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ALFREDO SÁENZ, S.J.

El Apocalipsis según Leonardo Castellani

Fundación GRATIS DATE. Pamplona, 2005

Alfredo Sáenz nace en Buenos Aires (1932) y muy joven ingresa en la Compañía de Jesús, en la que es
ordenado sacerdote en 1962. Licenciado en Filosofía, obtiene el doctorado en Teología en la Universidad romana
de San Anselmo. Vive en la residencia jesuita de Buenos Aires Regina Martyrum, y desarrolla una gran actividad
como predicador y conferenciante. Es autor de más de un centenar de artículos y de muchos libros. Enseña
Patrística en la Facultad de Teología de San Miguel (Buenos Aires).

Leonardo Castellani nace en Reconquista, Argentina (1899), ingresa en la Compañía de Jesús (1918) y es
ordenado sacerdote (1931). Obtiene doctorados en Filosofía y Teología en la Universidad Gregoriana de Roma,
estudia psicología en la Sorbona de París, y en 1935 regresa a Argentina. Publica desde joven muchos libros y
artículos de carácter poético, literario, religioso y político, y es con frecuencia muy crítico. Expulsado de la
Compañía de Jesús y suspendido como sacerdote (1949), es acogido por el obispo de Salta (1959) y regresa a
Buenos Aires (1952). Por estos años publica El Apocalipsis de San Juan. Es reintegrado al ejercicio del sacerdocio
ministerial (1966), y hasta su muerte en Buenos Aires (1981) sigue escribiendo y publicando. Es uno de los
escritores más grandes de Hispanoamérica en el siglo XX. Las distinciones anuales más prestigiosas, instituidas
para los escritores católicos argentinos por el Cardenal Antonio Quarracino, cuando era Arzobispo de Buenos
Aires, llevan el nombre de «Leonardo Castellani».
El P. Castellani dedicó El Apokalypsis (1963) al Papa Juan XXIII, «que me devolvió la misa». Y en el prólogo escribe:
«Hemos traducido el libro de la “Revelación” de San Juan directamente del texto griego y le hemos añadido una
interpretación literal. Cuanto más “tradicional” sea una exégesis de la Sagrada Escritura, mejor es. La presente interpre-
tación no podría exactamente llamarse “mía”, por lo cual es llamada “nuestra”. Proviene del trabajo de innumerables
intérpretes, comenzando por los Santos Padres antiguos. Es fruto de innumerables lecturas y muchas meditaciones».
3

Introducción
Dios haya legado a su Iglesia una revela-
ción tan impresionante –«Apocalipsis» sig-
nifica descubrimiento, develación–, sabien-
do que resultaría inaccesible al entendi-
En nuestro libro El fin de los tiempos y miento de la mayoría. Un enigma insolu-
seis autores modernos (Asociación pro- ble es lo contrario de una revelación.
cultura occidental, A.C., Guadalajara Castellani se abocará a su interpretación,
19962, 402 pgs.), expusimos el pensamien- con la ayuda de la gran tradición patrística
to sobre este tema en los escritores de la Iglesia, y de autores más recientes
Dostoiewski, Soloviev, Benson, Thibon, como Newman, Billot, Benson y Pieper.
Pieper y Castellani. En esta breve obra Los Padres vieron mucho, sin duda, pero
presente reproducimos sólamente el últi- en cierto modo nosotros podemos ver más,
mo capítulo, que expone lo que el P. encaramados sobre sus hombros y con la
Leonardo Castellani nos dice acerca de experiencia de los hechos que ya han su-
las ultimidades de la historia. cedido o que se van volviendo predecibles.
Los cuatro primeros pensadores aludi- Por otra parte, el mundo actual se mues-
dos, Dostoievski, Soloviev, Benson y tra ansioso de atisbar el futuro que la his-
Thibon, se expresaron prevalentemente toria le depara. Nada de extraño, ya que
mediante el recurso literario, sin dejar de semejante inquietud se suele acrecentar
lado, por cierto, las cosas que de los tiem- en las épocas tempestuosas y preñadas
pos postreros se leen en el Apocalipsis. de amenazas. ¿A dónde se dirige el acon-
En lo que toca a Josef Pieper, investigó el tecer histórico?, se preguntan todos. De
mismo tema desde el punto de vista filo- ahí el pulular de falsas profecías, de apari-
sófico-teológico. El P. Castellani, que cita ciones insólitas, de pronósticos peregrinos.
frecuentemente a algunos de los autores Por eso hoy se vuelve más apremiante
nombrados, apelará a los dos expedien- que nunca poner sobre el tapete el gran
tes, el del novelista y el del teólogo. Lo tema de la esjatología. A decir verdad, al-
que en algunas de sus obras nos lo dice de gunas de las interpretaciones que nos ofre-
manera novelada, lo reitera en otras de cerá el genial Castellani son muy perso-
modo más sistemático. nales y no estamos obligados a hacerlas
Para muchos, señala nuestro autor, el nuestras. Con todo, sus intuiciones resul-
Apocalipsis es un libro enigmático, prácti- tan frecuentemente brillantes y, según de-
camente hermético, y por consiguiente cíamos, se respaldan en el aval de gran-
resulta inútil leerlo. Pero cuesta pensar que des pensadores.
4 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
bras resultan deficientes, pero proyectán-
dolos analógicamente desde sucesos cer-
canos. «El profeta se interna en la eterni-
dad desde la puerta del tiempo y lee por
transparencia trascendente un suceso
mayor indescriptible en un suceso menor
próximo; es el modo que existe también
I analógicamente en los grandes poetas».
De este modo Isaías profetizó la reden-
El Apocalipsis ción de la humanidad en la liberación del
y la Teología de la Historia pueblo judío del cautiverio babilónico, así
como San Juan describió la Segunda Ve-
nida en la destrucción de la Roma impe-
rial, y el mismo Cristo previo el fin del
Un primer aspecto que estudia nuestro mundo en la caída de Jerusalén. Cuando,
autor es la relación del Apocalipsis con lo pues, dijo «no pasará esta generación sin
que se ha dado en llamar «el sentido teo- que»... se refería a la vez a los apóstoles
lógico de la historia». allí presentes, con referencia al typo, que
es el fin de Jerusalén; y también a la des-
1. Typo y Antitypo cendencia de los apóstoles, con referen-
cia al antitypo, el fin del mundo. Los após-
Entre los discursos de Cristo que con- toles vieron el fin de Jerusalén, la Iglesia
signa el Evangelio se encuentra el deno- verá el fin del mundo. Así lo puso en claro
minado «Discurso Esjatológico». Allí el un gran teólogo, el Cardenal Billot, en su
Señor anunció que hacia el fin de los tiem- libro La Parousie, donde afirma que el
pos estallaría una gran tribulación, tras la profeta ve el futuro lejano e inescrutable a
cual Él reaparecería, lleno de poder y la luz o por transparencia de un suceso
majestad. En el transcurso de dicho ser- cercano, también futuro, pero más inteli-
món, encontramos esta afirmación tan gible y obvio. O, si se quiere, en el caso
categórica como desconcertante: «En ver- del Apocalipsis, percibiendo el vidente los
dad os digo que no pasará esta genera- tiempos propiamente parusíacos, profeti-
ción sin que todas estas cosas sucedan. za en esquema todos sus prolegómenos y
El cielo y la tierra pasarán, pero mis pala- su germinación histórica latente en las tres
bras no pasarán» (Mc 13, 30-31). Aque- primeras visiones que resumen cabalmen-
llos que lo oían murieron y, sin embargo, te la historia de la Iglesia en forma simbó-
no llegó el anunciado fin de los tiempos. lica: el Mensaje a las Siete Iglesias, los
¿Se equivocó Cristo? Castellani juzga que Siete Sellos y las Siete Tubas.
acá se esconde la clave que explica el sen-
tido de la interpretación profética. Toda El mismo San Juan afirma en el Apoca-
profecía se desenvuelve en dos planos y lipsis que la Parusía –palabra griega que
se refiere a la vez a dos sucesos: uno próxi- aplicada a Cristo significa su presencia
mo, llamado typo, y otro remoto, llamado justiciera en la historia humana– está cer-
antitypo. El profeta describe sucesos ca. Lo hace desde el comienzo, cuando
lejanísimos, para los cuales hasta las pala- titula el libro «Revelación de Jesucristo
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para manifestación de lo que ha de suce- días del Hijo del hombre. Comían, bebían,
der pronto» (Ap 1, 1), hasta el final, donde tomaban mujer o marido, hasta el día en
reiteradamente le hace repetir a Cristo: que entró Noé en el arca; vino el diluvio y
«Mira, vengo pronto» (Ap 22, 7.12.20). los hizo perecer a todos... Lo mismo su-
Digamos una vez más que Cristo no se cederá el Día en que el Hijo del hombre
equivocó. Porque, como señala Castellani, se manifieste» (Lc 17, 26-27.30). Lo sen-
este «vengo pronto» puede ser entendido sato será, pues, pensar que el fin está siem-
de tres modos. Ante todo trascendental- pre cerca, para tener aceite en el candil,
mente, en cuanto que el período histórico como las vírgenes prudentes.
de los últimos días, o sea el tiempo que Por fin la expresión «vengo pronto» pue-
corre de la Primera a la Segunda Venida de ser interpretada literalmente. Porque
será muy breve, cotejado con la duración ese «pronto» de Cristo, un presente justi-
total del mundo. Según una antigua tradi- ciero, se cumplió al poco tiempo en la des-
ción judeo-cristiana, «este siglo», es decir, trucción de Jerusalén, y luego en el de-
el tiempo que va desde Adán al Juicio Fi- rrumbe del Imperio Romano, los dos typos
nal, tendría una duración de siete milenios, del fin del siglo, o sea, el término del ciclo.
a semejanza de los siete días de la crea- Se cumplió en su primera fase para los
ción: dos milenios corresponden a la Ley contemporáneos del Señor, y se cumplirá
Natural, dos milenios a la Ley Mosaica, quizá en su forma plenaria para nosotros,
dos milenios a la Ley Cristiana, siendo el que pensamos menos en los fines últimos
último milenio el de «los tiempos finales», que los primeros cristianos, siendo que
el domingo de la historia, la época estamos más cerca que ellos.
parusíaca de los nuevos cielos y de la nue-
va tierra. Así, pues, en un sentido trascen- 2. El estilo profético
dental, Cristo pudo decir con verdad que Hay exégetas que han interpretado la
su Segunda Venida estaba cerca. totalidad del Apocalipsis en un sentido ale-
En segundo lugar, la promesa «vengo górico, lo que se presta a las más fabulo-
pronto» puede ser entendida místicamen- sas fantasías. San Agustín y Santo Tomás
te, en el sentido de que todos debemos dejaron una regla de oro para la interpre-
considerarnos próximos al juicio en razón tación de las Escrituras en general, y es
de la muerte, que puede sobrevenir en que todo lo que en ellas se puede enten-
cualquier momento, resultando siempre der en sentido literal, debe ser así com-
sorpresiva e inesperada para las expecta- prendido. Por cierto que «literal» no se
tivas e ilusiones humanas. La pedagogía contrapone a «simbólico». El Apocalipsis
de Cristo en el Evangelio fue siempre aler- es un conjunto de símbolos plásticos, se-
tar sobre el carácter imprevisto que tiene gún se estila en todas las literaturas primi-
la muerte para cada uno de los hombres: tivas. Como sabemos, símbolo es una cosa
«Necio, esta misma noche morirás. Lo que o imagen concreta de algo que no se ve;
has juntado, ¿para quién será?» (Lc 12, por ejemplo, el anillo del obispo represen-
20). Y no sólo respecto de los hombres ta su autoridad. Alegoría, en cambio, es
individuales sino también en un sentido más una imagen concreta de un concepto abs-
universal: «Como sucedió en los días de tracto, como la barquilla del poema de
Noé –dijo Jesús–, así será también en los Lope representa la vida humana. Las vi-
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siones del Apocalipsis son, por cierto, las Iglesias, que examina los diversos es-
metafóricas, y no pueden entenderse en tadios de la historia de la Iglesia; el de las
un sentido «literalísimo», pero sí en un sen- Trompetas o Tubas, que recorre las suce-
tido literal-simbólico. En razón de la teoría sivas herejías que se han ido manifestan-
del typo y el anti-typo, dicho sentido es do en el curso de los siglos, hasta la últi-
doble. Así la Primera Bestia puede signi- ma; el de los Sellos, que describe la curva
ficar simultáneamente a Nerón y al Anti- del progreso y de la decadencia del cris-
cristo, la Mujer calzada de luna a la Igle- tianismo en el mundo; el de las Copas o
sia y al pueblo de Israel, la Gran Ramera Redomas, que preanuncia las calamida-
a la Roma Pagana y a la ciudad que será des de los tiempos postreros, los castigos
la capital del Anticristo... de Dios a la Gran Apostasía. Dichos sep-
El tema central del Apocalipsis es la tenarios siguen un método recapitulatorio,
persecución de los fieles y el triunfo final es decir, en algún momento el escritor de-
de Cristo y de la Iglesia. En torno a dicho tiene su relato y vuelve atrás en una nue-
asunto se concentran las diversas visio- va visión; cuando se acerca a la Parusía,
nes, que se desenvuelven tanto en el cielo recomienza en una inesperada perspecti-
como en la tierra y su tiempo histórico, va, o desde un punto más cercano a ella.
con la ayuda de símbolos plásticos, como La marcha no es así recta ni lineal, sino
la Bestia, la Mujer Coronada, la Gran Ra- en espiral. Es el mismo tema general vis-
mera, los Dos Testigos. Su género litera- to desde diferentes enfoques, «sinfoni-
rio tiene algo de polifonía: los espectácu- zado» por visiones que lo van explicando
los celestiales se conjugan con las diver- cada vez más, hasta la visión de la Jeru-
sas intervenciones de Dios en las vicisitu- salén celestial, que es el objeto y término
des religiosas de la historia humana. La de las otras. Como dice San Victorino
contemplación del Trono divino abre la tra- mártir, autor del siglo III: «No hay que
ma del texto sagrado, le confiere un mar- buscar en el Apocalipsis el orden [crono-
co litúrgico en toda su extensión, y la clau- lógico] sino el sentido». Y San Agustín:
sura en la última visión de la Jerusalén «Con muchas palabras repite la misma
celestial. Mientras tanto, los hombres se cosa, cuando procura decir lo mismo de
debaten en el devenir de la historia. Y así otra manera». Por lo que no hay que per-
«el autor de este drama divino se mueve der de vista el sentido de la imagen total.
continuamente del cielo a la tierra y otra
vez al cielo, hasta que la tierra y el cielo 3. Los signos de los tiempos
quedan unidos y como compenetrados, De lo que se trata es, fundamentalmen-
nuevos cielos y nueva tierra, la Jerusa- te, de percibir los signos de los tiempos.
lén Celeste». Como Castellani le hace decir al protago-
La gran dificultad para penetrar en el nista de su novela teológica Los papeles
sentido del Apocalipsis es su estilo. No de Benjamín Benavides : «La Venida Se-
debe ser interpretado, señala Castellani, gunda es imprevisible y es previsible a la
como si se tratase de una historia lineal, vez... Es imprevisible desde lejos y en
sino según las leyes propias del hablar pro- cuanto al tiempo exacto; pero a medida
fético. Como se sabe, en el Apocalipsis que se aproxime se irá haciendo... no diré
encontramos diversos septenarios: el de cierta, pero sí, como dicen, «inminente».
El Apocalipsis y la Teología de la Historia 7
Se olerá en el aire, como las tormentas; de aceptar en la edad del Progreso, de la
pero no por todos, ciertamente, sino por Civilización y de la Ciencia Moderna.
muy pocos». La percepción de los signos de los tiem-
Le pasa al Apocalipsis lo que a todos los pos resulta, pues, insoslayable para enten-
libros proféticos, que sólo se vuelven cla- der tanto la complejidad como el cumpli-
ros a medida que se van cumpliendo las miento del Apocalipsis que, al decir de San
profecías. Es natural que habiendo pasa- Agustín, «abarca todos los acontecimien-
do dos mil años desde la Primera Venida, tos grandes de la Iglesia, desde la primera
y encontrándonos nosotros más cerca del venida de Cristo hasta el fin de este siglo,
fin de la historia, estemos más capacita- en que será su segunda venida». Una gran
dos para entender mejor las cosas relati- profecía que engloba lo que se ha dado en
vas a las ultimidades. Por eso algunos au- llamar «el tiempo de la Iglesia», es decir,
tores de los tiempos recientes han logrado el tiempo que corre entre la Ascensión de
inteligir los hechos con más claridad que Cristo –en que un ángel anunció a los dis-
los mismos Padres de la Iglesia, si bien en cípulos el Retorno del Señor– hasta su
continuidad con ellos. Cuando una profe- Segunda Venida, con el acento puesto en
cía se cumple, entonces todos aquellos que el término. O, como escribe Castellani: «El
la guardan en su corazón creyente, y so- Apokalypsis es una profecía referente a
lamente ellos, ven con claridad que no la Segunda Venida de Cristo (dogma de
podía ser de otra manera. fe que está en el Credo) con todo cuanto
Al igual que Pieper, Castellani observa la prepara y anuncia, que es ni más ni
cómo algunas de las cosas anunciadas en menos que el desarrollarse en continua
el Apocalipsis, que antaño pudieron pare- pugna de las Dos Ciudades, la Ciudad de
cer irrealizables y hasta ridículas, hoy se Dios y la del Hombre». Por el hecho de
las ve como perfectamente posibles. Hace que dicha Segunda Venida se basa en el
sólo un siglo Renan se permitía burlarse Sermón Esjatológico de Cristo y en su
del apóstol Juan y de su «imaginación exégesis auténtica hecha por Juan bajo la
oriental delirante y desmesurada», tan di- inspiración del Espíritu Santo, el Apoca-
ferente del sereno equilibrio y elegante lipsis constituye «la cúspide y clave de to-
compostura de la imaginación griega. «¡Un das las profecías del Antiguo y Nuevo
ejército de doscientos millones de hom- Testamento, así como de la Metafísica de
bres!», dice con sorna, aludiendo a Ap 9, la Historia de la Iglesia; y del Mundo por
16. Pues bien, en la última guerra ha habi- extensión». Lo que explica que ningún li-
do cerca de doscientos millones de com- bro de la Escritura haya tenido tantos co-
batientes, contando los obreros de las fá- mentaristas y dado lugar a tantas extra-
bricas de armas. ¡Ciudades enteras que vagancias.
se derrumban en un instante y se convier- Nosotros afirmamos que el Mesías ya
ten en ruinas! ¡Fuego que cae del cielo! ha venido –contra lo que sostienen los ju-
Todo ello es hoy factible con las bombas díos–, de modo que las profecías me-
nucleares. ¡La imagen de la Bestia que se siánicas ya se han cumplido en su primera
ve en todo el mundo! Hoy es posible por parte, pero también afirmamos que han
la televisión satelizada. Renan paladea con de realizarse de manera plenaria y más
gusto los «absurdos» de Juan, imposibles espléndida en su segunda venida. Afirma
8 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
San Juan que Cristo es ο ων και ο ην και
ο ερχοµενοδ (Ap 1, 8), el que es, el que
era y el que va a venir. Con la expresión
el que es, el nombre mismo que Dios se
dio cara a Moisés, se alude, escribe Caste-
llani, a la existencia eterna de Dios; al de-
cirse el que era, se quiere significar la
II
existencia temporal de Cristo, que tuvo
principio y término en la tierra; y con la Las reluctancias
fórmula el que vendrá, el que está por frente al Apocalipsis
venir, el erjómenos, se hace referencia al
futuro de quien está viniéndose.

Tal es la gran enseñanza del Apocalip-


sis. Por eso quizás en el Adviento, al cele-
brarse la Expectativa de la Primera Veni-
da del Señor, se comienza por recordar y
«expectar» la Segunda, pues si ésta no
existiera, en cierta manera la Parusía que-
daría trunca. El Apocalipsis nos recuerda
que este mundo terminará. Pero dicho tér-
mino se verá precedido por una gran tri-
bulación, y una gran apostasía, tras las
cuales sucederá el advenimiento de Cris-
to y de su Reino, que no ha de tener fin.
La llegada del Señor, decíamos, será
precedida por cataclismos, primordialmen-
te cósmicos. En su Discurso Esjatológico,
el Señor dice que «habrá en diversos lu-
gares hambres y terremotos..., el sol se
oscurecerá, la luna no dará su resplandor,
y las estrellas caerán del cielo» (Mt 24,
7.29). El sol en la Escritura representa a
veces la verdad religiosa; la luna, la cien-
cia humana; las estrellas figuran a los sa-
bios y doctores. Pregúntanse los exégetas
si aquellos «signos en el cielo» tan extraor-
dinarios, serán físicos o metafóricos; si hay
que tomar esas palabras como símbolos
de grandes trastornos y perturbaciones
morales, o si efectivamente las estrellas
caerán y la luna se pondrá color sangre.
Castellani piensa que las dos cosas; por-
Las reluctancias frente al Apocalipsis 9
que al fin y al cabo el universo físico no o el de Dante y Tomás de Aquino. Pero lo
está separado del universo espiritual, y que distingue a los verdaderos cristianos
estas dos realidades, materia y espíritu, que es su fe en la Segunda Venida. «Hoy día
se nos muestran como separadas y aun ser verdadero cristiano es desesperar de
opuestas, en el fondo no son sino dos ca- todos los remedios humanos y renegar de
ras de una misma realidad. todos los pseudosalvadores de la Huma-
Pero más allá de tales señales en la tie- nidad que desde la Reforma acá surgen
rra y en el cielo, Cristo dio tres signos continuamente con panaceas universales»,
troncales de la inminencia de su Segundo escribe Castellani.
Advenimiento: la predicación del Evange- A semejanza de Pieper, sostiene Cas-
lio en todo el mundo (cf. Mt 24, 14), el tellani que frente al trascendental tema del
término del vasallaje de Jerusalén en ma- «sentido de la historia», se han dado dos
nos de los Gentiles (cf. Lc 21, 24), y un posiciones igualmente falsas, o mejor, dos
período de «guerras y rumores de gue- actitudes heterodoxamente proféticas: una
rras» (Mt 24, 6). Los tres signos parecen agorera y otra eufórica, que pueden
haberse cumplido. El Evangelio ha sido tra- ejemplificarse con facilidad en la actual
ducido ya a todas las lenguas del mundo y literatura social o filosófica.
los misioneros han recorrido los cinco con- La primera de ellas podría enunciarse
tinentes. Jerusalén, que desde su ruina el así: «Todo es inútil, no se puede hacer ab-
año 70 ha estado sucesivamente bajo el solutamente nada». Dicha tesitura es ad-
poder de los Romanos, Persas, Árabes, vertible en el existencialismo ateo, así como
Egipcios y Turcos, ha vuelto a manos de en diversas obras al estilo de El ocaso de
los Judíos con la consiguiente implanta- Occidente de Spengler, quien documentó
ción del «Estado de Israel». Y en lo que con admirable erudición el estado de áni-
toca a las guerras, nunca existió antes en mo del pesimismo radical: nuestra civili-
el mundo una situación semejante a la de zación ha llegado al término de su devenir,
las últimas décadas, en que la guerra, se- al agotamiento senil e irreversible, contra
gún dijo Benedicto XV en 1919 «parece lo cual no hay nada que hacer. Una posi-
establecida como institución permanente ción semejante la encontramos en Luis
de toda la humanidad». Estos síntomas no Klages, Benedetto Croce, y tantos otros,
son aún el fin, pero están como preludiando que desahucian al Occidente de manera
el fin que será el Reinado Universal del implacable, extendiendo el certificado de
Anticristo, quien perseguirá a todo el que defunción al acontecer histórico.
crea de veras en Dios, hasta que final- La otra posición, de euforia atolondrada
mente sea vencido por Cristo. e infantil, es la más generalizada. Quizás
Bien señala Castellani que todo el mun- haya encontrado su mejor expresión en la
do, o casi, acepta que Cristo ha existido, teoría espejista del Progreso Indefinido,
ha nacido en Belén. Tanto Rousseau como que tanta vigencia tuvo en el siglo pasado,
Renan, tanto los modernistas como los ju- y que se opone tan directamente a la pa-
díos lo reconocen como un gran hombre labra de Cristo de que el final intraterreno
de nuestra raza, y en cierto modo como será catastrófico, de que una terrible lu-
Dios, sin concretar mucho si ese modo es cha precederá como agonía suprema la
el de Arrio, el de Nestorio, el de Mahoma, resolución del drama de la Historia. Oiga-
10 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
mos si no lo que decía Renan: «El Anti- los últimos días vendrán hombres llenos
cristo ha cesado de alarmarnos. Nosotros de sarcasmos, guiados por sus propias
sabemos que el fin del mundo no está tan pasiones, que dirán en son de burla: ¿Dón-
cerca. Operará por medio del frío en cen- de queda la promesa de su Segunda Veni-
tenares de centurias, cuando el planeta da? Pues desde que murieron los padres
Tierra haya agotado los recursos de los [los fieles de la primera generación], todo
senos del viejo Sol para proveer a su cur- sigue como al principio de la creación» (2
so». Y tras mostrar su admiración por las Pe 3, 3-4). Los hombres, como en los días
leyes del progreso de la vida, sólo veía en de Noé, comerán, beberán, harán nego-
este mundo brotes y yemas de un gran cios, sin abrigar la menor duda sobre la
árbol que se va elevando por siglos sin fin. continuidad indefinida del mundo. Por eso,
Por eso, concluye, «el Apocalipsis no puede como dice Castellani, «la última herejía
dejar de regocijarnos. Simbólicamente será optimista y eufórica, «mesiánica»».
expresa el principio fundamental de que Será como el resumen de todas las ante-
Dios no tanto “es”, cuanto que “llegará a riores.
ser”». Lo que dice Renan, el padre del mo- Nuestro autor insiste en este punto, ca-
dernismo, no es por cierto lo que dice Cris- pital para la inteligencia de su obra: la en-
to, quien nos habló de una tribulación como fermedad mental específica del mundo
no se ha visto otra en el mundo, de gue- moderno es pensar que Cristo «no vuelve
rras terribles, pestes, terremotos, y de una más». En base a ello, y tras declarar que
acción desatada de Satanás. el cristianismo ha fracasado, el mundo in-
Detengámonos un tanto en esta segun- venta sistemas, a la vez fantásticos y atro-
da posición, tan francamente optimista. El ces, para solucionar todos los problemas,
mundo ha vivido ya cientos de millones de nuevas Torres de Babel en orden a esca-
años, afirman sus sostenedores, y por lo lar el cielo. Pululan los profetas que dicen:
tanto puede pensarse que seguirá existien- «Yo soy. Aquí estoy. Éste es el programa
do cientos de siglos más. Todas las difi- para salvar el mundo. La Carta de la Paz,
cultades por las que pasamos, no pueden el Pacto del Progreso, la Liga de la Felici-
ser sino una especie de gripe, que nece- dad, la Una, la Onu, la Inam, la Unesco.
sariamente pasará para dejar al organis- ¡Mírenme a mí! ¡Yo soy!» Y así, ence-
mo más sano y más robusto. No son dolo- rrándose en su inmanencia, negando ex-
res de agonía sino de parto. La Ciencia y plícitamente la Segunda Venida de Cristo,
la Civilización convertirán a este mundo lo que el mundo hace, en el fondo, es ne-
en el Edén del Hombre Emancipado. Esta gar su Mesianismo, negar el proceso divi-
idea está muy impregnada en el ambiente, no y providencial de la historia. «Con re-
y con ella podemos tropezar por doquier, tener todo el aparato externo y la fraseo-
en forma de argumento o de espectáculo. logía cristiana, falsifica el cristianismo,
Es la gran Esperanza del Mundo Moder- transformándolo en una adoración del
no, poseído del «espíritu de la tierra», el hombre; o sea, sentando al hombre en el
mesianismo del Progreso o milenarismo templo de Dios, como si fuese Dios. Exal-
de la «Ciencia», sobre el que tantos ta al hombre como si sus fuerzas fuesen
pseudo-profetas de hoy escriben páginas infinitas. Promete al hombre el reino de
tan brillantes. No hacen sino cumplir lo que Dios y el paraíso en la tierra por sus pro-
preanunciaba San Pedro: «Sabed que en pias fuerzas». Esto se llamó sucesivamente
Las reluctancias frente al Apocalipsis 11
filosofismo, naturalismo, laicismo, protes- cas y sus ilusiones de pervivencia terrena
tantismo, catolicismo liberal, comunismo, y de «progreso indefinido». Lo preocupan-
modernismo, corrientes diversas, por cier- te es que muchos cristianos consienten a
to, pero que confluyen ahora en una reli- dicha tentación. Porque, como escribe
gión que todavía no tiene nombre. «Todos Castellani, «la señal más cierta de la aproxi-
los cristianos que no creen en la Segunda mación del Anticristo será cuando la Igle-
Venida de Cristo se plegarán a ella. Y ella sia no querrá ocuparse de él, conforme
les hará creer en la venida del Otro», como dice San Pablo: “cuando digan, henos aquí
llamó Cristo al Anticristo: «Porque yo vine en plena paz y prosperidad, entonces sú-
en nombre de mi Padre y no me recibis- bito vendrá la pataleta” (1 Tes 5, 3)».
teis; pero otro vendrá en su propio nom-
bre y a ése lo recibiréis» (Jn 5, 43).
De ahí la importancia de ese dogma que
recitamos en el Credo, casi como de paso:
«Y de nuevo vendrá con gloria a juzgar
vivos y muertos». Un dogma bastante ol-
vidado y nada meditado. Su traducción es
ésta: el mundo no continuará desenvolvién-
dose indefinidamente, ni acabará por azar,
o por un choque cósmico, sino por una in-
tervención directa del Creador. «El Uni-
verso no es un proceso natural, como pien-
san los evolucionistas o naturalistas –es-
cribe Castellani–, sino que es un poema
gigantesco, un poema dramático del cual
Dios se ha reservado la iniciación, el nudo
y el desenlace; que se llaman teológi-
camente Creación, Redención y Parusía».
El día en que el Señor ascendió, dijeron
los ángeles: «Éste que os ha sido llevado,
este mismo Jesús, vendrá tal como le ha-
béis visto subir al cielo» (Act 1, 11). De
donde concluye nuestro autor: «El dogma
de la Segunda Venida de Cristo, o Parusía,
es tan importante como el de su Primera
Venida, o Encarnación».
Por eso San Pablo dijo: «El tiempo es
corto» (1 Cor 7, 29), recordando las ense-
ñanzas de Cristo sobre la vigilancia que
es preciso mantener frente a la muerte, el
«ladrón nocturno», dirigida ahora no ya
solamente a los particulares sino a toda la
historia, así como a sus grandezas cadu-
12 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
cos, y en cuyo muslo está grabado su nom-
bre: Rey de Reyes y Señor de Señores.
Frente a Cristo, el Dragón, el demonio,
el abanderado de las fuerzas del mal.
Aquel que al comienzo no trepidó en gri-
tar Non serviam, encabeza ahora la re-
belión decisiva y terminal, escoltado en la
III demanda por dos auxiliares: la Bestia del
Mar, que será el dominador en el plano
El Apocalipsis político (en la Escritura el mar simboliza el
orden temporal) y la Bestia de la Tierra,
como drama que llevará a cabo la falsificación del cris-
tianismo (la tierra es el símbolo de la reli-
gión); ambas Bestias en estrecha conexión
y alianza.
Entremos ahora en el contenido mismo Consideremos ahora los personajes sub-
del Apocalipsis. El libro sagrado nos ex- alternos.
pone un drama impresionante, el de la se-
cular lucha entre el bien y el mal, ahora 2. La Primera Bestia
llegada a su culminación, y por ende
radicalizada. El P. Castellani lo escruta con Y ante todo la Primera Bestia o
toda la inteligencia y la inspiración del teó- Anticristo. Con cierto facilismo se creyó
logo y del poeta que es a la vez. reconocer al Anticristo en los enemigos
concretos de la Iglesia que se iban pre-
Detengámonos con él en los principales sentando a lo largo de la historia. El mis-
personajes –los dramatis personæ–, que mo Juan dio pie a ello cuando en su pri-
actúan, a veces bajo la forma de símbo- mera carta dijo que el Anticristo ya esta-
los, en este drama teológico. ba en el mundo, así como que había ya en
él muchos «anticristos» (cf. 1 Jn 2, 18),
1. Cristo y el Dragón
denunciando así la analogía entre los mal-
En el telón de fondo aparecen los dos vados de su tiempo, y el último y mayor
grandes protagonistas, por así decirlo. Ante enemigo venturo del Señor.
todo Cristo, el Señor de la Historia. Por-
Los primeros señalados como tales fue-
que no es otro que el Señor, el Kyrios, el
ron los emperadores romanos que desen-
Cordero, quien abre el libro sellado, mani-
cadenaban persecuciones. Así algunos
festando así su dominio plenario sobre los Padres vieron al Anticristo en la persona
acontecimientos históricos. Él es el Liturgo
de Nerón o Diocleciano. No se equivoca-
que preside en el cielo el majestuoso culto
ban del todo al afirmar tal cosa. Pero re-
de los ancianos, los ángeles y los seres
cordemos lo que dijimos acerca de los sen-
vivientes. Es también el Guerrero, mon-
tidos literales, uno inmediato y otro media-
tado sobre blanco corcel, con su túnica
to. El emperador pagano podía ser el «typo»
salpicada en la sangre de su martirio vic- del Anticristo. Pero su «antitypo» estaba
torioso, que galopa seguido por los ejérci-
aún por venir al fin de los tiempos.
tos de los cielos, también en caballos blan-
El Apocalipsis como drama 13
De manera semejante, en el bajo Medio de la tierra»... (Ap 8, 13). Es el aviso de
Evo se lo creyó encarnado en Mahoma, que la catástrofe se avecina. La quinta
ya que el dominio tan extendido del impe- trompeta sería la Revolución francesa, con
rio mahometano representó para la Cris- su Enciclopedismo. La sexta, el enfrenta-
tiandad un peligro que no parecía ofrecer miento de los Continentes, la guerra como
salida alguna. Esta idea cobra hoy nueva institución permanente. Y así llegamos a
vigencia a raíz de la conjetura de algunos los umbrales del fin, de la época en que se
autores, principalmente Belloc, que afir- atentará directamente contra el primer
man la posibilidad de que el Islam pueda mandamiento, la época del odio formal a
renacer como Imperio Anticristiano, más Dios, el pecado y herejía del Anticristo.
poderoso y temible que antes.
a. El Obstáculo
Con el advenimiento del Protestantismo
y la aparición del Anticristo
se produjo una extraña variación en la
exégesis del Anticristo. Lutero aplicó la Pero antes de la manifestación del
terrible etiqueta esjatológica al Papado. Anticristo deberá ser quitado de en medio
Sobre la base de que la Iglesia puede co- un misterioso Obstáculo, de que habla San
rromperse, y de hecho se corromperá en Pablo: «El misterio de la iniquidad ya está
los últimos días, tesis muy delicada, y que actuando. Tan sólo que sea quitado de en
debe entenderse con cautela en atención medio el que ahora le retiene, entonces se
a la indefectibilidad que Cristo le ha pro- manifestará el Impío» (2 Tes 2, 7-8). ¿A
metido, Lutero, interpretando dicha tesis qué se refiere el Apóstol? Anteriormente
de manera herética, creyó ver en el Papa había predicado con tanto vigor en Tesa-
la Gran Ramera de que habla el Apoca- lónica sobre el Misterio de Iniquidad, anun-
lipsis. ciando su llegada como inminente, que los
tesalonicenses pensaron que lo mejor era
Castellani parece sostener una suerte de
dejarse estar, ya que el Fin del Mundo se
manifestación gradual del Anticristo. Las
venía encima. Entonces Pablo les escri-
Siete Trompetas del Apocalipsis, que sim-
bió diciéndoles que, según lo había predi-
bolizan siete grandes jalones heréticos en
cho Cristo, no se sabía ni el día ni la hora
la historia de la Iglesia, aludirían a siete
precisa, dado que todavía estaba en pie
sucesivos Anticristos, en el sentido en que
El-Que-Ataja, el Katéjon, y por ende era
habla Juan en su epístola, precursores del
necesario perseverar en la arduidad de
Último, al cual preparan sin saberlo, acu-
la fe.
mulativamente. A medida que se aproxi-
man al «Hombre de Pecado», las herejías Castellani se detiene, y con razón, en
van creciendo en fuerza y malignidad. La este tema tan misterioso como apasionan-
primera trompeta representaría el arria- te. Hay algo que ataja o demora la apari-
nismo; la segunda, el Islam; la tercera, el ción del Anticristo. San Pablo lo llama el
Cisma Griego; la cuarta, el Protestantis- katéjon, el obstáculo, que se concreta en
mo. Aquí se produce una especie de pa- el katéjos, es decir, un ser obstaculizante.
réntesis, que se puede advertir también Hasta que dicho katéjon no sea «quitado
en los otros Septenarios antes de la última de en medio» no se manifestará el Hom-
terna; un águila vuela por lo alto del cielo bre sin Ley. ¿Cuál es este enigmático Obs-
y amenaza: «Ay, ay, ay de los habitantes táculo? Algunos Padres de la Iglesia pen-
14 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
saron que el Katéjon (en neutro, lo hasta el presente la aparición formal del
obstaculizante) era el Imperio Romano ya Anticristo, el cual, en su momento, res-
cristianizado, que asentado sobre cuatro taurará dicho Imperio, pero a su modo,
columnas, el ejército, la familia, la religión calcándolo en aquellas viejas estructuras.
y la propiedad privada, impedía el estallido Será la Ciudad del Hombre de San Agustín,
de la Iniquidad siempre al acecho; y el opuesta a la Ciudad de Dios, que hallará
Katéjos (en masculino, el obstaculizante) finalmente su concreción visible y política
era el Emperador. ¿Pero acaso no acaba- en la historia.
mos de decir que los antiguos considera- Algunos autores han pensado que el
ban el Imperio Romano como el habitat katéjon era la misma Iglesia, cuya pre-
de la Bestia, dado que diez Emperadores sencia constituía el último obstáculo para
consecutivos habían perseguido mortal- la manifestación del Anticristo. Así opina
mente a los cristianos? Así es, pero a par- San Justino, el primer comentador del Apo-
tir de la conversión de Constantino, las calipsis, según el cual «Ecclesia de me-
cosas habían cambiado sustancialmente, dio fiet», la Iglesia será sacada de en
y de este modo se podía ver en el Imperio, medio. La interpretación es un tanto atre-
o en lo que de él restaba, la garantía del vida. Es claro que no se la puede enten-
orden cristiano, como lo proclamó sin am- der como si se tratase de una extinción de
bages el Papa San León Magno en el si- la misma Iglesia sino de una grave deca-
glo V. Mucho más adelante, en el siglo dencia de la misma. Su estructura tempo-
XIII, Santo Tomás afirmaría algo seme- ral será arrasada; «fornicará con los re-
jante, creyendo ver en la Cristiandad me- yes de la tierra» (Ap 17, 2), al menos una
dieval la continuación del Imperio Roma- parte ostensible de ella, y la abominación
no. De alguna manera ese Imperio, mal o de la desolación entrará en el lugar santo:
bien, permaneció hasta hace poco. «Cuando veáis la desolación abominable
Para Castellani el Imperio Romano, bau- entrar adonde no debe, entonces ya es»
tizado en Constantino, restaurado en Car- (Mt 24, 15). También San Victorino aplicó
lomagno, triunfante en Carlos V, fue de- el katéjon a la Iglesia –«la Iglesia será
capitado en 1806 por el sable de un solda- quitada», dice–, pero en el sentido de que
do victorioso que encarnaba los principios volvería a la oscuridad, a las catacumbas,
de la Revolución francesa. Francisco I de perdiendo todo influjo en el orden social.
Austria habría sido el último Emperador En su novela Juan XXIII (XXIV) escri-
de los Romanos. Así pues, a su juicio, his- be Castellani que «Iglesia» se dice en tres
tóricamente hablando, el Imperio murió a sentidos: «Hay la Iglesia que es el pro-
principios del siglo pasado. ¿No sería me- yecto de Dios y el ideal del hombre, y está
jor decir que desapareció con la Primera comenzada en el cielo, la “Esposa”, a la
Guerra Mundial, y la consiguiente caída cual San Pablo llama “sin mancha”, una;
de las tres últimas grandes monarquías hay la Iglesia terrenal, donde están el trigo
cristianas, la de Austria, la de Alemania y y la cizaña mezclados para siempre, pero
la de Rusia? Pero ésta es una opinión se puede llamar «santa» por su unión con
nuestra, no de Castellani. la de arriba por la gracia, dos; y hay la
Sea lo que fuere, las migajas o lo que Iglesia que ve el mundo, “el Vaticano”, que
resta de ese Imperio habrían impedido trata con el mundo; que está quizá más
El Apocalipsis como drama 15
unida con el mundo que otra cosa, y que «el Otro» en aquel texto que ya hemos
desacredita al todo». citado: «Porque yo vine en nombre de mi
Padre y no me recibisteis; pero Otro ven-
b. La figura del Anticristo drá en su propio nombre y a ése le recibi-
Dejemos el Obstáculo y vayamos aho- réis» (Jn 5, 43).
ra a la figura misma el Anticristo, según lo Dice el Apocalipsis que la cifra del
presenta el P. Castellani. ¿Quién será el Anticristo será 666 (cf. Ap 13, 18). En
que asuma ese terrible papel? Inicialmen- griego, la palabra «Bestia», que es el nom-
te los Padres consideraron que se trataba bre que le da San Juan, se dice «theríon».
de una persona concreta e individual. A Si esta palabra se vierte al hebreo, y se
partir del Renacimiento surgió la idea de suman los números de cada letra según
un Anticristo colectivo e impersonal. Am- su lugar en el abecedario de dicha lengua,
bas cosas son admisibles. Será, por cier- el resultado es 666.
to, una atmósfera, un espíritu que se res-
¿De qué nacionalidad será el Anticris-
pira en el ambiente, «espíritu de aposta-
to? Dostoievski lo hace ruso, habiéndolo
sía», según la descripción que de él for-
pintado con los rasgos de Stavroguin en
mula San Juan (cf. 1 Jn 4, 3), un modo de
su novela Demonios, que comentamos
ser que se vuelve corporativo, informan-
meses atrás. Benson lo imagina norteame-
do a una multitud de personas. Pero tam-
ricano, bajo el nombre de Felsenburgh,
bién será un individuo, porque San Pablo
como lo vimos en su momento. Según al-
lo llama «el hombre impío», «el inicuo»,
gunos Padres y exégetas antiguos, será
«el hijo de la perdición», quien se levanta
judío, para mejor emular a Cristo, su antí-
«contra todo lo que lleva el nombre de
tesis, que también lo fue. El cuerno pe-
Dios», que llega incluso «a sentarse en el
queño que en la profecía de Daniel crece
Santuario de Dios y proclamar que él mis-
casi de golpe (cf. Dan 7, 8.20), podría ser
mo es Dios» (cf. 2 Tes 2, 3-4). Esto no
el reino de Israel, comenzando el Anticristo
parece poder aplicarse a un cuerpo cole-
por constituirse en Rey de los Judíos, quie-
giado de individuos, como podría ser la ma-
nes se le someterán con gozo, creyéndolo
sonería o el filosofismo del siglo XVIII.
el Mesías esperado, hasta que los desen-
Las dos cosas son, pues, verdaderas, y gañe cruelmente, pues llegado a la cúspi-
perfectamente conciliables. Pareciera ser de, perseguirá a todas las religiones que
una ley de la historia que siempre un gran no se le sometan de manera absoluta, «in-
movimiento colectivo suscita un jefe que cluida la de sus padres» (cf. Dan 11, 37).
lo comanda, así como un gran dirigente Recordemos que algo semejante imagi-
político da forma y cohesión a la multitud naba Soloviev en su Breve relato sobre
que lo sigue. Ningún «espíritu» ambiental el Anticristo. Esta última adjudicación se
existe ni actúa sino encarnado. Todo gran ha visto coloreada en la leyenda popular,
movimiento histórico engendra un caudi- hasta llegarse a detalles nimios: sería de la
llo. Ambos se crean mutuamente, en tribu de Dan, hijo de una monja judía con-
causalidad recíproca. versa y de un obispo, cuando no del de-
El nombre de «Anticristo» lo inventó San monio, directamente. No tendría ángel de
Juan. San Pablo lo denominó «Á-nomos», la guarda. Nacería provisto de dientes y
el sin ley (cf. 2 Tes 2, 8). Cristo lo llamó blasfemando. Adquiriría con rapidez fan-
16 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
tástica todas las ciencias. Describen su no, de su desmembramiento. El Anticristo
corte, sus mujeres, sus maldades felinas, será el undécimo rey, que al parecer
etc. Pero todo esto es leyenda y pura ima- emergerá históricamente como el super-
ginación, que no debe ser tomado en serio. viviente de una lucha entre otros reyes.
En realidad el Anticristo no se presenta- Un «cuerno pequeño», dice el profeta (cf.
rá como un personaje siniestro, la perver- Dan 7, 8), o sea, un rey oscuro y plebeyo,
sidad encarnada. Será, por cierto, demo- que quizá crecerá de golpe, en medio de
níaco, pero no aparecerá tal, sino que hará los demás y a la vez como al margen de
gala de humanitarismo y de humanismo; ellos, porque es el undécimo, el apéndice,
se fingirá virtuoso, aunque de hecho sea fuera del número perfecto. Vencerá a tres
cruel, soberbio y mentiroso; anunciará reyes (cf. Dan 7, 24), es decir, a los princi-
quizás la restauración del Templo de Je- pales, o los más cercanos, y los otros se le
rusalén, pero no será en beneficio de los someterán. Empezará como «reino peque-
judíos sino para entronizarse él y recibir ño», señala Daniel (cf. 7, 8), y después
allí honores divinos, quizás como Hijo del logrará el dominio sobre los restantes, con-
Hombre, como auténtico Mesías, como el virtiéndose en «otro Reino», descomunal
fruto más perfecto de lo humano, sober- y distinto de los demás, cabeza de una
biamente divinizado. Porque el Anticristo confederación de naciones.
no se contentará con negar que Cristo es El Anticristo llevará a cabo una síntesis
Dios y Redentor, sino que se erigirá en su mundial de todos los adversarios del cris-
lugar, cual verdadero Salvador de la hu- tianismo, tanto en el Oriente como en el
manidad. Tratará incluso de parecerse a Occidente. En su libro sobre el Apocalip-
Cristo lo más posible. Será «el simio de sis dice Castellani que logrará realizar una
Dios», el mono de Cristo. Encarnará la hi- especie de contubernio entre el capitalis-
pocresía sustancial de los fariseos del si- mo y el comunismo. Ambos buscan lo
glo I, que no sólo eran tenidos como san- mismo, el mismo Paraíso Terrenal por
tos, sino que ellos mismos se creían tales. medio de la «técnica», en orden a la deifi-
Juntará presuntas «virtudes» y un inmen- cación del hombre. La ideología que los
so orgullo. une es común: la de la inmanencia, el pa-
raíso en la tierra, el hedonismo sin límite.
c. El poder y la obra del Anticristo «La sombría doctrina del «bolchevismo»
La eclosión del Anticristo será fulguran- –escribe– no será la última herejía, sino
te, si bien a partir de modestos orígenes. su etapa preparatoria y eufórica, «mesiá-
Juntando lo revelado por San Juan sobre nica». El bolchevismo se incorporará, será
la Bestia que salió del mar (cf. Ap 13, 1) integrado en ella». Esta amalgama del Ca-
con lo que Daniel nos relata de su sueño pitalismo y el Comunismo en una unidad
(cf. Dan 7), los antiguos escritores ecle- englobante será justamente la hazaña del
siásticos entendieron que en la consuma- Anticristo. «Se arrodillarán ante él todos
ción del mundo, cuando el Orden Roma- los habitantes de la tierra» (Ap 13, 8).
no se encontrase destruido, habría diez En su libro Los papeles de Benjamín
reyes (o varios reyes, como interpreta San Benavides añade Castellani una obser-
Agustín), a quienes la Escritura llama «los vación curiosa, y es la posible integración,
diez cuernos» (cuerno significa Poder), que en esta amalgama política, del mahome-
provendrán, por cierto, del Imperio Roma- tismo. Basándose en una afirmación que
El Apocalipsis como drama 17
hizo el conde de Maistre, a saber, que «el universal, inmenso... Ya no hay resisten-
protestantismo vuelto sociniano, no se di- cias ni físicas, ni morales. Físicas, porque
ferencia ya fundamentalmente del maho- con los buques y las vías férreas no hay
metismo», nuestro autor sostiene que el fronteras, con el teléfono no hay distan-
Occidente se está musulmanizando, espe- cia... Y no hay resistencias morales, por-
cialmente los Estados Unidos, cuyo pue- que todos los ánimos están divididos y to-
blo, lejos de ser amoral o inmoral, tiene dos los particularismos están muertos».
una religión, pero ella corresponde, rasgo Recordemos aquel Felsenburgh de
a rasgo, al mensaje de Mahoma. Los dog- Benson, y su fulgurante acceso al trono
mas son comunes: el capitalismo y la es- del mundo. En torno a él se reunirán todos
clavitud de los muslimes; la poligamia y el los que Castellani llama los «oneworl-
divorcio; la guerra santa y la defensa de la ders», o sea «mundounistas», los que hoy
democracia; la creencia común en un Dios sustentan el Nuevo Orden Mundial.
inaccesible, lejano y desconocido; el re- Una vez que haya tomado las riendas
chazo de la Encarnación y, en general, del del poder en sus manos, el Anticristo se
misterio; el naturalismo; la falta de «sa- abocará a su obra, que a los ojos del mun-
cramentalismo»; el primado de la acción; do aparecerá como «benéfica». No en
el fatalismo y el culto determinista a la vano es el Cuarto Caballo del Apocalipsis,
«Ciencia». Por lo demás, el mahometis- que reemplazará a los tres primeros: al
mo no carece de semejanzas con el co- Caballo Blanco, desde luego, que repre-
munismo: ambos buscan «edenizar» la tie- senta el Orden Romano, el Katéjon; y
rra por la violencia. «Son tres líneas que luego al Rojo y al Negro, que simbolizan,
pueden reunirse un día: –tienen un lado y respectivamente, la Guerra y la Carestía.
los ángulos adyacentes iguales–, ¿qué
digo?, tienen que encontrarse necesaria- Acabará con la guerra, ante todo, cum-
mente, el día que les salga un padre, así pliendo el anhelo más profundo de la hu-
como nacieron de una misma madre... – manidad, que es la paz universal, una paz
¿Qué madre? –La Sinagoga. Esas tres sacrílega y embustera, por cierto, la paz
religiones son herejías judías». del mundo, estigmatizada por Cristo. Cas-
tellani opina que esta «concordia» mun-
Sea lo que fuere de tales hipótesis, lo dial la logrará sobre todo a través del co-
importante es que el Misterio de Iniqui- mercio. Porque el comercio moderno, es-
dad, encamado en un cuerpo político do- cribe, tiene algo de satánico. El capitalis-
tado de inmensos poderes, se encarnará mo se enriquece automáticamente, no
en aquel Hombre de satánica grandeza, expone nada; el oro engendra oro, como
plebeyo genial y perverso, de maldad refi- si fuese una cosa viva, y ello parece in-
nada, a quien Satanás comunicará su po- vención de Satanás. El comercio es hoy
der y su acumulada furia. Bien ha escrito lo más importante en las relaciones inter-
Donoso Cortés: «En el mundo antiguo la nacionales; lo demás, naciones incluidas,
tiranía fue feroz y asoladora; y sin embar- parecieran ser epifenómenos, al decir de
go, esa tiranía estaba limitada físicamen- Marx.
te, porque los Estados eran pequeños y
las relaciones universales imposibles de El Anticristo solucionará igualmente los
todo punto. Señores, las vías están prepa- problemas económico-sociales, ofrecien-
radas para un tirano gigantesco, colosal, do no sólo abundancia sino también igual-
18 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
dad, aunque sea la de un hormiguero. Porque no hay que olvidar que la figura
Corregirá así la plana a su Rival, consin- del Anticristo no es primordialmente polí-
tiendo a las tres tentaciones que antaño tica, sino teológica. Ello se hace evidente
Jesús se obstinara en rechazar: «Di que por las metas que la Escritura le atribuye:
estas piedras se conviertan en pan», y dará 1) negará que Jesús es el Salvador Dios
de comer al mundo entero; «tírate del Tem- (cf. 1 Jn 2, 22); 2) será recibido en lugar
plo abajo, para que todos te aplaudan», y de Cristo por la humanidad (cf. Jn 5, 43);
adquirirá renombre universal por los me- 3) se autodivinizará (cf. 2 Tes 2, 4); 4)
dios de comunicación; «todos los reinos suprimirá, combatirá o falsificará las otras
de la tierra son míos y te los daré si me religiones (cf. Dan 7, 25). Su proyecto es,
adorares» (cf. Mt 4, 1-11), y los recibirá. pues, prevalentemente teológico. El Mis-
Es lo que vio con tanta claridad Dostoievski terio de Iniquidad, que el Anticristo encar-
en su «Leyenda del Gran Inquisidor». Las na, se resume en el odio a Dios y la ado-
Tentaciones, rechazadas por Cristo, han ración del hombre. Porque, paradojalmen-
quedado como suspendidas en el aire, has- te, aquel cuya boca proferirá blasfemias
ta que, desaparecido el Katéjon, sean for- contra todo lo divino (cf. Ap 13, 5-6), por
malmente aceptadas por el Vicario del otro lado pretenderá hacerse adorar como
Dragón. Dios (cf. 2 Tes 2, 4). Ello será lo más gra-
ve. Castellani advierte cómo los tiempos
Tratará asimismo de destruir lo que que-
modernos le están haciendo la cama al
da de Cristiandad, pero aprovechando sus
Anticristo, propagando sin descanso la
despojos. Los escombros del orden públi-
Idolatría del Hombre y de las obras de sus
co, los restos de la tradición cultural, los
manos.
mecanismos e instrumentos políticos y ju-
rídicos supérstites, todo ello será utilizado d. La sede del Anticristo
en la construcción de la nueva Babel, la Un último aspecto relativo a la Primera
grande e impía confederación mundial. Bestia es la cuestión de la sede y ámbito
¿Cómo, si no, podría levantarse en tan poco de su gobierno. Algo de ello nos lo deja
tiempo? traslucir el mismo Apocalipsis, cuando
Perseguirá sobre todo duramente a la habla de aquella mujer siniestra, que lla-
Iglesia y matará a los profetas, porque verá ma la Gran Ramera (cf. Ap 17, 1). Con
en ellos a quienes denuncian su superche- este nombre se designa a Babilonia, la
ría, los aguafiestas de la felicidad colecti- Meretriz Magna. Es la Ciudad del Mun-
va, los profetas de desgracias. Pero los do, que el Apocalipsis muestra como divi-
sustituirá enseguida por profetas merce- dida en tres partes (cf. Ap 16, 19). Caste-
narios, dispuestos a cantar la madurez de llani aventura que podrían ser Europa,
los tiempos, los encantos del viento de la Norteamérica y Rusia. Trátase de una
historia, los mañanas venturosos. Fomen- Urbe concreta o un conjunto de urbes, que
tará con predilección el espíritu de inma- ha logrado conquistar el poder mundial:
nencia, en razón de lo cual aborrecerá «La mujer que has visto es la Gran Ciu-
especialmente a quienes pongan en guar- dad, la que tiene la soberanía sobre todos
dia a la gente dándoles a conocer las pro- los Reyes de la tierra» (Ap 17, 18).
fecías del Apocalipsis. Y, como es obvio, San Juan dice que vio escrito en su frente
no querrá ni oír hablar de la Parusía. la palabra «misterio» (cf. Ap 17, 5), y tes-
El Apocalipsis como drama 19
tifica el asombro que dicha visión le pro- juiciada: «Vi una mujer, cabalgando la
vocó. Lleva, sin duda, aquel nombre para Bestia color escarlata... se llama Babilo-
indicar que corporiza el Misterio de Ini- nia la Grande, madre de las rameras y de
quidad. Es la ciudad moderna, desa- las abominaciones de la tierra» (Ap 17,
cralizada, laicista y social-demócrata, que 3.5), con la que «fornicaron los reyes de
comenzando en el Humanismo, desembo- la tierra y todas las naciones se embriaga-
có en el Protestantismo y el Enciclopedis- ron con el vino de su fornicación» (Ap 18,
mo de los llamados «filósofos» del siglo 3). Según el lenguaje escriturístico, espe-
XVIII, o sea en el naturalismo religioso, cialmente de los profetas Isaías, Jeremías
que se continúa a través de los actuales y Zacarías, «fornicar» significa «idolatrar»,
intentos de homogeneización internacio- sustituir a Dios, el esposo de Israel, por un
nal en la inmanencia. Babilonia es el mar- ídolo. «Fornicar con los reyes de la tierra»
co ciudadano de la adoración idolátrica del es poner a los poderes políticos en lugar
hombre y el consiguiente odio a Dios, la del Dios vivo y trascendente; «embriagar-
sede de la Ciudad del Hombre que lucha se» es mostrarse satisfecho, petulante y
contra la Ciudad de Dios. glorioso. O, si se quiere, «fornicar» es po-
La capital del Anticristo será un gran ner la religión al servicio de la política del
emporio económico, cabeza de un Impe- Anticristo, amalgamar el Reino y el Mun-
rio sacro falsificado, es decir, de un impe- do, inmanentizar la fe y la doctrina.
rialismo. Babilonia se presenta en el Apo- Tal será la sede del Anticristo. ¿Duran-
calipsis con los rasgos de una ciudad ca- te cuánto tiempo reinará en ella? Casi to-
pitalista, marítima y corrompida. «Los dos los comentaristas le atribuyen a su
mercaderes de toda la tierra se enrique- gobierno una duración de tres años y me-
cieron con su lujo desenfrenado», dice el dio. Así parece insinuarlo el profeta Da-
texto sagrado (Ap 18, 3). San Juan nos la niel (cf. 7, 25), y lo confirma el Apocalip-
describe como una urbe tecnocrática, en- sis al decir que «se le dio poder de actuar
candilante con el resplandor de sus luces, durante cuarenta y dos meses» (Ap 13, 5;
el oro y las joyas que la cubren, poblada cf. también 11, 2).
de comerciantes. Al decir capitalista no A su término, la Gran Babilonia caerá
se excluye el designio soviético, ya que el de golpe, se desplomará estrepitosamente
comunismo es un capitalismo de Estado, (cf. Ap 18, 2.9-24), suscitando el llanto de
hijo dilecto del Capitalismo Tecnócrata «los mercaderes de la tierra» (Ap 18, 11).
Liberal, hijo putativo, si se quiere, ya que Llorarán porque ya nadie negociará su
estamos entre rameras, pero hijo al cabo. mercancía, sus piedras preciosas.
Mas lo principal de Babilonia, y lo que la
hace especialmente ramera –y madre de 3. La Segunda Bestia
rameras–, es su proyecto de carnalizar la Como ya lo hemos señalado en confe-
religión, legalizando así los planes del rencias anteriores, junto al Anticristo, el
Anticristo. Ciudad adúltera, la llama el Apocalipsis nos presenta otro personaje
Apocalipsis, expresión a que frecuente- fundamental, un Pseudoprofeta. Es la Se-
mente recurre la Escritura para designar gunda Bestia, el brazo derecho del
el abandono del Esposo divino en favor de Anticristo en su fáustico intento. También
los amantes terrenos; amazona despre- él se parecerá a Cristo: «Hablaba como el
20 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
Dragón, pero tenía dos cuernos como de del demonio estarán concentradas en per-
cordero» (Ap 13, 11). Si la Primera Bes- vertir lo que es específicamente religioso.
tia salió del mar (cf. Ap 13, 1), ésta surge Al demonio no le interesará matar, sino
de la tierra firme (cf. Ap 13, 11), es decir, «corromper, envenenar, falsificar».
del ámbito religioso, y su propósito será Lo que Castellani expone en sus libros
que todo el mundo adore al Anticristo: «Hizo teológico-exegéticos, lo ha desarrollado
que toda la tierra y sus habitantes adora- también, y de manera insuperable, en sus
ran a la Primera Bestia» (Ap 13, 12). novelas. Entre ellas, quisiéramos destacar
El Apocalipsis lo presenta dotado de Su Majestad Dulcinea, a nuestro juicio
poderes taumatúrgicos, con capacidad una de sus obras cumbres, donde, reto-
para realizar «grandes portentos» (Ap 13, mando la trama de la novela de Benson,
13). No serán verdaderos milagros, pero imagina los sucesos del Apocalipsis, pero
tampoco meros juegos de prestidigitación. aplicándolos a nuestra patria. También allí
Delante de todos hará bajar fuego del cie- reaparece la figura siniestra de Juliano Fel-
lo, seduciendo con sus prodigios a todos senburgh. Mas lo que allí se describe con
los hombres (cf. Ap 13, 13-14). Pregúntase pluma maestra –como sabemos, constitu-
Castellani si la Segunda Bestia será la ye uno de los temas recurrentes en el pen-
Técnica actual, como aventura Claudel. samiento de nuestro autor– es la corrup-
O si tiene razón Pieper al afirmar que en- ción en el interior de la Iglesia. A diferen-
carnará la propalación pública y sacerdo- cia de los católicos fieles, una minoría cada
tal de los proyectos del Anticristo, siendo vez más exigua, la mayor parte de los cris-
algo así como el Primer Ministro del Em- tianos adhiere a la corriente política domi-
perador, a cargo de todo lo que se refiere nante, la política del Señor del Mundo, que
a la Propaganda. Sabemos el poder que no es otro que Felsenburgh, de cuyo Im-
hoy tiene la propaganda para cretinizar a perio somos una de las colonias. Digamos
las masas. entre paréntesis que en esta materia del
A juicio de nuestro autor, la principal la- Gobierno Mundial, Castellani fue un ver-
bor que llevará a cabo esta Segunda Bes- dadero profeta, llegando a predecir hasta
tia será la adulteración de la religión. Las el envío de tropas argentinas para opera-
Dos Bestias representarían así el poder ciones ordenadas por el Poder que ejerce
político, la primera, y el instinto religioso la hegemonía universal. Pues bien, en
del hombre, la segunda, vueltos ambos nuestra patria se va formando en ciertos
contra Dios. Lo afirma de manera termi- lugares una Iglesia falsa, que bajo el nom-
nante: «Cuando la estructura temporal de bre de Neocatolicismo, Movimiento Vital
la Iglesia pierda la efusión del Espíritu y la Católico o Vitalismo Cristiano, llega inclu-
religión adulterada se convierta en la Gran so a a inficcionar ciertos espacios de po-
Ramera, entonces aparecerá el Hombre der de la Iglesia de Cristo y como señala-
de Pecado y el Falso Profeta, un Rey ra S. Pío X en su condena al Modernismo,
del Universo que será a la vez como un socava las raíces mismas de la fe, y
Sumo Pontífice del Orbe, o bien tendrá a oporando «desde dentro», confunde al
sus órdenes un falso Pontífice, llamado en pueblo cristiano, al mismo tiempo que aco-
las profecías el «Pseudoprofeta»». No que sa duramente a los católicos fieles, de
la Iglesia perderá la fe, pero sí se verá modo semejante a como ocurrió en tiem-
gravemente afectada. Todas las energías pos de Arrio o de otras grandes herejías.
El Apocalipsis como drama 21
Es la Iglesia de Monseñor Panchampla, ta, el Cura Loco, que no es otro que el
obeso obispo a las órdenes del poder mismo Castellani–, porque son eficací-
imperante, rodeado de su séquito de ecle- simos para hacernos renegar de lo que
siásticos serviles. En un acto público se Cristo llamó “el mundo”». Dejemos, por
concretó solemnemente la unión de la Igle- el momento, la consideración de esta no-
sia y del Estado, del poder espiritual y tem- vela, local y universal a la vez.
poral, «conciliados cordialmente por obra Estima Castellani que el mundo se en-
de la Razón y la Vida por primera vez en cuentra ya suficientemente ablandado y
la historia de los pueblos», como clamó el caldeado para recibir al Pseudoprofeta del
Locutor oficial. Y así, la religión adultera- Apocalipsis, al que desde hace tiempo está
da suplió públicamente a la de Cristo. preanunciando la predicación de los «fal-
Como la Iglesia decía «Extra Ecclesiam sos profetas», contra los cuales tan insis-
nulla salus», escribe Castellani, esta Con- tentemente nos precavió Cristo (cf. Mt 24,
tra-Iglesia o Pseudo-Iglesia predica: Fue- 14.24), y cuya aparición es otra de las seña-
ra de la «democracia» no hay salvación. les predichas: «Pseudoprofetas a bandadas».
Trátase, como se ve, de una auténtica de-
fección, o más propiamente, de una «he- Anteriormente hemos señalado que para
rejía» o «nueva religión». Queda el len- nuestro autor las Siete Iglesias a las que
guaje, pero vaciado de sentido; quedan los se envían sendos mensajes (cf. Ap 1-3)
viejos ritos, pero falsificados. «El misterio son tipos simbólicos de siete épocas del
de iniquidad, que consiste en la inversión devenir histórico de la Iglesia. Cuando el
monstruosa del movimiento adoratorio vidente se dirige a las primeras Iglesias
hacia el Creador en hacia la creatura se las impele a purificarse, pero cuando llega
ha verificado del modo más completo po- a las postreras, Filadelfia y Laodicea, el
sible, sin suprimir uno solo de los dogmas «haz penitencia» se trueca súbitamente en
cristianos..., solamente con convertirlos en «he aquí que vengo pronto» (Ap 3, 11), y
mitos, es decir, en símbolos de lo divino después: «mira que estoy a la puerta y lla-
que es lo humano». mo» (Ap 3, 20). Quizás estemos en esos
momentos terminales, en los tiempos que
En la ficción de Castellani coexisten dos corresponden a la Iglesia de Laodicea, una
Papas, el verdadero, León XIV, que resi- Iglesia tibia, ni fría ni caliente, con barni-
de ocultamente en Jerusalén; y el falso, ces de cristianismo, con ropajes de fe ca-
pero oficial, Cecilio I, con sede en Roma. tólica, pero signada por el convencionalis-
Cuando años más tarde Cecilio I muere, mo y la rutina. Una Iglesia a la que Dios
es elegido para sucederlo el propio Juliano amenaza con vomitar de su boca. No dice:
Felsenburgh, quien reúne así todos los po- «te vomitaré» sino «comenzaré a vomi-
deres. Mas la Iglesia no ha muerto, ya que tarte» (Ap 3, 16), amenaza que, según
los católicos fieles tienen sus Patriarcas e Castellani, corresponde a la «gran apos-
Inspectores clandestinos, que a la muerte tasía» anunciada por Pablo y el mismo
de León XIV eligen a Juan XXIV. Cristo. Por suerte el vómito no se consu-
En fin, como puede verse, Su Majes- mará. Los que resistan o hagan peniten-
tad Dulcinea es una novela teológica cia se salvarán. Será la época de la pará-
acerca del fin de la historia. «Estos tiem- bola de la cizaña. Cuando llega el tiempo
pos son muy buenos –dice su protagonis- de la siega es cuando la cizaña se parece
22 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
más al trigo. Por eso Cristo, al ver el mun- ¿Cómo se concretará esta adulteración
do futuro desde aquel montículo de Jeru- del cristianismo? De la manera que antes
salén desde donde se divisaba el Templo, hemos señalado, es decir, consintiendo la
profetizó la Gran Tribulación Final, así Iglesia, ella también –en su sector adúlte-
como la decadencia de la Iglesia en su ro, se entiende–, a las tres tentaciones del
fervor, e incluyó en la profecía parusíaca, desierto que en su momento Cristo supo
como typo de ella, la caída de la Sinagoga rechazar. Una Iglesia abocada a lo tem-
y el Templo, sobre todo en razón del fari- poral, polarizada en ello, en la adquisición
seísmo que corrompió a la Sinagoga y es de los bienes terrenos, en la distribución
el mayor mal de la Iglesia actual. De ahí abundante de pan. He aquí la primera ten-
las palabras que el vidente dirige a la Igle- tación. Una Iglesia en busca de renom-
sia de Laodicea: «Porque tú dices: rico soy, bre, que emplea sus poderes religiosos para
me he enriquecido, nada me falta. Y no te alcanzar prestigio y ascendiente, que re-
das cuenta de que eres un mendigo, digno emplaza la contemplación por la agitación
de compasión, pobre, ciego y desnudo» burocrática. Tal la segunda tentación. Y
(Ap 3, 17). la tercera: una Iglesia al servicio de los
Tal será el papel especialmente enco- que son poderosos, buscando el reino en
mendado al Pseudo-profeta. El Apocalip- este mundo, con los medios más eficaces,
sis nos muestra el Templo profanado, no que son hoy los satánicos. La acusación
destruido. La religión se mantendrá, pero de Dostoievski da, ahora sí, en el blanco.
adulterada; sus dogmas, conservados en A este «naturalismo religioso» o «alo-
las palabras, serán vaciados de contenido guismo», Castellani lo sintetiza así: «Es el
y rellenados de sustancia idolátrica. Tam- ideal de la Añadidura antes que el Reino,
bién el Templo perdurará, porque no hay o la Añadidura sin el Reino, o el Reino Mi-
que destruir los templos sino la fe. El Tem- lenario desde ya y sin Cristo, es decir, el
plo servirá para que allí se siente el cristianismo expurgado de la cruz de Cristo
Anticristo, «haciéndose adorar como Dios» y de su Segunda Venida».
(2 Tes 2, 4). Es «la abominación de la de- La parte corrupta de la Iglesia puesta al
solación», como dijo Daniel (9, 27) y repi- servicio del Anticristo. He ahí el gran lo-
tió Cristo (cf. Mt 24, 15). Al parecer, Da- gro de la Primera Bestia. El Pseudoprofeta
niel designaba con esa expresión un altar será el que «actúe», es decir, «ritualice» el
pagano que Antíoco Epifanes había erigi- proyecto del Anticristo, el que lleve a cabo
do en el Templo de Jerusalén. Trátase de su «propaganda sacerdotal». El Apocalip-
un hebraísmo que significa «la peor inmun- sis resume su quehacer en tres iniciati-
dicia», «la última basura». Los israelitas lo vas. Ante todo, organizará la veneración
usaban para designar el sacrilegio supre- colectiva de la Primera Bestia, imponien-
mo: los ídolos puestos en el templo de Dios. do la adoración idolátrica de su icono ne-
Pero Castellani se esmera por dejar en fando, so pena de terribles persecuciones
claro que la corrupción de la Iglesia no (cf. Ap 13, 12.14-15). En segundo lugar
será total. A ello tenderá sin duda el inten- realizará increíbles prodigios en favor del
to del Pseudoprofeta. Logrará, sí, que el Anticristo, haciendo llover fuego del cielo,
Atrio y las Naves sean conculcados. Pero si es necesario (cf. Ap 13, 13), y sobre
el Tabernáculo o Sancta Sanctorum res- todo haciendo hablar a la imagen de la
tará preservado. Bestia (cf. Ap 13, 15). Hoy es ello facti-
El Apocalipsis como drama 23
ble, como dijimos, merced al apabullante en hebreo Armagedón» (Ap 16, 13-14.16).
progreso de la técnica. La Bestia podrá En estas Tres Ranas, eruptadas por el
hablar un día, y a través de la televisión Dragón, el Anticristo y el Pseudoprofeta,
ser visto y oído por multitudes reunidas en Castellani cree ver el liberalismo, el co-
plazas y templos, todo un universo exalta- munismo y el modernismo, en cuya con-
do. Y finalmente inventará una muerte y junción o alianza alcanza su plenitud el vie-
una resurrección amañada de la Bestia (cf. jo naturalismo que, como lo señalamos, es
Ap 13, 3.12), para que emule la de su Ad- en el fondo el gran proyecto del Anticristo.
versario divino. Tres herejías que parecen ranas porque
Dicho triunfo sólo será factible con la son vocingleras, saltarinas, pantanosas y
ayuda del sector adúltero de la Iglesia. Bien tartamudas, dice.
escribe Castellani: «El mundo quiere unir- Muchos creen que el liberalismo está
se y actualmente el mundo no se puede en las antípodas del comunismo. Nada más
unir sino en una religión falsa. O bien las lejos de la realidad ya que, como lo de-
naciones se repliegan sobre sí mismas en mostró fehacientemente Dostoievski, el
nacionalismos hostiles, o bien se reúnen segundo, ese espíritu batracio que sale de
nefastamente con la pega de una religión la boca de la Bestia, es hijo del primero.
nueva, un cristianismo falsificado; el cual Tanto el liberalismo como el marxismo tie-
naturalmente odiará de muerte al auténti- nen todas las características de una reli-
co. Sólo la religión puede crear vínculos gión. Pero por si ello no quedara claro, el
supranacionales». La unificación del mun- modernismo, que a los ojos de Castellani
do se realizará por el terror y por la men- es el fondo común de aquellas dos ideolo-
tira, por el terror político y por la mentira gías contrarias, aunque no contradictorias,
de la falsa religión, o de un cristianismo algún día las copulará estrechamente por
falsificado. obra del Pseudoprofeta. «El «cuá-cuá» del
liberalismo es «libertad, libertad, libertad»;
4. Las Tres Ranas
el «cuá-cuá» del comunismo es «justicia
Ya tenemos varios de los personajes del social»; el «cuá-cuá» del modernismo, de
drama: el Dragón, el Anticristo, el Pseu- donde nacieron los otros y los reunirá un
doprofeta. ¿No será, nos preguntamos, la día, podríamos asignarle éste: «Paraíso en
nueva trinidad, el simiesco y satánico re- la tierra»; Dios es el Hombre; el hombre
medo de la Trinidad divina: el Dragón es Dios».
emulando al Padre, el Anticristo al Verbo,
El Modernismo es la herejía suprema.
y el Pseudoprofeta al Espíritu Santo?
Según decía Pío X, las engloba a todas, es
El Apocalipsis nos informa que los tres como su encrucijada. Será la última here-
personajes son fecundos: «Y vi que de la jía, porque en materia de falsificación del
boca del Dragón, de la boca de la Bestia y cristianismo no parece posible ir más allá.
de la boca del Pseudoprofeta salían tres ¿Puédese imaginar acaso una idolatría
espíritus inmundos en forma de ranas. Son más execrable, una apostasía más perfecta
tres espíritus demoníacos, obradores de que la adoración del hombre en lugar de
prodigios, y se encaminan donde los reyes Dios, y eso bajo formas cristianas, mante-
de toda la tierra para convocarlos a la gran niéndose incluso el armazón exterior de la
batalla... Los convocaron en el lugar llamado Iglesia? En su novela Los papeles de Ben-
24 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
jamín Benavides pone Castellani un ejem- fesión de fe cristiana pondrá a los fieles
plo típico de dicha actitud de espíritu. Alu- en situación de martirio. El poder político
de allí a un libro de los modernistas donde más totalitario y universal que haya existi-
se habla con emoción de la Misa cantada: do, revestido de religiosidad falsa, hosti-
es un espectáculo imponente, se lee en el gará a los fieles, persiguiéndolos a sangre
mismo, no hay que dejar esa egregia con- y fuego. La mayoría caducará, de modo
quista del «patrimonio cultural» de la Hu- que la apostasía cubrirá al mundo como
manidad, sino procurar que se conserve y un diluvio. Bien decía San Pablo que Cris-
perfeccione... podada, eso sí, de la peque- to, sí, volvería, pero «primero tiene que
ña superstición que ahora la informa, a venir la apostasía» (2 Tes 2, 3). Los que
saber, la presencia real de Cristo en el Sa- resistan serán poco numerosos, los conta-
cramento. Con lo que la ceremonia, con- dos 144.000 de que habla el texto sagrado
cluye Castellani, queda «vacía», o mejor, (cf. Ap 7, 4), un pequeño resto, perdido en
«queda vacía hasta que otro ocupe el lu- el océano de las multitudes apóstatas. Esos
gar de Cristo en el Sacramento». pocos «no podrán comprar ni vender» (Ap
He aquí las tres herejías, que al decir de 13, 17; 14, 1), ni circular, ni dirigirse a los
nuestro autor, «se van a unir por las colas demás a través de los medios de comuni-
–cosa admirable, dado que las ranas no cación, ahora en manos del poder político.
tienen cola– contra lo que va quedando Cualquier intento de emigración se torna-
de la Iglesia de Cristo, un día que quizá no rá impensable, ya que el mundo entero
esté lejano». será una inmensa cárcel, sin escape posi-
ble. Sólo quedará «refugiarse en el desier-
5. El Pequeño Resto to» (cf. Ap 12, 14).
Los que permanecerán fieles serán los
En los tiempos del Anticristo, el señorío que «no se ensuciaron con mujeres» (Ap
del demonio será tremendo, le hace decir 14, 4), es decir, con la Mujer, la Ramera.
Castellani al judío Benavides, y se desata- Hombres límpidos, «en cuya boca no se
rá en todas las direcciones: en operacio- encontró mentira» (Ap 14, 5), hombres
nes esotéricas y nefandas de magia y es- lúcidos y valientes, verdaderos baluartes
piritismo; en el poder abrumador de la en medio de un huracán, acosados por la
«ciencia moderna», que ya se ha vuelto traición y el espionaje. En las novelas Su
capaz de arrojar fuego del cielo con la Majestad Dulcinea y Juan XXIII (XXIV),
bomba atómica y hacer hablar a una ima- Castellani los imagina cual «guerreros de
gen mediante la televisión combinada con Cristo», nueva Caballería, al modo de las
la radio; en la tiranía implacable de la ma- antiguas Órdenes religioso-militares; los
quinaria política; en la crueldad de los hom- «cristóbales», los llama, «la resurrección
bres rebeldes y vueltos «fieras en la tie- de Don Quijote». Sean «combatientes»,
rra»; en la seducción sutil de los falsos sean «pacientes», poco les será concedi-
doctores que usarán el mismo cristianis- do. Verán el Templo hollado por los im-
mo contra la cruz de Cristo, una parte del píos, verán cómo la jerarquía del Pseu-
cristianismo contra otra, y a Jesús contra doprofeta –mercenarios en vez de pasto-
su Iglesia. res– enseña una religión nueva. Para col-
La opción por Cristo o por el Anticristo mo, Dios guardará silencio y parecerá
se hará universal e ineludible. La sola pro- endurecer sus oídos a las súplicas de los
El Apocalipsis como drama 25
héroes. Aparecerán como derrotados (cf. «Su único apoyo serán las profecías –
Ap 13, 7). Satanás y sus ministros les di- escribe Castellani–. El Evangelio Eterno
rán con sorna: «¿Dónde está vuestro (es decir, el Apocalipsis) habrá reempla-
Dios?», y ellos callarán. zado a los Evangelios de la Espera y el
Porque lo exterior siempre es secunda- Noviazgo; y todos los preceptos de la Ley
rio. Lo más dramático serán los tormen- de Dios se cifrarán en uno solo: mantener
tos interiores que experimentarán los que la fe ultrapaciente y esperanzada... Los
se obstinen en su fidelidad. Se verán so- fieles de los últimos tiempos sólo se salva-
metidos a noches oscuras interminables, rán por una caridad inmensa, una fe he-
a conflictos de conciencia desgarradores, roica y la esperanza firme en la próxima
que en muchos casos no se resolverán en Segunda Venida».
esta vida. Habrá quienes deberán luchar, Acompañarán en su resistencia a este
con sangre en el alma, durante años y años, pequeño resto dos personajes misteriosos,
sin resultado aparente, contra tentaciones los llamados Dos Testigos (cf. Ap 11, 1
supremas, sufriendo «el bofetón de Sata- ss.). No se sabe de cierto quiénes serán.
nás» (2 Cor 12, 7), sin la ayuda de la gra- Para algunos, Enoc y Elías, para otros,
cia sensible; porque «el sol se oscurecerá, Moisés y Elías. En el Apocalipsis apare-
la luna se volverá color de sangre, y cae- cen como dos grandes y santos paladines,
rán las estrellas del cielo»... (Ap 6, 12- que defenderán a Cristo, y tendrán en sus
13). Nadie podría aguantar si Cristo no manos poderes prodigiosos. El Anticristo
volviese pronto. «les hará la guerra, los vencerá y los ma-
Los primeros mártires debieron luchar tará» (Ap 11, 7). Sus cadáveres quedarán
contra los emperadores, los últimos con- expuestos frente al Santo Sepulcro. Pero
tra el mismo Satanás. Por eso serán már- luego de tres días y medio el Señor los
tires mayores. Ni siquiera serán recono- resucitará (cf. Ap 11, 11).
cidos como mártires, agrega San Agustín, Hemos considerado ya varios de los
ya que se los condenará como delincuen- personajes del drama apocalíptico: el Dra-
tes ante las multitudes, víctimas de la pro- gón, la Primera y la Segunda Bestia, los
paganda. La llamada «opinión pública» fieles heroicos y los dos testigos.
estará en favor de esta persecución. Compendiemos lo dicho hasta acá
Serán contados, decíamos, los que re- transcribiendo un texto donde Castellani
sistan. Porque las situaciones de heroís- nos ha dejado una especie de «retrato»
mo, sobre todo de heroísmo sobrehuma- del Anticristo, junto con una descripción
no, son para pocos. El mismo Cristo dijo de su modo de gobierno:
que cederían «si fuera posible, los mismos El Anticristo no será un demonio sino un
escogidos» (Mt 24, 24). Mas no es posi- hombre demoníaco, tendrá «ojos como de
ble que caigan los escogidos. Un ángel ha hombre» levantados con la plenitud de la
comenzado a marcar sus frentes con el ciencia humana y hará gala de humani-
nombre del Cordero y de su Padre (cf. dad y humanismo; aplastará a los santos y
Ap 14, 1), y Dios ordena suspender los abatirá la Ley, tanto la de Cristo como la
grandes castigos hasta que estén todos de Moisés; triunfará tres años y medio
señalados, abreviando la persecución por hasta ser muerto «sine manu», no por
amor de ellos. mano de hombre; hará imperar la abomi-
26 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
nación de la desolación, o sea, el sacrile- Impondrá universalmente el reino de la
gio máximo; será soberbio, mentiroso y iniquidad y de la mentira, el gobierno pu-
cruel, aunque se fingirá virtuoso; fingirá ramente exterior y tiránico, una libertad
quizá reedificar el templo de Jerusalén para desenfrenada de placeres y diversiones,
ganarse a los judíos, pero para sí mismo lo la explotación del hombre, y su propio modo
edificará y para su ídolo Maozím; ido- de proceder hipócrita y sin misericordia.
latrará la fuerza bruta y el poder bélico, Habrá en su reinado una estrepitosa ale-
que eso significa Maozím, «fortalezas» o gría falsa y exterior, cubriendo la más pro-
«munimentos»... pero él será ateo y pre- funda desesperación...
tenderá él mismo recibir honores divinos; La caridad heroica de algunos fieles,
en qué forma no lo sabemos: como hijo transformada en amistad hasta la muerte,
del hombre, como verdadero Mesías, como sostendrá en el mundo los islotes de la fe;
Encarnación perfecta y Flor de lo huma- pero ella misma estará de continuo ame-
no soberbiamente divinizado... nazada por la traición y el espionaje. Ser
Fingirá quizá haber resucitado de entre virtuoso será un castigo en sí mismo, y
los muertos; ¿usurpará fraudulenta la per- como una especie de suicidio...
sonalidad de un muerto ilustre? ¿O res-
taurará un Imperio antiguo ya muerto? Re- 6. La Mujer Coronada
ducirá a la Iglesia a su extrema tribula- En el capítulo 12 del Apocalipsis se ha-
ción, al mismo tiempo que fomentará una bla de otra mujer: «Un signo magno apa-
falsa Iglesia. Matará a los profetas y ten- reció en el cielo. Una mujer vestida de sol
drá de su parte una manga de profetoides, y la luna debajo de sus pies. Y en su cabe-
de vaticinadores y cantores del progresis- za una corona de doce estrellas. Y gestaba
mo y de la euforia de la salud del hombre en su vientre y clamaba con los dolores
por el hombre, hierofantes que proclama- de parto y con el tormento de dar a luz»
rán la plenitud de los tiempos y una felici- (12, 1-2). Los exégetas han aplicado este
dad nefanda. Perseguirá sobre todo la in- texto, algunos a la Santísima Virgen, otros
terpretación y la predicación del Apoka- a la Iglesia o a Israel. A la Santísima Vir-
lypsis; y odiará con furor aun la mención gen no parece cuadrarle del todo, al me-
de la Parusía. En su tiempo habrá verda- nos directamente, por lo de los «dolores
deros monstruos que ocuparán sedes y de parto», de que careció, si bien no deja
cátedras y pasarán por varones píos reli- de ser legítimo aplicárselo figurativamente,
giosos y aun santos porque el Hombre del como lo hace la liturgia y el arte cristiano.
Delito tolerará un cristianismo adulterado. ¿Será aplicable a la Iglesia? Así lo han
Abolirá de modo completo la Santa Misa entendido algunos comentaristas según los
y el culto público durante 42 meses, 1.260 cuales aquella mujer simboliza a la Iglesia
días. Impondrá por la fuerza, por el con- de los últimos tiempos, cristianos y judíos
trol de un estado policíaco y por las más convertidos, que tantas veces los Profe-
acerbas penas, un culto malvado, que im- tas representaron con los rasgos de una
plicará en sus actos apostasía y sacrile- mujer, a la que se promete el perdón de su
gio; y en ninguna región del mundo po- infidelidad, la purificación plenaria y el
drán escapar los hombres a la coacción Desposorio final. Sin embargo, no parece
de este culto. Tendrá por todas partes ejér- convenirle plenamente, aunque sí por ex-
citos potentes, disciplinados y crueles. tensión.
El Apocalipsis como drama 27
Para otros, figura al Israel de Dios, «que De manera concisa escribe nuestro au-
da a luz un hijo varón» (Ap 12, 5). Así lo tor: «El significado concreto y ya esjato-
interpreta Castellani, en la inteligencia de lógico de las Dos Mujeres es éste, según
que dicho texto se refiere a la conversión parece: la Mujer Celestial y Afligida es el
final de los judíos, preanunciada por San Israel de Dios, Israel hecho Iglesia; y con-
Pablo y los profetas. Cuando lleguen los cretamente el Israel convertido en los últi-
tiempos postreros, los judíos, cuya sangre mos tiempos; la Mujer Ramera y Blasfe-
corre por las venas de María, y de cuya ma es la religión adulterada ya formulada
estirpe nació la Iglesia, van a concebir a en Pseudo Iglesia en los últimos tiempos,
Cristo por la fe –expresión usual en las prostituida a los Poderes de este mundo y
Escrituras– y lo van a dar a luz con gran- asentada sobre la formidable potencia po-
des dolores. En el Calvario le gritaron: «Si lítica y tiránico imperio del Anticristo».
eres Hijo de Dios, baja de la Cruz y cree-
remos en ti» (Mt 27, 40.42), y allí Él les La mujer vestida de sol sería, pues, Is-
dirá: «Creed en mí y bajaré de la Cruz», rael, que finalmente entrará en la Iglesia.
escribe nuestro autor. El proceso histórico fue según sigue. Al
comienzo, los judíos rechazaron al Mesías.
Por lo general, la tradición católica ha Pero dicho rechazo no dejó de ser provi-
visto en la Parturienta a la Iglesia y a la dencial ya que, como escribe San Pablo,
Sinagoga a la vez, pues entre ellas hay «la caída de los judíos trajo la salvación a
continuidad a los ojos de Dios. Si San Juan los gentiles» (Rom 11, 11). Dios permitió
vio acaso a María en ese extraño cuadro la obcecación de los judíos para que el
que nos traza, fue porque María resume a Evangelio, por ellos repudiado, fuera tras-
la Iglesia y a la Sinagoga, siendo como es ladado a los Gentiles. Así las naciones se
la corona de ambas. convirtieron, estableciendo la Cristiandad.
Recordemos que antes se nos habló de Al fin de los tiempos, tras la apostasía de
otra mujer, la Fornicaria, o Gran Ramera, las naciones, los judíos acabarán por con-
que simbolizaba la Babilonia pecadora, o vertirse, trayendo con dicha conversión
también la religión pervertida, entregada inmensos bienes a todos. Por eso escribió
a los poderes temporales. Según Castellani, San Pablo: «No quiero, hermanos, que ig-
las dos mujeres del Apocalipsis, la Prosti- noréis este misterio: el endurecimiento
tuta, que cabalga la Bestia roja, y la Par- parcial que sobrevino a Israel durará has-
turienta, vestida del sol de la fe, pisando la ta que entre la totalidad de los gentiles, y
luna del mundo, representan la religión en así, todo Israel será salvo, como dice la
sus dos polos extremos, la religión corrom- Escritura» (Rom 11, 25-26). Por lo que
pida y la religión fiel. Una prostituta no se concluye el Apóstol: «Si su reprobación
distingue esencialmente de una mujer ho- ha sido la reconciliación del mundo, ¿qué
nesta. Sigue siendo mujer, no se vuelve será su readmisión?» (Rom 11, 15).
bestia, si bien San Juan la describe mon-
tada sobre la Bestia. Las dos mujeres son En su libro sobre las Parábolas del Evan-
hermanas, nacidas de una misma madre, gelio, Castellani relaciona con la imagen
la religión, o mejor, el instinto religioso, ine- de la Parturienta lo que dijo Jesús en la
rradicable en el ser humano. Representan Última Cena: «La mujer que da a luz, su-
las Dos Ciudades de San Agustín, en el pa- fre porque le llegó la hora; pero cuando
roxismo de su enfrentamiento teológico. ha dado a luz un niño, ya ni se acuerda de
28 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
su trance, porque nacido es un hombre nir a restaurarlo todo» (Mt 17, 11; cf. Mc
para el mundo» (Jn 16, 21). A su juicio, las 9, 11). Junto con Elías, volverá Enoc, el
palabras del Señor se refieren de algún otro Testigo, posiblemente a predicar a los
modo al retorno glorioso de Cristo. Desde Gentiles.
el nacimiento carnal de Jesús –tal sería el Apoyándose en Billot, Castellani cree
hombre nacido para el mundo–, comienza detectar en la actualidad ciertos indicios
la larga preñez de la Humanidad hacia el de una posible conversión de los judíos.
nacimiento del Cristo integral. El pueblo Por ejemplo, la propagación del «sionis-
judío lo dará a luz con dolores de parto. mo», merced al cual los israelitas han re-
El «Signo Grande» se relacionaría, así, cobrado el ardor cívico y las virtudes gue-
con los dos nacimientos de Cristo –typo y rreras, de que el mundo los creía incapa-
antitypo–, y principalmente con su segun- ces. Una lengua muerta ha sido resucitada,
do nacimiento integral en la totalidad de hecho único en el mundo; en la Universi-
su Cuerpo, que acaecerá en los tiempos dad de Jerusalén se habla en la lengua sacra
parusíacos. La Parturienta simbolizaría al de la Biblia. Asimismo se produjo su re-
Israel que dio a luz a Cristo dos veces; la torno a Tierra Santa: el término de la dis-
primera por María Santísima; la otra, fu- persión de los judíos por el mundo, que no
tura aún, por su anunciada conversión a fue sino castigo de su infidelidad, puede
Cristo. De este modo los judíos, a cuya ser también el preludio de su conversión.
raza perteneció María, van a concebir a Hay profecías alusivas en Ez 37, 21; Am
Cristo de nuevo por la fe, y lo van a dar a 9, 11-12; Bar 2, 34-35.
luz, por la pública y dolorosa profesión de Sigamos con el texto del Apocalipsis.
esa misma fe. Cuando la Mujer estaba por dar a luz, un
¿En qué momento se convertirán los ju- fiero Dragón rojo se detuvo delante de ella
díos? Los Santos Padres tienen dos opi- con la intención de devorar a su hijo; pero
niones al respecto. Según algunos, ocurri- el «hijo varón» (Ap 12, 5), apenas nacido,
rá antes de que aparezca el Anticristo. fue llevado al Trono de Dios para regir a
Otros, por el contrario, sostienen que los todas las naciones con el cetro mesiánico.
judíos serán los primeros adeptos del El Dragón, lleno de furia, persiguió a la
Anticristo, a quien reconocerán como al mujer, mas el Señor le dio dos alas como
Mesías esperado, constituyendo su escol- de águila, con que voló al desierto donde
ta y guardia de corps, según aquello que sería alimentada durante 1260 días (cf. Ap
dijo el Señor: «Yo vine en nombre de mi 12, 13-14). La soledad significa quizás el
Padre y no me recibisteis; pero Otro ven- abandono y desprecio de los neófitos por
drá en su nombre y a ése lo recibiréis» (Jn parte de los judíos no convertidos y del
5, 43). Sólo a la vista de la Segunda Veni- ingente mundo apóstata que los rodea. Al
da de Cristo, los judíos se convertirán. fracasar en su intento, el Dragón «se fue
«Mirarán a quien traspasaron», preanunció a hacer guerra a los otros de su semilla»
el profeta Zacarías (12, 10). (Ap 12, 17). Pareciera suponerse que hay
Es sentencia frecuente de los Padres dos grupos de «hijos de la Mujer», los ju-
que dicha conversión se deberá principal- díos convertidos, y nosotros, los cristianos
mente a la predicación de Elías. El mismo de la gentilidad; los judíos neófitos y los
Jesús dijo: «Ciertamente, Elías ha de ve- cristianos viejos.
El Apocalipsis como drama 29
Del Dragón se dice que «con su cola (12, 1). La lucha en el cielo será doblada
arrastró la tercera parte de las estrellas de una última lucha religiosa sobre la tie-
del cielo y las precipitó sobre la tierra» (Ap rra.
12, 4). Para explicar este texto recurre
Castellani a un teólogo del siglo V, llama-
do Teodoreto, según el cual las estrellas
del cielo que serán arrastradas a la tierra
por el Dragón, representan «a los varones
brillantes, príncipes no sólo políticos mas
también eclesiásticos, doctores y religio-
sos», que en los tiempos finales perderán
la fe, y se pondrán al servicio del Anticris-
to; apóstatas «inmanentes», los más peli-
grosos de todos.
A continuación, el texto sagrado descri-
be un combate en las alturas: «Y prodújose
una guerra en el cielo. Mikael y sus ánge-
les salieron a guerrear con el Dragón» (Ap
12, 7). He aquí otro personaje de este dra-
ma sagrado, una figura que si bien apare-
ce fugazmente, no por ello su acción re-
sulta menos contundente, la de Mikael,
empeñado en lucha grandiosa con el Dra-
gón y sus adláteres de la tierra. Se juntan
aquí dos batallas, muy separadas en el tiem-
po. En la primera, que se desarrolla en las
alturas, el Ángel arroja al Dragón del cielo
a la tierra (cf. Ap 12, 9). Allí el demonio
recobra el aliento e instaura su reino por
medio del Anticristo. Entonces los que se
arrodillen ante la Bestia gritarán: «¿Quién
como la Bestia? ¿Y quién podrá luchar
contra ella?» (Ap 13, 4). Grito siniestro,
que se enfrenta con el grito de San Mi-
guel. Como se sabe, Mikael significa
«¿Quién como Dios?». Mikael es un nom-
bre y un clamor. Son dos gritos que se
confrontan: «¿Quién como la Bestia?» y
«¿Quién como Dios?». Cuando la victo-
ria del Anticristo y de su Pseudoprofeta
parezca ineluctable, «en aquel tiempo se
levantará [de nuevo] Mikael, Príncipe de
nuestro pueblo», como profetizó Daniel
30 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
Luego, leemos en el texto del Apocalip-
sis, el Ángel, de pie sobre el sol, «llamó a
todas las aves que volaban por lo alto del
cielo», invitándoles a comer «carne de re-
yes, carne de caballos y de sus jinetes»
IV (Ap 19, 17-18). En su libro sobre las Pa-
rábolas, Castellani relaciona este texto con
una extraña frase que se encuentra en el
La victoria de Cristo libro de Job: «Donde está el cuerpo se jun-
y el Milenio tan las águilas» (38, 27). Varias interpre-
taciones se han dado de estas últimas pa-
labras. Nuestro autor prefiere, siguiendo
a San Beda, Santo Tomás y Maldonado,
Mientras tanto, sobre la tierra, el aplicarlas al mundo de los últimos días,
Anticristo tiene los días contados. El Apo- cuerpo muerto y descompuesto, a pesar
calipsis nos describe la victoria de Cristo del tremendo poder político y militar que
y la instauración de su Reino. He aquí la lo rige; ese mundo homogeneizado por
sucesión de los hechos. obra del Anticristo, contra el cual se lan-
zarán repentinamente, con la subitaneidad
1. El Caballero del Blanco Corcel de un relámpago, las potencias espiritua-
En el clímax de la persecución, en el les del Cosmos –los ángeles– para hacer-
ápice mismo de la Gran Apostasía y la tri- lo pedazos. Si se trata de una predicción
bulación más espantosa de la historia, cuan- de dos acontecimientos sucesivos, typo y
do los fieles estén casi por desfallecer, antitypo, veamos lo que acaece en am-
según las palabras del mismo Cristo: bos. En el primero, las «águilas», que se-
«Cuando venga el Hijo del hombre, ¿aca- rían las divisiones romanas, confluyeron
so hallará fe sobre la tierra?» (Lc 18, 8), de todas partes a Jerusalén, según lo rela-
llegará inesperadamente el momento de ta Josefo, para ocupar cruentamente la
la victoria, de la victoria no última sino pe- capital de los judíos. En el segundo, el ob-
núltima, que cerrará el primer combate jetivo será la gran ciudad capitalista, im-
esjatológico. perial y sacrílega, sede de la Bestia. Cuan-
«Entonces vi el cielo abierto, y había un do ese mundo apóstata esté hecho cadá-
caballo blanco; el que lo monta se llama ver, desechada la fe cristiana que le dio
«Fiel» y «Veraz»; y juzga, y combate con siglos de vida y esplendor, entonces las
justicia» (Ap 19, 11). Es Cristo que viene águilas del Espíritu caerán de las alturas
para deponer a su Adversario. «Y los ejér- sobre él y sobre su Usurpador, precedien-
citos del cielo –prosigue el texto–, vesti- do al verdadero Señor del mundo, Nues-
dos de lino blanco puro, le seguían sobre tro Señor Jesucristo. Pero no adelantemos
caballos blancos» (ibid. 14). Ya lo había la trama.
anunciado el profeta al decir: «Vendrá el Porque ante ese ataque en picada, es-
Señor Dios mío y todos los santos con él» cribe el hagiógrafo, «vi a la Bestia y a los
(Zac 14, 5), lo que San Judas refrendó en reyes de la tierra con sus ejércitos reuni-
su epístola: «He aquí que viene el Señor, dos para entablar combate contra el que
con miles de santos suyos» (1, 14). iba montado en el corcel y contra sus ejér-
La victoria de Cristo y el Milenio 31
citos». La conclusión es gloriosa: «Apre- grandes de todos, porque los primeros
sada fue la Bestia, y con ella el Pseudo- mártires lucharon contra los Emperado-
profeta..., los dos fueron arrojados vivos res, pero los últimos combatirán con Sata-
al lago de fuego que arde con azufre» (Ap nás mismo». Los que sostuvieron el peso
19, 19-20). En cuanto a los demás, «fue- más arduo de la lucha recibirán un premio
ron exterminados por la espada que sale que no será común a los otros muertos, y
de la boca del que monta el caballo, y to- es el privilegio de poder sentarse en el tro-
das las aves se hartaron de sus carnes» no para juzgar, que según el uso de la Es-
(ibid. vers. 21). critura es sinónimo de regir y gobernar el
mundo, juntamente con Cristo, a quien, por
2. La Primera Resurrección haberse humillado hasta la muerte, le fue
A continuación, el vidente observó a un dado el poder reinar sobre todo el mundo
Ángel, quizás el mismo Mikael, «que ba- y juzgar a todos los hombres. En cambio
jaba del cielo y tenía en su mano la llave los impíos e impenitentes, que caerán con
del Abismo y aprehendió al Dragón, la an- el Anticristo, no resucitarán para acom-
tigua serpiente, que es el Diablo y Sata- pañar al Señor en la victoria que seguirá a
nás, y lo encadenó por mil años» (Ap 20, su Parusía. Es la cizaña reservada hasta
1-2). Hemos llegado a un tema espinoso, la siega para ser luego quemada (cf. Mt
el del Milenio. Su tratamiento no es nada 13, 30).
fácil. Antes de considerarlo como corres- Otros autores interpretan que en esta
ponde, será conveniente decir algo sobre primera reviviscencia resucitarán todos los
lo que sigue en el texto sagrado. justos. Para ello se apoyan también en tex-
Háblase allí de unos tronos donde «los tos de la Escritura, especialmente de San
que revivieron» (Ap 20, 4) se sentaron para Pablo, por ejemplo aquél donde dice: «Del
juzgar. Trátase, al parecer, de una «pri- mismo modo que en Adán todos mueren,
mera resurrección» (ibid. 5), donde revi- así también todos revivirán en Cristo; pero
virán sólo algunos; el resto de los muertos cada uno en su orden: Cristo, como primi-
no volverán a la vida hasta que se acaben cia, el primero; luego los que son de Cristo
los mil años. en su Parusía; luego, el final, cuando en-
¿Quiénes resucitarán primero? Según tregue el Reino a Dios Padre, después de
varios comentaristas, solamente los már- haber destruido todo Principado, Domina-
tires, los apóstoles y algunos santos, con- ción y Potestad, pues es preciso que él
forme a lo escrito en el Apocalipsis, don- reine hasta poner bajo sus pies todo ene-
de se lee que revivirán «los que fueron migo. El último enemigo en ser destruido
decapitados por el testimonio de Jesús, y será la muerte» (1 Cor 15, 22-26). El or-
todos los que no adoraron a la Bestia ni a den de la resurrección sería, pues, el si-
su imagen, y no aceptaron la marca en su guiente: primero, Cristo; después, «los que
frente o en sus manos» (Ap 20, 4). Qui- son de Cristo», o sea, todos los justos en el
zás sea precisamente por ello que recibi- tiempo de su Retorno; por último, todos
rán este privilegio y galardón peculiar, ya los hombres, cuando la misma Muerte sea
que soportaron la lucha más terrible. No destruida, y nadie más haya de morir. Ta-
en vano decía San Agustín que «los már- les exégetas añaden otro texto del Após-
tires de los últimos tiempos serán los más tol en su favor, donde se dice: «El Señor
32 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
en persona, a la orden dada por la voz del años de que habla el Apocalipsis (cf. 20,
Arcángel y por la trompeta de Dios, des- 2-7) entre dos resurrecciones, la primera
cenderá del cielo, y los muertos en Cristo de las cuales, a que se refieren los ver-
resucitarán en primer lugar» (1 Tes 4, 16). sículos 4-6, se atribuye sólo a los justos, y
Como «los muertos en Cristo» son todos la segunda y general, que se menciona en
los justos, por eso estiman que todos ellos los versículos 12-13, se reserva para el
resucitarán primero en la Parusía. juicio final.
En cuanto a los que se negaron a pros- Castellani se ha esmerado en demos-
ternarse ante el Anticristo ni tampoco fue- trar, sobre todo en el libro La Iglesia
ron por él asesinados, saldrán transfigura- patrística y la Parusía, que el milenismo
dos al encuentro del Señor. Los que ce- fue propiciado por buena parte de los pri-
dieron al Anticristo, recibiendo su marca meros Padres de la Iglesia. Así, por ejem-
en la frente o en la mano, no por complici- plo, un Padre tan importante como San
dad sino por temor, que serán los más, una Ireneo sostuvo que el mundo duraría seis
vez vencido el Anticristo harán peniten- mil años desde Adán hasta la Segunda
cia, e integrarán la Iglesia de los viadores Venida de Cristo: «En cuantos días fue
durante el Milenio, escribe Castellani. hecho el mundo, en otros tantos milenios
Tras la ruina del Anticristo, dice el Apo- será consumado. Por eso dice el Génesis:
calipsis que el Demonio será encadena- “Concluyéronse, pues, los cielos y la tie-
do. El Ángel «lo arrojó al Abismo, lo en- rra y todo su mobiliario, y consumó Dios
cerró y puso encima los sellos, para que en el día sexto todas las obras suyas que
no seduzca más las naciones hasta que se había hecho, y descansó el día séptimo de
cumplan los mil años» (Ap 20, 3). Sostie- todas las obras que hizo” (Gen 2, 1-2).
nen los milenistas que Satanás ya no ten- Esto es a la vez narración de lo pasado y
drá contacto con los hombres, lo que será profecía de lo porvenir. Si, pues, “un día
una de las principales causas de felicidad de Dios es como mil años” (Ps 89, 4), y
en el Reino de Cristo. en seis días consumó la creación, mani-
fiesto es que en seis milenios consumará
3. El Milenio la historia» (Adv. hær. V, 28, 3). Pues bien,
prosigue Ireneo, al fin del sexto milenio o
Acabamos de aludir al Milenio y el Rei- al comienzo del séptimo, aparecerá el
no de Cristo «por mil años» (Ap 20, 3.6). Anticristo, quien «recapitulará» todas las
Estos versículos han traído verdaderos herejías: «Viniendo, pues, aquél y resu-
dolores de cabeza. Por lo general, nadie miendo toda apostasía en sí mismo trans-
sostiene que el número mil haya de enten- ferirá a Jerusalén su Reino y se sentará
derse de manera literal. Mil años significa en el templo de Dios, seduciendo a los que
un largo período de la historia. le adoraren “como si él fuese Cristo”... Y
habiéndolo devastado todo este Con-
a. El séptimo milenio
tracristo, reinando en el mundo tres años
Es la cuestión del milenarismo, que y medio y sentándose en el templo
Castellani prefiere llamar «milenismo», solimitano, entonces vendrá el Señor de
según lo denomina San Agustín; interpre- entre las nubes y en la gloria de su Padre;
tación que, tomando el Milenio como rei- y al otro y a los que le obedecen arrojará
nado efectivo de Cristo, coloca esos mil al estanque ardiente; y llevará a los justos
La victoria de Cristo y el Milenio 33
al Tiempo del Reino, es decir, del Descan- filosofía alejandrina, abrazó el cristianis-
so, al Séptimo Santificado Día»... (ibid. mo, conservando al parecer elementos
25, 27, 30). judaicos. Dicho personaje, cuya herejía
También San Agustín dividió la historia recibió el nombre técnico de «quiliasmo»,
del mundo en siete períodos. El primero imaginó para los justos, después de la re-
es el que va de Adán hasta Noé, el segun- surrección primera en esta tierra, una vida
do de Noé hasta Abraham, el tercero de jubilosa por muchos siglos, retomando vie-
Abraham hasta David, el cuarto de David jas costumbres del Antiguo Testamento,
hasta la deportación a Babilonia, el quinto como la circuncisión imperada por la Ley
de la deportación a Babilonia hasta la lle- de Moisés; de las colinas fluirían leche y
gada de Cristo nuestro Señor. Con la ve- miel, habría grandes banquetes y festi-
nida de Cristo comienza el sexto período, chongas, entendiéndose a la letra lo que
que es aquel en que estamos. Y así como se encuentra en diversos lugares de la
el hombre fue hecho a imagen de Dios en Escritura, y ello a modo de compensación
el sexto día (cf. Gen 1, 26), de manera por lo sufrido antes del milenio. Algo se-
semejante en este tiempo, que es el sexto mejante sostuvieron los llamados «ebio-
del gran ciclo histórico, nos regeneramos nitas», que si bien adherían al cristianis-
por el bautismo, recibiendo la semejanza mo, conservaban también la ley de Moi-
de nuestro Modelador. Cuando pasare el sés; Cristo, al venir, restauraría el Templo
sexto día, vendrá el descanso sabático para y restablecería los sacrificios judaicos, si-
los santos y justos de Dios. Después del guiéndose mil años de delicias.
séptimo, iremos al reposo final, retornan- El segundo tipo de milenismo es el espi-
do al origen. «Pues así como pasados los ritual, que no promete a los justos resu-
siete días se llega al octavo que es a la vez citados ni bodas ni francachelas, ni nada
el primero, así terminadas y cumplidas las de lo que ha perimido en la ley mosaica,
siete edades de este ciclo fugitivo, volve- entendiendo que lo que la Escritura, con
mos a aquella felicidad inmortal de la cual tropos e imágenes orientales, promete de
decayó el hombre» (Sermo 259: PL 38, 1197). felicidad en la Nueva Jerusalén ha de en-
tenderse simbólicamente. Será preciso
b. Tipos de Milenismo atenerse a lo esencial: un Milenio ha sido
Abundemos un tanto en este asunto. preanunciado, dicho período aún no ha te-
Tres son los tipos de milenismo que ha nido lugar, en qué consiste a punto fijo no
conocido la historia, escribe Castellani. lo sabemos; cuando se dé, lo sabremos.
Ante todo el milenismo craso o carnal, Durante el período patrístico, muchos
que designa una tendencia poco menos herejes sostuvieron el milenismo craso.
que novelesca de los primeros siglos, se- Dicho milenismo se hizo especialmente
gún la cual Cristo triunfaría en esta tierra peligroso en el siglo IV, por lo que fue du-
de una manera temporal y mundana, con ramente atacado por San Jerónimo y por
un cortejo de satisfacciones, revanchas y el mismo San Agustín. Éste había sido pri-
deleites groseros para los resucitados. Se mero milenista, pero después, por influjo
la atribuye originalmente a Cerinto, con- de San Jerónimo, que le advirtió de los ries-
temporáneo de los Apóstoles, que nació gos muy reales entonces del quiliasmo,
en Egipto, de padres judíos. Imbuido en la propuso una interpretación más benigna,
34 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
orientada principalmente a impugnar los poco pensó en la Parusía. Ocupados en
abusos del milenismo carnal. En cuanto al edificar la Cristiandad, no tenían prisa en
milenismo espiritual, fue defendido por casi profetizar sobre su fin. Sin embargo tam-
todos los Padres de los primeros siglos, bién entonces se hubiera podido aplicar la
así como por varios destacados teólogos clave typo-antitypo. El typo de las profe-
a lo largo de la historia. cías mesiánicas era precisamente ese
mundo nuevo que se estaba gestando, ese
La tercera clase de milenismo es el ale-
triunfo de Cristo, también temporal, lo que
gorista, cuyos fautores sostienen que el
implicaba enseñar, edificar, ordenar, más
Milenio no es sino este tiempo en que vi-
que consolar. Pero dicho «typo» sólo ha-
vimos, es decir, todo «el tiempo de la Igle-
bría alcanzado su inteligibilidad total si hu-
sia», desde la Ascensión de Cristo hasta
biese sido visto a la luz del Milenio, su
el fin del mundo. Según sus sostenedores,
«antitypo», lo que no sucedió.
el capítulo 20 del Apocalipsis debe enten-
derse como una «alegoría» de la actual Hoy los tiempos han cambiado y se han
vida de la Iglesia, excepto tres versículos, vuelto de nuevo duros, persecutorios y
del 7 al 10, que ésos sí se refieren literal- apocalípticos, por lo que se torna una vez
mente al fin del mundo. De donde no hay más al tema olvidado. De donde concluye
«resurrección primera y segunda», como Castellani: «La exégesis del Apocalipsis
dice el texto, sino una sola, la terminal. Al- tiene dos polos, que son el typo y el anti-
gunos intérpretes de esta escuela afirman typo de la profecía. De la ocupación in-
que el Milenio ya pasó, correspondiendo tensa en el antitypo, que es el Reino de
al tiempo de la Cristiandad, que comenzó Cristo después de su Segunda Venida, ella
en Carlomagno y terminó en 1789; ahora, osciló fuertemente hacia el typo, que es el
tras el Milenio, el demonio estaría desata- Reino después de la Primera Venida; rei-
do, como parece indicarlo la oración a San no espiritual, invisible y lleno de cizañas;
Miguel Arcángel que León XIII imperó para volver de nuevo a su objeto principal,
se rezase al término de la Misa. el propio y más importante, que responde
al sentido literal; sin el cual es vicioso el
Pregúntase Castellani por qué será que sentido moral y alegórico».
se fue virando de una inteligencia literal-
simbólica, como él la llama, a una inteli- Nuestro autor no ignora todas las aler-
gencia de tipo alegorizante, que es la que gias que hoy suscita el tema del Milenio.
hoy prevalece mayoritariamente. Lo ex- Él lo cree plenamente coherente con la
plica diciendo que durante la época de las doctrina de la Iglesia. El milenismo espiri-
persecuciones, los cristianos vivieron aco- tual no ha sido jamás condenado por la
rralados en el Imperio, sin ninguna salida Iglesia, ni lo será nunca, sostiene, por la
a la vista. La Parusía significaba la victo- simple razón de que la Iglesia no podría
ria sobre la persecución, y por eso el Apo- condenar a la mayoría de los Santos Pa-
calipsis se volvió de actualidad. Tras la dres de los cinco primeros siglos, entre
conversión de Constantino, la situación ellos a los más grandes.
cambió sustancialmente. Las iglesias es- Es cierto que hace varias décadas el
tán llenas, exclamaba eufórico San Agustín, Santo Oficio dio a conocer sobre este
cuyo viraje interpretativo fue seguido por asunto dos decretos disciplinares para
gran parte de la exégesis medieval, que América del Sur, donde se prohibía la en-
La victoria de Cristo y el Milenio 35
señanza del «milenarismo mitigado». En Timoteo: «Te conjuro delante de Dios y
el primero de ellos, de 1941, se definía cla- de Jesucristo, que ha de venir a juzgar a
ramente en qué consiste dicho tipo de vivos y muertos, por su Venida y por su
milenarismo, a saber, «el de los que ense- Reino»... (2 Tim 4, 1), de donde se dedu-
ñan que antes del juicio final, con previa o ce que por su Advenimiento y por su Rei-
sin previa resurrección de justos, Cristo no se llevará a cabo el Juicio de vivos y
volvería a la tierra a reinar corporalmente». muertos. La Resurrección general y el
En 1944 apareció el segundo decreto, de Juicio Final no serán sino el acto conclusi-
índole aclaratoria, donde en vez de «corpo- vo y consumante de dicho Reino. Por eso
ralmente» se pone «visiblemente», ya que rectamente en el Credo se lo profesa a su
el primer adverbio resultaba inadecuado término.
si se aplicaba a la época de la Iglesia en la ¿Cómo será el Reino milenario de Cris-
tierra, donde Cristo está siempre to? Sólo podemos barruntarlo. Sabemos
«corporalmente» en el Santísimo Sacra- de cierto que la Iglesia no cambiará sus-
mento. Lo que está prohibido, sostiene Cas- tancialmente, ni en su régimen, ni en su
tellani, es enseñar «que Cristo reinará vi- doctrina, ni en los sacramentos, si bien al-
siblemente desde un trono en Jerusalén canzará en todo ello sublime perfección.
sobre todas las naciones; presumiblemente
con su Ministro de Agricultura, de Traba- Será un Reino verdaderamente univer-
jo y Previsión y hasta de Guerra si se ofre- sal, cumpliéndose así las profecías vete-
ce». Lo cual, obviamente, ningún Santo rotestamentarias: «A él se le dio el poder,
Padre o teólogo serio sostiene. la gloria y el reino, y todos los pueblos,
naciones y lenguas le servirán» (Dan 7,
c. El Reino de Cristo 14); «le adorarán todos los reyes de la tie-
rra, todas las naciones le servirán» (Ps 71,
Cristo, pues, retornará del cielo, hará su
11). Será un Reino de justicia y de paz (cf.
Parusía, su Última Venida, en gloria y
Is 60, 18; 32, 17; Ps 71, 3). Será un Reino
majestad. ¿Con qué fin? Para reinar y juz-
de prosperidad, consecuencia de la paz y
gar, juntamente con los suyos: «Luego vi
la justicia (cf. Ez 34, 26-27; Os 2, 23-24;
unos tronos y se sentaron en ellos, y se les
Am 9, 13). Será sobre todo un Reino de
dio el poder de juzgar..., revivieron y rei-
amor, en que Dios se mostrará especial-
naron con Cristo mil años» (Ap 20, 4).
mente afectuoso con los hombres (cf. Is
Dijimos hace poco que las palabras «rei-
66, 12-13).
nar» y «juzgar» son casi sinónimos en la
Escritura, dado que los reyes antiguos eran La sede del Reino será en aquellos días
«los jueces» que «daban a cada uno lo Jerusalén. En la Sagrada Escritura, y par-
suyo», en lo cual consiste esencialmente ticularmente en los Evangelios, la «Ciu-
la virtud de la justicia. El Reino de Cristo dad del Gran Rey» es Jerusalén (cf. Mt 5,
es denominado con propiedad Juicio, dice 35). Actualmente no lo es, por la infideli-
Castellani, pues en su inicio acaecerá el dad del pueblo elegido; pero quitada ésta,
juicio y castigo del Anticristo y de todos y si el Gran Rey o su representante deben
sus secuaces, así como se otorgará el pre- reinar un día sobre la tierra, nada impide
mio de la resurrección primera a los már- que se alleguen a su Ciudad propia, y ello
tires o a todos los justos en general. En tanto más cuanto en aquel tiempo la me-
este mismo sentido escribió San Pablo a jor y más ardorosa porción de sus súbdi-
36 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
tos serán los israelitas. Varios profetas sucesos separados, según lo sostienen los
parecen refrendar esta idea (cf. por ej. Jer Padres más antiguos, entonces no hay que
3, 17; Joel 4, 21; Is 49, 17 ss.; Is 54, 2-17). La esperar aquel próximo triunfo temporal de
Jerusalén futura será, pues, la sede del la Iglesia. La persecución se irá haciendo
Reino de Cristo, y por tanto también de la cada vez más intensa, casi insoportable,
Iglesia, renovada por su Segunda Venida. debiendo ser abreviada por la Segunda
Todos los milenistas suponen que habrá Venida de Cristo, que inaugurará un largo
cierta comunicación entre los viadores y período de gloria y de paz.
los santos, entre la tierra y el cielo, de don- Como resulta obvio, nuestro autor se
de se derivarán muchos bienes. ¿En qué inclina decididamente por la segunda va-
forma será ello? Quizás el estilo del trato riante, si bien lo hace con modestia: «No-
que había entre Cristo glorificado y sus sotros realmente no sabemos si el milena-
apóstoles en los cuarenta días que prece- rismo es dogmáticamente o apodíctica-
dieron a la Ascensión del Señor, esbozo mente verdadero; ni tampoco lo contra-
de estado glorioso de los Mil años. Posi- rio. Sabemos que es por lo menos una hi-
blemente Cristo, la Santísima Virgen y los pótesis (digamos) científica que nos satis-
santos se aparecerán a los hombres, o al face más; y que no se combate con insul-
menos a algunos de ellos, de manera más tos y con espantajos, sino con razones...
frecuente que ahora... Podemos, si no enseñarlo en cualquiera
Cerremos este espinoso asunto del de sus formas, al menos tenerlo en cuenta
milenismo. En Su Majestad Dulcinea en su forma espiritual más sesuda como
señala Castellani que el problema es si una interpretación posible, no condena-
Cristo ha de volver a consumar su Reino da», y hasta recomendada, como dijo San
antes del fin del mundo o juntamente con Jerónimo, a pesar de ser antimilenista, «por
el fin del mundo. Si la Parusía, el Reino de innumerables santos y mártires de ambas
Dios, el Juicio Final y el Fin del Mundo, Iglesias latina y griega».
son cosas simultáneas, es muy probable
que antes de esa consumación alboree en
la historia un gran triunfo de la Iglesia y un
período de oro para el cristianismo, el últi-
mo período, por cierto, donde se acaben
de cumplir las profecías, sobre todo la de
la conversión del Pueblo Judío y la unidad
de todos en un Único Rebaño bajo un Solo
Pastor. Dicho período no podrá ser largo,
durando quizás el tiempo de una vida hu-
mana. Después volverán a desatarse las
tremendas fuerzas demoníacas previas al
Triunfo Final de Cristo.
Pero si Cristo ha de venir antes, a ven-
cer al Anticristo, y a reinar por un tiempo
en la tierra; es decir, si la Parusía y el Jui-
cio Final no coinciden, sino que son dos
37
describe un terrible combate contra el prín-
cipe Gog, rey de Magog, su ulterior derro-
ta, y la consiguiente glorificación de Is-
rael. Al parecer, el profeta alude a los in-
fieles de los últimos tiempos, los cuales,
como dice el Apocalipsis, «cercaron el
campamento de los santos y de la Ciudad
V Amada» (Ap 20, 9). La Ciudad Amada
es Jerusalén, donde vive la Israel conver-
tida, reunida de entre todas las naciones, y
El último remezón habitando en paz la Tierra Santa.
Sigue diciendo el Apocalipsis: «Pero bajó
fuego del cielo y los devoró. Y el Diablo,
«Cuando se terminen los mil años –pro- su seductor, fue arrojado al lago de fuego
sigue el texto revelado–, será Satanás sol- y azufre, donde están también la Bestia y
tado de su prisión y saldrá a seducir a las el Falso Profeta, y serán atormentados día
naciones de los cuatro extremos de la tie- y noche por los siglos de los siglos» (Ap
rra, a Gog y a Magog, y a reunirlos para la 20, 9-10). Esto recuerda el texto de Eze-
guerra, numerosos como la arena del mar» quiel, a que acabamos de aludir (cf. 38,
(Ap 20, 7-8). 22). La Ciudad Santa no será, pues, ocu-
No sabemos por qué tendrá que ser sol- pada, ni el Reino de los Santos destruido,
tado de nuevo Satanás, comenta Caste- aunque peligre por un momento.
llani. Algunos opinan que aunque el de- Los milenistas defienden porfiadamente,
monio haya sido ligado, y por ende las ten- observa Castellani, que la derrota del
taciones graves se encuentren amen- Anticristo y la del ejército Gog-Magog son
guadas, el hombre no estará inmune de dos cosas distintas, inasimilables. Se apo-
entibiarse. Es cierto que las manifestacio- yan para ello en el texto mismo de San
nes frecuentes de Cristo y de sus santos Juan: en el primer caso, la guerra era diri-
fomentarán singularmente las virtudes, gida por la Bestia y el Falso Profeta, en el
pero con todo, el hombre es veleidoso, y segundo, por el Demonio; allá fueron ven-
no hay cosa que a la larga no le infunda cidos por el Verbo de Dios, el caballero
desgano. La paz, la tranquilidad y la abun- del blanco corcel, que bajó con sus santos
dancia de aquel tiempo podrán suscitar desde las nubes, acá son devorados por el
incuria o desidia, de modo que las pasio- fuego del cielo, sin que Cristo se mencio-
nes se vuelvan a encender y se multipli- ne para nada; allá no se habla de campa-
quen las faltas, tornándose raras las apa- mentos ni de ciudades, acá es asediada la
riciones de los santos. Será preciso trillar Ciudad Santa; allá los judíos se convier-
de nuevo el campo de las almas. El es- ten, acá aparecen ya convertidos, vivien-
plendor anterior, inficionado por la tibieza, do juntos y serenamente en su tierra.
requerirá una última purificación. Trátase, por consiguiente, de dos guerras
¿Quiénes son Gog y Magog? Hay que diferentes, la del Anticristo, antes de co-
recordar acá los capítulos 38 y 39 de menzar el Milenio, y la de Gog y Magog, a
Ezequiel, de índole apocalíptica, donde se su término.
38 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
¿Quiénes son concretamente los que se les, los astros, todo debe ser purificado ple-
rebelaron? Según algunos, grupos diver- namente de las consecuencias del Peca-
sos de disconformes y recalcitrantes, que do, que no son otras que el Dolor y la Muer-
habrían resistido el Señorío de Cristo du- te. Y para llegar a ello, bien valió la pena
rante el Milenio en distintos rincones de la haber pasado por una gran Angostura.
tierra, como de hecho sucedió en Europa
Asimismo el vidente habla de «la nueva
durante la Cristiandad medieval, cuando
Jerusalén», que desciende de lo alto. Los
había enclaves de paganos pertinaces.
exégetas no coinciden en la interpretación
Serán ellos quienes integren el ejército
de lo que significa esta ciudad esplendo-
rebelde de Gog y Magog.
rosa. Según el P. Castellani, hay dos Jeru-
Tras el relato de la derrota de estos últi- salenes, la celestial y la terrena. La Jeru-
mos, el Apocalipsis describe la resurrec- salén celestial es la actual asamblea de
ción final y el juicio postrero: «Vi a los los santos, o sea, lo que llamamos el Cielo.
muertos, grandes y pequeños, de pie de- Pero esta Jerusalén celeste no es la que
lante del trono; fueron abiertos unos libros, ve bajar ahora el Profeta. No es la esposa
y luego se abrió otro libro, que es el de la de Dios, sino la novia del Cordero, que
vida; y los muertos fueron juzgados según desciende del cielo a la tierra en el res-
lo escrito en los libros, conforme a sus plandor de las piedras preciosas y el ful-
obras... El que no se halló inscrito en el gor del jaspe. Trátase de una ciudad amu-
libro de la vida fue arrojado al lago de fue- rallada y medida, con doce puertas y doce
go» (Ap 20, 12.15). El Juicio postrero es pilares, en forma de cubo perfecto. La luz
el umbral de la vida eterna. Dicha vida no que la ilumina no es otra que el Cordero.
implicará la destrucción del Reino de Cris- Un río de agua viva la surca, y en medio
to sino su compleción, de modo que resul- de la plaza, a uno y otro lado del río, hay
ta equitativo decir que el Reino Milenario árboles de Vida, cuyas hojas son medici-
será imperecedero, según se afirma en el nales (cf. Ap 21, 9 - 22, 2).
Credo: «Cuyo Reino no tendrá fin».
Así la describe el Profeta. Y la promete
Culmina San Juan su visión: «Luego vi para los últimos tiempos, para después de
un cielo nuevo y una tierra nueva, porque la Segunda Venida. Bien observa Caste-
el primer cielo y la primera tierra desapa- llani que la historia de la humanidad se
recieron, y el mar no existe ya. Y vi la enmarca entre dos ciudades, descritas res-
Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que ba- pectivamente en el primero y en el último
jaba del cielo, de junto a Dios, engalanada libro de las Escrituras. La ciudad inicial es
como una novia ataviada para su esposo» Babel, ciudad de confusión, que los hom-
(Ap 21, 1-2). bres prometeicos se propusieron edificar
Se habla, ante todo, de «un cielo nuevo pelagianamente con sus propios múscu-
y una tierra nueva». Nuestra tierra y nues- los, y la segunda es la Nueva Jerusalén,
tro cielo, después de haber sido purgados ciudad de la gracia, que desciende de lo
por la llama, se mostrarán transfigurados, alto. El Anticristo pretendió usurpar el ideal
como nuevos. Porque también este mun- de unidad del género humano mediante la
do debe ser restaurado; no solamente las instauración perversa de su Imperio Uni-
almas individuales, sino también los cuer- versal. Todo en vano, ya que sólo Cristo
pos, la naturaleza, las plantas, los anima- es el Señor de la Historia, y el verdadero
39
principio de cohesión del Universo. Por
eso Juan describe a la Nueva Jerusalén
como una Ciudad, símbolo de la unidad
social del hombre restaurado.
Ciérrase el Apocalipsis con el Cielo Eter-
no, o sea el Mundo de la Visión Beatífica. VI

Ni optimismo ni pesimismo,
sino esperanza

El esplendor del cielo y el Cristo glorio-


so abren las visiones del último libro de la
Sagrada Escritura, y las cierran la Nueva
Jerusalén y la visión beatífica. No es, pues,
el Apocalipsis, como se atrevió a decir
Borges, un «libro de amenazas atroces y
de júbilos feroces». Tras las huellas de
Pieper, señala Castellani que la esjatología
cristiana incluye dos elementos diversos:
el fin catastrófico intrahistórico de la hu-
manidad y el fin triunfal extrahistórico. Lo
intrahistórico depende de la voluntad del
hombre y las intervenciones metahis-
tóricas provienen de Dios.
Resulta curioso, pero el Señor, en su
Discurso Esjatológico, tras preanunciar las
cosas más espeluznantes: Será la tribula-
ción más grande que ha existido desde el
principio del mundo hasta el presente ni
volverá a haberla; los hombres se morirán
de terror y de ansiedad por las cosas que
vendrán sobre el mundo; las fuerzas cós-
micas se desatarán... (cf. Mt 24, 21 ss.;
Lc 21, 23 ss.), concluye: «Entonces co-
brad ánimo y levantad la cabeza, porque
está cerca vuestra salvación» (Lc 21, 28).
Es la actitud compleja del cristiano, cuya
fe le asegura que este aión, este ciclo de
la Creación, tendrá su fin, precedido por
una tremenda agonía, pero será seguido
40 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
de una espléndida reconstrucción. Bien desembocó en dos esjatologías opuestas,
señala nuestro autor que, por una parado- fragmentos de la síntesis cristiana: la opti-
ja de la psicología profunda, esta literatura mista, del Progreso Indefinido, y la pesi-
«pesimista» ha sostenido el «optimismo» mista, del Nihilismo sin sentido.
constructivo del Cristianismo. En las épo- La primera visión, la visión optimista,
cas en que la Iglesia vivió en el temblor y encuentra un alto exponente en Kant,
en la proclamación osada de la «inminen- como ya lo hemos visto al desarrollar el
te Parusía» es cuando proyectó la Cris- pensamiento de Pieper. Kant creyó en el
tiandad, como en los tiempos de San Pa- Reino instaurado por la sola fuerza de la
blo, de San Ireneo, de San Agustín... Razón Pura, profetizando la paz perpetua
Por otra parte, el conocimiento y la pre- sobre el fundamento del ideario de la Re-
visión de las catástrofes apocalípticas sir- volución francesa. También el progresis-
vió a los pueblos fieles para sobrellevar mo católico moderno considera la histo-
con entereza las catástrofes del momen- ria, sobre todo a partir del Renacimiento,
to, lo cual responde adecuadamente a las como un progreso indeclinable hacia el
leyes de la psicología. «Cuando las inmen- Punto Omega. Trátase siempre de una
sas vicisitudes del drama de la Historia – esjatología inmanente, cismundana, a la
escribe Castellani–, que están por encima que de algún modo es reductible la teoría
del hombre y su mezquino racionalismo, del «eterno retorno» de los hindúes, pro-
llegan a un punto que excede a su poder pugnada en Occidente por René Guénon,
de medicación y aun a su poder de com- según la cual tras la Kali-Yuga retornará
prensión –como es el caso en nuestros necesariamente la Edad de Oro.
días– sólo el creyente posee el talismán Para ilustrar dicha actitud, Castellani trae
de ponerse tranquilo para seguir trabajan- a colación la parábola de las vírgenes ne-
do». Como si dijera: Todo esto ya estaba cias. Porque también esa parábola tiene
previsto y aún mucho más, pero después que ver con el Retorno del Señor, inserta
vendrá la victoria definitiva. Para eso se como está en el Sermón Parusíaco de
nos ha dado la profecía del Apocalipsis, Cristo (cf. Mt 24-25). Ya desde el comien-
para nuestro consuelo. Si no la tuviéra- zo de la misma, Jesús alude a su Vuelta, y
mos, la tribulación se haría insoportable y la cierra con un apremiante: «Velad, pues»
su desenlace inextricable. En la Escritura, (Mt 25, 13), que por otra parte había ya
como ha señalado el Crisóstomo, se nos reiterado seis o siete veces en el sermón
anuncian los males futuros, para que cuan- antedicho. Pero la parábola aporta algo
do vengan, no nos aplasten. peculiar, al esbozar un cuadro simbólico y
Frente al tema de las ultimidades, reite- vigoroso del «apurón» de la Parusía y de
rémoslo por última vez con Castellani, ca- sus adjuntos principales, cifrando plástica-
ben posiciones erróneas y contradictorias mente el Sermón Profético anterior. Las
entre sí. El Iluminismo de los siglos XVIII vírgenes necias no eran impías, sino negli-
y XIX despreció la esjatología cristiana gentes, saliendo al encuentro de Cristo con
junto con toda la religión revelada, burlán- las lámparas vacías. Representan a los
dose del Anticristo y del Dragón como de cristianos adormecidos en su «tibieza», jus-
cuentos medievales. El resultado fue que tamente lo que se achaca en el Apocalip-
cayó en una esjatología espúrea, o mejor, sis a la última Iglesia, la Iglesia de Laodicea.
Ni optimismo ni pesimismo, sino esperanza 41
Lo que la parábola nos quiere decir es lo nientes de la Anti-Iglesia. Porque también
siguiente: la Parusía será inopinada, y la el último, que tiene raíz judaica, es
mayor parte de la gente estará dormida, mesiánico, anticristiano y esjatológico, y
pues aparentemente el tiempo sigue trans- por tanto se mueve en el plano religioso,
curriendo y «Cristo no vuelve más», como de una religión inmanente, la del hombre
piensa la mayoría, o se demora mucho, divinizado.
como opinan numerosos cristianos. Cuan- De por sí, la empresa de congregar a
do acaezca, se hará un gran clamor, y el todos los hombres es algo bueno, propio
desconcierto será total. Las providencias de la Iglesia Católica, que justamente quie-
que tomen los que no se hayan preparado re decir universal. El hombre no es instin-
fracasarán todas, pues ya no será momen- tivamente cosmopolita. Instintivamente los
to de previsiones. hombres se enjambran en grupos, en cor-
Tal es la gran herejía de nuestro tiempo, poraciones, en clases, en razas. Solamen-
la negación u olvido de la Parusía, en la te podrán reconocerse como hermanos,
espera de salvaciones intramundanas. escribe nuestro autor, cuando se reconoz-
Entre dichas esperanzas inmanentes hay can como hijos de un mismo Padre que
que poner la expectativa del internaciona- está en los cielos. No como hijos de un
lismo, concebido como panacea universal. mismo padre que está encima de un árbol,
Dice Castellani que en la actualidad hay el antropopiteco de Darwin. Ni de una
dos posibles internacionalismos, el de madre que está en la estratosfera, como
Rousseau y el de San Agustín, el de la la «Diosa Humanidad» de Comte. Sólo los
Ciudad de Dios y el de la Ciudad del Hom- cristianos tenemos nuestra Mesa, que es
bre. «Si admitimos que la pacificación de sagrada, y sabemos que comunicando en
la Humanidad en una gran familia es un ella volverán los pueblos del mundo a sen-
asunto específicamente religioso, no que- tirse hermanos. Ninguna paz duradera será
dan para realizarlo sino dos religiones que concertable en la Mesa Redonda de Lon-
son de veras internacionales: la Iglesia dres o en la Mesa Directiva de Ginebra, si
Católica y la Anti-Iglesia, o sea la Sinago- se prescinde del visto bueno de esta hu-
ga. La Iglesia es internacional por divina milde Mesa de los cristianos, que fue ins-
vocación. La Sinagoga es internacional por tituida expresamente para que «todos sean
divina maldición. La Iglesia y la Sinagoga uno, Padre mío, como tú y yo somos uno»
representan las dos concreciones más (Jn 17, 22).
fuertes y focales del sentimiento religioso Concluyendo, pues: La unión de las na-
que existen en el mundo. El pueblo cris- ciones en grupos regionales, primero, y
tiano y el pueblo judío representan por después, en un solo Imperio Mundial, sue-
expresa declaración de Dios los dos pue- ño fascinante del mundo de hoy, no puede
blos sacerdotales que existen en la tierra: realizarse sino por Cristo o contra Cristo.
son el fermento de todo el resto, la sal de Lo que se puede hacer sólo con la ayuda
la tierra; la sal que ha perdido su salazón y de Dios, y que de hecho Dios hará al final,
no puede ya por nadie ser salada, y la otra conforme está prometido, febrilmente in-
sal, que debe salar todo». Los demás tenta el mundo moderno construirlo al
internacionalismos, el mahometano, el li- margen del designio divino, orillando a
beral, el bolchevique, son ramas prove- Dios, abominando del antiguo proyecto de
42 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
unidad que se llamó la Cristiandad, y vio- contra Dios, y toda una «cultura» aboca-
lentando incluso la naturaleza humana, con da a la destrucción de la idea de Dios. Y
la supresión intentada de la familia y de en el ámbito occidental, hemos presencia-
las patrias. En frase categórica de Caste- do y seguimos presenciando la universali-
llani: «Todo lo que hoy día es internacio- zación de un género de vida, ampliamente
nal, o es católico o es judaico». promocionado por los medios de comuni-
La segunda visión acerca del futuro, la cación, que parece suponer que «no hay
visión pesimista, ha sido expuesta princi- Dios», que «no hay otra vida», y que lo
palmente por nihilistas como Schopenhauer único que se debe propiciar es una socie-
y Nietzsche, que heredaron el otro frag- dad signada por la inmanencia y el hedo-
mento de la concepción cristiana. «Nietzs- nismo.
che vio la catástrofe impendente en el ni- No hace tanto blasfemaba Heine: «El
hilismo europeo; y su refugio desespera- cielo se lo dejamos a los ángeles y a los
do en la esperanza del Superhombre, la gorriones». Atinadamente escribe Caste-
cual no es más que la programación del llani: «Todo lo que impida fabricar un edén
Anticristo», escribe nuestro autor. No deja en la tierra y un rascacielos que efectiva-
de ser aleccionador observar cómo las vie- mente llegue hasta el cielo debe ser com-
jas utopías eran todas de un optimismo batido con la máxima fuerza y por todos
delirante, en cambio los últimos ensayos los medios –según estos hombres. Los que
sobre el porvenir son con frecuencia es- de cualquier modo atajen o estorben la
peluznantes. creación de esa Sociedad Terrena Per-
Así las dos partes inseparables de la fecta y Feliz deben ser eliminados a cual-
Teología fermentaron y se pusieron en las quier costo. Todas las inmensas fuerzas
manos de estos antiteólogos. «Esas dos del Dinero, la Política y la Técnica Mo-
corrupciones ideológicas perduran en el derna deben ser puestas al servicio de esta
ateísmo contemporáneo, esperando la gran empresa de la Humanidad, que un
hora que el Anticristo las reúna en amal- gran político francés, Viviani, definió con
gama perversa... Cuando venga el Anti- el tropo bien apropiado de «apagar las es-
cristo no necesitará más que tomar a Kant trellas». Esos hombres no son solamente
y Nietzsche como base programal de su los masones, ni solamente los judíos, ni
religión autoidolátrica». solamente los herejes; ni tampoco son
Tal es la situación en que hoy nos des- dellos todos los judíos y todos los herejes;
envolvemos. El «odio formal» a Dios, es- aunque es cierto que a esa trenza de tres
cribe Castellani, es el pecado más grave se pueden reducir como a su origen todos
que puede cometer un hombre. Es el pe- los que hoy día están ocupados –¡y con
cado del demonio y será el pecado del qué febril eficiencia, a veces!– en ese
Anticristo. Pues bien, en nuestro siglo he- trabajito de pura cepa demoníaca».
mos sido testigos presenciales del odio a Por eso, ni optimismo ni pesimismo, po-
Dios encarnado en manifestaciones socio- siciones ambas sustentadas por todos «los
lógicas y hasta políticas. Hemos visto, en que no tienen el sello de Dios en sus fren-
el Este, la aparición de una «nación atea», tes» (Ap 9, 4). El mundo se dirige hacia
oficial y constitucionalmente «anti-tea», una catástrofe intrahistórica, que quizás
con organizaciones contra Dios, museos asuma la forma de un suicidio colectivo,
Ni optimismo ni pesimismo, sino esperanza 43
pero dicha catástrofe condiciona una glo- Tras las huellas de Soloviev, nos recuerda
riosa transfiguración de la vida del hom- que la función del «Profeta», que especu-
bre y del mundo. Por sobre el pesimismo la sobre el futuro, es necesaria a una na-
y el optimismo –categorías psicológicas–, ción tanto o más que la función del «Sa-
el Apocalipsis levanta la divisa de la espe- cerdote» y la función del «Monarca». Si
ranza, que es una virtud teologal. Como se arroja por la borda la profecía, se cae
escribe Castellani, el Apocalipsis se en- necesariamente en la pseudoprofecía
cuentra por sobre el optimismo y el pesi- (fantaciencia, literatura de pesadilla o en-
mismo; «es juntamente pesimista al máxi- sayos de utopía). En su espléndida novela
mo y optimista al máximo, y por ende su- Juan XXIII (XXIV), le hace decir al sim-
pera por síntesis estas dos posiciones sen- patiquísimo Papa argentino de la ficción:
timentales». El proceso de la Kali-Yuga «Mira, andaluz: cuando la Iglesia anda mal
o Edad Sombría está relatado en él con no coincide la vocación del sacerdote con
los términos más crudos, pero también y la del profeta; y esto es señal infalible, que
paralelamente, el proceso de la final Res- entonces los sacerdotes desconocen y aun
tauración en Cristo, «dependiente no de persiguen a los profetas –y eso pasaba en
las fuerzas humanas sino de la potencia mi patria. Pero cuando la Iglesia anda bien,
superhistórica que gobierna la Historia». entonces es compatible el ser sacerdote
El Apocalipsis es, pues, un libro de espe- con el ser guerrero, ser sabio, ser artista,
ranza, no un libro hecho para infundir mie- ser poeta, ser»...
do, sino para consolar y fortificar a los que La conclusión de este análisis sobre el
se sienten acosados por el temor de un Apocalipsis no es permanecer con los bra-
futuro pavoroso. zos cruzados, sino preparar el espíritu para
Un auténtico católico no puede sino de- épocas bravías, disponiéndonos conve-
sear la Segunda Venida, recordando que nientemente a enfrentar la apostasía con
el que una vez vino es también el que ven- lucidez y coraje, al tiempo que trabajando
drá, el erjómenos. Pero hoy más que nun- en favor de la verdad conculcada. Dicho
ca este anhelo se vuelve apremiante. propósito no será estéril, ni quedará sin
Siempre que ha habido una crisis histórica recompensa.
grave, la atención de los cristianos se diri-
gió casi como por instinto a las profecías.
La crisis actual, con el peligro atómico y
nuclear, que no deja de pender como la
espada de Damocles, es mayor que todas
las precedentes, engendrando angustia
generalizada. En el campo espiritual, la
crisis de la Iglesia, la inmanentización de
las virtudes teologales, la organización de
la Gran Apostasía religiosa, agravan infi-
nitamente la situación.
El querido e inolvidable P. Castellani ha
hecho con sus libros sobre la esjatología
un servicio relevante a la cultura religiosa.
44 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani

Obras consultadas

Leonardo Castellani, Cristo ¿vuelve o no


vuelve?, Dictio, Bs. As., 19762.
–El Apokalypsis de San Juan, Vórtice,
Bs. As., 19904.
–El Evangelio de Jesucristo, Theoría, Bs.
As., 19633.
–Juan XXIII (XXIV), Una fantasía, Theo-
ría, Bs. As., 1964.
–Las parábolas de Cristo, Jauja, Mendo-
za, 19942.
–Los papeles de Benjamín Benavides,
Dictio, Bs. As., 19783.
–Su Majestad Dulcinea, Patria Grande,
Bs. As., 1974.
Alcañiz-Castellani, La Iglesia patrística
y la Parusía, Paulinas, Bs. As., 1962.
45

Índice

Introducción, 3.

I. El Apocalipsis y la Teología de la Historia


1.–Typo y antitypo, 4. 2.–El estilo profético, 5. 3.–Los signos de
los tiempos, 6.
II. Las reluctancias frente al Apocalipsis, 9.
III. El Apocalipsis como drama
1.–Cristo y el Dragón, 12. 2.–La Primera Bestia, 12. a.–El Obs-
táculo y la aparición del Anticristo, 13. b.–La figura del Anticristo,
15. c.–El poder y la obra del Anticristo, 16. d.–La sede del Anticristo,
18. 3.–La Segunda Bestia, 20. 4.–Las tres Ranas, 23. 5.–El Peque-
ño Resto, 24. 6.–La Mujer Coronada, 26.
IV. La victoria de Cristo y el Milenio
1.–El Caballero del Blanco Corcel, 30. 2.–La Primera Resurrec-
ción, 31. 3.–El Milenio, 32. a.–El séptimo milenio, 32. b.–Tipos de
Milenismo, 33. c.–El Reino de Cristo, 35.
V. El último remezón, 37.
VI. Ni optimismo ni pesimismo, sino esperanza, 39.
Obras consultadas, 44.
Índice, 45.

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