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Apuntes de Musica
Apuntes de Musica
El tono
El timbre
Lo que más nos afecta, después del tono, es el timbre. El timbre crea
respuestas que tanto pueden ser consonantes como disonantes. Ambos
términos se refieren a las percepciones de la energía respecto a los
estímulos externos y a las transformaciones resultantes. Cuando
respondemos con la consonancia a determinado timbre procedente de
distintos sonidos fomentamos una armonía positiva. Las células de
nuestro cuerpo reconocen estos sonidos y responden de acuerdo a ellos.
El timbre que producen las uñas en una pizarra es discordante y hace que
rechine el sistema nervioso, mientras que el timbre de una flauta de
bambú le resulta apaciguador. A menos que prestemos atención a las
señales que nos envía el cuerpo, perdemos la oportunidad de intensificar
los efectos beneficiosos o permitimos que lo perjudicial nos obstaculice de
forma innecesaria.
Los tonos junto a las escalas confieren a cada sociedad sus propios y
determinados sonidos. Por ello, algo que en nuestra sociedad puede sonar
bien en otra puede parecer discordante o raro y viceversa. Es también la
razón por la que determinado tipo de música oriental puede ser que no
guste a los occidentales o que no la comprendan, lo que no significa que la
música oriental sea discordante o falta de armonía. Cada sociedad – al
igual que cada persona - posee su propio sistema de energía; los
occidentales utilizamos nuestras energías de una forma bastante distinta
de cómo lo hacen los orientales, por lo que es lógico que la expresión de
dicha energía a través de la música sea diferente.
Sonido y Chakras
Música y Vibración
La metafísica nos dice que somos un microcosmos del universo. Eso
significa que en nuestro interior poseemos hasta cierto punto todas las
energías. En nuestros cuerpos físicos y sutiles radican todas las
vibraciones de energía inherentes al universo. Esta vibración puede ser a
la vez física y no física, implicando energías tangibles e intangibles. La
mayoría de los seres humanos consideran que es más fácil percibir la
naturaleza física de una vibración, que es más definible y tangible, como
las cadencias en el aire a partir del sonido u otras fuentes. Pero las
vibraciones que no son sensiblemente físicas también nos afectan y las
notamos cuando se agudizan las percepciones.
Cada melodía consta de tonos que nos afectan a varios niveles. Por
ejemplo, de vuelta a casa al salir del trabajo, si cantamos para nuestros
adentros una sencilla melodía de nuestra niñez, nos ayudará a purificar la
energía desprendiéndonos de los residuos negativos que hayamos podido
acumular en el trabajo. Uno de los mejores métodos para relajarse
consiste en escuchar una melodía suave y sencilla; no es necesario mucho
tiempo para que surta efecto. Lo comprenderemos perfectamente si en
alguna ocasión hemos oído a alguien cantar un par de estrofas de la
canción de cuna de Brahms a un niño. Quienes no crean que una sencilla
melodía puede desencadenar tales efectos pueden ir mañana al trabajo
tarareando o silbando alguna estrofa de Pop, Goes the Weasel. A media
mañana nos sorprenderá el número de personas que está tarareando,
cantando o silbando el mismo aire.
La Tarantela
El solo remedio que se conocía para este envenenamiento era una danza
rápida a 6/8: la tarantela, Desde que los músicos entraban en escena y
hacían sonar el tambor, el violín y la guitarra, los enfermos los
acompañaban al comienzo en sordina, pero después el volumen y la
gravedad de la voz se amplificaban hasta producir un canto salvaje y
estático; después, danzaban durante horas o días hasta el momento en
que el agotamiento los echaba por tierra. Dormían en seguida un día
entero.
¿El veneno de la tarántula oculta algún principio activo que haya escapado
a la sagacidad de los investigadores? Lo ignoramos. Sucede que la
mordedura de la araña, entre los adictos tradicionales a la danza, no es ni
accidental ni desagradable, pareciera ser que, al contrario, es
deliberadamente buscada. El fuerte consumo de vino que se hace en esos
periodos de alborozo contribuye a colocar la tarantela en el contexto
general de la bacanal.
La Música y su Magia
Un evento musical es una unidad. La música es inseparable del acto de la
música, tal como lo es el músico y la audiencia. Dentro de este acto
unitario de la música, los tres
participantes: música-ejecutante-audiencia, son una globalidad,
manteniéndose la integridad individual de cada parte. La grandeza del
acto de la música consiste en una estructura con tres componentes.
Un poco de historia:
Desde antiguas épocas, el hombre ha creído que el sonido era una fuerza
elemental cósmica que existía desde los inicios del mundo; más aún, que
había sido el origen de la creación del universo. Existen muchas leyendas
que así lo narran. Los egipcios creían que el dios Thot había creado el
mundo emitiendo un sonido vocal. De allí nacieron otros cuatro dioses
dotados de igual poder, quienes poblaron y organizaron el mundo.
La misma idea de que los sonidos celestiales podían ser inaudibles al oído
humano existió también en doctrinas religiosas; pero esta idea fue
totalmente mística y no tenía base científica. El hombre ha creído
en algunas épocas que la música del paraíso divino podía ser oída y
captada, pero sólo por hombres de muy alto nivel espiritual. Los
compositores cristianos bizantinos suponían que el prototipo de los
himnos religiosos era el canto de los coros de ángeles, inaudibles para los
oídos humanos; pero trasmitido a los músicos por inspiración divina.
La imitación del sonido como medio de adquirir poder sobre una fuente
original está vinculado con el principio mágico tradicional, según el cual
«lo semejante actúa sobre lo semejante» (usado también en
homeopatía). El hechicero dotado de ese poder podría manejar ciertas
fuerzas que amenazaran la seguridad o la salud del hombre. Debía
conocer las fórmulas, ritos, encantamientos y sonidos que pudieran ser
protectores y curativos.
Cabe suponer que poco a poco la imitación de los sonidos naturales llegó a
ser música con una forma y expresión propias y que progresó a través de
las diversas civilizaciones y culturas.
La Iglesia cristiana sabía muy bien que la música no era solamente una
experiencia espiritual y elevadora, sino que también podía ser dañina por
sus raíces con los ritos paganos. Los sacerdotes cristianos procuraron
despojar a la música de todas las influencias paganas y asignarle una
cualidad sanativa espiritual. Muchas de la crónicas de ese tiempo
demuestran que la música siguió considerándose como parte de la obra
oscura del Demonio.
También había orgías y ritos paganos, con mucha música y canto, que no
estaban directamente dirigidos a sanaciones, pero que producían una
descarga fisio-psicológica muy importante para aflojar tensiones. La
danza de la tarantela en Europa durante la Edad Media fue un
resurgimiento de esas danzas paganas.
La práctica de la musicoterapia:
Para los sordos, la música puede ser físicamente terapéutica, pues corrige
ciertos efectos fisiológicos debido a esa discapacidad. El niño sordo carece
de ritmo corporal, porque éste se desarrolla por el oído.
Los niños normales asimilan los ritmos naturalmente a través de los
diversos sonidos que se producen a su alrededor desde que nacen.
Instintivamente los oye como esquemas rítmicos a los cuales su cuerpo
responde y aplica a todos los movimientos físicos, incluso a los
relacionados con el habla. El niño sordo, por no tener consciencia de un
ritmo físico interior, puede caminar o hablar de un modo caótico.
El Soplo y el Espejo
Un disco cruje, como una piedra en el silencio mineral de antes de la
creación. De súbito, un soplo, una nota de flauta que se expande, que se
extiende hasta saturar el espacio, que se estira y crea el tiempo, que
penetra en el cuerpo a la manera de un barreno. La música, aún si no se
hace más que escucharla, lleva en ella al momento de su aparición esta
potencia creadora. Actuando sobre nuestro cuerpo y nuestro espíritu, por
su sonido, su ritmo, su melodía, su armonía, ella nos transforma y nos
vuelve a crear, modifica nuestra visión del mundo y nuestra relación con
él. En todo tiempo, los pensadores y los hombres políticos, han constatado
este poder que encierra la música; los unos han intentado explicarlo,
como Pitágoras, los otros han ensayado apoderarse de él y ponerlo al
servicio de su causa, como los teóricos del realismo musical
en la Unión Soviética.
En tiempos más lejanos todavía, antes de la aparición de todo lenguaje
escrito, sin duda aún antes de la aparición del concepto y de la idea, los
chamanes golpeaban candenciosamente el gran tambor, provocando el
trance o la curación. La música, al ser originalmente religiosa, tenía por
finalidad religar el sujeto a las fuerzas que lo rodeaban y abrirle el acceso
a mundos invisibles.
Pero el escándalo mayor del rock, esa música de salvajes, es que sea
practicada mayoritariamente por blancos. El ghetto negro del jazz se
había extendido, como hoy día Harlem mordisquea a Manhattan; tiene sus
visitantes, sus desertores, sus ejecutantes y sus grandes jefes, pero
permanece como ghetto. El rock trasciende la segregación, hace crujir los
encuadres y reenvía al Tío Sam la imagen lúcida y cruel de los hijos que él
ha engendrado.
Desde hace treinta años, no se cesa de profetizar las muerte del rock, de
enterrarlo con toda la pompa periodística, de asistir boquiabierto a su
resurrección. El sale cada vez transfigurado del infierno donde se le había
precipitado, habiendo integrado, o reintegrado, las dimensiones que al
comienzo le faltaron, la poesía, la espiritualidad. Se encuentran hoy día
rockeros en París, en Nueva York, en Londres y Tokio, en Berlín y
Varsovia, en Budapest y Moscú. Vector de aspiraciones contemporáneas,
el rock ha sabido alcanzar la universalidad más allá de las culturas, las
opciones políticas y las infranqueables cortinas de hierro. Espejo de
aumento de nuestra civilización y testigo imparcial de su decadencia, él
simboliza y vivifica en otros lugares el deseo irreprimible de la dicha y la
libertad.
Para llegar al público es necesario crear una historia, concebir una pieza
de teatro. Lo que es muy difícil en el caso de un pianista en un recital. El
debe crear no solamente un argumento, sino tambien los decorados, la
iluminación, los diferentes personajes, y dar la impresión de que allí pasa
algo: un poema, una historia,
un drama, una muerte, un renacimiento... Si hay un hilo del comienzo al
fin, la gente comprende todo en seguida y entra en ese mundo que está
presente.
Pero este temor existe. Es una angustia de nuestra época, de este sistema
que se sirve de “estrellas” para dejarlas caer después muy rápidamente.
En consecuencia, hay una especie de pasión de afirmarse, de permanecer,
de mostrarse diferente a los otros para atraer la atención. Pero, ¿cuál es
la importancia? Recuerdo de nuevo a Nietzsche que decía: “Yo no quiero
que todo el mundo me ame, yo quiero que algunos me adoren” Quien
pensara así, terminaría por ser mucho mas espontáneo y por respetar lo
que hace en lugar de querer dilapidar su energía en complacer a todos.
Yo creo que el arte está hecho para suscitar en nosotros las más grandes
emociones, los más grandes estremecimientos, positivos o negativos,
poco importa. Debe haber allí una descarga, la creación de un movimiento
que atraiga al ser todo entero hacia abajo o hacia lo alto, hacia el abismo
o hacia la luz. Tengo una gran confianza en el público, en la consciencia
colectiva que, al fin, llega siempre a saber si lo que se le da es verdadero
y profundo o artificial, fabricado. Aun si el público se engolosina a veces
por cosas superficiales, las rechaza pronto. Ha habido algún intérprete
que durante cuarenta o cincuenta años, ha gozado de una gloria que no
merecía y que, finalmente, desaparece y nadie lo recuerda más. Pero
aquellos que lo merecían no son olvidados por la gente. Aun a través de
grabaciones deficientes, algo queda y conmueve.
Música y Psicosomática
simultaneidad = armonía.
sucesión = melodía.
En Europa, no hay duda que la música fue utilizada con fines de éxtasis o
de curación durante los primeros siglos de nuestra era. Pero estas
músicas terapéuticas permanecieron largo tiempo como el patrimonio de
tradiciones religiosas próximas al animismo y, como tales, combatidas por
la Iglesia.
Luban-Ploza cita el caso de una mujer que después de una larga odisea
médica y de años de tratamientos ineficaces, terminó por ser
hospitalizada por depresión y prurito generalizado en una clínica sueca.
Se curó en el plazo de nueve días escuchando cotidianamente la música
de Bach.
Por otra parte, la forma de la música misma hace que ella sea capaz de
transmitir un poder o no. Si alguien trabaja sobre bases musicales que no
corresponden de ninguna manera a las leyes de la naturaleza, como se
observa a menudo en occidente hoy día, su espiritualidad no se puede
expresar tan bien como la de un Bach por ejemplo. Es necesario
distinguir, por un lado, algo que podría llamarse la intención o la
motivación y, por otro, los medios utilizados. Me digo a veces que si
Beethoven hubiera sido un músico indio, persa o turco, su música hubiese
sido tal vez aún más emocionante, porque las leyes que él hubiera
aplicado son más fundamentales que las de la armonía.
Cuando los sufíes han pasado a ese otro universo, ellos pueden tener
visiones, revelaciones de conocimientos, del espacio, del sonido, todos los
niveles del ser son evocados al instante; es por eso que se llega más
fácilmente a una experiencia de totalidad...
Esta supresión se efectuó en varias fases; pero en el siglo XIX todo quedó
consumado. La música popular comienza su agonía; cae en el olvido toda
la música del siglo XVIII y la anterior; los secretos de interpretación se
pierden. Y para compensar esta declinación, se resucita una tradición
muerta, el canto gregoriano, pero completamente despojado, endulzado,
etéreo, para no dar por ningún motivo la impresión de una influencia
sobre el cuerpo y sobre la emoción. Podría ser la música de las esferas
¡ pero cuán fría !
En Irán, sobre todo en las zonas rurales, se escucha a los campesinos que
cantan o tocan sus instrumentos, animados de una fuerza increíble que
jamás poseerá un músico clásico de una sociedad urbana moderna. Y aún
si su música sólo esté basada sobre 4 o 5 notas que se repiten, esta fuerza
es suficiente para emocionarnos hasta lo más profundo. ¿De dónde viene
esta fuerza? Viene de la tierra y del cielo. Un cantor flamenco era
entrevistado en una discusión de musicólogos sobre el origen de esta
tradición: «Yo trabajo mi campo - dijo él - la tierra se abre y su canto se
eleva. Eso es el flamenco». La verdadera música es una ofrenda de la
tierra que se eleva hacia el cielo. Entonces sucede que el Cielo responde...
La Musicoterapia
y precisa que:
Tempranamente descubrió que los poetas, trascendiendo las limitaciones del lenguaje, usan
las metáforas, así como los psicólogos junguianos indagan profundamente en el inconsciente
a través de los sueños y los símbolos. En la poesía, las palabras se transformaban, así
Gabrielle viajó por el enigma de la metáfora y entendió que allí había un medio para pasar
la frontera.
La vida la llevó a radicarse en Estados Unidos y por muchos años compartió su trabajo de
oficina y vida familiar con inspiradas lecturas donde encontró las enseñanzas de maestros y
culturas orientales, junto
con las más rigurosas investigaciones occidentales.
A partir de 1972 su vida toma un nuevo giro, ya que decide continuar diferentes estudios que
parten de la literatura, donde cabe destacar la poesía de García Lorca, que deja una
profunda huella en el quehacer de Gabrielle. Más adelante, su gran interés por lo humano y
la terapeuta que hay en ella la hizo buscar una respuesta al sufrimiento y al dolor, y así fue
como orientó definitivamente sus pasos al campo de la psicología. Estudios de psicología
oriental-occidental en California, cursos en el Instituto C. G. Jung en Suiza y otros,
culminaron finalmente en el Doctorado otorgado por la Summit University, Louisiana, USA,
en el estudio de Estados de Consciencia.
El tema desarrollado en su tesis, Imaginería Músico Inducida, fue la puerta de entrada a una
nueva orientación a su quehacer como terapeuta y docente. Había encontrado un lenguaje
que navega por las emociones y toca las puertas del alma.
Gabrielle nos cuenta: «Motivada por algunas experiencias con la música, que trascendían
ciertas limitaciones, me dí cuenta de que el sonido permitía un pasaje de un estado de
consciencia a otro. En el oriente se concibe al sonido como una semilla capaz de traer en
resonancia nuestra creatividad mental y emocional, así como sentimientos y poderes
intuicionales. Para ellos los sonidos musicales hablados o cantados, tal como las palabras,
guardan una vibración esencial. Supuse entonces que los sonidos pueden ser usados para un
psicodiagnóstico como una herramienta terapéutica para llegar a niveles más profundos de
la psiquis.»
Para Gabrielle, el haber encontrado este camino es en cierta forma el resultado de haber
retomado su propia cuerda en la experimentación consigo misma. De alguna manera había
en ella una necesidad de encontrar algo que se había perdido en la niebla.
Una vez más la luz estaba en esta intersección donde se cruzan la intuición oriental y la
ciencia racional occidental, ya que ambas han llegado a la conclusión de que tanto los niveles
atómicos como subatómicos parecen sumergirse en una noción muy importante: la energía
vibratoria como consciencia. Partiendo de este punto de vista, donde convergen los
postulados védicos junto a las corrientes físicocuánticas, Gabrielle partió a investigar con el
objeto de recoger elementos desde las tradiciones psicofilosóficas de los Vedas, y por sobre
todo de la doctrina de la vibración de los sabios de Kashemira. Estos últimos observaron
puntualmente que los sonidos audibles son una forma de vibración densa que tiene su origen
en una vibración no audible, entonces llamada matriz creativa o sonido no manifestado, al
cual regresan eventualmente los sonidos manifestados.
A la vez todas estas vibraciones sonoras físicas, sean vocales o instrumentales, son capaces de
afectarnos en el ámbito físico, mental, emocional y espiritual.
En el oriente, los antiguos profetas encontraron que vac (la palabra) y sabda (el sonido
inherente a la palabra), provienen como dos aspectos separados de una misma fuente a la
que ellos llamaron sonido matriz indiferenciado, Brahman o realidad última, vibración o
palpitación divina inaudible. Los sabios de Kashemira llevaron este conocimiento hasta sus
últimas consecuencias en la ciencia del mantra.
Los sonidos son capaces de crear imágenes que corresponden a un sonido matriz y dan
crecimiento a formas definidas, De esta forma es factible entender que la mente humana
puede transformarse en una micro-réplica o impreso holístico de la divinidad, o del
macrocosmos, como se diría en el lenguaje cuántico actual. Dicho de otro modo, que la
descripción de cualquier parte es representante y réplica del todo.
Partiendo de esta base, Gabrielle empezó a experimentar por sí misma con varios ejercicios
sonoros, tales como cantos, sobretonos, tonos y alta frecuencia, a la par de ejercicios
respiratorios, dado que la respiración tiene un papel fundamental en la construcción del
sonido.
Ella nos cuenta: «Esta práctica dio como resultado natural y objetivo un incremento de
consciencia. Esto se debe a que sentimos en verdad la vibración del sonido como niveles
cuerpo-mente y alma.»
«Más adelante continué con las experiencias que corresponden a lo que llamé: Imaginería
Músico Inducida, término acuñado a partir de mis sesiones de psicoterapia y
psicoespirituales con música. Aquí el sonido musical actúa como un despertador
psicoespiritual hacia el recuerdo que nos permite reconectar con nuestra matriz creativa
íntima que es el alma. Esto llega a ser una realidad cuando -escuchando sonidos musicales-
logramos pasar del estado ordinario de consciencia a un estado no-ordinario de consciencia.
Lo fundamental es que el sonido musical evoca emociones e imagenes que pueden guiarnos
en la autoexploración de la multidimensionalidad de la psiquis. Por este motivo llamo música
inductora a la música utilizada en las sesiones. Esta inducción se manifiesta de varias
formas, principalmente en sensaciones del cuerpo, movimientos cenestésicos, sentimientos,
emociones e imágenes.»
«Lo mágico del sonido es que es vida. A veces esta vida se nos manifiesta en sonidos o música
audible, pero no debemos olvidar que aun en el silencio están presentes las vibraciones no
audibles o matriz indiferenciada de la música, llamadas sobretonos. Los sobretonos son los
arquetipos del sonido, en ellos está lo primigenio, la semilla de todo. El sobretono es
copartícipe de la música, nunca está ausente sino que va sosteniendo los sonidos audibles y
corresponde a lo que los sabios orientales llamaron palpitación divina no audible, Todo esto
me hace sentir la necesidad de seguir indagando, más que en la terapia propiamente tal, en la
búsqueda más profunda que va en el camino de reconectar con las cuerdas del alma.»
Este metódo se aplica en varias sesiones, Una sesión de IMI se inicia después de una pre-
sesión donde se realiza una pequeña historia del cliente, relaciones familiares, tipo
psicológico y otros datos de importancia. Según estos datos se hace la elección de las músicas
a escuchar, y después de una conversación preliminar entre viajero y guía se inicia la
Inducción, que es el proceso de relajación y concentración. Luego viene la audición
propiamente tal. Al terminar ésta, el viajero realiza un dibujo a partir de su vivencia. Y
finalmente tenemos el epílogo de la sesión, que es de real importancia ya que se trata de la
integración de los nuevos contenidos al nivel ordinario de consciencia. Podemos concluir que
la clave en músicoterapia transpersonal es el sonido musical, ya sea instrumental o vocal. En
condiciones de relajación y de escucha atenta y centrada, la audición de música
temáticamente programada nos afecta en lo físico, lo psicológico y lo espiritual. Durante esta
forma de escucha de la música, emergen en el sujeto que lo vivencia, sensaciones, emociones
y sentimientos ligados a imágenes espontáneas, provenientes de niveles profundos de la
psiquis. Este fenómeno conlleva una expansión de consciencia, eventualmente más allá del
ego, es decir a nivel transpersonal.
El sonido musical audible guarda en sí la magia, el misterio o el secreto de los llamados tonos
armónicos o secundarios que covibran con él inaudiblemente. Son estos tonos armónicos los
que, con mayor o menor sordina, imparten timbre o color a la calidad vocal nuestra y a la
calidad de los diferentes instrumentos musicales.
Este es el fenómeno sonoro, que nos afecta a niveles físico, psicológico y espiritual, siendo
capaz de evocar resonancia en todos estos niveles. Más aún, el segundo tono armónico
implícito en cada nota, coincide con la octava nota en nuestras escalas musicales, esto es, ella
vibra exactamente al doble de frecuencia del tono fundamental (Pitágoras). La octava
musical podría simbolizar un nivel de consciencia y así al pasar de una octava a otra
podríamos simbolizar secuencialmente niveles ascendentes o descendentes de consciencia.
Stanislav Grof.- Psiquiatra de origen checo, fundador del movimiento transpersonal en USA.
Hanscarl Leuner.- Psiquiatra de línea freudiana e iniciador de Guided Affective Imaginery
(Imaginería Afectiva Guiada), Alemania.
Helen L. Bonny.- Psicóloga y musicóloga de origen sueco, Fundadora en USA de Guided
Imaginery & Music (Imaginería Guiada y Música).
Joan Kellogg.- Artista, socióloga, terapeuta, creadora del Mari Card Set, conjunto de cartas
de contenido arquetípico.