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Introducción Al Marketing (Secured) PDF
Introducción Al Marketing (Secured) PDF
Introducción
al Marketing
Contenido
Prólogo 8
Capítulo 6: El Producto
Concepto de producto 96
Niveles de producto 96
Clases de producto 97
Decisiones de productos individuales 99
Decisiones de línea de productos 106
Decisiones de mezcla de productos 107
Marketing de servicios 108
Desarrollo de nuevos productos 111
Ciclo de vida del producto 119
Capítulo 7: El precio
Concepto de precio 124
Factores que influyen en la fijación de precios 124
Fijación de precios en función del costo 129
Fijación de precios en función del valor percibido 132
Fijación de precios en función de la competencia 133
Fijación de precios de nuevos productos 134
Fijación de precios de mezcla de productos 136
Ajuste de precios 138
Cambios de precio 142
Capítulo 8: La plaza
Concepto y funciones de los canales de distribución 146
Longitud de los canales 147
Funcionamiento de los canales 148
Organización de los canales 149
Decisiones sobre el diseño de los canales 152
Decisiones sobre la gestión de los canales 161
Shopping Centers 162
Merchandising 162
Gestión de la logística de marketing 163
Capítulo 9: La promoción
El proceso de comunicación 170
Comunicaciones integradas de marketing 171
Desarrollo de un programa de comunicaciones de marketing 172
Mezcla de comunicaciones de marketing 175
Factores que influyen en la determinación de la mezcla promocional 179
Métodos para establecer el presupuesto total de promoción 181
Decisiones importantes en materia de publicidad 182
Administración de la fuerza de ventas 194
A mi querida familia.
A mis inspiradores maestros.
Introducción
al Marketing
granAldea EDITORES
ISBN: 978-987-1301-09-6
Prólogo
Notas
1 McCarthy, E. Jerome y William D. Perreault: Marketing: Teoría y Práctica, Editorial
Capítulo 1
El marketing y su ambiente
Concepto de marketing
Antes de arribar a una definición del marketing es necesario hacer una breve referencia a
algunos conceptos básicos, como los de intercambio, transacción, mercado, valor,
satisfacción y calidad. El primero de éstos representa una de las maneras a través de las
cuales las personas pueden conseguir los objetos que desean; se trata de un medio para la
satisfacción de necesidades que permite que cada uno se dedique a hacer lo que mejor sabe,
en lugar de intentar hacer lo que no puede o no debe porque no está permitido o aceptado.
Para Kotler, mientras el intercambio (o “acto de obtener de alguien un objeto deseado
ofreciéndole algo a cambio”) es el concepto central del marketing, la transacción (o
“intercambio entre dos partes en el que intervienen al menos dos cosas de valor,
condiciones previamente acordadas, un momento de acuerdo y un lugar de acuerdo”) es su
unidad de medida.1
El término mercado, que fue inicialmente utilizado para denominar al lugar físico en
el que se intercambiaban los bienes, para los economistas se aplica a un conjunto de
compradores y vendedores que efectúan transacciones con cierta clase de productos, y para
los mercadólogos a la totalidad de compradores reales y potenciales de un producto; es
decir, a un grupo de individuos con necesidades por satisfacer, recursos para realizar el
intercambio que permita atenderlas y la disposición para hacerlo (reservándose el término
“industria” para aludir a una integración de vendedores).
El valor es, a su vez, la diferencia que existe entre los beneficios que el cliente logra
al consumir o usar un producto (como, por ejemplo, economía, estatus e imagen) y los
costos necesarios para obtenerlo (como tiempo, dinero y esfuerzo).
La satisfacción se presenta cuando el consumidor percibe que el desempeño que el
producto tiene en la entrega de valor coincide con sus expectativas (cuando no las alcanza
se experimenta insatisfacción y cuando las supera, para Kotler, se da el “encantamiento”).2
La calidad, finalmente, guarda una estrecha relación con la satisfacción, por cuanto
afecta directamente al desempeño; si bien una visión limitada de la calidad la interpreta
desatención de la asistencia social. Los cuestionamientos más comunes tuvieron que ver
con: la elaboración de envases, etiquetas y mensajes engañosos; la promoción
improductiva, la intermediación innecesaria y la multiplicación exagerada de marcas en una
misma categoría de bienes (con sus consecuentes efectos sobre costos y precios); la falta de
seguridad y la baja calidad de muchos productos; la aceleración de la obsolescencia de
bienes aún útiles; el establecimiento de garantías confusas; el manejo arbitrario de precios;
el anuncio de falsas rebajas; la exacerbación de necesidades a través de la publicidad y el
agravamiento de la brecha económica entre quienes pueden y no pagarla; la utilización
irresponsable de los recursos no renovables y la contaminación sistemática del medio
ambiente.
Una de las principales reacciones ante las prácticas abusivas del marketing fue el
movimiento en defensa del consumidor iniciado en la década del 60, que desencadenó la
creación de diversas entidades que no dudaron en iniciar demandas judiciales para sostener
sus intereses, organizar huelgas y boicots hacia productos y negocios o presionar duramente
sobre el poder político y económico de turno. La mayoría de los gobiernos respondió
dictando normas para proteger a los consumidores y a la competencia (como las leyes de
Defensa del Consumidor y de Lealtad Comercial, en Argentina). Y muchas empresas lo
hicieron mediante el empleo de materiales reciclables y biodegradables, el lanzamiento de
campañas de comunicación sobre el rol social de la comercialización y sus distintos
agentes, la habilitación de líneas telefónicas gratuitas para la atención de clientes, la
preparación de instructivos más completos y comprensibles para el uso y la conservación
de los productos, la incorporación de las sugerencias de los compradores en la fabricación
de numerosos artículos, la inclusión de etiquetas con información más detallada, la revisión
cuidadosa del contenido de sus mensajes publicitarios y el diseño de estrategias que
también contemplaran el bienestar a largo plazo del consumidor y de la comunidad, en el
marco de lo que se conoció como la orientación social del marketing, la que –al igual que
en nuestros días– demandaba que las políticas del sector fueran fijadas buscando un
equilibrio entre las necesidades de los consumidores, los objetivos de la organización y los
intereses de la sociedad.
La mezcla comercial
Hemos dicho que el marketing, como herramienta para el cumplimiento de las
metas organizacionales, incluye el planeamiento, la fijación de precios, la promoción y la
distribución de productos destinados a satisfacer necesidades de mercados elegidos como
blanco. La conjunción de los cuatro componentes básicos de esta serie de actividades de
negocios –el producto, el precio, la plaza y la promoción– da lugar a lo que comúnmente se
conoce como “mezcla comercial”, “cuatro P” o “variables controlables” del sistema de
marketing.
Veamos brevemente en qué consiste cada uno de estos elementos interdependientes,
cuyos distintos matices pueden dan lugar a múltiples combinaciones:
• Producto: para Stanton “es un grupo de atributos tangibles e intangibles que
incluyen el envase, el color, el precio, la calidad y la marca, más los servicios y la
reputación del vendedor”.8 Motivo u objeto del intercambio, es un satisfactor que al
abarcar mucho más que un grupo de cualidades físicas puede traducirse tanto en una
cosa como en un servicio, un lugar, una persona, una organización o una idea. Su
administración contempla, esencialmente, la planeación y el desarrollo de lo que se
ofrecerá al mercado para satisfacer una necesidad, la elaboración de estrategias para
modificar la oferta existente e incorporar nuevos productos y la adopción de
decisiones vinculadas a cada uno de sus atributos.
• Precio: es la cantidad de dinero que debe pagarse para obtener un producto o, desde
un punto de vista más amplio, la suma de los valores que se entregan para lograr los
beneficios de poseerlo o usarlo. La determinación de su monto debe ser encarada
cuidadosamente a raíz de la influencia que éste ejercerá sobre el nivel de la
demanda, la rentabilidad de la actividad, la participación de mercado y el
posicionamiento o imagen de marca, requiriendo, por lo tanto, la consideración de
factores tales como los objetivos del área, las decisiones sobre los restantes
elementos de la mezcla comercial, los costos de producción y comercialización, la
naturaleza del mercado y la demanda, la competencia, la situación económica, el
impacto social y la reacción del gobierno y los intermediarios.
Si bien se trata de una de las variables más flexibles del sistema de marketing, ya
que se puede modificar con mayor rapidez que los productos y los canales de
El entorno de marketing
Según Kotler, el entorno de marketing comprende las fuerzas externas a esta área
que afectan la capacidad de crear y mantener transacciones productivas con el mercado
meta, y que representan al mismo tiempo tanto oportunidades para aprovechar como
amenazas que evitar.9
Para Mc Carthy, si bien los gerentes comerciales pueden influir en el largo plazo
sobre algunas o todas las variables “externas no controlables” que los condicionan, en lo
inmediato deben tomarlas como “dadas” y adaptarse a ellas.10
Al igual que Stanton, ambos autores insisten en que la compañía debe, además,
vigilar permanentemente los cambios de su entorno, tratando incluso de pronosticar su
dirección e intensidad para responder a éstos mediante el uso efectivo de sus recursos
controlables.11
Kotler habla también de la “perspectiva de administración ambiental” que, lejos de
considerar al ambiente externo de marketing como un elemento incontrolable al que hay
que adecuarse pasivamente, sugiere el emprendimiento de “acciones agresivas” para influir
sobre las fuerzas de ese contexto (como el cabildeo para conseguir leyes y artículos
periodísticos favorables, la publicación de anuncios para moldear la opinión pública o la
presentación de demandas judiciales para disciplinar a la competencia).12
Micro y macroentorno
Siguiendo nuevamente a Kotler, diremos que el entorno de marketing está
constituido por un conjunto de fuerzas “cercanas” a la empresa, el microentorno, y un
grupo de fuerzas “mayores” que influyen sobre este último, el macroentorno.
Los componentes del microentorno son los siguientes:13
a) Otros actores de la propia firma: incluyen la alta dirección, que además de fijar
la misión, los objetivos, las estrategias y las políticas globales a las que debe adaptarse la
gerencia de marketing, aprueba la planificación que ésta presenta; y departamentos como el
de finanzas, que gestiona los fondos para ejecutar esos planes; investigación y desarrollo,
que diseña los productos que se ofrecerán; compras, que reúne los materiales y la materia
prima para elaborarlos; producción, que los fabrica; y contabilidad, que genera la
información necesaria para evaluar el cumplimiento de las metas del área. Todos ellos
deben operar mancomunadamente, enmarcados en la filosofía que inspira el concepto de
marketing.
Los factores del macroentorno, o sea las grandes fuerzas de la sociedad que afectan
el microentorno, son por su parte:
a) La demografía: el estudio estadístico de la población humana y su distribución
despierta un lógico interés en los comercializadores debido a que los mercados están
constituidos por personas (cuya multiplicación acompañada de poder de compra, dicho sea
de paso, representa un crecimiento tanto de las necesidades por satisfacer como de las
posibilidades de encarar nuevos emprendimientos). El seguimiento cercano de los cambios
en la composición demográfica de los mercados meta resulta fundamental para aprovechar
las oportunidades y reaccionar ante las amenazas que se derivan de éstos. Así, la
disminución de la tasa de nacimientos en determinado lugar podría sugerir la
discontinuidad de un negocio que tuviera a los niños como blanco, mientras que el aumento
del número de personas mayores de 65 años podría alentar la inversión en turismo y
atención de la salud. En igual sentido, el incremento de la cantidad de inmigrantes de cierta
nacionalidad podría justificar el diseño de mezclas comerciales amoldadas a sus deseos
específicos.
b) Las condiciones económicas: constituyen una fuerza con gran efecto sobre las
acciones de comercialización, por cuanto la conformación de un mercado requiere que los
individuos con necesidades por satisfacer tengan además el dinero suficiente para saciarlas
y la voluntad de gastarlo. Dicho poder adquisitivo y los patrones de consumo varían según
la etapa del ciclo en la que se halla la economía de un país, provocando que las empresas se
comporten de diferente modo en cada fase. Así, mientras que en los períodos de
prosperidad éstas se inclinan por agregar nuevos productos y expandirse hacia mercados
alternativos, durante una recesión tienden a “achicarse”, restringiendo sus erogaciones y
recortando su mezcla de productos.
Otro factor económico que afecta los programas de marketing de una compañía es la
inflación, demandando un estricto control de costos y un especial cuidado en la fijación de
precios; además de socavar el poder de compra de los consumidores y generarles un estado
de psicosis que los lleva a gastar apresuradamente, el temor a no poder controlarla suele
inducir a los gobiernos a establecer políticas monetarias restrictivas que realimentan el
proceso recesivo.
f) Los patrones culturales: los estilos de vida, las creencias y los valores sociales
que conforman el entorno cultural producen también un importante efecto sobre la gestión
de mercadotecnia, a raíz de su influencia directa sobre el comportamiento del consumidor.
Este contexto está cambiando con mayor celeridad que en otros tiempos, como
sucedió, por ejemplo, con el papel de la mujer en la sociedad (que desde hace varios años
trabaja fuera del hogar y compra productos que antes eran adquiridos exclusivamente por
los hombres), las actitudes hacia la salud y la aptitud física (lo que abrió un atractivo
mercado para los alimentos más sanos y nutritivos, los artículos para la práctica deportiva y
los servicios para el mejoramiento del estado físico), el interés por la calidad de vida
(aumentando la preocupación por la coyuntura económica, el medio ambiente y la
seguridad de los bienes y personas), y la manera de planificar las compras (al haber crecido
el número de adquisiciones impulsivas desde la implementación del autoservicio y la venta
con exhibidores abiertos).
Una vez más, el seguimiento de los cambios culturales y la predicción de su
orientación serán esenciales para aprovechar las oportunidades brindadas por las nuevas
tendencias, sin renunciar al intento de influir sobre los valores y creencias actuales del
mercado.
Notas
1 Kotler, Philip y Gary Armstrong, Marketing, Editorial Prentice Hall, octava edición,
10 McCarthy y Perrault, op. cit., pág. 111, y McCarthy y Perreault, Marketing: Teoría y
Capítulo 2
Planeación estratégica
de la compañía y del marketing
deseos de los consumidores señalando que “se proporciona un medio para el transporte
individual autónomo”.
Dotando de mayor claridad al tema, Kotler enuncia finalmente que la misión, a la
par de no deber ser expresada en términos exageradamente estrechos ni amplios, debe ser
realista, específica, coherente con el contexto, motivadora y basarse en las competencias
distintivas de la organización la adopta.2
lo ilustra la figura 2-1, ésta comprende dos ejes: uno vertical, que refleja la tasa de
crecimiento del mercado, y otro horizontal, que representa la participación relativa de la
empresa en ese mercado.
Entre estos ejes pueden identificarse cuatro tipos diferentes de unidades estratégicas de
negocios:
1. Estrellas: es el caso de negocios con altos crecimiento y participación, que suelen
necesitar una fuerte inversión para sostener esa participación y que, al estancarse el
mercado, pueden transformarse en vacas de dinero.
2. Vacas de dinero: se trata de productos o ramos de bajo crecimiento y alta
participación, que por lo tanto requieren una menor inversión para conservar su
importante cuota de mercado. Esto les permite destinar sus cuantiosos ingresos al
financiamiento de otras unidades estratégicas.
3. Interrogantes: son negocios con alto crecimiento pero baja participación. Dado que
necesitan mucho dinero para mantener su pequeña cuota de mercado, debe evaluarse si
se justifica invertir en éstos para transformarlos en estrellas o si por el contrario
conviene abandonarlos.
4. Perros: son unidades con baja participación en mercados de bajo crecimiento, que tal
vez produzcan ingresos suficientes para autofinanciarse pero difícilmente lleguen a
generar recursos para apoyar a las restantes inversiones.
Realizado el correspondiente análisis, la compañía puede procurar incrementar o
sólo mantener la participación de mercado de una unidad; puede cosecharla (es decir,
sacarle el máximo provecho en el corto plazo) o deshacerse de ésta vendiéndola o dejando
de invertir en ella.
Como defectos de la matriz BCG se citan la probable dificultad para medir tanto el
crecimiento del mercado como la participación de la empresa en éste, y el hecho de que su
análisis se centre en la clasificación de los negocios actuales en lugar de brindar
información para definir lo que se hará en el futuro. Se ha dicho que sustentadas en este
enfoque muchas firmas perdieron dinero invirtiendo en negocios de alto crecimiento pero
sin ninguna relación con sus ventajas competitivas, o bien descartando aceleradamente
rubros o productos rentables en plena madurez.
la reducción de los costos en determinado nivel (estrategia corporativa), ésta última puede
pasar a ser el objetivo de marketing del período en cuestión.
3) Seleccionar el o los mercados meta: una nueva firma debe estudiar cuidadosamente el
mercado general para definir el blanco específico de sus actividades, mientras que una ya
constituida debe evaluar periódicamente su elección para garantizar que ésta siga siendo la
adecuada. En ambas situaciones deben pronosticarse las ventas para cada uno de los
mercados definidos como meta.
4) Diseñar la mezcla estratégica comercial: esta tarea debe ser encarada de modo que
permita cumplir los objetivos de marketing, y representa, junto a la instrumentación de la
mezcla bosquejada, la mayor parte del esfuerzo del área.
f) Programas de acción: indican qué se hará, cuándo se hará, quién lo hará y cuánto costará
hacerlo.
g) Presupuesto: consiste en un estado de resultados proyectado que se obtiene restando los
costos esperados a las ganancias previstas conforme al pronóstico de ventas.
h) Controles: describen la manera en que se verificará el grado de cumplimiento de los
objetivos trazados, para poder –dado el caso– adoptar las medidas correctivas adecuadas.
Pronóstico de la demanda
La estimación de las ventas que podrían obtenerse en un determinado período está
estrechamente vinculada con el plan de marketing de la compañía. Así, los objetivos y las
estrategias del área –que se definen previamente– influyen sobre el pronóstico de ventas y
éste sirve de base para elaborar tanto el presupuesto como la planeación a nivel operativo
(lo que a su vez implica establecer, por ejemplo, las necesidades de recursos humanos,
maquinarias y materia prima).
Las ventas pueden pronosticarse con un enfoque que va de lo general a lo particular
o viceversa. En el primer caso se realiza una estimación de las condiciones económicas
globales (inflación, tasas de interés, desempleo, gasto público, exportaciones, etc.), se
calcula el potencial del mercado para cierto producto, se mide la participación real o
esperada de la empresa en ese mercado y finalmente se estiman las ventas de la compañía.
En el segundo se elaboran pronósticos individuales de la demanda (por segmentos del
mercado, vendedores o sucursales de la empresa) y luego se los suma para llegar a una
estimación total.
El pronóstico de ventas puede referirse a toda una industria, a una línea de
productos o a una marca individual, aplicarse a todo un mercado o a un segmento
específico y basarse en factores generales o en un plan de marketing concreto.8
Conceptos clave
Apoyándonos en Stanton, cerraremos el capítulo definiendo algunos términos
básicos cuya comprensión resulta esencial para un planeamiento efectivo de marketing:9
Factor de mercado: es un elemento que existe en el mercado, se puede cuantificar
y guarda relación con las ventas de un producto. Así, la cantidad de piletas de natación que
hay en cierta área geográfica constituye un factor de mercado que puede servir para estimar
la demanda de artículos vinculados con su mantenimiento.
Índice de mercado: es un factor de mercado expresado cuantitativamente y
relacionado con una cifra de referencia. Siguiendo el ejemplo anterior, el índice para el año
2006 podría ser 400, tomando como año base al 2000 con un índice de 100. Este elemento
también puede constituirse con más de un factor de mercado (como número de piscinas,
cantidad de habitantes e ingreso del grupo familiar, etc.).
Potencial del mercado: es la cantidad de ventas de un producto que en un período
y mercado específicos podrían lograr todas las organizaciones que lo comercializan,
operando en las condiciones ideales.
Potencial de ventas: es la porción del potencial del mercado que podría lograr bajo
las mejores condiciones una empresa en particular. A diferencia del caso anterior no se
refiere a toda una industria sino a las ventas de una marca específica, y al igual que en
aquél puede abarcar al mundo entero, a un solo país o a los consumidores segmentados por
ingresos u otras variables y se refiere al nivel máximo de ventas que se obtendría si todos
los posibles compradores adquirieran el producto.
Participación del mercado: es la proporción de las ventas totales de un producto
en un período y mercado concretos que le corresponde a una empresa. Puede aplicarse a
períodos pasados, presentes o futuros.
Pronóstico de ventas: es una estimación de las ventas probables de un producto en
un período y mercado específicos, bajo la aplicación de un plan de marketing
preestablecido. Tal como ocurre con los potenciales del mercado y de ventas, este
pronóstico puede expresarse tanto en unidades de producto como monetarias. El cálculo en
función de las primeras permite comparar las ventas de diferentes períodos
independientemente de los precios cobrados en cada caso (que como es sabido fluctúan por
diversos factores, entre los que se destaca especialmente la inflación). Por lo general, el
pronóstico de ventas comprende un período de un año, aunque puede abarcar plazos más
cortos cuando la actividad de la empresa lo justifica (tal el caso de la industria de la moda).
En cuanto a los métodos para calcularlo, Kotler menciona aquellos que se basan en:
lo que la gente dice, como la encuesta de intenciones de compra, el resumen de opiniones
de la fuerza de ventas y la opinión de expertos (como pueden serlo los concesionarios, los
distribuidores, los proveedores, los consultores de marketing, las asociaciones del ramo y
los ejecutivos); lo que la gente hace, como los mercados de prueba; y lo que la gente hizo,
como el análisis de series de tiempo (que desglosa las ventas según su tendencia creciente o
decreciente en el largo plazo, sus variaciones cíclicas en el mediano plazo, su
comportamiento por temporada y los sucesos extraordinarios que las afectan), los
indicadores adelantados (que son series de tiempo ajenas a la empresa que fluctúan en la
misma dirección que las suyas pero antes de que éstas lo hagan), y el análisis de demanda
estadística (que utiliza un conjunto de procedimientos estadísticos para identificar los
factores clave que afectan las ventas y determinar su incidencia relativa).10
Notas
1 Kotler, Philip y Armstrong, Gary, Marketing, Editorial Prentice Hall, octava edición,
México, 2001, pág. 35, y Stanton, William J.; Etzel, Michael J. y Walker, Bruce J.,
Fundamentos de Marketing, Editorial McGraw-Hill, novena edición, México, 1992, pág.
612.
2 Kotler y Armstrong, op. cit., págs. 35-37.
7 Kotler, Philip y Armstrong, Gary, Marketing, Editorial Prentice Hall, octava edición,
Capítulo 3
El marketing meta
Niveles
En una situación ideal, las empresas podrían diseñar mezclas comerciales
individuales para satisfacer los requerimientos de cada uno de sus clientes, pero resultando
ello tan difícil como costoso de concretar, la mayoría de las compañías debe conformarse
con reunirlos en pequeños grupos, seleccionar alguno o varios de éstos y elaborar ofertas
que procuren cubrir las expectativas comunes, cuando no diseñarlas sin diferenciación
alguna. Esto nos indica que existen diversos niveles posibles de segmentación, que van
desde la ausencia total de división hasta la fragmentación absoluta del mercado; conforme a
Kotler ellos son:2
1. Marketing masivo: se trata del nivel de la no segmentación, es decir de aquel en
el cual se diseña una mezcla comercial única para todos los consumidores. Es lo que hacían
los fabricantes de Coca Cola, cuando vendían la misma gaseosa para todo el mercado, y
Henry Ford, cuando ofrecía el auto del color que se quisiera “siempre y cuando fuera
negro”. La gran ventaja de soslayar las diferencias que existen entre las apetencias de los
distintos compradores es que con ello se crea el mercado potencial más grande y se reducen
los costos de fabricación, distribución y promoción, lo que permite bajar los precios o
ampliar los márgenes de utilidad. Pero, como contrapartida, la tendencia hacia la
fragmentación de los mercados con la consecuente multiplicación de los canales de
distribución y de comunicación hace que resulte cada vez más difícil atraer a todos con la
misma propuesta.
2. Marketing de segmento: consiste en aislar segmentos de consumidores con
necesidades similares y tratar de satisfacerlos con ofertas a medida. Es el nivel que eligió la
General Motors cuando tomó la decisión de fabricar “un automóvil para cada bolsillo,
propósito y personalidad” y el adoptado luego por Coca Cola Company, cuando introdujo
la versión dietética de su tradicional bebida. Si bien la necesidad de diseñar mezclas
comerciales alternativas puede aumentar significativamente los costos, la mejor atención de
los segmentos abordados suele generar un incremento en las ventas que logra
compensarlos.
3. Marketing de nicho: es aquel que se concentra en uno o algunos subgrupos
pertenecientes a segmentos mayores; los nichos son, por lo tanto, más pequeños que los
segmentos comunes –ya que por lo general se conforman como subdivisiones de éstos o
necesidades y los deseos de la gente varían en función del tiempo, de la composición del
grupo familiar inmediato y de las etapas que van atravesando sus integrantes (que pueden
ser solteros, casados y no tener hijos, tener hijos pequeños o mayores, etc.). Es interesante
señalar aquí que hasta los fabricantes de alimentos para mascotas suelen efectuar una
segmentación por edad y que existen compañías como McDonald’s que utilizan anuncios y
medios diferentes para dirigirse, separadamente, a los niños, a los adolescentes, a los
adultos y a los mayores. También cabe destacar que las empresas deben procurar evitar
generalizaciones que las conduzcan a la formulación de programas equivocados, como
podría ocurrir si supusieran que todas las parejas de 50 años tienen hijos adolescentes o que
no existen septuagenarios en condiciones de practicar deportes al aire libre.
Otro factor demográfico muy utilizado es el sexo, que durante mucho tiempo sirvió
para segmentar a los compradores de ropa, cosméticos, artículos para la higiene personal y
revistas, pero que en los últimos años se extendió a productos cuya promoción tradicional
apuntaba casi exclusivamente a los hombres, como por ejemplo los automóviles y los
servicios financieros.
El ingreso, a su vez, representa una variable muy empleada por los vendedores de
un gran número de productos y servicios, incluidos los viajes y los espectáculos artísticos y
deportivos; si bien el blanco más buscado por el común de las empresas son los
consumidores de más altos recursos, aquellos de menores ingresos pueden constituir
también un mercado rentable para muchas de éstas (como las tiendas de descuento).
Otros factores demográficos de mucha utilidad son la ocupación y la educación, por
cuanto exteriorizan estilos de vida y porque combinados con el ingreso ayudan a reconocer
las clases sociales. Si bien por lo general se hallan estrechamente vinculados con el nivel de
renta personal, influyen mucho más que éste sobre las decisiones de compra (ya que, por
ejemplo, un obrero con escolaridad inicial y un docente universitario posgraduado podrían
tener exactamente el mismo sueldo y sin embargo gastarlo de un modo completamente
diferente).
La religión, la raza y la nacionalidad, finalmente, son otras variables demográficas
interesantes de considerar en virtud de que los valores, las creencias y las costumbres que
encierran condicionan fuertemente los hábitos de consumo (especialmente en materia de
alimentación).
c) Psicográficas: dado que no es extraño que dos personas con idéntico perfil
demográfico tengan patrones de compra diametralmente opuestos, se hace necesario
recurrir a variables complementarias que permitan agrupar a los consumidores en
segmentos más uniformes y previsibles. Es aquí donde aparecen las bases psicográficas
para afinar la segmentación demográfica, permitiendo una caracterización más precisa de
los potenciales mercados meta.
Si bien la psicografía es comúnmente asociada con el análisis del estilo de vida (o
investigación de actividades, intereses y opiniones), muchos investigadores engloban en
ella a un conjunto de fuerzas sociológicas (como la cultura, la clase social y los grupos de
referencia) y psicológicas (como el aprendizaje, la personalidad y las actitudes y
creencias).4 Aunque con una utilidad limitada a causa de las dificultades que se presentan al
tratar de medir el tamaño de los respectivos segmentos, las variables psicográficas más
empleadas como bases de segmentación son el estilo de vida (que puede ser liberal,
conservador, aventurero, orientado hacia el estatus o la salud y la aptitud física, etc.); la
personalidad (que clasifica a los individuos en introvertidos, extrovertidos, dominantes,
sumisos, ambiciosos, seguros de sí mismos, etc.); y la clase social (que puede ser alta,
media alta, media típica, media baja, baja superior, baja inferior y marginal).
d) Conductuales: se trata de variables que dividen a los consumidores en función de
su comportamiento frente al producto. Entre éstas encontramos en primer lugar a las
ocasiones, que se refieren a la oportunidad en que aquéllos elaboran la idea de comprar,
concretan realmente la compra o usan los artículos comprados. Así, conociendo que el
consumo de gaseosas durante la mañana es menor que en otros horarios, los fabricantes de
Coca Cola diseñaron una campaña publicitaria para promocionarla como estimulante
matutino, a diferencia de la que debieron encarar los productores de naranjas, quienes
deseaban que el jugo que se prepara con éstas fuera bebido no sólo durante el desayuno. En
virtud de este tipo de segmentación, por otra parte, los vendedores de flores, bombones,
tarjetas de salutación y otros obsequios suelen elaborar ofertas y anuncios especiales para
determinadas festividades, y empresas como Kodak fabrican y venden máquinas
fotográficas desechables para diferentes ocasiones (como el modelo que sirve para sacar
fotos panorámicas durante las vacaciones o el que permite captar imágenes veloces durante
los espectáculos deportivos).
Luego aparecen los beneficios esperados, que comprenden las expectativas que los
compradores tienen con respecto a la clase de producto que van a adquirir (como por
ejemplo, en materia de calidad, servicio, economía, rapidez o comodidad). Para poder
utilizarlos como base de segmentación, se requiere la especificación clara no sólo de los
beneficios más deseados sino también del tipo de consumidores que los pretende y de las
marcas más importantes que los brindan. El ejemplo clásico de su empleo es el de la pasta
de dientes, con relación a la que se determinó que existen cuatro grupos de usuarios con
características demográficas, psicográficas y conductuales particulares, cada uno de los
cuales la adquiere con una pretensión diferente: bajo precio (hombres de mucha autonomía,
orientados hacia el valor y que usan dentífrico intensivamente), prevención de las caries
(miembros de familias numerosas, hipocondríacos, conservadores y consumidores
intensivos del producto), estética (adolescentes y adultos jóvenes muy sociables, activos y
fumadores) y sabor (niños muy egoístas, hedonistas y adeptos a la menta).
Otro factor conductual es el del estatus de usuario, que comprende a los no
usuarios, los ex usuarios, los usuarios potenciales, los usuarios primerizos y los usuarios
habituales, y representa una buena guía para diseñar programas comerciales adaptados a
cada una de las condiciones indicadas, ya que el mensaje promocional, por citar un
ejemplo, no puede ser el mismo cuando va dirigido a un cliente regular que cuando
pretende convencer a quien jamás ha probado el producto. Las empresas líderes, por otra
parte, suelen realizar un importante esfuerzo para captar usuarios potenciales, mientras las
más pequeñas se desvelan por quitarles a éstas sus usuarios actuales.
La tasa de uso, a su turno, es una variable conductual que permite distinguir entre
usuarios ocasionales o débiles, medios e intensivos o fuertes. Lo más común es interesarse
por estos últimos por una cuestión de rentabilidad, ya que si bien son menos, compran
mucho más (por lo que representan un alto porcentaje del consumo total de un producto) y
tienen mayores posibilidades de convertirse en líderes de opinión que los restantes (los
casos más emblemáticos son el de los viajeros frecuentes y el de los bebedores de cerveza).
En circunstancias normales este patrón permanece incluso constante a través del tiempo, lo
que transforma a la tasa de uso en una herramienta útil para realizar predicciones del
comportamiento. Para aumentar las ventas a los usuarios ocasionales, si es su interés, la
empresa puede introducir ofertas de bajo precio específicamente diseñadas para éstos,
vender el producto en envases múltiples (o de varias unidades) y/o fomentar nuevos usos o
nuevos momentos de uso de dicho producto.
La situación de lealtad, que puede ser ninguna, mediana o absoluta, permite a su
vez segmentar el mercado en función de la fidelidad hacia una marca, una tienda o una
compañía. El análisis del perfil de los consumidores de los grupos así identificados
constituye un buen plafón para diseñar estrategias de atracción dirigidas a unos y otros,
pero raras veces es abordado por lo complejo que resulta realizar esa caracterización (razón
que explica que este factor de segmentación sea empleado con menor frecuencia que la tasa
de uso). Igualmente, algunas empresas procuran a veces dirigir sus promociones hacia
compradores potenciales de características similares a las de sus clientes más fieles, o hacia
aquellos que no muestran lealtad hacia ninguna marca en particular (y que a lo mejor
superan en número a quienes son leales a la competencia).
Finalmente cabe mencionar dos bases conductuales de esporádica utilización: la
etapa de preparación del comprador, que se refiere a un proceso que va del
desconocimiento total del bien en cuestión a la intención concreta de compra, y la actitud
hacia el producto, que puede asumir una gama muy variada de matices entre lo positivo y
lo negativo.
Esto no ocurriría si por ejemplo se eligiera como mercado meta a los niños de un país cuya
tasa de nacimientos estuviera en plena declinación.
g) Operatividad: se refiere a la posibilidad de elaborar programas efectivos para
captar y atender a cada uno de los segmentos identificados (es decir, a la factibilidad de
desarrollar ventajas competitivas en ellos), lo que guarda una lógica relación con los
recursos de la empresa.
ahorro debe ser balanceado con la probable disminución de los volúmenes de venta a raíz
de la insatisfacción de muchos consumidores. La aplicación de la mercadotecnia masiva
conlleva también el riesgo de que demasiadas empresas compartan la decisión usual de
dirigir sus programas a los segmentos más grandes, lo que podría tornarlos menos
redituables.
b) Marketing diferenciado: consiste en elegir como meta a varios segmentos del
mercado y procurar llegar a éstos a través de ofertas específicas que los satisfagan mejor.
Es el camino recomendable cuando el producto se halla en su etapa de madurez, cuando
admite variaciones en su diseño (como en el caso de las máquinas de fotos, las zapatillas y
los automóviles) y cuando la mayoría de los compradores reacciona de distintas maneras
ante las actividades de marketing. Y a su vez puede resultar ventajoso cuando la
competencia sigue una estrategia de masificación. Una empresa que opta por el marketing
diferenciado o de segmento sabe que aumentarán sus costos, pero también que tiene la
posibilidad cierta de aumentar las ventas, posicionarse con mayor firmeza en los
respectivos segmentos y fortalecer la lealtad de su clientela (de hecho, muchas compañías
que lanzan varias marcas alternativas de un mismo producto consiguen una participación de
mercado superior a la que podrían obtener con una sola). Si a ello le sumamos la eficiencia
que puede lograrse a través de una promoción y una distribución enfocadas hacia
segmentos concretos y la probabilidad de hallar menos competidores en algunos de éstos,
no resulta difícil entender el porqué de la creciente adhesión empresarial a esta forma de
cubrir el mercado.
c) Marketing concentrado: la estrategia anterior es la apropiada para compañías que
cuentan con un fuerte respaldo financiero y están consolidadas en una categoría
determinada de producto, pero no para las firmas más limitadas o las nuevas aún no
afianzadas, a las que podría convenirles una cobertura concentrada que les permita utilizar
con mayor eficiencia sus recursos. No obstante ello, y como ya se dijo, las grandes
empresas pueden adoptar también el marketing concentrado o de nicho, que consiste en
subdividir los segmentos del mercado en aras de identificar uno o algunos subgrupos cuyas
particulares necesidades se intentará satisfacer a través de mezclas individuales.
Quien aplica el marketing concentrado persigue el propósito de obtener una
participación importante en el o los submercados elegidos (en los que se posicionará con
Posicionamiento en el mercado
Esta etapa, que corresponde a la tercera de las fases generales del marketing meta
enunciadas por Kotler, comprende la determinación del posicionamiento pretendido en
cada uno de los segmentos elegidos como blanco y el diseño de las mezclas comerciales
que conduzcan a obtenerlo. La posición de un producto es el lugar que éste ocupa en la
mente de los consumidores o el modo en que éstos lo perciben con relación a los productos
de la competencia. Tratándose de una categorización mental que los compradores llevan a
cabo para no tener que evaluar continuamente los bienes y servicios que adquieren, es
aconsejable que las empresas los orienten planeando el posicionamiento más ventajoso
posible para cada uno de sus productos, en aras de evitar que éste quede librado al azar.
Las estrategias para establecer esa ubicación pueden utilizarse separadamente o en
forma combinada. Las de uso más frecuente son aquellas que tratan de posicionar el
producto:9
a) En base a atributos específicos: como por ejemplo precio, desempeño o duración,
que son los casos, respectivamente, de las tiendas Wal-Mart, los automóviles BMW y las
pilas Duracell.
b) Según los beneficios que ofrece: como los dentífricos Odolito, que tiene buen
sabor, y Crest, que reduce las caries.
c) Según las ocasiones de uso: como la bebida Gatorade, que ayuda a reponer los
fluidos corporales de los deportistas en verano, y es buena para cumplir la prescripción
médica de tomar mucho líquido en invierno.
d) Por el tipo de usuarios: como Johnson & Johnson, que “transformó” su champú
para bebés en uno suave para usar diariamente.
e) Contra un competidor: como Avis, que se presenta como el número dos (por
detrás de Hertz); Pepsi Cola, que enfrenta continuamente a Coca Cola; o La Nación, que es
“El mejor diario argentino”, en oposición a Clarín, que es “El gran diario argentino”.
f) Lejos de sus competidores: como 7Up, que se posiciona como una gaseosa
transparente, tomando distancia de las bebidas cola.
g) En relación con una clase de producto: lo que puede consistir en asociarse con o
disociarse de un determinado tipo de producto (como un jabón de tocador que busca
asimilarse a los aceites para baño, o una margarina que aspira a diferenciarse de las
mantecas).
caso de un acondicionador de aire ultra silencioso) y el estilo de diseño (como sucede con
los relojes Rolex y los automóviles Rolls Royce).
1.2. Diferenciación de los servicios complementarios: puede conseguirse en virtud
de niveles superiores de entrega, instalación, mantenimiento y/o reparación, o del
ofrecimiento de servicios de consultoría o de capacitación a clientes (como investigaciones
de mercado, provisión de sistemas contables y administrativos, formación en ventas o en el
manejo del producto, etc.).
1.3. Diferenciación del personal: se logra a través de una selección y una
capacitación adecuadas que permitan contar con mejores empleados que la competencia.
Gracias a ello, mucha gente piensa por ejemplo que el personal de IBM es muy profesional,
que el de Disney es amistoso y que el de McDonald’s es cortés.
1.4. Diferenciación de la imagen: todo lo que una empresa hace o dice proyecta una
imagen, por lo que esta modalidad de distinción en realidad se materializa a través de cada
uno de los componentes de la mezcla comercial. En este punto adquieren especial
relevancia el ambiente en el que son ofrecidos los productos o prestados los servicios, y los
símbolos, tales como los arcos dorados de McDonald’s, la onda de Coca Cola, los colores
azul, amarillo y blanco del Correo Argentino y toda una variedad de personajes famosos a
los que las compañías o marcas se asocian para obtener una posición favorable.
2) Selección de una o más ventajas competitivas: como parte de este paso la
empresa debe decidir cuántas y cuáles de las ventajas identificadas desarrollar. Algunos
teóricos del marketing opinan que debe promoverse activamente un único elemento
diferenciador por marca, con la convicción de que lo contrario puede terminar
confundiendo al mercado. Sin embargo, una corriente alternativa afirma que el
posicionamiento debe concretarse en función de más de una ventaja, especialmente cuando
el lugar que se quiere ocupar es pretendido también por otros competidores.
Al margen de la vía que se elija, se debe tratar de evitar tres errores importantes: el
subposicionamiento, que ocurre cuando los consumidores tienen una idea muy vaga sobre
el producto o no encuentran nada especial en él; el sobreposicionamiento, que se da cuando
la imagen generada es demasiado estrecha (como sucede por ejemplo cuando los
compradores piensan que determinada compañía sólo vende productos muy costosos), y el
Notas
1 Kotler, Philip y Gary Armstrong, Marketing, Editorial Prentice Hall, octava edición,
Prentice Hall, tercera edición, México, 1991, págs. 56-58, y Kotler y Armstrong, op. cit.,
pág. 222.
8 Kotler y Armstrong, op. cit., págs. 223-227.
Capítulo 4
Sistemas de información e
investigación de mercados
Investigación de mercados
Las investigaciones de mercado son estudios sociales relacionados con el consumo,
que con frecuencia son empleados –entre otros propósitos– para obtener información sobre
las características y tendencias del mercado y de la competencia, identificar las necesidades
y motivaciones de los consumidores, determinar sus patrones de compra, estimar los
potenciales del mercado y de ventas, pronosticar la demanda, probar conceptos de
productos, conocer el desempeño de los canales de distribución y verificar la efectividad de
las campañas publicitarias. Como limitaciones puede señalarse que: reportan sobre lo actual
y lo pasado, con lo que su poder de predicción se limita al corto plazo; su desarrollo puede
demandar mucho tiempo y dinero; sus resultados pueden originar interpretaciones muy
disímiles y suelen estar dirigidas a usuarios de un nivel de instrucción inferior al de quienes
las efectúan.
y varían al mismo tiempo de manera constante), el orden temporal de ocurrencia (lo que
contempla que X tiende a preceder a Y) y la eliminación de otras causas posibles (lo que
representando la supresión de los otros motivos probables de Y, se transforma en una
evidencia de naturaleza subjetiva).
o causales) y volcarlos por escrito para garantizar que exista coincidencia en cuanto a los
resultados que se espera obtener.
2. Diseño de la investigación
Las investigaciones exploratorias y descriptivas generalmente emplean un diseño de
observación única, que consiste en realizar una sola medición sobre la muestra o porción de
la población estudiada. En las investigaciones causales, este tipo de diseño se utiliza cuando
interesan los resultados pero se otorga poca importancia a su validez interna (es decir, a la
influencia real del tratamiento experimental sobre las mediciones efectuadas) y externa (o
sea, a la posibilidad de generalizar las conclusiones del experimento). En un ejemplo de
este último caso, si se mostrara un video de avisos publicitarios a un grupo de sujetos y
luego se les pidiera que opinaran acerca de una de las marcas mencionadas en el film, no
cabría concluir que sus respuestas se sustentan exclusivamente en los anuncios observados.
Al considerarse que el resultado se ve influido por lo sucedido antes del
experimento, se hace necesario acudir a un método alternativo que incorpora una medición
previa: se trata del diseño de antes-después, en el cual el efecto de la introducción de la
variable experimental queda reflejado en la diferencia entre las mediciones anterior y
posterior, como ocurre, por ejemplo, cuando se indaga acerca de los atributos de una marca,
luego se emiten mensajes que hablan de ella y finalmente se repiten las preguntas para
determinar el cambio en las percepciones de los evaluados.
Ahora bien, cuando el experimento se hace en el campo o en las condiciones reales
de mercado, entre la primera y la segunda medición pueden producirse algunos sucesos de
carácter incontrolable que afectan los resultados, de modo que se hace necesario recurrir a
diseños que prevén la constitución de grupos de control –en los que la variable
experimental no es incorporada– en aras de descubrir eventuales diferencias imputables a
causas externas (como podría ser la fuerte rebaja promocional de un competidor durante la
hipotética campaña publicitaria). Así aparecen: el diseño de sólo después con un grupo de
control, que consiste en tomar simultáneamente dos muestras comparables entre sí,
introducir la variable experimental en sólo una de éstas (la exhibición publicitaria, por
ejemplo) y realizar una única medición posterior en ambas de manera de obtener el efecto
del tratamiento experimental por diferencia entre las puntuaciones promedio de las
actitudes de ambos grupos; el diseño antes-después con un grupo de control, que incluye
además una medición previa en ambos grupos; y el diseño de cuatro grupos de Solomon,
que incluye dos muestras en las que se incorpora la variable experimental y dos en las que
no, y que si bien prevé mediciones posteriores en todas ellas, sólo contempla mediciones
anteriores en uno de los grupos experimentales y en uno de los de control, en aras de
despejar –como en un sistema de ecuaciones– la variable experimental, los sucesos
incontrolables y el efecto de la medición previa que puede hacer que ciertos sujetos
cambien su conducta al saberse medidos.3
Un tipo de diseño cuasi-experimental es el panel de consumidores, herramienta de
carácter cuantitativo que se aplica de una manera periódica a una muestra representativa del
universo analizado, valorando la evolución de su comportamiento durante un lapso en el
que los sujetos evaluados, a cambio de un incentivo previamente pactado, consignan
determinadas decisiones de consumo. Cuenta con las ventajas de ser más económico que
algunos diseños experimentales (ya que al poder compartirse los datos con otros usuarios
puede prorratearse su costo) y de brindar información más detallada que aquéllos, pero al
mismo tiempo con las desventajas derivadas del “efecto de panel”, que consiste en alterar
las respuestas por negligencia o el solo hecho de saberse medido (lo que podría llevar a
afirmar que se compran marcas más prestigiosas que las que en realidad se consumen o a
rechazarlas para evitar demostrar “debilidad ante la publicidad”).
3. Muestreo
Una vez decidida la modalidad de diseño de la investigación es necesario seguir una
serie de pasos que permitan seleccionar adecuadamente los elementos muestrales.
Antes de referirnos a este proceso y a los métodos de muestreo, es importante
aclarar los siguientes términos clave:
Parámetro: es una medida de interés correspondiente a la población.
Estimador: es una medida de interés correspondiente a la muestra y sirve para inferir
o estimar un parámetro poblacional.
Error muestral: es la diferencia que existe entre el valor del parámetro poblacional y
su estimador, o bien, la distorsión estadística surgida del hecho de trabajar con una
porción de la población en lugar de realizar un censo (lo que demandaría mucho tiempo
y dinero). Este tipo de error mantiene una relación inversa con el tamaño de la muestra,
de modo que disminuye al aumentar el número de casos medidos (siempre que el
muestreo elegido sea de naturaleza probabilística).
Error no muestral, sistemático o sesgo: es una falla ajena a la medición y varía en
forma directamente proporcional al tamaño de la muestra (de manera que crece cuando
éste también lo hace). Puede deberse a diversas causas, como las respuestas ausentes,
las deliberadamente falsas o las surgidas de interpretaciones equivocadas del
encuestado, la mala selección de la muestra, el diseño inapropiado del cuestionario, el
procesamiento defectuoso de los datos o el mal desempeño de los encuestadores. Junto
al error muestral, constituyen lo que se denomina “error total de la encuesta”.4
Los pasos previos a la selección de las unidades de una muestra son la definición de
la población objetivo de la investigación, la determinación del marco muestral (o fuente u
origen de los elementos muestrales, como podría ser por ejemplo la lista de abonados de un
canal de cable), la selección del método de muestreo y el cálculo del tamaño de la muestra.5
Los métodos para lograr un adecuado encuadre entre esta última y la población se clasifican
en probabilísticos y no probabilísticos, según se pueda conocer o no la probabilidad de ser
seleccionado que tiene cada elemento de esa población. Veamos las alternativas abarcadas
por unos y otros:6
3.1. Métodos no probabilísticos: son aquellos cuyos resultados sólo sirven como
referencia de lo que ocurre en la muestra elegida, no permitiendo por lo tanto hacer
inferencias sobre el comportamiento de la población total (ni calcular el error muestral).
Pueden ser de tres tipos:
3.1.1. Accidental: consiste en entrevistar a las personas a las que puede accederse
con mayor facilidad, como por ejemplo las primeras que pasan por un sitio determinado. En
este caso no existen garantías de que la muestra resultante sea representativa de lo que
sucede en el resto de la población, no sólo porque su composición dependerá de la clase de
gente que pase circunstancialmente por dicho lugar, sino porque los entrevistadores suelen
acercarse a los sujetos que encuentran menos intimidatorios (o más parecidos a ellos), lo
que provoca un desvío en dirección a los “individuos medios”.
esencial para la aplicación de este método (que busca reducir el error de estimación de los
parámetros poblacionales), los segmentos en cuestión deben ser mutuamente excluyentes y
colectivamente exhaustivos, lo que significa –respectivamente- que ningún elemento de la
población puede estar incluido en más de un estrato a la vez ni quedar afuera de todos ellos.
3.2.4. Muestreo sistemático: se trata de una versión modificada del muestreo simple
al azar, consistente en aplicar un criterio sistemático para seleccionar a los integrantes de un
listado poblacional una vez elegido el primero de éstos en forma aleatoria. Así, si por
ejemplo se decidiera extraer una muestra de 500 alumnos de una matrícula de 10.000,
podría optarse por elegir 1 de cada 20 (lo que resultaría de dividir 10.000 por 500); y si el
primer estudiante seleccionado al azar fuera el número 5 de la lista, correspondería tomar
luego al 25, al 45, al 65 y así sucesivamente hasta completar el cupo previsto. Para que este
tipo de muestreo resulte aplicable debe evitarse que la selección sistemática de los
integrantes de la muestra recaiga siempre (o no lo haga nunca) en un tipo particular de
elementos; esto ocurriría por ejemplo si una de cada diez casas del barrio que se estuviera
investigando fueran esquina de manzana y en virtud del criterio de sistematización
establecido correspondiera, tras el sorteo inicial, seleccionarlas en ese orden.
4. Recolección de Datos
Las herramientas a utilizar en esta fase deben ser las más apropiadas para satisfacer
las necesidades de información definidas en el inicio de la investigación. Entre las más
comunes encontramos a la observación, las encuestas, las entrevistas en profundidad, los
grupos de enfoque y las técnicas proyectivas. Analizaremos detalladamente cada una de
éstas.
a) Observación
En algunos casos puede resultar más sencillo limitarse a observar el
comportamiento de los sujetos investigados que pedirles información. La observación
facilita la toma de decisiones a partir de la obtención de datos precisos sobre sucesos,
objetos o personas (sin necesidad de que éstas sepan que están aportándolos), en un
momento concreto del tiempo o durante un período relativamente prolongado.
Como ventajas de esta técnica se afirma que: permite recoger información sincera y
espontánea (cuando los sujetos no se saben observados), registrar datos con objetividad y
analizarlos con simplicidad, detectar cualquier cambio en el instante en que se produce,
incorporar resultados en forma inmediata y adoptar decisiones con la misma celeridad, no
requiere la voluntad del observado ni le produce cansancio, es útil para captar detalles del
comportamiento que a veces ni siquiera los propios examinados conocen, no condiciona las
respuestas y puede realizarse con el apoyo de modernas herramientas tecnológicas que
potencian su eficacia.
Como contrapartida, no permite observar las actividades más íntimas de las
personas, no sirve para medir conocimientos, actitudes ni sentimientos en tanto éstos no se
expresen a través de conductas; no ayuda a descubrir los verdaderos motivos de compra, ya
Al margen del alto grado de objetividad que puede obtenerse si el observador es una
persona adiestrada, cuando se quiere ganar precisión o ahorrar costos suelen utilizarse
aparatos especiales de medición como el audímetro, el psicogalvanómetro, la cámara
ocular, el pupilómetro y la cámara cinematográfica. El primero de éstos registra la sintonía
elegida cuando se hallan encendidos un televisor o una radio (lo que en los paneles de
familia sirve para revelar los programas preferidos de los hogares incluidos); el
psicogalvanómetro registra las variaciones en el índice de transpiración, vinculándolas con
las reacciones emocionales provocadas por los estímulos presentes al momento de medirlas
(que pueden ser nombres de marcas, eslóganes o avisos publicitarios, entre otros); la
cámara ocular mide los movimientos del ojo y se emplea para determinar cómo lee una
persona (ya sea un diario, una revista, el texto de una etiqueta o un anuncio comercial),
procurando identificar secuencias y tiempos; el pupilómetro capta las alteraciones del
diámetro de la pupila del ojo, partiendo del supuesto de que su aumento refleja una reacción
favorable ante los estímulos recibidos; la cámara cinematográfica, por último, ayuda a
registrar situaciones que luego pueden ser vistas repetidamente y analizadas en forma
conjunta por varios observadores, lo que posibilita una evaluación más acabada de los
respectivos comportamientos.
b) Encuestas
Constituyen uno de los métodos de recolección de datos más empleados en
investigación de mercados debido a la riqueza de la información que permiten obtener (ya
sea demográfica, psicográfica o transaccional). Se llevan a cabo con la colaboración
expresa de los individuos encuestados y a través de un cuestionario que suele comenzar con
preguntas generales y luego concentrarse en el tema de interés específico. Se basan en la
inducción, es decir que procuran abarcar un número suficiente de casos que posibilite
arribar a conclusiones extensibles a toda la población, siguiendo los principios
fundamentales de la inferencia estadística. Su principal punto a favor es su utilidad para
recabar información muy variada, pero presenta como limitaciones el hecho de que el
encuestado puede negarse a responder, cansarse, ser incapaz de hacerlo o brindar las
respuestas que más se acomoden a la perspectiva social.
Las encuestas pueden ser personales, telefónicas o postales.8 Las primeras se
concretan en un encuentro directo entre el encuestador y el encuestado, las segundas
mediante un diálogo a través del teléfono y las últimas solicitando a los destinatarios que
llenen y devuelvan un cuestionario remitido por correo. Las encuestas personales son muy
flexibles (ya que pueden ser respondidas aun por personas poco instruidas y porque la
relación cara a cara otorga la posibilidad de hacer y pedir aclaraciones), cuentan con un
elevado índice de respuesta, permiten saber quién contesta, no sufren la influencia de
terceros ajenos al entrevistador y al entrevistado, minimizan el número de respuestas
evasivas y posibilitan el empleo de materiales auxiliares y la recolección de datos
adicionales por observación; pero a la vez son más costosas (debido al tiempo y a los gastos
Las encuestas telefónicas son menos costosas que las anteriores (ya que no
ocasionan gastos de transporte, pero pueden ser bastante caras cuando quien debe responder
se halla en un punto muy distante), son más rápidas (dado que no hay necesidad de acudir
al domicilio del encuestado), tienen un elevado índice de respuesta (aunque la acelerada
expansión del telemarketing está afectando el grado de cooperación del público), facilitan
el contacto de personas poco accesibles (por su importancia u ocupación) y son
particularmente útiles para obtener información sobre lo que el encuestado está haciendo al
recibir la llamada (como por ejemplo el canal de televisión que está sintonizando). En
oposición a las encuestas personales, no son tan representativas (debido a que sólo pueden
ser encuestados quienes tienen teléfono) y no permiten emplear materiales auxiliares,
obtener datos por observación ni realizar cuestionarios extensos (lo que limita la cantidad y
la calidad de la información susceptible de ser recogida).
propósito inicial de la aplicación de las encuestas telefónicas, que era medir la audiencia de
los programas y la eficacia de los anuncios emitidos por radio y televisión, fue
extendiéndose de la mano del aumento del número de hogares con teléfono, con lo que la
técnica ganó tanto representatividad como adhesiones. Hoy se la emplea para cualquiera de
los propósitos de la mayoría de las investigaciones de mercado, como por ejemplo
concebir, modificar o eliminar productos, realizar previsiones de venta, conocer las
motivaciones, los hábitos y las intenciones de compra de los consumidores y evaluar la
influencia de la imagen de marca, del precio, de los lugares de venta y de los mecanismos
promocionales en sus decisiones de consumo. Como última característica de esta
herramienta, vale mencionar que el riesgo de que el encuestado corte la comunicación lleva
a que las preguntas que se utilicen sean cerradas o semiabiertas y a que se reduzca el
abanico de opciones para responder.
Las encuestas postales, por su parte, son económicas, permiten llegar con facilidad a
los encuestados (quienes a la vez pueden elegir el momento que les resulte más cómodo
para llenar el cuestionario), en ocasiones constituyen el único medio posible para contactar
a ciertos integrantes de la muestra, sirven para indagar acerca de aspectos sobre los que la
gente prefiere mantener el anonimato (como por ejemplo sus prácticas sexuales) y suelen
ser contestadas con mayor objetividad (ante la ausencia del entrevistador). Pero, como
contrapartida, están limitadas a los casos en que se dispone de un directorio del universo a
investigar, no pueden aplicarse a personas analfabetas, cuentan con un bajo índice de
respuesta, no brindan garantías de que quien responda sea el destinatario objetivo de la
encuesta, no permiten trabajar con cuestionarios extensos (porque ello disminuiría el
número de devoluciones) ni recoger información secundaria (ya que no puede observarse la
conducta de los encuestados) y tienen escasa representatividad (dado que además de
marginar a los analfabetos muchas veces son respondidas sólo o mayoritariamente por
quienes tienen un interés particular en el tema investigado, como podría ser el caso de los
profesores de literatura que completaran una encuesta sobre preferencias de lectura). Es
oportuno señalar que los cuestionarios postales deben ir acompañados de una carta de
presentación a través de la que se identifique a los responsables del estudio, se expliquen
sus propósitos, se aclare el uso que se les dará a los resultados, se garantice el anonimato de
quienes contesten y se destaque la importancia de que lo hagan.
d) Grupos de enfoque
Son entrevistas colectivas efectuadas a grupos constituidos por entre 10 y 12
personas que interactúan tanto con el moderador como entre ellas, y cuyo extenso
desarrollo puede ser observado, grabado y/o filmado para su análisis posterior
(registrándose textualmente los diálogos entablados, con el objeto de identificar
afirmaciones relevantes). Por lo general se busca que los entrevistados pertenezcan al
mismo estrato socioeconómico en aras de evitar que las eventuales diferencias inhiban o
condicionen a algunos de ellos; y también que estén a cargo de un moderador con
conocimientos de psicología social, con la capacidad y la experiencia suficientes para
lograr la máxima participación del conjunto (sin que nadie acapare el uso de la palabra) y
reenfocar la conversación hacia el tema en estudio cuando sea necesario.
Tal como ocurre con las entrevistas a fondo, estos grupos suelen ser empleados con
fines exploratorios, permitiendo recabar información útil para investigaciones cuantitativas
posteriores (como los estudios de psicográficos). En relación con las entrevistas
individuales cuentan con la ventaja de posibilitar la obtención de respuestas enriquecidas
por el intercambio grupal de opiniones, pero a la vez con la desventaja de la potencial falta
de espontaneidad y franqueza de los participantes que puedan sentirse inhibidos por sus
pares. Y comparten con aquéllas su inaptitud para ser aplicados a muestras grandes debido
a su larga extensión (ya que suelen durar varias horas) y a sus elevados costos.11
e) Técnicas proyectivas
Son pruebas “enmascaradas” diseñadas para descubrir las motivaciones íntimas,
ocultas o subconscientes de los sujetos analizados, por lo general consistentes en la
exposición de un conjunto de estímulos ambiguos, ya sean verbales o gráficos, que aquéllos
deben completar, describir o interpretar. Surgidas de la psicología clínica, la gran
expectativa creada sobre su efectividad llevó a que en un primer momento fueran aplicadas
indiscriminada e irreflexivamente, generando conclusiones equivocadas en muchas
ocasiones.
Al igual que en los dos casos anteriores, pueden ser muy útiles en la fase
exploratoria de los estudios de mercados y tienen como principal ventaja su capacidad para
recabar información sobre aspectos no manifiestos de la conducta de las personas
(imposibles de detectar por medio de interrogantes directos). Así, ayudan a iluminar las
situaciones en que aquéllas no son conscientes de sus propias motivaciones o actitudes,
reprimen los hechos que les provocan ciertas frustraciones, racionalizan sus actos
inventando razones para justificarlos o se abstienen de realizar críticas a sujetos u objetos
por simple cortesía.
En estas técnicas, la interpretación que el examinado realiza sobre lo ambiguo
evidencia sus verdaderos motivos, ya que responde en el sentido que satisface sus propias
necesidades y expectativas, proyectando parte de sus fantasías, marcos de referencia y
sentimientos. Su empleo es aconsejable sólo cuando se requiere un importante nivel de
profundidad en los resultados, ya que de lo contrario pueden complicar innecesariamente la
investigación.
frecuencia de dichas cantidades, expresadas en función de una variable por vez (como, por
ejemplo, cuántos encuestados corresponden a cada categoría de edad y cuántos encajan en
cada nivel de consumo de cierto producto); y se dice que es cruzada cuando en cambio
presenta las relaciones significativas entre distintas variables (como el nivel de consumo
que tienen los encuestados de cada grupo etario en el ejemplo anterior).
La síntesis estadística de los datos, paso siguiente de la preparación para el análisis,
suele realizarse a través de medidas de centralidad (como moda, mediana y media), de
medidas de dispersión (como intervalo o rango, desviación estándar y variancia) y de
porcentajes (que al permitir describir las frecuencias en sentido relativo en lugar de
absoluto, facilitan la comparación de grupos y distribuciones cuando los tamaños de las
muestras son diferentes).
La síntesis gráfica, finalmente, suele concretarse por medio de gráficas (que se
emplean para describir el comportamiento de una o más variables a lo largo del tiempo o
para exhibir las relaciones existentes entre ellas), gráficos de barras (que constituyen uno de
los instrumentos más utilizados para representar distribuciones de frecuencia), diagramas
de secciones (que consisten en circunferencias divididas en función de la cantidad de
elementos que corresponde a cada categoría de datos), pictogramas (que son un tipo de
figura en el que las frecuencias son representadas por símbolos, generalmente emocionales,
tales como autos chocados, cruces de cementerio, sillas de ruedas o personas con bastón), y
bosquejos (que son representaciones de datos en las que las diferencias entre éstos son
exageradas gráficamente con el objeto de evidenciarlas, duplicando por ejemplo tanto el
alto como el ancho de una segunda barra para indicar que su frecuencia es dos veces mayor
que la primera).13
Una vez preparados los datos puede procederse a su análisis. El fin perseguido en
este punto es transformarlos en información relevante para la toma de decisiones, lo que
ocurrirá siempre que aquélla contribuya a reducir la incertidumbre y a solucionar los
problemas que dieron origen a la investigación, justificando el costo de su obtención. La
aplicación de herramientas avanzadas para esta tarea se hizo muy común en las
investigaciones sociales y en particular en las de mercado, en virtud de la mayor facilidad
de acceso (por costo y disponibilidad) a los medios electrónicos de cálculo y del acelerado
desarrollo del software estadístico.
6. Informe final
El informe final suele estar constituido por tres secciones: una correspondiente a la
ficha técnica o metodológica, en la que se explican los tipos de diseño, muestreo y
herramientas de recolección y análisis de datos empleados; otra reservada para el resumen
ejecutivo, en el que se consignan los resultados más relevantes, su interpretación y las
eventuales recomendaciones; y, por último, la que incluye los resultados generales (con
cuadros y gráficos detallados).
Notas
1 Kotler, Philip y Gary Armstrong, Marketing, Editorial Prentice Hall, octava edición,
6 Braidot, Néstor, op. cit., págs. 330-331, y Weiers, Ronald M., op. cit., págs. 105-118.
Prentice Hall, tercera edición, México, 1991, págs. 100-103, y Weiers, Ronald M., op. cit.,
págs. 243-253.
13 Weiers, Ronald M., op. cit., págs. 347-366.
Capítulo 5
Comportamiento de compra del
consumidor y del usuario de negocios
fuerzas o variables hallamos la cultura, las subculturas, las clases sociales, los grupos de
referencia y la familia:
a) Cultura: es un conjunto de símbolos tangibles (como las herramientas de trabajo,
los instrumentos musicales, los utensilios para comer, la vestimenta y las obras de arte) e
intangibles (como las actitudes, las creencias, los valores, las costumbres, los idiomas y las
religiones) que una sociedad crea y transmite de una generación a otra como guías o pautas
de comportamiento.1 Considerada en cierto sentido como la personalidad de una
comunidad, su dinámica debe ser seguida de cerca para evitar la promoción inadecuada de
los productos en vigencia o el desaprovechamiento de las oportunidades ofrecidas por los
cambios culturales (como la creciente asunción, por parte de la mujer, de roles
tradicionalmente reservados para el hombre).
b) Subculturas: son grupos con patrones de conducta particulares que los hacen
identificables dentro de una cultura o sociedad más grande y compleja, con la cual
comparten, sin embargo, la mayoría de sus creencias, valores y costumbres. Pueden
constituirse a partir de la nacionalidad (como la subcultura hispánica en Estados Unidos), la
religión (como la comunidad judía de Buenos Aires), la ubicación geográfica (como la
población rural de Salta), la raza (como los inmigrantes árabes de Santiago del Estero), la
edad (como las personas mayores de 65 años) y, dado que los papeles sexuales tienen una
marcada connotación cultural, el género (como la mujer casada que trabaja fuera del
hogar).
c) Clases sociales: son estratos relativamente permanentes, ordenados conforme a
una jerarquía de estatus. Suelen determinarse en virtud de factores tales como la magnitud o
la fuente del ingreso, la ocupación y/o la educación del principal sostén del hogar, que
originan notorias diferencias en las preferencias de productos y marcas en diversos rubros
(especialmente en los últimos tres casos). En adición al patrimonio, generalmente medido
en función de los automóviles y bienes y servicios domésticos adquiridos, otras variables
complementarias para la estructuración de las clases sociales son la antigüedad en la
posesión del dinero, el nivel del vecindario en el que se reside, la raza a la que se pertenece,
la religión que se profesa y la cantidad de hijos que se tienen. A pesar de que los sociólogos
no realizan juicios de valor al respecto, el ordenamiento da lugar a una serie de categorías
que se sitúan entre dos extremos muy alejados, quedando su número librado al nivel de
sobre las decisiones de productos y marcas depende la naturaleza de los bienes a adquirir y
de las condiciones en que éstos son consumidos, disminuyendo aquélla a su mínima
expresión cuando se trata de productos de primera necesidad que se compran y consumen
en privado.
e) Familia: además de ser la base de la sociedad, constituye la más importante de
sus organizaciones de compras personales y el factor más influyente sobre el
comportamiento del consumidor, ya que a la par de contribuir a la creación de las actitudes
y los valores esenciales, brinda la posibilidad de conocer los productos desde una temprana
edad y establece normas claras para su consumo.
Es importante señalar que mientras la familia es un grupo de dos o más parientes
que residen conjuntamente, un hogar responde a un concepto más amplio, ya que puede
estar integrado por una sola persona, una pareja no casada, una familia o varios individuos
no relacionados que comparten la vivienda. Al margen de la influencia que un hogar puede
ejercer sobre el comportamiento de sus miembros individualmente considerados, resulta
fundamental tomarlo como una unidad de consumo e investigar, con respecto al bien o
servicio ofrecido, quién influye sobre la decisión de compra, quién la adopta, quién efectúa
la compra y quién usa el producto, de modo de aprovechar esta información para diseñar la
mezcla comercial que mejor se adapte a la situación concreta.
Por último, vale destacar que el papel que cada cónyuge desempeña al encararse una
compra familiar varía según la clase y el atributo del producto, la etapa del proceso
decisorio y la cultura dominante.
externo, como un aviso publicitario, un aroma particular o la compra de cierto bien por
parte de un amigo o un vecino.
La motivación influye tanto en la dirección como en la intensidad de las elecciones
del comprador, estimulándolo para que busque la información conducente al logro de sus
metas. Éstas pueden ser genéricas o específicas según consistan en una categoría general de
productos o en una marca concreta; principales o sustitutas según se persigan desde un
primer momento o como alternativa ante el fracaso de la búsqueda inicial; positivas o
negativas según que el comportamiento se dirija hacia o se aleje de ellas; y racionales o
emotivas según sean fijadas con criterios objetivos o subjetivos.3
Las necesidades, que se transforman en motivos o impulsos cuando provocan el
nivel de tensión suficiente, admiten a su vez diversas clasificaciones. Una de ellas las
agrupa en innatas o fisiológicas, como respirar, beber, comer, abrigarse y tener sexo, y
adquiridas o psicológicas, como las de estima, poder, prestigio y aprendizaje; mientras que
las primeras, también llamadas biogénicas, son consideradas primarias por su rol en la
conservación de la vida biológica, al surgir las segundas del estado psicológico subjetivo
del individuo y de sus relaciones con los demás, son denominadas psicogénicas y
calificadas como secundarias.4
Abraham Maslow, a través de un enfoque que evidencia la estructura
multidimensional de las necesidades y la circunstancia de que éstas no existen en el mismo
grado para todas las personas, plantea una jerarquía de cinco niveles de necesidades
ordenadas según su importancia (o urgencia): las fisiológicas (o biogénicas de la
clasificación anterior), las de seguridad y protección (como el orden, la estabilidad, la
rutina, la familiaridad y la preservación de la integridad física), las sociales (como el amor,
el afecto, la pertenencia y la aceptación), las del ego (como la autoestima, la independencia,
el reconocimiento y el estatus) y las de autorrealización (consistentes en la superación o
evolución personal para convertirse en quien se cree que se puede llegar a ser). Aunque en
este esquema la satisfacción de las necesidades del orden dominante es una condición para
la aparición de las correspondientes al nivel inmediato superior, el propio Maslow
reconoció la extrema dificultad de que todas las necesidades agrupadas en un peldaño se
satisfagan completamente y la alta probabilidad de que el individuo típico realice esfuerzos
paralelos para satisfacer necesidades de distintos niveles al mismo tiempo.5
Claves: son señales, indicios o estímulos que dan dirección a los motivos,
sugiriendo el camino para su satisfacción (por ejemplo, el comercial que informa la
rebaja del precio de cierto automóvil).
Respuesta: es la reacción del individuo para satisfacer la necesidad que originó el
impulso, llevada a cabo bajo la orientación de las señales (como dirigirse a un
concesionario y comprar el automóvil anunciado).
Refuerzo: es lo que sucede cuando la respuesta elegida produce satisfacción (es
decir, cuando genera una reducción del estado de tensión causado por la necesidad).
Recibe este nombre porque fortifica la relación entre la señal y la reacción,
aumentando las probabilidades de que cuando reaparezca el impulso se opte por un
comportamiento similar.9
Las dos grandes teorías que intentan explicar el fenómeno del aprendizaje son las
conductistas y las cognoscitivas. Las primeras, que suelen ser llamadas “teorías de
estímulo-respuesta” por sostener que aquél es el resultado de respuestas observables a
estímulos externos, tienen como principales exponentes a los modelos de condicionamiento
clásico de Iván Pavlov e instrumental de Burrhus Skinner. Experimentando con perros que
luego de varias repeticiones lograron vincular la comida que se les daba con el sonido de
una campanilla que la anunciaba, Pavlov demostró la existencia de los reflejos
condicionados (como la secreción salivar de esos animales por el sólo hecho de escuchar la
señal auditiva), y concluyó que una cantidad considerable del aprendizaje es un proceso
asociativo. En oposición a la hipótesis de que el individuo es un ser pasivo que reacciona
automática e involuntariamente ante la mera reiteración de un estímulo, Skinner planteó
que el grueso de lo que se aprende es producto de un esfuerzo realizado con el objeto de
obtener resultados favorables, a través de un proceso de ensayo y error que conduce a la
respuesta más gratificante y a la generación de hábitos como efecto de las recompensas o
refuerzos recibidos.
Llevado al marketing, el aporte de Skinner ayudaría a explicar el aprendizaje para el
consumo de productos más relevantes que los bienes de conveniencia (en los que tal vez sí
podría ser efectiva la asociación inducida mediante la repetición de los avisos
publicitarios), pero sus críticos subrayan que un alto porcentaje del aprendizaje se produce
sin que existan refuerzos positivos o negativos directos (como cuando se aprende por el
simple placer de hacerlo o por observación del comportamiento ajeno).
Las teorías cognoscitivas, confrontadas a la idea de que se aprende sólo como
consecuencia de la repetición de pruebas o de la asociación de recompensas con reacciones
específicas, consideran finalmente que gran parte del aprendizaje se da en virtud de un
complejo procesamiento mental de la información en el que la motivación ejerce un rol
muy importante.10
En aplicación de algunos de estos conceptos, la gente de marketing debería buscar
asociaciones favorables para sus productos (como la seguridad de las cubiertas Michelín),
crear señales efectivas para comunicarlas y –por sobre todo– brindar los refuerzos que
eviten que sus clientes alteren su respuesta (a sabiendas de que las actitudes negativas
generadas por las malas experiencias son muy difíciles de revertir).
c) Personalidad: para la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud, la personalidad
está constituida por tres sistemas interactuantes; el ello, que es el reservorio de los impulsos
instintivos básicos, muchos de ellos antisociales; el superyó, que siendo la representación
interior de la moral de la sociedad y de las pautas éticas de conducta, tiene por papel cuidar
que el sujeto satisfaga sus necesidades de un modo socialmente aceptable; y el yo, que es el
centro de control consciente que equilibra las demandas desinhibidas del id y las fuerzas
restrictivas del superyó.11
Conforme a la tesis freudiana, la persona nace con impulsos biológicos antisociales
que a medida que crece y con la ayuda de ciertos mecanismos de defensa, aprende a
reprimir y alejar de la conciencia o a canalizar por vías admisibles, sin eliminarlos ni
controlarlos completamente (por lo que éstos pueden aflorar en sus sueños, los actos
fallidos, los síntomas neuróticos y obsesivos, y en el peor de los casos en la psicosis). Con
tensiones y frustraciones a cuestas, su comportamiento se torna tan complejo que a veces ni
siquiera ella misma tiene conciencia de por qué actúa como lo hace, quedando ocultas
muchas de sus verdaderas motivaciones. Desde el punto de vista del marketing, esta
situación conduce a tratar de descubrir los motivos reales del accionar de un sujeto
mediante técnicas de investigación cualitativa (como las entrevistas a fondo, los grupos de
enfoque y las pruebas proyectivas), y a brindarle argumentos que le sirvan para racionalizar
o justificar sus decisiones de consumo. Otra implicancia importante de este modelo es la
satisfacción simbólica de las necesidades, que explica las razones por las que un cigarro de
fuerte olor podría ayudar a un consumidor a que se sintiera más hombre, un automóvil
deportivo a que se viera más joven y un par de pantalones con tirantes a reaccionar contra
un complejo no resuelto de castración.12
Esta perspectiva del comportamiento es ampliada por los neofreudianos, quienes en
desacuerdo con la idea de que la personalidad es esencialmente instintiva y de naturaleza
sexual, plantean que las relaciones sociales resultan fundamentales para su formación y
desarrollo. De esta suerte, Alfred Adler hace hincapié en los esfuerzos de los seres humanos
por superar sus sentimientos de inferioridad, Harry Sullivan en sus intentos por construir
relaciones significativas y provechosas, y Karen Horney los divide según su
desplazamiento hacia, contra o lejos de los demás.13
Compartiendo los lineamientos de una tercera teoría que mide la personalidad en
función de características internas específicas de cierta permanencia, denominadas rasgos,
Kotler expresa que “la personalidad se refiere a las características psicológicas únicas que
dan pie a respuestas relativamente consistentes y duraderas al entorno individual”.14 Dado
que los rasgos que conforman la personalidad constituyen una combinación única de
factores, los sujetos son necesariamente diferentes; pero, como a la vez, muchos de estos
últimos son semejantes en términos de rasgos tomados individualmente, la personalidad
puede servir para clasificar a los consumidores sobre la base de uno o algunos de esos
rasgos. Así, se puede decir que hay sujetos dominantes, agresivos, sociables, tímidos,
seguros, dinámicos y flexibles, entre otros tantos cuyos rasgos influyen y se reflejan en sus
comportamientos de compra.
Un concepto vinculado con la personalidad y que muchas veces se superpone con
ésta es el de estilo de vida, con respecto al cual no existe una tipificación de aceptación
generalizada. Éste puede ser definido como el patrón de vida expresado en función de las
actividades, los intereses y las opiniones, o bien como el modo en que se combinan los
distintos papeles que ejerce una persona y que junto con su estatus definen su posición en
un grupo (entendiéndose por papel el rol que se espera que aquélla desempeñe en su
entorno y por estatus la importancia de ese papel).15
Otra noción relacionada con la personalidad es la de autoconcepto, sustentada en
que lo que un individuo posee contribuye a darle una identidad y la proyecta. Definido
como la manera en que el sujeto se percibe a sí mismo y, a la vez, como la forma en que
éste cree que los demás lo perciben, se traduce en un concepto real de uno mismo y un
concepto ideal o deseado, sin que exista total acuerdo sobre cuál de ellos influye más sobre
las decisiones de consumo.16
d) Actitudes: en concordancia con la definición popular, Schiffman y Kanuk
consideran que “una actitud es una predisposición aprendida para responder en una forma
consistentemente favorable o desfavorable con respecto a un objeto dado”.17 Se trata de una
propensión o tendencia que, bajo la influencia de la personalidad, se aprende de una
experiencia directa con el objeto (en el sentido amplio de la palabra) o de la información
obtenida de terceros (incluyendo a los medios publicitarios), y que puede impulsar hacia
determinado comportamiento. En un ejemplo vinculado al marketing, sería el caso de un
sujeto muy sociable que habiendo disfrutado de cierto tour grupal o leído un interesante
folleto sobre sus características, se formara una actitud positiva hacia este tipo de servicios
y sintiera el impulso de recomendarlo o contratarlo en el futuro.
Al igual que los rasgos de la personalidad, las actitudes son relativamente
consistentes (o congruentes) con el comportamiento, pero no son necesariamente
permanentes ya que pueden cambiar (existiendo de hecho, diversas estrategias
mercadotécnicas para modificarlas, aunque dado que es difícil lograrlo –especialmente
cuando su intensidad es alta– se aconseja tratar de que los productos se adapten a ellas). Y
también se ven afectadas por la situación, que puede hacer que el individuo se comporte de
una manera aparentemente inconsistente con sus actitudes (como cuando alguien debe
renunciar a su marca preferida por razones presupuestarias o conformarse con la única que
encuentra en los estantes).
Basados en el modelo de los tres componentes, diremos que los elementos que las
constituyen son la cognición, el afecto y la voluntad.
La primera es una amalgama del conocimiento de la persona y de las percepciones
que ésta adquiere como resultado de la experiencia directa con el objeto y de la información
obtenida de distintas fuentes, combinación que con frecuencia adopta la forma de creencias
(como por ejemplo, las relativas a los atributos de cierto bien y a las consecuencias de
comprarlo).
El mercado de negocios
Para Stanton, el mercado de negocios “consiste en todos los usuarios de negocios”,
definición que por lo tanto abarca al conjunto de organizaciones que compran productos (en
su noción amplia) para utilizarlos en su operatoria, revenderlos a los consumidores o a otros
usuarios de negocios, o para fabricar otros bienes y servicios.32
Este mercado, que moviliza muchos más productos y dinero que el de los
consumidores finales, para Kotler comprende a las “organizaciones que adquieren bienes y
servicios para usarlos en la producción de otros bienes y servicios que se venden, alquilan o
suministran a otros”, y a los “detallistas y mayoristas que adquieren bienes con el fin de
revenderlos o alquilarlos a otros obteniendo una utilidad”.33
El proceso de compra de negocios es aquel por el cual los usuarios de esta clase
determinan qué productos y servicios necesita su organización y luego los buscan, evalúan
y seleccionan entre los distintos proveedores y marcas.
parte, los mercados de negocios están más concentrados geográficamente y tienen una
demanda derivada de la demanda de los bienes de consumo (con lo que, quien fabrica
zapatos, por ejemplo, compra más o menos cuero según se vendan más o menos zapatos);
la demanda de muchos de sus productos, especialmente en el corto plazo, es inelástica (lo
que implica, siguiendo el ejemplo anterior, que una disminución en el precio del cuero
utilizado para fabricar zapatos no provocará un aumento importante en la demanda de este
insumo; a menos, claro está, que aumente significativamente la demanda de zapatos al bajar
su precio como consecuencia de la disminución del precio del cuero); y esa demanda tiende
también a fluctuar más y con mayor rapidez, de modo que puede sufrir grandes
modificaciones como consecuencia de pequeños cambios en la demanda de los
consumidores.
b) Naturaleza de la unidad de compra: en estos mercados intervienen más personas
a la hora de comprar y la labor implicada suele ser más profesional, lo que se acentúa
cuanto más compleja es la adquisición (pudiendo llegar a intervenir comités de compra
constituidos por técnicos expertos y miembros del equipo gerencial).
c) Tipos y proceso de decisiones de compra: las decisiones de los compradores de
negocios por lo general son más complejas (implican grandes sumas de dinero, análisis
técnicos y económicos diversos y la intervención de numerosas personas de muchos niveles
de la organización compradora, todo lo cual puede demorarlas varios meses); el proceso de
compra está más burocratizado (suelen necesitarse especificaciones detalladas de
productos, órdenes de compra escritas, búsquedas pautadas de proveedores y autorizaciones
expresas, en ocasiones descriptas en manuales de compra); y en dicho proceso las partes
colaboran mutuamente y construyen relaciones estrechas duraderas (en algunos casos los
proveedores ayudan a sus clientes a definir problemas, a encontrar soluciones y a realizar
sus operaciones tras la venta).
En el modelo del comportamiento de compra de negocios planteado por Kotler,35 la
organización compradora tiene un centro de compras que lleva adelante un proceso de
decisión influido por factores externos, internos, interpersonales e individuales. Su
respuesta será la selección de productos, proveedores, cantidades y condiciones de entrega,
servicio y pago.
El centro de compras
Es la unidad que toma las decisiones de compra en una organización de negocios,
variando su tamaño y composición en función de la naturaleza de la adquisición a realizar.
Para Kotler, incluye a todos los empleados de la compañía que ejercen cualquiera de los
siguientes roles en el proceso decisorio de la compra de negocios:
1) Usuarios: son quienes utilizan el producto y muchas veces plantean la necesidad
de realizar la compra.
Notas
1 Stanton, William J.; Michael J. Etzel y Bruce J. Walker, Fundamentos de Marketing,
5 Schiffman y Kanuk, op. cit., págs. 86-93, y Lambin, Jean-Jackes, Marketing Estratégico,
9 Schiffman y Kanuk, op. cit., págs. 235-237, y McCarthy y Perreault, Marketing: Teoría y
12 Kotler, Philip y Gary Armstrong, Marketing, Editorial Prentice Hall, octava edición,
México, 2001, pág. 148, y Kotler, Philip, Dirección de Mercadotecnia, Editorial Diana,
primera edición, séptima impresión, Méjico, 1973, págs. 112-114.
16 Stanton, Etzel y Walter, op. cit., págs. 144-145, y Kotler y Armstrong, op. cit., pág. 147.
Santiago de Chile, 2002, pág. 56, y Kotler y Armstrong, op. cit., págs. 152-154.
25 Stanton, Etzel y Walker, op. cit., págs. 126-127.
Capítulo 6
El producto
Concepto de producto
Braidot define al producto como “una combinación de materias primas y procesos de
elaboración que dan como resultado una sumatoria de atributos físicos satisfactores de
determinadas necesidades de la gente”, y a los servicios, como “un conjunto de
satisfactores intangibles de necesidades”, puntualizando que a ambos es factible
incorporarles “valores intangibles como la marca o servicios adicionales”.1
Para Kotler el producto es “cualquier cosa que se puede ofrecer a un mercado para
su atención, adquisición, uso o consumo y que podría satisfacer un deseo o una
necesidad”.2
En una definición amplia, los productos incluyen objetos físicos, servicios,
personas, lugares, organizaciones, ideas o combinaciones de éstos. En un extremo pueden
consistir en bienes tangibles puros, como la ropa, la pasta de dientes o el azúcar, y en otro,
en servicios puros, como el asesoramiento brindado por un contador o un abogado.
Entre ambos puntos encontramos: los bienes tangibles con servicios adicionales,
como los electrodomésticos o las computadoras personales que contemplan una garantía
(por lo general extensible a cambio de un sobreprecio); los bienes híbridos, como la oferta
de un restaurante, que es tan importante por el sabor de su comida como por el servicio que
la acompaña; y por último los servicios con bienes adicionales, como el transporte aéreo
brindado por empresas que ofrecen alimentos, bebidas, revistas y periódicos a sus
pasajeros.
Niveles de producto
El nivel más elemental es el del producto central, que comprende los beneficios
esenciales que el consumidor busca al adquirir un bien o servicio. Luego aparece el
producto real, que es el integrado por atributos como la calidad, las funciones, el diseño, la
marca y la presentación del producto. Y por último surge el producto aumentado, que
Clases de productos
Según qué tipo de consumidores los adquieren (o conforme al fin con el que son
adquiridos), los productos pueden ser de consumo o industriales. Los primeros son aquellos
que en su forma actual tienen por destino final el mercado de los consumidores, mientras
los segundos están dirigidos al mercado de los usuarios de negocios. Atendiendo a lo que
los compradores hacen para disponer de ellos, los productos de consumo pueden
clasificarse a su vez en:4
a) Productos de conveniencia: suelen adquirirse con mucha frecuencia, rápidamente
y con un ínfimo esfuerzo de comparación. Por lo general su precio es bajo, su distribución
intensiva y su promoción masiva (además de estar a cargo del fabricante). Comprenden los
productos básicos, como las pastas dentales, los bolígrafos, las máquinas de afeitar
desechables y las galletas; los productos de compra impulsiva, como los dulces y las
revistas; y los productos de emergencia, como los paraguas ante una tormenta y las velas
ante un corte de luz.
b) Productos de comparación: los consumidores comparan detalladamente su
calidad, precio y estilo, dedicándole mucho tiempo y esfuerzo al proceso de búsqueda y
evaluación de la información. Son ejemplos los muebles, la ropa, los automóviles usados,
los electrodomésticos importantes y los servicios de hospedaje. En este tipo de bienes la
compra es menos frecuente, el precio más alto, la distribución selectiva y la promoción
suele repartirse entre el fabricante y los revendedores.
c) Productos de especialidad: son aquellos respecto de los cuales los compradores
están dispuestos a realizar un esfuerzo intenso de búsqueda, dados el valor de la marca y
sus características únicas. Son ejemplos ciertos tipos de automóviles, los servicios de
profesionales especializados en determinadas áreas y las cámaras fotográficas, la ropa y los
relojes costosos. Los consumidores no son sensibles al precio y tampoco suelen comparar
las marcas: buscan directamente el producto que desean. Ese precio entonces es alto, la
distribución exclusiva y la promoción está a cargo tanto del fabricante como de los
revendedores, quienes la dirigen con sumo cuidado.
d) Equipo accesorio: tienen menor vida útil que las instalaciones pero duran más
que los suministros. Son ejemplos los faxes, las computadoras, los elevadores de carga y las
herramientas manuales. Por lo general se distribuyen a través de intermediarios.
e) Suministros de operación: equivalen a los productos de conveniencia de los
bienes de consumo. No son caros, tienen una vida útil corta y se compran con un mínimo
esfuerzo de búsqueda. Es el caso de los aceites lubricantes, el carbón, la papelería, los
lápices y los artículos de higiene y limpieza.
c) Diseño: es un atributo que, a diferencia del estilo, que sólo se refiere al aspecto de
un producto y no incide sobre su desempeño, puede mejorar su rendimiento y reducir sus
costos.
Marca
Es un nombre, término, letrero, símbolo o diseño, o una combinación de estos
elementos, que identifica al fabricante o vendedor de un producto y le agrega valor a la
oferta. A los consumidores les sirve para reconocer los productos y formarse una idea
acerca de su calidad, y a los vendedores para obtener protección legal y segmentar el
mercado.
El capital social de una marca es un valor que crece fundamentalmente cuanto
mayores son la lealtad de los compradores, el reconocimiento del nombre y la calidad
percibida, con todas las ventajas que ello acarrea para su propietario (como capacidad de
negociación con los intermediarios, posibilidades de extender la línea del producto y la
marca e inmunidad contra la competencia de precios).
Para elegir el mejor nombre de un producto debe partirse de un análisis detallado de
sus beneficios y su mercado objetivo. Aquél debe ser descriptivo, distintivo, registrable y
fácil de pronunciar, reconocer, recordar y traducir, y no es conveniente que se transforme
en un identificador genérico, como ocurrió con celofán, aspirina, nylon, querosén, yo-yo y
trampolín.
Patrocinio de marca
El producto puede ser lanzado: con la marca del fabricante, como en el caso de
Nestlé e IBM; con la marca del intermediario, lo que se conoce como marca privada, del
detallista, del distribuidor o del establecimiento y es el caso de las tiendas españolas El
Corte Inglés; bajo la licencia de los dueños de otra marca, como hacen algunos vendedores
de ropa y accesorios que pagan por incorporar los nombres o las iniciales de Calvin Klein,
Pierre Cardin y Gucci a sus productos; y combinando el nombre de marca propio con el de
otra empresa, lo que es conocido como alianza de marca.
2. Licencia
Consiste en comprar el derecho para utilizar una marca ya consolidada o los
nombres de personalidades y personajes famosos (como Gabriela Sabatini, Mickey, Batman
o Simpson, entre muchos otros) con el fin de utilizarlos para la identificación de los
productos a lanzar. La modalidad más innovadora de esta alternativa de patrocinio es la
licencia corporativa, que comprende el alquiler de la marca corporativa que una empresa
ya tiene establecida en una categoría de productos para aplicarla a otra relacionada (como
en el caso de la marca de automóviles Porsche, para emplearla en la ropa deportiva y los
lentes de sol).
3. Alianza de marca
Se concreta cuando se usan en el mismo producto dos marcas de diferentes
compañías (como lo hicieron Ford y Eddie Bauer al crear el “Ford Explorer, edición Eddie
Bauer”). Sirve para agregarle valor al producto aprovechando el prestigio de ambas y para
reducir el riesgo y el costo de ingresar en un nuevo mercado. Como limitaciones aparecen
la complejidad de los contratos implicados, la necesidad de coordinar las actividades de
marketing de las dos empresas y la posibilidad de que se descuide la marca del otro.
Estrategias de marca
Para analizar las estrategias que guían las decisiones sobre el nombre de los nuevos
productos es necesario definir primero el concepto de línea de producto; éste se refiere a un
conjunto de productos estrechamente relacionados en virtud de que realizan funciones
1. Extensión de línea
Consiste en extender una marca existente a nuevas versiones de una categoría de
productos existente (surgidas por cambios en la forma, el tamaño, los colores, los
ingredientes o los sabores). Se emplea para satisfacer una necesidad identificada de los
consumidores, aprovechar un exceso de capacidad productiva, enfrentar a la competencia o
simplemente para ocupar más espacio en las estanterías de los puntos de venta. Como
desventaja de esta alternativa se menciona la “trampa de la extensión de la línea”,
consistente en la disolución de la marca o pérdida de su significado específico, lo que
implica que los compradores dejan de asociarla con un producto concreto (es el caso de
Coca Cola, al haber sido ofrecida en sus variedades nueva y clásica, normal y light, con
cafeína y sin ella y en lata o en botella). Esta estrategia supone también el riesgo de que la
inversión no sea compensada por las ventas o que éstas se generen a costa de las versiones
anteriores de la misma categoría de productos.
2. Extensión de marca
Consiste en extender una marca existente a una nueva categoría de productos. Como
ventajas de esta opción puede mencionarse que el prestigio de la marca extendida facilita la
introducción de los nuevos bienes, y que genera ahorros promocionales al evitar la
necesidad de publicitar varias marcas a la vez. Es el caso de Sony, que bautizó con el
mismo nombre a la mayoría de sus novedades electrónicas; de Honda, que vende motos,
autos, cortadoras de césped y motores marinos bajo la misma marca (“Seis Hondas en un
garaje para dos coches”), y de Swatch, que se extendió desde los relojes hacia los teléfonos.
El principal riesgo de la extensión de marca es que ésta no resulte apropiada para la
nueva categoría de productos, como ocurrió con Bic al intentar extenderse desde los
bolígrafos hacia las medias, o con Levi Strauss cuando introdujo una línea de pantalones y
camperas para hombres bajo el eslogan: “trajes confeccionados de forma clásica por Levi”.
También puede provocar la ya comentada disolución de la marca existente y, ante un
eventual fracaso por la baja calidad o el mal funcionamiento de los nuevos productos,
afectar el posicionamiento esencial de dicha marca.
3. Multimarca
Consiste en desarrollar varios nombres de marca (marcas individuales) dentro de la
misma categoría de productos (como los jabones Limol y Lux, de Unilever, y los aceites
Cocinero y Lira, de Molinos Río de la Plata). Ello permite segmentar mejor el mercado
(porque cada marca sugiere beneficios diferentes para segmentos diferentes) y reducir el
riesgo de que los nuevos productos perjudiquen la imagen de los anteriores, pero a la vez
deja abierta la posibilidad de que las nuevas marcas absorban la cuota de mercado de las
existentes. Algunas compañías emplean la estrategia de rango de marcas, que consiste en
crear marcas múltiples para familias de productos (y no para productos individuales); es el
caso del grupo japonés Matsushita, que fabrica equipos de audio bajo las marcas Technics,
National, Panasonic y Quasar. Y otras empresas integran la estrategia de marca
corporativa (que es la que siguen Mercedes-Benz y Phiplips) con la de marcas
individuales, identificando a sus productos combinadamente (como Nescafé, Nesquik,
Nestum, Fiat Uno, Fiat Duna, Peugeot 405, Peugeot 505, etc.).
4. Marcas nuevas
Las crea una empresa que ingresa en una nueva categoría de productos para la que
considera que ninguna de sus marcas presentes resulta adecuada (como sucedió cuando
Toyota eligió el nombre Lexus para su línea de autos de lujo para ejecutivos, procurando
posicionarse por encima de la imagen tradicional de sus productos). Pero también puede
crear una nueva marca la firma que entiende que su marca actual está muy debilitada, y
adquirir nuevas marcas en nuevas categorías la empresa que compra otra compañía. Con
esta estrategia se corre el riesgo de dispersar recursos en varias marcas en lugar de
concentrarlos en las más rentables.
Reposicionamiento de la marca
Ante el posicionamiento similar de un fuerte competidor o los cambios en las
preferencias de los consumidores, debe analizarse la conveniencia de reposicionar la propia
marca, antes de lanzar una nueva. Ello puede lograrse modificando el producto (como hizo
Presentación
La presentación, definida como el resultado de un conjunto de actividades que
intervienen en el diseño y la producción del recipiente o la envoltura de un producto, suele
englobar un receptáculo primario o envase (como el tubo de una pasta dental), otro
secundario (como la caja de cartón que incluye a la anterior), el paquete de transporte o
embalaje (que sirve para almacenar, identificar y trasladar una o más unidades del
producto), y el rotulado o etiquetado (que es la información impresa que está sobre el
envase o junto a éste).
La presentación surgió para contener y proteger el producto, pero luego se
transformó en una herramienta útil para diferenciarlo (especialmente en el caso de las
bebidas alcohólicas), describir su contenido y venderlo. Para que ésta sea efectiva primero
debe determinarse qué es lo que se pretende que el envase haga por el producto (como por
ejemplo resguardarlo, brindar una nueva forma de utilizarlo, hacer más cómodo su manejo
o sugerir sus cualidades), y luego deben definirse su tamaño, forma, materiales, color y
texto, bajo un marco de coherencia con el resto de la mezcla comercial.
Al igual que lo que sucede con los productos, también deben realizarse pruebas para
comprobar la resistencia, la facilidad de manipulación y la seguridad del envase, la
legibilidad de su escritura, la armonía de sus colores y la conformidad de los consumidores.
El factor seguridad adquirió particular relevancia en los últimos años (sobre todo a partir de
la adulteración de ciertos remedios y alimentos ocurrida en los ochenta), en similar cuantía
que el ecológico, que ha llevado a las empresas a diseñar los empaques de modo que
puedan ser reutilizados, a fabricarlos con materiales reciclables o susceptibles de ser
incinerados y a eliminar aquellos que encarezcan innecesariamente el producto o agoten los
recursos naturales.
Las estrategias de envasado a las que suelen recurrir las empresas, conforme a
Stanton, son:8
Etiquetado o rotulado
Siguiendo una vez más a Stanton, definiremos a la etiqueta como la parte de un
producto que brinda información sobre éste o su vendedor, ya sea en la modalidad de un
simple rótulo adherido al producto o en la de sofisticados gráficos que integran su envase.9
La clase de etiqueta más elemental es la de marca, que consiste en la mera
aplicación de este atributo al producto o a su empaque (como en el caso de algunas frutas y
los balones de fútbol); también existe la etiqueta de grado, que indica la calidad del
producto mediante una palabra, una letra o un número (como ocurre con los paquetes de
harina); y por último la etiqueta descriptiva, que es la que informa sobre distintos aspectos
vinculados con la fabricación, el contenido, el funcionamiento, el uso u otras características
del producto.
Además de cumplir funciones de identificación y descripción, el rotulado utilizado
apropiadamente se convierte en un valioso elemento de comunicación que contribuye a la
venta silenciosa del producto (complementando la labor del envase). Al margen de la
Servicios de apoyo
Son los servicios que agregan valor a los productos tangibles, como un recurso para
lograr una ventaja competitiva. Al igual que lo que sucede con las funciones del producto,
para definir estos servicios se realizan encuestas periódicas a clientes con el objeto de
estimar el valor de las prestaciones ofrecidas y requeridas, y luego se evalúa el costo de
brindarlas.
Marketing de servicios
Las particulares características de los servicios, que los diferencian de los bienes
tangibles, tornan necesaria la aplicación de estrategias específicas para su
comercialización.
Antes de analizar unas y otras definiremos a los servicios, siguiendo a Stanton,
como prestaciones intangibles que constituyen el objeto principal de una operación
concebida para satisfacer a los consumidores.12 Este concepto, que excluye a los servicios
complementarios de los bienes tangibles, abarca una amplia variedad de actividades, como
las que llevan a cabo el Estado, las entidades religiosas, los clubes sociales y deportivos, las
instituciones educativas, los prestadores de servicios públicos y de la salud, los medios de
comunicación, las agencias de publicidad, las compañías de seguros, los hoteles, los
bancos, las inmobiliarias, los salones de belleza, los consultores profesionales y las
empresas de transporte de bienes o personas, comunicaciones, turismo, entretenimiento,
limpieza y reparaciones, entre muchas otras.
Definidos los servicios, pasemos a analizar sus cuatro características distintivas:13
1) Intangibilidad: significa que éstos no se pueden ver, oír, oler, degustar ni tocar
antes de ser adquiridos. Ello conduce a la necesidad de mostrar una prueba o evidencia
física que represente un indicador de su calidad. Así, el arquitecto diseña una atractiva
maqueta, el agente de viajes elabora un ilustrativo folleto, el peluquero decora
cuidadosamente su local y el hotelero viste delicadamente a su personal con el objeto de
“materializar” lo inmaterial como un modo de tranquilizar a sus clientes. Otro mecanismo
para contrarrestar esta peculiaridad de los servicios es hacer especial hincapié en los
beneficios que proporcionan, presentándolos como los mejores satisfactores de las
necesidades que atienden.
2) Inseparabilidad: a diferencia de los objetos físicos, los servicios son
generalmente producidos y consumidos al mismo tiempo, no pudiendo ser separados de las
personas o máquinas que los proveen. Los empleados que los brindan forman parte de ellos
y los consumidores que los reciben afectan el resultado de la prestación (como lógicamente
también lo hacen los primeros), por lo que la interacción entre ambos es un elemento clave
del marketing del sector. Esta característica hace que, por lo común, las percepciones sobre
las cualidades de un servicio se formen a partir del contacto con su proveedor y el ambiente
Para que esta interacción resulte exitosa y en conformidad con los lineamientos de
lo que a su vez se define como marketing interno, dichas compañías deben esmerarse en la
selección y la capacitación de su personal (tanto de contacto directo con el público como de
apoyo de servicio), brindándole la supervisión, las condiciones de trabajo, los recursos y los
incentivos necesarios para asegurar su productividad en un accionar enmarcado por la
orientación al cliente externo y el desempeño en equipo, de modo de lograr, como lógica
consecuencia de la satisfacción de ambos tipos de clientes, las utilidades y el crecimiento
deseados.
Entrando en el terreno de las estrategias específicas del marketing de servicios,
diremos, guiados por Kotler, que las empresas del sector enfrentan el aumento de la
competencia y los costos procurando que sus prestaciones sean diferentes, excelentes y
productivas. Veamos cómo lo consiguen:14
a) Diferenciación del servicio: puede lograrse diseñando una oferta innovadora no
proporcionada por los competidores; brindando una entrega superior a través de un personal
mejor preparado, un entorno físico confortable o un procedimiento más eficiente; y
proyectando una imagen distintiva construida a partir de símbolos o marcas.
b) Excelencia del servicio: tomando como referencia las expectativas de los
consumidores, el nivel de calidad esperado por éstos puede obtenerse estableciendo
estándares elevados (para reducir al máximo los defectos del servicio), compensando las
prestaciones fallidas (mediante reintegros de efectivo u obsequios), otorgando poder
resolutivo a los empleados del área (con los incentivos que los induzcan a reconocer y
solucionar problemas, encontrar sus causas y sugerir mejoras), evaluando periódicamente
su desempeño (con herramientas de control como las encuestas de satisfacción de clientes,
los libros de quejas y reclamos y los clientes incógnito) y proporcionándoles la
retroalimentación necesaria para que conozcan y corrijan sus errores.
Siguiendo el ejemplo de los fabricantes de bienes tangibles, por otra parte, muchas
industrias de servicio se incorporaron al movimiento de gestión de calidad total (o de
control de calidad total), procurando certificar el cumplimiento de las pautas universales
elaboradas por la Organización Internacional de Estandarización (como las normas de las
series ISO 9000 y 14000, sobre sistemas de gestión de calidad y de gestión ambiental,
respectivamente). Cabe señalar que aun cuando no superen la auditoría de certificación del
organismo externo habilitado por esta entidad, las empresas que encaran el trámite de
acreditación de un sistema de garantía de calidad, diseñándolo, documentándolo e
implementándolo, suelen beneficiarse con el aumento de sus ventas, la disminución de sus
costos de operación y la reducción de los reclamos de su clientela.
c) Productividad del servicio: puede alcanzarse intensificando el entrenamiento del
personal en actividad o reemplazándolo por otro mejor calificado, aumentando la cantidad
de prestaciones a expensas de su calidad (lo que no es del todo recomendable) y
automatizando la producción de los servicios por medio de equipos y procedimientos que
ayuden a estandarizarlos (lo que puede afectar la capacidad de innovación de la empresa en
el largo plazo).
resultar atractivo para los consumidores y contar con las características funcionales del
modelo definitivo.
La prueba del producto se realiza para corroborar si el prototipo se adecua al
concepto previamente desarrollado. Se puede concretar: en los puntos de venta, en el
domicilio de los consumidores o en locales específicamente escogidos para ello;
comparando el producto propio con ofertas similares de la competencia (con o sin
identificación de cada alternativa) o sometiéndolo a una evaluación individual; y probando
el nuevo producto durante un tiempo específicamente estipulado o mientras se efectúa su
exhibición. Entre los métodos más modernos para llevar a cabo estas pruebas se halla la
simulación por computadoras.
decide buscar información sobre dicho producto; evaluación, en la que considera si vale o
no la pena probarlo; prueba, en la que procede a consumirlo en pequeña escala para medir
la satisfacción que le proporciona; y adopción, en la que toma la decisión de utilizarlo
regularmente. La gente de marketing debe diseñar estrategias que impulsen a los
consumidores a avanzar a lo largo de estas etapas, evitando que se detengan en las
instancias previas a la adopción anhelada.
Por otra parte, no todas las personas aceptan las innovaciones con la misma
celeridad; lejos de ello, y como puede apreciarse en la figura 6-1, existe una variedad de
adoptadores que van desde los iniciadores o precursores de consumo hasta los remisos que
sólo se suman al final de la ola: así, los primeros en usar con habitualidad un nuevo
producto son los innovadores, que constituyen el 2,5% del conjunto de consumidores que
tarde o temprano lo harán; luego aparecen en forma sucesiva los adoptadores tempranos, la
mayoría temprana, la mayoría tardía y los rezagados, representando, respectivamente, el
13,5%, el 34%, el 34% y el 16% del total de adoptantes.
sean los que más emplean a los vendedores como fuente de información en materia de
consumo. Los integrantes de la mayoría temprana se apoyan mucho en los avisos
publicitarios, los vendedores y las valoraciones de los primeros adoptadores y, aunque
suelen innovar antes que el individuo promedio, raras veces llegan a transformarse en
líderes de opinión. Los individuos de la mayoría tardía son escépticos, incorporan los
nuevos productos impulsados por necesidades económicas o presiones sociales y se
informan primordialmente por los dichos de otros adoptadores tardíos y los miembros del
grupo anterior. Los rezagados, finalmente, tienen una edad más avanzada, pertenecen
mayoritariamente a estratos sociales y económicos muy bajos, están fuertemente aferrados
a las tradiciones y experimentan una resistencia al cambio tan acentuada que suelen aceptar
las innovaciones cuando éstas ya fueron desechadas por los innovadores.
La empresa que lance un nuevo producto deberá identificar el perfil de los pioneros
de consumo con el objeto de diseñar estrategias de marketing específicas para atraerlos,
explotando su propensión a aprovechar las promociones en general.
Cabe destacar, por último, que para ser aceptadas con rapidez las innovaciones
deben ser ventajosas con respecto a las alternativas existentes, congruentes con los valores
y experiencias de los adoptadores, fáciles de entender y utilizar, evaluables en pequeña
escala y comunicables (a través de demostraciones o descripciones).19
en una magnitud significativa. Este proceso puede durar muchos años, como en el caso del
café instantáneo.
3º) Crecimiento: es la etapa en la que el producto experimenta una rápida aceptación
por parte del mercado, con el consecuente incremento de utilidades. Mientras los
adoptadores tempranos continúan comprándolo y son imitados por otros consumidores,
aparecen nuevos competidores y variedades mejoradas del bien ofrecido. Los precios
pueden permanecer estables o reducirse en una proporción muy pequeña y los gastos
promocionales continuar en el nivel anterior o aumentar un poco (dado que se incrementan
los oferentes).
4º) Madurez: en ella se detiene el crecimiento de las ventas debido a que el producto
ya fue aceptado por la mayoría de sus compradores potenciales, se reducen o nivelan las
utilidades como consecuencia de la adopción de medidas para enfrentar a la competencia
(como hacer mayor promoción, rebajar los precios y aumentar el presupuesto de
investigación y desarrollo), y los oferentes más débiles comienzan a retirarse del mercado.
En esta fase, que por lo general dura más que las anteriores, se encuentra la mayoría de los
productos que se ofrecen a los consumidores.
5º) Decadencia: es el período final, en el que las ventas y las utilidades disminuyen
drásticamente (a raíz de los avances tecnológicos, los cambios en los gustos de los
compradores o la acción de la competencia, por ejemplo). Esto puede suceder gradual o
rápidamente, y las ventas pueden caer totalmente a cero o a un nivel muy bajo en el que
permanezcan durante un largo tiempo. En este lapso muchas empresas abandonan el
producto y otras recortan su oferta, desechando los segmentos y canales menos rentables o
reduciendo sus precios y presupuestos de promoción.
No todos los productos siguen el ciclo tal cual ha sido explicado, ya que, entre
diversas posibilidades, éstos pueden desaparecer casi inmediatamente después de ser
introducidos, tener una muy prolongada madurez o incluso reposicionarse durante su
decadencia para volver a crecer. Este concepto sirve para describir clases de productos
(como los autos a nafta), que tienen el ciclo de vida más largo, formas de productos (como
las camionetas), cuyos ciclos suelen seguir el modelo estándar, o marcas específicas, con
ciclos más cortos y cambiantes (según la acción de la competencia y la reacción de cada
empresa).
El ciclo de vida es aplicable también a los estilos, que son modos de expresión
básicos y distintivos (como el de ropa informal o el de etiqueta), las modas, que son los
estilos aceptados masivamente en un momento dado, y las modas pasajeras, que son las
que aparecen y desaparecen con gran rapidez, alcanzando repentinamente un nivel máximo
y cayendo en forma casi inmediata. Los estilos pueden durar mucho tiempo y estar o no de
moda, por lo que sus ciclos de vida experimentan varios períodos en los que el interés por
ellos se renueva.
El empleo del concepto de ciclo de vida para pronosticar las ventas de un producto
se ve limitado por las dificultades para determinar la etapa por la que éste atraviesa, la
oportunidad en que cambia de fase y las causas que ocasionan ese desplazamiento.
Igualmente, se trata de un marco teórico útil para describir la manera en que se
desenvuelven los productos y mercados y para desarrollar estrategias efectivas de
marketing para cada una de las etapas que comprende.20
Notas
1 Braidot, Néstor, Nuevo Marketing Total, Editorial McGraw-Hill, primera edición,
16 Kotler y Armstrong, op. cit., págs. 284-298, y Braidot, op. cit., págs. 113-122.
19 Kotler y Armstrong, op. cit., págs. 159-162, y Stanton, Etzel y Walker, op. cit., págs.
202-204.
20 Kotler y Armstrong, op. cit., págs. 300-301.
Capítulo 7
El precio
Concepto de precio
Para Kotler, “en el sentido más estricto” el precio puede ser considerado como “la cantidad
de dinero que se cobra por un producto o servicio” y, “en términos más amplios”, como “la
suma de los valores que los consumidores dan a cambio de los beneficios de tener o usar el
producto o servicio.1 En una definición más aproximada a la concepción amplia de este
autor, Monroe afirma que “el precio es la cantidad de dinero y servicios (o bienes) que el
comprador intercambia por un surtido de productos y servicios proporcionados por el
vendedor”.2 Se trata del único elemento de la mezcla comercial que genera ganancias, ya
que todos los demás producen costos, y a la vez es uno de los más flexibles ya que, a
diferencia de lo que sucede con las características de los productos y los compromisos que
se asumen en los canales de distribución, se puede modificar con bastante rapidez.
1.2. Maximizar las utilidades actuales: con este objetivo el interés se centra en los
resultados financieros inmediatos más que en el rendimiento a largo plazo. Para conseguirlo
se calculan la demanda y los costos con distintos precios y se adopta el monto que dé la
utilidad superior.
1.3. Liderazgo en participación del mercado: parte del supuesto de que la empresa
que ocupe esta posición tendrá los costos más bajos y las utilidades más altas en el largo
plazo. Para alcanzar esta meta se fijan los precios más bajos posibles.
1.4. Liderazgo en calidad del producto: este objetivo conduce a cobrar un precio
elevado para brindar mayor calidad y financiar los altos costos en investigación y
desarrollo.
Una empresa también podría emplear los precios para lograr objetivos más
específicos, como evitar que ingresen competidores al mercado (para lo cual fijaría precios
bajos) o estabilizar la plaza (para lo que operaría con los mismos precios que la
competencia).
los directivos), y variables, que son los que fluctúan en proporción directa con el nivel de
producción. Los costos totales surgen de sumar los costos fijos y los variables para un nivel
de producción determinado.
b) Costos según los niveles de producción: el costo promedio (medio o unitario)
baja a medida que la producción aumenta, debido a que los costos fijos se distribuyen entre
más unidades. Esto ocurre hasta que la planta se torna ineficiente (situación en la que, por
ejemplo, los operarios deben esperar su turno para utilizar las máquinas, se estorban entre sí
o los equipos se descomponen más a menudo). Para solucionarlo podría modificarse la
planta incorporando maquinaria y procedimientos más eficientes tantas veces como fuera
necesario, pero en algún momento aparecerían las deseconomías de escala (como las
provocadas por el incremento de personal de control o la burocratización de los procesos)
que harían que la curva del costo medio a largo plazo comenzara a subir. La empresa debe
optar por el nivel de producción que garantice el mínimo costo unitario, siempre que la
demanda sea lo suficientemente grande como para absorber la cantidad producida.
c) Costos según la experiencia de producción: la experiencia posibilita la
adaptación de los operarios a la maquinaria, una mejor organización del trabajo y el
hallazgo de equipos y procesos de producción superiores, todo lo cual redunda en un
aumento del volumen producido. Al ocurrir esto, la firma se torna más eficiente y obtiene
economías de escala, con la consecuente reducción del costo medio. Esta disminución
(causada por la acumulación de experiencia de producción) se llama curva de experiencia o
de aprendizaje; para sacarle provecho debe incrementarse la participación de mercado en
los inicios del ciclo de vida del producto, bajando los precios para aumentar las ventas y
reducir los costos como efecto de la mayor experiencia (lo que a su vez hará posible bajar
los precios nuevamente). Pero la fijación de precios en base a esta curva tiene algunos
riesgos: además de suponer que la competencia no intentará recortar sus precios, podría
perjudicar la imagen del producto e incluso aparecer un competidor con una tecnología más
eficiente que le permitiera cobrar precios iniciales más bajos.
mercado industrial puede permitirse a los vendedores negociar con los compradores dentro
de ciertos intervalos (pero siempre bajo la supervisión de la gerencia superior). En
industrias como la aeroespacial, la de trenes y la petrolera, finalmente, suele existir un
departamento de precios que los fija o colabora con otros en su determinación.
Entre los factores externos que influyen en el establecimiento de los precios, Kotler
menciona el mercado y la demanda, la competencia y condicionantes tales como la
situación económica, las reacciones del gobierno y los intermediarios y el efecto social:4
social o por debajo del costo, uno que simplemente lo cubriera, uno que generara ganancias
u otro muy alto que desalentara el consumo. Cuando se trata de un monopolio privado
regulado, el Estado procura autorizar tarifas que brinden un rendimiento justo. Y cuando el
monopolio privado no está regulado, a veces se cobra menos de lo que se podría para evitar
que el gobierno caiga en la tentación de regularlo, para ahuyentar a la competencia o para
penetrar en el mercado con mayor rapidez.
b) Percepciones de precio y valor del consumidor: considerando que el comprador
es quien en definitiva decide si el precio es o no el adecuado, resultará fundamental que la
fijación de su monto contemple la valoración que aquél hace de los beneficios que recibe
del producto. Esto evitará el establecimiento de un precio que, superando el valor percibido
por los consumidores, haga que éstos rechacen el producto; y el de otro que, estando por
debajo de ese valor, le quite al vendedor la oportunidad de obtener mayores ganancias.
c) Análisis de la relación precio-demanda: cada precio que la empresa elige da
lugar a un nivel diferente de demanda. La curva de esta última indica la cantidad de
unidades que el mercado aceptará comprar en un período dado a los distintos precios
posibles. En la mayoría de los casos, la demanda y el precio tienen una relación inversa
(con lo que a medida que aumenta el segundo baja la primera), pero en los bienes de
prestigio, como los perfumes, la curva puede tener una pendiente ascendente (al interpretar
los compradores que el mayor precio es un indicador de una calidad más alta). Al medir la
relación entre estas dos variables supondremos que los precios de los competidores y otros
factores que pueden afectar la demanda, como la publicidad o la promoción, se mantienen
constantes.
d) Elasticidad de la demanda con respecto al precio: se refiere al comportamiento
de la demanda ante los cambios en el precio. Si ésta casi no se modifica con un cambio
pequeño en el precio, se dice que la demanda es inelástica. Si por el contrario se modifica
considerablemente, se dice que ésta es elástica. La elasticidad de la demanda surge de
dividir el porcentaje de cambio en la cantidad demandada por el porcentaje de cambio en el
precio. Cuando la elasticidad es unitaria (es decir, igual a -1) las ganancias totales de la
empresa permanecen en el mismo nivel al variar el precio. Cuanto menos elástica es la
demanda más beneficioso resulta aumentar los precios; y si es más elástica que inelástica
los vendedores suelen bajar los precios buscando incrementar las utilidades, lo que ocurrirá
en la medida en que los costos adicionales por producir y vender más no estén por encima
de las ganancias adicionales.
La demanda se ve menos afectada por los incrementos de precio cuando el producto
es único o su prestigio es alto, cuando es difícil encontrar sustitutos o compararlo con éstos
y cuando el gasto no representa un monto significativo para el nivel de ingresos del
comprador.
Precio de venta = Costo fijo unitario + Costo variable unitario + Utilidad unitaria
Veamos el caso de un fabricante que tiene un costo fijo total de $420.000, un costo
variable de $10 por unidad, una venta estimada de 70.000 unidades y quiere obtener un
20% de utilidad sobre las ventas:
De ello se deduce que el precio de venta puede obtenerse directamente a través del
siguiente cociente:
El gran defecto de este método es que desconoce la demanda del producto y los
precios de la competencia. A pesar de que sólo puede resultar efectivo cuando el precio que
surge de su aplicación origina las ventas esperadas, es muy utilizado debido a que por lo
general es percibido como un modo de cálculo más justo tanto para los compradores como
para los vendedores, a que estos últimos suelen tener menor incertidumbre acerca de los
costos de sus productos que sobre su demanda y a que la aceptación masiva de su uso
puede minimizar la competencia de precios.
Cantidad de equilibrio = Costo fijo total / (Precio de venta – Costo variable unitario)
Si además de cubrir sus costos la empresa desea lograr cierta utilidad, sus ventas
deben superar ese nivel de equilibrio. Una primera debilidad de esta herramienta es que
supone que el costo fijo total y el costo variable unitario permanecen constantes, lo que es
una simplificación teórica que no suele ocurrir en el mundo de los negocios (especialmente
en el largo plazo); y un segundo punto cuestionable es que no contempla la demanda de los
consumidores a diferentes precios, limitándose a indicar la cantidad que debe venderse al
precio fijado para lograr el punto de equilibrio (sin determinar si esa cantidad puede ser
realmente alcanzada).6 Es por ello que, para conducir a la rentabilidad deseada, el método
analizado debe ser completado con la consideración de distintos precios y la estimación de
la cantidad de equilibrio, la demanda esperada y las utilidades resultantes para cada uno de
éstos.
La figura 7-1 muestra un diagrama de equilibrio para el ejemplo expuesto en el
punto anterior, en el que, aplicando la fórmula indicada para obtener el volumen de
equilibrio, éste sería igual a:
condicionados por el precio meta establecido en función del valor percibido por los
clientes. Una modalidad de medición de ese valor consiste en preguntarles a los
consumidores cuánto estarían dispuestos a pagar por un producto básico y por cada
beneficio adicional, lo que podría conducir a la introducción de versiones económicas de
productos de marcas bien posicionadas o al rediseño de la oferta mejorando su calidad o su
precio.
Cuando los productos ofrecidos tienen una escasa diferenciación y se venden bajo
una intensa competencia de precios, muchas empresas siguen una estrategia de “valor
agregado”, consistente en incorporar servicios adicionales para distinguir su oferta en lugar
de adaptarse al precio de sus competidores.
Una importante modalidad del establecimiento de precios en base al valor,
empleada en el comercio minorista, es la de precios bajos siempre; en aplicación de ella,
firmas como Wal-Mart, su máximo exponente, cobran un precio bajo todos los días (lo que
exige mantener costos bajos siempre), sin otorgar u otorgando pocas rebajas de temporada
(lo que se sustenta en el alto costo de las promociones, en el hecho de que éstas le quitan
credibilidad a los precios habituales y en que no atraen a consumidores cada vez más
ocupados e impacientes). La opción opuesta es la fijación de precios altos-bajos, que
implica cobrar precios más caros diariamente pero lanzando promociones frecuentes para
ciertos artículos. Y también existe la alternativa de determinación de precios justos todos
los días, en la que se ofrecen productos diferenciados a un precio más equilibrado, pero con
menos descuentos.7
difícil de medir, situación en la cual las empresas entienden que el precio vigente representa
la sabiduría colectiva de la industria, además de evitar nocivas guerras de precios.
iniciales bajos pueden consolidar la participación en el mercado del innovador hace que
ésta no pueda ser afectada por la competencia futura.11
4. Precios de subproductos
Es la asignación de precios a los subproductos sin valor o de costoso descarte, con
el objeto de hacer más accesible y competitivo el producto principal. En esta estrategia,
recomendable para los productos derivados del petróleo, la carne procesada, las sustancias
químicas, el aserrín de la madera y los desperdicios de los animales (que pueden ser
vendidos como abono), se considera aceptable cualquier precio que supere el costo de
almacenar y entregar los subproductos implicados.
Ajuste de precios
Siguiendo nuevamente a Kotler, desarrollaremos seis estrategias para ajustar los
precios de los productos en función de las características de los consumidores y las
situaciones de compra:14
2. Precios segmentados
La determinación de precios segmentada consiste en vender un producto o servicio
a dos o más precios diferentes, pero por motivos ajenos a su costo. Incluye la fijación de
precios por segmentos de clientes, en la que se cobran montos distintos según la categoría
de los consumidores (como suele acontecer con los estudiantes, los docentes, los
profesionales y los jubilados); la fijación de precios por forma de producto, en la que una
pequeña diferencia entre una versión y otra del bien ofrecido (por ejemplo, dos modelos
distintos de una misma marca de televisores) origina un ajuste de precio que supera la
brecha que hay entre los costos de producir una y otra alternativa; la fijación de precios por
lugar, en la que las tarifas varían según la ubicación del cliente, aunque el costo de brindar
la oferta sea el mismo (como en el caso de las entradas para una cancha de fútbol); y la
fijación de precios por tiempo, en la cual los precios fluctúan según la temporada, el mes, el
día y hasta la hora de la prestación (como pasa con los servicios telefónicos, los centros
vacacionales y los cines).
Para que esta estrategia sea efectiva es necesario que los segmentos en que pueda
dividirse el mercado muestren diferentes niveles de demanda, que quienes paguen menos
no puedan revenderle el producto a quienes paguen más, que los competidores no puedan
cobrarle menos a estos últimos, que el costo de segmentar y vigilar el mercado no supere
las utilidades añadidas en virtud del cobro diferenciado y que éste sea congruente con los
valores percibidos por los consumidores.
3. Precios psicológicos
En la determinación psicológica de los precios las empresas van más allá de las
connotaciones económicas de los respectivos importes. Así, consideran por ejemplo que los
compradores perciben a los automóviles y a los perfumes más caros como productos de
mayor calidad, que cuando aquéllos evalúan la calidad de un bien inspeccionándolo o
reflexionando sobre sus experiencias directas con éste no toman el precio como un
parámetro importante, y que cuando carecen de los datos o conocimientos suficientes para
evaluar su calidad el precio vuelve a ser un indicador decisivo de ella. Otro aspecto
psicológico que contemplan es el de los precios de referencia, que son aquellos que los
compradores constituyen en su mente al registrar los precios actuales, recordar los
anteriores o evaluar las situaciones de compra, y que utilizan como parámetro para juzgar
un bien o un servicio.
Las compañías tratan de influir sobre los precios de referencia exhibiendo el
producto que quieren vender junto a otros más costosos (para provocar una asociación de
estatus), recordando que aquél tenía un precio más alto, mencionando que la competencia
lo vende más caro o sugiriendo un precio de fabricante elevado. Por otra parte, si bien
Kotler destaca que pequeñas diferencias en los montos pueden significar importantes
diferencias en las ofertas, como en el caso de un bien de $199 que podría ser percibido
como más barato e incluso de menor calidad que otro de $200, Stanton señala que las
investigaciones sobre la efectividad de la fijación de precios impares no arrojaron
resultados concluyentes.15
Finalmente, los psicólogos manifiestan que cada dígito tiene cualidades visuales y
simbólicas distintivas (como el número 8, que es redondo, simétrico y transmite una
sensación de calma, y el 7, que tiene una forma angular y provoca un efecto
“discordante”).16
4. Precios promocionales
En la fijación de precios promocionales se establecen transitoriamente los precios de
los productos por debajo de los montos de lista o de su propio costo, buscando impulsar las
ventas en el corto plazo. Abarca los precios carnada, fijados usualmente por los
supermercados para atraer clientes que luego son tentados con productos a precios
normales; los precios de evento especial, consistentes en promociones de temporada (como
las rebajas de enero); las devoluciones de efectivo a quienes compran dentro de cierto plazo;
el financiamiento con bajos intereses; las garantías extendidas; el mantenimiento gratuito y
los descuentos puros. Como efectos negativos de la aplicación reiterada de esta estrategia
se mencionan la posible actitud especuladora de algunos consumidores y el probable
deterioro del valor de la marca.
5. Precios geográficos
Al fijar sus precios, la empresa debe considerar también el costo de enviar los
productos a los clientes. De la alternativa que elija para afrontar sus fletes dependerán los
límites territoriales de su mercado, su capacidad para competir en las distintas áreas que lo
conforman, la ubicación de sus instalaciones productivas y la fuente de sus materias
primas.17 Las opciones con que cuenta son las siguientes:
a) Fijación de precios LAB en el origen: en ella cada consumidor paga el flete que
le corresponde según la distancia recorrida por el producto (es decir, el costo real de
trasladarlo desde la fábrica hasta su destino). Debe su nombre a que el bien a trasladar es
colocado “libre a bordo” de un transporte, a partir de lo cual la propiedad y la
responsabilidad son transferidas al cliente. Si bien es un criterio justo, perjudica a los
compradores establecidos lejos de la fábrica remitente.
b) Fijación de precios de entrega uniforme: consiste en establecer un valor
promedio idéntico como flete para todos los clientes, independientemente de su ubicación.
Si bien se trata de un método que eleva el gasto de quienes se encuentran cerca del punto de
origen, al mismo tiempo puede servir para atraer a los compradores más distantes, es fácil
de administrar y permite anunciar los precios en todo el país.
c) Fijación de precios por zonas: en ella se cobra un flete único a todos los clientes
de una misma zona, sin importar cuán lejos estén situados éstos de la fábrica. Aunque el
precio por zona aumenta en función de las distancias, en el interior de cada demarcación los
compradores ubicados cerca de la fábrica terminan subsidiando los envíos hacia los puntos
más alejados; otra debilidad del método es que fija un flete diferente para consumidores que
a lo mejor se hallan separados por un pequeño trecho, pero a uno y otro lado de la línea que
divide a ambos territorios.
d) Fijación de precios por punto base: consiste en tomar una ciudad como punto de
referencia y calcular el flete real a partir de ella, lo que lógicamente eleva el precio para los
clientes que están cerca de la fábrica y lo reduce para quienes se encuentran próximos al
lugar elegido como base. Para corregir este defecto, algunas empresas establecen varios
puntos de referencia y calculan el flete según el sitio que más le convenga a cada cliente. La
competencia de precios con inclusión de flete desaparecería si todas las compañías eligieran
la misma ciudad como base para la determinación del costo de sus envíos.
e) Fijación de precios por absorción de fletes: aquí el vendedor cubre el total o una
parte del flete con el fin de penetrar en un mercado o subsistir en mercados muy
competitivos. El sustento de su empleo es que el aumento de las ventas que origina hace
bajar los costos unitarios, compensando el mayor gasto de transporte.
6. Precios internacionales
Aunque algunas compañías, como el gigantesco fabricante de aviones Boeing,
establecen un precio internacional uniforme para sus productos, la mayoría de las empresas
que opera en diferentes países varía sus precios según sus objetivos de marketing para cada
mercado, la situación económica y el régimen legal imperantes en ellos, las percepciones de
sus respectivos consumidores, las características de sus sistemas de distribución y
competencia, y, fundamentalmente, los costos implicados. Así, si bien en ciertas ocasiones
los notables aumentos de precios que se dan de un país a otro responden a decisiones
estratégicas de la firma, generalmente éstos son la consecuencia de la acumulación de los
gastos para adaptar el producto, los aranceles e impuestos de importación, las diferencias de
cambio y los mayores costos de transporte, seguros, intermediación y distribución física.
Cambios de precio
Con mucha frecuencia, las empresas se ven ante la necesidad de modificar sus
precios o de responder ante los cambios efectuados por sus competidores. Analizaremos
ambas situaciones.
los productos van a ser sustituidos, a que tienen alguna falla, a que disminuyó su calidad, a
que la fábrica va a cerrar y en adelante será difícil conseguir repuestos, o a que se trata de
una tendencia que se profundizará aun más. Un aumento, como contrapartida, puede ser
percibido como la respuesta ante una intensa demanda que hará que pronto se agote el
producto, como una expresión de su alta calidad o como una estrategia ruin de sus
fabricantes.
d) Reacción de los competidores: ésta suele producirse cuando las empresas
involucradas son pocas, cuando el producto es uniforme y cuando los consumidores están
bien informados. No es algo fácil de prever, debido a que al igual que los compradores, un
competidor puede hacer distintas lecturas sobre un cambio de precios. Cuando los
competidores son varios y responden de diferente manera, la empresa debe analizar las
posibles reacciones de cada uno de ellos; pero si algunos de éstos imitan la modificación,
puede esperarse que los demás sigan su ejemplo.
1. Bajar el precio, pero sin afectar la calidad del producto (lo contrario sería
perjudicial en el largo plazo).
2. Mantener el precio, pero procurando aumentar el valor percibido del producto (a
través de las comunicaciones de marketing).
3. Mantener el precio del producto e introducir una nueva marca más cara.
4. Mejorar la calidad real del producto y aumentar su precio.
5. Agregar artículos más baratos a la línea.
6. Lanzar una “marca de combate” a un precio inferior.19
Notas
1 Kotler, Philip y Gary Armstrong, Marketing, Editorial Prentice Hall, octava edición,
1992, pág. 8.
3 Kotler y Armstrong, op. cit., págs. 317-324.
Capítulo 8
La plaza
minoristas o con los consumidores, cuando los productores objetan que los mayoristas no
promocionan adecuadamente sus productos y que su servicio de almacenamiento es
insuficiente, o cuando los mayoristas reclaman que los fabricantes demoran demasiado sus
entregas. Algunos de estos conflictos pueden generar competitividad, al movilizar a los
intermediarios e impulsar la innovación.
sin marca propia; y también hacia adelante, como en el de los fabricantes que absorben a
uno o más eslabones de la cadena de distribución.6
2. Contractuales: son aquellos en los que la coordinación de las tareas y el control
de los conflictos se obtienen a través de acuerdos formales entre los distintos miembros del
canal. Se subdividen en:
2.1. Cooperativas de minoristas: son definidas por Braidot como “agrupaciones de
minoristas independientes que aportan sus recursos y experiencia para conseguir poder de
negociación en compras por grandes volúmenes, realizadas directamente al fabricante”.7
2.2. Cadenas voluntarias patrocinadas por mayoristas: son asociaciones similares a
las de la categoría anterior, pero cuyo convenio de abastecimiento se celebra con el
mayorista patrocinante.
2.3. Franquicias: se originan cuando un fabricante o un productor (franquiciador) le
otorga el derecho de explotar un comercio o marca dentro de cierto territorio a un
intermediario (franquiciado), siguiendo las normas definidas por aquél y operando bajo su
supervisión y control. Ayudan a minimizar los costos de montaje y gestión, a desarrollar el
mercado y a expandir la marca, constituyendo el vínculo ideal entre los grandes capitales y
las pequeñas y medianas empresas (que compran una fórmula de éxito, se ahorran los
costos y riesgos de lanzar productos desconocidos, obtienen economías de escala en las
compras al por mayor hechas por los franquiciadores y cuentan con asesoramiento directo
permanente). Como desventajas de esta modalidad contractual puede citarse que los
franquiciadores pierden parte del control, que es factible que los franquiciados no cumplan
los requisitos de calidad exigidos y que los acuerdos no siempre son beneficiosos para estos
últimos.8 De acuerdo a Kotler, las franquicias pueden ser:
2.3.1. Franquicia minorista patrocinada por el fabricante: como en el caso de
BMW y Shell.
2.3.2. Franquicia mayorista patrocinada por el fabricante: como en el caso de Coca
Cola, que les proporciona su concentrado a los mayoristas embotelladores para que
“fabriquen” y vendan sus refrescos a los minoristas.
2.3.3. Franquicia minorista patrocinada por una empresa de servicios: como en el
caso de Hertz, Avis, McDonald’s, Burger King y Holiday Inn.
los intermediarios tendrían que realizar por ella. De esta suerte, un negocio con finanzas
adecuadas podría constituir su propio equipo de ventas, otorgar créditos o almacenar sus
productos, mientras que una compañía financieramente débil tendría que apoyarse en
terceros que pudieran hacerlo en su lugar. Bajo la misma línea argumental, los
intermediarios deben ser elegidos en función de su capacidad para asumir las tareas que se
requiere de ellos (sin soslayar su predisposición para desarrollarlas con la dedicación
pretendida).
Con respecto a la competencia, los fabricantes pueden preferir ofrecer sus productos
en los mismos puntos de venta que sus competidores o cerca de éstos (como Sony,
Panasonic y Philips, que compiten en los mismos comercios, o Burger King, que quiere
estar cerca de McDonald’s, y Pizzaland, que quiere situarse cerca de Pizza Hut); o bien
evitar los canales empleados por sus competidores (como en el caso de Avon, que optó por
la venta a domicilio).
Las características contextuales, como las condiciones económicas y la normativa
legal, limitan también las posibilidades de diseño de los canales. Así, por ejemplo, en
épocas de recesión los fabricantes procuran distribuir sus productos a través de canales más
cortos, suprimiendo los servicios innecesarios con el fin de abaratar los precios de los
bienes; y la legislación, entre otras disposiciones que regulan la intermediación, impide los
acuerdos que entrañen la reducción o la eliminación de la competencia.
Finalmente, es importante resaltar que cuando los destinatarios de los productos
ofrecidos son numerosos o están muy dispersos, los fabricantes deben pensar en una cadena
de distribución más extensa.
b. Canales indirectos:
En esta clase de canales aparecen los intermediarios, que para Kotler pueden ser
agrupados en comerciantes, brokers y agentes y otros intermediarios:
jobbers o mayoristas de estanterías, que trabajan con mercaderías tales como papelería,
libros, revistas, juguetes, artículos de ferretería y productos hogareños, alimenticios, de
higiene y belleza, cargándolos hasta los negocios de los minoristas que los reciben en
consignación y ocupándose de su exhibición, conservación e inventario (además de otorgar
financiación); a las cadenas cooperativas de productores, que reúnen a agricultores que
venden conjuntamente su producción (en ocasiones en los mercados locales y dotándola de
una marca concreta); y por último, a los mayoristas de venta por correo, quienes venden a
través de catálogos (mayoritariamente a empresas situadas en lugares muy retirados) y
otorgan descuentos por compras importantes.
1.2. Minoristas: se los conoce también como detallistas o vendedores al por menor,
y al igual que los mayoristas pueden ser clasificados en función de los servicios y las líneas
que ofrecen. En consideración de los primeros (que fluctúan conforme al tipo de producto y
por ende a los requerimientos de los clientes), encontramos las siguientes clases:
1.2.1. Minoristas de autoservicio: venden a consumidores dispuestos a realizar un
importante esfuerzo de búsqueda y comparación de productos en aras de conseguir mejores
precios (es el caso de los supermercados y de las tiendas de conveniencia y de descuento).
1.2.2. Minoristas de servicio limitado: venden productos más variados (por lo que
están expuestos a una mayor demanda de información por parte de los compradores),
otorgan créditos y aceptan devoluciones, todo lo cual hace que sus precios suban. Un
ejemplo son los grandes almacenes.
1.2.3. Minoristas de servicio completo: ofrecen productos más sofisticados y de
venta más lenta, como las máquinas fotográficas, las joyas y la ropa de moda (es el caso de
las tiendas especializadas y los grandes almacenes de alto nivel, que colaboran con los
clientes durante todo el proceso de compra, cobrando por lo tanto precios más elevados).
Según la cantidad y la variedad de las líneas ofrecidas, hallamos a su vez a los
siguientes minoristas:
1.2.4. Tiendas especializadas: venden unos pocos productos de alta calidad (como
ropa deportiva, muebles, artículos electrónicos, libros, cosméticos, joyas, flores y juguetes),
con una gran variedad de modelos y precios. Se caracterizan por su buena ubicación, el
excelente servicio que brindan y la facilidad con que los clientes pueden entrar y salir de
sus locales.
distribuir un producto con exclusividad en sus respectivos territorios (como por ejemplo
ocurre con las marcas Rolls Royce, Georgio Armani, Hugo Boss y Christian Dior). Este
tipo de distribución es ideal cuando resulta indispensable el apoyo del canal para que se
venda el producto, cuando se requiere que el minorista mantenga existencias importantes o
cuando el distribuidor debe suministrar la instalación o algún servicio de reparación. Como
ventajas, asegura un fuerte apoyo de los distribuidores, la fijación de precios más altos, el
sostenimiento de una buena imagen de marca y un mayor control sobre los precios que se
cobran, la promoción que se efectúa y la financiación y los servicios que se brindan. Pero
también se trata de una modalidad que puede perjudicar mucho al fabricante cuando éste se
equivoca en su elección.
3. Distribución selectiva: consiste en la utilización de más de un intermediario,
pero no de todos los que pudieran tener interés en distribuir los productos del fabricante.
Esta alternativa, que es la seguida por Philips, Whirlpool, Braun, Electrolux y Hoove, es la
más recomendable para artículos de compra ocasional (como electrodomésticos, equipos de
oficina y perfumes) y suele ser adoptada cuando se necesita cierta colaboración del canal
para compartir las tareas de promoción y venta. Como grandes ventajas, permite un mayor
control y demanda menores costos que la distribución intensiva, además de proporcionar
una aceptable cobertura de mercado.
Shopping Center
Es una expresión inglesa que significa “centro comercial”. El shopping se diferencia
sustancialmente de la galería comercial en que, a pesar de que en ambos casos existe un
vínculo locativo entre el dueño del inmueble y los comerciantes que alquilan un espacio, el
propietario del shopping también lo es de la clientela. Se caracteriza por contar con una
arquitectura moderna y atractiva que permite la circulación masiva con comodidad y un
negocio ancla que atrae consumidores hacia los restantes locales. Como otros elementos
distintivos, constituye un paseo de compras en familia, lo novedoso hace a su esencia y
apunta a transformarse en un punto de encuentro de sus mercados objetivo. Con relación a
las cuestiones instrumentales, los inquilinos suelen firmar un contrato de adhesión en el que
el precio incluye un monto mínimo (conocido como Valor Mensual Actualizable) y una
suma variable en función de su facturación bruta; también suele preverse el derecho del
locador de controlar la calidad del servicio prestado por aquéllos, la constitución de un
fondo de promociones conjuntas, la prohibición de vender artículos usados (con excepción
de objetos de arte y antigüedades) y la imposibilidad de fijar precios superiores a los de las
casas centrales o sucursales de los locatarios.
Merchandising
Si bien el merchandising es esencialmente “comunicación en el punto de venta”,
también comprende la gestión de los espacios y del surtido del establecimiento (en cuanto a
la amplitud y la profundidad de la mezcla de productos), y la generación tanto de acciones
promocionales como de un clima agradable en su interior. Estas actividades aumentaron en
los últimos tiempos debido a la fuerte competencia en el sector minorista y a la
impuestos y seguros, los costos del capital y las amortizaciones y la obsolescencia de los
bienes).24 En los últimos años, muchas empresas han reducido sus existencias y
consecuentemente los costos de almacenamiento mediante los sistemas de producción y
distribución just-in-time (JIT), en virtud de los cuales –como ya mencionamos- los
productos llegan a la fábrica o al punto de venta en el momento exacto en que se los
necesita (lo que requiere previsiones precisas y entregas rápidas, frecuentes y flexibles).25
Como lo ilustra claramente Braidot, para garantizar que ese abastecimiento se efectúe sin
interrupciones ni demoras, el proveedor de los materiales, materias primas, productos
semielaborados o productos terminados debe tener conectados sus procesos productivos y
administrativos con los del proveído.26
4.4. Canalizaciones: se usan para enviar petróleo, gas natural y productos químicos
desde el sitio de origen hasta sus mercados, a un costo muy económico. Su mayor debilidad
es su baja disponibilidad, debido al escaso número de puntos geográficos que cubren. A
menudo, los conductos son construidos por los mismos dueños de los productos
transportados.
4.5. Vía aérea: suele emplearse para el envío de productos de bajo volumen y alto
valor (como los instrumentos técnicos de precisión y las joyas), o perecederos (como el
pescado fresco y las flores sin raíz). Si bien es un medio muy caro, constituye el transporte
ideal cuando se busca celeridad o se desea alcanzar un mercado alejado.
la demanda, en los que el fabricante produce y repone el inventario a medida que le llegan
los requerimientos (con lo que el disparador de la producción pasa a ser el propio cliente).
En aplicación de este tipo de sistemas, por ejemplo, los japoneses recogen pedidos de autos,
los fabrican y los envían en cuatro días, y Benetton utiliza tintura gris para sus prendas, de
modo de poder repintarlas rápidamente con los colores de moda de cada temporada (en vez
de tratar de intuir cuáles son los que querrán los consumidores). Otra tendencia en boga es
la contratación de compañías especializadas en la gestión de la logística integrada, en aras
de aprovechar su mayor eficiencia y poder dedicarle más tiempo al negocio prioritario.28
Notas
1 Kotler, Philip; Gary Armstrong y otros, Introducción al Marketing, Editorial Prentice
8 Braidot, op. cit., pág. 165, y Kotler, Armstrong y otros, op. cit., pág. 405.
12 Braidot, op. cit., págs. 173-175, y Kotler, Armstrong y otros, op. cit., pág. 419.
21 Braidot, op. cit., pág. 188, y Kotler, Armstrong y otros, op. cit., pág. 425.
22 Braidot, op. cit., pág. 190, y Kotler, Armstrong y otros, op. cit., pág. 425.
27 Braidot, op. cit., pág. 193, y Kotler, Armstrong y otros, op. cit., pág. 427-428.
28 Kotler y Armstrong, op. cit., págs. 407-411, y Kotler, Armstrong y otros, op. cit., págs.
430-432.
Capítulo 9
La promoción
El proceso de comunicación
Los avances en materia de comunicación interactiva pusieron al alcance de las empresas los
medios más modernos y eficaces para contactarse con sus clientes. Si bien la tecnología les
allana el camino para llegar a sus mercados objetivo y para que éstos lleguen hacia ellas, la
real utilidad de los contactos entablados depende de las habilidades comunicativas de
quienes los concretan. Por esta razón, el desarrollo teórico de las distintas herramientas de
la mezcla promocional o de comunicaciones de marketing no puede partir sino del análisis
de un modelo de comunicación, en aras de comprender su funcionamiento para aprovechar
mejor los múltiples medios y técnicas disponibles para alcanzar a los consumidores.
Comencemos entonces definiendo a la comunicación como un proceso dinámico en el que
intervienen diversos elementos que actúan influyéndose recíprocamente: el emisor, la
codificación, el mensaje, los medios, la decodificación, el receptor, la respuesta, la
retroalimentación y el ruido que lo enturbia. Veamos en qué consiste cada uno de ellos:1
a) Emisor: también llamado fuente, es quien intenta comunicarse.
b) Codificación: ejercida por el emisor, es la acción de darles a las ideas una forma
simbólica. Debe realizarse procurando que los códigos elegidos estén dentro del marco de
referencias y del campo de experiencias de aquél al que están destinados.
c) Mensaje: es el conjunto de símbolos a transmitir.
d) Medios: son los canales a través de los cuales se produce la transmisión.
e) Decodificación: es el proceso de interpretar los símbolos codificados; lo lleva a
cabo el receptor.
f) Receptor: es el destinatario de lo transmitido.
g) Respuesta: es la reacción del receptor ante el mensaje; en términos de marketing,
ésta podría consistir, por ejemplo, en mostrar indiferencia hacia el producto promocionado,
interesarse por reunir mayor información sobre él, recomendárselo a terceros o adquirirlo.
h) Retroalimentación: es la parte de la respuesta que se comunica al emisor, ya sea
que esto surja del receptor (como cuando llama por teléfono para obtener la información
requerida o envía una carta para elogiar o criticar el producto o su anuncio), o del propio
comunicador (como cuando contacta al receptor para preguntarle qué recuerda u opina de
ese aviso).
i) Ruido: es la interferencia que afecta la comunicación, provocando la recepción
distorsionada del mensaje. Los ruidos o barreras que perturban el proceso abordado pueden
deberse a distintas causas, siendo las más comunes: la codificación inadecuada (por la
utilización de símbolos desconocidos por el receptor, que a lo mejor no conoce el idioma,
pertenece a otra cultura o tiene vivencias muy diferentes a las del emisor), la incapacidad de
los receptores sensoriales del destinatario (que puede tener, por ejemplo, cierta dificultad
para leer o escuchar), la escasa claridad o la baja intensidad de los estímulos emitidos (que
pueden ser demasiado difusos, débiles o fugaces para ser captados conscientemente) y la
falta de concentración o la conducta prejuiciosa del receptor (que puede tener
preocupaciones personales, estar situado en un ambiente que lo altere o simplemente tener
una actitud muy definida con respecto al tema objeto de la transmisión).
El modelo desarrollado resulta muy orientador para quien debe diseñar un programa
de comunicaciones de marketing, por cuanto le hace ver que necesita: definir a quiénes
quiere llegar y qué quiere obtener de ellos, elaborar anuncios que éstos puedan entender,
elegir los medios de comunicación a los que éstos se encuentren expuestos, escoger las
fuentes más capacitadas para convencerlos y prever formas de retroalimentación para
conocer y evaluar sus respuestas.
ejerce sobre las compras importantes, muchas compañías tratan de controlarla contratando
personajes clave (como dirigentes, periodistas o celebridades nacionales o locales) para que
opinen a su favor. En los canales no personales, en cambio, la comunicación es indirecta y
se da a través de los medios masivos de comunicación, del ambiente físico o “atmósfera”
que diseña la empresa y de los sucesos o acontecimientos que ésta produce deliberadamente
para influir sobre los consumidores meta (como cualquiera de las actividades rutinarias de
relaciones públicas).
(inserts), entregados en los puntos de venta (folletos “take one” o “tome uno”) o arrojados
bajo puerta (“buzoneo”), siempre que su instrumentación prevea la generación de un
vínculo con el posible comprador (lo que hace a la esencia de esta herramienta).
La promoción de ventas incluye los incentivos de corto plazo que se implementan
con el fin de alentar la compra o la venta de un producto; dependiendo de hacia quién esté
orientada, Kotler distingue tres clases de ella:
a) Promoción de consumo: es la que, dirigiéndose a los compradores finales, se
emplea para conservarlos recompensando su lealtad, venderles grandes cantidades de un
producto maduro, incentivarlos para que prueben un nuevo producto o alejarlos de los
productos de la competencia. Entre las modalidades más usuales de promoción para
consumidores, encontramos las siguientes:
- Muestras: son pequeñas cantidades de un producto que se proporcionan en forma
gratuita o a un precio mínimo que compensa su costo; pueden entregarse de puerta en
puerta, por correo, en un establecimiento comercial, adosadas a otros productos o como
parte de un anuncio publicitario.
- Cupones de descuento: son certificados de rebaja que pueden ser utilizados al
momento de comprar los productos promocionados; pueden entregarse por correo, a través
de insertos independientes en medios gráficos o de anuncios incluidos en éstos, mediante
servicios en línea, por internet o en los puntos de venta (incluso sin que se materialicen a
través de un papel, concediendo descuentos personalizados en las cajas de los negocios).
- Ofertas de reembolso de efectivo: se distinguen de los anteriores en que la rebaja
se otorga después la compra, lo cual obliga al consumidor a remitir una prueba de la
adquisición y a esperar el envío del importe descontado. El ejemplo más común es el de las
promesas de devolución sujetas a hechos eventuales, como la ubicación final de un equipo
de fútbol en la tabla de posiciones de determinado campeonato.
- Paquetes de precio global: son descuentos que se hacen por la compra de más de
una unidad del mismo producto (es decir, del tipo “pague dos y lleve tres”) o de dos
productos relacionados (como un champú y un acondicionador). En ambos casos el precio
que se exhibe en la etiqueta o el envase es el rebajado, lo que explica su denominación
alternativa de “ofertas con descuento incluido”.
alternativas de promoción de consumo también pueden ser utilizadas para incentivar a los
intermediarios).
c) Promoción de negocios: es aquella que, apuntando a los clientes industriales y a
los vendedores, si bien emplea muchas de las herramientas de los grupos anteriores cuenta
con tres modalidades específicas de gran importancia y utilización: las convenciones y
exposiciones del ramo, los concursos de ventas y las reuniones de ventas. En el primer caso
se trata de encuentros y ferias de empresas y asociaciones de un mismo rubro que se
organizan para: comunicarse con los clientes, proporcionarles información y venderles más
de lo que ya están comprando, conseguir nuevos clientes, generar más contactos
comerciales e introducir nuevos productos. Los concursos de ventas, por su parte,
incentivan a los vendedores a mejorar su rendimiento en función de objetivos cuantificables
y alcanzables, bajo la promesa de otorgarles recompensas especiales (como dinero, viajes y
otros premios). Y las reuniones de ventas son actividades sociales que contribuyen a la
integración de los vendedores y al intercambio productivo de opiniones entre éstos y el
personal jerárquico de la empresa.
La publicidad es cualquier forma pagada de presentación no personal de productos,
que un patrocinador identificado lleva a cabo con fines informativos, persuasivos o
recordatorios. Los principales tipos de medios de comunicación que emplea son la
televisión, la radio, los diarios, las revistas, el correo directo, los carteles y letreros en la vía
pública y en el exterior o el interior de los medios de transporte (y sus estaciones o
terminales), los servicios comerciales en línea, internet y el cine. A diferencia de lo que
ocurre en el marketing directo, los mensajes publicitarios no son personalizados, no
requieren respuestas inmediatas ni persiguen la generación de vínculos individuales (al
menos como propósito esencial).
La venta personal, finalmente, consiste en una presentación oral que hace la fuerza
de ventas de la empresa con el fin de vender y establecer relaciones con los compradores.
Asume tres modalidades: la venta de mostrador, que consiste en una simple entrega de
pedidos; la venta misionera, que como en el caso de los visitadores médicos se limita a
brindar información sobre los productos o servicios para generar actitudes positivas hacia
éstos; y la venta creativa, que es la que comprende la búsqueda de clientes para obtener
pedidos.
parámetro para establecer el porcentaje de cálculo a aplicar y considera a las ventas como la
causa de la promoción y no como su consecuencia (lo que puede provocar que el
presupuesto del área disminuya cuando más se lo necesite, es decir, cuando las ventas
bajen).
b) Método residual: es aquel que afecta a las actividades promocionales una porción
de los fondos resultantes de restarles los gastos operativos y de capital a las ganancias
totales de la empresa. Como principal aporte, evita gastar más de lo que se dispone, lo que
lo torna en una alternativa atractiva para las compañías de menores recursos; pero como
contrapartida, subestima la efectividad de la promoción, no la considera una inversión
prioritaria, suele asignarle menos dinero del necesario y no contribuye a la planeación a
largo plazo (ya que genera presupuestos anuales inciertos).
c) Método de la paridad competitiva: consiste en destinar a la promoción la misma
suma que los competidores, para lo cual se requiere realizar un seguimiento de sus
comunicaciones de marketing o estimar un promedio de los gastos de la industria a partir de
los datos brindados por publicaciones y entidades del sector. Se trata de un método
deficiente que no puede sostener ninguno de los dos argumentos en los que se apoya: su
utilidad para evitar guerras de promoción y la sabiduría colectiva de la industria, ya que
además de no existir garantías con respecto a lo primero, los competidores pueden tener
objetivos y estrategias de marketing completamente diferentes a los de la empresa y el
mismo nivel de desconocimiento que ésta acerca de cómo fijar ese presupuesto.
d) Método de objetivos y tareas: también conocido como método progresivo,
consiste en definir las metas específicas del programa promocional, determinar las tareas
necesarias para alcanzarlas, estimar el costo de cada una de ellas y sumarlo para obtener el
presupuesto final. Este camino resulta tan racional como complicado, dado que no siempre
es fácil establecer anticipadamente las tareas que conducirán al cumplimiento de cada
objetivo ni las erogaciones que demandará su ejecución.
de bienes y servicios industriales y tanto más eficaz cuanto mayor es el nivel de instrucción
del mercado meta; y el indirecto o periférico, que por el contrario recurre a claves
simbólicas en su afán por despertar las emociones de los receptores (como por ejemplo, la
imagen de una familia protegida por un paraguas con el logotipo de una compañía de
seguros).
La alternativa preferida por algunos teóricos del marketing y utilizada cada vez con
más frecuencia por muchas empresas, es la que combina atractivos racionales y emotivos
en aras de aprovechar los beneficios de unos y otros. Es importante señalar que las
emociones a despertar pueden ser tanto positivas como negativas; para activar las primeras
usualmente se apela a contenidos asociados con el amor, el orgullo, el humor y el sexo,
mientras que para encender las segundas son frecuentes los vinculados con el temor, la
culpa y la vergüenza, y más esporádicos los provocativos y los enmarcados bajo el rótulo
de “publicidad de agonía”. Del humor se dice que es muy útil para llamar la atención, que
es más efectivo cuando es aplicado como contraste (es decir, en anuncios colocados entre
artículos o programas sin contenido humorístico) y que su target (o blanco) ideal son las
personas jóvenes y educadas que pertenecen a los estratos sociales más altos; pero al mismo
tiempo se menciona que puede afectar la comprensión general del mensaje, que tiene poca
vida útil (por la imposibilidad de hacer reír indefinidamente con el mismo aviso) y que no
es recomendable para productos que puedan afectar a la audiencia (como los servicios de
sepelio).8
Con respecto al sexo, se afirma que si bien es un buen instrumento para llamar la
atención y puede persuadir en la medida en que haya una razón funcional para emplearlo
(como en el caso de la modelo que promociona una bikini), puede enturbiar profundamente
la comunicación perjudicando la comprensión del mensaje y el recuerdo de marcas
(especialmente en los hombres, para los que la sensualidad guarda una relación directa con
la desnudez, y en menor medida en las mujeres, para las que un aviso es tanto más sensual
cuanto más romántico es su contenido).9
En relación con el temor, dado que la gente tiende a negarse a aceptar la
información contraria a las propias actitudes (como ocurre con los fumadores que están
convencidos de que el cigarrillo no les produce daño), se suele aconsejar que la alarma a
infundir sea lo suficientemente atemperada como para evitar el rechazo total del mensaje;
las imágenes como en el manejo del lenguaje corporal y la apariencia personal de los
modelos y presentadores.
Otro tema importante es la posibilidad de captar la atención del receptor influyendo
sobre sus expectativas a través del formato, lo que en el ámbito publicitario suele
conseguirse recurriendo a las siguientes herramientas:16
1. Técnica del contraste: consiste en emplear estímulos que contrasten con su
circunstancia, procurando sorprender al consumidor para facilitar el ingreso del mensaje a
su pantalla perceptiva. Son ejemplos los avisos impresos que contienen grandes espacios en
blanco o inscripciones con letras blancas sobre un fondo negro, los televisivos o
radiofónicos que incluyen cierto lapso de silencio en su inicio y los comerciales largos
emitidos en medio de una tanda de anuncios cortos.
2. Técnica de la misma línea: en oposición a la anterior, consiste en llamar la
atención mediante un formato similar al del contexto en el que el mensaje es transmitido;
sería el caso del aviso de un periódico que se asemejara a un artículo noticioso, el de un
spot humorístico que fuera proyectado durante el intervalo de una comedia y el de un
comercial de televisores que mostrara imágenes de goles en el entretiempo de un partido de
fútbol.
3. Técnica del conflicto agudo con las expectativas: consiste en agudizar cuanto sea
posible -dentro de lo aceptable y conveniente- la diferencia entre el contenido esperado de
un anuncio y el que se le otorga al diseñarlo. La inclusión de una modelo desnuda en el
extremo de una fila de señoritas, la fotografía de una mujer afeitándose y los textos con
errores de ortografía serían ejemplos del empleo de esta técnica que, al igual que las
anteriores, debe cuidar que el formato elegido para su aplicación no produzca ruidos que
distorsionen la comunicación u ocasionen el rechazo del mensaje que se desea transmitir.
El último aspecto que consideraremos sobre el formato está relacionado con tres principios
de la organización perceptiva de la Gestalt, cuyo conocimiento nos brindará patrones
adicionales para el diseño del mensaje promocional; ellos son:17
a) Figura y fondo: influenciadas por sus experiencias de aprendizaje, expectativas y
motivaciones, las personas tienden a organizar sus percepciones en relaciones de figura y
fondo, donde la primera es lo dominante y lo definido y el segundo lo subordinado y lo
difuso. Los diseñadores deben evitar que se confundan los roles de estos dos elementos en
sus anuncios, lo que ocurriría por ejemplo si la música o determinadas imágenes (como las
del cuerpo de una modelo muy sensual) opacaran el producto, o si las letras blancas
empleadas para provocar el efecto de contraste fueran percibidas como el fondo de una
página negra que se transformara en figura.
b) Agrupamiento: la gente tiende también a agrupar los estímulos automáticamente
para formarse una impresión unificada, lo que a su vez le permite aprenderlos y recordarlos
con más facilidad (como cuando por ejemplo se memorizan de a tres los números del
documento de identidad). Conocer este principio lleva a los publicistas a elaborar avisos
que induzcan a asociar (o a agrupar) significados, de modo que los consumidores
relacionen los productos promovidos con las sensaciones teatralizadas en aquéllos; de esta
forma, un comercial que mostrase por ejemplo a un hombre conduciendo cierto automóvil
con una bella mujer a su lado, podría inducir al mercado objetivo a relacionar la atracción
sexual con el vehículo anunciado.
c) Cierre: los individuos tienden a organizar los estímulos que reciben de manera
que constituyan una representación acabada; de esta suerte, completan consciente o
inconscientemente las piezas faltantes (como cuando reconocen una palabra a pesar de que
ésta no contenga todas sus letras) y experimentan tensión ante una tarea inconclusa y alivio
ante su terminación. En materia de comunicación, se ha comprobado que la exposición a la
primera parte de un mensaje despierta el interés por conocer el resto y mejora el recuerdo
de lo percibido hasta allí, mientras que la participación del receptor en la conclusión de
mensajes que plantean interrogantes que éste debe responder, lo involucra más a fondo con
su contenido. En conocimiento de ello se diseñan avisos de este tipo y otros que incluyen
frases como “mañana lo sabrá” o “conozca la respuesta en la página siguiente”, se
interrumpe deliberadamente la letra de los jingles publicitarios con el objeto de que el
consumidor la continúe y, entre otras tantas formas de aplicación de este principio, se
emiten avisos en televisión que luego son repetidos en radio con la expectativa de que el
oyente complete mentalmente las imágenes que percibió con anterioridad.
creativas, asociación del producto con el malestar del auditorio (por incomodidad o prisa) y
escasa jerarquía del medio (principales desventajas).
- En línea: inmediatez, interactividad, alta selectividad y bajo costo (principales
ventajas); alcance limitado, impacto relativamente reducido e imposibilidad de controlar la
exposición (principales desventajas).
- Cine: alta selectividad de público, escasa competencia de anuncios, elevado nivel
de recuerdo, proximidad con respecto a los centros comerciales y bajos costos absolutos y
relativos en cines locales (principales ventajas); rechazo del auditorio (que puede
proyectarse hacia el producto) y altos costos en anuncios de exposición nacional
(principales desventajas).
3º) Elegir los vehículos o vías concretas de comunicación: consiste en optar, bajo
los mismos parámetros utilizados para seleccionar los tipos generales de medios de
difusión, por el o los medios específicos a través de los cuales se desarrollará la campaña
publicitaria (como podrían ser por ejemplo un programa de televisión, un diario o una
revista en particular). Cabe aclarar que al analizarse el costo de los distintos medios, no
sólo deben contemplarse las respectivas tarifas de tiempos y espacios sino también los
gastos de producción de los mensajes comprendidos (que son mucho más caros cuando el
medio elegido es la televisión).
4º) Decidir los tiempos de la comunicación: involucra determinar cómo se va a
programar la publicidad a lo largo del año, es decir, si ésta variará o no en función de la
eventual estacionalidad del producto promovido, y si lo hará, definir si seguirá o se opondrá
a la tendencia de temporada. También implica establecer si los avisos serán pautados a
intervalos regulares dentro de determinados períodos (lo que se conoce como
“continuidad”, suele acarrear mayores costos y es conveniente para promocionar productos
que se consumen de manera continua), o irregulares (lo que se denomina “pulsación” y
suele consistir en la contratación de una pauta breve pero intensa con la expectativa de
generar un nivel de conciencia que dure hasta el período siguiente).
interrelacionada. Esta dificultad se agrava por el hecho de que no siempre los anuncios
persiguen el fin de producir ventas inmediatas, e incluso algunos de ellos generan efectos
recién después de transcurrido cierto tiempo.
Por otra parte, en numerosas situaciones ni siquiera los propios consumidores están
en condiciones de reconocer el momento ni la intensidad de la influencia de un aviso
comercial sobre su comportamiento de compra. Impulsadas por la necesidad de ponderar la
pertinencia del gasto publicitario, las empresas realizan igualmente esa evaluación,
recurriendo tanto a métodos directos como indirectos. Los segundos procuran medir la
efectividad del mensaje para comunicar lo pretendido y suelen aplicarse mientras se está
desarrollando una campaña publicitaria o una vez que ésta ha finalizado. Entre las pruebas
más utilizadas con ese fin aparecen las de preferencia, que buscan descubrir si los avisos
llevaron a los consumidores hacia esta etapa de preparación para la compra, y las de
recuerdo, que a su vez incluyen las de reconocimiento (de anuncios que le son mostrados al
encuestado), de recuerdo orientado (por la mención de la marca publicitada) y de recuerdo
no orientado (en las que sólo se menciona la categoría a la que pertenece el producto
promovido).
Pero muchas empresas tienen la precaución de evaluar también la capacidad
comunicativa potencial del mensaje, constatando su eficacia antes de difundirlo
masivamente; para ello suelen emplear pruebas que intentan averiguar si los anuncios
agradan y generan conciencia y conocimiento en los consumidores, o bien preferencia
(como en el caso de las mediciones teatrales de persuasión, que consisten en indagar las
inclinaciones de marca de un auditorio antes y después de mostrarle una película con cortes
publicitarios).
Los métodos directos, en cambio, apuntan a evaluar sin rodeos la influencia que la
publicidad ejerce sobre las ventas, siguiendo caminos tales como: confrontar lo vendido
con lo gastado en el rubro durante determinados períodos; medir la utilización efectiva de
los cupones de descuento incluidos en un medio específico; asignar presupuestos
publicitarios diferentes a dos o más áreas de mercado similares entre sí y comparar los
niveles de ventas resultantes; y entregar, en la puerta de un negocio, cupones de rebajas a
un grupo de control y a otro experimental (al que se le muestra una serie de avisos), para
luego contrastar las compras efectuadas por los miembros de uno y otro (modalidad que se
conoce como medición de compra dentro del almacén).20
Estructuración de vendedores
No existiendo una modalidad ideal de organización del trabajo de la fuerza de
ventas para la generalidad de las empresas, éstas deben adoptar la estructura que mejor
satisfaga sus necesidades operacionales en función de la cantidad y las características de las
líneas de productos que venden y la variedad y la ubicación de los clientes que las
adquieren. Bajo esta premisa, las compañías pueden optar por las siguientes alternativas de
estructuración de sus vendedores:
a) Por territorio: consiste en asignarle a cada miembro de la fuerza de ventas una
zona geográfica exclusiva, lo que simplifica la fijación de responsabilidades y tareas (ya
que cada vendedor ofrece todos los productos de la empresa a todos los clientes del
territorio a su cargo) y reduce los gastos de transporte y viáticos. Es la estructura
recomendable para las firmas que venden una sola línea de productos a compradores
geográficamente dispersos de una única industria.
b) Por producto: cuando a diferencia del caso anterior los bienes comercializados
son numerosos y complejos, conviene asignarle una línea específica de productos a cada
vendedor o grupo de vendedores. Si bien esta opción permite que la fuerza de ventas
adquiera un mayor conocimiento de los productos que ofrece, tiene como desventajas el
hecho de provocar el aumento de los gastos de ventas (por la necesidad de realizar
recorridos más largos) y la duplicación de los esfuerzos de la compañía (lo que sucede, por
ejemplo, cuando dos o más de sus vendedores se encuentran en la sala de espera del mismo
agente de compras para ofrecerle sus respectivos productos).
c) Por clientes: consiste en asignarle un único comprador o categoría de
compradores a cada vendedor o grupo de vendedores, según resulte de clasificar a los
primeros en función de determinados factores (como tamaño, industria, o condición de
cliente actual o potencial). Es la alternativa más apropiada cuando se trabaja con tipos muy
variados de consumidores, circunstancia en la que se la emplea con la expectativa de
satisfacerlos mejor y establecer fuertes lazos con ellos.
d) Combinada: es el modo de estructuración más adecuado para una firma que opera
en una zona geográfica extensa, vende una amplia gama de productos y cuenta con diversas
categorías de clientes. Conforme a la naturaleza de la situación concreta, aquélla podrá
especializar a sus vendedores por territorio y producto, por territorio y cliente, por producto
y cliente o por territorio, producto y cliente.
Otra decisión trascendente con relación a la organización de las tareas del área es la
del tipo de fuerza de ventas con que se trabajará, esto es, si se contará con vendedores
externos o de campo (que son los que se trasladan para realizar visitas de ventas), con
vendedores internos (que son los que reciben a los compradores o se contactan con ellos a
través de distintos medios de comunicación), o con ambos a la vez. La fuerza de ventas
interna incluye al personal de apoyo técnico (que es el que brinda información sobre el
funcionamiento de los productos ofrecidos), a los asistentes de ventas (que son quienes
prestan servicios de apoyo a los vendedores externos, tales como confirmar citas con
clientes, verificar créditos y disponibilidad de existencias, seguir las entregas y evacuar
consultas de los consumidores) y al personal de telemarketing (que es el que además de
buscar y calificar nuevos clientes para los vendedores externos, concreta sus propias ventas,
con menores costos). A la par de haber aumentado significativamente el tamaño de su
fuerza de ventas interna, en los últimos años las empresas han comenzado a desarrollar las
ventas en equipo, constituyendo grupos de empleados de distintos departamentos y
categorías para atender a los grandes compradores, bajo una batería de incentivos que los
impulsan a trabajar en forma coordinada.
Capacitación de vendedores
Lejos de los tiempos en que los vendedores eran enviados al campo casi
inmediatamente después de contratados, las firmas modernas prevén un período de
instrucción cuya extensión varía esencialmente en función de la complejidad de los
productos comercializados. Los programas de capacitación más completos suelen prever la
formación en técnicas de venta, administración del tiempo, comunicación eficaz,
preparación de informes y manejo de cuentas de gastos, sin descuidar el análisis de la
historia, la estructura, los objetivos y las políticas de la empresa, el modo de elaboración y
funcionamiento de sus productos, el perfil de sus consumidores meta y las características y
estrategias de la competencia.
Supervisión de vendedores
Bajo el enfoque de Kotler, supervisar a la fuerza de ventas implica tanto dirigirla
como incentivarla. La primera de estas acciones constituye una herramienta que sirve para
asegurar el cumplimiento de las políticas de la compañía, extender el proceso de
capacitación y generar un flujo productivo de comunicaciones entre los vendedores y la
gerencia. Al decidir cómo dirigir a su plantel de ventas, la compañía debe evitar caer en los
extremos de una actitud distante que lo desoriente y una presencia asfixiante que le coarte
la posibilidad de brindar soluciones creativas e inmediatas a sus clientes. Para ello puede:
colaborar en la identificación y clasificación de compradores potenciales, en el
establecimiento de pautas para visitarlos y en la fijación de tiempos mínimos para la
realización de nuevas búsquedas; elaborar un plan anual de visitas que defina a quién visitar
y cuándo y qué actividades llevar a cabo (como por ejemplo, asistir a reuniones de ventas y
exposiciones del ramo o colaborar en determinadas investigaciones de mercados); realizar
un análisis de tiempos y tareas, apuntando a que los vendedores minimicen lo que tardan en
trasladarse, esperar a los agentes de compras, hacer visitas de servicio, hablar por teléfono y
cumplir con sus tareas administrativas; y, finalmente, dotar a la fuerza de ventas de los
recursos que optimicen el desarrollo de su labor. Un instrumento imprescindible en
nuestros tiempos son las computadoras con acceso a internet, gracias a las cuales los
vendedores pueden llevar un registro actualizado de datos de la organización (como los
referidos a sus productos, precios e inventarios) y sus clientes (como los relacionados con
sus requerimientos habituales y el grado de cumplimiento de sus obligaciones), además de
obtener información sobre la competencia, pronosticar ventas, administrar cuentas,
programar visitas, comunicar y seguir pedidos y elaborar informes de ventas y gastos, entre
otras tantas tareas.
Al igual que en los restantes puestos laborales, aunque una supervisión equilibrada,
un ingreso justo y las condiciones ambientales apropiadas ayudan a hacer más llevadero el
trabajo del personal de ventas, su verdadera motivación se consigue por medio del
reconocimiento, la asignación de responsabilidades, el otorgamiento de oportunidades de
progreso y la posibilidad de alcanzar ciertos logros. Siguiendo estos preceptos, aquél
debería ser incentivado primordialmente a través de felicitaciones formales e informales,
promociones en la estructura jerárquica e invitaciones a participar en programas de
capacitación, reuniones de ventas y concursos que les posibiliten, respectivamente, adquirir
nuevos conocimientos y habilidades, integrarse con sus superiores y pares y demostrar su
idoneidad para la posición que detenta o desea alcanzar.
Numerosas compañías utilizan además las cuotas de ventas como parámetros para
dirigir, incentivar, evaluar y retribuir a los vendedores, determinando a través de ellas la
cantidad y el tipo de productos que cada uno de éstos debe vender durante cierto período. Si
bien para promover el máximo esfuerzo del personal del área dichas cuotas son usualmente
fijadas por encima de la demanda pronosticada, su nivel no debe superar los límites
razonables de exigibilidad, de manera de evitar que pierdan su atractivo.
Evaluación de vendedores
Para obtener la información que les permita evaluar a su plantel de ventas las
empresas suelen recurrir a la observación personal, a las encuestas de satisfacción de
clientes y a los informes de los propios vendedores. De estos últimos, los de uso más
frecuente son:
a) El plan de trabajo inmediato: es aquel que prevé las visitas y los recorridos a
realizar durante un período no superior a un mes, lo que es útil para estar al tanto de los
pasos del vendedor, introducir modificaciones a su programa y evaluar su capacidad para
proyectar y ejecutar sus actividades.
b) El plan anual de marketing por territorio: a través de éste, el vendedor explica
cómo hará para incrementar sus ventas a los clientes actuales y para conseguir nuevos
compradores en las zonas geográficas que le correspondan.
c) El informe de visitas: a diferencia de los anteriores, no se refiere a las actividades
futuras sino a las ya efectuadas, por lo que sirve para conocer cuánto y cómo trabajó el
vendedor y cuál es la situación de las cuentas que maneja.
d) El informe de gastos: comprende un detalle de las erogaciones vinculadas con el
esfuerzo de venta, las que serán reintegradas según su pertinencia.
e) El informe de cuentas nuevas y cuentas perdidas: refleja el énfasis puesto por el
informante en la búsqueda de nuevos clientes y en la conservación de los antiguos.
Bajo pautas de medición claras y adecuadamente difundidas, las compañías
aprovechan esta información para identificar las necesidades de capacitación, corregir los
defectos de desempeño y completar la retribución de su fuerza de ventas. La evaluación
propiamente dicha puede concretarse: considerando determinados aspectos cualitativos de
los examinados, como sus conocimientos sobre los productos, mercados meta y
competidores de la empresa, el cuidado que le brindan a su apariencia personal, la manera
en que tratan a los clientes externos e internos, el lenguaje que utilizan, y sus rasgos de
personalidad, motivaciones y actitudes; comparando el rendimiento de distintos vendedores
(lo que no es aconsejable, por ejemplo, cuando existen diferencias en el potencial del
territorio, el volumen de trabajo, la naturaleza de la competencia o los paquetes
promocionales de unos y otros); y analizando los resultados de indicadores matemáticos
como los expuestos seguidamente, cuya aplicación ajustada al tipo de estructura de la
fuerza evaluada puede dar interesantes referencias sobre la dedicación, la efectividad y la
eficiencia de sus integrantes:
Retribución de vendedores
Sin perder de vista el nivel remunerativo de mercado para puestos similares, la
compañía debe diseñar un paquete de compensaciones que atraiga a los vendedores
exitosos. Además de contribuir a la motivación del personal de ventas, el plan retributivo
debe apuntar a encauzar sus actividades incentivando los esfuerzos que conduzcan al
cumplimiento de las metas de la empresa. Así, si ésta pretendiera aumentar su participación
de mercado, podría ofrecer por ejemplo comisiones o bonificaciones por la captación de
nuevos clientes; pero si deseara maximizar la rentabilidad de las cuentas existentes, debería
en cambio fortalecer el sueldo básico de sus vendedores y recompensarlos por las ventas a
los clientes actuales.
En uno y otro caso, sin embargo, la compañía debe tratar de evitar las transacciones
forzadas que deterioren su imagen y provoquen la insatisfacción de su clientela,
jerarquizando en sus planes retributivos el buen trato y el forjamiento de relaciones
duraderas. En resumidas cuentas, en adición al salario fijo que les brinda tranquilidad
(especialmente a los vendedores recién incorporados y a aquellos que deben operar en
nuevos territorios o con productos cuya comercialización demanda un largo período de
negociación), los miembros de la fuerza de ventas deben recibir comisiones y
bonificaciones que les den la posibilidad de vincular sus ingresos con el esfuerzo realizado,
atenúen la necesidad de supervisarlos (otorgándoles, por consiguiente, mayor libertad de
acción) y los impulsen a mejorar su productividad (pero sin incurrir en la venta agresiva).
Notas
1 Kotler, Philip y Gary Armstrong, Marketing, Editorial Prentice Hall, octava edición,
5 Kotler y Armstrong, op. cit., págs. 469-472, y Stanton, William J.; Michael J. Etzel y
15 Ogilvy, David, Ogilvy & Publicidad, Ediciones Folio, tercera edición, Barcelona, 1.989,
págs. 70-101.
16 Schiffman y Kanuk, op. cit., págs. 189-192.
sexta edición, México, 2.004, págs. 376-488, Kotler y Armstrong, op. cit., pág. 502 y
Stanton, Etzel y Walker, op. cit., págs. 503-506.
20 Stanton, Etzel y Walker, op. cit., págs. 508-510, y Kotler y Armstrong, op. cit., págs.
504-505.
21 Stanton, Etzel y Walker, op. cit., pág. 510, y Kotler y Armstrong, op. cit., págs. 505-506.
Ediciones Macchi, primera edición, Buenos Aires, 2004, págs. 88-93 y 118-120.