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SENTENCIA: En la ciudad de Neuquén, capital de la provincia

del mismo nombre, a los veintiocho días del mes de abril del
año 2014, se constituye la Sala del Tribunal de Impugnación
integrada por los Señores Jueces Dr. Alejandro Cabral, quien
presidió la audiencia, y los Dres. Mario Rodriguez Gomez y
Alfredo Elosú Larumbe, con el fin de dictar sentencia en
instancia de impugnación, en el caso judicial denominado
“LANDAETA, Daniel, acusado del delito de homicidio en ocasión
de robo” (identificado bajo el legajo OFINQ 4/2014), y
seguido contra Daniel Landaeta, a favor de quien se interpuso
el recurso de impugnación.

Intervinieron en la instancia de impugnación el Dr.


Carlos A. Vaccaro, defensor de confianza del imputado Daniel
Landaeta, y el Dr. Pablo Vignaroli en representación de la
fiscalía.

ANTECEDENTES: Por resolución adoptada por un Tribunal de


jueces de garantías, en audiencia llevada a cabo el día 9 de
abril del corriente, se dispuso, en lo que aquí interesa,
rechazar la revisión de la resolución adoptada el 4 de abril
de este año por la Dra. Ana Malvido en la instancia de
control de la prisión preventiva (art. 117 CPP), que disponía
la ampliación de la prisión preventiva de Landaeta por un
plazo de 60 días.

Con fecha 18 de abril 2013, el Sr. Defensor, Dr. Carlos


A. Vaccaro, dedujo recurso de impugnación solicitando su
revocación, y en consecuencia, el cese de dicha medida de
coerción.

Es así, que con fecha 28 de abril de 2014 se llevó a


cabo la audiencia prevista en el art. 245 en la que se
debatieron oralmente los fundamentos del recurso interpuesto
por la defensa.

Practicado el pertinente sorteo, resultó que en la


votación debía observarse por los señores Jueces el orden
siguiente: Dr. Alfredo Elosú Larumbe, Dr. Alejandro Cabral y
Dr. Mario Rodriguez Gómez.

Cumplido el proceso deliberativo que emerge del art. 246


del Código de rito, se ponen a consideración las siguientes
cuestiones:

PRIMERA: ¿Es formalmente admisible el recurso


interpuesto?.

El Dr. Alfredo Elosú Larumbe, dijo:

El recurso fue presentado en término, ante la Oficina


Judicial respectiva, por parte legitimada para ello, siendo
ésta una decisión judicial declarada expresamente impugnable
(art. 233 CPP).

La impugnación, además, resulta autosuficiente, porque


de su lectura se hace posible conocer como se configura –a
juicio del recurrente- los motivos de impugnación aducidos y
la solución final que propone.

Por todo ello considero que debe declararse la


admisibilidad formal del recurso de impugnación deducido
(arts. 233, 235 y 239 del CPP).

El Dr. Alejandro Cabral, dijo: Por compartir los


argumentos esgrimidos por el juez que emitió el primer voto,
adhiero a sus conclusiones.
El Dr. Mario Rodriguez Gómez, dijo: Adhiero al voto del
Juez preopinante.

SEGUNDA: ¿qué solución corresponde adoptar?.

El Dr. Alfredo Elosú Larumbe, dijo:

A. El presente caso llega por segunda vez a conocimiento


de este Tribunal de Impugnación para que se analice la
legitimidad de la prisión preventiva que pese sobre Daniel
Landaeta.

En lo que va del año, han sido siete los tribunales


(unipersonales y colegiados) que se han pronunciado respecto
de esta medida de coerción.

Por dicha razón, teniendo en cuenta la diversidad de


pronunciamientos dictados y la inusual situación que se ha
verificado, es necesario efectuar un repaso histórico del
derrotero judicial que ha precedido a este pronunciamiento.
Ello, como presupuesto ineludible para comprender cabalmente
qué es lo que se ha discutido en esta audiencia y cómo debe
resolverse la cuestión.

- A Landaeta se lo acusa del delito de homicidio en


ocasión de robo. Fue detenido en abril de 2012,
permaneciendo en prisión preventiva hasta el día de la
fecha.

- El 26 octubre de 2012 el expediente ingresó a la Cámara


Criminal II. El tribunal fijo fecha de debate para los
días 10, 11 y 12 de septiembre de 2013, juicio que
finalmente fue suspendido.

- Ya bajo la vigencia del nuevo ordenamiento procesal, el


17 de enero del corriente se discutió por primera vez la
prisión preventiva de Landaeta en audiencia celebrada
con la intervención de la Sra. Jueza de Garantías, Dra.
Ana Malvido. La defensa solicitó la libertad de su
asistido apoyada en la extensa duración de la medida de
coerción que pesaba sobre el imputado y en atención al
límite máximo de un año previsto por el art. 119 del
nuevo CPP. En su resolución, la Sra. Jueza denegó el
pedido de la defensa indicando que, en virtud de lo
dispuesto por el Art. 56 la ley Orgánica para la
Justicia Penal y lo establecido en el art. 22 del CPP,
el plazo previsto en el art. 119 se comienza a computar
a partir la entrada en vigencia del nuevo régimen.

- Frente a dicha decisión, la defensa interpuso recurso de


revisión. El 21 de enero se llevó a cabo la audiencia
prevista en el art. art. 118 CPP, ocasión en la cual el
Colegio de Jueces confirmó la decisión sobre la base de
los mismos argumentos esgrimidos por la Dra. Malvido.

- Ante ello, el Dr. Vaccaro interpuso recurso ordinario de


impugnación (art. 233 CPP).

Conforme se desprende del escrito presentado con fecha


27 de enero, la defensa estructuró sus agravios en tres
pilares fundamentales.

a) Errónea aplicación del art. 56 de la L.O. y 22 del


CPP.

b) Ausencia de fundamentación en las decisiones tomadas


por los jueces intervinientes, por entender que no se
explicó cuáles eran las razones que hacían necesario
mantener la prisión preventiva y porque no se
acreditó la insuficiencia de las demás medidas
cautelares previstas por el ordenamiento procesal.

c) Violación a lo establecido en el art. 116, toda vez


que en las resoluciones dictadas no se estableció el
plazo máximo de la prisión preventiva ni el plazo
máximo de la investigación.

La audiencia prevista en el art. 245 se llevó a cabo el


28 de febrero de 2014.

En esa ocasión, la defensa ratificó la existencia de los


tres agravios que oportunamente había introducido en
forma escrita. Asimismo, explicó que más allá de las
consideraciones expuestas, el tiempo de detención que
venía sufriendo Landaeta resulta irrazonable a la luz de
las normas contenidas en la Constitución Nacional y en
los Tratados Internacionales de Derechos Humanos.

Cedida la palabra al Dr. Vignaroli, el Sr. Fiscal


propició la confirmación de la resolución recurrida. Sin
embargo, sólo se pronunció respecto de los dos primeros
agravios. Consecuentemente, nada dijo sobre la violación
a la obligación de determinar el plazo máximo de
duración de la prisión preventiva y de la investigación,
que fuera puesta de manifiesto por la defensa, tanto en
el escrito de impugnación como en la audiencia de
ampliación de fundamentos.

Con la misma integración que hoy nos convoca a dictar


este pronunciamiento, el Tribunal de Impugnación rechazó
los dos primeros agravios.

La mayoría, compuesta por el Dr. Alejandro Cabral y por


el suscripto, por entender que el caso había sido
correctamente resuelto a la luz de lo establecido en el
art. 56 de la Ley Orgánica y en el art. 22 del CPP. El
Dr. Rodriguez Gomez, por su parte, por considerar que si
bien es posible la aplicación retroactiva de la ley
procesal cuando beneficia al imputado, en el presente
caso efectivamente se está aplicando una ley de forma
más benigna (ley 2784). En tal sentido, añadió que la
ley que regula el proceso de transición (art. 56 L.O.)
también es más benigna que el código anterior en lo que
respecta a la situación de las personas privadas
cautelarmente de la libertad ya que habla de plazos
fatales.

El tercer agravio tuvo acogida favorable por parte de la


mayoría del tribunal (voto del Dr. Cabral y del
suscripto).

En primer lugar, entendimos que, tal como lo había


puesto de realce la defensa, la prisión preventiva que
pesaba sobre Landaeta se había extendido
considerablemente.

En segundo término, advertimos que tanto la Sra. Jueza


de Garantías como el Colegio de Jueces, habían omitido
establecer un plazo de duración de la prisión preventiva
y de la investigación (art. 116). Frente a esta
irregularidad -mencionada en el punto VIII del escrito
de impugnación y registrada en el minuto 15, segundo 19
de la audiencia-, señalamos que le asistía razón a la
defensa ya que el art. 116 establece la obligación de
fijar los mencionados plazos cuando se impone o mantiene
una prisión cautelar.
Ante ello, explicamos que el tribunal tenía dos caminos
procesales para resolver la cuestión: a) reenviar el
caso a la Jueza de Garantías para que fije el término;
o, b) ejercer competencia positiva y fijar en esa misma
audiencia el plazo en cuestión.

En virtud de la dilación que ya habíamos advertido,


decidimos optar por la segunda alternativa.
Concretamente, se resolvió establecer un plazo de veinte
(20) días hábiles para la celebración del juicio con
Landaeta en prisión preventiva. Y se especificó, que si
el debate oral no se realizaba en el término fijado, la
detención del imputado debía cesar. Ante ese eventual
supuesto, Landaeta debería aguardar el juicio en
libertad.

- Contra esta decisión, el Dr. Vignaroli interpuso recurso


extraordinario de impugnación.

Equivocadamente, sostuvo que la imposición de ese plazo


no fue solicitado por la defensa.

Asimismo, indicó que no es prerrogativa de los jueces


fijar términos perentorios para la realización de un
juicio y que la medida fue tomada en desconocimiento de
que esa parte había requerido el juzgamiento del
imputado ante un jurado popular.

- El 10 de marzo de este año el Tribunal Superior de


Justicia declaró improcedente la impugnación
extraordinaria concretada por el Ministerio Público
Fiscal (art. 248, inc. 1 y 2, a contrario sensu, del
CPP).
A manera de obiter, exhortó al Dr. Cabral y al suscripto
a que, en lo sucesivo, nos abstengamos de resolver
cuestiones no introducidas en la litis. En tal sentido,
la Sala Penal del TSJ interpretó erróneamente que la
defensa sólo había planteado dos agravios y que, en
ningún momento, solicitó la imposición de un plazo
perentorio. Asimismo, señaló que el exceso de
jurisdicción no conllevaba a la nulidad debido a que el
decisorio era revocable “en cualquier estado del
procedimiento” (art. 117 CPP).

- Frente a un planteo de prórroga de la prisión preventiva


que efectuó el Dr. Vignaroli, la Jueza que realizó la
audiencia de control de acusación le ordenó a la OFIJU
que fije otra audiencia para discutir esa cuestión en
los términos del art. 117.

- El 4 de abril se llevó a cabo la audiencia para discutir


la prórroga solicitada por la fiscalía con intervención
de la Dr. Ana Malvido.

En dicha ocasión el Dr. Vignaroli expresó que el término


que fijo el Tribunal de Impugnación es un plazo, no
solamente exiguo, sino que se determinó sin contar en
ese momento con la información adecuada (que se había
requerido el juzgamiento por jurados). En atención a
ello, solicitó que se amplíe por sesenta días el plazo
de la prisión preventiva hasta tanto se realice el
juicio. Indicó, que ya se había hecho la audiencia del
art. 168, que ya se había evaluado la prueba, y que la
Sra. Jueza que intervino en dicha audiencia le ordenó a
la OFIJU que se designe un juez para las audiencias de
selección de jurado.
La defensa, expresó que el Fiscal sabía que el plazo
fijado por el Tribunal de Impugnación vencía el 3 de
abril y, no obstante ello, intentó un recurso
extraordinario que, más allá de lo señalado en el punto
II de la resolución, fue rechazado por el TSJ. Es decir,
el decisorio estaba firme.

Aclarado ese aspecto, el Dr. Vaccaro señaló que, a


veintitrés meses de detención cautelar, ya no se discute
si hay riesgo de fuga o de entorpecimiento de la
investigación. Lo que se debate es si una persona
inocente, por el sólo hecho de hallarse imputada de un
delito debe permanecer veintitrés meses privado de su
libertad sin que se la haya llevado a juicio. Se ha
violado el plazo razonable de la prisión preventiva. Ni
siquiera es una discusión -como se debatió en las
audiencias anteriores- de la aplicación o no del plazo
del art. 119, o de la fecha a partir de la cual se va
computar el plazo para la prisión preventiva. Hay una
violación a la garantía establecida por la CADH a
obtener un fallo en un tiempo razonable (el subrayado me
pertenece).

Destacó, que pese a los marcados retrasos que sufrió la


causa, la audiencia del art. 168 recién se realizó el 1
de abril. Afirmó que el Ministerio Fiscal no le ha dado
celeridad al trámite de este caso y que no se puede
cargar en la cabeza de su asistido todas las dilaciones
que se han verificado por causas totalmente ajenas a él.
En atención a ello, solicitó que se rechace el pedido de
“ampliación de plazos” y que se disponga la libertad del
Sr. Landaeta.
La Fiscalía replicó que no existe ningún elemento nuevo
que habilite la discusión del riesgo procesal y que ello
ya fue analizado por siete jueces que llegaron la misma
conclusión.

Finalmente, la defensa reiteró que ya no discute el


riesgo procesal. Se está discutiendo la razonabilidad de
mantener a una persona detenida por un plazo tan extenso
(el subrayado me pertenece).

Luego de escuchar a las partes la Dra. Ana Malvido hizo


lugar a la prórroga de sesenta días solicitada por la
fiscalía.

En primer lugar, dijo que fueron varios los magistrados


que se han pronunciado sobre la existencia del peligro
procesal existente hasta ahora. Nada nuevo ha cambiado
al respecto.

En segundo término, expresó que este es un caso distinto


al antecedente “Rojas” -que ella misma resolvió-, ya que
la fiscalía ha cumplido con todas las pautas: el 10 de
febrero presentó su acusación, fueron revisadas las
prisiones preventivas por distintos jueces y se llegó a
la conclusión de que existían peligros procesales.

Por último, agregó que ya se formalizó el control de la


acusación y ya se fijó una audiencia para la fijación de
jurados, con lo cual próximamente va a realizarse el
juicio.

- Ante esta decisión, la defensa interpuso revisión. La


audiencia se materializó el 9 de abril con la
intervención de los Jueces, Mauricio Zabala, Cristian
Piana y Marcelo Benavides.
El Dr. Vaccaro centró su agravio en la ausencia de
fundamentación de la decisión. Manifestó que el Fiscal
pidió la ampliación la prisión preventiva sobre la base
de que no ha cesado el riesgo de fuga. Sin embargo,
advirtió que esa defensa planteó que, a veinticuatro
meses de encierro preventivo, la discusión no pasa por
la existencia de riesgo de fuga, sino por determinar si
es razonable mantener la medida cautelar. En esa
dirección, afirmó que este es un caso de una pena
anticipada. No hay razones que justifiquen el retraso en
el desarrollo de la causa (el subrayado me pertenece).

Desde su óptica, la Dra. Malvido no dio razones del


retraso de la causa: en ello radica la falta de
argumentación, porque solamente en el caso de que la
demora de la causa estuviera justificado, se podría
mantener al imputado en prisión preventiva.

Además, indicó que lo resuelto por la Dra. Malvido se


contradice con fallos propios. En el caso “Rojas” con
catorce meses de prisión preventiva, la magistrada
sostuvo que el retraso en la tramitación de la causa
nunca puede afectar al imputado. Sin embargo cuando
resolvió en este caso, amplió la prisión preventiva en
función de que siete magistrados habrían manifestado que
había riesgo de fuga.

La fiscalía, representada por el Dr. Maximiliano Breide


Obeid, opinó que lo que plantea la defensa es cosa
juzgada. Lo que se señala, respecto de los peligros de
fuga y del plazo razonable, ya fue contemplado en
distintas etapas anteriores.
Explicó que la revisión se planteó respecto de la
prórroga del plazo de la prisión preventiva, ya que
cuando el Tribunal de Impugnación fijó el plazo de
veinte días no tuvo en cuenta -porque no lo sabía y las
partes no lo habían informado- que este es un caso de
juicio por jurados. Dijo que el Tribunal de Impugnación
resolvió ultra petita, y de ahí el pedido de prórroga
que pidió el Dr. Vignaroli.

Consideró que la prórroga de la prisión preventiva no


obedece a las cuestiones que está planteando la defensa,
sino a los tiempos que tarda la OFIJU para conformar el
jurado para realizar este juicio.

Por último, señaló que no es aplicable el precedente


“Rojas”, ya que en ese caso el imputado tuvo una
participación mucho menor y de hecho, en la audiencia
del 168 la fiscalía no formuló cargos, por lo cual hay
una diferencia sustancial entre ambos casos.

El Dr. Zabala requirió precisiones a las partes acerca


de cuál fue el objeto que se discutió en la etapa de
impugnación anterior. Ante ello, la defensa y la
fiscalía respondieron que se trató la fecha a partir de
la cual se debía aplicar el plazo del art. 119, y la
obligación de fijar plazo en el caso de mantener la
prisión preventiva. (El subrayado me pertenece).

Llegado el momento de resolver, el Colegio de Jueces,


por unanimidad, rechazó la impugnación y confirmó la
resolución de la Sra. Jueza de Garantías.

En tal sentido, el tribunal señaló que el tiempo que


insumió el tribunal de juicio para realizar el mismo no
encuentra ningún tipo de justificación y resulta
necesario, más allá de la resolución del caso en
concreto, realizar una revisión de por qué se produjo
esa demora. Por esa razón, ordenaron a la OFIJU la
extracción copias del legajo y su remisión a la
Auditoría General del Poder Judicial para investigar las
responsabilidades administrativas que pudiera haber por
la demora excesiva en la realización del juicio.

En lo que respecta a la resolución del caso, el Colegio


afirmó que es evidente que no hay cuestiones nuevas. Son
cuestiones que ya se vienen planteando en todas las
opciones de revisión que hubo.

La razonabilidad del plazo y la inmediatez, a contrario


de lo que señala la defensa, implica un mayor peligro de
fuga.

Con cita del Profesor Alejandro Carrió, indicaron que


“una pauta a tener en cuenta siempre respecto del
encarcelamiento preventivo es la proximidad efectiva de
la decisión definitiva. En este caso se ha dado un plazo
de sesenta y conforme estamos informados la fiscalía ya
presentó la acusación, con lo cual el juicio y la
expectativa de imposición de una pena es inminente. En
este caso conforme nos informan la acusación se realizó
por un delito que tiene prevista prisión perpetua. O sea
que, aun cuando, como señala la defensa, ha pasado un
tiempo importante en prisión preventiva Landaeta, lo
cierto es que la pena en expectativa es muy importante y
justamente ello, y en función de la expectativa de tener
un juicio próximamente, razonablemente hace pensar que
las posibilidades de fuga aumentan sensiblemente”.
Con relación a la prórroga concedida, expresaron que
resulta evidente que sesenta días es un término
razonable para la realización de un juicio por jurados.
Añadieron, que el Tribunal de Impugnación no consideró,
al imponer el plazo originario, que en veinte días
hábiles resulta materialmente imposible cumplir los
plazos procesales necesarios para la realización de un
juicio por jurados. Interpretaron que, en realidad lo
que ha hecho la Dra. Malvido, es hacer razonable la
realización del juico, ya que el término de sesenta días
es, incluso, bastante estricto para el cumplimiento de
todos los requisitos procesales necesarios para la
realización del juicio.

Finalmente en cuanto al peligro de fuga, pusieron de


manifiesto que no se expedirían al respecto, ya que es
un elemento que ha sido revisado por todos los
tribunales que han participado en el caso antes que
ellos. En virtud de ello, concluyeron, no puede ser
nuevamente motivo de agravio y de resolución.

- Frente a esta resolución, la defensa interpuso un nuevo


recurso de impugnación ordinario.

Sus agravios fueron tres: a) Falta de fundamentación


suficiente para mantener la prisión preventiva; b)
Contradicción entre el fallo de la Dra. Malvido con
fallos anteriores que ella mismo dictó –precedente
“Rojas”-; y c) Fallo auto contradictorio del propio
Colegio de Jueces, ya que por un lado ordenó que se
remitan copias a la Auditoría General del Poder Judicial
para que se investigue la injustificada demora en el
trámite de la causa, y por el otro resuelve que resulta
razonable mantener en prisión preventiva a Landaeta.

Durante la audiencia oral prevista en el art. 245 del


CPP, la defensa reiteró los mismos argumentos en los que
fundó sus agravios, explayándose sobre los fundamentos
que sostienen su postura.

En esa dirección, hizo hincapié en que el Ministerio


Público Fiscal no ha demostrado la celeridad que exige
el nuevo código ya que: el 14 de enero sabía que
Landaeta estaba detenido por casi dos años y recién
presentó la acusación el 11 de febrero; el 13 de febrero
se notificó a las defensas de la acusación, mientras que
la audiencia del art. 168 se realizó el 1 de abril; se
violaron los plazos establecidos en dicha norma; y,
finalmente, no es cierto que los 20 días impuestos por
el Tribunal de Impugnación resultaban insuficientes para
hacer el juicio por jurados. De acuerdo a lo sostenido
por la defensa, si el Ministerio Público Fiscal hubiera
urgido a la OFIJU a que haga la audiencia del 168 el
mismo día que se notificó de la resolución del Tribunal
de Impugnación, el juicio pudo haberse iniciado el 27 de
marzo -el plazo límite de la prisión preventiva vencía
el 3 de abril-.

La fiscalía, por su parte, solicitó el rechazo del


recurso incoado e insistió con la línea argumental que
viene desarrollando en las audiencias celebradas el 4 y
9 de abril.

No obstante ello, agregó que: no es contradictorio que


el Colegio de Jueces se preocupe porqué se demoró una
investigación y, a la vez, funde la confirmación de la
prisión preventiva en el riesgo procesal de fuga; el
riesgo de fuga es lo principal para establecer la
necesidad de la prisión preventiva; la obligación de
fijar las audiencias es de la OFIJU y no de la fiscalía;
y la alegada falta de celeridad del caso bajo el nuevo
régimen procesal deviene abstracta debido al avance del
proceso.

Finalmente, la defensa replicó que el hecho de que el


juicio esté próximo no pude ser un argumento para
transformar en razonable lo irrazonable. La prisión
preventiva es irrazonable independientemente que el
juicio esté próximo.

B. Sentado lo expuesto, pasaré a exponer la forma en que


considero deben resolverse las cuestiones traídas a
conocimiento de este tribunal.

Conforme surge de la descripción de este “interminable”


proceso de discusión sobre la privación cautelar de la
libertad de Landaeta, a partir de la audiencia realizada el 4
de abril –pedido de prórroga por sesenta días- la defensa ya
no discutió más la existencia de riesgo procesal ni la
interpretación que debe darse al art. 56 de la Ley Orgánica.

El eje central de sus cuestionamientos fue otro. Como


incansablemente reiteró el abogado defensor, lo que pretendía
discutir era la “razonabilidad” de mantener detenido a su
pupilo por espacio de casi dos años.

En efecto, eso fue lo que le planteó a la Dra. Malvido,


a los Dres. Zabala, Piana y Benavides, y es lo que en esta
instancia vuelve a señalar a este Tribunal de impugnación.
Más allá de que la defensa ha estructurado sus agravios
en tres puntos diferenciados, el cuestionamiento que ensaya
es, en definitiva, uno sólo.

Ya sea por falta de fundamentación de las dos decisiones


precedentes, por la alegada contradicción de lo resuelto en
éste y otro caso similar por la Dra. Malvido, o por la auto
contradicción intrínseca que presenta el decisorio del
Colegio de Jueces, la crítica se apoya sobre la
“irrazonabilidad del tiempo de detención” que viene sufriendo
Landaeta. De acuerdo a la tesis que viene sosteniendo el Dr.
Vaccaro, no hay ninguna posibilidad de justificar la prisión
preventiva del imputado: la elongación desmesurada del
proceso es problema del Estado, no de Landaeta.

El planteo de la defensa es sumamente “claro y


sencillo”. No obstante ello, ni la Jueza de Garantías, ni el
Colegio de Jueces, dieron razones fundadas acerca de porqué
consideraban que debía rechazarse su petición.

A poco que se repasen las video filmaciones de las


audiencias, se observa que los jueces intervinientes le
contestaron a la defensa algo totalmente distinto a lo que
ésta les planteó. La defensa se agravia de la imposibilidad
de justificar el tiempo de detención en este caso, y los
jueces le responden otra cosa. Básicamente, que hay riesgo
procesal y que se está por hacer el juicio. Analicemos esta
cuestión detenidamente.

La Dra. Malvido esgrimió tres fundamentos para conceder


la prórroga de la prisión preventiva. Dijo que fueron varios
los magistrados que se han pronunciado sobre la existencia
del peligro procesal existente hasta ahora y que nada ha
cambiado al respecto; que este es un caso distinto a “Rojas”
porque que la fiscalía ha cumplido con todas las pautas: el
10 de febrero presentó su acusación, fueron revisadas las
prisiones preventivas por distintos jueces y se llegó a la
conclusión de que existían peligros procesales; y que ya se
formalizó el control de la acusación y se fijó una audiencia
para la fijación de jurados, con lo cual próximamente va a
realizarse el juicio.

Como se dijo ut supra, ninguno de los argumentos que dio


la jueza le responde a la defensa. Que exista riesgo procesal
y que la fiscalía haya presentado su acusación no tiene nada
que ver con la evaluación de la razonabilidad del término del
encarcelamiento preventivo. Asimismo, que se haya formalizado
la audiencia del art. 168 y que se haya fijado otra audiencia
para la selección de jurados tampoco dice nada acerca de la
razonabilidad de la detención. Son cosas absolutamente
distintas.

El tiempo que puede encerrarse a una persona


cautelarmente es razonable hasta que deja de serlo. A partir
de ese momento se torna irrazonable y no interesa si se hizo
o no determinada audiencia o si el juicio se avizora
temporalmente próximo.

Esta clara omisión de responder al “único” argumento que


usó la defensa y, consecuentemente, de exponer las razones
por las cuales se decidió mantener detenido a Landaeta
conducen a la nulidad del decisorio por ausencia absoluta de
motivación.

Se trata de una decisión antojadiza que configura un


claro supuesto de arbitrariedad. En este contexto, la
decisión aparece como una exteriorización unilateral de la
voluntad del sentenciante que no toma en cuenta el planteo
del abogado defensor. Reitero una vez mas, si la defensa le
está diciendo a la jueza que ya no va a discutir el “riesgo
procesal” porque su cuestionamiento es otro, no puede el
órgano jurisdiccional contestarle que como el juicio está
cerca y “existe riesgo procesal” va decidir en contra de sus
pretensiones.

Existe una obligación funcional de atender a las


peticiones de las partes que la jueza no cumplió. Máxime
cuando en el caso que nos ocupa, la defensa había
circunscripto sus cuestionamientos a un único motivo y,
además, ya existía una resolución de un tribunal superior1
que había advertido sobre la materialización de una demora
importante en el trámite del expediente y, fundamentalmente,
había establecido un plazo máximo de duración de la prisión
preventiva.

La decisión de la Sra. Jueza de Garantías no solo ha


contrariado una orden impartida por el Tribunal de
Impugnación -confirmada por el Tribunal Superior de Justicia-
sino que, además, lo ha hecho a través de un decisorio cuya
motivación es tan solo aparente.

La decisión tomada por el Colegio de Jueces adolece de


los mismos vicios que la resolución que revisó. Todo lo dicho
respecto de la resolución de la Dra. Malvido es aplicable al
decisorio del Colegio. La defensa siguió planteando la misma
violación al plazo razonable de detención y el tribunal
confirmó el fallo sin atender a lo que esa parte estaba
exponiendo.

1
Entendido éste, no como jerárquicamente superior sino como un tribunal con competencia funcional para
confirmar la resolución recurrida o eliminarla y reemplazarla por otra.
Ambos pronunciamientos muestran una marcada disociación
entre lo que se pide y lo que se contesta. Ninguno de ellos
explicó cuáles eran las razones o, mejor dicho, sobre qué
base normativa iban a dejar sin efecto la orden de libertad
impartida por el Tribunal de Impugnación.

Ello, no solamente atenta contra la seguridad jurídica y


los derechos del imputado, sino que ha evidenciado un
conflicto interno de carácter institucional generado como
consecuencia de la “contraorden” decida por la Jueza de
Garantías y confirmada por el Colegio de Jueces.

En un escenario donde lo único que se discutía era la


“razonabilidad del tiempo de prisión preventiva”, y en el
cual el Tribunal de Impugnación había fijado un límite máximo
a la privación de libertad cautelar, la prórroga dispuesta
sobre la base del riesgo procesal existente y la proximidad
del juicio, torna ilegítima la detención de Landaeta.

Pero más allá de lo señalado, la resolución del Tribunal


Colegiado es aún más desatinada que el pronunciamiento que le
antecede. Ello es así porque, además de arbitraria, es auto
contradictoria, contiene citas doctrinales equivocadas, se
basa en información que no se ajusta a las constancias del
caso, y efectúa un pronóstico incierto sobre la imposibilidad
de realizar un juicio en un tiempo determinado que es
producto de la mera subjetividad de los juzgadores.

Como acertadamente lo expusiera la defensa, la


resolución es auto contradictoria porque, a la vez que
reconoce que los tiempos procesales insumidos no encuentran
ningún tipo de justificación, confirma la prórroga de la
detención cautelar de Landaeta. En tal sentido, no puede
pasarse por alto que este “reconocimiento” respecto de la
injustificada demora en la tramitación del expediente ha sido
de tal contundencia, que el propio Colegio de Jueces, de
oficio y sin que ninguna de las partes lo solicitara, ordenó
investigar la conducta funcional de algunos de los jueces que
intervinieron en la causa bajo el régimen procesal anterior.
Si conforme lo interpretaron los tres magistrados, la
situación de morosidad era tan evidente que ameritaba
deslindar responsabilidades administrativas, no se entiende
porqué razón mantuvieron detenido al imputado. Que la
ineficiencia estatal en la manera de llevar adelante los
procedimientos no puede cargarse sobre las espaldas del
imputado es una verdad que, a esta altura del desarrollo
jurisprudencial y doctrinal sobre esta temática, no puede
ponerse en tela de juicio. Ergo, si el Colegio de Jueces
consideró que se había materializado una situación de estas
características y existía una decisión previa del Tribunal de
Impugnación que establecía un plazo máximo de la prisión
preventiva, la única solución posible bajo ese contexto
situacional era la libertad de Landaeta.

El art. 7.5 de la Convención Americana sobre Derechos


Humanos establece que toda persona “tendrá derecho a ser
juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en
libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso”. En
términos idénticos el art. 9.3 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, señala: “Toda persona detenida
o presa a causa de una infracción penal será llevada sin
demora ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley
para ejercer funciones judiciales, y tendrá derecho a ser
juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en
libertad…”. El límite temporal del encarcelamiento
preventivo, en este sentido, reconoce el derecho del imputado
a ser puesto en libertad si no es juzgado y condenado por
sentencia firme en un plazo razonable.

Como se dijo, la situación que se ha verificado en este


caso es de suma gravedad institucional ya que, a partir de
las resoluciones aquí cuestionadas, se ha dejado literalmente
sin efecto una decisión del Tribunal de Impugnación que
fijaba un plazo máximo de detención y que, impugnada por el
Ministerio Público Fiscal, adquirió firmeza como consecuencia
del rechazo del recurso efectuado por el TSJN.

Si el Tribunal de Impugnación incurrió en un exceso de


jurisdicción al fijar ese límite es una cuestión que, a esta
altura de los acontecimientos y a los efectos de dar una
correcta solución al caso resulta anecdótica. Como quedó
evidenciado en este resolutorio ese exceso no existió. Pero
más allá de ello y de las consideraciones efectuadas obiter
dictum por el TSJN, lo decisivo es que la impugnación
extraordinaria incoada contra la resolución del 28 de febrero
fue declarada inadmisible.

No puede confundirse la prerrogativa de control dinámico


de la detención cautelar establecida en el art. 117 del CPP
con una facultad, no prevista legalmente, de fallar en contra
de lo decidido por un órgano superior en el mismo caso.
Cuando este Tribunal de Impugnación decidió el 28 de febrero
que el plazo máximo que tenía la fiscalía para llevar a
Landaeta detenido al juicio era de veinte días hábiles, lo
hizo bajo el entendimiento de que existía una situación de
marcada morosidad que debía encontrar un límite. La base
normativa de ese decisorio fue estrictamente constitucional.
Y si bien el plazo fue fijado en virtud de lo normado en el
art. 116 a partir de lo solicitado por la defensa en el punto
VIII de escrito impugnatorio y en el minuto 15, segundo 19 de
la audiencia de ampliación de fundamentos, no puede perderse
de vista que todas las normas procesales que regulan la
materia bajo estudio son reglamentarias de los art. 7.5 de la
CADH y del art. 9.3 del PIDCP.

Por otro lado, entiendo que la cita que hace el fallo


respecto del trabajo de Alejandro Carrió no se ajusta a lo
que el distinguido profesor realmente sostiene2. En efecto,
de acuerdo a lo que yo interpreto, la idea central que
propone Carrió es que a la hora de evaluar la intención que
habrá de tener el imputado de evadir la acción de la
justicia, los jueces deben tener en cuenta el aspecto
cualitativo de la prueba reunida en su contra -solidez de la
acusación-. Según su ecuación, cuanta más y mejor prueba hay
en contra del imputado, mayor será el pronóstico de fuga.
Considero que Carrió no dice que la “proximidad efectiva de
una decisión definitiva” debe sopesarse como un elemento
fundante de la mantención de la detención. Lo que dice -a
diferencia de lo que postula el pronunciamiento dictado por
el Colegio- es que puede tenerse en cuenta el “momento en que
se resuelve”. No obstante ello, el propio jurista se encarga
de aclarar que ello debe analizarse emparentado con el
criterio rector, es decir atendiendo a la existencia de
“datos reales para calibrar las circunstancias del hecho” y
“las pruebas” que la acusación pueda haber hecho valer. Como
se ve, Carrió sigue hablando de la solidez de la acusación y
no de la proximidad de la decisión final. Dentro de su
esquema conceptual, la proximidad del juicio puede ser,
incluso, una pauta que cimente la idea de comparecencia del

2
En su trabajo “Excarcelaciones, presunción de inocencia, peligro de fuga, y peligrosidad, ¿no es hora de
mezclar y dar de nuevo?” , publicado en la revista de Derecho Procesal Penal, año 2005 Ed. Rubinzal Culzoni,
pag. 69 y siguientes.
imputado al debate. Efectivamente, Carrió piensa que si el
imputado y su defensa entienden que la acusación es endeble,
no tiene sentido pronosticar un elevado riesgo de elusión,
con lo cual el juez debe acordar su excarcelación. Como se
ve, el acento de su obra se pone en el “peso de la prueba
reunida” y no en la “proximidad del juicio”.

Finalmente, debe hacerse notar que el delito que se le


endilga a Landaeta no tiene prevista una pena de prisión
perpetua, y que tampoco se comparte la afirmación realizada
por el Colegio en cuanto que resulta “materialmente
imposible” realizar un juicio por jurados en el plazo de
veinte días hábiles.

Con relación a este último aspecto, y tal como se


adelantó, el pronóstico negativo que realizó el Colegio no
tiene ninguna base empírica ni está fundado en datos
estadísticos algunos.

Por el contrario, si tenemos en cuenta un hecho público


y notorio que acaba de suceder en nuestra provincia, se
advertirá que el juicio por jurados que se llevó a cabo en la
vecina localidad de Cutral Có no insumió mayores demoras. La
audiencia de sorteo de jurados se realizó el 21 de marzo de
2014; la audiencia de conformación de jurado popular se hizo
el 31 de marzo de 2014; y el juicio se llevó a cabo el 9 y 10
de abril de 2014. A ello debe adunarse la suspensión de los
plazos procesales que dispuso el TSJN como consecuencia del
fuerte temporal que azotó a la provincia, como así también
que el juicio estaba previsto inicialmente para el día 7 de
abril y se decidió postergarlo por espacio de dos días por
efecto de las mismas razones climáticas.
Las consideraciones expuestas son una cabal demostración
de que, cuanto menos, la mentada “imposibilidad” de realizar
el juicio en veinte días “hábiles” es una opinión personal
de los jueces que no es pasible de sustentarse a partir de la
única experiencia similar que hemos transitado hasta el
momento.

Ello nos obliga, también, a reflexionar acerca de cuál


ha sido la posición asumida por el Ministerio Público Fiscal
durante este incansable camino de decisiones, revisiones e
impugnaciones de la prisión preventiva de Landaeta. Veamos.

La fiscalía presentó la acusación el 10 de febrero y la


audiencia prevista en el art. 168 del CPP se llevó a cabo el
1 de abril. Pese a que el imputado llevaba casi dos años en
detención, durante este prolongado lapso no instó la
realización de la audiencia de control de la acusación en un
tiempo sensiblemente menor.

El 28 de febrero se notificó en audiencia que tenía


veinte días hábiles para realizar el juicio con Landaeta
detenido. Si el juicio no se realizaba en ese lapso, el
imputado quedaba en libertad.

Frente a este escenario, no se instó a la OFIJU a que


fije la audiencia prevista en el art. 168 de manera inmediata
ni se intentó ninguna medida tendiente a poder realizar el
juicio por jurados dentro del límite fijado a la detención
cautelar.

A pesar del límite a la prisión preventiva impuesto por


este Tribunal de Impugnación, transcurrió todo el mes de
marzo sin que se haya verificado ningún avance en relación al
caso. La fiscalía ni siquiera “intentó” realizar el juicio
antes del 1 de abril. Como podrá observarse, y tal como fuese
advertido por la defensa, la acusación pública tampoco ha
contribuido activa y eficazmente al trámite célere de este
proceso.

Sentado lo expuesto, y conforme expusiera al principiar


el análisis, el decisorio del Colegio de Jueces adolece de
los mismos vicios que las resolución de la Sra. Jueza de
Garantías que conllevan a la nulidad del decisorio por
ausencia absoluta de motivación.

Frente a esta solución se impone que este tribunal


resuelva de manera directa por aplicación de la regla
establecida en el segundo párrafo del art. 246 del CPP. Dicha
norma establece que “si por efecto de la resolución debe
cesar la prisión del imputado, el tribunal ordenará
directamente la libertad”.

En atención a ello, considero que corresponde declarar


procedente el recurso de impugnación articulado por la
defensa, anular las decisiones dictadas con fecha 4 y 9 de
abril el corriente y, en consecuencia rechazar la prórroga
solicitada y ordenar que, en el plazo máximo de dos horas, se
efectivice la libertad de Daniel Landaeta.

Finalmente, propongo que se imponga al imputado las


siguientes obligaciones: presentarse ante la OFIJU los días
lunes y jueves, no ausentarse del ámbito provincial y por
ende del país, fijar domicilio, y no acercarse a los
familiares de las víctimas ni testigos del juicio –art. 113,
incs. 2 y 4-. Asimismo, entiendo que debe oficiarse a
Gendarmería Nacional a fin de que tome conocimiento de la
prohibición de salir del país.
El Dr. Alejandro Cabral, dijo: Sin perjuicio de
compartir los argumentos esgrimidos por el juez que emitió
el primer voto, y de adherir en todo a sus conclusiones, me
permito agregar que el principio de seguridad jurídica, no
permite modificar las resoluciones firmes de un tribunal de
mayor jerarquía, a menos que aparezcan hechos nuevos que
ameriten un nuevo estudio del tema ya resuelto.

El principio de seguridad jurídica que se encuentra en


la base de todo ordenamiento jurídico, se traduce en la
necesidad de que las situaciones jurídicas no se mantengan en
estado precario y de revisión por cualquier juez, con
menoscabo del orden público y la paz social. Así como la
prescripción viene a poner fin a las relaciones jurídicas en
virtud de un plazo o término determinado, justamente para dar
seguridad cierta a las relaciones en sociedad, de igual forma
las resoluciones firmes de un tribunal jerárquico superior,
no pueden ser modificadas por el inferior. El control
judicial de dichas decisiones por un órgano de superior
jerarquía es el que garantiza la seguridad jurídica,
convirtiéndose en un tema fundamental de la organización
social.
El desconocimiento de lo decido por un órgano superior,
implica estimular situaciones en las que se genere
inseguridad o incertidumbre en esas relaciones.
El Estado se encuentra obligado a dar un marco normativo
para que el ciudadano sepa a qué atenerse en sus relaciones
con la administración. Así, la seguridad jurídica en sentido
estricto, no precisa tener un determinado contenido, sino que
basta con la existencia de un conjunto de disposiciones que
fijen consecuencias jurídicas frente a ciertos hechos o
actos. Implica que ningún ciudadano puede ser sometido a un
estado de absoluta incertidumbre en cuanto a las decisiones
judiciales, retrotrayendo el procedimiento impugnatorio
cuantas veces quiera la parte en perjuicio del imputado,
violando expresas disposiciones constitucionales.
Parte de la seguridad jurídica son las disposiciones
relativas a la cosa juzgada. La sentencia o resolución firme
contiene una voluntad imperativa del Estado, la que no puede
ser modificada y tiene su fundamento en razones de utilidad
política y social, convirtiendo dicho mandato en inmutable a
menos que aparezcan hechos nuevos que permitan reexaminar el
caso. La preclusión tiene por finalidad reglar la forma en
que se llegará a una decisión definitiva que tenga un
carácter inmutable (cosa Juzgada), lo que es presupuesto de
la seguridad jurídica. Así la estabilidad de las decisiones
judiciales, acertadas o no, constituye un presupuesto de la
seguridad jurídica y posee jerarquía constitucional.
El desconocer una resolución firme de un tribunal de
superior jerarquía, implica una clara violación al debido
proceso legal convirtiendo dicha resolución en nula de
nulidad absoluta, por violación a los principios que regulan
la cosa juzgada y la estabilidad de las decisiones
judiciales, lo que así debe declararse y disponer la libertad
conforme el primer voto.

El Dr. Mario Rodriguez Gómez, dijo:

Si bien coincido con lo expresado por el Dr. Elosú


Larumbe en su voto, toda vez que es muy claro y preciso al
mencionar las diferentes ocurrencias y demandas que tuvo que
atravesar este incidente, contesta cada uno de los agravios
que formula la defensa y cuestiona las decisiones de los
Sres. Jueces que sentenciaron, incorrectamente, algo que no
estaba en debate (insisten, sin fundamento, en que hay riesgo
procesal, cuando el planteo se refería a que el tiempo
transcurrido superaba escandalosamente cualquier posibilidad
de continuar con la medida cautelar), responder a estos
planteos implica tácitamente, desde mi punto de vista,
entender que es posible llegar a esta instancia. El citado
Magistrado y el Dr. Cabral que vota en segundo término,
hablan, también con solvencia, de la inseguridad jurídica que
provoca que un fallo del Tribunal de Impugnación, confirmado
por el Tribunal Superior de Justicia, no se ejecute. Este
debió ser, para ser claros e intransigentes en esta posición,
el único argumento para revocar el fallo impugnado. Bajo
ningún punto de vista se puede tolerar esta situación o
interpretar que la mención hecha por el arts. 117/8 del
C.P.P. sobre la posible revisión en cualquier estado del
proceso de las medidas cautelares, ordenadas o rechazadas, se
refiera a este supuesto de incumplimiento de una resolución
jurisdiccional firme. La única cita que no comparto es que se
trate de un tribunal jerárquico superior como expresa el Dr.
Cabral al señalar que “las resoluciones firmes de un tribunal
jerárquico superior, no pueden ser modificadas por el
inferior”. Desde mi punto de vista la estructura del Poder
Judicial (poder de jueces), debe ser horizontal, con
diferentes funciones en el proceso y no vertical o
jerárquica, sobre todo, luego de esta última reforma del
código de procedimientos y de la ley orgánica. Sin embargo,
sea esta estructura vertical u horizontal, lo que jamás puede
ocurrir o pensarse en una organización, tanto jurisdiccional
como de proceso, circular, es decir, como ocurrió en este
incidente, que, dicho en forma gráfica, se produjo una
“segunda vuelta” de opiniones. Tan representativo fue el
derrotero, que la misma Magistrada que opinó por primera vez,
17 de enero de 2014, vuelva a hacerlo el 4 de abril (en
“segunda vuelta”) esta vez, para modificar el fallo del
Tribunal de Impugnación, confirmado por el Tribunal Superior
de Justicia.

TERCERA: Costas

El Dr. Alfredo Elosú Larumbe, dijo: Costas a la parte


vencida, art. 268 del CPP.

El Dr. Alejandro Cabral, dijo: Sin costas (art. 268).

El Dr. Mario Rodriguez Gómez, dijo: Adhiero al voto del


Juez preopinante.

De lo que surge del presente acuerdo, el tribunal por


unanimidad en los puntos I y II, y por mayoría en el punto
III:

RESUELVE:

I. DECLARAR ADMISIBLE desde el plano formal el recurso


interpuesto por el Dr. Vaccaro en favor de DANIEL LANDAETA
(art. 233, 235 y 239 del CPP).

II. HACER LUGAR a la impugnación deducida y, en


consecuencia, ANULAR las resoluciones dictadas por la Sra.
Jueza de Garantías y por el Colegio de Jueces el 4 y 9 de
abril del corriente, de conformidad con lo normado en el art.
246, segundo tercer párrafo del CPP.

III. ORDENAR la inmediata libertad de DANIEL LANDAETA,


de las demás circunstancias personales obrantes en autos la
que deberá materializarse en el plazo máximo de dos horas. –
art. 246, segundo párrafo del CPP-.
IV. IMPONER a Daniel Landaeta las siguientes
obligaciones: presentarse ante la OFIJU los días lunes y
jueves, no ausentarse del ámbito provincial y por ende del
país, fijar domicilio, y no acercarse a los familiares de las
víctimas ni testigos del juicio –art. 113, incs. 2 y 4-.
Asimismo, deberá oficiarse a Gendarmería Nacional, a fin de
que tome conocimiento de la prohibición de salir del país a
su respecto.

V. SIN COSTAS en esta instancia (art. 268, párrafo


segundo, segunda parte, del CPP).

VI. Notifíquese.

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