energía espiritual que la trajo a la existencia.
La vastedad de este simbolismo cósmico será evidente hasta para
el pensador más superficial, y el principiante en el sendero del
discipulado debe aprender a clasificar en grupos específicos las
muchas formas que expresan determinadas ideas básicas; debe
interpretar las ideas subyacentes en los símbolos específicos y
descubrir los impulsos característicos latentes en cada forma. Pue-
de realizarlo prácticamente en el medio ambiente y lugar donde se
encuentra, descubrir cuál es la idea que la forma de su hermano
vela y también buscar al Dios que subyace detrás del cuerpo de
todo hombre.
Por consiguiente, el aforismo en consideración conduce al aspi-
rante al aspecto más práctico de la vida, lo enfrenta con tres pre-
guntas básicas, y a medida que trata de responder con corrección,
inevitablemente adquirirá la capacidad necesaria para recorrer el
sendero. Las preguntas son:

179
Libro II

a. ¿Hacia qué objetivo tienden todos los anhelos y aspiraciones


de mi alma, hacia Dios o hacia las cosas materiales?
b. ¿Pongo toda mi naturaleza inferior bajo el control de Ishva-
ra, el verdadero hombre espiritual?
c. ¿Veo a Dios en todas las formas y circunstancias, en mis con-
tactos diarios?

Los samadhis o modalidades de concentración con que termina-


mos el primer capítulo son muy difíciles de lograr, y por tanto
hemos de proceder lentamente en su práctica. El paso preliminar
es el yoga kriya, que literalmente significa obra, esto es, actuando
hacia el yoga. Los órganos son los caballos, la mente son las rien-
das, el intelecto es el cochero, el alma es el viajero y el cuerpo es
el coche. El dueño de la casa, el rey, el Ser del hombre va sentado
en el coche. Si los caballos son muy fogosos y no obedecen a las
riendas, si el cochero, el intelecto, no acierta a refrenarlos, el co-
che estará en peligro. Pero si los caballos, los órganos, están bien
regidos y si el cochero, el intelecto, sostiene firmes en sus manos
las riendas, la mente, entonces el coche llegará a su destino. Por
tanto ¿qué significa en el aforismo la mortificación? Sostener fir-
memente las riendas al guiar el cuerpo y los órganos, de modo que
no se les deje hacer lo que quieran, sino mantenerlos ambos suje-
tos al dominio de las riendas.
En la primera regla Ardiente Aspiración, es una traducción muy
libre de la palabra sánscrita TAPAS que indica un fuego ardiente.
El mismo fervor de este interno fuego espiritual de determinación
y aspiración, quema todas las impurezas y conduce al alma como
antorcha llameante hacia la gran Meta. Ciertamente, sin la luz de
esta voluntad ardiente no sería posible Yoga alguna, pues, como
dice Vyasa, la Yoga no la alcanza nadie en quien no more este
fuego, y la impureza no puede desaparecer sin él.

180
Libro II

2. La finalidad de aspiración ardiente, lectura espiritual


y devoción a Ishvara, consiste en obtener la visión del
alma y en eliminar los obstáculos.

Es interesante notar que las palabras "visión del alma" precede a


la idea de eliminar obstáculos u obstrucciones, demostrando que
la visión es posible, incluso para quienes aún no se han perfeccio-
nado. La visión a que son susceptibles la mayoría de los hijos de
los hombres, llega en los momentos de exaltación y elevada aspi-
ración, y proporciona el incentivo necesario para producir la de-
terminación y perseverancia que demanda la eliminación de los
obstáculos. Las palabras: "eliminación de las obstrucciones" o
"alteración de los obstáculos" (como se traduce algunas veces) es
una expresión amplia y genérica. Los comentadores hindúes dicen
que significa también la extirpación de las semillas de esos obstá-
culos y su total destrucción por el fuego; así como una semilla
seca y quemada no puede brotar y es estéril, así las semillas de las
cuales brotan los obstáculos para la vida del espíritu, serán análo-
gamente infecundas. Dichas semillas se clasifican en tres grupos,
las latentes en el cuerpo físico, las que producen obstáculos en el
cuerpo astral y las latentes en el cuerpo mental, produciendo una
gran cosecha de obstáculos u obstrucciones, en los tres planos de
la evolución humana. Cada grupo es de tres tipos, constituyendo
textualmente nueve tipos de simientes:
1. Las traídas de vidas anteriores.
2. Las sembradas en esta vida.
3. Las traídas al campo de la propia vida desde el campo fa-
miliar o racial al que uno pertenece.
Estas simientes obstaculizan u obstruyen la visión del alma y la
libre actuación de la energía espiritual. Patanjali las clasifica en
cinco tipos, y las trata específicamente. Algunos comentadores tra-
ducen la palabra obstáculo por distracción, siendo los tres términos

181
Libro II

igualmente correctos, pudiendo emplearse cualquiera de ellos.


Podría decirse que:
a. La palabra obstáculo es técnicamente más correcta,
cuando se la aplica al plano físico.
b. La palabra obstrucción es más iluminadora cuando se la
aplica a esas cosas que, por medio del cuerpo astral, im-
piden la visión del alma.
c. La palabra distracción se refiere más específicamente a
las dificultades que encuentra el individuo, al tratar de
aquietar la mente a fin de alcanzar la visión del alma.

La mayoría de los hombres dejan que su mente haga lo que se le


antoje como chiquillo mimado. Por lo tanto, es necesario practicar
constantemente la yoga kriya a fin de mantener bien regida la
mente. Los impedimentos contra el yoga provienen de falta de
disciplina y ocasionan sufrimiento. Sólo es posible vencer dichos
impedimentos sujetando la mente y manteniéndola a raya por me-
dio del yoga kriya. (El yoga kriya aquí desarrollado no hay que
confundirlo con el sistema metódico del Gran Yogui Yogananda).
Vācaspati Miśra observa que el kriyāyoga puede ocasionar la ate-
nuación de los obstáculos en el camino, pero no la completa abo-
lición de las causas de aflicción; esto último, argumenta, se alcan-
za por medio del estado estático de prasaṃkhyāna o ―elevación‖
que es una fase concreta de samādhi más elevado. Esto, además,
sirve para enfatizar que la ocurrencia del modo de conciencia ul-
tracognitivo no puede forzarse con ninguna técnica yogui, sino
que surge de forma espontánea y autónoma. Todo lo que puede
hacer el yogui es prepararse lo mejor posible para esta transfor-
mación radical. Esto no se subordina a su voluntad y por ello se ha
interpretado frecuentemente en términos de acto de gracia.

182
Libro II

3. Los obstáculos que traen dificultad son: avidya (igno-


rancia), el sentido de lo personal, deseo, odio y apego.

Estas son las cinco ideas o conceptos erróneos que durante eones y
muchas vidas, han impedido hacer comprender a los hijos de los
hombres que son hijos de Dios. Conducen al hombre a identificarse
con lo inferior y material y a olvidar las realidades divinas. Estos
deformados conceptos han convertido a la mónada divina en hijo
pródigo, conduciéndolo a países lejanos para alimentarse con los
desechos de la existencia mortal. Deben ser superados y eliminados
antes de que el hombre pueda "elevar sus ojos" y ver nuevamente la
visión del Padre y el hogar del Padre, que le permitirá recorrer cons-
cientemente el sendero de retorno. Cabe indicar que dos de los obstá-
culos, avidya (ignorancia) y el sentido de lo personal, se refieren al
hombre, la síntesis en el plano físico; el deseo tiene relación con su
cuerpo astral o vehículo sensorio, y el odio y el apego son producto
del egoísmo (el principio ahamkara) que anima al cuerpo mental; de
manera que la triple personalidad es el campo para las semillas, y se
propagan, florecen y crecen en el terreno de la vida personal en los tres
mundos, para obstruir y entorpecer al hombre real. Estas semillas de-
ben ser destruidas, y en el proceso de destrucción ocurren tres cosas:
a. Se agota el karma.
b. Se alcanza la liberación.
c. Se perfecciona la visión del alma.

Estas son las cinco aflicciones, el quíntuple lazo que nos liga. De
ellas, la ignorancia es la causa (como dice el Buda), y las otras
cuatro los efectos. La ignorancia es la única causa de nuestra des-
dicha. ¿Qué otra cosa puede hacernos miserables? La naturaleza
del alma es eterna felicidad; pero la afligen la ignorancia, la aluci-
nación y la ilusión. Toda pena del alma es simplemente ilusión.
Vyasa dice que estas cinco formas de ―cognición irreal‖ o ideas y
conceptos falsos, impiden la realización y generan KARMA per-
sonal. Los seis sutras siguientes tratan en detalle estos obstáculos.
183
Libro II

4. Avidya (ignorancia) es la causa de las demás obstruc-


ciones, ya sean latentes, en proceso de eliminación,
de superación o en plena actividad.

La comprensividad de este aforismo es lo primero que llama la


atención. Mentalmente, nos lleva a la causa raíz de todo mal y
cuando se refiere a las obstrucciones, abarca todas las posibles
condiciones de la existencia. El aforismo compendia la condición
de todo hombre, desde la etapa salvaje, y a través de las condicio-
nes intermedias, hasta el estado de arhat, en el cual se desprende
de las últimas cadenas de la ignorancia. Pone de manifiesto que la
razón de que exista el mal y sean evidentes el egoísmo y los dese-
os personales de todo tipo, reside en la condición básica, o sea la
limitación de la forma misma, avidya o ignorancia.
Recuerde el estudiante que desde el comienzo de sus investigacio-
nes sobre las leyes del desenvolvimiento espiritual, debe tener en
cuenta dos factores, basados en el hecho de la manifestación
misma:
1. El no-yo, hacia el cual son atraídos los puntos divinos de la
vida espiritual, son absorbidos por él durante el período
de evolución.
2. Las limitaciones que implica la apropiación de una forma.

Los dos factores mencionados deben ser reconocidos como apli-


cables al Logos solar, al Logos planetario, al hombre o -a un áto-
mo. Toda forma de vida divina (la infinitesimal y la infinitamente
grande) vela u oculta un fragmento de energía espiritual. El resul-
tado, para el punto de existencia espiritual, necesariamente es el
aislamiento, la separación y la circunscripción en sí mismo, y sólo
los contactos de la existencia misma y la lucha de la unidad espiri-
tual dentro de la forma, pueden traer la eventual liberación.

184
Libro II

Mientras tanto y durante el proceso de encarnación, el velado punto


de vida ignora lo que existe fuera de sí mismo, y progresivamente
debe abrirse camino hacia una acrecentada emancipación y libertad.
Al principio, sólo es consciente de la esfera de su propia forma,
ignorando todo lo que está fuera de sí mismo. Los contactos pro-
ducidos por el deseo son factores por los cuales la ignorancia se
convierte en conocimiento, y el hombre (pues sólo consideramos
la unidad humana a este respecto, aunque las leyes básicas son
aplicables a todas las formas de vida divina) gradualmente se hace
consciente de sí mismo, tal como es, y también de su medio am-
biente. Como el medio ambiente es triple: físico, astral y mental, y
posee además tres vehículos para ponerse en contacto con los tres
mundos, el período que abarca este despertar es inmenso. El anti-
guo comentario dice:
"En el Aula de la Ignorancia se conocen las triples envoltu-
ras. Se hace contacto con la vida solar, en su punto más
denso, y el hombre emerge plenamente humano".
Entonces se da cuenta de algo más, del grupo a que pertenece, y lo
hace cuando descubre que su propia realidad interna está latente
en su personalidad. Aprende que él, el átomo humano, es parte de
un grupo o centro, en el cuerpo de un Hombre celestial, un Logos
planetario, y que debe llegar a percibir,
a. la vibración de su grupo,
b. el propósito de su grupo,
c. el centro de su grupo.

Ésta es la etapa correspondiente al sendero de probación o del


discipulado, hasta la tercera iniciación. El antiguo comentario
prosigue diciendo:
"En el Aula del Aprendizaje se establece contacto con el mis-
terio central. Se conoce el método de liberación, la ley se
cumple plenamente y el hombre emerge casi un adepto."

185
Libro II

Finalmente el hombre entra en el Aula de la Sabiduría, a la cual ha


sido admitido ocasionalmente (y con creciente frecuencia) des-
pués de la primera gran iniciación, aprende el lugar que su grupo
ocupa en el plan planetario y obtiene una vislumbre del esquema
cósmico. La ignorancia (según entendemos el término) es lógica-
mente superada; pero nunca se hará resaltar bastante que al adepto
aún le queda mucho por conocer, y que el Cristo mismo, el gran
Instructor del Mundo, no conoce todo lo que está contenido en la
conciencia del Rey del Mundo. Los aforismos de Yoga de Patan-
jali únicamente se ocupan de cómo vencer la ignorancia, que man-
tiene al hombre en la rueda de renacimiento y le impide desarro-
llar los verdaderos poderes del alma. El antiguo comentario, res-
pecto a esta etapa final, dice:
"En el Aula de la Sabiduría, la luz brilla plenamente sobre
los caminos del adepto, que ve y conoce la séptima parte y
visualiza el resto. El mismo es un septenario, y de esta Aula
surge Dios."

Como dijo el Cristo:


“Conoced la Verdad y ella os hará libres”. (Juan 8:32).

186
Libro II

5. Avidya es la condición en que se confunde lo perma-


nente, puro, bienaventurado y el yo, con lo transito-
rio, impuro, doloroso y el no-yo.

Esta condición de ignorancia o "estado de avidya", caracteriza a


quienes aún no discriminan entre lo real y lo irreal, la muerte y la
inmortalidad, la luz y la oscuridad. Rige, por lo tanto, la vida en
los tres mundos, porque en todos los planos existe la analogía de
avidya, tal como la experimenta en el plano físico, el hombre en
encarnación. Es una limitación del espíritu mismo, corolario in-
dispensable para la apropiación de una forma. La unidad espiritual
nace ciega e insensible. Toma forma al principio de las edades y
de los ciclos de renacimiento, en un estado de inconsciencia total.
Tiene que llegar a ser consciente de cuanto la rodea; para ello de-
be desarrollar primeramente los sentidos, a fin de tener conciencia
de los contactos y de las cosas. Son muy conocidos los métodos y
procesos por los cuales el ser humano ha hecho evolucionar los
cinco sentidos o medios de acercamiento al no-yo. Cualquier libro
de texto de fisiología. proporcionará la información necesaria. En
relación con la unidad espiritual se tendrán en cuenta tres factores:
1. Los sentidos deben ser desarrollados.
2. A esto sigue el reconocimiento y empleo de los sentidos.
3. Luego viene un período en que el hombre espiritual utiliza
los sentidos para satisfacer sus deseos y, al hacerlo, se
identifica con su instrumento de manifestación.

El hombre es doblemente ciego, porque no sólo nace ciego e in-


sensible, también lo es mentalmente, pues no se ve a sí mismo ni
ve las cosas como son, y comete el error de considerarse la forma
material, haciéndolo durante muchos ciclos. No tiene sentido de
los valores ni de la proporción; mira lo transitorio, doloroso, im-
puro, material, el hombre inferior (sus tres envolturas), como si
fuera él mismo la realidad. No puede disociarse de sus formas.

187
Libro II

Los sentidos son parte de la forma; no son el hombre espiritual, el


morador de la forma, sino parte del no-yo y el medio para hacer
contacto con el no-yo planetario.
Por medio de la discriminación y el desapasionamiento, el yo, que
es permanente, puro y bienaventurado, puede, con el tiempo, dis-
ociarse del no-yo, que es transitorio, impuro y sufriente. Mientras
no comprenda esto, el hombre estará en un estado de avidya;
cuando está en proceso de realizarlo, el hombre es un buscador de
vidya o conocimiento, el cuádruple sendero. Cuando conoce el
alma tal cual es, y el no-yo está relegado al lugar que le corres-
ponde como envoltura, vehículo o implemento, es trascendido el
conocimiento mismo y el conocedor permanece solo. Esto es la
liberación y la meta.
Avidyā es, literalmente, el conocimiento distinto del conocimiento
correcto; es un estado de falso entendimiento. Avidyā es la acu-
mulación de acciones. Es la acumulación de muchas acciones
hechas sin pensar que hemos repetido mecánicamente, casi cie-
gamente a través de los años. Nuestra mente esta tan condicionada
que aceptamos las normas de ayer como normas de hoy. Tales
condicionamientos son llamados saṃskāras. Por estos condiciona-
mientos nuestros pensamientos llegan a estar cubiertos digamos
como por un velo de avidyā.
Evidentemente, ignorancia es tomar cualquier forma por el espíri-
tu inmortal, pues todas las formas, altas o bajas, duran por un
momento o por un MANVANTARA, y no son sino velos del Espíritu
inmortal y perdurable. Por eso dice Vyasa: ―Tomar lo no-eterno
por eterno, es como pensar que la tierra es permanente, que el
cielo es permanente, que la luna es bella o que los excrementos
son feos, etc... Similar es confundir al Ser con el no ser. Los acce-
sorios externos, sean sensibles o no; el cuerpo que es el vehículo
de los goces; la mente que no es sino un vehículo del PURUSHA
(espíritu), todas estas son manifestaciones del no-yo. La idea de
que alguna de ellas es el Ser, es ignorancia. Los que, creyendo que

188
Libro II

la esencia objetiva, sensible o insensible, es el Ser, y se gozan en


acrecentar esas cosas, creyendo que esto le aprovecha al Ser, y
sienten ansiedad cuando ellas disminuyen, creyendo que eso per-
judica al Ser, no han despertado aún... Ignorancia no es ni Cogni-
ción Real ni ausencia de Cognición Real. Ignorancia es otra forma
de cognición, la cual es contraria al conocimiento de lo Real‖.
AVIDYA se encuentra en todos los planos de la forma. Es una limi-
tación del Espíritu, y resultado necesario de tomar formas; es lo que
H. P. B. llama ―el principio de limitación‖. El morador del cuerpo,
el verdadero hombre espiritual, no es los sentidos que pertenecen a
sus formas; pero finalmente, por el discernimiento y la ausencia de
pasiones, el hombre real se desenreda del no-ser y se da cuenta de sí
mismo en su propio plano de existencia. ―El que siembre en su
carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el
espíritu, del espíritu cosechará vida eterna”. (Gál. 6:8).

189
Libro II

6. El sentido de lo personal se debe a que el conocedor


se identifica con el instrumento del conocimiento.

Este aforismo es un comentario del anterior. El estudiante debe


recordar que el conocedor, el hombre espiritual, tiene varios ins-
trumentos para establecer contacto con su medio ambiente, a fin
de llegar a ser cada vez más consciente de:
1. Sus tres envolturas o cuerpos, sus medios de contacto con
los tres planos:
a. el cuerpo físico,
b. el cuerpo emocional o astral,
c. el cuerpo mental.
2. En el plano físico posee sus cinco sentidos: oído, tacto, vista,
gusto y olfato.
3. La mente, el sexto gran sentido, tiene un triple uso, sin embargo
la mayoría de los hombres la emplean aún de una sola manera:
Su primero y más común empleo es reunir los contactos conoci-
dos y trasmitirlos como información al ego o conocedor, similar-
mente a como el sistema nervioso telegrafía al cerebro los contac-
tos externos que establece. Este empleo de la mente produce prin-
cipalmente el sentido de lo personal, el cual se desvanece a medi-
da que utiliza los otros dos métodos.
El segundo empleo es el resultado de los cinco métodos de la yo-
ga, el poder de trasmitir al cerebro los pensamientos, los deseos y
la voluntad del ego o alma. Esto proporciona al yo personal del
plano físico, el reconocimiento de la realidad, con lo cual el senti-
do de identificación con el no-yo es cada vez menor.
El tercero, es el empleo de la mente por el alma, como órgano de
visión, para establecer contacto y conocer el reino del alma. Esto
se produce mediante los últimos tres métodos de la yoga.

190
Libro II

Se debe hacer hincapié en que esto es algo muy importante. Si el


aspirante considera el desarrollo y pleno empleo del sexto sentido
como objetivo inmediato, y tiene en cuenta los tres propósitos
para lo cual está destinado, progresará rápidamente, desaparecerá
el sentido de lo personal y se identificará con el alma. Tal sentido
de lo personal es una de las más grandes ligaduras que mantienen
cautivos a los hijos de los hombres. Es aquí donde debe aplicarse
el hacha a la raíz del árbol.
El perceptor es realmente el Yo, el puro, el santo, infinito e inmortal.
Este es el Yo humano. ¿Cuáles son sus instrumentos? El chitta o
materia de la mente; el buddhi o facultad determinativa; el manas o
mente; y los indriyani u órganos de sensación (cinco sentidos). Estos
son los instrumentos de que el Yo se vale para percibir el mundo
exterior, y la identificación del Yo con sus instrumentos es la ig-
norancia del egotismo. Nosotros decimos: "Yo soy la mente‖; "Yo
soy el pensamiento‖; "Estoy colérico‖; "Soy feliz". ¿Cómo es posible
que nos encolericemos ni cómo podemos decir que odiamos? Debe-
mos identificarnos con el inmutable Yo Real; y si el Yo es inmutable
¿cómo puede ser unas veces feliz y otras desdichado? El Ye es eter-
no, infinito, omnipresente. ¿Qué puede alterarlo? Transciende toda
ley. ¿Qué puede afectarlo? Nada hay en el universo capaz de afectar-
lo; pero movidos por la ignorancia nos identificamos con la materia
de la mente y creemos experimentar placer o dolor.
La esencia del egotismo es la separación, la limitación, la parcia-
lidad. El Espíritu es por siempre libre. De ahí que Dvivedi diga:
―El hombre real es el PURUSHA (Espíritu). Cuando los instrumen-
tos por medio de los cuales el Purusha ve, tal como la mente, o los
sentidos por cuyo medio la mente trabaja, se identifican con el
Purusha, brota el egotismo‖. Cuerpo es aquello por cuyo medio el
hombre espiritual entra en contacto con su mundo experimental. A
su vez, el Espíritu Inmortal establece contactos por medio de su
órgano de percepción, el hombre psíquico. Los sentidos no perci-
ben realmente, sino la mente que está tras ellos. La mente a su vez
es el anteojo por medio del cual el Espíritu percibe.

191
Libro II

7. El deseo es apego a los objetos de placer.

De ninguna manera ésta es una traducción literal; pero da la idea


básica con tanta claridad que es mejor traducir este aforismo tal
como se ha hecho.
Los objetos que producen placer son todos apegos que el hombre
adquiere, desde el estado salvaje de la infante humanidad, hasta los
grados avanzados del discipulado; abarca el deseo por los objetos
densos del plano físico, lo mismo que los apegos a esas cosas, ocu-
paciones y reacciones, proporcionadas por las actividades emocio-
nales o intelectuales. Involucran toda la gama o campo de la expe-
riencia sensoria, desde la reacción del salvaje al calor y a una buena
comida, hasta el éxtasis del místico. Deseo es un término genérico
que incluye la tendencia del espíritu a exteriorizarse en la vida de la
forma. Podría significar el deleite del caníbal por lo que come, el
amor del hombre por la familia, la apreciación de un bello cuadro
por el artista, o la adoración al Cristo o a un Gurú por el devoto.
Deseo es todo tipo de apego, en grado mayor o menor, y el progre-
so del alma parece depender de un objeto a otro de los sentidos,
hasta que llega el momento en que el hombre queda solo, y librado
a sus propios recursos. Ya no tiene apegos y hasta el Gurú parece
haberlo abandonado. Le queda una única realidad, la realidad espi-
ritual que es él mismo; entonces su deseo se dirige a lo interno, y no
va hacia afuera, porque descubre el Reino de Dios interno. Aban-
dona todo deseo. Establece contacto y continúa manifestándose y
trabajando en los planos de la ilusión, pero lo hace desde el centro
en que mora su Yo divino, la suma total de todos los deseos. Nada
le atrae ya, ni lo lleva a los desvíos del placer o el dolor.
Las sabias palabras del Buda al respecto son completamente ilu-
minadores en este asunto, ya que como el enseñaba: “todo el su-
frimiento del hombre proviene de la ignorancia”, y agregaba
que: “la ignorancia nos conduce hacia el deseo, el cual desem-
boca en el apego a las cosas que no son el Ser‖.

192
Libro II

Rāga es un deseo incontrolado que hace mirar y buscar a perso-


nas, objetos y actividades solo bajo el estímulo de un interés parti-
cular. La conciencia egoísta, dominada por la pasión, busca el
placer como elemento determinante de sus acciones, mientras que
la conciencia movida por el espíritu se orienta hacia la felicidad.
El placer se fundamenta sobre la exaltación de los sentidos y de
las realidades externas; la felicidad brota del interior, del fondo
del alma donde vive el Ser. El placer es efímero, genera aburri-
miento e insatisfacción y se deshace frente a contrariedades e in-
fortunios. No obstante, controlado y dominado, puede ser un ca-
mino hacia la felicidad. En sí no es un mal y tiene como finalidad
facilitar el cumplimiento de un deber a veces pesado.
Este sutra tiene una incidencia muy práctica sobre nuestra vida
cotidiana, pues ―posesividad‖, es maldición para el amor y real-
mente significa egoísmo. Un artículo interesante en una revista
enumera tres cosas que dañan el matrimonio; intolerancia, inad-
vertencia, posesividad. Muchos matrimonios felices fracasan por
la intolerancia de uno de los dos por algo que no le gusta. La in-
advertencia es más probable en el varón, pues muchos hombres no
se dan cuenta de la importancia que las mujeres dan a pequeños
recuerdos y atenciones. La posesividad es la más letal de las tres.
El amor verdadero deja en libertad al ser amado. Rāga o deseo es
una forma de obstáculo. Sin embargo, hay diferentes formas de
apego, como la reverencia por los santos, el amor a los amigos, el
amor entre esposos donde el apego es más pronunciado, la compa-
sión por los que tienen problemas. Estos no son deseos negativos.
Comprendamos que trascender el deseo y los apegos no es un acto
de frialdad interior, de indiferencia negativa, sino precisamente
todo lo contrario. Cuando una alcanza la consciencia del Alma, la
alegría se convierte en un estado natural y permanente, donde el
amor, la compasión y el servicio hacia los demás fluyen casi
―mecánicamente‖, dejando de producir apego y sufrimiento inne-
cesarios.

193
Libro II

8. El odio es aversión a cualquier objeto de los sentidos.

Este aforismo es la antítesis del anterior. El verdadero yogui no


siente ni aversión ni deseo. Está equilibrado entre estos pares de
opuestos. El odio trae separación, mientras que el amor revela la
unidad subyacente en todas las formas. El odio es la consecuencia
de la concentración en la forma, y el olvido de lo que toda forma,
en mayor o menor grado, revela. El odio es el sentimiento de re-
pulsión y conduce al hombre a apartarse del objeto odiado; es lo
contrario de la hermandad, por lo tanto es el quebrantamiento de
una de las leyes básicas del sistema solar. El odio es la negación
de la unidad, erige barreras y produce las causas que llevan a la
cristalización, destrucción y muerte. Es energía empleada para
rechazar, en vez de sintetizar; en consecuencia es contraria a la ley
de evolución.
El odio es, en realidad, el resultado del sentido de lo personal y de
la ignorancia, además del deseo mal aplicado; diría que casi es la
culminación de los otros tres. El sentido de lo personal y la extre-
ma ignorancia, unidas al deseo de ganancia personal, produjo en
el corazón de Caín el odio a Abel, causa del primer asesinato o la
destrucción de la forma de un hermano. Esto debería considerarse
cuidadosamente, porque en todo corazón humano siempre existen
el odio y la aversión en cierto grado. Únicamente cuando el odio
sea superado totalmente por el amor o por el sentido de unidad,
desaparecerán de la familia humana la muerte, el peligro y el temor.
La atracción y la aversión caracterizan el modo general de rela-
cionarse las personas con su entorno. Desde luego, el placer y el
dolor son experiencias relativas y lo que pueda ser una experien-
cia agradable para una persona puede ser desagradable para otra
distinta. Sin embargo, en el fondo, todo esta teñido de dolor
(II.15). Patanjali afirma que se abre una tercera posibilidad ante el
hombre: la desapasionada actitud fomentada por el yogui.

194
Libro II

El odio, el temor y el dolor, están de alguna manera relacionados


entre sí. El temor siempre engendra odio. Todos ellos niegan la uni-
dad, como la niega el amor egoísta. De ahí que el sentido de unidad
se alcance por el amor desinteresado. Por esa razón, seguramente, el
Señor Buddha enseñó sus famosas Cuatro Meditaciones. Se relata
que un día un monje vino al Buddha diciendo que había oído que en
alguna parte existía una tierra feliz y deseaba que el Señor le mos-
trara el camino hacia ella. El Bendito Señor le replicó: ―Ciertamen-
te existe esa tierra; pero es espiritual, no material‖.
“Dime entonces, Señor”, dijo el monje, “la meditación a que debo
dedicarme para llegar a esa tierra feliz”. El Bendito Señor le con-
testó: “Hay cuatro grandes meditaciones; la primera es la medita-
ción del Amor, en la cual afinas tu corazón de tal modo que siem-
pre deseas la dicha. y el bienestar de todos los seres, incluso tus
enemigos. La segunda es la meditación de la Piedad, en la cual te
representas vívidamente todas las aflicciones y” desengaños aje-
nos, hasta que una profunda compasión por ellos llena tu corazón.
La tercera es la meditación del Gozo, en la cual te representas
vívidamente todos los gozos y triunfos ajenos, y te regocijas de
ellos. Y la cuarta es la meditación de la Serenidad, en la cual te
elevas por sobre lo frío y lo cálido, sobre el gozo y el dolor, y con-
sideras tu propia suerte con la ecuanimidad de un extraño”.

Así pues, por amor, uniéndose con todos en gozo y dolor, el alma
se eleva hacia aquella altura sublime donde mora el verdadero
ESPÍRITU, aquel sereno desasimiento del alma de todos los afanes
por problemas personales, y se alcanza el último peldaño. Viene a
la mente aquí el símil de un río, usado por Krishnaji. El río corre
naturalmente hacia el mar, y ni aun el más lento de ellos deja
jamás de llegar salvo al mar. Fluye incesantemente, serpenteando
en su curso, y nunca sigue la línea árida y recta trazada por los
moralistas. De ahí la infinita variedad de la vida y la creación de
la individualidad. Al principio es apenas un hilo de agua cantari-
na. Al acercarse al océano es una corriente potente y silenciosa. Al
fluir cada vez más profundo y tranquilo, pasa por muchos escena-

195
Libro II

rios diferentes. A veces por bosques tupidos y verdes; pero no se


detiene en ellos sino continúa. A veces corre por desiertos cálidos
y arenosos, y casi se pierde en ellos; pero no rehuye cruzarlos.
Sigue adelante, y un día llega al mar. Así hemos de encontrar to-
dos nosotros el cielo de nuestra alma, dentro del tiempo dispuesto
por Dios. Todos deseamos evitar el dolor, pero H. P. Blavatsky lo
llamó ―el Instructor, el Despertador de la conciencia‖. La lluvia de
nuestras lágrimas, si no nos amarga, ablanda el duro suelo en tor-
no de nuestras almas y crea en nosotros los divinos dones de sim-
patía y compasión. Aquel gran sufrido, el poeta Keats, le escribió
a un amigo: ―¿No ves cuán necesario es un mundo de pena y difi-
cultades, para educar la inteligencia y convertirla en alma?‖, y los
antiguos Celtas decían del hombre que sufría mucho: ―Está for-
jando su alma‖.
Realmente el dolor es una condición física que requiere atención, es
la voz del maestro interior que nos índica que algo debe ser corre-
gido. Asimismo el sufrimiento, que es diferente al dolor, es el ma-
estro interior que nos previene contra las adversidades psíquicas
emoción-mente. Todo ello es necesario para la evolución. Como
decía un gran maestro de artes marciales: ―El dolor y el padeci-
miento forma parte de mi entrenamiento, y a ese gran maestro
Yo doy gracias‖.

196
Libro II

9. El apego es intenso deseo por la existencia sensoria,


inherente a toda forma; es la propia perpetuación, y
es conocido hasta por los más sabios.

Este tipo de apego constituye la causa básica de toda manifesta-


ción, siendo inherente a la relación de los dos grandes opuestos,
espíritu y materia; es el factor que rige la manifestación logóica,
por tal razón hasta los más sabios están sujetos a él. También es la
facultad de autorreproducción y autoperpetuación automáticas;
por lo tanto debe recordarse que la superación de esta tendencia,
aún llevada al más elevado nivel por el adepto, sólo es relativa.
Mientras el Logos de nuestro sistema solar o el espíritu absoluto,
encarne por intermedio de un sistema solar, esta tendencia estará
presente en el espíritu planetario más elevado y en la existencia
espiritual más elevada. Lo máximo que se puede alcanzar, al ven-
cer el apego o matar el deseo, es el desarrollo del poder de equili-
brar los pares de opuestos en cualquier plano, a fin de que nadie
quede atrapado por las formas de ese plano ni pueda evadirlo. El
estudiante común da un significado muy secundario a las palabras
matar el apego y el deseo; lo interpreta en términos de su propio y
reducido progreso. Son simplemente palabras que tratan de expre-
sar en forma muy inadecuada, aunque simbólica, una actividad
oculta. Únicamente pueden ser comprendidas en términos de la
Ley de Atracción y Repulsión y mediante la comprensión del sis-
tema de vibraciones ocultas.
La voluntad de vivir o de manifestarse, es parte del impulso de la
Vida divina, por lo tanto es correcta. La voluntad de ser o de ma-
nifestarse en un plano específico, o por medio de un grupo especí-
fico de formas, es incorrecta cuando se ha trascendido esa esfera
de manifestación; el mal aparece cuando cualquier conjunto pecu-
liar de formas ha cumplido el propósito de proporcionar los me-
dios para hacer contactos y adquirir experiencias y nada tiene que
enseñar pues el mal sólo es la tendencia a volver a emplear las
formas y prácticas que el Morador interno ha trascendido. Por esta
197
Libro II

razón los groseros pecados animales son considerados universal-


mente malos, pues por lo general se reconoce que el Morador en
la forma del hombre ha superado el tercer reino, o reino animal.
Por lo tanto un adepto ha trascendido el apego a la forma en los
tres planos (físico, astral y mental) y ha matado toda ansia por las
formas de esos planos. Cuando la vida o espíritu se retira, la forma
muere ocultamente. Cuando el pensamiento del ego o yo superior
está ocupado en su propio plano, no hay energía saliente, dirigida
a la materia de los tres mundos, de manera que no es posible la
construcción de formas ni el apego a las mismas. Esto está de
acuerdo con la verdad oculta de que "la energía sigue al pensa-
miento" y también con la enseñanza de que el cuerpo del principio
crístico (el vehículo búdico) sólo se va coordinando a medida que
se desvanecen los impulsos inferiores; concuerda además con el
hecho de que el vehículo causal, el cuerpo del yo superior, en los
niveles abstractos del plano mental, adquiere belleza, dimensión y
actividad, con mayor rapidez durante las etapas del discipulado,
de lo que fue posible en todo el ciclo de encarnaciones. La energía
egóica no es estrictamente saliente, sino que, más literalmente, va
dirigida al propio desarrollo. El apego a la forma, o la atracción de
la forma por el espíritu, es el gran impulso involutivo. La repul-
sión de la forma y su consiguiente desintegración, es el gran im-
pulso evolutivo.
En todo ser animado observamos el apego a la vida. Sobre este
apego se ha intentado basar la teoría de una vida futura, porque los
hombres aman de tal modo la vida que anhelan otra vida mejor
después de la terrena. Desde luego que este argumento no tiene
mucho valor; pero lo extraño es que en los países occidentales, la
idea de que el apego a la vida, denota la posibilidad de una vida
futura, se aplique tan sólo al hombre y no a los animales. En la
India, el apego a la vida se considera como una prueba de las pa-
sadas vidas y experiencias. Por ejemplo, si es verdad que todos
nuestros conocimientos provienen de la experiencia, también será
verdad que no podemos imaginar ni comprender lo que jamás

198
Libro II

hayamos experimentado. Sin embargo, tan pronto como los po-


lluelos salen del cascarón empiezan a picotear el grano. Muchas
veces se ha visto que una gallina ha empollado huevos de pato, y
al romper los polluelos el cascarón se zambulleron inmediatamen-
te en el agua, y la clueca se figuró que se iban a ahogar. Si la ex-
periencia es la única fuente de conocimiento ¿en dónde a prendie-
ron los recién nacidos polluelos a picar el grano y quién les en-
señó a los patitos que el agua era su predilecto elemento? Si se
responde que obran por instinto, replicaremos que el instinto es
una palabra, pero no una explicación. ¿Qué es tal instinto? Tene-
mos varios instintos. Por ejemplo, las muchos músicos que saben
tocar el piano recordarán con cuánta precaución habían de pulsar
el teclado; pero al cabo de largos años de práctica, el pianista pue-
de hablar con sus amigos mientras toca sin que los dedos equivo-
quen ni una tecla. La práctica se convirtió en instinto. Lo mismo
sucede con todo cuanto hacemos. La práctica se transmuta en ins-
tinto y actuamos automáticamente; pero en cuantos casos cono-
cemos hasta ahora, en las acciones automáticas o instintivas pare-
ce que no interviene la razón. En cambio, en la terminología de
los yoguis, el instinto es la razón involucionada, pues involuciona
el discernimiento y entonces son automáticas las impresiones. Por
lo tanto, es perfectamente lógico opinar que lo que llamamos ins-
tinto en este mundo es la razón involucionada; y como quiera que
la razón no puede existir sin experiencia, todo instinto ha de ser el
resultado de pasadas experiencias.
La cuestión está en si estas experiencias pertenecen a una alma
determinada o simplemente al cuerpo; si la experiencia del pato
proviene de sus antepasados o es propia del recién nacido pato.
Los modernos cientistas afirman que las experiencias pertenecen
al cuerpo; pero los yoguis sostienen que son experiencias de la
mente transmitidas por medio del cuerpo. Tal es la teoría de la
reencarnación. Hemos visto que todo nuestro conocimiento, tanto
si lo llamamos percepción, razón o instinto, debe proceder de la
experiencia, y que el instinto no es más que la razón involuciona-

199
Libro II

da, de modo que el instinto puede revertir en razón. Así sucede en


el universo entero, y en esto se basa uno de los principales argu-
mentos que en pro de la reencarnación que aduce la India. La re-
petida experiencia de varios temores produce en el transcurso del
tiempo el apego a la vida. El niño es instintivamente medroso
porque en él subsisten las pasadas experiencias de dolor. Aun en
los hombres más cultos, que saben que su cuerpo ha de perecer y
dicen que aunque hayan tenido centenares de cuerpos el alma no
puede morir, aun en éstos, con todos sus intelectuales convenci-
mientos, hallamos el apego a la vida.
¿De dónde proviene este apego a la vida? Ya hemos visto que ha
llegado a ser instintivo, y en la terminología psicológica de los
yoguis es uno de tantos samskaras (impresiones mentales), que
sutiles y ocultos dormitan en el chitta (mente). Todas las pasadas
experiencias de la muerte, todo lo que llamamos instintivo es ex-
periencia transmutada en subconsciente, que late en el chitta y no
está manifiesta sino que actúa subyacentemente. Los vrittis del
chitta, las ondas mentales groseras se notan fácilmente y no hay
mayor dificultad en regirlas; pero ¿y los instintos sutiles? ¿Cómo
regirlos? Cuando me encolerizo, toda mi mente es una ola de cóle-
ra. La siento, la veo, la manejo, puedo fácilmente manipularla y
luchar contra ella, pero no saldré airoso de la lucha hasta que pe-
netre en sus causas. Alguien me insulta y noto que se me calienta
la sangre, pero el insultador prosigue insultándome hasta que no
puedo contenerme, me arrebato y me identifico con la cólera.
Cuando el insultador empezó a maltratarme, pensé: "Me voy a
irritar". La cólera era una cosa y yo otra; pero al encolerizarme, yo
era la misma cólera.
Las emociones se han de dominar en su modalidad sutil, en ger-
men y raíz, antes de que nos dominen. La inmensa mayoría de las
gentes no conocen las sutiles modalidades de las emociones en el
estado en que surgen de la subconciencia. No vemos la burbuja
cuando surge del fondo del lago ni tampoco cuando se acerca a la
superficie sino cuando estalla y forma un rizo en el agua. Sólo

200
Libro II

podemos dominar las ondas mentales cuando es posible manejar-


las en estado naciente, y hasta que no seamos capaces de subyu-
garlas antes de que se embravezcan, no habrá esperanza de refre-
nar perfectamente una pasión. Para subyugar nuestras pasiones
hemos de sofocarlas de raíz y sólo entonces podremos quemar sus
semillas. Así como las semillas una vez fritas ya no germinan
aunque se las siembre, tampoco rebrotarán las pasiones sofocadas
al nacer.

201
Libro II

Causas sutiles de aflicción (II.10-II.11)

10. Cuando estos cinco obstáculos son sutilmente conoci-


dos, pueden ser superados mediante la actitud mental
opuesta.

La expresión "sutilmente conocidos" podría reemplazarse por la


siguiente: "cuando son conocidos por el hombre interno". La idea
detrás de las palabras ha sido bien explicada por Dvivedi, en su
comentario:
"Habiendo descrito la naturaleza de las 'distracciones', el autor
indica el camino para suprimirlas. Son de dos tipos: sutiles y gro-
seras. Las primeras permanecen adormecidas en forma de im-
presiones, mientras las segundas afectan concretamente a la
mente. Las primeras pueden suprimirse totalmente, dominando
todo cuanto las favorece, es decir, el principio pensante."

Éste es el primer trabajo de quien aspira a la yoga; debe compren-


der la naturaleza de los obstáculos, y luego dedicarse a vencerlos,
haciéndolo desde el plano mental; tiene que adquirir el control del
mecanismo pensante, luego aprenderá a utilizar ese mecanismo y,
una vez logrado, contrarrestar los obstáculos por medio de co-
rrientes contrarias. Los obstáculos son resultado de erróneos hábi-
tos de pensar y del mal empleo del principio pensante. Cuando se
los conoce sutilmente como simientes de las formas "productoras
de obstáculos‖, entonces pueden ser exterminados en su estado
latente, mediante hábitos correctos de pensar, que traerá por resul-
tado el establecimiento de los medios para la liberación.
Samskaras son las sutiles impresiones que más tarde se manifiestan
en forma grosera. ¿Cómo subyugar las samskaras sutiles? Redu-
ciendo el efecto a su causa. Cuando el chitta, que es el efecto, se
reduce a su causa, se desvanecen las sutiles impresiones por medio
de la meditación.

202
Libro II

La ignorancia, avidya, debe ser reemplazada por el verdadero co-


nocimiento o vidya. Como es bien sabido, en esta cuarta raza,
sobre este cuarto globo y en la cuarta ronda, los cuatro vidyas, las
cuatro nobles verdades y los cuatro elementos básicos, constituyen
la suma total de este conocimiento.
Los cuatro vidyas de la filosofía hinduista pueden ser enumerados como:
1. Yajna vidya. La aplicación de rituales religiosos, para obte-
ner ciertos resultados. Magia ceremonial, concierne al soni-
do, por consiguiente a akasha o éter del espacio. "Yajna" es
la deidad invisible que impregna el espacio.
2. Maha vidya. El gran conocimiento mágico. Ha degenerado
en culto tántrico. Trata del aspecto femenino o aspecto ma-
teria (madre), Es la base de la magia negra. La verdadera
mahayoga, tiene que ver con la forma (segundo aspecto) y
su adaptación al espíritu y sus necesidades.
3. Guhya vidya. La ciencia de los mántram. El conocimiento se-
creto de los mántram místicos. La potencia oculta del soni-
do, del Verbo.
4. Atma vidya. Verdadera sabiduría espiritual.

Las cuatro nobles verdades han sido expresadas en las palabras


de Buda en los siguientes términos:
"Ahora el excelso Ser habla a sus hermanos: Hermanos por la
incomprensión y por no haber penetrado las Cuatro Verdades
Arias, hemos deambulado tú y yo de acá para allá durante la ex-
tremadamente larga jornada (o renacimiento). ¿Cuáles son las
Cuatro Verdades Arias?:
" La Verdad del Mal;
la Verdad del Surgente Mal;
la Verdad de la Cesación del Mal;
la Verdad del Camino que conduce a la Cesación del Mal."

203
Libro II

"Pero, hermanos, cuando estas Cuatro Verdades Arias sean


comprendidas y penetradas, entonces será desarraigado el an-
helo de existir y cortado el hilo que conduce al renacimiento, y
entonces ya no se volverá más a la existencia".

Así habló el excelso Ser. Después que el Bienaventurado hubo


hablado así, el Maestro añadió:
"Ciego a las Cuatro Verdades Arias acerca de las cosas, Ciego pa-
ra ver las cosas tal como realmente son, larga ha sido nuestra
jornada a través de diversos nacimientos, ha desaparecido el
cordón de la vida, cuando éstas han sido vistas, no hay más de-
venir, cuando se ha cortado la raíz del Mal."

Vyasa dice: Puesto que estos cinco obstáculos todos ellos son estados
de la mente, cuando se ha ―quemado‖ su poder germinal, desapare-
cen por si solos junto con la mente (MANAS inferior) del yogui, la
cual, habiendo cumplido su propósito, queda ahora sólo latente. Va-
chaspati dice, comentando esto, que Vyasa sólo indica los cuatro
estados de los obstáculos y no menciona el quinto, el potencial, por-
que solamente puede darse instrucción sobre lo que está dentro del
alcance del esfuerzo humano, y que la destrucción del estado poten-
cial no cae dentro de ello, sino que se logra retrollevando la activi-
dad de la mente a su causa.
Esta es una manera metafísica Inda de describir el fenómeno bien
conocido en el misticismo Cristiano. En la meditación se puede
guiar, dominar y dirigir la mente hacia arriba. Después de larga
práctica en este sentido, se sutiliza, se simplifica cada vez más. Al fin
llega a un punto en que queda trascendida, aparentemente sumida en
gloria inefable, y su estado humano normal desaparece. Pero toda
autoridad mística convendrá en una cosa: que este estado nunca se
consigue por sólo esfuerzo personal. La confiere la ―gracia de Divi-
na‖. Parece venir desde fuentes Inefables súbitamente. ―El Reino de
Dios viene sin dejarse sentir‖ (Lc. 17:20). Pero su llegada se ha prepa-
rado por larga y firme aspiración.

204
Libro II

11. Las actividades de los obstáculos deben cesar por el


proceso de la meditación.

La "actitud mental opuesta", mencionada en el aforismo anterior,


se refiere definidamente a las simientes o tendencias latentes, que
subsisten en los cuerpos mental y de deseo. Esta actitud mental
debe convertirse en activa meditación mental y pensamiento cen-
tralizado, si se quiere someter las actividades del cuerpo físico a
un control similar. Gran parte de lo que hacemos es automático,
consecuencia de viejos hábitos mentales y emocionales. Instinti-
vamente, debido a antiguas prácticas y por sujeción a un mundo
de formas tangibles, nuestras actividades del plano físico están
regidas por estos cinco obstáculos, los cuales deben ser suprimi-
dos y simultáneamente extirpadas las semillas latentes y las acti-
vidades externas. La constante oposición de la actitud mental,
destruye a unos; la meditación que pone en actividad a los tres
factores, el pensador, la mente y el cerebro físico, se ocupará de lo
demás; esto no debe olvidarse, porque de otra manera la teoría no
se convertirá en práctica inteligente. Como el Libro Tercero trata
de este proceso de la meditación no es necesario ocuparnos aquí.
Los procesos mentales procedentes de los obstáculos, que se en-
cuentran en estado manifiesto, se minimizan primero con el yoga
de la acción (kriya yoga); mas adelante, se evitan por medio de la
profunda comprensión lograda con la meditación (dhyāna) hasta
que, volviéndose así sutiles, se reducen a semillas quemadas. Los
kleśas (obstáculos) son una especie de conocimiento erróneo que
debe disiparse a través del conocimiento correcto. El conocimien-
to discriminativo es la mejor forma de conocimiento; por esto, las
modificaciones aflictivas deben combatirse mediante la medita-
ción en el autoconocimiento. Las tres etapas en el proceso de des-
trucción de los kleśas están descritas con sumo cuidado: disminu-
ción con el kriyāyoga, reducción a un estado improductivo con la
comprensión meditativa y desaparición total con la disolución de
la mente.

205
Libro II

Rompiendo las ataduras del karma (II.12-II.25)

12. El karma tiene sus raíces en estos cinco obstáculos y


debe fructificar en esta vida o en una posterior.

Mientras el hombre, en el plano físico, esté sujeto a los obstáculos


o regido por ellos, iniciará esas actividades que producirán efectos
inevitables y estará atado a la rueda de renacimientos y condenado
a tomar forma. El estudiante debería observar cuidadosamente que
estos cinco obstáculos son la causa de todas las actividades de la
personalidad u hombre inferior. Todo lo que hace está basado en
uno de ellos; toda acción del hombre común en los tres mundos es
consecuencia de la ignorancia y de las identificaciones y reacciones
erróneas.
A medida que los obstáculos son vencidos y la ignorancia (campo
de cultivo de todos ellos) es reemplazada por la sabiduría divina,
habrá cada vez menos efectos que neutralizar en el plano físico, y
las cadenas que atan al hombre a la gran rueda de la manifestación
física se cortarán una tras otra. Estas cadenas son triples, así como
tres son los campos de la ignorancia y tres los grandes planos de la
conciencia, constituyendo el campo de la evolución humana.
Cuando el campo de la ignorancia se convierte en el campo de la
experiencia consciente, cuando las cadenas se sienten como grille-
tes y limitaciones, el aspirante a discípulo ha dado un enorme paso
adelante en el proceso de liberación. Cuando puede llevar la lucha
hacia adentro, a lo que Ganganatha Jha llama "la vida inmanifes-
tada" y nosotros frecuentemente denominamos "planos sutiles",
ingresa en el Aula del Aprendizaje y corta los grilletes que kama
(deseo) y el erróneo empleo de la mente han forjado con tanta
sutileza. Luego ingresa en el Aula de la Sabiduría y aprende cier-
tos métodos esotéricos y ocultistas para apresurar el proceso de
liberación.

206
Libro II

El "receptáculo de las obras" significa la suma total de samskaras


(impresiones). Siempre que ejecutamos una acción, se levanta una
onda en la mente, y cuando acabamos de ejecutar la acción, cree-
mos que se desvanece la onda; pero no se ha desvanecido sino que
aún subsiste en más sutil modalidad, y cuando tratamos de recor-
dar la acción vuelve a intensificarse la onda que estaba todavía
allí, pues si no estuviera no hubiéramos podido recordar la acción.
Así cada acción, cada pensamiento, buenos o malos, se sutilizan y
se almacenan en la subconciencia. Tanto los pensamientos placen-
teros como los ingratos se califican de obstrucciones aflictivas
porque según los yoguis, al fin y a la postre ocasionan dolor. Todo
placer dimanante de los sentidos acarreará eventualmente dolor.
Todo goce acrecienta el deseo de un goce más vivo hasta que al
fin ocasiona dolor. No tiene límites el deseo del hombre, y cuando
llega a un punto en que no puede satisfacerlo, ocasiona dolor. Así
es que los yoguis consideran la suma total de impresiones, buenas
o malas, como obstrucciones penosas, porque obstruyen el camino
de la liberación del alma. Lo mismo cabe decir de las samskaras
(impulsos subconscientes), las sutiles raíces de todas nuestras ac-
ciones, que son las causas que han de producir repetidos efectos
en esta vida o en las venideras. En casos excepcionales, cuando
las samskaras son muy vigorosas, producen rápidamente el efecto,
es decir, que las acciones en extremo malvadas o las de máxima
bondad producen su efecto aun en esta misma vida. Afirman los
yoguis que si un hombre logra adquirir formidable poder de bue-
nas samskaras, no morirá, pues aun en esta misma vida puede mu-
dar su cuerpo humano en cuerpo de los dioses. Los yoguis men-
cionan en sus libros varios casos de esta índole. Un hombre tal
transmuta la materia de su cuerpo y reordenan sus partículas de
modo que se exime de las enfermedades y de la muerte corporal.
¿Por qué no ha de ser esto posible? El fisiológico significado del
alimento es la asimilación de energía solar que está en la planta
comida por un animal que a su vez se lo come el hombre. Así es
que nos asimilamos energía solar; y en consecuencia ¿por qué
habría de haber tan sólo un medio de asimilarnos dicha energía?

207
Libro II

La planta no se la asimila de la misma manera que el hombre, ni


tampoco es el mismo el procedimiento por el cual se la asimila la
tierra. Pero la tierra, la planta, el animal y el hombre asimilan de
un modo u otro la energía solar. Dicen los yoguis que por medio
de la mente se puede asimilar cuanta energía solar necesitemos sin
recurrir a los medios ordinarios.

¿Qué son los Samskaras?


- Hábitos mentales que ya tienen muchas vidas.
- Impresiones subconscientes.
- Impresiones latentes.

Los Samskaras son esas impresiones mentales, los surcos del dis-
co, lo que se graba. Pero que no se graba en la mente que nosotros
entendemos y el intelecto que nosotros entendemos, se graba mu-
cho más profundo. Y entonces esos Samskaras, en un momento
determinado nos salen. Los Samskaras son como las partículas en
el fondo del lago. La vida mueve la superficie, en un momento
dado uno mete la mano y por las propias ondas del agua, los
samskaras suben a la superficie. Los samskaras son como semi-
llas, van saliendo hacia arriba, tienen la tendencia de salir fuera. A
veces sin hacer nada especial nos encontramos con Samskaras y
de buenas a primeras tenemos un problema en la vida, que ni nos
hubiéramos imaginado y tenemos que cortarlo, tenemos que lim-
piarlo.

208
Libro II

13. Mientras existan las raíces (o samskaras), fructifi-


carán como nacimiento, vida y experiencias, y su re-
sultado será placer o dolor.

El trabajo principal del estudiante ocultista consiste en manipular


fuerza y penetrar en el mundo donde las fuerzas se ponen activa-
mente en movimiento, produciendo efectos fenoménicos; debe es-
tudiar y comprender, práctica e inteligentemente, la acción de la
Ley de Causa y Efecto, sin ocuparse de los efectos, concentrando su
atención en las causas que los producen. En lo que a él respecta,
llega a comprender que la causa primaria del fenómeno de su exis-
tencia objetiva en los tres mundos, es el ego, y que las causas se-
cundarias son el conjunto de los impulsos egoicos fundamentales,
que han desarrollado en él la capacidad de responder a los contactos
sensorios en los tres planos. Estos impulsos han producido efectos,
que (estando sujetos a la ley) deben manifestarse objetivamente en
el plano físico. Por lo tanto, se le atribuye mucha importancia a la
necesidad de establecer contacto egoico directo, por conducto del
cordón o sutratma, pues sólo así podrá el aspirante determinar las
causas que subyacen en las actuales manifestaciones de su vida, o
empezar a ocuparse de las samskaras o simientes, de sus activida-
des futuras. Estas simientes son kama-manásicas (parcialmente
emocionales y mentales), pues el deseo es potente en sus efectos, y
lo produce el vehículo físico en sus dos aspectos:
a. Manas inferior o mente concreta, factor básico en la pro-
ducción del cuerpo etérico.
b. Kama o deseo, principal factor para traer el vehículo físico
denso a la existencia.
Ambos son responsables de la existencia manifestada.
Es bien sabido que al árbol de la vida se lo representa con las raí-
ces hacia arriba y las hojas hacia abajo. En el diminuto árbol de la
vida del ego rige la misma representación simbólica. Las raíces

209
Libro II

están en el plano mental, el crecimiento y la fructificación hacia la


objetividad se observan en el plano físico. Por lo tanto, es necesa-
rio que el aspirante aplique el hacha a la raíz del árbol, es decir,
que se ocupe de los pensamientos y deseos que construyen el
cuerpo físico. Debe penetrar en el reino subjetivo si quiere ocu-
parse de aquello que lo mantendrá en la rueda de renacimientos.
Cuando las simientes han sido extirpadas, la fructificación ya no
es posible. Cuando la raíz ha sido separada de sus exteriorizacio-
nes en cualquiera de los tres planos, la energía de la vida no puede
afluir hacia abajo. Las tres palabras, nacimiento, vida y experien-
cia, compendian la existencia humana, su objetivo, método y me-
ta, y de esto no nos ocuparemos. Este aforismo se ocupa de todo el
tema del karma (o Ley de Causa y Efecto), y el tópico es muy
vasto para extendernos aquí. Baste decir que, desde el punto de
vista de los Aforismos de la Yoga, el karma es de tres tipos:
1. Karma latente. Simientes y causas que aún no se han
desarrollado, están inactivas y deben crecer hasta fructifi-
car en alguna parte de la actual vida o de las vidas subsi-
guientes.
2. Karma activo. Simientes y causas en proceso de fructifi-
cación; la vida actual está destinada a proporcionar el
suelo necesario para su fructificación.
3. Karma nuevo. Simientes o causas que se producen en es-
ta vida y que necesariamente deberán regir las circuns-
tancias de una vida futura.

El principiante de la ciencia de la yoga puede empezar por ocu-


parse de su karma activo, interpretando que cada acontecimiento y
circunstancia de la vida proporcionan las condiciones por las cua-
les puede agotar una serie de efectos específicos y esforzarse por
vigilar sus pensamientos para no sembrar nueva semilla y ningún
karma futuro pueda fructificar en alguna vida posterior. Si las raí-
ces, las causas, las samskaras subsisten, manifiestan sus efectos.

210
Libro II

La causa concretada se transmuta en efecto; y el efecto sutilizado


se transmuta en causa de un nuevo efecto. El fruto de un árbol
lleva semilla que produce un nuevo árbol y así sucesivamente.
Al neófito le resulta muy difícil trabajar con las simientes del
karma latente, y es aquí donde su Maestro puede ayudarlo, mani-
pulando las circunstancias y ocupándose de lo circundante en los
tres mundos, para que este tipo de karma se agote más rápidamen-
te y desaparezca.
Los comentarios de Vyasa constituyen un pequeño tratado sobre
karma. Dice que el conjunto de actos buenos y malos hechos en
una vida, en toda su diversidad, queda sometido a un factor deci-
sivo en la vida, el cual adquiere prominencia al morir: ―la pasión
que más poder tenga al morir‖. La destrucción del efecto de los
actos malos se produce por la ejecución de actos buenos; pero el
agotamiento de karma es ―muy variado y difícil de comprender‖.
Mientras perdure cualquiera de los Cinco Obstáculos que se han
forjado por el mal uso de la mente, el hombre debe regresar al
nacimiento en cierta posición, ocupación y longitud de vida. Me-
diante una especie de gravitación, el alma encarnante es llevada a
un hogar y un ambiente que le proporcione el campo y la disciplina
adecuados; lo cual estará claramente condicionado por su carácter,
su grado de evolución y sus adelantos en vidas anteriores.

211
Libro II

14. Las simientes (o samskaras) traen placer o dolor, si


sus causas originantes fueron el bien o el mal.

Se ha de observar que el bien es lo que tiene relación con el princi-


pio único con la realidad que mora en todas las formas, con el espí-
ritu del hombre, cuando se revela por medio del alma, y con el Pa-
dre al manifestarse por medio del Hijo. El mal se relaciona con la
forma, el vehículo y la materia; en realidad, concierne a la relación
del Hijo con su cuerpo de manifestación. Si el Hijo de Dios (cósmi-
co o humano) está limitado, aprisionado y cegado por su forma,
esto constituye el poder que ejerce el mal sobre él. Si es consciente
de su yo, sin estar atado por las formas y libre de la esclavitud de la
materia, esto constituye el poder que ejerce el bien. La total libera-
ción de la materia causa beatitud o placer –el gozo de la realización.
El mal causa dolor, porque, en la medida que el Regente Interno
esté limitado por su cuerpo de manifestación, así sufrirá.
“ciertamente, un conjunto de buen karma anulará otro de mal
karma. Hay que buscar entonces las buenas acciones. Así es co-
mo instruyen los sabios que buscan el bien”.

―Tan ciertamente como las ruedas del carro siguen los talones del
buey, así el dolor sigue los talones de los actos malos‖, dicen las escri-
turas Budistas. Cuando un hombre hace bien a otros, sin pensar en el
resultado para sí mismo, se ayuda; cuando hace mal pone tropiezos en
su propia senda. ―Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo;
como tampoco muere nadie para sí mismo‖. (Rom. 14:7). Y H. P. B. dice
que no podemos elevarnos algún tanto sin llevar a otros con nosotros,
ni incumplir un deber sin deprimir un tanto al conjunto de la raza
humana. Tal es la unidad fundamental de la vida. El espíritu que mora
dentro del hombre resultará algún día victorioso. El mal no es sino el
resultado de la ignorancia, de la ceguera y el aprisionamiento en la ma-
teria de las formas en que residimos. Pero el dolor que nos atraemos nos
hará buscar la forma de escapar para experimentar la dicha final. Pues
algún día todos deberemos estar ―en armonía con el Infinito‖.

212
Libro II

15. El hombre iluminado considera que toda existencia


(en los tres mundos) es dolor, debido a las activida-
des de los gunas. Estas actividades son tres, produ-
ciendo consecuencias, ansiedades e impresiones sub-
limadas.

Las tres "gunas" son las tres cualidades de la materia misma: sattva,
raja y tamas, o ritmo, actividad e inercia, inherentes a todas las
formas. El estudiante debe recordar que toda forma, en todos los
planos, posee esta característica, y ello es aplicable lo mismo a la
forma más elevada que a la más baja; la manifestación de estas cua-
lidades es sólo de grado.
Para el hombre que está alcanzando la perfección, es cada vez más
evidente que cada forma, a través de la cual el hombre espiritual
divino se manifiesta, produce limitación y dificultad. El vehículo
físico del adepto, aunque construido de sustancia predominante-
mente sáttvica, equilibrada y rítmica, lo confina al mundo del es-
fuerzo físico y limita los poderes del verdadero hombre. Hablando
en forma general, puede decirse sobre las tres gunas que:
1. El atributo inercia caracteriza al yo personal inferior y a
las envolturas del triple hombre inferior.
2. El atributo actividad es la característica principal del alma
y la cualidad que causa la intensa actividad y labor cons-
tante del hombre, al buscar experiencia y, más tarde, al
tratar de servir.
3. El atributo ritmo o equilibrio, es la cualidad del espíritu o
mónada, y también la tendencia a la perfección, causa de
la evolución del hombre, en tiempo y espacio, y el factor
que lleva la vida a través de todas las formas hasta la con-
sumación. Sin embargo, debemos tener en cuenta que las
tres son cualidades de la sustancia, por la cual el triple

213
Libro II

espíritu se manifiesta en este sistema solar. No se conoce


aún la naturaleza del espíritu, por cuanto no podemos
pensar más que en términos de forma, por trascendenta-
les que estas formas sean. Únicamente las almas que han
alcanzado la iniciación más elevada y pueden trasponer
nuestro círculo infranqueable solar, conocen algo de la
naturaleza esencial de lo que llamamos espíritu.

Volviendo a la manifestación práctica de los tres gunas, en los tres


mundos (en relación con el hombre), se puede observar que:
1. El atributo de equilibrio o ritmo caracteriza al vehículo
mental. Una vez que el cuerpo mental está organizado y
el hombre es dirigido por su mente, su vida también se
estabiliza y organiza, y la orientación de sus asuntos pro-
sigue en forma equilibrada.
2. La cualidad de actividad o movilidad, caracteriza a la natu-
raleza emocional o astral; cuando ésta predomina, la vida
es caótica, violenta, emocional y está sujeta a todo capri-
cho y sentimiento. Es principalmente la cualidad de la vida
de deseo.
3. La cualidad de inercia domina al cuerpo físico; el objetivo
del ego es quebrar esta inercia e impulsar a su vehículo
inferior a la actividad, lo cual traerá los fines deseados. De
allí que en las primeras etapas del esfuerzo sea necesario
emplear el guna de movilidad y la plena actuación de la
naturaleza emocional o de deseos.

El dolor es el producto de las actividades de la forma, pues dolor


es el resultado de la diferencia inherente entre los pares de opues-
tos, espíritu y materia. Ambos factores se mantienen esencialmen-
te ―en paz" hasta que entran en conjunción y se resisten mutua-
mente produciendo fricción y sufrimiento, cuando se unen en
tiempo y espacio.
214
Libro II

Vyasa dice que toda pena es más dolorosa para el yogui debido a su
creciente sensibilidad. La conjunción del PURUSHA (Espíritu) con
PRAKRITI (Materia) es la causa del dolor; la cesación final de esta
conjunción es la supresión del dolor. El Recto Conocimiento, según
el ―Noble Octuple Sendero‖, del Buddha, es causa de la supresión
del dolor. O, como dice la escritura Inda: ―El objeto de la filosofía es
poner fin al dolor‖. Recto conocimiento es el conocimiento del Ser, o
sea MOKSHA, que confiere inmortalidad consciente. ―Todas las cosas
expresadas son impermanentes: MOKSHA es lo único que establece al
Ser en su propia naturaleza. Sólo esto es Conocimiento Recto‖.
Patanjali señala que este dolor es abarcante, pues comprende el
pasado, el presente y el futuro. Veamos:
1. Consecuencias. El dolor es producto de la actividad del
pasado y del agotamiento del karma cuando se manifiesta
al corregir los equívocos y pagar el precio de los errores
cometidos. El cumplimiento de obligaciones y deudas pa-
sadas es siempre un proceso doloroso. Ciertas ocurrencias
del pasado hacen necesarias la actual condición heredada,
el medio ambiente, el tipo de cuerpo y de forma, el vehícu-
lo y las relaciones grupales, siendo doloroso para el alma
confinada en ello.
2. Ansiedades. Conciernen al presente y a veces se convier-
ten en aprensiones. Si se analiza este término se observará
que no sólo abarca el temor al sufrimiento, sino al fracaso
del cuerpo espiritual al prestar servicio. Estos temores pro-
ducen también dolor y malestar y van paralelos al desper-
tar del hombre real que descubre su herencia.
3. Impresiones sublimadas. Se relacionan con el futuro y
conciernen a las premoniciones de muerte, sufrimiento,
necesidad, que dominan a tantos hijos de los hombres. Es
el temor a lo desconocido y a lo que puede ocurrirnos, a
nosotros o a otros, y a su vez produce dolor.

215
Libro II

Y a raíz del conflicto que ocasionan las fluctuaciones de las


cualidades fundamentales (guṇas), para el de clara
visión todo es dolor.

Ahora se afirma que todas las experiencias de placer, alegría y


felicidad, son engañosas. Realmente, la vida es sufrimiento. No se
niega que se puedan experimentar momentos de placer. Pero sí se
muestra que la impermanencia del placer es en sí misma experi-
mentada como dolorosa. La naturaleza se transforma continua-
mente y no proporciona al hombre una posición estable. El cam-
bio es la auténtica esencia de la naturaleza condicionada. En con-
secuencia, nuestra necesidad de seguridad está determinada a
permanecer incompleta. Bajo la superficie de las experiencias
placenteras y desagradables residen una ansiedad y angustia fun-
damentales, comunes a todas las personas —una intuición que el
existencialismo contemporaneo y las escuelas de pensamiento
psicoterapéutico han redescubierto en el siglo veinte.
El dolor es consecuencia de cambios constantes (pariṇāma). De-
bido a la existencia temporal del hombre el pasado es un recuerdo
y el porvenir una esperanza; únicamente el presente, el no-cambio,
existe y es real. En consecuencia, el hombre y solo el hombre, se
angustia pues observa que todo en derredor esta sujeto a la tempo-
ralidad, al cambio. Aunque todo sea real, esta realidad es relativa
y no satisface las exigencias íntimas del hombre. Además, el
hombre es un ser ansioso, abocado a la acción, como fruto de los
saṃskāras que dejan anteriores acciones. Todo esto, que es la
esencia misma del ser, produce un anhelo por la verdad que aparte
de las dificultades que pueden encontrarse al aproximarse a ella,
capacita mas aún para notar el contraste entre el bien perseguido y
las realizaciones diarias.
La concatenación casi determinista creada por la inercia del karma
sume al hombre en una especie de sopor que le impide hacerse

216
Libro II

cargo de su responsabilidad última. Es libre no solo para empeo-


rar, sino también para mejorar su suerte, pero necesita un reactivo
si quiere hacer valer esta libertad. Este es el papel que le corres-
ponde al dolor, el cual empapa todas las dimensiones de la vida
humana. Como expone Dasgupta, aun en los estados de placer
temporal teníamos dolor en el momento previo, cuando hemos
buscado, y tenemos también dolor aun cuando lo gozamos, por el
temor de perderlo. La suma total de dolores es por eso mucho ma-
yor que la de los placeres.
Este aforismo afirma que cuanto mas profundo es nuestro discer-
nimiento mas vemos el sufrimiento por todas partes. Hay dos po-
sibles fuentes de sufrimiento. Una es la interrelación entre la psi-
que humana y lo que la rodea, como por ejemplo: (1) los cambios
ocasionados por el paso del tiempo y el envejecimiento, (2) en-
fermedades, dolores e inapropiados e irrealizables deseos y capri-
chos, (3) rigidez creada por las propias construcciones culturales y
mentales. Todos estos factores conducen al sufrimiento, tanto de
forma aislada, como porque entran en conflicto, especialmente
bajo la forma de condicionamientos (saṃskāras) opuestos y a cau-
sa del inevitable paso del tiempo (pariṇāma). La segunda fuente
de sufrimiento viene de las diferentes coloraciones en la psique
creadas por los continuos cambios en las cualidades constituyen-
tes de la naturaleza (guṇas) —equilibrio (sattva), actividad (rajas)
e inercia (tamas). Estas cualidades no siempre se manifiestan en el
momento o la situación correcta. Por ejemplo, en lugar de inun-
darse de inercia a la hora de ir a dormir, podríamos experimentar
actividad, y al contrario, cuando por la mañana es deseable esta
hiperactividad, nos sentimos cansados y predomina la inercia.

217
Libro II

16. El dolor puede ser evitado antes de producirse.

Las palabras en sánscrito de este aforismo encierran una doble


idea. Se infiere, en primer lugar, que ciertos tipos de "malestar"
(según algunas traducciones) pueden evitarse por un correcto re-
ajuste de las energías del hombre, de manera que por un cambio
en la actitud mental no son posibles las reacciones dolorosas, y
por la transmutación de sus deseos desaparecen los antiguos "do-
lores‖. En segundo lugar se infiere que la vida será vivida en el
presente, de manera de no iniciar causas que tengan efectos dolo-
rosos. Esta doble inferencia hará que el yogui adopte en su vida
una disciplina dual, que involucra la firme determinación de prac-
ticar el desapego y constante disciplina de la naturaleza inferior.
Esto traerá por resultado una actividad mental de tal naturaleza
que las antiguas tendencias, anhelos y deseos, ya no atraerán, ni se
emprenderá actividad alguna que produzca karma o resultados
posteriores.
El karma del pasado puede ser agotado únicamente ahora, y ese
tipo de karma que trae dolor, tristezas y malestar, debe seguir su
curso. El karma actual o esa precipitación de efectos que el ego
tiene intención de agotar en el presente cielo de vida, debe desem-
peñar igualmente su parte en la emancipación del alma. Sin em-
bargo, el hombre espiritual puede regir en tal forma al hombre infe-
rior, que los acontecimientos del karma (o los efectos que se mani-
fiestan en el mundo físico objetivo) no causen angustia ni dolor,
pues serán vistos y enfrentados por el yogui carente de apegos.
Tampoco le permitirá iniciar esas causas que produzcan dolor.
Ya hemos agotado parte de nuestro karma; estamos agotando aho-
ra otra parte; y el resto espera dar fruto en el porvenir. La primera
parte ya no existe, pues se agotó. Estamos agotando la segunda.
Únicamente podemos contrarrestar la parte del karma que está en
espera de dar fruto, ya contrarrestarlo deben dirigirse nuestros

218
Libro II

esfuerzos. Esto es lo que Patanjali da a entender cuando dice que


las samskaras se han de vencer por ondulaciones contrarias.
Recuerdo observaciones de C. W. Leadbeater a este respecto. Nos
decía que no está absolutamente fijado el destino de nadie. Antes
de que cualquier cosa pueda acontecer en el plano físico, pende en
el plano psíquico, y un vidente puede profetizarla. Pero en cual-
quier momento un hombre puede alterar el destino que sobre él se
cierne, por una palabra o un acto, y entonces se agotará ese desti-
no de una manera ligeramente diferente. También el modo como
recibimos y manejamos los eventos de la vida, determina su inci-
dencia futura sobre nuestro destino. Siempre es prudente hacer lo
mejor ―hasta de lo peor‖, como lo indicó el Maestro K. H. al Sr.
Sinnett. Las penas de la vida no pueden realmente curarse cómo-
damente. Su raíz yace en la preocupación del yo inferior. Así,
como nos dice LUZ EN EL SENDERO:
“No hay cura para el deseo, no hay cura para el amor a
la recompensa, no hay cura para la miseria de anhelar, ex-
cepto en fijar la vista y el oído en lo que es invisible e inau-
dible”.

219
Libro II

17. La ilusión de que el Perceptor (Yo) y lo percibido (no-


yo) son una y la misma cosa, es la causa (de los efec-
tos que producen dolor) que debe evitarse.

Este aforismo nos lleva nuevamente a la gran dualidad básica de


la manifestación, la unión espíritu materia. Su interacción causa
todas las modificaciones o actividades en los diversos planos que
producen la forma, siendo también la causa de las limitaciones
que la conciencia pura se ha impuesto a sí misma. En un breve
comentario como éste es imposible dilucidar plenamente este
tópico. Lo único que puede hacerse es tratar el tema en lo que
afecta al hombre, pudiendo resumirse de la manera siguiente: todo
dolor y tristeza son ocasionados por el hombre espiritual cuando
se identifica con las formas objetivas en los tres mundos y con el
reino fenoménico, donde dichas formas desarrollan sus activida-
des. Cuando él es capaz de desprenderse del reino de los sentidos
y reconocer "que él no es lo que se ve, se toca y se oye", entonces
puede liberarse de todas las limitaciones de la forma y permanecer
separado como perceptor y actor divino. Utilizará las formas co-
mo quiera a fin de alcanzar ciertos fines específicos, pero no caerá
en el engaño de considerarlas como si fueran él mismo. El estudian-
te haría bien en aprender a ser consciente de que, en los tres mun-
dos (que conciernen únicamente al aspirante en esta etapa), él es el
factor más elevado de las tan conocidas triplicidades:
Preceptor .......... Percepción ............... Lo percibido.
Pensador .......... Pensamiento ............ Formas mentales.
Conocedor ........ Conocimiento .......... El campo del conocimiento.
Vidente ............ Vista ........................ Lo visto.
Observador ...... Observación ............. Lo observado.
Espectador ....... Visión ....................... El espectáculo.

y otras muy conocidas.

220
Libro II

El gran objetivo de Raja Yoga es liberar al pensador de las modi-


ficaciones del principio pensante, a fin de no sumergirse ya en el
gran mundo de ilusiones mentales ni identificarse con lo puramen-
te fenoménico. Se mantiene libre y desapegado, y utiliza el mundo
de los sentidos como campo para desarrollar sus actividades inte-
ligentes y no como campo de experimentación y esfuerzo, donde
adquirir experiencia.
Debe recordar que los medios de percepción son los seis sentidos:
oído, tacto, vista, gusto, olfato y mente, y han de ser trascendidos
y reconocidos por lo que son. Los medios de percepción revelan el
gran maya o mundo de ilusión, compuesto de formas de todo tipo,
construidas de sustancia que debe ser estudiada en su constitución
atómica y molecular y sus elementos básicos que dan a tal sustan-
cia sus diferenciaciones y cualidades específicas. Para fines de
estudio, debería recordarse que es necesario investigar la naturale-
za de los siguientes factores existentes en el polo opuesto del espí-
ritu, denominado materia:
1. Los átomos.
2. La materia molecular.
3. Los elementos.
4. Los tres gunas o cualidades.
5. Los tattvas, o diferenciaciones de la fuerza, en sus siete tipos.

Mediante la comprensión de la naturaleza y las diferenciaciones


de la materia se llega a comprender el mundo de la forma, que
durante tanto tiempo ha mantenido prisionero al espíritu. Esto lo
indica Pantajali en el siguiente aforismo.
La correlación entre la base de la conciencia y el mundo objetivo
(incluyendo los procesos psicomentales) no es una mezcla sustan-
cial o una entrada en contacto, pues ambas entidades se hallan por
siempre separadas. Sencillamente es una relación ficticia —y esen-
cialmente enigmática. Tiene lugar en la experiencia humana y, en
último término, no puede explicarse empíricamente. El sí-mismo-

221
Libro II

esencial se particulariza como el ―observador‖ o la ―conciencia-


energía‖, mientras que el mundo, en sus formas manifiestas e in-
manifiestas, es lo que puede ser observado por el observador. Esta
extraña relación se define también con el término ―proximidad‖.
Según Vācaspati Mishra (I.4): ―la conciencia no se une al si-mismo-
esencial, sino que se aproxima a él‖. Y esta proximidad no resulta
de una conexión espacial o temporal del si-mismo-esencial con ella
(la conciencia). Mas bien, la característica (de tal proximidad) es
una (cierta) facultad. En otras palabras, no hay una relación externa,
sino una capacidad interna; es decir, la facultad del si-mismo-
esencial de apercibir y la capacidad del mudo de ser apercibido.
Otra forma de explicar esta abstrusa doctrina filosófica es por me-
dio de la metáfora de la reflexión, tal como la desarrolla Vācaspati
Mishra. Según ésta, el si-mismo-esencial se halla reflejado en la
conciencia empírica y es precisamente ésta ―luz‖ reflejada del si-
mismo-esencial la que entra en contacto con el mundo objetivo.
La identificación del Yo con el no-yo es la causa del dolor, y se debe
luchar por evitarla. Por eso H. P. B. nos dice que debiéramos recapaci-
tar noche y día sobre la irrealidad de todo cuanto nos rodea y de noso-
tros mismos. ―El primer error básico que tenéis que superar es la iden-
tificación de vosotros mismos con el cuerpo físico. Empezad a pensar
que este cuerpo no es nada más que la casa en que tenéis que vivir por
un tiempo, y entonces no cederéis jamás a sus tentaciones‖. El Hom-
bre Real no es ni el cuerpo, ni las emociones, ni la mente.
H. P. B. dice ―lo primero que se necesita para conocerse a sí mismo es
hacerse profundamente consciente de la ignorancia; sentir con todas
las fibras del corazón que uno está INCESANTEMENTE engañado
sobre sí mismo‖. Y por eso recomienda, como ya he citado antes, que
el primer gran error que debemos superar es el de identificarnos con
nuestros cuerpos. Madame Alexandra David Neal dice en su libro ―Las
Enseñanzas Orales Secretas de las Sectas Buddhistas Tíbetanas‖, que la
primera recomendación que se da a los neófitos es la de ―dudar‖. Todo
cuanto existe en este universo en incesante movimiento, es ―irreal‖.
Pero hay que comprender y trascender lo irreal a fin de ver lo Real.

222
Libro II

18. Lo que se percibe tiene tres cualidades: sattva, raja


y tamas (ritmo, movimiento e inercia), y está com-
puesto de elementos y órganos sensorios. Su empleo
produce experiencia y eventualmente liberación.

Éste es uno de los aforismos más importantes del libro, porque en


pocas y concisas palabras resume la naturaleza de la sustancia, así
como su constitución, finalidad y razón de ser.
Cada una de las frases merece una extensa consideración, pues las
palabras: "cualidades", "elementos", "sentidos", "evolución" y
"liberación" expresan la totalidad de los factores involucrados en
el crecimiento del hombre, y son los que más conciernen a la uni-
dad humana, y abarca su trayectoria desde el momento en que
encarnó por primera vez, en el transcurso del largo ciclo de vidas,
hasta que pasa por los diversos portales de la iniciación a la vida
mayor del cosmos.
Lo primero que caracteriza al hombre es la inercia, siendo de índole
tan pesada y densa que se requieren muchos y violentos contactos
para darse cuenta de lo que lo rodea y que valorará mas tarde inteli-
gentemente. Los grandes elementos tierra, agua, fuego y aire, des-
empeñan su parte en la construcción de sus formas y se incorporan
en su ser. Los diversos órganos de los sentidos entran en actividad
paulatinamente; primero, los cinco sentidos; luego, una vez que la
segunda cualidad de rajas o actividad se establece firmemente, em-
pieza a desarrollarse también el sexto sentido. La mente. Más tarde
comienza a percibir todo lo que circunda en el mundo fenoménico,
las mismas cualidades y elementos que existen en sí mismo y acre-
cientan rápidamente su conocimiento. De allí pasa a establecer la
diferencia entre él como Perceptor, y lo que percibe como sus for-
mas y el mundo en que éstas existen. El sexto sentido acrecienta su
predominio, pero con el tiempo es controlado por el verdadero
hombre, quien pasa al estado sáttvico, donde se armoniza consigo
mismo y, en consecuencia, con todo cuanto lo rodea. Su manifesta-

223
Libro II

ción es rítmica y a tono con la gran totalidad. Contempla el es-


pectáculo y procura que las formas, por medio de las cuales actúa
en el mundo fenoménico, estén debidamente controladas, y que
todas sus actividades se desarrollen en armonía con el gran plan.
Cuando esto ha tenido lugar, forma parte del todo, sin embargo está
libre y liberado del control que ejerce el mundo de la forma, de los
elementos y de los sentidos, y los utiliza sin ser utilizado por ellos.
Refiere una leyenda que Indra, el rey de los dioses, se infundió una vez
en el cuerpo de un cerdo y se revolcaba en el cieno. Tenía por compa-
ñera una verraca que le dio lechoncillos, y era dichoso. Al verle los dio-
ses en semejante apuro, le dijeron: "Eres el rey de los dioses y tienes a
todos los dioses bajo tu mando. ¿Por qué estás aquí?" A lo que res-
pondió Indra: "No importa. Estoy muy bien aquí. Ningún cuidado me
da el cielo mientras tenga esta verraca y estos lechoncitos." Los dioses
no supieron qué replicar, y al cabo de algún tiempo decidieron ir ma-
tando los lechoncillos uno tras otro y por fin a la verraca. Cuando todos
murieron, Indra afligióse y lloró. Entonces los dioses abrieron en canal
el cuerpo del cerdo, y de él salió Indra que rióse del horrible sueño que
había tenido, creyendo que en la vida del cerdo cifraba su dicha, con
deseo de que el universo entero adoptara tal vida.

Esta leyenda simboliza que cuando Purusha (Espíritu) se unifica


con la Naturaleza olvida que es puro e infinito. Purusha no ama,
porque es el mismo amor. Purusha no existe, porque es la mis-
ma existencia. Purusha no conoce, porque es el mismo conoci-
miento. Es un error decir que el Yo ama, existe y conoce. El amor,
la existencia y el conocimiento no son cualidades del Purusha sino
su esencia. Cuando Purusha se refleja en una cosa, la esencia se
diversifica en las cualidades de dicha cosa. No son cualidades de
Purusha sino su esencia, la esencia de Atman, del Ser infinito sin
nacimiento ni muerte, establecido en su propia gloria. Sin embar-
go, parece tan degenerado, que si se le dice que "no es un cerdo"
gruñe y muerde. Así nos sucede en este mundo de maya, de sueño,
donde todo es miseria, clamor y llanto, donde ruedan unas cuantas
rodajas de oro tras de las que a la rebatiña andan las gentes.

224
Libro II

19. La división de las gunas (o cualidades de la materia)


son cuatro: lo específico, lo no específico, lo insinua-
do y lo intocable.

Es interesante observar que los gunas o cualidades (suma total de


los atributos o aspectos de la sustancia de nuestro sistema solar) son
cuatro. En la siguiente séptuple clasificación tenemos la analogía de
los septenarios existentes en nuestro universo manifestado.
Los tres aspectos mayores de la sustancia mental son:
1. Sustancia sáttvica ..................... ritmo, equilibrio, armonía.
2. Sustancia rajásica ..................... movilidad, actividad.
3. Sustancia tamásica ................... inercia, estabilidad.

Los tres se dividen en:


1. Lo específico ...... los elementos manifestados, forma.
2. Lo no específico… los órganos de los sentidos, los tanmatras.
3. Lo insinuado …..… la sustancia primaria, los tattvas, la materia atómica.
4. Lo intocable ……… la gran Existencia, la suma total de todos ellos.

Este aforismo tiene por objeto abarcar los tecnicismos del aspecto
forma de la manifestación, ya se refiera a la manifestación de un
átomo humano o de una deidad solar; indica simplemente la tripli-
cidad natural de la sustancia, la naturaleza septenaria de la misma
y sus diversas mutaciones. Expresa la naturaleza de ese aspecto de
la vida divina que los hindúes denominan Brahma y los cristianos
Espíritu Santo. Es el tercer aspecto de Trimurti o Trinidad, el as-
pecto materia inteligente activa, con la cual se ha de construir el
cuerpo de Vishnu o del Cristo Cósmico, a fin de que Shiva, el
Padre o Espíritu, tenga un medio de revelación.
Estas triplicidades deben ser estudiadas cuidadosamente, pues por
su intermedio será posible obtener los diversos grados de concien-
cia. Esto se refiere a las grandes formas ilusorias, con las que se

225
Libro II

identifica el Hombre Real (con el consiguiente dolor y sufrimien-


to) durante el transcurso del largo ciclo de manifestación, del cual
debe liberarse con el tiempo. Involucra una idea aún más amplia,
el aprisionamiento de la vida de un Logos solar en la forma de un
sistema solar, su desarrollo evolutivo por medio de dicha forma, y
la perfección y liberación eventuales de esa vida al terminar el
gran cielo solar. El ciclo menor del hombre está contenido en el
mayor, y sus realizaciones y la naturaleza de su liberación sólo
son relativas al todo mayor.

1. Clasificación específica de los gunas.


Esta clasificación específica o detallada de los gunas consta de
diez y seis partes, que se refieren principalmente a la reacción del
hombre al mundo objetivo tangible:
a. Los cinco elementos: éter, aire, fuego, agua y tierra,
efectos directamente involucrados en un sonido o pala-
bra subjetiva o no específica.
b. Los cinco órganos de los sentidos: oído, piel, ojo, lengua
y nariz. Los órganos físicos o canales, por medio de los
cuales se hace posible la identificación con el mundo
tangible.
c. Los cinco órganos de acción: voz, manos, pies, órganos
de excreción y órganos genitales.
d. La mente, el sexto sentido; el órgano que sintetiza a los
otros órganos sensorios y oportunamente los suplan-
tará.

Estos diez y seis medios de percepción y actividad en el mundo


fenoménico, constituyen los canales para el verdadero hombre
pensante; ponen de manifiesto su activa realidad, siendo la suma
total de los hechos físicos que conciernen a todo Hijo de Dios
encarnado. Similarmente, en su significado cósmico, constituyen

226
Libro II

la totalidad de los hechos que demuestran la realidad de una en-


carnación cósmica. "El Verbo se hace carne", tanto en sentido
individual como cósmico.

2. Clasificación no específica de los gunas.


Consta de seis partes, y concierne a lo que está detrás de lo especí-
fico; se refiere a lo subjetivo e intangible y al despliegue de la
fuerza productora de formas específicas.
En los libros hindúes se los denomina técnicamente tanmatras.
Tienen que ver con la conciencia más que con la forma; son las
"modificaciones especiales" de budi o conciencia.
a. El elemento que nos hace oír o lo que la oreja pro-
duce; el oír rudimentario.
b. El elemento que nos hace tocar, o lo que el mecanismo
del tacto, la piel, etc., produce; el tacto rudimentario.
c. El elemento que nos hace ver, o lo que el ojo produce.
d. El elemento que nos hace gustar, o lo que el meca-
nismo del gusto produce.
e. El elemento que nos hace oler, o lo que el meca-
nismo del olfato produce.

Detrás de estos cinco elementos se halla el sexto tanmatra o


modificación del principio conciencia, el denominado "sentido
de la personalidad", la conciencia "yo soy yo", el principio
ahamkara, el cual produce el sentido de la realidad personal y
de que cada uno de nosotros es una unidad separada de con-
ciencia. Constituye la base de la "gran herejía de la separativi-
dad" y la causa de que el hombre real o espiritual, sea atraído
por la gran ilusión, que obliga al hombre, durante largos eo-
nes, a identificarse con las cosas de los sentidos, llevándolo con
el tiempo a la etapa donde busca la liberación-.

227
Libro II

3. Lo insinuado.
Detrás de las diez y seis divisiones específicas y de las seis no
específicas, subyace la causa de todas ellas; los libros hindúes la
llaman budi o razón pura; el intelecto, separado de la mente infe-
rior, algunas veces denominado intuición, cuya naturaleza es
amor-sabiduría. Es la vida o principio crístico que, en el proceso
de encarnar o de tomar una forma, tal como la conocemos, se ma-
nifiesta como lo específico y lo no específico. Para la mayoría
sólo está "insinuado". Se supone que está ahí. El trabajo de Raja
Yoga consiste en llevar a su pleno conocimiento esta vaga suposi-
ción, para que la teoría se transforme en realidad, y lo que está la-
tente, y creemos existe, sea reconocido y conocido por lo que es.
4. Lo intocable.
Llegamos finalmente a la cuarta clasificación de los gunas o aspec-
tos, aquello "en quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro
ser", el Dios intocable o desconocido. Es la gran forma de existen-
cia en la que nuestras pequeñas formas existen; la suma total de
sustancia pensante, de la cual nuestras pequeñas mentes son parte;
la total manifestación de Dios por medio del Cristo cósmico, de
quien cada pequeño hijo de Dios forma parte. La mente del hombre
no puede concebir todavía este algo intocable y desconocido.
La teoría de Dios, en su significado psicológico, dejando aparte
todo concepto de personalidad, es que la inteligencia es lo primero
en el orden de la creación y que de la inteligencia procede lo que
llamamos materia densa. Por el contrario, los filósofos modernos
opinan que la inteligencia aparece en último lugar, porque los mi-
nerales evolucionan en vegetales y los vegetales en animales y los
animales en hombres, de suerte que los seres inteligentes son los
últimos, por lo que en vez de proceder todas las cosas de la inteli-
gencia, es la inteligencia lo último en aparecer. Pero la religión y
la ciencia, aunque a primera vista se contradigan, afirman ambas
la verdad.

228
Libro II

Supongamos una serie indefinida, tal como A - B - A - B - A - B,


etc. ¿Qué es primero, A o B? Si tomamos la serie como A - B - A-
B... diremos que primero es A; pero si tomamos la serie en el sen-
tido B - A - B - A - B... diremos que primero es B. Depende de la
manera de considerar la serie. La inteligencia se modifica y
transmuta en materia densa que a su vez se transmuta en inteli-
gencia y así continúa el proceso. Los sankhyas y otros religiosos
colocan primero la inteligencia, y la serie es inteligencia - materia
- inteligencia - materia. . . El científico coloca primero la materia,
y la serie es entonces materia - inteligencia - materia - inteligen-
cia. . . Ambos indican la misma cadena. Sin embargo, el filósofo
índico va más allá de la inteligencia y la materia y encuentra a
Purusha, el Yo, de quien la inteligencia es prestada luz.

229
Libro II

20. El vidente es conocimiento puro (gnosis). Aunque puro,


observa la idea presentada, valiéndose de la mente.

Ya se ha hecho referencia a la excelente traducción de este afo-


rismo dada por Johnston, que dice: "El vidente es visión pura.
Aunque pura, observa a través de la vestidura de la mente". Gan-
ganatha Jha proyecta mayor luz al expresar: "El espectador es
sensibilidad absoluta y, aunque pura, todavía contempla ideas
intelectualizadas". La idea sugerida es que el hombre verdadero,
el espectador, perceptor o pensador, es la suma total de todas las
percepciones, ya sean percibidas por medio de los sentidos o de la
mente inferior; es en sí mismo conocimiento, clara visión o verda-
dera percepción. Todo cuanto existe en los tres mundos existe por
él y para él; es la causa de su existencia, y cuando ya no lo busca
ni se esfuerza por visualizarlo, deja de existir para él. Este aforis-
mo es uno de los versículos clave del libro, y proporciona la llave
para la ciencia de la yoga. Su formulación oculta ciertas ideas que
abarcan la totalidad de esta ciencia; los estudiantes deberían pres-
tarle mucha atención. Si se enuncia como una afirmación produce
un efecto mántrico, y si el aspirante lo emplea constantemente, le
demostrará, con el tiempo, la verdad de la afirmación de que:
"como el hombre piensa, así es él".
"Yo soy el conocimiento puro, contemplo las ideas presenta-
das valiéndome de la mente".

Tenemos en esta afirmación:


1. El vidente o quien contempla y considera (desde su punto de
vista divino) este mundo de efectos, este gran maya de ilusión.
2. La idea presentada. La idea que imparte es que todo tipo de
forma que pasa ante el espectador en el gran panorama de la
vida en los tres mundos, es "una idea-presentada", por lo tanto,
son pensamientos corporificados y deben ser considerados
como tales. La tarea del ocultista consiste en trabajar con la

230
Libro II

fuerza subyacente en todas las formas y no tanto con la forma,


que es sólo el efecto de alguna causa. Este método de trabajo
puede desarrollarse únicamente de manera gradual. El espec-
tador observa sucesivamente, en su medio ambiente inmediato
y en su propio y pequeño mundo, las formas, y su significado
verdadero y las diversas formas del proceso mundial, hasta que
le es revelado el mundo de las causas, y el mundo de los efec-
tos asume una posición secundaria.
Primeramente percibe las formas en los tres mundos. Gra-
dualmente se da cuenta de aquello que las causa y del tipo de
fuerza que las ha traído a la existencia. Más tarde descubre la
idea que ellas corporifican, y al seguir progresivamente su tra-
yectoria, hacia adelante o hacia atrás, hasta su fuente de ori-
gen, entra en contacto con las grandes vidas, causa de la mani-
festación. Así sale de la esfera de la objetividad, de los mun-
dos mental, emocional y físico, y entra en el reino del alma o
causa subjetiva de esta triple manifestación. Éste es el mundo
de las ideas y, por lo tanto, del conocimiento puro, de la razón
pura y de la mente divina. Más tarde, en una etapa muy avan-
zada, se pone en contacto con esa Vida una que sintetiza las
muchas vidas, con el Propósito uno que fusiona las muchas
ideas en un sólo plan homogéneo.
3. La mente. Instrumento que emplea el vidente, a fin de percibir
las ideas presentadas o formas mentales. Para mayor claridad,
se debe tener en cuenta que las ideas presentadas se dividen en
cinco grupos de formas mentales:
a. Las formas objetivas tangibles del mundo físico del diario vi-
vir, con las cuales se ha identificado el vidente, durante largo
tiempo, en las épocas primitivas y salvajes de la existencia
humana.
b. Los estados de ánimo, sentimientos y deseos, que adquieren
forma en el mundo astral, el mundo de las emociones.

231
Libro II

c. Las formas mentales, en su infinidad de variaciones, que


colman el mundo mental.
Por medio de las "ideas presentada‖ el vidente llega a conocer el no-yo.
d. Las formas mentales que el hombre crea cuando ha apren-
dido a controlar su instrumento mental y puede discriminar
entre el mundo ilusorio de las ideas presentadas, y esas
realidades que constituyen el mundo del espíritu.
Por medio de este proceso el hombre llega a conocerse a sí
mismo. Durante toda la gran experiencia de conocer el no-
yo y conocerse a sí mismo, emplea la mente como medio
de investigación, explicación e interpretación, pues los
sentidos y todos sus canales de contacto envían constan-
temente información y reacciones a la mente, mediante el
instrumento inferior del cerebro. Habiendo alcanzado esta
etapa, el vidente puede entonces emplear la mente en sen-
tido inverso. En vez de dirigir su atención al no-yo o al
mundo ilusorio de efectos y estudiar su propia naturaleza
inferior, puede ahora, gracias al control mental logrado, al-
canzar la quinta etapa:
e. Las ideas presentadas por el mundo de la vida espiritual, el
reino del conocimiento espiritual, y en sentido más real el
reino de Dios.

Por este medio, el vidente llega a conocer a Dios tal cual es y a


comprender la naturaleza del espíritu. La mente cumple entonces
tres propósitos:
a. El vidente contempla a través de ella el reino de las causas,
el espiritual.
b. Por su intermedio puede interpretar el mundo de las causas
en términos del intelecto.
c. Empleándola correctamente, el vidente puede trasmitir al ce-
rebro físico del yo personal inferior (reflejo del hombre ver-

232
Libro II

dadero en el mundo de los efectos) lo que el alma ve y cono-


ce. Entonces se forma y entra en actividad efectiva el siguien-
te triángulo: el vidente u hombre espiritual, la mente, que
construye su medio de investigación o la ventana a través de
la cual observa (ya sea el, mundo de los efectos, a sí mismo o
el mundo de las causas), y el cerebro, la placa receptora, en la
cual el vidente puede plasmar su "conocimiento puro", em-
pleando la mente como intérprete y agente transmisor.

Hemos visto que según esta filosofía, desde la forma más densa hasta
la inteligencia, todo es Naturaleza, y más allá de la Naturaleza están
los purushas (Almas) que no tienen cualidades. Así pues ¿cómo apa-
renta el alma ser dichosa o desdichada? Por reflejo. Si cerca de un
trozo de límpido cristal colocamos una flor roja, el cristal parecerá
rojo. Análogamente las apariencias de dicha o desdicha, del alma no
son más que reflejos. El alma en sí permanece incolora. El alma está
separada de la Naturaleza. La Naturaleza es una cosa y el alma
otra, eternamente separada. Añade la escuela sankhya que la inteli-
gencia es un compuesto, que crece y se desvanece y cambia como
cambia el cuerpo, pues su índole es muy análoga a la del cuerpo. Lo
que una uña es respecto del cuerpo, así es el cuerpo respecto de la
inteligencia. La uña es parte del cuerpo; pero se la puede recortar
centenares de veces sin menoscabo del cuerpo.
De la propia suerte, la inteligencia subsiste durante eones aunque
vayan pereciendo los cuerpos. Sin embargo, la inteligencia no
puede ser inmortal porque cambia, crece y se desvanece. Lo que
se muda no puede ser inmortal. Evidentemente la inteligencia está
elaborada, y esto demuestra que ha de haber algo allende la inteli-
gencia. Tampoco puede ser libre porque todo lo relacionado con la
materia está en la Naturaleza y por lo tanto sujeto para siempre.
¿Quién es libre? Quien transcienda la causa y el efecto será cierta-
mente libre. Si se objeta diciendo que la idea de libertad es ilusión,
responderé que también es ilusión la idea de esclavitud. Llegan a
nuestra conciencia íntimamente enlazadas las ideas de libertad y
esclavitud. Si queremos atravesar una pared y damos de cabeza
233
Libro II

contra ella, vemos que estamos limitados por la pared; pero al pro-
pio tiempo reconocemos en nosotros la fuerza de voluntad y cree-
mos que la podemos dirigir a cualquier parte. A cada paso nos asal-
tan estas dos ideas contradictorias. Creemos que somos libres y a
cada momento notamos que no lo somos. Si una idea es ilusoria,
también ha de serlo la otra, y si una es verdadera también lo es la
otra, porque ambas tienen por base la conciencia. Los yoguis dicen
que ambas ideas son verdaderas, pues somos esclavos en cuanto se
refiere a la inteligencia, y libres en cuanto concierne al alma. El Yo,
el Purusha trasciende la ley de causación.
Este es un sutra particularmente bello. Esquematiza la jornada o
―caída‖ del Espíritu humano en la materia, y su retorno. Patanjali
hace una clara distinción entre el hombre espiritual, la mente y el
cerebro. La mente (MANAS) usa el cerebro tal como un músico
usa el teclado de un piano. Si ese cerebro está en buenas condicio-
nes, puede revelar mejor sus poderes. Algunas veces su piano es
un instrumento muy malo, y por tanto estropea su trabajo. El ins-
trumento, el cerebro, puede ser educado y mejorado.
Así, como dijo Séneca, es el alma la que piensa y ve. Pero el ver-
dadero hombre espiritual atisba a través de la vestidura del alma.
Todas las cosas le llegan finalmente. H. P. B. describe en LA
DOCTRINA SECRETA cómo en el momento que antecede al na-
cimiento las huestes dévicas conectan el Ego inmortal con su nue-
vo cuerpo. Para la visión clarividente suele parecer como un hilo
brillante que resplandece y se ensancha cuando son invocados los
poderes verdaderos del Ego, y que, en el caso de un discípulo ini-
ciado, se ha ensanchado como un resplandeciente cono de luz.
Venimos a estos mundos de ignorancia e ilusión por una razón divina e
inmortal. El hombre espiritual no abandona jamás el ―Jardín del Edén‖ o
Cielo, sino que envía su representante, como quien extiende un brazo, a
los mundos de materia, para que le lleve después de la muerte las gavi-
llas de experiencia que haya reunido. Así pues, ¿a que debemos temer,
cuando nuestra verdadera esencia es Divina y Eterna…?

234
Libro II

21. Todo lo que es, existe para bien del alma.

El hombre, en su vanidad, no debe considerar el significado de este


aforismo como que todo lo creado existe para él. Su sentido es mu-
cho más amplio. El alma a que se refiere es la del Ser supremo, de la
cual el alma del hombre es parte infinitesimal. El minúsculo mundo
del hombre, su pequeño medio ambiente y de contacto, existe en
virtud de la experiencia que le proporciona y de la liberación final
que produce; es la causa de su manifestación y el resultado de su
propio poder mental. Pero a su alrededor y compenetrándolo existe
un algo más grande, de lo cual él forma parte, y todo el vasto univer-
so planetario y solar existe para bien de la Vida más vasta, de cuyo
cuerpo él no es más que un átomo. El entero mundo de las formas es
producto de la actividad mental de alguna vida; el entero universo de
la materia es el campo de experiencia de alguna existencia.
La Naturaleza no tiene luz propia. Mientras Purusha está presente
en la Naturaleza, parece luminosa, pero es prestada, como presta-
da es la luz de la luna. Según los yoguis, todas las manifestaciones
causadas por la Naturaleza no tienen otro propósito que lograr la
liberación final de Purusha.
El Universo es nuestro campo de evolución o desarrollo. El hombre
ha cruzado, la cruz en los cielos, desde los reinos inferiores, y ha
comenzado su jornada hacia ―su futura plenitud y beatitud‖ como
dijo Emerson. Ciertas palabras muy bellas del Maestro K. H. al Sr.
Judge vienen muy bien aquí; ―No desees resultados que sean for-
mas de poder. Desea únicamente, en tus esfuerzas, acercarte más al
centro de vida, que es el mismo en el Universo que en ti; lo cual te
hará despreocuparte de si eres fuerte o débil, instruido o no. Es tu
divinidad; es la divinidad que todos compartimos... Aspira el alien-
to de la gran Vida que vibra en todos nosotros, y deja que la fe, que
es conocimiento no aprehendido, te lleve a través de tu vida como
vuela un ave en el aire: sin dudar... Debes vivir para otros y con
ellos; no para ti o contigo‖.

235
Libro II

22. Para el hombre que ha alcanzado la yoga (o unión), ya


no existe el universo objetivo. No obstante, sigue
existiendo para quienes aún no se han liberado.

Este aforismo encierra el germen de toda la ciencia mental. Su pre-


misa está fundada en la comprensión de que todo cuanto observamos
son modificaciones de la sustancia mental y de que el pensador crea
su propio mundo, ya sea un Dios o un hombre. Cuando el individuo,
por medio de la ciencia de la Yoga (ciencia que se ocupa de "supri-
mir las actividades del principio pensante", o el control de la mente)
ejerce pleno poder sobre la mente y la sustancia mental o materia
pensante, queda liberado del control de esas formas que mantienen a
la mayoría de los hombres cautivos en los tres mundos.
Entonces se aleja de la gran ilusión; ya no lo sujetan los cuerpos
que hasta ese momento lo habían retenido; las grandes corrientes de
ideas, de pensamientos y de deseos que se originan mediante las
"modificaciones del principio pensante", de los hombres aprisiona-
dos en los tres mundos, no lo atraen ni lo afectan; las miríadas de
formas mentales, resultantes de estas corrientes en los mundos
mental, astral y físico, ya no lo apartan de las realidades o del ver-
dadero mundo subjetivo de las causas y de las emanaciones de
fuerza. Ya no se deja engañar; es capaz de discernir entre lo real y
lo irreal, lo verdadero y lo falso, la vida del espíritu y el mundo
fenoménico. Entonces está sujeto a las corrientes de pensamiento y
al mundo de ideas que provienen de grandes entidades y vidas espi-
rituales; de manera que el gran plan del Arquitecto del Universo
puede desplegarse ante él. Se libera y emancipa, quedando sujeto
únicamente a las nuevas condiciones de vida de quienes han alcan-
zado la gran unificación. Las leyes de los tres mundos no son reem-
plazadas sino trascendidas, porque lo mayor siempre incluye lo
menor. Aunque, para fines de servicio, el hombre puede elegir limi-
tarse a sí mismo a la aparente vida tridimensional, sin embargo pe-
netra a voluntad en un mundo de dimensiones superiores, siempre
que sea necesario para la expansión del reino de Dios.
236
Libro II

El objetivo de la ciencia de la yoga consiste en revelar al hombre


cómo lograr esta liberación y obtenerla por sí mismo. Por eso la
tendencia de la enseñanza impartida por Patanjali, hasta este pun-
to, ha sido indicar el lugar que ocupa el hombre en el esquema;
señalar la causa básica de su inquietud y anhelo por realizar de-
terminada actividad; demostrar la razón de la existencia del gran
mundo de los efectos e intentar que el aspirante investigue el
mundo de las causas y así demostrar la necesidad de un mayor
desenvolvimiento y la naturaleza de los obstáculos, para ese des-
envolvimiento, que hará exclamar al hombre: "Si esto es así ¿por
qué medios se puede efectuar esta unión con lo real y desvanecer
la gran ilusión?". Este Libro Segundo presenta los ocho grandes
métodos de la yoga, proporcionándonos un delineamiento claro y
conciso de los pasos precisos a dar para la regulación requerida de
la vida física, síquica y mental.
Aún cuando lo captable desaparece con respecto a alguien cuyo
objetivo se ha cumplido, no se aniquila puesto que esta siendo
(compartido) solidariamente con otros (cuyos objetivos aún no se
han cumplido). (El objeto) desaparece respecto del afortunado si
mismo que ha alcanzado su meta, pero existe todavía respecto de
los desafortunados que no han logrado aún el objetivo y, por esto,
se transforma en su propio objeto de experimentación, intercam-
biando su naturaleza con la naturaleza de estos otros. —Este afo-
rismo constituye una clara refutación del idealismo. El mundo no
es un simple producto del pensamiento que se disuelve tras la libe-
ración. Los objetos son externos a la mente y tienen su existencia
independiente, que no se ve afectada por el hecho de la autorreali-
zación. Sin esta asunción ontológica de la realidad del universo
objetivo, la emancipación de la primera persona liberada llevaría
consigo, lógicamente, la aniquilación del cosmos y, más aún, sig-
nificaría también la emancipación de todos los seres.
Un gran ejemplo de la verdad de este aforismo fue el sabio Sri
Ramana Maharshi. Un comentador suyo escribe: ―Para él la mente
y el cuerpo quedan completamente disociados del Ser, gracias a

237
Libro II

esta experiencia. Esto es, que la mente ya no identifica el cuerpo


con el Ser. Como la ignorancia no es nada más que esta identifica-
ción, y la mente misma es producto de esta ignorancia, a este gran
evento se le da el nombre también de ―disolución de la mente‖. De
ahí que sea estrictamente cierto que para el sabio no hay ni mente
ni cuerpo ni mundo‖. Entonces pasa uno de lo irreal a lo Real.
Puede verse ahora la razón de que nuestros Maestros llamen
―sombra‖ a este cuerpo.
Para la inmensa mayoría de hombres este mundo de dolor es muy
real. Por tanto nuestros Maestros, movidos por divina compasión,
eligen quedarse aquí y ―aceptar los dolores del nacimiento‖ a fin
de poder ayudarnos a los que todavía luchamos entre tinieblas.

238
Libro II

23. La asociación del alma con la mente y con todo cuanto


la mente percibe, produce la comprensión de la natu-
raleza de lo percibido y también la del Perceptor.

Este aforismo llama la atención del estudiante sobre la primordial


cualidad que debe desarrollar: la discriminación. Por lo tanto el
significado es bien claro. Los pares de opuestos, espíritu y mate-
ria, purusha y prakriti, se asocian íntimamente, y tal unión debe
ser reconocida por el alma, la conciencia perceptora. Mediante el
proceso de fusionar las dualidades, el alma, el pensador, llega a
comprender su propia naturaleza, la naturaleza espiritual y la natu-
raleza del mundo fenoménico que él percibe, hace contacto y uti-
liza. El órgano de percepción es la mente y los cinco sentidos, y
desde el punto de vista del alma constituyen un sólo instrumento.
Durante largo tiempo y en el transcurso de muchas encarnaciones,
el alma o pensador, se identifica con este órgano de percepción y,
al emplearlo en las primeras etapas, también se identifica con lo
que percibe. Considera al cuerpo fenoménico, el cuerpo físico que
utiliza, como si fuera él mismo; así como lo indica la expresión
estoy cansado" o "tengo hambre". Se identifica con su cuerpo de
sentimiento o deseo, al decir: "estoy disgustado" o "necesito dine-
ro", y también con su vehículo mental, cuando considera: "pienso
esto o aquello". De estas identificaciones surgen las diferencias
teológicas y las diversidades doctrinarias y sectarias, aparecidas
en todas partes. En esta quinta raza raíz, especialmente en la quin-
ta subraza, tal identificación alcanza su apoteosis. Es la era del yo
personal, no la del yo espiritual. Esta comprensión de la naturale-
za inferior es parte del gran proceso evolutivo; pero debe ir segui-
da de la comprensión del polo opuesto, el Yo espiritual. Esto lo
lleva a cabo el alma que empieza a practicar la discriminación, al
principio teórica e intelectualmente (de allí el gran valor de la ac-
tual época de crítica, discusiones y polémicas, pues forma parte
del proceso discriminador planetario) y más tarde experimental-
mente.

239
Libro II

Esta discriminación lleva, con el tiempo, a tres cosas:


1. A la comprensión de la diferencia entre espíritu y materia.
2. A la comprensión de la naturaleza del alma, producto de
esta unión que es el hijo, producto de la unión del padre-
espíritu y la madre-materia.
3. Al desarrollo, por el cual el alma empieza a identificarse
con el aspecto espiritual y no con el mundo fenoménico
de las formas. Esta última etapa es grandemente ayudada
y acelerada por la práctica de Raja Yoga, de allí la deter-
minación de la Jerarquía de proporcionar esta ciencia al
Occidente para su espíritu discriminador y de crítica. Debe
tenerse en cuenta que en este proceso unificador el alma
pasa por grandes etapas, y que la palabra yoga abarca el
desenvolvimiento evolutivo de la mónada humana.
Dichas etapas son:
1. La unión del alma con la forma, y su identificación con el
aspecto materia.
2. La unión del hombre pensador (o reflejo autoconciente en los
tres mundos) con el hombre espiritual, en su propio plano.
3. La unión del hombre espiritual o pensador divino, con su
Padre en el Cielo, la Mónada o aspecto espíritu. La primer
etapa abarca el período desde la primera encarnación
hasta la entrada en el sendero de probación; la segunda
etapa abarca el período del sendero de probación hasta la
tercera iniciación, en el sendero del discipulado; la terce-
ra, abarca las etapas finales del sendero de iniciación

Vyasa dice que esta conjunción se estableció para permitirle al


Hombre Real alcanzar el conocimiento de estos mundos fenome-
nales. Pero lo que le confiere libertad o emancipación al Hombre

240
Libro II

Real es la comprensión de la naturaleza del perceptor, y no la de


lo percibido. Cuando nace ese conocimiento, desaparece la igno-
rancia que es la causa de la esclavitud. Por esta razón se dice que
el conocimiento, el ver la naturaleza verdadera de las cosas, es la
causa de KAIVALYA (independencia absoluta). Recuérdese el
―vuelo del solitario al Solitario‖ de Plotino. Vachaspati dice: ―Se
llama emancipación al reconocimiento de la naturaleza del per-
ceptor, porque gracias a ese reconocimiento se aparta uno de la
conjunción‖. A esto se refieren algunas escuelas Indas de pensa-
miento con la frase “NETI, NETI” (esto no, esto no). Dvivedi
dice: ―Es evidente por los sutras 21 y 22, que PURUSHA y PRA-
KRITI (Espíritu-Materia), el vidente y lo visto, están en unión inse-
parable desde el principio de los tiempos. Esta conjunción, que es
la causa de toda experiencia agradable o desagradable, es, al mis-
mo tiempo, la causa que conduce al Purusha a realizarse a sí mis-
mo, o sea a Liberarse‖.
Krishnaji nos exhorta también a observar y comprender nuestra
propia índole, a dejar que se manifieste AQUELLO QUE ES. Puesto
en las palabras familiares del Oráculo de Delfos: ―Conócete, y
conocerás al Universo y a Dios‖. Conocemos bastante bien el yo
irreal; pero conocer verdaderamente Aquello que Realmente Es,
conlleva libertad.

241
Libro II

24. La causa de esta asociación es ignorancia o avidya, y


esto debe ser superado.

La ignorancia de la naturaleza real del alma y el impulso de des-


cubrir su propia naturaleza y poderes, es la causa de que se identi-
fique con los órganos de percepción y con lo que éstos perciben o
llevan a la conciencia del alma. Cuando, por esta ignorancia y sus
consecuencias, el alma no encuentra lo que busca, viene la etapa
en que la búsqueda asume una forma distinta y el alma misma
busca la realidad. Esto puede ser expresado como:
Identificación con el mundo fenoménico y empleo de los órganos
externos de percepción; abarca el período en que el verdadero
hombre está en lo que se denomina Aula de la Ignorancia. La Sa-
ciedad, inquietud y búsqueda del conocimiento del yo o alma, ca-
racterizan el período dedicado al Aula del Aprendizaje. La Realiza-
ción, expansión de conciencia e identificación con el hombre espiri-
tual, abarcan el período transcurrido en el Aula de Sabiduría. Los
términos vida humana, vida mística y vida esotérica, son aplicables
a estas tres etapas.
Por ignorancia nos hemos unido a un cuerpo particular, exponién-
donos a la aflicción. Esta idea del cuerpo es puramente supersti-
ciosa. La superstición nos hace sentirnos dichosos o desdichados.
La superstición causada por la ignorancia nos hace sentir frío o
calor, placer o dolor. Hemos de sobreponernos a esta superstición.
Se ha demostrado que en ciertas condiciones puede una persona
quemarse sin sentir dolor. La dificultad está en que este repentino
solevantamiento de la mente sobreviene como un torbellino que a
poco se desvanece; pero si lo alcanzamos por medio del yoga,
permanecerá el Yo separado del cuerpo.
Vyasa dice: ―La causa efectiva de la conjunción de la conciencia
individual con el yo, es el hábito de cognición irreal. El alma, pe-
netrada de este hábito, no culmina en el conocimiento del Ser, lo

242
Libro II

cual es el fin de su tarea; y así, teniendo todavía un deber qué


cumplir, regresa. Cuando, sin embargo, alcanza la culminación de
su tarea, que es el logro del conocimiento del Purusha, su tarea
queda cumplida, desaparece la ignorancia, la causa de esclavitud
no existe ya, y ya no regresa más... MOKSHA (libertad perfecta) es
únicamente el cese de las labores de la mente‖. Esto vuelve a re-
cordarnos las palabras de Krishnamurti.

243
Libro II

25. Cuando la ignorancia llega a su término, debido a la no


asociación con las cosas percibidas, se obtiene la gran
liberación.

Durante el proceso de encarnación, el vidente o alma, está sumergi-


do en la gran ilusión o maya, y es prisionero de sus propias formas
y creaciones mentales. y también de las de los tres mundos. Se con-
sidera a sí mismo como parte del mundo fenoménico. Cuando por
medio de la experiencia y discriminación es capaz de discernir en-
tre sí mismo y dichas formas, puede proseguir el proceso de libera-
ción y, oportunamente, culminar en la gran renunciación, la cual, de
una vez por todas, libera al hombre de los tres mundos.
Este proceso es progresivo y no puede llevarse a cabo de una sola
vez. Abarca dos etapas:
1. La de probación o, expresado en términos cristianos, el
sendero de purificación.
2. La del discipulado que tiene también dos partes:
a. El discipulado en sí, o el entrenamiento y la discipli-
na constante a que el alma, dirigida por su Guru o
Maestro, somete al yo personal inferior.
b. La iniciación, o las expansiones progresivas de conciencia
por las cuales pasa el discípulo, guiado por el Maestro.

Ciertas palabras describen este proceso dual:


- Aspiración. - Disciplina.
- Purificación. - La práctica de los métodos de yoga o unión.
- Iniciación. - Comprensión.
- Unión.

Según el Yoga de Patanjali, el alma se unifica con el cuerpo a causa de


la ignorancia. Nuestro propósito ha de ser librar al alma del dominio
del cuerpo, y tal es la finalidad de todas las religiones. Toda alma es
244
Libro II

potencialmente divina. Hemos de lograr la manifestación de la interna


divinidad sujetando la naturaleza externa e interna. Se logra este
propósito por las obras, por la devoción, por disciplina psíquica, por la
filosofía, por uno, varios o todos estos medios. Tal es la esencia de la
religión. Las doctrinas, los dogmas, los rituales, los libros, los templos
y los formulismos son pormenores secundarios. El yogui procura al-
canzar la liberación por disciplina psíquica. Mientras no nos libremos
de la Naturaleza seremos sus esclavos en obediencia a sus dictados.
El yogui afirma que quien domina la mente, domina también
la materia. La Naturaleza interna es mucho más sutil que la ex-
terna y más difícil de domeñar y regir, por lo que quien logra do-
minarla la hará su sierva y será capaz de dominar el universo ente-
ro. La yoga raja expone los medios de lograr este dominio. Se
habrán de subyugar fuerzas naturales mucho más sutiles que las
conocidas. Nuestro cuerpo es la externa corteza de la mente. No son
la mente y el cuerpo dos cosas diferentes, sino que pueden compa-
rarse a, la ostra y su concha. Son dos aspectos de una misma cosa.
El molusco se asimila materia del exterior y elabora su concha. De
la propia suerte, las internas y sutiles fuerzas a que llamamos
mente, se asimilan del exterior materia densa con la que elaboran
la externa concha a que llamamos cuerpo. Por lo tanto, si domina-
mos lo interno, fácil nos será dominar lo externo. Tampoco son
esencialmente distintas las fuerzas físicas de las psíquicas. No hay
por una parte fuerzas físicas y por otras fuerzas mentales. Las fuer-
zas físicas son más concretas modalidades de las psíquicas, así co-
mo el mundo físico es la concreta manifestación del mundo mental.
Vyāsa comenta: Al no haber ya falta de observación correcta no hay
conexión entre la función intelectiva y el si mismo esencial. Esto
supone la total eliminación de las ataduras. Esto es la soledad tras-
cendental de la observación, el inmaculado estado del si mismo esen-
cial; en otras palabras, el estado en que el si mismo ya no se vuelve a
relacionar con los gunas. La liberación es la cesación del dolor y la
desaparición de su causa. En este caso, se dice que el si mismo per-
manece en su propia naturaleza (I.3).

245
Libro II

Los ocho pasos y la discriminación (II.26-II.29)

26. El estado de esclavitud se supera manteniendo una


perfecta discriminación.

Aquí serán de valor unas palabras acerca de la discriminación,


pues es el primer gran método para lograr la liberación o emanci-
pación de los tres mundos. Debido a que tiene su fundamento en
la comprensión de la dualidad esencial de la naturaleza, y a qué se
la considera como resultado de la unión de los dos polos del Todo
Absoluto, espíritu y materia, al principio la discriminación es una
actitud mental que debe cultivarse asiduamente. Se acepta la pre-
misa de la dualidad como base lógica para el trabajo posterior, y la
teoría se comprueba en forma práctica al realizarse el esfuerzo
para comprobar la verdad, entonces el aspirante asume definida-
mente la posición del polo superior (la del espíritu manifestándose
como alma o regente interno) y procura discriminar en los aconte-
cimientos diarios entre la forma y la vida, el alma y el cuerpo, la
entera manifestación inferior (el hombre físico, astral y mental) y
el verdadero yo, causa de la manifestación inferior. Además pro-
cura cultivar durante los asuntos de la vida diaria, la conciencia de
lo real y el rechazo de lo irreal, y aplica esta actitud a todas sus
relaciones y asuntos. Se habitúa, mediante la práctica persistente e
ininterrumpida, a discernir entre el yo y el no-yo, a ocuparse de
las cosas del espíritu y no del gran maya o mundo de formas. Al
principio, este discernimiento es teórico, luego intelectual, pero
más tarde asume mayor realidad y penetra en los acontecimientos
del mundo emocional y físico. Finalmente, el mantenimiento de
este método hace que el aspirante penetre en una dimensión to-
talmente nueva, y que se identifique con una vida y un mundo del
ser no asociado a los tres mundos de la actividad humana.
Cuando esto sucede se familiariza con el medio ambiente, y no
sólo conoce la forma sino también la realidad subjetiva, que pro-
duce o causa la existencia de las formas.

246
Libro II

Luego pasa a cultivar la siguiente gran cualidad: el desapasiona-


miento o ausencia de deseos. El hombre es capaz de distinguir
entre lo real y lo verdadero, entre la sustancia y la vida que la
anima, no obstante desea o quiere ir hacia la existencia de la for-
ma. Este deseo también debe ser superado para alcanzar la libera-
ción la emancipación o la libertad perfectas. En uno de los anti-
guos comentarios de los archivos de la Logia de Maestros, se en-
cuentran las siguientes palabras:
"No basta conocer el camino ni sentir la fuerza que extrae la
vida de las formas de maya. Debe tener lugar un momento
grandioso y portentoso donde el chela rompe, por un acto y
palabra de poder, el sutratma ilusorio que lo liga a la forma.
Así como la araña recoge en sí misma el hilo por el cual se
aventura por regiones desconocidas, también el chela se re-
trae en sí mismo, retirándose de todas las formas, en los tres
reinos del ser, que hasta ahora lo han seducido".

Lo que antecede merece detenida consideración, y puede vincular-


se con la idea contenida en la siguiente frase esotérica: "Antes
que el hombre pueda hollar el sendero debe convertirse en el
sendero mismo".

La conciencia es el producto de la relación existente entre el si-


mismo-esencial y el mundo. Se puede afirmar que la esencia del
yoga de Patañjali es la separación de estas dos realidades. Paradó-
jicamente, esto sólo puede lograrse a través de la misma concien-
cia finita. De esta forma, el yogui se separa a sí mismo del mas
amplio entorno físico y social, de su propio organismo e incluso
de sus procesos mentales, desandando así las múltiples identida-
des que el hombre asume en su existencia diaria. Este proceso se
agudiza al máximo en el nivel de la experiencia enstática
(samādhi). Aquí, el yogui se identifica deliberadamente con la
naturaleza interna de un objeto determinado. En lo más profundo
del éxtasis, cuando la conciencia se halla completamente vacía de

247
Libro II

todo contenido pero aún posee conocimieno de su rarificada exis-


tencia, el yogui debe darse cuenta —y aplicar en la práctica— la
distinción entre su vaciada conciencia y la trascendental concien-
cia-raíz. Esto se conoce como la visión de discernimiento que,
efectivamente, le ayuda a eliminar el último velo de la ignorancia
esencial y a afirmar la identidad del si-mismo-esencial. Sin em-
bargo, para que tenga lugar tal autorrealización, debe abandonar
incluso éste exaltado estado de conciencia (III.50). Debe enfatizar-
se que la visión de conocimiento no es un tipo de vivencia. Mas
bien, es la inmediata certeza que posee la conciencia de su propia
existencia como conciencia. La visión de discernimiento
(vivekakhyāti) es, propiamente hablando, la fase última
La verdadera finalidad de la práctica del yoga es discernir entre lo
real y lo ilusorio y reconocer que Purusha no es la materia ni la
mente, y por tanto no puede cambiar. Únicamente cambia la mate-
ria que se combina, recombina y disuelve incesantemente. Cuando
por la constante práctica sepamos discernir, se desvanecerá la ig-
norancia y brillará Purusha en todo el esplendor de su verdadera
naturaleza, omnisciente, omnipotente y omnipresente.

248
Libro II

27. El conocimiento (o iluminación) alcanzado es séptuple


y se obtiene progresivamente.

La enseñanza hinduista sostiene que los estados de mente con-


ciencia son siete. El sexto sentido y su utilización producen siete
modos de pensar o, para exponerlo más técnicamente, siete modi-
ficaciones del principio pensante y son:
1. Deseo de conocimiento. Es lo que impulsa al hijo pródigo, el
alma, a los tres mundos de ilusión, o (retrotrayendo aún más la
metáfora) impulsa a la mónada o espíritu, a la encarnación. Tal
deseo básico es la causa de toda experiencia.
2. Deseo de liberarse. El resultado de la experiencia y de las in-
vestigaciones, que el alma realiza en sus múltiples cielos de vida,
es el origen del intenso gran anhelo por una condición diferente,
de un gran deseo deliberación y de verse libre de la rueda de rena-
cimientos.
3. Deseo de felicidad. Cualidad básica en todos los seres huma-
nos, aunque se manifiesta de manera muy diversa. Se funda en la
facultad inherente de discriminación y en la profundamente arrai-
gada capacidad de contrastar el hogar del Padre con la presente
condición del hijo pródigo. Esta inherente capacidad de "bienaven-
turanza" o felicidad, trae esa inquietud y ese anhelo de cambiar,
que reside detrás del impulso evolutivo mismo. Es la causa de la
actividad y del progreso. El descontento por la condición presente
está basado en el vago recuerdo de una época de satisfacción y bie-
naventuranza, la cual debe recuperarse antes de conocer la paz.
4. Deseo de cumplir con el propio deber. Las tres primeras mo-
dificaciones del principio pensante llevan, con el tiempo, a la
humanidad evolucionante al estado en que el móvil de la vida es
simplemente el cumplimiento del propio dharma. El ansia de
conocimiento, de libertad y de felicidad ha llevado al individuo
al estado de total descontento. Nada le produce verdadero gozo

249
Libro II

ni paz. Se ha agotado en la búsqueda del gozo para sí. Ahora


empieza a ampliar su horizonte y a buscar (en el grupo o medio
ambiente) dónde puede hallar lo que busca. Se le despierta el
sentido de responsabilidad hacia los demás y comienza a buscar
la felicidad en el cumplimiento de sus obligaciones con los que
de él dependen, su familia, amigos y todos aquellos con quienes
entra en contacto. Esta nueva tendencia es el principio de la vida
de servicio, que lo lleva, con el tiempo, a la plena comprensión
del significado de la conciencia grupal. H.P.B. ha dicho que el
sentido de responsabilidad es el primer indicio del despertar del
ego o principio crístico.
5. Dolor. Cuanto mayor es el refinamiento del vehículo humano,
más grande será la respuesta del sistema nervioso a los pares de
opuestos, dolor y placer. A medida que el hombre progresa y as-
ciende en la escala de evolución, en la familia humana, se acrecien-
ta grandemente su capacidad de comprender el dolor o el gozo,
convirtiéndose en una tremenda verdad, en el caso del aspirante y
del discípulo. El sentido de los valores llega a ser tan- agudo y su
vehículo físico tan sensible, que sufre más que el hombre común,
lo cual sirve para impedirlo a continuar su búsqueda más activa-
mente. Responde con mayor rapidez a los contactos externos, y su
capacidad para soportar el dolor físico y emocional aumenta nota-
blemente. Esto se evidencia en la quinta raza, particularmente en la
quinta subraza, por el acrecentamiento de los suicidios. La capaci-
dad de sufrir de la raza, se debe al desenvolvimiento y refinamiento
del vehículo físico y a la evolución del cuerpo sensorio, o astral.
6. Temor. A medida que se desarrolla el cuerpo mental y se pro-
ducen con más rapidez las modificaciones en el principio pen-
sante, empieza a manifestarse el temor y sus consecuencias. No es
ese temor instintivo de los animales y de las razas salvajes, fun-
dado en la reacción del cuerpo físico a las condiciones del plano
físico, sino los temores de la mente, basados en la memoria, la
imaginación, la premonición y el poder de visualizar, los cuales
son difíciles de vencer, y sólo el ego o alma puede dominarlos.

250
Libro II

7. Dudas. Es una de las modificaciones más interesantes, porque


concierne a las causas más que a los efectos. Puede describirse
al hombre que duda, como que duda de sí mismo, como árbitro
de su destino; duda de la naturaleza y reacciones de sus seme-
jantes; duda de que Dios es la primera causa, como lo testimo-
nian las controversias acerca de las religiones y sus exponentes;
duda de la naturaleza misma, lo cual lo impele a la constante in-
vestigación científica y, por último, duda de la mente misma.
Cuando empieza a dudar de la capacidad de la mente para expli-
car, interpretar y comprender, ya ha agotado prácticamente casi
todos sus recursos en los tres mundos.

La tendencia de estos siete estados mentales, resultantes de la ex-


periencia del hombre sobre la Rueda de la Vida, lo lleva al punto
donde se da cuenta que los procesos de vivir, sentir y pensar en el
plano físico, nada puede proporcionarle ni tampoco satisfacerlo.
Llega a la etapa a que se refiere San Pablo, cuando dice: "Consi-
dero todo perdido para poder así ganar al Cristo."

Un instructor hindú ha descrito las siete etapas de la iluminación


de la manera siguiente:
1. La etapa en que el discípulo se da cuenta que ha recorrido to-
da la gama de la experiencia de la vida en los tres mundos, y
puede decir: "Conozco todo lo que debía conocer. Nada queda
por saber". Se le revela el lugar que ocupa en la escala evolutiva
y sabe lo que tiene que hacer. Esto se refiere a la primera modi-
ficación del principio pensante, el deseo de conocimiento.
2. La etapa en que se libera de toda limitación estricta y puede
decir: "Me he desprendido de todas las ligadura. Esta etapa es
prolongada, pero trae como resultado la liberación y se refiere a
la segunda de las modificaciones ya tratadas.
3. La etapa en que la conciencia trasciende totalmente la perso-
nalidad inferior y se convierte en verdadera conciencia espiri-

251
Libro II

tual, centrada en el hombre real, el ego o alma, atrayendo la


conciencia de la naturaleza crística que es amor, paz y verdad.
Ahora puede decir: "He alcanzado mi meta. Nada me atrae ya en
los tres mundos". Ya ha satisfecho su deseo de lograr la felici-
dad. Ha trascendido la tercera modificación.
4. La etapa en que el discípulo puede decir con toda veracidad: "He
cumplido con mi dharma y con mis obligaciones". Así ha agotado
su karma y cumplido con la ley, convirtiéndose en Maestro y es-
grimidor de la ley. Esta etapa se refiere a la cuarta modificación.
5. La etapa donde se alcanza pleno control de la mente y el vi-
dente puede decir: "Mi mente está en reposo". Sólo cuando se
conoce el pleno reposo, entonces se puede reconocer la verdade-
ra contemplación y el samadhi más elevado. El dolor, la quinta
modificación, se desvanece en la gloria de la iluminación recibi-
da. Los pares de opuestos ya no luchan.
6. La etapa en que el discípulo se da cuenta que la materia o la
forma no tienen poder alguno sobre él. Entonces puede decir:
"Los gunas o cualidades de la materia, en los tres mundos, ya no
me atraen ni reciben respuesta de mi parte". Por lo tanto el temor
ha sido eliminado, porque nada hay en el discípulo que atraiga el
mal, la muerte o el dolor. Así se supera la, sexta modificación,
que es reemplazada por la comprensión de la verdadera natura-
leza de la divinidad y la total beatitud.
7. La séptima y final etapa es la plena y propia realización. En-
tonces el iniciado puede decir con total conocimiento conscien-
te: "Yo Soy Ese Yo Soy", y se conoce a sí mismo como uno con
el Omni-yo Ya no lo domina la duda. Aparece en el vidente la
luz del día o total iluminación, inundando todo su ser.
Éstas son las siete etapas del sendero, las siete estaciones de la
cruz, como dice el cristiano, las siete grandes iniciaciones y los
siete caminos hacia la bienaventuranza. Ahora el "sendero de los
justos brilla cada vez más hasta el día perfecto".

252
Libro II

LOS OCHO MÉTODOS DE LA YOGA

28. Cuando los métodos de la yoga han sido practicados con


constancia y se ha vencido la impureza, tiene lugar el esclare-
cimiento, que conduce a la plena iluminación.

Llegamos ahora a la parte práctica en la cual se da instrucción


sobre el método a seguir para alcanzar la yoga, la plena unión o
unificación. El trabajo puede considerarse dual.
1. La práctica de los métodos correctos, por los cuales se lo-
gra la unión.
2. La disciplina del triple hombre inferior, a fin de desarrai-
gar toda impureza de los tres cuerpos.

La persistente aplicación a este trabajo dual produce los resultados


correspondientes, dependiendo cada uno de su causa:
1. La discriminación se hace posible. La práctica de los métodos
lleva al aspirante a la comprensión científica de la diferencia
existente entre el yo y el no-yo y entre espíritu y materia. Este
conocimiento ya no es teórico, ni lo que el hombre aspira, pues
se convierte en una realidad en la experiencia del discípulo, en
la cual basa todas las actividades subsiguientes.
2. El discernimiento tiene lugar. A medida que avanza el proceso
de purificación, las envolturas o cuerpos que velan la realidad se
sutilizan y ya no actúan como densos velos que le ocultan al alma
el mundo donde normalmente ella actúa. El aspirante se da cuenta
de una parte de sí mismo, hasta entonces oculta y desconocida. Se
acerca al corazón del misterio de sí mismo; se aproxima al "Ángel
de la Presencia", al que sólo puede ver realmente en el momento
de la iniciación. Percibe un nuevo factor y un nuevo mundo, y tra-
ta de apropiarse de ello durante la experiencia consciente en el
plano físico.

253
Libro II

Se verá que las dos causas de la revelación, la práctica de los ocho


métodos de la yoga y la purificación de la vida en los tres mundos,
tienen que ver con el hombre desde el punto de vista de los tres
mundos y producen (en su cerebro físico) el poder de discriminar
entre lo real y lo irreal y discernir sobre las cosas del espíritu.
Producen también ciertos cambios en las condiciones existentes
dentro de la cabeza, reorganizan los aires vitales, actuando direc-
tamente sobre la glándula pineal y el cuerpo pituitario. Cuando
1. la práctica, 2. la purificación,
3. la discriminación y 4. el discernimiento,

forman parte de la vida del hombre en el plano físico, entonces el


hombre espiritual, el ego o pensador, en su propio plano, desempe-
ña su parte en el proceso liberador, y las dos etapas finales son lle-
vadas a cabo en forma descendente. Este séxtuple proceso es la
analogía, en el sendero del discipulado, del proceso de individuali-
zación, por el cual el hombre-animal, el cuaternario inferior (físico,
etérico, astral y mental inferior) recibió esa doble expresión del espí-
ritu, atma-budi, voluntad y amor espirituales, que lo completaron y
convirtieron en el hombre verdadero. Las dos etapas de desarrollo
inducidas por el ego, en el aspirante purificado y decidido, son:
1. Esclarecimiento. La luz de la cabeza, que al principio es sólo
una chispa, se convierte en una llama que ilumina todas las co-
sas, siendo nutrida constantemente desde arriba. Esto es progre-
sivo (véase el aforismo anterior) y depende de la práctica persis-
tente, de la meditación y del servicio activo.
2. Iluminación. El descenso, de la energía ígnea acrecentado gra-
dualmente, intensifica constantemente la "luz de la cabeza" o el
resplandor en el cerebro, alrededor de la glándula pineal. Esto, res-
pecto al pequeño sistema del triple hombre en manifestación física,
es lo que el sol físico para el sistema solar. La luz se convierte con
el tiempo en un resplandor de gloria y el hombre se trasforma en un
"hijo de la luz" o en un "sol de rectitud". Tales fueron Buda el Cris-
to y todos los grandes Seres que han alcanzado la meta.
254
Libro II

Las partes de la Yoga son ocho, que se estudian en el capítulo


siguiente. Vyasa dice que por su práctica sostenida se destruyen
las cinco aflicciones (ver sutra 3): ignorancia, personalismo, de-
seo, aversión y apego a la los deseos de la vida, las cuales causan
impureza; y que cuando la cognición irreal se acaba, se manifiesta
el conocimiento real. El crecimiento es lento y progresivo, y cul-
mina finalmente es un conocimiento de la índole de la conciencia
y de la función de las ―cualidades‖ en la naturaleza. La práctica
produce dos resultados:
1. Comprensión de la diferencia entre el Yo y el no-yo, o Espíri-
tu y Materia.
2. El aspirante, al sensibilizar y refinar sus cuerpos, se da cuen-
ta cada vez más clara de la parte oculta de sí mismo. La res-
puesta del Yo Superior corresponde a la aspiración ardiente
del yo inferior. Al progresar le viene una creciente ilumina-
ción, y finalmente un torrente de luz cada vez mayor des-
ciende de arriba.

255
Libro II

29. Los ocho métodos de yoga son: los mandamientos o


yama, las reglas o nijama, la postura o asana, correc-
to control de la fuerza vital o pranayama, abstracción
o pratyahara atención o dharana, meditación o dhyana
y contemplación o samadhi.

Se observará que estos métodos o prácticas son aparentemente sim-


ples, pero se tendrá muy en cuenta que no se refieren a algo que
debe realizarse en cualquier plano, en determinado cuerpo, sino a la
actividad y práctica simultánea de estos métodos en los tres cuerpos
a la vez; de modo que el entero triple hombre inferior practica los
métodos cuando se refieren a los vehículos físico, astral y mental.
Esto frecuentemente se olvida. Por lo tanto al estudiar los diversos
métodos de yoga o unión, debemos considerar que se aplican al
hombre físico, luego al hombre emocional y después al hombre men-
tal. Por ejemplo, el yogui debe comprender el significado de la respi-
ración correcta o de la postura, pues se relacionan con el triple hom-
bre inferior, alineado y coordinado, teniendo presente que sólo cuan-
do el hombre inferior constituye un instrumento coherente y rítmico,
el ego puede esclarecerlo e iluminarlo. La práctica de ejercicios de
respiración, por ejemplo, con frecuencia ha conducido al aspirante a
concentrarse en el mecanismo físico de respiración, excluyendo la
práctica análoga del control rítmico de la vida emocional.
Antes de entrar a considerar cada método de yoga, será útil enu-
merarlos detenidamente, dando los sinónimos que sean factibles.
1. Los Mandamientos……………………………. Yama
2. Las Reglas. ………………………………………… Nijama
3. Postura. ……………………………………………… Asana
4. Correcto control de la fuerza vital. Pranayama
5. Abstracción. …………………………………….. Pratyahara
6. Atención. …………………………………………… Dharana
7. Meditación. ………………………………………. Dhyana
8. Contemplación. …………………………………. Samadhi

256
Libro II

Primer Método
Los Mandamientos. Yama. Autocontrol o clemencia. Restricción.
Abstención de actos erróneos. Éstos son cinco y se refieren a la
relación del discípulo con sus semejantes y con el mundo externo.

Segundo Método
Las Reglas. Nijama o correcta observancia. Éstas son también
cinco y se las denomina con frecuencia "observancias religiosas‖,
porque se refieren a la vida interna del discípulo y a ese vínculo,
el sutratma o eslabón que lo relaciona con Dios o Padre en el Cielo.
Ambos, los cinco Mandamientos y las cinco Reglas, son la analogía
hindú de los diez Mandamientos de la Biblia y abarcan la vida dia-
ria del aspirante, según afecten a quienes lo rodean y a sus propias
reacciones internas.

Tercer Método
Postura. Asana. Correcto aplomo. Correcta actitud. Posición.
Este tercer método concierne a la actitud física del discípulo du-
rante la meditación, a la actitud emocional que adopta en el medio
ambiente o grupo, y a la actitud mental respecto a las ideas, co-
rrientes de pensamiento y conceptos abstractos. Finalmente, la
práctica de este método coordina y perfecciona al triple hombre
inferior, de modo que las tres envolturas lleguen a formar un canal
perfecto para la expresión o manifestación de la vida del espíritu.

Cuarto Método
Correcto control de la fuerza vital. Pranayama. Supresión del
aliento. Regulación del aliento. Esto se refiere al control, a la re-
gulación y supresión de los aires vitales, al aliento y a las fuerzas
o shaktis del cuerpo. En realidad conduce a la organización del
cuerpo vital o etérico, de modo que las corrientes o fuerzas de

257
Libro II

vida, que emanan del ego u hombre espiritual, en su propio plano,


sean trasmitidas correctamente al hombre físico, en manifestación
objetiva.

Quinto Método
Abstracción. Pratyahara. Restricción. Unión. Retraimiento de los
sentidos, o absorción de los sentidos en la mente. Con este méto-
do, nos ubicamos detrás de los cuerpos físico y etérico, en el cuer-
po emocional, asiento de los deseos, de la percepción sensoria y
del sentimiento. Aquí se puede observar el método ordenado que
se sigue al practicar la yoga o unión. La atención se dirige a las
vidas interna y externa del plano tísico; se cultiva la correcta acti-
tud hacia la triple manifestación de la vida; se organiza y controla
el cuerpo etérico y se reorienta el cuerpo astral, porque la natura-
leza de deseos es subyugada y el hombre real va retirándose gra-
dualmente de los contactos de los sentidos. Los dos métodos si-
guientes se relacionan con el cuerpo mental, y el último con el
hombre real o pensador.

Sexto Método
Atención. Dharana. Concentración. Fijación de la mente. Con
este método se controla el instrumento del pensador, el hombre
real. El sexto sentido es coordinado, comprendido, enfocado y
utilizado.

Séptimo Método
Meditación. Dhyana. La capacidad del pensador para emplear la
mente como desee y trasmitir al cerebro pensamientos elevados,
ideas abstractas y conceptos idealistas. Este método concierne a la
mente superior y a la inferior.

258
Libro II

Octavo Método
Contemplación. Samadhi. Se refiere al ego u hombre real y con-
cierne al reino del alma. El hombre espiritual contempla, estudia y
medita sobre el mundo de las causas y las "cosas de Dios". Luego
utiliza su instrumento controlado, la mente (controlada por la
práctica' de la concentración y la meditación) transmite al cerebro
físico, por conducto del sutratma o hilo, que atraviesa las tres en-
volturas y lleva al cerebro, lo que el alma sabe, ve y entiende. Esto
produce plena iluminación.

En los próximos aforismos se explicará en correcto orden como


debe ser practicado cada uno de estos métodos y cuál es su natura-
leza. —Los angas (partes del yoga) son, como su nombre lo indi-
ca, elementos constitutivos del proceso yóguico, requisitos para
llegar al Samadhi, muchos de los cuales se dan simultáneamente,
no tienen porqué eliminarse unos a otros. Muchos de ellos se dan
conjuntamente y tienen que darse en esa forma. Su presencia en
todo momento hace difícil considerarlos etapas: no se puede pensar
que hay una etapa separatoria de prathyāhāra, otra de dhyāna, etc,
cuando todos ellos se están produciendo en todo momento del pro-
ceso si bien con diferente grado de intensidad. Lo que es de impor-
tancia práctica aquí es el hecho de que, aunque se incluyan ocho
pasos en forma de serie, no constituyen etapas. Mas aún, que los
ocho factores del yoga de Patañjali podrían colocarse de forma cir-
cular puesto que su poder combinado es lo que impulsa al yogui a
través del camino de la interiorización. Sin embargo hay que tener
muy presente que, una vez alcanzado el primer miembro, es posi-
ble dominar el siguiente. Pero si no se ha dominado el paso previo
no se puede continuar hacia otro superior.
Estos ocho pasos constituyen una de la gradación que empieza por
el más denso y termina por el más sutil de los vehículos humanos y
los vuelve a colocar en su orden adecuado de utilidad. La práctica
auténtica del yoga incluye todos estos ocho pasos. Las demás for-
mas de meditación, asanas, mantras etc., llevan al practicante a una

259
Libro II

superespecialización en un paso particular, excluyendo el resto de


los pasos necesarios. Por lo tanto, el estudiante de yoga no puede
tener la certeza de los resultados necesarios ni el sentido de seguri-
dad al practicar uno de ellos. La promesa de un maestro, gurú o
swami acerca de los resultados de practicar ―su propio sendero‖ no
es ni científico ni seguro. Las diversas intenciones personales de los
gurús en los diferentes senderos no encuentran lugar en el científico
y autosuficiente sendero octubre de Patanjali. Todas ellas nos llevan
al auto-engrandecimiento y a la auto-gratificación que nos apartan
del más antiguo sendero científico. Entre el gurú individual y el
sendero lo más seguro para el estudiante es seguir el sendero de
Patanjali y formarse en la tradición de los verdaderos Maestros de
Sabiduría.

260
Libro II

Yamas y Niyamas, pasos 1 y 2 de 8 (II.30-II.34)

PRIMER MÉTODO. YAMA


LOS MANDAMIENTOS

30. lnofensividad, veracidad, no hurtar, continencia, no


ser avaro, constituyen yama, o los cinco mandamientos.

Estos cinco mandamientos son sencillos y claros; no obstante, si


se practican, harán que el hombre perfeccione sus relaciones con
los demás, con los superhombres y con los reinos subhumanos.
El primer mandamiento, inofensividad, resume en realidad a los
demás. Estos mandamientos son muy completos y abarcan la tri-
ple naturaleza. Al estudiar estos métodos veremos su relación con
determinada parte de la triple manifestación inferior del ego.
I. Naturaleza Física
1. Inofensividad. Comprende los actos físicos del hombre, res-
pecto a todas las formas de la manifestación divina, y concierne
específicamente a su naturaleza fuerza, o la energía que él expresa
por medio de sus actividades en el plano físico. No daña ni perju-
dica a nadie.
2. Veracidad. Concierne principalmente al uso de la palabra y de
los órganos del sonido, y se refiere a "la verdad‖ en lo más pro-
fundo, de modo que sea posible su exteriorización. Este tema es
muy amplio y se refiere a la formulación de las creencias del
hombre respecto a Dios, a sus semejantes, a las cosas y a las
formas, por medio de la lengua y la voz. Esto lo trata "Luz en el
Sendero" en el aforismo: "Antes de que la voz pueda hablar en
presencia del Maestro, debe haber perdido el poder de herir".
3. Contenerse de hurtar. El discípulo es justo y preciso en todas
sus cosas y no se apropia de lo que no le pertenece. Este amplio

261
Libro II

concepto abarca algo más que el mero hecho de apropiarse físi-


camente de las posesiones de otro.
II. Naturaleza Astral
4. Continencia. Es ausencia total de deseos, y rige la exteriorización
de las tendencias hacia lo que no es el yo, cuya expresión en el plano
físico es la relación entre los sexos. Sin embargo, se debe recordar que
el estudiante esotérico considera esta expresión como la forma que
adopta el impulso exteriorizado, lo cual vincula íntimamente al hom-
bre con el reino animal. Todo impulso que concierne a las formas y al
hombre real y tiende a vincularlo a una forma y al plano físico, es con-
siderado como un tipo de incontinencia. Existe una incontinencia en el
plano físico que el discípulo debe haber trascendido hace mucho
tiempo. También hay muchas tendencias hacia la búsqueda del placer
con la consiguiente satisfacción de la naturaleza del deseo y esto, el
verdadero aspirante, también lo considera como incontinencia.

III. Naturaleza Mental


5. No ser avaro concierne al pecado de la codicia, que textual-
mente significa hurtar en el plano mental. El pecado de la avaricia
puede conducir a diversos pecados en el plano físico, y es muy
poderoso. Concierne a la fuerza mental, siendo un término gené-
rico que abarca los fuertes anhelos, cuyo origen no está sólo en el
cuerpo emocional o kámico (deseo), sino también en el cuerpo
mental. Este mandamiento está comprendido en lo que San. Pablo
dice: "He aprendido a estar contento en cualquier estado en que
me encuentre". Se debe alcanzar ese estado para poder aquietar la
mente, de tal manera que puedan entrar las cosas del alma.
Hay que recordar y no caer en el error simplista de pensar que una
vida de flagelación, austeridad y pobreza es la correcta. Tales cualida-
des nada tiene que ver con el verdadero sentido del yoga. Un yogui es
aquel que es capaz de disfrutar al máximo de las experiencias terrenales
y espirituales de la vida, pero sin deseo ni apego. La verdadera libertad
es precisamente la manifestación extrema de la plenitud del Ser.
262
Libro II

31. Yama constituye el deber universal, sin tener en cuen-


ta raza, lugar, tiempo o emergencia.

Este aforismo pone en claro la universalidad de ciertos requisitos,


y el estudio de estos cinco mandamientos, que forman la base de
lo que el budista llama "recta conducta", demostrará que forman
la base de toda verdadera ley y que su infringimiento constituye
ilegalidad. La palabra traducida por "deber" u "obligación", podría
muy bien expresarse por la comprensiva palabra dharma, en lo
que a los demás respecta. Dharma significa textualmente, el ade-
cuado cumplimiento de las propias obligaciones (o karma) en el
lugar y medio ambiente que el destino le depara. Deben observar-
se ciertos factores que rigen la conducta, sin permitir laxitud algu-
na a este respecto, no importa cual sea su nacionalidad, localidad,
edad o la emergencia que pueda surgir. Estas cinco leyes inmuta-
bles rigen la conducta humana, y cuando todos los hijos de los
hombres las cumplan, se comprenderá el pleno significado de la
expresión: "paz a todos los seres".
Profundizando en este axioma, podría decirse que: ―Hay que dar
al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios‖. Cada ser
humano debe adaptarse a su situación legal y ética de su País o
lugar, siguiendo la legalidad vigente. Así pues un pescador puede
dañar a los peces pescando, pero a nadie más; un agricultor podrá
cortar las verduras y hortalizas del campo dañando al reino vege-
tal, pero a nadie más, ya que será su Dharma o deber; un policía
podrá, cumpliendo su deber, disparar a un asesino, pero sin deseos
de matar o malintencionadamente.
La actitud y la motivación serán cruciales para valorar verdade-
ramente este mandamiento y su cumplimiento.

263
Libro II

SEGUNDO MÉTODO. NIYAMA


LAS REGLAS

32. Purificación interna y externa, gozo, ardiente aspira-


ción, lectura espiritual y devoción a Ishvara, consti-
tuyen nijama (o las cinco reglas).

Como se dijo anteriormente, las cinco reglas rigen la vida del ser
inferior personal y constituyen los fundamentos del carácter. El
verdadera gurú o instructor no le consiente al aspirante las prácti-
cas de yoga, tan interesantes para el pensador o aspirante occiden-
tal, a quien le atraen por su aparente sencillez y por la valiosa re-
compensa, tal como el desarrollo psíquico, hasta que yama o ni-
jama sean los factores que rigen la vida diaria del discípulo. De-
ben observarse primero los mandamientos y las reglas; una vez
que la conducta externa del aspirante hacia sus semejantes, y la
disciplina de la vida interna estén de acuerdo con tales requisitos,
entonces, pero no antes, pueden proseguir sin peligro con las for-
mas y rituales de la yoga práctica.
La falta de cumplimiento de este requisito es la causa de muchas
dificultades entre los estudiantes occidentales de yoga. No hay
fundamento mejor para la práctica del ocultismo oriental, que la
sujeción estricta a los requisitos formulados por el Maestro en El
Sermón de la Montaña. El cristiano autodisciplinado, dedicado a
una vida pura y al servicio altruista, puede emprender la práctica
de la yoga con menos peligro que su mundano y egoísta, aunque
intelectual, hermano. No correrá los mismos riesgos que su her-
mano sin preparación.
Las palabras: purificación interna y externa se refieren a las tres
envolturas que velan al yo, debiendo interpretarse en doble sentido.
Cada envoltura tiene su forma densa y tangible, que debe mantener-
se limpia; en un sentido los cuerpos mental y astral se pueden man-
tener limpios de impurezas, que provienen de su medio ambiente,
264
Libro II

de la misma manera que el físico debe mantenerse limpio de impu-


rezas similares. También se ha de mantener limpia la materia más
sutil de esos cuerpos. Esto constituye la base del estudio de la pure-
za magnética, que da lugar en Oriente a tantas observaciones inex-
plicables para el occidental. Por ejemplo, la sombra de un extraño
proyectada sobre el alimento, produce condiciones de impureza;
esto se debe a la creencia de que ciertas emanaciones de fuerza pro-
ducen condiciones impuras. Aunque los métodos de contrarrestar
tales condiciones tienen visos de ritual, de letra muerta, sin embar-
go, la idea detrás de la observancia es siempre verdad. Se sabe tan
poco acerca de las emanaciones de fuerza del ser humano o de las
que actúan sobre el mecanismo. humano, que lo que podríamos
llamar "purificación científica" está todavía en su infancia.
Gozo produce esas condiciones en que la mente está en reposo; ,se
basa en el reconocimiento de las leyes que rigen la vida, principal-
mente la ley del karma. Origina ese estado mental en que todas las
condiciones se consideran correctas y justas, bajo las cuales el aspi-
rante puede resolver mejor sus problemas y alcanzar la meta es-
pecífica en cualquier vida. Esto no implica el acomodo definitivo,
ni la pasividad que trae inercia, sino el reconocimiento del acervo
que se posee y el aprovechamiento de las oportunidades disponi-
bles, convirtiéndolas en trasfondo y base de todo futuro progreso.
Si esto se lleva a cabo debidamente, las restantes tres reglas se
cumplirán más fácilmente.
Ardiente aspiración. Este tema será tratado más plenamente en el
Libro Tercero, el siguiente; pero es conveniente hacer resaltar
aquí que este anhelo de "avanzar" hacia el ideal o de esforzarse
por alcanzar el objetivo, debe ser tan profundo en el aspirante a la
yoga, que ninguna dificultad lo hará retroceder. Únicamente
cuando esta cualidad ha sido desarrollada y probada y cuando
ningún problema, confusión ni el factor tiempo pueden entorpe-
cer, se permite al aspirante ser discípulo de un Maestro. Ardiente
esfuerzo, constante y persistente anhelo e inquebrantable lealtad al
ideal presentido, son la condición "sine qua non" del discipulado.
265
Libro II

Estas características deben existir en los tres cuerpos, y conducen a


la constante disciplina del vehículo físico, a la firme orientación de
la naturaleza emocional y a una actitud mental que permite al hom-
bre "considerar perdidas todas las cosas", si quiere alcanzar su meta.
Lectura espiritual. Concierne al desenvolvimiento del sentido de
las realidades subjetivas. Se fomenta mediante el estudio, según se
lo entiende en sentido físico, y por el esfuerzo de llegar a compren-
der los pensamientos expresados en palabras. Se desarrolla median-
te el detenido escrutinio de las causas subyacentes en todos los de-
seos, aspiraciones y sentimientos, relacionándose así con el plano
astral o de deseo. Se refiere a la lectura de símbolos o formas ge-
ométricas que animan una idea o pensamiento, lo cual concierne al
plano mental. Esto se tratará más adelante en el Libro Tercero.
Devoción a Ishvara. Brevemente puede decirse que constituye la
actitud del triple yo inferior, demostrada como servicio al Alma,
el regente interno, Dios o Cristo interno. Esta devoción será triple
en su manifestación y llevará al yo personal inferior a una vida de
obediencia al Maestro en el corazón, y con el tiempo guiará al
aspirante al grupo de algún adepto o instructor espiritual, lleván-
dolo también al devocional servicio a Ishvara, el Yo divino, que
mora en el corazón de todos los hombre y subyace en todas las
formas de la manifestación divina.
Vyasa dice: que la limpieza externa incluye no sólo bañarse sino
comer alimentos puros, y que la limpieza interna consiste en pen-
samientos puros. Impurezas mentales son: el orgullo, la envidia, la
vanidad, etc. La purificación mental consiste en eliminarlas. Vya-
sa define el contento como ―no desear más que lo que uno posee
de las cosas necesarias‖. Pero pienso que es mucho más que eso.
Pienso que incluye las antiguas virtudes de UPARATI y TI-
TIKSHA. Uparati significa dejar que la gente sea exactamente co-
mo es, sin comentario ni resentimiento ni deseo alguno de cam-
biarlas. Y Titiksha es esa misma actitud hacia los eventos de la
vida.

266
Libro II

Volviendo a Vyasa, él considera que la austeridad indicada por el


tercer punto consiste en soportar el juego de los ―pares de opues-
tos‖. Esto vuelve a recordarnos la virtud de VAIRAGYA que real-
mente significa ser capaz de permanecer perfectamente firmes
mientras el juego de los interminables ―pares de opuestos‖ nos
sacude. Como le dijo a Arjuna el Señor Shri Krishna: ―Los contac-
tos con la materia, oh hijo de Kunti, dan frío y calor, placer y dolor;
vienen y van, son impermanentes; sopórtalos con valor, ¡Oh Bhara-
ta!‖ (BHAGAVAD GITA, II: 14).
El estudio es la lectura de los libros sagrados sobre Yoga, aunque
oreo que en estos días es más que eso lo que se requiere de un
discípulo. Hacer todo ―En Su Nombre y por amor a la humanidad‖
es la verdadera Karma Yoga, y, como ya lo he dicho, el gran
ejemplo Cristiano de esto fue Fray Lorenzo. Como resultado de
estas Observancias viene la comprensión del ser individual y la
eliminación de los obstáculos. Son el paralelo espiritual de los
Mandamientos.
La pureza es una pureza de los vehículos físico, astral, el etérico y
mental. Esto requiere un constante proceso de purificación. La puri-
ficación física requiere la regulación del alimento, la bebida, el sue-
ño y el trabajo. Asear el cuerpo, escoger la alimentación yóguica,
hacer ejercicio físico para purificar la actividad metabólica y poner-
se ropa limpia, utilizar muebles y casa limpia es de esperar en el
plano físico. El Pranayama purifica los vehículos sutiles. La medi-
tación purifica la mente. La satisfacción o el contento mantiene al
cuerpo vital repleto. Sin satisfacción la práctica del no apego se
convierte en una virtud negativa que lleva a o una naturaleza an-
tipática hacia los demás y una actitud de aristocracia espiritual. Esto
es debido a una atrofia del sistema endocrino que se encuentra en
los centros de energía que alimentan a los vehículos sutiles. La vida
pierde el gusto y dejará ver autorrealización la satisfacción o con-
tento lleva a una manera mucho mejor hacer las cosas. Esto da co-
mo resultado el aflujo de cosas necesarias sin esfuerzo alguno.

267
Libro II

33. Cuando se tienen pensamientos contrarios a la yoga,


deben cultivarse los opuestos.

La traducción de Johnston da la misma idea en bellas palabras, y


expone el método con claridad, y dice:
"Cuando las transgresiones obstruyen, el peso de la imagi-
nación debe ponerse en el platillo opuesto".

La ciencia de equilibrar los pares de opuestos está contenida en


estas dos traducciones; una no es completa sin la otra. A menudo
resulta difícil traducir los antiguos términos sánscritos en una sola
palabra o frase, pues en ese lenguaje una palabra representa toda
una idea y requiere varias frases para dar el verdadero significado
en los limitados idiomas occidentales.
En este aforismo están comprendidos ciertos conceptos básicos,
los cuales, para mayor claridad, podemos expresarlos:
1. Como el hombre piensa así es él. Lo que se manifiesta en ob-
jetividad física es siempre un pensamiento; según sea el pen-
samiento o idea, así será la forma o el propósito en la vida.
2. Los pensamientos son de dos clases: los que tienden a cons-
truir formas, limitar y expresarse en el plano físico, y los que
tienden a alejarse de los tres planos inferiores y por lo tanto
del aspecto forma tal como lo conocemos en los tres mun-
dos, conduciendo a la unión (yoga o unificación) con el alma
o aspecto crístico.
3. Cuando se descubre que los pensamientos habitualmente cul-
tivados producen reacciones y resultados astrales y físicos,
significa que son contrarios a la yoga, pues entorpecen el
proceso unificador.

268
Libro II

4. Deben cultivarse pensamientos contrarios a los anteriores, y


pueden determinarse fácilmente porque son los opuestos di-
rectos de los pensamientos inhibidores.
5. El cultivar pensamientos que tienden a la yoga y llevan al
hombre al conocimiento de su yo real, y la consiguiente
unión con ese yo, involucra un triple proceso:
a. Se debe determinar y considerar el nuevo concepto
mental formulado definidamente y considerado con-
trario a la antigua corriente de pensamiento.
b. Le sigue el empleo de la imaginación a fin de llevar el
pensamiento a la manifestación. Esto lleva al aspecto
deseo, y por lo tanto afecta al cuerpo astral o emo-
cional.
c. Luego viene la visualización definida del efecto de lo
que se ha pensado e imaginado, y la forma en que se
manifestará en el plano físico.

Se hallará que esto genera energía, lo cual significa que el cuerpo


etérico se vitaliza o energetiza, gracias a las nuevas corrientes de
pensamientos, teniendo lugar ciertas transformaciones y reorgani-
zaciones que, oportunamente, cambiarán totalmente las activida-
des del hombre en el plano físico. El constante cultivo de todo
esto llega a trasformar al entero triple hombre inferior y, even-
tualmente, pone de manifiesto la verdad de la frase cristiana: "sólo
Cristo es visto y oído". Únicamente el hombre real o espiritual
puede expresarse por medio de un instrumento físico, así como
Cristo se expresó por medio de Jesús, su instrumento y discípulo.
El recurso al ―hábito de lo opuesto‖ es una táctica que muestra el
profundo conocimiento de la psicología humana. Sabe que ante
los sentimientos y pasiones no valen nada las ideas y razonamien-
tos mientras que si resulta eficaz crear y alentar otro sentimiento u
otra pasión de signos contrarios que los neutralizarán.—Ahora se

269
Libro II

aconseja al sādhaka que cultive un temperamento que le permita


resistir la corriente de violencia, falsedad, robo, impureza y co-
rrupción, y seguir la corriente de pureza, contentamiento, fervor,
estudio de si mismo y entrega al espíritu universal. Los principios
que se oponen a yama y niyama se combaten con el conocimiento
correcto y la atención. Cuando la mente se encuentra atrapada
entre ideas y actos dudosos, se obstruye la percepción correcta. El
discípulo tiene que analizar e investigar tales ideas y acciones, así
como sus opuestos; de esta forma, gracias a la repetición de estas
experiencias, aprenderá a equilibrar sus pensamientos. Algunas
personas dan una interpretación literal a éste sūtra y mantienen
que si se es violento, se debe pensar en el opuesto, o, si se tiene
apego, se debe desarrollar el desapego. Esto es el pensamiento
contrario. Pero, si una persona es violenta, es violenta. Si es irrita-
ble, es irritable. El estado no es distinto de la acción; pero en lugar
de intentar cultivar la condición opuesta, lo que debe hacer es pro-
fundizar en la causa de su ira o violencia. Hay que estudiar las fuer-
zas opuestas con calma y paciencia. Entonces surge el equilibrio.
Por lo tanto la acción justa sería, una vez analizadas nuestras ten-
dencias en la vida y en sus circunstancias, establecer un programa
de actitudes opuestas, cuando nuestra tendencia sea negativa, a la
vez que meditar en la causa raíz de dichas tendencias.
Este era un tema favorito de la Dra. Besant. Muy frecuentemente
decía que el mejor modo de superar nuestras fallas no era luchan-
do contra ellas, lo cual les da más fuerza, sino imaginar sus con-
trarios y pensar en ellos, introduciendo así en nuestros cuerpos
psíquicos materia de una calidad vibratoria superior que acabaría
por eliminar la de forma inferior y más tosca.

270
Libro II

34. Los pensamientos contrarios a la yoga son: ofensividad,


falsedad, hurto, incontinencia y avaricia, ya sean come-
tidos personalmente, obligando a otros a cometerlos o
aprobarlos, o surgidos de la avaricia, la ira o el engaño
(ignorancia), y pueden ser veniales, capitales o morta-
les. Dan siempre por resultado, excesivo dolor e igno-
rancia. Por esta razón deben cultivarse los pensamien-
tos opuestos.

Se observará que los cinco mandamientos se refieren específica-


mente a estos pensamientos contrarios a la yoga o unión, y que el
cumplimiento de los mandamientos traerá:
a. lnofensividad, en vez de ofensividad.
b. Verdad, en vez de falsedad.
c. No hurtar, en vez de hurtar.
d. Autocontrol, en vez de incontinencia.
e. Conformidad, en vez de avaricia o codicia.

Al aspirante no le queda excusa alguna al inculcarle la verdad de


que la transgresión de los mandamientos produce igualmente efec-
tos, tanto si la violación es leve como si es grave. "Un pensamien-
to contrario" debe producir efecto; este efecto es dual: dolor, e
ignorancia o engaño. Existen tres palabras que el estudiante esoté-
rico asocia siempre con los tres mundos:
1. Maya o ilusión, referida al mundo dé las formas, donde el ver-
dadero yo se halla durante la encarnación, y con las cuales ig-
norantemente se identifica durante largos eones.
2. Engaño, el proceso de identificación errónea, donde el yo se
engaña a sí mismo y dice: "Yo soy la forma".
3. Ignorancia o avidya, el resultado de esta errónea identificación
y al mismo tiempo su causa.

271
Libro II

El yo está revestido por la forma; es engañado en el mundo de la


ilusión. Sin embargo, cada vez que a sabiendas tiene pensamientos
contrarios a la yoga, el yo se sumerge aún más en el mundo iluso-
rio y hace que el velo de la ignorancia sea más tupido. Cada vez
que el peso de la imaginación se inclina hacia la naturaleza real
del yo y se aleja del mundo del no-yo, la ilusión disminuye, se
desvanece el engaño y el conocimiento reemplaza gradualmente a
la ignorancia.
Igualmente delinque el que miente que quien induce a mentir y
quien aprueba una mentira, Una mentira leve no deja de ser menti-
ra. Todo pensamiento vicioso reacciona contra quien lo emitió.
Cada pensamiento de odio que uno haya emitido, aunque fuere en
una caverna, se mantiene en espera de recaer algún día en forma
de aflicción sobre el que lo emitió. Nada será capaz de impedirlo.
Recuérdese esto para no cometer malas acciones.
Hacer no es solamente algo físico. Hacemos cosas físicamente no
también mentalmente. Por consiguiente el crimen existe tanto si lo
comete uno mismo como si hace que otros no cometan. También
existe cuando estemos a precios de aquellos que lo cometen. Eso
quiere decir que uno no está efectuando el mismo con el cuerpo y
la mente de los demás. Esto ocurre cuando uno no es capaz de
hacer algo.
Entonces ¿por qué existe semejante cosa? una vez que la mente
está perturbada, produce un pensamiento perturbado por segunda
vez. Cuando uno siente que tiene que poseer una cosa que no le
pertenece, su mente sufre una perturbación por el deseo. Este es-
tado de perturbación le hace a uno pensar en robar. De manera
parecida, cuando la mente se encuentra perturbada por la malicia,
produce un pensamiento de hacer daño a otra persona. La falsa
lógica no puede ser aceptada por una mente normal. En primer
lugar, la mente ha de ser perturbada por un motivo; esta perturba-
ción le hace a uno aceptar la falsa lógica y cuando llega el tercer
estadio, está ya en acción. Esto hace que se produzca una cadena

272
Libro II

de acontecimientos. Estos acontecimientos siempre te trae infeli-


cidad a la mente y el resultado es una acción en cadena de repetida
infelicidad. Esta es la razón por la que uno no ha de ocuparse de
estos pensamientos ni oponerse a ellos combatiéndolos. El único
método seguro que debemos seguir es el de apartar nuestra mente
dirigiéndola hacia otro pensamiento y acción. Es peligroso inten-
tar discutir exhaustivamente contra esos pensamientos negativos o
falsa lógica con los demás o en nuestro interior. Si hacemos un
esfuerzo en este sentido, ese mismo esfuerzo produce una lógica
acerca de sus crímenes. Puede ser a favor o en contra de ellos,
pero siempre estará en relación con el crimen. Por consiguiente el
único proceso que nos queda es el razonamiento inverso.

273
Libro II

Beneficios de Yamas y Niyamas (II.35-II.45)

35. Frente a quien ha perfeccionado la inofensividad, ce-


sa toda enemistad.

Este aforismo pone de manifiesto la actuación de una gran ley. En el


Libro Cuarto, Af. 17, Patanjali dice que la percepción de una carac-
terística, de una cualidad y de una forma objetiva, depende de que el
perceptor posea características, cualidades y capacidades objetivas
similares. Esta similitud es la base de la percepción. Se señala la
misma verdad en la primera Epístola de San Juan, en las palabras:
"Seremos semejantes a Él, porque lo veremos como Él es". Sólo
puede establecerse contacto con lo que ya está presente en la con-
ciencia del perceptor. Por lo tanto, si en el perceptor hay enemistad y
odio, es porque residen en él las simientes de la enemistad y el odio.
Cuando están ausentes, no existe más que unidad y armonía. Éste es
el primer paso hacia el amor universal, esfuerzo práctico del aspiran-
te para llegar a ser uno con todos los seres. Empieza consigo mismo
y procura desarraigar de su propia naturaleza todas las semillas de la
ofensividad. Se ocupa así de la causa que produce la enemistad hacia
él y los demás. El resultado natural es que disfruta de paz, y los de-
más están en paz con él. En su presencia, hasta las bestias salvajes se
sienten impotentes, en virtud del estado mental del aspirante a yogui.
Toda enemistad cesa en presencia del que se ha perfeccionado en
AHIMSA (inofensividad). Toda hostilidad desaparece, hasta de los
animales. Dicen que ningún tigre tocará jamás a un yogui que esté
meditando en plena selva. Todos los animales sienten un aura de
hostilidad o temor (que es el otro lado del odio) en los hombres. Un
miembro de la S. T., que era propietario de un gran circo, entraba a la
jaula de sus tigres sin nada. Decía que había descubierto que todos
los animales eran susceptibles al poder del pensamiento, y que por
este medio él los controlaba. Esa era la actitud sublime de San Fran-
cisco de Asís.

274
Libro II

36. Quien se perfecciona en ser veraz, observa inmedia-


tamente la eficacia de sus palabras y actos.

Esta cuestión de la verdad es uno de los grandes problemas que el


aspirante debe resolver; quien intente decir únicamente lo que es
estrictamente exacto, enfrentará dificultades bien definidas. La
verdad es muy relativa mientras prosigue la evolución y su mani-
festación progresiva. Podría definirse como la manifestación, en el
plano físico, de esa medida de realidad divina que permite expre-
sar la etapa de evolución y el medio empleado. Por lo tanto, la
verdad involucra la habilidad del perceptor o aspirante, para ver
correctamente la medida de divinidad que encierra una forma
(tangible, objetiva o verbal). Implica, por lo tanto, la capacidad de
penetrar hasta lo subjetivo y establecer contacto con lo que toda
forma encubre, y también la habilidad del aspirante para construir
una forma (tangible, objetiva o verbal) que exprese la verdad tal
cual es. Éstas son, en realidad, las dos primeras etapas del gran
proceso creador,
1. correcta percepción,
2. exacta construcción,
que llevan a la consumación, de la que trata el aforismo en consi-
deración, o sea la efectividad de las palabras y los actos para ex-
presar la realidad o la verdad tal cual es. Este aforismo es la clave
del trabajo del mago y la base de la gran ciencia de los mántram o
palabras de poder, que constituyen el equipo de todo adepto.
Mediante la comprensión de
a. la ley de vibración,
b. la ciencia del sonido,
c. la finalidad de la evolución,
d. la etapa cíclica actual,
e. la naturaleza de la forma,
f. la manipulación de la sustancia atómica,

275
Libro II

el adepto, no sólo ve la verdad en todas las cosas, sino que com-


prende cómo hacer visible la verdad, ayudando así al proceso evo-
lutivo y "proyectando imágenes sobre la pantalla del tiempo".
Esto lo hace por medio de ciertas palabras y acciones. En el aspi-
rante, el desarrollo de esta capacidad se realiza gracias al constan-
te esfuerzo por llenar los siguientes requisitos:
1. Estricta atención a todas las formas verbales que emplea.
2. Empleo inteligente del silencio, como factor de servicio.
3. Estudio constante de las causas subyacentes en cada acto,
a fin de comprender la razón de la efectividad, o no efec-
tividad de la acción.
4. Esfuerzo constante para ver la realidad en todas las for-
mas. Esto implica, textualmente, el estudio de la ley de
causa y efecto o karma; el objetivo de la ley kármica es
poner los polos opuestos, espíritu y materia, en concor-
dancia con los requisitos del espíritu, a fin de que la mate-
ria y la forma puedan expresar perfectamente la naturale-
za del espíritu.

Cuando la veracidad esté firmemente establecida en el hombre, ni


aun en sueños mentirá. Será verídico en pensamiento, palabra y
obra. Todo cuanto diga será verdad. Le dirá a otro hombre: "Ben-
dito seas" y el otro hombre recibirá la bendición. Si otro está en-
fermo y le dice: ―Sana”, inmediatamente sanará, lo que Él dice se
hace realidad. Este es el poder del hombre veraz. El yogui que se
establece en esta virtud adquiere el poder paranormal por el cual
el fruto de sus acciones depende enteramente de su voluntad.
Según Vyāsa, cualquier cosa que diga el adepto se convertirá en
verdadero.

276
Libro II

37. Cuando la abstención de hurtar es perfecta, el yogui


puede tener cuanto desea.

Aquí tenemos la clave de la gran ley de oferta y demanda. Cuando el


aspirante ha aprendido a no desear nada para el yo separado, se le
pueden confiar las riquezas del Universo; cuando nada exige para la
naturaleza inferior ni reclama para el triple hombre físico, entonces le
llega todo lo que desea, sin pedirlo ni reclamarlo. En algunas traduc-
ciones se expresa esto mismo, diciendo: "todas las joyas son suyas".
Debe recordarse que no hurtar se refiere no sólo a abstenerse de sus-
traer cosas tangibles y físicas, sino a no hurtar en los planos emocio-
nal y mental. El aspirante no sustrae nada ni reclama beneficios emo-
cionales (tales como amor y favoritismo, antipatía u odio) ni los ab-
sorbe cuando no le pertenecen; repudia todo beneficio intelectual; no
reclama una reputación injustificada; no asume el deber, el favor o la
popularidad de otro; se adhiere estrictamente a lo que le pertenece. El
mandato oriental es: "que cada uno atienda su propio dharma" y
cumpla su parte. "Ocúpate de tus cosas‖ es la forma occidental de
enseñar la misma verdad y trasmitir el mandato de que no hemos de
hurtar a otros la oportunidad de obrar correctamente, de estar a la
altura de la responsabilidad y de cumplir con el deber. Ésta es la ver-
dadera abstención de hurtar que hace al hombre cumplir perfecta-
mente con sus propias obligaciones, cargar con sus responsabilidades
y desempeñar sus deberes, lo cual evitará apropiarse de lo que perte-
nece a su hermano, en los tres mundos del esfuerzo humano.
Existe un adagio ocultista que dice: ―Cuanto más arrebatéis de las
cosas materiales, en mayor sujeción os tendrán; pero si no hacéis
caso de ellas, a vosotros se someterán‖. Esto nos recuerda las
palabras del Señor Cristo: ―Buscad primero su reino y su justicia,
y todas esas cosas se os darán por añadidura‖. (Mt. 6:33). ¿Por qué
el hombre habría de necesitar algo, cuando todo el Universo es su
mansión? Aquí surge necesariamente la gran aseveración esotérica
¡RECUERDA QUÍN ESRES!.

277
Libro II

38. Cuando se practica la continencia, se adquiere energía.

La incontinencia se considera como disipación de la vitalidad o


virilidad de la naturaleza animal. El poder de crear en el plano
físico y de perpetuar la especie, es la acción más elevada de que el
hombre es capaz. La disipación de los poderes vitales y la inconti-
nencia en la vida libertina, es el gran pecado contra el cuerpo físi-
co. Indica que no se reconoce ni aprecia el acto procreador; acusa
incapacidad de resistir los deseos y placeres inferiores y la pérdida
del propio control. Los resultados hoy se manifiestan en la familia
humana en la poca salud, en los hospitales colmados y en los
hombres, mujeres y niños enfermizos, débiles y anémicos, que
vemos por todas partes. Esto significa poca conservación de la
energía, y las mismas palabras "disipación" y "hombres disipados"
contienen una lección.
Lo primero que el discípulo debe hacer es aprender la verdadera
naturaleza de la creación y conservar su energía. No se impone el
celibato, pero sí el autocontrol. Durante un ciclo relativamente
corto de vida, donde el estudiante se prepara para hollar el sende-
ro, posiblemente habrá una vida, o quizás varias, en que tendrá
que abstenerse de procrear, a fin de dominarse y demostrar que ha
subyugado completamente su naturaleza sexual inferior. El co-
rrecto empleo del principio del sexo, de acuerdo a la ley vigente
en el país, caracteriza al verdadero aspirante.
Aparte de la consideración de este tema, en relación con la con-
servación de energía, hay otro punto de vista, desde el cual el as-
pirante encara el problema, y es la transmutación del principio
vital (tal como se manifiesta a través del organismo físico) en su
expresión dinámica, cuando lo hace por medio del órgano del so-
nido o de creación, es decir mediante la palabra, o sea el trabajo
del verdadero mago. Existe, como bien saben todos los estudiantes
esotéricos, una íntima relación entre los órganos de la procreación
y el tercer centro mayor, el laríngeo. Esto se manifiesta fisiológi-

278
Libro II

camente en el cambio producido en la voz, en el período de la


adolescencia. Mediante la verdadera conservación de la energía y
la continencia, el yogui se convierte en un creador, en el plano
mental, mediante la palabra y el sonido; así la energía que pudo
ser disipada en la actividad del centro inferior se concentra y
trasmuta en el gran trabajo creador del mago. Esto se lleva a cabo
por la continencia, el vivir puro y el pensar limpio, en vez de las
perversiones de la verdad esotérica, como la supuesta magia
sexual (alquimia tántrica) y las monstruosas perversiones sexuales
practicadas por ciertas escuelas seudo ocultistas. Éstas últimas
están en el sendero negro, y no conducen al portal de la iniciación,
ya que ansían con mucha fuerza el enorme poder de la energía
kundalini, antes que la pureza y sabiduría del alma.

El cerebro del hombre casto manifiesta tremenda energía y gigan-


tesca fuerza de voluntad. Sin castidad no es posible tener suficien-
te energía espiritual para triunfar. La continencia confiere admi-
rable dominio sobre las gentes. Los instructores espirituales del
mundo fueron todos muy castos, y de la castidad dimanaba su
poder. Por lo tanto, el yogui ha de ser continente. Si queremos
desarrollar la moderación en toda cosa, nada se desperdicia. De-
masiado de cualquier cosa engendra problemas; no poseer sufi-
ciente puede ser igualmente inadecuado.

Muchas páginas podrían escribirse sobre este sutra, pues los pode-
res físicos del hombre, como se dijo antes, son el reflejo de los
poderes creadores cósmicos. Y debido a esto, dice H. P. B., el abu-
so de ellos conlleva penosos resultados kármicos. Ella dice en LA
DOCTRINA SECRETA que toda la raza humana se ha vuelto super-
sexual, y que el abuso y mal uso durante siglos ha traído las en-
fermedades escrofulosas hereditarias que afectan a la mayoría.
Dice que esta acentuación en los impulsos creadores físicos pende
sobre la humanidad como un espeso paño mortuorio.

279
Libro II

¿Entonces que hacer?, ser absolutamente casto o moderadamente.


La dificultad de esta respuesta estriba en que no es la misma para
cada individuo. El prototipo perfecto sería sólo tener relaciones
sexuales para procrear. Sin embargo no todos están preparados
para tal abstinencia, lo cual produciría muchos daños físicos y
psíquicos. Por lo tanto el sentido común es la clave en este caso.
Debemos ir poco a poco, trasmutando el deseo sexual en aspira-
ción espiritual. Por lo general una vida sexual en pareja moderada
es lo más sano para la mayoría, y perfectamente compatible con la
yoga. Conforme la relación se vaya estrechando entre el Alma y la
personalidad toda esta confusión ira desapareciendo de una forma
natural, pues es precisamente en esta ―unión sagrada‖ y elevada
donde todos los problemas y espejismos desaparecen.

280
Libro II

39. Cuando la abstención de la avaricia es perfecta se


llega a la comprensión de la ley de renacimiento.

Este aforismo imparte en forma inequívoca la gran enseñanza de


que el espíritu encarna por el deseo de adoptar determinada forma.
Cuando no existe deseo, los tres mundos no pueden retener al yo-
gui. El deseo, los diversos anhelos por las cosas, las experiencias
o el ansia de vivir en la forma, constituyen la fragua donde forja-
mos nuestras cadenas.
Cuando se cultiva y está presente la conformidad, se rompen gra-
dualmente tales cadenas y ya no se forjan otras; a medida que nos
desligamos del mundo de la ilusión, se aclara nuestra visión y
paulatinamente se nos hacen aparentes y comprensibles las leyes
del ser y de la existencia. Esto explica el cómo y el por qué de la
vida. La razón de la existencia y, el método del plano físico ya no
constituye un problema, y el yogui comprende la razón de por qué
ha existido el pasado y cuáles son sus características; entiende la
razón del presente ciclo de vida y experiencia, aplica cada día
prácticamente la ley, y sabe muy bien qué debe hacer para el futu-
ro. De esta manera se libera a sí mismo, nada desea de los tres
mundos y se reorienta hacia el mundo del ser espiritual.
La ausencia de codicia, que es la renuncia al deseo de posesiones,
es la gradual suspensión de identidad del ego a favor del si-
mismo-trascendental. Este progresivo cambio de identidad pro-
porciona al hombre acceso a la memoria profunda que no actúa
solo como depósito de los activadores subliminales generados en
su actual encarnación, sino que también contiene los deseos po-
tenciales almacenados a partir de las destiladas experiencias vita-
les de anteriores nacimientos.
Las palabras de LUZ EN EL SENDERO dicen al respecto: El hombre
corriente no puede ver cómo se ha tejido su destino, porque está
hundido en lo más denso del telar del tiempo. El hombre ilumina-

281
Libro II

do posee la visión de todo en su plenitud, en virtud de haberse


elevado bien por encima.
Dice también: ―Las operaciones de las verdaderas leyes de karma
no han de estudiarse hasta que el discípulo ha alcanzado el punto
en que ya no le afectan. El iniciado tiene el derecho a exigir el
secreto de la naturaleza y de conocer las reglas que gobiernan la
vida humana. Obtiene ese derecho por haberse escapado de los
límites de la naturaleza. Se ha convertido en una porción recono-
cida del elemento divino, y ya no le afecta lo que es temporal.
Obtiene entonces el conocimiento de las leyes que gobiernan las
condiciones temporales‖.
Vyasa dice que esto trae el conocimiento de vidas anteriores, por-
que significa que posee conocimiento perfecto del pasado, del
presente y del futuro, junto con sus modalidades: el Eterno Ahora
de los filósofos esotéricos.

En estas cualidades tenemos el cumplimiento


de los cinco mandamientos.

Los aforismos siguientes hablan sobre las CINCO REGLAS.

282
Libro II

RESULTADOS DE LA APLICACIÓN
DE LAS REGLAS

40. La purificación interna y externa produce aversión a


la forma, tanto a la propia como a las demás formas.

La paráfrasis del Af. 40 no coincide con la traducción técnica de las


palabras sánscritas, debido a que las palabras empleadas han sido
mal interpretadas. Literalmente la traducción es: "La purificación
interna y externa produce odio contra el propio cuerpo y el rechazo
de todo intercambio con otros cuerpos". La tendencia de los estu-
diantes de Occidente a interpretar literalmente, exige una traduc-
ción más libre. El estudiante oriental, más versado en la presenta-
ción simbólica de la verdad, no es tan propenso a equivocarse en
este sentido. Al considerar este aforismo debe tenerse presente que
la pureza es una cualidad del espíritu. La purificación es necesaria-
mente de varios tipos y se relaciona con los cuatro vehículos (los
cuerpos físico, etérico, emocional y mental) mediante los cuales el
hombre se pone en contacto con los tres mundos de su actividad.
Podemos, por lo tanto, diferenciarlos así:

a. Pureza externa ........ vehículo físico ........ cuerpo denso.


b. Pureza magnética ... vehículo etérico ...... pureza interna.
c. Pureza síquica ......... vehículo astral ....... pureza emocional.
d. Pureza mental ......... vehículo mental ..... pureza de la men-
te concreta.

Debe tenerse cuidadosamente en cuenta que esta pureza concierne


a la sustancia, de la cual está compuesto cada uno de los vehícu-
los, lográndose de tres maneras:
1. Por la eliminación de la sustancia impura, o los átomos y molé-
culas que limitan la libre expresión del espíritu y lo confinan en
la forma, y no le permiten ingresar ni egresar libremente.

283
Libro II

2. Por la asimilación de los átomos y moléculas que tienden a


proporcionar una forma, mediante la cual el espíritu pueda
actuar adecuadamente.
3. Por la protección de la forma purificada contra la contami-
nación y deterioración.

En el sendero de purificación o de probación comienza el proceso


eliminatorio; en el sendero del discipulado se aprenden las reglas
del proceso constructivo o asimilativo, y en el sendero de iniciación
(después de la segunda iniciación) se inicia el trabajo protector.
En Occidente son bien conocidas y generalmente practicadas las
reglas de purificación externa, de sanidad y de higiene. Oriente
conoce mejor las reglas de purificación magnética; una vez que
ambos sistemas se sinteticen y reconozcan mutuamente, la envoltu-
ra física, en su doble naturaleza, alcanzará, con el tiempo, un alto
grado de refinamiento.
Sin embargo, en el actual ciclo, el interés de la Jerarquía está cen-
trado en gran parte, en el problema de la pureza síquica (Raja-
Yoga), razón por la cual en la actualidad se desarrolla la tendencia
a la enseñanza esotérica. Ésta se aleja de lo que comúnmente se
entiende por desarrollo psíquico y, sin hacer hincapié sobre los
poderes síquicos inferiores, trata de entrenar al aspirante en las
leyes de la vida espiritual. Esto produce la comprensión de la na-
turaleza de la psiquis o alma, y el control de la naturaleza síquica
inferior. El gran "empuje" del esfuerzo jerárquico, correspondien-
te a este siglo 1926-2026, será hecho en esa dirección, conjunta-
mente con la difusión de las leyes del pensamiento. De ahí la ne-
cesidad de promulgar las enseñanzas dadas en los aforismos de la
yoga, que proporcionan las reglas para el control de la mente, pero
al mismo tiempo tratan extensamente de la naturaleza de los pode-
res síquicos y el desenvolvimiento de la conciencia síquica.
El Libro Tercero trata de tales poderes; podría decirse brevemente
que todo el tema de los aforismos consiste en desarrollar el control
284
Libro II

de la mente, con el propósito de establecer contacto con el alma y


obtener el consiguiente control de los poderes síquicos inferiores,
y su desenvolvimiento debe ir paralelo al de los poderes superio-
res. Debe hacerse hincapié sobre esto. Aversión a la forma o "au-
sencia de deseo" (término genérico, que abarca esta condición de
la mente) es el gran impulso que, con el tiempo, lleva a liberarse
completamente de la forma.
Esto no significa que la forma, o tomar una forma, es malo en sí.
Tanto las formas como el proceso de encarnación, son correctos y
adecuados en su lugar; pero para el hombre que ya no tiene nece-
sidad de experimentar en los tres mundos y ha aprendido las lec-
ciones necesarias en la escuela de la vida, la forma y el renaci-
miento son malos, y debe relegarlos a una posición fuera de la
vida del ego. Es verdad que el hombre liberado puede decidir li-
mitarse a sí mismo en una forma, para fines específicos de servi-
cio, pero lo hace por un acto de voluntad y autoabnegación; no se
siente impelido a ello por el deseo, sino por el amor a la humani-
dad y el anhelo de permanecer con sus hermanos, hasta que el
último de los hijos de Dios haya llegado al portal de la liberación.
El afán de mimar el cuerpo es el peor tósigo de la vida humana.
Así el primer indicio de la afirmación de la pureza será no pensar
en identificarse con el cuerpo. Únicamente cuando la pureza se
establece desechamos la idea del cuerpo como algo atractivo, y
quedamos libres de su gravedad.

285
Libro II

41. Por la purificación (sattva) llega también la quietud


del espíritu, la alegría, la concentración, el dominio de
los órganos y la capacidad de ver al yo.

Debe recordarse que tanto los mandamientos como las reglas


(yama y niyama) tienen que ver con el cuádruple yo inferior, el
cual funciona en los tres mundos, y se lo denomina frecuentemen-
te cuaternario inferior. Hemos visto en el aforismo precedente,
que la purificación requerida es cuádruple y concierne a los cuatro
vehículos. Los resultados de tal pureza son también cuádruples, y
corresponden igualmente a las cuatro envolturas. Estos resultados
son, de acuerdo a los vehículos:
1. El dominio de los órganos ..... el cuerpo físico.
2. La quietud del espíritu .......... el vehículo emocional.
3. La concentración .................. la mente inferior o cuerpo mental.
4. La capacidad de ver al yo ..... el resultado sintético de la triple
condición de las envolturas men-
cionadas.

El "dominio de los órganos" concierne especialmente a los senti-


dos; es el resultado de la pureza magnética o del refinamiento del
cuerpo etérico. A este respecto los estudiantes deben tener presen-
te que el cuerpo físico no es un principio, sino que se construye
exactamente de acuerdo al cuerpo etérico, el vehículo magnético
en el plano físico, y atrae (según su naturaleza y elementos consti-
tuyentes) a los átomos y partículas de sustancia con los cuales es
construido el físico denso. Una vez refinadas las percepciones
sensorias y sintonizada con exactitud la condición vibratoria del
cuerpo vital, los órganos sensorios quedan totalmente dominados
y controlados por el hombre real y, con el tiempo, lo pondrán en
contacto con los dos subplanos más elevados del plano físico y no
con el astral inferior como ocurre ahora.

286
Libro II

El orden correcto de este control de los órganos de percepción


física o de los cinco sentidos es:
1. Correcta percepción intelectual del ideal, en el plano
mental.
2. Deseo puro, libre del amor a la forma, en el plano emo-
cional o astral.
3. Uso y desenvolvimiento correcto de los cinco centros en la
columna vertebral (base de la columna, sacro, plexo solar,
cardíaco y laríngeo), cada uno de los cuales se halla en el
cuerpo etérico y está vinculado a uno de los cinco sentidos.
4. La consiguiente correcta reacción de los órganos de los sen-
tidos a las demandas del hombre verdadero o espiritual.

En conexión con el cuerpo astral, la purificación da por resultado


la tranquilidad de espíritu o la "suave quietud" del vehículo, a fin
de reflejar adecuadamente el principio crístico o la naturaleza
búdica. Se debe tener muy en cuenta la relación del astral o prin-
cipio kámico (que utiliza el vehículo medio del triple hombre infe-
rior) con el principio búdico (que utiliza el vehículo medio de la
tríada espiritual o atma-budi-manas). El aquietamiento de las
emociones y el control de la naturaleza de deseos preceden siem-
pre a la reorientación de lo inferior. Antes que el hombre desee las
cosas del espíritu debe cesar de desear las cosas del mundo y de la
carne, lo cual trae un período de gran dificultad en la vida del neó-
fito; el proceso está simbolizado en la palabra ―conversión", em-
pleada en los círculos ortodoxos cristianos; significa "darse vuel-
ta", con el consiguiente trastorno temporario, pero que eventual-
mente traerá quietud.
En el cuerpo mental el efecto de la purificación es el desarrollo de
la capacidad de concentrarse o enfocarse en una sola dirección. La
mente no va de un lado a otro, queda controlada, pasiva y recepti-

287
Libro II

va a las impresiones superiores. Esto es tratado extensamente en el


Libro Tercero, por eso no nos ocuparemos aquí.
Cuando los tres resultados de la purificación se hacen sentir en la
vida del aspirante, está próximo a cierta culminación, que es la
repentina percepción de la naturaleza del alma. El aspirante alcan-
za la visión de la realidad que es él mismo, y descubre la verdad
de las palabras de Cristo: "Los puros de corazón verán a Dios".
Contempla el alma, y desde entonces su deseo va dirigido siempre
a la realidad, alejándose de lo irreal y del mundo de la ilusión.
El cultivo de la pureza tiene importantes consecuencias. Conduce
a la pureza del propio ser interior. El término sattva tiene nume-
rosas connotaciones que no pueden ser expresadas con una sola
palabra en nuestro idioma. Sattva, entre otras cosas es el factor
luminoso de la conciencia, es decir, su mas elevada forma de ma-
nifestación. De hecho, una forma de caracterizar el proceso yógui-
co es en términos de una gradual sustitución de rajas y tamas por
sattva. En el nivel emocional esto induce a un sentimiento soste-
nido de alegría, de gozo. La atención se intensifica, se concentra,
y el adepto adquiere la habilidad de excluir todo impulso sensorial
de su alrededor.

La limpieza hace surgir la pureza interna y natural, y de ella


surge a su vez la alegría; de la alegría, la unidireccionalidad
de la mente; de ésta, la conquista de los sentidos; y de éste
dominio, la aptitud del aspecto mas puro del intelecto para
la observación del sí mismo. Todo lo cual se logra afirmán-
dose en la pureza.

288
Libro II

42. El gozo trae por resultado la bienaventuranza.

Poco puede decirse respecto a este aforismo, salvo indicar que


todo sufrimiento, desagrado e infelicidad, se deben a la rebelión
Desde el punto de vista del ocultista, la rebeldía sólo trae mayores
dificultades, y la resistencia sólo sirve para nutrir el mal, cualquie-
ra sea. El hombre que ha aprendido a aceptar su sino, no malgasta
el tiempo en vanas lamentaciones y puede dedicar toda su energía
en cumplir perfectamente su dharma o trabajo obligatorio. En vez
de quejarse y oscurecer las cuestiones de la vida con la preocupa-
ción, la duda y la desesperación, despeja su camino mediante la
sana comprensión de la vida, tal como es, y la directa apreciación
de lo que puede hacer de ella. Así no malgasta fuerza, tiempo ni
pierde oportunidad, y avanza constantemente hacia la meta.
El resultado del contentamiento es la felicidad completa. La feli-
cidad obtenida por la adquisición de posesiones es solo temporal.
Hay que encontrar nuevos objetos y adquirirlos para mantener este
tipo de felicidad. Es un proceso sin fin. El contentamiento auténti-
co se diferencia en que proviene de la alegría que nos induce a
considerar el aspecto positivo en todos los seres y situaciones. Es
muy difícil, sin embargo, mantener el contentamiento. Aunque
puede ser más fácil ser feliz cuando tenemos éxito, solo seres ex-
cepcionales son optimistas en medio de corrientes adversas. Con-
tentamiento significa contemplar cada acontecimiento con una
sonrisa. En esto ayuda el buen sentido del humor.
El gozo perfecto de basa en sí mismo, no en ningún objeto. No
tiene motivo ni causa, se es feliz porque si. Es un estado natural
del Espíritu, y no es que el espíritu tenga gozo, sino que él lo es.

289
Libro II

43. Por la ardiente aspiración y la eliminación de toda


impureza, se perfeccionan los poderes del cuerpo y
de los sentidos.

Aunque las dos causas del proceso de perfeccionamiento son: as-


piración y purificación, sin embargo, ambas constituyen realmente
una sola y son los dos aspectos de la disciplina del sendero de
probación. El Antiguo Comentario, que constituye la base esotéri-
ca de las enseñanzas internas del raja yoga, contiene algunas fra-
ses valiosas porque imparten un concepto correcto:
"A medida que el aliento de fuego asciende a través del sis-
tema y a medida que el elemento ígneo hace sentir su pre-
sencia, se ve desaparecer lo que obstaculiza y se ilumina lo
que estaba oscuro."
"El fuego asciende y consume las barreras; el aliento se ex-
pande y las limitaciones desaparecen. Los siete, hasta enton-
ces pasivos, vuelven a la vida. Los diez portales, cerrados y se-
llados, parcialmente entornados, se abren de par en par".
"Los cinco métodos de contacto se precipitan a la activi-
dad. Se vencen los obstáculos y las barreras ya no obstaculi-
zan. El que se ha purificado se convierte en el gran receptor y
el Uno es conocido".

Estas palabras se refieren a la purificación por el fuego y el aire,


purificación impuesta en el sendero de la yoga. La purificación
por agua tiene lugar en las últimas etapas de la vida del hombre
muy evolucionado, antes de hollar el sendero del discipulado, y es
sugerida en las palabras tan frecuentemente empleadas "aguas del
infortunio". Ahora se somete a la prueba ígnea y toda la naturaleza
inferior pasa a través del fuego. Éste es el primer significado y el
que más concierne al aspirante. Surge desde su corazón cuando
clama por fuego, expresado en las palabras:

290
Libro II

"Busco el Camino; ansío saber. Veo visiones, y fugaces im-


presiones profundas. Detrás del Portal, al otro lado, está lo
que llamo hogar, porque el círculo casi ha sido hollado en su
totalidad y el fin se aproxima al principio".
"Busco el Camino. Mis pies han hollado todos los caminos.
El Camino de Fuego me llama con irresistible atracción. Nada
en mí busca el camino de la paz; nada en mí ansía la tierra".
"Que el fuego ruja; que las llamas devoren; que se queme
toda la escoria; que se me permita trasponer ese Portal, y
hollar el Camino del Fuego"
"El aliento de Dios se siente como brisa purificadora y es
también la respuesta del alma a la aspiración del discípulo. El
alma "inspira" al hombre inferior ".

El significado secundario se refiere, lógicamente, en forma dire-


cta, a la actividad del kundalini o fuego serpentina, en la base de
la columna vertebral, cuando responde a la vibración del alma
(sentida en la cabeza, en la región de la glándula pineal, y deno-
minada: "la luz en la cabeza"). El fuego kundalini asciende, que-
ma todas las obstrucciones del canal etérico en la columna verte-
bral y vitaliza o electrifica los cinco centros de la columna y los
dos de la cabeza, Los aires vitales, dentro de los ventrículos de la
cabeza, son puestos también en actividad y producen un efecto
purificador, o más bien eliminador. El estudiante aún nada tiene
que ver con ellos, excepto procurar, dentro de lo posible, que la
aspiración de su corazón sea de carácter "ígneo" y que prosiga,
como es de desear, la constante purificación de su naturaleza físi-
ca, emocional y mental. Cuando esto sucede la respuesta del alma
es efectiva y tiene lugar, sin peligro y normalmente, de acuerdo a
la ley, las consiguientes reacciones en los centros etéricos.

291
Libro II

Los tres versículos citados se refieren a:


a. Los siete centros, hasta entonces pasivos,
b. Los diez portales cerrados, los diez orificios del cuerpo
físico.
c. Los cinco sentidos, mediante los cuales se establece con-
tacto con el plano físico, abarcando con estos términos to-
das las actividades entrantes y salientes en el plano físico.

Otro nombre que recibe la ―la ardiente aspiración‖ en este sutra es


―TAPAS”, que quiere decir: intensa austeridad, a través de la as-
cesis, con la autodisciplina y la práctica espiritual. Cuando se per-
fecciona la ascesis, se destruye el velo de la impureza, cuando se
elimina el velo (de la impureza), se perfecciona el cuerpo, adqui-
riendo facultades sobrenaturales, como leer los pensamientos aje-
nos, ver y oír en largas distancias y en los planos sutiles, la levita-
ción y otros poderes.
Cuando estas actividades son dirigidas por el alma o regidor inter-
no, se efectúa la unión con el alma y la consiguiente identificación
con Aquel en Quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro
Ser.

292
Libro II

44. La lectura espiritual trae como resultado el contacto


con el alma o el divino Uno.

Este aforismo quizás podría traducirse más literalmente si se dije-


ra: ―La lectura de símbolos produce contacto con el alma‖. El
símbolo es una forma de determinado tipo, que vela u oculta un
pensamiento, una idea o una verdad; en consecuencia, se puede
establecer como axioma general, que cualquier tipo de forma es
un símbolo o el velo objetivo de un pensamiento. Esto aplicado a
toda forma, se refiere igualmente a la forma humana, que está
destinada a ser el símbolo (hecho a imagen) de Dios; constituye la
forma objetiva que vela un pensamiento, idea o verdad divinos, la
manifestación tangible de un concepto divino; la meta de la evo-
lución es llevar a la perfección esta forma simbólica objetiva.
Cuando el hombre conoce esto, deja de identificarse con el símbo-
lo, su naturaleza inferior; empieza a actuar conscientemente como
el divino Yo subjetivo interno, utilizando al hombre inferior para
velar y ocultar su forma, trabajar diariamente sobre esa forma, a
fin de moldearla y forjarla en un instrumento adecuado de expre-
sión. Esta idea también se lleva a cabo en la vida diaria, en la acti-
tud del hombre hacia todas las formas (en los tres reinos de la na-
turaleza) con las cuales se pone en contacto. Trata de ver debajo
de la superficie y llegar a la idea divina.
Ésta es la cuarta regla y concierne a la actitud interna que el hom-
bre adopta hacia el universo objetivo. Podría decirse que las reglas
tienen que ver con la actitud del hombre hacia:
1. Su propia naturaleza inferior .... purificación interna y externa.
2. Su karma o sino en la vida ....... conformidad.
3. Su alma o ego .......................... ardiente aspiración.
4. Su medio ambiente y
contacto en el plano físico ....... lectura espiritual.
5. La Existencia una, Dios ............... devoción a Ishvara.

293
Libro II

Así esta serie de reglas abarca la "correcta actitud" hacia todas las
cosas. El estudio, llevado a su más alto grado, nos acerca a fuerzas
superiores que ayudan a comprender lo mas complejo. Cuanto
más eficaz es nuestro estudio, mejor comprendemos nuestras debi-
lidades y nuestras fuerzas. Debemos aprender a acabar con nues-
tras debilidades y a hacer el mejor uso de nuestras fuerzas. Enton-
ces no hay límite para nuestra comprensión. A través del estudio
de si mismo o penetración intelectual en los niveles del significa-
do mas profundo de una escritura concreta nos eleva hacia esas
mismas regiones celestiales. Esto sucede bajo la experiencia medi-
tativa.
Tengamos presente que el estudio superior al que nos estamos
refiriendo es una práctica yoguita como lo podría ser la medita-
ción o la mantralización, ya que nuestra mente, en esos momentos
permanece enfocada y alineada vibracionalmente con los textos
escogidos. Esto es también una forma de alimentación sutil.

294
Libro II

45. Por la devoción a Ishvara se alcanza la meta de la


meditación o samadhi.

La meta de la meditación es lograr la capacidad de ponerse en con-


tacto con el divino yo interno y, por medio de este contacto, llegar a
la comprensión de la unidad de ese yo con todos los yoes y con el
Omni-yo, no sólo teóricamente sino como una realidad en la natura-
leza. Esto se produce cuando se alcanza el estado llamado samadhi,
en el cual la conciencia del pensador se transfiere de la conciencia
del cerebro inferior a la del hombre espiritual o alma, en su propio
plano. Las etapas de esta transferencia pueden ser descritas como:
1. Transferencia de la conciencia del cuerpo, la conciencia sa-
liente instintiva del hombre físico, a la cabeza. Esto requiere
retirar conscientemente la conciencia en un punto dentro del
cerebro, en la cercanía de la glándula pineal, y centrarla cons-
ciente y definidamente allí.
2. Transferencia de la conciencia de la cabeza o cerebro, a la
mente o cuerpo mental. En esta transferencia el cerebro perma-
nece agudamente alerta, y el retiro de la ciencia se efectúa cons-
cientemente por medio del cuerpo etérico, utilizando el brahma-
randra, o abertura en la cima de la cabeza. En ningún momento
el hombre está en trance, inconsciente o dormido. Emprende es-
te proceso de abstracción o retiro y lo efectúa activamente.
3. Transferencia de la conciencia del cuerpo mental al cuerpo
del ego, el alma, alojada en el cuerpo causal o loto egoico. En-
tonces se produce una condición en que el cerebro, el cuerpo
mental y el cuerpo egoico, forman una unidad coherente, pasi-
va, alerta, positiva y firme.
4. Así se puede entrar en el estado de samadhi o contempla-
ción espiritual, donde el alma observa su propio mundo, perci-
be la visión de las cosas tal cual son, se pone en contacto con
la realidad y "conoce a Dios".

295
Libro II

Luego viene la etapa en que el hombre espiritual trasmite al cerebro,


por conducto de la mente, lo que ha visualizado, visto, hecho contacto
y conocido; de esta manera el conocimiento forma parte del contenido
del cerebro y queda disponible para ser utilizado en el plano físico.
Ésta es la meta del proceso de la meditación, y los resultados, en
sus muchas Variaciones, son el tema del Libro Tercero, y se pro-
ducen de acuerdo a los ocho métodos de la yoga, tratados en el
Libro Segundo. Únicamente la devoción a Ishvara o verdadero
amor a Dios, con las cualidades asociadas de servicio, amor al se-
mejante y la paciente constancia en obrar. bien, llevarán al hombre
por este difícil sendero de disciplina, purificación y arduo trabajo.

Vyasa dice que la facultad de SAMADHI se hace perfecta en aquel


que dedica todos sus poderes a ISHVARA. Así conoce todo cuanto
desea conocer, tal como es en realidad. Su inteligencia conoce
todo como es. Esto nos recuerda las palabras del Maestro K. H. a
C. W. Leadbeater: ―Haz buenas obras en Su Nombre y por amor a
la humanidad‖. Y también las encantadoras palabras del Señor
Krishna en el GITA IX: 27: ―Todo cuanto hagas, todo cuanto comas,
todo cuanto ofrezcas, todo cuanto des, todo cuanto hagas por aus-
teridad, Oh Kauntaya, hazlo todo como una ofrenda a mí‖.
Jan Ruisbroek, el místico flamenco, describe esta actitud muy sim-
ple y bellamente: ―Toda buena acción, por pequeña que sea, si es
dedicada a Dios con sencillez de intención, aumenta en nosotros la
Semejanza Divina, y ahonda en nosotros la corriente de Vida eter-
na. La sencillez de intención reúne en la unidad del espíritu los dis-
persos poderes del alma y junta al espíritu mismo con Dios. Esta
misma sencillez es la que lo refiere todo a Dios y hace de nuestras
virtudes una ofrenda a Dios. En todo acto de nuestra vida debemos
aferrarnos a esa sencillez, debemos practicarla y cultivarla por en-
cima de todo lo demás. Esto es lo que conduce al hombre a la pre-
sencia de Dios, lo que le da luz y valor, libertándolo. Esta senci-
llez es la que al final entregará a Dios toda nuestra actividad vital,
modelándonos de hora en hora a una semejanza más fiel‖.

296
Libro II

Asana, paso 3 de 8 (II.46-II.48)

TERCER MÉTODO. ASANA


LA POSTURA

46. La postura adoptada debe ser estable y cómoda.

Este aforismo ha conducido a los estudiantes occidentales a gran-


des dificultades, pues lo interpretan en sentido completamente
físico. Es verdad que tiene un significado físico, pero si lo toma-
mos en relación con la triple naturaleza inferior, puede decirse que
se refiere a una posición de constante inmovilidad del cuerpo físi-
co, durante la meditación una condición firme e indesviable del
cuerpo astral o emocional al pasar por la existencia mundana y
una mente inalterable y sin fluctuaciones totalmente controlada.
De estas tres, podría decirse que la postura física tiene menos im-
portancia. La mejor es aquella en que el aspirante puede olvidar
con más rapidez que posee un cuerpo físico. Hablando en forma
general podría establecerse que una posición erecta en una silla
confortable, manteniendo derecha la columna, los pies cruzados
en forma natural, las manos unidas sobre el regazo, los ojos cerra-
dos y la cabeza ligeramente inclinada, es la mejor postura para el
aspirante occidental. En Oriente hay una ciencia de las posturas,
más de ochenta y cuatro posiciones distintas, algunas de las cuales
son muy complicadas y dolorosas. Esta ciencia es una rama del
Hatha Yoga y no debiera ser seguida por la quinta raza raíz; es el
remanente de esa yoga, necesaria y suficiente para los hombres de
la raza raíz lemuriana, quienes tenían que aprender a controlar el
cuerpo físico. Bhakti Yoga, o yoga de la devoción, fue la yoga de
los atlantes o cuarta raza raíz, con algo del Hatha Yoga. En nues-
tra quinta raza raíz, la actual, Hatha Yoga debería caer totalmente
en desuso, en lo que concierne al discípulo, el cual debiera ocuparse
del Raja Yoga y Bhakti Yoga –el cual debería ser un devoto mental.

297
Libro II

El discípulo de la época lemuriana aprendió a controlar su cuerpo


físico y dedicarlo al servicio de Ishvara, por la práctica del Hatha
Yoga, aspirando al control emocional.
El discípulo de la época atlante aprendió a controlar el cuerpo
emocional y dedicarlo al servicio a Ishvara, mediante la práctica
del Bhakti Yoga, aspirando a obtener control mental.
El discípulo de esta época debe aprender a controlar el cuerpo
mental y dedicarlo al servicio a Ishvara, mediante la práctica de
Raja Yoga, aspirando a conocer al morador interno, el alma. Así, en
la actual raza raíz, todo el hombre inferior, la personalidad, queda
subyugado y tiene lugar la ―Trasfiguración" de la humanidad.
En lo que respecta al aspecto físico de este sutra el hombre se co-
loca en una firme postura (asana). La firmeza de postura significa
que hemos de quedar como si no tuviéramos cuerpo físico. De
ordinario, cuando nos sentamos se nota al cabo de rato cierta mo-
lestia, pero cuando se desecha la idea del cuerpo material se pier-
de toda sensación física, sin sentir placer ni dolor y al restituirse el
hombre al cuerpo lo encontrará descansado. Una vez logrado el
completo dominio del cuerpo, manteniéndolo firme, será también
firme la práctica de la yoga; pero será difícil concentrar la mente
mientras los disturbios del cuerpo perturben los nervios, porque los
nervios, y especialmente los del sistema simpático, presiden las
funciones del organismo.
La postura debe ser tanto estable como agradable. Una vez esta-
blecida la postura, la mente y los miembros deben permanecer
firmes, sin sensación de dolor. La firmeza es lo contrario a la agi-
tación física y la comodidad lo contrario al sufrimiento. Tanto la
firmeza como la comodidad son físicas y mentales. Forman un
todo que corresponde al estado de equilibrio (sattva), sin agitación
(rajas) o apatía (tamas).
Cualquier āsana que se efectúe, debe ser hecha con un sentimiento
de firmeza, estabilidad y resistencia en el cuerpo; buena voluntad

298
Libro II

en la cabeza y conciencia y deleite en el corazón. Así es como


debe entenderse, practicarse y experimentarse cada āsana. La eje-
cución de cada āsana debe ser nutritiva e iluminativa. Ya desde el
primer sūtra Patañjali solicita la atención más excelsa para la per-
fección. Esta disciplina y atención deben aplicarse a la práctica de
cada āsana a fin de penetrar las mayores profundidades en las par-
tes mas recónditas del cuerpo. En cada āsana el cuerpo debe ser
tonificado y la mente puesta a punto de tal forma que se pueda
permanecer largo tiempo con el cuerpo firme y la mente serena.
La explicación de dhāranā (concentración) y dhyāna (meditación)
dada por Patañjali en los sūtras III.1 y III.2 describe perfectamente
la ejecución correcta de un āsana: ―La concentración consiste en
fijar el complejo mental (con la mente en estado de abstracción
sensorial) a un (solo) punto. La meditación consiste en el sosteni-
miento prolongado de la vivencia en el estado anterior (de concen-
tración)‖.
Debemos recordar que este aforismo no se refiere tanto al aspecto
físico como psíquico. La estabilidad natural pertenece a los vehí-
culos emocional y mental y no al cuerpo físico. De hecho el cuer-
po físico responde perfectamente a un estado firme y estable
cuando el cuerpo astral o emocional y mental están serenos. Un
cuerpo superior influye poderosamente sobre un cuerpo inferior.
Esta es la razón por la que se hace tanto hincapié en el raja-yoga
como el yoga perfecto, ya que el raja-yoga trabajo con el vehículo
más elevado que actualmente la humanidad puede manejar, el
cuerpo mental.

299
Libro II

47. La estabilidad y la comodidad de la postura se deben


lograr mediante un ligero y persistente esfuerzo y la
concentración de la mente en lo infinito.

Este aforismo abarca los dos aspectos que presentan dificultades


en la meditación: la comodidad del cuerpo y el control de la men-
te. Es digno observar que el esfuerzo para alcanzar el olvido del
cuerpo físico, mediante la correcta postura, se realiza con la
práctica persistente, regular, más bien que forzando violentamente
el cuerpo a adoptar posturas incómodas y actitudes no acostum-
bradas. Cuando logra esto y la mente puede estar ensimismada en
las cosas del alma, entonces la estabilidad y la comodidad caracte-
rizan al hombre en el plano físico; se olvida del vehículo físico y
puede concentrar la mente, la cual está tan enfocada en una sola
dirección, que es imposible pensar en el cuerpo.
Vyāsa dice: La postura es perfecta cuando el espíritu se transforma
en infinito es decir, cuando hace de la idea del infinito su propio con-
tenido. Vācaspati comenta lo anterior: el que practique el āsana de-
berá hacer uso de una energía consistente en suprimir los esfuerzos
corporales naturales. De otro modo, la postura ascética de que
hablamos aquí no podrá ser realizada. En lo concerniente al ―espíritu
transformado en infinito‖ significa una suspensión total de la aten-
ción a la presencia de su propio cuerpo. La āsana debe tener una do-
ble cualidad: la atención y la relajación. En āsana debe haber aten-
ción sin tensión y relajación sin embotamiento ni pesadez. Se puede
considerar al practicante firme en su postura cuando ya no necesita
perseverar en el esfuerzo. Hay quienes equivocadamente consideran
que durante la postura física de la meditación debemos luchar contra
el cuerpo para amansarlo, inmovilizarlo, si así actuamos, no habrá
meditación, ya que la atención estará puesta en no movernos, es de-
cir, en el cuerpo físico. Cuando este punto es trascendido se desarro-
lla una mente sensible y con esta sensibilidad entrena la facultad del
pensamiento para leer, estudiar y penetrar el infinito. Se haya inmer-
so en el estado de unidad sin límite que es indivisible y universal.
300
Libro II

48. Cuando se ha realizado esto, los pares de opuestos ya


no limitan.

Los pares de opuestos conciernen al cuerpo de deseos. Es signifi-


cativo que el aforismo precedente sólo trata de la mente y del
cuerpo físico. Según este aforismo la naturaleza emocional, ex-
presándose por medio del deseo, no se siente influida por ninguna
fuerza atrayente. El cuerpo astral se hace pasivo y negativo y no
responde a ninguna atracción del mundo de la ilusión.
Existe un gran misterio respecto al cuerpo astral del hombre y a la
luz astral; la naturaleza de este misterio, hasta ahora es conocida
únicamente por los iniciados avanzados. La luz astral es proyecta-
da objetivamente por dos factores, y el cuerpo astral del hombre
responde a estos dos tipos de energía. Esencialmente parecerían
carecer de carácter o forma, pero su manifestación depende de "lo
que está arriba y de lo que está abajo". La naturaleza de deseos del
hombre, por ejemplo, parece responder a la atracción del gran
mundo de la ilusión, el maya de los sentidos, o a la voz del ego
que utiliza el cuerpo mental. Las vibraciones llegan al cuerpo as-
tral desde el plano físico y desde el mundo mental, y según sea la
naturaleza del individuo y el punto de la evolución alcanzado, así
será la respuesta al llamado de lo superior o de lo inferior.
El cuerpo astral está atento a las impresiones egoicas, o es atraído
por el millón de voces de la tierra. Al parecer no tiene voz ni
carácter propios. Esto ha sido representado en el Bhagavad Gita
cuando Arjuna está entre las dos fuerzas opuestas del bien y del
mal, y busca la correcta actitud hacia ambos. El plano astral es el
campo de batalla del alma, el lugar de la victoria o de la derrota;
es el kurukshetra, en el cual se hace la gran elección.
En estos aforismos, concernientes a la postura, está latente la
misma idea. Se hace hincapié en los planos físico y mental y, si
están debidamente ajustados y se consigue aplomo en el plano

301
Libro II

físico y enfoque en una sola dirección en el mental, los pares de


opuestos ya no limitan. Así se llega al punto de equilibrio, y el
hombre se libera. Los platillos en la balanza de la vida del hombre
están equilibrados y por lo tanto se halla libre.
Cuando alcanza la perfección de este sutra puede resistir todos los
choques y cambios. Codd Clara comenta sobre este aforismo:
Uno de mis símiles favoritos es aquel de la Roca de las Edades,
que tipifica el Espíritu Inmortal dentro de nosotros. Con cuánta
frecuencia es azotado y sumergido por las incansables olas de la
emoción y del pensamiento. Durante largas edades nos dejamos
llevar por las olas, pensando que ellas son nosotros mismos. Pero
cuando descubrimos que somos realmente la Roca, podemos dejar
que las olas pasen sobre: nosotros sin conmovernos. Esto es
SHRADDHA, equilibrio. A menudo se dice que el sendero es angosto
como el filo de una navaja, porque el hombre que ha triunfado per-
manece siempre firme en una dirección constante, inafectado por
los huracanes y las olas del destino.

302
Libro II

Praṇayama, paso 4 de 8 (II.49-II.53)

CUARTO MÉTODO. PRANAYAMA


ALIENTO - RESPIRACIÓN

49. Cuando se ha adoptado la correcta postura (asana), le


sigue el correcto control del prana y la adecuada in-
halación y exhalación del aliento.

Tenemos aquí otro aforismo que ha dado lugar a muchos malen-


tendidos y ha causado gran daño. Prevalecen varias enseñanzas
sobre el control del prana, lo cual ha inducido a muchos a practi-
car ejercicios respiratorios, y a prácticas cuyo éxito depende de la
suspensión del proceso de la respiración. Esto proviene en gran
parte porque la mente occidental considera que prana y aliento son
términos sinónimos, y de ninguna manera es así. Vivekananda lo
señala al comentar este aforismo, y dice:
"Cuando se ha dominado la postura, entonces debe inte-
rrumpirse y controlarse el movimiento, obteniéndose el pra-
nayama, el control de las fuerzas vitales del cuerpo. Prana no
es aliento, aunque comúnmente se lo traduzca así. Es la suma
total de la energía cósmica energía que está en cada cuerpo,
cuya manifestación más evidente es el movimiento de los pul-
mones, causado por el prana al inhalar el aliento, y es lo que
tratamos de controlar en el pranayama. Empezamos por con-
trolar el aliento, como el medio más fácil de regular el prana".

Prana es la suma total de la energía del cuerpo (esto se aplica simi-


larmente al cuerpo solar y al planetario), en consecuencia, concier-
ne a la energía que entra en el cuerpo etérico y a su salida por me-
dio del cuerpo físico, simbolizada en el cuerpo físico por la necesa-
ria inhalación y exhalación del aliento. Gran parte del verdadero
sentido de este aforismo se ha perdido por el hecho de hacer resaltar

303
Libro II

demasiado el acto físico de respirar. Cuando se estudia pranayama


deben tenerse en cuenta ciertas cosas. Primero, que una de las fun-
ciones principales del cuerpo etérico es actuar como estimulador y
vitalizador del cuerpo físico denso. Parecería que el cuerpo físico
denso no tuviera una vida independiente, sino que simplemente
actuara dirigido y motivado por el cuerpo etérico, que constituye el
cuerpo vital o de fuerza, e interpenetrara cada parte del vehículo
denso, siendo el fundamento y la verdadera sustancia del cuerpo
físico. Según sea la naturaleza que anima al cuerpo etérico, la acti-
vidad de esa fuerza en el cuerpo etérico, el dinamismo o lentitud de
las partes más importantes del cuerpo etérico (los centros de la co-
lumna vertebral), así será la correspondiente actividad del cuerpo
físico. En forma similar y simbólica, según sea la plenitud del apa-
rato respiratorio y su capacidad para oxigenar y purificar la sangre,
así será la salud o plenitud del cuerpo físico denso.
Además debe tenerse en cuenta que la clave para la exacta res-
puesta de lo inferior a lo superior, reside en el ritmo y en la capa-
cidad del cuerpo físico para responder o vibrar, en forma rítmica,
al unísono con el cuerpo etérico. El estudiante ha descubierto que
esto se logra fácilmente con la respiración pareja y constante, y
que la mayoría de los ejercicios de respiración, cuando se les da
preeminencia, excluyendo los tres métodos de yoga ya impartidos
(los Mandamientos, las Reglas y la Postura), tienen un efecto de-
finido sobre los centros etéricos y pueden acarrear resultados des-
astrosos.
Es sumamente necesario que los estudiantes practiquen los méto-
dos de la yoga en el orden dado por Patanjali, y que procuren com-
pletar el proceso purificador, la disciplina de la vida interna y ex-
terna y la centralización de la mente en una sola dirección, antes de
intentar la regulación del vehículo etérico por medio de la respira-
ción y el despertar de los centros.

304
Libro II

El trabajo que se realiza por medio del pranayama podría decirse que es:
1. La oxigenación de la sangre, a fin de purificar la corriente
sanguínea y obtener la consiguiente salud física.
2. Llevar el cuerpo físico a una vibración sincrónica con la del
cuerpo etérico. Esto da como resultado la completa subyu-
gación del cuerpo físico denso y lo correlaciona con el etéri-
co. Ambas partes del vehículo físico constituyen una unidad.
3. La transmisión de energía, vía el cuerpo etérico, a todas
partes del cuerpo físico denso. Esta energía puede prove-
nir de varias fuentes:
a. Del aura planetaria. En este caso es prana planetario,
que concierne principalmente al bazo y a la salud del
cuerpo físico.
b. Del mundo astral, por conducto del cuerpo astral. Esta
fuerza será puramente kámica o de deseo, y afectará prin-
cipalmente a los centros ubicados abajo del diafragma.
c. De la mente universal o fuerza manásica, la cual constitu-
ye mayormente fuerza mental, e irá al centro laríngeo.
d. Del ego mismo, estimulando principalmente los cen-
tros coronario y cardíaco.

La mayoría de las personas reciben la fuerza de los planos físico y


astral exclusivamente, pero los discípulos también reciben fuerza
de los niveles mental y egoico.
Respecto a la parte respiratoria de este aforismo encontramos que el
control respiratorio no es solo la respiración rítmica; la atención prin-
cipal se centra en la pausa entre inhalación y exhalación. La ―la su-
presión de la respiración conduce a la unidireccionalidad de la con-
ciencia por medio de la restricción de toda actividad sensorial‖. Es
interesante notar que Patañjali aconseja expresamente al sādhaka

305
Libro II

(discípulo) practicar prāṇāyāma solo tras perfeccionar āsana. Por


primera vez muestra un peldaño distinto en la escalera ascendente del
yoga, mientras que no estipula progresión alguna para los otros as-
pectos. Normalmente, el flujo de la respiración controlar el flujo de
inhalación, exhalación y retención de la respiración, de forma regular
y rítmica. La palabra prāṇāyāma tiene dos componentes, prāṇa y
ayama. Prāṇa es energía, cuando la fuerza vigorizante invade el
cuerpo. Ayama significa expandir, alargar, regular, prolongar, res-
tringir y controlar. Prāṇāyāma tiene lugar cuando esta fuerza vigori-
zante invade el cuerpo con extensión, expansión y control.
A efectos prácticos comprendemos que Patanjali haga una concreta
atención al hecho de haber alcanzado positivamente las anteriores eta-
pas antes de entrar en el trabajo del pranayama, precisamente porque
hasta no haber alcanzado un correcto ritmo de vida, y la correcta pos-
tura interior de estabilidad y serenidad, no podemos alterar violenta-
mente la respiración con prácticas no naturales a nuestro desarrollo
alcanzado. Esta práctica es descrita en el aforismo 34 Parte I. La con-
secución real del Pranayama está directamente conectada con la acti-
vidad física y mental de nuestros quehaceres diarios. Sólo cuando se
consigue un orden y ritmo perfecto en los quehaceres diarios de la vida
mundana, podemos esperar tener perfecta maestría sobre la respira-
ción y las pulsaciones vitales. Siempre es peligroso intentar trabajar
a la inversa. El resultado de intentar realizar los pranayama rítmicos
empezando por el control de la respiración, antes de conseguir el
control de las demás actividades diarias, puede causar y lo suele
hacer, grandes trastornos físicos y psíquicos. Cuando se ha logrado
una verdadera quietud interna, estable y serena, el Aliento deviene de
forma natural. Tanto el ritmo como el tiempo de la respiración deviene
de forma natural, frecuentemente se ralentiza hasta incluso detenerse
cuando se esta sumergido en meditación profunda, pero todo ello de
una forma automática y natural. Debemos recordar que la mente
esta íntimamente relacionada con la respiración, así pues cuando se
esta en meditación la respiración es alterada de forma natural y
propicia al estado alcanzado.

306
Libro II

50. El correcto control del prana (o de las corrientes de


vida) es externo, interno o inmóvil; está sujeto a lu-
gar, tiempo y número, siendo también prolongado o
breve.

Este aforismo es muy difícil de entender y deliberadamente se ha


oscurecido su significado, debido a los peligros incidentales al
control de las fuerzas corporales. Las ideas y enseñanzas que en-
cierra se dividen en tres partes:
I. El control externo, interno o inmóvil de las corrientes de
vida del cuerpo (denso y etérico). Esto concierne:
a. Al aparato respiratorio y al empleo del aliento.
b. A los aires vitales y su irradiación.
c. A los centros y su despertar.
d. Al fuego Kundalini y a su correcta progresión ascenden-
te por la columna vertebral.
II. Al significado astrológico y la relación del individuo con
su grupo, planetario o de otra índole. A esto se refieren las
palabras: "lugar, tiempo y número".
III. Al proceso de iluminación y a la respuesta del hombre
físico a las impresiones superiores por medio del cerebro.
Tal capacidad de responder a la voz del ego y de llegar a
ser pasivo y receptivo, debe preceder a los cuatro últimos
métodos de la yoga, los cuales no conciernen muy de cerca
al plano físico denso o a los niveles etéricos de la concien-
cia.

Por lo tanto, será evidente que gran parte de la enseñanza conteni-


da en este aforismo sólo puede impartirla el Instructor al alumno,
directamente y sin peligro, después de un debido estudio de las
condiciones corporales de éste. No es posible ni conveniente dar
en este libro, destinado al público, las reglas, prácticas y métodos

307
Libro II

que permiten al discípulo entrenado sincronizar instantáneamente


el vehículo físico denso con el cuerpo etérico, y aumentar la den-
sidad de su aura e irradiarla, a fin de producir ciertos efectos
magnéticos en su medio ambiente y despertar los centros que le
permitirán desplegar ciertos poderes síquicos Los métodos para
despertar el fuego kundalini y combinarlo con la fuerza egoica
descendente, también deben ser enseñados directamente por un
idóneo en esta ciencia. Es extremadamente peligroso despertar
prematuramente el fuego, con la consiguiente destrucción de cier-
tas estructuras protectoras del cuerpo etérico, y la desintegración
de las barreras entre este mundo y el astral, antes de estar el alum-
no debidamente equilibrado entre los pares de opuestos. El desa-
rrollo prematuro de los poderes síquicos inferiores, antes de que
despierte la naturaleza superior, encierra una amenaza; puede pro-
ducir en el cerebro algún tipo de insanía leve o grave. No obstante
se darán algunas explicaciones que permitirán al verdadero estu-
diante esotérico obtener esa información que, si se la aplica co-
rrectamente, actuará como clave para tina mayor información. Tal
ha sido siempre el método oculista. Por lo tanto trataremos bre-
vemente estos tres puntos:
I. El control externo del prana o corriente de vida, concierne a
esos ejercicios respiratorios y prácticas rítmicas, que llevan a los
órganos físicos, que tienen afinidad con los centros etéricos a una
condición adecuada. El mago blanco u ocultista, nunca se ocupa
específicamente de los órganos físicos. El mago negro sí. Estos
órganos son: el cerebro, los pulmones, el corazón, el bazo y los
órganos genitales.
El mago negro utiliza definidamente estas partes del cuerpo físico
para generar un tipo de fuerza, mezcla de fuerza etérica y de
energía física densa, que le permite realizar cierto tipo de trabajo
mágico y también producir efectos en los cuerpos físicos de ani-
males y hombres. Este conocimiento es la base del "vuduismo" (la
magia de los negros de las Antillas) y de todas esas –prácticas que
causan el agotamiento y muerte de quienes se interponen en el
308
Libro II

camino del mago negro o de los que considera enemigos. Con


éstas nada tiene que hacer el aspirante a los misterios de la Her-
mandad de la Gran Logia Blanca. Produce la fusión de las dos
partes del cuerpo físico denso, la sincronización del ritmo de ambos
cuerpos y la consiguiente unificación de todo el hombre inferior,
poniendo la atención en el aliento y ritmo etéricos. Esto inevitable-
mente produce el "control externo de las corrientes de vida".
El control interno de las corrientes de la vida se produce de tres maneras:
1. Por la comprensión intelectual de la naturaleza del cuerpo etérico,
y de las leyes de su vida.
2. Por el estudio de los tipos de energía y su mecanismo, el sistema
de centros que existe en el cuerpo etérico.
3. Por ciertos desenvolvimientos y conocimientos que llegan al aspi-
rante cuando está preparado (después de haber practicado los an-
teriores métodos de yoga), y lo capacitan para captar determina-
dos tipos de fuerzas, energías o "shaktis", utilizándolos correcta-
mente por medio de sus propios centros, para producir efectos
que pueden ser descritos como iluminadores, purificadores,
magnéticos, dinámicos, síquicos y mágicos.

El control inmóvil de las corrientes de la vida es consecuencia del


adecuado desenvolvimiento de los otros dos, el externo y el interno,
y debe lograrse antes de que pueda practicarse el quinto método de
yoga, de retiro o abstracción. Esto simplemente significa sincroni-
zación perfectamente equilibrada y unificación completa de las dos
partes del cuerpo físico, de manera que no haya ningún impedimen-
to para las fuerzas que entran o salen. Una vez logrado el control
inmóvil, el yogui puede retirarse a voluntad del cuerpo físico o
atraer a dicho cuerpo y manipular a voluntad cualquiera de las siete
grandes fuerzas planetarias. Debe tenerse en cuenta que aquí se
trata de condiciones ideales; ningún aspirante puede alcanzar este
método de yoga sin trabajar simultáneamente con los otros méto-
dos. Será de utilidad estudiar el paralelismo en la naturaleza.

309
Libro II

II. El significado astrológico se insinúa también en las tres pala-


bras: lugar, tiempo y número, en las que puede reconocerse las
triplicidades universales, y observarse que el correcto control de
las corrientes de la vida se relacionan con el karma, la oportunidad
y la forma. Hay ciertas palabras que, cuando se las comprende
correctamente, dan la clave de todo el ocultismo práctico y con-
vierten al yogui en amo de la vida, éstas son:
sonido .......... número .......... color ......... forma
palabra ........ vida ................ luz ............. cuerpo,
y se considera que están sujetas a la idea-espacio y al elemento-
tiempo. Debe tenerse en cuenta respecto a esto que "espacio es la
primera entidad" (La Doctrina Secreta, T. II,) y que la manifestación
cíclica es la ley de la vida.
Una vez reconocido esto, la entidad, expresándose cíclicamente, hará
sentir su presencia por medio de la diferenciación, el color o la cuali-
dad de la forma que la oculta, y por la forma misma. Estos factores
constituyen la suma total de la expresión de cualquier entidad, Dios u
hombre; la aparición de cualquier hombre en expresión exotérica, en
el plano físico, depende de la entrada y salida rítmica o cíclica, de la
energía de la Gran Vida en la cual vive, se mueve y tiene su ser. Esto
es la base de la ciencia de la astrología o relación del planeta o plane-
tas, con el ser humano, y de la relación de los mismos con las estre-
llas y los diversos signos zodiacales.
Es esencial poseer algún conocimiento al respecto, para controlar
debidamente las corrientes de la vida, a fin de que el discípulo
pueda utilizar las "temporadas y estaciones" en que el progreso
pueda acelerarse.
III. El proceso de iluminar al hombre inferior es posible mediante
el correcto control del prana, y este "proceso iluminador" es una
ciencia exacta, para la cual los cuatro métodos de yoga han prepa-
rado el camino. Los fuegos del cuerpo están así ordenados en
forma exacta, la condición "inmóvil" se puede alcanzar en cierta

310
Libro II

medida, los aires vitales de la cabeza están "en paz" y el entero


hombre inferior se halla a la expectativa de cualquiera de los dos
procesos:
a. El retiro del hombre verdadero o espiritual, a fin de actuar
en algún plano más elevado, o
b. el descenso a la conciencia del cerebro inferior, de la luz,
la iluminación y el conocimiento, procedentes de los pla-
nos del ego.

Vyāsa explica este aforismo, desde el punto de vista ordinario como:


1º. La detención del flujo (de aire) tras una exhalación (completa)
es (una operación) externa;
2º. (A su vez) la detención del flujo (de aire) tras una inhalación
(completa), es (una operación) interna.
3º. La tercera (operación) es la de retención, efectuada (en cual-
quier momento) por medio de un simple esfuerzo, en la cual
(hay) ausencia de ambas (inspiración y espiración).

Cada una de las tres (operaciones) se regula:


a) en términos de espacio; (cada una) tiene que ver con una
cierta cantidad de espacio; (zonas del cuerpo: abdomen,
tórax, etc)
b) en términos de tiempo; es decir, queda definida por su limi-
tación a un determinado número de momentos; (segundos de
las 4 partes, inhalación, retención y exhalación)
c) en términos de número; de acuerdo a cuantas inspiraciones y
espiraciones (se efectúan) en el primer ciclo y, cuando éste se
ha completado, cuantas más en el segundo y, de forma similar,
cuantas más en el tercero; estas prácticas se consideran suave,
normal e intensa, respectivamente. De esta forma, se regula en
base al número. (La cantidad de respiraciones de la práctica).

311
Libro II

51. Hay una cuarta etapa que trasciende a las que con-
ciernen a las fases interna y externa.

Hemos visto la forma en que el control de las corrientes de la vida


puede estar externa e internamente activo y equilibrado. Este tri-
ple proceso lleva al entero hombre personal inferior, primeramen-
te, a una condición donde responde rítmicamente al factor moti-
vador interno (en este caso, el ego y hombre espiritual en su pro-
pio plano) y luego a la total pasividad o quietud. A esta condición
de espera receptiva (si podemos denominarla así) le sigue otra,
una forma de actividad superior, la cual literalmente es la imposi-
ción de un nuevo ritmo de vibración sobre la inferior; la emisión
de una nueva nota que emana del hombre espiritual interno Y pro-
duce ciertos efectos definidos en las tres envolturas que constitu-
yen el no-yo y ocultan la divinidad, el hombre. Estos cambios son
tratados en los dos aforismos siguientes.
El estudiante común frecuentemente se dedica a preparar las en-
volturas para que en esta cuarta etapa sea posible conseguir:
1. La coordinación consciente de las envolturas o cuerpos.
2. Su debido alineamiento.
3. La regulación del ritmo de las envolturas, de manera que se
sincronicen entre sí y con el ritmo de la impresión egoica.
4. La unificación de las envolturas en un todo coherente, a
fin de que el hombre llegue a ser literalmente "el tres en
uno y el uno en tres
5. La pasividad o la actitud de receptividad positiva a la ins-
piración y al descenso de vida y energía egoicas.

Podrá ser de ayuda al estudiante comprender que el correcto con-


trol del prana implica el reconocimiento de que la energía es la
suma total de la existencia y de la manifestación, y que los tres
cuerpos inferiores son cuerpos de energía, constituyendo cada uno
el vehículo para un tipo superior de energía, siendo también

312
Libro II

transmisores de energía. Las energías del hombre inferior consti-


tuyen las energías del tercer aspecto, el aspecto Espíritu Santo o
Brahma. La energía del hombre espiritual constituye la energía del
segundo aspecto, la fuerza crística o búdica. La finalidad de la
evolución en la familia humana es llevar esta fuerza crística o
principio búdico, a su plena manifestación en el plano físico, me-
diante la utilización de la triple envoltura inferior. Esta triple en-
voltura es el Santo Grial, el cáliz que recibe y contiene la Vida de
Dios. Una vez que el hombre inferior responde adecuadamente
por la atención prestada a los cuatro métodos de yoga ya conside-
rados, comienzan a manifestarse en él dos resultados, y está pre-
parado para utilizar los otros cuatro métodos restantes que lo re-
orientarán y llevarán, con el tiempo, a la liberación.
Desde el punto de vista ordinario en este sutra Patañjali se refiere al ―cuar-
to prāṇāyāma‖, lo que implica que en los sūtras II.49 y 50 ha mencionado
tres prāṇāyāmas. En nuestra opinión la interpretación de esos sūtras es la
siguiente, y la misma revela el poder de observación de Patañjali:
1º) en el sūtra II.49 Patanjali define el prāṇāyāma como la se-
paración de la inhalación y de la exhalación. Es el primer
tipo de prāṇāyāma o control de la respiración: el practican-
te simplemente se limita a separar la inspiración de la espi-
ración, el proceso respiratorio deja de ser un proceso conti-
nuado, ininterrumpido y automático, como lo es normal-
mente, y se convierte en una sucesión de inhalaciones y
exhalaciones independientes entre sí.
2º) En el sūtra II.50 Patañjali señala el segundo y tercer tipo de
prāṇāyāma, constituidos por el detenimiento en la inhalación o
por el detenimiento en la exhalación: el practicante se detiene
un lapso de tiempo mas o menos largo en la inhalación o en la
exhalación; la duración del detenimiento en la inhalación o en
la exhalación está determinada por el objeto externo (por
ejemplo el péndulo, el tic tac del reloj) o interno (por ejemplo,
el conteo de números) en el cual el yoguin fija su atención.

313
Libro II

3º) En el sūtra II.51, el actual, Patañjali señala el cuarto tipo de


prāṇāyāma, que consiste en dejar de lado todo objeto ex-
terno o interno como apoyo del control de la respiración; la
duración del detenimiento en la inhalación o la exhalación
ya no está control de la respiración ha devenido autónomo,
correspondiendo este proceso a la profundización de la
concentración mental que tiene como consecuencia una
disminución del campo de intervención de la conciencia y
de la voluntad.

Este aforismo, generalmente malinterpretado, se refiere a un


fenómeno especial que sucede durante el estado de samadhi, en el
cual la respiración se puede volver tan reducida y superficial que
no puede ser detectada por la simple observación. Tal estado de
suspensión de la respiración puede continuar durante un período
considerable que, en circunstancias normales, sería un claro indi-
cio de muerte. Este cuarto modo de respirar, propiamente hablan-
do, no es en absoluto un control respiratorio voluntario, sino sim-
plemente la consecuencia fisiológica de un extraordinario estado
de conciencia.
Este cuarto tipo de prāṇāyāma va mas allá de la regulación o mo-
dulación del flujo y retención de la respiración, trascendiendo la
metodología dada en el sutra anterior. Es un estado similar al ke-
valakumbhaka, que se menciona en los textos de hatha yoga y en
los Yoga Upanishads, es el vacío durante la ruptura en el que per-
demos todo interés por las mediciones y los objetos servidos por
tales mediciones.

314
Libro II

52. A través de esto, lo que oscurece la luz va desapare-


ciendo gradualmente.

El primer resultado es el desgaste gradual o la atenuación de las


formas materiales que ocultan la realidad, lo cual no significa la
disipación de las formas, sino el constante refinamiento y trans-
mutación de la materia con que esas formas están construidas, de
manera que llegan a clarificarse y purificarse a tal punto que la
"Luz de Dios", que hasta entonces habían ocultado, resplandece
en toda su belleza en los tres mundos. Se puede demostrar que
esto es literalmente verdad en el plano físico, pues mediante el
trabajo de purificación y control de las corrientes de vida, la luz de
la cabeza se hace tan evidente, que pueden verla quienes poseen la
visión supranormal, como radiaciones que se extienden alrededor
de la cabeza, formando el nimbo tan conocido en las imágenes de
los santos. El nimbo es un hecho natural y no un mero símbolo. Es
el resultado del trabajo de Raja Yoga y la demostración física de
la vida y la luz del hombre espiritual. Vivekananda dice, hablando
técnicamente (y es bueno que los estudiantes esotéricos de Occi-
dente dominen la técnica y terminología de esta ciencia del alma,
custodiada por Oriente durante mucho tiempo): "Chitta o sustan-
cia mental, por su propia naturaleza, posee todo el conocimiento.
Está compuesta de partículas sáttvicas, pero envuelta con partícu-
las rajásicas y tamásicas, envoltura que es eliminada mediante el
pranayama".
Mediante la práctica de pranayama, el velo de karma que oculta la
luz y origina el ciclo de vida y muerte, pierde su poder y es des-
truido poco a poco. Esta iluminación no es el samādhi. Es, mas
bien, la percepción de los poderes de la psique (el cuerpo sutil) y
de su energía íntima (kundalini). San Pablo usa una simbología
similar; en su Segunda Epístola a los Corintios y escribe: ―Para que
también la vida de Cristo se manifieste en nuestra carne mortal...
Cuando se haya convertido al Señor, entonces caerá el velo‖.

315
Libro II

53. Y la mente está preparada para la meditación concen-


trada.

Ciertamente, a través de la práctica de prāṇāyāma (se logra aptitud


para la concentración). Por esto, se dijo en el sutra (I.34): ―tam-
bién, se obtiene la pacificación de la mente mediante la retención
y la expulsión del aliento‖.
La edición de Johnston da una traducción muy interesante de este
aforismo. Dice: "De allí viene el poder de la mente para mantener-
se firme en la luz". La idea es que, una vez lograda la condición
de pasividad y hecha posible la cuarta etapa de impresión supra-
normal, los restantes métodos de yoga, tales como abstracción,
atención, meditación y contemplación, se pueden emprender ade-
cuadamente. Entonces es posible controlar y utilizar la mente y
emprender sin peligro el proceso de trasmitir el conocimiento, la
luz y la sabiduría del yo o alma.. al cerebro por intermedio de la
mente.

316
Libro II

Pratyahara, paso 5 de 8 (II.54-II.55)

QUINTO MÉTODO. PRATYAHARA


ABSTRACCIÓN DE LOS SENTIDOS

54. Abstracción o pratyahara, es la subyugación de los


sentidos por el principio pensante, y su abstracción
de lo que hasta ahora ha sido su objetivo.

Este aforismo compendia el trabajo realizado para lograr el con-


trol de la naturaleza síquica, y proporciona el resultado alcanzado,
cuando el pensador, por medio de la mente, el principio pensante,
domina los sentidos de tal manera, que éstos ya no tienen expre-
sión independiente propia.
Antes de que la intención, la meditación y la contemplación (los
tres últimos métodos de yoga) puedan emprenderse adecuadamen-
te, no sólo debe haberse logrado una correcta conducta externa,
alcanzado la pureza interna, cultivado la correcta actitud hacia
todas las cosas y, en consecuencia, controlado las corrientes de
vida, sino que se habrá obtenido la capacidad de subyugar las ten-
dencias exteriorizadas de los cinco sentidos. De manera que al
aspirante se le enseña el correcto retiro o abstracción de la con-
ciencia, que se dirige al mundo de los fenómenos, y debe aprender
a centrarla en la gran estación central de la cabeza, desde donde la
energía puede ser distribuida conscientemente cuando participa de
la gran tarea, y desde allí puede establecer contacto con el reino del
alma y recibir mensajes e impresiones emanadas de ese reino. Ésta
es una etapa definida de realización y no simplemente una forma
simbólica de expresar un centralizado interés.
Las diversas avenidas de percepción sensoria son llevadas a una
condición pasiva. La conciencia del hombre real ya no irrumpe
externamente por sus cinco avenidas de contacto. Los cinco senti-

317
Libro II

dos son dominados por el sexto, la mente, y toda la conciencia y la


facultad preventiva del aspirante se sintetizan en la cabeza y se di-
rigen hacia adentro y arriba. Así queda subyugada la naturaleza
síquica y el plano mental se convierte en el campo de actividad del
hombre. Este proceso de retiro o abstracción avanza por etapas:
1. El retiro de la conciencia física o percepción, por medio del
oído, el tacto, la vista, el gusto y el olfato. Estos medios de
percepción quedan momentáneamente dormidos, la per-
cepción del hombre es puramente mental y la conciencia
del cerebro es lo único activo en el plano físico.
2. El retiro de la conciencia en la región de la glándula pineal, pa-
ra que el punto de comprensión del hombre se centralice en la
región situada entre el medio de la frente y la glándula pineal.
3. La siguiente etapa consiste en enfocar la conciencia en el
centro coronario, el loto de mil pétalos o sahasara, retiran-
do intencionalmente la conciencia de la cabeza. Esto se
puede hacer en plena conciencia vigílica una vez aprendidas
ciertas reglas y efectuado cierto trabajo. Es evidente que es-
to no puede divulgarse aquí. La mayoría de las personas de-
ben dominar las dos primeras etapas y aprender a controlar
las avenidas de percepción, los cinco sentidos.
4. La abstracción de la conciencia llevándola al cuerpo astral,
para liberarla del plano físico.
5. El retiro aún más interno, en el cuerpo mental o mente, pa-
ra que ni el físico ni el astral limiten o confinen al hombre.

Una vez realizado lo anterior llega a ser posible la verdadera me-


ditación y contemplación.
Dvivedi, en su comentario sobre este aforismo, dice: "La abstrac-
ción consiste en asimilar totalmente los sentidos a la mente, o ser
controlados por su intermedio. Deben alejarse de sus objetivos,

318
Libro II

fijarlos en la mente y ser asimilados por ella, de manera que al


evitar la transformación del principio pensante, el sentido también
lo seguirá y será controlado inmediatamente. No sólo sucederá
esto, sino que siempre estarán dispuestos a contribuir colectiva-
mente al logro de una meditación absorbente sobre determinada
cosa y en cualquier momento".
El resultado de la correcta abstracción o retiro, puede, en conse-
cuencia, describirse brevemente:
1. La síntesis de los sentidos por el sexto sentido, la mente.
2. El alineamiento del triple hombre inferior, de manera que
los tres cuerpos actúan como unidad coordinada.
3. La liberación del hombre de las limitaciones de los cuerpos.
4. La consiguiente capacidad del alma o ego, para impresionar
e iluminar al cerebro, por medio de la mente.

Sencillamente se podría decir que los órganos son distintos de la


materia mental. Veo un libro. La forma no está en el libro, está en
la mente. Algo externo produce aquella forma; pero la verdadera
forma está en chitta. Los órganos se identifican con cuanto perci-
ben y toman la forma de los objetos. Si es posible impedir que la
materia mental tome dichas formas, la mente quedará en calma. A
esto se le llama pratyahara.
Cuando no hay conexión con sus respectivos objetos, (los senti-
dos) se asemejan a la auténtica naturaleza de la mente. Cuando la
mente esta inhibida, los sentidos se inhiben de forma similar, sin
necesidad de ningún otro medio para su control. Así como las
abejas vuelan detrás de la reina cuando ésta se eleva, y descansan
cuando ella descansa, así también cuando la mente se inhibe los
sentidos interrumpen sus actividades. Esto es la abstracción de los
sentidos. El pratyāhāra (abstracción) es una práctica intermedia
entre el ejercicio mental propiamente dicho, que en el Yoga será de
fijación o de reflexión abstracta, y el movimiento del ejercicio cor-

319
Libro II

poral. Tiene un movimiento en cuanto que deja vagar la imagina-


ción, pero a la vez conserva una postura estática, al desdoblarse en
espectador impasible.
Cuando los sentidos se retiran de sus objetos y siguen la forma de
la mente, es estado se denomina absorción.
Cuando no se practica el yoga, la mente fluye en dirección a los
sentidos. Los sentidos están acostumbrados a proyectarse en sus
objetos correspondientes. Entonces se impregnan en la forma de
los objetos y pierden su propia identidad. El resultado es que la
mente encuentra la presencia de los objetos y deja de tener la pre-
sencia de los sentidos. Es el verdadero estado de disipación del ser
humano. ―Sentido‖, en el caso de un ser humano común, significa
―naturaleza inferior‖. Cuando los sentidos están perdidos en sus
objetos correspondientes y la mente esta llena de ellos, sólo hay
existencia de los objetos en la forma del ser humano, dejando éste
de tener consciencia de sí mismo.
Cuando la mente se tranquiliza, los sentidos apartan automática-
mente de sus objetos. Entonces existen para la mente y por lo tan-
to se vuelven en dirección al interior y empiezan a tomar la forma
de la mente, que no es sino tranquilidad. Es estado de los sentidos,
que se comportan como parte de la mente, se denomina absorción
de los sentidos en la mente.
El arte de recogerse tiene que empezar por los planos superiores y
descender hasta el nivel de los sentidos. Esta práctica nunca ha de
comenzar por los sentidos. Intentar controlar los sentidos antes de
haber tranquilizado la mente es practicar empezando por el lado
equivocado y se terminas en el fracaso. Cerrar los ojos nunca pue-
de lograr que la mente deje de imaginarse los diversos objetos que
han visto los ojos. Por esta razón Patanjali coloca este paso de la
absorción o Pratyahara después del pranayama.

320
LOS AFORISMOS DE LA YOGA
DE PATANJALI

TERCER LIBRO “Vibhuti Pada” 55 Sutras

La Realización De La Unión y Sus Resultados.


c. La meditación y sus etapas.
d. Veintitrés resultados de la meditación.
Tema: Los poderes del Alma.

Dharana, dhyana y samadhi, pasos 6-8 de 8 (III.1-III.3)

1. La concentración consiste en fijar la sustancia mental


(chitta) en un objeto determinado. Esto es dharana.

Hemos llegado a los Aforismos de la Yoga que tratan específica-


mente del control de la mente y del efecto de ese control. Los
quince primeros aforismos están dedicados al control de la mente
y cómo lograrlo, y los cuarenta restantes conciernen a los resulta-
dos producidos cuando se ha obtenido este control. Se enumeran
veintitrés resultados, todos en la línea de expansiones de concien-
cia y manifestación de facultades síquicas, inferiores y superiores.
El primer paso para este desenvolvimiento es la concentración, o
la capacidad de mantener la mente firme y sin desviarse sobre
aquello que el aspirante ha elegido.
Este primer paso es la etapa más difícil del proceso de la medita-
ción, e implica la capacidad constante e incansable de hacer vol-
ver la mente al "objeto" elegido por el aspirante para concentrarse.

321
Libro III

Las etapas para la concentración están bien definidas y pueden ser


enumeradas como sigue:
1. Elección del objeto en el cual se va a concentrar.
2. Retiro de la conciencia mental de la periferia del cuerpo, a fin
de aquietar las avenidas de percepción y contacto externo (los
cinco sentidos), entonces la conciencia ya no se exterioriza.
3. Centralización de la conciencia, fijándola en la cabeza. En el
punto medio entre las cejas.
4. Aplicación de la mente, o poner la mayor atención posible al
objeto elegido para la concentración.
5. Visualización del objeto, percepción imaginativa y razona-
miento lógico del mismo.
6. Extensión de los conceptos mentales formados, de lo especí-
fico y particular a lo general y lo universal o cósmico.
7. Proponerse alcanzar lo que se halla detrás de la forma conside-
rada, o llegar hasta la idea responsable de la forma.

Este proceso eleva gradualmente la conciencia y permite al aspiran-


te llegar al aspecto vida de la manifestación, en vez del aspecto
forma. Sin embargo, se empieza por la forma u "objeto". Los obje-
tos, en los cuales se puede uno concentrar son de cuatro tipos:
1. Objetos externos, como imágenes de la deidad, cuadros o
formas de la naturaleza.
2. Objetos internos, como los centros del cuerpo etérico.
3. Cualidades, como las diversas virtudes, a fin de despertar el
deseo de poseerlas, y hacer que lleguen a formar parte del
contenido de la vida personal.
4. Conceptos mentales, o esas ideas incorporadas en los idea-
les, subyacentes en todas las formas animadas, y que pue-
den asumir la forma de símbolos o de palabras.

322
Libro III

Uno de los Puranas expresa muy bellamente la idea subyacente en


la concentración. Se dice al aspirante, después que ha utilizado los
cinco primeros métodos de yoga (expuestos en el Libro Segundo),
"que debe ubicar la sustancia mental en algún apoyo auspicioso".
Esta ubicación está ilustrada en la descripción de la manera en que
debe ser fijada la atención sobre una forma de Dios.
"La forma encarnada del excelso Ser, desvanece todo deseo
por cualquier otro apoyo. Debería entenderse que la atención
fija es cuando la sustancia mental está concentrada en dicha
forma. Y lo que es esta forma encarnada de Hari, sobre la cual
debe reflexionarse, tú debes responder ¡oh Regidor de los
hombres! La atención fija no es posible sin algo en qué fijar-
la". (Vishnu Purana, VI, 7:75-85).

Luego sigue la descripción de la forma encarnada del excelso Ser


y concluye con estas palabras:
"... que el yogui reflexione sobre Él; y perdido en Él concentre
su propia mente hasta que ¡oh Rey!, la atención se fije sobre
Él únicamente. Mientras realiza esto o alguna otra actividad
voluntariamente, donde su mente no se desvía, entonces de-
be considerar que esta atención fija es perfecta". (Naradiya Pu-
rana, LXVII: 54-62).

La convicción de que son necesarios los "objetos" para concen-


trarse, originó la demanda de imágenes, esculturas sagradas y
cuadros. Todos estos objetos implican el empleo de la mente con-
creta inferior, etapa preliminar necesaria. El empleo de tales obje-
tos permite el control de la mente, de manera que el aspirante
pueda hacer de ella lo que quiera. Los cuatro tipos de objetos ya
mencionados llevan gradualmente al aspirante hacia adentro y le
permiten transferir su conciencia desde el plano físico al reino
etérico, de allí al mundo del deseo o de las emociones, y progresi-
vamente al mundo de las ideas y conceptos mentales. Este proce-
so se desarrolla en el cerebro, y todo el hombre inferior es llevado

323
Libro III

a un estado de coherente atención en una sola dirección, donde


todos los aspectos de su naturaleza están dirigidos a lograr una
atención fija, o una concentración de todas las facultades menta-
les. Entonces la mente ya no se dispersa ni exterioriza, simple-
mente se aquieta y "fija plenamente su atención". Vivekananda
traduce "dharana" como "mantener la mente fija en un pensamien-
to durante doce segundos".
Esta percepción clara, unilateral y tranquila de un objeto, sin que
otro objeto o pensamiento penetre en la conciencia, es muy difícil
de obtener. Cuando puede mantenerse durante doce segundos,
entonces se está logrando la verdadera concentración.
A veces la dificultad radica en la distinción entre la ―atención in-
tensa‖ y la concentración mental (dharana), pues es indudable que
la atención puede ser considerada como una forma de concentra-
ción mental, y viceversa. Sin embargo, siendo el Yoga un proceso
continuo, estamos seguros de que la dharana debe ser ―superior‖
(es decir, mas intensa, mas eficaz) que la atención intensa: donde
ésta no era mas que la fijación de la actividad mental sobre un
solo objeto, la dharana debe aparecer como una meditación in-
móvil, un recogimiento silencioso. Recordemos, en efecto, que, en
el momento en que es retenido el aliento (kumbhaka), la atención
se fija por sí sola, aunque solo sea sobre la disciplina de la respi-
ración cuya práctica requiere que el pensamiento no se vea dis-
traído. Eso es la ―atención intensa‖. Además, cuando el adepto
consigue realizar la retirada de los sentidos, la atención es mejor,
ya que cesan de manifestarse las solicitaciones exteriores inopor-
tunas. El pensamiento, no obstante, continúa existiendo, viviendo,
lo cual implica actividad, dinamismo, difusión, dispersión, multi-
plicidad, etc. Dicho de otra manera, la ―atención intensa‖ (aun
enriquecida por el pratyāhara) no puede ser perfecta: así como las
posturas no suprimen la vida corporal, la atención no implica la
disolución de la actividad mental. Muy al contrario, ésta adquiere
su máximo de eficacia cuando, estando inmóvil el cuerpo y sus-
pendida la respiración (o muy espaciada), se encuentra además

324
Libro III

liberada de las coacciones que implica la actividad sensorial. Es


decir, gracias al prāṇāyāma y a la ―atención‖ que deriva natural-
mente de él, el órgano mental, tras haber practicado la retirada de
los sentidos, se encuentra apaciguado; en lo sucesivo, si ve for-
mas, si oye sonidos, éstos no pueden ser otra cosa que fantasmas
nacidos de la memoria, construcciones imaginarias coloreadas por
las impregnaciones mentales. En último término, la conciencia
que tenemos de la vida de nuestro propio cuerpo desaparece: el
cuerpo se convierte en una cosa inerte. Y es entonces cuando el
yoguin, concentrando toda la potencia del órgano mental sobre
este único objeto, obliga al pensamiento a volver sobre sí mismo,
hasta conocer su verdadera naturaleza; la dhāraṇā, por su parte,
constituye la etapa preliminar a la realización de esta unión, aquella
en la que el individuo ve ya el fin, lo nota al alcance de la mano.
La concentración es en realidad una ―fijación en un solo punto‖
pero cuyo contenido es estrictamente nocional, en otras palabras,
el dhāraṇā, y es por esto que se distingue de la atención, cuyo úni-
co objetivo es detener el flujo psicomental y ―fijarlo en un solo
punto‖, el dhāraṇā efectúa esa fijación con el objeto de compren-
der no sólo de observar.
Como constituyente formal del yoga de ocho pasos, dhāraṇā es
esencialmente una técnica de la cual se puede afirmar que tiene
como rasgo característico la unidireccionalidad mental.
Hacer que la mente se aquiete y que los sentidos queden absorbi-
dos en la mente representa un gran paso o logro en la práctica del
yoga, pero éste no es el objetivo de la práctica del yoga. El objeti-
vo principal de la práctica del yoga es doble:
1º- Focalizar la mente tranquila sobre la naturaleza superior del
hombre y la Luz del Ser, que mora en el interior.
2º- Focalizar la mente tranquila sobre “cualquier cosa” para dar-
se cuanta de la presencia de la Luz del Señor mismo en todas
partes.

325
Libro III

2. La concentración sostenida (dharana) es meditación


(dhyana).

La meditación es sólo la prolongación de la concentración; pro-


viene de la facilidad con que el aspirante consigue "fijar la mente"
a voluntad en un objeto determinado. Está sujeta a las mismas
reglas y condiciones de la concentración, la única diferencia es el
factor tiempo.
Una vez adquirida la capacidad de enfocar la mente con firmeza
en un objeto, el siguiente paso consiste en desarrollar el poder de
mantener la sustancia mental o chitta, sin desviarse del objeto o
pensamiento, durante un período prolongado. El Purana citado
anteriormente continúa:
"La sucesión ininterrumpida de las ideas, presentadas con la
única intención de fijarse en Su forma, sin desear nada más,
eso ¡oh Rey! es contemplación. Se obtiene por los primeros
seis métodos de la yoga”.

La palabra contemplación en este caso es sinónimo de medita-


ción. Tal meditación es aún con simiente o con un objeto.
Dvivedi, al comentar este aforismo dice:
"...Dhyana consiste en fijar la mente en el objeto imaginado has-
ta hacerlo uno con ella. En efecto, la mente debería en ese mo-
mento ser consciente únicamente de sí misma y del objeto".

La actitud del hombre se convierte en atención pura y fija; su


cuerpo físico, sus emociones, aquello que lo circunda y los soni-
dos y lo que ve, se pierden de vista, y el cerebro es consciente
sólo del objeto que constituye el tema o simiente de la medita-
ción, y de los pensamientos que la mente va formulando en rela-
ción con el objeto.

326
Libro III

La meditación (dhyāna) es un flujo de ideas que surgen de forma


continua y coherente, sin ser perturbadas por otras ideas, en relación
al soporte del objeto de concentración en ese punto (mencionado en
el comentario del aforismo anterior). Una vez que la mente ha sido
fijada en un punto cualquiera, el yoguin debe esforzarse porque en su
mente se mantenga un solo contenido, una sola experiencia cognos-
citiva, porque una sola cosa llegue a la conciencia: la representación,
la idea, la vivencia o sentimiento, la sensación, la imagen que él ha
elegido como punto de apoyo, rechazando cualquier representación o
vivencia diversa y diferente. El yoguin debe estar experimentando
una sola cosa: la percepción de un solo y único sentimiento.
La concentración se transforma en meditación prolongando la aten-
ción sobre el objeto, durante la cual la captación del objeto es directa
instantánea, nueva e inolvidable. Tal interacción entre objeto y sujeto
deja una profunda impresión que reemplaza la comprensión basada
en la memoria y el pasado. El movimiento desde la dispersión mental
hasta la concentración es progresivo. El paso de la concentración a la
meditación, sin embargo, es repentino e instantáneo, creando una
ruptura en la decreciente curva de actividad mental. La meditación es
una interacción entre lo interno y lo externo, expresada mediante un
destello de conocimiento sobre el objeto elegido.
La prolongada y profunda concentración lleva al estado de absor-
ción meditativa, o dhyāna, en el cual el objeto se mantiene en la
mente y llena todo el espacio de la conciencia. Todas las ideas que
aparecen (pratyaya) giran alrededor del objeto de concentración y
se acompañan de una emotiva disposición que puede ser descrita
como ―serenidad‖, ―paz‖ o ―calma‖. No hay pérdida de lucidez,
sino que mas bien el sentido de alerta parece intensificarse
La diferencia entre dhāranā y dhyāna es que dhāranā se ocupa más
de la eliminación de las ondas de pensamiento fluctuantes a fin de
alcanzar la concentración unidireccional; en dhyāna, el énfasis
radica en el mantenimiento de una observación contemplativa
regular y profunda.

327
Libro III

Para los estudiantes académicos el estado de concentración es un


ejercicio más bien superado, ya que es un requisito imprescindible
para estudiar positivamente y aprobar los exámenes. Por esa razón
muchos de los seres humanos en la actualidad ya tienen una buena
base para el yoga, tienen algunas etapas ejercitadas, como el de la
concentración.
Un buen ejemplo sobre el proceso de concentración y el de medi-
tación la tenemos reflejado cuando vamos al cine a ver una pelícu-
la. Al principio somos conscientes de nuestra mente, el espacio
externo (el cine) y la película que esta comenzando, sin embargo
no transcurre mucho tiempo (si la película es interesante para no-
sotros) en el cual nos olvidamos de la mente, del Yo, y permane-
cemos en un profundo estado de atención exterior. Es este proceso
permanecemos muy atentos a todos los detalles de la película,
desde las escenas hasta los sentimientos, y todo lo demás desapa-
rece. El estado de meditación es también similar, ya que mediante
una prolongada atención somos capaces de trascender la mente
concreta y estar muy despiertos a otras realidades superiores, des-
echando de una forma natural aquello que no interesa, lo superfluo
y engañoso.

328
Libro III

3. Cuando chitta es absorbida por la realidad (o idea in-


corporada en la forma) y ya no es consciente de la se-
paratividad o del yo personal, esto es contemplación o
samadhi.

La manera más sencilla de comprender este aforismo, es tener en


cuenta que toda forma u objeto constituye una vida manifestada
de determinado tipo. En las primeras etapas del proceso de medi-
tación, el estudiante se da cuenta de la naturaleza de la forma y de
su relación con ella. Los dos estados, en que es consciente de sí
mismo y del objeto de su meditación, son condiciones totalmente
mentales; existen en su mente.
Esta condición va seguida de otra, donde su comprensión se introdu-
ce internamente en el plano subjetivo, y se da cuenta de la naturaleza
de su vida, que va expresándose por medio de la forma. La cualidad
y las relaciones subjetivas absorben su atención y pierde de vista el
aspecto forma, persistiendo aún el sentido de separatividad o duali-
dad. Todavía es consciente de sí mismo y del no-yo. Sin embargo,
posee una similitud de cualidad y de respuesta a vibraciones análogas.
En las etapas de dharana y dhyana, de concentración y medita-
ción, la mente es el factor importante y el productor en el cerebro.
Un gran Instructor hindú, Kecidhvaja, expresa esta idea en las
siguientes palabras:
"El alma posee los medios. Pensar es el medio. Éste es inani-
mado. Cuando el pensamiento ha completado la tarea de li-
berarse, ha hecho lo que debía hacer y cesa". (Vishnu Purana,
VI, 7:90).

La verdad de lo antedicho hace excesivamente difícil describir y ex-


plicar el elevado estado de samadhi o contemplación, pues las pala-
bras o frases sólo son esfuerzos de la mente para trasmitir al cerebro
del yo personal aquello que le permitirá captar y valorar el proceso.

329
Libro III

En la contemplación el yogui pierde de vista:


1. La conciencia cerebral, o lo que se entiende en el plano físi-
co como tiempo y espacio.
2. Sus reacciones emocionales hacia el tema de su proceso de
meditación.
3. Sus actividades mentales, de manera que todas las "modifi-
caciones" del proceso pensante y las reacciones emociona-
les de su vehículo deseo-mente (kama-manas) quedan sub-
yugadas y el yogui es inconsciente de ello. Sin embargo, está
intensamente vivo y alerta, positivo y despierto, porque
controla firmemente el cerebro y la mente y los utiliza sin
que ellos interfieran de manera alguna.

Esto significa, textualmente, que la vida independiente de estas


formas, por medio de las cuales actúa el verdadero yo, está parali-
zada, aquietada y subyugada, y el hombre real o espiritual, des-
pierto en su propio plano, puede actuar utilizando plenamente el
cerebro, las envolturas y la mente del yo inferior, su vehículo o
instrumento. Por lo tanto, está centrado en sí mismo o en el aspec-
to alma. Ha perdido de vista todo sentido de separatividad o del yo
personal inferior, y se ha identificado con el alma de esa forma,
objeto de su meditación.
Sin obstrucciones de la sustancia mental ni de la naturaleza de deseos,
"entra en" ese estado cuyas cuatro características sobresalientes son:
1. Absorción en la conciencia del alma y por lo tanto, la per-
cepción del alma de todas las cosas. Ya no se ve la forma, y
es revelada la visión de la realidad, velada por todas las
formas.
2. Liberación de los tres mundos de la percepción sensoria, y
únicamente así se conoce y establece contacto con lo que
se ha liberado de la forma, del deseo y de la sustancia
mental concreta inferior.

330
Libro III

3. Comprensión de la unicidad de todas las almas subhuma-


nas, humanas y superhumanas. "Conciencia grupal" expre-
sa más o menos la idea, así como "conciencia separada" o
comprensión de la propia identidad individual, caracteriza
la conciencia en los tres mundos.
4. Iluminación o percepción del aspecto luz de la manifesta-
ción. Por la meditación el yogui se conoce como luz, un
punto de esencia ígnea. Debido a la facilidad con que me-
dita, puede enfocar la luz sobre el objeto elegido, y poner-
se "en armonía" con la luz que el objeto oculta. Entonces
se sabe que esa luz es una en esencia con su propio centro
de luz y así son posibles la comprensión, comunicación e
identificación.

Se dice que cuando en la meditación brilla únicamente la forma


del objeto, desprovista aparentemente de su naturaleza como pen-
samiento, entonces, penetrando la esencia de tal objeto, (esa medi-
tación deviene en lo que se denomina) interiorización completa
(samādhi). Aunque es posible una definición formal de samādhi,
ninguna descripción puede cubrir por completo la naturaleza de
esta condición, la cual trasciende la experiencia diaria. Su compo-
nente más fundamental es sin duda la experiencia de completa
fusión de sujeto y objeto; la conciencia del yogui asume la natura-
leza del objeto contemplado, y lo comprende desde ―dentro‖; esta
identificación se acompaña de un sentimiento de maravillosa paz
y aguda vigilancia en una condición en la cual el continuo espa-
cio-tiempo ordinario es temporalmente abolido.
En el samādhi desaparece la forma (svarūpa) de la naturaleza sub-
jetiva de la mente, la conciencia que uno tiene de sí mismo. La
conciencia no muere ya que vuelve a retomar su forma después
del samādhi (―como si‖ desapareciera). En este aparente vacío
penetra ahora el objeto contemplado y allí permanece absorbiendo
totalmente la atención. Hay una total unificación y compenetra-
ción. La conciencia perceptiva, liberada de cualquier sentimiento

331
Libro III

de separatividad, se aleja de las limitaciones personales, asume la


naturaleza del objeto contemplado y lo entiende ―desde adentro‖.
Samādhi es ese estado contemplativo en el que el pensamiento se
interioriza inmediatamente de la forma del objeto, sin la ayuda de
la imaginación (svarūpa), en su aspecto esencial y como si ―estu-
viera vacío de sí mismo (de su personalidad)‖. Según Vācaspati
Miśra, el yogui que dejó de usar la ―imaginación‖, ya no considera
el acto y el objeto de la meditación como distintos uno del otro.
Hay una coincidencia real entre el conocimiento del objeto y el
objeto del conocimiento: este objeto no se presenta ya a la con-
ciencia en las formas que lo delimitan y lo definen en calidad de
fenómenos, sino ―como si estuviera vacío de sí mismo‖.
En el caso de muchos grandes Santos, la absorción es tan comple-
ta que las funciones corporales y los sentidos disminuyen hasta
casi desaparecer, y sobreviene un profundo estado de trance su-
praconsciente. San Pablo hablaba de este singular estado cuando
comento en su Segunda Epístola a los Corintios: ―Sé de un hom-
bre en Cristo, el cual hace catorce años (si en el cuerpo o fuera del
cuerpo no lo sé, Dios lo sabe) fue arrebatado al paraíso y oyó pa-
labras inefables que el hombre no puede pronunciar‖. (Cap. XII).
Este estado fuera del tiempo y del espacio, es producido al juntar-
se la luz del cuerpo pituitario con la luz de la glándula pineal.

332
Libro III

Samyama es la herramienta mas sutil (III.4-III.6)

4. Cuando concentración, meditación y contemplación,


constituyen un acto consecutivo, se alcanza sanyama.

Ésta es una idea muy difícil de expresar, pues los idiomas occiden-
tales carecen del equivalente de la palabra sánscrita "sanyama".
Sintetiza las tres etapas del proceso de meditación y sólo quien ha
aprendido y dominado las tres etapas de control mental, puede al-
canzarlas. Por este dominio obtiene los siguientes resultados:
1. Se ha liberado de los tres mundos, de la mente, la emoción y
la existencia en el plano físico. Ya no le llaman la atención.
No se concentra ni está absorbido en ellos.
2. Puede enfocar su atención a voluntad y, si lo desea, mante-
ner su mente firme indefinidamente mientras actúa inten-
samente en el mundo mental.
3. Puede polarizarse o centrarse en la conciencia del ego, alma
u hombre espiritual, y conocerse como algo aparte de la
mente y las emociones, de los deseos y sentimientos y de la
forma que constituyen el hombre inferior.
4. Ha aprendido a reconocer que el hombre inferior (el conjun-
to de estados mentales, de emociones y de átomos físicos)
es simplemente su instrumento para comunicarse a volun-
tad con los tres planos inferiores.
5. Ha adquirido la facultad de contemplación, esa actitud de
verdadera Identificación con el reino del alma, que puede
ser observado análogamente a como el hombre utiliza sus
ojos para ver en el plano físico.
6. Puede trasmitir al cerebro lo que ve, por medio de la mente
controlada, y así impartir el conocimiento del yo y de su re-
ino, al hombre en el plano físico.

333
Libro III

Esto es meditación perfectamente concentrada, y la capacidad de


meditar así, se denomina "sanyama" en este aforismo. Desarrollar
el poder de meditar es el objetivo del sistema de raja yoga. Por
medio de esta realización el yogui aprende a diferenciar entre el
objeto y lo que el objeto oculta o vela. Aprende a atravesar todos
los velos y a ponerse en contacto con la realidad que existe tras
ellos. Alcanza el conocimiento práctico de la dualidad.
Existe una conciencia más elevada que ésta, es el conocimiento
aún no alcanzado, descrito por la palabra unidad. Sin embargo
esta etapa es muy elevada, produce en el hombre sorprendentes
efectos y lo introduce en diversos tipos de fenómenos.
Samyama es la práctica mantenida de dhāranā, dhyāna, y samādhi
sobre un mismo objeto. Esta técnica es la forma yóguica de hacer
investigación pues produce toda clase de conocimiento suprasen-
sorio (prajñā). También se usa a veces en el sentido de ―control‖,
especialmente en conexión con el dominio de los sentidos. Estos
ejercicios se denominan ―sutiles‖ para indicar que no implican
ninguna nueva técnica fisiológica. Se parecen tanto entre sí que,
aún si se dedica a uno de ellos (por ejemplo a la concentración), el
yogui no puede quedarse exclusivamente en él sin dificultad y
hasta puede deslizarse, involuntariamente, hacia la ―meditación‖ o
la ―énstasis‖. Por esto, estos tres últimos ejercicios yogas reciben
el nombre común de samyama.
Dhāranā es atención unidireccional. Se transforma en dhyāna al
mantenerse en el tiempo mientras disuelve su carácter unidirec-
cional, implícito en la palabra ―concentración‖. Cuando ésta se
torna omnidireccional, lo cual es también no-direccional (es decir,
difundida por igual pero sin pérdida de atentividad), lleva a la
absorción total (samadhi). La prolongación continuada de estos
tres aspectos sutiles del yoga conforman una sola unidad, denomi-
nada samyama. Samyama es un estado de inmovilidad, y samyami
es quien subyuga sus pasiones y permanece inmóvil, dominando
todos los elementos.

334
Libro III

5. Como resultado de sanyama, llega el resplandor de la luz.

Los diversos comentadores y traductores han empleado varios


términos en este aforismo, y será interesante considerar algunos,
porque del estudio de las distintas interpretaciones obtendremos
plena comprensión de las palabras sánscritas.
Abreviando, la idea implica el concepto de que la naturaleza del
alma es luz, y que la luz es la gran reveladora. El yogui, gracias a
la práctica constante de la meditación, llega al punto en que puede
dirigir a voluntad, en cualquier dirección, la luz que irradia su pro-
pio ser e iluminar cualquier tema. Nada se le puede ocultar y todo
conocimiento está a su disposición, por lo tanto, a este poder se lo
describe como:
1. Iluminación de la percepción. La luz del alma fluye y el hom-
bre en el plano físico, en su conciencia cerebral, puede percibir lo
que antes estaba oscuro y oculto. Podemos describir técnicamente
el proceso en los concisos términos siguientes:
a. Meditación.
b. Polarización en el alma o conciencia egoica.
c. Contemplación, o dirección de la luz del alma hacia lo que
debe conocerse e investigarse.
d. El subsiguiente descenso del conocimiento comprobado,
como una "corriente de iluminación" al cerebro, por medio
del sutratma, el hilo del alma, el cordón plateado o vínculo
magnético. Este hilo pasa por la mente y la ilumina. Los pen-
samientos, engendrados por la respuesta automática de
chitta (sustancia mental) al conocimiento trasmitido, se
plasman entonces en el cerebro y el hombre en conciencia
física llega a conocer lo que el alma conoce. Entonces se
convierte en un iluminado.

335
Libro III

A medida que este proceso se hace más frecuente y constante, se


produce un cambio en el hombre físico. Se sincroniza cada vez más
con el alma. El factor tiempo queda relegado a segundo término
durante la transmutación, y la iluminación del campo de conoci-
miento por la luz del alma y la del cerebro físico, es un aconteci-
miento instantáneo. La luz de la cabeza se acrecienta en la corres-
pondiente medida, y el tercer ojo se desarrolla y funciona, como
también el correspondiente "ojo" en los planos astral y mental; de
esta manera el ego o alma puede iluminar los tres planos en los
tres mundos, lo mismo que el reino del alma.

2. Lucidez de conciencia. El hombre llega a tener lúcida y clara


visión. Es consciente de su creciente poder, que le permitirá expli-
car y resolver todos los problemas, y no sólo esto, también hablará
con lucidez y llegará a ser una de las fuerzas instructoras del
mundo. Todo conocimiento, conscientemente adquirido por pro-
pia iluminación, debe ser compartido y claramente trasmitido a
otros. Es el corolario de la iluminación.
3. Brillante surgimiento de la visión interna. Esto proporciona un
nuevo y muy importante ángulo al tema. Es la definición de la
capacidad de "ver dentro" de una forma; de llegar a la realidad
subjetiva, que ha hecho de la envoltura objetiva lo que es. Esta
visión interna es algo más que captación, simpatía y comprensión,
las cuales sólo son efectos de aquélla, que es la capacidad de atra-
vesar todas las formas y llegar a lo que éstas velan, porque esa
realidad es idéntica a la realidad en uno mismo.
4. Iluminación del intelecto. Salvo que la mente o intelecto pueda
captar y trasmitir lo que el alma sabe, los misterios no tienen explica-
ción para el cerebro físico y el conocimiento que el alma posee será
únicamente una visión bella e inalcanzable. Pero una vez que el inte-
lecto está iluminado, puede trasmitir y plasmar en el cerebro las co-
sas ocultas, que sólo conocen los hijos de Dios, en su propio plano.
De ahí la necesidad del método de Raja Yoga, o la ciencia de unión
por medio del control y el desarrollo de la mente. Quien logra el es-

336
Libro III

tado de samyama es dueño de todos los poderes. Dicho estado es el


más eficaz instrumento del yogui. Los objetos de conocimiento son
infinitos y de varias categorías, desde densos o muy densos a sutiles
o muy sutiles. Al dominar el control mental, surge la luz del conoci-
miento trascendental. Cuanto más firmemente se establezca el con-
trol mental, mas transparente se volverá (también) el conocimiento
(obtenido durante) la interiorización perfecta. El control mental tiene
lugar por etapas y, a medida que el yogui alcanza la interiorización
mas profunda, es decir el nirvicārasamādhi, la conciencia se inmovi-
liza y se vuelve transparente. En tal estado de máxima lucidez tiene
lugar el cambio de la conciencia personal a si mismo trascendental.
Śaṅkara comenta: Por medio de la luz que proporciona el conoci-
miento obtenido en la interiorización profunda, el cual ilumina cual-
quier cosa incluso escondida o remota, el yogui observa con claridad
lo que surge en la mente, como si lo tuviese en la palma de la mano.
Cuando la existencia simultánea es experimentada con éxito se pro-
duce la iluminación de la consciencia. En este contexto, consciencia
significa la consciencia pura. Igual que él sol emana en forma de
globo solar, luz, radios, radiación etc., la consciencia de la persona no
yóguica expulsa la cognición del observador, el objeto de observa-
ción, el acto de observar, el nombre, la palabra, el significado, la
forma, el color, el concepto, la mente, los sentidos, etc. Todas estas
cosas son los estadios del ―devenir‖ de la consciencia. No son la
consciencia pura, que es original y esta más allá de los estadios. La
consciencia pura es el esplendor del Señor que esta oculta en los ni-
veles de los diversos estadios. La percepción del hombre común está
siempre a merced de esos estadios. Cuando la existencia simultánea se
hace posible, se produce el brillo de la consciencia original, cuya in-
tensidad de iluminación es comparada en el Bhagavad Gita con el
brillo de ―tantos miles de soles de mediodía como una pueda imagi-
narse‖. Igual que cualquier cosa puesta en presencia de la más pura
llama de un alto horno de fundición es reducida a fuego así también
cualquier cosa expuesta al brillo de la más pura consciencia no es
nada sino la presencia del Espíritu de Consciencia Pura.

337
Libro III

6. Esta iluminación es gradual; se desarrolla etapa tras etapa.

Se considera aquí la naturaleza evolutiva de todo crecimiento y des-


envolvimiento y se recuerda al aspirante que nada se obtiene de in-
mediato, sino como resultado de un prolongado y constante esfuerzo.
Una de las cosas que todo aspirante a los misterios debería recordar
es que ese crecimiento gradual y relativamente lento, constituye el
método de todo proceso natural; este desenvolvimiento del alma sólo
es después de todo uno de los grandes procesos de la naturaleza. Lo
que el aspirante debe hacer es proporcionar las condiciones correctas.
Así el crecimiento se desarrollará normalmente por sí mismo. La
perseverancia, la paciente resistencia, la realización de un poco cada
día, tiene más valor para el aspirante que la vigorosa precipitación y
el esfuerzo entusiasta de la persona temperamental y emocional.
Forzar indebidamente el propio desarrollo, acarrea definidos y es-
pecíficos peligros. Se evitan cuando el estudiante se da cuenta de que
el sendero es largo y que la inteligente comprensión de cada etapa en
el sendero tiene más valor para él que los resultados obtenidos por el
despertar prematuro de la naturaleza síquica. El enunciado de que se
ha de crecer como crece la flor, encierra una gran verdad oculta.
Vyāsa comenta al respecto: Consecuentemente, el progreso en el
control mental se realiza por etapas. El control mental se practica
pasando a la siguiente etapa una vez que la anterior ha sido domi-
nada. Si no se domina previamente una etapa y, obviándola, se
pasa a la siguiente, no se logrará el control mental en las etapas
mas elevadas. Y en este caso, ¿cómo puede surgir (en el yogui) la
luz del conocimiento trascendental?. Además, quien domine las
últimas etapas con ayuda de lo absoluto (īśvara), no necesitará
prácticar el control mental con respecto a las etapas primeras, tales
como el conocimiento de otra mente (telepatía). Pues el objetivo
(de las etapas inferiores) ya se habrá alcanzado por otras vías.
Ciertamente, ―el yoga mismo es el maestro (que nos puede decir) que
una etapa (concreta) se sucede inmediatamente después de (otra)

338
Libro III

etapa‖. Pues se ha dicho: ―El yoga debe conocerse mediante el yoga;


el yoga conduce al yoga. Realmente, quien sea cuidadoso en (la
práctica del) yoga, permanecerá siempre deleitándose en el yoga‖.
El control mental no es un todo único, sino que comprende varias
etapas, como ya se ha visto (I.17, I.42-44). Sin embargo, este es-
quema sirve solo como modelo general, pues en la práctica real la
progresión puede variar. Esta puede ser la idea que Vyāsa trata de
apuntar cuando especifica: ―el yoga mismo es el maestro‖, además
añade las conocidas citas de una fuente anónima: ―El yoga debe
conocerse por medio del yoga; en yoga se progresa a través del
yoga; quien se esmera en el yoga, permanece siempre en el yoga‖.
El gran santo Hindú, Ramakrishna, hablaba de las ―siete cortinas‖ que el
éxtasis descorría. LA VOZ DEL SILENCIO de H.P blavatsky habla de ―es-
cuchar la voz de tu Dios interno en siete formas‖. El mismo libro habla de
la respuesta gradual del vidente a los velos progresivos de la naturaleza:
“Ayuda a la naturaleza y coopera con ella, y la naturaleza te consi-
derará como uno de sus creadores, y te obedecerá. Y abrirá am-
pliamente ante ti los portales de sus cámaras secretas, exhibiendo
ante tus miradas los tesoros ocultos en los abismos de su puro re-
gazo virginal. Incontaminados por la mano de la materia, ella mues-
tra sus tesoros únicamente al ojo del Espíritu, el ojo que jamás se
cierra, el ojo para el cual no hay velo alguno en todos sus reinos”.

El adiestramiento y refinación gradual de los vehículos de conciencia


los capacita para responder, y por tanto conocer plano tras plano de
materia más fina y sutil. El Maestro K. H. escribe: ―Los grados de
iniciación de un Adepto marcan las siete etapas por las cuales él des-
cubre el secreto de los principios séptuples en la naturaleza y en el
hombre y despierta sus poderes dormidos‖. Santa Teresa habla de las
―Siete Mansiones‖ en su libro EL CASTILLO INTERIOR. Describe sus
experiencias en ese mundo interno, resplandeciente y más fino. Enton-
ces Esto, iluminando toda la mente, inunda el alma toda de luz, sacán-
dola del cuerpo, y transformando a todo el hombre en existencia pura‖.

339
Libro III

Lo interno es, en realidad, externo (III.7-III.8)

7. Estos tres últimos métodos de la yoga tienen un


efecto subjetivo más íntimo que los anteriores.

Los tres métodos últimos corresponden a dharana (concentra-


ción), dhyana (meditación), y Samadhi (contemplación), mientras
que los primeros cinco métodos tienen como finalidad principal
preparar al presunto yogui. Guardando los Mandamientos y las
Reglas, alcanzando el aplomo y el control rítmico de las energías
del cuerpo, y por el poder de retirar la conciencia y centrarla en la
cabeza, el aspirante puede aprovechar y cultivar sin peligro los
poderes de concentración, meditación y contemplación.
Habiendo hecho contacto con lo subjetivo en sí mismo, y siendo
consciente de lo interno, puede comenzar a trabajar con los méto-
dos internos e íntimos.
Los ocho métodos de yoga sólo preparan al hombre para ese estado de
conciencia espiritual que trasciende el pensamiento, independiente-
mente de cualquier germen de pensamiento; es amorfo, y sólo puede
ser descrito (y aún así inadecuadamente) con términos tales como:
unificación, comprensión, identificación, conciencia nirvánica, etc.
Es inútil que el neófito intente comprender, hasta no haber des-
arrollado el instrumento interno de comprensión; no tiene objeto
que el hombre mundano dude y pida que se le demuestren las co-
sas, si al mismo tiempo no está dispuesto (como al estudiar cual-
quier ciencia) a aprender el abecé y perfeccionarse en la técnica.
Johnston en su comentario dice:
"...Los métodos de crecimiento ya descritos conciernen a la libe-
ración de las ataduras y velos psíquicos del hombre espiritual; en
cambio debe aplicar este triple poder y así liberarse y permane-
cer sobre sus pies, contemplando la vida con los ojos abiertos".

340
Libro III

El trío (dharana, dhyana, y samadhi) de la existencia simultánea


es más profundo y está más oculto que los pasos anteriores. Aquí
se muestra una diferenciación entre los primeros cinco pasos y los
tres últimos. Los primeros cinco pasos describen: el cuerpo, los
sentidos, la mente, los poderes, las energías y la percepción obje-
tiva del mundo. De ahí que sean exotéricos por naturaleza y que
estén expuestos a diversos obstáculos y dificultades. La vida
mundana, cuando se practica independientemente de los tres pasos
finales sin la práctica del yoga, pertenece a la actividad de esta
categoría junto con la falta de capacidad para utilizar los vehículos
inferiores. Por lo tanto está condiciona a estar llena de resultados
y experiencias contradictorios. También la práctica del yoga hecha
poco a poco y con una superespecialización en uno o más pasos,
proporciona resultados contradictorios y es continuamente obs-
truida por obstáculos que uno mismo se crea, esto quiere decir que
se debe hacer todos los pasos del yoga, no solamente alguno y
ampliarlo, como lo suelen hacer algunos swamis y gurus. En el
lenguaje de los filósofos, este dominio está bajo el encanto del
karma y sus resultados. Este campo existe en los niveles más den-
sos de materia, fuerza, energía, pensamiento y objetividad. El trío
de la existencia simultánea existe en el plano sutil de la esencia
que no es otra cosa que luz. Esta luz lo inunda todo pero existe
oculta en el plano sutil. Incluso aunque los planos más densos
parezcan ser más prominentes y reales como objetos, existen sólo
bajo por obra del encanto de la varita mágica de este trío. Este
trío, mediante su encanto creador, puede traer cualquier cosa de la
no existencia a la existencia y viceversa.

341
Libro III

8. Sin embargo, estos tres aún no corresponden a la


verdadera meditación sin simiente (o samadhi), la
cual no está basada en un objeto. Está libre de los
efectos que produce la naturaleza discriminadora de
la sustancia mental o chitta.

En todas las etapas previas, el pensador ha sido consciente de sí


mismo, el conocedor, y del campo de conocimiento. En las prime-
ras etapas era consciente de la triplicidad, pues el instrumento de
conocimiento era también reconocido, para ser más tarde trascen-
dido y olvidado. Ahora viene la etapa final, objetivo de todas las
prácticas de yoga, en que se conoce la unidad y en la cual hasta la
dualidad es considerada una limitación. Sólo queda la conciencia
del yo, el omnisciente y omnipotente conocedor, que es uno con el
Todo, cuya naturaleza es percepción y energía. Como muy bien se
ha dicho:
"Existen dos tipos de percepción: la percepción de las cosas
vivientes y la de la Vida, o la percepción de las obras del alma
y la del alma misma".

El expositor de la yoga ansía describir los resultados de la medita-


ción (algunos en relación con el psiquismo superior y otros con el
psiquismo inferior). Los siete aforismos siguientes se refieren a la
naturaleza de los objetos vistos y al control de la mente, a medida
que el verdadero hombre trata de enfocar sobre ellos el rayo ilu-
minador de su mente.
Al estudiar estos resultados de la meditación en la esfera psíquica,
debe tenerse en cuenta que los ocho métodos de yoga producen
efectos definidos sobre la naturaleza inferior, causando ciertos
desenvolvimientos y experiencias, que ponen al aspirante más
conscientemente en armonía con los planos internos de los tres
mundos. El proceso es seguro y necesario, siempre que sea el re-
sultado del despertar del hombre en su propio plano y el dirigir a

342
Libro III

esos planos el ojo del alma por intermedio de la mente y del tercer
ojo. La presencia del poder psíquico inferior puede significar, sin
embargo, que el alma está dormida (desde el punto de vista del
plano físico) y es incapaz de emplear su instrumento, y que estas
experiencias son, por lo tanto, el resultado de la actividad del
plexo solar que produce percepción en el plano astral. Este tipo de
psiquismo es un retorno al estado animal y a la etapa infantil de la
raza humana, siendo indeseable y peligroso.
Comparados los citados poderes con el samadhi sin semillas son
todavía externos. Aún no hemos alcanzado el verdadero y superior
samadhi, sino el inferior, en el cual existe el universo tal como lo
vemos y al cual pertenecen dichos poderes.
Éste triple método, aunque (considerado anteriormente) interno
(hacia la interiorización completa con conocimiento), es solo un
método externo respecto al yoga sin semilla. Pues éste yoga sin
semilla tiene lugar cuando (dicho trío también) esta ausente.
El estado en que la mente esta exenta de toda impresión y nada
queda fuera de su alcance es más complejo que el estado en que se
dirige la mente hacia un objeto (samādhi). Los sūtras III.7 y III.8,
indican que el samyama solo es posible a nuestro propio nivel
individual. No puede haber gradación universal para escoger la
dirección de la indagación. El samyama no puede ser practicado al
mismo nivel por todos y en todo momento. Es el aspecto relativo
de samyama, ya que se basa en la capacidad y necesidades indivi-
duales.
Sankara comenta: El yoga puede practicarse sin pasar por los cin-
co primeros miembros; simplemente practicando el conjunto
compuesto por concentración, meditación e interiorización perfec-
ta (comtemplación), con el concurso de las impresiones latentes
(samskaras) acumuladas en otras vidas. Pero sin ese trío, el yoga
no es posible para nadie, pues la naturaleza del yoga es el perfec-
cionamiento de la mente; por eso, el yoga se asocia esencialmente

343
Libro III

con las tres técnicas del sanyama. Sin embargo, cuando se han
perfeccionado el conocimiento y el desapego, cesa la inquietud
por la concentración y las otras dos. El dominio de las posturas o
de otro miembro del yoga, no conduce al yoga, en el caso de per-
sonas sin concentración. Ciertamente se conseguirá con la libera-
ción de los defectos y con la interiorización perfecta; y nada mas
lo hará. A través de la discriminación de la diferencia entre el as-
pecto luminoso de la mente (sattva) y el auténtico ser interior
(puruṣa, Espíritu), se logra el yoga sin semilla, incluso sin el triple
medio directo; por tanto, la tríada es solo un medio indirecto
(hacia el yoga sin semilla). Hay quienes poseen visión penetrante
desde su mismo nacimiento, derivada del control mental (en sus
vidas pasadas). En estos excepcionales casos, la interiorización
perfecta sin semilla se producirá mediante la práctica del máximo
desapego y la idea de cesación, sin necesidad de comprometerse
en la concentración, la meditación y la interiorización perfecta.

344
Libro III

Contemplando los cambios sutiles (III.9-III.16)

9. La secuencia de los estados mentales es la siguiente:


la mente reacciona a lo que ve; luego llega el momento
en que la mente es controlada. Sigue otro en que la
sustancia mental o chitta responde a ambos factores.
Finalmente desaparecen y rige totalmente la concien-
cia perceptora.

Si el estudiante analiza algunas traducciones de estos aforis-


mos, hallará que la traducción de éste varía mucho, la mayoría
son excesivamente ambiguas. Podemos ver esto en la traduc-
ción de Tatya:
"De dos corrientes de pensamientos autoreproductores las
modificaciones que se producen en el órgano interno son las
de la forma de "Nirodha", resultantes de Vyutthana y Nirodha
respectivamente; la primera está subyugada y la segunda
manifestada, y en el momento de la manifestación, el órgano
interno (chitta) está involucrado en ambas corrientes.

Las otras son aún más vagas, excepto la traducción de Johnston, la


cual arroja mucha luz sobre el pensamiento involucrado:
"De los grados ascendentes surge el desenvolvimiento del
control. Primero, hay que vencer la impresión mental de la
excitación. Luego se manifiesta la impresión mental del con-
trol. Después del momento del control sigue la conciencia
perceptora. Esto es el desenvolvimiento del control".

Quizás la manera más sencilla de entender esta idea es darse cuen-


ta que el cerebro físico, cuando trata de meditar, percibe tres fac-
tores:

345
Libro III

1. Es consciente del objeto de su meditación. Esto excita o im-


presiona su mente, y pone en actividad las "modificaciones del
principio pensante", o estimula la tendencia de la mente a crear
formas mentales, haciendo que la sustancia mental adopte las
formas correspondientes al objeto visto.
2. Luego se hace consciente de la necesidad de subyugar esta ten-
dencia, entonces pone en acción su voluntad y aquieta y controla la
sustancia mental, de modo que cese de modificarse y adquirir formas.

Gracias al esfuerzo firme y perseverante, se neutraliza el orden


consecutivo de estos dos estados de conciencia que, con el tiempo,
se hacen simultáneos. El reconocimiento de un objeto y el control
inmediato de la sustancia mental responsiva, ocurren como un
relámpago. Este es el estado llamado técnicamente "nirodha". De-
be tenerse presente que, como dice Vivekananda:
"Si hay una modificación que impele a la mente a precipitarse
externamente a través de los sentidos y el yogui trata de con-
trolarla, ese mismo control constituye una modificación".

La impresión que la voluntad ejerce sobre la mente, la conducirá a


asumir la forma que la controla, la cual llevará una modificación,
que dependerá, en gran parte, del grado de evolución alcanzado
por el aspirante, de la tendencia de sus pensamientos diarios y de
la amplitud de su contacto egoico. Esta no es la verdadera y más
elevada forma de contemplación, sino una de las primeras etapas,
pero es más elevada que la concentración y la meditación con si-
miente, según se entiende por la común, porque va seguida inevi-
tablemente de la tercera etapa, la cual es muy importante.
3. Luego el yogui repentinamente se desliza fuera del estado infe-
rior de conciencia, y se da cuenta que está identificado con el per-
ceptor, con el pensador en su propio plano, y debido a que la mente
está controlada y el objeto visto no evoca respuesta, la verdadera
identidad puede percibir lo que hasta entonces ha estado velado.

346
Libro III

Sin embargo, debería aclararse que el perceptor en su propio plano


ha sido siempre consciente de lo que ahora reconoce. La diferen-
cia está en que el instrumento, la mente, se halla bajo control, por
lo tanto el pensador puede imprimir en el cerebro lo que percibe
por la mente controlada. El hombre, en el plano físico, también
percibe simultáneamente, y es posible por primera vez la verdade-
ra meditación y contemplación. Al principio será durante breves
segundos. Un destello de percepción intuitiva, un instante de vi-
sión y de iluminación y todo desaparece. La mente empieza de
nuevo a modificarse y a entrar en actividad, pierde de vista la vi-
sión, el momento elevado ha pasado y la puerta al reino del alma
parece cerrarse repentinamente. Pero se ha obtenido seguridad,
registrado una vislumbre de la realidad en el cerebro y obtenido la
garantía de una futura realización.
El grupo de aforismos III.9 al III.15 trata de los aspectos mas os-
curos de la teoría yoga. El término clave de este grupo concreto es
pariṇāma o ―transformación‖. El propósito aparente de estos
sūtras es la exposición de la dinámica de transformación gradual
de la conciencia activa en conciencia estática bajo la terminología
de la teoría de causación específica suscrita por Patanjali. El con-
cepto de “transformación” se ha elaborado para dar respuesta a la
cuestión de cómo es posible que todo esté en continuo cambio.
Según el yoga, los estados o condiciones para el cambio tienen
una base real, es decir, pues nada puede surgir de la nada. Dicho
de otra forma, ―transformación‖ es la sustancia que permanece y
todas sus manifestaciones son las ―cualidades‖ (dharma) (III.14).
En este aforismo, la conciencia se considera como la sustancia que
permanece invariable a través de los cambios que tienen lugar
practicando las técnicas del yoga. Asimismo, los activadores su-
bliminales y las vivencias se consideran como ―aspectos‖ de esa
sustancia única y constante.
Vyāsa comenta: Las impresiones latentes activadoras del estado
mental ordinario son propiedades de la mente; no tienen la natura-
leza de las ideas. Puesto que no son ideas, no resultan inhibidas

347
Libro III

cuando se inhiben éstas. Las impresiones latentes activadoras del


estado mental inhibido son también propiedades de la mente. En-
tre ambos estados hay alternancia entre sometimiento y predomi-
nio: (en el estado mental inhibido) las impresiones latentes activa-
doras del estado mental ordinario son excluidas y las activadoras
del estado mental inhibido dominan. En el instante de inhibición,
la mente concilia el sometimiento y el predominio. Durante la
persistencia del cambio entre las impresiones latentes de la mente,
aparece la transformación inhibidora. Ahí, en la inhibición de la
interiorización perfecta, la mente esta formada solo por impresiones
subliminales, tal como ha sido explicado (anteriormente) (I.18).
La transformación mediante la restricción de la conciencia se lo-
gra a través del estudio de los momentos de silencio que se dan
entre la aparición de impresiones y nuestro impulso de restringir-
las y entre el impulso de restricción y la recurrencia del pensa-
miento. En III.4, Patanjali presenta dhāraṇā, dhyāna y samadhi
como tres hilos trenzados en una única hebra, integrada y desple-
gada. A continuación introduce tres transformaciones de la cons-
ciencia relacionadas directamente con ellos, ... Estas transforma-
ciones están relacionadas con las tres transformaciones en la natu-
raleza: dharma, lakṣaṇa y avasthā pariṇāma (III.13), ... La palabra
transformación sugiere a nuestra imaginación una serie de pasos
en una estructura estática, pero resulta mas útil concebirla como
un flujo armonioso, como el que nos ofrece la moderna física de
partículas. Se refiere también al método utilizado en meditación,
cuando dhāraṇā pierde su agudeza de atención sobre el objeto, y es
la propia inteligencia la que pasa a ser enfocada. En dhāraṇā, la
observación es una iniciativa dinámica. Mediante nirodhapariṇāma
— transformación a través de la restricción o supresión—, la cons-
ciencia aprende a calmar sus propias fluctuaciones y distracciones,
tanto deliberadas como no deliberadas. El método consiste en per-
cibir, asir, y finalmente ampliar esas pausas subliminales de silen-
cio que se producen entre el surgir y la restricción de los pensa-
mientos, y viceversa.

348
Libro III

10. Cultivando este hábito mental se alcanzará la estabi-


lidad de la percepción espiritual.

Este punto de equilibrio, entre la excitación de la mente y su con-


trol, se obtiene con mayor frecuencia por la constante repetición,
hasta que se adquiere el hábito de estabilizarla. Una vez logrado,
ocurren dos cosas:
1. El control instantáneo de la mente a voluntad, lo cual produce:
a. Una mente tranquila, libre de formas mentales.
b. Un cerebro pasivo y responsivo a lo superior.

2. El descenso al cerebro físico de la conciencia del perceptor,


el alma.

Este descenso se hace cada vez más claro, más informativo y está
menos sujeto a interrupciones, a medida que transcurre el tiempo,
hasta que se establece una respuesta rítmica entre el alma y el
hombre en el plano físico. La mente y el cerebro están completa-
mente sometidos al alma.
Debe tenerse en cuenta que esta condición de la mente y del cere-
bro es positiva y no un estado negativo.
Esta transformación produce un fluir de quietud a través de la
fuerza de impresiones repetidas de ―no movimiento‖. La fuerza
misma de esta transformación repetida hace nacer una quieta co-
rriente mental, que es la negación misma de la actividad agitada.
Por una práctica constante e interrumpida, la mente puede mante-
nerse en el estado de atención durante largo tiempo.
Las palabras utilizadas anteriormente por Patanjali para designar
el estado de tranquilidad son cuatro.
1ª. Cuando la consciencia perturbada pasa a un estado impertur-
bable, es cittaprasādanam (disposición favorable de citta).

349
Libro III

2º. Cuando se conquistan las aflicciones, es svarasavāhini (flujo


de la fragancia del alma).
3º. Cuando cesa el esfuerzo en la búsqueda del alma, se trata de
anantasamāpattih (asumir la forma original y eterna).
4º. Destreza meditativa es adhyātmaprasādanam (manifestación
de la luz del alma).

Todos transmiten el mismo significado: que el buscador y lo bus-


cado son uno; el buscador es el que ve.

350
Libro III

11. El establecimiento de este hábito y la sujeción de la


mente para apartarla de la tendencia a crear formas
mentales, traen como resultado, en su oportunidad, el
poder constante de contemplación.

Dada la claridad de este aforismo, poco tenemos que decir para


explicarlo. Es una especie de resumen de los anteriores.
La idea que imparte es que debe alcanzarse un estado de perma-
nente meditación. Aunque son de enorme valor los períodos en
que se lleva a cabo un trabajo definido, durante ciertas horas es-
pecíficas y determinadas, particularmente en las primeras etapas
del desenvolvimiento del alma, no obstante la condición ideal es
mantenerse en un estado de realización durante todo el día y
cada día. La capacidad de extraer a voluntad los recursos del ego,
el reconocimiento constante de ser un hijo de Dios encarnado en el
plano físico, y la capacidad de hacer descender cuando es necesa-
rio el poder y la fuerza del alma, es algo que con el tiempo logrará
todo aspirante. Pero, primeramente, debe establecer el hábito del
recogimiento y adquirir la capacidad de reprimir las modificaciones
del principio pensante, para lograr este deseable estado del ser.
La mente se adapta a cada una de estas dos características duales
de la mente, puesto que posee ambos estados como suyos propios:
puede estar concentrada por la desaparición (de la dispersión) y
por la aparición (de la atención). Esto se denomina interiorización
perfecta de transformación. —La transformación de la conciencia,
propia del énstasis (Samadhi, mente en silencio), se basa en la
sustitución del racimo de objetos (ideas) que ocupan la conciencia
ordinaria por la unidireccionalidad, o atención centrada en un solo
punto. La dispersión y la unidireccionalidad son dos aspectos
(dharma) fundamentales de la conciencia. Estas dos formas de
manifestación pueden sustituirse por los términos centrifugalidad
y centripetidad. La tarea del yogui consiste en la superación gra-

351
Libro III

dual de la tendencia centrífuga y el cultivo simultáneo de la ten-


dencia centrípeta, es decir, de la interiorización.
La terminación de la dispersión de la mente a través de su asocia-
ción con todo género de objetos, y su despertar en una unidireccio-
nalidad omni-inclusiva, da por resultado otra transformación llama-
da ―samādhiparināma” (transformación que se estabiliza en
samādhi). Ahora, el mundo objetivo entero, inclusive de todos los
objetos converge en un solo punto que funciona como un foco a
través del cual el mundo, con todos sus objetos diferentes, se ve en
conjunto, en totalidad, de un vistazo. Y cuando el yogui mira ahora
al mundo, descubre que la mente oscila entre un género de polari-
zación: el polo de los objetos diferentes por un lado, y el polo de la
unidireccionalidad inclusivo de la totalidad del mundo objetivo, por
el otro. Y cuando ve esta oscilación, descubre que el mundo objeti-
vo finaliza y desaparece de su vista, y la unidireccionalidad llena
todo su campo de visión.

352
Libro III

12. Cuando el control ejercido por la mente y el factor


controlador están equilibrados, entonces se produce
la concentración unilateral.

El término sánscrito empleado es difícil de explicar con claridad.


Tales términos como: concentración unilateral, en un sólo propó-
sito, fija, sintética, perfecta, todos dan una idea de la condición de
la mente, que estamos considerando.
El aspirante es ahora deliberadamente inconsciente de todos los
estados mentales relacionados con los tres mundos. Su atención
está enfocada en un objeto específico, principalmente en la reali-
dad o vida subjetiva, velada por la forma del objeto. Es además
inconsciente de sí mismo, el pensador o conocedor; únicamente
aquello contemplado es percibido en el verdadero sentido del
término. Éste es el aspecto negativo.
Sin embargo, se ha de recordar que éste es un estado mental muy
activo, porque la conciencia perceptora se da cuenta del objeto de
una manera más comprensiva. La totalidad de las cualidades as-
pectos y vibraciones le son revelados, así como también la energía
esencial central que ha traído ese objeto particular a la manifesta-
ción. Esto queda revelado al proyectar directamente sobre el obje-
to la luz iluminadora de la mente. La conciencia perceptora se da
cuenta también de su identificación con la realidad detrás de la
forma. Esta es la verdadera comprensión ocultista, no tanto la
comprensión del objeto sino la identificación del ente con la vida
que el objeto vela.
Esto en sí es una condición dual, aunque no en el sentido gene-
ralmente aceptado. Sin embargo, hay un estado de conciencia aún
más elevado, cuando se comprende la unidad de la vida en todas
las formas y no simplemente la unidad de la vida en un objeto
específico.

353
Libro III

¿Cómo conoceremos que la mente está concentrada? Porque se


habrá desvanecido la idea, de tiempo. Cuanto más tiempo pase sin
advertir que pasa, más concentrados estaremos. En la vida ordina-
ria notamos que cuando leemos con vivísimo interés un libro no
tenemos noción del tiempo, y cuando terminamos la lectura nos
sorprendemos al notar las horas que han pasado. Durante la lectu-
ra todo el tiempo nos parece presente. Por esto dice el aforismo
que cuando se unifican el pasado y el presente se dice que la men-
te está concentrada.
En esta transformación no hay cuestión de supresión, como en las
dos anteriores, sino que únicamente impresiones similares se van
sucediendo una a otra, como en una corriente. Igual que el drásti-
co movimiento de la conciencia abarrotada de ideas hacia una
conciencia centrada (en énstasis, silencio) puede explicarse en
términos de una particular forma de cambio, también puede con-
templarse la unidireccionalidad en el estado enstático como un tipo
de cambio. Como afirma Patanjali, la unidireccionalidad se compo-
ne de una serie de ideas similares que se encienden de forma mo-
mentánea en la conciencia.
Todo el universo aparece y desaparece alternadamente, pero el
momento de intervalo es tan breve que parece ser un fenómeno
continuo. El profesor Krishnamacharya establece una jerarquía
entre estas maduraciones profundas:
1) nirodhaparināma hace referencia a la primera transformación:
el yogui, liberado ya de la influencia de sus comportamientos
instintivos y emocionales, progresa en la serenidad;
2) samādhiparināma corresponde a la etapa siguiente: el espíritu,
que se ha hecho mas incisivo en su relación al objeto, alcanza
diversas realizaciones (siddhi);
3) ekāgratāparināma designa la última metamorfosis, la que con-
duce al estado mas alto, al reino de paz y de luz eterna, a la li-
beración final.

354
Libro III

13. Mediante este proceso se conocen los aspectos de


cada objeto; entonces sus características (o forma),
su naturaleza simbólica y su uso específico en la con-
dición de tiempo (etapa de desarrollo) son conocidos
y comprendidos.

Aquí debe tenerse en cuenta que toda forma de manifestación divi-


na tiene tres aspectos, de manera que está hecha realmente a ima-
gen de Dios, con todas sus potencialidades divinas. Esto también
concierne al reino humano e igualmente a todas las formas. EL yo-
gui perfectamente concentrado percibe esta triple naturaleza, ve los
tres aspectos tal como son, pero sabe, al mismo tiempo, que constitu-
yen un todo. En su comentario, Johnston resume con las siguientes
palabras las ideas implicadas:
"Obtenemos una doble perspectiva de este objeto, viendo a la vez
todas sus características individuales; su carácter esencial, especie
y género, lo vemos en relación consigo mismo y con el Eterno".

En forma curiosa estos tres aspectos abarcan los tres de la ecua-


ción tiempo, o la relación del objeto con su medio ambiente.
1. Características de la forma. Esta frase pone de manifiesto
los aspectos tangibles y externos de la forma. Se refiere al
aspecto materia de la idea en manifestación; primero consi-
dera y luego descarta aquello con que ha hecho contacto por
medio de los sentidos. Dicha forma es el resultado del pasa-
do, y se reconocen las limitaciones relativas a su etapa de
evolución. Cada forma contiene en sí la evidencia de los ci-
clos anteriores y ello puede observarse en:
a. su grado de vibración,
b. la naturaleza de su ritmo,
c. la cantidad de luz que permite manifestar,
d. su color esotérico.

355
Libro III

2. Naturaleza simbólica. Cada objeto no es más que el símbo-


lo de una realidad. La diferencia en el desarrollo de las for-
mas que simbolizan o corporifican esa realidad, constituye
la garantía de que, en fecha futura, todos los símbolos alcan-
zarán la fructificación de su misión. El símbolo es una idea
corporificada, la manifestación de alguna vida en la existen-
cia objetiva. Este es el aspecto conciencia, y dos grandes re-
velaciones están latentes en todo símbolo y forma:
a. La revelación de la plena conciencia, o el surgi-
miento de la respuesta al contacto, el cual está en
potencia o difiere aún en todas las formas, pero
puede producirse y se producirá hasta adquirir su
máxima percepción.
b. La revelación de aquello que el aspecto conciencia (el
segundo aspecto) oculta. La revelación del alma con-
duce a la manifestación de la vida una. La manifesta-
ción del Hijo de Dios lleva al conocimiento del Padre.
El resplandor del yo superior, por medio del yo infe-
rior, revela al yo divino o espiritual. La matriz contie-
ne al diamante, y cuando la matriz revela su joya
oculta y se realiza el trabajo de tallado y pulido, pue-
de verse la gloria de la joya. Cuando la planta de loto
ha alcanzado la madurez, aparece la flor y se abre y,
en medio de sus pétalos, puede verse la "Joya en el
Loto" (Om Mani Padme Hum).
Este aspecto simbólico es común a todas las
formas; sea el símbolo un átomo de sustancia, un
mineral, un árbol, un animal o "la forma del Hijo de
Dios", se hallará que oculta la joya del primer as-
pecto. Hará conocer su presencia por medio de la
cualidad de la conciencia en alguno de sus innume-
rables estados.

356
Libro III

3. Empleo específico en la condición de tiempo. Al concen-


trarse el yogui unilateralmente sobre la forma u objeto, me-
dita sobre su cualidad (el aspecto subjetivo o naturaleza
simbólica) y contempla la vida que la forma oculta, aunque
atestiguada por el factor conciencia; entonces llega a ser
consciente de la actual etapa de desarrollo y así quedan re-
velados a su intuición, el pasado, el presente y el futuro.

Por lo tanto, será evidente, hasta para el lector ocasional, que si se


desarrolla correctamente la meditación en las tres etapas mencio-
nadas, todo conocimiento es posible para el yogui; el Eterno Aho-
ra es para él una realidad efectiva en la naturaleza y puede colabo-
rar inteligentemente en el plan evolutivo. El servicio tiene enton-
ces por base la total comprensión.
El triple cambio en la materia mental, de forma, tiempo y estado
explica los correspondientes cambios en densa y sutil materia y en
los órganos. Supongamos que tenemos una barrita de oro y la trans-
formamos en un brazalete, y después el brazalete en una arracada.
Estos son cambios de forma. El mismo fenómeno, considerado des-
de el punto de vista de la duración, nos da el cambio de tiempo.
Además, el brazalete o la arracada pueden ser brillantes o mates,
gruesos o delgados, etcétera. Esto es el cambio de estado. Refirién-
donos ahora a los aforismos 9, 11 y 12, la materia mental se muda
en vrittis, esto es, cambia de forma, y también cambia de tiempo al
transcurrir por el pasado, el presente y el futuro. El estado se en-
tiende por la variación de intensidad de las vibraciones en el particu-
lar período presente. La práctica de las concentraciones enseñadas
en los precedentes aforismos dará al yogui voluntario dominio sobre
las transformaciones de su materia mental, que le capacitarán para
practicar el samyama citado en el aforismo (4. III).
Todo lo que es fluye y cambia incesantemente de forma. Vivimos
en un continuo proceso de transformación, en un devenir que,
obedeciendo a la inderogable teleología a que se halla sujeto el
universo, actúa las infinitas potencialidades de la ―causación),

357
Libro III

para luego reconducirlo todo al primigenio equilibrio. Nosotros nos


hallamos envueltos en esta mutación, aunque no nos percatemos de
sus momentos particulares, aunque los podamos inducir del hecho
de que observamos continuos cambios en las cosas, ya sea cambios
de cualidad o de situación, colocación, o de sucesión temporal. La
sustancia de la arcilla puede mostrarse como un bloque de arcilla o
como un jarrón. Estas son sus formas (dharma) externas, y el cam-
bio de una a otra no afecta a la sustancia misma. La arcilla perma-
nece igual. Pero el bloque o el jarrón no solo tienen una existencia
espacial sino que también están situados en el tiempo. De esta
forma, el jarrón es la variación temporal presente de la arcilla. Su
variación temporal en el pasado era el bloque de arcilla. Su varia-
ción temporal en el futuro será presumiblemente el polvo.
A lo largo de este cambio en el tiempo, la sustancia permanece
idéntica. ¿Cómo tiene lugar el cambio en el tiempo? Esta pregunta
se contesta mediante el tercer tipo de cambio, el de la condición de
un objeto. El tiempo es una sucesión de momentos individuales que
alteran imperceptiblemente la condición del jarrón; esto se conoce
con el término envejecimiento. El polvo de arcilla se convierte en
una masa para fabricar una vasija. El polvo de arcilla es su propie-
dad (dharma), la masa es su modificación, y la vasija es la condi-
ción final. Si el alfarero quiere modificar la forma de la vasija, la
rompe para devolverla a su estado original a fin de reformarla. Lo
mismo sucede con un anillo de oro. Para rehacerlo, el orfebre debe
derretirlo para que vuelva su estado original. Un hombre puede ser
hijo, hermano, sobrino, cuñado, yerno, padre, tío, suegro o abuelo,
pero sigue siendo el mismo hombre.
A partir de la disposición concreta de los átomos en el cuerpo, obser-
vamos que todos los cambios subsecuentes que tienen lugar en él,
existen solo de forma latente para manifestarse en el futuro.
Además, todos los cambios previos de colocación de los átomos no
se han perdido sino que existen únicamente en forma potencial de-
ntro de la disposición concreta de átomos que se presenta ante no-
sotros. Pues los cambios pasados no desaparecen sino que se preser-

358
Libro III

van en la peculiar y particular disposición de átomos del momento


actual. Pues si los cambios pasados no hubiesen tenido lugar, el pre-
sente no habría surgido. El presente se mantuvo escondido en el
pasado, igual que el futuro se haya escondido en el presente. Por
tanto, solo puede llegar a existir gracias al repliegue del pasado, el
cual existe en él solo en forma potencial. De acuerdo con esto es
por lo que vemos a los cuerpos nacer y morir. Aunque este naci-
miento o muerte es en realidad sólo un cambio de apariencia.

359
Libro III

14. Las características de cada objeto se adquieren:


están en manifestación o latentes.

Este aforismo contiene más o menos la misma idea del anterior.


En tiempo y espacio todas las características tienen un valor rela-
tivo. La meta es una, el origen uno, pero debido a los diferentes
grados de vibración de los siete grandes alientos o corrientes de
energía divina, toda vida contenida en ellos difiere y es distinta.
El grado de desarrollo de los siete Señores de los Rayos es distin-
to. El desenvolvimiento de la vida de los diversos Logos planeta-
rios, o de los siete Espíritus ante el Trono de Dios, no es uniforme,
y los átomos de Sus cuerpos, o las Mónadas que constituyen Sus
vehículos, no tienen por lo tanto desarrollo uniforme.
Este tópico es muy vasto y sólo podemos ocuparnos aquí muy
brevemente. Los estudiantes hallarán útil e interesante buscar la
información, dada en las distintas presentaciones de la verdad una,
acerca de las grandes Vidas en las cuales "vivimos, nos movemos
y tenemos nuestro ser".
Podrían estudiarse bajo las siguientes denominaciones:
1. los siete Rayos,
2. los siete Espíritus ante el Trono,
3. los siete Logos planetarios,
4. los siete grandes Señores,
5. los siete Eones,
6. las siete Emanaciones,
7. los siete Prajapatis,
y otras denominaciones menos conocidas, de cuyo estudio se ob-
tendrá mucha luz.

360
Libro III

En forma característica (teniendo en cuenta el punto específico de


desenvolvimiento o carencia del mismo), al conocedor se le revela:
a. La totalidad de lo adquirido. Lo que el pasado ha dado. Este
es el acorde total que el alma de ese objeto es aún capaz de
emitir.
b. La serie particular de cualidades, extraídas de la adquisición
total, que la vida manifiesta por medio de alguna forma es-
pecífica. Esta es la nota que corresponde al presente acorde
adquirido, que el alma del objeto ha elegido emitir.
c. Lo que está latente y es posible. Este conocimiento será
dual, y revelará primero, las posibilidades latentes que de-
berán desarrollarse por medio de la forma contemplada, y
segundo, las posibilidades latentes, susceptibles de ser des-
arrolladas en el actual ciclo mundial, por medio de diversas
formas. Esto abarca los desarrollos futuros, que proporcio-
nan al yogui el acorde completo, una vez finalizado el gran
ciclo evolutivo.

Taimni, I.K en su libro ―La Ciencia del Yoga‖ comenta al respecto:


Todas las cualidades, manifestadas o inmanifestadas de los diferen-
tes elementos, se considera que están inherentes en un substrato del
cual se derivan y al que se da el nombre de dharmin por ser la ma-
dre de los dharma. Este substrato, raíz de todas las propiedades, no
es otra cosa que la materia o prakṛti (causación original).
En III.13 Patanjali emplea el término dharma en el sentido técnico
de ―forma‖, la cual es de naturaleza cambiante. Esta contrasta en
III.14 con el concepto de ―poseedor del dharma‖ (dharmin), la
naturaleza esencial subyacente o ―sustancia‖ inmutable (en oposi-
ción a la forma cambiante). Prakṛti es la ―sustancia‖ permanente
(dharmin) y sus series de transformaciones son las formas (dhar-
ma). Aplicando la doctrina la cual afirma que los cambios afectan
solo a la forma del objeto y no a la substancia que subyace, Patan-
jali diferencia tres formas o estados de un objeto: su aspecto ―apa-

361
Libro III

gado‖ o pasado, su aspecto ―actual‖ o presente, y su aspecto ―in-


determinado‖ o futuro. Los tres están relacionados con la misma
―sustancia‖ o ―poseedor del dharma‖, siempre presente, aunque no
puede estar contenida por (y por tanto es diferente de) sus modifi-
caciones o formas; es decir, asume muchos cambios pero éstos no
la definen completamente. Vyāsa contrasta explícitamente este
punto de vista con la doctrina budista del anātmam, el no-yo o
negación de la esencia, según la cual existe una multiplicidad de
formas cambiantes pero no subyace ninguna esencia o substancia.
La sustancia se encuentra presente en todo momento en sus for-
mas. Las formas inmóviles son las que han sido, las activas son
las que son, y las indeterminadas son las que serán, es decir, las
que en este momento son todavía posibilidades latentes. Las tres
están relacionadas con la misma sustancia. Vyāsa contrasta explí-
citamente esta opinión con la concepción budista del anātmam o
inesencialidad, según la cual solo hay miríadas de formas cam-
biantes pero sin sustancia soporte. Los tres tipos de transforma-
ción se pueden entender como las diferentes formas en que se
puede observar el efecto del cambio en una sustancia.

362
Libro III

15. La etapa de desenvolvimiento es responsable de las


variadas modificaciones de la versátil naturaleza
psíquica y del principio pensante.

Esta es una paráfrasis general de la idea implicada, y una especie


de resumen de las abstrusas ideas del texto. Los siguientes aforis-
mos (en el Libro Tercero) se ocupan de los resultados de la medi-
tación. Los anteriores se han referido a las dificultades y obstácu-
los a vencer antes de ser posible la verdadera meditación. Este
aforismo da la clave de lo que hay que vencer y establece las dife-
rencias entre los aspirantes al Sendero. Una de las actividades más
útiles que el aspirante puede emprender consiste en determinar el
lugar aproximado que ocupa en la escala de evolución y establecer
su debe y haber. El conocimiento del punto alcanzado y del paso
inmediato a dar es esencial para progresar realmente.
Johnston traduce este aforismo con las palabras: "La diferencia de
grado es la causa de la diferencia del desarrollo". Luego continúa:
"La primera etapa es el brote, la oruga, el animal; la segunda etapa
es el árbol en desarrollo, la crisálida, el hombre. La tercera, el
espléndido pino, la mariposa, el ángel..."
Sankara comenta que: Solo cuando están perfectamente claras las
diferentes transformaciones, es posible llevar a cabo el control men-
tal (samyama) en ellas. Una idea sobre el pasado, el presente o el
futuro solo puede producirse en relación con alguna forma. Suce-
sión quiere decir seguimiento inmediato, y el cambio dentro de ella
origina la diferencia. Se observa que cada una de las tres sucesiones
se deriva de las otras. La sucesión de la forma (dharma) no es más
que la sucesión de fase temporal y condición; la sucesión en fase
temporal no es más que la de la forma y la condición; y la sucesión
de condición no es más que la de la forma y el período temporal.
Así pues, la diferencia entre ellas, claramente presentada, lleva a la
conclusión de que la sucesión es la causa de la diferencia en las
transformaciones, las cuales son efectos de la sucesión.

363
Libro III

La transformación en la forma es de dos clases: transformación en


algo parecido y transformación en algo completamente distinto.
Cuando el bloque (de arcilla) renace como jarrón, el substrato
denominado arcilla sufre una transformación en su forma de blo-
que dando origen a la forma de jarrón, que es totalmente distinta;
esto es una transformación de la forma en algo completamente
distinto. Pero desde la creación del jarrón hasta el momento en
que se rompe, solo sufre transformaciones de acuerdo con su for-
ma, y ésta es la transformación de la forma en algo parecido. Igual
pasa con la mente durante la inhibición. En el estado de unidirec-
cionalidad se transforma según ideas similares, a medida que su-
cesivamente desaparecen y reaparecen; pero la mente también
cambia respecto a la sucesión entre formas completamente distin-
tas, es decir, entre dispersión y restricción. Así, en momentos de
dispersión se sufre una transformación de acuerdo con ideas de
características distintas, como paz, violencia o torpeza.
Todas estas son lo que se denomina la sucesión en la transforma-
ción de las formas. El tiempo pasa sobre el jarrón por medio del
continuo desgaste que sufre a cada momento. Sin embargo, desde
su creación hasta su destrucción, es tan sutil que no resulta apa-
rente y, en este estado intermedio de su existencia no se observa,
aunque la transformación esta ahí. Esto se deduce a partir de su
manifestación en el estado final, la cual lleva a la conclusión: ―de-
be haber sido el desgaste lo que le ha llevado a su manifestación
final‖ a través de esta sucesión. Se dirá (IV.33): ―la secuencia que
sigue al momento, (es) perceptible en el punto extremo de una
transformación (concreta)‖. Sin distinción entre forma y substrato
no existe sucesión.

364
Libro III

Los siguientes aforismos se ocupan


de los resultados de la meditación.

16. La meditación concentrada en la triple naturaleza de


cada forma (samyama), otorga la revelación de lo que
ha sido y será.

Este aforismo resume las ideas precedentes. Es interesante obser-


var cómo este primer gran resultado de la meditación nos retrotrae
a los verdaderos hechos referentes a la manifestación divina, y
hace resaltar los tres aspectos, por los cuales toda vida (desde el
átomo de sustancia hasta un Logos solar) se expresa. Son recono-
cidos la gran Ley de Causa y Efecto y todo el proceso de desarro-
llo evolutivo, y lo que es, es visto como resultado de lo que ha
sido. Análogamente, lo que más tarde será, se conoce como el desa-
rrollo de causas puestas en movimiento en el presente, y así el ciclo
de desenvolvimiento es visto como un proceso en tres etapas.
Estas tres etapas, en los tres mundos del desenvolvimiento huma-
no, corresponden a las tres dimensiones. Los estudiantes hallarán
interesante comparar las analogías de las diversas triplicidades,
teniendo en cuenta que el tercer aspecto (sustancia inteligente), el
aspecto Espíritu Santo o Brahma, corresponde al pasado. (He aquí
un indicio respecto a la naturaleza del mal). El segundo aspecto
(conciencia), el aspecto Cristo o Vishnu, se relaciona con el pre-
sente; mientras que únicamente el futuro revelará la naturaleza del
espíritu, el Padre, o aspecto más elevado. Esta línea de pensamien-
to se esclarecerá por la meditación concentrada, a la vez que irá
desarrollando un sentido de proporción y de exactos valores, res-
pecto al actual punto en el tiempo. También se conocerá la rela-
ción de todas las vidas entre sí, y la vida del aspirante se adaptará
y estabilizará de tal manera que ajustará el karma pasado, y neu-
tralizará el posible karma futuro, avanzando así rápidamente el
proceso de liberación.

365
Libro III

No hemos de perder de vista la primera definición de samyama.


Cuando la mente alcanza este estado y se identifica con la interna
impresión del objeto, prescindiendo de la externa, y cuando por
dilatada práctica, retiene la mente dicha interna impresión, y pue-
de colocarse instantáneamente en tal estado, se dice que está en
samyama. Para conocer el pasado y el futuro es necesario aplicar
el samyama a los cambios de las samskaras. Algunas samskaras
actúan en el presente; algunas han actuado ya; y otras están por
actuar. Aplicando el samyama a estas samskaras se conoce el pa-
sado y el futuro.
Vyasa comenta al respecto: El yogui adquiere conocimiento sobre
las cosas pasadas y futuras a partir del control mental (samyama)
sobre los cambios de forma, característica temporal y estado.
Efectuar concentración (dharana), meditación (dhyana) e interiori-
zación profunda (samadhi) sobre el mismo objeto, se ha denomi-
nado control mental (III.4). Con éste (control mental), percibiendo
los (tres) cambios directamente, se produce el conocimiento de las
cosas pasadas y futuras que están en él (en el objeto).
Puede parecer sorprendente que ser informados sobre nuestro pro-
pio pasado se presente como un resultado excepcional, dado que
todo el mundo conoce su pasado. Pero Patanjali esta hablando
aquí sobre las causas que determinan nuestras elecciones, las di-
recciones tomadas, y los hechos pasados. Descubriendo la trama
que une los acontecimientos pasados entre si y con las profundas
tendencias establecidas en nuestra personalidad, estaremos mejor
adaptados para ver la posible orientación del futuro. En cierto mo-
do, samyama es el proceso que consiste en cambiar nuestro poten-
cial mental, pasando de una comprensión incompleta, errónea de
un objeto (o incluso de una ausencia total de comprensión) a la
comprensión total. Cuando se ha desarrollado este potencial la
persona puede escoger cualquier objeto para conseguir un cono-
cimiento profundo de él. Los objetos pueden ser externos, dentro
de los límites de la percepción sensorial o ser conceptos como, por
ejemplo, el cambio, el tiempo o la comunicación. A partir de este

366
Libro III

sutra se dan ejemplos que ilustran tal conocimiento que resulta de


diversos samyama. Es una cuestión de elección personal que no-
sotros hagamos uso de una mente altamente desarrollada para ad-
quirir un conocimiento profundo de naturaleza específica o que
nos interese más la verdadera libertad. Practicar samyama sobre el
proceso de cambio, sobre la forma en que este sufre la influencia
del tiempo o de otros factores, desarrolla el conocimiento del pa-
sado y del futuro. Si profundizamos en la idea desarrollada en
sutras III.9 a III.14 seremos capaces de ver anticipadamente lo que
puede llegar a pasar en una situación dada y lo que ha sucedido en
el pasado.

367
Libro III

Experiencias con samyama (III.17-III.36)

17. El sonido (o palabra), lo que éste denota (el objeto) y


la esencia espiritual corporificada (la idea), son con-
fundidos generalmente por la mente del perceptor.
Por la meditación concentrada (samyama) en estos
tres aspectos, se logra la comprensión (intuitiva) del
sonido emitido por todas las formas de vida.

Este es uno de los aforismos más importantes del libro; contiene la


clave del objetivo de todo el proceso de la meditación. Revela o
descubre al perceptor y hombre espiritual, la verdadera naturaleza
del ser, el segundo aspecto, y la analogía con el segundo aspecto
en todas las formas de vida subhumanas, a la vez que lo pone en
armonía con el segundo aspecto de todas las formas superhuma-
nas. Por lo tanto concierne al aspecto subjetivo de toda la manifes-
tación, y trata de esas fuerzas que en cada forma constituyen el
aspecto conciencia que atañe al principio crístico o búdico, causa
directa de la manifestación objetiva y de la revelación del espíritu
por medio de la forma.
Este es el AUM. Primero el aliento, luego la palabra,
y todo cuanto es, apareció.
La mente del hombre por lo general confunde estos tres aspectos y
reconoce como realidad lo externo y objetivo. Este es el gran maya
o ilusión, que sólo puede disiparse cuando el perceptor puede dis-
tinguir los tres grandes aspectos de cada forma, incluso la propia.
Cuando se conoce el segundo aspecto, el alma, el principio media-
dor, también se conoce la naturaleza de la forma y puede inferirse
la naturaleza esencial del espíritu. Sin embargo, el campo inmediato
del conocimiento que el yogui debe dominar es el segundo aspecto.
Debe descubrir el Sonido o Palabra que trajo cada forma a la mani-
festación, que es el resultado del aliento, esencia o espíritu.

368
Libro III

Mientras la gran Existencia, suma total de todas las formas y de


todos los estados de conciencia, continúe emitiendo el AUM
cósmico, persistirá el sistema solar objetivo y tangible. A fin de
esclarecer la mente, se deben tener en cuenta, en conexión con
este aforismo, los sinónimos siguientes:
I. La Esencia Espiritual. II El Sonido o Palabra III. El Objeto
1. Espíritu. Vida. Alma. Conciencia. Cuerpo. Materia.
2. Neuma. Psiquis. Forma.
3. El Padre, Shiva. El Hijo, Vishnu. Stu. Santo, Brahma.
4. La Mónada, el Uno. El Cristo cósmico. El vehículo para la vida.
5. Voluntad o Propósito. Amor Sabiduría Actividad e inteligencia.
6. El Gran Aliento. El AUM. Los mundos.

"En el Principio era el Verbo y el Verbo era con Dios y el


Verbo era Dios. Todas las cosas por fueron hechas. . . "
(Jn. I: 1: 2).

La Biblia cristiana da aquí la sustancia de toda la enseñanza, y en


el significado de las tres letras de la Palabra Sagrada, AUM, tene-
mos la clave de todo el proceso cósmico. El proceso de la medita-
ción, cuando se practica debida y correctamente, revela el segundo
aspecto o alma, y puede entonces oírse el Sonido o Verbo (la Voz
del Silencio).
Cuando se ha oído y llevado a cabo constantemente el trabajo, es
revelado el reino de la conciencia y el yogui se pone en armonía
con el segundo aspecto de su propia naturaleza y con el segundo
aspecto de cada forma. Esta es la base de toda la ciencia del alma, y
lleva al hombre al conocimiento de su propia alma o psiquis, y
también la psiquis de cada forma de vida divina. Es el fundamento
de toda la ciencia del psiquismo, en sus aspectos superior e inferior.
Si el hombre psíquico inferior es consciente y responde al aspecto
alma de las formas materiales, predomina en él el tercer aspecto o
Brahma (el cuerpo), porque todo átomo de materia tiene un alma.
Esto concierne a lo subhumano.

369
Libro III

Cuando el hombre responde a la analogía superior, a la realidad de


la cual lo inferior es la sombra, está en contacto con la conciencia
crística y con el alma de su ser, que es una con el alma de todos
los reinos superhumanos.
En relación con esto deben tenerse en cuenta dos cosas. Si el
hombre es un psíquico inferior está en contacto con el segundo
aspecto del hombre inferior, el cuerpo astral, el principio medio en
el hombre inferior, que vincula el cuerpo mental con el etérico. En
consecuencia, está en armonía con todo aquello que puede hacer
contacto en ese plano. Si en cambio es un psíquico superior, está
en armonía con el segundo aspecto de la manifestación divina, el
ego o alma en su propio plano, actuando como intermediaria y
vinculadora entre la mónada y la personalidad, entre el espíritu y
el cuerpo.
Es interesante observar aquí que en manifestaciones del psiquismo
inferior, que tienen lugar en las sesiones mediúmnicas comunes de
espiritismo, tenemos la clave de esta verdad. En dichas sesiones se
establece contacto con el plano astral, por medio de ese gran cen-
tro, el plexo solar, que une los tres centros superiores con los infe-
riores. Explica también el hecho de que la materialización de las
flores sea característico en tales sesiones, pues el reino vegetal es
el intermediario de los tres reinos subhumanos, mineral, vegetal y
animal. Además explica el predominio de los guías indios, pues
son los cascarones y las poderosas formas mentales, dejados por
las tres razas estrictamente humanas, lemuriana, atlante y actual.
Ya no quedan cascarones o formas mentales de los lemurianos,
pero sí cascarones atlantes, conservados debido al empleo de cier-
tas fórmulas de la magia atlante.
La meditación concentrada sobre la diferencia entre estos aspec-
tos, hará posible con el tiempo oír la Voz del Silencio y ponerse
en contacto con el segundo aspecto del hombre. Se conocerá como
―el Verbo hecho carne‖ y también como el AUM.

370
Libro III

Cuando esto tenga lugar, oirá la palabra de otros entes de la fami-


lia humana y reconocerá el sonido, tal como emana de todas las
formas en todos los reinos de la naturaleza. El reino del alma se
abrirá ante él, y cuando esto incluya el reconocimiento del sonido
en los cuatro reinos, lo llevará a conocerse a sí mismo como el
Maestro. El conocimiento del alma y el poder de trabajar con el
alma de todas las cosas en los tres mundos, es la marca caracterís-
tica del Adepto.
Vivekananda comenta al respecto: La palabra representa la causa
externa; el significado representa la interna vibración que por
conducto de los sentidos transmite la externa impresión a la men-
te; el conocimiento representa la reacción de la mente de que re-
sulta la percepción. Estos tres elementos entrefundidos nos dan la
sensación del objeto. Supongamos que oigo una palabra. Ocurre
primero la vibración externa; después la interna sensación trans-
mitida a la mente por el órgano del oído; luego reacciona la mente
y yo comprendo la palabra, que es una entremezcla de vibración,
sensación y reacción. Ordinariamente estos tres elementos son
inseparables, pero por la práctica puede el yogui separarlos. Si
entonces aplica el samyama a cualquier sonido, comprende el sig-
nificado que este sonido intentaba expresar, tanto si lo emite un
hombre como un animal.

371
Libro III

18. Cuando se adquiere el poder de ver las imágenes men-


tales se pueden conocer las encarnaciones anteriores.

El significado de este aforismo es muy grande. Constituye la base


estrictamente mental para la recuperación del conocimiento de
experiencias pasadas, base estrictamente mental y los que llegan a
polarizar y controlar la mente pueden recuperar tal conocimiento
si desean. El poder de ver imágenes mentales sólo se obtiene por
el control de la mente, y ésta sólo puede ser controlada por el
hombre real o espiritual. Por lo tanto, sólo las personas centradas
en el ego pueden adquirir realmente tal conocimiento. Quizás aquí
se pregunten ¿qué ven esas personas de tipo emocional y no men-
tal, que afirman saber quiénes son y relatan las vidas pasadas de
sus amigos? Leen los registros akáshicos, pero debido a que su do-
minio y dotes mentales no son adecuados, no pueden discernir y
precisar con exactitud lo que ven.
Los registros akáshicos son como una enorme película fotográfica,
donde se registran los deseos y las experiencias terrenas de nuestro
planeta. Los capaces de percibirlos verán reproducidos en ellos:
1. las experiencias de la vida de todo ser humano, desde el
principio del tiempo,
2. las reacciones a las experiencias de todo el reino animal,
3. el conjunto de formas mentales de naturaleza kámica (ba-
sadas en el deseo) de todo ente humano, en el transcurso
del tiempo. He aquí el gran engaño en los registros. Única-
mente el ocultista entrenado puede distinguir entre las expe-
riencias reales y los cuadros astrales, creados por la imagina-
ción y el ardiente deseo.
4. El "Morador en el Umbral" planetario, con todo lo que abar-
ca ese término, más el conjunto de formas de su medio am-
biente.

372
Libro III

El vidente entrenado ha aprendido a separar del aura del planeta


(que en realidad es el registro akáshico), lo que pertenece a su
propia aura, y puede diferenciar entre esos registros, los:
a. Planetarios.
b. Jerárquicos, o pertenecientes al trabajo de las doce Jerarqu-
ías creadoras, cuando concretan el plan del Logos.
c. Las formas imaginarias, resultantes de la actividad deseo -
mente de miríadas de hombres animados por el deseo de
obtener algún tipo de experiencia.
d. Los registros históricos de las razas, naciones, grupos y fami-
lias, en sus dos grandes divisiones: plano físico y plano as-
tral. Debe tenerse en cuenta que todo ser humano pertene-
ce a una familia física, que constituye su vínculo con el reino
animal, y también pertenece a una familia astral. Mediante
esa afiliación está vinculado con su grupo egoico en el arco
ascendente, y con el reino vegetal en el arco descendente.
e. El registro astrológico, o las formas adoptadas en el plano
astral, bajo la influencia de las fuerzas planetarias, constitu-
yen dos grandes grupos:
1. Las formas o imágenes en el akasha, producidas por la
afluencia de fuerza solar, por intermedio de los planetas.
2. Las formas o imágenes producidas por la afluencia
de fuerza cósmica de alguno de los signos del zodía-
co, es decir, de sus correspondientes constelaciones.

Se han enumerado estos puntos a fin de demostrar la imposibilidad de


que sean verídicas la mayoría de las afirmaciones, respecto a las en-
carnaciones pasadas. Son resultado de la vívida imaginación y de la
presunción de que los destellos de visión astral, que dan una vislumbre
de la película akáshica, revelan lo que atañe a quien lo ve. Pero esto no
es así, como en el caso de las personas y actividades observadas desde
una ventana en una gran ciudad, lo cual no revela al observador que lo

373
Libro III

visto son sus parientes, amigos y actividades. El conocimiento a que


hace referencia este aforismo, se obtiene de tres maneras:
1. Por la capacidad de ver directamente los registros, si así se
desea. Tal forma de adquirir conocimiento rara vez se emplea,
únicamente los iniciados y adeptos la utilizan respecto a sus
discípulos juramentados.
2. Por el conocimiento directo de las actividades y relaciones grupa-
les del propio ego del hombre; sin embargo, sólo abarca el ciclo de
tiempo que comienza cuando el hombre entró en el sendero de
probación. Las experiencias anteriores no tienen más importancia
vital que la que tendría un segundo en la vida de un anciano que
observara retrospectivamente su larga vida. Lo destacable son los
sucesos y ocurrencias y no las horas y segundos individuales.
3. Por la vida instintiva. Esto se basa en la memoria, en las facul-
tades y capacidades adquiridas y en la posesión de las cuali-
dades que componen el equipo del ego, el cual sabe que el
poder de realizar esto o aquello en los tres mundos, es el re-
sultado directo de experiencias pasadas; sabe también que
ciertos efectos sólo se alcanzan mediante ciertas causas, que
conoce por la meditación concentrada.

Las imágenes mentales de las cuales es consciente son las de:


1. Su aura, en el momento de la meditación.
2. Su medio ambiente inmediato.
3. Su familia, grupo o raza actuales.
4. Su actual ciclo de vida.
5. Su grupo egoico.

De esta manera, mediante el proceso de eliminación, progresa gra-


dualmente a través de un tipo tras otro de imágenes mentales, hasta
que llega a ese estrato particular de impresiones mentales, que atañen
al ciclo que le concierne. Esto no es, por lo tanto, la simple percep-
ción de ciertos aspectos de los registros, sino un proceso estrictamen-
te científico, conocido únicamente por el ocultista entrenado.

374
Libro III

19. Por la meditación concentrada se perciben las imáge-


nes mentales en las mentes de otras personas.

Debe recordarse que el resultado de los ocho métodos de yoga es


producir un yogui o conocedor entrenado. Se ocupa por lo tanto
de las causas, no de los efectos. Percibe aquello que causa la apa-
rición de lo tangible, o sea, los pensamientos que ponen en movi-
miento las fuerzas de la sustancia, y que con el tiempo producen la
concreción de tal sustancia.
El empleo de este poder para leer en las mentes de los demás sólo
se le permite al yogui en esos casos en que necesita comprender
las causas detrás de ciertos acontecimientos, y únicamente con el
objeto de desarrollar inteligentemente los planes de la Jerarquía y
de la evolución. Tal poder es análogo al de la telepatía, pero no
idéntico. La telepatía implica sintonizar nuestra mente con la de
otro, y requiere que ambas estén en armonía.
Esta facultad del vidente entrenado es más bien un acto de la vo-
luntad y la manipulación de ciertas fuerzas, mediante las cuales
puede ver instantáneamente lo que desea, en cualquier aura y en
cualquier momento. El sujeto de su investigación puede estar o no
sintonizado con él; por la intensa meditación y el empleo de la
voluntad se le revelan las imágenes mentales. Este poder es peli-
groso y únicamente les está permitido a discípulos entrenados.
Mediante el control mental (samyama) sobre el pensamiento de
otro, éste se llega a percibir directamente y, en consecuencia, sur-
ge el conocimiento de la otra mente. Practicar samyama sobre los
cambios que sobrevienen en la mente de una persona y sus conse-
cuencias desarrolla en nosotros la capacidad de observar con agu-
deza el estado mental de los demás. Gracias al samyama referente
a las nociones, el yogui efectúa en forma completa la serie infinita
de los estados psicomentales de sus semejantes; pues a partir del
momento en que ―domina desde adentro‖ a una noción, el yogui

375
Libro III

ve como en una pantalla todos los estados de conciencia que esa


noción es susceptible de originar en el alma de los demás hom-
bres. Ve una infinidad de situaciones que esta noción puede en-
gendrar, pues ha asimilado no solamente el contenido de la ―no-
ción‖, sino que ha penetrado además en su dinamismo interior, ha
hecho suyo el destino humano que tuvo esa noción, etc.
La telepatía bien entendida es aquella que se efectúa mediante el
contacto con el alma, y desde el alma a las mentes de otros seres.
No se trata tanto saber lo que los demás piensan, sino más bien
percibir de una forma concreta aquello que los demás necesitan
para ser ayudados. El alma es selectiva a la hora de penetrar en las
mentes de nuestros semejantes, y sólo lo hará para prestar algún
servicio, ya sea a esa persona o a la humanidad. Esta es la telepat-
ía superior, la otra, la inferior, trata casi exclusivamente de hurgar
y cotillear los pensamientos ajenos y personales. La telepatía infe-
rior es la lectura de mente a mente, de personalidad a personali-
dad, siendo la superior producida desde el alma -vía la mente-, a
la mente del sujeto.

376
Libro III

20. Debido a que el objeto de tales pensamientos no se


manifiesta al perceptor, éste sólo ve el pensamiento
y no el objeto. Su meditación excluye lo tangible.

Todo lo que "percibe", en su meditación, es su propia sustancia


mental (chitta) y la de otros.
La actividad inherente a la sustancia mental o "chitta", causa la
manifestación eventual de formas tangibles y objetivas, en el pla-
no físico.
Todo lo que aparece es el resultado de un acontecimiento subjeti-
vo. Todo lo que es, existe en la mente del pensador, no como se
entiende comúnmente, sino en el sentido de que el pensamiento
pone en movimientos ciertas corrientes de fuerza. Estas corrientes
van perfilando las formas correspondientes a la idea del pensador,
formas que persisten mientras su mente se centra en ellas, y cuan-
do "su mente las rechaza", desaparecen.
Durante la meditación concentrada lo que se percibe es la natura-
leza de la fuerza o corriente mental. La forma que resultará final-
mente no interesa al vidente. Sabe por la causa cuál será el efecto
inevitable.

Vyāsa comenta: Se llega a conocer el pensamiento (del otro) que


se ha tenido en consideración. Pero no se conoce en qué tipo de
estado subjetivo se ha considerado. Pues esto no ha sido el sujeto
de la concentración del yogui; solo lo ha sido el pensamiento que
se utilizó para la concentración de la mente del yogui.
Por medio del samyama ejercido con respecto a las ―nociones‖ el
yogui conoce los ―estados mentales‖ de sus semejantes. Pero, según
Vyāsa, ese conocimiento de los estados mentales no implica el co-
nocimiento de los objetos que los han originado, pues estos últimos
no están en unión directa con el pensamiento del yogui. Conoce la
emoción mental del amor pero no conoce el objeto del amor.
377
Libro III

21. La meditación concentrada en la diferencia que exis-


te entre la forma (vehículo etérico) y el cuerpo den-
so, permite rechazar o retirar las propiedades del
cuerpo que lo hacen visible al ojo humano, y el yogui
puede hacerse invisible.

Este es uno de los aforismos más difíciles para el pensador occi-


dental, porque implica ciertos conocimientos extraños para Occi-
dente. Primero, el conocimiento del cuerpo etérico o vital y de sus
funciones como fuerza atrayente, que mantiene coherente el vehí-
culo físico denso. Por este sustrato etérico, al cuerpo físico se lo
conoce como un todo coherente y se hace visible su objetividad.
Este cuerpo vital es la verdadera forma desde el punto de vista del
ocultista y no la envoltura tangible densa.
El yogui, por medio de la concentración y la meditación, adquiere
el poder de centrar su conciencia en el hombre real o espiritual, y
controlar el principio pensante. Es ley oculta que "según el hom-
bre piensa, así es él"; también es verdad esotéricamente que "allí
donde el hombre piensa, allí está él". El vidente entrenado puede,
a voluntad, retirar su conciencia del plano físico y centrarla en el
plano mental; puede "apagar la luz" a voluntad y, cuando esto
sucede, se hace invisible y desaparece desde el punto de vista del
ojo humano. También es intangible para el tacto e inaudible para el
oído. Este hecho demuestra la realidad de la hipótesis, de que no
existe más que energía de cualquier tipo, y que tal energía es triple;
en Oriente, la naturaleza de la energía se denomina sáttvica, rajásica
y tamásica, y se traduce como:
Sattva ........ ritmo ................ espíritu .......... vida
Rajas ......... movilidad ........ alma .............. luz
Tamas ....... inercia ............. cuerpo ........... sustancia

378
Libro III

Todas son diferenciaciones en tiempo y espacio, de la única, eter-


na y primordial esencia- espíritu.
Podría sugerirse que las analogías modernas occidentales son:
Energía ............ espíritu ............ vida
Fuerza ............. alma ................ luz
Materia ........... forma ............... sustancia

La característica sobresaliente del espíritu o energía, es el princi-


pio-vida, ese algo misterioso que hace que todas las cosas existan
y persistan. La característica dominante del alma o fuerza, es la
luz. Trae a la visibilidad lo que existe.
La característica predominante de la materia viviente es que "sub-
yace", o se halla detrás del cuerpo objetivo proporcionando la
verdadera forma. Debe recordarse que la base de toda enseñanza
oculta y de todos los fenómenos reside en las palabras:
"La materia es el vehículo de manifestación del alma, en este
plano de existencia, y el alma, en una vuelta más alta de la
espiral, es el vehículo de manifestación del espíritu".

Cuando el alma se retira del aspecto materia-la forma objetiva


tangible-, esa forma ya no se ve, desaparece y, temporariamente,
se disipa. En la actualidad, esto puede lograrlo adecuadamente el
vidente, centrando su conciencia en el ego, el hombre espiritual o
alma, y (valiéndose del principio pensante y por un acto de volun-
tad) retirando el cuerpo etérico del físico denso. Esto lo abarca la
palabra ―abstracción", e implica:
1. Reunir la vida o fuerzas vitales del cuerpo en los centros
nerviosos del plano físico, a lo largo de la columna vertebral.
2. Dirigir esas fuerzas por la columna vertebral a la cabeza.
3. Concentrarlas allí y abstraerlas por el hilo o sutratma, me-
diante la glándula pineal y el brahmarandra.

379
Libro III

4. El vidente entonces aparece en su verdadera forma, el cuer-


po etérico, el cual es invisible para el ojo humano. Cuando la
raza desarrolle la visión etérica, será necesaria una posterior
abstracción; entonces el vidente retirará también los princi-
pios vitales y luminosos (las cualidades de sattva y de rajas)
del cuerpo etérico, quedando en su cuerpo kámico o astral,
haciéndose así invisible etéricamente. Sin embargo, esto
está aún muy distante.

W. Q. Judge, en su comentario, hace interesantes observaciones:


Aquí se señala otra gran diferencia entre esta filosofía y la
ciencia moderna. Las escuelas en la actualidad postulan que si
un ojo sano está en línea con los rayos de luz reflejados por
un objeto-tal como el cuerpo humano-, éste será visto y nin-
guna acción mental de la persona observada podrá inhibir las
funciones del nervio óptico y la retina del observador. Pero
los antiguos hindúes sostenían que las cosas son vistas debido
a la diferenciación de sattva -una de las tres grandes cualida-
des inherentes a todas las cosas-, que se manifiesta como lu-
minosidad, actuando en conjunción con el ojo, también mani-
festación de sattva en otro aspecto. Ambos deben unirse; la
ausencia de luminosidad, o la desconexión de la misma del ojo
del vidente, causa la desaparición. Debido a que la cualidad de
luminosidad está totalmente controlada por el asceta, éste
puede, por el proceso establecido, detenerla y así sustraer del
ojo del otro, un elemento esencial para ver cualquier objeto".

Este proceso es únicamente posible como resultado de la meditación


concentrada y unilateral, por eso resulta imposible para el hombre
que no se ha sometido a una prolongada disciplina y entrenamiento,
lo cual involucra la tarea de obtener el control del principio pensante
y establecer el alineamiento directo que le permitirá actuar una vez
que el pensador, en su propio plano, alinee y coordine la mente y el
cerebro, por el sutratma, hilo o cordón plateado magnético.

380
Libro III

Vivekananda comenta al respecto: Un yogui que esté en un apo-


sento puede desaparecer aparentemente. No se desvanece en reali-
dad, pero nadie puede verlo. La forma y el cuerpo quedan, por
decirlo así, separados. Conviene recordar que esto sólo es posible
cuando el yogui adquirió el poder de concentración en que la for-
ma se separa de la cosa formada. Entonces aplica el yogui el sam-
yama y se suspende el poder de percibir formas porque este poder
proviene de la unificación de la forma con la cosa formada o del
perceptor con lo percibido.
Taimni, I.K. dice: Todos los fenómenos visuales dependen del
entrejuego de la sensación que se llama forma, con el elemento
que se llama luz y con el órgano sensorial que se llama ojo.
El acto de ver un objeto implica un contacto entre los ojos y los
rayos de luz que iluminan al objeto. Cuando el yogui hace sam-
yama sobre la forma visible de su cuerpo, se detiene la energía
interior que hace que el cuerpo irradie. Es la combinación de la
energía de la visión interior y los rayos externos de luz la que hace
a nuestro cuerpo visible. Pero cuando a través de samyama, el
yogui detiene la corriente de su energía de visión que se dirige
hacia la forma de su cuerpo, el cuerpo se oscurece tanto que se
torna incapaz de reflejar los rayos de la luz externa.

381
Libro III

22. Karma o efecto, es de dos tipos: karma inmediato o


karma futuro. La meditación perfectamente concen-
trada en éstos, permite al yogui conocer la duración
de su experiencia en los tres mundos. Este conoci-
miento también lo adquiere por medio de signos.

Este aforismo puede esclarecerse si se lo estudia en relación con el


aforismo 18 del Libro Tercero. El karma, a que se refiere, corres-
ponde a la actual vida del aspirante o vidente. Sabe que todo acon-
tecimiento en su vida es efecto de una causa previa, iniciada por él
mismo en una encarnación anterior, y también que cada acto en
esta vida debe producir un efecto (que se desarrollará en otra vi-
da), salvo que lo ejecute de tal manera que:
1. El efecto sea inmediato y culmine en el curso de la actual vida.
2. El efecto no origine karma, por haber ejecutado el acto des-
interesadamente y con total desapego. Entonces se obtiene
el efecto deseado, de acuerdo a la ley, pero sin consecuen-
cias para el individuo.

Cuando el vidente reencarna en una vida, en la cual le quedan


pocos efectos que agotar y todo cuanto inicia no produce karma,
entonces puede fijar un término a la experiencia de su vida, y sabe
que el día de la liberación está cerca. Por la meditación (samya-
ma) y la capacidad de actuar como alma, puede llegar al mundo de
las causas, y con ello saber qué actos debe realizar para liberarse
de los pocos efectos restantes. Poniendo estricta atención a los
móviles que impulsan cada acto de la vida actual, evitará que los
efectos lo aten a la rueda de renacimientos. De este modo, cons-
ciente e inteligentemente se acercará a su meta, y cada hecho, acto
y pensamiento estarán regidos por el conocimiento directo que de
ninguna manera lo encadenarán.

382
Libro III

Los signos o portentos a los cuales se refiere, se relacionan princi-


palmente con el mundo mental, donde mora el verdadero hombre.
Por la comprensión de tres cosas,
a. los números, b. los colores, c. las vibraciones,
el vidente se da cuenta de que su aura está libre de los efectos que
"producen la muerte". Sabe que, simbólicamente, nada más hay escrito
en los registros, que puedan traerlo nuevamente a los tres mundos; por
lo tanto, "mediante los signos ve que su sendero está despejado".
Esto ha sido expresado en los antiguos escritos, que se encuentran
en los archivos de los Maestros:
"Cuando la estrella de cinco puntas brilla con claridad y no se ven
formas en sus puntas, el camino está despejado. Cuando el triángu-
lo no encierra más que luz, la senda está libre al paso del peregrino.
Cuando en el aura del peregrino las muchas formas se desvanecen
y se ven tres colores, el camino queda libre de obstrucciones.
Cuando los pensamientos no atraen formas ni se reflejan sombras,
el hilo proporciona un camino directo desde el círculo al centro".

Desde ese punto de reposo, no es posible el retorno. El período de expe-


riencia necesaria en los tres mundos ha llegado a su fin. Ningún karma
puede atraer a la tierra al espíritu liberado, para recibir nuevas lecciones
o pagar causas anteriores. Sin embargo, puede continuar o reasumir su
obra de servicio en los tres mundos, sin abandonar realmente su verda-
dero hogar en los reinos sutiles y en las esferas elevadas de conciencia.
Vivekananda explica que: Cuando el yogui aplica el samyama a su pro-
pio karma, es decir, a las impresiones que actúan en su mente y a las que
están en expectación de actuar, conoce exactamente por medio de estas
últimas cuándo morirá su cuerpo. Sabe qué día, a qué 'hora y aun a qué
minuto morirá. Los hinduistas piensan mucho en este conocimiento o
conciencia de la hora de la muerte, porque el Bhagavad Gita enseña que
los pensamientos en el momento del tránsito influyen muchísimo en la
determinación de la vida siguiente. (Este conocimiento tan elevado y
preciso sólo se obtiene, cerca ya de la 4ª Iniciación).

383
Libro III

23. La unión con los demás se obtiene por la meditación


centralizada en tres estados del sentimiento, compa-
sión, ternura y desapasionamiento.

El estudiante obtendrá algún conocimiento de este aforismo si lo


compara con el Af. 33 del Libro Primero. La unión a que aquí se
refiere, marca otro paso adelante. En la anterior, la naturaleza del
aspirante fue entrenada para la armoniosa y pacifica asociación
con quienes lo rodean. En éste, se le enseña a identificarse con los
demás yoes, concentrándose en lo que se llama, a voces, "los tres
estados del sentimiento", que son:
a. Compasión, antítesis de la pasión egoísta y acaparadora.
b. Ternura, antítesis de la autocentralización, que hace al
hombre duro y autoabsorbente.
c. Desapasionamiento, antítesis de la codicia y del deseo.

Estos tres estados del sentimiento, cuando se comprenden y penetran,


ponen al hombre en armonía con el alma de todos los hombres.
Por la compasión, ya no se ocupa de sus propios intereses egoís-
tas, sino que penetra en su hermano y sufre con él; puede adaptar
su vibración para responder a la necesidad del hermano, y está
capacitado para compartir todo cuanto ocurre en el corazón del
hermano. Esto lo hace mediante la sintonización de su propia vi-
bración, a fin de responder a la naturaleza amorosa de su propia
alma, y, por medio de ese principio unificador, todos los corazo-
nes están abiertos para él.
Mediante la ternura se manifiesta en forma práctica esa compren-
sión compasiva. Sus actividades ya no son internas y autocentra-
das, se exteriorizan y están inspiradas por el deseo sincero y des-
interesado de servir y ayudar. Este estado de sentimiento se llama
a veces "misericordia", y caracteriza a todos los servidores de la
raza. Implica ayuda activa, intención altruista, sabido juicio y ac-

384
Libro III

tividad amorosa. Está libre de todo deseo de recompensa o reco-


nocimiento, lo cual se halla bellamente expresado en La Voz del
Silencio de H. P. Blavatsky, en las siguientes palabras:
"Que tu alma escuche todo grito de dolor, así como el loto
abre su corazón para beber el sol de la mañana".
"No permitas que el sol ardiente seque una sola lágrima de
dolor, antes que tú la hayas enjugado del ojo de quien sufre".
"Deja que cada ardiente lágrima humana caiga en tu corazón
y allí permanezca; nunca la enjugues hasta que desaparezca
el dolor que la ha causado".
"Estas lágrimas ¡oh tú de corazón misericordioso!, son las co-
rrientes que riegan los campos de la caridad inmortal".

Por el desapasionamiento, el aspirante y servidor permanece libre


de los resultados kármicos de su actividad en bien de otros. Como
sabemos, nuestro propio deseo nos ata a los tres mundos y a otras
personas. "Atarse a" es distinto de "unirse con". Uno, está colma-
do de deseos y crea obligaciones y efectos; el otro, está libre de
deseos y produce "identificación con", y no tiene efectos que atan
a los tres mundos. El desapasionamiento posee una cualidad más
mental que los otros dos. Se observará que el desapasionamiento
trae cualidad de mente inferior; la ternura es el resultado emocional
de la compasión desapasionada e involucra el principio kámico o
astral; mientras que la compasión concierne también al plano físi-
co, porque es la manifestación física de los otros dos estados. Es la
capacidad práctica de identificarse con otro, en las condiciones
imperantes en los tres mundos.
Esta unión es el resultado de la unicidad egoica que ha descendido
a la plena actividad en los tres mundos, mediante la meditación.

385
Libro III

24. La meditación centralizada en el poder del elefante,


despertará esa fuerza o luz.

Este aforismo ha provocado mucha discusión, y su común inter-


pretación ha dado la idea de que meditar sobre el elefante propor-
cionará la fuerza del elefante. Muchos comentaristas infieren de
estas palabras que la meditación sobre otros animales otorgará sus
características.
Debe recordarse que éste es un libro de texto de carácter científi-
co, cuyo objetivo es el siguiente:
1. Entrenar al aspirante para que pueda penetrar en los reinos
sutiles.
2. Otorgarle poder sobre la mente, para convertirla en su ins-
trumento, que empleará a voluntad, como órgano de visión
en los mundos superiores, y como transmisora e intermedia-
ria entre el alma y el cerebro.
3. Despertar la luz de la cabeza, para convertir al aspirante en
un radiante centro de luz que ilumine todos los problemas y,
en virtud de esa luz verá la luz en todas partes.
4. Despertar los fuegos del cuerpo, para que los centros estén
activos, luminosos, relacionados y coordinados.
5. Establecer la coordinación entre:
a. el ego o alma, en su propio plano,
b. el cerebro, por medio de la mente, y
c. los centros. Por un acto de voluntad todos pueden
ser puestos en actividad uniforme.
6. Efectuado esto, el fuego en la base de la columna vertebral,
hasta ahora adormecido, despertará y ascenderá sin peligro,
mezclándose finalmente con el fuego o luz en la cabeza, y

386
Libro III

desaparecerá después de haber "quemado toda la escoria y


despejado los canales" para uso del alma.
7. Desarrollar de este modo los poderes del alma, los "siddhis"
superiores e inferiores, a fin de llegar a ser un eficaz servidor
de la raza.

Teniendo en cuenta estos siete puntos, resulta interesante notar


que el símbolo del centro, llamado centro muladhara, situado en
la base de la columna vertebral, es el elefante. Es el símbolo de la
fuerza, del poder concentrado, de la gran fuerza motriz, que una
vez despertada arrasa con todo lo que está por delante. Para nues-
tra quinta raza raíz, es el símbolo del animal más potente y de
mayor fuerza, y también la representación de la transmutación o
sublimación de la naturaleza animal, porque en la base de la co-
lumna vertebral está el elefante, y en la cabeza se halla el múltiple
loto que oculta a Vishnu, sentado en el centro. Así se eleva la na-
turaleza animal al cielo.
Nuevamente encontramos aquí la ley esotérica por antonomasia: ―la
energía sigue al pensamiento‖. Cierto es que mediante la meditación
perfectamente realizada hacia diversas cualidades, lógicamente, di-
chas cualidades se obtienen en algún grado. En este caso uno no
medita sobre la cualidad determinada, sino sobre un objeto ―elefan-
te‖ que mejor caracteriza o representa dicha cualidad, de esta forma
se obtienen una mayor concentración y visualización sobre ella.
Meditando sobre la fuerza del elefante, el poder del tercer aspec-
to, la energía de la materia misma y, por lo tanto, de Dios, el Espí-
ritu Santo o Brahma, se despierta y se une a la del segundo aspec-
to a conciencia, la energía del alma, la de Vishnu, el segundo as-
pecto, la fuerza crística. Esto trae la unificación o unión perfecta
entre alma y cuerpo, verdadero objetivo del Raja Yoga.
Los estudiantes de esta ciencia deberían recordar que estas fórmu-
las de meditación unilaterales, sólo son permitidas cuando se han
aplicado los ocho métodos de yoga, tratados en el Libro Segundo.

387
Libro III

25. La meditación perfectamente concentrada en la luz


desarrollada, nos hará conscientes de lo sutil, oculto
y remoto.

En todas las enseñanzas de índole esotérica o mística, se mencio-


na, con frecuencia, lo que se denomina luz. La Biblia contiene
muchos pasajes sobre ella, y también todas las Escrituras del
mundo. Se le aplican muchos nombres, pero por falta de espacio
sólo consideraremos los que se encuentran en las diversas traduc-
ciones de los "Aforismos de la Yoga de Patanjali", y son:
a. La Luz interna desarrollada (Johnston)
b. La Luz en la cabeza. (Johnston)
c. Esa Luz efulgente. (Vivekananda)
d. La Luz en la cima de la cabeza. (Vivekananda)
e. La Luz interna. (Dvivedi)
f. La radiación en la cabeza. (Woods)
g. La luminosidad del órgano central. (Rama Prasad)

Por el estudio de estas expresiones se verá que en el vehículo físi-


co existe un punto de luminosidad que (una vez hecho contacto
con él) verterá la luz del espíritu sobre el sendero del discípulo,
iluminándole así el camino, revelándole la solución de todos los
problemas y permitiéndole actuar como portador de luz para otros.
Esta luz es una especie de radiación interna, ubicada en la cabeza,
cerca de la glándula pineal, y se produce por la actividad del alma.
La expresión "órgano central", asociada con esta luz, ha dado lu-
gar a muchas discusiones. Unos comentaristas la relacionan con el
corazón y otros con la cabeza. Técnicamente ninguno de los dos
conceptos es exacto, porque para el adepto entrenado el "órgano
central" es el cuerpo causal, el karana sarira, el cuerpo del ego, la
envoltura del alma, el cual está entre los "tres vehículos periódi-
cos", que el divino Hijo de Dios descubre y utiliza en el transcurso

388
Libro III

de su largo peregrinaje. Estos tienen su analogía con los tres tem-


plos de que habla La Biblia cristiana:
1. El transitorio y efímero tabernáculo en el desierto, típico del
alma en encarnación física, que dura una vida.
2. El más permanente y bello templo de Salomón, típico del
vehículo del alma ó cuerpo causal, de mayor duración y que
persiste durante eones, cuya belleza se revela cada vez más
en el sendero hasta la tercera iniciación.
3. El todavía no revelado e inconcebiblemente bello templo de
Ezequiel, símbolo de la envoltura del espíritu, el hogar del
Padre, una de las "muchas mansiones", el huevo áurico del
ocultista.

En la ciencia de la yoga, que debe ser aplicada y dominada en el


cuerpo físico, la expresión "órgano central" se refiere a la cabeza
o al corazón, y la diferencia reside principalmente en el tiempo.
En las primeras etapas del desarrollo en el sendero, el corazón es
el órgano central; más adelante la verdadera luz tiene su morada
en el órgano de la cabeza.
En este proceso, el desarrollo del corazón precede al de la cabeza.
La naturaleza emocional y los sentidos se desarrollan antes que la
mente, como podemos observar si estudiamos a la humanidad
como totalidad. El centro cardíaco se abre antes que el coronario.
El amor debe desarrollarse antes de emplear sin peligro el poder.
Por lo tanto, la luz del amor debe actuar antes de utilizar cons-
cientemente la luz de la vida. Cuando el loto del centro cardíaco
se abre y revela el amor de Dios, tiene lugar, por la meditación,
un desarrollo sincrónico en la cabeza. Se despierta el loto de doce
pétalos en la cabeza (analogía superior del centro cardíaco, inter-
mediario entre el loto egoico de doce pétalos, en su propio plano;
y el centro coronario). La glándula pineal pasa gradualmente de
un estado de atrofia a uno de plena actividad, y el centro de la
conciencia es transferido de la naturaleza emocional a la concien-

389
Libro III

cia de la mente iluminada. Esto señala la transición efectuada en


el místico para entrar en el sendero del ocultista, conservando,
como ocurre siempre, su conocimiento y percepción mística, pero
agregando a ello el conocimiento intelectual y el poder consciente
del ocultista y del yogui entrenado.
Desde el punto de poder, situado en la cabeza, el yogui dirige
todos sus asuntos y esfuerzos, proyectando sobre los aconteci-
mientos, circunstancias y problemas, la "despierta luz interna",
siendo guiado por el amor, la percepción interna y la sabiduría
que posee, debido a que ha trasmutado su naturaleza amorosa,
despertado su centro cardíaco y transferido al corazón los fuegos
del plexo solar.
Aquí cabe una pregunta oportuna: ¿cómo se logra la unificación
del corazón y la cabeza, que produce la luminosidad del "órgano
central" y emanación de la radiación interna? Expuesto en forma
breve, se produce por:
1. La subyugación de la naturaleza inferior, que transfiere a tres
centros, el coronario, el cardíaco y el laringeo, situados arriba del
diafragma, la actividad llevada a cabo durante la vida, abajo del
plexo solar e incluso en éste. Esto se realiza mediante la vida, el
amor y el servicio, no por medio de ejercicios respiratorios ni
desarrollando la mediumnidad.
2. La práctica del amor, enfocando la atención en la vida y servi-
cio del corazón, comprendiendo que el centro cardíaco es el refle-
jo del alma en el hombre, la cual deberá guiar las cuestiones del
corazón, desde el trono o sitial entre las cejas.
3. El conocimiento de la meditación. Por medio de la meditación,
ejemplificada en el aforismo básico de la yoga de que "la energía
sigue al pensamiento", se producen todos los desenvolvimientos y
desarrollos que el aspirante desea. Por medio de la meditación, el
centro cardíaco (que en el hombre no evolucionado se representa
como un loto cerrado vuelto hacia abajo) se invierte, se vuelve

390
Libro III

hacia arriba y se abre. En su centro está la luz del amor. La radia-


ción de esta luz, al proyectarse hacia arriba, ilumina el sendero
hacia Dios, pero no es el sendero, excepto en el sentido de que a
medida que hollamos lo que el corazón desea (en sentido infe-
rior), esa senda conduce al Sendero mismo.
Quizás resulte más claro si nos damos cuenta que parte de ese
sendero reside en nosotros mismos, y esto nos lo revela el co-
razón, que conduce a la cabeza, donde descubrimos. El primer
Portal del Sendero, por el cual entramos en la senda de la vida,
que nos aleja de la vida corporal, y conduce a la más completa
liberación de las experiencias de la carne y de los tres mundos.
Todo es un solo sendero, pero el sendero de la iniciación lo debe
hollar conscientemente el pensador, actuando por medio del órga-
no central de la cabeza, recorriendo inteligentemente el sendero
que a través de los tres mundos conduce a la región o reino del
alma. Podría decirse que el despertar del centro cardíaco lleva al
hombre a darse cuenta de que el centro cardíaco se origina en la
cabeza. Esto a su vez lleva al hombre al loto de doce pétalos, el
centro egoico en los niveles superiores del plano mental. El sen-
dero que va desde el centro cardíaco al coronario, constituye en el
cuerpo, el reflejo de la construcción del antakarana en el plano
mental, "como es arriba así es abajo".
4. La meditación perfectamente concentrada en la cabeza.
Acrecienta automáticamente el estímulo y el despertar de los cen-
tros a lo largo de la columna vertebral, cinco en total; despierta el
sexto centro, situado entre las cejas, y con el tiempo revela al aspi-
rante la salida por la cúspide de la cabeza, que se la puede ver co-
mo un círculo radiante de luz pura y blanca. Se inicia como un pe-
queño punto, y gradualmente va acrecentando su gloriosa y radian-
te luz hasta revelar el portal. Nada más puede decirse sobre esto.

La luz de la cabeza es el gran revelador, el gran purificador y el


medio por el cual el discípulo cumple el mandato de Cristo: "Deja
que brille tu luz". Es "la senda del justo que brilla cada vez más

391
Libro III

hasta el perfecto día". Es lo que produce el halo o círculo lumino-


so, visto alrededor de la cabeza de todos los hijos de Dios que han
tomado o tomarán posesión de su herencia.
Por medio de esta luz, como indica Patanjali en este aforismo, nos
hacemos conscientes de lo sutil, o de las cosas que sólo se pueden
conocer mediante el empleo consciente de nuestros cuerpos suti-
les, de los cuales nos valemos para actuar en los planos internos,
el emocional o astral, y el mental. La mayoría actúa hoy incons-
cientemente en dichos planos. También por medio de esta luz,
somos conscientes de lo que está oculto o aún no ha sido revela-
do. Los Misterios le son revelados al hombre cuya luz resplande-
ce, convirtiéndose así en un conocedor. Ante él se despliega tam-
bién lo lejano o futuro.

392
Libro III

26. La meditación centralizada en el sol, traerá concien-


cia (o conocimiento) de los siete mundos.

Este aforismo ha sido comentado extensamente por numerosos es-


critores durante muchos siglos. En bien de la claridad moderniza-
remos la afirmación y reduciremos sus términos a los del ocultismo
moderno:
"Mediante la constante y firme meditación en la causa ema-
nante de nuestro sistema solar, llegamos a comprender los
siete estados del ser".

La diversidad de términos empleados frecuentemente confunden


al estudiante, por lo tanto, será conveniente emplear únicamente
dos series de términos: una imparte la terminología oriental orto-
doxa, contenida en los mejores comentarios, la otra es más fácil-
mente reconocible para el investigador occidental. Empleando la
traducción de Woods, tenemos lo siguiente:

Resulta interesante esta diferenciación del mundo en siete grandes


divisiones, porque demuestra la exactitud de la quinta división que
sostienen algunos comentadores. Estos siete mundos corresponden
a la división oculta moderna de nuestro sistema solar, en siete
planos que personifican los siete estados de conciencia y abarcan
siete grandes tipos de seres vivientes.

393
Libro III

Son interesantes ciertos comentarios de Vyasa sobre esta diferencia-


ción, pues coinciden con el pensamiento teosófico moderno. Descri-
be el plano terrenal como "sostenido respectivamente por materia
sólida, agua, fuego, viento, aire y oscuridad... donde nacen las criatu-
ras vivientes después de habérseles asignado un largo y penoso perío-
do de vida, sufriendo los padecimientos incurridos como resultado de
su propio karma".
Respecto al segundo plano, el astral, se dice que las estrellas (las
vidas) son "impulsadas por el viento en dicho plano, así como el
labrador arrea los caballos en un círculo alrededor del campo de la
trilla", y están "reguladas por el constante impulso del viento".
Tenemos aquí un maravilloso panorama de cómo las vidas son im-
pulsadas a la rueda del renacimiento por la fuerza de sus deseos.
El antiguo comentador lo compendia en dos afirmaciones básicas,
que debería considerar el estudiante:
"Esta bien fundada configuración se extiende hasta el mismo
centro del (Mundo) Huevo, siendo éste un ínfimo fragmento
de la causa primaria, como una luciérnaga en el firmamento".

Esto significa que nuestro sistema solar no es más que un átomo


cósmico y en sí sólo una parte de un todo esferoidal aún mayor.
Luego declara:
"Ejerciendo restricción sobre la puerta del sol, el yogui deber-
ía percibir todo esto directamente". Restricción es un término
que se emplea frecuentemente al traducir frases que signifi-
can "refrenar o restringir las modificaciones del principio pen-
sante", en otras palabras, perfecta meditación en una sola di-
rección. Meditando sobre la puerta del sol, se puede alcanzar
pleno conocimiento. Resumiendo, significa que mediante el
conocimiento del propio corazón del sol y en virtud de la luz
que emana de él, habiendo descubierto el portal del sendero,
se entra en relación con el Sol, que se halla en el corazón de

394
Libro III

nuestro sistema solar y, eventualmente, se descubre ese por-


tal que permite al hombre entrar en el séptuple sendero
cósmico. No es necesario decir más acerca de esto, pues el
objetivo de Raja Yoga es permitir al hombre descubrir la luz
en sí mismo, y en esa luz ver la luz y también hallar la puerta
que va hacia la vida y, en consecuencia, hollar el sendero.

Sólo nos queda un punto que tratar. Esotéricamente al sol se lo


considera triple:
1. El sol físico ..................... cuerpo ........ forma inteligente.
2. El corazón del sol ........... alma ............ amor.
3. El sol espiritual central … espíritu ....... vida o poder.

En el hombre, el microcosmos, las analogías son:


1. El hombre personal físico .. cuerpo ...... forma inteligente.
2. El ego o Cristo .................... alma .......... amor.
3. La mónada ......................... espíritu ...... vida o poder.

Una profunda reflexión sobre este aforismo nos hacer comprender que
todas las vidas y formas existentes en el sistema solar salieron original-
mente del Sol Central. Esto era cuando el sistema solar aún no estaba
organizado y solo existía una enorme y luminosa masa de energía. Poco
a poco esa enorme masa de energía iba tomando forma elíptica, y me-
diante muchas transformaciones y expulsiones de energía del Sol Cen-
tral iban creándose los planetas, y dentro de los planetas las infinidades
formas y vidas que las habitan, como por ejemplo, el ser humano. Luego
debemos entender que todo el ser humano, con todos sus cuerpos de
alguna manera esencial proviene del Sol. Por esa razón tanto el sol físi-
co como el sol espiritual son tan importantes, sino esencial, en nuestras
vidas.

395
Libro III

27. La meditación centralizada en la Luna, otorga el co-


nocimiento de todas las formas lunares.

Hay dos traducciones apropiadas de este aforismo, la anterior y la


que sigue:
"El conocimiento del mundo astral lo obtiene quien puede me-
ditar sobre la Luna". Ambas traducciones son correctas, pero
probablemente la comprensión exacta del texto sánscrito se
obtendrá únicamente combinándolas. Quizás sea suficiente dar
en una simple paráfrasis la esencia del significado de este afo-
rismo". "La concentración sobre la madre de las formas (la Lu-
na) revela al aspirante la naturaleza y propósito de la forma".

Si el estudiante tiene en cuenta que la Luna es el símbolo de la mate-


ria, y que el Sol, en su aspecto luz, es el símbolo del alma, no tendrá
dificultad en determinar el significado de los Af. 26 y 27. Uno se
relaciona con el alma y los diversos estados de conciencia; el otro se
ocupa del cuerpo, vehículo de la conciencia. Uno concierne al cuer-
po incorruptible, no hecho con las manos, eterno en los cielos; el
otro a las "mansiones lunares" (como lo denomina el traductor) y al
hogar del alma en los tres mundos del esfuerzo humano. Sin embar-
go, debe recordarse que el aspecto Luna rige en todos los reinos
por debajo del humano, pero el aspecto Sol debería predominar en
el humano. El conocimiento de las mansiones lunares o de las
formas, proporcionaría la comprensión del cuerpo físico, del vehí-
culo astral o de deseos, y de la envoltura mental.
En el anterior sutra ―surya‖ el sol hace referencia al núcleo de
nuestro Ser. La luna ―candra‖, hace referencia a la mente y a la
consciencia. El Plexo Solar esta situado a la región del tronco; el
Plexo Lunar tiene su sede en el cerebro. Mediante la meditación
en esta región, el yogui obtiene más conocimiento. Las Galaxias
de estrellas, representas galaxias de ondas de pensamiento que, al
igual que astros, titilan, desaparecen y vuelven a brillar.

396
Libro III

28. La concentración en la Estrella Polar proporcionará el


conocimiento de las órbitas de los planetas y de las
estrellas.

Este aforismo poco significa para el estudiante común, pero es de pro-


funda utilidad para el iniciado y el discípulo juramentado. Basta decir
que constituye el trasfondo de toda investigación astrológica, pues por
la valoración de su significado se obtendrá la comprensión de:
1. La relación de nuestro sistema solar con las otras seis cons-
telaciones que (con la nuestra) constituyen los siete centros
de fuerza, de los cuales las siete grandes influencias espiri-
tuales de nuestro sistema son los reflejos y agentes.
2. El sendero de nuestro Sol en los Cielos, y los doce signos del
zodíaco, por los cuales transita aparentemente nuestro Sol.
Por lo tanto se evidencia que este aforismo constituye la
clave del propósito del siete y del doce, sobre los cuales se
basan nuestros procesos creadores.
3. El significado de los doce trabajos de Hércules, en relación
con el hombre, el microcosmos.
4. El propósito de nuestro planeta, que el adepto aprende me-
diante la comprensión de la triplicidad formada por
a. la Estrella Polar,
b. nuestro planeta Tierra,
c. la Osa Mayor.

Quienes poseen la clave descubrirán otros significados, pero los


indicados bastan para poner de manifiesto el significado profundo,
aunque esotérico, atribuido a estas breves palabras.

397
Libro III

29. Fijando la atención en el centro denominado plexo


solar, se obtiene un conocimiento perfecto acerca de
la condición del cuerpo.

En el comentario del Af. 36, en el Libro Primero, se enumeraron


los diversos centros y se dieron sus cualidades. Ahora se mencio-
nan cinco de dichos centros, pues conciernen más directamente al
aspirante y son los que más predominan en la quinta raza o actual;
en la cuarta raza estaban despiertos, pero no desarrollados.
Estos centros son:
Base de la columna vertebral ............ 4 pétalos.
Plexo solar ......................................... 10 pétalos.
Centro cardíaco ................................ 12 pétalos.
Centro laríngeo ................................. 16 pétalos.
Centro coronario ............................... 972 pétalos.

Estos cinco centros conciernen principalmente al aspirante. El


centro llamado bazo, fue controlado en los días de Lemuria, y
ahora está relegado a la categoría de los centros que funcionan
plenamente y por lo tanto en forma automática, y han quedado
bajo el umbral de la conciencia. El centro entre las cejas sirve de
medio para proyectar la luz de la cabeza sobre las cosas "sutiles,
oscuras, ocultas y remotas"; es el resultado del desarrollo del co-
ronario y el cardíaco.
Los tres centros principales son tan potentes en la persona excesi-
vamente subdesarrollada que, aunque sus pétalos no se hayan
abierto, han producido analogías físicas o glándulas. Su vibración
es tal, que ya emiten sonidos en los hombres y, por medio del so-
nido, atraen y producen una forma. En el discípulo o iniciado,
estos tres centros no sólo emiten sonidos, sino que forman pala-
bras; por lo tanto rigen la construcción de las fuerzas vitales y
controlan al entero hombre.

398
Libro III

Las glándulas que corresponden a los tres centros son:


1. La glándula pineal y el cuerpo pituitario ..... centro coronario.
2. La glándula tiroides ..................................... centro laríngeo.
3. El bazo ......................................................... centro cardíaco.

―Del corazón brotan las fuentes de la vida" y circula la corriente


sanguínea de la vida; debido a su desarrollo en la raza atlante y a la
consiguiente coordinación y crecimiento del cuerpo astral o emo-
cional, el centro cardíaco ha llegado a ser el más importante del
cuerpo. Su actividad y desarrollo han ido paralelos a los del bazo,
órgano de la vitalidad, del prana o fuerza física solar, en el cuerpo.
Hay otras glándulas que tienen una íntima relación con los diver-
sos centros, pero el tema es tan vasto que sólo puede ser insinua-
do. Sin embargo no existe la misma estrecha relación entre las
glándulas asociadas a los centros situados abajo del diafragma,
que las conectadas con los centros principales situados arriba del
diafragma.
El aforismo en consideración se refiere a uno de los cinco centros
más importantes, por las siguientes razones:
1. Está situado en el centro del tronco, siendo por lo tanto la
analogía del principio medio. En la época atlante los tres centros
principales para esa raza eran:
a. El coronario ........................... Padre o aspecto espiritual.
b. El plexo solar ......................... Hijo o aspecto alma.
c. Base de la columna vertebral.. Esptu. Santo o aspecto matéria.

El alma no estaba entonces tan individualizada como ahora.


Controlaba el alma animal; en consecuencia, lograr el pleno con-
tacto con el "anima mundi" era el factor predominante. Con el
transcurso del tiempo, el alma fue individualizándose más en ca-
da ser humano y haciéndose más separatista, a medida que pre-
dominaba el aspecto mente (el gran factor divisor). Cuando fina-
lice la presente raza, los tres centros principales serán: el corona-
399
Libro III

rio, el cardíaco y el de la base de la columna vertebral. En la sex-


ta raza tendremos, el coronario, el cardíaco y el laringeo.
En la última raza, la de los hijos de Dios iluminados, la séptima,
tendremos como centros de acción:
a. El coronario de mil pétalos ...... Vida o aspecto espiritual.
b. El situado entre las cejas ......... Hijo o aspecto conciencia.
c. El laríngeo ............................... Esptu. Santo o aspecto creador.

A través del primero, la vida espiritual fluirá desde la mónada; a


través del segundo, el principio crístico, la luz del mundo, el al-
ma, actuará derramando luz y vida sobre todas las cosas, y lo uti-
lizará como órgano de percepción. A través del último, se llevará
a cabo el trabajo de creación y se emitirá la palabra creadora.
Esta perspectiva general presenta al estudiante la visión de lo que
hay por delante. Sin embargo, no tiene ningún valor inmediato;
la mayoría de los aspirantes se ocupan del plexo solar, de allí la
necesidad de considerarlo aquí.

2. El plexo solar es el órgano de la naturaleza astral, de las


emociones, el temperamento, los deseos y sentimientos, y por eso
es el más activo de todos. Por su intermedio se despiertan las fun-
ciones inferiores del cuerpo-el deseo de beber, de comer, de pro-
crear, y a través de éste se hace contacto con los centros inferiores
y se trabaja con ellos. En el discípulo, el centro cardíaco reempla-
za al centro plexo solar, y en el Maestro es reemplazado por el co-
ronario. No obstante, todos son expresión de la vida y del amor de
Dios y, en su totalidad y perfección, expresan la vida crística.

3. El centro plexo solar desarrolla la gran obra de trasmutar


todos los deseos animales inferiores en superiores. A través de
él pasan literalmente las fuerzas de la naturaleza inferior. Acu-
mula las fuerzas del cuerpo debajo del diafragma y las dirige
hacia arriba.

400
Libro III

4. En el plexo solar el alma animal se fusiona con el alma del


hombre, y se ve en germen la conciencia crística. Establecien-
do la analogía entre el estado prenatal y la germinación del Cris-
to en cada ser humano, los estudiantes, cuya intuición esté des-
arrollada, percibirán la analogía entre la actividad del plexo solar
y su función, y los primeros tres meses y medio del período pre-
natal. Luego viene "la activación"` y la vida se hace sentir. Tiene
lugar un resurgimiento, entonces se puede percibir la analogía
entre el proceso fisiológico natural y el nacimiento del Cristo en
la caverna del corazón. En esto reside el profundo misterio de la
iniciación, revelado únicamente a quienes recorren el sendero del
discipulado hasta el fin.
En este aforismo se dice que el conocimiento referente al cuerpo
físico, se logra meditando sobre este centro. La razón es esta: cuan-
do el hombre llega a comprender su cuerpo emocional y el centro
de fuerza a través del cual funciona en el plano físico, descubre que
todo cuanto él es (física y etéricamente) se debe al deseo o kama, y
que sus deseos lo atan a la rueda de renacimientos. Por esta razón el
yogui hace hincapié sobre esa básica discriminación, por la cual el
hombre desarrolla la capacidad de elegir entre lo real y lo irreal, cul-
tivando en él un exacto sentido de los valores. Luego viene el des-
apasionamiento, que una vez adquirido, produce desagrado hacia la
vida de percepción sensoria.
Cuando el aspirante se da cuenta del papel que el deseo desem-
peña en su vida, que el cuerpo emocional o astral es causante de
la mayor parte de las dificultades de su naturaleza inferior, y
cuando capta el aspecto técnico del proceso que sigue la energía
deseo, comprende la función del plexo solar, pudiendo iniciar la
gran tarea dual de trasferencia y transmutación. Debe transferir la
energía de los centros situados debajo del diafragma a los de
arriba, y en ese proceso transmutar y cambiar la energía. Los
centros están situados a lo largo de la columna vertebral, pero
ayudará considerablemente al estudiante si tiene una idea de los
lugares aproximados del cuerpo, que estos centros afectan y

401
Libro III

energetizan. Dichos centros poseen órganos en el plano físico,


que son el resultado de la respuesta de la sustancia densa a su vi-
bración.

Los Tres Centros Mayores


1. Coronario .............. cerebro, glándula pineal, cuerpo pituitario.
2. Laríngeo ............... laringe, cuerdas vocales y paladar,
glándula tiroides.
3. Cardíaco .............. pericardio, ventrículos, aurículas, afec-
tando al bazo.

Los Cuatro Centros Menores


4. Plexo solar ............................... estómago.
5. Bazo .......................................... bazo.
6. Sacro ......................................... órganos genitales.
7. Base de la columna vertebral . órganos de eliminación, riño-
nes, vejiga.

Estos órganos físicos son sus resultados o efectos; los centros son su
causa física y se producen por la actividad de los centros etéricos.
Estos detalles ya se han dado y la información antedicha fue recopi-
lada, debido a la importancia que tiene el plexo solar en esta cuarta
ronda de la cuarta Jerarquía creadora (la Jerarquía de las mónadas
humanas o espíritus), el cuarto centro en el hombre, ya sea contando
desde arriba o desde abajo. Otro detalle técnico puede darse aquí. En
el proceso de transmutación el estudiante debería recordar que:
a. La energía de la base de la columna vertebral debe ascender
a la cabeza.
b. La energía del centro sacro debe pasar al laríngeo.

La energía del plexo solar debe ir al corazón. La energía del bazo


concierne exclusivamente al cuerpo físico. Va a todos los centros.

402
Libro III

30. Fijando la atención en el centro laríngeo, se aplaca el


hambre y la sed.

Es bien sabido que las sensaciones de hambre y sed y otros fenó-


menos similares dependen de las secreciones de glándulas situa-
das en varias partes del cuerpo. El conocimiento del funciona-
miento de estas glándulas, y la capacidad de regular sus secrecio-
nes, naturalmente le dará al yogui el poder de controlar esas sen-
saciones. Existen varias glándulas situadas en torno a la garganta.
Nótese sin embargo, que en realidad es el Prana lo que controla
las secreciones glandulares, y puesto que Prana obedece al pen-
samiento, el yogui, puede una vez que ha adquirido el conoci-
miento del funcionamiento de las glándulas, controlas todas las
actividades fisiológicas, incluso los movimientos del corazón y los
pulmones. Lo que un médico trata de conseguir por medio de dro-
gas, el yogui puede lograrlo por el control y regulación de las co-
rrientes pránicas que recorren el cuerpo etérico.

403
Libro III

31. Fijando la atención en el conducto o nervio situado


debajo del centro laríngeo (nervio kurna o Tortuga),
se logra el equilibrio.

Debe recordarse que todos los aforismos que se refieren a los po-
deres psíquicos son susceptibles de interpretación inferior o supe-
rior. En ningún aforismo es tan aparente como en éste. Mediante
el conocimiento de la naturaleza del centro laríngeo, y meditando
constantemente sobre él, el yogui puede evitar los espasmos del
hambre y de la sed y mantenerse indefinidamente sin alimento,
mientras que dirigiendo la energía a esa parte del gran nervio de la
laringe, situado exactamente abajo del centro laríngeo (en la cavi-
dad de la garganta), puede lograr la inmovilidad y rigidez absolu-
tas de la forma humana. Similarmente, concentrándose en el plexo
solar, puede darse cuenta con plena conciencia, de cada una de las
partes de su cuerpo físico. Pero esto concierne a los poderes o
"siddhis" inferiores, los cuales no interesan al estudiante de Raja
Yoga, que los considera como efectos secundarios del desenvol-
vimiento del alma. Sabe que son el resultado de aplicar correcta-
mente los ocho métodos de yoga, por lo cual son automáticos e
inevitables. Sabe también a qué peligro se expone el organismo
físico cuando predomina el aspecto inferior o físico.
El verdadero significado de los aforismos 30 y 31, estudiados
en conjunto, surge de la comprensión del proceso transmuta-
dor y de la trasferencia efectuada en el plexo solar.
La energía del centro sacro, que alimenta los órganos genitales,
con el tiempo es transferida al centro laríngeo. Este proceso crea-
dor se lleva a cabo mediante el pensamiento, el sonido y la Pala-
bra hablada. Hambre y sed son los dos aspectos del deseo; el
hambre es positivo, masculino y codicioso; la sed es negativa,
femenina y receptiva. Ambas palabras son simplemente símbolos
de los dos grandes impulsos que subyacen en el impulso sexual.
Cuando ellos son dominados y controlados, entonces la energía

404
Libro III

del centro situado detrás de los órganos involucrados puede ser


elevada a la laringe, deteniendo en sentido esotérico el hambre y
la sed. Debe tenerse presente que estas dos palabras son las ana-
logías, en el plano físico, de los grandes pares de opuestos, que el
yogui trata de equilibrar, y lo hace cuando el plexo solar desem-
peña su función más elevada.
En el plano astral o de deseos, este proceso equilibrador debe ser
llevado a cabo en el cuerpo astral del aspirante. Este es el gran
campo de batalla tan bellamente simbolizado en el cuerpo huma-
no, con sus tres centros superiores, con sus puntos focales de
energía inferior y el gran centro medio, el plexo solar, que repre-
senta el plano astral y su actividad. Esto evidencia por qué se han
unido los dos aforismos, pues abarcan toda una actividad.
Después de alcanzar en cierta medida el equilibrio, el aspirante
aprende a perfeccionar el proceso equilibrador y adquiere el poder
de mantenerse firme e inconmovible, guardando un equilibrio
inalterable entre los pares de opuestos. El nervio llamado "kurma-
nadi" o el "tubo de tortuga", es la analogía física de la etapa que el
aspirante ha alcanzado. Se mantiene erecto e inconmovible delan-
te de la entrada al sendero, encontrándose en ese punto de evolu-
ción, donde puede "evadirse hacia arriba" y actuar en la cabeza.
Desde épocas primitivas la tortuga ha sido el símbolo del lento
proceso creador y del largo camino evolutivo, recorrido por el
espíritu. De allí lo apropiado del término, tal como se aplica a lo
que se considera el inferior de los tres centros mayores, y aquel
que representa el aspecto creador o Brahma de la divinidad de
Dios, el Espíritu Santo, en Su función de energetizador de la mate-
ria o cuerpo.

405
Libro III

32. Enfocando la luz en la cabeza se puede ver a quienes


han alcanzado el dominio de sí mismos y establecer
contacto con ellos. Dicho poder se desarrolla por la
meditación unilateral.

Ésta es una paráfrasis de carácter general, pero da el sentido exacto


de los términos empleados. En el aforismo vigésimo quinto, hemos
estudiado la naturaleza de la luz en la cabeza. Aquí se dará una breve
explicación: cuando el estudiante es consciente de la luz en la cabeza
y puede utilizarla a voluntad, dirigiendo su radiación hacia lo que
trata de conocer, llega el momento en que no sólo puede dirigirla hacia
afuera, al campo del conocimiento donde actúa en los tres mundos,
sino también hacia adentro y arriba, a esos reinos donde deambulan los
santos de Dios, la gran "Nube de Testigos". Por lo tanto, por su inter-
medio puede llegar a ser consciente del mundo de los Maestros, Adep-
tos e Iniciados, y así ponerse en contacto con Ellos, en plena concien-
cia vigílica, registrando tales contactos en su cerebro físico.
De allí la necesidad de llegar a ser consciente de la propia luz, de
limpiar la propia lámpara y de utilizar plenamente la luz que se
posee. El poder de la luz espiritual se desarrolla y acrecienta por el
uso y el cuidado, desempeñando una doble función.
El aspirante se convierte así en luz o lámpara, en un lugar oscuro,
alumbrando el camino a otros. técnicamente de esta manera puede
ser aventada en llama la luz interna. Este proceso de alumbrar a
otros y convertirse en lámpara, precede siempre a la maravillosa
experiencia del místico cuando dirige su lámpara y luz a otros
reinos, descubriendo "el camino de evasión" hacia esos mundos
donde los Maestros deambulan y trabajan.
Es necesario recalcar este punto, porque entre los estudiantes existe
la fuerte tendencia a buscar a los Maestros, algún Guru o Instructor,
que "les proporcione la luz. Sólo quienes hayan encendido su propia
luz, limpiado su propia lámpara y estén provistos de los medios para

406
Libro III

penetrar en su mundo, podrán descubrirlos. La parte más técnica de


esta cuestión está muy bien explicada por W. Q. Judge:
"Tenemos aquí dos inferencias, que en nada se igualan al pensa-
miento moderno. Una, que existe una luz en la cabeza; la otra, que
existen seres divinos que pueden ser vistos por quienes se concen-
tran en la luz de la cabeza. Se afirma que cierto nervio o corriente
síquica, denominado Brahmarandhra-nadi, sale por el cerebro,
cerca de la cima de la cabeza. En este punto se acumula el principio
luminoso de la naturaleza, en mayor cantidad que en cualquier otra
parte del cuerpo, y se lo denomina jyotis, la luz en la cabeza. Debido
a que todo resultado debe obtenerse por el empleo de los métodos
adecuados, los seres divinos podrán ser vistos si nos concentramos
en esa parte del cuerpo que tiene una relación más estrecha con
ellos. En este punto, el extremo del Brahmarandhra-nadi, se estable-
ce la conexión entre el hombre y las fuerzas solares".

Esta luz hace que el "rostro resplandezca"; produce el halo que


rodea la cabeza de los Santos y Maestros y es visto por el clarivi-
dente en los aspirantes y discípulos evolucionados.
Dvivedi da la misma enseñanza, en las siguientes palabras:
"La luz en la cabeza se la describe como la afluencia acumulada de
luz sáttvica" que se ve en el Brahmarandhra y se supone que está
cerca de la arteria coronaria, de la glándula pineal, o sobre la médu-
la oblongada. Así como la luz de una lámpara, ardiendo dentro de
las cuatro paredes de una casa, presenta una apariencia luminosa
desde el ojo de la llave, así se muestra la luz sáttvica en la cima de la
cabeza. Esta luz es muy familiar para quienes apenas conocen las
prácticas de yoga y puede ser vista concentrándose en un punto en-
tre las cejas. Por la práctica de samyama (meditación) sobre esta
luz, pueden ser vistos de inmediato, a pesar de los obstáculos espa-
cio-tiempo, los seres llamados "siddhas" -conocidos generalmente
en los círculos teosóficos como Mahatmas o elevados Adeptos-que
pueden caminar a través del espacio en forma invisible".

407
Libro III

33. Todas las cosas pueden ser conocidas a la vívida luz


de la intuición.

Podría decirse aquí que la verdadera intuición ―es la capacidad de


percibir la verdad sin necesidad de utilizar los sentidos ni el inte-
lecto‖.
Tres aspectos del conocimiento están asociados con la luz en la
cabeza. En primer lugar: tenemos el conocimiento que puede
poseer el hombre común, cuya descripción más exacta es quizá la
palabra teórico. Hace que el hombre se dé cuenta de ciertas hipó-
tesis, posibilidades y explicaciones. Proporciona el conocimiento
de las modalidades, modos y métodos y permite dar los primeros
pasos hacia la comprobación y realización correctas. Esto es ver-
dad acerca del conocimiento a que se refiere Patanjali. Basados
sobre este conocimiento y de acuerdo a los requisitos de la inves-
tigación o desenvolvimiento propuestos, el aspirante llega a perci-
bir la luz en la cabeza.
En segundo lugar: el aspirante utiliza el conocimiento discrimi-
nador. Habiendo hecho contacto con la luz, la utiliza, y el resulta-
do es que los pares de opuestos se hacen evidentes, se conoce la
dualidad y surge la cuestión de la elección. La luz de Dios se pro-
yecta sobre ambos lados del estrecho sendero del filo de la navaja
que el aspirante trata de hollar; al principio este noble sendero
medio no es tan visible como lo que yace a cada lado del mismo.
Añadiendo el desapasionamiento o desapego al conocimiento dis-
criminativo, los obstáculos disminuyen, el velo que cubre la luz se
hace más transparente, hasta establecer contacto con la tercera o
más elevada luz.
En tercer lugar: tenemos el conocimiento iluminador que pode-
mos describir como "la luz de la intuición"; es el resultado de
haber hollado el sendero y de la subyugación de los pares de
opuestos y el precursor de la total iluminación y de la plena luz

408
Libro III

del día. Ganganatha- Jha en su breve comentario se ocupa de estos


tres aspectos.
"La inteligencia es la emancipadora, la antecesora del cono-
cimiento discriminador, como la aurora lo es de la salida del
Sol. Al obtener la percepción intuitiva, el yogui llega a conocer
todas las cosas".

Estos destellos de intuición son, al principio, simplemente vívidos


chispazos de iluminación, que surgen de la conciencia de la mente y
desaparecen casi instantáneamente. Se producen con mayor frecuen-
cia a medida que se cultiva el hábito de la meditación, y persisten
durante prolongados períodos, hasta alcanzar la estabilidad mental.
Gradualmente la luz brilla con constante resplandor, y el aspirante
camina "a plena luz del día". Cuando la intuición comienza a actuar,
el aspirante debe aprender a utilizarla, dirigiendo la luz que está en él
a todos los asuntos "oscuros, sutiles y remotos", ensanchando así su
horizonte, solucionando sus problemas y aumentando su eficiencia.
Todo cuanto ve y con lo cual hace contacto, gracias al empleo de su
luz espiritual, debe ser registrado, comprendido y adaptado, para ser
utilizado por el hombre en el plano físico por medio del cerebro. Es
aquí donde la mente racional desempeña su parte, interpretando,
formulando y trasmitiendo al cerebro lo que el verdadero hombre
espiritual conoce, ve y comprende en su propio plano. De esta mane-
ra, dicho conocimiento está disponible para el hijo de Dios encarna-
do, el hombre en el plano físico en plena conciencia vigílica.
Tengamos presente que todos los Siddhis ―poderes‖ pueden adqui-
rirse por otros métodos que los que hasta aquí nos han indicado los
Yogas-Sutras. Por ejemplo, un Bhakti yogui que sigue el camino de
la devoción intensa y sincera puede entrar en posesión de muchos
Siddhis aunque no haga nada directo por desarrollarlos. Esto mues-
tra que existe un estado de consciencia espiritual en el que están
inherentes todos estos poderes, y por tanto cualquiera que alcance
ese estado por cualquier método o yoga, adquiere automáticamente
dichos Siddhis, posiblemente no todos los poderes, pero si algunos.

409
Libro III

Este estado elevado de consciencia en el cual están inherentes


toda clase de Siddhis, también confiere el poder de percibir la
verdad directamente sin ayuda de instrumentos ni sentidos. A esta
elevada facultad se le da en este Sutra el nombre Sánscrito de
PRATIBHA. Y la palabra que más se acerca a su significado es
―intuición‖.
En los Yogas-Sutras se usa esta palabra ―Pratibha‖ para indicar
aquella facultad espiritual trascendente de percepción que puede
prescindir del uso no solo de los órganos sensorios sino de la
misma mente. Puede percibir cualquier cosa directamente como
reflejada en la conciencia misma sin la mediación de los sentidos
o de la mente.

El hecho de que Ishvara es consciente de todo cuanto ocurre por


doquier sin tener que usar órganos sensorios o mente, explica que
debe existir una facultad de percepción sin instrumentos. Si la
omniscencia existe, entonces la percepción no instrumental tam-
bién debe ser un hecho. Y eso es Pratibha o Intuición Pura. Esta es
la facultad que utilizan también los Seres Perfectos o Maestros de
Sabiduría, Iniciados o Adeptos, Seres Iluminados que han alcan-
zado Kaivalya, para mantenerse en contacto con los mundos infe-
riores que han trascendido.

410
Libro III

34. Por la meditación enfocada en el centro cardíaco, se


alcanza la comprensión de la conciencia mental.

Los hijos de los hombres se diferencian del reino animal en que


poseen inteligencia, la mente razonadora. Por eso la Sabiduría
Eterna, la Doctrina Secreta del mundo, denomina con frecuencia a
los seres humanos "hijos de la mente". Esto es lo que les da senti-
do de individualidad o entidad separada, convirtiéndolos en egos.
Se dice que en el centro del cerebro, ubicado en la glándula pineal,
tenemos el hogar del alma; la vanguardia de la vida de Dios, una
chispa del fuego espiritual puro. Éste es el punto inferior con el que
la vida espiritual pura hace contacto directamente desde la Mónada,
nuestro Padre en el Cielo. Es el extremo del sutratma o hilo que
vincula y conecta las diversas envolturas y pasa desde la mónada en
su propio y elevado plano, a través del cuerpo egoico en los niveles
superiores del plano mental, al vehículo físico. Esta vida de Dios es
triple y combina la energía del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
siendo en consecuencia responsable del pleno funcionamiento de
todos los aspectos de la naturaleza del hombre, en todos los planos,
y también de los estados de conciencia. El primer hilo de este triple
cordón o sendero, es el que da vida, espíritu y energía. El segundo
es responsable de la conciencia o aspecto inteligencia, de modo que
el poder del espíritu responda al contacto y evoque respuesta. El
tercero concierne a la vida de la materia o aspecto cuerpo.
El primer aspecto, por medio de la mónada, llega hasta la glándula
pineal, lugar donde reside el espíritu en el hombre. El segundo aspec-
to o conciencia, por medio del ego, es el lugar de contacto con el
centro cardíaco, mientras que el tercer aspecto o tercer hilo del su-
tratma, se vincula con el centro en la base de la columna vertebral,
fuente principal de la actividad corporal o de la personalidad. Por
consiguiente, mediante la concentración en la luz de la cabeza, se
obtiene el conocimiento de los mundos espirituales y de los espíritus
puros que en ellos deambulan y actúan, porque atma o espíritu res-

411
Libro III

plandece allí. Similarmente, por medio de la meditación concentrada


en el corazón, se obtiene el conocimiento del segundo aspecto, el prin-
cipio consciente e inteligente, que hace del hombre un hijo de Dios.
Por el desarrollo y el empleo del centro coronario, se pone en ac-
tividad funcionante la voluntad, que es la característica del espíri-
tu y expresa propósito y control. Por el desarrollo y empleo del
centro cardíaco, el aspecto amor-sabiduría es similarmente utiliza-
do y el amor de Dios se ve actuando en la vida y en el trabajo del
hombre. Debido a que la mente de Dios es amor y el amor de Dios
inteligencia, estos dos aspectos de una gran cualidad se ponen en
actividad a fin de cumplir Su voluntad y propósito. En Occidente
Cristo fue el ejemplo más prominente, como Krishna en la India,
aspecto que debe reflejarse y manifestarse también en cada hombre.
La forma de un ser humano está constituida por un juego de vehí-
culos concéntricos de materia de diferentes grados de densidad, tal
como la forma del Logos solar está constituida por un juego de
planos concéntricos irradiados por Su consciencia. A la forma
humana se la llama ―el huevo aurico‖ y a la del Logos ―el huevo
Bráhmico‖. Las dos están relacionadas entre sí como microcos-
mos y macrocosmos y tienen un centro común.
Tal como el Sol e su aspecto físico y suprafísicos es el Corazón del sis-
tema Solar de donde irradian todas las energías que se necesitan en ese
sistema, del mismo modo el centro energético común de todos los vehí-
culos del hombre se consideran como un corazón. Probablemente esto
se debe a su proximidad con el corazón físico y también a su función
análoga. El portal del corazón místico es el chakra ANAHATA, y por el
samyama o meditación sobre este chakra el yogui se capacita para conocer la
naturaleza del principio mental que funciona por medio de diferentes vehículos
a diferentes niveles. Y como la Mente no es otra cosa que la interacción de
Consciencia y Materia (I-2), debiera ser fácil ver por qué el centro
común de todos los vehículos por medio de los cuales funciona la cons-
ciencia tiene que ser también la sede de la Mente. Los sentidos no son
sino sus puestos de avanzada y deben considerarse como partes de ella.

412
Libro III

35. La experiencia (de los pares opuestos) se adquiere


por la incapacidad del alma para distinguir entre el yo
personal y purusha (espíritu). Las formas objetivas
existen para uso (y experiencia) del hombre espiri-
tual. Meditando sobre esto, surge la percepción intui-
tiva de la naturaleza espiritual.

Nuevamente nos encontramos con una traducción libre del texto


original, siendo sin embargo, una correcta interpretación.
Hemos visto en los aforismos precedentes, que el estrecho sendero
a seguir entre los pares de opuestos (por la práctica de la discrimi-
nación y del desapasionamiento) es el del equilibrio y la equidad, el
noble sendero medio. Este aforismo hace un comentario sobre esta
etapa de experiencia del alma, y puntualiza las siguientes lecciones:
Primero, la razón por la cual enfrentamos los pares de opuestos y
con tanta frecuencia elegimos la línea de actividad, o actitud men-
tal, que nos produce placer o dolor, se debe a que no sabemos dis-
tinguir entre la naturaleza inferior y la superior, entre el yo perso-
nal (actuando como unidad física, emocional y mental) y el espíri-
tu divino, que mora en cada uno de nosotros. Nos identificamos
con el aspecto forma, no con el espíritu. Durante eones nos hemos
considerado como el no-yo y olvidamos nuestra afiliación, nuestra
unidad con el Padre y la realidad de que somos el yo inmanente.
Segundo, el propósito de la forma es sencillamente permitirle al yo
hacer contacto con mundos que de otra manera estarían vedados
para él, y desarrollar plena percepción en cualquier lugar del reino
del Padre, y así manifestarse como hijo de Dios plenamente cons-
ciente. Por medio de esta forma de adquirir experiencia, se despier-
ta la conciencia y se desarrollan las facultades y los poderes.
Tercero, a medida que se capta intelectualmente este hecho, y se
medita sobre él internamente, uno llega a darse cuenta de su iden-

413
Libro III

tificación con la naturaleza espiritual, y se establece la diferencia


con la forma. Sabemos que no somos la forma, sino el morador de
la forma, no el yo material sino el espiritual, no los aspectos dife-
renciados sino el Uno; así se lleva a cabo el gran proceso de libe-
ración. Uno se convierte en lo que es, y lo logra meditando sobre
el alma inteligente, el aspecto medio, el principio crístico, que
vincula al Padre (espíritu) con la Madre (materia).
Tenemos nuevamente la gran triplicidad puesta de manifiesto:
1. El Padre o espíritu, aquel que se manifiesta, crea y mora in-
ternamente.
2. El Hijo, el que revela, medita y vincula el aspecto superior
con el inferior.

El Espíritu Santo, que influye a la Madre, sustancia material inte-


ligente que proporciona las formas, por medio de las cuales se
adquiere experiencia y desarrollo. Quien adquiere experiencia,
encarna y logra la divina expresión, por medio de la forma, es el
alma, el yo, el hombre espiritual consciente, el Cristo interno.
Cuando por esta experiencia ha alcanzado la madurez, revela al
Padre o espíritu; así cumple con la palabra de Cristo cuando dijo
(en respuesta a la pregunta de Felipe: Señor, muéstranos al Padre),
"quien me ha visto a Mí, ha visto al Padre". (Jn., 14).

414
Libro III

36. resultado de esta experiencia y meditación, se des-


arrollan los sentidos superiores: oído, tacto, vista,
gusto y olfato, que otorgan conocimiento intuitivo.

Por la meditación, el aspirante llega a darse cuenta de la contraparte


de los cinco sentidos, en los reinos más sutiles, y despertándolos y
empleándolos conscientemente puede actuar en los planos internos
tan libremente como en el físico. Entonces llega a servir inteligen-
temente en tales reinos y colaborar en el gran esquema involutivo.
Podemos definir los cinco sentidos como esos órganos por los
cuales el hombre se da cuenta de lo que lo circunda. El animal,
que carece de la facultad pensante correlacionadora, posee tam-
bién estos cinco sentidos. En el animal se manifiestan como facul-
tad grupal, análoga al instinto racial en el reino humano.
Cada uno de los cinco sentidos tiene conexión definida con uno de
los siete planos de la manifestación, y tiene también una analogía
en todos los planos.
Plano Sentido
1. Físico ............................... Oído.
2. Emocional o astral ........... Tacto o sensación táctil.
3. Mental .............................. Vista.
4. Búdico .............................. Gusto.
5. Átmico .............................. Olfato.

Parece que en las etapas tempranas de evolución es necesario que


la facultad de percibir se diferencie y funcione por medio de cana-
les separados. Pero después de que la mente se ha desarrollado
hasta cierto punto y los poderes de la consciencia se han desperta-
do suficientemente por contacto directo con el Purusa, esa facul-
tad de percibir y conocer pueden funcionar como un conjunto sin
la ayuda de los cinco órganos sensorios. La percepción intuicional
es como la luz blanca que incluye todos los colores y puede por

415
Libro III

tanto hacer ver el color característico de cualquier cosa. La siguien-


te clasificación servirá para aclarar los cinco diferentes aspectos de
los cinco sentidos en los cinco planos y sus desenvolvimientos.

416
Libro III

¿Qué hacer con las experiencias? (III.37)

37. Estos poderes constituyen obstáculos para la com-


prensión espiritual superior, pero sirven como pode-
res mágicos en los mundos objetivos.

En este texto sobre el desenvolvimiento espiritual, surge constan-


temente el hecho de que los poderes síquicos superiores o inferio-
res, son obstáculos para un estado espiritual más elevado, y el
hombre que puede actuar libremente en los tres mundos debe
prescindir de ellos. Es muy difícil que el aspirante comprenda esta
lección, pues cree que el desarrollo de la clarividencia y clariau-
diencia indica progreso, y que la práctica de la meditación co-
mienza a dar resultado. Quizás indique lo contrario e inevitable-
mente lo será si el aspirante se siente atraído o apegado a alguna
de esas facultades síquicas. Un antiguo Instructor Hindú dice res-
pecto a tales poderes:
"Una mente, cuya sustancia mental comienza a activarse, es-
tima mucho estas facultades, así como el hombre que nace en
la miseria, considera que un pequeño lujo es una gran rique-
za. Pero el yogui, cuya sustancia mental está concentrada,
debe evitar tales facultades, aunque las posea. Quien anhela
alcanzar la meta final de la vida, la absoluta mitigación de la
triple angustia ¿cómo puede tener afecto a estas perfeccio-
nes, contrarias a la realización de esa meta?"

Dvivedi dice:
"Los poderes ocultos, hasta ahora descritos y los que se descri-
birán más adelante..., son obstáculos, porque causan la distrac-
ción de la mente, por los diversos sentimientos que despiertan,
pero no son totalmente inútiles, pues constituyen grandes po-
deres benéficos en los momentos que el samadhi ha sido sus-
pendido".

417
Libro III

Patanjali en ningún caso comenta que dicho poderes o facultades


supranormales son negativas, sino más bien que pueden llegar a
ser un obstáculo si el yogui no anda con cuidado. Muchas veces se
convierten en importantes distracciones que alejan al yogui de su
verdadero objetivo. También en muchos casos potencian al ego, y
el discípulo cree ser diferente y superior a los demás, por lo que
esa actitud separatista es justamente lo contrario al sendero del
amor, y un camino fácil al espejismo y al equívoco.
Sería útil para el aspirante saber qué son estos poderes, cómo con-
trolarlos, sin ser controlados por ellos, cómo emplearlos para ser-
vir al hermano y a la Jerarquía, pero debe considerarlos como ins-
trumentos y relegarlos al aspecto forma. Debe comprenderse que
son cualidades o capacidades de las envolturas o aspecto forma;
de lo contrario asumirán importancia indebida, demandarán exce-
siva atención y se convertirán en obstáculos para el desenvolvi-
miento progresivo del alma.
Los diversos Siddhis que se han descrito en esta sección serán
obstáculos cuando él yogui este buceando en las zonas más pro-
fundas de su consciencia, porque tenderán a llevar la consciencia
hacia fuera. De aquí que el místico no busqué semejantes poderes.
No quiere tener que ver nada con ellos porque su ejercicio crea
toda clase de tentaciones y distracciones en su camino. Pero la
perfección incluye el poder de controlar todos los fenómenos de
todos los planos en que funcione la consciencia, y por eso el
Hombre Perfecto posee no sólo el conocimiento directo de la rea-
lidad sino también el conocimiento y el dominio de todos los pla-
nos en que su consciencia funciona.
Es por eso que todos los Siddhis han de adquirirse en una u otra
etapa antes de alcanzar la perfección. El Adepto posee no sola-
mente todos los poderes de que trata estas secciones sino también
la suprema sabiduría que impide que pueda usar mal estos pode-
res.

418
Libro III

Más sobre samyama (III.38-III.48)

38. Al liberarnos de las causas de la esclavitud, mediante


su debilitamiento y el conocimiento del método para
transferirlas (retiro o entrada), la sustancia mental
(o chitta) puede introducirse en otro cuerpo.

Toda la ciencia de Raja Yoga está basada en la comprensión de la


naturaleza, el propósito y la función de la mente. La ley básica de
esta ciencia puede ser compendiada en las palabras: "La energía
sigue al pensamiento", y el orden consecutivo de la actividad debe
establecerse de la manera siguiente:
El pensador, en su propio plano, formula un pensamiento que incor-
pora algún propósito o deseo. La mente vibra en respuesta esta idea,
y simultáneamente produce la correspondiente reacción en el cuerpo
kámico, emocional o de deseos. El cuerpo de energía, la envoltura
etérica, vibra sincrónicamente, y de esta manera el cerebro responde y
energetiza al sistema nervioso del cuerpo físico denso, en tal forma que
el impulso del pensador se convierte en actividad en el plano físico.
Existe una íntima relación entre la mente y el sistema nervioso,
por lo tanto tenemos una interesante triplicidad:
1. la mente,
2. el cerebro,
3. el sistema nervioso,
triplicidad que debe tenerla muy en cuenta el estudiante de Raja
Yoga en la etapa inicial de su trabajo. Posteriormente una segunda
triplicidad ocupará su atención,
1. el pensador,
2. la mente,
3. el cerebro,
pero esto será durante la demostración de su trabajo.

419
Libro III

Conociendo el método de vitalización de los nervios, el pensador


puede energetizar su instrumento para entrar en actividad durante
la encarnación y análogamente producir trance, samadhi o muerte.
El mismo conocimiento básico permite al adepto resucitar el cuer-
po muerto, como Cristo lo hizo en Palestina, u ocupar el de un
discípulo para fines de servicio, así como Cristo ocupó el cuerpo
del discípulo Jesús. Se dice que este conocimiento y aplicación
está sujeto a la gran Ley del Karma, de Causa y Efecto, y ni Cristo
mismo puede apartarse de la ley en ningún caso, a no ser que haya
producido el adecuado debilitamiento de la causa esclavizante.
El poder de ocupar el cuerpo de otra persona es un Siddhi bien
conocido que algunos ocultistas avanzados. Este poder no debe
confundirse con la obsesión. En la obsesión la entidad que se po-
sesiona es un alma o entidad astral de tipo bajo esclava de sus
propios deseos, que se posesiona del cuerpo físico de su víctima a
la fuerza con el fin de establecer alguna clase de contacto temporal
y parcial con el mundo físico para satisfacer sus oscuros propósitos.
Estos casos son muy aislados, y para que ocurran hace falta que la
víctima este poco protegido y desequilibrado a nivel psíquico.
Cuando el Yogui de alto poder ejercer este Siddhi lo hace primeramente
con el consentimiento del dueño de ese cuerpo, quien por lo general es
un discípulo de él, y está en perfecto acuerdo con él. Y además no busca
satisfacer ningún deseo personal, sino que toma posesión de su cuerpo
con el objeto de hacer algún trabajo importante y necesario en bien de la
humanidad. El discípulo entonces se retira de su cuerpo físico y perma-
nece en su cuerpo más útil, y regresa a ocupar su cuerpo cuando éste
queda vacante. El Yogui conoce muy bien los canales o pasajes a lo
largo de los cuales viaje al centro de la mente cuando entra o deja el
cuerpo físico. Existen diferentes Nadis en el cuerpo para propósitos
específicos, y uno de ellos sirve como paso para el ―centro mental‖
cuando entra o sale del cuerpo. Por centro mental se indica el centro
común de los vehículos súper físicos por medio del cual funciona la
mente. Recordemos que para el yogui la Yoga es una Ciencia exacta,
como lo es la ciencia oficial para el científico.

420
Libro III

39. Subyugando la vida ascendente (udana), nos liberamos


del agua, del sendero espinoso y de la ciénaga, y se
obtiene el poder de ascensión.

La suma total de fuerza nerviosa, denominada por los hindúes


prana, compenetra todo el cuerpo, y es controlada por la mente, a
través del cerebro; constituye la vitalidad que pone en actividad
los órganos sensorios y produce la vida externa del hombre; su
medio de distribución es el sistema nervioso, valiéndose de gran-
des centros distribuidores, llamados plexos o lotos. Los ganglios
nerviosos, conocidos por la medicina ortodoxa, son reflejos o
sombras de plexos más vitales. El estudiante no se equivocará si
considera que todo el prana en el cuerpo humano constituye el
cuerpo vital o etérico, el cual está totalmente formado de corrien-
tes de energía, y es el sustrato de la sustancia viviente, subyacente
en la forma física densa.
Uno de los términos aplicados a esta energía es "aires vitales".
Prana es quíntuple en manifestación, correspondiendo así a los
cinco estados mentales, al quinto principio y a las cinco modifica-
ciones del principio pensante. Prana, en el sistema solar, se mani-
fiesta como los cinco grandes estados de energía que denomina-
mos planos, el medio para la conciencia, éstos son:
1. El plano átmico o espiritual.
2. El plano búdico o intuicional.
3. El plano mental.
4. E plano emocional, astral o kámico.
5. El plano físico.

Las cinco diferenciaciones de prana en el cuerpo humano son:


1. Prana se extiende desde la nariz al corazón, teniendo relación
especial con la boca y la palabra, el corazón y los pulmones.

421
Libro III

2. Samana abarca desde el corazón al plexo solar; concierne al


alimento y nutrición del cuerpo, por medio del alimento y la be-
bida, y tiene relación especial con el estómago.
3. Apana controla desde el plexo solar hasta las plantas de los
pies; concierne a los órganos de eliminación, de evacuación y de
nacimiento, teniendo una relación especial con los órganos geni-
tales y evacuantes.
4. Udana se encuentra entre la nariz y la cima de la cabeza; tiene
relación especial con el cerebro, la nariz y los ojos; cuando está
adecuadamente controlada produce la coordinación de los aires
vitales y su correcto manejo.
5. Vyana es el término aplicado a la suma total de la energía
pránica, al distribuirse equilibradamente por todo el cuerpo. Sus
instrumentos son los miles de nadis o nervios del cuerpo, y tiene
conexión peculiar y definida con los canales sanguíneos, las venas
y las arterias.

Este aforismo dice que el dominio sobre el cuarto de estos aires


vitales, permite alcanzar ciertos resultados definidos, y sería inte-
resante conocerlos. Este dominio sólo es posible cuando se com-
prende y domina el sistema de Raja Yoga, pues implica la capaci-
dad de actuar en la cabeza y controlar toda la naturaleza desde ese
punto en el cerebro. Cuando el hombre se ha polarizado allí, las
fuerzas nerviosas o energías en la cima de la cabeza entran en
actividad, y mediante su correcto control y dominio, es posible
dirigir correctamente los pranas del cuerpo, alcanzando el hombre
la liberación. Por medio de esto se rompe el contacto con los tres
mundos. El lenguaje empleado es necesariamente simbólico y no
debe perderse su significado, materializando su verdadera signifi-
cación. La levitación, el poder de caminar sobre la aguas, la capa-
cidad de contrarrestar la atracción de la gravedad de la tierra, es el
significado inferior y menos importante.

422
Libro III

Cundo este control se adquiere, Patanjali dice en este sutra: ―nos


liberamos del agua, del sendero espinoso y de la ciénaga. Vea-
mos:
1. La liberación del agua es la manera simbólica de expresar que
la naturaleza astral está subyugada y que las grandes aguas de la
ilusión ya no pueden retener al alma emancipada. Ya no dominan
las energías del plexo solar.
2. La liberación del sendero espinoso se refiere al sendero de la vida
física, y nada lo expresa mejor que la parábola de Cristo sobre los
sembradores, según la cual algunas de las semillas cayeron entre las
espinas. Se explica que las espinas son las preocupaciones y dificul-
tades de la existencia mundana, las cuales sofocan la vida espiritual y
ocultan al verdadero hombre por mucho tiempo. El sendero espinoso
debe conducir al sendero del norte, y éste a su vez al sendero de ini-
ciación. En un antiguo libro de los Archivos de la Logia, hallamos
estas palabras:
"Que el buscador de la verdad evite ahogarse y ascienda por la
margen del río. Que se dirija hacia la estrella del norte y permanez-
ca terreno firme, con su rostro orientado hacia la luz. Entonces que
la estrella lo guíe”.
3. La liberación de la ciénaga se refiere a esa naturaleza mixta de
kama-manas, deseo y mente inferior, origen del excepcional pro-
blema de la humanidad. Es una manera simbólica de referirse a la
gran ilusión, que atrapa al peregrino durante tanto tiempo. Cuando
el aspirante puede caminar en la luz, después de descubrir la luz
(el Shekinah) en sí mismo, en el "Sanctum Sanctorum‖, la ilusión
se disipa. Es conveniente que el estudiante busque la analogía
entre las tres partes del templo de Salomón y el ―templo del Espí-
ritu Santo‖, la estructura humana.

El atrio externo concierne a las energías y sus correspondientes


órganos situados debajo del diafragma. El Lugar Sagrado es el de
los centros y órganos, situados en la parte superior del cuerpo, des-

423
Libro III

de la garganta al diafragma. El Sanctum Sanctorum es la cabeza,


donde está el trono de Dios, el asiento de la misericordia y de la
gloria influyente.
Una vez alcanzados estos tres aspectos de la liberación, y cuando
el hombre ya no está dominado por el agua, la ciénaga o la vida
del plano físico, obtiene el "poder de ascensión" y puede ascen-
der a voluntad a los cielos. El Cristo u hombre espiritual, puede
permanecer en el monte de la Ascensión, después de haber expe-
rimentado las cuatro crisis o puntos de control, desde el nacimien-
to a la crucifixión. De esta manera "udana" o vida ascendente, se
convierte en el factor controlador, y la vida descendente deja de
regir.

424
Libro III

40. Mediante la subyugación de samana, la chispa se con-


vierte en llama.

Samana (2do prana) como hemos dicho en el aforismo anterior,


abarca desde el corazón al plexo solar, y tiene que ver con el fuego
―Agni‖.
Este aforismo es uno de los más bellos del libro, y la traducción
de Charles Johnston debe ser considerada aquí: "Dominando la
vida que ata, se obtiene la radiación". Otra interpretación sería:
"Mediante el control de samana, el AUM (la Palabra de Gloria) se
manifiesta". Del corazón brotan las fuentes de vida, y la energía
vital llamada "samana" controla al corazón y al aliento de vida por
medio de los pulmones. Cuando el cuerpo está purificado y sus
energías debidamente dirigidas y se ha obtenido el ritmo se perci-
be la vida radiante.
Esto se producirá literal y no metafóricamente, porque cuando las
corrientes de vida son dirigidas por el alma desde su trono, a
través de los nervios y canales sanguíneos, sólo entonces los áto-
mos más puros entran en el cuerpo y el resultado será el resplan-
dor de la luz, en todo el hombre. No sólo de la cabeza irradiará la
luz, de modo que el clarividente verá un halo o círculo de brillan-
tes colores, sino que de todo el cuerpo irradiará a través de los
centros vibrantes de fuerza eléctrica, distribuida en él.

425
Libro III

41. La meditación concentrada en la relación existente


entre el akasha y el sonido, desarrolla un órgano para
oír espiritualmente.

Para entender este aforismo es esencial que se comprendan ciertas


relaciones entre la materia, los sentidos y el que adquiere experiencia.
El cristiano cree que "todas las cosas fueron hechas por la palabra de
Dios". El creyente oriental sostiene que el sonido fue el factor origi-
nante del proceso de la creación y ambos enseñan que esta palabra o
sonido, describe a la segunda Persona de la Trinidad divina.
Este sonido o palabra, puso en actividad peculiar a la materia del
sistema solar, y fue precedido por el aliento del Padre, que inició
el movimiento o vibración original.
Por lo tanto, el Aliento (neuma o espíritu), al hacer impacto en la
sustancia primordial, estableció una pulsación, una vibración, un
ritmo. Luego, la palabra o sonido hizo que la sustancia vibrante
adquiriera forma o figura, dando lugar así a la encarnación de la
segunda Persona de la Trinidad cósmica, el Hijo de Dios, el Ma-
crocosmos. Este proceso dio por resultado los siete planos de mani-
festación, las esferas donde son posibles siete estados de conciencia
Todos caracterizan ciertas cualidades, se diferencian entre sí por
determinadas facultades vibratorias especificas, y cada uno tiene su
propia denominación.
La siguiente clasificación será de utilidad si el estudiante tiene en
cuenta que los primeros tres planos son los de la manifestación
divina, y los tres inferiores constituyen el reflejo del proceso divi-
no, siendo los tres planos de nuestra experiencia normal. Ambas
triplicidades, la de Dios y la del hombre, están vinculadas por el
plano medio de unificación o unión, en el que Dios y el hombre se
hacen uno. En la fraseología cristiana se lo denomina plano crísti-
co y en la terminología oriental plano búdico.

426
Libro III

PLANOS DIVINOS
1er. plano. Logoico o divino ...... Mar de Fuego… Dios, el Padre ........ Voluntad.
2do. plano. Monádico .................... Akaska ................ Dios, el Hijo ............. Amor-Sabiduría.
3er. plano. Espiritual o átmico .... Éter ..................... Dios, el Espíritu Santo ... Inteligencia
PLANO DE UNIÓN O UNIFICACIÓN
4to. plano. Crístico o búdico...Aire ................ Unión. Armonía. Unificación.

PLANOS DEL ESFUERZO HUMANO


5to. plano. Mental ................. Fuego .Reflejo del Mar de Fuego...... Voluntad humana.
6to. plano. Emocional o astral ..... Luz astral ..... Reflejo del Akasha .. Amor-deseoshumanos
7mo. plano. Físico ...........Éter ....... Reflejo del Éter ..................... Actividad humana.

En todos estos planos se manifiesta la conciencia, y los sentidos


exotéricos y esotéricos producen contactos.
1er. plano Fuego .............. Aliento.
2do. plano Akasha ............ Sonido ........................... Oído ............... Oído.
3er. plano Éter ................. Respuesta vibratoria .... Tacto .............. Piel.
4to. plano Aire ................. Visión ............................ Vista ............... Ojo.
5to. plano Fuego .............. Discriminación .............. Gusto ............. Lengua.
6to. plano Luz astral ........ Deseo ............................. Olfato ............. Nariz.
7mo. plano Las contrapartes físicas de todos.

Otro método para describirlos es el siguiente:


7mo. plano Físico ............................... Olfato .............. Éter.
6to. plano Astral ............................... Gusto .............. Luz astral.
5to. plano Mental .............................. Vista ................ Fuego.
4to. plano Búdico .............................. Tacto ............... Aire.
3er. plano Átmico ............................. Oído ................ Éter.
2do. plano Monádico ......................... Mente .............. Akasha.
1er. plano Logoico ............................ Síntesis.

Sin embargo, es evidente que uno da el punto de vista microcósmico


y el otro el macrocósmico. Y debido a que el aspirante es quien bus-
ca actuar "libremente en el macrocosmos" y trascender las limitacio-
nes microcósmicas, entonces nos ocuparemos de la primera serie.

427
Libro III

Al considerar este aforismo y su clasificación, por la comprensión


de la naturaleza de los planos, sus símbolos y sustancias, será evi-
dente que el hombre que conozca la naturaleza de la palabra y del
segundo aspecto, llegará a la comprensión del oído.
Esto también puede captarlo místicamente el aspirante, cuando se
da cuenta que las voces del deseo (voces astrales o respuesta vi-
bratoria al segundo aspecto del reflejo, los tres planos inferiores)
son reemplazadas por la Voz del Silencio o del Cristo interno,
entonces conoce la palabra o sonido, y establece contacto con el
segundo aspecto de la divinidad.
1. Akasha. .......... El Verbo .............. El Sonido .......Segundo aspecto.
2. Luz astral ....... La voz del deseo .. Reflejo del segundo aspecto.

En todos los planos hay muchos sonidos audibles, pero en el plano


físico tenemos una mayor diversidad. El aspirante debe desarrollar
la facultad de distinguir entre:
1. Las voces de la tierra ....................................................... físico.
2. Las voces del deseo ......................................................... astral.
3. La palabra o pensamientos formulados por la mente .... mental.
4. La sutil y tenue voz del Cristo interno ............................. búdico.
5. Los sonidos de los Dioses ...... Las palabras creadoras .... á tmico.
6. La palabra o sonido ................ EL AUM .......................... monádico.
7. El aliento ........................................................................... logoico.

En estas diferenciaciones se expresa simbólicamente, el problema de


la audición correcta en los diversos planos y en los varios estados de
conciencia. Únicamente el verdadero místico y aspirante compren-
derá la naturaleza de estas diferenciaciones. Así como todas las sus-
tancias de nuestro sistema solar manifestado son diferenciaciones del
akasha, primera diferenciación de la sustancia primordial, así todas
estas diferenciaciones del sonido son diferenciaciones del sonido
uno; todos son divinos en tiempo y espacio. Pero se han de oír co-
rrectamente, y oportunamente todas formarán el AUM, la Palabra de
Gloria, el Verbo Macrocósmico y conducirán a él.

428
Libro III

Sin embargo, al estudiante de Raja Yoga le conciernen tempora-


riamente tres voces o sonidos principales:
1. El lenguaje de la Tierra, a fin de utilizarlo correctamente.
2. La Voz del Silencio, a fin de oírla. Esta es la voz de su propio
Dios interno, el Cristo.
3. AUM, la Palabra del Padre, expresada por el Hijo, que una vez
oída lo pondrá en contacto con la Palabra de Dios, encarnado
en toda la naturaleza.

Cuando el lenguaje sea correctamente empleado, y cuando puedan


acallarse los sonidos de la Tierra, entonces se oirá la Voz de Si-
lencio. Podrá observarse, que la clariaudiencia es la percepción de
la voz de la gran ilusión y proporciona al hombre el poder para oír
en el plano astral. Esto, en su debido lugar, cuando esté controlado
desde arriba por medio del conocimiento, abre el oído a ciertos
aspectos de la expresión divina, en los tres mundos Este aforismo
no se refiere a oír divinamente. En su comentario Charles Johns-
ton abarca bellamente este terreno, de la manera siguiente:
“La transmisión de una palabra, telepáticamente, es la simple y
primitiva forma de “oír divinamente”, del hombre espiritual; a
medida que desarrolla el poder y, por medio de la meditación
perfectamente concentrada, el hombre espiritual llega a domi-
narlo en forma más completa, adquiere la capacidad de oír y dis-
tinguir claramente el lenguaje de los grandes Seres, que lo acon-
sejan y confortan en su camino. Quizás le hablen en pensamien-
tos sin palabras o en palabras y frases perfectamente definidas“.

429
Libro III

42. La meditación concentrada en la relación existente


entre el cuerpo y el akasha, otorga la ascensión fuera
de la materia (de los tres mundos) y el poder de via-
jar en el espacio.

El akasha está en todas partes, en él vivimos, nos movemos y


tenemos nuestro ser. Todo es una sola sustancia, y en el cuerpo
humano se encuentran las analogías de las diversas diferenciacio-
nes.
Cuando el hombre se conoce a sí mismo y es consciente de la re-
lación que existe entre las energías, que actúan a través de los sie-
te centros, y los siete estados de la materia y de la conciencia,
queda liberado y libre y puede hacer contacto a voluntad, sin limi-
tación de tiempo, con todos esos estados. Existe una relación entre
cada uno de los siete estados de materia y cualquiera de los cen-
tros; cada centro es la puerta para determinado plano de las esferas
planetarias. Cuando el discípulo ha desarrollado en su vida, con
correcta comprensión, los distintos métodos de yoga, tratados en
los libros anteriores, pueden confiársele ciertas claves y conoci-
mientos, palabras y fórmulas, que, por la meditación concentrada,
le darán la libertad que otorgan los cielos y el derecho de traspo-
ner ciertos portales del reino de Dios.
―Atravesar los aires‖ se refiere al bien conocido Siddhi de transfe-
rir el cuerpo de un lugar a otro por la vía de Akasa. Esto no signi-
fica volar como un pájaro, sino disolver las partículas del cuerpo
en un ligar y volver a juntarlas en el de destino. El cuerpo físico
esta formado por innumerables partículas de materia que se man-
tienen juntas por la fuerza de cohesión, fuerza que reside en el
medio Universal de Akasa. De hecho la existencia del cuerpo de-
pende de estar relacionado entre sus partículas y el Akasa del cual
se formaron esas partículas. Si el Yogui practica Samyama sobre
esta relación del cuerpo con Akasa, adquiere el conocimiento de
esta fuerza de cohesión y el poder de manipularla a su gusto.

430
Libro III

Para volver las partículas todo lo que se requiere es retirar la fuer-


za de voluntad que las mantenían dispersas, y entonces el cuerpo
se materializa instantáneamente ―como de la nada‖.
La técnica de ―atravesar los aires‖ depende pues de conocer las
fuerzas que operan en formación de objetos físicos con Akasa, y
de ejercer el poder volitivo de una manera particular. Incluye la
disolución del cuerpo en Akasa y proceso reverso de re-
materializarlo de Akasa. Pero no se trata de un conocimiento inte-
lectual como el que posee un científico. Es un conocimiento direc-
to que se obtiene solamente por sanyama y que impulsa a unificar-
se en consciencia con el objeto sobre el cual se medita. Esto es lo
que significa ―enlazar la mente‖ con algo.
―Atravesar los aires‖ no significa aquí materializar un cuerpo por
medio de Kriya-Sakti. Este sutra se refiere al traslado del cuerpo
físico original del yogui a otro lugar por un proceso combinado de
disolución y materialización. En Kriya-Sakti el cuerpo físico ori-
ginal permanece donde estaba y otro cuerpo artificial es materiali-
zado temporalmente en otro lugar entorno a una ―mente artificial‖
(I-4). Las técnicas de los dos procesos son diferentes, y una u otra
se adopta según lo requiera la ocasión.

431
Libro III

43. Cuando aquello que vela la luz desaparece, se alcanza


ese estado de ser, llamado desencarnado (o incorpó-
reo), liberado de las modificaciones del principio pen-
sante. Éste es el estado de iluminación.

Más que literal esta es traducción libre, en la cual se conserva el


verdadero sentido de los términos arcaicos, en vez de la exactitud
académico. Esto pone de manifiesto las grandes dificultades bajo
las cuales trabajan los traductores.
Vivekananda expresa este aforismo en los siguientes términos:
"Aplicando sanyama a las modificaciones reales de la mente
que son externas, denominadas la gran incorporeidad, des-
aparece lo que cubre la luz".

En este aforismo se trata de expresar dos ideas. Una se refiere al velo o


manto que impide la iluminación de la mente, la otra es el estado de
comprensión que se alcanza cuando el hombre se ha liberado de este
velo. Lo que oculta la luz (la "medida" a que se refería Cristo en el
Nuevo Testamento) son las envolturas cuerpos cambiantes o fluctuan-
tes. Una vez que se han trasmutado y trascendido, la luz de Dios (el
segundo aspecto divino) puede inundar al hombre inferior, y éste se
conoce a sí mismo tal con es. La iluminación penetra y el hombre se
conoce como algo diferente de las formas mediante las cuales actúa.
Ya no está centrado ni polarizado en sus formas, sino que se encuentra
en condición incorpórea. Su conciencia es la del hombre fuera encarna-
ción, del hombre verdadero en su propio plano, del verdadero pensador
desencarnado. San Pablo, como lo han señalado varios pensadores, tuvo
una vislumbre de este estado del ser. Se refirió a él con estas palabras:
"Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (no
puedo decir si en el cuerpo o fuera de él, Dios lo sabe) fue
arrebatado al tercer cielo. Y conocí a tal hombre... que fue
arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables, que no
le es dado al hombre expresar". (I, Co. 12).

432
Libro III

Este "tercer cielo" se puede entender de dos maneras: primero, como


representación del plano mental, donde está el verdadero hogar del
hombre espiritual, el pensador; luego el estado más específico, como
el tercero y más elevado de los tres niveles abstractos del plano
mental.
La mente en su locura cree que actúa en el cuerpo. ¿Por qué he de
ligarme a un sistema de nervios y recluir al ego en un cuerpo si el
ego es omnipresente? No hay razón para ello. El yogui necesita
sentir el ego donde quiera. Las ondas mentales que se levantan en
ausencia del egotismo del cuerpo, se llaman "reales modificaciones"
o "la gran desincorporación". Cuando el yogui logra aplicar el sam-
yama a estas modificaciones se desvanece cuanto encubre la luz,
toda tenebrosidad e ignorancia. Todo se le muestra al yogui en la
plenitud de conocimiento.
Si examinamos el contenido de nuestra mente en cualquier momen-
to encontraremos una combinación de dos grupos de imágenes.
Unas producidas por el contacto directo con el mundo externo a
través de los órganos sensorios. Otras producidas por nuestra propia
imaginación. Estos dos tipos de imágenes están entremezclados y
constituyen nuestra imagen del mundo en cierto momento. El ori-
gen de las imágenes del mundo externo que nos rodea y que pasan a
través de los sentidos, es la expresión de una Idealización de la Rea-
lidad Divina. Entonces es natural suponer que la imagen del mundo
en nuestra mente es el resultado del impacto de la MENTE UNIVER-
SAL en nuestra mente individual. Nos relacionamos con la Mente univer-
sal por medio de nuestra mente individual.
Esta individualización de la imagen mundial por nuestra mente individual,
limita y distorsiona la auténtica realidad Divina. La luz de la Mente Uni-
versal queda como encubierta por nuestra mente individual, y así vivimos
nuestra vida en la oscura prisión de nuestra propia mente, inconscientes de
que las sombras densas y fugaces producidas en nuestra mente son las
luminarias de una tremenda Realidad inconcebible por nosotros mientras
nuestra consciencia siga encerrada dentro de los mundos de esa prisión.

433
Libro III

¿Qué sucedería si de alguna manera nos escapamos de esa prisión? Un


torrente de luz de la Mente Universal invadirá nuestra consciencia, y así
obtenderemos una omniabarcante visión de todos aquellos principios y
leyes naturales que nuestro intelecto no nos permite considerar sino uno a
uno y como a tientas.
A este poder de salirnos de nuestro intelecto lo llama Patanjali Maha-veha
en este sutra, probablemente porque deja la consciencia en libertad dentro
del reino de la Mente Universal que opera‖sin ningún cuerpo o Deha‖.
Dice que ―esta fuera‖ porque la Mente Universal está por fuera de la mente
individual, y la imagen del mundo en la mente individual tiene una fuente
externa. Dice que es ―inconcebible‖ porque esta imagen vívida y omnia-
barcante no la puede concebir el intelecto y tiene una realidad indepen-
diente. Dice que es un ―estado‖ de la Mente Universal y no de la mente
individual tan limitada.
Se verá por tanto que ―lo que encubre la luz‖ según este Sutra no es la
misma ―cubierta‖ al que se refiere el Sutra II-52; esta cubierta es el cerebro
que encubre la luz del mundo mental. El Sutra que estamos considerando
se refiere al cuerpo mental individual que ―encubre la luz‖ de la Mente
Universal.
Este Siddhi capacita al Yogui no sólo para trascender los órganos sensorios
(III-37) sino también para trascender la mente individual para la cual fue-
ron creaos esos órganos. Es complementario, pues, del Siddhi de III-37.

434
Libro III

44. La meditación concentrada en las cinco formas que


adopta cada elemento (Bhutas), otorga el dominio so-
bre todos los elementos. Estas cinco formas son: la
naturaleza grosera, la forma elemental, la cualidad, la
penetrabilidad y el propósito básico.

Debería recordarse que aquí caben dos referencias, una al macro-


cosmos y otra al microcosmos. Pueden referirse a los cinco planos
de evolución monádica o a las cinco formas que todo elemento
asume en cada uno y en todos los planos; debe tenerse presente
que esto es así respecto a la captación de la mente y a las modifi-
caciones del principio pensante, porque la mente es el quinto prin-
cipio y el hombre es la estrella de cinco puntas; por lo tanto puede
(como hombre) alcanzar únicamente una quíntuple iluminación.
Sin embargo, existen dos formas superiores, y otras dos formas de
percepción: la comprensión intuitiva y la espiritual. Pero este afo-
rismo no se refiere a ellas. El centro coronario en sí es dual, y se
compone del centro entre las cejas y el chakra superior, el loto de
mil pétalos.
El estudio y la comprensión de este aforismo, traerá como resulta-
do la total preparación del ocultista blanco para efectuar todo tipo
de trabajo mágico. Los estudiantes deben recordar que esto no se
refiere a los elementos tal como los conocemos, sino a la sustancia
elemental, de la cual todas las formas groseras están hechas. De
acuerdo a la Sabiduría Eterna existen cinco grados de sustancia,
que poseen ciertas cualidades. Estos cinco grados de sustancia
forman los cinco planos de la evolución monádica; componen las
cinco esferas vibratorias, en las que residen el hombre y el super-
hombre.
Estos cinco planos tienen cada uno una cualidad destacada, de las
cuales los cinco sentidos físicos son su analogía:

435
Libro III

Plano Naturaleza Sentido Centro


Tierra Física Olfato Base de la columna vertebral
Astral Emocional Gusto Plexo solar
Manásico Mental Vista Coronario
Búdico Intuitiva Tacto Cardíaco
Átmico Espiritual Sonido Laríngeo

Como ya se ha dicho en Tratado sobre Fuego Cósmico, estos sen-


tidos y sus analogías dependen del grado de evolución del hom-
bre, como H. P. Blavastky lo afirmó al enumerar los principios.
Este aforismo, por consiguiente, es aplicable tanto al dominio de
cada plano, como al de los elementos que lo componen. Se refiere
al dominio y utilización de todas las envolturas sutiles, por medio
de las cuales el hombre se pone en contacto con un plano o un
grado peculiar de vibración.
Ganganatha Jha, en su inteligente comentario, dice: "Las cualidades
específicas, el sonido y las restantes, pertenecientes a la tierra, conjun-
tamente con las propiedades de la forma y todo lo demás, se denomi-
nan ―groseras‖; ésta es la primera forma de los elementos. La segunda
forma es su respectiva característica genérica: para la tierra es figura,
para el agua viscosidad, para el fuego calor, para el aire velocidad y
para el akasha omnipresencia. Las formas específicas de estas carac-
terísticas genéricas son el sonido y todo lo demás". Su traducción es
análoga a las otras, excepto la de Johnston, que es la siguiente:
"Dominio sobre los elementos desde el sanyama, en lo que
respecta a lo grosero, al carácter, la sutileza, la concomitancia
y la utilidad".

1. Rudeza, naturaleza densa.


El sonido y los otros sentidos, tal como se manifiestan en el plano
físico. Debemos tener en cuenta que este plano es el burdo resumen
de todos los demás. Espíritu, es materia en su punto más bajo.

436
Libro III

2. Carácter, forma elemental.


La naturaleza de las características específicas de los elementos.
3. Sutileza o cualidad.
La sustancia atómica básica de todo elemento. Lo que produce su
efecto fenoménico. Es aquello que está detrás de toda percepción
sensoria y de los cinco sentidos. Otra palabra para esta forma "su-
til" es tanmatra.
4. Concomitancia o compenetrabilidad.
Es la naturaleza omnipenetrante de todo elemento, lo inherente.
La suma total de los tres gunas: tamas, raja y sattva. Todo elemen-
to, de acuerdo al lugar que ocupa en el esquema manifestado, se
caracteriza por la inercia, actividad o ritmo. Es inherente a la sus-
tancia. Sólo difiere el grado de vibración. Hay una analogía para
cada elemento en cada plano.
5. Utilidad o propósito básico.
Es el correcto empleo de cada elemento, en la gran obra de la evo-
lución. Literalmente, constituye el poder oculto en cada átomo de
sustancia, que lo impulsa adelante (mediante todos los reinos de la
naturaleza) hacia la autoexpresión; le permite realizar su tarea en
tiempo y espacio y alcanzar la fructificación eventual.

Cuando, mediante la meditación concentrada en las cinco formas


distintas de todos los elementos, el conocedor ha llegado a cono-
cer todas las cualidades, características y naturaleza de los mis-
mos, puede colaborar inteligentemente en el plan y llegar a ser un
mago blanco. A la mayoría sólo le es posible llegar a tres de las
formas; a esto se refiere "Luz en el Sendero" con las palabras:
"Interroga a la tierra, al aire y al agua, acerca de los secretos que
contienen para ti. El desenvolvimiento del sentido interno le per-
mitirá hacerlo".

437
Libro III

A los Bhutas (elementos) también se les llama Tattvas. La palabra


Tattva es de una importancia grande y sutil en los sistemas filosó-
ficos Hindúes. Literalmente significa ―se aquello‖, es decir, la
cualidad esencial de una cosa que la distingue de todas las demás
cosas. Tattva se refiere, pues, a las cualidades esenciales que están
incorporadas en diferentes medidas en diferentes cosas, y tiene un
significado muy abarcante. Aunque estos Tattvas son innumera-
bles, están todos relacionados entre sí, porque todos se derivan por
progresiva diferenciación del Principio Único que constituye la
esencia misma de la naturaleza divina. Los BHUTAS son cinco de
estos innumerables Tattvas y tienen una función especial en el
Universo manifestado: la de relacionar la materia con la conscien-
cia.

438
Libro III

45. Mediante este dominio se obtiene la máxima peque-


ñez y los otros siddhis (o poderes), así como la per-
fección corporal y la liberación de todos los entorpe-
cimientos.

Al final de cada uno de estos tres libros sobre Raja Yoga, tenemos
un aforismo que compendia los resultados y da la visión de lo que
el aspirante fiel e inteligente puede alcanzar, los cuales son:
"Así su comprensión se extiende desde lo infinitamente pe-
queño hasta lo infinitamente grande, y su conocimiento se
perfecciona; desde annu (el átomo o partícula) hasta atma (o
espíritu)". (Libro I, Af. 40).
"Como resultado de estos métodos se obtiene la total sub-
yugación de los órganos sensorios". (Libro II, Af. 55).
"Mediante este dominio se alcanza la máxima pequeñez y
los otros siddhis (o poderes), así como la perfección corporal
y la liberación de todos los entorpecimientos". (Libro III, Af. 45).

Por lo que antecede se verá que tenemos primeramente la obten-


ción de la visión y la comprensión interna de Dios; luego la com-
pleta subyugación de la naturaleza inferior y el control de los sen-
tidos y sus órganos, de manera que el conocimiento se convierte
realmente en experiencia en el plano físico, y después viene la ma-
nifestación de dicho control por el despliegue de ciertos poderes.
El Libro Cuarto está dedicado totalmente a la gran consumación,
resultante de los tres anteriores, produciendo:
1. Cesación del dolor y del trabajo. (Af. 30).
2. Obtención del conocimiento infinito. (Af. 31).
3. Entrada en la eternidad. (Af. 33).
4. Retorno de la conciencia a su centro. (Af. 34).

439
Libro III

En conexión con el aforismo en consideración, a los ocho siddhis


o poderes síquicos se los denomina frecuentemente las ocho per-
fecciones, y con los otros dos completan los diez estados de per-
fección, en lo que concierne al hombre inferior. Estos poderes
son:
1. Máxima pequeñez... anima. Es el poder que posee el yogui
de hacerse pequeño como el átomo, identificarse con la parte
más pequeña del universo, sabiendo que el yo de ese átomo es
uno con él. Esto se debe a que el ánima mundi, o alma del mun-
do, se difunde universalmente en todos los aspectos de la vida
divina.
2. Magnitud... mahima. Es el poder de expandir la propia concien-
cia y penetrar así en el todo mayor y también en la parte menor.
3. Gravedad... garima. Esto concierne al peso y a la masa, y se
refiere a la Ley de Gravedad, un aspecto de la Ley de Atracción.
4. Liviandad... Iaghima. Es el poder subyacente en el fenómeno
de levitación. La capacidad del adepto para contrarrestar la
fuerza de atracción del planeta y abandonar la tierra. Es lo
opuesto del tercer "siddhi" o poder.
5. Logro del objetivo... prapti. Es la capacidad del yogui para
alcanzar su meta, extender su conocimiento a cualquier locali-
dad, llegar a todo o a cualquier lugar que desee. Se observará
que esto tiene aplicación en todos los planos, en los tres mun-
dos, como la tienen, en realidad, todos los siddhis.
6. Voluntad irresistible... prakampa. Es algo que se define como
soberanía, y la fuerza impulsora irresistible que posee todo adepto
para hacer fructificar sus planes, realizar sus deseos y completar
sus impulsos. Esta cualidad es la característica distintiva del mago
negro y del blanco. Necesariamente se manifiesta con mayor fuer-
za en ese plano de los tres mundos que refleja el aspecto voluntad
de la divinidad, el plano mental. Todos los elementos obedecen a
esta fuerza de la voluntad, tal como la emplea el yogui.

440
Libro III

7. Poder creador. .. isatva. Concierne al poder del adepto para


manipular los elementos en sus cinco formas, producir con ellos
realidades objetivas y así crear en el plano físico.
8. El poder de mando... vasitva. El mago, al controlar las fuer-
zas elementales de la naturaleza utiliza este poder, base del
mantra yoga, la yoga del sonido o del verbo creador. El poder
creador, el séptimo siddhi, concierne a los elementos y a su vi-
talización, a fin de convertirse en "causa efectiva"; este octavo
siddhi concierne al poder de la Palabra para impulsar a las fuer-
zas constructoras de la naturaleza a la iniciación de una activi-
dad coherente, a fin de producir formas.
Cuando estos ocho poderes están activos, traen como resultado el
noveno, la perfección corporal, porque el adepto puede construir
un vehículo adaptado a sus necesidades; puede hacer con él lo
que quiere y por su intermedio lograr su objetivo. Finalmente, el
décimo poder se verá en plena manifestación, pues ninguna for-
ma entorpece ni obstaculiza la fructificación de la voluntad del
yogui, quedando liberado de la forma y sus cualidades.
Estos poderes alcanzados por dominio sobre los Bhutas (elemen-
tos) parecen muy extraordinarios y casi increíbles. Pero se les re-
conoce como una realidad dentro de la tradición de miles de años
y las experiencias de los que se han sometido a la alta disciplina
del yoga. Dominar los Bhutas significa pues unificarse con la
Conciencia Divina sobre la cual esta basada la manifestación, y
por lo tanto adquirir la capacidad de ejercer poderes Divinos ―co-
mo Reyes de la Creación‖ y ―Semejantes a Dios‖, que esta in-
herentes en esa Supraconsciencia.
Más importante que lo extraordinario de estos poderes es la na-
turaleza del Universo manifestado. El misterio de la vida y de la
materia en relación a la consciencia divina parece ahondarse y
adquirir una nueva significación. Según expone la doctrina
Vedántica: ―En verdad, todo es Brahman‖, así pues, parece ser
la única explicación veraz.
441
Libro III

46. Simetría de forma, belleza de color, dureza y densi-


dad del diamante, constituyen la perfección corporal.

Aunque muchos comentadores dan a este aforismo una interpreta-


ción puramente física, encierra un concepto mucho más amplio. Nos
expone, en términos cuidadosamente escogidos (de los cuales el len-
guaje moderno no es más que una paráfrasis, carente de la expresión
que imparte plenamente la idea), la condición del tercer aspecto o
forma, a través del cual se manifiesta el segundo aspecto o crístico.
Este tercer aspecto es en sí triple, sin embargo forma un todo co-
herente, de allí que se emplean cuatro términos para expresar este yo
personal inferior. El ocultista nunca se ocupa del vehículo físico den-
so. Considera al cuerpo etérico como la verdadera forma; el denso es
simplemente el material para llenar esa forma. El cuerpo etérico es la
verdadera forma sustancial, la estructura, el armazón, al cual se
amolda necesariamente el cuerpo físico. La forma debe ser simétrica
y construida exactamente de acuerdo al número y diseño; su diferen-
cia básica será la exactitud geométrica de sus muchas unidades. El
cuerpo emocional o astral, como se sabe, se caracteriza por su colori-
do, y de acuerdo a la etapa de desenvolvimiento, así será el color, be-
llo, claro y traslúcido, o feo, oscuro y opaco. El cuerpo astral de un
adepto es de belleza radiante, carente de los colores de baja vibración.
El aspecto más elevado del yo personal, el cuerpo mental, vi-
brará en armonía con el aspecto más elevado del espíritu, que es vo-
luntad, poder o fortaleza -cualesquiera de estas palabras son apropia-
das. Fortaleza, belleza y forma, reflejos de poder, amor y actividad,
son las características del cuerpo de manifestación de todo hijo de
Dios que haya entrado en su reino. Luego, la cuarta expresión impar-
te la idea de unidad, la coherencia de los tres, de manera que actúa
como un todo y no en forma independiente y separada. Por lo tanto,
el hombre es el Tres en Uno y el Uno en Tres, como su Padre en los
Cielos; pues "está hecho a imagen de Dios".
Dos palabras emplean los traductores para expresar esta idea
de fuerza compacta coherente, por ejemplo, diamante y rayo. El

442
Libro III

ser humano que ha recibido la más elevada de nuestras iniciacio-


nes planetarias, es denominado ―alma diamantina‖ -el hombre que
puede trasmitir perfectamente la luz blanca pura, y reflejar los
colores del arco iris, los siete colores de la escala cromática. Su
personalidad es conocida por el mismo término, porque se ha con-
vertido en transmisora de la luz o radiación interna.
El término "rayo" es igualmente expresivo, porque da la idea de
fuerza eléctrica. Todo lo que podemos conocer de Dios o del
hombre, es la cualidad de su energía, según la manifieste como
fuerza y actividad, de allí que en La Doctrina Secreta, al aspecto
más elevado de la divinidad se lo llama fuego eléctrico.
El cuerpo llega a ser indestructible. Nada puede dañarlo. Nada es
capaz de destruirlo hasta que el yogui lo consienta. "Rompe la vara
del tiempo y con su cuerpo vive en este universo." Dicen los Vedas
que para un hombre así ya no hay enfermedades ni dolores ni muerte.
Este Sutra define la perfección del cuerpo físico-etérico. El domi-
nio sobre los elementos (Bhutas) llevará naturalmente al cuerpo a
adquirir todas las cualidades superiores. Además, cuando se eli-
minan las distorsiones causadas por el Karma acumulado, el cuer-
po tiende a conformarse naturalmente al arquetipo de la forma
humana que es exquisitamente bello y radiante y tiene todos los
atributos mencionados en este aforismo.
No olvidemos que la fealdad e imperfecciones del cuerpo físico son
el resultado de las desarmonías y obstrucciones y Karmas que están
inherentes en las primeras etapas de la evolución. Cuando estas des-
aparecen al alcanzar la perfección, el esplendor aprisionado irrumpe
a través del cuerpo físico que es el más denso de nuestros vehículos.
Tengamos también presente que las leyes que rigen la materia y los
átomos y sus adaptaciones a las leyes y ritmos superiores son mucho
más lentos en manifestarse, por lo que pude ocurrir que dicha mani-
festación de belleza y perfección pueda tardar cierto tiempo en mani-
festarse en el cuerpo físico, lo cual tampoco es importante, ya que
sólo será el reflejo de lo interiormente alcanzado.

443
Libro III

47. El dominio sobre los sentidos (indriyas) se obtiene


por la meditación concentrada en su naturaleza, atri-
butos peculiares, egotismo, penetrabilidad y propósi-
to útil.

El Af. 44 trata muy extensamente de la objetividad y naturaleza de


las cinco formas, que todo elemento asume. El que ahora tratamos
se ocupa de lo subjetivo y del mecanismo sutil, por medio del cual
se establece contacto con las formas, utilizándolas con propósitos
específicos. Aquí nos referimos a los indriyas o sentido, que los
filósofos hindúes dividen en diez, en vez de cinco. Clasifican los
cinco sentidos en dos grupos; en uno incluyen lo que llamamos
órganos de los sentidos; como ser, el ojo, la nariz, etc; en el otro
las facultades que hacen posible al ojo ver y a la nariz oler.
Por lo tanto, cuando el estudiante analiza los sentidos, los conside-
ra en quíntuple vinculación, y también en relación con sus contra-
partes en los planos astral y mental. Las cinco divisiones son:
1. Su naturaleza. Estudia cada sentido en su doble condición, la
de instrumento externo y su capacidad interna para responder a
ciertos impactos vibratorios. Sabe por ejemplo, por qué el órga-
no del sentido llamado ojo, vibra a los impactos que producen
la vista, pero no responde a los impactos que producen el olfato.
Por lo tanto discrimina entre los sentidos, aprendiendo a seguir
el impulso vibratorio hasta su fuente de origen, por una de las
cinco líneas posibles de acercamiento, haciéndolo inteligente-
mente y no a ciegas.
2. Sus atributos peculiares. Estudia la cualidad de los sentidos,
haciendo hincapié, no tanto sobre el sentido particular implica-
do (del que ya nos ocupamos), sino sobre el atributo peculiar
del sentido y de aquello para lo cual da la clave en el macro-
cosmos.

444
Libro III

3. Egotismo. Se refiere a la facultad de expresar el "yo", que ca-


racteriza tan preeminentemente al ser humano, apareciendo el
sexto sentido, la mente, como intérprete y sintetizador de los
otros cinco. Esta capacidad del ser humano le permite decir: "yo
veo, yo huelo", cosa que no puede hacer el animal.
4. Compenetrabilidad. Todos los sentidos tienen la capacidad
de expandirse infinitamente, y cuando cada sentido es seguido y
utilizado conscientemente, puede guiar al hombre en tres prin-
cipales direcciones:
a. Al centro de todas las cosas, regreso al corazón de Dios.
b. A la íntima comunicación con su semejante, poniéndolo en
armonía con él, cuando así lo desea.
c. A hacer contacto con todas las formas.
Para el hombre común no existe más que lo que puede oír, to-
car, ver, probar y oler, siendo los únicos cinco modos por los
cuales puede conocer. Para él solo existen cinco respuestas po-
sibles al hacer contacto con cualquier tipo de vibración; en
nuestro sistema solar no existe más que energía vibratoria, Dios
en movimiento activo. Estos cinco métodos lo ponen en armon-
ía con los cinco elementos, pero cuando el aspirante se da cuen-
ta de ello, tiene ante sí infinitas posibilidades. Posteriormente,
al hombre avanzado, se le presenta otra y más elevada escala de
vibraciones, cuando puede utilizar la mente, no sólo como uni-
ficadora de los cinco sentidos sino como sexto sentido. Este es
el objetivo de todas las prácticas de Raja Yoga. Por medio de la
mente se llega a conocer el reino del alma; así como por medio
de los sentidos se establece contacto con el mundo objetivo.
5. Propósito útil. Cuando se comprende la relación de los cinco
sentidos con los cinco elementos y se estudia y domina la Ley
de Vibración, el adepto puede dedicar todos los poderes de su
naturaleza a propósitos útiles. No sólo entra en comunicación
con todas las partes de su propia naturaleza, afines o análogas a
la naturaleza de Dios, según Se manifiesta en el macrocosmos.

445
Libro III

A nivel práctico podríamos decir que: En la percepción de los obje-


tos externos los órganos transmiten la impresión a la mente. A esto
sigue el conocimiento. La egoidad está también presente en el acto.
Cuando el yogui aplica gradualmente a todo ello el samyama, do-
mina los órganos. Por ejemplo, el objeto es un libro, hemos de con-
centrar primero la mente en el libro, después en el conocimiento del
libro y después en el ego que ve el libro y así sucesivamente. Por la
práctica se dominarán todo los órganos y por consiguiente sus res-
pectivas funciones.
Aclaremos conceptos necesario:
La mente esta constituida por dos órganos fundamentales:
1. BAHYA KARANA, uno exterior, y que es el soporte de las sen-
saciones.
2. ANTAKARANA, y otro interno, que es el soporte de la per-
cepción y del pensamiento interno.
BAHYA KARANA: Es lo que en Occidente solemos llamar sensi-
bilidad y se subdivide en dos funciones: los órganos de los senti-
dos (INDRIYA) y los objetos suprasensibles (TANMATRA).
Los órganos de los sentidos (indriyas) son diez .
Los cinco primeros, (JÑANENDRIYA) o "Indriya del conocimien-
to", son los cinco sentidos tradicionales: vista, oído, tacto, gusto y
olfato.
Los siguientes son "Indriya de la acción" (KARMENDRIYA) son
las facultades del sistema nervioso motor: expresión oral, apre-
hensión, deambulación, excreción y procreación.
Los Indriya son propiamente las facultades y no los órganos mate-
riales respectivos, así hablamos de la facultad de la visión y no el
ojo, o la capacidad de aprehensión y no la mano.
Los Indriya no están en contacto directo con el órgano senso-
motor respectivo, sino que ese contacto se realiza a través de la

446
Libro III

envoltura energética llamada PRANA. Esta envoltura (PRANA-


MAYAKOSHA) es la gran desconocida de la biología occidental. La
estrecha relación entre PRANAMAYAKOSHA y el MANOMAYA-
KOSHA, consiste en que este no actúa directamente sobre el cuerpo
físico (STHULA SARIRA) sino indirectamente a través del cuerpo
pránico o etérico (PRANAMAYAKOSHA).
Los TANMATRA son las cualidades generales sensibles y su nu-
mero coincide con el de los JÑANENDRIYA: el sonido, la forma, el
tacto, el sabor y el olor. Estas cinco cualidades sensibles no son
directamente perceptibles. La inclusión de los TANMATRA en el
BAHYA KARANA es lo que hace posible la percepción de las sen-
saciones determinadas de los objetos, es decir que sentimos tal
sabor o tal sonido concreto porque poseemos "previamente" la
forma general (TANMATRA) del sabor y del sonido. Los Tanmatra
son las cualidades sensibles ideales que hacen posible las cualida-
des sensibles materiales.
Cada TANMATRA entra en contacto con el correspondiente IN-
DRIYA al experimentar los objetos sensibles (sonido-audición,
forma-visión, sabor-gusto, tacto-sensación táctil y térmica, olor-
olfato) y sirve de base sensible a la acción de MANAS, que ya es
función propia de ANTAKARANA.
Bahya Karana es el vestíbulo sensorial de la mente, cuya función
consiste en aportar material sensible a ANTAKARANA, que es el
verdadero constructor del conocimiento.

447
Libro III

48. Como resultado de esta perfección se obtiene rapidez


de acción, como la de la mente, la percepción interde-
pendiente de los órganos y el dominio sobre la sustan-
cia raíz.

Hemos considerado los diversos resultados del proceso de la me-


ditación cuando se perfecciona y llega al punto culminante. El
vidente ha llegado a la consumación del proceso de alineamiento.
Su triple yo personal ha sido purificado, reajustado y controlado.
Cada uno de los tres cuerpos vibra a tono con la nota del ego o yo
superior, que a su vez está en proceso de sincronizarse con la
mónada o yo divino, el espíritu en su propio plano. El gran "Hijo
de la Mente", el pensador en los niveles superiores del plano men-
tal, es ahora el factor dominante; el resultado de este dominio es
triple, y cada efecto se manifiesta en todos los planos, pero princi-
palmente en uno. Tales resultados son:
1. Rapidez de acción como la de la mente. Empleamos fre-
cuentemente la frase ―rápido como el pensamiento‖ cuando
queremos dar idea de la máxima rapidez. La actividad del yogui
en el plano físico, sincronizada con sus procesos mentales, sus
decisiones instantáneas y sus fines rápidamente alcanzados,
hacen que su vida en el plano físico se caracterice por una acti-
vidad muy sorprendente y por sus asombrosos resultados. De él
puede decirse lo mismo que decimos del Creador: "Dios me-
ditó, visualizó, habló, y los mundos fueron hechos".
2. Percepción independiente de los órganos. El adepto no de-
pende de los órganos de los sentidos ni del sexto sentido, la
mente, para adquirir conocimiento.
La intuición se ha desarrollado en él, hasta convertirse en ins-
trumento utilizable; la directa captación de todo conocimiento,
independiente de la facultad de conocimiento o mente razona-
dora, es su privilegio y derecho. Ya no necesita emplear la men-

448
Libro III

te para comprender la realidad, ni los sentidos como medio de


contacto: empleará los seis, pero de manera diferente. Utilizará
la mente para trasmitir al cerebro los deseos, planes y propósi-
tos del Maestro, el Cristo interno; los cinco sentidos trasmitirán
distintos tipos de energía a los objetivos elegidos. Se abre aquí un
vasto campo de estudio para el investigador interesado. El ojo es
uno de los transmisores más potentes de energía, y este conoci-
miento dio pábulo, en la antigüedad, a la creencia acerca del mal
de ojo. Mucho debe descubrirse respecto a la vista, porque inclu-
ye no sólo la visión física, sino el desarrollo del tercer ojo, la cla-
rividencia, la visión espiritual perfecta, y así sucesivamente hasta
el inconcebible misterio que encierran los términos: "el Ojo que
todo lo ve" y "el Ojo de Shiva".
Las manos son factores potentes en todo trabajo mágico de cu-
ración, y la utilización del sentido del tacto es una ciencia esoté-
rica. La sublimación del sentido del oído y su empleo para oír la
Voz del Silencio o la música de las esferas, es un sector de la
enseñanza oculta del tipo más profundo, y esos adeptos que se
han especializado en las ciencias de la vista y del sonido son al-
gunos de los más eruditos y avanzados de la Jerarquía.
Los otros sentidos son también susceptibles de profundo desen-
volvimiento, pero están peculiarmente ocultos en los misterios
de la iniciación y nada más puede decirse acerca de ellos. Los
tres sentidos, oído, tacto y vista, son las tres características de
las tres razas humanas y de los tres planos de nuestros tres
mundos.
1. Oído .... Lemuria ..... Plano físico ........ Oreja .... Respuesta al sonido.
2. Tacto ... Atlante ....... Plano astral ........ Piel ....... Respuesta al tacto.
3. Vista ..... Aria ............. Cuerpo mental ... Ojo ....... Respuesta a la visión.

El tercer sentido afecta principalmente a nuestra raza, de allí las


palabras del profeta: "Donde no hay visión los pueblos pere-
cen". El desarrollo de la vista y el logro de la percepción espiri-

449
Libro III

tual constituyen el gran objetivo de nuestra raza y de todo el


Raja Yoga. El místico llamará a esto "iluminación", el ocultista
"visión pura", siendo una y la misma cosa. Los otros dos senti-
dos están todavía velados; su verdadero significado aparecerá
en el transcurso de la sexta y séptima razas, que seguirán a la
nuestra, y su verdadera relación es con el plano búdico o intui-
tivo y el átmico o espiritual respectivamente.
3. Dominio sobre la sustancia raíz. Esta sustancia raíz es el
pradhana; a veces se la denomina la raíz de todo, sustancia pri-
mordial, materia raíz. Rama Prasad, en su traducción y comen-
tario, dice lo siguiente: "Dominio sobre pradhana significa el
poder de controlar todas las modificaciones de prakriti. Estas
tres realizaciones... se obtienen venciendo la apariencia sustan-
tiva de los cinco instrumentos independientes de sensación".

Es interesante observar que estas tres realizaciones demuestran:


a. La incapacidad de la materia y de la forma para esclavizar al yogui.
b. La imposibilidad de la sustancia para impedir que el yogui
conozca cualquier aspecto de la manifestación.
c. La incapacidad de la materia para resistir la voluntad del yogui.

Estos tres factores explican por qué el adepto puede crear a volun-
tad. La liberación de las limitaciones de la materia es la base de la
magia blanca.
Para finalizar, podría observarse que esta capacidad es en sí relati-
va, porque el adepto está liberado de las limitaciones en los tres
mundos del esfuerzo humano. El Maestro tiene perfecta libertad
de acción en los tres mundos y también en el plano búdico, mien-
tras que Cristo y quienes han alcanzado una iniciación similar,
tienen esta libertad en los cinco mundos de la evolución humana.

450
Libro III

Renunciación y liberación (III.49-III.51)

49. El hombre que puede discriminar entre alma y espíri-


tu, alcanza la supremacía sobre todas las condiciones
y llega ser omnisciente.

El comentario de Charles Johnston, sobre este aforismo, describe


muy bien al hombre que puede lograr esto, y la belleza de su pen-
samiento se descubrirá al analizar sus palabras:
"El hombre espiritual está envuelto en la red de sus emociones, de-
seos, temores, ambiciones, pasiones y obstaculizado por formas
mentales de separatividad y de materialismo. Cuando estas redes se
rompen y se superan totalmente dichos obstáculos, entonces el
hombre espiritual surge fuerte, poderoso y sabio de su propio y am-
plio mundo. Utiliza sus poderes divinos con alcance y energías divi-
nas, actuando conjuntamente con los seres divinos, diciéndosele: “Eres
ahora un discípulo capaz de permanecer, oír, ver y hablar. Has vencido
el deseo y logrado el autoconocimiento, has visto a tu alma en su flore-
cimiento y la has reconocido, y has oído la Voz del Silencio".

La maravillosa síntesis de la enseñanza, en ninguna parte es más


evidente que en este aforismo, porque el punto alcanzado es de un
orden más elevado que el mencionado en el Libro II, Af. 45, es
una condición intermediaria entre la mencionada en este último y
la del Libro IV, Afs. 30 al 34.
En el Libro I, Af. 4, vimos que el verdadero hombre está atra-
pado en las redes de la naturaleza síquica, y la luz que hay en él está
velada y oculta. Al aprender a discriminar entre el verdadero yo y el
yo personal inferior, se desenreda y ve la luz en él, quedando libe-
rado. Lograda la liberación, desarrollados los poderes del alma y
alcanzada la maestría, se abren ante él experiencias y conocimien-
tos más vastos y amplios. Empieza a expandir su conciencia de lo
planetario a lo solar, y la conciencia grupal puede desarrollarse en
conciencia divina. El primer paso para ello está indicado en el afo-

451
Libro III

rismo que estamos considerando; el mismo paso es señalado y tra-


tado más extensamente en el Libro Cuarto. No se dan las reglas
para esta expansión porque conciernen al desarrollo del Maestro y
al desenvolvimiento del Cristo, hasta alcanzar ese estado superior
del ser que Le es posible obtener; pero el Libro Cuarto se ocupa de
las etapas preparatorias e insinúa otras posibilidades. En el que aho-
ra tratamos, se mencionan requisitos básicos: la discriminación
entre alma o el Cristo interno, y el aspecto Espíritu o Padre. La ac-
tividad inteligente ha sido demostrada, basada en el desenvolvimien-
to de la naturaleza amor. Entonces podrá desarrollar sin peligro el
espíritu o aspecto voluntad y entregar el poder en manos de Cristo.
Tres palabras servirán para proyectar luz sobre este proceso de
desenvolvimiento.
- El primer gran conocimiento que el aspirante debe obtener es la
omnipresencia, comprender su unidad con todo y la unicidad de su
alma con las demás almas; descubrir a Dios en su propio corazón y
en cada forma de vida.
- Luego, como iniciado, alcanzar la omnisciencia, es decir, el omnicono-
cimiento, y las Aulas del Aprendizaje y de la Sabiduría le entregan sus
secretos. Deviene un Cristo, un conocedor de todas las cosas, que sabe
lo que hay en el corazón del Padre y en el corazón de los hombres.
- Finalmente, con el tiempo, alcanza la omnipotencia u omnipoder,
entonces cuando las llaves del Cielo se entregan al Hijo del Hombre,
todo poder será suyo.

Cuando los textos Indios afirman que la persona liberada puede


aniquilar el universo en un instante, pues es ya Divino, pero ob-
viamente no lo hará. Lo mismo puede decirse de la omnisciencia.
El ser liberado es por definición omnisciente, puesto que es todo
conocimiento, pero esto es cierto solo al nivel de la existencia
absoluta. Aquí, en nuestra realidad de variados fenómenos, el
adepto liberado puede muy bien estar ignorante de numerosas
cosas pero tiene acceso al conocimiento como y cuando sea nece-
sario según el esquema de las cosas.

452
Libro III

50. La desapasionada actitud hacia esta realización y todos


los poderes del alma, hace que quien está libre de las
semillas de la esclavitud, alcance el estado de unidad
aislada.

La unidad aislada, que aquí se refiere, es la total separación de


todos los aspectos de la forma y la obtención de la unicidad espiri-
tual. Significa apartarse de la conciencia material y vivir en la
conciencia espiritual. Es armonía con el espíritu y desarmonía con
la materia. Implica identificación con el Padre en los Cielos, y la
verdadera comprensión de las palabras del Maestro de Maestros:
"Yo y Mi Padre somos Uno".
Un adecuado sentido de valores ha sido establecido y los poderes
desarrollados y las percepciones alcanzadas contienen "las semi-
llas de la esclavitud", por lo tanto, el verdadero yogui no se ocupa
de ellas. Prestando servicio a voluntad, percibirá lo que necesita y
también empleará a voluntad los poderes ocultos, permaneciendo
desapegado y libre de toda limitación kármica.
Cuando se ha desarrollado la Omnisciencia y la Omnipotencia co-
mo ya se ha dicho, el yogui queda fuera de la esfera de la Materia.
Pero mientras exista apego a estos Poderes trascendentales que so-
lamente pueden ejercerse en la esfera de la materia, el yogui está
todavía dependiendo de la Materia y por tanto esclavo de ella. Do-
minar una cosa no significa siempre ser independiente a ella. Y
mientras haya dependencia habrá esclavitud. Y puesto que Kaival-
ya -(bienaventuranza final, resultado final de la practica del Yoga
de Patanjali, que consiste en el aislamiento del Puruhsa (Espíritu) y
su liberación o emancipación del Prakriti (Materia), alcanzando así
el yogui el estado de Unidad, y viendo a Dios manifestado en sí
mismo - es liberación completa el Yogui no debe sentir la más
mínima atracción o apego por estos poderes aunque tenga que utili-
zarlos.

453
Libro III

51. Debe haber rechazo absoluto de las tentaciones de


todas las formas, incluso la celestial, pues aún es po-
sible la repetición de contactos malignos.

La traducción de Rama Prasad es iluminadora y digna de men-


ción. Dice: "Cuando las deidades que presiden, invitan, no debe
haber apego ni una sonrisa de satisfacción, pues el contacto con lo
indeseable es nuevamente posible".
La interpretación de Dvivedi nos da otro punto de vista: "Debería
establecerse la diferencia entre el placer o el orgullo, ante el lla-
mado de las potestades de distintos lugares, pues existe la posibi-
lidad de que se repita el mal".
El yogui o discípulo ha alcanzado su objetivo. Se ha desligado
(por medio del desapasionamiento y de la discriminación) de las
redes de la forma, y está libre y emancipado. Pero debe mantener-
se en guardia, porque "quien cree que está firmemente de pie debe
tener cuidado de no caer". La vida de la forma siempre atrae, y las
seducciones de la gran ilusión están siempre presentes. El alma
emancipada debe apartar sus ojos del llamado de las "deidades
que presiden" (esas vidas que en los tres mundos forman la totali-
dad de la vida del plano) y fijarlos en esos aspectos más espiritua-
les que constituyen la vida de Dios mismo.
Hasta el reino del alma, y la "Voz de los Dioses", como se la de-
nomina, contiene latente las simientes del apego; por lo tanto,
apartándose de todo lo adquirido y abandonando todo pensamien-
to de las perfecciones alcanzadas y poderes desarrollados, el Hijo
de Dios, el Cristo en manifestación, nuevamente avanza hacia una
meta más elevada. En cada etapa del sendero se enuncia el precep-
to: "Olvidando las cosas que quedan detrás, sigue adelante". (Fil.
3:13). Cada nueva iniciación marca simplemente el comienzo de
un nuevo ciclo de esfuerzo.

454
Libro III

Los comentadores de este aforismo señalan que hay cuatro clases


de chelas o discípulos, y son:
1. Aquellos cuya luz recién comienza a iluminar, denominados
"cumplidores de las prácticas" porque recién han entrado en
el sendero, siendo los probacionistas y aspirantes.
2. Aquellos cuya intuición va despertando y manifiestan el co-
rrespondiente desarrollo del poder psíquico. Esta etapa es muy
peligrosa, porque los discípulos son susceptibles de ser seduci-
dos por las posibilidades de adquirir el poder que brinda la facul-
tad síquica. Tienden a alucinarse y a creer que el poder psíquico
indica crecimiento y desenvolvimiento espiritual, y no es así.
3. Los discípulos que han vencido las atracciones de los senti-
dos y no pueden ser engañados por el aspecto forma en los
tres mundo. Han vencido los sentidos y han conquistado la
naturaleza forma.
4. Aquellos que han trascendido todo lo anterior y se mantie-
nen firmes en la verdadera conciencia espiritual. Éstos son
los iluminados que han progresado a través de las siete eta-
pas de iluminación. (Véase Libro II, Af. 27).

Si el estudiante relee el Af. 26 de este Libro Tercero y su comenta-


rio, obtendrá alguna idea del carácter de los mundos, de la forma y
de las deidades que los presiden, cuyas voces tratan de desviar al
aspirante del camino y llevarlo al reino de la ilusión. Además
hallará interesante establecer el contraste y comparar los cuatro
primeros tipos de espíritus, enumerados en ese aforismo, con los
cuatro tipos de discípulos. Lo que existe en los tres mundos es un
reflejo de lo que existe en las regiones celestiales, y mucha com-
prensión se obtendrá del gran aforismo hermético "como es arriba,
así es abajo". Ese reflejo es lo que constituye el mal; ese aspecto
inverso de la realidad constituye la gran ilusión, de lo cual no se
ocupan los hijos de Dios. Constituyen el mal en lo que a ellos con-
cierne, pero no en otro sentido. Las formas de vida en estos mundos

455
Libro III

y las vidas que animan a estas formas son buenas y correctas en sí, y
siguen su propio sendero evolutivo; pero su objetivo inmediato y
estado de conciencia no están sincronizados con los del discípulo en
evolución, por lo tanto no debe haber intercambio con ellos.
Vimos que la omnisciencia y la omnipotencia contienen semillas de
esclavitud en que deben ser destruidas por el total desapego antes
de poder alcanzar la liberación. Este sutra indica que ese apego no
solamente una fuente de esclavitud sino también de peligro. Es yo-
gui o discípulo que alcanza semejante altura es siempre probado
por las Potencias que cuidan los diversos departamentos o planos
de la naturaleza, y si cede a sus seducciones por falta de completo
desapego seguramente caerá precipitadamente. Esa clase de tenta-
ciones acechan a todos los Iniciados altamente avanzados. En la
vida de todos los grandes instructores, tales como el Cristo o el bu-
da, se encuentran referencias sobre estos peligros o tentaciones, los
cuales son normales y dentro del sendero de realización.
Pero tales tentaciones no les vienen solamente a los que están muy
altamente avanzados. En el momento en que un yogui alcanza cierta
medida de poder real se convierte en objeto de ataque y debe estar en
guardia a toda hora. El tipo de tentaciones dependerá naturalmente
de sus flaquezas particulares y la etapa de su desarrollo. Mientras un
principiante que trata de pasar al siguiente plano suprafísico puede
ser tentado por elementales, los que han alcanzado ciertas alturas de
poder y saber, son objeto de los ataques de grandes Devas que cuidan
los diversos Departamentos de la Naturaleza. Cuanto más alta la eta-
pa, más sutil la tentación y mayor grado de desapego y discernimien-
to será necesario para contrarrestarla. Tales tentaciones de dichas
Potestades no son en sí malignas, sino que debe considerarse como
una fuerza benéfica que opera en la Naturaleza para probarnos a cada
paso de modo que podamos vencer nuestras debilidades y avanzar
firmes hacia nuestra meta. La espada de la tentación, que nos busca y
punza nuestras debilidades, ciertamente nos causa sufrimiento y an-
gustias temporales, pero también nos abre oportunidades de vencer
esas flaquezas, y así nos liberta para avanzar por la Senda.

456
Libro III

La discriminación mas elevada (III.52-III.55)

52. El conocimiento intuitivo se desarrolla por el empleo


de la facultad discriminadora, cuando hay concentra-
ción enfocada en los instantes y su continua sucesión.

Se ha dicho que la total comprensión de la Ley de los Ciclos llevar-


ía al hombre a un elevado grado de iniciación. Esta Ley de Periodi-
cidad subyace en todos los procesos de la naturaleza; su estudio
sacará al hombre del mundo de los efectos objetivos y lo llevará al
de las causas subjetivas. Se ha dicho también que el tiempo es sim-
plemente una sucesión de estados de conciencia, y esto es verdad
respecto a un átomo, un hombre o un Dios. Esta verdad subyace en
los grandes sistemas de la ciencia mental y de la Christian Science
de Occidente, y en muchas filosofías de Oriente. Este aforismo da
la clave de la relación que existe entre materia y mente o entre sus-
tancia y el alma que la anima, lo cual se comprenderá si considera-
mos las palabras de un comentador hindú, que dice:
"Así como el átomo es una sustancia en la cual lo diminuto al-
canza su límite, así un instante es una fracción de tiempo en que
lo diminuto alcanza igualmente su límite, o un instante es el
tiempo que tarda un átomo en abandonar la posición que ocupa
en el espacio y llegar al punto siguiente. La sucesión de instantes
es la no cesación de su resplandor".
Cuando nos damos cuenta de que un átomo y un instante son una y
la misma cosa, y que detrás de ellos está el conocedor de ambos,
tenemos el indicio de todos los estados de conciencia y de la natura-
leza de la energía. También habremos alcanzado la verdadera com-
prensión del Eterno Ahora y la exacta apreciación del significado
del pasado, presente y futuro. Se dice que todo ello puede obtenerse
por la meditación concentrada en el tiempo y sus unidades.
Será oportuno indicar que las distintas clases de concentración
a que se refiere este Libro Tercero, no son aplicables o apropiadas
a todos los tipos de aspirantes. Los hombres pertenecen a siete
457
Libro III

tipos principales, cuya característica y naturaleza distintivas y


cualidades precisas, los predisponen a ciertos y definidos aspectos
del sendero de retorno. Algunos se inclinan por las matemáticas y
tienen tendencia a la geometría divina y a los conceptos de espa-
cio y tiempo, los cuales sabiamente seguirán el método de des-
arrollar el conocimiento intuitivo de que trata este aforismo.
Otros lo hallarán muy difícil y harían bien en ocuparse de otros
tipos de meditación concentrada.
En el anterior aforismo veíamos como éramos tentados y probados
continuamente, así pues ¿Cómo vencer todas esas tentativas? por el
discernimiento que distingue el bien del mal. Por lo tanto hay un sam-
yama que intensifica el poder del discernimiento. Es el samyama apli-
cado a una partícula de tiempo y al tiempo que la precede y la sigue.
Tengamos presente que desde el punto de vista esotérico el
tiempo no existe como tal, ya que su fragmentación numérica es
infinita, no hay un punto real y sólido de anclaje para determinar
cuando termina un una partícula de tiempo y comienza otra. Esta es
la razón por la cual todos los Grandes Maestros enfatizan la expe-
rimentación del ―divino instante‖ del ―Aquí y Ahora‖ como la úni-
ca y verdadera realidad existencial. Podría decirse que el ―tiempo‖
es solo un espejismo mental sustentado en una dimensión humana.
El tiempo se encuentra vacío de realidad; se trata solo de un con-
cepto mental; meses, días, horas, segundos no tienen realidad objetiva.
De acuerdo con la naturaleza de las palabras usadas; pero, dentro de la
concepción vulgar y generalizada del mundo, sencillamente parece
tener realidad. La sucesión es esencialmente una continuidad de ins-
tantes. Los yoguis, expertos en este tema del tiempo, corroboran lo
anterior. Practicar samyama sobre el tiempo y su secuencia hace nacer
la claridad absoluta. La claridad es la capacidad de distinguir la dife-
rencia que existe entre un objeto y otro y de ver cada uno de ellos en
su totalidad, sin impedimentos. El tiempo es relativo: existe por la
comparación de un momento con otro. Una unidad de tiempo es, de
hecho, una representación del cambio. El cambio consiste en la susti-
tución de una característica por otra. Este vínculo entre el tiempo y el
cambio es lo que se debe examinar.

458
Libro III

53. De este conocimiento intuitivo nace la capacidad de


distinguir (entre todos los seres) y de conocer su espe-
cie, sus cualidades y el lugar que ocupan en el espacio.

Las dificultades de este aforismo serán obviadas si damos una


paráfrasis libre.
"Mediante el desarrollo de la intuición, surgirá el conocimiento
exacto de las fuentes de la vida manifestada, de las características
o cualidades, y del lugar que ocupa dentro del todo".
Del principio al fin, Los Aforismos de la Yoga ponen de manifies-
to que las triplicidades divinas se hallan en todas partes, y que
cada forma que anima una vida (nada más hay en manifestación)
debe ser conocida como:
1. Vida. La vida de Dios emana de su fuente por medio de siete
corrientes, emanaciones o ―alientos"; cada forma en el mundo
objetivo es la expresión de una vida de una de estas corrien-
tes. El desarrollo de la intuición permite al vidente conocer la
naturaleza del átomo de la vida. Esto se deduce de la palabra
"género". El ocultista moderno preferiría la palabra "rayo" y
el cristiano neuma o espíritu, pero la idea es la misma.
2. Conciencia o alma. Todas estas formas vivientes de vida di-
vina son conscientes, aunque todos los estados de concien-
cia no son los mismos, sino que varían desde la vida del
átomo de sustancia, según está limitado y circunscripto, has-
ta la vida de un Logos solar. El estado de respuesta cons-
ciente de todas las formas a su medio ambiente, exotérico e
invisible, produce las diversas características además de las
diferencias, debidas al: a. rayo, b. plano de manifestación,
c. grado de vibración, d. etapa de desarrollo, y estas carac-
terísticas forman la cualidad a que hace referencia este afo-
rismo. Éste es el aspecto subjetivo, en contraposición a lo
objetivo y a lo esencial.

459
Libro III

3. Forma o cuerpo. Es el aspecto exotérico que surge del subje-


tivo, como resultado del anhelo espiritual. El lugar que ocupa
en el espacio es esa parte, en el cuerpo del Hombre celestial,
donde un átomo o forma está ubicado. Aquí debe recordarse
que para el estudiante ocultista "el espacio es una entidad" y
esta entidad es la misma que el Cristo cósmico, el "cuerpo de
Cristo", mencionado por San Pablo en I, Co. 12:27.

Por lo tanto este aforismo aclara que el yogui liberado, que ha


desarrollado la intuición, puede conocer todo acerca de las formas
de la vida, lo cual implica el conocimiento de:
1. Género 2. Cualidad 3. Lugar en el Espacio.
Rayo Carácter Lugar en elcuerpodelHombrecelestial
Espíritu Alma Cuerpo.
Aspecto vida Conciencia Forma.
Esencia Naturaleza subjetiva Forma objetiva.

A este conocedor podemos aplicarle las palabras del Instructor,


cuyas obras se encuentran en el archivo de la Logia:
“ÉI, que permanece ante la Chispa, ve tanto la llama como el
humo”. “Para él, la sombra vela el reflejo y, sin embargo ve la
luz". “Para él, lo tangible demuestra meramente lo intangible,
y ambos revelan el espíritu, mientras que la forma, el color y
el número pronuncian en voz alta la palabra Dios".

Este sutra es muy preciso en cuanto a la infalibilidad de discernir,


ya que pueden haber varias cosas casi idénticas y por lo tanto caer
en error de comprensión, sin embargo, este sutra no se ocupa de
semejante similaridades, sino de similaridades de una naturaleza
muy sutil que desconcierta hasta al que tiene Omniscencia. Con
este Siddhi el yogui a trascendido el ―Tiempo‖ y ha quedado esta-
blecido en el Trono de la realidad Eterna que trasciende todas las
limitaciones e ilusiones.

460
Libro III

54. Este conocimiento intuitivo, el gran liberador, es om-


nipresente y omnisciente y abarca el pasado, el pre-
sente y el futuro, en el Eterno Ahora.

La única parte de este aforismo que no está clara, es el significado de


las palabras Eterno Ahora. No es posible comprenderlas hasta haber
desarrollado la conciencia del alma. Decir que el tiempo es una suce-
sión de estados de conciencia y que el presente se pierde instantánea-
mente en el pasado y se fusiona en el futuro, a medida que se experi-
menta, es de poca utilidad para el estudiante común. Decir que llega
un momento en que la vista se pierde en la visión (cuando la suma
total de las esperanzas de la vida se cumplen) en el momento de la
realización, y que esto persiste siempre, e indica un estado de con-
ciencia en el que no hay sucesión de acontecimientos ni realizaciones,
es hablar en lenguaje misterioso. No obstante así es y será. Cuando el
aspirante llega a su meta, conoce el verdadero significado de su in-
mortalidad y la verdadera naturaleza de su liberación. Espacio y tiem-
po son para él términos sin sentido. La única Realidad verdadera es la
gran vida central de fuerza, permaneciendo inmutable e inamovible
en el centro de las formas temporarias, cambiantes y evanescentes.
"Yo soy", dice la unidad humana, y se considera como el yo y
se identifica con la forma cambiante. Tiempo y espacio son para
él verdaderas realidades. "Yo soy Ese", dice el aspirante, y trata de
conocerse como realmente es, una palabra viviente, parte de una
frase cósmica. Para él el espacio ya no existe, se conoce como
omnipresente. "Yo soy Ése Yo soy", dice el alma liberada, el
hombre libre, el Cristo. Ni tiempo ni espacio existen para él, y
omnisciencia y omnipresencia son cualidades características.
Charles Johnston al comentar este aforismo cita a Santa Colomba y dice:
"Existen aquellos, aunque muy pocos, a quienes la gracia divina
les ha otorgado ver con toda claridad y nitidez en un mismo mo-
mento, como bajo un rayo de sol, toda la esfera del mundo, inclu-
yendo el océano y el firmamento que los rodea, y la parte más in-
terna de su mente se expande maravillosamente."

461
Libro III

Sería de valor citar el breve comentario de Dvivedi, pues está bien


expresado y compendia concisamente el estado de conciencia al-
canzado:
“En el Af. 33 de este Libro Tercero, se ha descrito la naturale-
za del Taroka-Jnana, el conocimiento que libera de las atadu-
ras del mundo. El conocimiento discriminador descrito, da por
resultado Taraka, el conocimiento que es el fin y objetivo de
la yoga. Se relaciona con todos los objetos, desde pradhana
(espíritu-materia) hasta los bhutas (elementos, formas), y
también con todas las condiciones de esos objetos. Además
trae conocimiento de todas las cosas simultáneamente y es
completamente independiente de las reglas comunes del co-
nocimiento. Por lo tanto es el conocimiento más elevado que
puede desear el yogui, y un índice seguro de Kaivalya (estado
de absoluta unicidad) cuyo resultado se describirá en el si-
guiente aforismo”.

Por lo tanto sintetizando diríamos que el sutra III-52 trató el


método de la obtención del conocimiento más alto, este sutra defi-
na la naturaleza de ese conocimiento. La palabra utilizada aquí
como ―trascendente‖ significa que el yogui ha cruzado sobre el
Océano de la Existencia condicionada y por fin queda libre. Co-
noce todos los objetos de la manifestación simultáneamente, y
todo proceso intermediario como el pasado, presente o futuro rela-
tivo. Trasciende también el Proceso Mundial que produce el
Tiempo permaneciendo en el Eterno Aquí y Ahora, no como una
mera era hipótesis o una lección aprendida, sino como una tras-
cendente Realidad Eterna. El yogui entonces se ha establecido en
el Reino de su verdadero del Ser Divino. Claro esta que esta expo-
sición intelectual no le dará al estudiante ni la más mínima idea de
lo que realmente trata este sutra, pero si le indicará al discípulo
que se trata de algo tremendo que merece la pena todo esfuerzo
que se haga por alcanzarlo. Con este Sutra se cierra el tratado so-
bre el tema de los Siddhis o poderes.

462
Libro III

55. Cuando las formas objetivas y el alma han logrado


igual pureza, se alcanza la unificación, que trae como
resultado la liberación.

Lo que oculta la luz del alma se ha purificado; así surge la luz de


Dios. Lo que era un impedimento y un obstáculo para la plena ex-
presión de la divinidad en manifestación, ha sido tratado en tal for-
ma que ahora sirve como medio de expresión y de servicio adecua-
dos. El alma puede ya actuar libre e inteligentemente en los tres
mundos, porque se ha llegado a la completa unidad entre el hombre
inferior y el superior.
El alma y sus vehículos forman una unidad y están unificados. Se
ha alcanzado el completo alineamiento de los cuerpos, y el Hijo
de Dios puede actuar libremente en la Tierra. Así ha obtenido el
gran objetivo, y aplicando los ocho métodos de la yoga, el alma,
por medio del triple hombre inferior, puede manifestarse y a su
vez constituir un medio de expresión para el espíritu. Se ha lleva-
do la materia a un estado en que su vibración puede sincronizarse
con la del alma; el resultado es que, por primera vez, el espíritu
puede hacer sentir su presencia, porque "la materia es el vehículo
para la manifestación del alma en este plano de existencia, y el
alma es el vehículo para la manifestación del espíritu en una vuel-
ta más alta de la espiral. Estos tres son una trinidad sintetizada por
la vida que los compenetra a todos". Para el hombre que ha reali-
zado esto, ya no hay renacimiento. Está libre y emancipado y pue-
de decir con esa plena comprensión consciente del significado de
las palabras:
"Mi vida (la vida física inferior) se oculta en Cristo (la vida del
alma) en Dios (el espíritu)". (Col. 3:3).

Cuando el alma reconoce que no depende de nada ni de nadie en


este universo, desde los dioses hasta el ínfimo átomo, obtiene el
kaivalya (aislamiento) y la perfección. Por aislamiento o soledad

463
Libro III

se ha de entender la separación del espíritu, de purusha o verdade-


ro Ser, de la única realidad, llamada también alma, de todo cuanto
es ilusorio, en el sentido de temporáneas manifestaciones del Ab-
soluto, que al Absoluto han de retornar al fin de cada ciclo de ma-
nifestación. Se alcanza el kaivalya cuando la mezcla de pureza e
impureza llamada sattva (intelecto) es tan pura como el Espíritu.
Entonces sattva sólo refleja la genuina esencia de pureza de Pu-
rusha (Espíritu).
Cuando ocurren las condiciones mencionadas arriba, la presencia
de Sattva no interfiere con la Realización-directa del Yogui. El
Yogui puede permanecer dentro del campo de la Materia y sin
embargo vivir en plena realización de su naturaleza Eterna. Kai-
valya no significa necesariamente la separación entre Espíritu y
Materia. Si Sattva (o sea la capacidad perceptiva) ha sido purifi-
cada hasta el punto necesario, el Espíritu (El Ser Divino) puede
funcionar por medio de la Materia con plena realización de su
naturaleza Real y siempre libre. La condición característica e in-
dispensable de Kaivalya es pues subjetivo y no necesariamente
objetivo. Los vehículos que el Purusa ha construido y perfeccio-
nado en el campo de la Materia puede entonces usarlos para cual-
quier clase de trabajo sin egoísmo y libre maya, espejismos e ilu-
siones. En este culminante punto se dice esotéricamente que el Ser
ha Redimido la Materia.

Tales son los hombres perfectos, los Adeptos, los Maestros


del Yoga, que son maestros de esa Eterna Ciencia Sagrada y
que guían a la humanidad es su progreso hacia la perfección.

464
LOS AFORISMOS DE LA YOGA
DE PATANJALI

CUARTO LIBRO “Kaivalya Pada” 34 Sutras

La Iluminación.
c. Conciencia y forma.
d. Unión o Unificación.
Tema: Unidad aislada.

Medios para lograr la experiencia (IV.1-IV.3)

1. Los siddhis (o poderes) superiores e inferiores, se


obtienen durante la encarnación; o por las drogas, las
palabras de poder, el deseo intenso o la meditación.

Llegamos al Libro Cuarto, en el cual los poderes y los resultados


obtenidos por la práctica del Raja Yoga llevan a la comprensión
grupal y producen conciencia universal y no meramente autocon-
ciencia. Cabe aquí hacer una advertencia sobre el empleo de la frase
"conciencia cósmica" por falsa y engañosa, pues hasta el adepto más
elevado (obsérvese cuidadosamente este término) sólo está dotado
de conciencia solar y no entra en contacto con lo que está fuera de
nuestro sistema solar. Los Logos planetarios (los siete Espíritus ante
el Trono) y los Señores del Karma (las "cuatro ruedas" de Ezequiel),
poseen una conciencia que abarca más allá de nuestro sistema solar.
Las existencias menores podrán percibirla como una posibilidad,
pero todavía no constituye parte de su experiencia.
Los poderes adquiridos son principalmente dos:
1. Poderes síquicos inferiores, o los siddhis inferiores.
2. Poderes espirituales, o los siddhis superiores.
465
Libro IV

Los poderes inferiores son el resultado de la armonía establecida


entre la conciencia del alma animal en el hombre y el "ánima
mundi" o alma del mundo, aspecto subjetivo de todas las formas
en los tres mundos, de todos los cuerpos en los cuatro reinos de la
naturaleza. Los. poderes superiores son el resultado del desarrollo
de la conciencia grupal, segundo aspecto de la divinidad.
No sólo incluyen los poderes inferiores, sino que ponen al hombre
en armonía con las existencias y formas de vida en los reinos espi-
rituales o, como diría el ocultista, en esos dos planos que están
más allá de los tres mundos, y que abarcan toda la escala de la
evolución del hombre, humana y superhumana.
La meta de todo verdadero aspirante es el desarrollo de estos po-
deres superiores, los cuales podemos describir con los términos:
conocimiento directo, percepción intuitiva, percepción espiritual,
visión pura, el logro de la sabiduría. Son diferentes de los poderes
inferiores porque los anulan, los cuales están correctamente des-
critos en el Libro III, Af. 37, que dice:
"Estos poderes constituyen obstáculos para la comprensión
espiritual superior, pero sirven como poderes mágicos en los
mundos objetivos".

Los poderes superiores son incluyentes y se caracterizan por su


exactitud e infalibilidad cuando se aplican debidamente. Su acción
es tan instantánea como un destello de luz. Los poderes inferiores
son falibles y están limitados en su acción porque el elemento
tiempo está presente en su secuencia; forman parte de la gran ilu-
sión y constituyen una limitación para el verdadero aspirante.
En el aforismo que estamos considerando se indican cinco méto-
dos por los cuales se desarrollan los poderes síquicos, y es intere-
sante observar que en esta descripción tenemos un ejemplo de que
Los Aforismos de la Yoga aún pueden servir como manual de es-
tudio y enseñanza para aspirantes tan avanzados como los Maes-
tros de Sabiduría.

466
Libro IV

Estos cinco métodos son susceptibles de aplicación en los cinco


planos de la evolución humana, e incluyen los dos superiores en
que actúan los iniciados en los Misterios.

1. Encarnación ............. Método del plano físico.


2. Drogas ..................... Liberación de la conciencia astral.
3. Palabras de poder ... Creación por medio de la palabra, o método
del plano mental.
4. Intenso deseo Sublimación de la aspiración o método del
.......... plano búdico, la esfera de amor espiritual.
5. Meditación Método del plano átmico, la esfera de la vo-
.............. luntad espiritual.

En esta enumeración se observará que, así como el deseo intenso


de tipo espiritual es una sublimación del deseo astral o emocional,
así también la meditación, tal como la practican los iniciados, es la
sublimación de todos los procesos mentales. Por lo tanto, los dos
últimos métodos, como resultado del desarrollo de los siddhis o
poderes, son los únicos que practican los iniciados, siendo la
síntesis y sublimación del conocimiento logrado en los planos
astral y mental.
Se observará que (para el buscador de la verdad) la encarnación,
el deseo intenso y la meditación, son los tres métodos permitidos
y los únicos que deben practicarse; las drogas y las palabras de
poder o encantamiento mántrico, son herramientas de la magia
negra y conciernen a los poderes inferiores.
Podría formularse aquí la siguiente pregunta: ¿no es acaso verdad
que las palabras de poder y el uso del incienso forman parte de las
ceremonias de iniciación y, por lo tanto, son utilizados por los
iniciados y los aspirantes? Ciertamente es así, pero no en el senti-
do que se da aquí, es decir, con el propósito de desarrollar poderes
síquicos. Los Maestros y Sus discípulos emplean palabras de po-
der a fin de ponerse en contacto con existencias no humanas, para
invocar la ayuda de los ángeles y manipular las fuerzas construc-

467
Libro IV

tivas de la naturaleza; emplean hierbas e incienso con fines de


purificación, para eliminar entidades indeseables y permitir a las
que están en un peldaño superior de la escala de la evolución, a
hacer sentir su presencia, lo cual es muy distinto a emplearlos para
llegar a ser un síquico.
Es interesante notar aquí, que la primera causa productora del des-
envolvimiento de los poderes del alma, superiores e inferiores, es
la gran rueda del renacimiento. Esto debe tenerse siempre en
cuenta. No todos estamos en la etapa en que es posible el desen-
volvimiento de los poderes del alma. El aspecto alma está todavía
dormido para muchos, porque aún no han llegado a la plena expe-
riencia y desarrollo de la naturaleza inferior. Los cuarenta años de
deambular en el desierto con el Tabernáculo y la conquista de
Canaán, precedieron al régimen de los reyes y a la construcción
del Templo de Salomón. Deben transcurrir vidas antes que el
cuerpo o aspecto Madre esté tan perfeccionado que el Cristo-Niño
pueda formarse dentro del receptáculo ya preparado. También debe
recordarse que la posesión de poderes síquicos inferiores es, en
muchos casos, síntoma de un grado evolutivo muy inferior y de la
íntima asociación de su poseedor con la naturaleza animal. Esto
debe trascenderse, antes que los poderes superiores puedan florecer.
Es innecesario indicar que el empleo del alcohol o drogas, y tam-
bién la práctica deL Tantra o magia sexual, pueden liberar y libe-
ran la conciencia astral, pero esto es simplemente astralismo puro,
con el cual el verdadero estudiante de Raja Yoga no tiene nada
que hacer, pues es parte del desenvolvimiento del sendero de la
izquierda. La obtención de los poderes del alma, por medio del
intenso deseo (o ferviente aspiración) y por la meditación, fue
tratada en los libros anteriores y no es necesario ampliarlo aquí.

468
Libro IV

2. La transferencia de la conciencia, de un vehículo in-


ferior a otro superior, es parte del gran proceso
creador y evolutivo.

Ésta es una traducción muy libre, pero es una clara interpretación


de la verdad que se debe captar. La evolución de la conciencia y el
efecto de tal evolución sobre los vehículos, en los cuales la enti-
dad consciente actúa, es la suma total de los procesos de la natura-
leza, y desde el punto de vista de la unidad humana inteligente,
tres palabras abarcan el proceso y el resultado. Estas palabras son:
- transferencia,
- transmutación y
- transformación.

Una de las leyes básicas del desarrollo ocultista y del desenvolvi-


miento espiritual, está contenida en las palabras: "Así como el hom-
bre piensa, así es él". Podría agregarse como explicación, la verdad
oriental de que "la energía sigue al pensamiento". A medida que el
hombre cambia sus deseos, se cambia a sí mismo; a medida que tras-
lada su conciencia de un objetivo a otro, se transforma a sí mismo;
esto también es verdad en todos los reinos y en todos los estados,
superiores o inferiores.
El efecto de la transferencia de nuestro modo de pensar consciente,
de un objetivo inferior a uno superior, produce una afluencia de
energía de una cualidad vibratoria equivalente a la del objetivo supe-
rior, trayendo una mutación en las vestiduras de la entidad pensante,
que se transmutan y llevan a una condición donde se las adecua al
pensamiento o deseo del hombre. Llevadas a su culminación, se pro-
duce una transformación, entonces resultan claras las palabras de San
Pablo: "Sed trasformados por la renovación de vuestra mente".
Cambiando la línea de pensamiento cambiará mucho la naturale-
za. Deseando lo que es puro y santo, verdadero y correcto, más el

469
Libro IV

conocimiento de estas cosas, hará del antiguo vehículo uno nuevo,


o un hombre nuevo, un "instrumento adecuado para ser utilizado".
Esta transferencia, transmutación y eventual transformación, se
logra por cualquiera de los dos métodos siguientes:
El método lento de vidas, experiencias y encarnaciones físicas se
repite hasta que con el tiempo la fuerza impulsora del proceso
evolutivo lleva al hombre, etapa tras etapa, hacia arriba en la
escala de la evolución.
2. Un proceso más rápido, donde, mediante el sistema delineado
por Patanjali y enseñado por todos los custodios de los misterios
de la religión, el hombre por sí mismo, y de acuerdo a las reglas
y leyes establecidas, llega por su propio esfuerzo a un estado de
desenvolvimiento espiritual. Se observará que estos procesos
llevan al hombre a la iniciación denominada Transfiguración.

Charles Johnston comenta al respecto: Desde que a través de las


edades el deseo del Yo ha tendido hacia el mundo físico, donde
busca reflejarse para conocerse a sí mismo, desde luego se crea
allí una forma o vestidura de elementos físicos, por medio del cual
florecen los poderes de percepción y de voluntad del Yo: el poder
de ver, de oír, de hablar, de andar, de tocar. Y cuando, de esa ma-
nera, vuelve a la conciencia de sí mismo y con ello, al conoci-
miento de su prisión, y levanta su conciencia y su deseo al mundo
divino y verdadero, allí se construye la vestidura espiritual para la
expresión de sus poderes inherentes. No será difícil el regreso del
Yo hasta aquí, desde luego que lo divino no es un país extraño a
él, sino la patria de su verdadero hogar (de donde un día salio), y
donde mora eternamente.

470
Libro IV

3. Las prácticas y Métodos no son la verdadera causa de


la transferencia de la conciencia, sólo sirven para
eliminar obstáculos, de manera similar a como el agri-
cultor prepara la tierra para la siembra.

Éste es uno de los aforismos más sencillos y claros, de manera que


requiere poco comentario.
Las prácticas se refieren principalmente a:
1. Los métodos para eliminar obstáculos (Véase Libro I, Af. 29
al 39). Esto según se dijo anteriormente se efectúa por:
a. La constante dedicación a un principio.
b. La simpatía hacia todos los seres.
c. La regulación del prana o aliento de vida.
d. La estabilidad de la mente.
e. La meditación sobre la luz.
f. La purificación de la naturaleza inferior.
g. La comprensión del estado de sueño.
h. El camino de la devoción.
2. La manera de eliminar los obstáculos (Véase Libro II, Af. 2 al
33). Estas obstrucciones se eliminan por:
a. Una actitud mental opuesta.
b. La meditación.
c. El cultivo del correcto pensar.
Conciernen más específicamente a la preparación, durante la vida,
para el verdadero entrenamiento en la práctica de la yoga, y cuan-
do se la practica lleva la naturaleza inferior a tal condición que los
métodos más drásticos pueden producir efectos rápidos.
Los métodos se refieren á los ocho sistemas de yoga o unión, enume-
rados de la manera siguiente: Mandamientos, reglas, postura o acti-
tud, correcto control de la fuerza vital, abstracción, atención, medita-
ción y contemplación (Véase Libro II, Af. 29 al 54 Y Libro III, Af. 1 al 12).

471
Libro IV

Por lo tanto, como se verá, podemos relacionar las prácticas más


específicamente, con esta etapa de la vida del aspirante que se
encuentra en el sendero de probación, el sendero de purificación,
mientras que los métodos se relacionan con las etapas finales de
ese sendero y con el sendero del discipulado. Cuando se siguen las
prácticas y los métodos, producen ciertos cambios en la forma que
ocupa el hombre real o espiritual, pero no son la principal causa
de la transferencia de su conciencia al aspecto alma, que la aleja
del aspecto cuerpo. Este gran cambio es la resultante de ciertas
causas extrañas a la naturaleza del cuerpo, tales como: o egoica
está latente en esas formas y el impulso del proceso evolutivo que
lleva la vida de Dios existente en todas las formas a una expresión
más plena. Debe recordarse que así como la Vida una, en quien
vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, pasa a una realiza-
ción superior, así las células y átomos de Su cuerpo están análo-
gamente influidos, estimulados y desarrollados.
A nivel práctico esta Gran ley natural de Transformación gradua-
da al cual aluden estos dos Sutras anteriores, es aplicable no sólo a
los fenómenos físicos sino a toda clase de fenómenos en el campo
de la psique. Por ejemplo, el carácter bueno o malo de nuestras
acciones no hace nuestra vida, pero sí determina la dirección futura
de nuestras vidas. La corriente, con su dirección determina conti-
nuamente por nuestras acciones y pensamientos y sentimientos.
El estudiante preguntará: ¿Qué tiene que ver con la Yoga esta ley
de Transformación? Tienen que ver mucho. Como se ha dicho el
yogui tiene que trabajar por su liberación con la ayuda de las leyes
que operan en el campo de la Materia, y por tanto debe tener una
idea clara de esta ley fundamental. Como ha de destruir por com-
pleto y para siempre ciertas tendencias profundamente arraigadas
en su carácter, debe conocer las causas raíces que produjeron esas
tendencias. Debe saber que la mera represión de una tendencia no
significa eliminarla, pues permanecerá en forma potencial por un
período indefinido y luego volverá a levantar cabeza cuando se
presenten condiciones propicias.

472
Libro IV

De nada sirve retirar únicamente las causas excitantes. Hay que


retirar también las predisponentes. La tendencia moderna es a
tratar solamente con las causas superficiales, y salir del paso de
cualquier manera. Esto no nos conduce a ninguna parte, y nos
pone continuamente ante las viejas dificultades bajo nuevas y di-
ferentes formas.

473
Libro IV

Emergencia y dominio de la mente (IV.4-IV.6)

4. La conciencia del "yo soy" es responsable de la crea-


ción de los órganos mediante los cuales se disfruta
del sentido de individualidad.

Aquí tenemos la clave de la manifestación misma, la razón de


todas las apariencias. Mientras la conciencia de cualquier entidad
(solar, planetaria o humana) se dirija externamente hacia los obje-
tos del deseo, hacia la existencia sensoria, la experiencia indivi-
dual, la vida de percepción y el goce de los sentidos, se crearán
vehículos u órganos, mediante los cuales el deseo pueda satisfa-
cerse, la existencia materializada disfrutarse y los objetos percibir-
se. Ésta es la gran ilusión, que mantiene alucinada a la conciencia,
y mientras el espejismo ejerza algún poder, la ley de renacimiento
hará que la conciencia se manifieste en el plano de la materia. La
voluntad de ser y el deseo de existir, es lo que lleva externamente
hacia la luz al Cristo cósmico, que actúa en el plano material por
medio del sistema solar, y al Cristo individual, que actúa por in-
termedio de la forma humana.
En las primeras etapas, la conciencia de "yo soy" crea formas inade-
cuadas de materia para la plena expresión de los poderes divinos. A
medida que la evolución avanza, estas formas son cada vez más ade-
cuadas, hasta que los "órganos" creados permiten al hombre espiri-
tual disfrutar del sentido de individualidad. Una vez alcanzada esta
etapa, llega la gran comprensión de la ilusión La conciencia despierta
al hecho de que en la forma, en la percepción sensoria y en la ten-
dencia a exteriorizarse, no hay gozo ni placer reales; entonces inicia
un nuevo esfuerzo caracterizado por el retraimiento gradual de esa
tendencia y la abstracción del espíritu de la forma.
Puesto que uno de los propósitos de este CUARTO LIBRO es diluci-
dar la naturaleza de ―Citta‖ o ―Naturaleza Mental‖, Patanjali trata
aquí la cuestión de la creación de ―mentes artificiales‖. Existe la

474
Libro IV

―mente natural‖ con la que el individuo trabaja y evoluciona en


los campos de la Materia durante el largo curso de su ciclo evolu-
tivo. Esa mente, que opera por medio de un juego de vehículos, es
un producto de la evolución, lleva las impresiones de todas las
experiencias por las que ha pasado en vidas sucesivas, y dura has-
ta que se alcanza Kaivalya (Liberación).
Pero durante el curso de adiestramiento yoguíco, cuando el yogui ha
adquirido el poder de practicar Samyama y manipular las fuerzas de
los planos superiores, le es posible crear cualquier número de vehícu-
los mentales por duplicación, vehículos que son una copia exacta del
que normalmente usa. Surge la pregunta: ¿Cómo crea esas ―mentes
artificiales‖? Este Sutra nos dice que estas mentes artificiales, con su
mecanismo apropiado, son creadas por la ―Ego-idad‖ solamente, o
sea por aquel principio de individualidad que forma el núcleo del
Alma Individual y mantiene en un estado integrado todos los vehícu-
los de consciencia que funcionan en diferentes niveles.
Esta ―Ego-idad‖ es el principio que produce el egoísmo y otros
fenómenos relacionados que tratamos ampliamente en el sutra II-6,
cuando nos identificamos con los diferentes vehículos. El yogui
avanzado que puede controlar este principio tiene el poder de esta-
blecer cualquier número de centros de conciencia independientes,
para su uso. Y tan pronto como se establece uno de esos centros se
materializa automáticamente una ―mente artificial‖, en torno de él.
Es un duplicado exacto de la ―mente natural‖ en la que él funciona
normalmente, y perdura mientras él quiere mantenerlo. En el mo-
mento en que le retira su voluntad, esa ―mente artificial‖ desapa-
rece instantáneamente.
El automatismo implicado en la creación de una ―mente artificial‖
no puede comprenderse adecuadamente a menos que captemos
claramente la ley natural enunciada en el sutra IV-2 y 3. Proba-
blemente es por ello que Patanjali inserta esos dos Sutras antes de
tratar el problema de las ―mentes artificiales‖.

475
Libro IV

5. La conciencia (la mente original) es una, no obstante,


produce las variadas formas de los muchos.

Aquí Patanjali presenta la fórmula básica que sirve para explicar


no sólo el propósito y la razón de la manifestación misma, sino
que abarca, en una breve frase, el estado de ser de Dios, del hom-
bre y del átomo. Tras todas las formas se halla la Vida una; dentro
de cada átomo (solar, planetario, humano y elemental) se encuen-
tra una existencia sensible; tras la naturaleza objetiva, suma total
de todas las formas, en todos los reinos de la naturaleza, tenemos
la realidad subjetiva, que esencialmente es un todo unificado o
unidad, que produce los muchos diversificados.
Lo homogéneo es la causa de lo heterogéneo, la unidad produce
diversidad, el Uno es responsable de los muchos. Esto lo podrá
apreciar más inteligentemente el estudiante, si sigue la regla de
oro que revela el misterio de la creación y si se estudia a sí mismo.
El microcosmos revela la naturaleza del macrocosmos.
Descubrirá que el hombre real o espiritual, el pensador o la Vida
una, en su diminuto sistema, es responsable de la creación de sus
cuerpos, mental, emocional y físico, sus tres aspectos inferiores, la
"sombra" de la Trinidad, así como su espíritu, alma y cuerpo, son
reflejos de los tres aspectos divinos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Se dará cuenta que es responsable de la formación de todos los
órganos de su cuerpo y de todas las células, de las cuales ellos
están compuestos; a medida que profundice cada vez más su pro-
blema, llegará a percibir que su conciencia y vida se compenetran,
siendo él por lo tanto responsable de incontables miríadas de di-
minutas vidas infinitesimales, y la causa de su agrupamiento en
órganos y formas, y también la razón por la cual tales formas se
mantienen en existencia. Gradualmente, surge de él una verdadera
comprensión del significado de las palabras: "Hecho a imagen de
Dios". Su "conciencia es una y, sin embargo, ha producido las
variadas formas de los muchos", dentro de su pequeño cosmos; lo

476
Libro IV

que es verdad respecto a él lo es también de su gran prototipo el


Hombre celestial, el Logos planetario, e igualmente del prototipo
de Su prototipo, el gran Hombre de los Cielos, el Logos solar,
Dios manifestado por medio del sistema solar.
Estas diversas mentes que actúan en dichos diferentes cuerpos son
mentes artificiales, y también son artificiales los cuerpos, es decir,
mentes y cuerpos elaborados. La materia y la mente son como dos
inagotables almacenes, y el yogui sabe cómo gobernarlas. Este
secreto es propiedad de todo hombre, pero se les ha olvidado, y
cuando lleguen a yoguis lo recordarán. Entonces será posible mo-
delar la materia y la mente en cualquier forma que convenga. El
material de que se elabora una mente .artificial es el mismo que se
emplea en la construcción del macrocosmos. No se ha de entender
que la mente sea una cosa y la materia otra sino que son distintos
aspectos de la misma cosa. Asmita, la egoidad, es el material, el
sutil estado de existencia del que elaboran los yoguis sus mentes y
cuerpos artificiales. Por lo tanto, cuando el yogui descubre el se-
creto de las energías de la naturaleza, puede elaborar cuantos
cuerpos y mentes quiera, de la substancia llamada egoidad.
Debe notarse también que las ―mentes artificiales‖ actúan no sólo
como instrumentos de la mente natural sino también como avan-
zadas de la conciencia del Espíritu (la Mónada o el Ser Divino). El
Sutra se refiere a ambas clases de actividades, las de los Organos
Conocedores y las de los Organos de Acción, o sea las funciones
perceptoras y operativas de la conciencia.

477
Libro IV

6. Entre las formas que la conciencia asume, sólo las que


resultan de la meditación están libres de karma la-
tente.

Las formas son el resultado del deseo. La correcta meditación es


un proceso puramente mental, donde no tiene cabida el deseo. Las
formas son el resultado de un impulso o tendencia hacia afuera.
La meditación es el resultado de la tendencia introspectiva, de la
capacidad de abstraer la conciencia de la forma y de la sustancia,
y centrarla en sí misma.
La forma es el efecto producido por la naturaleza, amor o deseo,
del ente consciente; la meditación es productora de efectos y tiene
relación con la voluntad o aspecto vida del hombre espiritual.
El deseo produce efectos, y los órganos de la conciencia sensoria
quedan inevitablemente regidos por la ley de causa y efecto, o de
karma, que rige la relación de la conciencia-forma. Cuando el
proceso de la meditación se extiende y practica correctamente,
requiere que la conciencia del hombre espiritual se aparte de todas
las formas en los tres mundos, y que él se separe de todas las per-
cepciones y tendencias sensorias. Así en el momento de medita-
ción pura, está libre de ese aspecto del karma que se refiere a la
producción de efectos. Temporariamente, está tan abstraído, que
su pensamiento, perfectamente concentrado, sin relación alguna
con los tres mundos, no exterioriza vibraciones ni se relaciona con
forma alguna y tampoco afecta a la sustancia. Cuando esta medi-
tación concentrada se convierte en hábito y en actitud diaria nor-
mal de su vida, el hombre se libera de la ley de karma. Entonces
se da cuenta de los efectos que todavía se han de eliminar, aprende
a no crear nuevos ni iniciar acción alguna que pueda "crear órga-
nos" en los tres mundos. Mora en el plano de la mente, persiste en
la meditación, crea por un acto de la voluntad y no por su impo-
tencia ante el deseo; es un "alma libre", un amo, un hombre libe-
rado.

478
Libro IV

Las ―mentes artificiales‖ son duplicados exactos de la mente natu-


ral, pero difieren de ella en un aspecto fundamental: que no llevan
en sí ninguna Impresión de Tendencias o Karmas, las cuales son
parte integral de la mente natural. La mente natural es fruto del
crecimiento evolutivo y es la depositaria de las Impresiones de
todas las experiencias por las que ha pasada durante el curso de
sucesivas vidas. Estas Impresiones en su totalidad son ―el vehícu-
lo del Karma‖ de que se trato en II-12.
Las ―mentes artificiales‖ creadas por el poder volitivo del Yogui
están libres de estas Impresiones, y es fácil ver por qué. Son me-
ramente creaciones temporales que desaparecen tan pronto como
está terminado el trabajo para el cual se las crea. Una firma co-
mercial abre una sucursal en otra localidad para un propósito par-
ticular; aunque se efectúan transacciones en la nueva sucursal,
todas las cuentas y demás se manejan en la oficina principal; la
sucursal no es sino auxiliar de la principal y no tiene realmente un
estado independiente. Una relación semejante es la que existe en-
tre las ―mentes artificiales‖ y la mente natural única.

479
Libro IV

Acciones y karma (IV.7-IV.8)

7. Las actividades del alma liberada están libres de los pa-


res de opuestos. Las de otras personas son de tres tipos.

Este aforismo presenta la enseñanza en conexión con la ley del


karma, en forma tan estrictamente oriental, que confunde conside-
rablemente al estudiante occidental. Un análisis del significado de
estas palabras, y el estudio del comentario del gran instructor
Vyasa, podrán servir para dilucidar el significado. También debe
tenerse en cuenta que en este Libro Cuarto son tratadas las excel-
sas etapas de conciencia alcanzadas por quienes han practicado los
ocho métodos de Yoga y experimentado los efectos de la medita-
ción, detallados en el Libro Tercero. El yogui es ahora un hombre
liberado, emancipado de las condiciones de la forma y enfocado en
su conciencia, fuera de los límites de los tres mundos del esfuerzo
humano. Ha alcanzado la región del pensamiento puro y puede
mantener su conciencia desligada y libre de deseo. En consecuen-
cia, aunque formula ideas y puede practicar poderosas meditaciones
y dirigir y controlar las "modificaciones del principio pensante", no
crea condiciones que lo puedan retrotraer al vórtice de la existencia
del plano inferior. Está libre del karma, nada origina, ni efecto al-
guno puede atarlo a la rueda del renacimiento. Vyasa, en su comen-
tario, indica que el karma (o acción) es de cuatro tipos:
1. La actividad de tipo maligno, pernicioso y depravado. Se de-
nomina negra. Esta acción es producto de la ignorancia más
profunda, el materialismo más denso o la deliberada elección.
Si es resultado de la ignorancia, el desarrollo del conocimiento
trae, gradualmente, un estado de conciencia en el cual ya no se
conocerá este tipo de karma. Cuando el materialismo denso
produce lo que llamamos acción errónea, el desenvolvimiento
gradual de la conciencia espiritual cambiará la oscuridad en luz,
siendo el karma nuevamente anulado. Sin embargo, cuando es
resultado de deliberada elección o que se ha preferido la ac-

480
Libro IV

ción errónea, a pesar del conocimiento, y desafiando la voz de


la naturaleza espiritual, este tipo de karma lleva a lo que el
ocultista oriental llama "avitchi", o la octava esfera, sinónimo
de la frase "alma perdida" del cristianismo. Sin embargo, di-
chos casos son excesivamente raros y se relacionan con el sen-
dero de la izquierda y la práctica de la magia negra. Aunque es-
ta condición implica separación del principio más elevado (el
espíritu puro, de sus dos expresiones, el alma y el cuerpo, o de
los seis principios inferiores), no obstante, la vida misma per-
manece y, después de la destrucción del alma en "avitchi", se
le ofrecerá un nuevo ciclo de devenir.
2. Esa actividad que no es totalmente buena ni mala, descrita
como blanca-negra. Concierne a la actividad kármica del
hombre común, regido por los pares de opuestos, y cuya ex-
periencia de la vida se caracteriza por su oscilación entre lo
bondadoso, inofensivo y resultado del amor, y lo malo, da-
ñino y resultado del odio. Vyasa dice:
“Lo blanco-negro es producido por medios externos, pues en
ellos el vehículo de las acciones se desarrolla causando dolor a
otros o actuando bondadosamente”.
Por lo tanto, evidentemente, el progreso de la unidad humana
y sus acciones, dependen de la actitud hacia los demás y del
efecto producido en ellos. De esta manera también se produ-
ce el retorno a la conciencia grupal, y así se contrarresta o se
genera el karma. También la oscilación del péndulo entre es-
tos pares de opuestos se ajusta gradualmente hasta alcanzar el
punto de equilibrio, y el hombre actúa correctamente, porque
la ley del amor o del alma lo dirige desde arriba, y no porque
el deseo bueno o malo lo atraiga en cualquier sentido.
3. El tipo de actividad denominado blanco. Es el tipo de pen-
samiento viviente y del trabajo practicado por el aspirante y
el discípulo. Caracteriza la etapa del sendero que precede a la
liberación. Vyasa la explica de la manera siguiente:

481
Libro IV

"Lo blanco es de quienes emplean los métodos de superación,


estudio y meditación. Esto depende sólo de la mente y no de
medios externos; por lo tanto, su práctica no daña a otros".
Se comprenderá, en consecuencia, que estos tres tipos de kar-
ma se relacionan directamente con:
a. El plano del materialismo ........................ el plano físico.
b. El plano de los pares de opuestos ........... el plano astral.
c. El plano del pensamiento enfocado ........ el plano mental.
4. Aquellos cuyo karma es blanco, son los que por haber progre-
sado en el equilibrio de los pares de opuestos, están. ahora
dedicados al proceso de su propia emancipación inteligente y
consciente: de los tres mundos, haciéndolo por medio de:
a. El estudio o desarrollo mental, comprendiendo la ley de
la evolución v la naturaleza de la conciencia y su relación,
por un lado con la materia y por otro con el espíritu.
b. La meditación o control de la mente, creando así el meca-
nismo por el cual el alma controla los vehículos inferiores,
haciendo posible la revelación del reino del alma.
c. La inofensividad. Ninguna palabra, pensamiento y ac-
ción causan daño a esas formas a través de las cuales
se expresa la vida de Dios.

El último tipo de karma se describe como ni blanco ni negro. No


se genera ningún karma, ni se producen efectos causados por el
yogui, que podrían servir para retenerlo en el aspecto forma de la
manifestación. Actuando, como lo hace, desde el punto de vista
del desapego, sin desear nada para sí, su karma es nulo y sus actos
no producen efectos sobre él. Tengamos presente que este Sutra es
para los verdaderos yoguis o discípulos que han aprendido la
técnica de la Acción-sin-deseo, característica esencial del Karma-
Yoga. Como dice el Bhagavad Gita: cuando así actúa ―..todos los
Karmas son consumidos en el fuego de la Sabiduría‖.

482
Libro IV

8. De estos tres tipos de karma emergen las formas


necesarias para la fructificación de los efectos.

Cada vida que viene a la manifestación física, tiene latentes esos


gérmenes o simientes que deben fructificar y son la causa eficien-
te de la aparición de la forma. Estas simientes fueron sembradas y
deben fructificar. Son las causas o skandas que producen los cuer-
pos en que se han de manifestar los efectos. Son los deseos, im-
pulsos y obligaciones que retienen al hombre en la gran rueda, que
siempre gira y lo lleva a la existencia del plano físico, para que, de
acuerdo a la ley, fructifiquen todas esas simientes que podrá ma-
nipular en determinada vida. Son los gérmenes subjetivos que
producen la forma donde fructifican, maduran y alcanzan su cul-
minación. Si las simientes kármicas son negras, el hombre será
extremadamente egoísta, materialista e inclinado al sendero de la
izquierda; si blanco-negras, proporcionarán una forma adecuada
para el cumplimiento de sus obligaciones, deudas, deberes e inter-
eses y la satisfacción de sus deseos. Cuando son blancas tienden a
construir el último cuerpo que se destruye, el causal, el Templo de
Salomón, el Karana Sarira del ocultista. Este cuerpo, en la libera-
ción final, se destruye también, y nada separa entonces al hombre
de su Padre en los Cielos ni lo retiene vinculado al plano material
inferior.
Vivekananda comenta al respecto: Supongamos que yo he con-
traído las tres clases de karma bueno, malo y entreverado. Supon-
gamos que muero y llego a ser un dios en el cielo. Los deseos en
un cuerpo de dios no son los mismos que los deseos en un cuerpo
humano. El cuerpo de un dios no come ni bebe. ¿Qué es de mis
pasados karmas resultantes del deseo de comer y beber? ¿Qué se
hace de estos karmas cuando yo llegue a ser un dios? La respuesta
es que los deseos sólo pueden manifestarse en su propio ambiente.
Sólo se manifestarán los deseos apropiados al ambiente y los de-
más quedarán en reserva. Durante la vida terrena tenemos deseos
divinos, deseos humanos y deseos animales. Si me revisto de un

483
Libro IV

cuerpo divino, sólo se manifestarán los buenos deseos, porque les


conviene el ambiente que me rodea. Si me revisto de un cuerpo
animal, sólo se manifestarán los deseos animales, y los buenos
deseos permanecerán en espera. ¿Qué demuestra esto? Que por
medio del ambiente podemos contrarrestar los deseos. Solamente
se manifestará el karma adecuado al ambiente. Esto demuestra
que el poder del ambiente es capaz de regir el karma.
Para designar este poder que opera en todos los niveles de la men-
te, existe en sánscrito la palabra Vasana que puede traducirse
aproximadamente como Deseo Potencial. Y así como Citta (natu-
raleza mental) es el medio universal para la expresión del princi-
pio mental, así Vasana es el poder universal que mueve a la mente
y produce la continua serie de transformaciones que aprisionan la
consciencia. Este sutra alude a esas tendencias para no solamente
el principio del Deseo en su sentido más amplio, sino también las
tendencias y Karmas que este principio genera en los diferentes
planos. Pues el Deseo y los Karmas y tendencias que él produce
forman un círculo vicioso en el que se entretejen causas y efectos
y es difícil separarlos. Cuanto más elevado sea el Yogui más po-
der tiene para determinar el patrón de sus vidas.

484
Libro IV

Impresiones subliminales (IV.9-IV.12)

9. Existe idéntica relación entre la memoria y la causa


productora de efectos, aún cuando estén separadas
por la especie, el tiempo y el lugar.

Una paráfrasis de este aforismo servirá para elucidarlo, y puede expre-


sarse de la manera siguiente: No importan la raza, el continente pretérito
o presente, donde haya pasado la vida, lo que dista esa vida ni cuántos
miles de años hayan transcurrido, la memoria permanece en el alma o
ego. A su debido tiempo, bajo adecuados ajustes, toda causa entonces
iniciada, tiene inevitablemente que manifestarse en efectos, y estos efec-
tos aparecerán en alguna vida. Nada puede impedirlo ni detenerlo. Char-
les Johnston lo expresa en su comentario, con las siguientes palabras:
"En forma análoga, el mismo poder selectivo que todo lo rige, un ra-
yo del yo superior, reúne en diferentes nacimientos, épocas y luga-
res, las imágenes mentales concordantes que pueden ser agrupadas
en la estructura de una sola vida o acontecimiento Mediante este
agrupamiento se producen condiciones corporales visibles o circuns-
tancias externas, mediante las cuales el alma aprende y se estrena.
Así como las imágenes mentales dinámicas del deseo maduran
en las condiciones y circunstancias corporales, también los poderes
más dinámicos de la aspiración, donde el alma llega hasta el Eterno,
fructifican en un mundo más sutil, construyendo la vestidura del
hombre espiritual".
Sucede muy frecuentemente que una persona ejecuta cierta
acción, pero que debido a que el Karma de esa acción no puede
agotarlo en esa misma encarnación por no presentarse las con-
diciones adecuadas, la Individualidad tendrá que agotar ese
Karma bajo otra encarnación en una vida posterior, pero esa
siguiente encarnación no tiene el recuerdo de la acción particu-
lar que generó los efectos kármicos que esta experimentando
ahora. Sin embargo así sucede, ya que para los Señores del
Karma el Individuo es el mismo, sólo que con diferente ropaje.

485
Libro IV

10. Por ser eterno el deseo de vivir, las formas creadas


por la mente carecen de principio conocido.

Otra frase que podemos emplear respecto a las palabras "deseo


de vivir" es "voluntad de adquirir experiencia''. Inherente a las
vidas animadoras autoconscientes de nuestro sistema (las exis-
tencias humanas y superhumanas) existe este deseo de ser, este
anhelo de devenir, este impulso a ponerse en contacto con lo
desconocido y distante. Por ser este anhelo cósmico y por de-
pender del punto de vista evolutivo de esa gran Vida en quien
vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, y en cuyo cuer-
po cada forma sólo es una célula o átomo, resulta imposible
comprender su explicación. Lo único que el hombre puede
hacer es construir el mecanismo, mediante el cual será posible
tal comprensión, y desarrollar los poderes que le permitirán
establecer contacto y estar en armonía con lo que reside fuera y
dentro de él. Cuando es posible esto, llega a comprender que
esos deseos que lo impelen y empujan a la acción, esos anhelos
que lo obligan a iniciar variadas actividades, no sólo son algo
personal y real, sino parte de la actividad del Todo, del cual él
es una diminuta parte. Descubre que la corriente de imágenes
mentales, impelidas por el deseo, que ocupan su atención y
constituyen el poder motivador de su vida, son formuladas por
él mismo, pero también forman parte de la corriente de imáge-
nes mentales cósmicas que surgen de la Mente Universal, re-
sultante de la actividad de ese Pensador cósmico que funciona
como la Vida de nuestro sistema solar.
Así, la verdad y la enseñanza, formuladas en los tres libros
anteriores, sobrepasan la esfera de lo personal y de lo indivi-
dual y se amplían, extienden y generalizan. Para el ente huma-
no, las imágenes mentales resultantes del deseo y de la activi-
dad del pensamiento, no tienen comienzo conocido. Lo circun-
dan por todos lados; la corriente de su actividad continuamente

486
Libro IV

hace impacto sobre él, extrayendo la respuesta que atestigua la


existencia del deseo que alberga en sí.
En consecuencia, debe iniciar dos nuevas actividades.
- Primero, transmutar y trascender los deseos y anhelos de
percepción sensoria que posee y,
- segundo, emprender la tarea de aislarse y protegerse de la
atracción e influencia de las grandes corrientes de imáge-
nes mentales que existen eternamente. Sólo así podrá lo-
grar 'la condición de unidad aislada", según se describe en
el Libro III, Af. 50.

487
Libro IV

11. Estas formas las crea y las mantiene unidas el deseo,


la causa básica; la personalidad, el resultado efecti-
vo; la vitalidad mental o voluntad de vivir, y el apoyo
de la vida u objetivo exteriorizado; cuando éstos ce-
san de atraer, entonces las formas dejan igualmente
de existir.

Este aforismo expresa una ley de la naturaleza, y es tan claro que


sólo necesita una ligera explicación. No obstante, será convenien-
te analizar someramente la enseñanza que contiene.
Aprendemos que cuatro factores contribuyen a la existencia de las
imágenes mentales o formas que vienen a la existencia como con-
secuencia de la naturaleza de deseos:
1. La causa básica ......................... el deseo.
2. El efecto o resultado ................ la personalidad.
3. La voluntad de vivir .................. la vitalidad mental.
4. La vida exteriorizada ................ el objetivo.

Cuando la causa, el deseo, ha producido su efecto, la personalidad


o aspecto forma del hombre, la forma persistirá mientras exista la
voluntad de vivir. Esta forma se mantiene en manifestación debido
a la vitalidad mental. Esto ha sido demostrado repetidas veces en
los anales de la medicina, porque se ha comprobado que mientras
persiste la determinación de vivir, así será la probable duración de
la vida en el plano físico, pero desde el momento en que desapare-
ce tal voluntad, o el interés del morador del cuerpo ya no está cen-
trado en la manifestación de la personalidad, se produce la muerte
y tiene lugar la desintegración de la imagen mental, el cuerpo.
Resulta interesante observar el significado oculto de las palabras:
"el apoyo de la vida u objetivo exteriorizado", porque corrobora la
enseñanza ocultista de que la corriente de la vida desciende de la
causa originante y descubre su objetivo o manifestación final en

488
Libro IV

el cuerpo vital o etérico, verdadera sustancia de todas las formas,


constituyendo el apoyo o estructura del vehículo físico denso.
Estos cuatro factores pueden muy bien ser divididos en dos gru-
pos o pares de opuestos, la causa y el efecto, la voluntad de ser y
la verdadera forma u objeto.
Durante un prolongado período en el proceso evolutivo, la apa-
riencia o existencia de la forma es lo único que interesa al mora-
dor interno, y la vida exteriorizada se convierte en el único centro
de atracción.
Pero a medida que la rueda gira y se pasa de una experiencia a
otra, se sacia y satisface la naturaleza de deseos, y paulatinamente
llega a su fin la creación de imágenes mentales y sus efectos. En
consecuencia, la forma deja de existir, y ya no se busca la manifes-
tación objetiva, quedando el hombre liberado de maya o ilusión.
Si los Deseos Potenciales forman una corriente continua y no es
posible librarse de ellos sin destruirlos, ¿como puede alcanzarse la
liberación?. La respuesta ha esta pregunta la dio la teoría de las
Kleshas (obstáculos) en la parte dos. Vimos que el proceso cíclico
de la manifestación comienza para el espíritu cuando su concien-
cia se asocia con la materia, y que la acción directa de Avidya
(ignorancia, falso conocimiento) produce sucesivamente todos las
demás ―obstáculos‖ y todas las miserias de la vida en cautividad.
Si la ―ignorancia‖ es la causa primera del cautiverio, y si todo el
proceso de continua generación de Deseos Potenciales se apoyan
en la ―ignorancia‖, se deduce lógicamente que el único medio
efectivo de librarnos del cautiverio es el de destruir ―Avidya‖.
Todos los demás medios para acabar con las miserias e ilusiones
de la vida, que no destruyan completamente la ―ignorancia‖, pue-
den a lo sumo ser paliativos, y no pueden conducirnos hasta la
―Iluminación‖. En el segundo libro ya se hablo mucho sobre
―Avidya‖ y como acabar con esa ―ignorancia‖.

489
Libro IV

12. El pasado y el presente existen en realidad. La forma


asumida dentro del concepto de tiempo presente, es
el resultado de características desarrolladas, conte-
niendo latentes las simientes de la cualidad futura.

Este aforismo presenta los tres aspectos del Eterno Ahora, y ob-
servamos que lo que somos hoy es producto del pasado y lo que
seremos en el futuro depende de las simientes latentes u ocultas, o
sembradas en la actual vida. Lo sembrado en el pasado existe, y
nada puede impedir o detener que esas semillas fructifiquen. Tie-
nen que dar fruto en la vida presente, o mantenerse ocultas hasta
que un suelo más favorable y una condición más adecuada puedan
hacerlas germinar, desarrollar, crecer y florecer a plena luz del
día. No hay nada oculto o velado que no sea revelado, ni nada
secreto que no llegue a conocerse. Sembrar nuevas semillas e ini-
ciar actividades que han de fructificar en fecha posterior es, no
obstante, algo diferente, que está totalmente bajo el control del
hombre. Practicando el desapasionamiento y el desapego y contro-
lando rígidamente la naturaleza de deseos, el hombre puede re-
orientarse, de modo que su atención no será atraída externamente
por la corriente de imágenes mentales, sino retraída y centralizada
fijamente en la Realidad.
Esto se intenta, primeramente, por el control del vehículo mental, la
mente, y por la conquista de las modificaciones del principio pen-
sante; luego prosigue la utilización de ese mecanismo y su aplica-
ción en la correcta dirección a fin de alcanzar el conocimiento del
reino del alma, en vez del reino de la materia. Así también se alcan-
za la liberación.
Este uno de los Sutras más importantes e interesantes de esta parte
cuarta, porque arroja luz sobre un problema fundamental en filo-
sofía. Todas las escuelas de Yoga dan por sentado que existe una
realidad que sustenta el mundo fenomenal. De hecho, el propósito

490
Libro IV

de la yoga es buscar y descubrir esa realidad. Esta realidad tras-


ciende el tiempo y sin embargo se expresa en el tiempo.
La serie de eventos que ya ha tenido lugar y que se ha convertido
en el pasado, representa el trayecto que la Coraza del Tiempo ha
recorrido hasta ahora. Esos eventos han quedado fijos y pasan a
formar parte de la Memoria de la Naturaleza en los registros Aká-
sicos. Más ¿que sucede con los eventos que todavía están en la
matriz del futuro?, ¿que forman van a tomar esos eventos cuando
a su turno se conviertan en el pasado? Puesto que estos eventos no
serán el resultado de un destino rígido inexorable, el camino que
tomen debe estar indeterminado hasta cierto punto por lo menos.
Debe haber cierta libertad, si hay libertad de opción y si la Libre
Voluntad tiene sitio en el esquema de las cosas.
Desde luego que existen fuerzas que operan en este campo, fuer-
zas que determinan hasta cierto punto la dirección en que los
eventos se moverán, por ejemplo, la presión de las fuerzas evolu-
tivas. Existe la fuerza directriz del Plan Divino, con arquetipos
para cada esfera de desarrollo. Existe la tremenda presión del po-
der potencial de nuestras innatas tendencias instintivas, tanto en el
reino de la materia como en el de la mente. Pero dentro de las li-
mitaciones impuestas por esas fuerzas que tienden a modelar el
futuro, existe cierta libertad de movimiento que permite que el
futuro se desarrolle a lo largo de una de las muchas líneas posibles
que se abren a cada momento (Dharmas). De esta manera es co-
mo en el mundo de lo relativo, los eventos se mueven hacia su
consumación final, influidos por el modelo divino y también por
el impulso del pasado. Éstos caminos que siguen los eventos del
mundo fenomenal no obedecen a causas puramente mecánicas,
como quisieran hacernos creer los materialistas. Conducen hacia
el cumplimiento del designio divino. El mundo fenomenal no
obedece meramente a una ley de necesidad mecánica para obtener
su propio beneficio sino que existe para cumplir un designio eter-
no. Existe para producir ciertos ―cambios‖ en los mundos espiri-
tuales internos. Usar la palabra ―cambios‖ en conexión con lo

491
Libro IV

Eterno, es incongruente seguramente, el estudiante debe compren-


der que lo usamos a faltar un término que indique más adecuada-
mente aquella reacción sutil y misteriosa que nuestra vida en el
mundo fenomenal produce sobre nuestro ser eterno.
El objeto de las reencarnaciones por las que tiene que pasar toda
alma humana en los mundos inferiores, es el desarrollo de la per-
fección que está latente en ella. Las diferentes series de experien-
cias por las que el alma pasa vida tras vida, van desarrollando gra-
dualmente su naturaleza espiritual, llevándola hacia la percepción
que culmina en la liberación completa. Ahora bien, el tipo y la
cantidad de esas experiencias no importan realmente, con tal de
que alcance su objetivo. Un individuo puede necesitar 100 vidas
de experiencias muy intensas y penosas, o mil vidas de experien-
cias de tipo enteramente diferentes, para alcanzar su perfección.
El camino no hay proceso es alcanzar la meta. El camino va por el
mundo de los fenómenos, es irreal e ilusorio, mientras que el obje-
tivo, la meta, están el mundo de lo eterno que es real.
Esta posibilidad de seguir diferentes caminos es lo que le permite
al Yogui acortar el proceso de su desenvolvimiento en los mundos
fenomenales y alcanzar la perfección en el tiempo más corto posi-
ble. No está obligado a ir por el camino largo y tendido que la
humanidad en conjunto está hollando para su evolución. El Yogui
puede salirse de ese camino ancho y tomar el sendero ascendente,
corto y difícil, hacia la cumbre de la montaña, o sea el camino de
la Yoga. pero si está resuelto a irrumpir a través del mundo de
fenómenos hacia el mundo de la Realidad, debe antes comprender
la naturaleza de sus fenómenos y la manera como la mente los
percibe. Es por eso que Patanjali trata este asunto en este sutra.

492
Libro IV

Objetos y los tres gunas (IV.13-IV.14)

13. Las características estén latentes o en potencia, par-


ticipan de la naturaleza de los tres gunas (o cualida-
des de la materia).

Las gunas son las tres cualidades: sattva, rajas y tamas cuya gro-
sera manifestación es el universo sensible. El pasado y el futuro
provienen de los diferentes modos de manifestación de estas gu-
nas. Las características son, en realidad, las cualidades, capacida-
des y facultades que el hombre manifiesta o puede manifestar (da-
das las condiciones adecuadas). Son, como hemos visto, el resul-
tado o los efectos de su experiencia pasada, acumulada durante
todo el ciclo de vidas hasta la fecha. Los efectos de los contactos,
desenvolvimientos y desarrollos que lo han regido, desde los albo-
res de su individualidad hasta el ciclo actual de vida, han produci-
do lo que es y lo que tiene en la actualidad. Debe tenerse en cuen-
ta que estos factores que se resumen en el término general de "ca-
racterísticas", conciernen a la forma y a su respuesta a la vida es-
piritual inmanente.
Se producen con la misma rapidez con que el Morador Interno
espiritual puede plasmar su impronta sobre la sustancia de esas
formas, obligarlas a cumplir su voluntad, controlarlas y someter-
las. La forma tiene ciertas actividades vibratorias propias, inheren-
tes a su naturaleza. Identificándose con la forma y utilizándola, el
Morador Interno desarrolla dos series de características. Una serie
se manifiesta en el yo inferior, y concierne a la adaptabilidad de la
forma, a la influencia interna y al medio ambiente externo. La otra
concierne a las tendencias, impulsos y deseos que tienden a afec-
tar, permanentemente, al cuerpo del yo superior o causal. De allí
que estas características tengan, en ambos casos, que ver con el
ritmo o gunas de la materia.

493
Libro IV

Podría decirse que todo cuanto somos es producto del pasado y se


manifiesta como característica de la forma de la personalidad. Lo
que seremos en la próxima encarnación lo determina la capacidad
del verdadero hombre para ejercer influencia sobre ese yo perso-
nal, obligarlo a cumplir fines elevados y elevar su grado de vibra-
ción. Una cosa es el hombre cuando viene a la encarnación y otra
cuando sale de ella, porque entonces es el producto del pasado,
además de lo realizado en la vida presente; lo adquirido bajo el
gran impulso evolutivo lo ha llevado inevitablemente a una condi-
ción sáttvica o rítmica armoniosa, y lo ha alejado de la condición
tamásica de inercia, de inmovilidad. Esto se obtiene imponiendo
las características de actividad, el guna intermedio, que predomi-
nantemente regula la actividad externa e impulsa al hombre hacia
la experiencia sensoria.
Puesto que las tres GUNAS son los tres principios fundamentales
del movimiento (inercial, movilidad, vibración), y puesto que la
base de la manifestación de toda clase de Dharmas está el movi-
miento de uno u otro tipo, se deduce que estos Dharmas debe de-
pender de la naturaleza de las gunas.
Pero lo que este sutra afirma es de un carácter omniabarcante; com-
prende no solamente las propiedades físicas que podemos conocer
con nuestros sentidos físicos, sino también las propiedades sútiles
pertenecientes a mundos más sútiles. Cobija dentro de su alcance
pensamientos, emociones y toda clase de fenómenos que implican
propiedades. Al decir "inmanifestadas" cubre no solamente propie-
dades relacionadas con planos más sutiles, sino también las que aún
no se han manifestado y se encuentran latentes. La única diferencia
entre propiedades latentes y propiedades manifestadas, es que las
manifestadas son el resultado de combinaciones particulares de
gunas en acción, mientras que las latentes son combinaciones teóri-
cas de gunas que todavía están inactivas pero existen potencialmen-
te en la Materia. Millares de nuevos compuestos se están produ-
ciendo cada año en el campo de la química. Cada uno de ellos re-
presenta una nueva combinación de Gunas que estaba latente y que

494
Libro IV

sólo ahora se manifiesta. La Materia es como un órgano que tiene la


potencialidad de producir una innumerable cantidad de sonidos o
notas. Las propiedades manifestadas son las notas que se tocan y
quedan su sonido específico; las propiedades inmanifestadas son las
notas que están salientes, en reposo. Pero todas están allí, dispues-
tas a brotar en cualquier momento a desempeñar su papel en los
fenómenos que están ocurriendo por doquier y a todo momento.

495
Libro IV

14. La manifestación de la forma objetiva se debe a la cen-


tralización de la causa que produce efectos (la unificación
de las modificaciones de la sustancia mental o chitta).

El impulso hacia la evolución, o apropiarse de una forma, es tan do-


minante y el resultado del pensamiento egoico está tan centralizado,
que resulta inevitable la manifestación objetiva. La sustancia mental
o chitta (en el gran proceso de apropiarse de una forma) está tan
completamente unificada, y el deseo de experimentar por medio de
contactos en el plano físico es tan dominante, que todas las modifica-
ciones de la mente van dirigidas hacia el mismo objetivo.
Cuando la condición se invierte y el hombre en el plano físico efectúa
su propia liberación, lo hace por el mismo método, o sea la centraliza-
ción y unificación. Ciertas frases relacionadas con el simbolismo de la
estrella de cinco puntas, en El Antiguo Comentario, aclaran esto:
"La sumersión es hacia abajo, hacia la materia. El punto des-
ciende, precipitase a través de la esfera acuosa y penetra en
lo inerte, inmóvil, oscuro, silencioso y remoto. El punto de
fuego y de piedra se unen, alcanzándose la armonía y unión
en el sendero descendente".
"El vuelo es hacia arriba, al espíritu. El punto asciende, ele-
vando a los dos que están detrás, y los tres y los cuatro se ex-
tienden hasta aquello que está detrás del velo. El agua no
consigue apagar el punto de fuego; de esta manera el fuego
se une al fuego y se fusionan. Se logra armonía y unión en el
arco ascendente. Así el Sol se desplazará hacia el norte".

Cualquiera que conozca algo sobre ciencia sabrá que todo objeto ma-
terial puede descomponerse en sus componentes físicos, químicos,
atómicas, etc. Y que éstos se resulten finalmente en diferentes clases
de fuerzas y movimientos, no quedando nada ―material‖ en el sentido
usual de la palabra. Todo es un juego de diferentes clases de fuerzas y
movimientos donde las tres gunas se transforman incesantemente.

496
Libro IV

La mente percibe objetos (IV.15-IV.17)

15. Ambas, conciencia y forma, son distintas y están se-


paradas; aunque las formas sean similares, la concien-
cia puede funcionar en diferentes niveles del ser.

Este aforismo no debe considerarse separado del posterior, el cual


afirma que la Mente una o Vida una, es la potente causa de todas
las mentes y vidas menores diferenciadas. Esto debe tenerse siem-
pre en cuenta. En este aforismo van implícitas tres ideas principa-
les.
Primero, que hay dos líneas principales de evolución; una con-
cierne a la materia y la forma, la otra al alma, el aspecto concien-
cia, el pensador en manifestación. Cada uno de estos senderos de
progreso difieren, cada uno sigue su curso. Como ya se ha obser-
vado, durante un prolongado periodo de tiempo, el alma se identi-
fica con el aspecto forma y trata de seguir el "Sendero de la Muer-
te", porque en efecto, para el pensador ese es el sendero oscuro.
Más tarde, por medio de un gran esfuerzo, cesa esta identifica-
ción; el alma se hace consciente de sí misma y de su propio sende-
ro o dharma; entonces sigue el camino de la luz y de la vida. Sin
embargo, debe tenerse siempre en cuenta entre ambos aspectos,
que el propio sendero de cada uno es el de la derecha, y que los
impulsos ocultos en el vehículo físico o en el cuerpo astral, no son
en sí malos. Son malos, desde cierto ángulo, cuando se tergiversa
su correcto empleo. La comprensión de esto condujo a exclamar al
discípulo, según el Libro de Job: "He pervertido lo que era correc-
to". Las dos líneas de desenvolvimiento son separadas y distintas.
Ésta es una de las cosas que el aspirante debe aprender.
Cuando el aspirante ha comprendido esto, trata de ayudar a la evo-
lución de sus formas de dos maneras: primero, negándose a identi-
ficarse con ellas y, segundo, estimulándolas. Aplicando la fuerza
espiritual también se dará cuenta de la etapa de evolución en que

497
Libro IV

se encuentran sus hermanos, y no criticará lo que para él consti-


tuirían acciones erróneas y para ellos es la actividad natural de la
forma, durante el ciclo en que forma y alma están identificadas y
se consideran una misma cosa.
La segunda línea principal de pensamiento, implicada en el afo-
rismo 15, es más difícil de expresar. Proporciona color y veraci-
dad a la controversia de muchos pensadores, de que las cosas exis-
ten y tienen forma y actividad sólo en la medida que la mente del
pensador las formula. En otras palabras, mediante las modifica-
ciones de nuestro principio pensante construimos nuestro propio
mundo y creamos nuestro propio ambiente. La deducción, por lo
tanto, es que (dada una sustancia básica espíritu-materia) la entre-
tejemos en formas, por nuestros propios impulsos mentales. Otros
perciben lo que nosotros vemos, porque algunas de las modifica-
ciones de sus mentes son análogas a las nuestras y sus reacciones
e impulsos, similares en cierto aspecto. Sin embargo, dos personas
no ven un objeto exactamente de la misma manera. Las cosas o
formas de materia existen realmente; han sido creadas o están en
proceso de creación, y de ellas son responsables alguna mente o
varias mentes. Entonces surge la cuestión de quién es responsable
de las formas mentales que nos circundan.
El comentario y la traducción de Dvivedi apoya más esta segunda
línea de pensamiento que la paráfrasis de el Tibetano; sería de
valor que la estudiáramos, porque cuando muchas mentes encaran
un problema, permite apreciarlo en su magnitud, se evitan las su-
perficialidades y vanas conclusiones y se hace posible el acerca-
miento a la verdad. El punto de vista sintético está más cerca de la
verdad que el especializado. Dvivedi dice: "Aunque las cosas son
similares, la causa de la mente y de las cosas es distinta debido a
las diferencias de las mentes".
"Las consideraciones precedentes establecen, de manera indirecta,
la existencia de cosas como objetos externos a la mente. Los Vij-
nanavadi Budas, al sostener que las cosas sólo son reflejos de

498
Libro IV

nuestro principio pensante, pondrían objeciones a ese punto de


vista. La objeción no resistiría al análisis, porque la existencia de
cosas separadas del principio pensante es real. Aunque existe,
ciertamente, la similitud completa entre objetos del mismo tipo,
aún así, el modo en que los objetos afectan a la mente y en que es
afectada por ellos, es enteramente distinta. En consecuencia, los
objetos existen fuera del principio pensante. Aunque los objetos
son similares, no se presentan a mentes diferentes bajo la misma
luz, lo cual demuestra que están separados de la mente. También
muchas veces oímos decir a algunas personas que han visto un
mismo objeto como lo han visto otras. Esto probaría que a pesar
de que el objeto es uno solo, los conocedores son muchos. Esta
circunstancia demuestra la diferencia entre el objeto y la mente.
Asimismo, el vidente y lo visto, o sea la mente y el objeto, o el
instrumento de conocimiento y el objeto de conocimiento, no
pueden ser uno y el mismo, porque entonces todo conocimiento
característico sería una imposibilidad, lo cual es absurdo.
La tentativa de solucionar esta dificultad, diciendo que el eterno
Vasana de la forma de los objetos externos es la causa de nuestro
conocimiento característico, es inútil, pues lo que se ha debilitado
por sí mismo no puede convertirse en causa. Por lo tanto la exis-
tencia objetiva debe aceptarse como independientemente del suje-
to. Tampoco cabe imaginar cómo una sola sustancia, prakriti (la
Materia), puede producir, en este caso, toda la multiplicidad de
diferencias en nuestra experiencia, porque los tres gunas y sus
diversas combinaciones, en diferentes grados, lo justifican sufi-
cientemente.
En el caso de los yoguis adecuadamente iluminados, es natural
que cuando el conocimiento ha producido en ellos el supremo
Vairagya, no se preocupen de los gunas, los cuales también alcan-
zan un estado de equilibrio y no producen efecto".

499
Libro IV

La tercera línea de pensamiento se refiere más específicamente


al aspecto comprensión, o a la percepción del pensador inmanen-
te, por lo tanto tiene un valor práctico inmediato para el estudiante
de Raja Yoga, la cual implica ciertas preguntas que se pueden
formular de la manera siguiente:
1. ¿En qué nivel del ser o de comprensión (porque la idea es
idéntica para el estudiante ocultista) actuó?
2. ¿Me identifico con la forma o con el alma?
3. ¿Qué sendero sigo, el superior del alma o el inferior de la
materia?
4. ¿Me encuentro en un período de transición, donde mi com-
prensión se está transfiriendo de la conciencia inferior a la
superior?
5. Aunque esté en el cuerpo, ¿es éste meramente un instru-
mento y estoy despierto en otro plano de percepción?

500
Libro IV

16. Las numerosas modificaciones de la mente una, pro-


ducen las diversas formas que, para subsistir, depen-
den de esos numerosos impulsos mentales.

En estas palabras, todo el concepto pasa de la esfera particular al


reino de lo universal. Nos pone frente a los impulsos cósmicos y
solares y evidencia la insignificancia y pequeñez de nuestro pro-
blema individual. Toda forma en manifestación es el resultado del
pensamiento de Dios; todo vehículo objetivo, por medio del cual
fluyen los impulsos vitales del universo, es producido y manteni-
do en manifestación objetiva, por la constante afluencia de co-
rrientes mentales que emanan de un solo y maravilloso pensador
cósmico. Sus métodos misteriosos, su plan oculto y secreto, el
gran propósito para el cual trabaja en este sistema solar, no son
todavía evidentes para el hombre; sin embargo, cuando pueda
pensar en términos más amplios, desarrollar el poder de visualizar
el pasado como una totalidad y unificar su conocimiento acerca de
la vida de Dios, expresándose en los reinos de la naturaleza, y
cuando aumente su comprensión de la naturaleza de la conciencia,
entonces le será evidente la voluntad de Dios basada en una acti-
vidad amorosa.
La clave del cómo y el por qué, reside en la comprensión del
hombre de sus propias actividades mentales. La apreciación de la
gran forma mental de Dios, el sistema solar y su mantenimiento,
se desarrolla en el hombre a medida que comprende sus propias
formas mentales y la manera de construir y crear su propio medio
ambiente y colorar su propia vida. El hombre construye sus propios
mundos por el poder de sus procesos mentales o por las modifica-
ciones de ese fragmento del principio mental universal del cual se
ha apropiado para uso particular.
Debe recordarse que el Logos solar, Dios, es la suma total de todos
los estados de conciencia o percepción. El hombre (la humanidad
en conjunto o la unidad individual) es parte de ese todo Las innu-

501
Libro IV

merables mentes, desde la del átomo (reconocido por la ciencia)


hasta la mente de Dios mismo, pasando por todos los grados de
pensadores y etapas de percepción, son responsables de todas las
formas que se hallan en nuestro sistema. A medida que trabajamos,
desde lo infinitamente pequeño a lo infinitamente grande, desde el
microcosmos al macrocosmos, se evidencia un estado de concien-
cia en gradual expansión y un constante crecimiento de la percep-
ción. En esta escala de desarrollo, tenemos tres tipos predominantes
de formas, resultados de la mente:
1. La forma del átomo, el verdadero microcosmos.
2. La forma del hombre, el macrocosmos para todos los reinos sub-
humanos.
3. La forma de Dios, un sistema solar, el macrocosmos para el hom-
bre y para todas las etapas superhumanas.

Todas estas formas y las formas intermedias, dependen de alguna


vida, dotada de capacidad de pensar y también del impulso mental
para modificar e influir la sustancia sensoria y construir con ella
las formas.

502
Libro IV

17. Estas formas son conocidas o no, de acuerdo a las


cualidades latentes en la conciencia perceptora.

Este aforismo ha sido traducido por Charles Johnston con las si-
guientes palabras: "Un objeto es percibido o no, según que la
mente esté o no matizada por el color del objeto".
Vemos lo que somos y nos damos cuenta de ello debido a otras
formas que se desarrollan en nosotros mismos. No vemos aspectos
de la vida, porque todavía no hemos hecho contacto con lo divino
y lo desconocemos en nosotros. El aspecto forma y sus limitacio-
nes se desarrollan en nosotros, ocultando al alma de modo que
sólo nos damos cuenta de la forma de nuestro hermano y no ve-
mos su alma. En cuanto hacemos contacto con nuestra propia al-
ma y vivimos en su luz, vemos el alma de nuestro hermano, nos
damos cuenta de su luz, con lo cual cambia completamente nues-
tro acercamiento a él.
Aquí tenemos el indicio de nuestras limitaciones, aquí reside la
promesa de nuestro éxito. La facultad latente, una vez desarrolla-
da, nos revelará un mundo nuevo; los poderes ocultos del alma
una vez que hayan sido plenamente expresados, nos harán cons-
cientes de un nuevo mundo y nos revelarán un plan de vida y un
reino del ser que, hasta ahora, nos fue negado, porque no lo hemos
visto. De ahí la necesidad de que todo investigador de los miste-
rios de la existencia, aplique a su investigación todas las faculta-
des; de ahí también la necesidad de que se lleve a cabo este proce-
so de desenvolvimiento del alma y se desarrollen las facultades
potenciales si queremos comprender plenamente la verdad.

503
Libro IV

Iluminación de la mente (IV.18-IV.21)

18. El Señor de la mente, el perceptor, es siempre cons-


ciente de la constante actividad de la sustancia men-
tal, causa productora de efectos.

Tenemos en este aforismo una afirmación que constituye la clave


para la práctica efectiva y sin peligro de la meditación. Quien me-
dita es el alma, el ego, y su trabajo es actividad positiva, no un
estado o condición negativos. Gran parte del trabajo que se realiza
como meditación es peligroso o inútil, porque quien trata de con-
trolar es el hombre en el plano físico, cuyo esfuerzo está concen-
trado en lograr la quietud del cerebro. Trata de aquietar las células
cerebrales y hacerlas negativas, pasivas y receptivas. Sin embargo,
la verdadera meditación concierne al alma y a la mente; la recep-
tividad del cerebro es la reacción automática a la condición supe-
rior. Por consiguiente, en el Raja Yoga el contacto con el verdade-
ro hombre, el ego, y el poder de "aquietar las modificaciones del
principio pensante", deben preceder a toda actividad y respuesta
del cerebro. El Señor de la Mente está siempre despierto, pues se
da cuenta de la tendencia de la mente a responder a las corrientes
de fuerza, producidas por el pensamiento o el deseo. En conse-
cuencia, vigila toda emanación de fuerza que surge de él, y con-
trola todo pensamiento e impulso, de modo que únicamente se
originen corrientes de energía e impulsos alineados constantemen-
te con el propósito que tiene ante sí, y se pueda llevar a cabo el
plan grupal. Nunca debe olvidarse que todos los egos trabajan en
formación grupal, controlados directamente por esos pensadores
que encarnan el divino pensamiento logoico. Por lo tanto, el traba-
jo que cada aspirante trata de realizar consiste en poner la con-
ciencia del cerebro en línea con el pensamiento que le llega por
conducto de su propia alma-conciencia, y en la consumación de
esto el plan divino se va manifestando gradualmente en el plano
físico.

504
Libro IV

A medida que cada hijo de Dios conduce esa sustancia mental


activa, de la cual es responsable, a una condición capaz de res-
ponder al pensamiento divino, entonces el plan de las edades será
llevado a su fin. Nadie debe desesperarse por su aparente incom-
petencia o pequeñez, porque a cada uno se nos ha confiado una
parte del plan, y debemos desempeñarla; sin nuestra colaboración
se produce demora y confusión. A veces, cuando una ínfima parte
de un gran mecanismo no funciona correctamente, provoca gran-
des dificultades. Con frecuencia, son necesarios muchos ajustes
antes de que toda la máquina pueda marchar y realizar su trabajo
con buen resultado, y en el reino de la colaboración humana se
pueden presentar situaciones análogas.
La sustancia mental constantemente activa puede responder a la
vibración inferior que emana del triple hombre inferior, y a los
más elevados impulsos que surgen del alma, como intermediaria
entre espíritu y materia. El alma es siempre consciente de esta
condición; el hombre en el plano físico está ciego a ella, o recién
despierta a esta doble posibilidad. La tarea del que aspira a la
unión consiste en transferir gradualmente y poner acrecentadamen-
te la sustancia mental bajo los impulsos superiores, alejándola de la
vibración inferior, hasta convertir en una condición estable la res-
puesta a lo superior y que la actividad vibratoria del hombre infe-
rior se desvanezca y desaparezca.
Tan pronto como un objeto colorea la mente, el Espíritu presencia la
modificación, y esta presencia del Espíritu es lo que produce el co-
nocimiento del objeto. La primera condición indispensable para que
la mente ―conozca‖ cualquier objeto es que sea ―coloreada‖ por él y
la segunda es que el Espíritu presencie la modificación producida en
la mente. Investigaciones en psicología han demostrado que la mente
es modificada frecuentemente por objetos externos aunque no se de
cuenta de ello en el momento, la prueba de que han ocurrido esas
modificaciones está en que se pueden recuperar esas impresiones
hipnotizando a la persona más tarde, aunque él no les haya prestado
atención directa. De suerte que el hecho de que el espíritu presencie

505
Libro IV

las modificaciones producidas en la mente, es independientemente de


la actitud consciente de la mente. Por eso el Sutra incluye la palabra
sánscrita Sada que literalmente significa siempre. Lo que este sutra
quiere comunicar es que él Purusa o espíritu se da cuenta, de un mo-
do ininterrumpido, de todos los cambios que están ocurriendo en la
mente, y que no es posible que ninguno pase inadvertido por él, por-
que el espíritu es Omnisciente.

506
Libro IV

19. Debido a que la mente puede ser vista o conocida,


resulta evidente que no es la fuente de iluminación.

Este aforismo y los dos siguientes nos dan un acercamiento típicamen-


te oriental a un problema muy difícil, y este método de razonar no es
fácil de ser captado par las mentes occidentales. En las seis escuelas de
la filosofía hindú, todo el problema, relacionado con el origen de la
creación y la naturaleza de la mente, es desmenuzado y discutido y
tratado en forma tan completa, que prácticamente todas nuestras es-
cuelas modernas se pueden considerar retoños o consecuencia lógica
de las diversas conclusiones hindúes. La clave de la diversidad de opi-
niones sobre estos dos puntos quizás la encontremos en los seis tipos
en que todos los seres humanos se clasifican, porque el séptimo sólo es
la síntesis de todos ellos, siendo influyente y no excluyente.
En los aforismos de la yoga, la mente queda relegada a la posición
de instrumento, de intermediario, de placa sensible, que registra lo
que afluye a ella desde arriba o lo que la afecta desde abajo. Care-
ce de personalidad propia; no tiene vida o luz que le pertenezca,
excepto la inherente a toda sustancia y, por lo tanto, existente en
los átomos que constituyen la sustancia mental. Estos últimos,
hallándose en la misma línea evolutiva que el resto de la naturale-
za inferior, acrecienta la oleada de fuerzas materiales que tratan de
mantener prisionera al alma y constituyen la gran ilusión.
La mente, en consecuencia, puede ser conocida en dos sentidos: Pri-
mero, conocida, reconocida y vista por el pensador, el alma en su pro-
pio plano. Segundo, vista y conocida como vehículo del hombre en el
plano físico. Durante largo tiempo, el hombre se ha convertido en
aquello con lo cual se identifica, excluyendo al verdadero hombre es-
piritual, con el que es posible establecer contacto y a quien también se
lo puede conocer y obedecer, una vez que la mente queda relegada al
lugar que le corresponde como instrumento de conocimiento.
El primer eslabón en esta cadena es que la mente no es luminosa por sí
misma; es decir, que es incapaz de percibir por su propio poder, por-

507
Libro IV

que ella mismo es perceptible. No es como el Sol que brilla por su


propia luz, sino como la Luna que brilla por la luz de otro cuerpo ce-
leste. El hecho que la mente es perceptible lo atestigua nuestra expe-
riencia ordinaria.: podemos observar sus actividades y modificaciones
cuando queremos hacerlo. Es cierto que cuando nuestra atención está
dirigida hacia fuera no somos conscientes de los cambios que están
ocurriendo en nuestras mentes. Pero podemos a cualquier momento
dirigir nuestra atención hacia adentro y observar estos cambios.
Una analogía del plano físico puede ayudarnos a comprender esto. El
ojo es uno de nuestros principales órganos, por medio del cual adqui-
rimos conocimiento, el medio por el cual vemos. Sin embargo, no
cometemos el error de considerar al ojo como fuente de luz ni aque-
llo que trae revelación. Lo conocemos como instrumento que res-
ponde a ciertas vibraciones de la luz, mediante lo cual transmite a
nuestro cerebro, esa gran placa receptora del plano físico, cierta in-
formación acerca de este plano. Para el alma, la mente actúa también
como el ojo, o como una ventana mediante la cual llega información,
pero en sí misma no es la fuente de luz ni de iluminación.
Resulta interesante observar aquí que cuando el cerebro y la mente se
coordinaron (como ocurrió por primera vez en los días de Lemuria),
simultáneamente se desarrolló el sentido de la vista A medida que la
evolución avanza, tiene lugar una coordinación superior, pues el al-
ma y la mente llegan a unificarse. Entonces el órgano de la visión
sutil (el tercer ojo) empieza a actuar, y en vez de mente, cerebro y
dos ojos, aparece otra triplicidad: alma, mente y tercer ojo. En conse-
cuencia, el cerebro no es la fuente de iluminación, sino que llega a
percibir la luz del alma y lo que ésta revela en su reino. Simultánea-
mente se desarrolla el tercer ojo, que revela a su poseedor los secre-
tos de los reinos más sutiles de los tres mundos, de manera que el
cerebro recibe iluminación, información y conocimiento desde dos
direcciones: del alma, por conducto de la mente, y de los planos más
sutiles de los tres mundos, por conducto del tercer ojo. Se ha de re-
cordar aquí que el tercer ojo revela, principalmente, la luz que se
encuentra en el corazón de todas las formas de manifestación divina.

508
Libro IV

20. Tampoco la mente puede conocer dos objetos si-


multáneamente, ella y lo que está fuera de ella.

Ninguna de las envolturas, por medio de las cuales el alma actúa,


posee conocimiento de sí misma; son únicamente canales, a través
de los cuales se obtiene conocimiento, y pasan las experiencias de
la vida. La mente no se conoce a sí misma, porque ello supondría
ser consciente de sí misma; por lo tanto, careciendo de conciencia
individual no puede decir: "Esto soy yo, yo misma, y esto es ex-
terno a mí; en consecuencia el no-yo". Es simplemente otro senti-
do, por medio del cual obtenemos información y se nos revela un
nuevo campo de conocimiento. No es más que un instrumento,
como se dijo antes, capaz de una doble función: registrar contac-
tos de una de las dos direcciones y transmitir tal conocimiento al
cerebro desde el alma, o al alma desde el hombre inferior. Esto
merece una reflexión: la tendencia de nuestro esfuerzo es llevar
ese instrumento a una condición donde puede ser utilizado con el
mayor provecho posible. Los tres últimos métodos de yoga tratan
de lograrlo. Como ya se ha considerado anteriormente, no es ne-
cesario que lo ampliemos.
Le es imposible ser ambas cosas simultáneamente. En otras pala-
bras, la consciencia no puede ser objeto de percepción por parte
de la mente. Por eso no nos es posible conocer lo que es la cons-
ciencia mientras nosotros estemos dentro de los campos de la
mente. En tanto que el aspecto cognitivo de la consciencia actúe
por medio de la mente, estará dirigido hacia fuera percibiendo lo
que esté en el campo de la mente. Tan sólo cuando se libera de su
sujeción a la mente y se vuelve hacia adentro sobre sí misma, la
consciencia puede conocerse a sí misma, como se explica en el
aforismo IV-22.

509
Libro IV

21. Si el conocimiento de la mente (chitta) es postulado


por otra mente lejana, se inferirá que existe un
número infinito de conocedores, y las consecutivas
reacciones de la memoria tenderán a confundir gran-
demente.

Una de las explicaciones dadas respecto a las funciones de la men-


te se refiere a su capacidad de apartarse de sí misma y considerar-
se como algo separado, convirtiéndose así en confusas partes se-
paradas, distanciadas unas de otras, que (cuando la idea es llevada
a una conclusión lógica) conduce a una situación caótica. Todo
esto proviene de la negativa de los pensadores ortodoxos, filóso-
fos y mentalistas, a admitir la posible existencia de una entidad
alejada y separada de la mente, que trata sólo de utilizarla como
medio para adquirir conocimiento. El problema ha surgido, en
gran parte, del hecho de que el pensador no puede ser conocido
hasta que la mente se haya desarrollada; puede ser presentido y
sentido por el místico y el devoto, pero no es posible su conoci-
miento (en el significado corriente del término) antes de que se
desarrolle el instrumento del conocimiento, la mente. Aquí es
donde el conocimiento oriental se introduce y aclara el trabajo tan
maravillosamente realizado por la ciencia mental y la ciencia cris-
tiana, que han hecho hincapié en la mente individual y en la uni-
versal, y nuestra deuda hacia ellos es grande. La naturaleza de la
mente, su propósito, control, problemas y procesos son hoy temas
de discusión general, lo cual no ocurría hace cien años. Pero, con
todo ello, existe mucha confusión debido a nuestra tendencia mo-
derna a deificar la mente y a considerarla único factor importante.
La ciencia oriental viene en nuestra ayuda, y nos dice que detrás
de la mente, está el pensador, detrás de la percepción, el perceptor,
y detrás del objeto observado, el observador. Este pensador, per-
ceptor y observador es el yo inmortal e imperecedero, el alma en
contemplación.

510
Libro IV

Buddhi y liberación (IV.22-IV.26)

22. Cuando la inteligencia espiritual, que permanece sola


y libre de los objetos, se refleja en la sustancia men-
tal, entonces se obtiene la percepción del yo.

Conocemos a la inteligencia espiritual, el hombre real, el Hijo de


Dios, eterno en los Cielos, por muchos y variados nombres, según
la escuela de pensamiento. La lista de sinónimos dada a continua-
ción es de utilidad para el estudiante, porque le da una visión más
amplia y una comprensión incluyente, revelándole el hecho de que
los Hijos de Dios, revelados o no, se encuentran en todas partes.
La inteligencia espiritual ........ El Regente Interno ........ El Verbo hecho carne.
El alma .................................... El segundo aspecto ....... El AUM.
La entidad autoconsciente ..... La segunda Persona ...... El Pensador.
El Cristo ................................... Dios encarnado ............. El Observador, el Perceptor.
El Yo ........................................ El hijo de la mente ........ El Constructor de formas.
El Yo superior .......................... El Manasaputra divino .. La fuerza.
El Hijo de Dios ......................... El Agnishvattva .............. El Morador del cuerpo.

Éstos y otros muchos términos están diseminados en todas las Escri-


turas y literaturas del mundo. Sin embargo, en ningún otro libro como
en el Bhagavad Gita se representa tan maravillosamente la naturaleza
del alma, tanto macrocósmica (el Cristo cósmico) como microcósmica
(el Cristo individual). Los tres libros: El Bhagavad Gita, El Nuevo Tes-
tamento y Los Aforismos de la Yoga, contienen un cuadro completo del
alma y su desenvolvimiento. Cuando en el estado de Samadhi la con-
ciencia ha penetrado dentro del nivel más profundo de la Mente, y luego
trasciende ese mismo nivel finalmente, queda libre por completo de la
acción limitadora y oscurecedora de la mente, y sólo entonces es cuando
realiza su verdadera naturaleza o ―se conoce así misma‖. En este estado
el conocer, lo conocido y el conocimiento se funden todos en una Reali-
dad auto-Iluminada. De suerte que la pregunta de ¿cómo conocer la
consciencia misma? Es Buceando dentro de nuestra conciencia en Sa-
madhi hasta que la mente en su forma más sutil quede trascendida.

511
Libro IV

23. Así la sustancia mental, reflejando al conocedor y lo


conocible, deviene omnisciente.

Este aforismo es una especie de resumen; hace resaltar el hecho de


que la mente, estando aquietada y pasiva durante la práctica de la
concentración y la meditación, se convierte en el reflector "de lo
que está arriba y de lo que está abajo". Es el transmisor del cono-
cimiento del yo al cerebro físico del hombre en encarnación, y
además el transmisor de todo lo que el yo conoce y percibe. Ve y
conoce el campo de conocimiento. El Conocedor es también per-
cibido y la "percepción de todos los objetos" llega a ser posible.
Por lo tanto, es literalmente verdad que para el yogui nada hay
oculto o desconocido. Obtiene información sobre todos los temas,
porque posee un instrumento que puede utilizar para cerciorarse
de lo que el alma sabe respecto al reino de Dios, el reino de la ver-
dad espiritual. Puede entrar en comunicación con el alma e impar-
tirle lo que el hombre conoce en encarnación física, de manera que
el conocedor, el campo del conocimiento y el conocimiento mismo,
entran en conjunción, siendo la mente el medio para ello.
Ésta es una gran etapa en el sendero de retorno; aunque a su debido
tiempo la intuición reemplazará a la mente y la percepción espiritual
directa tomará el lugar de la percepción mental, no obstante, esta eta-
pa es avanzada e importante y abre la puerta para que la luz entre di-
rectamente. Nada debe ahora entorpecer el descenso de la fuerza y la
sabiduría espiritual al cerebro, porque el entero triple hombre inferior
ha sido purificado y dominado; los cuerpos físico, emocional y mental
forman simplemente un canal para la luz divina y constituyen el vehí-
culo por el cual la vida y el amor de Dios pueden manifestarse.
La importancia de este poder omnisciente en que aquí la Mente no
representa tan sólo el medio a través del cual se expresa el intelecto,
sino que representa el medio omniabarcante a través del cual se per-
ciben fenómenos de toda clase. Desde el plano físico al Átmico. La
Mente es pues co-extensiva con la Materia, ambas son trascendidas
simultáneamente cuando el Espíritu alcanza la Realización Directa.
512
Libro IV

24. La sustancia mental, reflejando como lo hace, una


infinidad de impresiones de la mente, se convierte en
instrumento del yo y actúa como agente unificador.

Nada le queda por hacer al hombre espiritual en conexión con este


yo inferior purificado, sino aprender a utilizar su instrumento, la
mente, por medio de la cual los otros dos cuerpos son dirigidos,
controlados y utilizados. Este instrumento ha sido descubierto, des-
arrollado y dominado, aplicando los ocho métodos de yoga, y ahora
debe ser utilizado y aplicado en forma activa, de tres maneras:
1. Como vehículo para la vida del alma.
2. En servicio de la Jerarquía.
3. En colaboración con el plan de la evolución.

En el Libro I, Af. 41, hallamos estas palabras: "Aquel que ha con-


trolado totalmente sus vrittis (modificaciones de la sustancia men-
tal) llega a un estado de identificación y similitud con lo que ha
conocido. El conocedor, el conocimiento y el campo del conoci-
miento se convierten en uno, así como el cristal toma los colores
de lo que refleja." Esto nos da una idea de lo que ocurre al hombre
que ha dominado su instrumento. Registra en su cerebro, por con-
ducto de la mente, lo que es verdadero y real. Llega a darse cuenta
de la naturaleza del ideal, y dedica todo su poder en concretar tal
ideal objetivamente; percibe la visión del reino de Dios, tal como
será en el futuro, y entrega todo cuanto tiene y es, a fin de que tal
visión sea percibida por todos; conoce el plan, porque le ha sido
revelado en el "lugar secreto en el Monte de Dios", y colabora inte-
ligentemente con el plan en el plano físico. Oye la Voz del Silencio
y obedece sus mandatos, trabajando constantemente en la tarea de
vivir espiritualmente en un mundo consagrado a cosas materiales.
Todo es posible para el hombre que ha aquietado la versátil natu-
raleza síquica y ha dominado la soberana ciencia de Raja Yoga.
En la literatura oculta de los adeptos, las siguientes estrofas com-

513
Libro IV

pendian el estado del hombre que ha realizado; es amo no sirvien-


te; conquistador, no esclavo:
"El quinto ha penetrado en la paz, sin embargo deambula por
nuestra esfera. Lo que es denso y oscuro brilla ahora con luz clara
y pura, y el resplandor fluye de los siete lotos sagrados. Ilumina al
mundo e irradia en los lugares más profundos con fuego divino".
"Lo que ha matado y velado lo Real durante muchos y prolon-
gados eones, es muerto y, con su muerte, termina la vida se-
parada. Se ve al Uno. Se oye la Voz: Se conoce lo Real y se
percibe la Visión. El fuego de Dios surge hacia arriba y se con-
vierte en llama".
"El lugar más oscuro recibe luz. Amanece en la tierra. La fuen-
te del día vierte desde las alturas sus brillantes rayos sobre el
infierno mismo, y todo es luz y vida".

Entonces el yogui liberado, se halla ante una alternativa. Enfrenta


un problema espiritual cuya naturaleza está descrita en el frag-
mento extraído de un antiguo catecismo esotérico:
"¿Qué ves ¡oh! liberado?
Veo muchos que sufren, lloran y claman ayuda, Maestra".
"¿Qué harás, ¡oh! hombre de paz?
Volveré al lugar de donde he venido".
"¿De dónde vienes tú, Peregrino divino?
De lo más profundo de la oscuridad, de allí ascenderé a la luz".
"¿A dónde vas tú, ¡oh! Viajero en el camino ascendente?
Vuelvo a las profundidades de la oscuridad, lejos de la luz del día".
"¿Para qué das este paso, ¡oh! Hijo de Dios? Para levantar a los que
tropiezan en la oscuridad e iluminar sus pasos en el sendero".
"¿Cuándo termina el servicio, ¡oh! Salvador de hombres?
Lo ignoro; sólo sé que mientras alguien sufra, me quedaré y serviré".

514
Libro IV

25. El estado de unidad aislada (absorbido en la verdade-


ra naturaleza del Yo) es la recompensa del hambre
capaz de discriminar entre la sustancia mental y el
yo, u hombre espiritual.

El estado de unidad aislada no debe ser considerada como una


reacción separatista, sino resultado de un estado mental particular.
Toda práctica de meditación, todo momento de reflexión, todo
ejercicio de afirmación, toda hora de recogimiento de nuestra pro-
pia y verdadera naturaleza, son medios que empleamos para apar-
tar la mente de las reacciones y tendencias inferiores y adquirir el
hábito de reconocer constantemente la propia naturaleza divina.
Una vez lograda esa comprensión, no son ya necesarios tales ejer-
cicios y entramos en posesión de nuestra herencia. El aislamiento, a
que se hace referencia, es la separación del yo del campo del cono-
cimiento, e implica la negativa del yo a buscar experiencia sensoria
externa, manteniéndose firme en el estado espiritual del ser.
El hombre llega a ser consciente de sí mismo como conocedor; ya
no se interesa principalmente en el campo del conocimiento, como
en las primeras etapas de su desenvolvimiento; tampoco se ocupa
del conocimiento mismo, como lo hizo durante la etapa de desen-
volvimiento mental, ya sea como hombre evolucionado o como
discípulo. Puede discernir entre los tres; en adelante ya no se iden-
tifica ni con el campo del conocimiento -la vida de los tres mun-
dos por medio de sus tres vehículos y los cinco sentidos, además
de la mente-, ni con el conocimiento obtenido, ni con la experien-
cia sufrida. Conoce al yo. Se identifica con el verdadero conoce-
dor; así ve las cosas tal cual son, disociándose totalmente del
mundo de la percepción sensoria.
Sin embargo, hace esto mientras actúa en la tierra como ser
humano. Participa de la experiencia terrena; se sumerge en las
actividades humanas; camina entre los hombres; come, duerme,

515
Libro IV

trabaja y vive. No obstante, todo el tiempo "está en el mundo,


pero no es del mundo", de él se puede decir lo que se dijo del
Cristo:
"Quien siendo a imagen de Dios, no consideró usurpación ser
igual a Dios". "Pero no creó reputación para sí, sino que asumió
la forma de sirviente y fue hecho a semejanza de los hombres". "Y
reducido a la condición de hombre, se humilló y se hizo obediente
hasta la muerte, hasta morir en la cruz". (Fil. 2: 6, 7 y 8)
Se ha unificado con el alma de todos; pero separado y aislado de
todo lo que concierne a la forma o naturaleza material. Los tres
aforismos siguientes deben ser considerados como uno, pues pro-
porcionan una imagen del crecimiento gradual de la naturaleza
espiritual del hombre que ha alcanzado el estado de desapego dis-
criminador y, por el total desapasionamiento, sabe lo que significa
la "unidad aislada".

516
Libro IV

26. Entonces la mente tiende a la discriminación y al


acrecentamiento de la iluminación, respecto a la ver-
dadera naturaleza del Yo uno.

Cuando el yogui se da cuenta que incluso la consciencia Átmica es


ahora insuficiente, se resuelve a romper el último grillete renuncian-
do a la gloria y saber del plano átmico. De ahí en adelante todos sus
esfuerzos se dirigen hacia la obtención de Kaivalya (Liberación) por
el constante ejercicio de aquel discernimiento intenso y penetrante
que es el único capaz de perforar el último velo de la Ilusión. Este
sutra y los tres siguientes arrojan alguna luz sobre esta lucha final del
alma para libertarse completamente de la sujeción a la materia antes
alcanzada Kaivalya.
Se verá que aquí se menciona a la ―mente‖ como la que adelanta
esta lucha. La mente está gravitando hacia Kaivalya. Pero ¿como
puede esa Mente que estamos tratando de trascender, luchar para
libertase de sí misma? Sería como si una persona tratara de levan-
tarse abrochándose los cordones de sus zapatos. La resolución de
esta paradoja está en que no es realmente la mente la que está lu-
chando por libertar la conciencia de las limitaciones en que ha
quedado envuelta. Detrás de la mente está el Espíritu que a lo lar-
go del ciclo evolutivo es la verdadera fuerza propulsora de la lu-
cha por alcanzar la Realización- Directa. Cuando las limaduras de
hierro son atraídas por un imán, parecen moverse por sí mismas,
pero en realidad la causa del movimiento es el imán que ha indu-
cido un magnetismo en ellas.
Las armas que se utilizaron en esta última etapa de la lucha por la
liberación son el discernimiento y el desapego. Así como él yo-
gui entro en el sagrado camino de la yoga por discernimiento y
desapego, así también sale de este camino por el discernimiento y
desapego.

517
Libro IV

Interrupciones en la liberación (IV.27-IV.28)

27. Sin embargo, por la fuerza del hábito, la mente re-


flejará otras impresiones mentales y percibirá los
objetos de percepción sensoria.

―En los intervalos surgen otros contenidos, por la fuerza de las


impresiones‖. Este Sutra describe la oscilación de la consciencia
en los límites que separan lo real de lo irreal. El Iniciado está
tratando de mantener firmes sus pies en el mundo de la realidad,
pero es arrastrado una y otra vez al campo de la ilusión, aunque
Ilusión sea del tipo más sutil. No puede mantenerse bien firme
en ese estado de consciencia de Discernimiento Cognitivo, y
cada aflojamiento en el esfuerzo va seguido instantáneamente
por la aparición de un contenido mental que caracteriza el fun-
cionamiento de la consciencia por medio de la mente. ―Conteni-
do‖ es, como ya hemos visto, una palabra que usamos general-
mente para indicar lo que la mente contiene cuando la conscien-
cia está funcionando normalmente por medio de un vehículo de
cualquier grado de sutilidad.
Solamente en el Samadhi más elevado no hay ningún contenido,
pero ello se debe a que la consciencia está pasando por una fase
crítica y está realmente en suspenso entre los vehículos. Incluso en
el nivel más elevado de la Mente correspondiente al plano Átmico
existe un contenido, aunque es imposible visualizar a que se parece.
Cuando la consciencia retrocede a cualquier vehículo inferior, por
haber relajación del discernimiento, el contenido del plano corres-
pondiente emerge de inmediato en el campo de la consciencia.
¿Por qué retrocede la consciencia del Yogui a los vehículos que ha
trascendido, y porque aparecen una y otra vez estos contenidos, en
esta tapa del progreso hacia la Realización-Directa? Porque las im-
presiones que ha traído de su pasado están presentes todavía en sus
vehículos en estado adormecido, y emergen en su consciencia tan
518
Libro IV

pronto como hay una relajación en el esfuerzo o una temporaria


interrupción del Discernimiento Cognitivo. Mientras estas ―semi-
llas‖ subsistan adormecidas y no hayan sido ―quemadas‖ por el
Samadhi más elevado, volverán a retoñar en la consciencia tan
pronto como se presenten condiciones propicias.

519
Libro IV

28. Estos reflejos tienen el carácter de obstáculos, y el


método para vencerlos es el mismo.

Una vez establecida la correcta tendencia y ritmo, sólo es cuestión


de una constante perseverancia, sentido común y resistencia. A no
ser que se ejerza la máxima vigilancia, los antiguos hábitos menta-
les se reafirmarán muy fácilmente, y por lo tanto hasta la última
iniciación el aspirante debe "vigilar y orar".
Las reglas que rigen el triunfo, las prácticas que traen el éxito, son
las mismas tanto para el luchador experto avanzado y el iniciado,
como para el neófito más humilde. En el Libro Segundo se exponen
detalladamente los métodos por los cuales se pueden vencer y neu-
tralizar los inconvenientes y obstáculos. Estos métodos y modos de
vida disciplinada deben aplicarse inflexiblemente desde el momen-
to de entrar en el sendero de probación, hasta experimentar la últi-
ma gran iniciación, y el hombre liberado surge a la plena luz del
día. Esto implica paciencia, capacidad de continuar después del
fracaso, de perseverar, aunque el éxito esté aún muy lejano. Esto lo
sabía bien el gran iniciado Pablo, de allí su recomendación a los
discípulos que trató de ayudar: "Manteneos firmes... y habiendo
hecho todo, manteneos firmes". Santiago nos da la misma idea
cuando dice: "Mirad, consideramos felices a quienes resisten".
Seguir adelante cuando se ha llegado al agotamiento; dar otro paso, cuando
toda la fuerza parece haberse perdido; mantenerse firme, cuando parece no
haber más que derrota por delante; la decisión de resistir lo que venga,
cuando la resistencia parece haber llegado a su límite, es lo que caracteriza a
los discípulos de todos los grados. Para ellos es la clarinada de San Pablo:
"Manteneos firmes; ceñid vuestros lomos con la verdad y vestíos
con la coraza de la justicia". “Y calzad vuestros pies con la prepara-
ción del evangelio de la paz". "Sobre todo, tomad el escudo de la fe,
con el que podréis apagar todos los dardos de fuego de los malva-
dos". "Y tomad el yelmo de la salvación y la palabra del espíritu, que
es la palabra de Dios". (Ef. 6: 14, 15, 16 y 17)

520
Libro IV

También resuena el igualmente claro mandato de Krishna a


Arjuna:
“Habiendo considerado tu deber, no vaciles, porque nada hay
mejor para un guerrero que pelear por una causa justa. Y tal
batalla ha venido a ti por su propia cuenta; la misma puerta del
cielo se abrirá; felices los guerreros... que encuentran lucha
como ésta... Por consiguiente, levántate decidido a pelear.
Siendo iguales para ti la buena y la mala fortuna, la ganancia y
la pérdida, la victoria y la derrota, disponte a combatir". (Gita,
II: 31, 32, 37 y 38)

El esfuerzo principal del Yogui, en esta etapa tan avanzada, de su


lucha por alcanzar La Maestría, es pues por adquirir la capacidad
de mantener brillante e ininterrumpido este alto y penetrante esta-
do de Discernimiento que inhibe el poder de Avidya (ignorancia).
De su capacidad para lograr esto depende su posibilidad de entrar
en el Samadhi de Diáfana Virtud que quema las semillas de las
impresiones y hace imposible que se reactiven

521
Libro IV

Liberación perpetua (IV.29-IV.30)

29. El hombre que cultiva el desapego, hasta en su aspi-


ración por iluminación y unidad aislada, oportunamen-
te llega a ser consciente, mediante la práctica de la
discriminación, de la influyente nube de conocimiento
espiritual.

Resulta difícil para el neófito ser impersonal, cuando se trata de su


propio desenvolvimiento espiritual. Sin embargo, la misma ansie-
dad de su aspiración puede servir como obstáculo; una de las pri-
meras cosas que debe aprender es seguir por el sendero, ajustándose
a las reglas, haciendo las prácticas, empleando los medios y cum-
pliendo constantemente la ley, y al mismo tiempo ocuparse de la
visión y del servicio y no de sí mismo. Es muy fácil ser víctima de
elevados deseos y preocuparse tan intensamente de las reacciones y
emociones, que las redes de la versátil naturaleza síquica vuelven
rápidamente a atrapar al aspirante hombre inferior. Debe despren-
derse de todo tipo de percepción sensoria superior e inferior.
La mayoría de las personas que pasan del sendero del sentimiento
y del acercamiento devocional del corazón (línea mística) al del
control intelectual -el acercamiento por medio de la cabeza, el
método ocultista- se quejan de que ya en la meditación no experi-
mentan los momentos de gozo y beatitud anteriores. El sistema les
parece árido, frío y poco satisfactorio. Pero el gozo y la paz son
impresiones de la naturaleza emocional y de ninguna manera afec-
tan a la realidad. No tiene importancia, desde el punto de vista del
alma, que su reflejo, el hombre encarnado, sea feliz o no, sienta
beatitud o tristeza, esté contento o angustiado. Sólo una cosa es
importante: establecer contacto con el alma. alcanzar la unión
(consciente e inteligente) con el UNO. Esta unión puede efectuar-
se en la conciencia del plano físico Y manifestarse como senti-
miento de paz y gozo. Pero debe manifestarse en creciente capaci-

522
Libro IV

dad para servir a la raza y servirla más eficazmente. Los senti-


mientos del discípulo son de poca importancia, lo que vale es su
comprensión y utilidad como canal para la fuerza espiritual; Se
debe recordar que en el sendero no cuentan las virtudes ni los vicios
(excepto en la medida que evadimos los pares de opuestos). Lo
único que cuenta es lo que nos impele a seguir adelante en ese sen-
dero que "brilla cada vez más hasta que el día sea con nosotros".
Cuando el hombre pueda apartar sus ojos de todo lo que concierne
a lo físico, emocional y mental, y elevarlos y dirigirlos lejos de sí
mismo, será consciente de "la influyente nube de conocimiento
espiritual‖ o de la nube de cosas cognoscibles‖, según ha sido
traducido.
Esto, esotérica y simbólicamente, indica que ante el iniciado
(avanzado como está) hay un progreso aún mayor y otro velo que
penetrar. Ha llegado a la gran unificación, pues ha unificado alma
y cuerpo. Se encuentra (con respecto a los tres mundos) en la eta-
pa llamada "unidad aislada", pero es posible otra unión más, la del
alma con el espíritu. El Maestro debe convertirse en Cristo; para
ello debe alcanzar la nube de conocimiento espiritual, penetrarla y
utilizarla. Resultará inútil tratar de considerar lo que está al otro
lado del velo que oculta al Padre. Según El Nuevo Testamento,
cuando el Padre se comunicó con Cristo, la voz procedió de una
nube. (Véase Mt. 17).

523
Libro IV

30. Cuando se alcanza esta etapa, se superan los obstácu-


los y el karma.

Los dos versículos que acabamos de estudiar han llevado al aspi-


rante de la etapa del adepto (Maestro) a la del Cristo.
Todo lo que ha entorpecido, ocultado o impedido la plena expre-
sión de la Vida divina, ha sido superado, todas las barreras fueron
derribadas y los obstáculos eliminados. La rueda de los renaci-
mientos ha servido su finalidad, y la unidad espiritual, que entró
en la forma, llevando consigo poderes potenciales y posibilidades
latentes, los ha desarrollado en toda su plenitud, abriendo total-
mente la flor del alma. La ley de causa y efecto, tal como actúa en
los tres mundos, ya no rige al alma liberada; el karma individual
se ha agotado; aunque puede estar aún sujeto al karma grupal
(planetario o solar), nada tiene que agotar ni inicia nada que pueda
servir para atarlo a los tres mundos con las cadenas del deseo. Su
estado está resumido en el aforismo siguiente:

524
Libro IV

Los objetos de conocimientos son pocos (IV.31)

31. Cuando se han eliminado los obstáculos y purificado


las envolturas, se dispone de todo el conocimiento,
entonces nada le queda al hombre por hacer.

Se ha realizado el doble trabajo. Los obstáculos, resultantes de la


ignorancia, de la ceguera, del medio ambiente y de la actividad,
fueron eliminados. La tosquedad de las envolturas ha sido corre-
gida y debido a ello, y mediante la aplicación de los métodos de
yoga, todo conocimiento está disponible. El yogui se da cuenta
ahora de su omnipresencia esencial y que su alma es una con to-
das las almas, por lo tanto forma parte de la unidad esencial, la
vida omnipenetrante, del inmutable e ilimitado principio, la causa
de toda manifestación. Es también omnisciente porque todo el
conocimiento le pertenece y las avenidas del conocimiento están
abiertas para él. Se ha liberado del campo del conocimiento, no
obstante, puede actuar en él, utilizar los instrumentos del conoci-
miento y comprobar todo cuanto quiera conocer, pero él mismo
está centrado en la conciencia del conocedor. Ni el espacio ni el
tiempo lo pueden retener, ni la forma material puede aprisionarlo;
llega para él la gran consumación, expresada por Patanjali en los
tres aforismos finales.

525
Libro IV

Los gunas después de la liberación (IV.32-IV.34)

32. Las modificaciones de la sustancia mental (o cualida-


des de la materia), mediante la naturaleza inherente
a los tres gunas, llegan a su fin, pues han cumplido ya
su propósito.

Cumplido su objetivo, termina el proceso de transformación de las


tres gunas. Terminado ese propósito con las destrucción total de
avidya (ignorancia) y la Obtención de la Liberación Suprema, se
disuelve naturalmente la asociación Espíritu-Materia, y con esta
disolución finalizan automáticamente las transformaciones de la
Gunas (propiedades de la materia).

526
Libro IV

33. El tiempo, secuencia de las modificaciones de la men-


te, también llega a su término, cediendo su lagar al
Eterno Ahora.

Llama Patanjali sucesión a los cambios relacionados con los mo-


mentos. Mientras pienso, transcurren, muchos momentos y a cada
momento hay un cambio de idea; pero sólo se notan estos cambios
al final de la serie. A esta serie se le llama sucesión; mas para la
mente que ha realizado la omnipresencia no hay sucesión, pues
todo lo tiene
Presente y no existen para ella el pasado ni el futuro. Todo lo co-
noce fu1gurantemente.
Esto del Tiempo es, quizás, una sutileza filosófica, recientemente
insertada en enseñanza, en la acepción más amplia del término
serie de transformaciones del último sutra. La idea, sin embargo,
aparece clara. Como está completamente en armonía con el resto
de la doctrina. Hay dos clases de eternidad, dice el comentario: la
eternidad de la vida que pertenece al Espíritu, y la eternidad del
cambio, inherente a la Naturaleza, a todo aquello donde el Espíritu
no mora. Mientras nos mantengamos satisfechos de vivir en el
universo, y por ello en el círculo de necesidad, Samara, nos con-
denaremos al cambio perpetuo. Lo que nace debe morir, y renacer
lo que muere: mutación perenne, incesante serie de transforma-
ciones.
Pero el Hombre Espiritual entra en un nuevo orden: no está sujeto
al cambio eterno, sino que disfruta del eterno existir, disfruta de la
complacencia del Señor. El nacimiento espiritual, que lo constitu-
ye en heredero de lo Sempiterno, pone término al cambio: es la
cima, la transformación última, del campo general de las trans-
formaciones.

527
Libro IV

34. El estado de "unidad aislada" es posible cuando las


tres cualidades de la materia (los tres gunas o poten-
cias de la naturaleza) ya no aferran al yo. La concien-
cia espiritual pura se retrotrae en el Uno.

Al llegar a este punto, ha cumplido la Naturaleza, nuestra tierna


nodriza, la tarea que se impuso. Suavemente tomó de la mano al
alma de sí misma olvidada y le mostró todas las experiencias que
había de adquirir en el universo, todas las manifestaciones,
llevándola de alto en alto en diversos cuerpos, hasta que recobrada
su perdida gloria recordó su esencial naturaleza. Entonces la amo-
rosa madre volvióse por el mismo camino por donde había venido
para favorecer a otros que también se habían extraviado en el de-
sierto sin ruta de la vida. Y así actúa sin principio ni fin. Así a
través del placer y del dolor, del bien y del mal fluye el infinito río
de las almas hacia el océano de perfección, del conocimiento de sí
mismas. ¡Gloria a quienes reconocieron su propia naturaleza!
¡Que su bendición recaiga en todos nosotros!

También tú, lector, que has seguido el pensamiento del sabio


Patanjali y sus Enseñanzas que proceden los Maestros trans-
himaláyicos, acoge su consejo y advertencia. El sendero es para
ti. En ti espera revelarse el Hombre Espiritual, en la inmortalidad
iniciarte, colocándote entre los Hijos de la Luz. Resuélvete, pues,
ya que tienes delante la verdad, ya que a tus oídos ha venido el
sagrado mensaje. Al mensaje presta atención, aprende que sólo
por su medio alcanzarás la vida, abandona las sombras de tu fal-
so yo, entre en la luz, y escucha la resonante bienvenida que te
aguarda…

528
LOS AFORISMOS DE LA YOGA DE PATANJALI

LIBRO PRIMERO (Sólo los sutras)

EL PROBLEMA DE LA UNIÓN

1. AUM. La siguiente instrucción concierne a la Ciencia de la


Unión.
2. Esta Unión (o yoga) se alcanza mediante la subyugación de la
naturaleza síquica y la sujeción de la mente (chitta).
3. Obtenido esto, el yogui se conoce a sí mismo, tal como es en
realidad.
4. Hasta ahora el hombre interno se ha identificado con sus for-
mas y con las modificaciones activas de éstas.
5. Los estados de la mente son cinco, están sujetos al placer o al
dolor y son dolorosos o no.
6. Estas modificaciones (actividades) son: correcto conocimiento,
incorrecto conocimiento, fantasía, pasividad (sueño) y memoria.
7. La base del conocimiento correcto es percepción correcta, de-
ducción correcta y testimonio correcto (o evidencia exacta).
8. El conocimiento incorrecto se basa en la percepción de la forma
y no en el estado del ser.
9. La fantasía descansa sobre imágenes que no tienen existencia
real.
10. La pasividad (sueño) está basada en el estado pasivo de los
"vrittis" (o en la no percepción de los sentidos).
11. La memoria es retención de lo conocido.
12. El control de estas modificaciones del órgano interno, la mente,
se logra mediante incansable esfuerzo y desapego.
13. El esfuerzo incansable es empeño constante para restringir las
modificaciones de la mente.
14. Cuando el objetivo a alcanzar es valorado suficientemente, y
los esfuerzos para lograrlo continúan persistentemente y sin in-
terrupción, se asegura la estabilidad de la mente (restricción de
los vrittis).
15. Desapego es liberarse de la apetencia de los objetos deseados,
ya sean terrenos o tradicionales, aquí o en el más allá.
16. La consumación de este desapego da por resultado el exacto
conocimiento del hombre espiritual, liberado de las cualidades o
gunas.

529
17. La conciencia de un objeto se obtiene concentrándose en su
cuádruple naturaleza: la forma, por un examen de la misma; la
cualidad (o guna), por participación discriminativa; el propósito,
por inspiración (o beatitud), y el alma, por identificación.
18. Se alcanza otra etapa de samadhi, cuando, mediante el pen-
samiento enfocado en una sola dirección, se aquieta la activi-
dad externa. En esta etapa la sustancia mental o chitta, res-
ponde únicamente a impresiones subjetivas.
19. El samadhi descrito no va más allá de los límites del mundo fe-
noménico; tampoco va más allá de los dioses ni de quienes se
ocupan del mundo concreto.
20. Otros yoguis alcanzan samadhi y llegan a la discriminación del
espíritu puro a través de la creencia, seguida de energía, me-
moria, meditación y correcta percepción.
21. Aquellos cuya voluntad está intensamente activa, alcanzan
rápidamente la etapa de conciencia espiritual.
22. Quienes emplean la voluntad difieren también, porque su em-
pleo puede ser intenso, moderado o suave. Respecto al logro
de la verdadera conciencia espiritual existe todavía otro cami-
no.
23. Por la intensa devoción a Ishvara se alcanza el conocimiento
de Ishvara.
24. Ishvara es el alma, a ésta no la afectan las limitaciones y está
libre del karma y del deseo.
25. En Ishvara, el Gurudeva, el germen de todo conocimiento, se
expande al infinito.
26. Ishvara, el Gurudeva, como no está limitado por el factor tiem-
po, es el instructor de los Señores primitivos.
27. La palabra de Ishvara es AUM (u OM). Ésta es el Pranava.
28. Mediante la emisión de la Palabra y la reflexión sobre su signifi-
cado, se descubre el Camino.
29. Por esto llega el conocimiento del yo (el alma) y la eliminación
de todos los obstáculos.
30. Los obstáculos para el conocimiento del alma son: incapacidad
corporal, inercia mental, duda, abandono, pereza, apasionamien-
to, percepción errónea, incapacidad para lograr la concentración,
o imposibilidad para mantener la actitud meditativa una vez al-
canzada.
31. Los resultados de los obstáculos sobre la naturaleza psíquica
inferior son: dolor, desesperación, errónea actividad corporal y
equívoca dirección o control, de las corrientes de vida.

530
32. Para superar los obstáculos y sus derivados, se requiere inten-
sa aplicación de la voluntad a alguna verdad o principio.
33. La paz de la sustancia mental o chitta, se puede alcanzar prac-
ticando la simpatía, la ternura, la firmeza de propósito y el des-
apasionamiento, respecto al placer y al dolor, o a todas las for-
mas del bien y del mal.
34. Además la paz de chitta se alcanza mediante la regulación del
prana o aliento de la vida.
35. La estabilidad mental puede obtenerse mediante esas fórmulas
de concentración, relacionadas con la percepción sensoria.
36. Meditando sobre la luz y el resplandor, se puede llegar al cono-
cimiento del espíritu y alcanzar la paz.
37. La mente (chitta) se estabiliza y queda liberada de la ilusión, a
medida que se purifica la naturaleza inferior y ya no se la satis-
face.
38. La paz (estabilización de la sustancia mental o chitta) puede lo-
grarse meditando sobre el conocimiento que proporcionan los
sueños.
39. La paz también se alcanza concentrándose en lo que el co-
razón más aprecia.
40. Así su comprensión se extiende desde lo infinitamente pequeño
hasta lo infinitamente grande y su conocimiento se perfecciona
desde annu (el átomo o partícula) hasta atma (o espíritu).
41. Aquel que ha controlado totalmente sus "vrittis" (modificaciones
de la sustancia mental), llega a un estado de identificación y
similitud con lo que ha conocido. El conocedor, el conocimiento
y el campo del conocimiento se convierten en uno; así como el
cristal toma los colores de lo que refleja.
42. Cuando el perceptor mezcla la palabra, la idea (el significado) y
el objeto, esto es denominado estado mental de razonamiento
sensato.
43. Se llega a la percepción sin un razonamiento sensato cuando la
memoria ya no controla, entonces la palabra y el objeto son
trascendidos y sólo la idea está presente.
44. Ambos procesos de concentración, con o sin la acción sensata
de la mente, pueden ser aplicados también a cosas sutiles
45. Lo denso conduce a lo sutil; lo sutil lleva, por etapas sucesivas,
al estado del ser espiritual puro llamado Pradhana.
46. Todo esto es meditación con simiente.
47. Cuando se ha alcanzado este estado supercontemplativo, el
yogui adquiere la comprensión espiritual pura, por medio de la
quietud equilibrada de la sustancia mental o chitta.

531
48. Su percepción es ahora infaliblemente exacta, o su mente reve-
la únicamente la Verdad.
49. Esta percepción particular es excepcional y revela lo que la
mente razonadora, mediante el testimonio, la inferencia y la de-
ducción, no puede revelar.
50. Es hostil a las demás impresiones o las reemplaza.
51. Cuando este estado de percepción se ha refrenado o es reem-
plazado, se alcanza el estado puro de samadhi.

532
LOS AFORISMOS DE LA YOGA DE PATANJALI

SEGUNDO SEGUNDO (Sólo los sutras)

LOS PASOS HACIA LA UNION

1. La yoga de acción, que conduce a la unión con el alma, es as-


piración ardiente, lectura espiritual y devoción a Ishvara.
2. La finalidad de aspiración ardiente, lectura espiritual y devoción
a Ishvara, consiste en obtener la visión del alma y en eliminar
los obstáculos.
3. Los obstáculos que traen dificultad son: avidya (ignorancia), el
sentido de lo personal, deseo, odio y apego.
4. Avidya (ignorancia) es la causa de las demás obstrucciones, ya
sean latentes, en proceso de eliminación, de superación o en
plena actividad.
5. Avidya es la condición en que se confunde lo permanente, pu-
ro, bienaventurado y el yo, con lo transitorio, impuro, doloroso y
el no-yo.
6. El sentido de lo personal se debe a que el conocedor se identi-
fica con el instrumento del conocimiento.
7. El deseo es apego a los objetos de placer.
8. El odio es aversión a cualquier objeto de los sentidos.
9. El apego es intenso deseo por la existencia sensoria, inherente
a toda forma; es la propia perpetuación, y es conocido hasta
por los más sabios.
10. Cuando estos cinco obstáculos son sutilmente conocidos, pue-
den ser superados mediante la actitud mental opuesta.
11. Las actividades de los obstáculos deben cesar por el proceso
de la meditación.
12. El karma tiene sus raíces en estos cinco obstáculos y debe
fructificar en esta vida o en una posterior.
13. Mientras existan las raíces (o samskaras), fructificarán como
nacimiento, vida y experiencias, y su resultado será placer o
dolor.
14. Las simientes (o samskaras) traen placer y dolor, si sus causas
originantes fueron el bien o el mal.
15. El hombre iluminado considera que toda existencia (en los tres
mundos) es dolor, debido a las actividades de los gunas. Estas
actividades son tres, produciendo consecuencias, ansiedades e
impresiones sublimadas.

533
16. El dolor puede ser evitado antes de producirse.
17. La ilusión de que el Perceptor y lo percibido son una y la misma
cosa, es la causa (de los efectos que producen dolor) que debe
evitarse
18. Lo que se percibe tiene tres cualidades: sattva, rajas y tamas
(ritmo, movimiento e inercia), y está compuesto de elementos y
órganos sensorios. Su empleo produce experiencia y even-
tualmente liberación.
19. La división de los gunas (o cualidades de la materia) son cua-
tro: lo específico, lo no específico, lo insinuado y lo intocable.
20. El vidente es conocimiento puro (gnosis). Aunque puro, observa
la idea presentada, valiéndose de la mente.
21. Todo lo que es, existe para bien del alma.
22. Para el hombre que ha alcanzado la yoga (unión), ya no existe
el universo objetivo. No obstante, sigue existiendo para quienes
aún no se han liberado.
23. La asociación del alma con la mente y con todo cuanto la men-
te percibe, produce la comprensión de la naturaleza de lo per-
cibido y también la del Perceptor.
24. La causa de esta asociación es ignorancia o avidya, y esto de-
be superarse.
25. Cuando la ignorancia llega a su término, debido a la no asocia-
ción con las cosas percibidas, se obtiene la gran liberación.
26. El estado de esclavitud se supera manteniendo una perfecta
discriminación.
27. El conocimiento (o iluminación) alcanzado es séptuple y se ob-
tiene progresivamente.
28. Cuando los métodos de la yoga han sido practicados con cons-
tancia y se ha vencido la impureza, tiene lugar el esclarecimien-
to, que conduce a la plena iluminación.
29. Los ocho métodos de yoga son: los mandamientos o yama, las
reglas o nijama, la postura o asana correcto control de la fuerza
vital o pranayama, abstracción o pratyahara, atención o dhara-
na, meditación o dhyana y contemplación o samadhi.
30. lnofensividad, veracidad, no hurtar, continencia, no ser avaro,
constituyen yama o los cinco mandamientos.
31. Yama constituye el deber universal, sin tener en cuenta raza,
lugar, tiempo o emergencia.
32. La purificación interna y externa, gozo, ardiente aspiración, lec-
tura espiritual y devoción a Ishvara, constituyen nijama (o las
cinco reglas).

534
33. Cuando se tienen pensamientos contrarios a la yoga, deben
cultivarse los opuestos.
34. Los pensamientos contrarios a la yoga son: ofensividad, false-
dad, hurto, incontinencia y avaricia, ya sean cometidos perso-
nalmente, obligando a otros a cometerlos o aprobarlos, o surgi-
dos de la avaricia, la ira o el engaño (ignorancia), y pueden ser
veniales, capitales o mortales. Dan siempre por resultado, exce-
sivo dolor e ignorancia. Por esta razón deben cultivarse los pen-
samientos opuestos.
35. Frente a quien ha perfeccionado la inofensividad, cesa toda
enemistad.
36. Quien se perfecciona en ser veraz, observa inmediatamente la
eficacia de sus palabras y actos.
37. Cuando la abstención de hurtar es perfecta, el yogui puede te-
ner cuanto desea.
38. Cuando se practica la continencia, se adquiere energía.
39. Cuando la abstención de la avaricia es perfecta, se llega a la
comprensión de la ley de renacimiento.
40. La purificación interna y externa produce aversión a la forma,
tanto a la propia como a las demás formas.
41. Por la purificación llega también la quietud del espíritu, la con-
centración, el dominio de los órganos y la capacidad de ver al
yo.
42. El gozo trae por resultado la bienaventuranza.
43. Por la ardiente aspiración y la eliminación de toda impureza, se
perfeccionan los poderes del cuerpo y de los sentidos.
44. La lectura espiritual trae como resultado el contacto con el alma
o el divino Uno.
45. Por la devoción a Ishvara se alcanza la meta de la meditación o
samadhi.
46. La postura adoptada debe ser estable y cómoda.
47. La estabilidad y la comodidad de la postura se deben lograr
mediante un ligero y persistente esfuerzo y la concentración de
la mente en lo infinito.
48. Cuando se ha realizado esto, los pares de opuesto ya no limi-
tan.
49. Cuando se ha adoptado la correcta postura (asana), le sigue el
correcto control del prana y la adecuada inhalación y exhala-
ción del aliento.
50. El correcto control del prana (o de las corrientes de vida) es ex-
terno, interna o inmóvil; está sujeto a lugar, tiempo y número,
siendo también prolongado o breve.

535
51. Hay una cuarta etapa que trasciende a las que conciernen a las
fases interna y externa.
52. A través de esto, lo que oscurece la luz va desapareciendo
gradualmente.
53. Y la mente está preparada para la meditación concentrada.
54. Abstracción o pratyahara, es la subyugación de los sentidos por
el principio pensante, y su abstracción de lo que hasta ahora ha
sido su objetivo.
55. Como resultado de estos métodos se obtiene la total subyuga-
ción de los órganos sensorios.

536
LOS AFORISMOS DE LA YOGA DE PATANJALI

LIBRO TERCERO (Sólo los sutras)

REALIZACIÓN DE LA UNIDAD Y SUS RESULTADOS

1. La concentración consiste en fijar la sustancia mental (chitta) en


un objeto determinado. Esto es dharana
2. La concentración sostenida (dharana) es meditación (dhyana).
3. Cuando chitta es absorbida por la realidad (o idea incorporada
en la forma) y ya no es consciente de la separatividad o del yo
personal, esto es contemplación o samadhi.
4. Cuando concentración, meditación y contemplación, constitu-
yen un acto consecutivo, se alcanza sanyama.
5. Como resultado de sanyama, llega el resplandor de la luz.
6. Esta iluminación es gradual; se desarrolla etapa tras etapa.
7. Estos tres últimos métodos de la yoga tienen un efecto subjeti-
vo más íntimo que los anteriores.
8. Sin embargo, estos tres aún no corresponden a la verdadera
meditación sin simiente (o samadhi), la cual no está basada en
un objeto. Está libre de los efectos que produce la naturaleza
discriminadora de la sustancia mental o chitta.
9. La secuencia de los estados mentales es la siguiente: la mente
reacciona a lo que ve; luego llega el momento en que la mente
es controlada. Sigue otro en que la sustancia mental o chitta
responde a ambos factores. Finalmente desaparecen y rige to-
talmente la conciencia perceptora.
10. Cultivando este hábito mental se alcanzará la estabilidad de la
percepción espiritual.
11. El establecimiento de este hábito y la sujeción de la mente para
apartarla de la tendencia a crear formas mentales, traen como
resultado, en su oportunidad, el poder constante de contempla-
ción.
12. Cuando el control ejercido por la mente y el factor controlador
están equilibrados, entonces se produce la concentración unila-
teral.
13. Mediante este proceso se conocen los aspectos de cada obje-
to; entonces sus características (o forma), su naturaleza simbó-
lica y su uso específico en la condición de tiempo (etapa de de-
sarrollo) son conocidos y comprendidos.

537
14. Las características de cada objeto se adquieren: están en mani-
festación o latentes.
15. La etapa de desenvolvimiento es responsable de las variadas
modificaciones de la versátil naturaleza psíquica y del principio
pensante.
16. La meditación concentrada en la triple naturaleza de cada for-
ma, otorga la revelación de lo que ha sido y será.
17. El sonido (o palabra), lo que éste denota (el objeto) y la esencia
espiritual corporificada (la idea), son confundidos generalmente
por la mente del perceptor. Por la meditación concentrada en
estos tres aspectos, se logra la comprensión (intuitiva) del soni-
do emitido por todas las formas de vida.
18. Cuando se adquiere el poder de ver las imágenes mentales se
pueden conocer las encarnaciones anteriores.
19. Por la meditación concentrada se perciben las imágenes men-
tales en las mentes de otras personas.
20. Debido a que el objeto de tales pensamientos no se manifiesta
al perceptor, éste sólo ve el pensamiento y no el objeto. Su
meditación excluye lo tangible.
21. La meditación concentrada en la diferencia que existe entre la
forma y el cuerpo, permite rechazar o retirar las propiedades
del cuerpo que lo hacen visible al ojo humano, y el yogui puede
hacerse invisible.
22. Karma o efecto, es de dos tipos: karma inmediato o karma futu-
ro. La meditación perfectamente concentrada en éstos, permite
al yogui conocer la duración de su experiencia en los tres mun-
dos. Este conocimiento también lo adquiere por medio de sig-
nos.
23. La unión con los demás se obtiene por la meditación centrali-
zada en tres estados del sentimiento compasión, ternura y des-
apasionamiento.
24. La meditación centralizada en el poder del elefante, despertará
esa fuerza o luz.
25. La meditación perfectamente concentrada en la luz desarrolla-
da, nos hará conscientes de lo sutil, oculto y remoto.
26. La meditación centralizada en el sol, traerá conciencia (o cono-
cimiento) de los siete mundos.
27. La meditación centralizada en la Luna, otorga el conocimiento
de todas las formas lunares.
28. La concentración en la Estrella Polar proporcionará el conoci-
miento de las órbitas de los planetas y de las estrellas.

538
29. Fijando la atención en el centro denominado plexo solar, se ob-
tiene un conocimiento perfecto acerca de la condición del cuer-
po.
30. Fijando la atención en el centro laríngeo, se aplaca el hambre y
la sed.
31. Fijando la atención en el conducto o nervio situado debajo del
centro laríngeo, se logra el equilibrio.
32. Enfocando la luz en la cabeza se puede ver a quienes han al-
canzado el dominio de sí mismos y establecer contacto con
ellos. Dicho poder se desarrolla por la meditación unilateral.
33. Enfocando la luz en la cabeza se puede ver a quienes han al-
canzado el dominio de sí mismos y establecer contacto con
ellos. Dicho poder se desarrolla por la meditación unilateral.
34. Por la meditación enfocada en el centro cardíaco, se alcanza la
comprensión de la conciencia mental.
35. La experiencia (de los pares opuestos) se adquiere por la inca-
pacidad del alma para distinguir entre el yo personal y purusha
(espíritu). Las formas objetivas existen para uso (y experiencia)
del hombre espiritual. Meditando sobre esto, surge la percep-
ción intuitiva de la naturaleza espiritual.
36. Como resultado de esta experiencia y meditación, se desarro-
llan los sentidos superiores: oído, tacto, vista, gusto y olfato,
que otorgan conocimiento intuitivo.
37. Estos poderes constituyen obstáculos para la comprensión es-
piritual superior, pero sirven como poderes mágicos en los
mundos objetivos.
38. Al liberarnos de las causas de la esclavitud, mediante su debili-
tamiento y el conocimiento del método para transferirlas (retiro
o entrada), la sustancia mental (o chitta) puede introducirse en
otro cuerpo.
39. Subyugando la vida ascendente (udana), nos liberamos del
agua, del sendero espinoso y de la ciénaga, y se obtiene el po-
der de ascensión.
40. Mediante la subyugación de samana, la chispa se convierte en
llama.
41. La meditación concentrada en la relación existente entre el
akasha y el sonido, desarrolla un órgano para oír espiritualmen-
te.
42. La meditación concentrada en la relación existente entre el
cuerpo y el akasha, otorga la ascensión fuera de la materia (de
los tres mundos) y el poder de viajar en el espacio.

539
43. Cuando aquello que vela la luz desaparece, se alcanza ese es-
tado de ser, llamado desencarnado (o incorpóreo), liberado de
las modificaciones del principio pensante. Éste es el estado de
iluminación.
44. La meditación concentrada en las cinco formas que adopta ca-
da elemento, otorga el dominio sobre todos los elementos. Es-
tas cinco formas son: la naturaleza grosera, la forma elemental,
la cualidad, la penetrabilidad y el propósito básico.
45. Mediante este dominio se obtiene la máxima pequeñez y los
otros siddhis (o poderes), así como la perfección corporal y la
liberación de todos los entorpecimientos.
46. Simetría de forma, belleza de color, dureza y densidad del dia-
mante, constituyen la perfección corporal.
47. El dominio sobre los sentidos se obtiene por la meditación con-
centrada en su naturaleza, atributos peculiares, egotismo, pe-
netrabilidad y propósito útil.
48. Como resultado de esta perfección se obtiene rapidez de ac-
ción, como la de la mente, la percepción interdependiente de
los órganos y el dominio sobre la sustancia raíz.
49. El hombre que puede discriminar entre alma y espíritu, alcanza
la supremacía sobre todas las condiciones y llega ser omnis-
ciente.
50. La desapasionada actitud hacia esta realización y todos los po-
deres del alma, hace que quien está libre de las semillas de la
esclavitud, alcance el estado de unidad aislada.
51. Debe haber rechazo absoluto de las tentaciones de todas las
formas, incluso la celestial, pues aún es posible la repetición de
contactos malignos.
52. El conocimiento intuitivo se desarrolla por el empleo de la facul-
tad discriminadora, cuando hay concentración enfocada en los
instantes y su continua sucesión.
53. De este conocimiento intuitivo nace la capacidad de distinguir
(entre todos los seres) y de conocer su especie, sus cualidades
y el lugar que ocupan en el espacio.
54. Este conocimiento intuitivo, el gran liberador, es omnipresente y
omnisciente y abarca el pasado, el presente y el futuro, en el
Eterno Ahora.
55. Cuando las formas objetivas y el alma han logrado igual pure-
za, se alcanza la unificación, que trae como resultado la libera-
ción.

540
LOS AFORISMOS DE LA YOGA DE PATANJALI

LIBRO CUARTO (Sólo los sutras)

LA ILUMINACIÓN

1. Los siddhis (o poderes) superiores e inferiores, se obtienen du-


rante la encarnación; o por las drogas, las palabras de poder, el
deseo intenso o la meditación.
2. La trasferencia de la conciencia, de un vehículo inferior a otro
superior, es parte del gran proceso creador y evolutivo.
3. Las prácticas y métodos no son la verdadera causa de la trasfe-
rencia de la conciencia, sólo sirven para eliminar obstáculos, de
manera similar a como el agricultor prepara la tierra para la
siembra.
4. La conciencia del "yo soy" es responsable de la creación de los
órganos mediante los cuales se disfruta del sentido de indivi-
dualidad.
5. La conciencia es una, no obstante, produce las variadas formas
de los muchos.
6. Entre las formas que la conciencia asume, sólo las que resultan
de la meditación están libres de karma latente.
7. Las actividades del alma liberada están libres de los pares de
opuestos. Las de otras personas son de tres tipos.
8. De estos tres tipos de karma emergen las formas necesarias
para la fructificación de los efectos.
9. Existe idéntica relación entre la memoria y la causa productora
de efectos, aún cuando estén separadas por la especie, el
tiempo y el lugar.
10. Por ser eterno el deseo de vivir, las formas creadas por la men-
te carecen de principio conocido.
11. Estas formas las crea y las mantiene unidas el deseo, la causa
básica; la personalidad, el resultado efectivo, la vitalidad mental
o voluntad de vivir, y el apoyo de la vida u objetivo exterioriza-
do; cuando éstos cesan de atraer, entonces las formas dejan
igualmente de existir.
12. El pasado y el presente existen en realidad. La forma asumida
dentro del concepto de tiempo presente, es el resultado de ca-
racterísticas desarrolladas, conteniendo latentes las simientes
de la cualidad futura.

541
13. Las características estén latentes o en potencia, participan de
la naturaleza de los tres gunas (o cualidades de la materia).
14. La manifestación de la forma objetiva se debe a la centraliza-
ción de la causa que produce efectos (la unificación de las mo-
dificaciones de la sustancia mental o chitta).
15. Ambas, conciencia y forma, son distintas y están separadas;
aunque las formas sean similares, la conciencia puede funcio-
nar en diferentes niveles del ser.
16. Las numerosas modificaciones de la mente una, producen las
diversas formas que, para subsistir, dependen de esos nume-
rosos impulsos mentales.
17. Estas formas son conocidas o no, de acuerdo a las cualidades
latentes en la conciencia perceptora.
18. El Señor de la mente, el perceptor, es siempre consciente de la
constante actividad de la sustancia mental, causa productora
de efectos.
19. Debido a que la mente puede ser vista o conocida, resulta evi-
dente que no es la fuente de iluminación.
20. Tampoco la mente puede conocer dos objetos simultáneamen-
te, ella y lo que está fuera de ella.
21. Si el conocimiento de la mente (chitta) es postulado por otra
mente lejana, se inferirá que, existe un número infinito de cono-
cedores, y las consecutivas reacciones de la memoria tenderán
a confundir grandemente.
22. Cuando la inteligencia espiritual, que permanece sola y libre de
los objetos, se refleja en la sustancia mental, entonces se ob-
tiene la percepción del yo.
23. Así la sustancia mental, reflejando al conocedor y lo conocible,
deviene omnisciente.
24. La sustancia mental, reflejando como lo hace, una infinidad de
impresiones de la mente, se convierte en instrumento del yo y
actúa como agente unificador.
25. El estado de unidad aislada (absorbido en la verdadera natura-
leza del yo) es la recompensa del hombre capaz de discriminar
entre la sustancia mental y el yo, u hombre espiritual.
26. Entonces la mente tiende a la discriminación y al acrecenta-
miento de la iluminación, respecto a la verdadera naturaleza del
yo uno.
27. Sin embargo, por la fuerza del hábito, la mente reflejará otras
impresiones mentales y percibirá los objetos de percepción
sensoria.

542
28. Estos reflejos tienen el carácter de obstáculos, y el método para
vencerlos es el mismo.
29. El hombre que cultiva el desapego, hasta en su aspiración por
iluminación y unidad aislada, oportunamente llega a ser cons-
ciente, mediante la práctica de la discriminación, de la influyen-
te nube de conocimiento espiritual.
30. Cuando se alcanza esta etapa, se superan los obstáculos y el
karma.
31. Cuando se han eliminado los obstáculos y purificado las envol-
turas, se dispone de todo el conocimiento, entonces nada le
queda al hombre por hacer.
32. Las modificaciones de la sustancia mental (o cualidades de la
materia), mediante la naturaleza inherente a los tres gunas, lle-
gan a su fin, pues han cumplido ya su propósito.
33. El tiempo, secuencia de las modificaciones de la mente, tam-
bién llega a su término, cediendo su lugar al Eterno Ahora.
34. El estado de "unidad aislada" es posible cuando las tres cuali-
dades de la materia (los tres gunas o potencias de la naturale-
za, A.A.B.) ya no aferran al yo. La conciencia espiritual pura se
retrotrae en el Uno.

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