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Este discurso toma lugar en la Última Cena (capítulo 13), y representa el intento de
Jesús de preparar a los discípulos para lo que viene. Presenta dos grandes ideas.
• Segundo, “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con
vosotros para siempre… No os dejaré huérfanos” (vv. 16, 18). Ésta es la promesa de
Jesús: darnos el Espíritu Santo, que a diario se convertirá para nosotros en la
presencia de Dios en este mundo.
Parece más apropiado terminar el pericopio con v. 24. “El que no me ama, no guarda
mis palabras” (v. 24). Esto es un reflejo de “Si me amáis, guardad mis
mandamientos” (v. 15), señalando un comienzo y un final en el pasaje.
15Si me amáis, guardad (griego: teresete) mis mandamientos; 16Y yo rogaré al Padre,
y os dará otro Consolador (griego: parakletos), para que esté con vosotros para
siempre: 17Al Espíritu de verdad, al cual el mundo (griego: kosmos) no puede recibir,
porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque
está (griego: menei) con vosotros, y será en vosotros.
“Si me amáis, guardad (griego: teresete) mis mandamientos” (v. 15). Este pasaje
comienza y termina (vv. 15, 21) uniendo al amor con la obediencia. Nuestra obediencia
es señal de nuestro amor. En este Evangelio, lealtad a las palabras de Jesús es una
marca definitiva de ser discípulo (8:31; 37, 51; 12:47-48).
El mandamiento de amar queda abierto, contrastado con la mayoría de las leyes del
Tora que son muy específicas. Es fácil juzgar si hemos sido fieles a la ley del Tora que
prohíbe el adulterio, pero ¿cómo podemos saber si hemos cumplido con las demandas
del amor? “Los mandamientos de Jesús no son simplemente preceptos morales;
incluyen una vida entera unida a su amor” (Brown, 638). “Incluyen la amplia extensión
de revelación del Padre, no simplemente instrucciones éticas;…el que ama a Jesús
vivirá alumbrado por la dirección y el poder de los mandamientos” (Beasley-Murray,
256).
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador” (griego: parakletos)” (v. 16). Éste es
el Espíritu que descendió sobre Jesús en su bautizo (1:32), aunque la palabra allí
sea pneuma y la otra palabra aquí es parakletos. Ésta es la primera vez que Jesús les
promete a los discípulos el Espíritu.
Jesús se refiere al Espíritu Santo como “otro parakletos.” La implicación es que Jesús
también es un parakletos. Sin embargo, como un parakletos, Jesús es limitado por la
Encarnación – por lugar y espacio. Solo puede estar en un lugar a la vez, y solo puede
ver un número limitado de gente a la vez. Además, está moviéndose hacia su
glorificación – su muerte, resurrección, y ascensión – entonces, dejará a los discípulos.
El nuevo parakletos se quedará con los discípulos para siempre.
Este parakletos esel “Espíritu de verdad, al cual el mundo (griego: kosmos) no puede
recibir, porque no le ve, ni le conoce” (v. 17). “Es interesante ver al Espíritu asociado
con verdad, porque acabamos de ver a Jesús describirse como ‘la verdad’ (v. 6) y
antes aprendimos que aquéllos que veneran al Padre lo deben hacer ‘en verdad’ (4:23-
24). Claramente, la verdad está fuertemente relacionada con la figura de Dios” (Morris,
577).
• El mundo (kosmos) ama “las tinieblas que la luz; porque sus obras eran (son) malas
malvadas” (3:19).
• “Porque de tal manera amó Dios al mundo (kosmos), que ha dado á su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (3:16).
Mientras que este versículo demuestra el amor de Dios hacia el kosmos, también nos
dice que es un kosmos destinado a perecer si se mantiene apartado de la creencia en
Jesucristo.
El parakletos “está (griego: menei) con vosotros” (v. 17). La palabra “está” tiene que
ver con relaciones profundas y mantenidas. Jesús dijo, “El que come mi carne y bebe
mi sangre, en mí permanece, y yo en él” (6:56). Habló de “muchas moradas” (14:2,
RVR “lugares para residir”), y llama a los discípulos a “Estad en mí, y yo en vosotros”
(15:4). Les dice a los discípulos, “Si guardareis mis mandamientos, estaréis en mi
amor; como yo también he guardado los mandamientos de mi Padre, y estoy en su
amor” (15:10).
“No os dejaré huérfanos” (v. 18). Orphanous describe un hijo cuyo padre ha muerto,
pero también describe un discípulo cuyo maestro ha muerto.
“Vendré á vosotros” (v. 18). Jesús viene a los discípulos. ¿Cuál ‘vengo’ se presenta
aquí? – ¿Las apariciones de la resurrección de Jesús, la venida del parakletos, o la
segunda venida de Jesús? La mayoría de eruditos está de acuerdo de que su ‘vengo’
se cumple con las apariciones de Jesús pos-resurrección, pero Bruce dice, “La
distinción entre las varias fases de la prometida venida de Jesús a sus discípulos es
una ‘distinción desvanecedora.’ Cada fase de su prometida venida es reforzada con
la seguridad de su declaración: ‘Yo vengo a ustedes’” (Bruce, 303). ‘Ustedes’ es plural.
“Las promesas de divina presencia son promesas hechas a la comunidad, no al
individuo” (O’Day, 749).
“Aun un poquito, y el mundo no me verá más; empero vosotros me veréis” (v. 19).
Después de la muerte de Jesús, el mundo no le verá otra vez, pero los discípulos sí
le verán. “Hay una cosa de la resurrección de Jesús que, a menudo, ha sido ignorada:
él se mostró después de la muerte solo a aquéllos que le amaban” (George A. Buttrick,
Sermones Predicados en la Iglesia de una Universidad). De la misma manera,
el kosmos (el mundo opuesto a Dios – el mundo que se refiere a la oscuridad) no
puede ver a Cristo hoy, porque sus ojos han sido cegados a la verdad – cegados por
su propia elección. Solo es a través de los ojos de la fe que podemos ver a Cristo – y
eso nunca ha sido así.
Antes, Jesús avisó, “Aun por un poco estará la luz entre vosotros: andad entre tanto
que tenéis luz, porque no os sorprendan las tinieblas… creed en la luz, para que seáis
hijos de luz” (12:35-36). Existen aquéllos que, sin embargo, aman la oscuridad, porque
cubre sus acciones malvadas (3:19). Jesús nos llama a vivir en la luz.
“Porque yo vivo, y vosotros también viviréis” (v. 19). “El tema…de la vida de Jesús
como base y fuente de la vida cristiana es común en la doctrina del Nuevo Testamento
(Rom. v. 10; I Cor xv 22)” (Brown, 646).
“En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo
en vosotros” (v. 20). Anote la relación fuertemente entretejida entre el Padre, el Hijo,
y aquéllos que permanecen en Cristo. En su oración sacerdotal que seguirá a
continuación, Jesús rezará, “Mas ruego… que todos sean una cosa; como tú, oh
Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el
mundo crea que tú me enviaste. Y yo, la gloria que me diste les he dado; para que
sean una cosa, como también nosotros somos una cosa. Yo en ellos, y tú en mí, para
que sean consumadamente una cosa; que el mundo conozca que tú me enviaste, y
que los has amado, como también á mí me has amado” (17:20-23).
21El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquél es el que me ama; y el que me
ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré á él.
Preferimos pensar del amor de Dios como incondicional, pero este versículo establece
dos condiciones para recibir el amor del Padre – cumplir los mandamientos de Jesús
y amar a Jesús – dos condiciones tan interdependientes que Jesús las une como si
fueran una. Aquéllos que aman a Jesús cumplirán con sus mandamientos. Dios y
Jesús aman a los que aman a Jesús y cumplen sus mandamientos, y el Hijo promete
revelarse a ellos (véase también 3:16-18).