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En el griego clásico
En la Antigüedad Cristiana
• La liturgia es una acción conjunta del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, ya que las acciones de Dios hacia afuera de él son comunes a las
Tres personas Divinas.
• La liturgia por tanto, es una acción que procede el Padre, se realiza en
Cristo por el Espíritu Santo, y por el Espíritu nos incorpora en el culto de
Cristo para llevarnos al Padre.
• El dinamismo trinitario de la liturgia consiste en que en cada
celebración, “el Padre nos da a su Hijo hecho hombre; Cristo actúa en
nosotros para unirnos vitalmente con Él como hijos en el Hijo y nos ofrece
al Padre; el Padre nos acoge en Cristo para amarnos con el mismo amor
con que ama al Hijo hecho carne, para que nosotros le amemos con el
amor de Jesucristo; y cada paso de este movimiento se realiza por obra
del Espíritu Santo”.
• En la liturgia vivimos en comunión dinámica y vital con la Santísima
Trinidad. Por eso la asamblea litúrgica es congregada en la Unidad del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
• Pero a cada una de las personas divinas podemos atribuir algún rasgo de
la liturgia, siguiendo el CEC, veamos las atribuciones de cada una de las
Personas divinas:
a) El Padre, fuente y fin de la Liturgia
• El Padre es fuente de bendición (Efesios 1, 3-6).
• Si la liturgia es la presencia del Misterio de Salvación; es decir, Dios que
bendice, tiene su origen en el Padre.
• Si el Padre es la fuente de la bendición, también es la meta de nuestra
oración. De ahí, que en la liturgia romana, las oraciones se dirigen de
ordinario al Padre por la mediación de Cristo.
• En la liturgia nos expresamos como hijos del Padre. Al orar actualizamos
nuestra dimensión de hijos, en intimidad y confianza.
b) La obra de Cristo en la liturgia