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PSICOEDUCATINA
PSICOEDUCATINA
Una mirada histórica a la psicología muestra diferentes interpretaciones que dan lugar a su
evolución a lo largo del siglo XX contribuyendo de forma decisiva a su configuración actual.
Desde las primeras décadas del siglo, el discurso del reformismo social pierde relevancia y la
psicología de la educación adopta una orientación fundamentalmente académica dirigiendo
sus esfuerzos al establecimiento de “los parámetros fundamentales del aprendizaje”, al
“refinamiento de sus elaboraciones teóricas” y a su promoción como “disciplina ingenieril
aplicada”.
Por lo menos hasta los años cincuenta, la psicología de la educación aparece como una
disciplina con mayor peso en la investigación educativa, como la disciplina “maestra”. Este
protagonismo, sin embargo, empieza a atenuarse a partir de los sesenta. Múltiples razones
explican este hecho: la pérdida de unidad y coherencia interna como consecuencia de su
propio éxito y su gran expansión que le lleva a ocuparse de cualquier tema o aspecto
relacionado con la educación y tratar de resolver cualquier problema educativo, etc. Lo que
empieza a manifestarse en los años sesenta es un resquebrajamiento de la fe en la capacidad
de la psicología para fundamentar científicamente la educación y la enseñanza, lo que
conduce, a su vez, a poner en causa la visión de la psicología de la educación como ingeniería
psicológica aplicada vigente, es decir, como disciplina encargada de trasladar los
conocimientos psicológicos a la educación y a la enseñanza con el fin de proporcionarles una
fundamentación y un carácter científico.
Este cambio tendrá repercusiones, por una parte va a suponer a medio plazo, la pérdida
definitiva de su protagonismo absoluto en el campo de la educación. Por otra, le obliga a
cuestionarse sus supuestos básicos, sus principios fundantes, su manera de abordar las
cuestiones y problemas educativos, etc.
En este contexto, el estado actual de la psicología de la educación, está marcado por tres
factores: primero, la reconsideración en profundidad a la que estamos asistiendo desde hace
años de las funciones y fines de la educación en general y de la escolar en particular. En
segundo lugar, la emergencia y la aceptación creciente de nuevos conceptos y enfoques
teóricos en psicología del desarrollo, del aprendizaje y especialmente en psicología de la
educación y la instrucción. En tercer lugar, el cambo de perspectiva adoptado progresivamente
en el transcurso de las últimas décadas, respecto a la naturaleza misma de las relaciones entre
psicología y educación, y al tipo de contribuciones o aportaciones que la primera puede hacer
a la segunda.
Cada una de estas tensiones contribuye a perfilar las diferentes concepciones de la psicología
de la educación.
Algunas definiciones:
Conviene advertir, que estos planteamientos, están lejos de constituir una orientación
homogénea y compacta en el panorama actual de la psicología de la educación. Existen
diferencias significativas en cuando a las dimensiones o aspectos del comportamiento humano
que se consideran potencialmente útiles y relevantes para la educación, así, según la
dimensión elegida, podemos encontrar por ejemplo, una psicología evolutiva aplicada a la
educación, una psicología del aprendizaje aplicada a la educación, etcetcetc.
Pese a estas diferencias, es evidente que todos los planteamientos mencionados tienen un
rasgo en común: no cabe desde ellos considerar a la psicología de la educación como una
disciplina o subdisciplina científica en sentido estricto, ya que no existe un objeto de estudio
propio y, sobre todo, no existe el propósito de producir conocimientos nuevos, sino tan solo de
aplicar conocimientos ya existentes o producidos en otras áreas o parcelas de la investigación
psicológica. A lo sumo, el único tipo de conocimiento nuevo que la psicología aplicada a la
educación puede aspirar a producir es relativo a las estrategias o procedimientos de la
aplicación.
Concebir la psicología como una disciplina puente implica cambios profundos en la manera de
entender las relaciones entre el conocimiento psicológico y la teoría y práctica educativa. Por
una parte, estas relaciones ya no pueden ser consideradas en una sola dirección, el
conocimiento psicológico puede contribuir a mejorar la comprensión y explicación de los
fenómenos educativos, pero el estudio de estos puede a su vez contribuir también a ampliar y
profundizar al conocimiento psicológico. Por otra parte, para que pueda darse esta
reciprocidad en las contribuciones, será necesario tener en cuenta las características propias
de las situaciones educativas en mayor medida de lo que ha sido habitual en el pasado. Los
fenómenos educativos dejan de ser únicamente un campo de aplicación del conocimiento
psicológico para devenir un ámbito de la actividad humana susceptible de ser estudiado con
los instrumentos conceptuales y metodológicos propios de la psicología. La psicología de la
educación como disciplina puente significa pues, en suma, una RENUNCIA EXPRESA AL
REDUCCIONISMO PSICOLÓGICO QUE CARACTERIZA LOS PLANTEAMIENTOS DE LA PSICOLOGIA
APLICADA A LA ADEUCACION.
La PE actual, continua estando marcada por la existencia de dos visiones claramente opuestas
de la disciplina. La primera (con rasgos similares a la psicología aplicada a la educación),
responde a una orientación psicológica decididamente disciplinar y entiende que s primera y
más importante misión es contribuir al desarrollo del conocimiento psicológico a través del
estudio de la educación, la segunda (con rasgos similares a la PE como disciplina puente),
responde a una orientación decididamente educativa y se propone como misión primera y
más importante contribuir a una mejor comprensión de la educación y a su mejora.
- Los temas y cuestiones objeto de atención y estudio deberían ser elegidos a partir de
los problemas que se plantean en la práctica y de las preocupaciones de los
profesionales de la educación, en vez de hacerlo como sigue siendo un habito, en
función de su interés y relevancia psicológica o de la disponibilidad de métodos de
investigación.
- El planteamiento y la formulación de los temas estudiados debería adoptar una forma
de discurso cercana a la práctica educativa y a las preocupaciones de los profesionales
de la educación.
- Las elaboraciones y las aportaciones de la psicología de la educación deberían ser
valoradas como un medio para obtener un fin, o sea, en función de su capacidad para
contribuir a una mejor comprensión y mejora de la práctica en contextos educativos
concretos.
- La PE debería aceptar con todas sus consecuencias que sus aportaciones, sin lugar a
dudas de mucho interés y relevancia para la educación, solo pueden dar cuenta de
algunas aspectos y dimensiones de esta, y siempre será así, lo que exige una gran
prudencia en el momento de formular recomendaciones y propuestas concretas para
la practica basadas únicamente en su mirada.
- Los psicólogos de la educación deberían tomar consciencia de que el conocimiento
que tienen de su práctica, es un conocimiento situado, contextualizado y a menudo
fragmentado, deberían tender a utilizar su conocimiento disciplinar para enriquecer el
conocimiento practico de los profesionales de la educación, en vez de sustituirlo
- Los psicólogos de la educación deberían asumir que la educación ES UNA PRÁCTICA
SOCIAL, y que implicarse en una práctica social comporta necesariamente adoptar
unas determinadas opciones ideológicas y morales. Los psicólogos de la educación
deberían aceptar que no pueden orientar su trabajo hacia la comprensión y mejora de
las prácticas educativas sin plantearse y responderse algunas cuestiones
fundamentales sobre la educación, que no son de naturaleza psicológica.
La PE, como disciplina educativa de naturaleza aplicada, se ocupa del estudio de los
fenómenos y procesos educativos con una triple finalidad: contribuir a la elaboración de una
teoría que permita comprender y explicar mejor estos procesos, ayudar a la elaboración de
procedimientos, estrategias y modelos de planificación e intervención que ayuden a
orientarlos en una dirección determinada, y contribuir a la instauración de unas prácticas
educativas más eficaces, más satisfactorias y enriquecedoras para las personas que participan
en ellas. Estas dimensiones dan lugar a otras tantas, en torno a las cuales se articulan los
contenidos de la psicología de la educación como disciplina puente de naturaleza aplicada.
Pero la PE es también una disciplina psicológica, esto significa que su aproximación al estudio
de los fenómenos educativos se orienta al estudio de los componentes psicológicos de estos
fenómenos, o sea, al análisis de la actividad y los comportamientos de los participantes, de los
cambios que se producen en ellos, y los procesos implicados.
Objeto de estudio:
Esta definición se ajusta a las exigencias planteadas por una concepción de la PE como
disciplina puente. Por una parte, su interés se dirige al estudio de procesos de cambio que se
producen en las personas, es decir, al estudio de procesos psicológicos, especialmente a
aquellos cambios que tienen su origen en la participación de las personas en actividades o
situaciones educativas. Así entonces, la PE es con todo derecho, una disciplina psicológica, ya
que tiene el estudio de procesos psicológicos como foco, pero es también una disciplina
educativa, pues los procesos a los que dirige su atención son inseparables de las situaciones
educativas.
Podemos identificar 2 grandes bloques de contenidos: de un lado, los relativos a los procesos
de cambio que se producen en las personas como resultado de su participación en situaciones
y actividades educativas; del otro, los factores o dimensiones de las situaciones y actividades
educativas que se relacionan con estos procesos de cambio y que contribuyen a explicar su
orientación, características y resultados.
Hay una distinción entre por una parte, factores interpersonales o internos a los alumnos, tales
como nivel de desarrollo cognitivo afectivo y social, y por otra parte factores externos que
tienen su origen en el contexto, por ejemplo, características del profesor, materiales didácticos
y medios de enseñanza.