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http://www.cenapred.gob.

mx/es/QuienesSomos/Antecedentes/

Antecedentes

Debido a las consecuencias catastróficas del sismo de 1985, en México surgieron diversas iniciativas para crear una institución
que estudiara los aspectos técnicos de la prevención de desastres.

Por un lado, el Gobierno Federal emprendió la tarea de establecer el Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC).

Por otra parte, el Gobierno de Japón ofertó su apoyo para mejorar los conocimientos existentes en relación con la prevención
de desastres sísmicos.

Finalmente, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) decidió impulsar a su personal académico de alto nivel para
que se dedicara a actividades de investigación y desarrollo en prevención de desastres.

Las tres iniciativas concurrieron en la creación, el 20 de Septiembre de 1988, del Centro Nacional de Prevención de
Desastres, CENAPRED, con carácter de órgano administrativo desconcentrado, jerárquicamente subordinado a la Secretaría de
Gobernación. Con el apoyo económico y técnico del Japón se contruyeron las instalaciones del Centro; la UNAM aportó el terreno
para su construcción y proporciona personal académico y técnico especializado. La Secretaría de Gobernación provee los recursos
para su operación.

Las actuales instalaciones del CENAPRED fueron inauguradas el 11 de mayo de 1990.

http://noticias.universia.net.mx/tiempo-libre/noticia/2013/09/19/1050726/19-septiembre-1985-
ocurre-sismo-marco-mexicanos.html

19 de septiembre de 1985:
Ocurre el sismo que marcó a los
mexicanos
19 de septiembre de 2013 0

El año 1985 quedará grabado en la memoria de todos los mexicanos,


ya que un sismo de gran magnitud terminó con la vida de más de 10
mil compatriotas y provocó una enormidad de pérdidas dejando a
miles de personas sin hogar.
Las 07:17:47 de la mañana del 19 de septiembre de 1985será una hora
que muchos mexicanos nunca olvidarán. Tan sólo dos minutos

700 mil personas perdieron su hogar, debiendo buscar refugio en el


Estado de México. Incluso, casi 30 años después, existen familias viviendo
en albergues para damnificados,
Esta tragedia condujo a que se creara un sistema de ayuda entre los
propios mexicanos, que luego daría lugar al comité de Protección Civil,
que tiempo después se convirtió en una dirección con comités
delegacionales. Además, también se creó la “Brigada de Rescate Topos
Tlatelolco”, un grupo de rescate que hasta la fecha sigue participando en
labores de ayuda.

El DF no resistiría terremoto
como Japón
22 de marzo de 2011 0
Sólo quedarían en pie la Torre Mayor y el World Trade Center

Si en la Ciudad de México ocurriera un sismo superior a los nueve grados


en la escala de Richter, estaríamos frente a la casi total devastación de la
capital del país. Tal vez sólo quedarían en pie edificios como el World
Trade Center y la Torre Mayor, plantea Óscar Alejandro Roa Flores,
director general de Prevención de la Secretaría de Protección Civil del
Distrito Federal.

El funcionario señala que, con base en estudios por parte del Instituto de
Geofísica de la UNAM y de la Escuela de Ciencias de la Tierra del Instituto
Politécnico Nacional y algunos del área de Geología de la UAM, la ciudad
espera un sismo superior a los 7.5 grados Richter.

En tanto, Roa Flores asegura en entrevista con Excélsior que el


Reglamento de Construcciones para el Distrito Federal sólo exige
inmuebles que soporten sismos de 9 grados Richter, como el que enfrentó
Japón recientemente.

“Si el World Trade Center o la Torre Mayor, de acuerdo al nivel de


construcción que tienen y de seguridad, se colapsaran, realmente la
Ciudad de México en muchos otros lados estaría devastada; el sismo sería
catastrófico, sería de borrar”, explica el funcionario.

Sin embargo, el Reglamento de Construcciones para el Distrito


Federal,emitido en 2004, en su capítulo VI (del diseño por sismo) no se
especifican las características para que una construcción pueda resistir
un sismo de 9 grados.

“Las estructuras se analizarán bajo la acción de dos componentes


horizontales ortogonales no simultáneos del movimiento del terreno. En el
caso de estructuras que no cumplan con las condiciones de regularidad,
deben analizarse mediante modelos tridimensionales, como lo especifican
las Normas”, se lee en el artículo 165.

Mientras que el 166 expone que toda edificación debe separarse de sus
linderos con los predios vecinos o entre cuerpos en el mismo predio según
se indica en las Normas: “Los espacios entre edificaciones colindantes y
entre cuerpos de un mismo edificio deben quedar libres de todo material,
debiendo usar tapajuntas entre ellos”.

En el artículo 167 de esa normatividad se precisa solamente que el análisis


y diseño estructural de otras construcciones que no sean edificios se harán
de acuerdo con lo que marquen las Normas y, en los aspectos no cubiertos
por ellas, se hará de manera congruente con ellas y con este capítulo,
previa aprobación de la Secretaría de Obras y Servicios.

Sobre el número de edificios que tiene registrados Protección Civil, Roa


Flores dice desconocerlo, argumentando que se lleva a cabo un censo por
parte del gobierno de la ciudad.

“Estamos en ese inventario, precisamente estamos viendo junto con las


delegaciones, la Secretaría de Obras y la Secretaría de Protección Civil
cuántos edificios en total tenemos por niveles, arriba de tres niveles, de
cinco niveles, en fin, por rangos, porque cada nivel se comporta de manera
distinta”, dice.

Agrega que, actualmente, Protección Civil y el Instituto de Verificaciones


realizan revisiones en distintas construcciones.

“Hasta que no quedamos como Secretaría a satisfacción, la verdad es que


no soltamos el edificio, porque en automático para nosotros esto significa
la vida de las personas y no podemos dejarlo como un mero trámite, por
eso nosotros revisamos y somos todavía mucho más quisquillosos y en
algunos momentos pedimos cuestiones adicionales a las que marca el
reglamento de construcciones para asegurar ese tipo de edificaciones” ,
asegura Roa Flores.

Detalla que el Reglamento de Construcciones para el Distrito Federal ya


establece factores de riesgos sísmicos que tienen que ver mucho con la
relación en el tamaño, factores de seguridad estructural que están
basados en estándares a escala mundial.

“Que nos permite decir que en los inmuebles que siguieron el reglamento
de construcciones no van a tener problemas serios; van a tener problemas
serios a lo mejor, pero de colapsos en ningún momento, y alguna
construcción que no lo haya hecho obviamente es una construcción con
calidad deficiente”, plantea.

Prevén una sacudida de más de 7.5 grados

“Esperamos que pudiera haber un sismo de magnitud por arriba de 7.5


grados (Richter), casi 8. Lo estamos esperando de la famosa Brecha de
Guerrero y eso porque no se ha liberado la energía en más de 100
años”, alerta Roa Flores, director general de Prevención de la Secretaría de
Protección Civil local.

“Es una zona que le llaman la zona del silencio; bajo esas circunstancias,
nosotros estamos en cualquier momento esperando que llegue un sismo.”

El funcionario aclara que aunque la sacudida de un sismo es inminente,


ésta puede prolongarse de cinco a 20 años más.

“Hay algo que decía el Sismológico Nacional: la apuesta en la que va a


haber un sismo fuerte en la Ciudad de México es 100% segura. Va a llegar
un sismo fuerte, lo que no sabemos es cuándo, pero básicamente es para lo
que nos estamos preparando”, dice.

Los orígenes de un sismo no se limitan a la Brecha de Guerrero, también


podría provenir de Puebla, del Estado de México, pero en la Brecha de
Guerrero es “en la que los estudios coinciden”, argumenta el funcionario.

La experiencia que deja Japón en materia de Protección Civil para la


ciudad, agrega Roa Flores, es que la prioridad se llama protección
civil. Todos los recursos de ese país, asegura, están orientados con una
visión transversal para mitigar las cuestiones de alto riesgo.

Con los fenómenos naturales ocurridos hace unos días, dice el director
general de Prevención de Protección Civil, Japón enfrentó tres
emergencias: un sismo, un tsunami y una emergencia nuclear.

En la Ciudad de México el escenario de un sismo de esa naturaleza podría


presentar un escenario similar: un sismo sumado a fugas de combustible
de los ductos de Pemex y una probable erupción o incremento de
actividad en el volcán Popocatépetl.

“Sin ser catastróficos simplemente una fumarola, lo que es la ceniza, puede


causarnos problemas, y si hay un sismo pueden coincidir y,
definitivamente, nos pueden tapar drenajes, hacer que se colapsen más
estructuras, sí puede haber una concatenación de eventos”, considera Roa
Flores.

El funcionario recuerda que las zonas sísmicas en el Distrito Federal se


encuentran divididas en tres, principalmente en las delegaciones Gustavo
A. Madero, Cuauhtémoc, Azcapotzalco, Benito Juárez, Venustiano
Carranza, Iztapalapa, Coyoacán, Tláhuac y una parte muy pequeña de
Tlalpan.

“No hay manera de predecir un sismo y no hay infraestructura para tener


un rescatista asignado a cada persona, entonces es básico estar
preparados con un plan familiar de protección civil”, concluye.

https://elpais.com/internacional/2012/03/22/actualidad/1332381585_412476.html

México aprende del terremoto de


1985
El país mejoró los sistemas de prevención y acción después de la
catástrofe de hace 27 años
MARI LUZ PEINADO

 Twitter

México 22 MAR 2012 - 02:59 CET

Al escuchar los testimonios de algunos habitantes del DF que ayer se vieron


sacudidos por el terremoto
Sin embargo, las consecuencias fueron menores – apenas una decena de
heridos sin gravedad y daños materiales sin mucha importancia– y para
nada comparables al terremoto de 1985, que el martes estaba en la cabeza
de los mexicanos. Es cierto que el seísmo fue aproximadamente la mitad de
intenso que el de 1985. Pero también que la ciudad poco tiene que ver con
la que era entonces.
“Aquello fue un parteaguas en muchos sentidos”, asegura el doctor Arturo
Iglesias Mendoza, investigador del Departamento de Sismología de la
UNAM. Entre las cosas que cambiaron está uno de sus objetos de estudio:
los códigos de construcción.
“El reglamento de construcción se modificó después de aquello. Ahora hay
muchos más obligaciones que cumplir cuando se levanta un edificio aunque
a veces el sistema de verificación no sea muy eficiente”.
“En ese momento fue cuando empezamos a entender que México debía
prepararse para escenarios incluso peores a los de un terremoto de 8,2
grados (como el de 1985). Ahora los edificios nuevos deberían resistir hasta
casi nueve”, afirma Víctor Hugo Espíndola, del Servicio Simológico
Nacional de México.
Entonces, el gobierno de Miguel de la Madrid fue muy criticado por no
reaccionar a tiempo y fueron los ciudadanos los que tomaron las riendas.
Después de aquello se promovió la creación de instituciones que ayudaran
a prevenir y mitigar los efectos de una catástrofe natural. Una de las
primeras consecuencias fue la creación del Centro Nacional de Prevención
de Desastres (CENAPRED). “Es un órgano que nació por el seísmo, pero lo
realmente importante es que ahora se encarga también de estudiar los
riesgos hidrometeorológicos (inundaciones, ciclones) o químicos. Todos los
aspectos que suponen un riesgo”, explica Carlos Gutiérrez Martínez,
director de Investigación del CENAPRED. Además de este organismo,
también se creó un sistema de Protección Civil.
Y no hablo solo de sismógrafos, que también se instalaron después del 85.
También de investigadores. Sin duda, muchos miembros de mi generación
que nos dedicamos a esto estamos marcados por aquel terremoto

México vive la dura 'resaca' del


terremoto
JOSÉ COMAS

México 11 OCT 1985

Proceso, uno de los escasos órganos informativos independientes y críticos


que hay en México, denuncia que, con el seísmo, han aparecido
auténticas checaspoliciales en las dependencias de la procuraduría (fiscalía)
del distrito federal, que se vino abajo con el terremoto, y en hoteles
cercanos al lugar. Según la revista, en el gimnasio del edificio público
estaba instalada una cárcel clandestinadonde aparecieron muertos, tras el
terremoto, "detenidos recluidos en una especie de cárcel sin rejas, pero
atados y esposados".

Añade Proceso que "todos los cuerpos de ahí rescatados presentaban


huellas de torturas y heridas en las muñecas, provocadas por las esposas".
Se cita la declaración de unos policías judiciales, que no dan su nombre.
Declaran que "los bailes" eran "fuertes" ahí y pocas personas conocían su
existencia, y que "los bailes de rutina, de los que ni se enteraban los jefes,
se realizaban fuera, en los cuartos de hoteles aledaños".

La resaca del terremoto afecta a miles de mujeres que trabajaban como


costureras en las zonas del centro de la ciudad. En los talleres se trabaja en
condiciones que evocan el capitalismo manchesteriano del siglo XIX, sin
seguros sociales, con salarios de hambre, jornadas laborales de 12 horas y
despidos por la más leve infracción.
Muchas han perdido completamente su trabajo y no tienen ningún seguro
de paro. Otras han sido obligadas a reanudar el trabajo al lado de edificios
donde se encuentran compañeras muertas. Tienen que soportar el olor de
los, cadáveres putrefactos y el temor de trabajar en edificios que amenazan
ruina.

https://verne.elpais.com/verne/2017/09/27/mexico/1506531283_511876.html

Cómo han cambiado los protocolos de


seguridad en México desde el sismo de 1985
El derrumbe masivo de edificios y la desorganización sirvieron de lección para futuros
terremotos
El 19 de septiembre de 1985, un sismo de magnitud 8,1 sacudió México. El
mismo día, 32 años después, ocurrió otro terremoto, de 7,1.

después de la devastación causada por el primer sismo, el Gobierno


mexicano y la sociedad civil instalaron varios protocolos para prevenir y
resolver las secuelas de un desastre natural como este. Aquí explicamos
algunos de los cambios principales que han implementado desde entonces.

1. Una red de comunicación y acción a nivel federal y estatal: Tras el


devastador sismo del 85, en la Ciudad de México reinó “el caos, la
desorganización y la desinformación” según relató José Comas, entonces
corresponsal de EL PAÍS en una crónica. Los Gobiernos federales y estatales
no tenían un plan de contingencia compartido o normas para responder a
los desastres. Esto empeoró la crisis conformada por más de 33.000
damnificados y 6.000 fallecidos, según cifras oficiales.
Para evitar una situación similar, en 1986, se creó el Sistema Nacional de
Protección Civil que coordina a los Estados, organizaciones civiles y el
Gobierno federal para actuar antes, durante y después de un desastre
natural bajo las mismas normas. También sirve para comunicar de forma más
rápida información entre las entidades gubernamentales sobre personas
desaparecidas y edificaciones colapsadas.

2. Un sistema de investigación y monitoreo de actividad sísmica: El sismo


del 85 “detonó el desarrollo de nuevas líneas de investigación en la
comprensión del ciclo sísmico, en la ingeniería y las ciencias sociales”, explicó
Luis Quintana Robles, geofísico de la UNAM, en un artículo para el Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología. Aunque los ingenieros y otros especialistas
habían estudiado el subsuelo en la Ciudad de México, fue hasta después del
temblor del 85 que se percataron de su efecto en las ondas sísmicas, añadió.
Un año después de ese sismo, nació el Centro de Instrumentación y Registro
Sísmico, el cual concentra varios sistemas de monitoreo de sismos y
movimiento de suelo en el Valle de México. Este organismo también es el
responsable de las alertas sísmicas.
3. Las alertas sísmicas: El Sistema de Alerta Sísmica Mexicano está
conformado por una serie de receptores y estaciones sensoras, repartidas en
la costa sur de el país principalmente, que monitorean sismos y alertan al
Gobierno y a la población. Inició operaciones en 1991 y desde entonces ha
ampliado su red de alcance. En la Ciudad de México se lanzan alertas que
otorgan aproximadamente 100 segundos de oportunidad para resguardo. En
Oaxaca este lapso es de 30 segundos. Estas alertas se difunden a través de
las radiodifusoras. A partir de 2015, la Ciudad de México activó las alertas
sísmicas en su sistema de altavoces.

4. La asociación y códigos de brigadistas: Los rescatistas voluntarios del


sismo del 85, se asociaron oficialmente para formar Los Topos en 1986. Es la
agrupación civil de brigadistas más importante en México, que también ha
apoyado el rescate y remoción de escombros en otros países, como Haití. Los
Topos también crearon y establecieron normas para labores de rescate en
zonas de desastre, como las señas que se utilizan para comunicarse en la
búsqueda de personas entre los escombros. La asociación tiene por lo
menos 200 miembros voluntarios.
5. Códigos de construcción más estrictos: Los daños causados por el sismo
de hace 32 años significaron pérdidas por más de 4.000 millones de dólares,
con más de 880 estructuras en ruinas y más de 2.000 edificios dañados,
según datos oficiales. El diagnóstico de los inspectores fue que muchos de
estos habían sido construidos con materiales y estructuras débiles.
A partir de entonces, los reglamentos y códigos de construcción en la Ciudad
de México se convirtieron en algunos de los más estrictos en el mundo,
según un artículo de The New York Times. Estas normas obligan a las
constructoras “a presentar proyectos, planos, memorias de cálculo y que el
edificio sea avalado por un director de obras”, según un artículo de EFE.
Ordaz, de la UNAM, dice que "el principal cambio es que se aumentaron
paulatinamente las fuerzas de diseño de los edificios, se diseñan para resistir fuerzas
sísmicas más grandes que las que se requerían antes de 1985". Las normas no se
actualizaron en todo el país, comenta el académico. "La normatividad de la
construcción en México es de competencia municipal. Hay muchos
municipios donde simplemente no hay reglamento. Es un problema
tremendo".
Esto, sin embargo, no garantiza que los edificios realmente se construyan
con los estándares más altos, ya que los códigos no se cumplen al pie de la
letra. Sergio Alcocer, vicepresidente del Colegio de Ingenieros Civiles de
México (CICM), dijo a EL PAÍS: “No se puede generalizar, pero hay una
tendencia entre los desarrolladores para exprimir los gastos. Hay una presión
para ahorrar en un mercado en el que tienes que sobrevivir”.
Ordaz concuerda: "Tenemos un gran problema de falta de observancia de las
normas de construcción. No importa mucho qué tan buenos sean o si se
tienen o no"

6. Simulacros y campañas de información: Los simulacros en escuelas,


oficinas de gobierno y negocios se oficializaron también después del 85.
Cada 19 de septiembre, se realiza uno en conmemoración de ese sismo
histórico. Solo una hora después del simulacro, el pasado 19 de septiembre,
inició el terremoto, lo que añadió una dosis tétrica al evento, aunque no
existe una conexión entre ambos sismos, ni una tendencia a la ocurrencia de
terremotos en septiembre. El Gobierno mexicano también ha realizado varias
campañas de medidas de seguridad durante sismos para capacitar a la
población.

http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/09/150917_mexico_sismo_antes_despues_fotos_an

Terremoto de 1985: el devastador


sismo que cambió para siempre el
rostro de Ciudad de México
Alberto NájarBBC Mundo, Ciudad de México
 19 septiembre 2017

De entre las miles de personas que ayudaron en el rescate de las víctimas o


atendieron a damnificados, surgieron movimientos sociales que impulsaron
cambios políticos en el país.
Se creó una cultura de protección civil que no se limita a los movimientos de la
tierra, sino que incluye la prevención en inundaciones por huracanes o incendios.

Por lo menos una vez al año se realizan simulacros de evacuación de escuelas,


edificios públicos y algunas empresas.
Legalmente las dependencias públicas y empresas del país están obligadas a
contar con personas capacitadas para reaccionar en casos de desastres.

Para 4 millones de capitalinos que nacieron en 1985 o después, ésta es la única


fachada que conocen de Ciudad de México.

Lecciones

Algo que llamó la atención de muchos capitalinos después del sismo de 1985 es
que muchas de las construcciones que colapsaron eran relativamente nuevas.

Las viejas casonas y palacios, construidos algunas desde la época de la Colonia,


sufrieron daños menores.

Una de las explicaciones fue que las normas para construir en la capital no
tomaron en cuenta las condiciones del suelo, que en sitios como el Centro y la
colonia Roma se componen fundamentalmente de arcilla.

Pero otros argumentaron que los constructores no cumplieron con los reglamentos
gracias al aval de autoridades locales.

El resultado fue que más de 800 edificios se vinieron abajo y miles de casas
resultaron afectadas.

Los "Topos"

Image captionEl Centro Médico Nacional se


vino abajo, pero miles de personas ayudaron a rescatar sobrevivientes

En las primeras horas después del sismo, las autoridades permanecieron


virtualmente paralizada.
Así, en las primeras horas la ayuda quedó a cargo de miles de voluntarios que en
muchos casos con sólo las manos rescataron a las personas atrapadas bajo los
escombros.

De entre estos rescatistas improvisados surgieron organizaciones que se


especializaron en esta clase de desastres y que son conocidos a nivel
internacional.

El más famoso es el grupo Topos, que incluso ahora suelen ayudar en los
desastres sísmicos de varios países.

Por qué el terremoto de México no


causó una tragedia como en el 85
RedacciónBBC Mundo
 21 marzo 2012

Con una intensidad de 7,8 en la escala Richter, el terremoto que sacudió este
martes gran parte de México fue el más intenso registrado desde 1985, año
en que un sismo de 8,1 se cobró al menos 10.000 muertos.

Sin embargo, a pesar de su intensidad, en esta ocasión varios factores


contribuyeron a convertir lo que podría haber sido una nueva tragedia en apenas
un mero susto.

Según los expertos fue clave el hecho de que el terremoto fuera del tipo conocido
como de "subducción", es decir, que se produjo a un nivel bastante inferior al de la
superficie terrestre.

Físicos del Servicio Sismológico Nacional de México señalaron que la energía


desprendida por el sismo fue al menos la mitad que en 1985.

Sismo en México revive recuerdos de


1985
RedacciónBBC Mundo
 11 diciembre 2011
Un fuerte sismo sacudió la noche del sábado a la Ciudad de México,
levantando los temores y recuerdos del devastador terremoto que azotó la
ciudad en 1985.

El movimiento -con epicentro en el estado suroccidental de Guerrero- tuvo una


magnitud de 6,8 en la escala Richter, según el US Geological Survey (USGS) y
dejó al menos dos personas muertas en ese estado, según informaron autoridades
locales.

El movimiento trepidatorio del sismo, hizo inevitable el resurgir de los temores en


varias familias residentes en los barrios en donde el sismo del 85 dejó miles de
muertos y causó incontables daños materiales.

"La gente salió a las calles y permaneció en los camellones y parques. Todos
temían una réplica. Dicen que es uno de los más fuertes que recuerdan en años",
relató el corresponsal de BBC Mundo en México, Ignacio de los Reyes.

http://skyalertblog.blogspot.mx/2013/09/terremoto-de-1985-antes-durante-y.html

La semana pasada, se cumplieron 28 años de la mayor catástrofe que se ha conocido en


México, no solo fue causado por los efectos del sismo, también existen diversos factores que
contribuyeron al desarrollo de la tragedia: irresponsabilidad gubernamental, crisis económica,
nula memoria colectiva, normas de construcción inadecuadas entre otras causas.
El sismo del 19 de Septiembre de 1985, representa un antes y un después en la historia de
México, tanto en forma individual con el dolor del recuerdo por aquellas personas que
perdieron a un ser querido, como para la sociedad en materia de protección civil y la respuesta
del gobierno ante los desastres, que en este caso fue inexistente: la sociedad respondió por sí
misma para ayudar a otros mientras que el gobierno solo observaba la ineficacia de sus
planes ante los desastres. Esta historia del sismo del 85 está dividida en un Antes, Durante y
Después.
ANTES
México desde el punto de vista económico: Durante los últimos 40 años, anteriores a 1980, la
economía mexicana crecía constantemente, de 1940 a finales de 1950, creció a un ritmo que
jamás sea vuelto a ver, el PIB creció a un ritmo sostenido del 7% en el sexenio de Ávila
Camacho y a un ritmo promedio de 5% en el sexenio de Miguel Alemán. Este crecimiento
económico continuó, aunque a un menor ritmo durante los siguientes sexenios, hasta el
sexenio de Miguel De La Madrid, cuya aplicación de políticas de ajuste macroeconómico,
neoliberales y diseñadas por el Fondo Monetario Internacional, fueron encaminadas para
reducir la inversión, el gasto público y la demanda agregada, dichas políticas llevaron a
México a una profunda crisis, con gran desempleo, y rápido ascenso de los precios, fuga
masiva de capitales , dramática disminución de la inversión, y otros factores que además de
debilitar la economía, también debilitaron a la sociedad.
Otro aspecto a considerar, y que se relaciona con el rápido crecimiento de la economía
durante los años previos, fue el crecimiento de la ciudad, y con ello el crecimiento del sector
de la construcción. Si bien es sabido que gran parte de la Ciudad de México está cimentada
en lo que fue el lecho de un lago, no se tomaron en cuenta los efectos que un suelo de este
tipo puede tener sobre diversos tipos de construcciones, y el reglamento de construcciones del
DF vigente hasta 1985, quedó totalmente rebasado para un sismo de gran magnitud.
Ni en aquel entonces, debió existir justificación en cuanto a la incertidumbre de cómo se
pueden comportar las edificaciones en un sismo de gran magnitud en construcciones cuyo
suelo no es firme; años atrás en 1957 se dio tal vez el primer aviso de los daños que puede
sufrir la ciudad de México con sismos cuyo epicentro se encuentra a más de 300km de
distancia, el sismo del 28 de Julio de dicho año, con una magnitud de 7.7 con epicentro en
Guerrero, dejando casi 700 víctimas mortales y diversos daños.
Para 1957 la Torre Latinoamericana, ubicada en el centro de la Ciudad de México, resistió
dicho sismo pues implementó la tecnología de los “gatos hidráulicos”, que atenuaba los
movimientos propios del sismo y la amplificación producida por el tipo de suelo, quizá por esta
razón, al ver que una estructura de tamaño importante pudo resistir un gran sismo, no se dio
un amplio seguimiento a las normas de construcción. El segundo aviso ocurrió con el conocido
sismo de la Ibero que ocurrió el 14 de marzo de 1979 con una magnitud de 7.6 y epicentro en
Petatlán Guerrero. Además de provocar el derrumbe de edificios de la universidad
Iberoamericana, también provocó afectaciones en lugares del centro de la ciudad. Es probable
(aunque no hay fuentes que puedan afirmarlo con estudios) que los daños que causaron este
sismo, y que no fueron debidamente atendidos, hayan sido los precursores de los grandes
daños que se sufrió tan solo 4 años después el 19 y 20 de Septiembre.
En los sismos de 1957, 1979, así como en otros sismos de magnitudes superior a 7, se
evidenció que además de existir nula preparación ante los desastres por parte del gobierno,
también evidenció la falta de memoria colectiva y que en un corto lapso, de tan solo cuatro
años entre un sismo y otro, nos olvidamos del riesgo que existe por la actividad sísmica.
DURANTE
La mayoría de los mexicanos despertó como habitualmente lo hacen, enfocados en la familia y
el trabajo, y tal vez algunos otros con la mira hacia el próximo año pues México sería sede por
segunda vez de un campeonato mundial de fútbol. Sin embargo, la vida de millones de
personas cambiarla a partir de las 7:19hrs (tiempo del DF), pues apenas dos minutos antes se
estaba desarrollando un sismo de magnitud 8.1(Mw), con epicentro en las costas de
Michoacán (frente a Lázaro Cárdenas). La energía liberada equivale a 32mil bombas
nucleares como la de Hiroshima.
El sismo se originó por el choque de las placas de Cocos que se subduce bajo la
Norteamericana, el último gran sismo que se había registrado en la zona (previo al de 1985),
ocurrió el 7 de Junio de 1911, con una magnitud de 7.9, desde entonces la energía
comenzaba a acumularse hasta el sismo de Playa Azul en 1981 con una magnitud de
7.3(Mw), sin embargo, (se cree, y así lo demuestran los sismos de 1985) que este sismo, no
alcanzó a liberar la energía acumulada durante estos 72 años.
A más de 400km de la Ciudad de México, esta brecha sísmica se localiza desde, Zihuatanejo,
Gro. hasta Maruata, Mich. y ha sido causante de los sismos de 1985, y más recientes, de los
sismos del 21 de Abril de 2013 (5.8Mw) y del 11 de Abril de 2012 (6.4Mw)
Este fuerte sismo, generó el primer Tsunami en México que pudo ser observado de manera
científica directamente y no a través de registros y relatos históricos. La altura del Tsunami fue
de 2 a 4 metros y no produjeron víctimas.
Por lo general, grandes sismos causan destrucción y generan víctimas en lugares cercanos al
epicentro, en Michoacán los daños más importantes fueron en Lázaro Cárdenas, justo frente a
la zona del epicentro y Playa Azul, cabe destacar que a pesar de la gran magnitud e
intensidad, en las localidades cercanas al epicentro, existe una cifra aproximada de 100
muertos, entre los estados de Michoacán, Guerrero, Colima y Jalisco. A 400km de distancia
¿Por qué fue tan destructivo? La explicación más conocida es el tipo de suelo de la ciudad de
México: en algunas zonas muy blandas y saturadas de agua que amplifican las ondas
sísmicas.
El SSN, en su reporte del 25 de Septiembre de 1985, dio a conocer también las siguientes
causas:
I) El patrón de radiación
Aparentemente, la ruptura se propagó en dirección sureste, lo que daría lugar a un patrón de
radiación que produjo efectos direccionales con rumbo a la ciudad de México. Esto provocaría
que llegaran al valle de México ondas elásticas con una cantidad de energía mayor que lo que
hubiera sido normal para un sismo de las magnitudes del 19 de septiembre. Esto contribuyó a
que las aceleraciones fueron mucho mayores (un factor de tres), que las observadas en
sismos anteriores.
II) Similitud con un movimiento armónico
Como se mencionó al llevar a cabo el análisis del movimiento registrado del terreno en la parte
blanda de la Ciudad de México, se encontró que el mismo se asemeja mucho a un movimiento
armónico. Esto propició que las estructuras entraran en resonancia, lo que explica en parte su
mayor destructividad.
III) Resonancia del terreno blando
La amplificación del movimiento debido a la presencia del terreno blando fue
excepcionalmente alta en la zona dañada, como consecuencia de que en terreno firme
(registros de CU) el movimiento fue regular, con periodo de 2 segundos.
De haber existido un sistema de Alerta Sísmica Temprana, como el caso de SkyAlert, cientos,
tal vez miles de vidas pudieron haber sido salvadas. Este aviso hubiera proporcionado al
menos dos minutos antes de sentir los efectos destructivos en la ciudad de México. Sin
embargo, este sismo marcó un antes y un después en la historia de la protección civil en
México.
DESPUÉS
Segundos después de haber terminado el sismo, inmediatamente comenzaron a escucharse
ambulancias y cuerpos de auxilio que acudían a llamadas de rescate, el horizonte se
encontraba cubierto por un manto de polvo y humo, producto de derrumbes e incendios.
Cientos de casas y edificios públicos y gubernamentales sufrieron grandes daños, algunos (los
más representativos o conocidos) son:
Tlatelolco Edificio Nuevo León en el Conjunto Urbano Nonoalco
Multifamiliar Juárez
Televisa Chapultepec
Los Televiteatros
Conjunto Pino Suárez
El Hotel Regis
Fábricas de ropa en San Antonio Abad
En el Hospital General de México (ginecología y la residencia médica)
Centro Médico Nacional
Hospital Juárez, (Recién nacidos fueron rescatados a los 7 días).
Inmediatamente se notó la falta de respuesta del gobierno, el ejército se dedicó a cuidar las
calles en vez de participar en labores de rescate, los ciudadanos por cuenta propia tomaron la
iniciativa de rescatar, surgieron héroes anónimos, algunos con el paso del tiempo se
convirtieron en héroes que quedarán para siempre ahora institucionalizados como TOPOS. La
ayuda llegó tanto de México así como de Estados Unidos, Francia, Alemania, entre otros
países que fueron solidarios con México.
La cifra final de muertos varía de fuente a fuente pero se estima que superaron las 10mil
personas en la ciudad de México, más de 4mil personas fueron rescatadas con vida entre los
escombros. El parque de beisbol del seguro social fue utilizado como anfiteatro, recibiendo
centenares de cuerpos en espera de ser identificados por sus familiares.
El sismo más la crisis económica que se había estado generando, golpeó de una manera que
no se puede imaginar a aquellas personas que lo perdieron todo, no solo era el dolor por la
pérdida de familiares amigos, también porque el patrimonio que habían conseguido con años
de esfuerzo, se había perdido en tan solo un par de minutos mientras que el futuro no parecía
nada prometedor, pues la crisis económica se agravaría en los siguientes años. Se estima que
los costos causados por el sismo ascendieron a más de 4mil millones de dólares, de aquél
año
Hoy en día aún se encuentran edificios con daños causados por aquél sismo, algunos en
espera de ser demolidos, mientras que otros, pese al gran riesgo, continúan siendo habitados.
La semana del 16 de Septiembre, dos ciclones tropicales azotaron las costas de ambos
litorales, y de nueva cuenta evidenciaron la falta de respuesta de algunas autoridades locales,
mientras que las personas volvieron a mostrar su solidaridad, dando apoyo a quienes lo
necesitan. Pese al conocimiento que implica el riesgo de vivir en lugares de alto riesgo como
zonas de ríos, laderas inestables, zonas costeras con probable ingreso de marea alta por los
ciclones, la prevención ha sido mínima.
Los sismos del 19 y 20 de Septiembre de 1985, también nos dejaron:
 Creación del Centro Nacional Para La Prevención De Desastres (CENAPRED), creado el 20
de Septiembre de 1988 como respuesta a esta tragedia, como finalidad el estudio técnico para
la prevención de desastres.
 Un año después comenzó el desarrollo de la alerta sísmica, implementada hasta 1991.
 Cada 19 de Septiembre a partir del 2001, se realizan simulacros por decreto en el marco del
“Día Nacional De Proteccion Civil”, del cual poca gente lo toma con seriedad, hay casos donde
la gente no realiza dichos simulacros al encontrarse en edificios mayores a diez plantas.
 Normas de construcción más estrictas tomando en cuenta las características del suelo de la
ciudad de México y nuevas tecnologías (caso Torre Mayor)
 Organizaciones de rescate como los TOPOS

¿Está preparada la Ciudad de México para un sismo similar o mayor?


Los sismos pueden ocurrir en cualquier momento, sociedad y gobierno no deben bajar la
guardia, simulacros deben tomarse con absoluta seriedad, ejemplos como Japón cuyos
simulacros son muy apegados a la realidad, demostraron que el sismo del 11 de Marzo de
2011 salvó miles de vidas por la amplia preparación y conciencia de las personas.
https://www.gob.mx/cenapred/agenda/la-historia-de-la-proteccion-civil-en-mexico-antes-y-
despues-de-los-sismos-de-1985?idiom=es

http://www.jornada.unam.mx/2012/09/20/sociedad/039n2soc

Tras los terremotos de 1985 el país avanzó en


prevención: especialistas
EMIR OLIVARES ALONSO

Periódico La Jornada
Jueves 20 de septiembre de 2012, p. 39

Debido a la gran sismicidad del territorio, en México se han hecho esfuerzos para transformar
la cultura de la prevención ante estos fenómenos naturales, señalaron especialistas del
Servicio Sismológico Nacional (SSN), que está a cargo de la UNAM.

Carlos Valdés González, jefe del SSN e investigador del departamento de sismología del
Instituto de Geofísica (IG) de la UNAM, detalló que en 110 años se han registrado en
territorio mexicano 160 temblores con magnitud superior a los 6.5 grados.

Recordó que uno de los más intensos fue el de 1985 (con 8.1 grados en escala Richter),
que causó graves daños en diversas zonas del Distrito Federal. Desde entonces, se
replantearon los códigos de construcción y obligaron a establecer políticas públicas,
protocolos de seguridad y estrategias preventivas para evitar tragedias.

La ciudadanía debe asumir la cultura de la prevención y seguir los lineamientos que


establecen los materiales y técnicas de construcción en hogares, escuelas y sitios de trabajo.
Es preciso diseñar planes de protección civil para minimizar daños, humanos y materiales,
indicó durante una conferencia realizada en Universum.

Sólo durante un temblor nos preocupamos. El más reciente fue el 20 de marzo pasado,
que sólo llamó la atención unas semanas. No existen recordatorios frecuentes y este 19 de
septiembre, más que una fecha para recordar, debe ser un llamado a actuar. Los sismos no
avisan, su temporada va del primero de enero al 31 de diciembre, por lo que siempre debemos
estar preparados.

La atención de los expertos está centrada en la brecha sísmica de Guerrero, ubicada entre
Acapulco e Ixtapa. En la región no se registran movimientos telúricos desde los cuatro
ocurridos entre 1899 y 1911, de entre 7.5 y 7.7 grados de magnitud.

Raúl Valenzuela, del departamento de sismología del IG, subrayó que el país ya no es el
mismo que el de 1985, debido a que se mejoraron protocolos de construcción, se ha
impulsado la cultura de prevención, como los simulacros, además que existe una alarma
sísmica que alerta sobre eventos con epicentro en las costas de Guerrero.

Sin embargo, dijo, en el país, en particular en la ciudad de México, existen


zonas blandasde riesgo ante sismos de alta intensidad. El Centro o Tlatelolco se encuentran
en esas áreas, pero también se deben agregar sitios como Chalco y Texcoco que hace 27 años
no estaban tan poblados.

Juan Carlos Mora, del IG, explicó que la falta educación y sensibilización ante los
desastres naturales agravan los escenarios de emergencia, pues sismos, volcanes o grandes
precipitaciones siempre han sucedido.
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http://www.jornada.unam.mx/2005/09/11/mas-jesus.html

Repercusiones sociales y políticas del temblor de


1985
Cuando los ciudadanos tomaron la
ciudad en sus manos
Jesús Ramírez Cuevas

La destrucción que provocó el terremoto de 1985 cambió la


fisonomía y la vida de la ciudad de México. En los escombros de la
incompetencia gubernamental para atender la emergencia quedó
sepultada la resignación de sus habitantes. La catástrofe natural
arrasó inmuebles, cegó miles de vidas y precipitó el derrumbe del
PRI en la capital. La solidaridad de millones en el rescate de
víctimas y en apoyo a las familias afectadas, se transformó en un
despertar de conciencias, en un movimiento que logró la
reconstrucción de la ciudad desde abajo. Después del temblor ya
nada fue igual.
El desmoronamiento de la sumisión y el esfuerzo comunitario
fueron el acta de nacimiento de la sociedad civil
La mañana del 19 de
septiembre "la tierra se movió,
todo crujía; un estruendo, ante
nuestros ojos el edificio Nuevo
León se vino abajo, una enorme
nube de polvo lo oscureció todo.
Después, sólo quedó el silencio",
así recuerda ese momento
Cuauhtémoc Abarca, residente de
Tlatelolco y a la postre, dirigente Fotografía: Pedro Valtierra
de los damnificados.

La gente no salía aún de la estupefacción cuando escucharon los


primeros gritos de los sobrevivientes. "En ese momento, con los primeros
vecinos que se aproximaron comenzamos a organizar las tareas de
rescate. Fue una situación en la que todo se hacía con mucha voluntad
de ayudar, sin mayor experiencia... Todo lo hacíamos a mano", cuanta el
médico y dirigente social.

"Eran cientos de vecinos ayudando. Una cosa muy hermosa fue que se
formaron cadenas humanas, los que estaban adentro de los escombros
llenaban las cubetas para abrir camino a donde se oían las voces y las
pasaban de mano en mano. Es increíble, pero media hora después del
sismo ya había una organización", prosigue Abarca.

Los voluntarios sacan a muchos de las ruinas. Esa tarde soldados y


policías acordonan la zona para evitar el pillaje, pero no intervienen en el
auxilio. En contraste, de toda la ciudad llegan a prestar su ayuda. "Una
solidaridad bellísima que se mantuvo viva durante toda la emergencia",
relata.

Escenas como ésta se repiten en todas las zonas afectadas por el sismo.
Desde los primeros minutos, miles de personas se improvisan como
brigadistas y arriesgan su vida por gente desconocida. Provenientes de
todas las clases sociales suman voluntades y esfuerzos para salvar a los
sobrevivientes atrapados en los escombros, habilitan cientos de
albergues; reparten alimentos y ropa a las 150 mil personas que de golpe
quedaron en la calle por el terremoto. Otros recolectan ayuda, distribuyen
agua, insumos, implementos, organizan el tránsito. Profesionistas,
trabajadores y estudiantes revisan inmuebles o ayudan a la demolición,
previenen epidemias, vacunan, preservan cadáveres, prestan atención
psicológica a las víctimas.

De la solidaridad a la toma de la ciudad

Los temblores del 19 y 20 de septiembre de 1985 destruyeron la zona


central del Distrito Federal. El gobierno de Miguel de la Madrid se
paralizó ante la tragedia. En contraste, la respuesta masiva para ayudar
a los afectados fue casi inmediata.

Frente a la incompetencia del gobierno, sin un plan previo, la gente se


organiza y se hace cargo de responder a la emergencia. Por unos días
los ciudadanos toman el control de la ciudad, en lo que fue uno de los
capítulos más hermosos y excepcionales de nuestra historia.

"Durante tres o cuatro días hubo un vacío de poder. La gente se encargó


de la organización de la ciudad", recuerda Alejandro Varas, de la Unión
de Vecinos y Damnificados 19 de Septiembre.

"Fueron días especiales. La ciudad era


otra. Por donde quiera había personas
llevando y trayendo ayuda. Al principio,
los medios de comunicación ayudaron
mucho a poner en contacto a las
familias, informando de los daños;
después pusieron en marcha la
campaña oficial de que aquí no pasa
nada. El gobierno quiso minimizar el
problema y decía 'quédense en casa, no
salgan', pero la gente no hizo caso",
rememora Leslíe Serna, fundadora de la
Unión Popular Nueva Tenochtitlán Sur.

Raúl Bautista, quien ha dado vida


a Superbarrio Gómez, personaje Fotografía: Frida Hartz
emblemático de la lucha urbana, asegura que "frente a la dimensión de la
tragedia, la gente tuvo que salir a tomar la ciudad. La gente desobedeció
al gobierno porque había que rescatar a los atrapados y ayudar".

"En la UNAM se formaron brigadas que trabajaron durante meses. En


repetidas ocasiones nos enfrentamos al ejército, alguna vez hasta a
pedradas, porque algunos soldados se dedicaron a sacar bienes sin
importarles la gente atrapada", relata Imanol Ordorika, que participó en la
Brigada Ciencias integrada por unos 150 estudiantes y maestros, como
lo hicieron en otros centros educativos.

De la tragedia surgió una respuesta civil que ganó el derecho a la ciudad


para los ciudadanos y logró la reconstrucción de 80 mil viviendas. La
espontaneidad halló agentes sociales organizados que ayudaron dar un
vuelco a la situación. "Fue un movimiento que modificó la vida social y
política de la capital", señala Serna.

La lucha de los damnificados y la reconstrucción

Desde los primeros días, las familias afectadas se organizan en defensa


de sus viviendas y durante meses hacen asambleas en las calles.

Cuauhtémoc Abarca describe: "El gobierno estaba sumido en la


confusión, no supo reaccionar ante la emergencia y no tenía un plan de
reconstrucción. Desde el principio le planteamos ayudar a los afectados y
la reconstrucción con la participación de las organizaciones que se
crearon ante el desastre".

Surgen decenas de uniones, y las que ya existían crecen


vertiginosamente.

El 27 de septiembre, apenas una semana después del temblor, se realiza


la primera movilización de damnificados hacia Los Pinos. Más de 30 mil
personas desfilan en silencio con tapabocas y cascos, símbolos de los
rescatistas. Demandan la expropiación de predios, créditos baratos, un
programa de reconstrucción popular y la reinstalación de los servicios de
agua y luz.

Las protestan se suceden todos los días. El gobierno publica un decreto


expropiatorio el 11 de octubre, afectando más de 5 mil predios e
inmuebles. La medida deja fuera a muchas zonas afectadas y las
movilizaciones continúan.
Al día siguiente, tras otra marcha, el presidente
De la Madrid recibe a los damnificados en Los
Pinos. Ahí reconoce el papel de la sociedad
civil en la emergencia. Pero en lugar de recibir
agradecimientos de los afectados como
esperaba, la gente le reclama que hay muchos
predios por expropiar.

El 21 de octubre se expide un decreto


rectificando las expropiaciones y se reducen a
4 mil 263.

Bajo la campaña "México sigue en pie", el


gobierno intenta normalizar los servicios
públicos y el funcionamiento de escuelas,
hospitales y edificios de gobierno. Con ello Fotografía: Elsa Medina

pretende recuperar el control y la solidaridad ciudadana. Organiza una


ceremonia en el Campo Marte para premiar a miles de "héroes
nacionales" por su labor en el temblor. Muchos de los homenajeados le
gritan y repudian.

Superada la primera etapa de emergencia, el 24 de octubre, cerca de 40


organizaciones vecinales crean la Coordinadora Unica de Damnificados
(CUD).

"La reconstrucción fue ganada por el movimiento y se impidió el desalojo


de las vecindades del centro como quería el gobierno", explica Raúl
Bautista.

Renuncia el secretario de Desarrollo Urbano y Ecología, Guillermo


Carrillo Arenas constructor de muchos de los edificios que se cayeron, y
en su lugar es nombrado Manuel Camacho Solís.

El nuevo funcionario negocia con la CUD y le aclara: el gobierno


reconoce el papel de las organizaciones pero a ningún funcionario se le
fincará responsabilidad. En mayo de 1986, Camacho firma con la CUD el
Convenio de Concertación Democrática para la reconstrucción.

"El convenio fue una conquista del movimiento. Era la primera vez que se
reconocía a ciudadanos organizados como interlocutores. Era un avance
importante por la reconstrucción y una conquista política en un sistema
que no aceptaba actores independientes. Pero se eximió al gobierno de
cualquier responsabilidad en la tragedia", cuenta Leslíe Serna.

Con la participación de las organizaciones se construyen 45 mil viviendas


en el centro en condiciones accesibles a las familias afectadas. También
se firma la reconstrucción de Tlatelolco, uno de los emblemas de la
tragedia.

Los damnificados marginados del acuerdo presionan y obligan al


gobierno a firmar la reconstrucción de otras 15 mil viviendas.

Como el problema de los damnificados continuaba, las organizaciones de


la CUD reciben ayuda nacional e internacional directa para edificar más
de 20 mil viviendas.

Una de las consecuencias del temblor fue la pérdida del tradicional


control del PRI. "Los priístas eran unos desvergonzados, hacían
clientelismo con la desgracia. Había una indignación auténtica contra el
PRI porque condicionaba la ayuda y lucraba con el apoyo", recuerda
Leslíe Serna.

Francisco Saucedo relata que "en las zonas afectadas, el PRI


desapareció. La gente ya no se dejaba manipular. Su coraje contra el
gobierno era muy grande. De eso ya no se recuperó".

La generación del terremoto y las secuelas culturales

El movimiento de damnificados además de las formas tradicionales de


protesta, utilizó a otras más imaginativas.

Desde el principio se organizaron


cine-clubes en los predios, fiestas,
kermeses y ofrendas con la
participación de muchos artistas. A
lo largo de tres años, la CUD
organizó más de 15 festivales
culturales incluido uno dedicado a
John Lennon, además de
encuentros callejeros de arte,
danza, teatro y música; así como
Fotografía: Marco Antonio Cruz
dos carreras de los barrios,
documenta Fernando Betancourt, de la comisión cultural de la Unión de
Vecinos y Damnificados 19 de Septiembre.

En estas actividades a favor de los damnificados se involucraron artistas,


escritores, bailarines, teatreros, músicos clásicos y rockeros.

Uno de ellos es Roco, cantante de Maldita Vecindad, que comenzaba en


ese tiempo. "Los integrantes del grupo somos hijos del terremoto", dice.

"La movilización social fue muy fuerte, la sociedad no esperó a que el


gobierno le resolviera sus problemas. Se logró una fraternidad entre
gente distinta de todas las generaciones. La fiesta también era una forma
de luchar y la gente mejor se ponía a cantar para no llorar", recuerda.

"Habíamos tocado un par de veces antes del temblor relata; nos


acercamos a los damnificados para ayudar y empezamos a tocar en sus
movilizaciones y campamentos. Había otros grupos como Trolebús, Los
Guapachosos, Recuerdos del Son, Banco de Ruido".

Según el rockero, "se dio una toma comunitaria de la calle para hacer
cultura, había mucho teatro, danza, música, conciertos. Esa autogestión
cultural fue ejemplo en los años siguientes".

"Crecimos tocando en el terremoto, la calle era nuestro espacio para la


cultura y como muchos colectivos, ya no la soltamos. Nuestro trabajo
estuvo marcado por la experiencia en el temblor y aprendimos a ver la
cultura también como un acto comunitario, social y político", revela Roco.

El impacto del temblor abarcó muchos aspectos. Imanol Ordorika apunta


que "la experiencia compartida por muchos universitarios en el temblor
fue crucial en el surgimiento del movimiento estudiantil en la UNAM en
1986-87. Esas vivencias y la capacidad de organizarse llevan a los
universitarios a sumarse después al cardenismo".

1988. El terremoto político

"La CUD produjo un movimiento plural y tolerante que convirtió la


solidaridad inicial en organización social. Logró el programa de
renovación y construcción de vivienda más grande en la historia. En 1987
estaba en su clímax, pero surgió un nuevo movimiento de 'los
damnificados de la vida'. Ahí nace la Asamblea de Barrios y la CUD se
diluye con la diáspora de las organizaciones", explica Leslíe Serna.
"En lugar de consolidar su trabajo y profundizar la autogestión lograda,
algunas organizaciones buscaron nuevos solicitantes de vivienda",
añade.

Ese año lanza su candidatura Cuauhtémoc Cárdenas. La ruptura del PRI


impacta a la izquierda y a las organizaciones sociales y civiles. La
mayoría de ellas se suman al cardenismo y luego al PRD. Muchos
dirigentes del movimiento de damnificados aparecen como candidatos a
puestos de elección.

Según Raúl Bautista, "el temblor detonó la participación ciudadana y


rompió los mecanismos de control oficiales. En 1988 la participación
electoral masiva contra el PRI fue un terremoto político que sepultó al
PRI en la ciudad".

Para Leslíe Serna, "uno de los errores de la izquierda fue forzar a los
movimientos sociales a convertirse en espacios de fuerza política".

"Muchos dirigentes sociales, convertidos en líderes políticos explica Raúl


Bautista, trasladan su fuerza al interior del PRD para obtener
candidaturas. Desde que Manuel Camacho estaba en el gobierno se
restableció la cultura de las cuotas y la lógica corporativa que se hizo
dominante en el PRD de la ciudad".

El impulso democratizador del temblor promovió la creación de la


Asamblea Legislativa y del primer gobierno de la ciudad electo por los
ciudadanos.

"El triunfo de Cárdenas en 1997 planteó un reto para las organizaciones.


El gobierno perredista cerró las puertas a los movimientos por miedo a la
participación de la sociedad. Si cuestionabas las políticas de Cárdenas o
de López Obrador decían que le hacíamos el juego al PRI y al PAN", dice
Bautista, miembro del PRD.

"Un gobierno democrático de izquierda prosigue debe sustentarse en la


participación popular. El movimiento urbano tiene su responsabilidad, era
la fuerza social más importante de la ciudad pero no tuvo proyecto
democrático y muchos líderes se corrompieron".

•••
Con el sismo de 1985 la sociedad se volvió más crítica. En estos 20 años
se consolidó la convicción democrática de la necesaria participación
social en asuntos públicos, alimentando a nuevos movimientos sociales y
culturales de la diversidad.

Hoy esa miríada de acciones y causas se multiplican a través de las


organizaciones no gubernamentales, grupos urbanos, feministas,
ecologistas, comunidades indígenas, grupos gays, jóvenes y colectivos
culturales. Hay avances palpables e irreversibles.

El temblor de 1985 es un hito del resurgir de la conciencia cívica. Al


actuar colectivamente ante los problemas de todos, miles abandonaron
por un momento el individualismo e hicieron de la solidaridad y la
autogestión comunitaria, la carta de naturalización de la sociedad civil.

El temblor en números
A las 7:19 de aquella mañana del 19 de septiembre de 1985 se registró
un terremoto de 8.1 en escala de Richter, cuya duración fue de 90
segundos. Al día siguiente, a las 19:20 de la noche, un segundo sismo de
menor intensidad volvió a sacudir la ciudad. Aquí presentamos un retrato
estadístico de la estela de muerte y destrucción que dejó a su paso
aquella furia telúrica de la naturaleza.

Las víctimas: No se sabrá nunca el número exacto de las víctimas.

Muertos: El gobierno reconoció que fallecieron entre 6 y 7 mil personas.


Sin embargo, la Comisión Económica Para América Latina (Cepal)
registró 26 mil fallecidos, en tanto que organizaciones de damnificados
calcularon en 35 mil los muertos.

Heridos: Más de 40 mil.

Rescatados con vida de los escombros: 4 mil 100.

Daños: Aquella mañana de septiembre, una parte importante de la


capital del país quedó arrasada. Todos los servicios públicos se
colapsaron, principalmente en las zonas afectadas: el agua potable, la
luz, el transporte público, las principales vialidades de la zona centro. La
ciudad quedó incomunicada del resto del país y del mundo por la caída
del sistema telefónico.

Viviendas destruidas totalmente: 30 mil.

Viviendas con daños parciales: 70 mil.

Edificios destruidos: 400, incluyendo hospitales como el Juárez,


Hospital General y condominios como el Multifamiliar Juárez y el Nuevo
Léon en Tlaltelolco, escuelas y algunos como el emblemático Hotel
Regis.

Número de usuarios que se quedaron sin electricidad: Más de un


millón 200 mil (a los tres días se había recuperado tan sólo 38% de este
servicio).

Estaciones del Sistema de Transporte Colectivo Metro afectadas: 32


(seis de la línea 1; 14 de línea 2; dos de la línea 3; 10 de la línea 4).

El día 20 de septiembre reanudaron el servicio todas las estaciones de la


Línea 4 y ocho de la Línea 2 (de Taxqueña a Viaducto). Al día siguiente
se reabrió la estación Cuauhtémoc. El 23, las de Merced y Balderas; el
24, se reabrió la de Juárez. El 26 se septiembre tocó a las de Salto del
Agua, San Antonio Abad y Chabacano; el 28 a la de Pino Suárez. La
estación Isabel La Católica reinició sus servicios hasta el 4 de noviembre
de ese año.

Daños a la infraestructura eléctrica: Mil 300 transformadores, 8


subestaciones, 5 líneas de transmisión, 270 alimentadores, así como 600
postes de luz. En total fueron afectados 44 kilómetros del sistema de
iluminación urbana y 390 semáforos (210 quedaron inutilizados).

Averías en la red de agua potable: Acueducto suroriente: 28 fracturas.


Red primaria: 167 fugas. Red secundaria: 7 mil 229 fugas.

Drenaje afectado: Río La Piedad, 6 mil 500 metros afectados; en menor


grado, el Río Churubusco. Filtraciones de la lumbrera 9 a la 14 del
Emisor Central y en 300 metros del Interceptor Centro-Poniente.

Deterioros en la infraestructura urbana: Más de 516 mil metros


cuadrados de la carpeta asfáltica de las calles resultaron afectados por
fracturas, grietas y hundimientos (equivalentes a más de 80 kilómetros de
una carretera de un carril). También quedaron destruidos o afectados
más de 85 mil metros cuadrados de banquetas (algo así como 12
canchas del tamaño del Estadio Azteca), más sus respectivas
guarniciones (37 mil 744 metros).

Fallas en el sistema teléfonico: La red telefónica fue de las más


afectadas, por lo que era imposible la comunicación telefónica con el
exterior. Sólo hasta marzo de 1986 se restableció la totalidad del servicio
automático de larga distancia nacional e internacional, así como un tercio
de las llamadas realizadas mediante operadoras.

Número de telegramas y mensajes de télex enviados a la ciudad las


primeras semanas: 685 mil 466.

Comunicados por radio y televisión para difundir el paradero de


familiares y peticiones de ayuda: 39 mil 625. Llamadas a Locatel para
localizar a familiares y amigos: 168 mil.

Empleos perdidos por los sismos: entre 150 y 200 mil.

Inmuebles expropiados: cerca de 6 mil.

Edificios demolidos en los primeros meses: 152.

Escombros recogidos en los meses posteriores: 2 millones 388 mil


144 metros cúbicos. En los primeros meses se contabilizaron 800 viajes
de camiones de volteo al día.

Sólo para despejar 103 vías consideradas prioritarias se retiraron un


millón 500 mil toneladas de escombro (110 mil 600 viajes de camiones
de volteo).

Viviendas reconstruidas con la participación de los


damnificados: 80 mil.

https://www.forbes.com.mx/lecciones-del-terremoto-de-1985-en-el-df-estas-preparado/

En los últimos 30 años, la población del país y de la Ciudad de México ha


aumentado en 60% y 30%, respectivamente. El país ha experimentado un rápido
crecimiento económico y se ha convertido en una de las naciones más avanzadas en
cerrar la brecha entre los daños asegurados y los daños económicos totales,
conocido en inglés como el protection gap.

Si un terremoto de similares características se repitiera en la actualidad, más de 2


millones de personas estarían en peligro. Adicionalmente, estimamos que las
pérdidas económicas alcanzarían 15,000 millones de dólares, de los cuales 12,400
millones no estarían asegurados, aproximadamente el 1% del PIB de México.
Actualmente la penetración de seguro en el ámbito privado es mayor que en 1985,
pero la brecha entre los bienes económicos y los asegurados alcanza todavía un
preocupante 80%.

El gobierno mexicano ha adoptado medidas para aumentar el grado de


preparación. Actualmente se llevan a cabo con frecuencia simulaciones de
terremotos dirigidas por el Centro Nacional de Prevención de Desastres
(Cenapred), y se han establecido programas como el Centro de Instrumentación y
Registro Sísmico, AC (Cires). También se han hecho esfuerzos para aumentar la
protección de estructuras urbanas mediante el establecimiento de códigos de
construcción avanzados.

Sin embargo, las palabras deben transformarse en hechos. Por ejemplo, si bien es
cierto que existe un código de construcción vigente adecuado, no siempre es
comprendido y aplicado correctamente. Los profesionales que poseen el
conocimiento y la capacitación para interpretar y aplicar el código, son certificados
e inscritos en un registro de especialistas. Sólo las grandes construcciones
comerciales y críticas (p.e. hospitales) requieren un director de obra que esté
registrado. Esto no se aplica necesariamente en construcciones simples (p.e.
estructuras de piso blando o de columna corta), situación que deriva en problemas
de estructura significativos. Además, este tipo de construcciones simples
representan 40% de los edificios de la Ciudad de México. Cabe mencionar que el
aumento de la mampostería confinada, que es popular y económica, seguramente
ha mejorado la vulnerabilidad general de los edificios residenciales en el país.
Cerrar la brecha

En un esfuerzo por cerrar la brecha financiera que sigue a un desastre natural, el


gobierno federal mexicano ha implementado una estrategia holística de
financiamiento del riesgo de desastres, aprovechando los recursos y experiencia de
las instituciones gubernamentales, el sector privado y las agencias de desarrollo.

En 1996 se creó el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), cuyo mandato es


proporcionar suficientes recursos a las entidades federales y estatales que permitan
una recuperación sin comprometer fondos ya presupuestados. El Fonden se dirigió
al sector privado para adquirir soluciones de transferencia de riesgos innovadoras
que permitieran aumentar el financiamiento durante los años de pérdidas
extremas.

La primera solución de transferencia de riesgos es una póliza de indemnización


tradicional que cubre activos federales y estatales, tales como obras de
infraestructura e instalaciones de salud. La segunda es un bono de catástrofe
natural denominado MultiCat, que ofrece protección contra terremotos y
huracanes. El bono, que vencerá a fines de 2015, usa un índice paramétrico
(magnitud del momento en el caso de terremotos y presión central si se trata de un
huracán) para determinar si es necesario realizar un pago.

http://www.fundacionunam.org.mx/humanidades/terremoto-de-1985/

Hoy, a 27 años del terremoto de la ciudad de México, recordamos ese día como uno
de los más trágicos en toda su historia, en donde toda la sociedad se unió en solidaridad
para ayudarse mutuamente.

La diferencia entre un fenómeno natural y un desastre es el impacto social. Si un


fuerte sismo o tsunami ocurriera en zonas deshabitadas, seguramente sólo llamaría la
atención de los científicos interesados en esta clase de eventos. Pero en un mundo
cada vez más poblado, el desastre es algo esperado.

La percepción del riesgo tiene mucho que ver con la historia y cultura de un país. Japón
es un territorio altamente sísmico, al igual que México. Su decisión fue apostarle a
sistemas de monitoreo sísmico y construcciones más resistentes.
La población japonesa está convencida de mantener la calma, desocupar los edificios
de forma ordenada y ubicarse en áreas abiertas en caso de un temblor. De hecho, el
mayor número de pérdidas humanas las ha causado el tsunami y no los terremotos.

A México le ha faltado involucrar a la sociedad. Javier Urbina, académico de


la Facultad de Psicología de la UNAM, asegura:

“Los habitantes de la capital, por ejemplo, no sienten que estén en


riesgo, a pesar de vivir en una zona sísmica”
Una explicación es lo que lo psicólogos ambientales llaman “el mito de la
invulnerabilidad personal.” Se presenta en individuos que ante la ocurrencia de un
sismo, o algún otro riesgo, sienten que nada les va a pasar. Probablemente le suceda
al de al lado o al de enfrente, pero ellos están convencidos de que van a estar a salvo.

La exploración de la psicología de los mexicanos muestra también que la mayoría


descarta la repetición de un fenómeno con el mismo grado de daño. También hay
personas que no sienten la necesidad de tomar precauciones, pues creen que un ente
externo las va a proteger, ya sea el gobierno o alguna divinidad.
Pero aún hay más. Los mexicanos tienden a enfrentar los problemas cuando
suceden, en vez de modificar conductas para prevenir posibles daños. De hecho hay
una fuerte resistencia a las medidas de prevención que implican un cambio significativo
en los estilos de vida. No obstante, el maestro Urbina detalla circunstancias
amenazantes que la gente sí valora:

Hay mayor resistencia a enfrentar daños por fenómenos naturales que por factores
tecnológicos; es decir, las personas sufren mucho cuando ocurre un temblor o un
tsunami, pero ante la explosión en una gasera (Como la que ocurrió ayer en PEMEX),
por ejemplo, su reacción es más fuerte.

Y cuando las víctimas son niños el impacto es mucho mayor.

Se tolera más el daño distribuido en toda la población a uno concentrado en unos


cuantos grupos.
Hay mucha reacción y hasta la conciencia de medidas precautorias inmediatamente
después de una tragedia. Aunque el cambio es pasajero y rara vez permanece el
sentido de la prevención.

No se trata de crear pánico ante los fenómenos naturales, sino de estar preparados
para responder de la mejor manera posible.

El psicólogo Javier Urbina sostiene que el principio es la percepción de riesgo. Eso


significa que la población sea consciente, por ejemplo, de que habita en un país
altamente sísmico. La segunda etapa es la comunicación del riesgo, cuyo fin es que la
gente acepte cambiar las condiciones de vulnerabilidad con métodos de prevención.

“Partimos de que la población está dividida en dos grupos: quienes son


más susceptibles a atender los llamados del exterior, y aquellos que
realizan un comportamiento importante después de analizar y
reflexionar lo que escuchan. Entonces debemos elaborar acciones
específicas para cada uno.”
Hasta ahora ninguna autoridad gubernamental en México ha llevado a cabo una
intervención de tales dimensiones. A diferencia, el gobierno japonés invierte de manera
permanente grandes recursos en la preparación y prevención de eventos sísmicos. De
no haber trabajado en este aspecto, probablemente el desastre seria mayor.

Los efectos sociales y políticos del sismo


20/09/2017
En ocasiones, las personas y sociedades maduran cuando pasan por etapas en las que sufren dolor
y privaciones.

Pero, no hay garantía de que así suceda.

La clase política mexicana ha fracturado a la sociedad mexicana desde hace tiempo.

Un desafío para partidos y personajes públicos es hacerle frente a la desgracia a través de la


generación de una nueva actitud.

Si AMLO insiste en que todos los demás son “la mafia del poder” y que él y sus partidarios son los
buenos, me parece que va a recibir la condena de una población que lo último que quiere ahora es
ver a los políticos pelearse entre sí en lugar de buscar generar una visión que permita sumar
esfuerzos.

Pero también va a ver con desconfianza a los que abanderan el ataque despiadado a sus
opositores, como se ha hecho con Ricardo Anaya. O a los panistas –como él mismo– que “declaran
la guerra” a otras fuerzas políticas.
No es claro cuál será el efecto de este tremendo sismo en las preferencias políticas de la
población. Pero lo que es un hecho es que resulta muy probable que la sociedad mexicana esté en
una etapa especialmente sensible para revalorar sus inclinaciones.

Piense en que usted como individuo, revalora sus creencias, costumbres e inclinaciones cuando
pasa por una tragedia personal.

La sociedad mexicana ha pasado por estas tragedias en las últimas semanas. Y no sabemos aún
qué es lo que cambiará en los siguientes meses. Pero, de que habrá cambios, ténganlo por seguro.

Así como hemos tenido tiempo de ‘cisnes negros’, por los desastres naturales, no es imposible que
también lo tengamos por los efectos sociales y políticos que éstos van a desencadenar. Pueden
ocurrir hechos inesperados, aun los que eran considerados como altamente improbables.

El deseo que muchos tenemos –seguramente– es que el efecto sea el generar capacidad de
diálogo y entendimiento. Veremos.

http://www.fondodeculturaeconomica.com/editorial/prensa/Detalle.aspx?seccion=Detalle&id_de
splegado=37629

Las grandes dudas del terremoto de 1985


Por: El Universal

A bien, nadie sabe con exactitud cuántos capitalinos murieron en el sismo


del 19 de septiembre de 1985, ni la cantidad de heridos que dejó la mortal
sacudida, o el número de edificios que esa mañana se vinieron abajo repletos
de familias que apenas despertaban para arrancar con el día.

Un sinfín de especulaciones sobre los costos humanos y materiales del


terremoto aún se debaten, pero se sabe que su poder fue similar a la
detonación de mil 114 bombas atómicas de 20 kilotones.

El sismo del 19 de septiembre y su réplica un día después causó daños por


52 mil millones de pesos actuales.

Desde el momento mismo de temblor, que también ocasionó muertes y


daños en Michoacán, Guerrero, Colima y Jalisco, el entonces presidente
Miguel de la Madrid minimizó el hecho, rechazó la ayuda internacional y
evitó divulgar cifras reales sobre la tragedia.

NO SE DABAN ABASTO. Cuando lo hizo contrastaba de manera notable con


la magnitud del evento. Daba cuenta de sólo cinco mil muertes por el
temblor, aunque poco después corrigió y colocó el número en 10 mil. Aún
así, la cantidad era considerablemente inferior a la evidencia.

La prensa internacional rápidamente daba cuenta de entre 25 mil y 35 mil


muertes, y de más de 50 mil heridos.

Miguel de la Madrid declaraba años después: baste señalar que no se daban


abasto los jueces del Registro Civil para extender las actas de defunción
requeridas, por lo que hubo que capacitar rápidamente a más personal,
además de simplificar trámites obviando la autopsia y el certificado médico.
Naturalmente, en el caos inicial, los problemas se enfrentaron como se pudo
y seguramente se realizaron muchos entierros sin apego a los trámites
legales.

Con el correr de los años, parte de la información sobre lo que sucedió se ha


ido develando. Hoy se calcula, de acuerdo con diversas fuentes, incluyendo
periodísticas, que el temblor ocasionó la muerte de entre 35 mil y 40 mil
personas, y no de 10 mil como lo afirmó de manera tímida el Gobierno
Federal, y que el movimiento telúrico fue de 8.1 grados en la escala de
Richter y no de 7.8 grados como inicialmente se difundió.

Ahora se sabe que derivado del terremoto de 1985 se perdieron 200 mil
empleos formales en la Ciudad de México.

En un mapeo de daños realizado por las autoridades del DF se identificaron


los peores daños en las Delegaciones de Cuauhtémoc y Venustiano Carranza.

En las zonas centrales de la capital las ondas sísmicas tuvieron una


aceleración cuatro veces mayor que las registradas en áreas periféricas.

De acuerdo con el análisis de expertos elaborado meses después


demostraron que los movimientos oscilatorios de desplazamiento y la
trepidación provocaron el colapso de edificaciones que tenían entre 5 a 21
pisos.

Un estudio de la Comisión Metropolitana de Emergencia del DF realizado un


mes después del terremoto, reveló que dos mil 831 edificaciones habían
sufrido daños estructurales de algún tipo, 880 quedaron en ruinas.

Con base en información extraoficial, 50 mil familias perdieron sus hogares


en los sismos del 85 -unos 150 mil damnificados-, y que instituciones
médicas atendieron a por lo menos 40 mil heridos, echando mano de mil
toneladas de medicamentos y equipo de primeros auxilios enviados del
exterior.

El resultado del terremoto de 1985 colapsó las redes telefónicas de todo el


país y ocasionó al menos cuatro mil millones de dólares en pérdidas, unos 52
mil millones de pesos de los actuales.

Sólo en el parque de beisbol del Seguro Social, donde hoy se asienta un


centro comercial, se llegaron a concentrar más de 2 mil cadáveres.

MÁS DE CUATRO MIL, RESCATADOS CON VIDA. Cuerpos de rescates, de la


Cruz Roja Mexicana y de otras organizaciones humanitarias, lograron sacar
con vida de entre los escombros a más de 4 mil personas, algunas de ellas,
con más de 10 días de estar atrapadas.

Sólo en los hospitales Juárez, General y Centro Médico Nacional, rescataron a


unas dos mil personas entre médicos y personal de los nosocomios y
pacientes. Hoy se sabe con más certeza que en los edificios Nuevo León y
Juárez, en Tlatelolco; Televicentro (hoy Televisa Chapultepec), en una
maquiladora que funcionaba en un edificio en las cercanías del Centro
Histórico, y en el Hotel Regis, que se ubicaba frente a la Alameda Central,
murieron tres mil personas.

Miguel de la Madrid, en sus memorias Cambio de rumbo, publicadas en 2004


por el Fondo de Cultura Económica, admitió que el terremoto de 1985
rebasó la capacidad institucional para hacerle frente. Su magnitud nos tomó
por sorpresa y tuvimos que actuar sin el apoyo de un plan de emergencia a
la altura de las circunstancias. Y más aún afirmó las instituciones quedaron
rebasadas por la catástrofe.

Jesús Silva Herzog, quien fuera secretario de Hacienda en esos años, confesó
años después: El 85 fue un año político, había elecciones y ahí nos
empezamos a descomponer. La disciplina financiera y económica con la que
se manejaron las cosas, fue menor que en los años anteriores. Había una
necesidad política que es una realidad. Las elecciones resultaron bastante
bien, y las desviaciones sobre el presupuesto original, fueron salvadas, entre
comillas, por el terremoto de septiembre del 85, porque ahí le echamos la
culpa al terremoto.
Librería Virtual

http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S0188-25032014000300004&script=sci_arttext&tlng=pt

Revista mexicana de sociología


versión impresa ISSN 0188-2503
Rev. Mex. Sociol vol.76 no.3 México jul./sep. 2014

Artículos

De pueblo a sociedad civil: el discurso político después


del sismo de 1985
* Doctora en Antropología por la Universidad de Columbia. Becaria del Programa de
Becas Posdoctorales en la Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de
Investigaciones Sociales, UNAM. Temas de especialización: antropología política y
antropología urbana. Circuito Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, 04510,
México, D.F.

Recibido: 17 de mayo de 2013


Aceptado: 11 de abril de 2014

Resumen:

Este artículo examina el surgimiento de la idea de sociedad civil en la esfera pública


mexicana después de los sismos de 1985, así como su popularización y los cambios de
sus significados en las siguientes décadas. Mediante el análisis de textos periodísticos
producidos en torno a los sismos, el texto argumenta que la sociedad civil sustituyó al
pueblo como la colectividad nacional legítima en el contexto de la transición al
neoliberalismo. De ser el símbolo de la colectividad nacional, el pueblo fue resignificado
como un actor colectivo caduco: la antítesis, así como el antecedente temporal, de la
sociedad civil.

En los días que siguieron a la catástrofe, un número importante de la población


capitalina respondió con un despliegue masivo de ayuda y se sumó
voluntariamente a los trabajos de rescate y de apoyo a las víctimas: desde
brigadas que removían escombros, proporcionaban asistencia médica o dirigían
el tránsito vehicular, hasta grupos de acopio de víveres, ropa y medicinas para
los damnificados. Estas movilizaciones, representadas en la prensa como
espontáneas e independientes de los aparatos gubernamentales, entraron en
la narrativa histórica de la Ciudad de México como "el despertar de la sociedad
civil" y, por ello, como un evento crucial —incluso como un parteaguas— en el
proceso de democratización no sólo de la ciudad, sino de todo el país (Tavera-
Fenollosa, 1998, 1999).

Mediante el análisis de textos periodísticos producidos en torno de los sismos,


el artículo demuestra que la idea de sociedad civil ha pasado a sustituir al
pueblo como la colectividad nacional legítima. De ser el símbolo de la
colectividad nacional, el pueblo ha sido resignificado como un actor colectivo
caduco: la antítesis, así como el antecedente temporal, de la sociedad civil. En
este sentido, el artículo argumenta que la sociedad civil expresa una nueva
forma de conceptualizar a la colectividad nacional —entendida como la suma
de ciudadanos autónomos—, así como la pérdida de legitimidad de otras
formas de pertenencia y acción colectiva. La propuesta es entender el
surgimiento y el apogeo de la sociedad civil como parte de la transición hacia
el neoliberalismo, incluyendo la paulatina consolidación de una visión (neo)
liberal de la democracia y la ciudadanía que hoy domina el imaginario político
(Aibar, 2012).

Se siguen los planteamientos de los antropólogos Jean y John Comaroff


(1999), quienes proponen entender el resurgimiento, la fuerza y la popularidad
de la idea de sociedad civil en las últimas décadas del siglo XX como parte de
una serie de cambios globales asociados con el neoliberalismo. Conceptualizan
este último no únicamente como una serie de políticas públicas sino, de
manera más amplia, como un cambio en las formas de gobernar y en las
relaciones Estado/sociedad que se caracteriza por la redistribución de
responsabilidades y riesgos desde el primero hacia la segunda.

En este contexto, como ha argumentado Nikolas S. Rose (1999), el ideal de un


Estado robusto encargado de garantizar los derechos sociales de sus
ciudadanos es reemplazado por formas de gobernanza que intervienen al nivel
de las capacidades y las conductas individuales. El objetivo es favorecer la
formación de ciudadanos autónomos y responsables que puedan desarrollarse
y prosperar sin la interferencia del Estado.

Fernando Escalante Gonzalbo (2006b), por ejemplo, ha argumentado que


después de la crisis económica de 1982 se popularizó en la esfera pública la
idea de que los problemas del país, desde la hiperinflación hasta la corrupción,
eran resultado del poder excesivo del Estado, que debía ser acotado por la
sociedad. En otras palabras, la crisis económica se vio acompañada por la
crisis del "pacto" entre el Estado y la sociedad (es decir, el corporativismo) que
había sostenido al régimen durante décadas. En este contexto comenzó a
formarse un espacio de opinión y debate académico, así como un discurso
político en el que la Revolución de 1910 dejó de ser una fuente de legitimidad
para el Estado y sus políticas y comenzó a representarse como un lastre del
pasado, que tendría que ser superado (Lomnitz, 2008; Rousseau, 2010).

En efecto, como veremos en las páginas que siguen, en los 20 años


transcurridos entre los sismos de 1985 y su conmemoración en 2005 el pueblo
desapareció como un actor central del discurso público. De aparecer como el
principal protagonista de las movilizaciones que siguieron a la tragedia, pasó a
ser representado como el reducto de una izquierda corrupta, antidemocrática y
anclada en el pasado.

El argumento está basado en el análisis de un conjunto de textos periodísticos


(reportajes, crónicas, editoriales y artículos de opinión) publicados en las
semanas posteriores a los sismos, así como durante las conmemoraciones de
éstos en 1995 y en 2005.3 Para cada periodo seleccioné diarios de circulación
nacional que expresan diversas posiciones ideológicas: El
Universal, unomásuno (únicamente para 1985), La
Jornada y Reforma (únicamente para 1995 y 2005)

El artículo está estructurado en torno de los tres periodos analizados. En


primer lugar identifico quiénes son, según la prensa, los actores que se
movilizan tras los sismos, y señalo dos momentos en el discurso: el momento
de la solidaridad, cuando el actor que se moviliza es una masa abstracta e
imprecisa, y el de los damnificados, una colectividad concreta con demandas
específicas. Luego analizo la manera en que estos actores son representados
como el pueblo o como la emergente sociedad civil. Continúo con dos
secciones sobre las transformaciones de las figuras del pueblo y la sociedad
civil desde 1985 mediante una lectura de varios textos producidos para
conmemorar los sismos en 1995 y 2005.

1985: de la solidaridad a los damnificados

Durante los primeros días, lo que predomina en reportajes, crónicas,


editoriales y artículos de opinión, además de un panorama de devastación, así
como expresiones de duelo, es la celebración de la solidaridad de los
mexicanos. En efecto, la mayoría de los textos producidos entre el 20 de
septiembre y los primeros días de octubre en diversos diarios —sin importar su
posición ideológica— hablan de una solidaridad espontánea y desinteresada. La
principal caracterís-tica de esta solidaridad es que antepone el bien común —
las necesidades de las víctimas y del rescate— a las tragedias individuales.

¿Pero quién es el actor que se solidariza? Algunos textos hacen referencia a una serie
de actores concretos, como los rescatistas voluntarios, los jóvenes que dirigieron el
tránsito de la ciudad, las mujeres que llevaron comida a las víctimas. Sin embargo,
éstos se presentan como parte de una colectividad mayor. Un reportero de El
Universalescribe:

¿Quién convocó a tanto muchacho, de dónde salió tanto voluntario, cómo fue que la
sangre sobró en los hospitales, quién organizó las brigadas que dirigieron el tránsito de
vehículos y de peatones por toda la zona afectada? No hubo ninguna convocatoria, no
se hizo ningún llamado y todos acudieron.8

Hacia finales de septiembre se diluye este discurso de la solidaridad y


comienza a delinearse uno de los actores centrales de la tragedia: los
damnificados que se movilizan. Comienzan a aparecer reportajes sobre los
sobrevivientes de Tlatelolco y del Multifamiliar Juárez en la colonia Roma. En
menor medida aparecen también reportajes sobre las víctimas de las colonias
populares del centro de la ciudad: Guerrero, Morelos y Tepito.9 Estas
incipientes menciones de los damnificados se incrementan después del 27 de
septiembre, cuando alrededor de 3 000 personas marchan del Ángel de la
Independencia a la residencia presidencial en Los Pinos, y van creciendo
conforme se consolida la organización

Lejos de ser víctimas pasivas que reciben la solidaridad de sus conciudadanos, los
damnificados aparecen como un actor colectivo activo que toma su destino en sus
manos. Asimismo, la prensa reporta la inconformidad y las demandas de los
damnificados como legítimas, contrastándolas con la pasividad gubernamental. Así lo
expresa un editorial de El Universal:

Inconforme se muestra también el pueblo en general, pero muy especialmente los


habitantes de las zonas más dañadas y quienes resultaron más perjudicados por haber
perdido parientes, amigos y toda clase de allegados, o sus bienes, con la conducta de
los representantes populares, los diputados.12

Mientras que la prensa representa positivamente a los damnificados, el asunto de


cómo dotarlos de vivienda genera una escisión en el discurso y se convierte en objeto
de disputa, especialmente tras la expedición de un decreto presidencial, el 11 de
octubre de 1985, que expropiaba alrededor de 5 000 inmuebles en las zonas afectadas
con el fin de construir viviendas para los damnificados.15 El presidente afirmaba que
se daría prioridad a la vivienda popular;16 algunos funcionarios decían que el gobierno
"no estaba en condiciones de regalar viviendas";17 los damnificados y los partidos de
oposición demandaban la expropiación de los predios destruidos;18 el sector privado y
numerosos editorialistas se pronunciaban en contra del mayor endeudamiento para
financiar la reconstrucción:
Los que abogan, pues, por un mayor gasto público global y otras medidas populistas,
con pretexto de los últimos movimientos telúricos, es como si recetaran aceite de
ricino para el alivio de una diarrea o veneno para curar una indigestión.19

Aparece la sociedad civil

En los días posteriores a los sismos, es sobre todo en La Jornada, un periódico que
expresaba abiertamente su oposición al régimen, donde se hace referencia a la
sociedad civil como un actor que se moviliza ante la catástrofe. Sin embargo, el
término aparece en múltiples textos como indistinguible del pueblo que responde de
manera solidaria. Así, por ejemplo, lo expresa un editorial de dicho periódico:

La sociedad civil ha mostrado una vez más su capacidad de respuesta y entrega ante
las circunstancias adversas para socorrer infatigablemente ahí en donde es preciso y
necesario. El espíritu de los millares de mexicanos que integran las brigadas de
voluntarios para el rescate impulsa a otros compatriotas a seguir su ejemplo.30

Aquí la sociedad civil aparece como un actor colectivo en formación, es decir,


como una colectividad que se vislumbra de manera incipiente después de los
sismos e incluye tanto a la masa solidaria como a los damnificados. Las
movilizaciones de estos últimos son interpretadas como un movimiento
emergente con una nueva sensibilidad política. Los caracteriza una nueva
relación con el Estado, no mediada por las estructuras corporativas del
régimen, así como la sed de un cambio político. En otras palabras, Monsiváis
insiste en la emergencia de un nuevo actor que no es el pueblo
posrevolucionario.

Según el diagnóstico de este editorialista, el pueblo —así como la organización


colectiva en torno a referentes como la clase social— ha perdido vigencia con
la crisis de legitimidad del régimen posrevolucionario, exacerbada por la crisis
económica. Sus significados específicos aún por definirse, la sociedad civil se
presenta como la colectividad de una nueva era política. Se comienza entonces
a temporalizar la relación entre el pueblo y a la sociedad civil, el primero
ubicado como antecedente temporal de la segunda.

Cabe recordar que si bien desde la crisis de 1982 se hablaba de una crisis del
Estado, la inacción de las autoridades y la corrupción que se evidenciaron tras
los sismos exacerbaron esta narrativa. El año 1985 fue interpretado como el
colapso (el principio del fin) del Estado autoritario. De este modo, en la
concepción antiestatista de la sociedad civil que emergió en dicho contexto —y
que se consolidó en las décadas subsecuentes— convergieron el discurso de la
izquierda33 y de algunos sectores conservadores

1995: la sociedad civil movilizada

Entre los sismos de 1985 y su conmemoración 10 años después, el país fue


escenario de cambios políticos, sociales e ideológicos significativos. Fue
durante esta década que una serie de reformas de corte neoliberal fueron
introducidas plenamente, intensificando la transición de una economía
proteccionista a una economía de libre mercado. Estos cambios vinieron
acompañados de la resurrección del discurso liberal de la ciudadanía y la
democracia. Ya desde la primera mitad de la década de los años ochenta,
Miguel de la Madrid anunciaba los vientos de cambio al insistir en que su
gobierno marcaba una ruptura con el "populismo" de sus antecesores, que
sería profundizada durante la presidencia de Carlos Salinas de
Gortari.35 Durante esta década, la "modernización" del país comenzó a
significar una nueva relación entre Estado y sociedad, así como la formación de
ciudadanos responsables de su propio destino (Rousseau, 2010: 263).

Paralelamente, en este periodo se intensificó la movilización ciudadana y surgieron


organizaciones ya claramente llamadas de la sociedad civil, que apoyaron la
candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas por el Frente Democrático Nacional en 1988. En
este contexto comenzó la lenta transición a la democracia, posibilitada por una serie de
reformas políticas. Se firmó el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá
e inició el levantamiento zapatista. Cuando se conmemoraba el décimo aniversario de
los sismos, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZNL) y el gobierno federal
dialogaban para la solución del conflicto en Chiapas; los partidos políticos negociaban
la elección del recién creado Instituto Federal Electoral (IFE) y el país enfrentaba una
nueva crisis económica.

Durante el mes de septiembre, la prensa incluyó reportajes, crónicas, testimonios y


artículos de opinión en conmemoración de los sismos, sobre todo en sus secciones
metropolitanas. La mayoría de los textos reproducen crónicas y testimonios de las
víctimas, en los que se vuelve a poner en circulación el discurso de la solidaridad. Éste
es también reproducido en los actos conmemorativos oficiales.

Si bien la solidaridad y los damnificados reaparecen como tema central, el


pueblo prácticamente ha desaparecido como actor en el discurso. No es ya
utilizado para describir a la masa que se solidariza o a los sectores populares
movilizados o a la colectividad nacional. Un tema que domina la cobertura,
sobre todo en los artículos de opinión, es el sismo como parteaguas en la
historia contemporánea. Es decir, para 1995 el sismo se ha vuelto parte de una
genealogía de eventos, como el movimiento estudiantil del 68, que han jugado
un papel central en el camino hacia la democratización.

Éste es un asunto central en la memoria de los sismos: en 1995, la idea de sociedad


civil es movilizada por una izquierda en transición, que se distancia del nacionalismo
revolucionario y a la vez reproduce su retórica; una izquierda que, ante el
desmantelamiento del llamado "socialismo real", está en busca de nuevas
coordenadas. Destaca una contribución del historiador Antonio García de León en La
Jornada, quien ubica el surgimiento de la sociedad civil en el "macro-sismo fundador":

La vieja concepción marxiana de "conciencia de clase" queda rebasada por una


movilización que atraviesa a todas las clases sociales, cuya vertebrada son las
concepciones amplias inmediatas, imprescindibles de la sociedad mexicana: la
transición a la democracia y un nuevo proyecto económico (demandas que unifican a
un tan amplio espectro social como el que se despliega desde la guerrilla zapatista
hasta las señoras de Polanco) […]. La nueva "conciencia revolucionaria" (por llamarla
de alguna manera) se expresa además en la convicción de que los individuos
emancipados están llamados a constituirse, conjuntamente, en autores de su propio
destino. […] De esa emergencia de la soberanía popular surgen las nuevas formas de
civilidad y de organización política; algo que forma ya, desde el inicio del conflicto en
Chiapas, una inesperada dinámica.41

Para esta izquierda, la sociedad civil se inserta en una larga lucha de los sectores
populares, pero al mismo tiempo marca una ruptura con discursos y formas de
organización política que son vistos como obsoletos. El lenguaje de clases (de
emancipación, revolución) va siendo sustituido por un lenguaje de derechos y de
identidad. Se habla menos del movimiento popular y más de los movimientos sociales.

2005: la corrupción del pueblo

Para septiembre de 2005, la Ciudad de México tenía casi 10 años de un gobierno electo
y de ser gobernada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD). En el plano
nacional, el pri había perdido la presidencia ante el panista Vicente Fox y en sólo cinco
años desde ese acontecimiento monumental la opinión pública había transitado de la
celebración de la transición como un hecho consumado al desencanto con sus
limitaciones. El país se disponía a una nueva contienda presidencial y el empresario
Carlos Slim preparaba el "Acuerdo Nacional por la Unidad, el Estado de Derecho, el
Desarrollo, la Estabilidad y el Empleo", conocido como el "Pacto de Chapultepec", que
unas semanas más tarde sería celebrado como un triunfo de la sociedad civil
(Escalante Gonzalbo, 2006a).

En la cobertura del vigésimo aniversario de los sismos —compuesta por una diversidad
de notas publicadas en las secciones metropolitanas de los diarios consultados— se
vuelve a reproducir la narrativa central de los mismos. Se celebra la solidaridad y se
habla de los sismos como un episodio fundacional que marca el derrumbe del
autoritarismo y el inicio de la sociedad civil:

La que nació fue una sociedad más participativa, menos ingenua ante la simulación y
el discurso manipulador de sus gobernantes, así como más vigilante de sus sistemas y
procesos, hasta esa fecha sólo formales, de representación democrática.44

El cambio más significativo se encuentra en la representación de los damnificados.


Algunas voces celebran el papel de las organizaciones populares de 1985, así como la
capacidad del gobierno para negociar con ellas, y las ven como un momento clave de
la democratización. Así lo expresa un editorial de La Jornada:48

[Los sismos] borraron el mito de que la población popular urbana era, por el solo
hecho, la base militante del PRI. […] Entender que la pluralidad de voces y la
diversidad de organizaciones sociales expresaban la aspiración de lograr nuevos
equilibrios políticos le dio sentido a la Concertación Democrática por la
Reconstrucción.49
Hay, sin embargo, otras voces que están lejos de celebrar a las organizaciones de los
damnificados como un nuevo movimiento ciudadano o como la emergente sociedad
civil. El escritor Rafael Pérez Gay, con la ironía que caracteriza a sus textos, publica
en El Universal:

Somos maestros en paradojas. El movimiento civil del año de 1985 se integró o, si se


quiere, se diluyó con el tiempo y al contacto con una red de organizaciones dedicada al
coyotaje, al tráfico de la mentira. […] Los polvos de aquellos lodos (no es metáfora
sino alusión literaria) se han esparcido en la ardiente actualidad: en septiembre de
1985 surgió la Unión de Vecinos de la Colonia Centro, más tarde se llamó Unión
Popular Nueva Tenochti-tlán. Sus líderes fueron René Bejarano y Dolores Padierna. […]
Raíces y destinos similares compartieron la Coordinadora de Residentes de Tlatelolco,
la Unión de Vecinos de la Colonia Doctores, Amanecer del Barrio de la Colonia Morelos,
la Asamblea de Barrios de la Ciudad de México. Estas organizaciones han mostrado
que todo camino es una desviación, y que todo origen puede ser borrado con la tinta
indeleble de la trampa vendida como lucha social.50

De ser los protagonistas de las movilizaciones sociales de 1985, la emergente sociedad


civil, 20 años después los damnificados se han convertido en un legado corporativo y
clientelar del régimen priísta. Dicho de otro modo, en las conmemoraciones de
septiembre de 2005 las organizaciones populares parecen haber sido expulsadas de la
sociedad civil a la que supuestamente dieron origen; aparecen como el residuo del
Estado autoritario y antidemocrático que contribuyeron a derrocar. La sociedad civil es
celebrada como el espacio de la ciudadanía organizada, pero ha sido evacuada de su
contenido popular

http://www.jornada.unam.mx/2017/09/29/politica/031a1pol

El nuevo sismo del 19 de


septiembre
JUAN TONDA*

A
las 13:14:40 horas del 19 de septiembre de 2017 ocurrió un terremoto de 7.1 grados de
magnitud, cuyo epicentro estuvo a 12 kilómetros de Axochiapan, Morelos; en los límites
entre Morelos y Puebla y a 120 kilómetros de la Ciudad de México. El epicentro es el lugar
en línea recta hacia la superficie de la Tierra donde se genera el temblor que se llama foco
del temblor, y en este caso tuvo una profundidad de 57 kilómetros.
Un gran problema con los sismos en el caso de los edificios es que aquellos que tienen
de 2 a 12 pisos son los más peligrosos para la construcción en zonas sísmicas de suelo blando
en la capital, dado que entran en resonancia y es más fácil que se caigan, ya que los efectos
de las ondas sísmicas se amplifican y duran más.

Hoy la solidaridad ciudadana ha sido ejemplar. Rescatar a cualquier persona que pueda
estar viva debe ser una prioridad del gobierno y de todos los ciudadanos, y no que nos
reclamen por distintos medios que se quieren meter las máquinas.

Es necesario tener el dinero para reconstruir todas las viviendas afectadas en México y
hacerlo de inmediato. Y para ello, junto con millones se ha propuesto que el dinero de las
campañas de los partidos para las elecciones de 2018 se destine en su totalidad a construir
las viviendas, así como que los bancos y grandes empresarios (Coparmex) destinen 10 por
ciento de sus ganancias de manera directa a las viviendas afectadas. Y también otorgar
recursos a todos aquellos que se quedaron sin el sostén de la familia. Hacerlo nos hará más
grandes.

Es relevante llamar a la prevención y ésta supone que ante un nuevo sismo todos salgan
a un lugar donde no les afecte la destrucción de su estancia; en la mayoría de los casos, un
lugar abierto donde no se les pueda caer nada encima, así como permanecer en el triángulo
de protección.

Y también recordar a los grandes medios de comunicación que México abarca un poco
más de la Ciudad de México, pueblos pequeños de Morelos como San Pablo Hidalgo,
Ticumán, Tepalcingo y Yecapixtla, por mencionar sólo algunos que están abandonados y
necesitan ayuda de todos los mexicanos. Es deseable que los medios nacionales no dejen de
lado al resto del país y que abandonen su visión centralista de México.

Un abrazo muy grande a todos los afectados por el terremoto.

*Instituto de Energías Renovables, UNAM, Campus Morelos

https://elpais.com/internacional/2017/09/24/mexico/1506265718_560344.html

Así te hemos contado el terremoto en


México
Al menos 326 personas han muerto tras el temblor de grado 7,1 que sacudió
el país el 19 de septiembre
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EL PAÍS

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México 26 SEP 2017 - 07:47 CDT


Al menos 331 personas han muerto y miles han resultado heridas tras el
terremoto que sacudió el centro y el sur de México el pasado 19 de
septiembre. El temblor, de 7,1, según el Servicio Sismológico Nacional, tuvo
su epicentro a 12 kilómetros de Axochiapan (en el límite entre los Estados
de Morelos y Puebla) y ha provocado el derrumbe de decenas de edificios
en la capital. Los ciudadanos se han volcado en las tareas de ayuda y se
han creado brigadas ciudadanas para colaborar con los rescatistas y llevar
comida y agua. Después de la capital, Morelos y Puebla son las dos
regiones más afectadas. Varios países —entre ellos España, Israel,
Colombia o Chile— se han apresurado a enviar equipos de ayuda para
contribuir en las tareas de rescate. Las clases en la mayoría de los colegios
y universidades se han retomado y, poco a poco, se reactivan otras
actividades mientras México sigue buscando entre los escombros a
supervivientes del potente terremoto

Supuestos permisos falsos e irregularidades planean sobre el Colegio Enrique Rébsamen, que
sufrió un colapso el pasado martes tras el terremoto. Al menos 19 niños y seis
adultos murieron. Las dudas sobre la construcción de la escuela se han hecho eco este lunes
tras la caída de uno de sus edificios, después de que se dio a conocer que había sido
clausurada por funcionar en una zona de uso de suelo habitacional.

http://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/2017/09/22/corrupcion-pobreza-y-uso-politico-
en-los-rescates/

83% de muertos en sismo, por


corrupción
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 INVESTIGACIÓN

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 PORTADA

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septiembre 22, 2017 at 6:11 pm

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AUTOR: NANCY FLORES / @NANCY_CONTRA

Los dos factores que condenan a


México a padecer letales desastres
por fenómenos naturales son la
corrupción y la pobreza: éstos causan
el “83 por ciento de muertes en
edificios colapsados en sismos”. La
tercera gran falla de este país es el
uso político del dinero público para
rescatar y reconstruir

Corrupción y pobreza vuelven a herir a México: ambos factores son identificados


por el propio gobierno federal como origen de la vulnerabilidad del país ante los
fenómenos naturales, como el sismo del pasado 19 de septiembre que cobró la
vida de al menos 302 personas, y el del día 7 del mismo mes, con saldo de 96
víctimas fatales.

Considerados en la Agenda Nacional de Riesgos como la novena gran amenaza a la


seguridad nacional, los desastres naturales encuentran un tercer factor que
profundiza el perjuicio social y económico: el uso político de los fondos públicos para
rescatar a las víctimas, atender la emergencia y posteriormente reconstruir las zonas
afectadas.

Estos tres elementos marcan la incapacidad gubernamental para prevenir, enfrentar


y contener las catástrofes, revelan tanto la Agenda Nacional de Riesgos como
diversos análisis del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred),
dependiente de la Secretaría de Gobernación.

Uno de esos estudios –Impacto socioeconómico de los desastres. De la


vulnerabilidad a la resiliencia– destaca que “el 83 por ciento de todas las muertes
ocurridas en edificios colapsados en terremotos han ocurrido en países con altos
niveles de corrupción y pobreza”, según lo observado por el científico Roger Bilham,
investigador de la Universidad de Colorado, Estados Unidos.

Otro estudio –Los fenómenos naturales y su efecto en los grupos más vulnerables
de México– señala que las estadísticas del “Cenapred permiten estimar que el 65
por ciento de las víctimas generadas por los desastres ocurre entre los pobres”.

En tanto, la Agenda Nacional de Riesgos –un diagnóstico profundo de las amenazas


a la seguridad nacional, elaborado por los órganos de inteligencia del país y al
que Contralínea tuvo acceso– refiere entre las máximas vulnerabilidades el “uso
político de autoridades estatales y municipales en la distribución de recursos del
Fondo de Desastres Naturales”.

La corrupción
Treinta y dos años después del terremoto de 1985, el sismo de este 19 de
septiembre también fue devastador, aunque en menor magnitud. En el caso de la
capital, el colapso de al menos 44 edificios y las 3 mil 848 estructuras que resultaron
severamente dañadas dejan al descubierto el incumplimiento de las normas mínimas
de edificación, establecidas en el Reglamento de Construcciones para la Ciudad de
México.
En este caso, la supervisión de las condiciones de seguridad en materia de protección
civil también fallaron. Quizá, el caso más dramático –por involucrar a un sector
altamente vulnerable– es el del colegio Enrique Rébsamen, ubicado en la delegación
Tlalpan, al Sur de la ciudad, donde al menos 19 menores de edad y cinco adultos
perdieron la vida.

En las ocho entidades afectadas, la corrupción de autoridades locales, estatales y


federales intervino en este desastre. En el primer sismo, por ejemplo, en algunas
zonas de Chiapas y Oaxaca la alarma sísmica –mecanismo que previene a la
población segundos antes del fenómeno natural para que evacue y se resguarde en
áreas seguras– no sonó por falta de pago de la energía eléctrica.

Además, de acuerdo con la Agenda Nacional de Riesgos, una de las mayores


vulnerabilidades de México es la “deficiente regulación del uso de suelo y del
desarrollo urbano, que genera multiplicación de asentamientos irregulares en zonas
de alto riesgo”.

En la capital, por ejemplo, las construcciones inmobiliarias han proliferado en forma


desordenada y violatoria a leyes y reglamentos, además de la oposición de vecinos.
Según lo denunciado por afectados, esta situación se observa sobre todo en las
delegaciones Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Álvaro Obregón y
Coyoacán.

En esos lugares constantemente se ha denunciado el uso de permisos


irregularidades, que conceden tanto las delegaciones como la administración
capitalina. Aunado a lo anterior, algunas vialidades capitalinas también resultaron
afectadas, pese a que están obligadas a cumplir normas para resistir fenómenos de
este tipo.

En su análisis Los desastres en la historia. ¡Recordar es aprender!, el director


general del Cenapred señala que México es un país de sismos: de 1910 a la fecha
se han registrado terremotos importantes. En cada sexenio, apunta, ha habido
cuando menos un temblor considerable.
Por ello, advierte que “para evitar la construcción del riesgo sísmico es importante
planear el crecimiento de las ciudades y hacerlo en forma ordenada y adecuada”.

La pobreza
El segundo factor que ha condenado a México a padecer desastres devastadores por
fenómenos naturales, la pobreza, tiene implicaciones que difícilmente pueden
superarse.

Y es que no sólo se trata del hecho de que el 65 por ciento de las víctimas generadas
por estas catástrofes sean los pobres, sino que además “existe evidencia de que los
desastres naturales han contribuido a elevar los niveles de pobreza y desigualdad
en México”, refiere el Cenapred.

Lo anterior, indica la dependencia de la Secretaría de Gobernación, se debe a que


estos fenómenos “tienden a impactar más que proporcionalmente a los miembros
más pobres de la sociedad, y a que ellos son los menos capaces de responder
adecuadamente a choques repentinos que destruyen sus pertenencias y reducen
drásticamente sus ingresos”.

Para el Centro Nacional de Prevención de Desastres, es fundamental que la


protección a los pobres frente a tales fenómenos constituya un elemento importante
en las estrategias gubernamentales para el combate a la pobreza.

Además, se deberían generar políticas públicas para mitigar los efectos de los
desastres en el nivel de vida de los estratos y regiones más pobres del país,
considera la institución.

https://elpais.com/internacional/2017/10/03/mexico/1506999965_188441.html
TERREMOTO EN MÉXICO

Después del terremoto, ¿el cambio?


El sismo del 19-S deja muchas interrogantes, entre ellas si tendrá
consecuencias políticas en las elecciones de 2018
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LUIS PABLO BEAUREGARD

México 3 OCT 2017 - 10:33 CDT


Los terremotos de septiembre dejaron más de 460 muertos en México. Los
siniestros de los días 7 y 19 también dejaron constancia de la mejor imagen que
el país puede dar de sí mismo. El lento retorno a la normalidad comienza a
difuminar en el recuerdo las escenas de solidaridad ciudadana que inundaron
las calles tras el desastre. A diferencia del sismo de 1985, la tragedia de hogaño
sorprendió a los mexicanos con una elección presidencial a la vuelta de la
esquina. Una pregunta flota en el aire: ¿tendrá el terremoto consecuencias
políticas?

“A las elecciones de 2018 se le atravesó este sismo”, dice Marco Rascón. Este
activista fue fundamental en la conformación de asociaciones de víctimas tras el
terremoto de 1985. Formó parte de la Asamblea de barrios y de la
Coordinadora única de damnificados. En ese entonces, el terremoto afectó
principalmente a inquilinos de clase baja que ocupaban viviendas en el centro
como las colonias Doctores y Guerrero. Muchas familias vivían hacinadas en
apartamentos olvidados por los propietarios y con rentas congeladas desde la
década de los 40. “Eran invisibles para las políticas públicas y para el entonces
Departamento del Distrito Federal”.

Aquellas organizaciones de víctimas y damnificados dieron una primera


respuesta política al régimen hegemónico en 1988. El PRI derrotó entonces
a Cuauhtémoc Cárdenas en unas cuestionadas elecciones presidenciales. Los
movimientos populares trazaron el camino para que la izquierda se hiciera con
el Gobierno de la Ciudad de México en 1997. Y desde entonces, no han
abandonado el poder. “A partir del 85 los asuntos tuvieron que tratarse de
manera distinta; la sociedad se hizo más exigente y ya no hubo retorno al
pasado”, dijo Javier Hidalgo, exdirigente de la Coordinadora Única de
Damnificados y fundador del PRD en la Ciudad de México, en un foro
organizado por la UNAM por los 20 años del terremoto de 1985.

El perfil de los damnificados en Ciudad de México de 2017 es distinto. Se trata,


sobre todo, de condóminos de zonas gentrificadas y de clase media. La onda
sísmica que cruzó la ciudad de sur a norte, de Xochimilco a Lindavista, agitó a
una sociedad que ya daba muestras de hartazgo. “La energía social está
encontrando canales o expresiones en grupos que ya venían articulándose
desde hace varios años”, considera Sergio Aguayo, investigador de El Colegio de
México. El académico, especialista en los grupos de la sociedad civil, cree que
las plataformas organizadas que luchan contra la corrupción, el urbanismo
salvaje y en favor de la transparencia y el medioambiente se están convirtiendo
en recipientes de estos nuevos actores sociales. “Están canalizando con
conocimientos y asesorías a vecinos y jóvenes que descubren que quieren
participar políticamente”.

Los analistas coinciden en el diagnóstico que originó la crisis. “Hay un


sentimiento general de crítica al sistema de partidos y una necesidad de
cambio”, asegura Rascón. “El sismo ha creado un tsunami que va contra los
políticos. El mensaje sigue siendo: ‘estamos hasta la madre de ustedes’”, afirma
el experto en demoscopia Guillermo Valdés.

La crisis provocada por el terremoto no ha sanado las fracturas entre los


políticos y la sociedad. Una encuesta reciente afirma que el 56% de los
mexicanos cree que fue buena o muy buena la respuesta del presidente Enrique
Peña Nieto ante los terremotos. Sin embargo, el 80% de la población considera
que sigue igual o ha empeorado la imagen que tiene del Gobierno del PRI. “Esto
no fue suficiente para cambiar de golpe la historia que se ha visto con este
presidente”, asegura Valdés, socio de GEA/ISA. El analista cree que la
aprobación del presidente, hoy en un 16%, podría subir “dos o tres puntos” si
mantiene la buena imagen.

“Es un hecho que están preocupados los partidos, el INE (el árbitro electoral) y
el Estado porque hay algunas reacciones organizadas en algunos temas. Pero
para que haya consecuencias tiene que haber consistencia en estas
organizaciones”, dice Aguayo.

Los políticos han intentado reaccionar tras la crisis. En medio de la emergencia


nació un incipiente debate sobre el financiamiento de los organismos políticos.
La discusión se originó por la gran indignación ciudadana provocada por los
6.700 millones de pesos (366 millones de dólares) que tendrán los políticos
para gastar en campaña el próximo año.
No está claro si la efervescencia ciudadana podrá tener una salida inmediata en
las elecciones del 1 de julio de 2018. “Depende de cómo resolverán los partidos
la demanda de austeridad y transparencia… si no responden a estas
inquietudes habrá condiciones favorables para que crezca un candidato
independiente”, asegura Valdés. Por el momento, el horizonte parece lejano. A
pesar del descrédito de los políticos, un 63% de los electores apostaría por un
candidato de partido. Hoy solo un 12% apoyaría a un ciudadano a la
presidencia.

Los terremotos de septiembre, de 1985 y 2017, tienen paralelismos. Pero


también muchas diferencias. En aquel entonces el presidencialismo era muy
fuerte y la oposición muy débil. Eso ha cambiado. “La geografía de la
efervescencia es real. La capital será vanguardia del cambio, como lo ha sido
desde 1968”, puntualiza Aguayo.

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