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En especial los yogures desnatados, pero también los quesos fundidos con
sabores para niños, destacan por reducir el porcentaje de grasas saturadas bajo
la creencia de que estas contribuyen a la obesidad. Sin embargo, y más allá del
debate sobre si realmente las grasas son un factor nocivo, en este tipo de
productos se suelen añadir artificialmente azúcares para compensar la pérdida
de sabor que se produce al quitar la nata. Mirar cuál es este porcentaje de
azúcares añadidos en el momento de elegir un producto puede ayudarnos a
combatir la obesidad.
Esta búsqueda nos dará una idea de lo profundo que ha penetrado la industria
del azúcar en todo tipo de productos elaborados. Veremos que bebidas dulces,
batidos y salsas tienen a veces proporciones considerables de azúcares
añadidos o hidratos de cadena larga. Este hecho tal vez nos ayude a moderar su
consumo o incluso evitarlo.
Esta es la razón por la que (casi siempre)
nos mienten respecto al pan integral
En la inmensa mayoría de los casos, sobre todo en grandes superficies, el pan se
obtiene de harinas refinadas blancas, incluso aunque lleve la etiqueta
"Integral".
Las harinas refinadas solo aportan azúcares y son tan nocivas para nuestra
salud como la repostería o los refrescos azucarados.
Se entiende por pan integral al que se hace con una harina en la que se
aprovecha el grano completo del cereal, ya sea trigo -el más común-, cebada o
centeno. El grano completo molido aporta el salvado -que es la cáscara,
abundante en fibra, vitaminas del grupo B y minerales-, el germen -rico en
proteínas, vitaminas del grupo E, ácidos grasos, magnésio y otros componentes-
y el endospermo, que es puramente almidón, y por tanto largas cadenas de
glucosa, y cierto nivel de proteína.
Si logramos una harina que contenga estas tres partes y hacemos una masa con
ella, que fermentamos y horneamos, obtendremos un auténtico pan integral,
que conservará todas los nutrientes antes descritos y además logrará que su
aporte de fibra retrase la absorción de los azúcares del endospermo, de modo
que no suba tanto la glucosa de golpe en nuestra sangre y no forcemos al
páncreas a crear insulina. Numerosos expertos en nutrición del mundo ya
alertan de los peligros de los constantes altos niveles de azúcar en sangre a raíz
de nuestra dieta.
Si separamos las tres partes del grano mediante un complejo proceso de filtrado
y tamizado, obtendremos finalmente una parte de germen, que normalmente se
dedica a las industrias cosméticas y nutricionales, el salvado y la harina blanca
o refinada. Esta harina es blanca porque solo contiene endospermo,
mayoritariamente almidón que es la base del pan que conocemos como
blanco, el más habitual hoy en día y general en la historia moderna.
FOTO: PIXABAY
Este pan blanco es para un creciente número de nutricionistas una de las causas
de la plaga de obesidad que vivimos hoy en día, pero lo cierto es que hasta
fechas muy recientes ha sido el que la mayoría de la población ha comido,
apreciado y pagado mejor. Incluso durante de la hambruna de 1848 en Irlanda,
la gente pobre era alimentada con pan integral porque resultaba más barato, al
ser considerado casi un desperdicio para animales.
Foto: Chefkeem
Pan esenio
Una alternativa es el llamado pan esenio, realizado con granos germinados que
se muelen y se hornean sin fermentar. Las ventajas de este pan es que la
germinación da lugar a una serie de reacciones químicas que aumentan su nivel
vitamínico, así como reducen ciertos compuestos que se cree que producen
alergias -aunque no el gluten-, y consumen la mayor parte del almidón,
reduciendo así mucho el índice glucémico del pan.
Foto: Fritzs