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El papel

del Estado socialista


en la estructuración
del sistema
social avanzado
del socialismo

Discurso del primer secretario del CC del PSUA y presi-


dente del Consejo de Estado de la RDA, Walter Ulbricht,
en el acto con motivo del 20 aniversario de la fundación
de la Academia alemana de derecho y ciencias políticas
«Walter Ulbricht»», celebrado el 12 de octubre de 1968

VERLAG ZEIT IM BILD DRESDEN


Editorial Zeit im Bild, RDA - 801 Dresden, Julian-Grimau Allee
Traducción: Intertext, RDA-108 Berlín
Printed in the German Democratic Republic
by Grafischer Grossbetrieb Völkerfreundschaft Dresden
8293 – 5
La Academia alemana de derecho y ciencias políticas fue creada en una época
en que las potencias occidentales imperialistas dividían Alemania y en la cual
nos encontrábamos ante la tarea de pasar en la parte oriental de Alemania de
la administración antifascista democrática a la construcción y creación del
poder obrero y campesino, de un Estado democrático popular como una de las
formas de la dictadura del proletariado. La clase obrera de la República
Democrática Alemana ha resuelto esa tarea. Representa una de las obras más
importantes de la clase obrera y de su partido dirigente, el PSUA, el que hayan
logrado aplicar la teoría marxista leninista del Estado en la República
Democrática Alemana de acuerdo a nuestras condiciones específicas de
desarrollo.
Naturalmente que hemos estudiado las teorías científicas sobre el Estado y el
derecho que fueron elaborados por nuestros amigos, los científicos soviéticos.
Estas representaron para nosotros directrices de principio, pero en cierto
sentido concepciones pronosticas. Nuestras tareas eran entonces más
complicadas. Consistían en desarrollar el derecho socialista en el período de
transición del capitalismo al socialismo -precisamente después de la más
profunda catástrofe que había sufrido Alemania- y con la existencia de una
gran confusión ideológica entre amplios círculos de la población. Además el
Partido Socialista Unificado de Alemania era en aquella época un partido joven.
Así que la clase obrera ha cumplido una tarea grandiosa, por cuanto estuvo en
condiciones de crear el poder obrero y campesino partiendo de la
administración antifascista y convertirlo en un Estado socialista que se dio hace
poco su Constitución socialista. Esto es un gran éxito y una obra importante
que no se puede valorar lo suficientemente. Demuestra la consecuencia y las
grandes capacidades que poseen la clase obrera y su partido revolucionario
cuando se dejan guiar por la teoría revolucionaria del marxismo leninismo.
En nuestra República Democrática Alemana y aquí en la Academia alemana de
derecho y ciencias políticas se fue elaborando paulatinamente el derecho
socialista gracias a la cooperación entre teóricos de las ciencias sociales del
PSUA y juristas burgueses de mentalidad antifascista democrática. Se
desarrolló en el proceso de la realización de la revolución socialista.
La creación de la Academia alemana de derecho y ciencias políticas fue para el
partido de la clase obrera el arma científica para elaborar el derecho socialista,
para luchar contra el tradicional derecho reaccionario creado en la vieja
sociedad explotadora, en el Estado de opresión capitalista, y que habla surgido
en el correr de los siglos. En la revolución antifascista democrática y en
revolución socialista se creó el derecho de la nueva Alemania.
Un paso importante en el desarrollo de derecho socialista fueron las reso-
luciones del VI congreso del partido, fue el programa allí aprobado de la
construcción íntegra del socialismo en el República Democrática Alemana.
Con ello se respondió a la cuestión. ¿Qué es el socialismo en un país industrial
altamente desarrollado? En el programa formulamos la función del Estado
socialista. Esta consiste en «dirigir consciente y planificadamente la realización
íntegra del socialismo, desarrollar continuamente las fuerzas productivas y las
relaciones de producción socialistas, mejorar las condiciones de vida
materiales y culturales del pueblo, fomentar la iniciativa creadora de los
trabajadores, fortalecer la conciencia socialista y proteger el orden socialista de
las maquinaciones enemigas».
El pronóstico del desarrollo de la sociedad socialista en la República De-
mocrática Alemana fue fundamentado en el Vil congreso del partido. Se de-
terminó la siguiente etapa en la implantación del sistema social avanzado del
socialismo. Al respecto pusimos de manifiesto que el desarrollo de la sociedad
socialista se caracterizaría por el fortalecimiento y perfeccionamiento ulteriores
de nuestro orden estatal socialista.
Esa preparación científica posibilitó la elaboración de la nueva Constitución de
la República Democrática Alemana. La Constitución socialista de la República
Alemana aprobada mediante un referéndum democrático es la ley del orden de
vida político de nuestro pueblo. Con la Constitución socialista se precisan de la
siguiente forma las bases del orden social y estatal socialista: «La República
Democrática Alemana es un Estado socialista de nación alemana. Es la
organización política de los trabajadores de la ciudad y el campo, que, unidos
bajo la dirección de la clase obrera y de su partido marxista leninista, realizan el
socialismo.»
El programa del socialismo, las resoluciones del Vil congreso y la Constitución
socialista forman las directrices para el desarrollo del Estado socialista durante
un largo período.
En la sesión científica internacional con motivo del 150 aniversario del
nacimiento de Carlos Marx en mayo de este año expuse el pronóstico social
socialista bajo las condiciones de la revolución técnico-científica en la
República Democrática Alemana. Hoy me concentraré en las cuestiones funda-
mentales del Estado socialista en la implantación del sistema social avanzado
del socialismo en la República Democrática Alemana y en relación con ello en
las cuestiones fundamentales de la estrategia y táctica de la lucha de la clase
obrera para el fortalecimiento y desarrollo del poder político.

Carácter y tareas del Estado socialista

El Estado socialista en el período de la implantación del sistema social avan-


zado del socialismo es la organización política de los trabajadores que ejercen
el poder bajo la dirección de la clase obrera y de su partido marxista leninista.
Lo característico del desarrollo estatal en el período actual es:

el desarrollo de la actividad de dirección científica unida a la cooperación


democrática de los trabajadores en la dirección política, económica y cul-
tural;
la elaboración completa del sistema de leyes y normas socialistas del orden
estatal;
la penetración en todas las esferas de la vida social de las teorías del
marxismo leninismo y su aplicación consciente y creadora por parte de los
ciudadanos.

El Estado socialista se apoya en la alianza democrática y en la colaboración


fraternal de la clase obrera con la clase de los campesinos cooperativistas, de
la intelectualidad y de otras capas trabajadoras. Con ello se estructura
democráticamente la sociedad socialista avanzada como comunidad socialista.
El Estado socialista dirige el desarrollo planificado de las fuerzas productivas y
fomenta el trabajo colectivo socialista.
El Estado socialista garantiza como órgano de poder de la dictadura del
proletariado la protección segura de la República Democrática Alemana y de
las conquistas socialistas del pueblo.
O sea que lo decisivo es el ejercicio del poder político por la clase obrera y la
aliada clase de los campesinos cooperativistas, los intelectuales y las otras
capas trabajadoras.

La significación del triunfo de las relaciones de producción socialistas

El orden social en la República Democrática Alemana se caracteriza por la


propiedad socialista sobre los medios de producción. Las relaciones de pro-
ducción socialistas han triunfado. Es decir, se creó la economía planificada
socialista y los medios de producción más importantes en la industria y en la
agricultura son propiedad del pueblo.
Con ello existe objetivamente la posibilidad de un rápido auge planificado de
las fuerzas productivas cuyo ritmo está determinado fundamentalmente por
cómo logramos aprovechar todas las ventajas del orden social socialista. Estas
son sobre todo: la planificación y dirección socialistas científicas, unidas a la
colaboración socialista y a la autorresponsabilidad de los productores de
mercancías, sobre la base del sistema económico del socialismo.
Esa unión no se desarrolla por sí sola, necesita de la actividad inteligente,
previsora, planificadora y organizadora del Estado socialista que fomenta
óptimamente la actividad social y la orienta hacia el fin común y unitario. El
orden social socialista, gracias al trabajo pronóstico científico y la economía
planificada socialista, permite introducir y realizar las tareas de la revolución
técnico-científica (decisiones de estructura, reorganización de procesos de
producción y mecanismos de dirección sobre la base de procedimientos
dirigidos automática y electrónicamente, etc.) en el momento oportuno y en
interés de los trabajadores, con ellos y por su bienestar.
Así, con ayuda del sistema socialista de enseñanza y del trabajo colectivo
socialista en nuestro orden se pone en condiciones a las gentes, tanto desde el
punto de vista intelectual como organizativo, de dominar las nuevas tareas. En
la medida en que se desarrolla la producción automatizada se eleva el carácter
creador del trabajo humano, el hombre tiene más tiempo para su actividad
social creadora.
Aumentan las tareas del Estado socialista en lo que respecta a la organización
del trabajo social, a la elaboración y aplicación democrática de líneas de
desarrollo científicamente fundamentadas para el despliegue de todas las
capacidades de las gentes y para el fortalecimiento del trabajo colectivo, para
el empleo de los medios sociales y para garantizar la unidad de su actuación.
Así que de ninguna manera se puede hablar de una disminución del papel del
Estado socialista.

La comunidad de todas las fuerzas sociales bajo la dirección de la clase


obrera

La victoria de las relaciones de producción socialistas en la República


Democrática Alemana estuvo unida a la superación del antagonismo de clase.
La clase obrera que, en firme alianza con la clase de los campesinos coope-
rativistas, los intelectuales y las otras capas trabajadoras, ejerce el poder,
puede orientar las fuerzas principales de la sociedad al trabajo creador y a la
organización del sistema social del socialismo. En el proceso de ese gran
trabajo común se unirán aún más todas las fuerzas políticas y sociales del
pueblo trabajador en torno a la clase obrera dirigente y su partido y realizarán
la comunidad socialista. Las tareas del Estado socialista y de las organi-
zaciones sociales en la implantación activa de la comunidad socialista au-
mentan en medida considerable. Han de organizar la comunidad política de
todas las fuerzas sociales del pueblo trabajador bajo la dirección de la clase
obrera, su actuación común para realizar todas las decisiones estatales fun-
damentales; han de desarrollar una vida espiritual y cultural creadora y amplia
en la que cada quien penetre cada vez más profundamente en las relaciones
objetivas y en las necesidades de nuestro desarrollo y pueda desarrollar libre y
completamente su personalidad en la comunidad socialista. Tampoco por eso
se puede hablar de una disminución del papel del Estado socialista.
Pero quien, basándose en el hecho de que en nuestra sociedad se han
superado los antagonismos de clase, llegue a la conclusión de que el papel
dirigente de la clase obrera ya no es necesario o que el Estado socialista pierde
su carácter político, es decir: de clase, no ha comprendido ni el sentido
histórico del papel de la clase obrera ni la naturaleza de la dictadura del
proletariado. La función de dirección histórica de la clase obrera en la sociedad
surge de la necesidad de aplastar y romper la resistencia de las clases
explotadoras derrocadas, de la necesidad de abolir su existencia. Esta es una
premisa necesaria para que la clase obrera triunfante pueda realizar la justicia
social y la verdadera democracia socialista y desarrollar todas las potencias
creadoras del pueblo en interés de la construcción de la sociedad socialista.
Lenin señaló una y otra vez que la esencia del dominio de la clase obrera no se
puede reducir en modo alguno a la represión de las clases explotadoras
derrocadas, sino que la clase obrera necesita sobre todo su poder estatal para
la estructuración positiva y creadora de la sociedad socialista como la obra
consciente de las masas de la ciudad y el campo.
A quien hasta ahora haya sustentado la opinión de que la superación de los
antagonismos de clase equivale a la desaparición de todos los intentos de
restablecer el poder del capital en un país socialista, los activos intentos de
restauración de las fuerzas contrarrevolucionarias en la RSCh por los
estrategas globales de los EE. UU y Alemania occidental le deben haber dado
una lección; pues se olvida un tercer hecho objetivo que determina hoy el
carácter y las tareas de nuestro Estado socialista.

El Estado socialista como arma contra las diversas formas y métodos de


la política de expansión imperialista

Es un hecho que el desarrollo de la sociedad socialista se realiza bajo las


condiciones del amplio enfrentamiento mundial entre socialismo e imperialismo.
Aquí no sólo hay que contar las amenazas militares agresivas con lasque lleva
adelante su política de transformación del statu quo en Europa el imperialismo
germanooccidental. Aquí no sólo hay que contar la política activa de agresión
de los EE. UU contra el pueblo vietnamita, no sólo la política de Israel, apoyada
por los EE. UU., contra los Estados árabes. Aquí hay que contar hoy sobre todo
los intensos esfuerzos que dentro de los marcos de la estrategia global
norteamericana se realizan aquí en Europa bajo el manto de la nueva política
hacia el Este para minar por dentro, debilitar y descomponer a los Estados
socialistas, para crear las condiciones que permitan un retroceso a las viejas
relaciones de dominio capitalistas mediante la guerra psicológica la guerra
económica, el «levantamiento no violento» o la «guerra encubierta».
Las tareas del Estado socialista en lo que respecta a la protección del trabajo
pacífico de los ciudadanos, de su convivencia socialista y de sus conquistas
socialistas contra todos los ataques abiertos y encubiertos del enemigo de
clase imperialista, contra los elementos fascistas a su servicio, no son por
consiguiente menores en esta nueva etapa de desarrollo del orden social
socialista, sino más complicadas y grandes; pues tenemos que enfrentarnos
eficazmente a una táctica más refinada del imperialismo.
La solución de las tareas de nuestro Estado socialista de nación alemana es
nuestra contribución a! fortalecimiento de la posición internacional del
socialismo, pues fortalece la posición del socialismo en Alemania y opone una
barrera inquebrantable a las fuerzas revanchistas del capital monopolista
germanooccidental que desbarata su política agresiva, peligrosa para la
seguridad europea.

El papel dirigente de la clase obrera y de su partido marxista leninista

La condición fundamental para el desarrollo de la sociedad socialista y del


Estado socialista en la República Democrática Alemana es el aumento,
conforme a las leyes del desarrollo social, del papel dirigente de la clase obrera
y su partido marxista leninista. Es al mismo tiempo la condición fundamental
para el aseguramiento de la paz. La clase obrera es la fuerza más revolucio-
naria de la historia contemporánea. Gracias a su posición dominante en la gran
producción material, en el Estado y en la sociedad, es capaz de actuar como
fuerza unificadora y establecer la alianza con los campesinos cooperativistas,
los intelectuales y los otros trabajadores. Saluda con gran satisfacción y
fomenta el desarrollo de todas las aptitudes en todas las capas del pueblo. La
clase obrera aplica en alianza con los intelectuales y otros trabajadores los más
modernos adelantos de las ciencias naturales y sociales; domina, apoyada en
las relaciones de producción socialistas, las necesidades objetivas de la
revolución técnico-científica mediante la organización de grandes procesos de
producción con medios y métodos modernos. La comprensión de su misión
histórica en la implantación del sistema social avanzado del socialismo la
adquiere la clase obrera especialmente a través de su parte más avanzada, de
su vanguardia consciente: el partido marxista leninista. El partido marxista
leninista se encuentra por eso siempre a la cabeza de la lucha de la clase
obrera y encarna la unidad entre teoría revolucionaria y movimiento
revolucionario. Con la teoría marxista leninista posee el instrumento decisivo
para prever las características del futuro desarrollo social y conducir a las
masas. La dirección de nuestra sociedad socialista por el partido de la clase
obrera se ha probado sin duda alguna. La calidad científica de su dirección que
se apoya en la cooperación activa de los obreros campesinos, cooperativistas,
intelectuales y las demás capas trabajadoras, se desarrolla continuamente.
Sobre la política de alianzas del partido de la clase obrera

En base a las experiencias de nuestra exitosa práctica de largos años podemos


establecer: el desarrollo de un país socialista depende en primer lugar de cómo
fortalece el partido marxista leninista el poder político obrero y campesino, de
cómo sabe fomentar el desarrollo de la comunidad socialista.
En el Vil congreso hemos establecido que en el proceso de la creación del
sistema social avanzado del socialismo aumenta necesariamente el papel
dirigente del partido y se desarrolla al mismo tiempo la democracia socialista.
El punto de partida de todos los éxitos fue la unificación de la clase obrera que
creó así simultáneamente las bases fundamentales para la sólida alianza con
las otras clases y capas trabajadoras del pueblo. Sólo la clase obrera unida, a
cuya cabeza está un partido que se oriente en la teoría científica del marxismo
leninismo, estuvo en condiciones de fortalecer el Bloque de los partidos
antifascistas democráticos, de los sindicatos, de la Juventud Libre Alemana y
otras organizaciones sociales, de crear paulatinamente la colaboración entre
las diversas capas de la población y de conducir por un camino progresista a
personas de distinta procedencia social, antiguos campesinos individuales,
empresarios, artesanos e industriales. Esa política de alianzas partió siempre
de los intereses fundamentales comunes a todas las fuerzas políticas. Se
apoyó en las útiles experiencias y tradiciones progresistas y dejó la necesaria
libertad de acción a las distintas capas sociales para probar y desarrollar
ejemplos y para la cooperación creadora y democrática. Este fue un largo y
complicado proceso que finalmente alcanzó como éxito el que hoy sea posible
y necesaria la acción común de todas las fuerzas políticas del pueblo. La
alianza de la clase obrera con la clase de los campesinos cooperativistas, con
los intelectuales y las otras capas del pueblo es hoy una base inviolable del
orden social socialista.
En la elaboración de la estrategia y la táctica, los marxistas leninistas parten
siempre de la teoría del marxismo leninismo. La historia del movimiento
revolucionario ha demostrado que sólo el partido que se encuentra firmemente
en el terreno del marxismo leninismo y que utiliza creadoramente las
experiencias propias e internacionales, se encuentra en condiciones de ela-
borar una estrategia y táctica eficaces y científicamente fundamentadas y de
alcanzar éxitos duraderos en la lucha.
Si aquí recalco nuevamente esta idea es porque únicamente sobre su base se
pueden dominar científicamente los procesos de transformación y los nuevos
problemas que se presentan en la clase obrera, en la estructura de clases de la
sociedad socialista, en la conciencia de las gentes y en sus relaciones sociales.
Evidentemente un problema fundamental es el establecimiento de correctas
interrelaciones entre política, la economía, el conjunto del desarrollo técnico-
científico y el social, para lo cual es especialmente importante el crecimiento de
la conciencia socialista. ¿Cómo queremos asegurar que el sistema económico
del socialismo sea llevado por la iniciativa consciente de las masas de
trabajadores y que en el proceso de la planificación y dirección de la revolución
técnico-científica conduzca al desarrollo de las relaciones socialistas entre los
trabajadores, a un alto grado de conciencia socialista y a la formación de
personalidades socialistas?
Según nuestras observaciones el desarrollo futuro de nuestra sociedad estará
caracterizado por las tendencias del acercamiento entre las clases y capas y
por el crecimiento de la unidad político moral de la población. En ese proceso
sigue ampliando la clase obrera su papel dirigente. Como clase ha alcanzado
un grado de socialización al que -en virtud de las leyes objetivas del desarrollo
social técnico-científico- se aproxima cada vez más la clase de los campesinos
cooperativistas y los demás grupos sociales. Al mismo tiempo la clase obrera
realiza autónomamente su ulterior desarrollo.
Partiendo de esto, la clase obrera no abarca ya únicamente a los que realizan
un trabajo predominantemente físico directo en el proceso de producción, sino
que se caracterizará en sus tendencias de desarrollo como una clase que actúa
en la producción y ejerce el poder, en la que la actividad física e intelectual se
convierten cada vez más en una unidad.
La característica determinante consiste en que aumenta rápidamente el
porcentaje de la actividad intelectual adquiriendo la forma de actividad in-
telectual productiva en la economía y de participación en la dirección del
Estado y de la sociedad. De esas transformaciones que se van produciendo,
surgen de inmediato los siguientes problemas:
— Aumenta la necesidad y la posibilidad de otorgar a los más amplios círculos
de la clase obrera una mayor responsabilidad en los procesos de dirección y
decisión de la economía, en el Estado y en la sociedad, así como promover
aún más su participación en el proceso de dirección.
— Una de las tareas más apremiantes es la mejor unión entre instrucción
técnico-científica, educación ideológica y mejor ¡tripartición de conoci-
mientos de las ciencias sociales, sobre todo postescolares.
Estas cuestiones requieren toda nuestra atención.
Los nuevos problemas del desarrollo de la sociedad socialista no se pue-
den ni aplazar ni resolver con préstamos del mundo capitalista. Ningún partido
marxista leninista se libra del penoso trabajo científico y creador de elaborar
una estrategia y táctica correctas, partiendo de las leyes objetivas del marxismo
leninismo.

El veneno de la ideología burguesa y del anticomunismo

La guerra psicológica del imperialismo se dirige sobre todo contra el partido


marxista leninista. Los imperialistas y sus loros revisionistas saben muy bien
que toda limitación de la función dirigente de la clase obrera y de su partido
pone en juego los intereses vitales de la clase obrera y las conquistas
fundamentales del socialismo. Es característico el que Zbigniew Brzezinski, uno
de los politólogos de los EE. UU., hablase ya en 1964 en una ponencia en el
Instituto de política internacional de Praga sobre el tema «El fin del leninismo».
Partía de la tesis de que el leninismo ya no tiene validez en una moderna
sociedad desarrollada. Ya en 1964 tuvo la oportunidad de hablar abiertamente
en la capital de la República Socialista Checoslovaca contra el leninismo y de
preparar la propaganda contrarrevolucionaria. Un año después en su libro
«Alternativa a la división; por una más amplia concepción del papel de América
en Europa», declaraba: «Lo más deseable sería que el proceso de
transformación comenzase con una liberalización interna de los países de
Europa oriental.» Es decir, no se trata aquí de cuestiones parciales, sino de la
cuestión fundamental del socialismo. No se trata aquí de una cuestión de la
RSCh, sino de la cuestión de la lucha entre los dos sistemas mundiales.
Brzezinski lo ha formulado abiertamente. El mismo es uno de los colaboradores
más estrechos de la dirección estatal de los EE. UU.
Admiración de los imperialistas cosechan aquellos que retroceden ante la
presión del anticomunismo, que detienen la lucha contra la ideología burguesa
y hacen concesiones a los imperialistas. Los argumentos que presentan son a
menudo muy diferentes. No es ninguna casualidad que precisamente el señor
Brandt expresase su admiración por la introducción del socialdemocratismo en
la RSCh.
Con ello expresó su admiración a los préstamos que hicieron al capitalismo, a
la democracia burguesa y a la política socialdemócrata.
En Checoslovaquia, bajo la influencia de ideologías burguesas de escritores y
periodistas pequeñoburgueses y semianarquistas fue posible ocupar
posiciones decisivas en los medios de información masiva y actuar como
centro político. Estaban dominados por la teoría de la convergencia, por las
ansias por demostrar que entre los Estados capitalistas y la comunidad de
Estados socialistas «existe el modelo de un camino especial, de un tercer
camino». Esto se expresó en la plataforma que publicó Svitak en el periódico
sindical «Prace» y en el documento «Las 2.000 palabras», en las declaraciones
de Snejdarek en Francfort del Meno y en las de otros políticos checoslovacos.
El análisis político de los acontecimientos en la RSCh tiene una significación de
principio para la estrategia y la táctica de los partidos marxistas, in-
dependientemente de que se encuentren o no en el poder.
El análisis demuestra: el veneno encubierto de la ideología burguesa se dirige
sobre todo contra el partido marxista leninista, contra su teoría y práctica
revolucionarias.
Esto comenzó al principio muy «inocentemente»: se hablaba de una «misión
humana del partido», de la necesidad de hacer valer la «autoridad natural
informal del partido». Se decía que el papel dirigente del partido no podía ser
ya entendido como un monopolio, como una concentración de poder. Que más
bien debía dirigir su política de tal forma que «se ganase su papel dirigente en
la emulación con otros partidos», es decir, con partidos antisocialistas. No se
hablaba más del partido como partido de la clase obrera. Se hablaba mística y
misteriosamente de su «misión», que debía radicar sobre todo en «impulsar
iniciativas socialistas».
Después de que la discusión se había empezado así, las fuerzas antisocialistas
pasaron a directos ataques revisionistas y contrarrevolucionarios contra el
papel dirigente del partido: «La superconcentración de poder», decían era «¡un
estorbo!» El partido debería «experimentar un profundo renacimiento». Sería
necesario «revisar los principios fundamentales». Sobre todo se debería pasar
a la formación de «grupos con diferentes opiniones en el seno del partido».
Esos ataques enemigos dirigidos con el apoyo de todos los medios de
información masiva contra el partido de la clase obrera condujeron finalmente a
la abierta consigna contrarrevolucionaria de la «separación del partido del
poder, de la dirección del Estado, la economía, la ciencia y la cultura». El papel
dirigente del partido era, según declaraba Ivan Svitak en un programa
contrarevolucionaria publicado en el periódico sindical «Prace», «una forma
muy impropia de la vida política». Mientras tanto ese señor se ha ¡do al
Occidente y ha parado como profesor en el instituto anticomunista del teórico
de la estrategia global imperialista de los EE. UU., señor Brzezinski.
Se pregunta cualquiera ¿qué es lo que debe ponerse en lugar del poder obrero
y campesino, en lugar del papel dirigente de la clase obrera y de su partido
marxista leninista? Las fuerzas revisionistas, antisocialistas y contra-
revolucionarias se escondieron primero bajo la consigna del «pluralismo polí-
tico» en sus ataques contra las conquistas del orden social socialista. El «plu-
ralismo político» se convirtió en «doctrina de Estado» de la contrarrevolución,
para legalizar su lucha por la eliminación del socialismo. El «pluralismo»
consistía en la legalización de clubes y organizaciones antisocialistas y abier-
tamente contrarrevolucionarios. Esa teoría no es en ningún modo original, sino
una reliquia ideológica de la guerra psicológica y de la llamada nueva política
hacia el Este. Para la lucha contra el socialismo científico les parece
especialmente apropiado a todas las fuerzas antisocialistas ese «pluralismo»
por que no tiene en cuenta las leyes objetivas que determinan el desarrollo de
la sociedad, porque niega su existencia o, por lo menos, su reconocibilidad..
Según las teorías del «pluralismo» la sociedad se debate en una lucha confusa
de grupos de intereses que se desarrolla a lo largo y a lo ancho de todas las
clases y capas sociales y en la cual las mismas personas adoptan diferentes
puntos de vista según el momento. Esa lucha de grupos de intereses debe
amortiguarse mediante un balanceo de los intereses divergentes en un valor
medio mediante compromisos permanentes y mantenerse en un equilibrio
inestable. Según la opinión de esos pluralistas esta tarea incumbe al Estado
socialista. Esta ha de ser el igualador de todos esos grupos de intereses.
Especialistas germanooccidentales en materia de actividad contrarrevolu-
cionaria han encontrado para ello la designación «sublevación sin violencia».
Para ello existe todo un programa: se puede comparar exactamente entre ese
programa elaborado en Alemania occidental y las medidas que han aplicado
diversos clubes en la República Socialista Checoslovaca. Todo el problema
consiste en que esa lucha de intereses, esa «sublevación sin violencia» no se
desarrolla, según afirman, con métodos de guerra civil, sino en forma civilizada,
con buenos modales y hasta tolerada por los órganos estatales sobornados.
Esta sería la esencia de la democracia y por ella tendría que velar el Estado. O
sea, el Estado socialista incluso tiene que colaborar, en nombre del orden.

Hemos extraído las enseñanzas de las experiencias de 1918

En lo que respecta al sistema de varios partidos en los países capitalistas, se


trata de una cuestión completamente distinta que en los países socialistas.
Debería estar claro que en los países capitalistas, en la lucha de la clase
obrera y sus aliados por el poder político, el problema de la relación con otros
partidos políticos se presenta en otras condiciones que en una sociedad
socialista.
A ese problema se refirió una vez el camarada Palmiro Togliatti que tiene
grandes méritos en la lucha del movimiento obrero internacional. Con el co-
laboré muy bien en el antiguo Comintern cuando se trataba de elaborar la
táctica del frente popular. Entonces dijo el camarada Togliatti que se trataba:
«de dirigir la lucha de las masas en toda su extensión, de no perder jamás la
iniciativa y de quitarle la dirección a los elementos vacilantes que podrían
capitular ante las primeras dificultades». Ese punto de vista hoy tiene completa
validez.
Bajo la gritería seudoliberal de una democracia «pura» se pretende socavar las
bases sin las cuales no es posible la democracia para las masas trabajadoras
del pueblo, a saber: el poder político y económico del pueblo trabajador dirigido
por la clase obrera, se pretende debilitar y finalmente derrocar su poder estatal
socialista. Esa es la concepción política de la teoría burguesa de la «sociedad
pluralista».
Las recomendaciones hechas por algunos dirigentes socialdemócratas ger-
manooccidentales a los países socialistas de suplantar el socialismo científico
por el «pluralismo», no es otra cosa que la recomendación de darle a la
contrarrevolución posibilidades legales de actuación. El llamado de «las 2.000
palabras» a formar órganos contrarios al poder estatal socialista en la RSCh lo
ha demostrado suficientemente.
El «pluralismo» apela a la ingenuidad de soñadores pequeñoburgueses que
quieren hacer desaparecer del mundo el muy palpable poder de los monopolios
imperialistas con frases sobre la igualdad de todos los hombres y de la
democracia pura. Es una imagen fantasmal que tiene como fin ocultar la
realidad imperialista de la desenfrenada dictadura de los monopolios y de sus
asociaciones, ocultar la contradicción fundamental de la sociedad capitalista e
inducir a los países socialistas a renunciar por sí mismos a sus libertades, a su
poder conquistado, a su orden social socialista. Quien caiga en ese engaño no
debe asombrarse cuando la contrarrevolución le arrebata una posición tras otra
bajo el manto de la legalidad más absoluta para llegar finalmente al poder.
En 1918 hemos tenido ya nuestras experiencias en Alemania. Hace 50 años
fueron precisamente las ilusiones pequeñoburguesas sobre la democracia
burguesa, sobre el Estado aparentemente neutral, en las que cayó el pensa-
miento de muchos trabajadores socialdemócratas. Esas ilusiones impidieron
que los consejos de obreros y soldados en la Revolución de noviembre actua-
ran con la necesaria decisión para quitarle el poder a los dominadores
monopolcapitalistas y terratenientes de Alemania, erigir su propio Estado de
obreros y campesinos y emplearlo para transformar las bases económicas,
políticas y espirituales de toda la sociedad. La claridad científica en las cues-
tiones del papel dirigente de la clase obrera y del Estado es la premisa fun-
damental para la construcción del socialismo y para la realización de la de-
mocracia socialista. En el enfrentamiento con el imperialismo, la ideología
socialista, el convencimiento de que nuestra lucha obedece a leyes objetivas y
es justa, tienen una significación fundamental; pues sobre todo el conocimiento
de los procesos políticos y sociales de nuestra vida en la actualidad capacita a
los trabajadores a realizar grandes empresas aptas de inclinar la balanza a
nuestro favor en el enfrentamiento entre el socialismo e imperialismo.

La esencia de la democracia socialista

En el artículo 21, inciso 1 de la Constitución de la República Democrática


Alemana se dice:
«Todo ciudadano de la República Democrática Alemana tiene derecho a
participar ampliamente en la estructuración de la vida política, económica,
social y cultural de la colectividad y del Estado socialista. Rige el principio:
'Trabaja, planifica y gobierna'.»
En la República Democrática Alemana, las normas de conducta socialistas
adquieren cada vez más influencia. La Constitución recalca especialmente la
participación en la estructuración de la vida política. Pero esto exige que la
ideología socialista penetre en toda la vida social y se convierta en una fuerza
activa cada vez más intensa en el proceso de la solución de las tareas del
sistema social avanzado del socialismo. Los trabajadores cambian y se
desarrollan tal como lo ha pronosticado nuestro Partido. Nuestra sociedad
socialista, con el triunfo de las relaciones de producción socialistas, se ha
convertido en una gran comunidad de hombres activos. Los trabajadores en la
ciudad y el campo, en las empresas socialistas y cooperativas, como también
en las demás esferas de la vida social, trabajan de común acuerdo, metódico y
planificadamente, para satisfacer cada vez mejor sus múltiples necesidades
políticas, económicas y culturales y para perfeccionar sistemáticamente su
orden estatal y social socialista. El contenido y las formas de la democracia
socialista siguen desarrollándose bajo las condiciones del socialismo.
¿En qué consisten las garantías decisivas para el desarrollo integral de la
democracia socialista?
Están firmemente cimentadas en nuestra Constitución Socialista del 6 de abril
de 1968. Partiendo del poder político de los trabajadores, la base decisiva es la
propiedad del pueblo sobre los medios de producción. Nuestra Constitución
garantiza que las representaciones populares formen la base del sistema de
órganos estatales y que ningún otro órgano que los previstos
constitucionalmente puedan ejercer el poder estatal. En ellos se concentran
todas las fuerzas políticas del pueblo. Aquí convergen todas las iniciativas de
los trabajadores, de sus comunidades y colectividades en una fuerza unida y
con un objetivo común el de estructurar la producción y toda la vida social. Esto
corresponde plenamente a las teorías de Marx, Engels y Lenin que nosotros
hemos aplicado creadoramente a nuestras condiciones. Sin embargo, la
democracia socialista será efectiva sólo en la medida en que cada uno sea
capacitado para participar activa y calificadamente en la dirección del Estado y
la economía. Por eso se fomenta especialmente la calificación de los diputados
y los trabajadores que desempeñan una actividad social. La solución de las
tareas de la revolución técnico-científica y especialmente la ejecución de la
concepción políticoestructural del plan de perspectiva requieren una más
elevada instrucción, organización y disciplina, y en mayor volumen una
incorporación diferenciada y metódica de los trabajadores y de las colectivi-
dades socialistas de trabajo en la decisión y ejecución de las tareas.
Somos conscientes que el Estado socialista experimenta un desarrollo. Esto se
refiere también al desarrollo de los partidos y organizaciones sociales.
Especialmente la aprobación de la Constitución socialista tiene como conse-
cuencia grandes innovaciones para los órganos y sus comisiones, para el
Consejo de Ministros y los órganos del aparato estatal, el Frente Nacional y las
organizaciones sociales.
Todas las formas y posibilidades constitucionales de hacer efectiva la cola-
boración democrática de los trabajadores que hemos creado y que son desa-
rrolladas y perfeccionadas paulatinamente, tienen por ello carácter de garantía
en doble sentido: son por una parte garantía de que cada uno puede ejercer
sus derechos documentados constitucionalmente, y por otra parte es garantía
de que la iniciativa de los trabajadores pueda ser efectiva al máximo en
provecho de toda la sociedad.
La democracia socialista nada tiene en común con la «división de poderes»
burguesa o con la «división y control del poder». En la lucha de la clase obrera
por la instauración de su poder político, hemos polemizado no solamente una
vez contra la teoría de la división de poderes. Ya en la Revolución de
noviembre estuvo a la orden del día esta cuestión. También la Constitución de
Weimar proclamó la división del poder, incluso la declaró como modelo de una
democracia parlamentaria en la que «las relaciones de los órganos legislativos,
ejecutivos y judiciales» radicaban en su «independencia mutua y control
recíproco». Pero esta llamada división de poderes no significa otra cosa que la
limitación de los derechos del parlamento y la garantía de la actividad
independiente con orientación clasista de la mayoría de los funcionarios y
dominadores del aparato judicial educados por la burguesía. En la República
de Weimar durante largo tiempo estuvo en el poder el Partido Socialdemócrata.
Pero el resultado no fue un «socialismo democrático», sino la completa
dictadura imperialista, y finalmente el fascismo. Ahora el imperialismo
germanooccidental, en alianza con el imperialismo norteamericano, integra su
dominio monopolista de Estado y lo llama también «poder integrado». Esta
nueva fase del desarrollo estatal está caracterizada por las leyes de
emergencia, la «reforma estatal interior», la «reforma territorial y adminis-
trativa», la acción concertada» de los señores Strauss y Schiller, las exigencias
de que sea fortalecida y consolidada la OTAN y la concentración de los
órganos de publicidad en las manos del gran capital. Todo tiene como finalidad
el desarrollo y la rígida concentración burocráticomilitar del dominio de las
fuerzas más agresivas del imperialismo. De la división de poderes ni rastro.
Solamente han quedado los elementos decorativos de ciertas asambleas
plenarias y de comisiones.
Pero a los países socialistas les recomiendan la «división del poder». ¿Con
quién ha de compartir el poder el pueblo trabajador? Con los señores en Bonn,
los neonazis y generales hitlerianos o con los partidarios de las fuerzas
derrocadas de las clases explotadoras, como los que han salido en Checoslo-
vaquia de sus guaridas y se han organizado en diferentes clubes para anular
las conquistas del socialismo y restaurar las viejas condiciones? Esa habla-
duría de división del poder viene de la contrarrevolución encubierta y pertenece
al programa de la estrategia global del imperialismo.
De la historia de la lucha de clases hemos extraído la enseñanza de que
solamente hay una verdadera garantía para la democracia: el pueblo trabajador,
bajo la dirección de la clase obrera que actúa unidamente, debe liquidar este
antipopular sistema de dominio clasista burgués y sus bases de poder en la
economía, y tomar en sus propias manos el poder político y económico, edificar
su propio Estado democrático. Este Estado sólo puede ser construido sobre la
base de la plena concentración del poder en las manos de las representaciones
populares elegidas y su estrecha y viva relación con los trabajadores y sus
colectivos. Sobre la base de esta soberanía popular se realiza la dirección
democrática de todos los órganos administrativos estatales y de justicia. Este
es también el motivo por qué en nuestro orden estatal no hay sitio para los
tribunales administrativos. Esos tribunales administrativos que existen en los
países capitalistas, no tienen otra función que la de reemplazar la actividad de
las comisiones parlamentarias y aumentar el poder de las reaccionarias
autoridades administrativas.
La democracia socialista nada tiene en común con la
«autoadministración» burguesa, aún cuando se la llame socialista

Uno se pregunta qué es lo que piensan los ideólogos imperialistas cuando


proponen para e! socialismo una autoadministración de las empresas o tam-
bién de las ciudades y municipios. Esa autoadministración es una contradicción
en sí.
Ante la estrategia global del imperialismo norteamericano y sus auxiliares
germanooccidentales resulta ridículo filosofar sobre el debilitamiento del Estado
bajo las condiciones socialistas. So debe tener en cuenta que los restos de la
vieja clase explotadora actúan como una fuerza antisocialista y se opera, desde
el Oeste, una constante influencia de ideologías imperialistas y otras
reaccionarias, lo que perturba la construcción del socialismo. El intento de
desembarazarse de los problemas complicados de la construcción socialista
bajo la consigna de «autoadministración» y cargarlos sencillamente a los
órganos inferiores, no trae ningún provecho. Echar pestes contra el
«burocratismo» tampoco sirve de nada. Hay solamente un camino: aplicar los
principios del marxismo leninismo en la vida estatal y atenerse al centralismo
democrático, porque esto garantiza el desarrollo de la democracia socialista.
En vez de hablar sobre el «burocratismo» es más provechoso, pero también
más difícil, aplicar los métodos modernos de la ciencia de administración
socialista y de la actividad de dirección y asegurar, mediante las
representaciones populares, que los colaboradores del aparato estatal sean
capacitados para aplicar creadoramente la doctrina marxista en el trabajo de
las instituciones y en su propio trabajo. Así se apoya el desarrollo de la
democracia socialista.
Por lo demás, cuando los capitalistas nos recomiendan la descentralización de
la dirección económica y propagan entusiasmados la autoadministración, por
ejemplo, para Checoslovaquia, no es difícil ver el diente de lobo antisocialista.
Los capitalistas concentran todo el poder en el Estado y la economía, con el fin
de utilizar mejor la revolución técnico-científica para la obtención de
exorbitantes ganancias y el fortalecimiento de su poder. En cambio a los países
socialistas les recomiendan el debilitamiento del Estado y la descentralización
de los órganos estatales.
Un Estado socialista que quiera salir airoso en el mundo de hoy, en el que no
en última instancia se trata de dominar los complicados problemas de la
moderna industria y agricultura socialista bajo las condiciones de la revolución
técnico-científica con todas sus consecuencias sociales, tiene que ser un
Estado homogéneo, sólido, con planificación y dirección central homogénea al
que se une la responsabilidad propia de los productores de mercancías y la
participación de los trabajadores en la planificación y dirección en el Estado y la
economía. Ahora una empresa por sí sola no puede lograr para sus
mercancías la calidad máxima universal. Lo logrará solamente mediante el
trabajo socialista mancomunado con otras empresas en la rama industrial,
estableciendo relaciones de cooperación, cuando recibe de los órganos
económicos e 'instituciones científicas centrales las orientaciones elaboradas
en base al estudio de las relaciones y pronósticos del conjunto de la economía.
Esto permite también la cooperación necesaria en el campo económico y
técnico-científico entre los Estados socialistas. Es sabido que hoy ninguna
empresa moderna puede por sí sola estructurar las condiciones de su repro-
ducción ampliada, porque su producción es influenciada cada vez más
intensamente por factores relativos al sistema en su conjunto, como problemas
de la instrucción, ciencia, red de comunicaciones, etc. ¿Qué tiene de
autoadministración el que —digamos— en una empresa un director sea
responsable de la dirección económica, y el órgano de los trabajadores sólo
pueda intervenir en cuestiones sociales? Las decisiones principales, de las que
dependen el bienestar o malestar de todos los miembros de la empresa, en
esas condiciones de autoadministración no recaen ni en el director ni en los
trabajadores, sino con toda espontaneidad en el mercado. Pero eso no es
autoadministración, sino anárquica economía de mercado.
Con la llamada administración autónoma comunal, de las ciudades y
municipalidades, no sucede otra cosa. Esto hace poco aquí en la Academia se
ha elaborado correctamente en una conferencia sobre el papel de las ciudades
en el sistema del socialismo. La dirección estatal central de los procesos
fundamentales, en el Estado socialista, se debe ligar correctamente con la
actividad de dirección de responsabilidad propia a nivel de empresas,
combinados y Uniones de empresas propiedad del pueblo (VVB) y a nivel de
municipalidades, ciudades, distritos y provincias, con la más estrecha
participación y activa cooperación de los trabajadores. Por eso, en la
Constitución hemos formulado el principio democrático de que las empresas
socialistas como las ciudades y municipios, son colectividades socialistas con
responsabilidad propia de los ciudadanos en el marco de la planificación y
dirección estatal central, y no islas autónomas entregadas a su propia suerte.
El Estado socialista es un organismo social vivo, en el que las múltiples
iniciativas de los trabajadores, de sus colectivos de empresa así como de los
órganos locales y centrales, se unen en un sistema que abarca toda la
sociedad. Este sistema no se basa en el aislamiento burgués, sino en el trabajo
colectivo socialista.
Por consiguiente, el desarrollo del trabajo colectivo socialista se manifiesta
como una forma decisiva de la acción común para la solución de las tareas y
para el desarrollo de nuevas relaciones sociales de los hombres entre sí. En el
desarrollo político ideológico de las gentes se coloca cada vez más en el primer
plano la conciencia de responsabilidad política y moral, de la conciencia cívica,
la actividad democrática de cada uno y del colectivo así como la conciencia de
unión solidaria. Lo esencial es fomentar con todas las fuerzas la capacidad de
cada uno de evaluar y analizar los sucesos políticos condicionados por la lucha
de clases, la capacidad de enfrentarse activamente a las concepciones
enemigas y la capacidad de participar con responsabilidad en la dirección de la
economía, de la sociedad y del Estado. Así el trabajo ideológico puede
contribuir esencialmente a desarrollar la conciencia de responsabilidad de los
trabajadores y a capacitarlos para que realicen verdaderas obras de
vanguardia para el fortalecimiento de la RDA.

Nuestro camino, estructurar la comunidad socialista

La comunidad socialista en la República Democrática Alemana es una realidad


y una fuerza que interviene en la historia. Incluso los imperialistas y militaristas
alemanes, que en el transcurso de la historia tantas veces se equivocaron en la
apreciación de la correlación de fuerzas, deben admitirlo y han comprendido
que el Estado socialista de nación alemana, es un factor con el que se debe
contar en la lucha de clases nacional e internacional. El ser humano es el
centro de toda nuestra práctica estatal.
En el sistema social del socialismo la interrelación entre el Estado y los
ciudadanos es cada vez más estrecha. El Estado socialista, mediante el más
amplio fomento de la conciencia cívica, mediante el sistema de instrucción
socialista y las múltiples formas de organización, garantiza el integral desarrollo
de la comunidad socialista, el perfeccionamiento de las propias gentes. El
Estado y la sociedad socialistas crean planificadamente las condiciones para el
desarrollo de la personalidad socialista, en la medida en que contribuyen a ello
cada uno y toda la sociedad. En ello los deberes y derechos constituyen una
unidad. La libertad de los activos ciudadanos socialistas consiste en la
inteligente y creadora intervención en la estructuración del orden social
socialista en grande y en pequeño, en la estructuración de las relaciones de
producción y vida socialistas de la comunidad socialista. Por consiguiente, se
debe desarrollar la constante concordancia de la acción de los ciudadanos con
los principios de convivencia en la comunidad socialista. Esto requiere un firme
punto de vista clasista, la conciencia de la superioridad del orden social
socialista, un alto nivel de instrucción y elevadas cualidades morales y éticas.
La libertad de la personalidad en la sociedad avanzada se puede garantizar
solamente sobre el terreno del poder político de los trabajadores bajo la
dirección de la clase obrera. Se desarrollo en la medida en que el hombre
socialista se libere cada vez más de los residuos de la ideología burguesa y de
las viejas costumbres y tradiciones del pasado.
Comprendemos muy bien que esto no les gusta a los monopolistas. Sus
ideólogos gastan la parte principal de sus fuerzas en calumniar el ejemplo
socialista de la liberación del hombre del yugo capitalista. Esto vale también
para la funesta influencia de algunos «teóricos» revisionistas, que en nombre
del marxismo exigen una «unión del socialismo con la libertad, la democracia y
el humanitarismo» Los imperialistas comprendieron inmediatamente que ese
tipo de «unión» habría significado prácticamente separar de su base socialista
la libertad, democracia y humanitarismo ya conquistados y por ende su fin.
Estas «teorías» se ajustaban exactamente a su estrategia y táctica. Utilizaron
ciertos errores del Partido, los exageraron y desataron un ambiente de pogrom
contra el partido y los órganos de poder del Estado. Por cierto, no tuvieron en
cuenta en sus cálculos la estrategia y táctica de la Unión Soviética y de la
comunidad de Estados socialistas. En el pasado algunos camaradas y amigos
que no comprendieron por qué polemizamos con toda objetividad con las
teorías sobre la falta de libertad humana y enajenación, por no haber sido
expuestas desde el punto de vista clasista.
Ahora es más fácil comprender lo que se oculta detrás de esas habladurías de
algunos «teóricos» revisionistas. Entre tanto, la práctica ha mostrado cuan
correcto y necesario fue rechazar, por ejemplo, los ataques lanzados por
Eduard Goldstücker ya desde hace años en el campo teórico cultural bajo la
consigna de la «enajenación del hombre en el socialismo». Y entre tanto habrá
quedado también completamente claro, por qué la 11a sesión del Comité
Central del PSUA., ya en diciembre de 1965, rechazó con toda consecuencia
aquellas tendencias en el campo ideológico cultural que surgieron de
semejantes fuentes burguesas y revisionistas. ¡Se trataba de desbaratar la
sistemática preparación ideológica de la lucha dirigida contra los Estados
socialistas! La táctica imperialista proyectada a mediano plazo consistía en
utilizar la filosofía de una «enajenación socialista» y del «escepticismo» para la
preparación espiritual de la demagógica exigencia de «unir» el socialismo con
la libertad burguesa, para atacar el papel dirigente del partido comunista y la
clase obrera. La República Democrática Alemana ha frustrado las esperanzas
de los estrategas en Washington y Bonn. No nos hemos dejado engañar con
esos métodos de guerra sicológica del imperialismo. De antemano sabíamos
adonde iba todo eso.
A pesar de que esta estrategia táctica imperialistas han sufrido un fracaso,
están todavía en pleno proceso las controversias ideológicas con sus apóstoles
espirituales. Nos encontramos ante una etapa de agudísimas luchas de clases
en el campo ideológico, en las que en medida decisiva se tratará de la
naturaleza del poder político y del humanitarismo, de la libertad y democracia
del pueblo trabajador y de la verdadera imagen del hombre socialista.
Algunas gentes querían introducir en Checoslovaquia una libertad que jamás
ha existido, una democracia que en ninguna parte ha existido o existe.
Nosotros lo hemos visto: era la libertad del dominio de los medios de
información masiva por fuerzas pequeñoburguesas y antisocialistas y de la
actividad de clubes antisocialistas. Era la democracia utilizada por la con-
trarrevolución. El reverso de esa libertad y democracia era la sistemática
difamación y campaña de persecución contra comunistas honrados que
durante decenios no escatimaron esfuerzos ni trabajo, para crear junto con el
pueblo una vida mejor.
La historia de la sociedad tiene sus leyes férreas. No se puede pasar por alto ni
suprimirlos. Solamente se las puede reconocer, comprender y realizar
conscientemente. La estructuración del socialismo es una tarea profundamente
científica. Y precisamente gracias a que el reconocimiento de las relaciones
sociales se convierte en bien común de todos los ciudadanos, debido a que,
conscientes de estas relaciones, estructuran su vida conjuntamente, sobre la
base de la propiedad socialista, se alcanza un máximo de libertad y democracia,
como no se ha visto hasta ahora en el mundo. El secreto de esta libertad y
democracia consiste en que sobre la base del dominio político de la clase
obrera y sus aliados, se funden en una sólida unidad la ciencia de las leyes
objetivas del desarrollo social, el marxismo leninismo, con la acción práctica de
las masas populares, las fuerzas del progreso social, a cuya cabeza está la
clase obrera. El marxismo leninismo que —a través de la actividad del Partido
Socialista Unificado de Alemania, del Estado socialista de la República
Democrática Alemana y de las organizaciones sociales-prende en la conciencia
de las masas, ha liberado a los hombres de las cadenas del pasado y los eleva
a la consciente acción histórica en la que cada uno puede desarrollar libre y
plenamente sus fuerzas y potencias en la comunidad socialista.

Estructuración y ulterior desarrollo del derecho socialista

El derecho del Estado socialista de nación alemana es expresión de la voluntad


de los trabajadores de la ciudad y el campo que bajo la dirección de la clase
obrera construyen en común el socialismo. Es un importante instrumento en la
estructuración del sistema social avanzado del socialismo y para el despliegue
y el impulso de las fuerzas creadoras del pueblo trabajador.
El derecho adquiere importancia fundamental como instrumento del Estado
socialista en la organización y dirección de la construcción del orden social
socialista. Con su ayuda deben plasmarse en la práctica las leyes objetivas del
socialismo, los logros de las ciencias naturales y la técnica, las exigencias de la
revolución técnico-científica y de la política de estructura. Sólo cuando las
decisiones de la dirección estatal, formuladas como normas jurídicas, se
orientan a esas exigencias, puede el derecho socialista cumplir su misión social.
El derecho socialista define las normas de la convivencia entre los ciudadanos
y sus relaciones hacia el Estado socialista. Influye activamente en la educación
de todos los trabajadores en el espíritu del socialismo y protege el orden
socialista y los ciudadanos contra los ataques de sus enemigos y los actos
¡lícitos de elementos criminales. En el Estado socialista, al producirse
infracciones del las leyes, deben aplicarse medidas tanto educativas como
coercitivas, coerción en nuestro medio se distingue de la coerción de la
sociedad de clases capitalistas en que se aplica en interés de la seguridad del
orden socialista. Siempre ha de tomarse como punto de partida en interés de
quién y para qué fines se aplica la coerción. En el Estado socialista se aplica en
interés del orden socialista y respetando las normas de convivencia entre los
ciudadanos.
Otra consideración de importancia fundamental es la relación que existe entre
el derecho socialista y la moral socialista. Para la configuración de esta relación
es menester, ante todo, asegurar la influencia educadora del derecho en la
formación y generalización de los conceptos socialistas de la moral que en
medida creciente determinan el pensamiento, los sentimientos y la acción de
las gentes. Se trata de que, con la ayuda del derecho y el desarrollo de la
conciencia jurídica, sean formados aquellos hábitos de vida y normas de
conducta que conviertan en práctica corriente la observancia voluntaria de las
reglas de la convivencia entre las gentes.
La estructuración del sistema social avanzado exige el ulterior desarrollo del
sistema jurídico socialista. Después de haberse elaborado el derecho político
de la República Democrática Alemana y leyes tan importantes como el Código
del trabajo, el Código de la familia y el Código penal, ahora es menester
elaborar el derecho económico y el civil. El derecho económico, como cuestión
de principio, debe ser elaborado con la aprobación del plan de perspectiva y en
el proceso de la aplicación compleja del sistema económico del socialismo.
Para 1975 deberá estar en condiciones de funcionar y llevarse a la práctica. El
perfeccionamiento de nuestro derecho socialista implica el enfrentamiento
constante con todas las teorías jurídicas imperialistas y revisionistas y la
exposición constructiva de nuestros conceptos jurídicos marxistas leninistas.
Esto es especialmente válido en la polémica con el llamado derecho
independiente por encima de las clases.
En la práctica social el marxismo leninismo ha demostrado sin lugar a dudas
que no existe ningún derecho eterno o inmutable. Las normas jurídicas siempre
corresponden a una determinada formación social, son expresión de la
voluntad de la respectiva clase dominante, es decir, tienen carácter clasista y
están ligadas a determinadas clases.
Las condiciones sociales concretas y sus leyes objetivas son siempre el
fundamento, también de los fenómenos jurídicos. Es decir, en la sociedad
socialista el derecho por su propia naturaleza no puede ser otra cosa que
expresión y a la vez instrumento de la misión histórica de la clase obrera y de
su cumplimiento por el poder estatal socialista. El derecho socialista es una
fuerza activa, propulsora del desarrollo histórico, es decir, siempre va orientado
a hacer avanzar las fuerzas y potencias sociales. Todos los intentos de reducir
el papel del derecho en el socialismo a una simple función reguladora de las
relaciones sociales y económicas socialistas, son profundamente antimarxistas
y en su esencia revisionistas. Son expresión de que, consciente o
inconscientemente, el derecho socialista es equiparado con el derecho de la
formación social capitalista, de que se le niega su misión clasista y
revolucionaria.

El desarrollo de la actividad de dirección del Estado para el total


aprovechamiento de las ventajas del socialismo

Como el propio papel del Estado y la función social del derecho, también las
cuestiones de la dirección estatal directamente derivadas de ellas son siempre
cuestiones de poder, cuestiones de clase. Cada clase que ha llegado al poder
sustentando un determinado modo de producción, un determinado orden social,
necesariamente tiene que dar origen al sistema estatal y a la dirección que a
ella corresponda, un sistema que corresponda a las exigencias de la nueva
sociedad y materialice formas más elevadas de la convivencia entre las gentes
en la dominación de la naturaleza y su propio desarrollo. Aquí están las
profundas raíces de la diferencia cualitativa, no sólo en el contenido sino
también en la forma del orden estatal socialista frente al aparato de dominio de
la burguesía y del capital monopolista en las postrimerías de la sociedad
capitalista. Al mismo tiempo se manifiesta la magnitud de las tareas que tiene
que cumplir la clase obrera y su partido marxista leninista en su avance hacia el
socialismo y comunismo. En el período de la sociedad socialista avanzada va
adquiriendo una importancia cada vez mayor la actividad de dirección y
conducción del Estado y la participación de los trabajadores en la dirección
como clave para el cumplimiento de las complejas tareas sociales. Es por ello
completamente natural que estos problemas ocupan un lugar cada vez mas
amplio en la actividad del partido y del Estado. La dirección estatal central —la
Cámara del Pueblo y otros órganos del Estado—, en colaboración con los
trabajadores, elabora la estrategia y táctica del conjunto del desarrollo social y
moviliza a los trabajadores para la consecuente acción conjunta.
Son dos las tareas principales que se plantean a la dirección estatal. Se trata,
por una parte, de mantener en constante desarrollo la democracia socialista y
de orientar las principales fuerzas sociales, la iniciativa de millones de
trabajadores, de millones de miembros conscientes de la sociedad y, por la otra,
de elevar considerablemente la calidad científica de la dirección estatal, de
elaborar el moderno sistema de esta dirección estatal socialista, de ensayarlo y
llevarlo a la práctica. Ello incluye el dominio de la ciencia marxista leninista de
la organización por los diputados elegidos y los colaboradores del aparato
estatal. Con ello se pasa de una actividad predominantemente operativa a un
más concentrado método de trabajo científicamente fundamentado que
garantizará el funcionamiento efectivo de nuestro sistema social en su conjunto
y de sus sistemas parciales.
Los objetivos y tareas principales de la dirección estatal consisten en asegurar
en su conjunto el desarrollo social en la República Democrática Alemana, sobre
la base del programa del socialismo, de la Constitución socialista, del
pronóstico y del plan de perspectiva. Para ello es menester garantizar la unidad
entre la dirección científica y el desarrollo de la democracia socialista y la
consolidación de la alianza de la clase obrera con la clase de los campesinos
cooperativistas, la intelectualidad socialista y todas las demás capas
trabajadoras.
El desarrollo de las potencias creadoras y cualidades morales de las gentes, el
máximo aprovechamiento de la iniciativa de los trabajadores, impulsan la
solución de las tareas estatales. Es necesario concentrar las fuerzas y los
medios en los principales objetivos politicoestructurales, para consolidar la
República Democrática Alemana como Estado industrial altamente desarrollado
con una moderna agricultura. Se trata de alcanzar y determinar el máximo nivel
mundial en importantes aspectos y cumplir así las exigencias que plantea la
revolución técnico-científica. La solución de esta tarea principal requiere ahora
que el Consejo de Ministros elabore el modelo funcional total de la dirección
científica del proceso de reproducción de la economía nacional. El siguiente
proceso decisivo consiste en el paso a la regulación de sistema en la esfera de
la dirección estatal conjunta.
Con el desarrollo de la actividad científica de dirección de las Uniones de
empresas propiedad del pueblo (WB) y de los combinados, con la coordinación
de la agricultura con la industria de productos alimenticios, con la estrecha
colaboración entre la industria y el comercio y el perfeccionamiento del sistema
del comercio socialista, surgen también nuevos problemas en la dirección de
las ciudades y municipios. Propongo que las experiencias del ejemplo de Berlín
en la organización de la dirección científica sean aprovechadas paulatinamente
en otras ciudades, teniendo en cuenta las condiciones específicas de desarrollo
y las posibilidades de la economía nacional en su conjunto. Dirijo además la
atención sobre el impulso que se debe dar a determinados nuevos puntos de
concentración urbanos, sobre todo en el norte del país, donde la producción
industrial crece rápidamente gracias al desarrollo de nuevas ramas.
Quisiera señalar como cuestión de principio que el sistema social avanzado del
socialismo no puede llevarse a la realidad en virtud de una política pragmática
limitada a cuestiones parciales. Más aún: El sistema socialista no está por
encima de las gentes; son las gentes las que, dirigidas por el partido y el
Estado, tienen que captar los nuevos problemas, tienen que dedicarles su
trabajo creador y dominarlos. Eso exige en toda la actividad de dirección estatal
que se siga desarrollando fundamentalmente la colaboración con los
ciudadanos. Debe ampliarse sistemáticamente la información a la población
para impulsar su consciente participación en la solución de importantes pro-
blemas. Es indispensable lograr que los trabajadores conozcan oportunamente
las nuevas tareas y sea preparada su participación planificada en la solución de
las mismas.
De primordial importancia es el desarrollo del trabajo colectivo socialista,
particularmente en la solución de las cuestiones centrales politicoestructurales.
Este trabajo colectivo socialista abarca en medida creciente a todas las clases
y capas de la población y determina en alto grado el proceso de desarrollo de
las normas de conducta y el nivel de cultura de las gentes. Por ello el fomento
del trabajo colectivo socialista es parte integrante de la actividad de dirección
estatal.
También las representaciones populares locales deberán ocuparse más
concreta y detenidamente de los problemas fundamentales del desarrollo de su
territorio, partiendo del desarrollo de las ramas determinantes de la estructura,
con el fin de llegar a decisiones científicamente fundamentadas y controlar
estrictamente su ejecución. La meta es asegurar un incremento máximo de la
renta nacional y su utilización más efectiva, para seguir mejorando las
condiciones de trabajo y de vida de los ciudadanos y establecer una íntima
relación entre los órganos estatales y la población. En la preparación de las
decisiones y el control de su ejecución recae una gran responsabilidad sobre
las comisiones permanentes de las representaciones populares locales. Su
función consiste, ante todo, en dar su activo apoyo al estudio de nuevos
problemas y ayudar en el control de la ejecución, en estrecha cooperación
socialista, para asegurar el más efectivo cumplimiento de las decisiones.
Adquieren una creciente importancia los órganos de control y consultivos como
son los consejos sociales, los comités de producción, los consejos de
productores, los consejos adjuntos a las asociaciones económicas. Surge la
necesidad de que estos órganos de control y consultivos sean incorporados
más estrechamente a la actividad de las representaciones populares. Es in-
dispensable que los miembros de las representaciones populares y los traba-
jadores que colaboran en los órganos consultivos y de control dispongan de un
alto nivel de instrucción y cultura. Por ello su ulterior capacitación debe ser una
preocupación de primer orden de todos los órganos estatales y sociales. Surge
la necesidad de desarrollar un sistema especial de capacitación en esta esfera.
En ello recae una alta responsabilidad sobre la Academia alemana de derecho
y ciencias políticas.
Incumbe a las ciencias políticas socialistas organizar una exacta labor científica
orientada a los problemas principales que, partiendo de las necesidades de la
práctica social, investigue los nuevos problemas del desarrollo del Estado
socialista y del derecho socialista. Deberá investigar y señalar los caminos por
los que el Estado socialista pueda garantizar el desarrollo planificado de la
sociedad. Eso requiere al mismo tiempo un constante enfrentamiento con las
ideologías imperialistas y revisionistas del Estado.
La Academia alemana de derecho y ciencias políticas como centro de
investigación es plenamente responsable de realizar el trabajo de investigación
científica respecto a los problemas fundamentales del Estado y del derecho y
de formar y capacitar a los cuadros dirigentes del aparato estatal.
En el cumplimiento de esa función colabora estrechamente con las secciones
de derecho y ciencias políticas de las universidades. El rector de la Academia
alemana de derecho y ciencias políticas, profesor Dr. Arlt, en el discurso que
acaba de pronunciar ha expuesto interesantes ideas al respecto y ha explicado
cómo debe cumplirse esta tarea. Estoy de acuerdo con lo que ha dicho. Ahora
se trata de que esas ideas sean llevadas a la práctica, exacta y conse-
cuentemente, y de dedicar más enérgicamente todas las fuerzas al
cumplimiento de las tareas que plantea la estructuración del sistema social
avanzado del socialismo.

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