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UNIDAD 2. CONSENTIMIENTO. CAPACIDAD. OBJETO.

1. CONSENTIMIENTO

Mosset Iturraspe sostiene que el consentimiento es un quid complejo, en que el contrato no es la


yuxtaposición de negocios unilaterales, sino la resultante negocial unitaria de manifestaciones proveniente
de dos o más partes. El acuerdo sobre una declaración de voluntad común se refiere al consentimiento.
Pero ese consentimiento requiere algo más que el intercambio de las manifestaciones de voluntad. Se
pretende una resultante que es producto de la integración recíproca de esas voluntades en un negocio
unitario.» Parecería razonable encontrar una explicación al consentimiento diciendo que es el acuerdo de
dos declaraciones de voluntad que, partiendo de distintos sujetos, se orientan a un fin común,
integrándose, pero, sin embargo, algunas figuras contractuales parecen negar esta estructura, como serían
el contrato consigo mismo y el contrato impuesto, en que las manifestaciones de las voluntades no
provienen de ambos contratantes, y en otras situaciones, las desencadenadas por la problemática moderna
de la contratación, como serían el contrato de contenido predispuesto o contrato masivo, en los que no se
dan manifiestamente estas perspectivas de llenar el contenido contractual con voluntades expresadas por
ambos contratantes.
Dr. Dannuzo: “es el fruto del romance entre la oferta y la aceptación”.

MODALIDADES EN LA CONTRATACIÓN MASIVA


El consentimiento en las contrataciones masivas o estándar se ve notablemente desdibujado frente al
contrato individual negociado. No se aprecia en él sino la voluntad de uno solo de los participantes. La
naturaleza de los bienes en relación con las necesidades del cliente asegura al predisponente o estipulante
que, en definitiva, su imposición será observada. En definitiva, el adherente acepta a menudo el contrato
con los ojos cerrados.
La distorsión que sufre el consentimiento toca sus puntos extremos en los llamados “contratos mecánicos”,
en que el cliente se adhería al contrato antes de conocer las condiciones del mismo. Ha sido considerada
esta situación en el seguro que se obtenía en un aeropuerto por medio de una máquina. El tribunal que
entendió en una causa, la Suprema Corte de California, declaró la invalidez de la cláusula de exoneración de
responsabilidad que contenía la póliza, en estos tipos de seguros, para el caso de utilizar transportes no
regulares.
Se ha erigido, sobre todo, en la doctrina alemana, la formulación del principio de confianza, como sustento
del consentimiento en los contratos de contenido predispuesto. Lo determinante consiste en que las partes
contraen obligaciones y responsabilidades que nacen por supuesto de la manifestación de la voluntad, pero
que su fundamento no descansa en el principio de la autonomía de la voluntad, sino en otro principio como
es el de la confianza, sustentado en el gran estándar de la buena fe. Si fuera la autonomía de la voluntad la
que proveería el contenido del contrato, no habría otra explicación que el de la voluntad de las partes para
obligarse; pero resulta que en el contrato surgen otras obligaciones que no provienen de las partes, sino de
otros aspectos, como la ley, o el principio de la buena fe y de la solidaridad.
No se puede desconocer la notable alteración que sufre en el tráfico de masa el mecanismo de
exteriorización de la voluntad y los principios de autodeterminación y autorresponsabilidad juntamente con
el de confianza. No se pueden descuidar las particularidades de la declaración adhesiva en el contrato de
contenido predispuesto, donde quien se adhiere no ha elegido el contenido material de su declaración, sino
que este aparece previamente fijado. Es que sobre quien crea el contenido predispuesto pesa un especial
deber generador de confianza a través de diversos elementos, según el caso, como la publicidad, la
información, y en ciertas hipótesis el deber de consejo, además de la marca del producto, el prestigio del
servicio, y la fama que en el medio ha desarrollado el predisponente.
LOS TERMINOS DEL CONSENTIMIENTO.
Art. 971, CCyC. Formación del consentimiento. Los contratos se concluyen con la recepción de la
aceptación de una oferta o por una conducta de las partes que sea suficiente para demostrar la existencia
de un acuerdo.
el proceso de formación del consentimiento requiere de la formulación y del envío de una oferta, la que
debe reunir los requisitos establecidos en el art. 972 CCyC, y cuya aceptación puede ser exteriorizada por el
destinatario en forma expresa o por un comportamiento conclusivo que dé cuenta de la conformidad del
aceptante.
Las voluntades que concurren a conformar el consentimiento tienen que ser jurídicamente válidas y haber
sido exteriorizadas por alguna de las vías previstas en los arts. 262 a 264 CCyC (oralmente, por escrito, por
signos inequívocos o por la ejecución de un hecho material, por medio del silencio o en forma tácita
inclusive, en algunas circunstancias).

LA OFERTA EN EL CÓDIGO CIVIL


Art. 972, CCyC. Oferta. La oferta es la manifestación dirigida a persona determinada o determinable, con la
intención de obligarse y con las precisiones necesarias para establecer los efectos que debe producir de ser
aceptada.

La oferta es un acto jurídico unilateral y recepticio que exterioriza la voluntad de quien la formula, y está
destinada a la celebración de un contrato.
La oferta, para Mosset Iturraspe, se ubica en un segundo período, o sea, en la concreción del negocio, de
manera que antes de ella solamente podrá haber tratativas, minutas, factura proforma, etc, dado que el
consentimiento debe manifestarse por ofertas o propuestas de una de las partes, y aceptarse por la otra.
Caracteres de la oferta: a. Intención de obligarse. La oferta debe contener una declaración de voluntad
seria, destinada a crear, modificar o extinguir un contrato. No constituyen ofertas las declaraciones
formuladas en broma; con fines docentes; los pedidos de información sobre un determinado producto o
servicio; las propuestas “sin compromiso” o similares, de las que no surja la intención del emisor de asumir
ineludiblemente un compromiso contractual, generador de obligaciones. b. Remisión a persona
determinada o determinable. Su carácter recepticio determina su transmisión a persona determinada o
determinable, lo que exige de un sujeto identificado por su nombre o bien que pueda ser identificado por
parámetros que permitan su individualización y que impidan considerar a la propuesta como dirigida a
persona indeterminada. c. Suficiencia. La oferta, para poder ser considerada tal, debe estar referida a un
contrato especial y contener los elementos necesarios para establecer los efectos que se derivarán de su
aceptación.

Establece el art. 973, CCyC. Invitación a ofertar. La oferta dirigida a personas indeterminadas es considerada
como invitación para que hagan ofertas, excepto que de sus términos o de las circunstancias de su emisión
resulte la intención de contratar del oferente. En este caso, se la entiende emitida por el tiempo y en las
condiciones admitidas por los usos.

Este artículo regula la invitación a formular ofertas, que se tiene por efectuada cuando se realiza una oferta
dirigida a personas indeterminadas, al público en general, como la que se formula cuando se publica un
aviso clasificado haciendo saber de la intención de vender alguna cosa. No obstante, prevé que el emisor dé
cuenta de una intención clara de contratar, en cuyo caso valdrá directamente como oferta, sujeta a los usos
del lugar en el que se formula. El Código Civil derogado restaba toda eficacia a la oferta a persona
indeterminada, mientras que el Código de Comercio establecía que “Las ofertas indeterminadas, contenidas
en un prospecto o en una circular, no obligan al que las ha hecho”. El CCyC la valida, teniéndola por
reformulada como una invitación a ofertar, y le asigna alcances diversos a los de la producida en el ámbito
de los contratos de consumo, en cuyo ámbito es obligatoria (art. 7º LDC).
La invitación a ofertar es una declaración de voluntad, unilateral, dirigida a una pluralidad de personas o al
público en general, invitando a los destinatarios a iniciar tratativas o a formular a su emisor una oferta de
concreción de un contrato. El artículo regula la oferta dirigida a persona indeterminada en el ámbito
negocial de los contratos paritarios; en los de consumo la oferta dirigida a consumidores potenciales
indeterminados obliga a quien la emite durante el tiempo en que se realice.
Si bien los consumidores, en la cotidianeidad de los intercambios de mercado, pueden entender que la
propuesta negocial dirigida a persona indeterminada constituye una verdadera oferta, lo expuesto
determina que técnicamente se la considere una invitación a ofertar, por lo que es el receptor de la
propuesta quien formula la oferta, y el emisor de la invitación a ofertar, quien la acepta.

LA OFERTA EN LOS CONTRATOS DE CONTENIDO PREDISPUESTO


Como la corriente actual es la de dotar de todas las herramientas necesarias para que la que siempre es la
parte débil en los contratos pueda equiparar de alguna forma esa situación, en los contratos de adhesión se
determina que los mismos deben ser claros en sus cláusulas, en lo que se está ofreciendo, en las
obligaciones que dicho contrato implica, etc.
La oferta al público es vinculante. Como lo es la publicidad complementaria.

LA OFERTA EN LA RELACIÓN DE CONSUMO


ART.7, LDC. Oferta. La oferta dirigida a consumidores potenciales indeterminados, obliga a quien la emite
durante el tiempo en que se realice, debiendo contener la fecha precisa de comienzo y de finalización, así
como también sus modalidades, condiciones o limitaciones.
La revocación de la oferta hecha pública es eficaz una vez que haya sido difundida por medios similares a
los empleados para hacerla conocer.
La no efectivización de la oferta será considerada negativa o restricción injustificada de venta, pasible de las
sanciones previstas en el artículo 47 de esta ley.
Art. 8, LDC. Efectos de la publicidad. Las precisiones formuladas en la publicidad o en anuncios, prospectos,
circulares u otros medios de difusión se tienen por incluidas en el contrato con el consumidor y obligan al
oferente.
Art. 10, LDC. Incumplimiento de la obligación. El incumplimiento de la oferta o del contrato por el
proveedor, salvo caso fortuito o fuerza mayor, faculta al consumidor, a su libre elección a:
a) Exigir el cumplimiento forzado de la obligación, siempre que ello fuera posible;
b) Aceptar otro producto o prestación de servicio equivalente;
c) Rescindir el contrato con derecho a la restitución de lo pagado, sin perjuicio de los efectos producidos,
considerando la integridad del contrato.
Todo ello sin perjuicio de las acciones de daños y perjuicios que correspondan.
Art. 35, LDC Prohibición. Queda prohibida la realización de propuesta al consumidor, por cualquier tipo de
medio, sobre una cosa o servicio que no haya sido requerido previamente y que genere un cargo
automático en cualquier sistema de débito, que obligue al consumidor a manifestarse por la negativa para
que dicho cargo no se efectivice.
Si con la oferta se envió una cosa, el receptor no está obligado a conservarla ni a restituirla al remitente
aunque la restitución pueda ser realizada libre de gastos.

DEBER DE INFORMACIÓN
Art. 4, LDC. Información. El proveedor está obligado a suministrar al consumidor en forma cierta, clara y
detallada todo lo relacionado con las características esenciales de los bienes y servicios que provee, y las
condiciones de su comercialización.
La información debe ser siempre gratuita para el consumidor y proporcionada en soporte físico, con
claridad necesaria que permita su comprensión. Solo se podrá suplantar la comunicación en soporte físico si
el consumidor o usuario optase de forma expresa por utilizar cualquier otro medio alternativo de
comunicación que el proveedor ponga a disposición.

ETAPA PREVIA A LA OFERTA


Es todo el proceso y campaña del oferente que arranca antes de la oferta, antes de la relación concreta
determinada. La normativa propone incluir la publicidad sobre los productos y que quede comprendido en
la contratación.
Art. 37, LDC, última parte. En caso en que el oferente viole el deber de buena fe en la etapa previa a la
conclusión del contrato o en su celebración o transgreda el deber de información o la legislación de defensa
de la competencia o de lealtad comercial, el consumidor tendrá derecho a demandar la nulidad del contrato
o la de una o más cláusulas. Cuando el juez declare la nulidad parcial, simultáneamente integrará el
contrato, si ello fuera necesario.

OFERTA PROPIAMENTE DICHA


En este tipo de contratos de contenido predispuesto, la oferta estará constituída por todo lo expresado en
la publicidad y propaganda. Las formulaciones particulares no se pueden contradecir, caso contrario
estaríamos frente a una publicidad engañosa.
Si no está el precio no es oferta, sino publicidad; asimismo los simples avisos o anuncios no constituyen
oferta. Si en el anuncio se distingue el precio y formas de pago de la oferta, puede ser que demanda dl
producto publicitado exceda las posibilidades del comerciante. Entonces la oferta caducara. El empresario
debe prever los recursos para que ello no ocurra. Suele ser una manera ortodoxa de captar clientes.
La oferta es vinculante según la ley LDC (art. 7).
Art. 974, CCyC., primera parte. La oferta obliga al proponente, a no ser que lo contrario resulte de sus
términos, de la naturaleza del negocio o de las circunstancias del caso.

LA ACEPTACION EN EL CÓDIGO CIVIL


Art. 978, CCyC. Aceptación. Para que el contrato se concluya, la aceptación debe expresar la plena
conformidad con la oferta. Cualquier modificación a la oferta que su destinatario hace al manifestar su
aceptación, no vale como tal, sino que importa la propuesta de un nuevo contrato, pero las modificaciones
pueden ser admitidas por el oferente si lo comunica de inmediato al aceptante.

La aceptación es la imprescindible contracara de la oferta. De ella depende la generación de un


consentimiento válido. Este artículo regula el régimen de la aceptación de la oferta contractual,
estableciendo que para que ella tenga eficacia debe expresar plena conformidad con la oferta, en grado tal
que cualquier modificación introducida a la propuesta original por el destinatario importa la formulación de
la oferta de un nuevo contrato, el que quedará concluido si el oferente inicial comunica de forma inmediata
la aceptación de la contrapropuesta a su emisor. Quien recibe una oferta dispone entonces de varias
posibilidades: guardar silencio, rechazarla, proponer una reformulación de sus términos o aceptarla. Si
acepta, su manifestación debe ser: a) lisa y llana; y b) oportuna, formulada durante el lapso de vigencia de
la oferta. Ello sin perjuicio de la posibilidad de considerar a la aceptación tardía como una oferta formulada
por el destinatario de la propuesta anterior.
Art. 979, CCyC. Modos de aceptación. Toda declaración o acto del destinatario que revela conformidad con
la oferta constituye aceptación. El silencio importa aceptación sólo cuando existe el deber de expedirse, el
que puede resultar de la voluntad de las partes, de los usos o de las prácticas que las partes hayan
establecido entre ellas, o de una relación entre el silencio actual y las declaraciones precedentes.

La aceptación de una oferta puede producirse de diversas maneras:


a. Aceptación expresa: se produce por manifestación verbal, por escrito o por signos inequívocos que dan
cuenta de una declaración afirmativa.
b. Aceptación tácita: se da cuando el destinatario lleva adelante una conducta que no desarrollaría de no
haber aceptado la oferta, incompatible con su rechazo.
c. Aceptación por el silencio: el silencio guardado por el destinatario de la oferta no puede ser en principio
considerado como aceptación, salvo que, por la relación existente entre las partes o por la vinculación entre
el silencio actual y las declaraciones precedentes, pudiera considerarse que el receptor de la oferta debía
expedirse.

Art. 981, CCyC. Retractación de la aceptación. La aceptación puede ser retractada si la comunicación de su
retiro es recibida por el destinatario antes o al mismo tiempo que ella.

LA ACEPTACION EN LOS CONTRATOS DE CONTENIDO PREDISPUESTO


Los contratos de adhesión no tienen características jurídicas distintas de los demás contratos.
La propuesta u oferta parte del adherente, si está de acuerdo en contratar, según las “condiciones
generales preformuladas”; estos contratos obligan al cliente a firmar una solicitud de contratación
conforme a las condiciones preformuladas y a amortizar la 1ra.cuota del plan de financiación de la
operación elegida, reservándose el estipulante u oferente, la aceptación de esa solicitud en un plazo de 30
días, previo estudio de la solvencia del cliente solicitante.
El predisponente puede deshacer el negocio sin ninguna responsabilidad con solo devolver la cuota dentro
del plazo estipulado de 30 días.
El predisponente: es la parte fuerte, el oferente: es la parte débil en la contratación.

LA ACEPTACION EN LA RELACION DE CONSUMO


Las ofertas al público tienen carácter vinculante en la contratación con el consumidor, valen como
propuesta de contrato y aceptación.
Las ofertas realizadas fuera de locales comerciales, o ventas domiciliarias tienen un régimen distinto, ya que
la aceptación no cierra el contrato, continúa abierto; el consumidor puede recovar su aceptación dentro del
plazo de 5 días a partir de la fecha en que se entregó la cosa.
La LDC protege a estos consumidores y a los que contratan x correspondencia, Internet u otros medios de
comunicación. Además los protege contra cosas o servicios que no se hayan requerido y que genere cargo
automático en cualquier sistema de débito.

CONSENTIMIENTO ENTRE PRESENTES Y AUSENTES


Art. 980, CCyC. Perfeccionamiento. La aceptación perfecciona el contrato: a. entre presentes, cuando es
manifestada; b. entre ausentes, si es recibida por el proponente durante el plazo de vigencia de la oferta.

El concepto de presencia o de ausencia, en lo que a la formación del consentimiento respecta, no responde


a un criterio de proximidad física sino que es de naturaleza técnico-jurídica y se vincula con la existencia de
un lapso, convenido o impuesto por las circunstancias en las que se produce la comunicación, entre la
recepción de la oferta y la posibilidad de formulación y recepción de la aceptación. No se trata de distancia
física, sino jurídica. Se consideran celebrados entre presentes los contratos en los que no hay solución de
continuidad entre la oferta y la respuesta a ella; y entre ausentes, aquellos en los que media un plazo entre
una y otra manifestación, sin importar, en razón de las posibilidades que ofrecen las TIC (Tecnologías de la
Informática y las Comunicaciones) la localización física de los sujetos involucrados en el intercambio.
Cuando se verifica la existencia de un lapso entre la oferta y la aceptación, se presenta el problema de la
determinación de cuándo, en qué tramo de la circulación de información y del intercambio, corresponde
considerar concluido el contrato. La solución a ese problema puede alcanzarse por cuatro sistemas (teorías)
distintos:
a. Sistema de la declaración: por el que se considera concluido el contrato por la aceptación de la oferta, sin
necesidad de ninguna exteriorización de la voluntad;
b. Sistema de la expedición: en él se requiere que la declaración de aceptación de la oferta sea enviada al
oferente, considerándose concluido el contrato en el momento en el que se remite tal aceptación;
c. Sistema de la recepción: por este se considera concluido el contrato cuando la comunicación que da
cuenta de la aceptación es recibida por el oferente, sin que sea necesario que éste haya efectivamente
tomado conocimiento de su contenido y,
d. Sistema de la información: se considera formado el consentimiento cuando el oferente conoce el
contenido de la aceptación.

CONTRATOS POR MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN


Art. 33, LDC. Venta por Correspondencia y Otras. Es aquella en que la propuesta se efectúa por medio
postal, telecomunicaciones, electrónico o similar y la respuesta a la misma se realiza por iguales medios.
No se permitirá la publicación del número postal como domicilio.
Art. 34, LDC. Revocación de aceptación. En los casos previstos en los artículos 32 (venta domiciliaria) y 33 de
la presente ley, el consumidor tiene derecho a revocar la aceptación durante el plazo de DIEZ (10) días
corridos contados a partir de la fecha en que se entregue el bien o se celebre el contrato, lo último que
ocurra, sin responsabilidad alguna. Esta facultad no puede ser dispensada ni renunciada.
El vendedor debe informar por escrito al consumidor de esta facultad de revocación en todo documento
que con motivo de venta le sea presentado al consumidor.
Tal información debe ser incluida en forma clara y notoria.
El consumidor debe poner el bien a disposición del vendedor y los gastos de devolución son por cuenta de
este último.

Los medios de comunicación modernos han cambiado las formas de contratación.


A través de un sistema computarizado los operadores son los mismos contratantes; el consentimiento
puede ser instantáneo ya que la oferta y la aceptación se dan en un tiempo razonable inmediato.
Puede decirse que es un contrato entre ausentes porque la oferta deberá ser estudiada x la firma
receptora, hay plazo para la respuesta, siempre que los operadores sean empleados.
El consentimiento quedara perfeccionado desde el momento en que se trasmita la respuesta, aunque el
oferente no haya tomado conocimiento (expedición).
La retractación de la oferta deja sin efecto la misma (información).
*Fax : consentimiento entre ausentes.
*Telex: consentimiento inmediato instantáneo.
*Internet: Es entre ausentes, porque existe un plazo y la respuesta no será inmediata.
*TE.: se considera consentimiento entre presentes en razón del medio utilizado; y entre ausentes: en razón
del lugar (lo cual en realidad es erróneo dado que se debe tener en cuenta la inmediatez del acuerdo).
3. VICIOS DE CONSENTIMIENTO
El CCyC regula como vicios de la voluntad al error, al dolo y a la violencia (fuerza e intimidación).
Error como vicio de la voluntad
ARTÍCULO 265, CCyC. Error de hecho El error de hecho esencial vicia la voluntad y causa la nulidad del acto.
Si el acto es bilateral o unilateral recepticio, el error debe, además, ser reconocible por el destinatario para
causar la nulidad.
(se elimina la referencia a la ignorancia, asimilada por la doctrina desde antiguo al error, de modo que su
regulación era innecesaria. Por último, se incorpora un nuevo requisito para que el error pueda dar lugar a
la nulidad del acto y es que sea reconocible. Se entiende por “error” el falso conocimiento de la realidad de
las cosas. Es un vicio de la voluntad que afecta la intención del sujeto, como elemento interno del acto
voluntario; de no haber tenido un falso conocimiento de las cosas, la persona jamás hubiera celebrado el
acto. Puede recaer sobre algún elemento de hecho, contenido o presupuesto del acto; en tal caso se tratará
de error de hecho. En cambio, el error de derecho es el que recae sobre el alcance, la existencia o la
vigencia de las normas jurídicas. Clasificación del error de hecho El error se clasifica en esencial y accidental.
El primero es el que se refiere al elemento del acto que se ha tenido en mira al tiempo de su celebración. Si,
en cambio, recae en circunstancias accesorias o intrascendentes es inhábil para producir la invalidez del
negocio. Para que cause la nulidad, no basta que se trate de un error de hecho, sino que la norma exige que
sea esencial. Se trata de impedir que por cualquier error sin entidad se perjudique la estabilidad de los
actos jurídicos, cuya conservación el ordenamiento legal procura.

ARTÍCULO 266, CCyC. Error reconocible El error es reconocible cuando el destinatario de la declaración lo
pudo conocer según la naturaleza del acto, las circunstancias de persona, tiempo y lugar.
(Los actos jurídicos pueden ser declarados nulos cuando hay error de hecho, el que, para ser invocado,
además de ser esencial, debe ser reconocible. El CCyC introduce este cambio tan importante en materia del
error, dejando de lado el criterio de la excusabilidad del error para adoptar el de la reconocibilidad.

ARTÍCULO 267, CCyC. Supuestos de error esencial El error de hecho es esencial cuando recae sobre: a) la
naturaleza del acto; b) un bien o un hecho diverso o de distinta especie que el que se pretendió designar, o
una calidad, extensión o suma diversa a la querida; c) la cualidad sustancial del bien que haya sido
determinante de la voluntad jurídica según la apreciación común o las circunstancias del caso; d) los
motivos personales relevantes que hayan sido incorporados expresa o tácitamente; e) la persona con la
cual se celebró o a la cual se refiere el acto si ella fue determinante para su celebración.

ARTÍCULO 268, CCyC. Error de cálculo El error de cálculo no da lugar a la nulidad del acto, sino solamente a
su rectificación, excepto que sea determinante del consentimiento.

ARTÍCULO 269, CCyC. Subsistencia del acto La parte que incurre en error no puede solicitar la nulidad del
acto, si la otra ofrece ejecutarlo con las modalidades y el contenido que aquélla entendió celebrar.
(El artículo que se comenta se funda en dos postulados básicos del acto jurídico: el principio de la buena fe
y el principio de conservación. La combinación de ambas reglas ha llevado al legislador a autorizar la
subsistencia del acto si la contraparte de aquel que experimentó el error consiente en ejecutar el negocio
tal cual este lo entendió. Vale decir, le da relevancia a la voluntad real por sobre la declarada, afectada por
el vicio de error).

ARTÍCULO 270, CCyC. Error en la declaración. Las disposiciones de los artículos de este Capítulo son
aplicables al error en la declaración de voluntad y en su transmisión.
Dolo como vicio de la voluntad
ARTÍCULO 271, CCyC. Acción y omisión dolosa. Acción dolosa es toda aserción de lo falso o disimulación de
lo verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación que se emplee para la celebración del acto. La
omisión dolosa causa los mismos efectos que la acción dolosa, cuando el acto no se habría realizado sin la
reticencia u ocultación.
(El dolo es uno de los vicios clásicos de la voluntad, pues suprime la intención. Tiene distintos significados,
pero aquí se lo estudia como vicio de la voluntad. Consiste fundamentalmente en realizar una maniobra
engañosa o incurrir en una omisión o reticencia que produzca el mismo efecto).

ARTÍCULO 272, CCyC. Dolo esencial El dolo es esencial y causa la nulidad del acto si es grave, es
determinante de la voluntad, causa un daño importante y no ha habido dolo por ambas partes.

ARTÍCULO 273, CCyC. Dolo incidental El dolo incidental no es determinante de la voluntad; en consecuencia,
no afecta la validez del acto.

ARTÍCULO 274, CCyC. Sujetos El autor del dolo esencial y del dolo incidental puede ser una de las partes del
acto o un tercero.
(Esta situación da lugar a la clasificación del dolo como directo o indirecto: el primero es el ardid cometido
por la parte que se beneficia con el acto, en tanto que el segundo es el que lleva a cabo un tercero sobre
una de las partes para favorecer a la otra).

ARTÍCULO 275, CCyC. Responsabilidad por los daños causados El autor del dolo esencial o incidental debe
reparar el daño causado. Responde solidariamente la parte que al tiempo de la celebración del acto tuvo
conocimiento del dolo del tercero.
(El dolo —esencial o incidental— siempre constituye un acto ilícito y, como tal, es idóneo para dar lugar a la
indemnización respectiva. El artículo en comentario establece expresamente que el dolo genera
responsabilidad civil tanto para la parte como para los terceros que fueron autores del dolo que vició el
acto. Cuando se trata de dolo esencial, es el mismo hecho que da lugar a dos acciones: a) la acción de
nulidad del acto con la finalidad de volver las cosas ex ante, esto es, al tiempo anterior a la celebración del
acto; y b) la acción resarcitoria para reclamar los daños y perjuicios causados. La víctima también puede
optar por dejar subsistente el negocio jurídico y renunciar a reclamar su invalidez, solicitando al propio
tiempo la reparación de los daños que el dolo le ha provocado. Si el dolo ha sido incidental, solamente dará
lugar a la reparación de los perjuicios que fueran acreditados).

Violencia como vicio de la voluntad


ARTÍCULO 276, CCyC. Fuerza e intimidación La fuerza irresistible y las amenazas que generan el temor de
sufrir un mal grave e inminente que no se puedan contrarrestar o evitar en la persona o bienes de la parte o
de un tercero, causan la nulidad del acto. La relevancia de las amenazas debe ser juzgada teniendo en
cuenta la situación del amenazado y las demás circunstancias del caso.

ARTÍCULO 277, CCyC. Sujetos El autor de la fuerza irresistible y de las amenazas puede ser una de las partes
del acto o un tercero.
(La parte perjudicada cuenta con dos acciones: a) la nulidad; y b) la acción resarcitoria. La víctima puede
iniciar la acción de nulidad para volver las cosas al estado anterior y, como el ejercicio de violencia
constituye un acto ilícito, también puede solicitar la reparación de los daños y perjuicios).
ARTÍCULO 278, CCyC. Responsabilidad por los daños causados El autor debe reparar los daños. Responde
solidariamente la parte que al tiempo de la celebración del acto tuvo conocimiento de la fuerza irresistible
o de las amenazas del tercero.

RESCISIÓN
Se trata de un acto jurídico unilateral con efectos extintivos.
La anulabilidad del contrato por error, dolo o violencia, es decir, la facultad jurídica de impugnación, le
corresponde a quien lo sufrió, y no a la otra parte que causo tal invalidez.
El contrato anulable por vicio tiene validez provisional; mientras no medie esa declaración de invalidez
perdura como contrato; una vez declarada la anulación, esa declaración tiene valor a partir de sentencia
firme.

VICIOS DEL ACTO

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