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BAJO LAS AGUAS DEL ATOS

FRANCISCO RODRÍGUEZ ADRADOS de la Real Academia Española


29-4-2004 10:05:37

Arqueólogos griegos han encontrado, junto al monte Atos y bajo el mar, restos de la
flota persa que el año 492 antes de Cristo se dirigía, al mando del general Mardonio,
contra Eretria (en Eubea) y Atenas para castigarlas por la ayuda que habían prestado a la
sublevación de los griegos de Asia el año 500.
No mucha ayuda ciertamente, el envío de veinte trirremes de Atenas y cinco de Eretria.

Las soluciones intermedias suelen ser las peores: a Atenas se le venía ahora encima este
nublado -trescientas trirremes y 20.000 hombres, según Heródoto- y se le vino el 490 el
de la expedición de Datis y Artafernes y el 480 el de la de Jerjes. Expediciones
derrotadas en Maratón, Salamina y Platea. Grecia, al final, salió victoriosa. Salvó a
Europa de Persia, salvó nuestro modo de vida y de gobierno. Europa pudo ser Europa.

Aquello acabó mal para los persas, pero había empezado mal ya en la expedición de
Mardonio el 492, aquella cuyos restos se han encontrado ahora. Oigamos a Heródoto
(VI, 44): «Partiendo de Acanto, intentaron doblar el Atos. Sin embargo, mientras lo
estaban costeando, se abatió sobre ellos un violento huracán del Norte, imposible de
capear, que diezmó terriblemente la flota, pues lanzó a gran parte de las naves contra el
Atos. Según cuentan, los navíos que se fueron a pique fueron unos trescientos, mientras
que las pérdidas humanas ascendieron a veinte mil» (traducción de Carlos Schrader).
Sigue hablando de las «fieras marinas» (sin duda tiburones) y de los ahogados.

Quizá Heródoto exagere y sucumba a su gusto por el tremendismo. Eso piensan los
historiadores. Lo que es claro es el terror de los persas al Atos, desde entonces. En el
490 Datis y Artafernes llegaron a Eretria y Maratón a través del Egeo, de isla en isla; en
ambos lugares pueden verse todavía sus huellas. En el 480 la flota de Jerjes excavó nada
menos que un canal en el istmo del Atos, para que la flota pasara por él, sin exponerse a
riesgos. Pero, ecologista «avant la lettre», Esquilo explica que la naturaleza, así violada,
hizo que la expedición terminara en catástrofe.

En fin, Europa se defendía de gentes hostiles de Asia (con más éxito que ahora) y los
elementos la ayudaban. Hallamos ahora restos del naufragio persa. Y es impresionante
la vista del monte Atos, de casi dos mil metros de altura, en una península de 45
kilómetros de largo y sólo dos de base, el istmo. Hoy es, como se sabe, una república
monacal, que guarda preciados tesoros bizantinos. Pero no para las mujeres, a las que
les está vedado entrar. Cuando estuve allí en el último Congreso Internacional de
Estudios Clásicos, desembarcamos nosotros y disfrutamos de la sobria hospitalidad de
los monjes (un vaso de agua y un dulce). Las mujeres se quedaron en el barco. Se
bañaban y lo tomaban con humor. No se imaginaban que estaban encima de la flota de
Mardonio.

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