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TEMA # 1

¿QUÉ ES LA INIQUIDAD?
I. Introducción.

Como hemos podido comprender y comprobar, en el tema de Sanidad


Interior o Poseed la Tierra, hay diferentes tipos de necesidades, males o
problemas que aquejan nuestro comportamiento, nuestra relación con
Dios, con nosotros mismos y con nuestros semejantes; y esto hace que
actualmente cientos de miles de cristianos en el mundo entero, sin
importar su cultura, ni posición social, ni económica, sufran dolores
intensos, pasen desiertos que nunca terminan, enfermedades de las
que no pueden salir y maldiciones que no pueden ser revocadas,
situación que ha llevado a la iglesia a buscar el rostro de Dios, para
encontrar una solución para tantos preguntas, ataduras, traumas y
frutos de la carne, pecados, que pareciera no tuvieran una respuesta
bíblica, restauradora y liberadora.

Gracias al Señor que como iglesia, tenemos una visión conforme al


corazos de Dios, bajo el señorío de Cristo, la Unción del Espíritu Santo,
la autoridad y poder de Su Palabra, que nos permite poseer nuestra
tierra, donde el evangelismo, la consolidación, el discipulado, la
liberación y la guerra espiritual son nuestro pan de cada día, como lo
fue en el ministerio de Jesús y Su Iglesia en las primeras décadas.
Cuando hemos entrado en estos terrenos y nos hemos enfrentado a
terribles poderes de las tinieblas, nos ha llevado a entender, en forma
profunda, LA JUSTICIA de Dios, y EL EVANGELIO DE DIOS,
entendiendo que lo único que destruye el poder del diablo, y su derecho
legal sobre nuestras vidas, es la JUSTICIA (juicio, justificación) que fue
manifiesta en la cruz del Calvario, y que esto es mucho más grandioso y
poderoso, que la sencilla justificación por gracia que hemos vivido y
predicado en estos años en la Iglesia.

Dios quiere llevarnos, en este tema: JUICIO a la Iniquidad, a encontrar


tesoros escondidos de la nueva vida en Cristo Jesús, y poder vivir esta
vida en plenitud, venciendo uno de los mayores obstáculos para entrar
a la POSESIÓN de las riquezas de Su gloria (Col. 2:1-9; Ef. 3:14-21), el
cual es “LA INIQUIDAD”, y cómo ser LIBRE de ella, reconociendo que,
como dijimos en la introducción, el desconocimiento (ignorancia) de
este tema nos puede hacer permanecer atados a fracasos y a
maldiciones de las cuales aparentemente pareciera que no podemos
salir.

Estaremos empeñados en demostrar, a través de la Palabra, la gran


diferencia que hace Dios entre PECADO e INIQUIDAD, entre fruto y
semilla, entre raíz y sabia; reconociendo que aún en el Río de Dios,
mayormente trabajamos o tratamos con el tema del pecado, pero
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siempre tocamos o tratamos con el terrible problema de la iniquidad, lo
torcido de nuestro ser, la semilla que nos inclina al mal.

Queremos como Obreros aprobados, usar bien la Palabra de verdad, e


ir a la esencia, la causa, la simiente de la iniquidad, para poder tratar
con ella, para poder comprender que el juicio de Dios, es la única
intervención, que puede librarnos del poder de la iniquidad, para que
en nuestras vidas, como en toda CAUSA JUZGADA, vivamos en
libertad, en restauración y completa abundancia de la nueva vida en
Cristo.

Tomamos este tema como uno de los temas de mayor relevancia en la


Biblia, y el ignorarlo, o no comprenderlo, puede ser la mayor fuente de
fracaso, de opresión, de derrota, y de obstáculos al que se enfrenta el
pueblo de Dios.

“Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló
en ti maldad… Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus
contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual
te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran.”
(Ezequiel 28:15 y 18).

“El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante;
esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares…”
(Jeremías 17:1).

“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero
por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de
los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol
malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar
frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así
que, por sus frutos los conoceréis.” (Mateo 7:15-20).

“Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del
corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones,
los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al
hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre.” (Mateo
15:18-20).

“Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el


Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de
corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por
la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” (1 Pedro 1:22-23).

“Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que
son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. Pero en

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una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de
madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles. 21Así que, si
alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor,
y dispuesto para toda buena obra.” (2 Timoteo 2:19-21).

1.1. DEFINICIÓN.

La palabra “iniquidad”, etimológicamente, y en su primer


significado, quiere decir “LO TORCIDO”; de hecho, es lo que se
tuerce del camino recto y perfecto de Dios.

1.2. ORIGEN.

El origen de la iniquidad se encuentra en la caída de Luzbel. Surge


en el momento en que éste arcángel, lleno de belleza y perfección,
da cabida a un pensamiento que se desalinea, se tuerce de los
propósitos de Dios, y empieza a creer en algo distinto y opuesto a
la Justicia Divina.

1.3. SUSTANCIA, SEMILLA.

Así como la fe “es la sustancia de lo que se cree” (Hebreos 11:1,


versión RV 1909), y el poder que activa el mundo invisible de lo
sobrenatural, de los cielos, este pensamiento torcido, dentro del
corazón del arcángel va a producir también una SUSTANCIA
espiritual, que es el origen de la maldad.

La raíz de la gran mayoría de los problemas que nos suceden,


vienen de la esencia de estas dos palabras: iniquidad y maldad.

LA MALDAD, es la semilla diabólica de donde todo el mal se


origina; ésta, es transmitida al hombre (y mujer) desde su
concepción, nacimiento, y va a impregnar el corazón de
pensamientos e intenciones que se OPONEN a la JUSTICIA, a la
VERDAD, al AMOR, y a todo lo que DIOS ES.

1.4. FRUTOS DE LA INIQUIDAD.

La iniquidad es la suma de todos estos pensamientos torcidos, o la


suma de la maldad del hombre. La iniquidad va a impregnar el
espíritu del ser humano, en el instante en el que es concebido el
embrión, haciendo que toda la información o herencia espiritual
(ADN) de maldad en la persona se vaya ha establecer en ella,
siendo la iniquidad como un cordón espiritual, donde va grabando
todos los pecados del hombre y será su herencia a la siguiente
generación, como dice la escritura, es donde queda esculpido todo

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el legado torcido y pecaminoso, que le entregara el hombre a sus
hijos (Salmo 51:5). Estos a su vez lo torcerán aun más con sus
propios pecados y lo entregaran como un legado de maldición a la
subsiguiente generación

1.5. LA INIQUIDAD, EL CUERPO DE PECADO LIGADA AL MUNDO


ESPIRITUAL.

La Biblia, llama a la iniquidad, como el cuerpo de pecado,


formando parte del cuerpo espiritual del hombre, y esta afectara su
comportamiento, la estructura de sus pensamientos, y aun el
estado anímico y de salud del cuerpo físico, invadiendo así el alma
y el cuerpo, ensuciándolo todo como con un lodo, y algo torcido
perverso y pecaminoso.

La iniquidad esta intrínsecamente ligada al mundo espiritual de


las tinieblas, donde el diablo engarza las maldiciones de nuestros
antepasados, dando lugar a las bases legales de enfermedad, de
maldiciones y traumas, que se transfieren de padres a hijos, y de
estos a sus hijos (nietos). Es en la iniquidad donde se encuentra la
legalidad de Satanás, para robarnos, mantenernos cautivos, y aun
querer matarnos y oprimirnos, lo que es un constante obstáculo
para vivir la nueva vida en Cristo y recibir y gozar en plenitud las
bendiciones de Dios.

1.6. LA INIQUIDAD, HERENCIA Y DERECHO LEGAL.

La iniquidad, se constituye en la principal puerta que tiene el


imperio del diablo, sobre la vida del ser humano, creyente o
incrédulo, haciendo que se cumpla, pese a todo el operar de Dios,
en la vida del hombre, la ley de la siembra y de la cosecha, la ley de
la causa y el efecto, la ley del conflicto entre los dos cimientos por
naturaleza, la divina y la recta y la torcida.

Es a través de la iniquidad que el maligno va a pernear, untar,


calafatear el corazón del hombre para poner en él todo tipo de
deseos perversos y pecaminosos llamados concupiscencia
(Santiago 1:13-16).

La herencia y esencia del pecado, ha sido transmitida y ahora


puede corromper el alma para que ésta empiece a desear hacer el
mal, empiece a torcerse, empiece a llevar la vida del hombre calle
abajo inmediatamente.
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Es una fuerza irresistible que arrastrara a personas aparentemente
“buenas”, “educadas”, “de buen testimonio”, a cometer pecados
abominables considerándose que la mayoría de los pecados
cometidos son por herencia espiritual (alcoholismo, divorcios,
prostitución, rebeldía, apostasía, maledicencia, avaricia, celos,
ingratitud, hechicería, ocultismo, etc.), que nace que sin razón
alguna “moral y espiritual” se empiezan a desarrollar estas
INCLINACIONES (calle abajo) pecaminosas.

1.7. LA INIQUIDAD Y EL JUICIO DE DIOS.

No solo, el diablo va a interferir y torcer lo recto en la vida del


hombre, a través de la iniquidad, sino es que también es donde los
juicios de Dios se manifestaran constantemente. Debido a que la
iniquidad se OPONE, se resista a la JUSTICIA (verdad, amor,
propósito, rectitud, fidelidad) de Dios, por estar torcida de ella esto
va a ocasionar un continuo choque con la rectitud de Dios (el
choque de dos simientes). La justicia tiene como parte de su
esencia el JUZGAR (ordenar, cortar, poner en su lugar, alinear)
todo lo que se opone a ella.

El propósito de los Juicios de Dios, es alinear todas las cosas con


la VOLUNTAD Y JUSTICIA DE DIOS, por cuanto donde haya
caminos torcidos va a ver una continua acción divina tratando de
alinear a la persona con Él. Lo cual se manifiesta en juicios,
pruebas, tribulaciones, desiertos, perdidas, crisis, enfermedades
“Éxodo 20:5 “No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque
yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de
los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación
de los que me aborrecen”.

Dios habla a su pueblo, y no a los incrédulos en primera instancia,


y no esta visitando el pecado, sino la iniquidad, considerando a la
luz de esta verdad, que el pecado es fruto de la iniquidad, como la
parte superficial y visible de algo que esta profundamente
arraigado y perneado en el ser humano. El pecado es tan solotas
ramas con sus frutos, lo exterior de un gran árbol que viene
creciendo y robusteciéndose de generación en generación, con
raíces que alimenta a todo el árbol de la SABIA, la esencia, la
iniquidad, de todo lo torcido, la iniquidad es la esencia, es la sabia,
es el “alimento2, el código, el ADN espiritual de donde surge todo el
mal en nosotros, y es ahí donde Dios con su juicio cortara, secara,
borrara y liberara para que “ el hombre de Dios sea enteramente a
fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado
para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:17), que Dios prepara de
v
antemano para que anduviésemos en ellas, por que somos hechura
suya, creados en Cristo Jesús (Ef. 2:10). La gran mayoría de los
creyentes, hemos confesado nuestros pecados a Dios, y estos han
sido perdonados (1 Juan 1:9); pero a veces o jamás hemos pedido
que BORRE nuestras iniquidades; por esta causa padecemos aún
las consecuencias de terribles maldiciones financieras,
enfermedades familiares, destrucción familiar, divorcios,
accidentes, temores, traumas, tragedias, escasez, rebeldías, que no
deberían ocurrir estando bajo la protección de un Dios que es
todopoderoso, justo, fiel y lleno de amor y propósitos para cada
uno de nosotros.

2. DIFERENCIA ENTRE EL PECADO Y LA INIQUIDAD.

Como dijimos anteriormente, no es lo mismo el fruto que la raíz, y


tampoco la raíz es lo mismo que la sabia o esencia que recorre al
árbol. El origen y lo que se da a luz, están íntimamente ligados. Dios
no sólo vino a vencer el pecado en nuestras vidas; sino a deshacer las
obras del diablo (1 Juan 3:8).

El Señor dice en Su Palabra, cuando Moisés clamaba a Dios por ver


Su gloria: “¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y
grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la
iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al
malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los
hijos, hasta la tercera y cuarta generación.” (Éxodo 34:6b y 7).

Un principio que nos será de mucha bendición, en nuestra relación,


es reconocer que Dios no trata con el mal de nuestras vidas de forma
genérica, sino de manera específica; y es de esta manera, que
nosotros tenemos que responder, guerrear, cortar, liberar, en contra
de todo el reino de las tinieblas. No es aconsejable, ni efectivo, orar de
manera general y simple:

- “Señor, perdona ‘todos’ mis pecados…”;


- “Señor; si es que he pecado…”;
- “Señor, ‘cualquier cosa’ que yo haya hecho en el pasado,
perdóname…”;
- “Señor, todo pecado en el área sexual, perdóname…”; etc.

Aunque para Dios es claro, y oye la intención de nuestro corazón, y


nos perdona en cuanto a nuestra salvación eterna; no podrá, de
manera específica, visitar, juzgar, el origen del mal (la iniquidad) en
nosotros.

vi
Recordemos que las “bases legales” que operan en nuestra vida, y que
el diablo utiliza en nuestra contra, NO son quitadas, juzgadas,
alineadas de manera genérica, o por oraciones, o por liberaciones
genéricas; es como en la guerra: tenemos que ser certeros en el ataque
y los objetivos en la guerra y la batalla espiritual, por nuestras vidas,
y por la de aquellos que tienen que salir de las cautividades y tienen
que ser LIBRES.

En todo el proceso del río de Dios, y en el evangelismo, la


consolidación, el discipulado y la liberación, tenemos que escudriñar
nuestros corazones, y enseñar a hacer lo mismo a los creyentes, hasta
que entendamos la maldad y sus consecuencias, en la misma
dimensión que Él las entiende, analiza, y resuelve. Dios quiere que, a
través de Su evangelio, el diablo no tenga ningún derecho legal, ni la
menor cosa con qué atacarnos. Recuerde: Jesús murió y resucitó por
nuestra libertad total, y cada área de su vida, dolor, pasión, muerte,
tiene que ver con el precio que Dios pagó por éstas áreas, a fin de que
nosotros, que creemos en Él, entremos a gozar una total plenitud en
la nueva vida en Cristo. No sólo fue conquistado el perdón de nuestros
pecados, sino que Su muerte en la cruz, representó una OBRA
INTEGRAL TOTAL en la cual fue REDIMIDA, RESCATADA,
LIBERADA, cada parte de nuestro espíritu, alma y cuerpo.

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores… Mas él


herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados… Con todo eso,
Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida
en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de
Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y
quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y
llevará las iniquidades de ellos.” (Isaías 53:4a, 5 y 10-11).

En esta palabra dada por Dios, a Isaías, 780 antes de Cristo, palabra
profética, vemos como en la obra de la cruz abarca cantidad de
conceptos con los cuales tenemos que ser libertados y redimidos.

No nos limitemos solo a recibir el perdón de nuestros pecados, y


sigamos viviendo vidas en cautividad, esclavitud y permanentes
desiertos, llevando a nuestras nuestra iniquidad y peor viviendo
continuamente “vidas calle abajo”, Inclinados al mal siempre,
rodando, cayendo y debilitados. Recordemos que Jesús hizo una
OBRA COMPLETA (espíritu, alma y cuerpo) para que viviéramos una
vida de plenitud con El; y si entendemos que estamos conformados,
espiritual (esencia), anímica (actitud) y corporalmente (cuerpo físico)
disfrutaremos mucho mas de la victoria total alcanzada en la cruz y la
resurrección del Señor Jesús.

vii
En Levítico 16: 22:
“Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra
inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto.”

Vemos claramente como Dios hace diferencia entre iniquidad y


pecado, y esto es en la escena de la expiación (limpieza) en el antiguo
testamento, y esto no es otra cosa que la sombra y la figura de lo que
Jesús hizo en el Calvario, en el propiciatorio y en la misma presencia
de Dios, a donde entró por sus propia sangre y obtuvo eterna
redención para cada uno de nosotros. Gloria a Dios, por Jesucristo,
gloria a Dios, por Jesucristo, gloria a dios por su Palabra, y Gloria a
dios por su iglesia que es fiel a la visión celestial

(Hebreos 9:1 – 28; 10:1-39)

2.1. La iniquidad, es parte del espíritu del hombre.

Salmos 32: 1- 11:


“ Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.
2
Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad,
Y en cuyo espíritu no hay engaño.
3
Mientras callé, se envejecieron mis huesos
En mi gemir todo el día.
4
Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
Se volvió mi verdor en sequedades de verano.
Selah
5
Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.
Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová;
Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.
Selah
6
Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado;
Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él.
7
Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia;
Con cánticos de liberación me rodearás.
Selah
8
Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar;
Sobre ti fijaré mis ojos.
9
No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento,
Que han de ser sujetados con cabestro y con freno,
Porque si no, no se acercan a ti.
10
Muchos dolores habrá para el impío;
Mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia.
11
Alegraos en Jehová y gozaos, justos;

viii
Y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón.”

2.1.1. El hombre esta compuesto por espíritu, alma y cuerpo, así


fue creado por Dios.

1ra Tesalonicenses 5:22-24:


“22
Absteneos de toda especie de mal.
23
Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma
y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
24
Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.”

El ser humano (hombre y mujer) es una criatura viva,


impresionantemente compleja y maravillosa a la vez, y que refleja la
imagen de Dios y es considerada la corona de su creación (Génesis
1:27-28; 2:7,18, 21–25)

Basta con solo detallar la complejidad y efectividad de todos los


órganos que componen nuestro cuerpo, con todos sus sistemas para
darnos cuenta de la detallada y microscópica obra de dios en nosotros
(Salmos 139: 13 – 18).

De las tres partes que componen nuestro ser (como el tabernáculo o


templo de Dios), espíritu, alma y cuerpo, la mas fácil de entender, y
palpar es el cuerpo, por cuanto es visible y tangible, y últimamente
(año 2005) la ciencia después de haberse tomado años de estudio, ha
logrado descifrarlo y entenderlo, quedando aún misterios por resolver
(el Genoma del cuerpo humano, la Ingeniería Genética y el valor del
ADN en el ser humano).

Pese a todo el esfuerzo por estudiar por separado, el alma, cuerpo y


espíritu del hombre, estamos convencidos que sólo se puede entender,
concebir y estudiar la VIDA, de manera integral, esto es, combinando,
trabajando, sanando y salvando los tres aspectos que lo componen.
Ignorar uno de ellos lleva al error, y no podremos explicar de manera
completa e integral, los cabos que unen al cuerpo, alma y espíritu en
su comportamiento, lo cual demuestra que ni la psicología, ni la
antropología, ni la sociología, ni la medicina, podrán explicar y sanar
totalmente al ser humano, sino es desde una perspectiva bíblica y
cristiana, que considere al ser humano, creado por Dios, espíritu,
alma y cuerpo, y como sujeto del amor y propósitos de Él.

Así como el cuerpo está compuesto de un sinnúmero de componentes


que lo hacen funcionar correctamente, de la misma manera, el alma y
el espíritu, siendo “cuerpos intangibles”, altamente complejos,

ix
también están compuestos por partes intrínsecas, que debemos
conocer para “caminar en victoria” en la nueva vida que Cristo nos
otorga, por lo que muchos de los fracasos de millones de cristianos se
debe al escaso conocimiento o comprensión que se tiene de estas dos
otras partes fundamentales de nuestro ser (espíritu y alma).

Es parte de algunas teorías y teologías que el alma está compuesta de:


la mente, las emociones y la voluntad; y el espíritu de: la comunión, la
intuición y la conciencia (comunicación, conciencia y moral) (Génesis
2:7; 1ra Corintios 15:45; Romanos 2:14-16; Hebreos 9:14), y tanto
la una como el otro, no son para la mayoría más que dos enormes
bloques prácticamente desconocidos que la gran mayoría decide
ignorar sus profundidades para no meterse en demasiadas
complicaciones, por temor o desconfianza a la psicología, a la sanidad
interior, la guerra espiritual, y la liberación, y la liberación de
endemoniados, y cautivos de todo tipo de mal, que en esencia son
líneas de iniquidad, desconociendo o no queriendo aceptar que el
Señor Jesús y la Iglesia tratarán con éstas necesidades integrales en
el ser humano (Marcos 16:14-18; 5:1-20; Mateo 8:14-17; Lucas
4:38-41; Hechos 10:38; Hebreos 2:14-18; Hechos 8:6-8; Hechos
16:).

Otros un poco más versados en la investigación de éstas áreas, y


tratando de darle una explicación a la OPRESIÓN demoníaca en los
creyentes, han comparado al hombre tripartito con el tabernáculo de
Moisés. Ellos aluden que el cuerpo es como “los Atrios” del Templo (lo
externo), el alma es como “el Lugar Santo” (lugar intermedio), y el
espíritu como “el Lugar Santísimo” donde moraba la Presencia de
Dios, en el Arca del Pacto.

De esta manera se explica que un cristiano puede ser atacado u


oprimido por demonios en su cuerpo, de la misma manera que gente
de todo tipo entraba en los atrios del Templo, dando lugar a la
explicación de que los espíritus de enfermedad pueden operar en los
cuerpos físicos, afligiéndolos y deteriorándolos.

Ellos también consideran que siendo el alma como el Lugar Santo,


donde entraban los levitas y sacerdotes, también tiene acceso
demoníaco a espíritus que afligen, oprimen, presionan el alma, como
serían los espíritus de temor, depresión, duda, traumas, ira, culpa,
etc.

Dentro de esta lógica y teología, se considera que el espíritu del


hombre sólo puede ser poseído, controlado, ya sea por Dios o por el
diablo, y aquí ya no hay posibilidad de mezclas de espíritus. La Biblia
dice que una vez que uno es sellado en su espíritu por el Espíritu de
promesa, el espíritu se vuelve absolutamente puro (Colosenses 1:9-
x
14; Efesios 1:13-14). Dentro de esta perspectiva, el problema sólo
radicaría, a partir de esta declaración, en el alma y el cuerpo.

Si bien compartimos esta teología con nuestros hermanos


experimentados en el ministerio de la liberación, sanidad interior y
guerra espiritual, aceptemos que Dios nos está llevando a profundizar
e investigar, en profundidad, las áreas o componentes del espíritu
humano, que aún no habían sido reveladas en éste último tiempo, y
que ha venido muy ligado a los grandes avivamientos, con señales,
prodigios y maravillas, que han acompañado la predicación del
Evangelio de Jesucristo, bajo la unción, poder y autoridad del Espíritu
Santo.

Dentro de esta teología, recordemos que el apóstol Pablo, en su


primera carta a los Corintios, menciona que hay cuerpo animal
(material), y cuerpo espiritual (cabeza, tronco y extremidades; y
comunión, intuición y conciencia), dando a entender que tanto el uno
como el otro están formados de una complejidad de órganos y
sistemas que los conectan entre sí y le permiten así funcionar en la
dimensión en la que le pertenece, el cuerpo físico en el mundo
material, y el espiritual en el ámbito del espíritu, aunque estén unidos
entre sí, mientras la persona está viva.

Si entendemos ésta interrelación, al interior y al exterior de nuestro


ser (cuerpo, alma y espíritu), seguro que diferiremos con la idea de
que el espíritu sea perfectamente puro, por el sólo hecho de que Dios
la habite. Citemos algunos textos en la Biblia, que justifican un
proceso de limpieza y santidad: en nuestro espíritu:

(2da Corintios 7:1):


“Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda
contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de
Dios.”

(1ra Tesalonicences 5:23):


“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma
y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
24
Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.”

(2da Timoteo 2:19):


“Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los
que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.”

Aquí vemos que hay una contaminación espiritual de la que tenemos


que limpiarnos, apartarnos y que también Dios quiere operar una
SANTIFICACIÓN en las tres partes de nuestro ser. Sin pretender
agotar un estudio exhaustivo de lo que es el espíritu, lo cual nos

xi
tomaría más tiempo y reflexión, veamos cómo está conformado
nuestro espíritu, y cuáles son algunas de sus partes:

2.3. Algunos componentes del espíritu humano.

2.3.1. La Comunión.

Esta es la parte de nuestro espíritu que está unido a Dios: “... pero
el que se une al Señor, un es espíritu es con Él.” (1 Corintios 6:17),
por cuanto “lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6b),
esto es posible a través de la simiente de Su Hijo que es
implantada en nosotros, “no por sangre, ni de voluntad de carne, ni
de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:12-13). Éste es el
órgano o parte donde se determina que un espíritu vive o está
muerto con relación a Dios. Éste componente nos permite
escuchar con claridad la voz de Dios, y donde se manifiesta esa
intimidad gloriosa en la que podamos sentir esa unidad con el
Espíritu Santo, sea en intimidad o comunión con Él. Es en ésta
área donde es establecido el Señorío de Cristo, el cual va a dirigir y
gobernar nuestras vidas (Gálatas 2:20). Es en ésta área donde
viviremos y recibiremos las visiones y revelaciones del Espíritu de
Dios, y donde Él se manifestará en forma visible a aquellos que le
aman y han desarrollado una vida en el Espíritu, como dice el
apóstol Pablo, andando y viviendo en el Espíritu (Romanos 8 y 1ra
Corintios 2:6-16). Comprendiendo, ésta área, podemos decir que
la Comunión es la parte central del cuerpo espiritual, y donde se
establece “el Lugar Santísimo” de nuestro Templo (cuerpo o ser).
Cuando una persona no ha venido a Cristo, ésta área está en
posesión del príncipe de las tinieblas. Esto es lo que dice la
Palabra:

Hechos 2:18: “Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos
días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.”.

Colosenses 1:13-14: “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas,


y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su
sangre, el perdón de pecados.”.

En ésta área convergen los cielos y la tierra, haciéndose una


misma cosa en Cristo Jesús, y es donde es establecido el Reino de
Dios en medio de nosotros.

Es a través de la Comunión que podemos ver y penetrar el mundo


espiritual y los tesoros escondidos de Dios, y donde se puede
experimentar la libertad, y la gloria de Dios, para ser así
transformados a Su imagen (2da Corintios 3:16-18).

xii
Es en ésta área donde es engendrado, por la vida de Dios, nuestro
espíritu, para dar lugar después al nuevo nacimiento (Juan 1:12-
13; 3:5-6). Aquí es donde radica la nueva creación en Cristo Jesús
(2 Corintios 5:17). Es donde empieza la regeneración y donde
también somos vivificados por el Espíritu de resurrección
(Romanos 8:9, 14, 16, Tito 3:4-7).

La Comunión está conectada a las otras partes de nuestro espíritu,


y funciona como el área gobernante de nuestro ser espiritual, lo
que llamamos el corazón, o parte medular del hombre interior. La
Comunión, es también la parte que comunica el espíritu con
nuestra alma, específicamente con la parte de las emociones y su
carácter. La Biblia dice: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
porque de él mana la vida.”(el espíritu) (Proverbios 4:23).

2.3.2. La Intuición.

Aunque literalmente, esta palabra no es bíblica, es reconocida por


el diccionario, y algunos teólogos, como otra parte del espíritu. La
intuición es como una especie de antenas, que nos orientan y
conectan el mundo natural con el mundo espiritual.

Es por medio de estas “antenas” que podemos percibir de un


demonio, un ángel o la de un espíritu humano. A veces sentimos
que nos sigue alguien, o que nos observa o que estamos siendo
presionados por alguien; ésta es la intuición que está detectando
como un radar el mundo espiritual.

Muchas veces, en el ministerio (trato con la gente incrédula, y aún


con creyentes) requerimos desarrollar esta capacidad, área o don
en el espíritu llamado “discernimiento de espíritus” (1ra Corintios
12:10c), por lo que vemos necesario utilizar este don en forma
sobrenatural, para percatarnos que algo sucede en el mundo
espiritual, cuando organizamos un evento, una reunión, un
seminario, una campaña, una sesión de liberación o guerra
espiritual, para intuir que algo más de lo que nuestros ojos ven y
nuestros oídos oyen, y sucede, en el ámbito invisible, para poder
seguir orando, hacer “guerra”, o actuar con autoridad de acuerdo a
la Palabra y dirección que el Señor nos quiera dar.

Gracias a ésta área del espíritu humano, a veces sabemos de


antemano el resultado de una entrevista, el resultado de una
llamada, o antes que suceda algo, podemos saber la dirección o
xiii
intención del mismo, “sabiendo en el espíritu” muchas veces “que
alguien tiene la intención de mentirnos o traicionarnos”,
generalmente quizás las palabras y los hechos de las personas
pueden tener la apariencia de ser buenos, pero “algo en el espíritu”
nos avisa que tengamos precaución.

La intuición también recibe revelación de parte de Dios. Muchas de


las palabras proféticas dadas en forma personal por algún ministro
o ministra de Dios, proviene de la “habilidad de esta parte de
nuestro espíritu” que recibe información acerca de la persona para
actuar con ella con sabiduría o con ciencia; o para que la misma
reciba en su espíritu dirección, exhortación o consolación (Dones:
1ra Corintios 12:4-8), confirmándose de esta manera los dones de
palabra de sabiduría, profecía (Hechos 16:6-10).

2.3.3. La Conciencia.

Es la parte de nuestro espíritu donde radica el temor de Dios y la


sabiduría de Dios, que nos permite elegir entre el bien y el mal,
entre la obediencia y la rebeldía, entre el morir por Cristo o vivir un
vida egoísta. Esta es la forma en que nuestro ser puede tener
conocimiento del bien y del mal, aún sin nunca haber la Biblia o
haber escuchado el Evangelio:

Romanos 2:14-16:
“Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de
la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 5mostrando la obra de
la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o
defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo
los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.”

Génesis 3:6-8:
Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos,
y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio
también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los
ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de
higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba
en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la
presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.

La Conciencia, al igual que la Comunión y otras partes del espíritu,


está íntimamente ligada al corazón del hombre. Es por eso que los
razonamientos del corazón muchas veces difieren de los de la
mente, cuando ésta no ha sido renovada, cambiada, ya que están
conformadas a éste mundo o siguen la corriente de este siglo

xiv
(Romanos 12:1-2). Esta parte del espíritu fue sacada de la
comunión con Dios, (santidad, amor, perfección, obediencia, vida)
o “despertada prematuramente” cuando el hombre comió del árbol
del conocimiento del bien y del mal.

Cuando el hombre peca continuamente (vive inclinado al mal-


inicuamente), la parte de Dios que está conectada a su conciencia,
lo cual “es el temor de Dios” se aparta de Él, y esto produce un
endurecimiento en la conciencia que lo va haciendo cada vez mas
insensible a la voluntad de Dios (perfecta, agradable y buena)
produciéndose densos velos de cauterización (Efesios 4:17-24;
Jeremías 17:9-10; 1ra Timoteo 4:1, 2, 3a) y por lo cual la
intervención de Dios, para salvación, restauración y liberación de
nuestras vidas, implica un nuevo corazón, un nuevo espíritu y ante
todo sus espíritu morando en nosotros y manifestándose a través
de nosotros en nueva vida (Ezequiel 26:24-28; 2da Corintios 6:16-
18 y 2da Corintios 7:1).

2.3.4. La mente del espíritu.

Como veremos, esta área del espíritu, la mente del espíritu, consta
de varias partes, que implican: entendimiento, inteligencia y
sabiduría de dios; que nos permiten en nuestro espíritu tener el
conocimiento (relación íntima) de Dios.

Es el área donde se nos da a conocer en forma sobrenatural, las


cosas de Dios, que nadie nos ha enseñado, esta es la parte del
espíritu donde recibimos la mente de Cristo (1ra Corintios 2:16),
iluminando, aclarando o revelando, o haciéndonos entender algo
que no podíamos entender, de manera lógica o razonable, y
muchas veces es aquí donde Dios ha revelado los grandes
misterios de la ciencia, a justos e injustos, es donde Pablo ora para
que se nos abran los ojos espirituales, para entender las riquezas
de su gloria.

Efesios 1:17–19
“... para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé
espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los
ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha
llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la
supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la
operación del poder de su fuerza”.

xv
En este glorioso pasaje vemos varias partes del espíritu en acción,
y como las mismas deben ser motivo de oración, para que sean
despertadas y activadas en nuestro ser.

La intuición recibiendo el conocimiento, los ojos del entendimiento


trayendo iluminación a la mente del espíritu, vemos la herencia de
la cuala hablaremos en los temas siguientes, que es donde se
encuentra la GENÉTICA ESPIRITUAL del hombre. Y el área del
“poder de Dios” recibiendo en el espíritu el poder de la
resurrección.

2.3.5. Los sentidos del espíritu.

Comprenderemos que de la misma manera que nuestro cuerpo


físico, tiene sentidos para mantenerse en contacto en formas
diversas con el mundo que nos rodea, así también nuestro, espíritu
tiene sentidos para percibir el mundo espiritual, invisible,
ayudándonos especialmente a “diferenciar”, “gustar”, “palpar”, “oír”
o “sentir” la procedencia de lo que estamos recibiendo, ya sea de
Dios, o de las tinieblas y a esto se llama el uso de los sentidos
espirituales, el discernimiento espiritual.

Hebreos 5:14:
“pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que
por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.”

2da Corintios 2:14 -17:


“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por
medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque
para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se
pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de
vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? Pues no somos como
muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad,
como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo.”

Todo espíritu humano posee ojos, oídos, gusto, tacto y olfato, tal
como podemos deducir de los anteriores pasajes bíblicos. Con los
ojos tenemos experiencias visuales como visiones y éxtasis
(Hechos 10:3,10, 17; 11:5-14).

Con los oídos escuchamos la voz de Dios, de los ángeles y de los


demonios. Con el gusto podemos hacer una experiencia como la de
Jeremías (Jeremías 15:16) y la de Juan en ele Apocalipsis, ambos

xvi
“conocieron la palabra, que Dios les dio y este fue dulce en la boca
y amargo en ele vientre” (Apocalipsis 10:9-10).

En cuanto al tacto espiritual, quizás el mas desarrollado en


muchos, es lo que nos hace sentir el calor del Espíritu Santo, aun
el peso de la unción, o la sensación de que Dios nos abraza o
enjuga toda lagrima nuestra, o nos sienta en sus faldas para
amantarnos y consolarnos (Isaías 66:12-13).

En las ministraciones, y la guerra espiritual, muchas veces


sentiremos el frío de espíritus de muerte que andan rondando,
aunque el clima este caliente, o en algunas casas sentiremos el
agotamiento físico, que es como si hubiéramos corrido o practicado
ejercicios físicos de manera intensa, como lo sabemos, por el tacto
de nuestro espíritu. Muchas veces también sentimos olores
espirituales, fragancias que provienen de la Presencia de Dios (olor
de vida, y no olor de muerte), o la hediondez de espíritus
inmundos.

Los sentidos del espíritu están conectados a los del alma y se


nutren unos a otros, en nuestro ser, bajo la unción y llenura del
Espíritu Santo.

2.3.6.- El asiento del poder.

Nuestro espíritu posee una área que es donde radica el poder de


Dios; es como un asiento, que nos permite que en nuestro espíritu
se manifiesten los dones de poder: milagros, sanidades y los
prodigios de Dios (1ra Corintios 12:7, 9); es como el motor del
espíritu, es donde radica la fuerza (la de Sansón), la perseverancia
de Elías (camino 40 días y 40 noches). De donde salio la ráfaga de
fuerza de la mano y luego de la vara de Moisés para dividir el Mar
Rojo. Esa como la representación de las manos de Dios en
nosotros, como dice el profeta Habacuc:

Habacuc 3:4:
“Y el resplandor fue como la luz; rayos brillantes salían de su mano, y allí estaba
escondido su poder.”

o como dice Pablo:

Efesios 3:20:

xvii
“Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en
nosotros”

O como los apóstoles que habían recibido el Espíritu de Dios,


cuando Jesús sopló sobre ellos antes de su ascensión, sin embargo
les dijo:

Hechos 1:8:
“… pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y
me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de
la tierra.”

El Espíritu puede venir sobre diferentes áreas del espíritu, hasta


activar, llenar en plenitud espiritual, mostrándonos creyentes, que
muestran la plenitud de su espíritu, en su ministerio.

2.3.7.- La Herencia.

Así como nuestro cuerpo natural, almacena la herencia genética en


los cromosomas de las células, y estos forman un cordón llamado
DNA (ADN), es donde se encuentra toda la información de nuestra
herencia genética (genero humano), que determinara el sexo, el
color de los ojos, etc.

Toda esta información es transmitida físicamente de generación en


generación, y así como multiplicarse las células dentro del vientre
de la madre, hasta que se va formando un cuerpo bajo el diseño
de dicha información, hasta el día de su alumbramiento o
nacimiento como otro y nuevo ser (Salmo 139:13–17).

En el cuerpo espiritual, también se encuentra el mismo modelo, o


lo que llamaremos la herencia o simiente, un DNA espiritual
intangible en el cual se va grabando toda la información espiritual
de generación en generación; a éste elemento se llama iniquidad (a
causa de la maldad introducida en el universo por Luzbel).

Dios proveyó para nosotros una herencia redimida (Génesis 3:15)


basada en el Espíritu de Cristo, la cual tiene que suplantar la
herencia de maldición, contenida en la iniquidad

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Veamos como Dios mismo atribuye al espíritu del hombre la
responsabilidad de su maldad:

(Malaquías 2:16):
“Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que
cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en
vuestro espíritu, y no seáis desleales”.

Aunque en este primer tema, que es la iniquidad, no hemos


desarrollado un estudio exhaustivo en el conocimiento de las todas
las áreas del espíritu, ha sido importante resaltar los que nos
servirán para resolver las grandes preguntas planteadas en el tema
central: El juicio a la iniquidad, hasta conquistar la libertad
gloriosa en Cristo Jesús, y entrar en la verdadera posesión de
nuestra herencia en Cristo.

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