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Colección: Desafíos Legales #RetoJCF

Juristas con Futuro

La presente publicación pertenece a Juristas con Futuro y está bajo una


licencia Creative Commons Reconocimiento - No comercial - Sin obras derivadas
4.0 España. Por ello se permite libremente copiar, distribuir y comunicar
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comentario puede escribirnos a: info@juristasconfuturo.com

© 2016 Ricardo Oliva León y Sonsoles Valero Barceló (Coords.)

© 2016 Silvia Barrera Ibañez, Óscar Domínguez Merino, Luis


Fernández-Bravo Francés, Judith Giner Gandía, Javier
González Granado, Carlos Jiménez Lajara, José
Carmelo Llopis Benlloch, Carlos Lluch Cerdá, Sara
Molina Pérez-Tomé, Xuan Nel Gonzali, Ricardo Oliva
León, Francisco Rosales De Salamanca Rodríguez,
Marc Remolà Navarro y Marta Sánchez Valdeón.

Juristas con Futuro


e-mail: info@juristasconfuturo.com
juristasconfuturo.com
Tel.: (+34) 69 95 51 887

1º edición - Febrero de 2016

Diseño y maquetación: Óscar Domínguez Merino y Sonsoles Valero


Barceló
Fotografía de la Portada: Sonsoles Valero Barceló.
COLECCIÓN DESAFÍOS LEGALES

TESTAMENTO
¿DIGITAL?

#RetoJCF
4
Dedicatoria

A los profesores universitarios que nos enseñaron a cuestionar todo, a


pensar por nosotros mismos y a no tener miedo de generar ideas propias.
A nuestros amigos ingenieros, matemáticos, informáticos y científicos,
por las nuevas perspectivas que nos ofrecen cada día, gracias a las cuales
los juristas deberíamos estar en aptitud de poder proponer mejores leyes.
A los que son y serán estudiantes de Derecho, de quienes sentimos una
sana envidia por la tecnología que llegarán a disfrutar en el futuro.

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Glosario de palabras clave

Albacea digital
Bienes digitales
Derecho al honor post-mortem
Enterrador digital
Herencia digital
Identidad digital post-mortem
Inmortalidad digital
Legado digital
Memoria defuncti
Muerte digital
Notario digital
Notario holograma
Rastro digital
Rastro online
Start-up disruptiva
SEM
SEO
Testamento digital
Testamento online
Zombi digital

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Índice

Prólogo ....................................................................................................... 13
Introducción .............................................................................................. 19
1. El reto de una muerte diginal… digna
Artículo de Carlos Lluch Cerdá ...................................................... 27
2. Testamento digital
Artículo de Francisco Rosales de Salamanca Rodríguez ............. 39
3. Sólo se muere una vez. ¿Herencia Digital?
Artículo de Javier González Granado ............................................ 55
4. Con la muerte digital no se juega: el testamento online no existe
Artículo de José Carmelo Llopis Benlloch .................................... 63
5. Testamento, legado, herencia… ¿Digital?
Artículo de Luis Fernández-Bravo Francés .................................. 73
6. El testamento digital sí existe y ya ha llegado
Artículo de Judith Giner Gandía (Mi Legado Digital)................. 79
7. ¿Cómo influye el testamento digital en el SEO?
Artículo de Óscar Domínguez Merino .......................................... 87
8. Derecho e identidad digital post-mortem
Artículo de Ricardo Oliva León...................................................... 95
9. La memoria defuncti y el derecho al honor post-mortem online
Artículo de Sara Molina Pérez-Tomé y
Marta Sánchez Valdeón ................................................................... 113
10. Identidad digital y testamento digital
Artículo de Silvia Barrera Ibañez ................................................... 121

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11. La Herencia Digital – Primer desafío legal de Juristas con Futuro
#RetoJCF
Artículo de Carlos Jiménez Lajara (Tellmebye) ............................ 129
12. Testamenta y su relación con las notarías
Artículo de Marc Remolà Navarro (Testamenta) ......................... 137
13. Sobre un testamento digital
Artículo de Xuan Nel Gonzali ........................................................ 141

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Prólogo

Ha llovido mucho desde que Modestino, allá por el siglo III, nos diera
una de las definiciones de testamento más conocidas entre los juristas:
«Testamentum est voluntatis nostrae iusta sententia de eo, quod quis post mortem
suam fieri velit»¹.
A pesar del tiempo transcurrido el concepto clásico sigue vigente porque
el testamento mantiene sus cualidades: expresión de la voluntad de una
persona conforme a Derecho y con vocación de producir sus efectos tras
la muerte del testador.
En la Historia del testamento la función del Notario ha estado presente
de una forma muy especial ya que el asesoramiento, la cercanía y el
profundo conocimiento del Derecho sucesorio se han puesto al servicio
del otorgante en particular y de la sociedad en general, dejándonos no
solo documentos técnicamente elaborados con metódica precisión, sino
un rastro de la Historia de España de valor incalculable.
El notariado tiene su razón de ser en el servicio público. En el año 2012
celebrábamos el 150 aniversario de la Ley del Notariado de 1862 con la
exposición “Comparece: España”, en cuya presentación, Fernando García
de Cortázar, comisario de la muestra, ponía de relieve esta vocación de
servicio resaltando la neutralidad del notario en el desempeño de su
función: “para el notario no existen diferencias entre un comerciante de Burgos y el
gran Capitán, entre Quevedo, que muere sin cosa en qué poner los ojos que no sea
recuerdo de su soledad, y el campanero de un pueblo manchego”.

__________
¹ El testamento es la justa sentencia de nuestra voluntad sobre aquello que se
querríamos que se hiciera tras nuestra muerte.

13
Ningún profesional del Derecho es ajeno a la evolución de la sociedad a
la que sirve y a la que conoce de primera mano en la realidad cotidiana
del despacho, en la llamada de teléfono, en la charla de la cafetería, en el
correo electrónico que le envía su cliente, preocupado por un negocio o
feliz por su próxima boda. Por eso hemos sabido integrar en los
despachos los avances tecnológicos que la sociedad, el mercado y en
definitiva, la vida, han ido poniendo a nuestra disposición.
El notario no es una excepción: inmediación y presencia en el momento
de la verdad; aquel en el que el compareciente sabe que ya no hay vuelta
atrás y que los efectos de sus actos serán definitivos incluso más allá de
su propia existencia. Casi tres mil notarías interconectadas con una red
privada, sin coste alguno para el sector público y la utilización de este
sistema para la circulación del documento electrónico desde 2004
parecen suficiente carta de presentación. A ello cabe añadir la intensa
colaboración que las TIC han permitido con las Administraciones
Públicas y el papel que hoy juega el notariado español en la prevención
del blanqueo de capitales. Un capital tecnológico en constante desarrollo
y al servicio de la sociedad.
A pesar de ello, no hay que perder de vista cuál es el sentido de la
tecnología. Los actuales sistemas de comunicación no son más que otro
medio para servir al mismo fin, si bien presentan características
especiales y de extraordinario interés para la mente del jurista inquieto.
Un usuario de Twitter lanza un mensaje que, en tiempo real, puede ser
leído por una comunidad activa de otros doscientos cincuenta millones
de personas. Un adolescente, sentado ante su ordenador en Berlín, utiliza
la plataforma Steam para jugar on line con otro aficionado en Valencia o
Buenos Aires. Los niños hablan a Siri o a Cortana con absoluta
naturalidad. El internet de las cosas viene imparable y probablemente
nuestro frigorífico podrá hacer la compra. Vemos como una start up que
aprecia la necesidad de un reloj inteligente pasa a cotizar en bolsa o
como los dispositivos que llevamos en el bolsillo (difícil ya hablar de
teléfonos) nos hacen la vida un poco más fácil o nos la complican
absorbiendo nuestro tiempo.
La facilidad con la que hoy transmitimos información de un punto a otro
del planeta trae consigo fenómenos jurídicos con puntos de conexión
internacionales e interregionales, enlaces transversales interdisciplinares y
consecuencias jurídicas muchas veces sorprendentes. La inteligencia
artificial, que opera en los mercados financieros, crea relaciones jurídicas
de enorme trascendencia. La tradicional estanqueidad entre los Derechos

14
de diferentes países y entre sus variadas estructuras jurídicas, hasta ahora
apenas discutida, se ve desbordada por una realidad líquida que fluye de
forma vertiginosa. Es difícil que un asunto pueda ser abarcado por un
solo profesional de manera aislada y somos cada vez más conscientes de
la limitación de los medios tradicionales para enfrentarnos al trabajo
diario: el conocimiento tecnológico, el asesoramiento y la orientación del
usuario se convierten en un reto para todos, que ha sido interpretado por
Juristas con Futuro como una oportunidad de debate.
Todo este proceso ha traído consigo un nuevo concepto: la identidad
digital y sus consecuencias. Derechos, obligaciones y responsabilidades
que se proyectan desde la realidad física a un círculo virtual en el que se
desarrollan relaciones sociales y vitales con trascendencia jurídica. En
definitiva la realidad no es más que un conjunto de señales eléctricas
interpretadas por el cerebro humano y si asumimos como verdadera esa
premisa no hay frontera entre las relaciones jurídicas físicas y las digitales.
¿Pero qué ha de ocurrir con todas las relaciones jurídicas generadas por
una persona en ese espacio digital? ¿Es posible crear relaciones jurídicas
después de la muerte? ¿Deben desaparecer esos derechos como lágrimas
en la lluvia? ¿Sirven los instrumentos tradicionales para responder a estas
preguntas? ¿Necesita el Derecho mecanismos nuevos o una adaptación
de los modelos tradicionales utilizando los medios que la técnica pone a
su disposición? ¿Existe el testamento digital?
Como decíamos, preguntas interesantes para el jurista inquieto. Bajo el
hashtag #RetoJCF los integrantes del portal www.juristasconfuturo.com
tuvieron la idea de provocar a varios de ellos, reunir sus aportaciones en
este eBook y ofrecer al notariado la oportunidad de abrir esta
publicación.
Sin duda un reto al que le quedan muchos volúmenes por escribir, pero
que entendemos que empieza muy bien con este primer capítulo.

César Belda Casanova

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CÉSAR BELDA CASANOVA
Decano del Ilustre Colegio Notarial de
Valencia, miembro de la Comisión Permanente
del Consejo General del Notariado y
Consejero Delegado de ANCERT S.L.U.

La Agencia Notarial de Certificación (ANCERT) es el resultado del


esfuerzo decidido por parte Consejo General del Notariado por hacer
frente a las imparables demandas de la sociedad. Mediante el desarrollo
de aplicaciones electrónicas, seguras, rápidas y eficaces, conecta a los
notarios distribuidos por todo el territorio nacional entre ellos y con todo
tipo de organismos públicos o privados para la consecución de su
objetivo final: facilitar el asesoramiento al ciudadano en la autorización
de documentos públicos.

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Introducción

“No coincido con tu punto de vista pero moriría porque pudieras


expresar tus ideas”
Voltaire

¿Se puede innovar en el Derecho?


Hace poco escuché a un informático decir que los juristas sufrimos de
inmadurez tecnológica, tenemos aversión al cambio y miedo a la
innovación. Algo de razón tenía aunque ese sufrimiento ni lo padecemos
todos los profesionales del Derecho ni va a durar mucho tiempo:
muchos juristas empiezan a salir de su zona de confort. Pero, ¿qué
significa innovar de verdad?
Los expertos en I+D+i sostienen que las innovaciones disruptivas son
aquellas que resuelven problemas y satisfacen necesidades humanas
cumpliendo tres requisitos:
1. Lo hacen de un modo más barato (desde la perspectiva del
consumidor o usuario).
2. De una manera más accesible (desde la perspectiva de la
usabilidad y de los canales de distribución de los productos y
servicios).
3. Aplican un modelo de negocio que tiene una ventajosa
estructura de costes, gracias al uso de las nuevas
tecnologías, lo que permite financiar cómodamente el desarrollo
de la solución ideada.

19
La razón por la cual estos requisitos de la innovación disruptiva son
importantes radica en que cuando están presentes los tres resulta difícil
que cualquier otro negocio pueda competir con la empresa titular de
dicha innovación (piense en los modelo de negocio de Uber o Airbnb,
por ejemplo).
Ahora bien, ¿puede haber innovación disruptiva en el Derecho? La
respuesta equivocada sería decir “No, porque todo ya está inventado, porque las
leyes la dificultan, y porque la innovación disruptiva es contraria a la seguridad
jurídica”. En mi opinión la respuesta correcta pasa por reconocer que el
ingenio humano evoluciona permanentemente y que la imaginación es
ilimitada, por recordar que las leyes siempre se pueden modificar o
derogar, y por aceptar que la seguridad jurídica puede ser perfectamente
compatible con el progreso. Por tanto, mi respuesta es sí.
¿Acaso los abogados no podemos mejorar la experiencia de usuario de
nuestros clientes utilizando nuevos canales de distribución para hacerles
llegar nuestros productos legales y servicios jurídicos? ¿Por qué los
profesores universitarios tildados de innovadores utilizan metodologías
docentes más efectivas que la clase magistral, para enseñar el Derecho a sus
alumnos? ¿Por qué los jueces y magistrados no podrían apoyar su trabajo
en la inteligencia artificial si eso les permitiera reducir errores al momento
de valorar las pruebas y aplicar la ley cuando emiten sus sentencias (quizá
se desalentaría la interposición temeraria de recursos extraordinarios por
infracción procesal y casación)? ¿Qué impide a los notarios ofrecer y
autorizar sus escrituras públicas de forma digital (y, con ello, reducir el
precio de las mismas para el ciudadano y, a la vez, su coste de emisión
para los notarios¹?
Cualquier aportación que hagamos a nuestro trabajo profesional como
juristas (abogados, notarios, jueces y magistrados, fiscales, profesores de
Derecho, mediadores, árbitros, etc.), si cumple los tres requisitos antes
mencionados, debería ser considera un ejemplo de innovación.

__________
¹ En mi contribución a este eBook, páginas 95-110, me refiero a la digitalización de los
servicios notariales y, concretamente, a las escrituras públicas online.

20
El #RetoJCF: ¿Juristas vs. Emprendedores
disruptivos?
A inicios del mes de diciembre del año pasado se me ocurrió proponer
un serie de desafíos legales en la red (en Twitter, concretamente) donde
pudieran participar, a fin de resolverlos y superarlos, todos los miembros
de la comunidad jurídica, además de otros profesionales y
emprendedores interesados que tuvieran algo que aportar. Con mis
compañeros de equipo de Juristas con Futuro bautizamos esta iniciativa
con el nombre del #RetoJCF (el Reto Juristas con Futuro). Y así nació
el primer #RetoJCF cuyo tema y reglas de juego se pueden leer aquí.

El objetivo del #RetoJCF es sencillo: promover un debate


especializado acerca de cuestiones legales de relevancia práctica,
poco estudiadas o indebidamente solucionadas, donde la
intervención de la tecnología pudiera ayudar a mejorar la solución,
con la participación de todos los actores involucrados (juristas,
emprendedores, informáticos, científicos, médicos, etc.). La idea es
poner sobre la mesa la cuestión legal seleccionada para segmentarla y
detenerse en sus matices desde diferentes perspectivas: la técnica jurídica,
la técnica no-jurídica (informáticos, matemáticos, científicos, médicos,
etc.) y la empresarial. Los juristas debemos escuchar a otros
profesionales y técnicos, a la par que ellos deberían ser capaces de
comprendernos correctamente.

Para decirlo en pocas palabras, imagina el #RetoJCF como una especie


de “ciberpalestra” donde se defienden abiertamente posturas bien
argumentadas (prueba de ello es que varios de los miembros de uno de
los colectivos participantes en este reto, los notarios, han cuestionado el
modelo de negocio de ciertas empresas cuyos gestores, a su vez, tuvieron
la oportunidad de formular sus críticas y defender sus posiciones). El
tiempo nos dirá si el #RetoJCF ha sido una forma apropiada de
confrontar ideas, generar conocimiento útil y sistematizar información
desperdigada en la red.

En el primer reto hemos participado 14 profesionales que si algo


tenemos en común probablemente sea la defensa de nuestras ideas con

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convicción y pasión: cuatro notarios (Francisco Rosales de Salamanca
Rodríguez, Javier González Granados, José Carmelo Llopis Benlloch, y
Luis Fernández-Bravo Francés), un bróker de seguros (Carlos Lluch
Cerdá), una ciberpolicía judicial (Silvia Barrera Ibañez), una abogada
especialista en marketing jurídico (Sara Molina Pérez-Tomé), una
licenciada en Derecho (Marta Sanchez Baldeón), un ciberabogado
(Ricardo Oliva León), un informático especialista en marketing digital
(Óscar Domínguez Merino) y cuatro emprendedores vinculados con la
reputación digital post-mortem y el testamento online (Carlos Jiménez
Lajara de Tellmebye, Judith Ginner Gandía de Mi Legado Digital, Xuan Nel
Gonzali de Xunego, y Marc Remolà Navarro de Testamenta). Muchas
gracias a todos ellos. El lector encontrará más información sobre sus
perfiles profesionales al final de cada una de sus contribuciones
publicadas en este eBook.

El tema del primer #RetoJCF: Testamento online


y protección jurídica post-mortem de la identidad
digital
Lo difícil de un desafío legal de este tipo es encontrar el detonante
motivador que otorgue un legítimo poder de convocatoria: identificar un
tema interesante, polémico y práctico, formularlo adecuadamente y
lanzarlo como desafío legal. Esta primera vez han apoyado la iniciativa
nuestros amigos notarios (merecen un especial agradecimiento Francisco
Rosales de Salamanca Rodríguez, por su entusiasmo, y Luis Fernández-
Bravo Francés, por su apoyo en la edición del eBook). Gracias a ambos.

¿De qué trata este eBook? En los artículos de este libro el lector
encontrará respuestas a las siguientes preguntas:

 ¿Es conveniente digitalizar los servicios notariales relacionados


con el testamento, ya sea a través de las propias notarias o de
terceras empresas? ¿Podrían los notarios usar un canal de venta
online para ofrecer sus escrituras públicas? ¿Cómo sería el
notario- holograma?
 ¿Es el “yo digital” una manifestación no regulada de la
personalidad jurídica?

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 ¿Por qué el mundo analógico y el mundo digital no deben
regularse de la misma manera? ¿Por qué el tratamiento post-
mortem de los bienes físicos debe ser diferente al de los bienes
digitales?
 ¿Veremos algún día los testamentos grabados en audio o video?
 ¿Es más difícil vivir que morir en la era digital? ¿Existe realmente
el heredero digital? ¿Es imposible hablar de testamento online?
¿Qué es el legado digital? ¿La herencia es única o puede
distinguirse entre herencia digital y analógica? ¿Por qué se dice
que la memoria defuncti y la identidad digital son inmunes a la
muerte?
 ¿Qué peculiaridades tiene la sucesión mortis causa de archivos
digitales y perfiles en redes sociales? ¿Son realmente necesarias y
útiles las plataformas de almacenamiento de pertenencias
digitales en la nube para proteger el llamado legado digital? ¿Cuál
es la mejor tecnología para almacenar de modo seguro archivos
digitales? ¿Por qué una tecnología que encarece el servicio legal
o complica su disfrute para el ciudadano no puede ser un
ejemplo de innovación disruptiva?
 ¿Cómo eliminar el rastro digital creado por tareas de
posicionamiento SEO y SEM en buscadores como Google?
 ¿Es legítimo impedir el aprovechamiento por parte de un tercero
de la reputación online de un perfil digital en Twitter con
muchos seguidores cuyo titular es desconocido?
 ¿De acuerdo a la normativa española vigente podría exigirse el
pago de una prima en un contrato de seguros por la redacción de
un testamento?
 ¿Sabías que hay despachos de abogados dedicados a localizar a
los legítimos herederos de bienes digitales (saldos positivos en
eBay, Paypal, etc.) para después cobrarles una comisión por su
recuperación?

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No puedo terminar esta introducción sin agradecer a mis amigos y
colaboradores en Juristas con Futuro, la abogada especialista en Derecho
de Consumo, Sonsoles Valero Barceló, y el informático experto en
posicionamiento online y analítica web, Óscar Domínguez Merino, sin
cuyo inestimable apoyo no hubiera sido posible este eBook. Asimismo,
quiero agradecer especialmente a César Belda Casanova, Decano del
Ilustre Colegio Notarial de Valencia, miembro de la Comisión
Permanente del Consejo General del Notariado (CGN) y Consejero
Delegado de ANCERT S.L.U. (el brazo tecnológico del CGN), por
haber aceptado amablemente prologar este eBook. Es un honor.
Sin más preámbulos y con la anuencia de todos sus autores, pongo a
disposición de la comunidad jurídica y emprendedora hispanohablante el
eBook de Juristas con Futuro, recopilatorio de todas las contribuciones
presentadas al primer #RetoJCF sobre testamento online y protección
jurídica post-mortem de la identidad digital. Un libro que, me parece,
todo jurista digital, emprendedor disruptivo y amante de las
nuevas tecnologías no puede dejar de leer.
Que juzgue el lector por sí mismo el valor de esta iniciativa, el esfuerzo
de sus promotores y su impacto en la doctrina jurídica. Que este eBook
sea el primero de muchos por venir.

Ricardo Oliva León


(En la página 111 de este eBook encontrarás su perfil profesional)

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El reto de una muerte digital…
digna

Carlos Lluch Cerdá

Si hay algo cierto en la vida de todo ser humano es que ésta, tarde o
temprano, alcanzará su fin. Somos efímeros y ello otorga valor a cada
segundo por irrepetible, por ser un recurso finito. Al mismo tiempo
surge de ello otra derivada y es el afán por generar medios con que
vencer a la muerte. Desde el punto de vista técnico, el más próximo es la
procreación que, para muchos, no consiste en generar nuevos seres
independientes y libres, sino en calcar su propio modo de vida, creencias,
intereses en los hijos. Otro camino que gran parte de la humanidad ha
inventado para resolver el problema es la trascendencia, reencarnación o
inmortalidad que resuelven las distintas creencias religiosas.
Sea como sea, en unos 1.750 millones de años este planeta dejará de ser
habitable (si no lo cascamos antes) por lo que recomiendo ser prudente
con las inversiones a largo plazo.
En estos últimos años se nos ha echado encima una realidad para la que
nadie estaba preparado y no es otra que la aparición de una
manifestación compleja de la persona en el ámbito digital. Así resulta que
mientras antes guardábamos nuestras fotos, cartas, películas de Super8 o

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VHS, los juegos, las facturas, los contratos, los libros o escritos en casa
en archivadores, cajas o cajones, hoy tenemos eso mismo, pero en otro
lado llamado "nube". Tal vez lo más parecido del pasado a lo que
hacemos hoy sea la tradicional exteriorización del dinero en una cuenta o
depósito bancario. Por ser complejos hasta hemos caído en la cuenta de
que se pueden gestionar en ese ámbito digital la transformación de
dinero en cosas o derechos, como puede ser el caso de las mal llamadas
criptomonedas (que en realidad son valores sujetos a cotización,
pertenezcan o no a un mercado regulado), los saldos en medios de pago
como PayPal o las operaciones de trading.
Pero eso tan solo es la punta del iceberg: lo que también ha sucedido es
que hemos hecho que nuestra persona sea pública. Redes sociales de
diverso formato y finalidad, blogs con artículos y contenidos propios y
de terceros, pero administrados por nosotros, la participación en foros...
Esto ha convertido a Internet en algo parecido a un escaparate donde
somos el producto y todo cuanto somos o queremos parecer se ha hecho
público, “permanente” y trazable. Podemos hablar de reputación online
y de imagen pública de personas de todas las edades y ocupaciones. Sin
duda, podemos considerar que hay un trabajo, un ejercicio de
construcción de dicha imagen pública y, hasta cierto punto, deberíamos
comprender que, por tratarse de información trazable y persistente,
genera un curioso modo de perpetuarse en el tiempo. ¿Podemos hablar
de trascendencia de la persona en términos similares a cómo hacemos
hoy con Balzac, Kubrick, Rubens o Elvis? ¿Puede que en el futuro los
comentarios de una peluquera o los de un director de RRHH de una
pyme tengan alguna importancia? ¿Puede ocurrir que el artículo de un
estudiante, hoy anónimo, pase a tener una cierta relevancia cultural o
científica?
¿Qué pasará al morir con todo cuanto he descrito, con ese conjunto de
archivos generados por nosotros mismos o adquiridos a terceros con
nuestro dinero y que está en algún depósito digital? ¿Qué pasará con
nuestro dinero virtual y derechos? ¿Qué pasará con esa reputación digital
que hemos creado a lo largo de años o décadas? ¿Y con todo cuanto
hemos compartido, con esos elementos que definen nuestra actitud
como seres humanos en el ámbito online? Y ¿por qué no? ¿Qué pasará
con nuestras responsabilidades si es que vulneramos Leyes o Derechos
de terceros?
Sin duda la pregunta tiene que pasar, necesariamente, por filtros legales
antes de responderla, pero lo que sí debemos tener claro es que la muerte

28
extingue la personalidad civil. Esto significa que, a partir de ese
momento, el fallecido ya carece de derechos tales como los entendemos
la gente de a pie. Por ello, para hallar una solución al problema
planteado, tendremos que valernos de otras personas que sí puedan
ejercitar derechos por estar vivas o activas (caso de ser una Sociedad).
Ahí surge el concepto de "testamento digital" que, a falta de
conocimientos jurídicos suficientes, entiendo que es una estupidez fruto
del despiste del ciudadano, puesto que ya he alegado que no diferencio
entre archivos (como fotos, discos o cartas) ubicados en una caja del
desván o aquellos que puedan hallarse en Dropbox, por poner un
ejemplo. Así pues, entiendo que el destino de ese legado no debe diferir
en función del formato en que se halle o su ubicación, sea física o virtual.
Eso me dice el sentido común. Puede que el marketing halle complicado
venderle a alguien joven un testamento (completo y tradicional, que,
obviamente, incluirá sus contenidos digitales) pues este se interpreta a sí
mismo con toda una vida por delante, casi eterno; se ve a sí mismo con
escaso patrimonio, pero, en cambio, valora sus archivos o su identidad
digital y ¿por qué no decirlo? es más cool decir "Hoy hice mi testamento
digital" que informar a los amigos, entre caña y caña, "Hoy hice
testamento".
Evidentemente, en la mayoría de los casos, tendremos no solo que
nombrar a alguien, sino que tendremos que facilitarle los medios de
acceso a dichos archivos (usuario y contraseña, especialmente). Al
respect, eso es algo muy sencillo y que podemos resolver en vida: tan
solo necesitamos la confianza suficiente en esa persona para compartir
con ella esos datos de acceso, pero lo cierto es que no creo que se dé el
caso con frecuencia. Como es fácil y gratis ya tenemos una alternativa a
ese pretendido "testamento digital".
Pero surgen otros problemas: ¿Deben acabar en manos de la/s misma/s
persona/s todos los datos y archivos? ¿Nos interesa que todo termine en
manos de una persona designada o preferiríamos que fueran destruidos
ciertos contenidos que no deben caer en manos de nadie? ¿Y si además
de transferir datos transferimos algo tóxico para el receptor, generador
de responsabilidades que deba afrontar? Por poner ejemplos fáciles:
imaginemos que nuestro "benefactor" nos ha legado una cuenta en
Bitcoin y que estos resultan proceder del blanqueo de capitales.
Imaginemos que heredamos una cuenta de trading en divisas (FOREX)
con apalancamiento de 100/1 (por ejemplo, con 10.000 € estábamos
haciendo operaciones de 1.000.000 €) que presenta un saldo deudor de

29
órdago. O imaginemos que entre los archivos hay documentos de
terceros que custodiaba el fallecido mediando contrato y que nos los
cargamos por ignorancia. ¿Qué consecuencias puede traernos cualquiera
de estos escenarios? ¿Aceptarías un legado digital “a ciegas” o sería
razonable conocer lo que hay dentro de la caja antes de aceptar la
herencia como se hace con el resto de la masa hereditaria?
Y si somos los encargados de gestionar la función de "defensor de la
memoria" y erramos o nos descuidamos ¿asumiremos responsabilidades
ante sus restantes familiares o su empresa? Y ¿será cierto que la
obligación de cuidar de esa buena memoria puede extenderse hasta
ochenta años?
Hasta aquí tan solo quería plantear unas cuestiones sobre los elementos
que el fallecido lega y respecto de la posible obligación adquirida de
cuidar de su memoria, así como de aceptar tanto lo bueno como las
cargas del legado.
Pero ¿qué pasa con su personalidad virtual, esa imagen pública que ha
generado esta persona a lo largo de una vida vivida en las Redes o en sus
aportes en blogs, por ejemplo? ¿Nos la cargamos? ¿La mantenemos viva
durante equis años? ¿Seguimos pagando las cuotas de servidores,
dominios, etc.? ¿Quién nos dice que Danielle Berstein
(http://weworewhat.com/) - quien recibe hasta 13.000 € por una foto en
Instagram - no será objeto de estudio por sociólogos del 2103? ¿Nos
cargamos su blog si fallece? ¿Y el del periodista Ignacio Escolar
(http://www.eldiario.es/escolar/), uno de los más leídos en español?
¿Debería alguien borrar mi blog si me pasa algo y no tomo las próximas
uvas?
En el fondo, lo que trato de dar a entender es que la gestión de esa
"memoria digital del fallecido", si bien ya no podrá perjudicarle por no
estar entre los vivos, sí puede ser lesiva para sus intenciones o para la
forma de interpretar ese cuidado de la memoria por parte de otras
personas y, en conjunto, precisa un cierto acercamiento en materia de
respeto a la voluntad del titular así como una valoración serena y
reflexiva acerca de la elección del heredero o albacea, así como una
posible provisión de recursos con que afrontar el reto.
Entre esos recursos los hallaremos técnicos (el albacea debe comprender
su misión, qué medios precisa y cómo ejecutarla), legales (en síntesis, la
integración de estos contenidos en un testamento tradicional aportando
la necesaria seguridad jurídica) y también deberá haberlos financieros a

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fin de garantizar la correcta ejecución de esa voluntad del fallecido sin
que se interponga un obstáculo económico.
Pero, antes de que todo eso sea puesto en marcha, entiendo que el titular
dispuesto a testar necesita algo esencial: asesoramiento. Este debe ser
multidisciplinar puesto que deberá definir:
 Cuáles son los derechos y cómo ejercerlos ante los distintos
proveedores de alojamiento de contenidos en la nube. Las
distintas jurisdicciones y limitaciones de derecho de acceso,
disponibilidad, migración, cambio de titular, etc. deben ser
valoradas a priori e, incluso, ello puede recomendar el cambio de
proveedores a otros más adecuados al caso.
 ¿Debemos hacer algo para que una persona pueda acceder al
escritorio de la empresa donde trabajaba el fallecido? ¿Podrá
consultar el correo o abrir la caja de seguridad?
 Prevenir situaciones de conflicto, como pueden ser vulneraciones
de contrato o de uso por suplantación de identidad (si alguien
accede a servicios contratados por el fallecido utilizando para ello
sus identificadores y no comunicando el fallecimiento). Una
observación relativa a ciertos contenidos digitales, como
programas, música, juegos, vídeos... que son vendidos de forma
personal e intransferible, por lo que pueden vulnerarse a gran
escala derechos de autor si el volumen de archivos es
considerable. Por tanto ¿habrá que aceptar desprenderse de algo?
 ¿Cómo acceder si carecemos de usuario y contraseña?
¿Generamos un registro maestro a conservar de forma
preventiva en alguna localización segura, codificada y accesible
solo en caso de fallecimiento? ¿Lo gestiona una empresa
especializada?
 Si confiamos en empresas proveedoras de servicios y estamos
hablando de start-ups ¿quién está detrás? ¿Llevan un tiempo de
rodaje adecuado? ¿Nos sobrevivirá dicha start-up o será una más
del 87% de empresas que en España no llegan a los 25 años de
vida? ¿Cuáles son sus estándares de seguridad y su protección
ante ciberriesgos? ¿A qué se obligan en su contrato y qué
exenciones de responsabilidad (vulnerabilidades para nuestros
intereses) nos presentan? ¿A qué coste? ¿Es coherente el espacio
o el método que nos ofrecen con nuestras necesidades? Si hace
tan solo unos años una foto digital de 2Mb nos parecía
acceptable, hoy lo es una que no baje de 16Mb. ¿Será escalable el

31
servicio manteniendo coste en función del avance tecnológico?
¿Cómo afectará eso en un entorno IoT?
 ¿Debo ceder la gestión de mis archivos y memoria a la/s
misma/s persona/s? O ¿Debo discriminar en función de su
naturaleza (la de los archivos o soportes y la del sujeto)?
 ¿Hay archivos que deben ser destruidos por un tercero sin
relación directa con mis allegados, pues se trata de materiales
sensibles que no quiero que entren jamás en contacto con ellos?
No estoy haciendo un tratado, sino tan solo lanzando una serie de
preguntas que den cuerpo a mi razonamiento en relación a este tema y
en la medida en que pueda tener cabida en un artículo de opinión.
Podemos hallar muchas más preguntas a responder dedicando atención.
De todo ello creo que surgen muchas preguntas que difícilmente pueden
ser respondidas y menos aún resueltas mediante un formulario online.
Entiendo que la función consultora no puede ejercerse con la misma
profundidad ante una persona como el citado Ignacio Escolar, por poner
un ejemplo, que ante María López (persona ficticia) que comparte selfies
en bañador y tiene 2.500 seguidores en Instagram. Entiendo que un
investigador del cálculo de órbitas (conozco a uno) puede tener
contenidos en Dropbox de escaso interés para su primo, pero
trascendentales para la física de cohetes y que más de un abogado o
economista puede tener materiales que no deben caer en manos de
terceros bajo ningún concepto.
Por consiguiente, ese análisis debe ser personal y resuelto a medida. Una
vez construido el modelo, éste debe pasar, forzosamente, por el único
que en este país está capacitado para dar fe pública en forma de
testament, y éste no es otro que el notario.
¿Podríamos acudir al notario directamente y dejar aparte al consultor?
¡Claro que sí! Pero ¿están los notarios capacitados para analizar y proveer
recomendaciones en materia de gestión y de riesgos derivados de los
contenidos digitales y de las distintas obligaciones contraídas con los
proveedores, así como del mejor modo de obtener de ellos una solución
en caso de fallecimiento? Lo dudo ¿Contemplan ese servicio sus
aranceles? Ídem.
Por tanto, esa visita aislada al notario creo que es una buena
recomendación solo para los casos facilitos, esos que no tienen
complejidad alguna en cuanto a identificación de riesgos previa.

32
Dicho esto, cualquier otro formato distinto del recurso a un notario
dudo que cuente (hoy) con legitimación para actuar ante terceros y, si a
eso se le llama "testamento", con toda probabilidad estemos ante un
simple supuesto de intrusismo. Recordemos, además, que la función del
notario no solo es la de dar fe acerca de unas determinadas voluntades y
establecer un vector que apunta a unas personas concretas como
herederos o albaceas. Su función preliminar y esencial es la de identificar
de forma indubitada a las personas que intervienen en ese acto y ese
reconocimiento legal - que yo sepa - no tiene en este momento ninguna
alternativa online disponible, fiable y aceptada en Derecho. Pero esa
realidad, ¿cuánto tiempo va a durar? ¿Están los notarios siendo motor de
un nuevo escenario o esperan a que la realidad les supere y puede que
hasta vean venir su extinción como profesión? ¡Cuidado!
Y, por fin, aterrizo en los seguros.
Tradicionalmente los seguros de decesos (de enterramiento) son uno de
los que más implantación tienen en los hogares españoles, siendo
habitual que los abuelos hasta paguen el de hijos y nietos. No obstante,
sufre un estancamiento en la captación de nuevos clientes y, en realidad,
a lo que asistimos es a la entrada de nuevos operadores que basan su
estrategia en migrar los clientes de otros aseguradores a la marca propia y
al esfuerzo por retener cartera. Es decir, los mismos asegurados con
distintas aseguradoras que se roban los clientes entre sí. Si el sistema
tradicional para retener asegurados en decesos consistía en hablar de
"antigüedad" (una mentira como otra cualquiera para que el cliente no se
vaya) resulta que el gancho comercial para captar de la competencia fue,
tradicionalmente, el precio.
Pero, de un tiempo a esta parte, unos y otros han pasado a incorporar
guindas, añadidos, que hacen que el producto sea más apetecible que el
"de siempre". Y ahí es donde algunos aseguradores han entrado de lleno
en el tema del "testamento online", que no es otra cosa que la prestación
de un notario concertado "a distancia" donde entiendo que se puede dar
una curiosa paradoja, pues el notario puede estar dando fe de la voluntad
de unas personas a quienes no ve simplemente porque el asegurador le
dice que son quienes dicen ser. Es decir, el asegurador ¿hace de
"fedatario" ante el notario? Otros remiten a una "cadena de notarios
concertados" en distintas ciudades ante quienes formalizar testamento
presencialmente y alguno hasta garantiza el desplazamiento del notario al
domicilio si el asegurado es una persona dependiente.

33
Para mí, hay en esta "garantía aseguradora" algo que pervierte el espíritu
de un seguro. Por dos motivos:
 en particular, porque no estamos ante algo posible pero incierto
sujeto a aleatoriedad: uno decide hacer o no un testamento y elige
el momento, por lo que me pregunto qué diablos tiene eso de
cobertura aseguradora dado que no tiene ninguna componente
actuarial, estadística, salvo en el porcentaje de asegurados que
usan el servicio, lo cual no lo convierte en seguro.
 Además, el seguro tiene como finalidad compensar una cierta
pérdida o aportar una prestación, y difícilmente veo que los
treinta y tantos euros que cuesta un testamento tengan necesidad
de ese principio indemnizatorio o, por la misma regla de tres, me
veo asegurando cenas para dos o repostajes de combustible.
Por ello, entiendo que no estamos ante coberturas de seguro, sino ante
SERVICIOS añadidos. Y, como tales, no pueden desvirtuar en modo
alguno la prima técnica del seguro que, por Ley, debe ser suficiente y
adaptada al riesgo real que se asegura. Si, además, aterrizamos en la
Legislación de Consumidores y Usuarios, deberíamos traer a este punto
aquello de que se considera práctica abusiva la imposición de servicios o
productos no negociados individualmente, por lo que entiendo que
podríamos estar ante una práctica abusiva si una aseguradora "coloca" un
servicio de testamento a quien ya lo tiene o a quien no tiene interés en
tenerlo. Más aún si ello se da para justificar un cambio de tarifa, de
modalidad de seguro (“te doy estas chorradas y te quito esto otro que me
inquieta”) o para retener cliente.
También han aparecido garantías denominadas gestión del fin de la vida
digital y similares que garantizan un cierto número de acciones de
borrado a partir del fallecimiento del asegurado. Lo cual me plantea una
serie de dudas para las que he ido argumentando con anterioridad y que,
en este momento, cobran mayor sentido:
 Acciones de borrado ¿de qué? ¿Quién decide qué borrar? Vale,
los herederos legales, pero ¿es ese un buen diseño del problema?
 ¿Existe responsabilidad si se borra lo que no se debe? ¿La asume
el asegurador o ha subcontratado a otro prestador y se lava las
manos mediante alguna estipulación? ¿Conocemos el texto
íntegro del contrato antes de suscribir el seguro? ¿Lo entiende un
consumidor normal?

34
 ¿Café para todos? ¿En un seguro de decesos prevéen un cierto
nivel de personalización del tema? Y si ese nivel es complejo, ¿lo
asumen o habrá decepciones en el momento de la prestación?
 ¿Se cobra por este servicio? Porque sería igualmente injustificable
estar cobrándolo por defecto a personas que ni siquiera tienen
datos activados en su móvil... si es que lo tienen.
Asimismo, hay que decir que para un cierto porcentaje de personas
aseguradas puede tratarse de soluciones adecuadas, pero acertar en ese
aspecto será como jugar al bingo. Fíjate, amigo lector, en que hasta este
punto he citado dos servicios de muy bajo coste para el asegurador, tanto
es así que hasta me niego a considerarlos merecedores del término
"seguro".
En cambio, la industria sigue sin resolver otros asuntos que sí tienen
calado y que sí suponen un riesgo patrimonial real y de posibles
consecuencias devastadoras (tal vez por eso no se mojan...).
Así pues, ¿por qué no asegurar a futuro y de forma vitalicia, por ejemplo,
las responsabilidades civiles del heredero o del albacea derivadas bien de
un error en la gestión o administración de los contenidos o de los
soportes ante terceros? Entre otra propiedad intelectual, LOPD,
derivados de suplantación de identidad, de incumplimiento del deber de
confidencialidad o de secreto, de intromisión en el honor, en la dignidad
o la imagen de terceros (o del fallecido ante sus restantes herederos),
derivados de ciberriesgos, un borrado accidental, ...O ¿Por qué no dotar
un capital o una renta con la que mantener de forma duradera los
servidores, los dominios, las cuotas de proveedores de almacenamiento o
incluso los servicios de consultoría que garanticen el sostenimiento de
esa vida digital post mortem del “autor”?
Dentro de poco estaremos hablando de la responsabilidad por la compra
efectuada post-mortem por la nevera del fallecido con su cuenta de
PayPal o de los derechos de uso de su coche autoguiado. O de quien
son los royalties que proceden de los programas de afiliación embebidos
en su blog, la monetización de su YouTube o los derechos derivados del
podcast de su radio online.
Hace menos de un año, General Motors declaraba que sus clientes
"confunden la propiedad de un vehículo con la propiedad del software
subyacente en ese vehículo", mientras que el fabricante de tractores (sí,
tractores) John Deere afirma que uno no compra el hardware (el tractor)
sino "una licencia implícita durante la vida del vehículo para poder

35
utilizarlo". En este caso, algo que hasta ahora era de cajón como legar un
coche o una máquina puede tener una lectura muy distinta a corto plazo
y ¿estamos preparados para interiorizar y gestionar ese cambio? Ellos sí:
están ejerciendo su cabildeo para cambiar la Digital Millenium Copyright
Act.
Sin duda, asistimos a un tiempo emocionante en el que las cosas avanzan
muy deprisa y los hitos, los puntos de referencia, son dinámicos. Para
ello, es necesario observar y comprender para luego tomar decisiones.
En un mundo cada vez más complejo es también más difícil contar con
un conocimiento renacentista, 360º, por lo que intuyo que el
conocimiento en Red deberá ser cada vez más tenido en cuenta, pues
solo un equipo transversal de profesionales podrá resolver de una forma
eficiente los problemas de personas y empresas. Se habrán acabado los
feudos profesionales y los muros que algunas profesiones han construido
para legitimarse y garantizar su supervivencia, puesto que nadie estará
cualificado para resolver, en solitario, de forma integral los retos que nos
aguardan.
En ese espacio, tal vez tengamos cabida quienes aportamos luz en la
identificación y tratamiento de riesgos y en la orientación al cliente acerca
de aquellos que debe retener a su cargo y aquellos que debe transferir a
una fuente de capital externa, especializada, llamada seguro. Asimismo,
podemos ayudar a las aseguradoras a ejercer su función salvándolas del
problema que se cierne sobre la industria si se desconecta de los nuevos
riesgos que retan al ciudadano a diario. Por ello, el corredor no solo es
una parte del cliente que identifica riesgos y busca soluciones, sino que
puede ayudar al asegurador a resolver los problemas de ese cliente de una
forma eficiente ganando todos con ello.

Carlos Lluch Cerdá

Fuente original:
http://www.rankia.com/blog/seguros/3077259-reto-muerte-digital-digna

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CARLOS LLUCH CERDÁ
Ha dedicado su vida profesional a
asesorar empresas y familias con un
objetivo básico: garantizar continuidad
de negocio y el sostenimiento de un
cierto estilo y calidad de vida. Dirije
LLUCH & JUELICH BROKERS, una
correduría de seguros con capital
hispano-alemán especializada en
seguros de nicho y en la co-creación y
diseño de nuevos productos de seguro.
Su empresa está asociada al exclusivo programa Facility AON-NET y
pertenece a la Asociación Española de Gerencia de Riesgos y Seguros
(AGERS).
Publica artículos en sus blogs “El Seguro: Luces y Sombras” de
RANKIA bajo seudónimo "Avante" y en carloslluchonline.es . Colabora
como articulista en EL PAÍS, CINCO DÍAS, AIMFRI, ACTUALIDAD
ASEGURADORA, MEDIARIO, AUTOFÁCIL, i-AHORRO,
SEGUROS (Colegio Mediadores de Madrid) y otras publicaciones. Es
conferenciante y ponente en eventos de seguros.
Destaca su actitud innovadora, buscando soluciones donde no las hay, y
de defensa de una distribución ética del seguro basada en el
asesoramiento de riesgos.

Twitter
@carloslluch - https://twitter.com/carloslluch

LinkedIn
https://es.linkedin.com/in/carloslluch

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38
2
Testamento digital

Francisco Rosales De Salamanca Rodríguez

Vivimos en una sociedad bastante papanatas, en la que los urbanitas


tratan de dar lecciones a los de pueblo, y descubrir la Coca Cola,
hablando en “ingispitinglis”.
Ahora no eres nadie si no haces networking, si no colaboras
en coworking, o si no montas una start up. Los que somos de pueblo
llamamos a eso: queda a tomar cervezas, ayudar al vecino, o liarnos la
manta a la cabeza y tirar “pa´lante” si queremos hacer algo.
Dentro de este inmenso mundo de anglicismos, y esnobismo, los de la
capital acaban de descubrir que la gente la palma, y que todos antes
o después tenemos una cita con San Pedro para comprobar si nos vamos
a pasar la vida eterna tomando café con los angelitos o con Pedro
Botero.
En fin, supongo que eso es consecuencia de tener tanatorios, en los que
asépticamente velas de cinco a siete a los difuntos, y te ponen una botella
de agua (que por cierto, y por ser un tanatorio, vale 6 €).

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Hace mucho que nos olvidamos de esas épocas en las que los difuntos
eran velados en sus casas y acudían todos los vecinos a presentar sus
respetos. Desde luego en Alcalá se siguen oyendo las campanas de San
Sebastián o las de Santiago, repicando a muerto.
El grado de estupidez del urbanita hace a alguien inventar una App con
un politono que repique a muerto cuando alguien de tu red social
favorita la diña; de hecho no es la primera vez que veo en algún grupo
de WhatsApp a todos los miembros dar el pésame a alguien por el
fallecimiento de un ser querido.
En ese momento me acuerdo de Joaquín Serrano, que me decía: “mira
Paquillo, yo cuando alguien se muere voy a la misa, rezo, pero nunca doy el pésame;
me da vergüenza, la verdad es que yo no siento que se haya muerto esa persona, el
que lo siente es su hijo o su cónyuge, y no creo que sea el momento de figurar, ni de
molestar, sino de rezar”.
Hoy en día todo está monetizado y mineralizado, o dicho de otra
manera, se trata de hacer negocio a costa de cualquier cosa,
incluso algo que merece tanto respeto y reflexión como es la
muerte, y somos tan soberbios que hasta nos creemos que nuestros
perfiles en redes sociales siguen vivos, aunque la hayamos espichado.
Supongo que ver el programa Cuarto Milenio provoca estas cosas
(personalmente creo que es más culpa del Salvamé) sin embargo os
puedo garantizar, que por más que enterréis a alguien con el móvil, la
batería del móvil se agota antes incluso de que ese cuerpo (que no
persona) empiece a descomponerse, y que los muertos no leen ni el
Whatsapp ni el Facebook, ni otras zarandajas, pues tienen tres
alternativas: o están con San Pedro, o están con el de los cuernos y el
tridente, o simplemente no están en ningún lado (para eso cada uno con
sus creencias).
Este #Retoblog es fruto de un debate tuitero sobre diversas start up que
ofrecen testamentos digitales, en un batiburrillo de esnobismo,
papanatismo y una miaja de engaño, que hace ver lo que no es; y que
pretenden vender como nuevo, lo que en realidad son inventos de
algunos espabilaos (ojo, que tampoco todas esas start up venden el humo
del testamento digital).
Sea como sea, y por más que quieras engañarte, siento comunicarte
que: aunque tus perfiles en las redes sociales subsistan tras tu
fallecimiento, tú has palmado, y eso no lo arregla ni Facebook, ni
Twitter, ni start up que valga. Igualmente te anticipo que como dice mi

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compañero Luis Fernández Bravo Francés en estos temas “no hay nada
nuevo bajo el sol y el concepto de “lo digital” parece impulsarnos a confundir medios
con fines, creando soluciones nuevas para problemas viejos que ya están resueltos hace
muchos, muchos años”.

Hablemos un poco de derecho: empecemos por la


identidad virtual y la identidad digital
No uno, sino cuatro post he escrito sobre la identidad digital, e incluso
hemos tenido un #Retoblog sobre el tema.
Personalmente creo que la identidad virtual es algo a caballo entre el
nombre comercial y la propiedad intelectual. Es algo nuevo, fruto de
las nuevas tecnologías, aunque sustancialmente es una creación del
hombre, con un fin concreto.
Cierto es que esa creación puede subsistir tras nuestra muerte, al igual
que El Quijote sobrevivió a Cervantes.
No hay diferencia especial entre cualquier obra y la identidad
virtual, salvo que en la identidad virtual, se tiene la sensación de que una
máquina adquiere vida propia, o que una persona parece tener distintas
personalidades; sin embargo eso tampoco es nuevo, pues ya Miguel
Ángel, una vez terminado su famoso Moisés, lo golpeó con un martillo y
le dijo “ahora habla”.
Lo que si entiendo es que, la identidad virtual es algo distinto de lo
que hagamos con ella.
Por poner un ejemplo, este blog es el resultado de mi identidad virtual,
sin embargo tiene un conjunto de metadatos, que va más allá de los posts
concretos que se publican en él. Así, puntualmente, hay colaboradores de
este blog, y sin embargo, siendo los posts elaborados por ellos, y
teniendo esos colaboradores su propiedad intelectual sobre el post
elaborado, esos posts forman parte de mi identidad virtual.
Distinto de la identidad virtual, es la identidad digital, que es
simplemente nuestra propia identidad usada en internet.
Se pueden tener varias identidades virtuales, pero sólo una
identidad digital; de hecho la identidad digital y la identidad
analógica son una misma cosa.

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Hablemos un poco de sucesiones y aclaremos que
es un heredero y que es un legatario
Como cualquier obra, la identidad virtual subsiste tras nuestra muerte, y
por tanto se plantea si es posible su transmisión a los herederos, o si se
trata de algo que está fuera del comercio y se extingue por la muerte de
su titular.
Ninguna duda me cabe que hablamos de un derecho del individuo, y que
puede transmitirse al fallecimiento; por lo que ahora la cuestión es si
corresponde al heredero o al legatario.
En principio, es el heredero, como continuador de la personalidad del
causante, el que recibe y gestiona las identidades virtuales del
mismo; sin embargo nada impide transmitir esa identidad a título
singular usando la figura del legado.
En todo caso, creo que es conveniente distinguir la identidad
virtual (que es la usamos en uno o varios aplicativos de internet) de la
identidad digital (que es la que tenemos en internet); parece que quiero
enredaros con conceptos, pero mientras la primera es transmisible, la
segunda, como pone de manifiesto mi compañero Javier González
Granado, es personalísima y se extingue por la muerte.
Aunque mi compañero José Carmelo Llopis Benlloch dice que es difícil
separar la herencia digital de la analógica (y en el contexto en el que lo
dice tiene razón) personalmente creo que no es que sea difícil, sino
que es imposible distinguir la herencia digital de la analógica pues
la herencia comprende todos los bienes, derechos, acciones y
obligaciones de una persona que no se extinguen por su muerte, y el que
dichos bienes, derechos, acciones u obligaciones sean analógicos o
digitales es completamente irrelevante.

¿Por qué legar nuestras identidades virtuales?


Pues porque tienen un valor y un contenido determinable y valuable.
En la gran mayoría de los casos el valor de nuestra identidad virtual es
más de carácter emotivo que otra cosa.

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Me acuerdo de un anticuario que cuando una señora le intentó vender
una antigüedad de cincuenta años le respondió “Señora, un mueble de los
años sesenta no es una antigüedad, es un trasto”.
En otras ocasiones nuestra identidad virtual sí tiene otros valores más
claros:
1. Muchos empresarios tienen sus webs de empresa con identidades
virtuales y hacen importantes negocios con su identidad virtual
(normalmente amparada por el nombre comercial o marca).
2. Muchos ciudadanos aportan valor de contenido importante a través
de internet (blogueros, músicos y fotógrafos por ejemplo) en este
caso la ley de propiedad intelectual también sirve como cauce de
protección.
Finalmente, no podemos olvidar que hay archivos cien por cien
digitales de contenido económico claro y a cargo de identidades de
difícil determinación, y el caso del Bitcoin y las criptodivisas es el más
claro.

Hablemos algo de la ley y aclaremos que es un


testamento
El testamento es el acto por el que una persona dispone de sus bienes
para después de su muerte (Art 667 del Código Civil) siendo nulo el
testamento que no se haga con las formalidades necesarias para testar
(Art 687 del Código Civil).
Es importante destacar que todo testamento hecho sin las solemnidades
legales es nulo, y por tanto no surte efecto alguno, siendo que en España
sólo se aceptan los siguientes tipos de testamento:
1. Testamento abierto ante Notario.
2. Testamento cerrado ante Notario.
3. Testamento Ológrafo (que hay que protocolizar ante Notario en
plazo los cinco años siguientes al fallecimiento, o queda sin efecto)
4. Testamento militar y marítimo (que quedan sin efecto cuatros meses
después de la campaña o del viaje marítimo si el testador no fallece
durante los mismos).

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5. Testamento en peligro de muerte o tiempo de epidemia (que hay
que protocolizar ante Notario en los tres meses siguientes al
fallecimiento o quedan sin efecto, al igual que si pasan dos meses
desde que cesa el peligro de muerte o epidemia).
6. El hecho en país extranjero con arreglo a las solemnidades de dicho
país.
La falta de testamento provoca la necesidad de abrir la sucesión
intestada, que también se hace ante Notario.
Por si no os habéis dado cuenta, en toda herencia al final interviene el
Notario (salvo los excepcionales casos de testamento militar, marítimo y
el hecho en país extranjero).
Nada hay más barato (perdón, low cost para los urbanitas) que el
testamento notarial abierto. A mí, egoístamente, me sale más rentable
los más de 200€ que cuesta una declaración de herederos intestados o la
protocolización de un testamento especial, que los escasos 40€ del
testamento notarial. Lo que sucede es que, a diferencia de las start up,
creo que no es honesto recomendar lo que me beneficia a mí, sino al
ciudadano.

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¿Qué sucede si hacemos testamento usando un
aplicativo informático?
Pues creo que os ha quedado claro que es radicalmente nulo, y que no
surtirá efecto alguno (no os engañéis el testamento ológrafo es
manuscrito, y aunque hay dispositivos electrónicos que permiten escribir
a mano, pocos son los que no usan el teclado).
Algunos Prestadores de Servicios de Certificación se han inventado lo
que ellos llaman cápsulas temporales, en las que simplemente certifican
un archivo de audio o video o cualquier tipo de documento,
encomendando su custodia a lo que ellos llaman albacea, para
posteriormente abrirse cuando nosotros digamos.
Otras empresas se ofrecen es como gestores de tus perfiles
sociales, ofreciendo un host, gestionando sus archivos y
comprometiéndose a facilitar los datos a tus “albaceas digitales”.
¿Es testamento digital esa cápsula temporal o esa gestión?
Ante todo, ninguna de las dos empresas citadas, autorizan testamento
alguno, simplemente son gestoras de archivos digitales y ninguna de las
dos ofrece en su publicidad otra cosa, ni llaman al engaño (omitiré sus
nombres, aunque al menos me consta que una participa en este
#Retoblog).
La primera de ellas no habla: ni de testamentos ni de herencias;
simplemente de custodia de archivos y garantía de integridad del mismo.
Al menos al ser Prestador de Servicios de Certificación adaptados al
Reglamento eIDAS 910/2007, sus servicios pueden ser usados con
varios fines, de hecho no hablan si quiera de testamento.
Estamos ante un simple poder, y no ante un albacea, ante todo porque el
contenido de esas cápsulas temporales, no tiene que ser entregadas tras la
muerte, y de hecho no ofrecen un servicio de testamento online.
Lo que hay que tener en cuenta es que el responsable del contenido que
archivas eres tú, que absolutamente nadie garantiza la legalidad del su
contenido, y que de hecho, lo primero que hay tras las condiciones
generales del contrato que te exhiben es una cláusula de exoneración de
responsabilidad civil.
Huelga decir que el Notario responde con todos sus bienes presentes y
futuros de su asesoramiento legal; sin embargo cumple con unos
mínimos requisitos de seguridad de la información.

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La segunda, ni siquiera cumple con la legalidad vigente en materia de
firma electrónica y time stamp, y la autenticidad e integridad de la
documentación que gestionan puede ser seriamente cuestionada en
juicio; pues no cumple los mínimos requisitos de la seguridad de la
información.
Por supuesto que el control de legalidad de los archivos depositados es
también inexistente; además frente a los 40 € que cuesta un testamento
notarial (que gastas una sola vez) aquí la custodia y gestión de los
archivos digitales sale por casi 30 € al año (será que como soy de pueblo
aquí lo que en la capital llaman low cost, lo llamamos “un viaje caro”).
De ambas, sin embargo, me quedo con el dato positivo de ofrecer
herramientas muy interesantes para el día a día del trabajo
notarial, y soluciones que combinadas con el testamento notarial,
resuelven problemas relativos a la herencia de archivos digitales e
identidades virtuales, pero sobre todo, no ofrecen duros a pesetas y
en ningún momento hablan de testamento, sino de otra cosa.

¿Cabe el albacea digital?


La respuesta es sí, aunque creo que hay que precisar algún concepto
importante:
El albacea digital, es quien vela por nuestra memoria digital, sin
embargo, el albacea es nombrado por el testador (art 892 entre otros del
Código Civil) por lo que no hay albacea sin testamento, y ya hemos
explicado lo que es el testamento digital.
Dicho de otra forma, albacea digital es el que se encarga de
gestionar nuestros archivos digitales y nuestras identidades
virtuales, pero no es albacea digital el nombrado en un testamento
digital (pues repito que no existe el testamento digital, y la nulidad del
testamento conlleva la de sus disposiciones).
El albacea digital es un mero gestor, y por tato, no recibe nuestra
identidad digital, cosa que corresponde al heredero; lo que si sucede
es que recibida nuestra identidad virtual por el heredero, cesa toda
posible actuación del albacea digital.
Ello es porque, de tener nuestra identidad virtual un gestor, pasa a tener
un propietario.

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Se plantea el problema de que puede que queramos que nuestra
identidad virtual se gestione con unos criterios (por ejemplo yo no
querría que este blog lo dedicara mi hijo a hablar de medicina).
Siendo un acto a título gratuito, nada impide imponer prohibiciones de
disponer cuando leguemos nuestras identidades virtuales; tampoco nada
impide un legado bajo condición resolutoria.
La solución es nombrar a un tercero (no me importa usar la palabra
albacea, aunque yo prefiero la de árbitro) encargado de velar por estas
disposiciones.
En este sentido, las propuestas y explicaciones que sobre la materia
ofrece Abogado Amigo (que yo sepa, el primero en abordar estos temas),
me parecen muy interesantes; si bien no descarto el contrato
de escrow como cauce para resolver estos temas.
En todo caso y permitidme unas reflexiones:
1. ¿Creéis que una start up, o un programa informático como Watson
son capaces de entender estos problemas?
2. ¿Creéis que vuestra identidad virtual es tan importante? Porque los
programas que os he comentado no son gratis, y puede que
gastemos dinero en preservar lo que no tiene valor económico.
3. ¿Creéis que es bueno intentar gobernar después de muertos? Tened
en cuenta que si hay algo que cambia es internet, y que todo lo que
hoy vale, puede que esté desfasado en seis meses. Poned ese perfil
de Messenger que tanto apreciabais hace unos años y del que ahora
ni os acordáis.

¿De verdad te fías de una start up?


Creo que ya te he explicado antes que tanto inglés es fuente de
esnobismo, pues una “start up” no es sino un proyecto de empresa o
negocio, que ni llega a ser empresa o negocio.
Ahora me vendrán con que hay starts up que facturan millones, y mi
respuesta es sencilla ¿desde hace cuánto? ¿Durante cuánto tiempo más?
Vamos a ver si os explico un poco que el testamento es lo que queréis
que pase cuando muráis, y que absolutamente nadie os garantiza que

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esa empresa a la que habéis confiado vuestra herencia digital
exista el día que estiréis la pata (¿os acordáis de gigantes como Nokia?
¿os imagináis haber hecho testamento en un video Beta, o en un disquete
de tres y medio?).
Los Notarios, por más serios y coñazones que os parezcamos, llevamos
por aquí desde hace siglos, y el protocolo Notarial en España se
conserva, que sepa desde el año 1400 y pico.
Los Notarios, como somos conscientes de que también palmamos,
enviamos parte del testamento al Registro General de Actos de Última
voluntad, de modo que siempre se sabe quién tiene el testamento de una
persona.
Dicho de otra forma, los Notarios somos especialistas en la custodia de
documentos (aunque aún hemos de avanzar en la custodia de
documentos digitales).
Por cierto, y por si no os habéis fijado, creo que en este post enlazo
al trabajos de varios compañeros que se preocupan de la herencia digital,
del testamento digital y de la identidad virtual. A esos que dicen que los
Notarios somos seres casposos que vivimos anclados en el pasado, creo
que estos posts, son prueba palpable de que lo que no hacemos es
vender humo, y estamos en la realidad mucho más que otros; lo que
sucede es que nosotros pensamos en ciudadanos y no en clientes, así que
os enlazo los post escritos por mis compañeros sobre el tema:
 Transmisión hereditaria de archivos digitales … José Carmelo
Llopis Benlloch.
 Transmisión de correos electrónicos y perfiles en RRSS por causa
de muerte … José Carmelo Llopis Benlloch.
 Herencias en Bitcoin … José Carmelo Llopis Benlloch.
 Testamentos audiovisuales … José Carmelo Llopis Benlloch.
 Notario, testamento on line y herencia digital … José Carmelo
Llopis Benlloch.
 Notarios digitales … José Carmelo Llopis Benlloch.
 Registrando en la Blockchain. Uso de bitcoin como registro
documental en un depósito digital notarial … Javier González
Granado.

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 Herencia digital, nadie posteará por nosotros cuando estemos
muertos … Javier González Granado.
 ¿Es bitcoin el uber de los notarios? … Javier González Granado.
 Testamento, legado, herencia…¿digital? … Luis Fernández Bravo
Francés.

¿Es testamento digital una plataforma web que


nos ofrece actuar como intermediarios para
concertar cita en Notaría y hacer el testamento
según nuestras necesidades?
Es el caso de una tercera empresa, la cual se aprovecha de que
normalmente las personas desconocen tres extremos importantes de la
actuación del Notariado:
1. El testamento raras veces tarda más de diez minutos en hacerse, y
no es necesaria cita previa.
2. El testamento notarial raras veces supera los 40 €.
3. El asesoramiento que el Notario presta antes de autorizar cualquier
escritura (y entre ellas el testamento) es gratuito.
Esta empresa lo que ofrece es, por unos 80€, que cumplimentes un
formulario e indiques donde resides, para contactar con el Notario más
cercano y simplemente remitirle ese formulario y concertar una cita. En
ningún momento te asesora, y me consta, por compañeros que han
tratado con dicha empresa que, ante la más mínima duda por parte del
Notario, su respuesta es “da igual, pon lo que sea” (todo un ejemplo de
profesionalidad y servicio).

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¿Qué son las aplicaciones de diversas redes
sociales, por ejemplo Facebook, para cuando
fallezcamos?
Como dice mi amigo Luis Fernandez Bravo Francés “Nuestras redes
sociales empiezan a ofrecernos designar a una o varias personas que recibirán nuestras
claves o hacer una especie de memorial en el que familiares y amigos puedan dejar sus
mensajes de condolencia. Una especie de “lápida digital” con flores, por supuesto
digitales, que dura lo que dure la empresa que presta el servicio.
¿Alguien se acuerda de Netscape? ¿Y de Microsoft Messenger?“.
En este caso no estamos hablando de herencia digital, ni de identidad
virtual, sino más bien de una manifestación concreta de la identidad
virtual, pero precisamente de esas manifestaciones que antes explicaba
que tenían más valor moral que real.
Simplemente estamos hablando del uso de las nuevas tecnologías como
medio de expresar nuestros sentimientos (a fin de cuentas es el uso más
habitual de las redes sociales) y muy loco hay que estar para no saber que
más que hablar con el difunto, lo que hacemos es compartir el dolor de
su pérdida y hacérselo saber a sus allegados (eso sí, resulta curioso que en
las redes sociales se generen vínculos de confianza y amistad más
profundos en ocasiones que los familiares).

¿Qué podemos aportar los Notarios al testamento


digital y la herencia digital?
Coincido con mi amigo Javier González Granado en que los derechos
digitales forman parte de una cuarta generación de derechos humanos, y
que la sociedad digital es una sociedad en la que el papel del estado se ve
reducido (dado que internet es global y poder supera al del estado
tradicional).
De hecho creo que cada vez más, los propios internautas irán fijando las
reglas de ese ciberespacio, y creo profundamente que los notarios
podemos convertirnos en notarios 3.0 ofreciendo soluciones a los
problemas que plantea y que planteará este entorno.
Dentro de lo que mi amigo José Carmelo Llopis Benlloch llama herencia
digital, están nuestros nicks y claves para acceder a los diversos

50
aplicativos informáticos, y un serio problema es que, especialmente las
claves, suelen variar.
Sería más que positivo que al hacer testamento y disponer de nuestra
herencia digital, contratáramos con el Notario un servicio de alojamiento
o host para nuestros nombres de usuarios y contraseñas, y que dichos
archivos estuvieran depositados ante el propio notario, siendo estos,
unos extremos a comunicar al Registro General de Actos de Última
voluntad.
En realidad no sería sino hacer notarialmente, lo que ya hacen una de las
start up indicadas (cuyo nombre omito) e integrar esa aplicación dentro
de los servicios que ofrece la Agencia Notarial de Certificación.
En todo caso no es lo mismo contratar un host de archivos (similar a
dropbox) que enlazar dicho host con la ingente cantidad de aplicativos
informáticos existentes; lo primero es barato y sencillo, mientras que lo
segundo es una tarea titánica, si bien cabe un punto intermedio.
Me consta que los Notarios de Italia, tienen muy avanzados estos temas.
Sorpresiva y rompedora ha sido la Ley de Jurisdicción Voluntaria al
reformar el artículo 65.5, que hablando de los testamentos en peligro de
muerte, habla de “Cuando la voluntad del testador se hubiere consignado en alguna
nota, memoria o soporte magnético o digital duradero…“.
¿Veremos los testamentos grabados en audio o video? Por ahora es
imposible, pero no técnicamente, y las leyes poco a poco parecen
avanzar en la regulación del nuevo mundo digital, cosa de lo que me
alegro, pues es una necesidad demandada por la sociedad.
Deseo que mis compañeros, y mis órganos directivos estén a la altura de
estas demandas de la sociedad.

Francisco Rosales De Salamanca Rodríguez

Fuente original:
http://www.notariofranciscorosales.com/testamento-digital/

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FRANCISCO ROSALES DE
SALAMANCA RODRÍGUEZ
Notario desde 1997. Actualmente, en
la localidad sevillana de Alcalá de
Guadaíra. Se confiesa pasionado de su
oficio y por las posibilidades que las
nuevas tecnologías pueden aportar al
mundo del Derecho. Ha sido ponente
en varias conferencias y colaborador
de algún libro.

Ha publicado numerosos artículos, explicaciones y reflexiones, sobre


todo en su blog www.notariofranciscorosales.com, donde publica
frecuentemente desde octubre de 2013.

Twitter
@notarioalcala - https://twitter.com/notarioalcala

LinkedIn
https://es.linkedin.com/in/francisco-f-rosales-de-salamanca-
rodr%C3%ADguez-69658586/es

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3
Sólo se muere una vez:
¿Herencia digital?

Javier González Granado

Por segunda vez llega a Taller de derechos el tema de la herencia


digital. A raíz de un debate en Twitter sobre la muerte y la herencia
digital la web Juristas con Futuro, lanzó el desafío al que responden
estas líneas: #RetoJcF, muerte digital, testamento digital, legado
digital y albacea digital.

Sólo se muere una vez


El artículo 32 del Código Civil es claro y terminante: La personalidad
civil se extingue por la muerte de las personas; en ese instante
desaparecen los derechos personalísimos o vitalicios, por falta de
sujeto; los demás, integran la herencia de la persona que asumen
como propia los herederos que serán los determinados en testamento
(o pacto sucesorio en los lugares donde se admita) o en si el difunto no
lo hizo, los que determine el Acta notarial tramitada al efecto.

55
Y queda, además, la memoria defuncti, como un eco inextinguible de la
personalidad humana, que se constituye como un valor jurídico
autónomo que no forma parte de la herencia y cuya defensa no se
atribuye a los herederos, sino que corresponde a la persona designada a
tal efecto en el testamento y, en su defecto, al cónyuge, los
descendientes, ascendientes y hermanos de la persona afectada y,
faltando todos ellos, a cualquier interesado (parientes más lejanos,
amigos, socios…) que podrá acudir al Ministerio Fiscal para su
protección en los términos que resultan de la Ley Orgánica 1/1982, de 5
de mayo, de protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal
y familiar y a la propia imagen que la garantiza durante los ochenta años
siguientes al fallecimiento.
En este punto, la ley es reflejo del respeto antropológico a la memoria
cultural que vincula a unas generaciones con las precedentes; en
palabras del catedrático de Derecho Civil, Mariano Alonso Pérez “la
memoria defuncti es un valor inherente a la dignidad humana, inmune
por ello mismo a la muerte”.
Esta distinción entre la llamada memoria del difunto y su herencia es
esencial para comprender algunos aspectos de la identidad virtual post-
mortem y ayuda a desterrar uno de nuestros grandes mitos jurídicos: la
pretendida continuación en el heredero de la personalidad jurídica del
difunto que (aunque llegó a consagrarse expresamente por el Código
Austriaco) no es más que un arrastre de la antigua concepción romana
del heredero cuya misión era perpetuar el culto a los dioses en el ámbito
familiar. Esta ficción (Ihering la criticó casi hasta la burla) es innecesaria
en nuestro Derecho, pero ocurre que, a veces, los juristas utilizamos
arcaicas construcciones dogmáticas del mismo modo que los
borrachos hacen con las farolas: para evitar caernos en lugar de
para iluminarnos.
Al margen de todo lo anterior, pueden quedar algunas relaciones
jurídicas respecto de las que la muerte actúa como resorte
temporal de su eficacia, pero que no guardan relación con el
fenómeno hereditario: el novelista que encarga a su editor la
publicación de su última novela con carácter póstumo no está
nombrando un albacea, ni un heredero, ni un legatario, ni estos podrán
hacer nada (en su condición de tales) por impedir su publicación.

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Identidad digital post-mortem. ¿Quién la
gestiona?
Es la identidad digital un derecho de la personalidad autónomo (en
cuanto conceptualmente diferenciado del honor, la propia imagen, el
nombre o los apellidos) y, como tal, innato, erga omnes, privado,
irrenunciable y extra-patrimonial (aun cuando en sus manifestaciones
sea susceptible de valoración económica y de negocios jurídicos).
La identidad digital es el conjunto de rasgos digitales con el que una
persona física o jurídica se muestra en la red. Es un concepto ligado a la
personalidad del sujeto, en general de modo presunto porque pocas
veces existe una garantía de correspondencia con la identidad física. Y
una vez fallecido el sujeto, como ocurre con los restantes atributos de la
personalidad, sus blogs, perfiles en redes sociales, sus nicks en
comunidades virtuales pasan a integrar la memoria defuncti a modo de
identidad digital post-mortem. ¿Quién la gestiona?

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El Albacea Digital
Algunas empresas y las propias redes sociales ofrecen como servicio la
gestión post-mortem de las redes sociales. En cuanto se limite su
función a la cancelación de la cuenta o la conversión de la misma
en “memorial” o al envío de comunicaciones del fallecimiento o
mensajes a terceras personas puede considerarse un simple
desenvolvimiento de la relación jurídica que estableció en vida el titular
con la compañía gestora de la cuenta o red social (análogamente al
contrato del autor con su editor para publicar su obra de forma póstuma)
o un supuesto de mandato, con eficacia condicionada post-mortem
(admitido expresamente en la Ley 599 de la Compilación Navarra).
Más allá de eso y mientras no sean objeto de regulación legal (¿aquí?
¿en el lugar de la sede de la empresa? ¿dónde se alojen los servidores?…)
la actuación del llamado (por analogía) albacea digital, puede
colisionar y debe ceder ante los derechos de los herederos en
cuanto se refiera a cualquier relación jurídica transmisible (por ejemplo,
derivada de derechos de autor) de la que ellos son sus titulares ahora o de
las personas que menciona el artículo 4 de la citada Ley 1/1982 a
quienes corresponde la tutela de la memoria defuncti.
La forma de evitar esos conflictos con los herederos o los
defensores de la memoria defuncti es sin duda el testamento
notarial. Como afirma Javier Prenafeta, es una vía adecuada “para
disponer sobre cuentas de correo electrónico, perfiles y contenidos en
redes sociales (Facebook, Tuenti, Twitter y demás), espacios de
alojamiento o repositorios como Dropbox y, en general, otros que
señalen, de modo que se transmite la gestión y titularidad de los mismos,
así como los derechos sobre los propios contenidos (textos, imágenes,
programación, bases de datos…) que incluyan o estén vinculados a los
mismos”. Prenafeta aconseja otorgar un testamento con el contenido
general y otro (próximo al codicilo propio de Catalunya y Balears) para
las disposiciones específicas para el legado digital, porque si se
incorporan en una única, se comprometen las claves de acceso incluidas,
pues “el testamento se debe abrir y leer en presencia de todos los
herederos, que además tienen derecho a copia del mismo, por lo que al
hacerlo en documento aparte para el único beneficiario se preserva que
sólo éste, y no todos, tengan acceso a las mencionadas claves”. Quizá sea
necesario precisar esta última afirmación, pues, de conformidad con el
artículo 226 del Reglamento Notarial, el heredero tendría derecho a
obtener copia de ambos documentos, de modo que la clave estaría no

58
tanto en esa duplicidad documental como en la introducción de una
clausula especial a instancia del testador que prohíba obtener copia de la
disposición testamentaria en la que se revelen las claves de acceso a
cualquier persona que no sea el encargado de gestionarlas.

La autogestión: identidad digital post-mortem


prorrogada
Nada hay que objetar a los mecanismos (contractualmente) previstos por
las diversas redes sociales para la cancelación de cuentas de forma
automática una vez se acredite la defunción del titular. Se trata de una
forma pactada (siquiera sea vía adhesión) de finalización de la relación
jurídica. ¿Y qué hay de la pretensión libremente elegida de prorrogar,
con vocación de perpetuidad, la identidad digital?
Mediante bots (que realicen periódicamente actualizaciones del perfil) o
programas de Inteligencia Artificial (que gestionen recuerdos, reacciones
y gestos digitalizados) ya es posible actualmente prorrogar la
identidad virtual. Esta situación carente de regulación legal (libremente
elegida por el titular de la cuenta, recuérdese el artículo 9.3 de la
Constitución) sería en principio inatacable por los herederos. Esto, no
obstante un cambio de circunstancias (sociales, culturales tecnológicas...),
podría provocar que el mantenimiento post-mortem del perfil acabe por
perjudicar la memoria defuncti, supuesto en que podría ser de aplicación,
nuevamente, la Ley 1/1982.
Cuestión distinta es la pretensión transhumanista de algunas empresas de
prorrogar la conciencia. De ser cierto, asistiríamos (en torno a 2045) a
una verdadera singularidad disruptiva, no solo desde el punto de vista
científico, sino también jurídico, que obligaría a revisar toda la dogmática
y normativa tradicional.

¿Herencia Digital? ¿Testamento digital?


No existe una herencia digital como un conjunto de relaciones
especiales separada de la herencia física: las compras realizadas vía
web pendientes de entrega, el saldo existente en cuentas o monederos

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electrónicos (Pay-Pal, Amazón, Google Wallet), los bitcoins, formarán
parte de la masa activa de la herencia, sin ninguna especialidad
respecto de los demás bienes del causante. Lo mismo cabe entender
respecto de los archivos adquiridos en vida por el causante (sean obras
musicales, literarias o cinematográficas). No presentan ninguna
especialidad respecto de libros o discos y tampoco se aprecia mayor
especialidad en lo que se refiere a la titularidad de archivos creados por el
fallecido, sean estrictamente personales o creaciones artísticas o, en
general, de propiedad intelectual o industrial.
La herencia (única, digital y analógica) corresponderá a los herederos; si
el causante ha sido precavido serán los que él habrá ordenado en su
testamento o (en los territorios en que se permita) pacto sucesorio. La
forma más segura (garantiza la fehaciencia, capacidad e identidad del
sujeto), técnica (ajustada a Derecho) y económica (36,06 Euros) de
testamento es el otorgado ante notario.
No existe, tal y como explica mi compañero José Carmelo Llopis, el
testamento digital. ¿Su conveniencia? No tengo ningún inconveniente en
admitirlo siempre que cumpla los mismos requisitos antes reseñados:
seguridad (en cuanto a fehaciencia, identidad y capacidad del sujeto),
legalidad (ajustado a Derecho) y bajo coste (sea libre o tasado por
arancel).
El estado actual de la técnica no permite garantizar, sin intervención de
tercero ni la identidad, ni la capacidad del sujeto, ni la legalidad del acto.
La garantía que ofrece ese tercero es el papel que desempeña el Notario
en nuestro Ordenamiento. ¿Posibles mejoras? Muchas: servicio notarial
de hosting, posibilidad de copia electrónica en poder del interesado,
aplicación notarial de gestión de identidad digital post-morten, sellado de
tiempo de archivos, gestión notarial de smart-contracts, ¿smart-wills?…
son vías inéditas por las que, más pronto que tarde, transitaremos.

Javier González Granado

Fuente original:
http://tallerdederechos.com/solo-se-muere-una-vez-herencia-digital/

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JAVIER GONZÁLEZ
GRANADO
Reparando derechos desde 1989.
Notario por oposición destinado en
Xerta (Tarragona), Yeste (Albacete) y
desde 2002 en Formentera (Illes
Balears) hasta la actualidad. Es
colaborador en Radio Illa Formentera
y tiene un blog donde publica
frecuentemente sus brillantes artículos:
http://tallerdederechos.com/ .

Twitter
@javiergonzagran - https://twitter.com/javiergonzagran

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62
4
Con la muerte digital no se
juega: el testamento online no
existe

José Carmelo Llopis Benlloch

Yo soy muy de lo digital, como saben quiénes habitualmente (y gracias


por ello) leen los posts. También soy muy del Notariado, como no
podía ser de otra manera. De hecho, muchos de los posts publicados
tratan sobre en qué situación está el Notariado como colectivo en
relación a los asuntos digitales. Incluso en este post traté la incidencia
notarial en el derecho al olvido.

¿Qué es y qué no es un testamento digital?


Pero lo cierto es que intento siempre deslindar tres situaciones bien
distintas: Qué puede hacer el Notario en el mundo digital, qué no
puede hacer y qué debería hacer. En el mismo sentido, pero en la otra
cara de la moneda, me suelo plantear más o menos las mismas cuestiones
en relación a los servicios que ofrecen empresas digitales, con un añadido
más: Qué relación con el Notariado tienen, positiva o negativa.

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La conclusión es bien sencilla: Hay asuntos digitales donde el
Notariado no llega. Para algunas de esas situaciones encontramos
servicios digitales extra-notariales, mientras no tenga el Notariado
instrumentos tecnológicos que permitan, por ejemplo, un servicio de
almacenamiento seguro de archivos o un sellado en tiempo seguro que
pueda competir con ellas. Que puede que no lo llegue a tener nunca, o
quizás sí, quién sabe.
Ese hueco puede ser ocupado por empresas tecnológicas que den
solución a problemas a los que no llega el Notariado. Uno de esos es el
de la sucesión mortis causa de archivos digitales, perfiles en redes
sociales, etc. Ahora bien, lo que no es legítimo es que exista empresas
que intenten vender como fe púbica algo que no lo es, que intenten
utilizar el concepto “notario” para fines alejados de la función notarial, o
que creen confusión en cuanto a la validez de determinados servicios.
Por eso, y porque afortunadamente no todas son iguales, lo primero que
tenemos que hacer, para evitar confusión en la persona que desconoce
los conceptos del mundo analógico y digital en materia testamentaria, es
centrar el debate. Cuando se habla de testamento digital, uno se
puede estar refiriendo a una de estas dos cosas: bien al testamento
que incluye previsiones para la herencia digital de la persona como
perfiles en redes sociales, archivos de audio video, etc..., bien al
testamento que se hace online por Internet. Adelanto que el primero sí
y el segundo no.

El testamento que afecte a bienes digitales sí


existe
La denominación de testamento digital, en mi opinión, sólo puede
admitirse para una previsión mortis causa que afecte
exclusivamente a bienes o derechos digitales.
Queda fuera de toda duda que los bienes digitales y los perfiles en redes
sociales, en general, excepto aquellos que puedan ser personalísimos, son
objeto de transmisión hereditaria, como ya traté en este post relativo
a transmisión mortis causa de archivos digitales, en este otro relativo a la
herencia del correo electrónico y redes sociales e, incluso, en este sobre
la herencia de bitcoin.

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¿Y cómo se organiza un testamento digital en este sentido? Pues hay
dos opciones, que dependerán de si queremos que el documento
sea un verdadero testamento o no. Si queremos que sea “testamento”,
debe partir de la base de un testamento notarial inicial que organice la
sucesión de la persona, siendo las previsiones digitales compatibles con
el mismo.
Si no queremos que sea “testamento”, sino una simple previsión o
autorización privada frente a una persona o empresa determinada para
una red social o un contenido determinado, el señalamiento del mal
llamado “heredero digital” se suele hacer también privadamente, y
también de manera, a mi entender, errónea. Debemos tener en cuenta
que, en este caso, ninguno de los conceptos esenciales del
testamento se cumplen: No se designa heredero, no se prevé la
transmisión patrimonial del causante, no se continúa la personalidad
jurídica del fallecido, etc. Y es que, como ocurre con el mal llamado
“testamento digital”, el “heredero digital” tampoco existe.
Por eso, sí puede ser interesante que quien esté preocupado por su
herencia digital o por la transmisión por causa de muerte de archivos
digitales contrate adicionalmente al testamento, y siempre vinculado con
éste, un servicio de depósito de archivos o de gestión de patrimonio
digital, o que contacte con un notario que conozca cómo realizar este
tipo de disposición testamentaria.

¿Hay alguna solución notarial para el testamento


sobre bienes digitales?
En el post sobre testamento online que he enlazado antes, y partiendo de
una interesante idea de Javier Prenafeta, propongo estudiar la vía de
la memoria testamentaria digital: Otorgar un testamento principal en
el que el Notario identifica al testador, juzga su capacidad y prevé que,
exclusivamente en materias digitales (perfiles en redes, blogs, archivos
digitales, servicios de almacenamiento, etc.) que se enumerarían
claramente, mediante comunicación suscrita con firma electrónica
reconocida (o cualificada, según el Reglamento eIDAS) pueda dejar
constancia de claves, contraseñas y ciertas instrucciones de uso.
Esas memorias testamentarias digitales, como ocurre con las memorias
testamentarias ordinarias en algunas legislaciones como la catalana,

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simplemente complementan un testamento, sin tener carácter de
documento público en sí mismo y sin poder afectar a elementos
esenciales de la sucesión.
Dicho de otro modo, en la memoria testamentaria digital se podría dejar
constancia de un nuevo perfil social, de un cambio en el sistema de
almacenamiento en la nube, pero no cambiar al heredero, reconocer a un
hijo o nombrar tutor.
Pero la cuestión no deja de ser de momento un ejercicio más que
meramente teórico, pues ni en derecho común se permiten las
memorias testamentarias, ni la firma electrónica reconocida sirve todavía
para remitir documentos al notario, ni hay documentos electrónicos en
hosting seguro notarial.

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El testamento digital online no existe
Centrándonos en el segundo tipo de testamento mencionado, e igual
que no existe el mal llamado notario digital, el testamento digital
online, como tal, tampoco existe. No hay. No se puede hacer un
testamento online, ni desde casa, ni íntegramente electrónico. Lo dejé
claro en este post, cuyas conclusiones siguen siendo las mismas hoy en
día.
Esa denominación lo que hace es crear una grave confusión, pues el
único testamento al que podría reconducirse el asunto digital, sin
intervención notarial ex ante, es el testamento ológrafo. Este tipo de
testamento, además de no ser recomendable por lo que ya comenté
en este post, quizás ahorre cincuenta euros al otorgante, pero a los
herederos les obliga a un proceso posterior mucho más difícil, largo y
costoso… y ante Notario igualmente.
Así que, ninguna ventaja veo en intentar configurar un testamento
ológrafo digital, por mucho que, como ejercicio teórico, se pueda
plantear si el requisito de ser manuscrito se podría entender cumplido
con herramientas de tinta electrónica y huella biométrica. Lo mismo
puede aplicarse respecto de los testamentos audiovisuales, que no son
admitidos, salvo para apoyar un testamento oral en casos excepcionales,
conforme a lo introducido por la Ley de la Jurisdicción Voluntaria,
cuestión que traté en este post cuando todavía era un Proyecto.

Las cuatro fases del testamento: Asesoramiento,


redacción, cita y firma
Centrando conceptos en lo que común, pero erróneamente, se denomina
testamento digital online, y para analizar mejor la situación, podemos
dividir el otorgamiento de todo testamento en cuatro fases. La
primera fase sería la del asesoramiento, la segunda fase la de la redacción
del testamento, la tercera el concertar cita en la notaría y la cuarta la firma
u otorgamiento del testamento.
La primera de ellas es la fase del asesoramiento: Recibir al testador,
escucharle y reconducir su voluntad a las instituciones jurídicas que le
permitan a sus herederos cumplirla. Eso, me temo, que hacerlo online
por medio de un simple formulario a rellenar es imposible, o,

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cuanto menos, temerario, mientras no se desarrolle el concepto de
inteligencia artificial compleja del que trata mi compañero Javier
González Granado en este post.
Pensemos en la complejidad de desenmarañar la voluntad del testador en
un testamento con varios legados, con designación de contador partidor,
con determinación de facultades para el albacea, con nombramiento de
tutor, con distribución desigual entre hijos, con sustituciones
personalizadas, con fideicomisos, con condiciones, con desheredaciones
o causas de indignidad, con determinación del carácter colacionable de
donaciones… ¿sigo?
Hay que volver a decir que el asesoramiento notarial en relación a actos,
contratos o testamentos que se otorguen finalmente en la notaría es
siempre gratuito, lo cual por supuesto no obsta a que la persona que
quiera acudir previamente asesorada de un abogado lo haga.
La segunda de las fases es la de redacción del testamento. Para mí,
es importante que quien asesore sea quien realice materialmente la
redacción del documento, o, al menos, las líneas esenciales o la
delimitación de las instituciones que se van a plasmar después
documentalmente. Esta fase testamentaria también es gratuita, pues el
notario tampoco cobra por la redacción del documento. Es más, el
notario va a cobrar lo mismo redacte o no el testamento, se realice éste o
no conforme a minuta, entendiendo por minuta el documento
previamente redactado que le llega al Notario por el propio testador, sus
abogados, el cuñado o vecino ilustrado, etc.
La tercera parte es la de concertar cita en la notaría. Aunque algunas
empresas digitales se empeñan en vender esto como una misión
imposible y, probablemente cara, lo cierto es que es tan sencillo y tan
barato como descolgar el teléfono y llamar o mandar un correo
electrónico, o si se prefiere, desplazarse a la notaría para concertar cita.
Por tanto, no se pierde nada de tiempo ni de dinero. De nuevo, gratis
total.
Es más, la supuesta celeridad que venden algunas empresas es también
falsa: El testamento es el típico documento que se hace “sobre la
marcha”: no hay persona que venga a la Notaría preguntando por el
testamento que no lo tenga hecho de manera inmediata.
Comparemos eso con rellenar el formulario, enviar documentación,
aceptar el servicio, que te busquen cita (y te cobren por ello), buscar el
Notario (que te suelen imponer), etc.

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La última parte es la firma del testamento. En todo caso la firma del
testamento debe hacerse ante notario. Y repetimos: Siempre va Vd. a
acabar firmando el testamento ante un Notario. Eso es inexcusable, salvo
que, BOE mediante, se cambie el Código Civil y los derechos forales
sucesorios.
Es por la firma y por el momento de la explicación concreta del
testamento por lo que el notario va a cobrar. Y va a cobrar la
escandalosa cifra de aproximadamente 50 euros si se entrega copia
autorizada. Ese es el coste. Redacte el testamento o se haga conforma
minuta, se venga o no se venga asesorado, se haya concertado cita por
Internet o por teléfono. Sea o no complejo. Se haya estado cinco horas o
una asesorando al testador.
Todo lo anterior, es un testamento. Como vemos, lo único que puede
ser “digital” son las tres primeras partes (asesoramiento, redacción y
concertar cita) que son absolutamente gratuitas en la notaría y que
también pueden hacerse “online” sin problemas. Por tanto, el usuario es
libre de querer gastarse lo que quiera, de elegir el modo normal, mega-
digital, o súper-online que estime conveniente, pero debe saber qué
ofrece cada uno y por cuánto.
Dicho otro modo: Vd. llama a una notaría por teléfono desde su casa,
concierta una cita con ellos, les envía, si quiere, sus datos por correo
electrónico. Acude el día que usted quiera y a la hora que usted quiera a
la notaría que usted elija, no a la que le impongan. Le asesoran,
redactan el testamento por Vd., le informan, firma el testamento y se
lleva la copia a casa en poco tiempo. Y todo eso cincuenta euros.
Compare las ofertas para hacerlo online.
Y, por supuesto, tampoco caigamos en que el testamento es
gratuito, porque el trabajo del Notario se paga. Quizás no lo pague Vd.,
quizás entonces lo pagará su aseguradora. Lo que implica que Vd. lo
pagará en la prima, durante muchos años. Quizás, quizás, quizás…

Entonces, ¿por qué los notarios seguimos


queriendo defender la figura del testamento?
Como se ve, el testamento es un documento que ni siquiera cubre su
coste. Asesorar, redactar y leer un testamento no suele bajar de una hora

69
de trabajo de un oficial, más media hora de trabajo del notario, así como
de 10 o 15 minutos de trabajo del copista. Después de la firma, está la
obligación de rellenar los índices, de mandar los partes testamentarios al
registro de actos de última voluntad y de anotar la expedición de copia
en la matriz. Que por todo esto, por cierto, tampoco se cobra nada.
De hecho, sería más rentable para el Notario que una persona falleciera
sin testamento: la declaración de herederos es más cara. Incluso el
adverar y protocolizar el testamento no notarial es también bastante más
caro y más complicado.
La respuesta es que el testamento resume la esencia del
Notario: vocación de servicio público, contacto directo con el usuario,
asesoramiento, previsión, eficacia y rapidez. Además, se ahorra tener
después que hacer en el heredero una declaración de herederos
abintestato que le cuesta tres o cuatro veces más, teniendo que traer
incluso testigos a la notaría, aportar documentación. etc. Queda más
protegido que sin testamento, se puede nombrar tutor, se puede
moralizar y distribuir por partes desiguales entre herederos, se puede
nombrar contador partidor, etc.

José Carmelo Llopis Benlloch

Fuente original:
http://www.notariallopis.es/blog/i/1333/73/con-la-muerte-digital-no-se-juega-el-
testamento-online-no-existe

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JOSÉ CARMELO LLOPIS
BENLLOCH
Notario desde el año 2008,
actualmente cuenta con despacho en
Ayora (Valencia), perteneciente al
Colegio Notarial de Valencia.
Compatibiliza su actividad con el
ejercicio de la mediación en el seno de
la Fundación Solutio Litis del Colegio
Notarial de Valencia.

Publica semanalmente sobre derecho, notarios y nuevas tecnologías en


su blog http://www.notariallopis.es/blog/ .

Twitter
@josecarmelollb - https://twitter.com/josecarmelollb

LinkedIn
https://es.linkedin.com/in/jose-carmelo-llopis-benlloch-b7717b69

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5
Testamento, legado, herencia…
¿digital?

Luis Fernández-Bravo Francés

Una preocupación permanente del ser humano, desde tiempo


inmemorial, es la organización de sus asuntos para después de su muerte.
Este concepto de trascendencia aparece ya en las pinturas rupestres y en
las formas de enterramiento prehistóricas, por no hablar del Antiguo
Egipto. Incluso los romanos, cuyo Derecho civil es en todos los sentidos
padre del nuestro, consideraban deshonroso el hecho de fallecer sin
testamento.
Como es lógico, la Red no iba a quedar fuera de una tendencia tan
natural, pero es que, además, internet es comercio y para cualquier
demanda surge inmediatamente la oferta correlativa. Un día conocemos
que unos padres no han podido acceder al perfil que su hijo fallecido
tenía en una conocida red social. Al poco tiempo, surge la respuesta a la
necesidad y su comercialización: empresas que, empleando diferentes
fórmulas, nos ofrecen nombrar “albacea digital”, activar un perfil “post-
mortem” en nuestra red social favorita y hasta hacer “testamento” o
“legado” por supuesto digital.

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¿Existe el “testamento digital”?
La respuesta es sencilla: no.
El testamento es un documento notarial de reducido coste, como ya
explicó mi compañero Dámaso (“Solo un necio confunde valor y precio:
el valor del documento notarial”). Es, además, una escritura
aparentemente muy simple, pero conlleva una enorme complejidad
técnica y una exigencia formal de extrema rigidez para garantizar tanto la
libertad en la formación de la voluntad del testador como la legalidad de
su contenido y efectos. Así lo vimos en el post “El testamento y sus
complementos: el ‘testamento global”.
Lo que se ofrece en la Red, en realidad, es un formulario de contacto y
un asesoramiento previo para que, finalmente, se otorgue un testamento
notarial válido. Pero no olvides que el testador debe expresar su
voluntad siempre ante notario, que el asesoramiento por éste no tiene
coste alguno, que hay casi 3.000 notarios en España y que tienes derecho
a elegir, libremente, el que mejor te parezca, tal y como explicó mi
compañera María en el post “Elegir notario: yo decido, yo pago”.

Entonces, ¿qué ocurre con mis cosas?


Nuestras redes sociales empiezan a ofrecernos designar a una o varias
personas que recibirán nuestras claves o hacer una especie de memorial
en el que familiares y amigos puedan dejar sus mensajes de condolencia.
Una especie de “lápida digital” con flores, por supuesto digitales, que
dura lo que dure la empresa que presta el servicio. ¿Alguien se acuerda de
Netscape? ¿Y de Microsoft Messenger?
Jurídicamente, el “encargado” podría tener encaje en el albacea: persona
que el testador designa para que se ocupe de cumplir su última voluntad
y así se habla del “albacea digital” con este u otros nombres.
El problema es la forma de designación, ya que el albacea debe ser
nombrado necesariamente en testamento y ya hemos visto cuáles son los
requisitos de este tipo de documento.

74
Entonces, ¿cómo se hace?
En mi opinión, no hay diferencias entre “herencia digital” y la analógica.
La herencia es la herencia y, según la Ley, “comprende todos los bienes,
derechos y obligaciones de una persona, que no se extingan por su muerte”. Su
transmisión se produce por la voluntad manifestada en testamento y, a falta de
éste, por disposición de la Ley.
El heredero designado en testamento o, a falta de testamento, el
designado por la Ley, sucede en todo lo que queda tras la muerte y, por
tanto, recibe también los derechos relativos a las redes sociales, del
mismo modo que tendrá derecho a la caja donde se guardan los
documentos más íntimos del fallecido. Y, como legítimo heredero, su
derecho prevalece sobre el “albacea o heredero digital” que fue
designado sin garantías en una red social.
En definitiva, no hay nada nuevo bajo el sol y el concepto de “lo digital”
parece impulsarnos a confundir medios con fines, creando soluciones
nuevas para problemas viejos que ya están resueltos hace muchos,
muchos años.

Luis Fernández-Bravo Francés

Fuente original:
http://www.notariosenred.com/2015/09/testamento-legado-herencia-digital/

75
LUIS FERNÁNDEZ-BRAVO
FRANCÉS
Luis Fernández-Bravo Francés nació
en Ciudad Real en 1972. Notario
desde 2002, actualmente realiza su
actividad profesional en Puertollano
(Ciudad Real). Publica generalmente
artículos relacionados con el sector de
la Notaría en el portal NOTARIOS
EN RED, en la siguiente dirección de
Internet:
http://www.notariosenred.com/author/luisfernandez/ .

Twitter
@luisfbf99 - https://twitter.com/luisfbf99

LinkedIn
https://es.linkedin.com/in/luis-fdez-bravo-franc%C3%A9s-11347528

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77
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6
El testamento digital sí existe y
ya ha llegado

Judith Giner Gandía (Mi Legado Digital)

El nacimiento de una startup se produce a partir de una idea que


soluciona una necesidad. Pero una startup deja de serlo cuando
demuestra establecer un modelo de negocio sostenible, rentable y
escalable, tanto a nivel nacional como internacional. El éxito radica en
adaptarse a los cambios, entre otras cosas.
La revolución digital ha dado a conocer nuevas necesidades de la
sociedad (en este artículo ya hablábamos sobre este tema). La creación de
cantidades ingentes de activos digitales en red, hace que muchos de
nosotros tengamos dudas razonables sobre el destino de dichas
pertenencias digitales, nuestra reputación online, y todo lo referente a lo
que hoy conocemos como Derecho al Olvido.
Era reconocida la ignorancia sobre la forma de proceder, la falta de
accesos simplificados y la incertidumbre de familiares de fallecidos.

79
Testamento Online y Testamento Digital (que
también podría llamarse Online)
Bien diferenciado por Juristas con Futuro, entre:
 Testamento Online: un testamento al uso que lo realizamos por
medios digitales. Modalidad que se discute en foros
especializados por sus complicaciones legales y técnicas.
 Testamento Digital: Podemos definirlo como un documento
legal que permite a una persona dar instrucciones sobre qué
hacer con su presencia digital una vez que fallezca.

Herencia Digital y Voluntad Digital


Es importante diferenciar entre:
1. Designar albacea para cumplir con la voluntad de la
persona sobre activos digitales existentes, ya sea dejando
herederos para cada activo (cuentas o archivos varios),
nombrando a su albacea Administrador para cierre de cuentas, o
acogiéndose al llamado Derecho al Olvido, y
2. otra muy diferente, que uno pueda elegir como despedirse de
modo digital, ya sea a través de mensajes (o mensajes
programados) o videos personales, con un último post en redes
sociales, foros o blogs, diseñando su biografía o árbol
genealógico para la posteridad utilizando la identificación digital
en sus soportes para el recuerdo, etc.

Servicios testamentarios y Servicios a familiares


Los primeros, designados por el testador y los segundos, por el/los
heredero/s.
Las plataformas testamentarias en internet están preparadas para
soportar enormes cantidades de datos con la máxima seguridad que a día
de hoy internet ofrece.

80
Los servicios a familiares se realizan de manera “artesanal”, cuidando al
detalle cada gestión; informes de presencia online, diseño, gestión del
legado, memorial, etc.

El Testamento Digital Notarial


El 40% de los españoles no hacen testamento.
Ni que decir tiene todos los problemas a los que se enfrentan los
familiares del fallecido cuando no existe testamento. Y cuántas herencias
quedan huérfanas y adquiere directamente el estado.
La cultura de este país respecto a la muerte y a anticipar las voluntades
(respecto de otros países latinos), deja mucho que desear, por lo que
nunca vendrá de más cualquier información adicional, o cualquier
herramienta que, puesta a disposición del testador, facilite la labor.
Huir de internet es irracional. Existen determinados servicios que a día
de hoy son imposibles de ofrecer de manera offline. Se hace muy
complicado poder mantener las contraseñas y claves de acceso
actualizadas de manera offline. Es impensable. Y es lógico que la
herencia digital se elabore digitalmente.
Ahora bien, se necesita un gran equipo detrás de dichas plataformas
actuando de modo cercano al usuario, para tratar de dar soluciones
personalizadas a problemas muy diversos y de diversa complejidad. Por
eso, la gestión del legado digital post-morten suele tener un precio
personalizado y adaptado a las necesidades del propietario del legado
digital.
Después, como siempre, el mercado determinará si prefiere contratar
servicios online o no, ante el asesoramiento, la ayuda, el seguimiento,
precio (que también determina el mercado) y calidad prestada. Pero las
nuevas generaciones lo tendrán claro, es la inevitable inercia. Y quien no
esté digitalizado, quedará fuera.
Lamentablemente, y como siempre, sectores tradicionales se resisten
al cambio, y proponen sistemas anticuados y complejos con tal de no
ceder ante lo irremediable.
La disrupción en este sector está trazada. Las plataformas de
Testamento Digital han irrumpido fuertemente en internet y, dotadas de

81
unas infraestructuras tecnológicas únicas y de personal altamente
cualificado, facilitan a los usuarios una forma sencilla, segura y, por qué
no decirlo, divertida, de dejar todos sus asuntos zanjados.
Las compañías que a día de hoy ofrecen servicios de testamento online,
actúan dentro de los límites establecidos en la ley vigente, y ante los
necesarios cambios de actualización de esta ley, siempre encontrarán la
manera de adaptarse (Uber vuelve a España para hacerse un hueco
legal).
Es indispensable la colaboración con los notarios para el registro de
estas últimas voluntades, garantizando su validez, pues la herencia digital
debe completar la analógica.

La cobertura del testamento digital dentro de los


seguros de decesos, vida, etc.
Este servicio complementario en las pólizas de seguro (al igual que
existen otros como asistencia médica telefónica, asistencia jurídica, o
acceso con descuentos a médicos privados), provee de un valor
añadido al asegurado.
Dispone de una herramienta moderna y adecuada a las necesidades de
los tiempos que corren, sobre todo para un sector joven de la población,
que de otra manera, nunca se hubiese planteado contratar un servicio
tradicional de decesos.

Aportación adicional al #RetoJCF


Nuestra aportación adicional al reto (como el testamento digital en el
#SEO, artículo del informático Oscar Domínguez) propone el análisis
de un posible nicho de mercado en actuaciones para dar Caza a
Herencias Digitales (como éstos cazadores de herederos de herencias
materiales), que trataría de localizar herencias dinerarias o no (saldos
positivos en eBaY o PayPal, derechos de imagen, derechos de autor y
propiedad intelectual, blogs y webs con determinado tráfico e ingresos en
publicidad, etc.), existentes en plataformas con un valor incalculable o
incluso emocional.

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Localizar a los legítimos herederos, que de otra manera no conocerían
nunca la existencia de dicha herencia y cobrar una pequeña comisión.
Abogados, genealógicos, informáticos, investigadores, incluso
historiadores, podrían formar un buen equipo para valorar las herencias
positivas sin reclamaciones y encontrar al legítimo heredero con final
feliz para todos.

Judith Giner Gandía (Mi Legado Digital)

Fuente original:
https://www.milegadodigital.com/2015/12/30/el-testamento-digital-si-existe-y-ya-
esta-aqui/

83
JUDITH GINER GANDÍA
Profesional dedicada al sector
asegurador durante más de una
década, es especialista en informática
de empresas. También es
emprendedora en TI y economía
colaborativa. Es socia en Bequest
Digital Trust, S.L., y fundadora de Mi
Legado Digital, BioBeq.com y
@Digital_IdBox.

Iniciándose en inversión. Muro de Alcoy. Puedes escribirle a


judith.giner@milegadodigital.com .

Twitter
@JudithGiner - https://twitter.com/JudithGiner

LinkedIn
https://www.linkedin.com/in/judith-giner-06811042

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7
¿Cómo influye el testamento
digital en el SEO?

Óscar Domínguez Merino

Hace unos 3 años aproximadamente, una de esas típicas noches donde el


insomnio te ataca en forma de tormenta de ideas, me pregunté que
pasaría con toda esa información que una persona subía a la nube si
fallecía de modo repentino. ¿Quién se encargaría de gestionarla,
administrarla, incluso eliminarla? ¡¡Negocio!! A la mañana siguiente, mi
gran amigo y socio Ricardo fue testigo oyente de mi disruptiva idea. Me
felicitó por mi brillantez y él también vio una oportunidad de negocio.
Hoy ya existen empresas en Internet que se encargan de este tipo de
servicios, lo que algunos llaman testamento digital.
Cuando una persona fallece, se encargan de administrar toda la
información que esa persona gestionaba directa o indirectamente en
Internet: correo electrónico, perfiles en redes sociales, dominios y sitios
web, blogs, retirada del dinero digital, etc. Unas veces para que sea
gestionada por los familiares y, en otros casos, para que sea eliminada
definitivamente.
En este artículo pretendo hacer mi honesta contribución al reto jurídico
planteado en Juristas Con Futuro. No soy abogado, pero trabajo con
personas que sí lo son. Esta es mi particular visión sobre este tema,

87
desde mi posición profesional como experto informático en marketing
online y posicionamiento web.
Respecto al tema en cuestión, creo que sería conveniente digitalizar
estos servicios porque, casi en su totalidad, las gestiones de dichos
servicios son propiamente digitales. Ahora bien, ¿deben ser las
notarías las encargadas de gestionarlos? Por supuesto. Bien con personal
in-house especializado, bien contratando los servicios especializados de
profesionales o empresas específicas. Aquí se unen tecnología y derecho
en un servicio conjunto que no es posible realizar cuando falta alguna de
esas dos ramas.
Recordemos que tanto el sector de la abogacía como el de la notaría
todavía les queda mucho camino que recorrer en cuanto a adaptación a
las nuevas tecnologías se refiere. Es cierto que ya algunos profesionales
lo están haciendo, pero da la sensación de que siempre van uno o dos
pasos más atrás que otras profesiones.

Las notarías deberían ser las encargas de


digitalizar los servicios de testamento digital, bien
con la formación y especialización de personal
propio, bien contratando los servicios de
profesionales especializados.

De la misma forma, el sector de las notarías debería llegar a un acuerdo


de procedimiento al respecto, que podría consistir en preguntar, a la hora
de diseñar y redactar un testamento, al testador si posee vida digital y, en
ese caso, solicitarle que facilitara todo tipo de información posible acerca
de sus cuentas, perfiles, correos electrónicos, los datos de acceso, etc., y
determinar quien o quienes deberían gestionar o eliminar su vida digital.
En caso de no existir dicha cláusula o testamento digital, debería existir
un procedimiento específico de actuación para tales casos, lo que haría
más ágil todo el proceso, sobre todo para las familias de los fallecidos,
que, además de la tristeza del momento por la pérdida de un ser querido,
en la mayoría de ocasiones, se ven envueltas en complejos, tediosos y
poco agradables procesos legales, principalmente de tipo hereditario.

88
Si al hacer un testamento existiera una cláusula
para saber qué hacer con los bienes digitales y con
el rastro digital del testador, el proceso sería más
ágil y eficaz, sobre todo para los familiares.

Pero a mi me gustaría llegar un poco más lejos. En este apasionante


desafío legal sólo se ha mencionado el rastro digital que la propia
persona ha creado y los bienes digitales que posee. Pero, ¿qué ocurre
con el SEO? Recordemos que el SEO (Search Engine Optimizatión) es
un conjunto de técnicas, procedimientos y mecanismos cuyo objetivo es
posicionar de forma natural un sitio web en las posiciones más altas de
los buscadores de Internet, para así aumentar las visitas (lo que provoca
mayor popularidad, mejor reputación u obtener más ingresos). ¿Qué
ocurre cuando el fallecido era un profesional que encargó trabajos de
posicionamiento en buscadores (SEO) para relanzar su web, su negocio,
su imagen profesional o su reputación online?
Una parte del SEO consiste en la creación de enlaces por Internet
(Linkbuilding) en cientos y cientos de sitios web de terceros, cuyo
objetivo es generar tráfico hacia la web que se desea posicionar. Esto
significa que se va creando un rastro digital y online totalmente ajeno al
cliente, pues dicho contenido no es creado por la propia persona. Sólo el
experto o agencia SEO encargada de dicho trabajo conoce de primera
mano donde se encuentran alojados esos enlaces, que en la mayoría de

89
las veces están acompañados de información sobre el cliente que encarga
el trabajo.
Veamos un ejemplo más clarificador que nos ayudará a entender la
relación entre el testamento digital y el SEO. Imaginemos que el Doctor
Odontólogo Don Fulanito Detal (en adelante dentista) acaba de abrir su
clínica dental privada en Zaragoza. Tiene una pequeña web en Internet
para promocionar su inaugurada clínica y desea que aparezca en las
primeras posiciones de Google cuando cualquier persona busque “clinica
dental zaragoza”. Para conseguirlo, contrata los servicios profesionales
de un experto SEO.
El experto realiza el servicio durante 9 meses, donde parte del trabajo
consiste en crear enlaces de calidad en sitios web de terceros, como el
que se puede ver en la imagen. Observamos que, además del enlace hacia
la web del dentista, aparece un pequeño párrafo donde se lee el nombre
del dentista, número de colegiado y otra información sobre su clínica.
Imaginemos que hay cientos de enlaces similares en otros cientos sitios
web y que el experto ha llevado a la primera posición de Google la web
de la clínica dental.

Simulación de un enlace creado en un sitio web perteneciente a trabajos de


posicionamiento web. Datos ficticios.

90
Ahora pongámonos en lo peor. El dentista fallece repentinamente. Sus
herederos cierran la clínica dental, dan de baja la web de la clínica,
cancelan los perfiles de las redes sociales del dentista, etc. Pero, ¿qué pasa
con esos enlaces? En ellos sigue apareciendo el nombre del dentista e
información sobre él. ¿Cómo se pueden detectar? ¿Cómo se pueden
eliminar definitivamente de Internet?
Llegados a este punto, aquí se suma una tarea extra, consistente en
eliminar el rastro digital creado por tareas de posicionamiento en
buscadores. Gracias al ya popular derecho al olvido este trabajo está
más que cubierto, pero ¿es una tarea de las notarías? ¿Deben aprender y
formarse los notarios también en temas de indexación en Google y en
herramientas de Webmasters? El sentido común nos dice que no, que
deben externalizar este tipo de servicio. Sobre todo porque es algo que es
imposible de detectar, incluso irrelevante para el testador cuando redacta
su testamento digital.
Pensemos que cabe la posibilidad de que haya repartidos por Internet
cientos, miles, de enlaces que hablen o enlacen contenido sobre el
fallecido, y que, de cualquier manera, todos ellos deben: Detectarse,
Eliminarse y Desindexarse.
Si bien es cierto que existen métodos alternativos que ayudan a realizar
estos 3 pasos, el experto o agencia SEO que los creó podrá realizarlos de
una forma más rápida y eficaz (si realmente son verdaderos expertos en
SEO tendrán un listado con todos los enlaces creados a cada cliente). Y
es aquí, queridos compañeros SEO, donde se abre un nuevo nicho de
mercado para todos los que nos dedicamos a esto del posicionamiento
en buscadores: deshacer lo creado.
Pregunta para las empresas encargadas del testamento digital: ¿Habéis
tenido en cuenta esta opción? ¿Disponéis de los medios técnicos y
humanos suficientes para solucionarlo? ¿Cómo dais solución a casos así?
¿Habéis tenido algún caso así? Os invito a este apasionante debate
dejando vuestro comentario u opinión al final del artículo.

Deshacer el #SEO de un cliente fallecido puede ser


una nueva oportunidad de negocio. #RetoJCF

91
Lo difícil para el experto SEO en este caso, será detectar cuáles de sus
clientes (algunos ya ex-clientes) fallecieron para ofrecer este nuevo
servicio. ¡¡Ojo!!
Si alguien se puede preguntar en qué punto queda la ética o moral sobre
esto, debería hacerse la misma pregunta sobre el negocio funerario, un
negocio que, bajo mi punto de vista, ha tenido, tiene, y tendrá el mayor
nicho de mercado del planeta, pues todos, al fin y al cabo, somos
potenciales clientes.
Con estas líneas, doy por finalizada mi contribución a este desafío legal,
invitando a todos los participantes en el mismo a aportar su opinión y
comentario respecto a este artículo que acaba de leer. Creemos debate.
Soy Óscar Domínguez Merino, SEO Manager y Responsable Técnico de
Juristas Con Futuro.
Muchas gracias por leerme.

Óscar Domínguez Merino

Fuente original:
http://www.oscar-dominguez.com/blog/marketing-online/posicionamiento-
web/como-influye-el-testamento-digital-en-el-seo/

92
ÓSCAR DOMÍNGUEZ
MERINO
Experto en Posicionamiento Web
(SEO) y Optimización Web (WPO).
Desarrollador Web e informático de
profesión y devoción. Como
programador, ha desarrollado cientos
de aplicaciones de escritorio de
diferente índole, tanto para empresas
como para organismos públicos de
toda España.
Actualmente compagina su trabajo como profesional independiente con
el trabajo para 3 de las empresas locales más punteras en materia de artes
gráficas, fotografía, desarrollo web y marketing online. Ha publicado
cientos de artículos sobre SEO y marketing online en diferentes portales
de Internet, destacando su blog personal y profesional en
http://www.oscar-dominguez.com/blog/ .
Ha participado en numerosos proyectos web, sigue participando en otros
tantos y seguirá haciéndolo. Apasionado del mundo de Internet y el
Marketing Online es el Director Técnico de Juristas con Futuro.
Ha sido el encargado de diseñar y maquetar este ebook conjuntamente
con Sonsoles Valero Barceló.

Twitter
@oscardom78 - https://twitter.com/oscardom78

LinkedIn
https://es.linkedin.com/in/oscar-domínguez-merino-275b6b5b

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94
8
Derecho e identidad digital
post-mortem

Ricardo Oliva León

I. Inmortalidad de la identidad digital


Actualmente hay en el mundo unos 7.300 millones de habitantes. La
próxima década todas esas personas estarán representadas online:
tendrán una identidad digital.
Quien ha leído el libro El Futuro Digital muy probablemente coincidirá
con lo predicho por sus autores acerca de la conectividad digital: los
ciudadanos conectados produciremos ingentes cantidades de datos que
nos permitirá lograr capacidades que jamás antes habíamos imaginado,
pero, al mismo tiempo, perderemos gran parte del control sobre nuestra
información personal desperdigada en el espacio virtual, lo que tendrá
consecuencias significativas en el mundo físico. Por tanto, el reto al que
nos enfrentamos como individuos será determinar qué pasos tendremos
que dar para recuperar el control de nuestra privacidad y seguridad.
¿Te has preguntado alguna vez quién custodiará tu acervo y rastro
digital cuando mueras y cómo lo hará? Si en vida ya empieza a ser
complicado controlar nuestro patrimonio digital (esencialmente
compuesto por toda esa información sobre nosotros que circula en

95
Internet y por los derechos adquiridos frente a empresas que comercian
bienes digitales en canales de distribución web) en la dimensión post
mortem la complicación es aún mayor, ya que con la muerte de la
persona física los bienes del difunto pasarán a otras personas que le
sustituirán en sus deudas, el gobierno y la administración de su
patrimonio. Se aplicarán las reglas jurídicas establecidas para la sucesión
hereditaria o sucesión por causa de muerte.
A muchos puede que no les interese conocer en vida que pasará con su
patrimonio digital una vez que se hayan ido de este mundo. Lo cierto es
que podrían llegar a convertirse en verdaderos zombis digitales, puesto
que su identidad digital sobrevivirá a su vida física de un modo
indefinido siendo, incluso, teóricamente posible que permanezcan en el
ciberespacio eternamente, con lo cual podrían llegar a ser
auténticos inmortales digitales.
El tema tiene relevancia práctica. A través del presente artículo voy a
explicar dónde radica la importancia de este asunto y cuáles son las
herramientas que actualmente nos ofrece el Derecho para proteger post
mortem el patrimonio digital. Finalmente, mostraré cómo las
ineficiencias y los vacíos normativos en materia de salvaguarda de
los bienes digitales han originado la creación de modelos de negocio
orientados a resolver los problemas de desprotección legal.

96
Bienes y canales de venta en la era digital
1. Bien físico y canal de venta físico
Desde que se inventó el comercio y hasta nuestros días, las empresas y
los comerciantes han vendido productos que eran objetos físicos, es
decir, objetos que se podían percibir con los sentidos como comida,
artículos para el hogar, medicamentos, automóviles, libros, etc. Estos
bienes “físicos” se han ofrecido a los clientes a través un canal de
distribución o de venta físico (cara a cara o frente a un mostrador):
comerciales y vendedores que visitaban directamente a los clientes, o
usuarios que se acercaban personalmente a los establecimientos
mercantiles.
Jurídicamente, este tipo de transacción encajaría con lo que
se conoce como ventas en ferias o mercados que aparecen
recogidas en el Código de Comercio (artículo 83), ventas
ambulantes o no sedentaria mencionadas en la Ley 7/1996,
de 15 de enero, de Ordenación del Comercio Minorista
(artículo 53), y en general con cualquier compraventa
realizada directamente al cliente desde un establecimiento
comercial, industrial o de servicios.

2. Bien inmaterial y canal de venta físico


Con el paso de los años, los productos se sofisticaron para dejar de ser
únicamente bienes físicos: ya no se podían tocar y pasaron a ser también
“inmateriales”, tales como las creaciones intelectuales, con o sin
aplicación industrial (como, por ejemplo, los programas de
ordenadores o software, las bases de datos, las marcas y las
patentes), derechos de crédito centrados en la devolución de los
recursos prestados (las obligaciones o los bonos), las promesas de
indemnizar los daños causados por un siniestro (los
seguros), derechos de índole participativa que reconocen al inversor
de un derecho de propiedad en el patrimonio del emisor (las
acciones), entre otros.
Todos estos bienes inmateriales podían venderse también por medio
de un canal de distribución físico, y buen ejemplo de ellos son los
programas de ordenadores. En efecto, los software son fácilmente
adquiribles, al por menor y como productos independientes, en tiendas

97
especializadas en informática, aunque para cumplir su función necesiten
ser usados en combinación con un ordenador o portátil. La gente los
compra para resolver problemas empresariales y domésticos, o para
divertirse (así tenemos procesadores de texto, hojas de cálculo; software
que ayudan en la gestión de despachos; programas que automatizan la
fabricación; videojuegos, etc.).
Desde una perspectiva jurídica, hablar de software, base de
datos, marcas y patentes implica referirse a creaciones
intelectuales, técnicas y comerciales que, en España, según
el caso, se regulan o por la propiedad intelectual (Real
Decreto Legislativo 1/1996, de 12 de abril, Texto Refundido
de la Ley de Propiedad Intelectual), o por la propiedad
industrial (Ley 17/2001, de 7 de diciembre, de Marcas, y Ley
11/1986, de 20 de marzo, de Patentes próximamente
reemplazada por la Ley 24/2015, de 24 de julio, Ley de
Patentes). Estos bienes inmateriales, ya sean regulados por la
propiedad intelectual o por la propiedad industrial, tienen
algo en común: su ubicuidad (la posibilidad de disfrute de la
obra, de la marca o de la patente por un número ilimitado de
personas al mismo tiempo) y la universalidad de su
explotación y disfrute.

3. Bien físico y canal de venta inmaterial


Con la irrupción de Internet se creó un nuevo canal de ventas (la web)
que no requiere la presencia física de los contratantes. Nace así un nuevo
tipo de empresa dedicada a vender productos físicos a través de la red o
de modo online. Las primeras empresas fueron Amazon, Apple, Dell,
Best Buy, Staples, Walmart, Zappos, Vistaprint, etc. A este grupo se
sumaron las compañías que se iniciaron con la venta de productos físicos
en lugares físicos que migraron después hacia el canal digital.
La empresa dedicada al comercio electrónico viene a cubrir un nuevo
nicho de mercado: bienes físicos vendidos a través de un canal web.
Internet revolucionó el mundo de la distribución física: los comercios
dedicados a la venta de zapatos, libros, música, películas o electrónica de
consumo ahora también podían venderlos a través del ciberespacio. Las
ventas a través de un canal web se podían realizar utilizando formularios
online, descargas desde plataformas, almacenamiento de archivos en la
nube, correo electrónico, etc.

98
Jurídicamente hablando entramos en la era de la contratación
electrónica, una contratación entre ausentes que exige, a fin
de garantizar la validez del contrato electrónico, salvaguardar
un conjunto de garantías imprescindibles referidas a la
capacidad de las partes para contratar, la legalidad de los
mensajes y su imputabilidad al sujeto emisor, su
autenticidad e integridad, su recepción y conservación por el
destinatario, cuestiones éstas sobre las que la Ley 34/2002,
de 11 de julio, de Servicios de la Sociedad de la Información y
de Comercio electrónico ha tratado de dar respuesta.
Adicionalmente, a fin de proveer un instrumento seguro de
atribución de la emisión del mensaje a través de medios
electrónicos y otorgar confianza a las transacciones
telemáticas, cobra sentido la aparición de la firma electrónica
la que, de ser reconocida, tendrá una equivalencia funcional
con la firma manuscrita, como lo ha establecido la Ley
59/2003, de 19 de diciembre, de firma electrónica.

4. Bien inmaterial y canal de venta inmaterial


Con la entrada del siglo XXI surge una nueva clase de productos
inmateriales que únicamente existen y pueden comercializarse a través de
un canal web de distribución (ya sea desde un ordenador fijo o portátil,
una tableta o un móvil) que, para simplificar, llamaré canal web/móvil:
me refiero a los servicios de alojamiento en la nube (Dropbox, Google
Drive), las redes sociales (Facebook, LinkedIn), los microblogging
(Twitter), los motores de búsqueda (Google, Bing), los videojuegos
sociales en línea (Zynga), las plataformas de pago y transferencia de
dinero a través de Internet (PayPal, Moneybookers), las aplicaciones para
ayudar a optimizar el tiempo a los abogados (M3trify), entre otros.
Jurídicamente, estos bienes inmateriales comercializados a
través del canal web/móvil -que llamaré a partir de ahora
bienes digitales para distinguirlos del resto de bienes
inmateriales- son esencialmente los datos personales de los
usuarios de las empresas y, por extensión, su reputación
online: la identidad digital se ha convertido en el principal
activo de las empresas en la era de Internet.

99
Hablar de datos e información personales implica mencionar,
principalmente, el derecho de supresión o borrado del rastro digital
(derecho al olvido), la transferencia nacional e internacional de datos
personales entre compañías, el derecho a la portabilidad de datos (a fin
de permitir la migración de información de perfiles entre redes sociales o
servicios de Internet), la transferencia de ficheros alojados en la nube, la
suplantación de la identidad digital, así como la entrega de dinero de las
cuentas online del usuario. Sobre muchas de estas cuestiones se ha
pronunciado el recientemente aprobado Reglamento Europeo de
Protección de Datos aún no vigente porque está pendiente de
ratificación.
Adicionalmente, muchos productos que tradicionalmente han sido
“físicos” hoy se han “digitalizado”, es decir, se han convertido en “bits”
para venderse como tales: ahora podemos adquirir eBooks, eMusics,
además de películas, viajes, acciones y bonos virtuales. Nacieron
así Spotify y Netflix, entre otros.

Bienes y Canales de Venta en la era digital. Fuente del gráfico: Steve Blank y Bob Dorf
(2012): The Startup Owner’s Manual.

100
¿Qué hemos aprendido sobre los bienes y canales de venta en la
era digital?
Que las antiguas reglas y herramientas para los negocios y canales físicos
han quedado obsoletas en la era digital. Hoy en día es posible crear una
empresa, una Start-up que genere millones de dólares/euros en pocos
meses. Steve Blank, en su libro The Startup Owner’s Manual (2012), lo
explica claramente: “las empresas han aprendido que cuanto más cerca están de un
canal web/móvil y de un producto web/móvil, más rápido se puede cambiar, probar y
optimizar tanto el producto como la oferta. Se necesitan nuevos procesos
para adaptarse rápidamente a la nueva libertad que proporciona un
canal y un producto web/móvil y los han encontrado en el desarrollo de
clientes”.

Herencia y Legado de bienes digitales


Con la muerte de la persona física se activa la institución de la sucesión
hereditaria. El Código Civil establece que los “los derechos a la sucesión
de una persona se transmiten desde el momento de su muerte” (artículo
657). Se entiende que cuando alguien fallece, otro u otros tienen que
hacerse cargo de sus haberes y de sus deudas lo que explica que el
Código Civil señale que la “herencia comprende todos los bienes,
derechos y obligaciones de una persona, que no se extingan por su
muerte” (artículo 659) y que “los herederos suceden al difunto por el
hecho solo de su muerte en todos sus derechos y obligaciones” (artículo
661). Heredero será, por tanto, aquél que sustituya al fallecido en la
titularidad de sus bienes y deudas, y el gobierno y administración de su
patrimonio.
La ley (el Código Civil y los Derechos Forales Sucesorios en las CC.AA.
que los tengan) y el testamento son los dos vehículos que establecen
qué personas heredan o suceden al titular fallecido. El causante de la
herencia puede fijar en vida su “última voluntad” a través del testamento
(sucesión testada) y en caso que no lo hiciera o aquél fuera insuficiente se
aplicará lo establecido por la ley (sucesión intestada). Junto al
nombramiento de heredero, el testador puede disponer que bienes
individualizados o un grupo de ellos (por ejemplo, un violín, un piso, una
cantidad de euros) se atribuyan, como una especie de regalo o donativo,
a ciertas personas llamadas legatarios.

101
Pues bien, cuando el patrimonio del causante está compuesto
únicamente por bienes físicos o materiales la ley y el testamento
pueden resolver sin mayores problemas lo referido a qué personas
suceden al titular fallecido, bajo qué condiciones, y cómo ejercer y
proteger tales bienes. Por otro lado, cuando nos encontramos frente
a bienes inmateriales que no son bienes digitales, el Código Civil se
queda corto y necesita el apoyo de leyes especiales, como sucede en los
siguientes casos:
 Los derechos de explotación de una obra (libros, software, base de
datos, discos, etc.) que, como dispone el artículo 26 del Texto
Refundido de la Ley de Propiedad Intelectual, tendrán una duración de 70
años después de su muerte. Por tanto, los herederos de los autores
cuentan con un límite temporal legal para poder sacarle rendimiento a
la creación de su causante.
 El ejercicio de acciones protectoras frente a lesiones que afecten el
derecho al honor, intimidad o imagen de una persona fallecida, ocurra
ello antes o después de su muerte, por parte de determinadas
personas que podrán ser designadas vía testamento y entre las que
podrá haber, incluso, una persona jurídica, en cualquier caso hasta
dentro de los 80 años siguientes al fallecimiento. Así, el artículo 4
de Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, sobre Protección Civil del Honor,
Intimidad Personal y propia Imagen ha regulado la protección de la
memoria del fallecido (nótese que esta ley fue aprobada el siglo
pasado cuando el boom de Internet aún no había llegado).
 El llamado derecho de rectificación que se otorga a los herederos
(o a los representantes de éstos) del perjudicado por la divulgación de
hechos que se considere inexactos o perjudiciales, a fin de pedir la
rectificación de la información difundida por el medio de
comunicación social en que tuvo lugar (artículo 1 de la Ley Orgánica
2/1984, de 26 de marzo, reguladora del Derecho de Rectificación).
Ahora bien, la situación se complica cuando lo que se pretende dejar en
herencia o legado son bienes digitales y cuando lo que se trata de
proteger post mortem son derechos relacionados con la identidad
digital del causante. En primer término, estoy hablando del dinero que
pueda tener el fallecido en cuentas que permiten hacer pagos en sitios
web, como PayPal o MoneyBookers; de sus ficheros alojados en la nube
(como Google Drive, Dropbox) donde podría guardar desde fotos hasta
la clave de su firma electrónica de una cuenta bancaria en un banco
suizo, o una fórmula química como secreto industrial; de los derechos

102
eMusic que puede tener en Spotify; y de las películas y series que pudiera
tener en Netflix. En segundo término, me refiero a toda la información
personal del fallecido que figura en sus perfiles sociales (Facebook,
LinkedIn, etc.), a sus cuentas de correo electrónico (Gmail, etc.), a sus
datos personales transferidos a compañías ubicadas fuera de la Unión
Europea en el marco del Acuerdo de Safe Harbour, a su derecho a la
autodeterminación informativa, a su derecho al olvido, y a la protección
contra la suplantación de su identidad digital una vez fallecido. Todo
este acervo digital tiene un valor económico y debe ser susceptible
de protección legal.
El Derecho vigente, a mi entender, no ofrece las herramientas
idóneas para ejercer y proteger post mortem los bienes digitales. El
problema principal radica en los obstáculos con los que se puede
encontrar el heredero (o el legatario respecto de los bienes digitales que
haya recibido en legado) para ejercitar o defender los derechos de su
causante. Por ejemplo: ¿Cómo podría saber que el fallecido tenía
dinero en PayPal si no se lo ha informado él mismo en vida ni se lo
ha comunicado dicha compañía? ¿Cómo puede conocer qué tipo
de documentos tenía el causante en Google Drive o Dropbox?
¿Cómo se puede dar de baja la cuenta de correo electrónico de una
persona fallecida? ¿Cómo podría cancelar el perfil que tenía el
causante en una red social como Facebook o LinkedIn? ¿Cómo
podría ejercer el derecho al olvido del fallecido? ¿Cómo podría
ejercitar los derechos ARCO (acceso, rectificación, cancelación y
oposición) a fin de proteger los datos personales del fallecido?
¿Cómo podría repeler con eficiencia los casos de suplantación de
identidad online del fallecido? ¿Qué obligación tiene el
responsable del tratamiento de datos personales una vez que ha
tomado conocimiento de la muerte de uno de sus clientes?
¿Cuánto tiempo debería demorar la desactivación de un perfil
social de una persona fallecida? ¿Podrían los legítimos herederos
reclamar a MoneyBokers, Spotify o Netflix las claves de acceso
que pertenecieron a su causante?
Si bien es cierto que en los términos y condiciones de uso
de Facebook, Twitter y Gmail se ofrecen actualmente distintos
mecanismos para dar de baja los perfiles sociales una vez muerto el
usuario esto no lo hacen todas las redes sociales ni las plataformas online
que venden eBooks, eMusic o permiten transferir dinero a través de
Internet.

103
Facebook ofrece un formulario para solicitar la suspensión
de la cuenta del usuario para lo cual se debe aportar el
certificado de defunción correspondiente entre otra
documentación; ofrece la oportunidad de crear una cuenta
conmemorativa; nunca da las credenciales de logueo. Twitter
únicamente ofrece un formulario para desactivar la cuenta
del usuario, para lo cual se deberá aportar el certificado de
defunción. Gmail ofrece un formulario denominado
“administrador de cuentas activas” donde da la oportunidad
de eliminar el contenido o delegar el contenido a diez
personas seleccionadas.

Propongo explorar un modo de exigir a las empresas que venden


bienes digitales y custodian datos personales verificar, cada cierto
tiempo, si sus clientes están vivos o no, y cuando tomen
conocimiento de su deceso informar a sus familiares o a la
autoridad competente de la existencia de bienes o derechos
digitales a favor de su cliente. Mejor aún, tales empresas deberían
incluir de modo obligatorio en sus formularios de contratación
online la petición de indicar el nombre de la persona que
administrará la cuenta y los bienes digitales del usuario para
cuando se produzca su fallecimiento, sin perjuicio de que
posteriormente, vía testamento, se pudiera designar un albacea.

Startups innovadoras
La ineficiencia legislativa en materia de protección post mortem de la
identidad digital y la inadecuada regulación de la herencia y del legado
sobre bienes digitales, han originado la aparición de empresas
tecnológicas dispuestas a resolver tales problemas que el Derecho no ha
podido resolver adecuadamente hasta la fecha.
Empresas como la norteamericana Legacy Locker y la española
Tellmebye han tenido buen ojo en identificar un nicho de mercado allí
donde el Derecho aún no ha podido llegar. Legacy Locker ofrece la
posibilidad de custodiar las contraseñas de tus redes sociales y
plataformas online que entregará, una vez conocido tu fallecimiento, a la
persona de tu designación. Tellmebye te ayuda a asegurar redes, nubes,

104
archivos o contenidos digitales que luego entregan a tus administradores,
una vez notificada tu enfermedad o defunción.
El gran problema que veo con estas empresas es que el usuario no podrá
tener certeza en vida que el día de su fallecimiento tales empresas
seguirán todavía existiendo (teóricamente es posible que quiebren, se
liquiden, se fusionen, se escindan, cambien de objeto social, etc.).

II. El notario digital y el testamento online


La función principal del notario es elaborar la escritura pública. Entre
los documentos que se elevan a escritura pública se encuentra
el testamento, en su modalidad de testamento abierto, considerado uno
de los más habituales.
Si bien el notario es un funcionario público del Estado (depende
jerárquicamente de la Dirección General de los Registros y del Notariado
del Ministerio de Justicia) que debe proporcionar a los ciudadanos la
seguridad jurídica que promete la Constitución en el ámbito del tráfico
jurídico extrajudicial, desde el punto de vista de la Seguridad Social, es un
trabajador por cuenta propia, es decir, un autónomo adscrito al Régimen
Especial de Trabajadores Autónomos (RETA). Como profesional del
Derecho, el notario ejerce una profesión regulada (los honorarios
notariales no se rigen por el principio de libertad de precios sino que se
basan en un arancel fijo; los notarios tienen el monopolio legal de la
elaboración de las escrituras públicas ya que nadie más que ellos pueden
otorgarlas; hay una prohibición de libre establecimiento que fundamenta
la demarcación territorial que impone a cada notario a actuar como tal en
su propio distrito notarial).
Dicho esto: ¿Podrían los notarios hoy en día digitalizar total o
parcialmente la prestación de su servicio notarial? Más
concretamente: ¿Podría automatizarse la emisión de documentos
notariales a través de una plataforma online centralizada,
gestionada por el Consejo General del Notariado y a disposición de
todos los notarios? Es decir: ¿Podrían los notarios usar un canal de
venta online para ofrecer sus escrituras públicas?
La completa digitalización de los servicios notariales parece que
no sería posible actualmente debido a dos razones:
1. La primera razón es de orden técnico: la cercanía y el consejo
personal que ofrecen los notarios cuando preparan los

105
documentos notariales, así como la necesidad de verificar in situ
la capacidad de las partes para otorgarlos, se resiente con lo
completa digitalización del proceso: ¿Cómo podría saber con
certeza el notario que la persona que está al otro lado del
ordenador es realmente quién dice ser? La introducción de la
tecnología para permitir la digitalización y automatización de los
testamentos y de otros documentos notariales, y su posterior
venta a través de un canal web/móvil, encuentran su principal
obstáculo en la falta de certeza sobre quién es el otorgante
(nótese que este problema se presenta hoy en día también:
cuando uno va a la notaría a hacer un documento notarial,
debido a la incomunicación que existe todavía entre ellas y el
Registro Civil, el notario no tiene como saber si el otorgante es
una persona que ha sido previamente incapacitada).
2. La segunda razón es de carácter legal: el Reglamento
Notarial establece que la “jurisdicción notarial, fuera de los casos
de habilitación, se extiende exclusivamente al distrito notarial en
que está demarcada la Notaria” (artículo 3) y que “los Notarios
carecen de fe pública fuera de su respectivo distrito notarial,
salvo en los casos de habilitación especial” (artículo 116). Por
tanto, una plataforma digital o canal de venta online poco
ayudaría a un notario concreto ya que éste, en principio, no
podría ofrecer sus escrituras públicas a personas domiciliadas
fuera de su demarcación notarial.
Siendo este el panorama actual me pregunto: ¿Es adecuada la actual
legislación? En mi opinión la digitalización de las escrituras
públicas, y más concretamente la posibilidad de permitirse la
elaboración de testamentos online, ofrecería ventajas tanto para los
ciudadanos (ahorro de tiempo y dinero ya que evitarían tener que
desplazarse físicamente a la notaría) como para los propios
notarios (podrían ofrecer sus servicios a un mayor número de
personas, aunque ello implicaría muy probablemente la
desaparición de algunas notarías: sobrevivirían las más eficientes,
las que ofrecieran un mejor servicio de post-venta, quizá aquellas
cuya propuesta de valor incorpore servicios adicionales gratuitos,
etc.).
¿Cómo podría superarse los dos obstáculos antes mencionados?
(i) En primer lugar tendría que modificarse el Reglamento Notarial. La
digitalización del canal de venta notarial permitiría a los ciudadanos

106
poder contratar al notario de su elección desde cualquier parte del
territorio español sin importar las limitaciones geográficas.
(ii) En segundo lugar habría que ofrecerle al notario una garantía de
certeza sobre la capacidad para obrar del otorgante y permitirle al
ciudadano una mayor inmediatez y cercanía con el notario. Actualmente
existen dos herramientas que permitirían superar, en un corto plazo, los
obstáculos tecnológicos antes mencionados:
 Los software de reconocimiento facial y de voz que usan una
cámara para acercarse a los ojos, boca y nariz de un individuo y
extraer un vector de características compuesto por un conjunto
de números que describen aspectos clave de la imagen, tales
como la distancia exacta entre los ojos. Propongo
utilizar información biométrica (esencialmente fotografías,
registro de voz y reconocimiento del iris; en menor medida
huellas dactilares o pruebas de ADN) que permita identificar de
forma inequívoca a los individuos (otorgantes) por medio de sus
atributos físicos y biológicos. Esta tecnología ya existe hoy en día
y en los próximos años se masificará su utilización.
 Reuniones a través de un interfaz de realidad virtual y
mediante la videografía que permite proyectar cualquier imagen
fija o en movimiento que se haya capturado en forma
de holografía tridimensional. Gracias a esta tecnología el
ciudadano podría ver y escuchar al notario desde donde se
encuentre, y experimentar la misma sensación como si estuviera
realmente frente él (o ella). El ciudadano interactuaría con un
avatar holográfico que capturaría, exactamente, los movimientos
y la forma de hablar de su notario (el notario se “teletransporta”).
El ciudadano entendería perfectamente el mensaje que éste le
transmite, ya que el software de traducción autónomo reproduce
correctamente las conversaciones de ambas partes, casi
instantáneamente. Esta tecnología si bien existe necesitará
todavía de un mayor tiempo para poder aplicarse de modo
masivo.

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III. Conclusiones
Con la muerte de la persona física, el conjunto de sus bienes
digitales corren el riesgo de no poder transmitirse a sus legítimos
herederos y legatarios por imposibilidad o dificultad en su identificación
y ubicación. Además, la protección jurídica de la identidad y
reputación online del fallecido que ofrecen los instrumentos
legales actuales parece no ser tan efectiva.
Es posible distinguir entre mortalidad física e inmortalidad digital ya
que la muerte física de una persona natural no impide la prolongación de
su vida e identidad digital en el ciberespacio. Si el carácter finito de la
vida explica la existencia de funerarias y cementerios, la existencia de
zombis e inmortales digitales justificará la aparición de
verdaderos enterradores digitales, profesionales encargados de borrar
cualquier rastro del difunto en la red.
En la era digital las compañías que comercialicen bienes digitales en
canales web/móvil deben asegurar que la identidad digital de sus
usuarios quede protegida frente a actos de suplantación, piratería,
acusaciones fraudulentas o utilización indebida. De no ser así podría
crearse un mercado negro de identidades online donde cualquiera
podría comprar identidades reales o falsas en subastas. Si los juristas no
reaccionamos a tiempo, este escenario indeseable podría llegar a
producirse.
Ponte en contacto conmigo si crees que puedo ayudarte. Quedo a tu
disposición. Gracias.

Ricardo Oliva León

Fuente original:
http://www.lenguajejuridico.com/testamento-digital/

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RICARDO OLIVA LEÓN
Abogado especializado en Derecho
digital y Derecho de sociedades.
Doctorando en Derecho Privado
europeo por la Universidad de
Zaragoza y la Universidad de Roma
Tres, en régimen de cotutela.
Especialista en modelos de negocio
online y empresas de base tecnológica.
Letrado colegiado ejerciente en
España y Perú. Actualmente es abogado y socio responsable del área de
Derecho Tecnológico en la firma Lex Motive Law Group. Es profesor
de Derecho TIC en el “Executive Master Business Innovation (Security
& Safety / Medical & Health)”, coordinado por el Grupo GEES.
Creador del portal Juristas con Futuro, autor del blog Des-complicando
el Lenguaje Jurídico, y co-fundador de M3trify y Jurist Planet (estos dos
últimos actualmente se encuentran en fase de desarrollo).
Está acostumbrado a trabajar en entornos dinámicos junto a equipos
multidisciplinares y multiculturales. Buscador de alianzas y
oportunidades. Puedes escribirle a roliva@juristasconfuturo.com
Junto con Sonsoles Valero Barceló ha sido el encargado de coordinar
este eBook.

Twitter
@RicardoOlivaON - https://twitter.com/ricardoolivaon

LinkedIn
https://es.linkedin.com/in/ricardoolivabusinesslawyer

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La memoria defuncti y el
derecho al honor post mortem
online

Sara Molina Pérez-Tomé Marta Sánchez Valdeón

“Cada vez más, somos lo que “Internet dice que somos”, nuestros recuerdos, nuestras
experiencias, nuestras relaciones interpersonales, los países qué hemos visitado o dónde
hemos vivido, aquellas tardes de sol en la playa… todo está en la Red, configurando
esa máscara de actor que los griegos llamaban πρόσωπον (prosopon), y de la que
deriva nuestra actual palabra “persona”. Somos una máscara, lo que los demás ven
de nosotros”. Eneko Delgado.
Quería empezar agradeciendo a Juristas con Futuro y en especial a
Sonsoles Valero por invitarnos a participar en el #RetoJCF sobre
#testamentodigital, con este post fruto de la colaboración con mi
amiga Marta Sánchez Valdeón y con el que exponemos nuestra
opinión.
Horacio decía “non omnis moriar” y eso es incuestionable, sobre todo a día
de hoy, en el que cuando una persona fallece, ya no sólo hay que
preocuparse de las repercusiones directas en la vida real, sino también
decidir sobre las repercusiones en la red.
Internet y las redes sociales se ha convertido en una herramienta de
comunicación casi imprescindible para millones de personas. Pero esa

113
fácil accesibilidad es precisamente la que provoca que el problema surja
cuando no se trata de introducir datos, sino de borrarlos, como, por
ejemplo, en el caso del fallecimiento de una persona.
Las redes sociales han buscado soluciones a un problema que las afecta
directamente, pues según la consultoría americana Entrusted,
“Facebook” perdió en 2011 alrededor de 1,7 millones de usuarios por
fallecimiento.
La muerte de estas personas abre a sus familiares dos posibilidades:
eliminar el perfil en la red social o permitir que se realice un homenaje en
el mismo. Pero, ¿están preparados los familiares para superar, no
solo la muerte de una persona querida, sino también para borrar su
huella?
No cabe duda que es difícil tomar cualquiera de las dos decisiones, pues
en la primera te enfrentas a la repercusión que todos más tememos
respecto a la muerte, el olvido, y, en la segunda, te enfrentas al recuerdo
permanente de quien se ha ido.

Las redes sociales han previsto “el homenaje” permitiendo a los


familiares directos conservar el perfil del fallecido, con el fin de que no se
produzca esa disminución masiva de usuarios de la que hablábamos al
principio.

114
Y el mismo derecho a conservarlo, tenemos de eliminarlo: basta con que
comprobemos la política de privacidad de la red y la familia solicite la
cancelación de datos de la referida persona.
Y en el caso de personas sin familia, ¿qué ocurre con ellos? En este caso,
el Ministerio Fiscal está legitimado para pedir la supresión del perfil.
Por supuesto, si no efectúan el borrado, contamos con una de las
legislaciones más restrictivas del mundo en cuanto a protección de datos
(España es uno de los países en que “más o mejor” se protege la
intimidad de las personas), y con un organismo (la Agencia Española de
Protección de Datos) que vela para que nuestros derechos se hagan
efectivos.
El problema no se produce cuando un usuario le pide al titular de una
red social que cancele toda su información, sino cuando esa información
ha pasado de una red a otra, y ha traspasado muchas fronteras
tecnológicas y geográficas. Es entonces cuando nuestro derecho de
cancelación de datos se convierte en una ingente tarea de búsqueda
desesperada, dando lugar en la mayoría de los casos a la imposibilidad
práctica de eliminar de manera permanente nuestra huella en Internet.
Establecer mecanismos de “inmortalidad digital” ejercitando así el
denominado “Derecho al recuerdo” de Eneko Delgado, permite
que Facebook con la opción “conmemorativa” muestre el
contenido que hayamos compartido (fotos, publicaciones, etc.) y
esté visible para el público con el que se compartió.
Pero, ¿qué pasaría con el consentimiento posterior y el derecho al honor
inherente a nuestra reputación online? Dentro de la configuración de
estas cuentas “homenaje” está la opción de que los amigos pueden
compartir recuerdos en la biografía conmemorativa posteriormente. Si el
administrador de esa cuenta es el contacto del legado, ¿será él el
responsable de protección de su honor y derecho a la propia imagen?
Estos derechos anteriormente citados (el honor y el derecho a la imagen
recogidos como fundamentales en el artículo 18) son personalísimos y
esto implica que con la muerte se extinguirían, y que, por tanto, aparece
la problemática jurídica, de extender esta protección más allá del
fallecimiento de quien fuera titular de estos derechos de la personalidad.
De esta forma, surge el concepto de “memoria defuncti” como una
prolongación de la personalidad que deber ser respetada y, por
tanto, protegida jurídicamente también a nivel online. Lo que lleva a

115
afirmar que estamos ante una protección post mortem de lo que en vida
de la persona fueron sus derechos al honor, a la intimidad y a la imagen.
Ya en la Exposición de Motivos de la LO 1/1982, de 5 de mayo, se
recogía que “Aunque la muerte del sujeto de derecho extingue los derechos de la
personalidad, la memoria de aquél constituye una prolongación de esta última que
debe también ser tutelada por el Derecho”.
Como conclusion, el derecho al recuerdo y la memoria defuncti deben
tenerse en cuenta en el mundo online y los herederos o parientes actúan,
se dice, como gestores de la buena memoria del difunto: no como
derechos propios [1]. Ciertamente a los muertos ya nadie puede hacerles
daño, pero sucede que las personas que nos precedieron han dejado en
nosotros una memoria, un recuerdo o imagen, de modo que el guardián
de la memoria del causante actúa como un fiduciario que no puede
reclamar en interés propio [2].
En nuestra opinion, dejar un testamento digital que recoja todos los
posibles escenarios facilitaría las cosas en este mundo digital en el que los
supuestos se adelantan a la legislación vigente.
[1] J.L. LACRUZ, Elementos, I, vol. 2º. Personas, cit., p. 31.
[2] P. SALVADOR, ¿Qué es difamar?… , cit., pp. 36-37.

Sara Molina Pérez-Tome y Marta Sánchez Valdeón

Fuente original:
http://marketingnize.com/la-memoria-defuncti-y-el-derecho-al-honor-post-mortem-
online/

116
SARA MOLINA PÉREZ-
TOMÉ
Abogada y consultora especializada en
Marketing Jurídico y Estrategia, posee
un Master en Derecho de
Telecomunicaciones y Nuevas
Tecnologías. Es Coach por la AICP y
colaboradora del Observatorio
Iberoamericano de Protección de
Datos.

Socia de ENATIC y social fundadora de MARKETINGNIZE, bloguera


y colaboradora en diferentes medios especializados del sector a nivel
nacional e internacional.
Formadora en Marketing jurídico, estrategia y desarrollo de negocio, en
2014 publicó su libro titulado “EL ABOGADO 3.0”.

Twitter
@SaraMolinaPT - https://twitter.com/SaraMolinaPT

LinkedIn
https://es.linkedin.com/in/saramolinapereztome

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MARTA SÁNCHEZ
VALDEÓN
Licenciada en Derecho y experta
universitaria en Criminología, desde el
año 2011 es consultora jurídica en
seguridad de la información, sobre
todo en materia de Protección de
Datos, Ley de Servicios de la Sociedad
de la Información, Comercio
Electrónico y Blanqueo de Capitales.

Asesora legal y formadora en dichas materias ha obtenido varias becas.


Es colaboradora del Observatorio Iberoamericano de Protección de
Datos, ha realizado varias publicaciones en su blog:
http://blogmartasanchez.blogspot.com.es/

Twitter
@MartaSanchezVal - https://twitter.com/MartaSanchezVal

LinkedIn
https://es.linkedin.com/in/marta-s%C3%A1nchez-valde%C3%B3n-
4b8aa435

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Identidad digital y testamento
digital

Silvia Barrera Ibáñez

¿Podrían @norcoreano, @diostuitero @gerardotc


o @SuperFalete hacer un testamento digital?
Artículo especial de Silvia Barrera Ibáñez para el
#RetoJCF promovido por Juristas con Futuro
Hace unos días me ofrecieron, virtualmente, la posibilidad de hablar de la
¿herencia digital? Dejar que mi legado digital sea administrado por otros
cuando me muera. La gran mayoría, incluso los que participan en este
#RetoJCF, podrían pensar qué pinta @sbarrera0 en todo esto.
@JuristasFuturo me dijo: “Algo, seguro, puedes aportar”. Allá voy.
Aparte de meterme en todos los charcos, el objetivo, entre otros, de mi
trabajo como policía judicial es realizar todas aquellas indagaciones
tendentes al esclarecimiento del delito y, entre ellas (la más importante),
determinar la identidad de la persona/s que, presuntamente, lo ha/n
cometido.

121
De identidades virtuales va la cosa y, por tanto, en ese aspecto y como
ciberpolicía judicial, me he pasado la vida buscando formas de identificar
a personas en la red. Hace años, cuando nadie sabía de qué iba “eso de
Internet” y lo utilizaban como un medio que pensaban anónimo, detrás
de una dirección IP había (y todavía hay) una persona potencialmente
identificable, con nombre y apellidos. El usuario aprendió que si puede
ser identificado por la dirección IP, algo debía de hacer para ocultarla de
su navegación. Y así surgieron, entre otros, los anonimizadores.
Algo ha cambiado. Ahora, vamos en coches que pueden camuflar sus
matrículas, por tanto, habrá qué buscar otras formas de identificar a su
conductor: cómo es el coche, qué marcas de rodaje ha dejado, dónde
hace los cambios de aceite o reposta; y lo tiene que hacer, sí o sí, sin
anonimizadores.
Por eso, la forma de identificar a un usuario en la Red también ha
cambiado. Nuestra interacción social virtual es tan brutal que
conformamos una huella digital muy profunda y una presencia online
más estable y poderosa incluso que la física. Siguiendo y conectando los
múltiples rastros de navegación y presencia en la Red, dejamos indicios:
geoposicionamiento, perfiles, comentarios, fotos y todos esos artículos
de: “Cuidado con tu privacidad y lo que publicas en la Red”.
En mi proceso de búsqueda de identidades me he llevado muchos
#zascas cuando he comprobado quién estaba detrás de un perfil de una
red social o quién administraba una web. Suena a topicazo de película
pero, a veces, resulta ser quien menos te lo esperas. Dicho ésto, creo
necesario distinguir dos tipos de uso de identidades en Internet.

La parte seria de la Red, sus negocios con la


empresa y la Administración
Por una parte, la necesidad de realizar actos/negocios jurídicos y
gestiones administrativas en la Red de forma rápida y cómoda que nos
identifique de forma unívoca ante la Administración Pública,
instituciones o empresas. Para ello se emplean, por un lado, los
certificados y la firma electrónica, que permiten realizar gestiones
interesadas para el usuario con la Administración y viceversa, y los
documentos de identidad, el D.N.I. y el pasaporte electrónicos: desde la
versión 0.0, 3.0, 5.15 hasta el número pi infinito. Gracias a los tratados

122
internacionales, además, podemos traspasar las fronteras físicas hasta los
confines y que todos den como válida nuestra identidad, sin ningún
género de dudas (salvo que la foto vaya pegada o los datos estén algo
modificados).
Para todo lo demás, me refiero, a transacciones comerciales, Master Card
y otras tarjetas de crédito y la autentificación a uno, tres o diez pasos de
la banca online son servicios legítimos que dan pistas de la identidad de
quien hace uso de ellos. Todo lo anterior es la Red haciendo uso de su
propia tecnología y aportando soluciones al mundo físico.

Servicios web gratuitos. “Los otros”, la Red


“salvaje”
Dejemos de utilizar Internet como un medio, con años de regulaciones y
mejoras técnicas que no dan respuesta a “Los otros”: al mundo digital
PURO que ha creado una “Redarquía” con normas propias. Todo el
contenido que conforma la riqueza de la web 2.0 representado por los
servicios web “gratuitos” (recuerda que nada es gratis) que no tienen
existencia ni sustento físico real: redes sociales, blogs, servidores de
correo web, almacenamiento en la nube, redes P2P o foros y que han
cambiado nuestra sociedad y la forma de relacionarnos.
Esta riqueza virtual ha provocado que existan aunténticas “estrellas
virtuales” como @diostuitero, @gerardotc, @SuperFalete o
@norcoreano que acumulan cientos de miles de seguidores por sus tuits
humorísticos, irónicos, imaginativos o rodeados de provocación. Su
fórmula triunfa y son 100% virtuales, sin certificados ni DNI. Se curran
su reputación digital día a día. Inspiran, interaccionan y tienen su propia
personalidad ¿e identidad virtual? Por supuesto, pero ¿quién sabe su
identidad real?
Si de mi perfil, Silvia Barrera, @sbarrera0, se puede hacer un testamento
digital ¿Podrían @norcoreano, @diostuitero @gerardotc o
@SuperFalete dejar su herencia digital en manos de otr@s
personas? ¿En qué se diferencian mis cuentas y perfiles en redes sociales
de las suyas? (Bueno, sí, la mía es bastante menos ingeniosa y divertida,
pero vamos al grano).

123
Algunos podrían decir: “detrás del perfil @sbarrera0 se supone que hay
una identidad real, Silvia Barrera y es su persona la que publica. ¿O no?”
¿Quién hay detrás de @norcoreano, @diostuitero @gerardotc o
@SuperFalete? ¿Quién lo ha contrastado? ¿Twitter?

El mundo se desmorona por momentos


Precisamente, este tipo de servicios web gratuitos son tan usados y
caracterizados porque los procesos de creación y registro de cuentas
permiten la aportación de datos falsos, simulados o ficticios. Algunos
como el correo, añaden un número de teléfono, pero sólo a los efectos
de verificación de usuario para evitar suplantaciones de identidad y
comprobar que quien creó la cuenta es quien la pretende usar en el
momento de hacer login. ¿Cuál es la identidad real de quien crea o utiliza
ese email? ¿Recuerdas que diste tu número de teléfono propio pero un
nombre, fecha de nacimiento y seudónimos ficticios?

124
Imaginemos que estuviéramos obligados (nunca ocurrirá) a dar nuestros
datos de identidad reales en estos servicios virtuales gratuitos “Los
otros”. ¿Cuál sería ahora el problema? El sistema de verificación de
tu identidad. En un post de hace unos meses argumentaba que el
concepto de identidad virtual perteneciente a un nombre y apellidos sólo
tendría sentido cuando fuese administrada por proveedores de servicio
nacionales, bajo la regulación del propio país. Esto ocurre en España,
por ejemplo, con las páginas de juego online con dominio .es y bajo
regulación y supervisión de la Dirección General de Ordenación del
Juego. Las operadoras de juego online poseen unos sistemas técnicos
homologados por la Dirección, así como un servicio web de verificación
de jugadores (y nunca técnicamente infalible) que garantiza la identidad
real del jugador. Pero la ansiada bellota desaparece de nuestras manos
cuando la gestión de las identidades dejan de estar en manos de
proveedores nacionales y pasa a manos de servicios extranjeros como
EEUU, Rusia, China o Irán, Irlanda, Holanda. Da igual. ¿Con qué
verificas virtualmente ahora tu identidad física?

A modo de conclusión
Tal y como lo veo, hoy por hoy, para contenidos “Los Otros”, virtuales
puros, no hay forma regulada de vincular una identidad virtual a una
identidad real física pero SI identidades virtuales que conforman
realidades en el mundo físico. Si @SuperFalete quiere hacer un
testamento digital para que su identidad digital perdure por los siglos de
los siglos (ojalá), puede acudir a un lugar donde extraigan y certifiquen la
presencia de contenidos como fotos, vídeos y comentarios publicados
que se supone pertenecían a @SuperFalete porque tiene (tenía)
capacidad para administrar esa cuenta.
¿Cómo gestionar y dejar de legado una cuenta con Bitcoins? #ahílodejo
(en plan subliminal).
Por tanto, supongo que la posibilidad de establecer cualquier tipo de
administración de estos contenidos de forma testamentaria para tratar de
perpetuar el rastro online que ha dejado el fallecido es muy lícito y
debe ser voluntad del propio fallecido, que es quien ha generado
su reputación online sobre todo cuando el propio proveedor de
servicios desactiva cuentas de correo, perfiles, etc., si detecta inactividad

125
por cierto tiempo. Si esto ocurriera, otro usuario, completamente
diferente, podría volver a crear otra cuenta utilizando el mismo
pseudónimo, con los mismos códigos alfanuméricos, (cosa que no pasa
con tu DNI cuando te entierran) para no se sabe qué otros usos
posteriores y no nos gustaría que ésto pasara.
Pero a todo esto le veo un (o alguno más) problema. Si todo el mundo
empieza a perpetuar sus perfiles digitales, igual que se están acabando las
direcciones IP en formato IPV4 y que ya sólo lo mantiene a flote el
sistema de asignación dinámico, antes lo harán las combinaciones de
nombres memorizables para que sean “simbólicos” al papel que
pretenden representar en perfiles y emails. En un futuro, el formato de
asignación de cuentas será tan peregrino y poco romántico como
@SuperFalete12436 o @SuPeRFaleTe_1982. No, no es lo mismo.

Silvia Barrera Ibáñez

Fuente original:
http://www.enatic.org/podrian-norcoreano-diostuitero-gerardotc-o-superfalete-hacer-
un-testamento-digital/

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SILVIA BARRERA IBÁÑEZ
Inspectora de Policía Nacional desde
septiembre de 2005, Licenciada en
Crimonología y Ciencias Policiales.
Especializada en ciberseguridad,
ciberinvestigación y derecho penal, es
una referente en la lucha contra el
cibercrimen, amenazas cibernéticas e
infraestructuras críticas, sistemas de
seguridad e información y estrategias
de ciberseguridad.
Participa de forma periódica con EUROPOL en materia de cibercrimen
e Inteligencia en la Red, así como en diseño y ejecución de actividades
policiales estratégicas y operativas en el marco de la Comisión Europea
en materia de Ciberataques. Miembro del Grupo Mundial de Expertos
en Cibercrimen de INTERPOL.
Es profesora de Universidades en materia de criminología. Aparece de
forma asídua en medios de comunicación de ámbito nacional tratando
temas de cibercrimen y redes sociales.

Twitter
@sbarrera0 - https://twitter.com/sbarrera0

LinkedIn
https://es.linkedin.com/in/silvia-barrera-ib%C3%A1%C3%B1ez-
6a2448a4

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La Herencia Digital – Primer
desafío legal de Juristas con
Futuro #RetoJCF

Carlos Jiménez Lajara (Tellmebye)

“Reto”. Magnifico término para denominar a este encuentro digital tan


singular entre startups y juristas de todo tipo, donde todas las partes
debatirán en sus respectivos blogs de los nuevos conceptos que han
surgido y de la evolución del proceso hereditario.
Cada uno de nosotros sabe el papel que desempeña cada una de las
partes de este estrecho engranaje y donde sólo las recién llegadas startups
como la nuestra, son cuestionadas e invitadas amigablemente para dar
explicaciones sobre la dudosa legalidad de nuestros innovadores modelos
de negocio.
Agradecemos enormemente haber sido invitados a esta #cyberpalestra y
disponer de voz en un proceso donde nos sentimos realmente una parte
importante. Se nos presenta pues la oportunidad de colaborar, participar
e incluso dar explicaciones sobre este nuevo y confuso léxico que hemos
adoptado principalmente las startups afines, buscando simplificar el
entendimiento del usuario final y enfatizando en la principal diferencia de

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legar nuestras pertenencias físicas frente de las digitales, hasta ahora
omitida como singulares y tratadas como iguales.

Tellmebye como parte del proceso


Tellmebye nació como otras muchas herramientas, para cubrir una
necesidad de la sociedad, en nuestro caso nuestra amiga Clarisa,
diagnosticada con cáncer, metástasis a la columna y un cuadro desolador
tras descubrir su nueva fecha de caducidad, 10 años de vida.
Tras conversar y empatizar con ella, surgió de forma natural la pregunta
que nos ha traído hasta aquí́ “¿Qué pasará con los bienes digitales de
Clarisa cuando fallezca?” fue entonces cuando comenzamos a buscar
soluciones en Internet, opciones que permitieran a Clarisa organizar su
etapa final de su vida, definir sus últimas voluntades, crear su testamento
vital, evitar la pérdida de fotografías, vídeos y lo más importante para
ella, despedirse de su hijo con un sinfín de mensajes póstumos que le
ayudaran a ser recordada.
Todo esto, llenó por completo nuestros corazones y nos dio la fuerza y
energía necesaria como para comenzar esta lucha titánica. No somos
ninguna multinacional, ni pertenecemos a ningún gran grupo, solo unos
cuantos inconscientes abogados, informáticos, programadores y
diseñadores gráficos, que deseamos ayudar a todas las personas que
como Clarisa, tengan las mismas necesidades.

Muerte digital
En la actualidad, gran parte de la sociedad dispone de una vida digital o
personalidad online paralela, que comporta una complicación adicional
en el momento de organizar o gestionar nuestra propia muerte física.
Nuestro “Yo Digital” gana cada vez más fuerza y mayor protagonismo
en esta nueva era digital que vivimos. La muerte física no conlleva
obligatoriamente la muerte digital, sino que dependemos de que otras
personas u otros mecanismos, ejecuten nuestra voluntad en aspectos ya
conocidos como el “derecho al olvido”.

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Testamento digital
El testamento digital, es para nosotros el documento testamentario que
incluye de forma explícita, la voluntad de legar todas o ciertas partes de
las pertenencias digitales del testador. Se puede considerar que este
concepto como tal no existe, sino que el mismo, forma parte ya del
testamento en sí, pero como veremos, ciertamente hay que
diferenciarlos, puesto que el trato a los bienes digitales y a los físicos es
totalmente diferente.

Legado digital
Grupo de servicios, ficheros, o bienes no materiales sino digitales e
intangibles, que una persona lega como activos hereditarios en su
testamento.

Albacea digital
En nuestro diccionario, no contemplamos esta palabra por estricto
cumplimiento de los órganos jurídicos que colaboraron en nuestro
proyecto y en su lugar, utilizamos a los “Administradores”, encargados
de notificar en nuestra plataforma, la defunción del testador y receptores
únicamente de las últimas voluntades o testamento vital del mismo.

131
Tellmebye no utiliza albaceas por que realiza la entrega de contenidos
directamente a sus destinatarios mediante correo privado. De esta forma
los administradores no acceden a ningún contenido del legado privado
que no sean los propiamente heredados hacia su persona. Así́ pues, se
mantiene la absoluta privacidad de los activos hereditarios tanto a nivel
de herederos como incluso de la información visible por el propio
notario. Imaginar la locura que supondría que los notarios recibieran
listados con accesos a redes sociales u otras informaciones privadas
susceptibles de fácil cambio, ¿debería el testador volver a quedar con el
notario para actualizar su testamento con cada nuevo cambio de
contraseña u otra información? Nosotros lo vemos absurdo, innecesario
y una perdida de tiempo de todos los participantes.
Desde Tellmebye, fomentamos y recomendamos enérgicamente el uso
del documento notarial como máximo instrumento legal para la
formalización de cualquier tipo de transferencia inter-personal a título
póstumo que se realice en nuestra plataforma web y por ello, desde el
nacimiento de nuestra herramienta, hemos hablado con diferentes
organismos jurídicos, buscando asesoramiento y acompañamiento para la
aprobación de nuestro sistema, cuidando el lenguaje usado y respetando
la normativa actual. Buscamos situarnos al lado de los abogados y
notarios como una solución profesional que pudieran ofrecer a sus
clientes como un servicio adicional, siempre complementando y no
como sustitutivo de ninguna de las partes.
Así pues, lo que muchos desean oír y conocer, es que nuestra plataforma
no es ninguna herramienta que sustituya al servicio notarial, ni tampoco
pretende serlo. Somos el puente que facilita el paso de estos bienes
digitales, mensajes póstumos o la propia voluntad del testador hacia los
herederos correspondientes. ¿Cómo, si no, se podría facilitar tan gran
variedad de archivos y accesos a estas personas? ¡No todo se puede dejar
en un pendrive, en el interior de un aparato físico!
¿No sería mejor que los abogados y notarios dieran una imagen
más innovadora, adelantándose al ofrecer un servicio que permita
a sus clientes testar sus legados digitales?
¿Brinda la legislación actual alguna solución al respecto?
Lamentablemente la respuesta es negativa. Tenemos una normativa
idéntica para el mundo analógico y el digital sin olvidar que la
publicación de nuestro todavía vigente Código Civil trata de 1889.

132
¿Las personas que disponen de bienes digitales son conscientes
del problema, o conocedoras de estas soluciones? No, existe un total
desconocimiento del problema. Sufrimos de inmadurez tecnológica y de
un gran miedo a la muerte. Como ejemplo reciente, el despertar del
ahora famoso “Derecho al olvido” es otro ejemplo de como un
problema existente en la sociedad desde hacía algunos años, termina
siendo vox populi, gracias a empresas como Google. Actualmente, se
trabaja a destajo para proporcionar las herramientas legales necesarias
que regulen el problema y tratando el tema, se encuentran actualmente
los representantes de los países miembros de la Unión Europea,
negociando un nuevo código donde se reconoce la inclusión de este
nuevo derecho.
De igual modo, terminará sucediendo lo mismo con el tema sucesorio,
más ahora con el avance de las nuevas tecnologías. Incluso los “notarios
tuiteros” lo comentarán en sus escritos de hoy.
Por desgracia, son pocos los compañeros abogados y notarios que
informan a fecha de hoy a sus clientes sobre la posibilidad de introducir
en sus testamentos, epígrafes para la inclusión y transferencia de sus
pertenencias digitales. Por desgracia, la praxis más frecuente y habitual,
suele ser la omisión total de dicha información, negando así́ la
posibilidad real de que el cliente, pueda decidir sobre la inclusión o no,
de su legado digital en su testamento.

133
En la realización de nuestro primer testamento notarial, tuvimos que
insistir mucho para lograr incluir las pertenencias digitales y el
profesional al que acudimos, parecía no entender nuestras necesidades.
Por suerte, meses más tarde y durante el mes de mayo del 2015,
logramos presentar el primer “testamento digital” firmado ante notario y
mediante el cual, se indicó́ a Tellmebye como plataforma de
almacenamiento de dichas pertenencias digitales.
En este caso, la implicación del notario y sus conocimientos sobre la
plataforma tras entender su funcionamiento, antes desconocida por el
mismo, facilitaron totalmente la firma del documento notarial.
Con todo esto y sin alejarnos del reto, estamos pues a favor de la
evolución y adaptación del servicio notarial, hacia lo digital, tal como
gran parte de nuestros compañeros tuiteros del reto también verán.
Muchos ya nos hemos dado cuenta de la evolución hacia ese mundo
online que está viviendo la sociedad actual, un mundo en el que ya están
inmersos las nuevas generaciones. Hay una clara necesidad de innovar y
herramientas como la nuestra, son las que acercan las nuevas tecnologías
y las enlazan en la actualidad a este choque entre los mundos legislativos
tradicionales y los nuevos digitales.
Mientras llega esta revolución, os deseamos felices fiestas y que el
2016 venga lleno de nuevos #Retos

Carlos Jiménez Lajara (Tellmebye)

Fuente original:
https://tellmebye.com/blog/la-herencia-digital-primer-desafio-legal-de-juristas-con-
futuro-retojcf/

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CARLOS JIMÉNEZ LAJARA
Técnico de sistemas informáticos, es el
fundador y CEO de Tellmebye,
empresa de herencias digitales desde
su fundación en el año 2013. Además,
es el gerente en la empresa Clonic
Valles S.L., dedicada a prestar servicios
informáticos a Pymes.

Twitter
@tellmebye - https://twitter.com/tellmebye

LinkedIn
https://www.linkedin.com/in/carlos-jimenez-lajara-11a81544

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Testamenta y su relación con las
notarías

Marc Remolà Navarro (Testamenta)

Un proceso que finaliza siempre ante notario


Testamenta se configura como una plataforma online, que tiene como
una de sus finalidades ayudar a los clientes a realizar sus
testamentos de una manera ágil y cómoda, con todas las garantías que
proporciona tener un abogado especializado en derecho sucesorio.
El proceso finaliza siempre ante notario, figura indispensable en
Testamenta.

Un proceso sencillo que empieza online y acaba


offline con la firma ante el notario
La plataforma online Testamenta proporciona al cliente la seguridad de
que todas sus inquietudes podrán ser atendidas por un abogado
especializado. Abogado y cliente interactúan para preguntar y responder,
respectivamente, todas las dudas que pueden ir surgiendo durante el
proceso. La función del abogado es la de poder trasladar al notario

137
la voluntad del testador con el mayor número de dudas resueltas,
siempre dentro de los límites legalmente establecidos, así como la de
informar al cliente de todas las circunstancias familiares y patrimoniales
que se derivarán una vez el testamento despliegue sus efectos tras su
fallecimiento.
La notaria recibe el esquema borrador por parte del abogado. En este
momento, el notario estudia la propuesta y elabora el texto
definitivo del testamento, garantizando que se cumplan todos los
requisitos esenciales establecidos por la ley y la viabilidad de la
voluntad del testador; dando la seguridad jurídica necesaria a todo
el proceso.

El notario figura indispensable


Así mismo, el notario es el encargado de examinar y dar fe de la
capacidad de la persona otorgante. Da fe y autenticidad al trámite
iniciado de manera online, que finaliza físicamente con la firma del
testamento. Una vez firmado el testamento, éste se anota en el Registro
de Últimas Voluntades.
Por tanto, el notario es siempre figura indispensable en todo
proceso iniciado en Testamenta. El objetivo principal de la
plataforma online se centra en agilizar todo el proceso para el cliente, de
manera que tenga solventadas sus dudas en el momento de llegar a la
notaría, sin perjuicio de que en ese momento reciba también el
asesoramiento y orientación por parte del Notario, quien autentificará
todo el proceso.

Marc Remolà Navarro (Testamenta)

Fuente original:
http://www.testamentoherenciasysucesiones.es/testamenta-y-su-relacion-con-las-
notarias/

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MARC REMOLÀ NAVARRO
CLO & Legal Executive Manager de
TESTAMENTA: el primer portal en
España que ofrece la posibilidad de
realizar el Testamento Online, además
de otros servicios relacionados con el
derecho sucesorio.
Es abogado en Omniumlegal
Abogados, bufete jurídico con
despacho en Sabadell.

Twitter
@m_remola - https://twitter.com/m_remola

LinkedIn
https://es.linkedin.com/in/marc-remola-a069371a

139
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Sobre un testamento digital

Xuan Nel Gonzali

Me llega una mención por Twitter, en la que se me invita a opinar, en mi


blog, sobre el tema del testamento digital (#RetoJCF), que surgió tras un
debate “tuitero” sobre la muerte digital y, también, sobre la que ya se ha
iniciado un nicho de negocio por parte de una empresa catalana. Espero
poder aportar algo de valor y, si no es así, agradezco la oportunidad y
que se hayan acordado de mí desde Juristas con Futuro.

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Da la causalidad, de que cuando recibo la citada mención, hacía pocos
días que acababa de fallecer una gran e importante persona para mi: mi
expareja y amiga Sabela (hoy se cumple un mes). Y es desde la diferencia
de dos personas, sobre todo en lo que acontece al mundo digital, que se
mueven y viven, actualmente, en más o menos una sociedad avanzada, lo
que intentaré comunicar.

Y el debate, por lo menos para mí, tiene mucho más fondo del que se
puede apreciar. Que para una persona que ronde los 40 años, parece
bastante normal (o no), que tenga más o menos definido lo relativo a
cuando deje de vivir ¿cierto? Bien haya hecho un testamento, o bien lo
haya hablado con su entorno familiar o de amistades; y, por ello, tras su
fallecimiento, y ante la ausencia de un documento legal que garantice lo
que pensaba, acerca de sus propiedades o ideas, pueda hacer llegar a un
entendimiento entre los que quedan dentro de su entorno. Que conste,
que aunque valoro positivamente el que haya un testamento que lo
regule, en mi caso, y de momento, no tengo hecho nada al respecto
(tengo muy claro que me quedan bastantes años). Aunque, tras este
debate, tengo claro que algo llevaré a cabo, pues en mi caso, hay bastante
más materia que la mayoría, en cuanto lo que rodea al mundo online.

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En lo que respecta al mundo online, si bien ya la mayoría de las personas
no sabe utilizar de una manera, más o menos adecuada, los espacios
digitales, me lleva a pensar que el tratamiento que, tanto la información
como sus posesiones, puedan tener previsto es bastante precario (en el
mejor de los casos) o ni se han llegado a plantear. Para Sabela, entiendo
que es bastante sencillo, ya que aparte de tener una sola presencia online
(su cuenta en Facebook), tuvo y tiene una persona profesional que, de
acuerdo con sus familiares, puede mantener su legado digital. Ahora, por
el contrario, pongamos el caso de otra persona, en este caso yo mismo,
que posee varias web y tiene multitud de presencia en varias plataformas
digitales… ¿Qué y cómo se enfrentarían los herederos (si los hubiere),
acerca de todo ese mundo y propiedad digital? Porque el mundo online,
está sometido a unos cambios bastante más rápidos, y distintos, que en la
vida offline. Y su manera de llevar a cabo los negocios, también difiere
mucho sobre la forma tradicional. Y no nos olvidemos del coste de
algunos…

Porque si es cierto que un testamento, digital o tradicional, puede


asegurar que se continúe con la vida digital del fallecido, no lo es tanto
para con sus negocios o actividades. Ahí va a entrar, también, el tema de
la reputación online de quien no vive entre nosotros, y de su legado
digital. Lo de la regulación me parecería perfecto, siempre y cuando no
fuese otro trámite burocrático más, con el fin de obtener y regular otro
impuesto y/o canon. Aunque, y hablando de legalidades, la mayoría de
este tipo de asuntos digitales (y no nos olvidemos de ello) pueden ser
asuntos transnacionales, con todas las dificultades que implica. En
cuanto a la aparición del nicho de negocio, me parece respetable y
aceptable que haya este tipo de iniciativas, ya que siempre es mejor
contar con la ayuda de profesionales.

143
Y, para finalizar, lo dicho, me meteré más en faena (por lo que a mi
mismo respecta) y, también, por lo que a las demás personas o clientes
les pueda ayudar. Muchos no se cansan de repetir “qué difícil es la vida o
vivir”, y yo creo que, lamentablemente, es mucho más difícil el morir en
esta época tan digital.
Salu2.0 para tod@s.

Xuan Nel Gonzali

Fuente original:
http://xunego.com/sobre-un-testamento-digital/

144
XUAN NEL GONZALI
Director de XUNEGO, una central de
negocios sobre marketing multidi-
mensional, una idea de negocio que
surgió tras comprobar que en la vida
diaria las personas consumen y
recomiendan servicios complemen-
tarios.
Por ello, y por experiencia, cree en las
buenas oportunidades que ofrecen los
negocios, tanto los de marketing
multinivel como los tradicionales.
Consultor de plataformas digitales, piensa que hoy en día se hace
imprescindible el manejo y utilización de las distintas plataformas, como
Facebook, Twitter, LinkedIn, YouTube, Google+, etc. De su correcto
uso, vienen los resultados.

Twitter
@XuanNelGonzali - https://twitter.com/XuanNelGonzali

LinkedIn
https://es.linkedin.com/in/xuannelgonzali

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Coordinadores:
SONSOLES VALERO
BARCELÓ
Abogada del Ilustre Colegio de
Abogados de Madrid. Experta
Universitaria en Derecho de Consumo
por la Universidad de Salamanca.
Especialista en protección de
consumidores y usuarios, atención al
cliente y resolución de conflictos.
Colaboradora de la Oficina Municipal
de Información al Consumidor del
Ayuntamiento de Zaragoza y de la Dirección General de Protección al
Consumidor del Gobierno de Aragón.
Habituada a la docencia, ha impartido diversos módulos especializados
en Atención al Cliente, Consumidor y Usuario. Además, ha elaborado
numerosas guías de protección del consumidor y publicaciones
divulgativas para diversas Asociaciones de Consumidores y Usuarios e
Instituciones Públicas.
En la actualidad ejerce como jurista en el gabinete legal CONSUMLEX,
del cual es socia directora. Compagina esta actividad con la realización de
fotografías jurídicas para el portal Juristas con Futuro y la coordinación
de los desafíos legales propuestos bajo el hashtag #RetoJCF, junto con
Ricardo Oliva León.
Infatigable y comprometida le ha dado un toque mágico al formato de
este eBook (es la autora de la fotografía de la portada).

Twitter
@sonvalero - https://twitter.com/sonvalero

LinkedIn
https://es.linkedin.com/in/sonsolesvalerobarcelo

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RICARDO OLIVA LEÓN
(Puedes ver su perfil en la página 111
de este eBook)

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Escritores habituales de Juristas
con Futuro:

Óscar Domínguez Merino

Ricardo Oliva León

Carlos Pastor Sempere

Beatriz Ruiz Vinue

Lorena Tajada Igea

Sonsoles Valero Barceló

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por email (info@juristasconfuturo.com o
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por teléfono (+34 69 95 51 887)

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