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Los juicios morales el pueblo indio primitivo ponía del lado del «bien» lo siguiente:
felicidad, salud, supervivencia, descendencia, placer, tranquilidad, amistad,
conocimiento y verdad; y del lado del “mal” son sus opuestos: desgracia o sufrimiento,
enfermedad y daño, muerte, infertilidad, dolor, cólera, enemistad, ignorancia o error,
faltar a la verdad, etc.
Como el hacer lo correcto salvaguarda el bien de todo en tanto en cuanto rita (el orden
de los hechos), se supone que es más o menos obligatorio hacer o realizar los actos
correctos (el “debe” u orden moral). Rigveda (1975), pág. 1.123; 5.8.
La ética, si bien tiene aspecto naturalista, es sustancialmente normativo; la
justificación suele ser que ésta es la ordenación “divinizada” de las cosas, y por lo
tanto también se da la tendencia a absolutizar la ley moral.
La ética brahmánico--hindú
En primer lugar haremos tres observaciones concretas acerca de la sociedad brahmánica.
a) Los Vedas, la colección de textos canónica, constituye la autoridad final. No existe
un “Supremo Ser Revelado” que constituya la fuente de las escrituras.
b) Se adopta un principio particular de ordenación social según el cual la sociedad está
organizada en una división funcional de cuatro “clases, y sus respectivas tareas, son
las siguientes:
Brahmana (brahmanes)……Tareas religiosas y de instrucción
Kshatriya ………………….Tareas de gobierno y defensivas
Vaishya ……....................... Tareas agrícolas y económicas
Shudra ……………………..Tareas domésticas y trabajo físico
c) Los brahmanes son los que más se aprovechan del sistema y mantienen la base del
poder. Surge así una moralidad afirmadora de la vida pero rígidamente autoritaria.
Debido a ésto, Max Weber juzgó que los Vedas «no contienen una ética racional»
(Weber, 1958, págs. 261, 337). A pesar de la cosmovisión general ritualista, los
himnos védicos elogian determinadas virtudes humanistas e ideales morales, como
la veracidad, la generosidad, el refreno, la austeridad, el afecto y la gratitud, la
fidelidad, el perdón, etc.
Ashrama (ciclo vital). La vida se concibe como el paso por cuatro etapas relativas en
círculos concéntricos, cada uno con su propio código de conducta. Estas etapas son:
El estudio, que exige disciplina, continencia y dedicación al maestro.
La etapa de cabeza de familia, que supone el matrimonio, la familia y sus
obligaciones.
La etapa de semi-retiro, que supone una retirada gradual de los afanes y placeres
mundanos.
La renuncia, que conduce a un apartamiento total y a la contemplación.
El dharma sugiere una “forma de vida” cuya sanción está más allá de las preferencias
individuales e incluso del grupo o colectivas. Los legisladores acercaron la noción de
dharma ideando un sistema global de disposiciones sociales y morales. (Kane, 1969,
1.1:1-8).
Karma (acción-efecto). La idea básica es que toda acción consciente y deliberada en que
participa una persona crea las condiciones para algo más que el efecto visible, pues según
la Ley de Karma el mérito o la virtud parecen estar necesitados de recompensa, y el
demérito de castigo. (Creel, 1984, pág. 4).
La ética Upanishads
Upanishads contempla la posibilidad, búsqueda distanciada y asocial de fines espirituales
apartados de las incitaciones mundanas. No puede negarse que esta tendencia se
desarrolla a manos de yoguis y ascetas, y que influye en el pensamiento ético indio.
La ética smarta
La escuela de Mimamsa defiende una lectura rígidamente categórica de los imperativos
de las escrituras. Ello implica que todas las obligaciones tanto religiosas como temporales
pueden dividirse en las optativas o prudenciales y las obligatorias, y que todas las acciones
consiguientes son instrumentales con vistas a un resultado o fin. La escuela Mimamsa
creó la minuciosa hermenéutica del dharma por la que es más conocida, y que resultó
instructiva para los discursos éticos y legales posteriores. (Kane, 1969, 1.1:225).
La épica y el Gita
El Gita se sitúa en medio de dos tradiciones opuestas: Nivritti , la senda austera de la no
acción y la Pravritti, la práctica de las obligaciones sociales y morales.
El argumento es que lo que esclaviza no es actuar, sino más bien la idea de que uno es la
causa, agente y usufructuario de la acción; despojada de esta reflexión causal lineal
ninguna acción puede ser obligatoria para el individuo, que es libre de comenzar.
2. LA ÉTICA JAINISTA
El jainismo es la creencia en un “dios personal supremo”. Esto dio lugar a la formación
de dos sectas jainistas diferenciadas, los Digambaras (desnudos) y los Shvetambaras
(vestidos de blanco); La creencia filosófica básica de los jainistas es que todo ser del
mundo tiene un principio sintiente, cuya característica diferencial es la conciencia unida
a la energía vital y a una disposición feliz. La idea es que la conciencia es continua y que
no hay nada en el universo sin cierto grado de sensibilidad en los diversos niveles de
existencia consciente y aparentemente inconsciente, desde su forma más desarrollada en
el ser humano adulto a los modos embrionarios invisibles de los animales “inferiores” y
las plantas.
CONCLUSIONES
La cultura india, al igual que cualquier civilización, se afana por la conducta
éticamente correcta, así como por alcanzar una comprensión teórica de la ética.
Se desprenden algunas ideas importantes y algunos principios; ideas y principios
que ayudaron a sobrevivir y a desarrollarse a la sociedad, siquiera desde el punto
de vista estético.
El dharma, con sus raíces en el rita u “orden natural”, puede dar paso a una
perspectiva más global, orgánica y de orientación ecológica en contraste con el
entorno más individualista, competitivo, explotador de la naturaleza y
tecnocrático en que ensayamos y pensamos la ética.
Karma o “acción-efecto”, e incluso las ideas indias de ciclos de vida y fines
humanos concéntricos, pueden sugerir otras posibilidades de integrar los rasgos
dispares y finitos de la vida humana en este todo orgánico.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFÍA
Creel, A.: «Dharma and justice: comparative issues of commensurability»
(comunicación leída en Honolulú; Society for Asian and Comparative Philosophy
Research Conference, 1985).
Danto, A.: Mysticism and morality (Harmondsworth: Pelícan, 1972).
Kane, P. V.: History of Dhartnasastra: Ancient and medieval religious and civil law
in India, vols TV (Poona; Bhandarakar Oriental Research Institute, 1969).
Rigveda, The Hymns ofthe; trad. de R. T. H. Griffiths .Trad. esp.: Himnos védicos,
Madrid, Editora Nacional, 1975.
Weber, M.: The religión of India (Illinois: Free Press, 1958). (Hay traducción
española de J. Carabaña y J. Vigil: Ensayos sobre sociología de la religión. Vol. II.
Taurus, Madrid, 1987.
LA ÉTICA BUDISTA
El nombre propio de Buda fue Siddhartha y su apellido Gotama. Aprendió de los maestros
de meditación de su época las prácticas conducentes a estados de absorción meditativa
denominados jhanas.
Recta comprensión
Recto pensamiento
Recto discurso
Acción corporal recta
Vida recta
Recto esfuerzo
Recta conciencia
Recta concentración.
Una idea importante de este camino es que sus elementos se dividen en tres grupos: los
elementos se refieren a la conducta ética (Sila), los elementos se refieren al entrenamiento
mental (Samadhi) y los elementos se refieren a la sabiduría (Panna). Hay así un triple
programa de formación moral, que consiste en la práctica de las virtudes y la evitación de
los vicios, la práctica de la meditación y el desarrollo de la sabiduría. El ideal moral último
del budismo puede alcanzarse mediante la Óctuple Senda.
La ética budista pone un gran énfasis en la procura del bienestar material y espiritual de
los demás. El propio Buda fue descrito como una persona preocupada por el bienestar y
la felicidad de la humanidad.
Debe considerarse al budismo una ética consecuencialista que encarna el ideal de
felicidad última para el individuo, así como una ética social con una actitud utilitaria
referida al bienestar material y espiritual de la humanidad.
De acuerdo con el análisis de Wallace (Virtudes and Vices, 1978) podemos decir que las
virtudes se clasifican en tres grupos:
Bibliografía
Premasiri, P. D.: «Moral evaluation in early Buddhism», Sri Lanka Journal of Hu-
manities,I, I (1975).
Wijesekera, O. H. de A.: Buddhism and Society (Colombo: Baudha Sahitya Sabha,
1952).
LA ÉTICA CHINA
CONFUCIO
MOZI
Las relaciones entre pensamiento y el lenguaje originaron en la China de estos siglos tres
escuelas de pensamiento, que no estudio, porque no emitieron doctrina ética. Relacionan
a veces lo lingüístico y lo moral, afirmando que la realidad proporciona la base de
enunciación de nuestros Shis (actos socialmente correctos) y Feis (actos socialmente
incorrectos), pero esto ya lo había hecho Laozi.
Zhuangzi abandonó el supuesto de que “lo celestial”, ”lo natural” o “la realidad”
proporcionaran puntos de vista coherentes para construir daos (pautas de conducta).
Decía, y con razón, que el cielo no distingue entre seres humanos y animales. Para él lo
natural no es, por tanto, siempre lo correcto, y mostró contradicciones entre Shis y Feis.
Fue muy escéptico en lo referente a nuestras capacidades cognitivas, aunque elogió la
flexibilidad y la tolerancia, e incluso defendió las aportaciones a la vida humana de lo
que hoy llamamos técnica.
Xunzi volvió a basar en las convenciones sociales la distinción Shi-Fei. Vovió a concebir
al ser humano como social. Volvió a la autoridad de los supuestos reyes-sabios. Volvió
a unificar sentimiento y naturaleza. Volvió a defender las pautas de conducta o roles.
Afirmó que, por cuanto las personas tienen deseos diferentes, si todos deseamos lo
mismo el resultado sería la competencia, la disputa, el caos y el desastre. Tuvo buen
concepto de la naturaleza humana, pues a todos concedía capacidad de llegar a sabios.
Los discípulos más famosos de Xunzi se convirtieron en líderes de una escuela legalista,
sin su afición por las normas tradicionales. Abandonaron ya la autoridad de los supuestos
reyes-sabios.
Los emperadores de la dinastía Han adoptaron el confucianismo como Dao oficial, y el
budismo importado de la India introdujo esquemas mentales más occidentales, que
dominaron la alta Edad Media.
Todas las citas están traducidas por el autor. La mayor parte se pueden encontrar
en: Chan, Wing-tsit: A Source Book in Chínese Philosophy (Princeton: Princeton
Uni versity Press, 1963). Se pueden encontrar citas más abundantes y comentarios
en: Hansen, C: A Daoist Theory of Chínese Thought (Nueva York: Oxford
University Press, 1990)
LA ÉTICA JUDÍA
La ética, entre éstos, que constituye la base de la civilización judeo-cristiana, es
indudablemente de la más alta trascendencia. Define con claridad las pautas que rigen el
comportamiento de los hombres con sus congéneres, con su medio y en última instancia,
con el Todopoderoso.
Mantener una conducta honorable y una vida honesta y virtuosa no constituye para el
judío un mérito personal digno de alabanza. Se trata, de cumplir con una ley formal de
carácter obligatorio, que no sólo establece normas definidas sujetas a la interpretación,
sino que, además, se intenta crear con ello una actitud ética en los hombres. Maimónides,
sabio judío del siglo XII, afirmaba que los principios morales habían sido otorgados a los
miembros de su pueblo para beneficio de toda la humanidad y que, la práctica de estos
valores, no podía ser opcional.
Más aun, en la Biblia, las exigencias éticas son consideradas una parte esencial de las
demandas que Dios planteó a los hombres y que, a pesar de su origen divino, tienen
conformidad con la naturaleza humana:
De esta premisa se deriva un precepto que logró universalizarse: "No hagas a otros lo que
no quieras para ti" (Hillel, Shab 31 a). La idea de abstenerse de lastimar a un semejante o
abstenerse de hacer el mal es básica para evitar el odio sin fundamento que destruye la
vida en sociedad: "Aborreced lo malo y amad lo bueno y restableced la justicia" (Amos
5:15). De estas ideas se derivan diversos mandatos decretados para normar la relación
entre los hombres:
Está prohibido avergonzar a cualquier persona ya sea por medio de palabras o de actos,
en privado o en público, porque el que humilla a otro es como si hubiera derramado
sangre. En la misma escala se condena la calumnia y la difusión de rumores.
Se debe evitar el robo, la opresión y el cohecho. El que persigue la riqueza con pasión y
frenesí, recurriendo a fuentes inabordables para sus medios o prohibidas por la
honestidad, se impone a menudo transacciones vergonzosas para su conciencia, misma
que se debilita más y más hasta ahogarse. El orgullo y la ambición son defectos que
demuestran menoscabo de la justicia y la razón.
Todo hombre debe ayudar a los pobres, alimentar a los hambrientos y defender a la viuda
y al huérfano y mostrar así en toda circunstancia una conducta piadosa: "Cuando hubiere
en medio de ti pobre alguno... no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano a tu hermano
menesterosos; sino que indispensablemente le abrirás tu mano, y sin falta le prestarás lo
suficiente para la necesidad que padeciere". (Deuteronomio 15: 7-8).
Todo ser humano debe ganar su sustento con un trabajo honesto, estable, activo y moral:
"Feliz aquél que se alimenta con la obra de sus manos". (Salmo 128).
La envidia, la codicia y la sed de honores abrevian la vida del hombre" (Pirké Avot 4:28).
"No te vengarás ni guardarás rencor..." (Levítico 19:18). El saber otorgar el perdón es uno
de los ingredientes esenciales del amor que encamina al hombre a frenar sus impulsos y
a vencer pasiones que surgen como respuesta a la conducta hostil de otros individuos. Los
grandes sabios rabínicos alaban a aquel que es insultado y no insulta, que escucha y no
responde.
La idea bíblica de: "...ojo por ojo, diente por diente", que en apariencia resulta
contradictoria con los conceptos morales judíos, ha sido interpretada como una sanción
espiritual y no física. Rabí Dostai ben Judah, entre otros decía que aquél, que dañara a
otros sin ninguna excepción, debía pagar con su acción por medio de una compensación
económica previamente establecida, más no con una agresión física. Sin embargo, la ley
del talión con sus orígenes hebreos ha sido tergiversada para proyectar al pueblo y al Dios
judíos como esencialmente crueles y vengativos. Más aún, este carente de asidero en la
realidad, ha provocado una actitud prejuiciada que alimenta las corrientes antisemitas
tradicionales.
La concepción del perdón y del amor hacia los semejantes es una parte integral del aparato
moral judío. Por ello, en la noche de Yom Kipur (el Día del Perdón), la fecha más sagrada
en el judaísmo, los fieles se ponen de pie en la sinagoga y claman: "Señor, pido perdón
por todas las ofensas que pude haber cometido contra cualquiera de mis semejantes, en
hechos o palabras.
Referencias bibliográficas
Caro, Josef. Síntesis del Shuljan Aruj, Ed. S. Sigal, Buenos Aires, 1968
Halevy, Hayim, El Ser Judío, Depto. de Educación y Cultura Religiosa para la
Diáspora, OSM, Jerusalem, 1979
Tribuna Israelita. La Religión de Israel,EJC, México, 1953
ÉTICA CRISTIANA
La manera más sencilla de caracterizar la ética cristiana es identificarla como la forma de
vida adecuada a aquellos que aceptan la fe cristiana. Sin embargo, en el curso de sus casi
dos mil años de historia, el cristianismo se ha convertido en un fenómeno proteico
universal. Por ello son muchos los puntos de vista desde los que puede analizarse la ética
cristiana, y muchas las maneras en que puede trazarse su historia. Esta presentación está
escrita por alguien a quien es razonable considerar miembro de la corriente principal del
cristianismo, tal y como se ha expresado históricamente. Así pues, el plan de este artículo
comienza con una visión general del fenómeno de la ética cristiana, para abordar a
continuación su fundamento en la época del Nuevo Testamento en el ministerio de Jesús
—y en el intérprete de Jesús de quien tenemos más escritos, San Pablo— y concluir con
una breve referencia a las críticas a la ética cristiana formuladas en los últimos años.
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Algunos han pensado que el pasaje del Sermón de la Montaña relativo a «poner la otra
mejilla» es una incitación al pacifismo como técnica política (Mat. 5:39 ss.) pero esto es
ignorar su carácter literario así como la naturaleza de la enseñanza ética de Jesús. Aparece
junto al mandato de sacar un ojo de su órbita o cortarse una mano antes de cometer el
mal, y el de dar la capa también a alguien que nos pide el abrigo (y quedar así desnudo,
pues sólo se llevaban dos prendas). Al igual que la paradoja, la hipérbole es una forma de
dar concreción a ideas abstractas. El pasaje no está ni a favor ni en contra del pacifismo
como técnica política; Robinson tiene razón. El divorcio constituye una aparente
excepción al hecho de que Jesús no diese una normativa ética detallada, pero es muy
dudoso que lo sea. El pasaje clave es el de Marcos 10, 1-12, que se refiere a la intención
básica de Dios para el matrimonio, sin referencia directa alguna al derecho canónico, y
menos aún estatal. En Mateo 5:32 y 19:9 se modifica esta posición para incluir una
cláusula que prohibe el divorcio excepto por razón de porneia, término que habitualmente
se traduce por adulterio. Estos textos han sido objeto de una inmensa discusión. Aparte
de la escasa probabilidad de que Jesús diese una normativa detallada sólo sobre una
cuestión, parece claro que Mateo le hizo arbitrar entre las dos escuelas rabínicas rivales
del momento —las de Hillel y Shammai— sobre la justificación del divorcio de acuerdo
con la normativa mosaica en Deuteronomio 24:1. El cuarto evangelio refleja a su modo
los rasgos distintivos de la enseñanza ética de Jesús. No se ofrece una normativa sobre
ninguna cuestión específica. El texto se centra en el desafío radical de Jesús a los caminos
aceptados. Todo es oscuridad excepto la luz blanca centrada en él y en sus discípulos
íntimos a través de él. En realidad el amor recíproco en primera instancia se limita a ellos,
pero se trata sólo de una limitación provisional, pues el mundo ha de ser salvado y no
abandonado (17:20 ss.). Se acentúa el amor en el mundo, la voluntad y la acción, incluso
como condición del conocimiento (7:17). Hay aquí un paralelismo con el marxismo
clásico, que ha sido asumido por la reciente teología de la liberación, según el cual sólo
las personas activamente comprometidas con la causa de los pobres comprenderán la fe
cristiana. No hay duda de que Jesús desafió las normas de la sociedad por las normas del
Reino de Dios en su actitud no sólo hacia los pobres, sino también hacia los herejes y
cismáticos (samaritanos), los inmorales (prostitutas y adúlteros), los que tenían
compromisos públicos (recaudadores de impuestos) y a los marginados de la sociedad
(leprosos), olvidados por ésta; y también hacia el sexo femenino. ¿Cuál es el sentido del
amor al que aludía Jesús cuando decía que la ley del Antiguo Testamento (Torah) podía
resumirse en dos mandamientos, amar a Dios y al prójimo como a uno mismo? (Mat.
22:34 ss.). Sin necesidad de entrar en un estudio detallado de las palabras, es bien sabido
que nuestro término «amor» engloba varias palabras griegas diferentes, en especial eros
(un ansia de satisfacción a cualquier nivel hasta las simas de la belleza, la verdad y la
bondad), philia (amistad) y ágape. Este último término griego, relativamente neutro, fue
el que adoptaron los cristianos para expresar el núcleo de la enseñanza de Jesús. Los dos
amores no son unívocos, pues la adoración y el culto son componentes de nuestra actitud
hacia Dios, pero no hacia nuestros prójimo. En resumen, el amor al prójimo significa
responder a nuestros congéneres, no en razón de sus cualidades idiosincrá-ticas, sino de
su humanidad creada a imagen de Dios (Gen. 1:22). No depende del afecto natural en el
que ama ni del atractivo general del ser amado. No supone un trato idéntico, sino ponerse
en el lugar del prójimo. No se trata de lo que uno desearía si estuviese en su lugar. No
significa disposición a ser explotado; pues por un lado, no favorecería el bien del prójimo
permitirle explotarlo a uno. Ni tampoco se refiere ante todo al autosa-crificio; lo
importante es el servicio al prójimo, y no una pérdida para uno mismo. En realidad, es
necesaria la afirmación de sí mismo. Aquellos que se odian o rechazan a sí mismos no
pueden amar a su prójimo. El orgullo, la pereza y el ansia son los enemigos del yo, y por
lo tanto enemigos de ágape. Cuando están implicadas más de dos personas, la expresión
de ágape supone ser justo con cada una de ellas. Las cuestiones relativas a la justicia
retributiva y distributiva están en el trasfondo del Nuevo Testamento, pero no se
desarrolla sistemáticamente la relación de éstas con el ágape porque no es un tratado
sistemático de ética. El centro de la atención es la nueva comunidad de la Iglesia. La
respuesta en el amor al prójimo al amor de Dios exige la vida en una comunidad de amor,
una comunidad de arrepentimiento, perdón y reconciliación. El Nuevo Testamento
describe expresivamente su imagen de la Iglesia a este respecto, y critica fuertemente a
la Iglesia cuando deja de ser una comunidad semejante. Pero subsisten las cuestiones
relativas a la justicia. Supongamos, por ejemplo, que unos padres tienen dos hijos. Aman
a ambos por igual; pero los hijos de los mismos padres pueden tener grandes diferencias,
por lo que sigue siendo preciso ser equitativo con ellos. Si esto es así en la intimidad de
las relaciones familiares es igualmente necesario y mucho más difícil de alcanzar lo justo
en las relaciones colectivas más amplias que establecen los humanos. Éstas llegan incluso
a las situaciones de guerra. Una breve alusión de Santo Tomás de Aquino acerca de los
rudimentos de una doctrina de la «guerra justa» tiene lugar en el contexto de su
consideración del amor (Summa Theologiae, 2a, 2ae, q40, artículos 1-3). La relación de
la justicia y el amor es compleja. Rápidamente suscita cuestiones que son debatidas en la
filosofía moral, como el lugar de las obligaciones especiales. Al menos hay que decir que
el amor presupone la justicia; aun si la trasciende, no puede exigir menos que la justicia;
en caso contrario degenera en sentimentalismo. La motivación del amor no ofrece un
contenido detallado a las decisiones éticas. Eso exige conocimiento y discernimiento, una
combinación de aptitudes y percepción. Un amor no dispuesto a formarse de este modo
que se limita a la «buena intención» es irresponsable y potencialmente peligroso. Algunos
de los peores pecados contra el amor han estado perpetrados por personas de «buenas
intenciones». Una tradición teológica, la luterana, ha subrayado de forma particular el
amor de Dios gracioso e incesante, su «gracia sorprendente», que no depende en modo
alguno de los méritos de las personas amadas. Este acento tiene por objeto eliminar toda
posibilidad de orgullo humano, cualquier rastro de una religión de obras que piense que
puede ganar la aceptación de Dios, que un saldo crediticio de acciones meritorias es
condición previa para estar «a buenas con Dios», en vez de que la vida cristiana sea una
respuesta a la anterior gracia de Dios. En una importante obra moderna, Ágape and Eros,
Anders Nygren termina comparando a los seres humanos a tubos o canales por los cuales
la gracia de Dios fluye hacia el prójimo. Algo ha tenido que ir mal para que se llegue a
comparar a los seres humanos con tubos. Más bien se insta al ser humano a compartir el
amor no recíproco de Dios que ansia una respuesta del prójimo pero no abandona cuando
éste deja de darla. En esto difiere de la amistad, que es más recíproca y cambiante, y
necesita ágape para apartarla del egocentrismo. También el eros, que puede ir desde el
nivel instintivo de la libido sexual a niveles de aspiración supremos, ha de situarse en el
contexto del ágape para evitar el egocentrismo. La Iglesia ha tenido dificultades para
atenerse a esta comprensión radical del amor. La cuestión es cómo interpretar los
radicales pronunciamientos del Sermón de la Montaña (Mat. 5-7), la recolección más
amplia de las enseñanzas de Jesús. Se han adoptado varias actitudes, todas ellas con el
efecto de neutralizar estos elementos radicales y de acercarlos a la moralidad del sentido
común. Una ha sido decir que Jesús esperaba el inminente final del mundo y que la ética
sólo tenía validez para el corto período de tiempo restante. Probablemente esto es correcto
acerca de las expectativas de Jesús, pero de ello no se sigue que la ética sea irrelevante
ahora que el mundo no ha terminado. Otra actitud ha sido la de reducir gradualmente los
elementos más radicales como «consejos de perfección» a los cuales muy pocos están
llamados. A menudo se encuentran en monasterios y conventos de monjas, que toman los
votos de pobreza, castidad y obediencia y se denominan religiosos con R mayúscula. Se
insta al resto de la gente a seguir los «preceptos» éticos básicos obligatorios para todos.
Una forma de expresar esto es decir que uno debe ser justo y puede ser amoroso. Es una
suerte de curso de especialización en vida cristiana. Una característica grave de esta
actitud ha sido convertir el matrimonio en un tipo de vida de segundo grado. Si bien
siguen surgiendo comunidades religiosas, rara vez son defendidas hoy día, incluso por
sus miembros, por semejantes razones. Otra actitud consiste en establecer una tajante
separación entre el ámbito del amor en la Iglesia y el estricto ámbito de la justicia y el
orden en el mundo, o decir que el propósito de la ética radical de Jesús es hacernos reos
de pecado y evitar la formación del orgullo espiritual. Ninguno de estos intentos es eficaz.
Los elementos radicales de la ética de Jesús son un verdadero corolario de la actitud
radical del Reino de Dios, y nos instan, más allá de las necesarias luchas con la justicia,
a una más plena realización del amor. Es más exigente porque los pecados más graves se
nutren de logros morales, y no de logros más toscos y vistosos. Tanto en los individuos
como en los colectivos la corrupción puede nutrirse del logro moral, por lo que si se da
una quiebra moral puede ser mayor que si el logro ha sido menor. La Alemania nazi es el
gran ejemplo de esto en el siglo XX. De aquí que se haya planteado la cuestión de si tiene
objeto una ética tan radical que siempre es ignorada. ¿No sería mejor una ética menos
drástica y más práctica? Esta es una cuestión que con frecuencia plantean en este siglo
los fieles de otros cultos, como los judíos y musulmanes. Uno de los primeros escritores
judíos en realizar un esfuerzo sostenido por adentrarse en las polémicas y persecuciones
multiseculares y adoptar una nueva concepción de Jesús fue Joseph Klausner (Jesús of
Nazareth, 1925). Klausner ha tenido numerosos seguidores. Éste es un cambio notable.
Al mismo tiempo, la doctrina cristiana se ha mostrado receptiva hacia el profundo carácter
judío de Jesús. El veredicto de Klausner es que toda la enseñanza ética de Jesús puede
encontrarse en algún lugar de las fuentes judías, pero en ningún otro lugar está recopilada
sin una referencia a posiciones comunes [de la época]. Sin embargo se trata de una ética
para la época del Mesías e imposible fuera de ella. Descompone la familia, ignora la
justicia y alteraría la estabilidad social. Además de eso ha sido ignorada por todos a
excepción de por sacerdotes y monjes de clausura; y a su sombra han prosperado todo
tipo de maldades y vicios. ¡Cuánto mejor la ética práctica y comunitaria del judaismo!
Por ejemplo, los rabinos probablemente habrían coincidido con Jesús en que «el sábado
fue hecho a causa del hombre, y no el hombre por el sábado» (Marcos 2:27), pero además
desearon una norma para incumplir las reglas normales para los sábados y él no se la
concedió. Y ello no porque pueda vivirse una vida sin reglas o códigos, como hiciera un
improvisado orador, sino porque la ética de Jesús se encuentra en una dimensión
diferente. Siempre busca una expresión adecuada de ágape, pero trascendiendo los casos
particulares de éste. Los cristianos tienden a formular dos réplicas a estas acusaciones.
Unaconsiste en decir que es realmente afortunado que Jesús no nos diese instrucciones
éticas detalladas pues de lo contrario estaríamos constantemente intentando relacionarlas
a culturas muy diferentes y cambiantes y aplicados a una tortuosa exégesis para ello. En
segundo lugar, y más importante, subrayan la relevancia de una ética imposible. Esta ética
tiene por objeto hacernos ver que la recompensa del amor es aprender más de la
profundidad y alcance del amor, de forma que incluso aquéllos a los que consideramos
más «santos» son los más conscientes de la distancia que hay en su vida entre lo que es y
lo que debería ser, y esto no porque sean enfermizos sino porque han aprehendido más de
la inagotable naturaleza del amor. Semejante perspectiva pretende ser un estímulo para
actuar, con una referencia tanto personal como social, y no una excusa para una espúrea
ultramundaneidad (algo distinto a la esperanza en el más allá que supone seguir la
comprensión de Jesús del destino humano). Parafraseando las palabras más bien prosaicas
de un estudioso moderno del Nuevo Testamento, la ética cristiana no proporciona una ley
ni para el individuo ni para la sociedad, sino que crea una tensión que tiene resultados
transformadores (Jesús the Messiah, Willian Manson, 1943). Así es como debería
resultar. ¿Qué hicieron de ella los primeros cristianos? Aquí nuestro mejor testimonio es
San Pablo; y sus últimos años conducen al cristianismo postapostólico y a los últimos
libros del Nuevo Testamento.
LA ÉTICA ISLÁMICA
Ética Islámica – Mahoma como Ejemplo
Históricamente, los musulmanes derivan su ética islámica del Corán y del Hadiz. El Corán
contiene varios mandamientos que los seguidores de Mahoma deben obedecer. El Hadiz
presenta a Mahoma como el ejemplo humano que los musulmanes deben imitar en todos
los aspectos. "Mahoma fue sólo un mortal comisionado por Dios para enseñar la palabra
de Dios y llevar una vida ejemplar," escribe Hammuda Abdalati. "Él figura en la historia
como el mejor modelo para el hombre en cuanto a piedad y perfección. Es una prueba
viviente de lo que un hombre puede ser y de lo que puede lograr en el campo de la
excelencia y la virtud."
Ram Swarup explica cómo perciben los musulmanes las acciones y los juicios de
Mahoma registrados en el Hadiz:
La respuesta es que los creyentes (musulmanes) están condicionados para mirar todo esto
a través de los ojos de la fe. Un infiel, en su equivocación fundamental, puede encontrar
al Profeta bastante sensual y cruel y ciertamente, muchas de las cosas que hizo no se
ajustan a las ideas corrientes de moralidad
Pero los creyentes miran todo esto de una manera diferente. Para ellos la moralidad se
deriva de las acciones del Profeta; lo moral es cualquier cosa que él hizo. La moralidad
no determina las acciones del Profeta, pero sus acciones determinan y definen la
moralidad. Las acciones de Mahoma no fueron acciones ordinarias; fueron acciones
propias de Alá (es decir, acciones autorizadas, guiadas y aprobadas por Alá).
Fue de esta manera y por esta lógica que las opiniones de Mahoma llegaron a ser los
dogmas del islam, y sus hábitos personales e idiosincrasias se convirtieron en imperativos
morales. Los mandamientos de Alá, a seguir por todos los creyentes de todos los tiempos
y climas.
Conclusión
Al observar la ética islámica, los musulmanes ven a Mahoma como el ser humano
ejemplar, aquel que todas las personas deben procurar imitar. Junto con virtudes más
generales, los Cinco Pilares de Prácticas forman el núcleo de la ética islámica. Además
de muchas motivaciones a favor de una conducta ética, la expectativa del juicio final es
la más poderosa.
LA ÉTICA OCCIDENTAL
Ética Sofística.
Contribuyeron a la difusión y desarrollo del pensamiento griego, intentando plantear y
resolver los valores de la vida y de las instituciones sociales y para solucionarlos
recurrieron a la luz de la razón, a lo que se plantearon este interrogante: ¿Puede
fundamentarse el valor únicamente en la razón?, ellos dieron respuesta con la escuela del
escepticismo así: “No hay valores universalmente válidos”. Merecen especial mención:
Protágoras de Abdera (480 – 410 a. C. Fundó la teoría del Relativismo)- ‘el hombre es
la medida de las cosas’; Hipias deElis (siglo V a. C.); Georgias de Leontini (483 – 375 a.
C.)
La ética cínica fue fundada por Aristipo de Cirene (435 a. C. Indica: “La felicidad consiste
en la serenidad del ánimo, esta tranquilidad se obtiene por medio del dominio del hombre
sobre sí mismo”; por tanto reducen la virtud al placer (hedonismo), ya que la felicidad,
último bien del hombre, estriba en el logro de lo placentero.
Ética Epicúrea.
Corresponde a la época del periodo helenístico (322 – 270 a. C.),su fundador Epicuro de
Samos, fundó una escuela que llamó Jardín, allí los esclavos y las mujeres tenían iguales
derechos que los demás, lo que testimoniaba el profundo sentido democrático de su
fundador quien propugnaba por la libertad humana, base de toda ética.
En esta escuela, el placer era definido en términos de ausencia de dolor. Buscando los
placeres elementales y no los desenfrenados. Acorde con su hedonismo, establece la
siguiente clasificación de placeres: Naturales y Necesarios; Naturales pero no
Necesarios; Ni Naturales Ni Necesarios.
Ética Estóica.
Fundada por Zenón de Citio (366 – 264 a. C.),significa el pórtico, lugar de reunión de la
escuela y su concepción del mundo es un materialismo panteista “Consideran a Dios y a
la Naturaleza como una sola cosa”, muestran un idealismo ético, ya que exponen: “la
virtud es el desideratum último de la vida, pero la virtud se aparenta con la naturaleza y
con la razón”; el universo está sometido a leyes fatales; el ideal es que la virtud se
satisfaga a sí misma, es autosuficiente (Autarquía) y, la verdadera felicidad reside en ella.
Ética Atomista.
Leucipo (450 – 370 a. C) se le conoce como el creador de la teoría atómica de la materia,
que indica que toda materia está formada por partículas idénticas e indivisibles, llamadas
Átomos.
Demócrito (460 – 370 a. C.) Desarrolló esta teoría indicando que todas las cosas están
compuestas de partículas diminutas invisibles e indestructibles que se mueven por la
eternidad. Este filósofo escribió sobre ética proponiendo la felicidad o la alegría como
el mayor bien; es una condición que se logra a través de la moderación, la tranquilidad y
la liberación de los miedos.