Está en la página 1de 2

El Cuestionario de Ernst von Salomon

En Alemania tuvo una triste fama el denominado Cuestionario : der Fragebogen. Era u
n formulario que había que llenar y que comprendía 131 preguntas, las cuales no sola
mente representaban un sistema de información sobre cada mínimo detalle de la person
a, de la vida y de las actividades del interrogado, sino que implicaban un verda
dero y propio examen de conciencia . La única diferencia estaba en que quien lo solic
itaba no era la Iglesia sino el gobierno militar aliado.
Justamente con el título El Cuestionario Ernst von Salomon ha escrito un libro que
ha tenido en Alemania una vasta resonancia y que ahora ha salido a través de Edic
iones Longanesi en versión italiana con el título modificado de Yo sigo siendo prusi
ano (Io resto prussiano). Von Salomon es ya conocido por otros libros exitosos t
ales como La ciudad, Los proscriptos, Los cadetes. Aquí emplea casi 900 páginas para
darle al aludido cuestionario aliado la respuesta deseada de acuerdo a su concien
cia. Las diferentes preguntas son ocasiones para una especie de sugestiva autobi
ografía, que comprende al mismo tiempo el encuadre de acontecimientos, de experien
cias y de encuentros de todo tipo, desde el período de la primera posguerra al de
la ocupación aliada.
El rubro reservado a las observaciones es quizás el más impresionante: se refiere a to
do aquello que el autor experimentó con los norteamericanos en sus campos de conce
ntración. En su objetividad es un terrible documento respecto de una brutalidad in
audita, cuanto más odiosa en tanto ha sido producida por aquellos que presumieron
de dar a su guerra el carácter de una cruzada en nombre de la humanidad y de la di
gnidad de la persona humana. Aun queriendo establecer un paralelo con aquello qu
e pudo acontecer en algún campo de concentración alemán, aquí no era ahorrado ni el comb
atiente heroico, ni el general, ni el alto o digno funcionario, agregándose también
aquellas personas arrestadas casualmente que no estaban en condiciones de respon
der sobre nada en especial. Lo cual fue el caso del mismo von Salomon, nunca ins
cripto en el partido nazi, y de su compañera, una judía protegida por éste en contra d
e las medidas anti-hebraicas, a la cual le había hecho poner un nombre falso. Ambo
s no fueron liberados sino después de más de un año de vida degradante, luego de haber
se dado cuenta de que se trataba de un equívoco.
Respecto al contenido del libro, queremos tan sólo hacer mención a todo aquello que
se refiere a aspectos poco conocidos de las fuerzas políticas que en Alemania actu
aron durante el advenimiento de Hitler y, en parte, también durante su dictadura.
Tal como se ha dicho, Salomon no era nazi. Pertenecía más bien a aquel movimiento qu
e puede denominarse como de la revolución conservadora . Luego del derrumbe de 1918 e
n Alemania tomó forma un movimiento múltiple de entonación nacionalista el cual se pro
ponía la renovación resuelta de formas y métodos, conservando sin embargo los principi
os fundamentales de la tradición y de la concepción germánico-prusiana del Estado. Con
este espíritu estuvieron animadas las formaciones de voluntarios que, al mando de
l capitán Erhardt, se batieron en la frontera oriental aun luego del derrumbe y qu
e luego, al lado de otras corrientes, actuaron como fuerzas políticas en contra de
la Alemania de Weimar, la socialdemocracia y el comunismo. Aquí la consigna era l
a revolución desde lo alto : es decir, una revolución que partiera del Estado y desde l
a idea de Estado y desde el concepto de autoridad legítima. Estos mismos ambientes
forjaron entonces por vez primera la famosa fórmula del Tercer Reich .
Y bien, todo este nucleamiento vio en el nacionalsocialismo no tanto la realizac
ión cuanto la traición de sus ideas. Tal como dice von Salomon, el primer serio y gr
an tentativo del movimiento nacional de provocar un vuelco histórico decisivo part
iendo desde lo alto, desde el Estado, fracasó a causa de la existencia de Hitler.
Con Hitler, nos agrega, el acento decisivo del nacionalismo se desplazó del Estado
al pueblo, a la pura autoridad de la nación como colectividad, y ello fue formula
do en el hecho de que para defender una concepción política totalmente opuesta fue u
tilizada una terminología que se remontaba en gran parte al patrimonio tradicional
germano-prusiano.
Todo sumado, nos dice Salomon, el régimen totalitario instaurado por Hitler no sal
e de los marcos de la democracia, más aun es una democracia exasperada en una espe
cie de tribunado del pueblo. El poder se lo conquista a través de las masas, la le
gitimación formal del poder es recabada de las masas, mientras que el Estado tradi
cional autoritario se basa en la jerarquía y sobre un concepto autónomo y superior d
e la soberanía. Por esto von Salomon no podía ser nacionalsocialista; ni tampoco lo
fueron muchos otros que, luego del advenimiento de Hitler y del partido de masas ,
se echaron atrás o bien se afiliaron al movimiento con la sola intención de accionar
desde lo interno del mismo en el momento oportuno, luego de que hubiesen sido r
esueltos algunos problemas improrrogables de política interna y externa. Muchos de
tales elementos figuraron entre aquellos que intentaron liberarse de Hitler en
junio de 1944. Esta veta escondida de la revolución conservadora es en general muy p
oco conocida, a pesar de su importancia. También a tal respecto los libros de von
Salomon son interesantes documentos.
Respecto del último punto, corría por Alemania la siguiente historieta. Se preguntab
a: ¿Qué es peor, que se gane la guerra y los nazis sigan estando, o bien que se la pi
erda y que los nazis desaparezcan? La respuesta humorista era: Lo peor de todo es
perder la guerra y que a pesar de ello los nazis sigan estando . Von Salomon nos r
efiere que, aparte de la broma, los ambientes que le resultaban cercanos habrían c
onsiderado una cuarta posibilidad: Ganar la guerra y sobre la base de ello liber
arse luego del gobierno de los nazis. Ello en la medida que aun sin ser tan radi
cales, se hubiese hablado de una acción que, partiendo de las fuerzas combatientes
más puras, hubiese removido las estructuras del Estado totalitario tribunalicio e
n nombre del ideal de un verdadero Estado nacional jerárquico, en esto se habría qui
zás tenido la fórmula de un futuro mejor, válido no sólo para la Alemania sino quizá también
para la misma Italia.
* * *
Roma, 2 de julio de 1954.

También podría gustarte