La antropología teológica se ha elaborado en los últimos años funda-
mentalmente desde la cristología. El presente texto ofrece algunos elementos para completar esta visión cristológica de la antropología con la perspectiva de la pneumatología, mostrando la dimensión hu- manizadora del Espíritu. Elementos para una antropología pneumática, Revista Latinoame- ricana de Teología 84 (2011) 299-320
ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
Una antropología teológica im- todopoderoso y omnipotente, pero
plica elaborar un pensamiento an- ordinariamente reconociendo al tropológico no simplemente filo- Creador atributos más filosóficos sófico o científico, sino desde la que teológicos: el Dios uno, todo- Palabra de Dios, la fe, la revelación poderoso, que crea como causa pri- y la tradición de la Iglesia. Este era mera incausada, el acto puro. De el objeto del clásico tratado de Deo todo ello se deduce la contingen- creante et elevante (de gratia), que cia humana y la dependencia del ahora se llama Antropología teo- Creador, con una religación causal lógica. y permanente. Teóricamente, una antropolo- La imagen de la creación de gía teológica se puede desarrollar Adán de la Capilla Sixtina puede desde una triple clave teológica: simbolizar esta mentalidad filosó- desde el Dios creador, desde Cris- fico-teológica: un hombre joven, to y desde el Espíritu. Veamos lo desnudo, tendido en la tierra, re- que implica cada una de estas pers- cién amanecido a la vida, gracias pectivas teológicas. al dedo de un Dios todopoderoso y fuerte que se aleja de él y le de- ja solo y abandonado a su propia Desde el Dios creador suerte. Este Dios parece ser una mónada solitaria, poderosa y leja- Muchas veces, en la teología na, que muchas veces produce en anterior al Vaticano II, la antropo- la criatura una sensación de impo- logía se inscribía en el marco de la tencia que incluso puede desembo- creación de la nada (ex nihilo) y car en un rechazo y una autodivi- aparecía como obra del Dios Padre nización narcisista. 89 La antropología teológica ac- De ahí se sigue el ideal de ase- tual es mucho más bíblica, y en mejarse a Cristo, de la imitación ella el ser humano -hombre y mu- de Cristo (Kempis), del seguimien- jer- aparece creado a imagen y se- to de Jesús (Ejercicios Espirituales mejanza de Dios y cobra vida bajo ignacianos), con el riesgo de un el soplo del aliento divino, de la cierto moralismo voluntarista si no ruah. Y ahí radica su dignidad hu- se completa pneumatológicamen- mana. Esto ha llevado a desarro- te. ¿Por qué seguimos a Jesús? Si llar una teología de la imagen y se- no queremos caer en un jesuanis- mejanza, en sintonía con la mo corto, como dice K. Rahner, patrística oriental, pero que quizás hemos de reconocer que seguimos es todavía poco trinitaria, pues a Jesús porque él nos comunica la aparece más ligada al poder om- vida divina, el Espíritu. Sin pneu- nipotente del Dios Creador que al matología, no hay cristología, ni amor del Padre, que en el Hijo y el vida cristiana, ni seguimiento de Espíritu comunica su vida y busca Jesús. Toda cristología debe ser la comunión. pneumatológica. Hoy día se pide la elaboración de una cristología que relacione a En Cristo Cristo con el Espíritu. La vida cris- tiana, como afirma Benedicto XVI Por esto, la visión creacional en Deus caritas est, nace del en- clásica necesita ser completada cuentro con una Persona, que nos con una visión más cristológica. da un nuevo horizonte y una orien- Cristo es la verdadera imagen del tación decisiva en la vida. Este en- Padre, hemos sido creados en cuentro con Cristo es el comienzo Cristo, a imagen de Cristo, el ver- de una vida nueva en Cristo, por el dadero pantokrátor que nos abra- Espíritu. za en su amor comprehensivo, so- mos imagen de la imagen, desde Cristo conocemos al hombre. En el Espíritu Cristo es el hombre en plenitud (¡ecce homo!). Antropología y La misteriosa ruah que apare- cristología están estrechamente ce desde Gn 1,2, juntamente con la unidas, la antropología es una cris- Palabra creada, aleteando y dando tología deficiente y la cristología vida en medio del caos inicial, es- es origen fontanal y término de la tá también presente en la creación antropología, el hombre es esbozo del hombre en el segundo relato de Cristo, “el hombre es lo no- yahvista de la creación (Gn 2,3). Dios que puede ser auto-exterio- Aliento vital y Palabra están estre- rización de Dios y posible herma- chamente unidos. La ruah signifi- no de Cristo”, es “el otro modo de ca aliento, viento, vitalidad, ener- ser Dios mismo” (K. Rahner). gía vital, ánimo, capacidad, que se 90 Víctor Codina manifiesta en respirar, a veces en dre y el Hijo (doxología, aspecto jadear, en respirar fogosamente co- de comunión, homotimia). Este Es- mo en el parto. Su género femeni- píritu es el que suscitó en Israel no en hebreo posiblemente esté li- personajes carismáticos y salvado- gado a la capacidad de engendrar res del pueblo. La salvación que vida (la Iglesia sirio-armenia desa- Jesús nos trae se define como fru- rrolla esta dimensión femenina del to del Espíritu y por esto, desde la Logos), mientras que cuando sig- pneumatología, el seguimiento de nifica un viento huracanado des- Jesús se convierte en una “vida en tructor, es del género masculino. Cristo”, una vida “en y según el La ruah, con el tiempo, se in- Espíritu”, una nueva criatura naci- terpretará como el Espíritu de da del Espíritu, que vive la filia- Yahvé y el credo niceno-constan- ción y puede llamar a Dios Abba- tinopolitano, a partir de la doxolo- Padre. Este Espíritu es la forma de gía litúrgica eclesial, definirá el Es- actuar del Señor exaltado, es dis- píritu como Señor, Kyrios (es tinto de Cristo, permanece en co- decir, Espíritu de Dios, inmanipu- munión trinitaria con el Padre y el lable: 2Cor 3,17; dador de vida, vi- Hijo. Este Espíritu solo es experi- vificador: Jn 6,63), que habló por mentable por sus dones y frutos. los profetas (dimensión histórica Se ha dicho que no es “sustantivo”, del Espíritu: 2 Pe 1,21) y que es sino “verbo”, es decir, dinamismo, glorificado juntamente con el Pa- vida, acción.
DIFERENTES PNEUMATOLOGÍAS CONFIGURAN
DIFERENTES ANTROPOLOGÍAS
Antes de intentar diseñar las lí- credo niceno-constantinopolitano
neas de una antropología pneumá- por la Iglesia latina, lo cual produ- tica o espiritual, hemos de clarificar jo una reacción contraria en la Igle- las diferentes visiones teológicas sia de Oriente, porque creía que el sobre el Espíritu Santo existentes Espíritu quedaba postergado y ex- en la Iglesia. cesivamente supeditado al Hijo, mientras que la paternidad del Pa- dre quedaba disminuida, porque se Filioquista afirmaba que el Espíritu procedía del Padre y del Hijo como de un En la postura típica de Juan, único principio. que la Iglesia latina ha desarrolla- do preferentemente, el Espíritu En esta visión pneumatológica, Santo procede del Padre y del Hi- la Palabra precede al Espíritu, el jo. Este es el origen bíblico del clá- Espíritu es el don pascual del Re- sico Filioque, que fue añadido al sucitado (Jn 20), pues antes de su Antropología pneumática 91 glorificación no había Espíritu (Jn da por Nikos Nissiotis) si no se 7, 39), el Hijo viene al mundo y se complementa con otras visiones encarna para darnos el Espíritu, Je- del Espíritu. sús da el Espíritu sin medida (Jn 3, No es casual que Tomás de 34), este Espíritu será el otro pará- Aquino llegue a afirmar que es clito (Jn 14,16), que enseñará y re- igual error negar el filioque que cordará el mensaje de Jesús (Jn cuestionar la autoridad del Vicario 14,26), dará testimonio de él (Jn de Cristo sobre la Iglesia univer- 15,26), convencerá al mundo de la sal, pues en ambos casos el Espí- culpa (Jn 16,7-11), llevará a los su- ritu está ligado al poder divino de yos a la verdad plena y glorificará Cristo, y el Vicario de Cristo es al Hijo (Jn 16,13-15). Según Juan, causa instrumental de la donación el espíritu que Jesús emite al morir del Espíritu en la Iglesia. Esto con- en la cruz significa mucho más que duce a un cierto eclesiocentrismo: la entrega de su aliento vital en la la Iglesia, sobre todo la jerárquica muerte (Jn 19,30), representa el don que representa a Cristo, es la que del Espíritu pascual a la humani- posee el Espíritu y lo comunica a dad, que acontece cuando Jesús es los fieles por la Palabra y los sa- elevado y exaltado en la cruz. cramentos. De ahí nace también Esta dimensión histórico-salví- una antropología teológica descen- fica de Cristo como donador del dente, que ilumina la realidad hu- Espíritu manifiesta claramente, en mana desde Cristo, desde la fe se su expresión de la Trinidad “ad ex- entiende al hombre, una antropo- tra” (la llamada Trinidad econó- logía más bien estática, que parte mica), la dimensión de la Trinidad de la luz de la fe para juzgar la rea- “ad intra” (o Trinidad inmanente): lidad, sin antes haber agotado su en la Trinidad inmanente, el Espí- conocimiento, que puede llevar a ritu procede del Padre y del Hijo, una visión poco respetuosa de la es el lazo de comunión que une a autonomía de la realidad. ambos, es el amor trinitario, es la Una pneumatología sesgada- caridad, el don, la communio. mente filioquista puede generar Esta visión, teológicamente co- una antropología más centrada en rrecta y plenamente ortodoxa, for- la sumisión a la jerarquía que ma parte de la fe y de la tradición abierta al profetismo del Espíritu, de la Iglesia y ha sido desarrollada más obediente que creativa y libre, ampliamente por Agustín, para más sumisa y discente que sujeto quien el Hijo nace del Padre por el activo que, por la unción del Espí- conocimiento, mientras que el Es- ritu y su profundo sentido de la fe, píritu es el amor que une al Hijo acoge personalmente, intuye, es con el Padre. Pero esta concepción capaz de innovar y de ser un lugar teológica tiene el riesgo de desem- teológico verdadero, junto a la Es- bocar en un encubierto cristomo- critura y a la Tradición, en la línea nismo (usando la expresión acuña- del sensus fidelium de LG 12. 92 Víctor Codina Lo positivo de este enfoque en su Evangelio y en los Hechos. joaneo-paulino es reconocer la di- El Espíritu es precursor de Cristo. mensión cristológica, eclesial y sa- Si Cristo resucitado puede comu- cramental de la gracia y del nicar el Espíritu, es porque él mis- Espíritu, frente a toda tentación es- mo ha sido generado y constituido piritualista, iluminista, entusiasta, pneumatológicamente en su con- subjetiva e intimista de la salva- cepción en el seno de María, en el ción. En lenguaje de Ireneo: la ma- bautismo, durante toda su vida y no del Espíritu es inseparable de finalmente en su resurrección. Si la mano del Hijo, ya que ambas Jesús es la mediación del Espíritu, manos crean al hombre y lo con- es porque él mismo ha sido ungido ducen a la koinonia. por el Espíritu en el bautismo y por eso comienza a predicar la buena Esta postura filioquista recalca nueva a los pobres (Lc 4,14-21). la dimensión encarnatoria, media- da, nazarena de la salvación, de la El Espíritu transformará la humanidad de Dios, como fruto de cruz en fuente de vida. Esta pre- la presencia del Espíritu, pero pa- sencia y acción del Espíritu en Je- rece limitar otras dimensiones ca- sús es claramente afirmada por los rismáticas y no institucionales de padres de la Iglesia oriental, con- la Iglesia: el Espíritu llena el uni- cretamente por Basilio: “La veni- verso, desborda la Iglesia visible, da de Cristo: el Espíritu le prece- actúa misteriosamente en quienes de. La encarnación: de ella es no son cristianos (GS 22). inseparable el Espíritu. Las accio- nes milagrosas, los carismas de cu- ración: se dan por medio del Espí- Spirituque ritu. El diablo es rechazado, ante la presencia del Espíritu. La reden- ción de los pecados se da en la gra- Esta expresión afirma que no cia del Espíritu”. solo el Espíritu procede del Padre y del Hijo, sino que el Hijo nace El Espíritu convierte a Jesús en del Padre en el Espíritu, Spiritu- un ser relacional, en comunión con que, el Espíritu está al comienzo y el Padre y con la humanidad, con al final de la vida trinitaria, no es los suyos, con su Iglesia, cuyo co- solo el tercero y último. Siguiendo razón es la eucaristía. Por el Espí- a Basilio, para quien el Espíritu es ritu, Jesús asume una personalidad el Aliento de la boca de Dios (Sal corporativa y lo introduce también 33,6) que procede del Padre, se en comunión con el cosmos, ya que afirma que el Espíritu acompaña a él es alfa y omega de la creación, la Palabra, descansa en la Palabra, primogénito de la vida nueva de los manifiesta la Palabra. resucitados. El Espíritu es quien hará nacer la Iglesia en Pentecos- Esta es la línea seguida por los tés, el que guía la historia de la hu- sinópticos y en especial por Lucas manidad, el que produce en el ser Antropología pneumática 93 humano la apertura al misterio, a cer lugar, sino mostrando que am- la trascendencia, el llamado “exis- bos, las dos manos del Padre, en él tencial sobrenatural” es la huella tienen su origen, tienen igual dig- del Espíritu en el ser humano. Po- nidad divina en medio de la dife- demos afirmar que expresiones co- rencia personal de cada uno. En mo salvación, Reino de Dios, la au- esta visión teológica el Espíritu es tocomunicación de Dios, la gracia, fuente de la cristología. En este el amor, el nuevo nacimiento, la fi- sentido, toda cristología es pneu- liación, la liberación del pecado y matológica, pues Jesús de Nazaret de la muerte, la comunión (koino- es el ungido por el Espíritu, cons- nía), la divinización, no son más tituido así Mesías y Cristo. Esta que formas diversas para expresar pneumatología que precede a la la presencia viva del Espíritu en cristología nos lleva a una antro- nuestras vidas y en la historia. pología ascendente, abierta, diná- Si conocemos la Trinidad in- mica, que parte de la realidad de manente a partir de la Trinidad abajo, humana e histórica, que es- económica, entonces es claro que tá movida e inspirada por el Espí- la presencia del Espíritu, tanto en ritu, anteriormente al acceso a la la encarnación como en el bautis- Palabra. Es una perspectiva más mo y en la resurrección de Jesús, misionera, más aristotélica que nos está revelando que en el mis- platónica, que respeta la autono- terio intratrinitario de Dios el Hi- mía de la creación en la que la ra- jo es generado no solo por el Pa- zón se abre a la fe, una visión liga- dre, sino por el Padre y el Espíritu, da a GS que concede una cierta Spirituque. En esta concepción, el prioridad a la comunidad o Iglesia Espíritu se halla presente junto al local sobre la universal. Padre en la misma filiación eterna Pero el riesgo de esta postura del Hijo, en la generación del Hi- es caer en un espiritualismo des- jo, la cual no es únicamente fruto encarnado olvidando que el Espí- del conocimiento del Padre, sino ritu tiene una estructura cristoló- del amor, del Espíritu. El aliento gica como origen y fin. Por esto, divino, la ruah, no solo está al tér- ambas perspectivas, la sinóptica y mino, sino al comienzo. Por el Es- la joaneo-paulina, la del Filioque píritu, el Padre engendra al Hijo y la lucana del Spirituque, deben por el amor y lo resucita por el complementarse dialécticamente: amor, es decir, en el Espíritu. el Padre engendra al Hijo en el Es- El Padre habla, el Hijo es la Pa- píritu y el Hijo en comunión amo- labra, pero el Espíritu es el aliento rosa con el Padre emite el Espíri- vital, el soplo que hace audible la tu. Hay pericoresis, comunión, Palabra. Así se puede dar una per- inter-compenetración, circumince- fecta interrelación y pericoresis sión. Así el Espíritu siempre será entre el Padre, el Hijo y el Espíri- el Espíritu de Jesús, las dos manos tu, sin relegar al Espíritu a un ter- del Padre son inseparables, filia- 94 Víctor Codina ción y procesión coexisten eterna- La antropología descendente fi- mente, en igualdad y reciprocidad lioquista se debe complementar mutua de comunión, la fuente úl- con la antropología ascendente spi- tima es el Padre, cuya esencia pa- rituquista e integrarse en una co- ternal es engendrar infinitamente munión pericorética de amor y de al Hijo infinito, en el Espíritu. vida.
RASGOS DE UNA ANTROPOLOGÍA PNEUMÁTICA
En la creación de Adán de la conocen la teología y la ciencia de
Capilla Sixtina no aparece la pre- hoy: la hominización es fruto de sencia vivificadora del Espíritu, a un largo proceso cósmico, de una no ser que este “dedo de Dios” que lenta y millonaria evolución de la se acerca a Adán significara el Es- vida. Para la tradición judeocris- píritu. La antropología teológica tiana, al comienzo de esta lentísi- solo puede desarrollarse coheren- ma explosión de vida en nuestro temente desde una cristología que cosmos está la ruah. asuma la pneumatología, que no Pero la Escritura no solo habla prescinde de la realidad antropo- de la ruah que aletea sobre al caos lógica humana, sino que la presu- primitivo, sino que, mientras en el pone y parte de ella, pues la gracia primer relato de la creación se di- presupone la naturaleza, en expre- ce que Yahvé crea al hombre a su sión tomista. Invita a una actitud imagen, varón y mujer, en el se- responsable y libre de las personas gundo relato se concreta diciendo que acogen el don del Espíritu de que Yahvé sopla sobre el Adán for- forma creativa. Pero una antropo- mado de la tierra y le confiere vi- logía teológica tiene elementos que da en comunión varón-mujer, de claramente provienen de la fe en la modo que en la creación humana Iglesia y que iluminan el ser y el actúa el Espíritu, que es el dador actuar humano. de toda vida. El Espíritu es Espí- Para clarificar, resumiremos lo ritu de la alteridad y pide respetar insinuado en unas diez tesis fun- todas las diferencias entre el varón damentales. y la mujer. El alejamiento actual de la Iglesia por parte de muchas mujeres cristianas está ligado a es- El Espíritu es el Espíritu ta antropología patriarcal y a sus creador de nuestra vida consecuencias teológicas, eclesia- humana les, morales, espirituales, etc. Y, al revés, una lectura de la realidad antropológica y teológica “con ojos El himno medieval Veni Crea- de mujer” nos está abriendo la mi- tor Spiritus presupone algo que re- rada a realidades nuevas. Antropología pneumática 95 El Espíritu integra el El Espíritu nos hace personas dualismo cuerpo/alma El Espíritu es quien nos hace El Espíritu une al ser humano, personas y nos introduce en la superando todo dualismo (cuerpo/ comunión, nos hace seres en re- alma, corporal/espiritual), de mo- lación, nos abre a una posibilidad do que tanto la dimensión de ba- de comunión divina, humana y sar (que le une a la realidad de su cósmica. No somos simplemen- pueblo y a los demás seres huma- te individuos que participamos nos) como el nefes (su dimensión de una misma naturaleza huma- de apertura y tendencial) están na destinada a la muerte, somos trascendidas y unificadas por la personas, a imagen de la Trini- ruah. dad, por el Espíritu de comunión. La persona no se concibe a sí En la Iglesia ha predominado a misma como autoexistencia, si- lo largo de los siglos una visión no como apertura extática a la muy pesimista sobre el cuerpo, la comunión. sexualidad, el matrimonio, con muchas consecuencias negativas, Por eso mismo el ser humano tanto espirituales como morales. es una persona misteriosa, apo- Podemos preguntarnos si el haber fá t ic a , cuyo núcle o ú lt i mo ontológico de dignidad, libertad ligado obligatoriamente el celiba- y creatividad lo hace sujeto de to al ministerio sacerdotal en la derechos humanos, alguien in- Iglesia latina no está influenciado vulnerable y respetable, nunca por un cierto dualismo antropoló- manipulable, no es una máscara, gico que une la sexualidad con im- sino una persona que participa y pureza y alejamiento de Dios. Pa- refleja, aunque sea analógica y ra muchos cristianos la visión débilmente, el misterio personal helénica de la inmortalidad del al- de la Trinidad que los primeros ma prevalece sobre la idea bíblica concilios definieron. de la resurrección de la carne, que nace de la Pascua de Jesús y que El Espíritu, además, nos ha- el credo une estrechamente a la fe ce personas diferentes. En un en el Espíritu Santo: “Creo en la mundo en donde la diversidad resurrección de la carne”. La di- cultural, racial y religiosa se ha mensión del cuerpo espiritual de convertido en oposición, conflic- Jesús resucitado se ha olvidado con to y motivo de violencia, una frecuencia, lo cual no ayuda a una antropología del Espíritu, nos espiritualidad que intente anticipar ayuda a ver la diversidad como ya ahora una transfiguración, aun- riqueza y complementariedad, que sea parcial, del cuerpo y de los reflejo de la pluralidad en la Tri- sentidos, y una espiritualización nidad. de la corporalidad humana. 96 Víctor Codina El Espíritu nos hace libres amar, nos abre a la fraternidad, a la solidaridad. Cuando Pablo VI El Espíritu está estrechamente reconoció que el ideal de la Revo- ligado a la libertad antropológica lución francesa, “libertad, igual- fundamental. La persona actúa se- dad y fraternidad”, a pesar de to- gún su propia conciencia y libre das sus ambigüedades y excesos elección, por convicción interna y cometidos, era profundamente personal, no bajo coacción de un evangélico; en el fondo, reconocía ciego impulso interior o exterior que el Espíritu estaba impulsando (GS 17). aquellos ideales profundamente humanos. La acción del Espíritu De ahí nace la grandeza y tra- es personalizadora, relacional y gedia humana, porque somos ca- comunional. paces de obrar el bien y de apartarnos de él. De aquí emana la posibilidad de la santidad y del pe- El Espíritu nos abre a la cado. Es el Espíritu el que nos ha- comunión con toda la ce libres y nos impulsa desde creación dentro a que actuemos según el proyecto de Dios, refuerza nuestra débil voluntad, nos inspira, anima, La creación humana se inscri- ilumina. Los clásicos 7 dones del be al final de un proceso cósmico Espíritu que la teología espiritual de millones de años que culmina ha desarrollado a partir de Is 11 no con la aparición del ser humano. son más que ayudas del Espíritu a Una interpretación sesgada y erró- nuestra libertad La tradicional nea de Gn 1,28 ha llevado a la con- doctrina de la discreción de espí- clusión que el ser humano puede ritus es una invitación a que sepa- dominar y enseñorearse de la tie- mos actuar según el Espíritu y no rra, lo que ha conducido al abuso nos dejemos engañar por todo lo y explotación del universo y al de- que lleva a la muerte (Gal 5,18-25). sastre ecológico que padecemos actualmente. Una recta exégesis El Espíritu es Espíritu de liber- del texto bíblico (kabash) nos ofre- tad no solo para elegir cosas sino ce una versión diferente: a la per- para configurarse con Cristo, vivir sona humana le corresponde habi- en Él y revestirse de Él, ser su ima- tar la tierra, guardarla y cultivarla, gen viva y testimonial en el mun- respetarla, hacerla habitable. La do. tierra es de Dios. Ha sido el indi- vidualismo moderno e ilustrado de occidente, la ideología del progre- El Espíritu nos abre a la so material indefinido y de la ex- comunión humana plotación mercantilista de la tierra con fines de lucro, lo que ha co- El Espíritu nos capacita para rrompido y pervertido esta visión Antropología pneumática 97 primigenia de la tierra como sacra- El Espíritu nos abre a la mento de Dios, con la cual hemos comunión eclesial de estar en relación de comunión, no de explotación. La persona bautizada es un ser eclesial en relación con la comuni- dad nacida de la fe y del bautismo, El Espíritu nos posibilita una comunidad que nació en Pen- nacer de nuevo tecostés y que prosigue en la his- toria el camino de Jesús de Nazaret, El ser humano no solo es débil, su anuncio del Reino, su Evange- frágil, contingente, abocado a la lio, su poder de perdonar y de li- muerte, precario, capaz de pecar, berar del mal, su esperanza de una de apartarse de la comunión y de vida sin fin, en comunión con la idolatrar a otros seres creados que vida del Espíritu de Jesús. La exis- finalmente se convierten en dioses tencia humana se vuelve hipósta- asesinos que llevan a la muerte, si- si s e cle sia l o r ient a d a a la no que también es capaz de con- escatología a través de la eucaris- vertirse, ser recreado y nacer de tía, que es fármaco de inmortali- nuevo por el Espíritu. dad (Ignacio de Antioquia).
Esta misteriosa apertura al Es- El centro de la Iglesia es un
acontecimiento de comunión, la eu- píritu acontece sacramentalmente caristía, fruto de la invocación del en el bautismo cristiano, donde se Espíritu en memoria de la Pascua revela por la fe lo que sucede en de Jesús. Dentro de esta apertura todo ser humano que se abre al Es- del Espíritu a la comunidad ecle- píritu de Dios. El bautismo nos ha- sial debería colocarse la cuestión ce pasar sacramentalmente del ser de la renovación carismática cató- biológico individual, destinado a lica y del pentecostalismo evangé- la muerte, al ser personal, con lico. Se trata de un fenómeno am- identidad comunional, y todo ello plio, nuevo y complejo, que hay que por el Pneuma; nuestra vida pasa discernir, pues si por una parte pue- de bios a zoé. Por esto, el bautismo de derivar en alienación y senti- es un nuevo nacimiento, porque el mentalismo afectivo y no oblativo, Espíritu nos inserta en el Hijo de en show y psicología de masas que Dios y nos hace entrar en comu- busca una compensación individual nión con los hermanos en la Igle- a un mundo materialista y cruel, sia y la historia. La existencia hu- por otra parte, puede ser expresión mana por el bautismo se vuelve de la fe de los pobres, de las muje- “ser eclesial”, se convierte en per- res, de los marginados, que recu- sona escatológica y orientada a la peran su palabra en la Iglesia y que eucaristía, a la koinonía. La unción experimentan positivamente la ac- de Jesús por el Espíritu nos posi- ción del Espíritu en su conversión bilita llamar a Dios “Abba”. a una vida nueva. 98 Víctor Codina El Espíritu nos abre a la rremotos, tsunamis, huracanes y comunión con la historia sequías. Estamos abocados al caos y a la muerte. Frente a esta reali- El Espíritu que ungió a Jesús en dad, el Espíritu de vida se convier- el bautismo es el mismo que impe- te en un principio humanizador y le a la persona a configurarse con esperanzador en cuanto nos ofrece Cristo. Es una llamada a construir perdón y reconciliación en Cristo, la comunidad humana en un mun- nos abre a una esperanza de una do justo y fraterno, que respete la vida que vence a la muerte por la tierra y toda la creación como obra gracia de la resurrección de Jesús del Espíritu creador. Es necesario y del Espíritu pascual que es capaz un discernimiento de los signos de de hacer pasar del pecado a la re- los tiempos en la historia recono- conciliación, de la muerte a la vi- ciendo que el Espíritu actúa desde da en comunión con el Señor. Si abajo, muchas veces en medio de la Cristo nos salva de algo, es de la opacidad del pecado. Querer ver muerte, entendida esta como la una acción pura del Espíritu en la vuelta al no-ser. historia (y en la Iglesia) es ilusión, Poseer el Espíritu significa co- pues el Espíritu, a diferencia del Hi- menzar a gozar de la plenitud hu- jo, no se encarna en nadie. Habrá mana escatológica, comenzar a vi- que ver si estos signos históricos es- vir ya ahora la resurrección de tán en sintonía con la vida de Jesús modo simbólico-sacramental, pe- de Nazaret: anonadamiento (kéno- ro real. No es casual que la resu- sis), servicio (diakonía), comunión rrección de la carne y la vida eter- (koinonía). Necesitamos invocar al na se sitúen en el tercer artículo del Espíritu continuamente y discernir- credo, en nuestra fe en el Espíritu. lo. Según algunos códices antiguos, en el Padre nuestro, en vez de “ven- El signo más claro de la pre- ga a nosotros tu Reino” se decía sencia del Espíritu en nosotros es “venga a nosotros tu Espíritu”. ver si nos asemeja a la vida y op- ciones de Jesús de Nazaret. En Je- sús, en su misterio de cruz y resu- En un mundo abocado al caos rrección se disciernen los espíritus. y la muerte, el Espíritu es fuente de vida y esperanza A modo de conclusión Todo lo anterior podría resul- tar excesivamente idealista si de- Vivimos en un mundo profun- jamos de lado las dimensiones ne- damente polarizado y convulsio- gativas de nuestra libertad y de la nado social, políticamente y a ni- misma creación. Hay pecado per- vel de pensamiento, de humanismos sonal y social, violaciones, violen- y de ideologías. En muchos cris- cia, guerras, injusticias. Existen te- tianos se ha ido pasando del “Cris- Antropología pneumática 99 to sí, Iglesia no” al “Dios sí, Cristo que a través del don del Espíritu no”, para luego seguir afirmando nos humaniza verdaderamente al “religión sí, Dios no”. Y, finalmen- hacernos hermanos suyos e hijos te, “religión no, espiritualidad sí” del Padre. Entre divinización y hu- (J. B. Metz). Existe una polariza- manización no hay contradicción. ción entre una espiritualidad ínti- Precisamente por Cristo y por el ma, más o menos vaga y esotérica, Espíritu somos verdaderamente hu- y una fe cristiana histórica, vivida manos. La gloria de Dios se mani- en comunidad eclesial. Hay tam- fiesta en la vida humana, pero esta bién tensión entre divinización y vida no se agota en las coordena- humanización, entre una antropo- das espacio-temporales de nuestra logía pneumática y una antropolo- historia, sino que, gracias al Espí- gía cristológica. ritu de Jesús, se abre al misterio eterno de la comunión trinitaria Sin Espíritu la vida humana es- (GS 22). Tampoco debería haber tá destinada a la muerte, la historia contradicción entre Cristo e Igle- solo produce cadáveres, la creación sia, porque la Iglesia es la comuni- se destruye y se consume lenta- dad y el cuerpo de Cristo, aunque mente. La misma vida cristiana sin en realidad tengamos la experien- Espíritu deviene moralismo, lega- cia de una Iglesia pecadora y mu- lismo y autoritarismo en una Igle- chas veces infiel al Señor. En Amé- sia que no va más allá de ser una rica Latina, la irrupción de los po- institución más. Si somos seres hu- bres, de los indígenas y afros, de manos y la vida tiene un sentido, si las mujeres y los jóvenes en la so- hemos sido creados en Cristo, si la ciedad y en la Iglesia, Medellín, las vida cristiana es no solo imitación, CEB, los obispos defensores de los sino seguimiento de Cristo, si los pobres y verdaderos Santos Padres sacramentos nos configuran con de la Iglesia latinoamericana, el Cristo en la Iglesia, si existe perdón diaconado permanente, la inserción de los pecados y liberación del po- de la vida religiosa entre los pobres, der del maligno, si por Cristo lle- las teologías (de la liberación e in- gamos al Padre, si esperamos la re- dia), la teología feminista y la eco- surrección de la carne y una tierra lógica, los mártires, la fe del pue- nueva, si tenemos vida divina y es- blo sencillo son un signo claro de peranza futura, todo ello es por el la presencia del Espíritu del Señor Espíritu, con el Espíritu y en el Es- en nuestro continente y una llama- píritu. Espíritu que es el Espíritu da a defender la vida amenazada. de Jesús y del Padre. Es Jesús, el Como afirma Teresa de Lisieux: to- que ha nacido por obra del Espíri- do es gracia, es decir, todo es don tu y ha sido resucitado por el Espí- y presencia del Espíritu vivifican- ritu, el que se ha convertido en nue- te, que con el Padre y el Hijo es jun- vo Adán vivificante, dador de vida, tamente adorado y glorificado. modelo de auténtica humanidad, el Condensó: DOLORS SARRÓ