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Universidad de Tarapacá

Facultad de Educación y Humanidades

Departamento de Educación

Académico: Eduardo Velásquez

Currículo y evaluación 2018

Ensayo sobre Capitulo 1 “Acercamiento al


Currículum” de Casarini Ratto, M. (1999)

Estudiante: Elvis Muñoz Olea


Entendiendo etimológicamente el currículo, se presenta como carrera, vale decir, el
recorrido itinerario que el educando debe aprender durante su educación. Pero el objeto que
plantea la autora es conocer los diversos aspectos del mismo, como su auténtica funcionalidad, su
procedencia y como éste se desenvuelve en el área teórica y práctica de los diferentes proyectos
que lo llevan a cabo. Primeramente, su concepto ha ido variando a través de los siglos, y el que
deviene hasta nuestros días sintetiza tanto el aspecto estructural y el secuencial de la anterior
disciplina escolástica jesuita. Sin embargo, hace especial énfasis en que el currículo es, como la
humanidad, hijo de su tiempo, por lo que responde a las variantes y determinantes de los distintos
procesos históricos acontecidos en la sociedad donde se desarrolle el currículo, y por lo tanto, no
escapa a las intencionalidades de las diversas posiciones hegemónicas políticas, ideológicas,
culturales, académicas, etc. Es en virtud a esta arbitrariedad de su fuente, que se debe reconocer
que, al igual que las leyes, el currículo posee un carácter prescriptivo de la acción deseable, donde
se selecciona, según el punto de vista, las competencias que se consideren adecuadas para la
formación de una persona. De allí que la autora ejemplifique con diversas definiciones de currículo;
experiencias planificadas, aprendizaje conducido, estructuración de objetivos, son las concepciones
que se pueden observar. Por lo tanto, es el currículo donde convergen los objetivos esperables como
los medios educativos para obtenerlos, comprendiendo sociológicamente a la escuela como módulo
de aprendizaje y enseñanza.

De éste análisis se puede observar tres tipificaciones del currículo. El primero de ellos
corresponde al programa que proviene desde lo académico administrativo, es donde se planean el
proceso de enseñanza y sus finalidades, se le denomina comúnmente como el currículo formal y
prescriben, en teoría, contenidos y acciones para un adecuado desarrollo del mismo. Un segundo
tipo es el currículo real (o vivido), el cuál observa el ajuste entre el plan curricular y la realidad del
aula, pues encuentra su propósito en la práctica educativa, sus emergentes imprevistos, el capital
cultural del docente y su dialogo con el currículo formal. Y un tercer tipo corresponde al currículo
oculto, que supondría una síntesis de la tensión entre los tipos anteriores, entre las intenciones y la
realidad, pues existen procesos de enseñanza no expliciticas y latentes en la escuela, por lo que el
aprendizaje se vuelve no se vuelve un proceso neutro. Además, entendiendo en este último que
existe la verticalidad y diferencias entre los grupos hegemónicos reproductores de conocimiento y
los subalternos pasivos que mantendrían el aspecto conservador del aprendizaje.

Comprendiendo entonces el carácter dinámico que ocurre en el aula, y carácter dual


(teoría/práctica) del currículo, se hace énfasis en la función de la educación, que tiene el propósito
de estudiar este sistema de relaciones que se desarrolla con la aplicación de algún proyecto
curricular. Otro elemento se suma a esta ecuación cuando se tiene en consideración el ámbito
cultural del aula y las prácticas que incorporan al educando a la misma y le entregan sentido a su
entorno social. Por lo tanto, el currículo también se ve sumergido en esta realidad educativa y
cumplen el fin mismo de la escuela, adaptar al alumnado a su sociedad.

La autor previene de no adoptar teorías que puedan ser estructuras organizadas y


especulativas respecto a la labor en el aula, que ignoren la práctica como elemento
retroalimentador. Por consiguiente, se entrega una serie de teorías que no son más que formas de
trabajar con la situación práctica dentro del aula, aunque no quita que cierta o incierta porción de
docentes no se adhiera a ninguna teoría, entendiéndola como generalizaciones sin sentido que
entorpecen el desarrollo del educando. La primera de estas corresponde a entender el currículo
como el resultado de las exigencias académicas y los contenidos adecuados para la institucionalidad,
estableciendo un conjunto de saberes entendidos como lo “correcto” y la “verdad” necesarios para
el desarrollo del alumno, teniendo deficiencias en la entrega de herramientas de pensamiento o
habilidad de resolución de problemas. Una segunda corriente de pensamiento entiende al currículo
como un basamento para lo experimentado por el educando en el aprendizaje, que le da gravitante
importancia a la adquisición y de capacidades, habilidades y destrezas por sobre el sobrevalorado
conocimiento, observando detenidamente los procesos psicobiológicos del alumno, pero podría
eventualmente caer en intencionalidades e ignorar la dimensión social y cultural del currículo. La
tercera línea presentada, y en lo personal la más nefasta, es el currículo comprendido como sistema
tecnológico de producción, donde se vela por la eficiencia y la calidad observada por los resultados
y los patrones de comportamiento, esta teoría suele aplicarse en el escenario actual de la educación
donde se trabaja con números masivos de alumnos y, por supuesto, mientras mayor resultado
mayores beneficios económicos desde el Estado, un enfoque eficientista propio de la burocracia de
la educación actual. Y por último, la teoría que entiende al currículo como el puente entre la teoría
y la práctica, como reconstrucción contante y propuesta de acción, se entiende ahora a la práctica
como un elemento analítico de peso a la hora de evaluar logros reales, pues supone la integración
entre enseñanza y el plan curricular, transformándose en una guía dinámica de aprendizaje.

Finalmente, como enseña la autora con una suficiente cita, el currículo debe entregar los
objetivos de la educación escolar, y no solo contenidos, sino aspectos de desarrollo y la
incorporación del educando a la cultura de la escuela, y desde ese escenario incentivar y proponer
una plan de acción adecuado para cumplir con los objetivos. Entonces, el currículo además de hacer
visibles la intencionalidad educativa del sistema educativo de donde nace, también se vuelve una
guía pedagógica para orientar la práctica en el aula.

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