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CAPITULO I-Historia de La Minería Peruana
CAPITULO I-Historia de La Minería Peruana
CAPÍTULO I
Huantar (Ancash) 1200 - 200 a.C.: Esta primera civilización peruana se asentó en
su poder, basado en un orden teocrático; tuvo su centro en el templo Chavín de
Huantar, en cuyas paredes y galerías abundaron las esculturas de feroces dioses
con rasgos felinos.
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Cultura Chavín de Huantar
Otra cultura antigua fue la Vicús, a unos 900 kilómetros al Norte de Lima, sobre la
carretera Panamericana cerca de Piura y con una antigüedad entre el milenio anterior
a Cristo y 300 años de nuestra era.
Cultura Paracas
Paracas, descubierta por Tello en 1925, y clasificada en períodos que varían entre
700 y 500 años A.C.
Cultura Nasca
Nazca ubicada en el tiempo hacia el año 100 de nuestra era, como la fecha
inicial; y Mochica, llamada Proto Chimú por Max Uhle. Todas estas culturas
conocieron el oro, la plata, el cobre, el platino, y muchas veces mezclaron los
minerales rudimentariamente.
La cultura Tiahuanaco (200 d.C.)
Se ubicó en la sierra peruana, en la región del Collao (que abarca territorios de
Chile y Bolivia) y legó a los peruanos las terrazas de cultivo, los andenes, y el
manejo de diversos pisos ecológicos en la agricultura.
Cultura Tiahuanaco
Y es así como el hombre peruano inició la era de los grandes imperios pre-incas,
en los cuales los metales y la metalurgia alcanzaron un alto grado de desarrollo.
Cultura Wari
La cultura Wari, que tuvo su principal asiento en Ayacucho, se entroncó con
Tiahuanaco y con Nazca. Surgió en el siglo octavo de la era presente, y después de
tres siglos decayó. Conoció la alfarería ceremonial con temas míticos y piezas
gigantes, y supo usar turquesas, lapislázuli.
La refinada cultura Chimú (700 d.C.) Trabajó el oro y otros metales y construyó con
barro la ciudad de Chan Chán, ubicada en Trujillo.
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Cultura Chimú
El reino Chimú, con una duración relativamente breve, del año 1,200 de nuestra era
hasta el 1,460, forjó una cultura excepcional, que se expresó especialmente en su
arte para trabajar los metales. Este reino pre-inca no sólo conoció la alfarería,
sino que logró las más avanzadas técnicas para trabajar el oro, al que trataron por
fundición, soldadura, martillo, remache, repujado y laminado. Prueba de tan
avanzado arte son las numerosas piezas de oro halladas en Batán Grande,
Lambayeque; y los utensilios domésticos y rituales como los tumi, porras
estrelladas y puntas de lanza.
La cultura Moche (200 a.C.-600 d.C.). En la costa Norte se desarrolló y aglutinó a las
autoridades militares de los valles costeros, como el conocido señor de Sipán. Los
huacos retrato de la cultura Moche y su iconografía sorprenden por su elaboración y
el manejo del diseño.
Cultura Moche
A esta gran variedad de recursos del antiguo minero peruano, hay que agregar las
hornillas de piedra y cerámica, crisoles para fundición y yunques de cobre, bronce y
piedra o engastados en madera.
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Ante tantas evidencias del uso de los minerales por los antiguos peruanos, los
etnólogos y antropólogos se han preguntado: En qué fechas de la cronología y
con que culturas apareció el uso de tal o cual metal?. Al respecto, Paúl Rivet,
etnólogo y antropólogo francés que precisa y compendia científicamente las más
variadas respuestas a dicha interrogante, ha sostenido que el cobre apareció en
la alta meseta peruano-boliviana con la civilización Tiahuanaco, es decir hacia el
cuarto de siglo de nuestra Era, y en la región de la costa del Perú, con la
civilización Chimú.
En sus conclusiones, Rivet estableció que la utilización del oro fue anterior a la del
cobre, puesto que el oro aparece desde el principio de la cultura Nazca en la costa
peruana, y desde el principio del período Chavín en la Cordillera
Septentrional peruana.
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Se observa dos puntas de barreno y dos hachas moledoras. El mineral una vez
recogido era trasladado donde se procedía a un proceso de selección y molido.
El molido era efectuado con hachas de gran tamaño y peso usualmente de
piedra.
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Orfebre - Martillado: se observa el proceso de la elaboración de una lámina de
oro, en la base un yunque de mesa o tass sobre el cual se coloca el lingote de
oro, el martillo es de piedra. El proceso termina cuando la lámina llega al
espesor esperado por el orfebre. Todas las herramientas y la lámina de oro son
pre hispánicas.
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Orfebre-Repujado: se trata de una de las técnicas de decoración más utilizadas
en la época pre-hispánica. Sobre una lámina martillada los diseños eran
dibujados y repujados por el reverso sobre una superficie blanda. Por el lado
anverso eran delineados dándoles la forma final sobre una superficie un poco
más dura. En la foto se observa un punzón de cobre y al pie una serie de
embutidores y repujadores de piedra. Todas las herramientas y la lámina de oro
son pre hispánicas.
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Cultura Tiahuanaco. Pectoral elaborado de una sola lámina de oro. Representa a un
personaje antropomorfo sosteniendo un báculo, la cabeza está embutida y el cuerpo
martillado y recortado. Presenta decoración repujada.
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Cultura Inca. Idolillo elaborado con láminas de oro embutidas y unidas con
soldadura. Representa a un personaje de élite (orejón) con las manos recogidas
hacia el pecho.
Estilo Frías. Paleta de calero elaborado en dos cuerpos, con el vástago de oro
vaciado y en la parte superior un ensamble en láminas embutidas recortadas
unidas con soldadura. El diseño representa a un mono en actitud oferente que lleva
en la espalda a un ave con las alas plegadas y mirando hacia atrás. Los ojos del
mono tienen incrustaciones de crisocola.
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Cultura Lambayeque. Botella de doble pico asa puente elaborada en láminas de
oro embutidas y ensambladas con soldadura. Presenta decoración calada ,
embutida y repujada.
Cultura Chimú. Disco de orejera elaborado en una lámina embutida de oro con
decoración calada. El diseño presenta una escena de pesca ritual.
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Cultura Vicús. Nariguera bimetálica elaborada con láminas de oro y plata
unidas con soldadura. La decoración es embutida y calada. Representa el rostro de
un felino mostrando los colmillos.
La época incaica se inició entre los siglos XII y XIII de nuestra era, y su
expansión y consolidación llegaban a su punto más alto precisamente en los
tiempos en que se producía el descubrimiento de América.
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azulado, cerúleo de la azurita con malaquita, el rojo oscuro algo azulado de un
óxido férrico, el gris verdoso de la obsidiana, el anaranjado del rejalgar, y el
amarillo del oropimente, emplearon también el aluminio, óxidos de hierro y de
antimonio, turquesa pulverizada y ocre rojo.
El mismo autor señala que los indios conocieron, además, gran número de
especies mineralógicas como el yeso, arcilla limonítica, tierra silicosa, limonita
terrosa, toba, caliza, ocre ferruginoso rojizo, almagre, calcita, chalcopirita, sulfuro
de plomo, sulfato de cobre, silicato de cobre, pirita de hierro, limonita geódica
(peróxido de hierro hidratado), galena antimonial y carbonato de sodio natural.
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Valcárcel dice que en el informe presentado por Rodríguez de Figueroa en 1583
se señala que las minas de Larecaja se llaman Llachane y que fueron dadas por
el Inca a los indios de la provincia de Omasuyo, y que después encontraron
otras en Cutari, en Tora, en Tipoyane o Ayche, todas las cuales eran de oro. Las
de Hiana hacia Pallallunga fueron dadas a los yungas de Larecaja; las de
Carabaya estaban en los cerros de Apuruna y Vilcabamba en el río Grande de
Callana y en Hipara; y que todas eran de Inca, las que posteriormente fueron
llamadas San Juan del Oro y de San Cristóbal, y señaladas a los indios de
Huancané y Vilque para extraer el metal. El oro estaba en pepitas y las minas de
mayor volumen correspondían a los yacimientos de Carabaya; y que la gente
que beneficiaba las minas de esa región pertenecía a los pueblos de Sananguía,
Mocomoco, Uxatica, Ichuma, Ambaña, Cumbaya, Hilacaya. Asi mismo las minas
de oro y plata de Porco y Tarapacá.
La forma como se llevó a cabo la explotación de dichas minas fue descrita por
Pedro Sancho de la Hoz, secretario de Francisco Pizarro en los siguientes
términos: “Están las minas en la caja de un río, a la mitad de la altura, hechas a
modo de cuevas, a cuya boca entran a escarbar la tierra y la escarban con
cuernos de ciervo y la sacan fuera con ciertos cueros cosidos en forma de sacos
o de odres de pieles de ovejas. El modo con que las lavan del mismo río una
seriola de agua, y en la orilla tienen puestas ciertas losas muy lisas sobre las
cuales echan la tierra, y echada sacan por una canaleta el agua de la seriola que
viene a caer encima y el agua se lleva poco a poco la tierra, y se queda el oro en
las mismas lozas y de esta manera lo recogen. Las minas entran mucho dentro
de la tierra, diez brazas unas y otras veinte, y la mina mayor que se llama
Guarnacabo, entra cuarenta brazas. No tiene luz ninguna ni más anchura que
para que pueda entrar una persona agachada y hasta que esta no salga, no
puede entrar ninguna otra”.
El autor además destaca que este tipo de mina no es común y que contrasta con el de
otras zonas del continente y aún de la misma región, que son simples pozos
profundos, como la altura de un hombre y que se abandonan para abrir otros
cuando exceden de esa hondura.
Otra valiosa conclusión, digna de ser comentada, es que las minas de la región del
Titicaca eran trabajadas solamente cuatro meses al año, desde el amanecer hasta el
atardecer. Aunque los incas extraían una gran variedad de metales, el cobre era el
de uso más extenso, mientras que el oro era de propiedad del Estado, quien
disponía de inspectores para el control de la producción, así como para evitar que
nadie robase.
Metalurgia Inca
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(el área del Tahuantinsuyo) hubo una era del cobre precedente a la del bronce, y
que el paso de la era de piedra a la del cobre se realizó fuera de toda influencia
exterior. Pero el centro del descubrimiento del bronce fue precisamente la alta
meseta peruano-boliviana. Los incas fueron, sin ninguna duda, los principales
propagadores del bronce en todas las provincias y regiones que estaban dentro
de su imperio. Conclusión científica que expresa el autoctonismo del desarrollo
minero y metalúrgico.
También los indios supieron fundir y colar los metales y aleaciones que
empleaban, con excepción del platino y el hierro. Hay indicios que la soldadura
autógena (unión de dos objetos de la misma composición metálica) fue aplicada
ya por los antiguos peruanos. Como prueba existe una figurina del Cusco,
representando una llama hecha de láminas de oro. Está compuesta de quince
partes: el cuerpo, el cuello, la cabeza, orejas, patas, genitales y cola está unidos
por soldadura.
Los autores ya anotados señalan finalmente que en la costa peruana los metales
conocidos fueron el oro, la plata, el cobre, estaño, plomo; las aleaciones de
cobre y estaño; plata y cobre; oro y cobre; plata y oro; plata, oro y cobre; y las
técnicas aplicadas: martillaje, endurecimiento por martillaje en frío, coladura
ordinaria y con cera perdida, puesta en calor; enchapado en oro sobre plata y
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sobre cobre, enchapado de plata sobre cobre o sobre aleación de cobre y plata,
soldadura autógena y soldadura ordinaria, trefilado, proceso de repujado,
revestimiento metálico, recortado.
Durante esos años, los indígenas, como una forma de resistencia pasiva,
eliminaron huellas e indicios que hubieran permitido localizar las vetas metálicas
explotadas por ellos, algunas de las cuales no llegaron a ser descubiertas jamás por
los peninsulares.
1.4.1. Los años iniciales.- Conocida es la intensa agitación que siguió a los
primeros años de la conquista. Las guerras entre conquistadores y el poder real
español abarcaron más de veinte años, ya se cuentan desde la prisión de
Atahualpa en diciembre de 1532, o su muerte en agosto del año siguiente: o
desde la fundación de Lima por Pizarro el 18 de enero de 1535; hasta que con el
marqués de Cañete comenzó un poco de tranquilidad en el Virreinato.
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Según la relación que diera a conocer José Balta - Ingeniero minero y estadista
peruano -, la cronología minera del Perú colonial tendría su punto de partida en
1537, con la explotación de los yacimientos de oro y plata de Lucanas y
Parinacochas, siguiéndole los descubrimientos de minas de plata en Jauja y
Huancayo el año de 1539; las de oro en Jaén y Carabaya los años de 1544 y 1545
respectivamente. Así mismo Cieza de León menciona, en 1533, minas en Chacas,
Sandia, Carabaya y Cajamarca.
Cuando el padre Acosta visitó Potosí en los tiempos del Virrey Toledo, el año de 1547,
los trabajos de excavación habían alcanzado cerca de 400 metros de
profundidad; las vetas variaban de ancho entre 1.65 m y 21 cm, y la ley de
mineral se calculaba de 6 a 10marcos - el marco equivale a 230 gramos - por
quintal, o sea de 30 a 50 kilos por tonelada métrica, estimándose pobres los
minerales de 2 a 6 kilos por tonelada métrica.
Según Carlos Prieto, autor de “La minería en el Nuevo Mundo”, considera que
las minas de Potosí rindieron, del año 1545 a 1803 1,095.500.000 de pesos.
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primero Porco, pero sobre todo Potosí, quitó significación a otras explotaciones
mineras que se emprenden en los primeros años de la colonia (Lucanas,
Parinacochas, Jauja, Huancayo, Jaén, Cajamarca, Chacas, Sandia, Carabaya).
Huancavelica.
Las minas de este nombre eran conocidas en tiempo de los incas, y de ellas
obtuvieron el cinabrio o bermellón que, con el nombre de llimpi, era utilizado
como colorante facial, con fines de adorno, festivos, bélicos o religiosos;
existiendo la presunción de que se le empleara aún antes del Tahuantinsuyo.
A base de las referencias indirectas sobre el cinabrio usado por los indios,
Garcés y algunos socios suyos efectuaron trabajos de exploración y cateo en las
zonas de Huancavelica, pero el descubrimiento de las ricas minas de azogue fue
hecho por un indio llamado Navicopa.
El lugar donde estuvieron esas minas de azogue era una meseta deshabitada a
3,800 metros de altura, situada cerca de la ciudad de Huamanga.
Se dice que en la primera exploración realizada por Cabrera, este encontró una veta
que representaba 80 varas de longitud por 40 de ancho, en la cual podían trabajar
simultáneamente más de trescientos hombres. Posteriores trabajos mostraron
una gran veta que se denominó la “Descubridora”, después Santa Bárbara, con
una anchura de más de 30 metros, que corría de Norte a Sur, y se extendía a flor de
tierra por unas siete leguas.
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azogue era regalía de la Corona, y como sin autorización gubernativa ningún
particular podía trabajarlas, declaró legalmente nulos los denuncios registrados
sobre pertenencias en Huancavelica, y ordenó al corregidor de Huamanga que
prohibiera el acceso a las minas a quienes carecían de licencia expresa del
virrey.
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un intercambio intercolonial, que la metrópoli no deseaba. Décadas más tarde, en
1670, se reinició la exportación hasta 1699.
Huantajaya
Cerro de Pasco.
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duró alrededor de unos veinte años, terminándose en 1800, aunque uno de sus
ramales, el Yanacancha, se prosiguió hasta 1807. Además, en 1806, se
emprendió la construcción del socavón de Quiulacocha.
El gran problema de las minas de Cerro de Pasco fueron las inundaciones que
dificultaban e impedían los trabajos. La solución llegó a través de la revolución
industrial, y la primera máquina a vapor usada en América fue instalada en la mina
Santa Rosa de Cerro de Pasco, en 1816.
Fue durante las luchas por la independencia que las tropas realistas destruyeron las
bombas a vapor porque las minas de Cerro de Pasco eran la principal fuente de
ingresos económicos para los independientes.
Laycacota.
Fue José Salcedo, quien en 1657, según unos por revelaciones de un indio,
según otros por consejo de una india, atacó el crestón del vecino Cerro de
Laycacota, descubriendo una valiosa veta; lo mismo hizo en la laguna cercana
que mandó barrena, “encontrando una rica mina de plata blanca”, que pudo ser
extraída a poco costo, abriéndose dos bocas principales, la de “Las Animas” y la
de “Laycacota la baja”. Se asegura que de esta última, en una sola noche, José
Salcedo sacó 93 bolsas de mineral, por valor de más de cien mil pesos. En la
misma mina obtuvo un bloque de plata maciza y sin mezcla, que pudo ser
marcada como si fuera una barra una vez fundida para separar el quinto del rey.
La riqueza del cerro se extendió a los cerros de Cancharani, Azoguine y otros.
Los Salcedo envanecidos y soberbios por el éxito económico alcanzado con la mina
de Laycacota, se enfrentaron a las autoridades coloniales, siendo el virrey Conde de
Lemos, quien apresó a José Salcedo y lo llevó a la horca.
El virrey Conde de Lemos hizo arrasar y asolar la población de San Luis de Alba
(Laycacota), que contaba con más de tres casas y dispuso el traslado de la
capital de la provincia de Paucarcolla a la población de San Juan Bautista de
Puno.
Hualgayoc.
No obstante estar entre los más ricos yacimientos de plata explotados durante la
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colonia, los datos de las minas de Hualgayoc son escasos, lo que tal vez
obedece a lo tardío de su descubrimiento español, el año de 1771.
Humboldt indica que la plata sacada de esas minas en los primeros 30 años,
desde 1771 a 1802 “excede probablemente en mucho” de 30 millones de pesos; y
Raimondi menciona la misma cantidad como rendimiento de los últimos 30 años
del siglo XVIII.
Minería de oro.
Además de los de Carabaya, también fueron famosos los de Sandia; unos y otros
habían sido intensamente trabajados durante el Tahuantinsuyo; y su explotación
hispánica se incrementó después de la derrota de Gonzalo Pizarro por La Gasca,
probablemente hacia 1549, a la llegada de numerosos españoles prófugos que
fundaron la población de San Juan del Oro.
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Chalhuani en 1775. En los departamentos del Sur se trabajaban además los
yacimientos de la Convención, Paucartambo y Cotabambas, atestiguando una
extensa población los desmontes dejados en las minas de Cochasayguas
(Cotabambas). En el Norte, los lavaderos de Pallasca y las minas de Pataz.
Según la memoria del Virrey Gil, en su época, de 1790 a 1795, había en
actividad 69 minas de oro, con 122 molinos, sin contar los lavaderos.
Minerales varios.
Es natural que, con la Colonia, en todo lo que no fuera oro y plata, la minería
languideciera. Lo poco que se extrajo de otros metales fue ocasionalmente, por
encontrárseles como componentes de aquellos.
Es a raíz de las incursiones de los barcos piratas que las autoridades coloniales se
acordaron de la utilización del cobre y del estaño para la fundición de
cañones de bronce, indispensables para la defensa del litoral.
El plomo se extraía de casi todas las minas de plata. Las minas de zinc apenas se
explotaron. En cuanto al hierro, su explotación fue nula; sólo al final de la
dominación española se descubrieron las minas de Santiago del Estero y Salta,
ambas en Argentina.
Mención especial debe hacerse de las breas coloniales, que si bien extraídas y
aprovechadas en mínimas proporciones, constituyeron el antecedente de la
industria petrolera desarrollada en la República ya en el presente siglo XX. La
historia de esta explotación se centra exclusivamente en las minas de Amotape
en Trujillo.
La explotación de las salinas fue otro sector importante, siendo las más
significativas las de Yocolla, Potosí, Chilca, Tumbes, Puerto Viejo, valle de
Huaura, en la provincia de Condesuyos.
Es hacia fines del virreinato que en Minerva Peruana se hace noticia, el año de
1809, el descubrimiento del nitrato de soda, cuya explotación sólo habría de
comenzar en 1830, en los primeros años de la República. Es el punto de partida de la
historia del salitre.
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La metalurgia colonial.
s 25
sulfuros complejos no amalgamables de ninguna forma, se les designó con el
nombre general de minerales rebeldes y su aparición marco muchas veces el
abandono de las exploraciones, aún en el caso de minerales de alta ley.
En el período de 1884 hasta el término del siglo se dieron importantes hechos que
vale la pena mencionar.
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El interés del sector empresarial se desplazó hacia la minería de cobre; mineral
que había cobrado importancia luego del alza de su cotización a mediados de la
década de 1890-1899 y de la reducción considerable del costo de transporte; en
1892 el ferrocarril central llega a Casapalca y el año siguiente a la Oroya.
El año de 1904 se inicia la explotación de bismuto en las minas de San Gregorio que
perduraría hasta 1914, ese mismo año se constituyó la azufrera Sechura. Para
explotar el azufre de la costa del desierto de Sechura en 1905 se exporta 1778 Kg.
de mineral de níquel de Ayacucho, el año de 1907 se inicia la explotación de
antimonio y en 1907 la de vanadio. En 1910 se comenzaron a trabajar los
yacimientos de tungsteno de Ancash y la libertad y en 1915 se inicia con la
explotación del molibdeno.
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darse la ley 7574 se exonera al plomo y al zinc de todo impuesto.
La creación del Banco Minero del Perú el año de 1942 de fundación del Instituto
Geológico en el año de 1944, la división de la Dirección de Minas y Petróleo en
dos direcciones en 1949, la creación de las Jefaturas Regionales de Minería y el
Registro de Concesiones y Derechos Mineros en marzo de 1950 y promulgación
del Código de Minería el 12 de mayo de 1950 son hechos relativamente
recientes.
La producción de cobre empezó a crecer desde comienzos del siglo, sobre todo por
el aumento de la producción de Morococha y la apertura dl tramo ferroviario la
Oroya - Cerro de Pasco, lo cuál favoreció el transporte y por ende, la
explotación de minerales. Asimismo, en 1906, se puso en funcionamiento la
fundición de Tinyahuarco, que empezó a producir cobre blister.
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producción, pese a los peligros, escasez de medios de transportes y el mayor
costo de seguros, Al finalizar la guerra cayeron las cotizaciones y Estados
Unidos restringió la importancia de cobre de bajo contenido metálico, lo cual
afectó a muchos productores nacionales. Debido a ello, Cerro de Pasco empezó
la construcción de la fundición de la Oroya para reducir costos y tratar metales
de menor ley. En este período, luego de una breve y ligera contracción, la
minería peruana -especialmente la de cobre, volvió a crecer, para luego verse
afectada por un retroceso severo debido a la caída de las compras externas y el
bajo nivel de precios como consecuencia de la Gran Depresión, la cual causó
profundos trastornos en casi todos los países exportadores de la región.
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diferentes servicios que prestaba, como el establecimiento de oficinas en
diferentes zonas para comprar minerales y la operación de plantas
concentradoras para el procesamiento de minerales provenientes de otras
minas; además de conceder prestamos promocionales.
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Cobriza, propiedad de la Cerro de Pasco Mining Corporation.
A partir de la llegada al poder del gobierno militar (1968) la actividad minera en el Perú
sufrió profundos cambios, especialmente, en la estructura de propiedad, por el rol
empresarial que se le asignó al estado.
En 1971, mediante el Decreto Ley 18880, se promulgó una nueva "Ley general
de Minería". Esta establecía que los yacimientos minerales son propiedad del
estado, quien puede entregarlos en concesión a particulares para su trabajo.
Por otra parte, se dividió la actividad minera en dos campos: la privada y la
estatal. Además, se creó la comunidad minera y las acciones laborales con el
fin de otorgar participación a los trabajadores en el patrimonio de las empresas.
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importancia en la generación de divisas, la cual ya había quedado en manifiesto
durante los años anteriores.
Durante los últimos tres años el sector ha venido registrando una expansión
productiva: 8% en 1993, 3,6% en 1994 y 2.3% en 1995. Además de las razones que
explican el incremento productivo de cada metal en particular, la realización de
contratos de compromiso de inversión con estabilidad jurídica tributario, con
Southern Perú Copper Corporation, Consorcio Aurífero Retamas, Consorcio
Horizonte, Sociedad Minera Cerro Verde, Minsur S.A., Magma Tintaya y Minera
Yanacocha, han sido factores que han incentivado a las empresas mineras a
elevar su producción y productividad.
Por ser el Perú un país rico en recursos minerales, desde la época pre-hispánica hasta
nuestros días, tanto la explotación como el procesamiento de nuestros recursos
mineros han constituido actividades económicas de suma importancia,
que han logrado forjar un sector empresarial nacional, recursos humanos, industrias y
servicios conexos, altamente calificados y especializados, los mismos que otorgan a
nuestro país la competitividad necesaria para desarrollarse sosteniblemente en este
campo.
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desde 1998, viene afrontando exitosamente.
La meta es alcanzar una inversión de US$ 1 000 millones anuales entre el 2001 y el
2009.
Se estima que entre los años 2001 y 2009 se producirá una inversión cercana a los US$
9 069 millones en el sub-sector minero peruano. Con ello será posible incrementar en un
70% el valor actual de las exportaciones mineras, y aumentar las compras locales de US$ 1
000 millones, a un mínimo de US$ 2 000 millones.
Cerca de US$ 1 367 millones de las inversiones que se ejecuten durante el período
2000 -2009 corresponderán a ampliaciones que ya están aprobadas por las empresas y
que actualmente se encuentran en ejecución. Entre ellas, las más importantes son las
de la planta concentradora de Toquepala y las de lixiviación e intercambio iónico,
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también de Toquepala; las de precipitación y fundición de Carachugo en Yanacocha; y en
segundo orden, las de Izcaycruz y Atacocha.
Las inversiones que se generen en los próximos 5 años en proyectos que actualmente se
encuentran en etapa de exploración avanzada, o en aquellos que se inicien hasta el año
2002, no serán menores a US$ 1 293 millones. Destacan en este rubro: Tambo Grande,
San Gregorio, Minas Conga, Corocohuayco, Magistral y Tantahuatay. Cabe recordar que
existen derechos mineros en cerca de 13 millones de hectáreas, la mayor parte de las cuales
está siendo explorada.
Se estima que los proyectos por privatizar originarán inversiones cercanas a los US$ 2
140 millones. Entre éstos se cuentan: las unidades mineras restantes de Minero Perú;
los proyectos de cobre de Michiquillay, Toromocho, Las Bambas; y los fosfatos de
Bayóvar.
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1.6. HISTORIA DE LA MINERÍA EN PUNO
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de cuatro siglos de desuso.
El prestigio del oro de Carabaya o Callahuaya como decían los Incas, fue tan
grande que, al respecto. Garcilazo de la Vega, en sus Comentarios Reales de
los Incas al referirse al oro y la plata del Perú, nos dice "El oro se coge en todo el
Perú; en unas provincias es en más abundancia que en otras, pero
generalmente lo hay en todo el reino. Hállese en la superficie de la tierra y en los
arroyos y en ríos, donde lo llevan las avenidas de las lluvias: de allí lo sacan
lavando la tierra o la arena, como lavan aquí los plateros la escobilla de sus
tiendas, que son las barreduras de ella. Llaman los españoles lo que así sacan
oro en polvo, por que sale como limalla: algunos granos salen gruesos, de dos,
tres pesos y más; yo vi granos de a más de veinte pesos, llamándoles pepitas;
algunas son llamas como pepitas de melón o calabaza otras redondas otras
largas como huevos. Todo el oro del Perú es de diez y ocho a veinte quilates de
ley, poco menos. Solo el que se saca en las minas de Callavaya o Callahuaya es
finísimo de veinticuatro quilates, y aún pretende pasar de ello, según me lo han
dicho algunos plateros en España”.
Más tarde, en Pucará combinaron el oro con el cobre, herencia que recogen los
Tiahuanaco que la expanden a Huaylas, Paracas, Nazca y Chavín donde
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alcanzan su apogeo.
El cinabrio era utilizado como cosmético por las mujeres, para embalsamar
cadáveres.
La plata era obtenida de yacimientos con plata nativa y por tanto fáciles de
trabajar. El fundido y separación de la plata se hacia por medio de las
"Huayrana" que eran pequeños bracero. "En estos ponían carbón y el metal
encima y puestos por los cerros o laderas donde el viento tenía mas fuerzas,
sacaban de la plata, la cual apuraban y afinaban después con sus fuelles
pequeños o cañones con que soplan" Estos cañones o cafrutos hasta hoy se
denominan "Phukhunas"en quechua, y son utilizados para avivar el fuego en sus
cocinas.
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Contando con una mano de obra barata (encomiendas, mitas, mingas,
repartimientos, obrajes), de la que se disponía ad libitum, lo que menos
importaba en la Colonia era el despilfarro de energías humanas: de ahí que todo el
montaje del trabajo minero se hiciera simplemente a base de ese esfuerzo
muscular que se empleaba a costo ínfimo.
José Salcedo, por el año de 1665 llegó por la región del Kollao, hasta Laykakota, y se
alojó en la choza de la descendiente de Kusikoyllor y Ollontay su hija imasumaj,
quien se había establecido en las faldas de Laykakota y había tenido dos hijas
Carmen y Teresa y un mancebo llamado Tomás.
A los lados del cerro de Laykakota están los de cancharani y San José, también
ricas, sobre todo el primero. Otro cerro al Norte, el de "Azogue", explotado
desde el tiempo del Virrey Alva, era considerado superior al asiento de
Huancavelica. Sin embargo, todo palidecía ante la leyenda de Laykakota.
Es posible que los Salcedo fuesen los hombres más ricos de todo América. La
fortuna quedaba en familia porque Gaspar se había casado con su sobrina,
doña Agustina. Apenas había convento de religiosos, o religiosas que no
hubieran participado en el reparto que hacían de limosnas, que llegó a sumar
más de un millón de pesos, según dijo un memorialista de la época, Fray
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Domingo Alvarez. En un memorial de doña Agustina léase que su marido había
metido de monjas a 70 mujeres, dándoles dote y rentas; la dote individual era
4,000 pesos. Casi no había persona en el Perú que no debiese a los Salcedo
algún favor o subsidio, inclusive los oidores de la Audiencia de Lima, El mismo
Alvarez creía que entre Gaspar y José habían sacado más de 24'000,000 de
pesos; otros cálculos estiman que llegaron a dar 3,000 pesos de quintos al rey
por día, o sea más de un millón al año. "Ellos solos llenaban de plata el reino".
Pompería:
Otro de los asientos mineros que era trabajado en 1700, era el de Pompearía. Al
respecto entre los datos que hemos encontrado podemos anotar lo siguiente:
En Junio de 1706, don Francisco Pérez de los Ríos y doña Elena Pérez de los Ríos
(madre he hija) venden, al Capitán Juan de Oreytia, 90 varas de mina en la veta de
Sta. Rosa.
En Enero de 1724 doña Micaela de Andraca y Munive y del Maestre de Campo con
Gaspar de Salcedo vende en esta veta, 16 varas de minas al Clérigo Antonio
de Valverde. Esta fue comprada al ey, en remate público por don Gaspar de
Salcedo por su sobrino el Marque de Villa Rica don José Salcedo y por el minero
Juan de Oreytia.
En este mismo año de 1724, que al parecer fue muy activo en transacciones
mineras, Juan Satudio Durán y Tomás Durán vende al Capitán de Infantería
Española don José González de San Román (quien acaba de ser nominado
Alcalde Provincial de la Santa Hermandad de la Ciudad de la Paz, por renuncia
que hizo a su favor el Marque de Villa Rica de Salcedo y José de Valverde, 18
varas de minas en la estaca de su Majestad en la veta de Nuestra Señora de la
Soledad.
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En Octubre de 1731, el Capitán Mateo de Ortega, forma compañía con el
Maestre de Campo José González de San Román, para trabajar una mina y
estaca entera en la veta de la Gloriosa Santa Rosa pegada a "la descubridora".
Así en 1736, Tomás Durán, María Durán y Luis de Esquive venden en 100 pesos
a Antonio de Saravia 24 varas de mina en el ingenio y Minas de San Juan Bautista de
Uncalliri, en la veta de Santa Rosa, y que les fueron donadas por don José
González de San Román, En Febrero de 1737, a su vez, don Felipe Durán dona a
don Miguel de San Román y Zevallos, 40 varas de mina en la veta de Nuestra Señora
de la Soledad.
En 1835, todavía, era trabajado este mineral por un señor Elías Bravo.
Cancharani.
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las brisas del Lago Sagrado, servían para fundir los minerales separado con
técnicas incaicas, la plata del resto de minerales inservibles. Estos eran las
famosas "guairanas" y no "guaironas" como escriben aquellos que ignoran el
habla de los Incas.
Este cerro debió haber sido explotado desde fines del siglo XVII, pues, en Mayo de
1700 hallamos a Pedro Martín de Vargas como dueño de la mina de Santa Cruz de
Cancharani, quien forma compañía con el Capitán José Durán para explotar esta
mina.
En este cerro de Cancharani estuvo la riquísima mina de San Luis como muchas
bocas como la 24 que fue la descubridora, la famosa de los Apóstoles y la de
Tamayo.
Esta mina de los Apóstoles que hemos mencionado, dicen que fue espléndida en
minerales de plata, tanto que ha dado lugar a una especie de leyenda que atribuye
que sus poseedores eran 12 y a quienes se les denominaba los Apóstoles. Sin
embargo, la verdad es que esta mina perteneció a doña María Teresa Tenaquero,
suegra de don Miguel Jacinto San Román quien las hizo trabajar, allá por 1735, y,
es muy probable la hizo suya posteriormente al haberla heredado su esposa Manuela
Josefa.
El Manto
El Manto era otra de las zonas mineralizadas de los alrededores de Puno, fue
explotado desde mediados del siglo XVII, hasta muy avanzado el siglo XIX,
prueba de ello es que en Abril de 1700, los capitanes don Juan Freyre de
Andrade y Juan de Oreytia convienen en trabajar las labores y estacas que
poseen en la veta San Pedro y San Pablo de la ladera del manto. Por esta
época otro poseedor de mina y socavón en esta ladera era el Capitán Juan del
camino y Cabeza, a quien don Marcos García de Arriaga le donó 15 varas de
mina en el tajo del Inga en la veta de San Francisco de Andrés de Rosas (y que
eses año de 1701, eran de Francisco Vera), y con ellas de Antonio de Andrade.
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10 varas de mina en la veta de San Pedro y San Pablo, pagados a las de la
madre de Valeriano Durán.
En Noviembre de 1729, doña Juana de Rosas, mujer de José de Ulloa, vende una
estaca entera de 60 varas de mina en la veta ya mencionada del señor San Miguel,
pagadas a los de Lorenzo de Rosas, al capitán don Claudio de Mosquera,
azoguero y dueño de minas.
El asiento de San Luis de Alva, es sin duda alguna, tan famosos, el asiento de
Laykakota o como de Cancharani, con el agregado de que aquí se levantó todo un
pueblo que, a la llegada del Conde de Lemos a esta rica minería fue destruido
y su población trasladada al pueblo de Puno en 1668.
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A fines del siglo XVIII estas minas estaban un tanto abandonadas tanto que
hicieron escribir a don Cosme Bueno: "este mineral dio inmensas riquezas y aún
pudiera dar muchas si hubiera gente y ánimos para empeñarse en sus labores"
Otras Minas
Por aquellos años, en Azángaro, las minas que aún se seguían trabajando eran
las del asiento de Poto de las que se extraía alrededor de 2400 onzas de oro al
año. Como dato interesante anotaremos que el Coronel Juan Bustamante, el
famoso "mundo Puricuj", trotamundo defensor de los indios, por cuya causa
ofrendó la vida, en Enero de 1854, tomó en alquiler la hacienda mineral de Poto,
del Distrito de Muñani, en Azángaro, dedicándose a trabajar las minas de oro
que allí existían, de donde creemos provino su riqueza que lo convirtió en un
admirable filántropo.
A fines del siglo XVII hacia el lado de la selva, los centros mineros más
importantes eran Patambuco y Chaquiminas dependientes de Sandia; San Juan del
Oro, dependiente de Quiaca; Ituata, Ollachea y Corani, dependientes de Ayapata;
y Alpacato, Limbani y Checani, dependientes de Phara.
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azul y la sangre roja".
José Salcedo, hermano de aquél, trabajaba con poco éxito las minas del cerro
de San José, y en 1657, según unos por revelaciones de un indio, según otros
por consejo de una india, atacó el crestón del vecino cerro de la Laykakota,
descubriendo una veta valiosa, y lo mismo hizo en la laguna cercana, que
mandó barrenar, "encontrando una rica mina de plata blanca", que pudo ser
extraída a poco costo, abriéndose dos bocas principales, la de "Las Animas" a la
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de "Laykakota la baja". Se asegura que de esta última, en una sola noche José
Salcedo sacó 93 bolsas de mineral, por el valor de más de cien mil pesos. En la
misma mina obtuvo un bloque de plata maciza y sin mezcla, que pudo ser
marcado como si fuera barra una vez fundido para separar el quinto del rey. La
riqueza del asiento se extendía en los alrededores: los cerros de Cancharani, el
del "Azogue" y otros.
Se asegura que entre los dos hermanos Salcedo, en unos siete u ocho años,
obtuvieron de las minas de Laykakota más de 24 millones de pesos, y, estando
a otras informaciones, el quinto real llegó a exceder de un millón al año, o sea
una producción de más de cinco millones anuales. Bargallo (Capitulo "Las Minas
del Perú", de su obra "La Minería y la Metalurgia en la América Española
durante la época colonial") hace esta apreciación: "Es probable que los Salcedo
fueran los hombres más ricos de época, en América; y su fama de generosos
con los humildes y hasta con los oidores, perduró largos años".
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Contando ya con alguna fuerza que el permitiera hacer valer su autoridad.
Peredo hizo publicar un bando en Laykakota haciendo un llamamiento a los
vasallos leales. Las vicuñas y partidarios de los Salcedo respondieron
convocando una concentración en Juliaca, consiguiendo el respaldo del
Corregidor del distrito Juan Salazar. Mientras tanto, Gaspar Salcedo, reclutaba gente
en el Cuzco, enviando a los amotinados armas y dinero, de modo que pronto
formaron un cuerpo de alrededor de 900 hombres.
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Por la real disposición ejecutoriada se mandó devolver a Gaspar Salcedo todos los
bienes embargados. Años más tarde, el Rey Felipe V, con fecha 13 de
noviembre de 1703, concedió el título de Marquez de Lillarica de Salcedo a un hijo
de José Salcedo, del mismo nombre de éste.
Otras minas que se mencionan son las: Minas de Paratía y otros en Lampa. Las
Minas de Carabaya (Oro), Asillo, Sandia (Plata), Azángaro (Oro)
LECTURAS ADICIONALES
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