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004 - Ecumenismo PDF
004 - Ecumenismo PDF
Revista internacional
de Teología
ECUMENISMO
Abril 1965
Comité de dirección:
L. Alting von Geusau * R. Aubert
L. Baas * P. Benoit, op
M. Cardoso Peres, op * F. Bóckle
C. Colombo * Y. Congar, op
Ch. Davis * G. Diekmann, osb
Ch. Duquoc, op * N . Edelby
T. Jiménez Urresti * H. Küng
M. J. Le Guillou, op * H. de Lubac, sj
J. Mejía * J. B. Metz
R. E. Murphy, o carm * K. Rahner, sj
E. Schillebeeckx, op * }. Wagner
Secretario general:
M. Vanhengel, O. P.
ECUMENISMO
EDICIONES CRISTIANDAD
MADRID
1965
<fl - -' LA O
COMITÉ DE REDACCIÓN DE ESTE NUMERO
Director:
Prof. Dr. Hans Küng Tubinga Alemania
Directores-adjuntos:
Prof. Dr. Walter Kasper Münster Alemania
Dr. Hans-Joachim Schulz Münster Alemania
Miembros:
Prof. Dr. Gregory Baum Toronto Canadá
Mgr. Prof. Dr. H. Francis Davis Birmingham Inglaterra
Prof. Dr. Avery Dulles sj. Woodstock U. S. A.
Mgr. Dr. Christophe Dumont OP. Boulogne-sur-Seine Francia
Dr. Armand Fiolet OFM. Boxtel Holanda
Prof. Dr. Jan Groot Boxtel Holanda
Prof. Dr. M.-J. Le Guillou OP. Boulogne-sur-Seine Francia
Prof. Dr. Michael Hurley SJ. Dublín Irlanda
Prof. Dr. Bernard Lamben OP. Quebec Canadá
Prof. Dr. Emmanuel Lanne OSB. Roma Italia
Prof. Dr. Joseph Lescrauwaet MSC. Stein Holanda
Prof. Dr. Hendrik van der Linde Nimega Holanda
Prof. Dr. Jorge Mejía Buenos Aires Argentina
Prof. Dr. John Oesterreicher Newark U. S. A.
Prof. Dr. Daniel O'Hanlon sj. Los Gatos U. S. A.
Prof. Dr. Olivier Rousseau OSB. Chevetogne Bélgica
Dr. Thomas Sartory Munich Alemania
Prof. Dr. Bernhard Schultze Roma Italia
Prof. Dr. Thomas Stransky CSP. Roma Italia
Prof. Dr. Georges Tavard AA. Pittsburgo U. S. A.
Prof. Dr. Gustave Thils Lovaina Bélgica
Prof. Dr. Maurice Villain su. París Francia
Prof. Dr. Edvard Vogt Bergen Noruega
Prof. Dr. Wilhelm de Vries sj. Roma Italia
Mgr. Dr. Jan Willebrands Roma Italia
Prof. Dr. Jan Witte sj. Roma Italia
PRESENTACIÓN
HANS KÜNC
LA MISIÓN, ¿OBSTÁCULO O ESTIMULO
PARA EL ECUMEN1SM0?
I. LA LECCIÓN DE LA HISTORIA
•Á
ha misión y el ecurnenismo 7
M. J. LE GUILLOU, OP
C0MMUN1CAT10 IN SACMS
1
Codex Inris Canonici, can. 1258: Prohibición de toda participa-
ción activa en el culto de los otros; can. 713, 2: Prohibición de admi-
nistrar los sacramentos a los otros.
ARGUMENTOS NEGATIVOS
3
L. Hertling, Communio una Vrimat, en "Miscellanea Historiae
Pontificiae", VII (1943), 3-48.
4
Véase W. de Vries, Sakramententheologie bei den syrischen Mo-
nophysiten, Roma, 1940.
MAGNANIMIDAD EN LA EDAD MEDIA
ESTRECHEZ EN LA CONTRARREFORMA
18
G. Golubovich, Biblioteca Bio-Bibliográfica della Terra Santa e
dell'ordine Vrancescano, Nuova Serie, Quaracchi, 1906 ss., Vol. I, p. 89,
núm. 76.
19
L. c.
20
Ignazio da Seggiano, Documenti inediti sull'apostolato dei Mino-
ri Ca-pptíccini nel Vicino Oriente 1623-1683. Roma, 1954, p. 27.
Communicatio in sacris 29
21
Bullarium Romanum, Turín, 1857 ss., Vol. VII, pp. 271-273.
22
De Vries, Rom and die Patriarchate des Ostens, pp. 195 ss.
23
L. o, pp. 307 ss.
24
L. o, pp. 203 ss.
SO Wilhelm de Vries
?5
Archiv. Vat. Fondo Borghese, Serie II, Vol. 479, 2. a parte.
Communicatio in sacris 31
26
G. Hofmann, Griechische Patriarchen und Romische Pdpsle,
"Orientalia Christiana", XXX, 1, p. 32.
27
Collectanea S. Congregationis de Propaganda Fide, Vol. I, Roma,
1907, p. 11, núm. 3.
28
L. o, núm. 33.
29
Archivo de Propaganda, Letiere, Vol. 44, íol. 275 v.
32 Wilhelm de Vries
CONCESIONES
34
L. c, p. 642, núm. 1176.
35
Collectama, II, p. 240, núm. 1713.
3
34 Wilhelm de Vries
36
H. Musset, Histoire dtt Chrislianisme, spéáalement en Orient,
Vol. II, Harissa, 1948, pp. 131 ss.
37
G. Hofmann, // Beato Bellarmino e glt Orientali, en "Orientalia
Christiana", VIII, 6, núm. 33, Roma, 1927, p. 270.
38
A. Rabbath, Documents inédits four servir a l'histoire du chris-
tianisme en Orient, Vol. I, París, 1905, p. 219.
Gommunicatio in sacris 35
39
Archiv. Prop. Lettere, Vol. 21, fol. 323 v.
40
El decreto está mencionado en la Constitución "Allatae sunt" de
Benedicto XIV, del año 1755. Véase Collectanea, I, p. 238, núm. 17.
41
R. De Martinis, luris Pontificii de Propaganda Fide, Pars II,
Roma, 1909, p. 83, núm. 158, 5.
42
Collectanea, I, p. 53, núm. 164.
43
L. c , p. 69, núm. 198.
44
J. P. Trossen, Les relations du patriarche copte ]ean XVI avec
Rome. 1676-1718, Luxemburgo, 1948, p. 26, nota 85.
36 Wilhelm de Vries
47
Mansi 46, col. 109-110.
« L. c, col. 20.
49
L. c.
50
Eine Denkschrift zar Frage der "communicatio in sacris cum dis-
sidentibus' aus dem Jahre 1721, en "Ostkirchliche Studien", VII (1958),
253-266.
38 Wilhelm de Vries
51
Véase el texto en Mansi 46, col. 169-176.
52
Verbali delle Conferenze Patriarcali sallo stato delle Cbiese Orien-
tali e delle adunanze della Commissione Cardinalizia per promuovere
la rianione delle cbiese dissidenti, tenute alia presenza del S. P. Leo-
ne XIII {1894-1902), impreso como manuscrito, Vaticano, 1943 (S. Con-
gregazione per la Chiesa Oriéntale), p. 626.
Cornmunicatio in sacris 39
53
De Martinis Pars II, p. 324.
54
55
L. cit, pp. 325-327.
Golubovich N. S., Vol. II, pp. 175 ss.; G. Hofmann, Vescovudi
Cattolici della Grecia, en "Orientalia Christiana Analecta", 112, p. 129;
130, pp. 117-128.
56
Ambrosius a S. Theresia, Hierarchia Carmelitana, Fase. II, de
Praesulibus Ecclesiae Babyloniensis, Roma, 1934, p. 76.
40 Wilhelm de Vnes
62
De Martinis, Pars II, p. 438, núm. 741.
63
Collectanea, I, p. 642, núm. 1176.
64
De Martinis, Pars II, p. 439, núm. 745.
65
L. c, p. 452, núm. 765.
« Collectanea, I, p. 693, núm. 1257 ad 6; 281, núm. 439.
« Collectanea, II, pp. 467, 468, núm. 2227; p. 236, núm. 1703.
42 Wtlhelm de Vries
WlLHELM DE V R I E S , SJ
LA ESTRUCTURA CARISMAT1CA DE LA IGLESIA
1
Véase Discursos conciliares, editado por Y Congar, H Kung y
D O Hanlon, Ed Cristiandad, 1964, pp 24-28 En la introducción dice
Suenens ' Se ha dicho poco todavía sobre los cansinas de los fieles, lo
cual podría causar la impresión de que se trata simplemente de un fe-
nómeno periférico y accidental en la vida de la Iglesia Pero es preciso
destacar más clara —y, por lo mismo, mas extensamente— la vital im-
portancia de los cansmas para la edificación del Cuerpo Místico En
todo caso, se ha de evitar que la estructura jerárquica dé la impresión
de un aparato administrativo, sin relación interna con los dones cans-
máücos del Espíritu Santo, que han sido derramados sobre toda la
Iglesia "
LOS TEXTOS CONCILIARES
3
Véase, sobre la problemática de la infalibilidad de la Iglesia
H Kung, Strukturen der Ktrche, Fnbuigo Basilea-\ lena 2 , 1963, capí-
tulo 8 Was heisst Unfehlbarkeit?, el mismo Iheologe und Ktrche,
Emsiedeln, 1964, pp. 30-37
4
Frente a una derivación clencalista que dedujese el sensus ftde
lium, no del Espíritu Santo, sino del magisterio infalible de la Iglesia,
se expresa con razón la Comisión teológica de la manera siguiente
"E contra, alius Pater mvestigatione facta, ad sequentes conclusiones
pervenit 1) Maximi theologí posttndentim (M Cano, S Rob Bellar-
mino, Giegonus de Valencia, Suárez, Gonet, Billuart), clare infalhbilita-
tem fidelium ín credendo docent 2) Modus piogrediendi eorum ín ex-
positione et argumentatione saepe explicite est a fidelibus ad hierar-
chiam', seu ab mfallibilitate ín credendo ad mfallibilitatem ín docendo,
ñeque ullum ín hoc vident penculum pro hierarchia 3) Nequidem pe-
nculum vident ín asserendo etiam a Romano Pontífice rationem esse
habendam consensus fidelium Notes tamen ad fideles etiam pertmere
hierarchicos, ímmo Summum Pontificem" {Schema Constitutwms de
Ecclesid, Typis Polyglottis Vaticams, 1964, p 46)
48 lians Kiing
5
"Relatio" de la Comisión teológica sobre el número 12 (Schema,
página 46): "Est scilicet quasi facultas totms Ecclesiae, qua ipsa in fide
perspicit Revelationem traditam, discernens inter verum et falsum in
rebus fidei, ac simul penitius in eam intrat eamque plenius in vita ap-
plicat".
La estructura carismática de la Iglesia 49
4
LA TEOLOGÍA PAULINA DE LOS CARISMAS
8
Véase para lo siguiente: E. Ká'semann, op. cit., pp. 114 s.
58 Hans Küng
9
En conexión con este texto, véase Suenens, op. cit., p. 26: "Un
esquema sobre la Iglesia que solamente hablase de los apóstoles y sus
sucesores y no de los profetas y de los doctores fallaría en un punto
muy importante. Pues ¿qué sería nuestra Iglesia sin el carisma de los
profetas, esos hombres que hablan por inspiración del Espíritu, que
insisten "oportuna e inoportunamente" (2 Tim., 4, 2) y que a veces
despiertan a la Iglesia adormecida para que no se descuide, en la prác-
tica, el Evangelio de Cristo? No es que la Iglesia necesitase sólo en
siglos pasados, en tiempos de santo Tomás de Aquino y de san Fran-
cisco de Asís, los carismas de los doctores, profetas y otros servicios,
sino que también los necesite hoy, y por cierto en su vida corriente y
cotidiana."
10
Lo mismo cabe decir del pasaje 1 Cor., 14, 40, citado en la pri-
mera redacción que, como la Comisión admite en este caso, "non sati«
exprimit relatione inter hierarchiam et charismata privata" (Schema,
página 47).
La estructura carisrnática de la Iglesia 61
HANS KÜNG
s
LA REALIDAD ECLES1AL DE
LAS OTRAS IGLESIAS
rece que estos elementos se han ido amontonando sin más. Creo
que se necesita un lazo para unir los distintos elementos. Debe-
mos, por tanto, apuntar al centro, al que se refieren todos estos
elementos y sin el que no pueden explicarse. Y ese lazo y centro
es Cristo mismo, a quien todos los cristianos reconocen como
Señor de la Iglesia, a quien los cristianos de todas las comuni-
dades quieren, indiscutiblemente, servir con fidelidad, el cual
obra por su gracia cosas maravillosas también en comunidades
separadas, con su activa presencia por el Espíritu Santo, no por
ningún mérito de los hombres, sino por su graciosa piedad so-
lamente" (Council Speeches of Vatican II, Nueva York, 1964,
pp. 190-191; Discursos conciliares, Ediciones Cristiandad, Ma-
drid, 1964, p. 194).
Un aspecto importante de ia eclesiología católica es, sin
duda, considerar la presencia de la Iglesia entre los hombres en
términos institucionales. Los dones de evangelio y sacramento
acompañados por los respectivos dones ministeriales o jerárqui-
cos son de extraordinaria importancia cuando reflexionamos so-
bre cuestiones como qué es la Iglesia y dónde encontramos a la
Iglesia. Sin embargo, este aspecto institucional no es el único,
ni siquiera el principal. Todo lo que es visible e institucional en
la Iglesia es, después de todo, sólo un medio de unir a los hom-
bres con su Señor y Salvador. Aunque no tenemos ningún dere-
cho a descuidar o desestimar los elementos estructurales de ia
Iglesia en el plan de Dios, ningún teólogo querrá hablar de ellos
como si fueran valores en sí mismos, aparte de la gracia a la que
sirven de medios.
Es verdad que hasta ahora hemos hablado de las Iglesias se-
paradas en términos estructurales y hemos medido su perfección
por su proximidad estructural a la Iglesia católica. ¿Cuál es la
consideración suplementaria, propia de la eclesiología, que pondrá
en su luz propia esta valoración institucional ? Es el conocimiento
de la Iglesia como asociación concreta de creyentes, creada por la
predicación del evangelio y la celebración de la eucaristía; en
otras palabras, como comunidad local.
80 Gregory Baurn
de una vez para siempre (Jds., 3). La Iglesia está edificada sobre los
cimientos de los Apóstoles y Profetas (Ef., 2, 20), y a este "comienzo
en la plenitud" (J. A. Móhler) está ligada de forma permanente. Ella
no puede más que edificar sobre el fundamento puesto una vez en
Jesucristo (1 Cor., 3, 11 s.). El Espíritu que ha sido prometido a la
Iglesia no tomará de lo suyo, según la palabra del Señor, sino que re-
cordará solamente la Palabra y la Obra de Cristo (Jn., 14, 26; 16, 13 ss.).
Este carácter histórico y escatológico de la revelación que la Iglesia
tiene que anunciar hace que ésta se encuentre sometida a la norma per-
manente de su comienzo. La Iglesia tiene la única misión de actualizar,
recordándolo, ese comienzo por el que fue constituida su esencia y estruc-
tura de forma durable; la Iglesia tiene la misión de celebrar la memoria
Christi. Y ese recuerdo no es un hecho mecánico, una simple reproduc-
ción, un calco muerto de determinadas fórmulas. De otra forma, se
correría fácilmente el riesgo de conservar la exterioridad verbal y perder
la realidad. El mensaje del Nuevo Testamento no es una ley ni una
letra que mata, sino que quiere ser comprendido espiritualmente (2 Cor.,
3, 6 ss.) y llevar a un conocimiento espiritual interno. A pesar de todo, la
Iglesia no puede superar el comienzo que la funda ni recuperarlo entera-
mente por la reflexión. En este mundo la Iglesia sigue siendo peregrina,
siempre en camino. Con otras palabras, nunca la doctrina de la Iglesia
puede agotar la total plenitud y riqueza de sus fuentes. Si la teología no
quiere reducirse a una especulación estéril, deberá renovarse constante-
mente por la vuelta a las fuentes. No basta desarrollar y estructurar la
doctrina de la Iglesia en el plano de la pura especulación. Siempre será
tarea renovada, tanto de la predicación de la Iglesia como de la teología,
mostrar si una doctrina determinada está fundada en los testimonios de
los comienzos y cómo lo está. Esta es la doctrina expresa de Pío XII
(Encíclica Humani Generis, Denz. 3014).
Expresado en otros términos, esto significa que "el comienzo en la
plenitud" es la norma permanente para la Iglesia postapostólica. La
Iglesia no es simplemente Cristo perviviendo de forma mística; (La en-
cíclica Mystici Corforis previene con razón contra un falso misticismo.)
La Iglesia debe hacerse lo que es, constantemente, poniéndose renova-
damente bajo la palabra del Señor y de los Apóstoles. Esto presupone
la disposición para una constante metanoia, para una auténtica auto-
crítica y la voluntad decidida de una incesante renovación. El criterio
último para la renovación interna de la Iglesia no está en la prudencia
humana y la adaptación, necesaria en sí, a las circunstancias concretas,
sino en el Evangelio únicamente.
3. El don de la Sagrada Escritura. Cuando se lee a algunos teólo-
gos, se recibe la impresión de que tienen el mayor interés en rebajar lo
ha Iglesia bajo la palabra de Dios 93
M
El Consejo Mundial y la unidad de los cristianos IOS
sión con palabras. Esta reserva está llena de prudencia. Pues el Consejo
Mundial es una creación tan reciente que no se puede expresar aún
lo que ha surgido propiamente en ella. Todo intento apresurado por
llegar en esta cuestión a cualquier clase de conclusión, no puede dejar
de conducir a malentendidos. Y será casi inevitablemente interpretado
como intento por dar mayor peso al Consejo Mundial, como intento
de autoafirmación y de aumento de prestigio.
De todas formas, la cuestión tiene su importancia y ha de ser re-
planteada de tiempo en tiempo. Las Iglesias comienzan a actuar, cada
día más, en común. ¿No deberán, pues, reflexionar seriamente sobre
la significación de su obrar común? Las Iglesias celebran servicios reli-
giosos comunes en los grandes congresos; están unidas, si no en el
Sacramento, sí, al menos, en la adoración. ¿No se realiza con ello algo
que tiene carácter eclesial? Las diferentes Iglesias llegan a determinadas
conclusiones comunes sobre cuestiones importantes doctrinales y prácti-
cas, dan un testimonio común en muchas declaraciones, trabajan juntas
en la Misión, actúan en común en el aspecto social. ¿Podrían realizar
todas ellas este trabajo común sin estar unidas en una comunidad dotada
de alguna manera de carácter eclesial? La pregunta no es, pues, falsa
como tal. Surge naturalmente de la situación en que se encuentran
las Iglesias en el Consejo Mundial y, para la estructuración del desarro-
llo del mismo, es necesario darle una respuesta. La cuestión no debe
ser interpretada como simple deseo del Consejo de ganar en significa-
ción. Es, más bien, señal de que ha aparecido en el Consejo Mundial
una comunidad espiritual que, si bien no es todavía visible, tiene su
importancia para el conjunto del movimiento ecuménico.
La Iglesia católica romana se mantiene hasta ahora fuera del Con-
sejo Mundial y no es de esperar que en un plazo corto de tiempo lle-
gue a ingresar. Pero, al mismo tiempo, la Iglesia católica romana ha
manifestado su voluntad de participar en el movimiento ecuménico.
El Concillo Vaticano ha publicado el Decreto sobre Ecumenismo. Esta
iniciativa ecuménica plantea a las Iglesias no romanas numerosas pre-
guntas a las que han de comenzar por buscar respuesta. El hecho de
que hoy la casi totalidad de la cristiandad tome parte en el movimiento
ecuménico debe ser todavía objeto de reflexión. Numerosos problemas
deben ser formulados de nuevo y teniendo en cuenta todas las convic-
ciones representadas en la cristiandad. Las Iglesias unidas en el Con-
sejo Mundial han tenido siempre conciencia de que el trabajo ecumé-
nico sólo logrará toda su amplitud cuando la Iglesia católica romana se
asocie también a ellas. Ahora les toca realizar esta idea.
Pero ¿no constituye, a su vez, el Consejo Mundial una pregunta
para la Iglesia católica? ¿No debe ésta preguntarse si los fundamentos
El Consejo Mundial y la unidad de los cristianos 105
L. VISCHER
LOS MATRIMONIOS MIXTOS DESDE
EL PUNTO DE VISTA PROTESTANTE
pérdidas a causa de los matrimonios mixtos son por ello muy diversas
y no pueden clasificarse de una manera totalmente clara. El miedo es
mal consejero e indigno, además, de la Iglesia. En todo caso, es impo-
sible solucionar el problema de los matrimonios mixtos si no se tiene
presente la realidad objetiva. Por lo demás, yo no podría proponer aquí
una solución cuyos principios no pudiese proponer también a mi propia
Iglesia.
contrarios a la unidad espiritual entre los cónyuges, que son una carga
para la Iglesia, etc.) poco pueden ayudarnos. El verdadero peligro para
la cristiandad es la falta de fe y, bien mirado, la mayor carga para la
sociedad eclesiástica es un matrimonio religiosamente flojo y débil en
la fe. Muchísimos, quizá la mayor parte, de los matrimonios mixtos
son un síntoma, más que una causa, de aquella fe débil. Ambas partes
llegaron a la unión porque los valores religiosos o las convicciones de
fe no contaban en las decisiones personales de su vida o a lo más juga-
ban un papel totalmente secundario. Hacia ellos ha de ir dirigida una
especial solicitud pastoral por parte de la Iglesia, que debe interesarse
positivamente por su debilidad en la fe. En ningún caso puede apagar
en ellos la mecha que humea. Mas, por otra parte, existen muchos ma-
trimonios mixtos profundamente creyentes que experimentan en su
vida común con especial violencia toda la desgracia de la división de
la Iglesia. Lo que hoy sienten muchos cristianos vigilantes al "tener"
que confesar a Cristo como Dios y Salvador en el seno de comunidades
separadas entre sí, esto mismo experimentan dentro de su amor conyu-
gal los esposos que pertenecen a diversas confesiones; pero, de un modo
más inmediato, en la mesa familiar están ellos unidos en el amor jun-
tamente con sus hijos, mientras que el domingo han de comer el pan
eucarístico en mesas distintas. A menudo se sienten por ello llamados
de un modo especial para sufrir en el propio cuerpo de su unión matri-
monial la herida de la separación en el Cuerpo de Cristo y a cerrarla
en cuanto sea posible, no intentando el uno de un modo unilateral la
conversión del otro, sino procurando vivir en común, de una manera
cada vez más perfecta, el Evangelio en su plenitud. De este modo con-
tribuyen con un auténtico trabajo de pioneros a la gran obra de la
reunificación.
De estas consideraciones fundamentales se deducen algunos princi-
pios que determinan el sentido y el fin [finís legis) de una ordenación
jurídica de los matrimonios mixtos, de amplias perspectivas y acomo-
dada a los tiempos:
II
III
' La solución propuesta por algunos autores, según la cual habría que
solicitar del obispo la dispensa de la forma canónica obligatoria, no nos
parece acertada. Pues o bien esta dispensa sería concedida en la práctica a
cada instancia (tal como sucede en la dispensa del impedimento de mixta
religión), o de lo contrario se hará recaer sobre los Ordinarios la obliga-
ción de examinar cuidadosamente las circunstancias y los motivos de la pe-
tición; cometido muy difícil de llenar de una manera justa. Toda la prác-
tica actual en las dispensas de matrimonios mixtos debería hacernos más
precavidos ante tales soluciones. Menos conveniente nos parece todavía una
ampliación de la sanado in radice.
Los matrimonios mixtos y el catolicismo ] ¡7
FRANZ BÓCKLE
7. Debe haber más colaboración entre los católicos y los demás cris-
tianos para que lleguen a conocerse mutuamente. El esquema "De
Oecumenismo" dice: "Esta colaboración debe ser ampliada, particular-
mente en las regiones donde se está operando una evolución social y
técnica. Debe promover la justa apreciación de la persona humana, la
paz, la aplicación del Evangelio a las cuestiones sociales y el uso de todos
120 Pieter Nierman
PlETER NlERMAN
Obispo de Grontnga, Holanda
Boletines
ECLESIOLOGIA EUCARISTICA
2
Véase a este propósito: P. Johannes Chrysostomus osb, Die Móg-
lichkeit einer Vereinigung der katbolischen und orthodoxen Ktrcbe, en
B. Schultze, sj, Johannes Chrysostomus osb, Die Glaubenswelt der ortho-
doxen Kirche, Salzburgo, 1961, pp. 191-209.
3
Cf. E. v. Ivánka, Der Kirchenbegriff der Orthodoxie historisch
betrachtet, en E. v. Ivánka (editor), Seit neunhundert ]ahren getrennie
Christenheit, Viena, 1962, pp. 55-83.
COMUNIÓN Y PRIMADO
4
L Hertling si, Communw und Pnmat, en «Miscellanea Histonae
Pontificiae», VII (1943), edición ulteriormente elaborada en «Una Sancta»,
17 (1962), pp 91-125 (ed italiana Commumo, Chtesa e Papato nell' anh
chita
5
cristiana Roma, 1961)
6
S Agustín, De untí eccl contra Donat, 20, % (PL, 43, 434)
7
S Cipriano, De cath eccl unttate, 17 (CSEL, I I I / l , 226)
Quien está en solidaridad de comunión con una de las Iglesias prin
cipales, está a la vez en comunión con las demás Iglesias de esa región
v con todas las Iglesias con las que esa Iglesia está a su vez en comu-
nión Cf Optatus de Mileve «Lo que está fuera de las siete Iglesias es
extraño Pero si vosotros tenéis a uno de éstos (un ángel de la Iglesia),
entonces estáis ya por eso mismo en comunión con los demás ángeles
(obispos) y por medio de los ángeles con las Iglesias correspondientes, v
por las Iglesias con nosotros» (PL, 11, 959)
El diálogo con la ortodoxia 125
sacerdotal" (Cipr. Ep., 59, 14), "la Iglesia a la que, por causa de su re-
levante preeminencia, debe adherirse toda Iglesia" (Iren. Haer. III,
3, 2). Del número de tales testimonios se deduce que los Padres de la
Iglesia veían la importancia de la Iglesia de Pedro más en su función de
centro de la comunión sacramental, fundamento de la unidad visible de
la Iglesia, que en el ejercicio del primado de jurisdicción. Y esta situación
incluye también la posibilidad de llevar a cabo actos jurídicos obligatorios
para toda la Iglesia. De hecho Roma hizo valer repetidas veces su auto-
ridad en problemas importantes de la vida de la Iglesia, ya en los pri-
meros tiempos, y se la impuso a todos 8. Con todo, sólo en ocasiones
excepcionales intervino en la dirección interna de las Iglesias locales.
En todo el primer milenio Roma, en conjunto, no toca la (relativa)
autonomía de las diócesis y de los patriarcados. En este sentido es sig-
nificativa la actitud de Gregorio Magno, quien ve en el título de "pa-
triarca ecuménico" un perjuicio contra la colegialidad episcopal 9. Según
él, ningún obispo posee un derecho a llamarse "obispo general", puesto
que todos los obispos poseen la misma potestad de orden, y con el título
de "obispo general" se pondría en litigio la justificación de la existencia
del resto del episcopado. N i a Pedro se le llama "Apostolus universalis",
y mucho menos al obispo de Roma. A Eulogio de Alejandría, que quiere
dar al Papa de Roma la denominación de "ecuménico", le escribe Gre-
gorio : "No considero como un honor el constatar que mis hermanos
pierden el suyo..., mi honor es el fuerte vigor de mis hermanos" I0.
12
Cf. W. de Vries, Die Entstehung der Patriarchate des Ostens und
ihr Verháltnis zur pdpstlichen Vollgewdt, en «Scholastik», 37 (1962),
341-369); 346. Sobre el ya anteriormente ordinario ejercicio de la colegia-
lidad episcopal en los sínodos cf. W. de Vries, Der Episkopat auf den
Synoden von Nicaa, en «Theol. prakt. Quartalschrift», 111 (1963), 267 ss.
13
De Vries, Die Entstehung der Patriarchate, 346 s.
14
15
Ibid., 348 ss.
16
Ibid., 356 ss.
Cf. Arzobispo J. Tawil, Die Ostkirche gestern und heute, en Die
Stimme der Ostkirche, Friburgo, 1962, pp. 11-21 (ed. francesa: «Irénikon»,
35 (1962), 408-424): «Es de notar que los dos factores principales que
han mantenido la vitalidad del cristianismo en Oriente son el patriarcado
y la liturgia. El patriarcado es de hecho la clave para entender al cris-
tianismo oriental. No entender... esta institución significaría, en el campo
ecuménico, construir sobre arena... Estos dos factores, patriarcado y li-
turgia, faltaron al África cristiana de san Agustín, la cual se derrumbó al
primer soplo del vendaval» (p. 17).
El diálogo con la ortodoxia 127
tólicos... Bien veis, nos dicen ellos, que Roma quiere absorbernos, pues
la Delegación apostólica interviene en todos los asuntos de los orien-
tales, aun en los más insignificantes" 22.
El autor concluye esta parte de su obra haciendo constar lo siguien-
te : "Después de todo lo que hemos visto se puede muy bien decir
que el problema del respeto a la autonomía de los orientales es el pro-
blema fundamental para la preparación de la unión de los aún separa-
dos. Sin un respeto tal, realmente efectivo, la reunión es, humanamente
hablando, un asunto imposible... El primado del Papa, bien entendido,
es conciliable con cierta autonomía de los jerarcas subordinados, tal
como de hecho existía en la Iglesia católica antes del cisma" 23.
22
De Vries, 297.
23
24
Ibid, 300.
25
Cf. «Irénikon», 36 (1963), 545 ss.
Die Stimme der Ostkirche. Sendung und Anliegen der melkitischen
Kirche. Schriften und Reden des Patriarchen Máximos IV und des grie-
chisch-melkitisch-katholischen Episkopats, Friburgo, 1962 (ed. francesa:
Voix de l'Église en Orient, Basilea, 1962). Las citas siguientes proceden
del artículo del Patriarca Máximos, ibid., 44-57 ( = Conferencia en la
Iglesia de los Dominicos de Dusseldorf pronunciada el 9-VIII-60).
9
130 Hans'Joachirn Schulz
34
Así E. Eichmann, K. Mosdorf, Kirchenrecht I6, pp. 168 ss.: «Los
bautizados, todos los válidamente bautizados, _ forman el conjunto de las
personas que pertenecen a la comunidad eclesial. Designamos esta enmem-
bración en la Iglesia dada por el bautismo como integración constitucional.
Así como el Bautismo administrado una vez _ válidamente nunca puede
repetirse, así también la enmembración consiguiente en la Iglesia es
irrevocable».
35
ZkTh, 73 (1951), 1-71.
36
Ibid., 27.
134 Hans-Joachim Schulz
HANS-JOACHIM SCHULZ
EL DIALOGO CON LA TEOLOGÍA PROTESTANTE
encontraba con facilidad una franquía para toda especie de injuria ver-
bal y real" (H. Fries). Incluso cuando, más tarde, en la época de la
Teología de controversia las cosas se desarrollaban normalmente, sin pro-
vocaciones personales, lo que en realidad intentaba cada parte era de-
mostrar por todos los medios científicos la sinrazón objetiva de la otra.
Cuando hoy, en vez de esto, hablamos de diálogo, no nos referimos
a intentos como los tan respetables de muchos irenistas del pasado, que
a un nivel más alto creían poder suprimir con facilidad las diferencias
entre las confesiones. El diálogo, tal como lo ha iniciado el papa Juan
—de cuyas intenciones el cardenal Bea 3 ha ido dando de palabra y por
escrito interpretaciones siempre actualizadas —y tal como, de nuevo, lo ha
definido Pablo VI 4, se distingue tanto de la polémica como del falso ire-
nismo. Presupone, sin embargo, que, como en toda conversación hon-
rada, se trata de un recíproco dar y recibir, que uno plantea cuestiones
al otro, pero que a su vez admite que se las planteen a él, que se ad-
mite la actuación del Espíritu en el otro, al tiempo que se reconocen las
propias faltas y negligencias. Un diálogo supone dos cosas: una firme
posición propia y el estar dispuesto a escuchar con apertura al otro, acep-
tarle y aprender de él cuando sea necesario.
Unidad y Misión
8
M -J Le Guillou, Mission et unité Les exigences de la commv
nton, 2 tomos, París, 1960
142 W Kasper
Consideración dinámica
Escatologías diferentes
En todos los esfuerzos por alcanzar un nuevo clima entre las Iglesias
separadas el diálogo tiene que volver a los comienzos de la separación.
Entonces fueron tomadas las fundamentales decisiones cuyo peso sopor-
tamos hoy nosotros. Como tenía que suceder, la nueva adquisición para
apreciar lo que hay de positivo en las Iglesias reformadas condujo tam-
bién a un nuevo enjuiciamiento de los mismos reformadores.
La investigación y el enjuiciamiento católicos sobre Lutero dependía,
hasta los tiempos más recientes, de la representación —muy unilateral,
polémica y bebida en muchas fuentes turbias— de Cocleo, uno de los
más significativos controversistas y contemporáneo de Lutero 16 . Aun
los grandes y doctos estudios de H. Denifle17 y H. Grisar18 no hacen
injusticia a la preocupación, primariamente religiosa, de Lutero. Cierta-
mente, Denifle, sobre todo, ha fecundado mucho la investigación histó-
rica acerca de Lutero, ha destruido muchos mitos protestantes sobre
Lutero; pero en sus intentos por desvalorizar caracteriológica y psico-
16
A. Herte, Die Lutherkommentare des Johannes Cochláus. Kritische
Studie zur Geschichtsschreibung im Zeitalter der Glaubensspaltung, Mün-
ster (Westfalia), 1935.
17
H. Denifle, Luther und Luthertum in der ersten Entwicklung, 2 to-
mos, Maguncia, 1904-1909.
18
H. Grisar, Luther, 3 tomos, Friburgo de Brisgovia, 1911-12; H. Gri-
sar, Martin Luthers Leben und sein Werk, Friburgo de Brisgovia, 19272.
El diálogo con la teología -protestante 14J
¿Subjetivismo de Lutero?
19
J. Lortz, Die Reformation in Deutschland, 2 tomos, Friburgo de
Brisgovia, 19624; J. Lortz, Die Reformation ais religioses Anliegen heute.
Vier Vortrage ira Dienste der Una Sancta, Tréveris, 1948; J. Lortz, Die
Reformation. Thesen ais Handreichungen bei ókumenischen Gesprachen,
Meitingen de Augsburgo,
3
19462; J. Lortz, Wíe kam es zur Reformation?,
Einsiedein, 1955 . Cfr. también las publicaciones de los discípulos de
J. Lortz; H. Jedin, Geschichte des Konzils von Trient, t. 1 y 2, Friburgo
de Brisgovia, 1951-57; E. Iserloh, Der Kampf um die Messe in dem ersten
Jahr der Auseinandersetzung mit Luther, Münster, 1952; E. Iserloh, Lu-
tbers Thesenanschlag. Tatsache oder Legende?, Wiesbaden, 1962 (Instituí
für europ. Geschichte, Mainzer Vortrage, 31).
20
P. Párente, A propósito de la Settimana di Concili, noviembre, 1960.
Centralidad de la cristología
Lutero y Bultmann
Hasta hace poco parecía que desde Trento los frentes habían quedado
definitivamente establecidos e inamovibles. Tenemos que agradecer
principalmente a las investigaciones de J. R. Geiselmann32 el haber
puesto en claro que un texto conciliar no es solamente el cierre de una
discusión, sino que significa también un nuevo comienzo.
Según }. R. Geiselmann, el Concilio de Trento estableció únicamente
que existen dos medios de transmisión de la única fuente del Evangelio,
la Escritura y la tradición. Su respectiva correlación no ha sido, cor el
contrario, definida, ni en el sentido de una suficiencia de contenido (!)
ni en el de una insuficiencia. Ciertamente, en la medida en que significa
no sólo una suficiencia material de la Escritura, sino también formal, el
principio de sola scriptura queda rechazado; pero entre los católicos,
ahora como antes, queda lugar para diversas interpretaciones. Según
J. R. Geiselmann, teológicamente puede afirmarse, en principio, la in-
suficiencia material de la Escritura, siempre que se piense que se pueden
aportar fundamentos teológicos suficientes; únicamente que para ello
nadie puede acogerse al Concilio Tridentino. Siguiendo en la dirección
iniciada por la Escuela de Tubinga, principalmente por J. E. Külhn, de-
fiende Geiselmann una relativa suficiencia material, que, de todos mo-
dos, no significa que a partir de la Escritura se puedan demostrar en un
sentido formal todos los dogmas de la Iglesia. Es suficiente con que
cada proposición de fe posea un fundamento en la Escritura y que al
menos esté contenida allí en insinuaciones y en germen. Por lo demás,
en cuanto traditio interpretativa la tradición posee una enorme impor-
tancia para la vida de la Iglesia.
En un nuevo escrito recapitula una vez más Geiselmann sus resul-
tados 33, robustece su argumentación histórica y se defiende contra di-
versos ataques y malentendidos. Modifica su primera opinión en un
solo punto, pero ciertamente muy significativo: la suficiencia de la
Escritura en cuanto al contenido vale sólo en lo que se refiere a las
enseñanzas de la fe. Aquí vale aquello de totum in sacra scriptura et
iterum totum in traditione. Otra es la cuestión en lo que se refiere a
32
J. R. Geiselmann, Das Missverstandnis über das Verháltnis von Schrift
und Tradition und seine Überwindung in der katholischen Theologie, en
«Una Sancta», 11 (1956), 131-150; J. R. Geiselmann, Das Konzil von
Trient über das Verháltnis der Heiligen Schrift und der nicht geschriebenen
Traditionen. Sein Missverstandnis in der nachtridentinischen Theologie
und die Überwindung dieses Missverstandnisses, en Die mündliche Über-
lieferung. Beitrage zum Begriff der Tradition, ed. por M. Schmaus, Munich,
1957, pp. 123-206.
33
J. R. Geiselmann, Die Heilige Schrift und die Tradition, Zu den
neuesten Kontroversen über das Verháltnis der Heiligen Schrift zu den
nichtgeschriebenen Traditionen (Quaestiones disputatae, t. 18), Friburgo-
Basilea-Viena, 1962.
154 W Kasper
El papel de la tradición
mdad total de los deles y la vida total de la Iglesia, no sólo sus actos
magisteriales El Magisterio es ciertamente un órgano relevante de la
Tradición, pero debe apoyarse en el testimonio de fe de la Iglesia total
Esta visión integral de las cosas puede servir seguramente de ayuda en
el diálogo ecuménico, pero también puede dificultarlo algunas veces
La contrapregunta de nuestros hermanos protestantes suele sel ¿Cuál
es la norma según la cual debe orientarse a su vez el sensus ftdei de la
Iglesia total? ¿No puede también equivocarse éste? Aquí los teólogos
protestantes remiten a la Sagrada Esentura como última norma de la
enseñanza y de la vida de la Iglesia
Con el establecimiento de la suficiencia relativa de la Sagrada Escri-
tura en cuanto al contenido, hemos dado por nuestra parte un primer
paso dentro del diálogo ecuménico 40 Pero queda otro paso Una vez
establecido el papel indispensable de la Tradición en la Iglesia, se trata
ahora de poner en claro la función específica de la Sagrada Escritura
Con esto, no se trata únicamente de determinar cómo se relacionan jn
cuanto al contenido la Esentura y la Tradición, sino ante todo de la
cuestión acerca de la unidad y diversidad funcional de ambas magnitu-
des. Al Magisteno le compete la vigilancia, a la Tradición le corresponde
la tarea de la comprensión viviente y de la síntesis del mensaje de la
Escritura y también su relativa complementación, en el sentido desento
por }. R. Geiselmann, J Beumer y sobre todo por Y Congar Pero ¿cuál
es la función específica de la Sagrada Esentura ? Sobre esto no se ha
dicho todavía mucho dentro de la Teología católica 41, y, sin embargo,
esta cuestión tiene mucha importancia en el diálogo ecuménico
Y Congar hace algunas observaciones sobre esta cuestión la Escri-
tura es la norma última en la Iglesia Esto no contradice en modo alguno
a la enseñanza de la Teología tradicional, puesto que también para ella
el Magisteno es sólo regula jidei próxima y no regula fidet suprema de
la predicación de la Iglesia Pero aquí es necesario dar un paso más y
decir a causa de su carácter esento y del modo fijo de su transmisión
del Evangelio, la Esentura pone de relieve que la palabra de Dios está
,0
Una excelente visión sobre la situación del diálogo ecuménico la
da P Lengsfeld, Überlteferung, Tradttwn und Schnft in der evangehschen
und kathohschen Theologte der Gegenwart (Ko tfesstonskundltche und
kontroverstheologische Studten, t 3), Paderborn, 1960
41
Fundamentos para esta visión de la S Escritura se encuentran en
G de Broglie, Note sur la pnmauté de l'argument d'Écriture en theologte,
en L Bouyer, Du Protestantisme a l Église, París, 1954, H Kung, Rechtfer-
tigung (cfr supra, n 14), pp 105127, K Rahner, tSber die Schrtfttn-
spiration (Quaesüones Disputatae, t 1), Fnburgo-Basilea Viena, 1958,
W Kasper, Schnft und Traditton - eine Quaestio disputata, en «Theol prak-
tische Quartalschnft», 112 (1964), 205-214
El diálogo con la teología -protestante 159
siempre fuera de nosotros, que es siempre más grande que nuestro en-
tendimiento, que permanece inagotable y que jamás puede ser completa-
mente abarcada ni por la tradición de la Iglesia ni por especulación teo-
lógica. De este modo, permanece siempre como una norma que está
por encima de la Iglesia, de acuerdo con la cual tiene que medir ésta toda
su acción y toda su doctrina y de la cual tiene que arrancar toda renova-
ción interior.
W. KASPER
Documentación Concihum
Los que esperen hallar aquí una aclaración sobre ¡os trabajos del Con-
cilio se desilusionarán No he tomado parte en las discusiones de los
Padres ni de los teólogos sobre el problema de la colegialidad, y he se-
guido sus trabajos sólo de lejos, como todo el mundo Pero se ha dado
el caso de que algunas de mis publicaciones han sido citadas en el
curso de los debates 1 Estas publicaciones pertenecen a una época en que
nadie pensaba en la posibilidad de convocar un concilio, y ahora me veo
obligado a tocar un tema que está fuera del campo de mi trabajo ha-
bitual, ya que no soy teólogo Un retorno, pues, tendrá la ventaja de
situar el problema fuera de los límites de toda controversia de escuela,
tal y como se planteó en época muy anterior al Concilio
Era en abril de 1954 El Centro de Pastoral Litúrgica de París había
programado la cuestión del sacerdocio para una sesión que había de
tener lugar en Vanves, cerca de París El programa estaba ya fijado cuan-
do estalló una de las crisis más dolorosas en la Iglesia de Francia la de
los sacerdotes obreros A pesar de ello, los organizadores tuvieron el valor
de no volverse atrás y de mantener el programa, programa que, por otra
parte, pretendía ser estrictamente objetivo
Peisonalmente, se me había confiado el estudio del Orden en las
oraciones litúrgicas. Había vanas maneras de tratar el tema. Era posible
limitarse a la liturgia romana, pero el Pontifical Romano es el resultado
de una laiga evolución y contiene ritos y oraciones de épocas y valor
muy diferentes Las alocuciones compuestas por Durand de Mende en
el siglo Xiii no inspiran igual visión del sacerdocio que las oraciones de
1
L'ordre d'aprés les prtéres d'ordtnatwn, en Études sur le sacrement
de l'ordre (Lex orandi, 22), París, 1957, 13 15 Caractére collegtal du pres-
byténat et de l'episcopat, op cit, 97 124 (publicado antes bajo el título
Presbytertum et Ordo eptscoporpm, en «Irémkon», 29 (1956), 5 27 His
toire et théologie La collégialité dans le Nouveau Testament et chez les
Peres apostoliques, en «Le Concile et les conciles», Chevetogne, 1960,
1-18
Carácter colegial del -presbiterado y del episcopado 161
los antiguos sacraméntanos. Por otra parte —Pío XII nos lo recordé)—, la
tradición de la Iglesia es lo testimoniado en todas partes. Mi estudio,
pues, abarcó todos los ritos, tomando como base las más antiguas ora-
ciones: las que acompañan la imposición de manos. Ahora bien, de la
confrontación de estos testimonios se desprendía no una bien organizada
teología del sacerdocio, sino unas —muy pocas—- ideas fundamentales y
comunes.
Primeramente, la ordenación en las sagradas Ordenes —episcopado,
sacerdocio, diaconado— aparecía menos como la transmisión de poderes
cultuales o jurídicos de persona a persona que como la colación de un
don del Espíritu tendente al crecimiento del cuerpo de Cristo, que es
Iglesia. Y en esta perspectiva eclesial el episcopado ocupa un lugar de
capital importancia. Todos los documentos insisten en el hecho de que
los obispos son los sucesores de los apostóles. No que ellos mismos sean
apóstoles y estén dotados de iguales privilegios; pero por la imposición
de manos han recibido un don del Espíritu que los hace jefes y sumas
sacerdotes del nuevo Israel. Alrededor del obispo los sacerdotes forman
un cuerpo sacerdotal y participan en su sacerdocio como los 72 ancia-
nos del Éxodo participaban en el espíritu de Moisés, como los 72 dis-
cípulos del Evangelio estaban asociados al ministerio de los apóstoles.
"Sint probi cooperatores ordinis nostri", se lee en el sacramento
leoniano. Pues los obispos también forman un orden. La Iglesia no está
formada por comunidades locales yuxtapuestas. Sin duda, la organiza-
ción jurídica es aún rudimentaria, pero la Iglesia local es incapaz de
bastarse a sí misma. Sin duda, el obispo es elegido por el pueblo, pero
no es esta elección la que le hace obispo, sino la imposición de manos
de otros obispos que le comunican el don del Espíritu que recibieron de
los apóstoles. Sobre este punto la tradición es firme. Exige la presencia
de varios obispos, obispos cuyo número no siempre se ha determinado
de igual forma, pero que desde el Concilio de Nicea ha sido determi-
nado en número de tres como mínimo indispensable. Esto no es una
precaución jurídica para asegurar la regularidad de la elección. Todos
los obispos presentes imponen las manos al elegido. La consagración
es un acto colegial que agrega el nuevo electo al cuerpo de los obispos.
Así, en los ritos mismos de la ordenación aparece el verdadero sentido
de las órdenes sagradas, que es hacer crecer y organizar —por la cola-
ción de un don del Espíritu, propio a cada orden— el cuerpo de Cristo,
que es la Iglesia.
Al explicar estos viejos textos no creí decir nada nuevo. A pesar
de ello los distinguidos sacerdotes que me escuchaban tuvieron a bien
decir que este volver a las fuentes les había abierto horizontes que los
cursos de Teología les habían mantenido ocultos. En la síntesis que se
ll
162 B. Botte
les había hecho sobre el sacramento del Orden no había lugar —por
así decir— para el episcopado. En efecto, el desarrollo teológico de la es-
colástica, en esta materia, tiene como punto de partida el poder de ofre-
cer el sacrificio, es decir, el sacerdocio. El episcopado pasaba a segundo
plano. No era ya un orden; todo lo más, un grado del sacerdocio. ¿Ha-
bía acaso una diferencia esencial entre el episcopado y el sacerdocio?
Esto era discutido. El episcopado no ocupaba más que un lugar secun-
dario dentro del orden sacramental y pasaba al campo de lo jurídico.
En cuanto a la práctica, se llegaba a una concepción individualista
del sacerdocio, concepción que se expresaba frecuentemente en los ser-
mones de primera misa: el sacerdote era un hombre dotado de un poder
sobrenatural, colocado entre Dios y el hombre, a medio camino entre
el cielo y la tierra, y que era lanzado al mundo para conquistar almas.
Los recientes acontecimientos hicieron aún más candente la cuestión.
Algunas reacciones fueron la manifestación de una concepción del sacer-
docio vacía de todo sentido eclesial. Pero hay que tener el valor de
reconocer que no siempre se supo oponer a estas desviaciones una teología
válida. Tal obispo reúne a sus sacerdotes obreros y les dirige un discurso
cuyo tema es la alocución del pontifical, donde se dice que la labor del
sacerdote es predicar, bautizar, bendecir y ofrecer el sacrificio. Canónica-
mente es irrecusable. Pero, ¿no es un poco limitado como teología? Hoy
vemos estos acontecimientos con la suficiente perspectiva para poder
hablar de ellos con serenidad. No somos quién para juzgar a los hombres,
pero podemos preguntarnos si las lagunas de la enseñanza teológica no
tuvieron una influencia nefasta en este caso.
En las discusiones subsiguientes a mi comunicación se llegó a la con-
clusión de que había que continuar profundizando la tradición, espe-
cialmente en lo que se refería al aspecto colegial del sacerdocio, aspecto
que se desprendía de las oraciones litúrgicas. El que más insistió sobre
esto no era un teólogo, sino un sacerdote sobre el que pesaban grandes
responsabilidades en la labor del apostolado en Francia. Para la sesión
de 1955 se me pidió una comunicación sobre el problema, no ya desde
el punto de vista litúrgico, sino desde el punto de vista histórico. Así vine
a tratar del carácter colegial del episcopado y del presbiterio.
La tarea no era muy difícil, ya que los textos y los hechos hablaban
por sí mismos. Mostraban claramente que en el momento en que la fe
cristiana corría el peligro de ser sumergida bajo la invasión de las sectas,
fue el episcopado la piedra maestra de la Gran Iglesia, y el que aseguró
la estabilidad del edificio. Es conocida la importancia que en sus cartas le
atribuye san Ignacio de Antioquía, que llega a decir: "Donde está el
obispo, está Cristo." Para san Ireneo, que lucha contra el gnosticismo, son
los obispos los que garantizan la tradición apostólica, porque, en definiti-
Carácter colegial del presbiterado y del episcopado 163
B. BOTTE, OSB
NOTA SOBRE EL PROBLEMA DE LA ESCUELA CATÓLICA Y
LA EDUCACIÓN CRISTIANA
Dentro del nuevo espíritu ecuménico que caracteriza las tareas con-
ciliares del Vaticano II y dentro de la gran visión universalista que se
propone hoy al mundo católico, parece que uno de los problemas más
espinosos y arduos, en casi todos los países, se refiere al reiterado con-
traste o a la molesta y compleja relación existente entre las instituciones
escolares llamadas públicas y las instituciones escolares definidas como
católicas, confesionales o dependientes de la autoridad religiosa.
Las frecuentes situaciones de conflicto a que ha dado lugar tal rela-
ción en muchos países —y que, en parte, están ligadas a los viejos pleitos
decimonónicos entre la escuela laica y la escuela confesional-privada—
pueden hoy tal vez hallar un arreglo más sereno y equilibrado, a la vez
que una posibilidad más amplia de superar las precedentes diferencias,
si se tienen en cuenta las profundas innovaciones que han afectado en
los últimos decenios a la naturaleza y a los objetivos del organismo y del
sistema escolar de los distintos países; innovaciones a raíz de las cuales no
parece ya oportuno ni necesario plantear el problema de la relación entre
las dos escuelas en el plano de una defensa intransigente de las llamadas
"libertades escolares", las cuales hoy son reconocidas explícitamente en
todas las Constituciones democráticas.
En relación con tales modificaciones se presentan, por el contrario, al-
gunas consideraciones que podrían inducir a los responsables del mundo
católico a examinar de nuevo el problema, no tanto para modificar la doc-
trina, que ha de permanecer inalterada, cuanto para ver si las aplicaciones
prácticas, las estructuras contingentes y las soluciones de técnica jurídica
siguen siendo actualmente las más idóneas para la realización de los
principios propuestos por la misma doctrina.
Con respecto a este esfuerzo de investigación estimamos conveniente
presentar las siguientes consideraciones de carácter general, que pueden
ser orientadoras con vistas a plantear el problema "ecuménico" de la
educación cristiana no en términos de simple "defensa" de la escuela ju-
rídicamente definida como católica, sino en las dimensiones de la es-
tructura total, del cuerpo o servicio escolar-educativo de cada nación,
destinado a recibir a los jóvenes para prepararlos a ser buenos ciudadanos,
serios profesionales y obreros, miembros conscientes y responsables del
conglomerado familiar y social, para incorporarse después, con esa pre-
paración, a las distintas comunidades en que se desenvuelve la vida espi-
166 G. Gozzer
G. GOZZER
Crónica viva de la Iglesia
CATEQUESIS EN ÁFRICA
1. Biblia y Ecumenismo.
3. Confirmación.
5. Formación catequística.
cho de que en Addis Abeba existe una emisora luterana, "La Voz del
Evangelio", y que en otros países existen emisoras gubernamentales e
independientes, pedimos a las jerarquías que consideren la posibilidad
de colaboración católica en los programas de estas emisoras.
Junto a estos hechos, una toma de conciencia cada vez más general,
de que en España, al menos en los grandes núcleos urbanos y como
consecuencia de haber entrado en juego unos factores sociales hasta aho-
ra inéditos, se están acelerando y generalizando unos procesos de cristia-
nización que hasta el momento oresente se producían de forma lan ada
y muy localizada, tanto desde el cunto de vista social como territorial.
En el contexto de esta nueva situación y coincidiendo con una cre-
ciente revisión y renovación de la acción pastoral, los trabajos de los
sociólogos se sitúan en unos niveles de acción que pasamos a resumir
brevemente.
Una de las manifestaciones del creciente interés por la sociología
religiosa es su inclusión en los programas de estudios de los seminarios
mayores, en algunos de los cuales —como en el de Madrid— se com-
plementan con un curso completo, de cuatro horas semanales, de socio-
logía general, independientemente del estudio de doctrina social de
la Iglesia.
Por otra parte, se puede percibir una generalización de los trabajos
de investigación socio-religiosa como base, bien sea de las tareas pasto-
rales, bien sea de unas actuaciones concretas, como puede ser la prepara-
ción de unas misiones, diocesanas o comarcales.
Las investigaciones se mueven fundamentalmente en el campo de las
encuestas de práctica religiosa, aplicadas tanto a diócesis enteras como
a comarcas rurales, zonas urbanas o parroquias concretas.
Muy recientemente asistimos a un hecho de profundo valor pasto-
ral. Tanto los pastores como los mismos sociólogos, convencidos de la
insuficiencia o del valor parcial de los datos que nos descubren las en-
cuestas de práctica religiosa para explicar de modo suficiente los fenóme-
nos socio-religiosos, han iniciado la realización de estudios e investiga-
ciones orientados a profundizar en las situaciones sociales buscando unas
respuestas radicales a los problemas, de forma que el conocimiento de
los mismos no se limite a su pura descripción sociográfica.
En esta línea puede percibirse una creciente preocupación por los
análisis en profundidad tanto de las estructuras socio-culturales como
de los procesos de transformación de las mismas, así como de los de-
más condicionamientos sociológicos psico-sociales y socio-económicos de
la religiosidad.
Este planteamiento de las investigaciones socio-religiosas ha traído
como consecuencia, de una parte, la realización de trabajos monográfi-
cos analizando tanto teórica como experimentalmente determinados
fenómenos sociales de indudable interés pastoral: crisis de la conviven-
cia familiar, el turismo, los suburbios, las emigraciones, etc. De otra
parte, la elaboración de trabajos relativos a la fundamentación socioló-
La sociología religiosa en España 185
MARIE-JOSEPH LE GUILLOU
WILHELM DE VRIES
HANS KÜNG
GREGORY BAUM
JAN GROOT
LUKAS VISCHER
HANS DOMBOIS
FRANZ BoCKLE
V "Conncilium" n ° 3
PIETER NIERMAN