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Introducción
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Introducción
En el presente tema hemos tratado de fundamentar este nuevo marco teórico, teniendo en cuenta las
nuevas nociones de investigación, así como la comprensión actual de la cultura y la educación.
Desde una perspectiva práctica y realista y conforme a los epígrafes del tema hemos abordado las
principales resistencias a estos procesos de experimentación e innovación educativa, así como las
estrategias a seguir en el marco de un enfoque preventivo y sistémico.
La experimentación e innovación educativa hacen referencia a cambios que hay que introducir en la
práctica educativa para que ésta se reestructure y dé respuestas adecuadas a las nuevas exigencias y
necesidades generadas en el seno de la sociedad y del sistema educativo.
Estos procesos de innovación y cambio afectan tanto a los contenidos objeto de aprendizaje cuanto a
la metodología y recursos a emplear, así como a la organización y estructura de las instituciones que
faciliten las finalidades que les son propias a la práctica educativa.
La labor educativa deriva de la misma sociedad y redunda en su propio beneficio. A través de los
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sistemas educativos las sociedades preparan a sus ciudadanos para dotarles de medios y recursos no
sólo para integrarse y participar en la vida social, sino también para contribuir a su proceso de
renovación y desarrollo.
La sociedad y la cultura, en cuanto expresión de una forma concreta de vivir, entender y transformar
el mundo, son organismos “vivos” en permanente proceso de cambio. La educación pues, participa
de ese dinamismo de renovación y mejora que corresponde a la sociedad.
Desde esta perspectiva fundamental debemos entender la necesidad de instaurar en los centros
educativos dinámicas de mejora permanente, so pena de convertir las instituciones educativas en
organismos arcaicos, anclados en otras épocas, dedicados a la reproducción de las formas muertas de
la cultura (CIRIGLIANO, G: 1985). Esta innegable realidad obliga a los sistemas educativos a
incorporar la evaluación y la innovación e investigación educativa en sus dinámicas de
funcionamiento.
En este nuevo horizonte se entiende la importancia dada por las administraciones a la evaluación de
los centros como factor de calidad, la defensa de su autonomía pedagógica, la investigación e
innovación educativa como parte de la función docente, así como la promoción de proyectos,
difusión de “buenas prácticas” y propuestas educativas diversas que emergen de problemas y
necesidades con que se encuentran los profesores en su trabajo diario.
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Por otra parte y, en el artículo 102.3, referido a la formación permanente del profesorado, menciona
la investigación y la innovación educativa como parte integrante de la formación que deben
promover las Administraciones educativas.
En relación al reconocimiento y valoración del profesorado se reconoce “la labor del profesorado,
atendiendo a su especial dedicación al centro y a la implantación de planes que supongan innovación
educativa, por medio de los incentivos económicos y profesionales correspondientes” (LOE-
LOMCE, 105.3)
Así mismo y en relación a las funciones de del director, claustro de profesores y profesorado en
general se refiere respectivamente:
Director:
c) Ejercer la dirección pedagógica, promover la innovación educativa e impulsar planes para
la consecución de los objetivos del proyecto educativo del centro.
Claustro de profesores:
d) Promover iniciativas en el ámbito de la experimentación y de la investigación pedagógica
y en la formación del profesorado del centro.
Profesorado:
l) La investigación, la experimentación y la mejora continua de los procesos de enseñanza
correspondiente.
Además, en el marco del desarrollo del principio de autonomía de los centros, la LOMCE (artículo
122 bis) explicita el compromiso de las Administraciones por promover acciones destinadas a
fomentar la calidad de los centros:
Reforzando la autonomía de los mismos y la potenciación de la función directiva.
Partiendo de una consideración integral de los centros: deberán presentar una planificación
estratégica que deberá incluir los objetivos perseguidos, los resultados a obtener, la gestión
a desarrollar con las correspondientes medidas para lograr los resultados esperados, así
como el marco temporal y la programación de actividades (122 bis.2)
Los proyectos de calidad supondrán una especialización de los centros: actuaciones tendentes
a la especialización curricular, a la excelencia, a la formación docente, a la mejora del
rendimiento escolar, a la atención del alumnado con necesidad específica de apoyo
educativo, o a la aportación de recursos didácticos a plataformas digitales compartidas (122
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bis.3).
Los directores tendrán autonomía para adaptar, durante el período de realización de estas
acciones, los recursos humanos a las necesidades derivadas de los mismos, con facultades
para:
o Establecer requisitos y méritos específicos para los puestos ofertados de personal
funcionario docente, así como para la ocupación de puestos en interinidad.
o Rechazar, mediante decisión motivada, la incorporación a puestos en interinidad de
personal docente procedente de las listas centralizadas.
o Proponer, de forma motivada, la prórroga en la comisión de servicios del funcionario
de carrera docente que hubiera venido ocupando el puesto de forma provisional o, en
su caso, el nombramiento de nuevo en el mismo puesto del funcionario interino
docente que lo venía desempeñando, cuando, en ambos supuestos, habiendo
trabajado en los proyectos de calidad, sean necesarios para la continuidad de los
mismos (122.bis. 4)
Así mismo, durante los últimos años la Administración Educativa ha venido respondiendo a la
necesidad de renovación de los diversos ámbitos educativos. En este sentido, han sido muchos los
planes y programas de innovación puestos en marcha en las diferentes comunidades autónomas.
Merece una especial atención la promoción de Planes de Mejora en los centros educativos por parte
del MEC a partir de la década de los 90 con una clara intención de implantar el modelo de
evaluación EFQM, originario del mundo empresarial. Esta herramienta susceptible de ser utilizada
desde enfoques diversos tiene una clara conexión con el enfoque científico-técnico aplicado a las
organizaciones empresariales y educativas.
Por otra parte, los proyectos de formación del profesorado, creados desde 1989, se han constituido en
una vía fundamental para la promoción de planes de formación y de proyectos innovadores,
próximos a las necesidades de los centros. Dichas iniciativas daban por sentado que los centros
educativos debían ser el primer núcleo de formación del profesorado, propiciando diferentes
proyectos en centros como modalidades de formación permanente. Entre los objetivos de dichos
proyectos figuraban:
La elaboración de proyectos educativos
La realización de Adaptaciones Curriculares
El trabajo sobre elementos específicos del currículo, …
Los Centros de Profesores son creados igualmente como el instrumento preferente para el
perfeccionamiento del profesorado, como medio para el desarrollo de actividades de renovación
pedagógica y difusión de experiencias educativas y como recurso fundamental para la mejora de la
calidad educativa. Han sido numerosas las propuestas elaboradas durante décadas por estos centros,
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caracterizados por su cercanía y concreción, muy pendientes de las demandas y necesidades de los
centros. Ese empuje inicial se ha visto mermado notablemente por la reducción de centros y de
medios debido al recorte presupuestario de la Administración Pública en la última década.
La innovación educativa tal y como se entiende hoy, en el marco de los sistemas educativos
modernos como el nuestro lleva aparejada una serie de rasgos que la hacen necesaria en una
perspectiva de currículo abierto y flexible.
Proceso de participación social. Lejos de ser una tarea de expertos, debe ser un medio de
actualización y desarrollo profesional de los docentes, próximo a sus necesidades y sensible a
sus demandas.
Tensión utópica en el sistema educativo: la educación, a remolque de los procesos de cambio
social y tecnológico exige dinámicas permanentes de mejora. En la medida en que la
educación deja de evolucionar con la propia sociedad pierde su sentido y razón de ser.
Proceso de capacitación y potenciación de instituciones educativas y sujetos. La razón de ser
de los procesos de mejora está en prestar unos servicios de mayor calidad y eficacia. La
mejora de los servicios requiere de una reforma permanente de las instituciones y sus
profesionales. Se trata de elementos que se retroalimentan mutuamente en un proceso abierto
a nuevas formas de aprender y enseñar.
Proyectos operativos: dichos proceso de mejora deben ser concretos, definidos en objetivos
precisos y con plazos y recursos sujetos a supervisión y evaluación puntual.
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tendrán más o menos visos de afianzarse. Sin embargo, en cuanto sistemas autónomos,
tienden a funcionar por separado, lo cual explica el desencuentro que durante décadas se ha
producido entre sociedad y escuela. En el momento presente asistimos a un proceso de
cambios y reformas educativas que tratan de conectar los sistemas educativos con la vida
social y económica.
2) MESONIVEL: Es el nivel de centros. Conlleva cambios a nivel de organización escolar y
de recursos. Las decisiones políticas generadas en torno a recursos y normativa de los centros
en el macronivel incidirán de forma notable en este segundo nivel.
3) MICRONIVEL: finalmente está el nivel individual, que referido al profesorado
individualmente. Su formación, situación laboral y económica, así como su nivel de
adaptación a la realidad de centros concretos determinan las posibilidades de ajuste y cambio
de los docentes.
En la exposición que sigue haremos referencia a problemas vinculados a estos tres niveles.
b) Concepción de la enseñanza
A una idea concreta de la sociedad y la cultura le corresponde igualmente una concepción de la
enseñanza y de la escuela. Para el liberalismo el papel del docente se limita a la instrucción de un
currículo dado. Desde esta perspectiva no responde al perfil de docente participar en procesos de
innovación y cambio. Los docentes son meros técnicos ejecutores de un modelo de enseñanza
predeterminado por las administraciones educativas. El papel de la escuela en este marco se reduce
a mantener y reproducir un orden dado. No es de extrañar, por tanto, que desde estas posiciones las
propuestas de mejora e innovación se reduzcan exclusivamente a cambios tecnológicos.
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Los factores anteriormente expuestos a nivel de macrosistema afectan notablemente a los centros.
Con un sistema centralizado, sumergidos en una concepción liberal y reduccionista de la enseñanza,
carentes de formación y práctica de trabajo en equipo y limitados en recursos, resulta harto complejo
que se produzcan movimientos generadores de cambio.
Por el contrario, el modelo organizativo imperante en los centros en pleno siglo XXI es el modelo de
“reinos de taifas” (EDELFET, 1972), definido también como “anarquías organizadas” (CLARK,
1981) o como “balcanización” (HARGREAVES, 1995). En el mejor de los casos la mayoría de los
Equipos Directivos llegan a ser buenos gestores de recursos, pero carentes de liderazgo suficiente
para emprender o apoyar programas de mejora que implican el compromiso de los claustros en un
contexto de escasez de recursos y de desprestigio social de la función docente.
La resistencia al cambio es común a todos los sistemas incluidos los sistemas individuales. Son
clásicas las visiones de E. FROMM o de K. HORNEY al referirse a los ejes en que se desarrolla la
existencia humana: entre la seguridad y la libertad. El miedo o la necesidad de seguridad nos llevan
a la mayoría de las personas a hipotecar nuestra propia libertad, factor decisivo en las dinámicas de
cambio y mejora.
Romper esa inercia resulta complejo cuando no se cuenta con un respaldo institucional o se carece de
incentivos para ello. En un contexto de crisis y de presión social sobre el profesorado, como el que
vivimos, no parece lo más adecuado hablar de innovación y mejora. Sin embargo y paradójicamente,
los momentos de crisis pueden ser una buena oportunidad para una cosa y su contrario. La falta de
medios y recursos, el desprestigio social, los atropellos de las administraciones, generan en los más
audaces propuestas innovadoras que retan al inmovilismo y la resignación de la gran mayoría. Son,
sin duda, tiempos para nadar contracorriente.
Tal y como señalan MARCHESI y MARTÍN (2000) las perspectivas son las maneras de entender el
cambio en una institución escolar. Se trata de procesos en muchas ocasiones complementarios y no
excluyentes. Suelen señalarse tres perspectivas:
Tecnológica (enfoque científico-técnico): Suele desarrollarse de arriba abajo. Primero se
diseña la innovación, luego se desarrolla y extiende al conjunto del sistema. Se trata de
lograr unos objetivos concretos con un mínimo coste. Subyace la imagen de la
producción.
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MARCHESI y MARTÍN (2000) se refieren a las mismas como criterios que hacen más probable el
éxito de una innovación en la escuela:
- Tiempo: Resulta vital hacer un cálculo razonado del tiempo que requiere la intervención. Ello
evita precipitaciones en la adopción de medidas o frustración en el caso de no cumplir con los
plazos previstos en el logro de los objetivos señalados.
- Coordinación, integración e interconexión:
Tan esencial es partir de los centros y contar con la implicación de los interesados como
establecer redes de centros participantes en los procesos de mejora. Resulta especialmente rico y
estimulante contar con proyectos que se llevan a cabo en una zona educativa determinada.
- Descentralización, pluralismo y contextualización:
Carece de sentido proponer cambios al margen de la realidad de sus destinatarios y beneficiarios
potenciales. Sin su compromiso e implicación están condenados, cuando más, a meros cambios
superficiales. Aún cuando las propuestas provengan desde la Administración central, carecen de
utilidad si no son asumidas como útiles y necesarias por las administraciones autonómicas y por
supuesto, por los propios centros.
- Transformación de la cultura de los centros
La mayoría de los cambios que precisa la educación actual conllevan, so pena de ser “mero
maquillaje”, de cambios en la cultura de los centros. Esto es, cambios en la concepción de la
enseñanza y de la cultura, los valores, las normas y las formas de interaccionar. Dichos cambios
requieren de tiempo suficiente y debe incidir en los procesos de formación inicial y permanente
de los docentes. Muchos de las reformas educativas y planes derivados de las mismas han sido
condenados al fracaso en cuanto no han logrado introducir la cultura educativa necesaria para
ello. El modelo de enseñanza por competencias, por ejemplo, está condenado al fracaso si no va
acompañado por un cambio de mentalidad en la mayoría de los docentes, herederos aún del
modelo liberal de la enseñanza tradicional.
- Apoyo sostenido:
La eficacia de planes que afectan de forma más o menos consistente al modelo educativo vigente
requiere de un apoyo sostenido por parte de la administración. El cambio en las formas de actuar
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requiere de un período largo de consolidación en el que es preciso vencer inercias del pasado,
dar respuesta a los inconvenientes o imprevistos que los cambios planteen. Ello requiere de una
organización y estructura administrativa que sirva de sostén al proceso iniciado.
- Compromiso y acuerdo:
La transparencia en la definición del cambio esperado y el proceso a desarrollar precisado en
plazos, responsables y recursos resulta esencial para conseguir la implicación de los agentes
educativos. Sin ese compromiso y sin una negociación de las condiciones y metas del plan
innovador no existen garantías de que éste sea secundado en la práctica.
- Organización y gestión:
Todo cambio debe tener su incidencia en la dinámica interna de los centros. Las nuevas
propuestas deben encontrar una estructura, unos responsables y unos tiempos y recursos para
afianzarse d modo eficaz en la vida de los centros. No es posible consolidar un cambio que no
cuente con un proceso de institucionalización posterior.
- Desarrollo profesional de los docentes:
Referíamos anteriormente que todo esfuerzo que se pida a los profesionales debe tener como
contrapartida una mejora en su desarrollo profesional. No podemos pretender medidas
innovadoras que no se traduzcan en beneficios por parte de aquellos que deben llevarlas a cabo.
Éste es un factor que deben tener siempre en cuenta los diseñadores de innovaciones educativas.
- Mejora del aprendizaje en el aula:
El fin último de la educación es la formación personalizada e integral de los alumnos. Si el
conjunto de cambios en la estructura, currículo, formación de los docentes, recursos, cultura de
centro, etc. No se concreta en cambios reales y tangibles en el proceso de enseñanza aprendizaje,
de poco habrá servido todo el proceso. Toda innovación debe tener en el aula su necesario
contraste y verificación.
- Evaluación:
Toda innovación debe llevar implícita un plan de evaluación y revisión. La consolidación de los
cambios requiere de un proceso largo de ajuste a las realidades concretas donde se aplica.
Distinguimos estrategias fundamentales y generales de otras específicas referidas a cada una de las
fases de la innovación. Dichas estrategias se refieren al modo de abordarlas para que sean eficaces y
sólidas. Suponen presupuestos fundamentales aceptados por la mayoría de los autores.
- Perspectiva sistémica: el paradigma sistémico no sólo nos sirve como modelo explicativo de las
realidades sociales, sino que resulta especialmente relevante para el diseño y puesta en marcha de
propuestas de mejora. Nada hay que afecte a una parte del sistema que no tenga repercusiones en el
sistema como tal. En los procesos de innovación debemos valorar qué modificaciones resultan más
estratégicas de cara a generar cambios deseables, qué recursos se precisan y cómo reducir los efectos
no deseables del cambio. Es de ilusos pensar que las modificaciones en diferentes niveles y sobre
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ámbitos determinados no afectarán al conjunto del sistema (sea el sistema educativo, sean los
centros o un colectivo determinado)
- Aceptación de los conflictos como ocasión para la mejora: Lejos de ser una realidad a evitar, en un
contexto evaluador y de mejora, los conflictos deben ser aceptados como factor de cambio. Asumir
esta realidad y abordarla con naturalidad son plena garantía para introducir a un sistema en una
dinámica de cambio. Crisis en su sentido etimológico original, significa oportunidad para el cambio.
Por el contrario, una política de ocultamiento de los conflictos resulta totalmente reaccionaria.
- Partir de la realidad concreta de cada centro: todo cambio requiere de esfuerzos notables por parte
de los implicados. En el caso de la enseñanza, el peso del cambio recae fundamentalmente en los
docentes. Para que dichos esfuerzos sean asumidos es esencial que los agentes educativos perciban
una ganancia. La innovación debe suponer una mejora real y concreta de la praxis docente, debe dar
respuesta a las dificultades y necesidades de los participantes en la misma. El centro educativo, con
sus propias características y necesidades, se constituye desde esta perspectiva en una unidad de
cambio fundamental. La mayoría de las propuestas innovadoras que prosperan han partido de centros
concretos que en un momento dado han decidido dar una respuesta específica a sus necesidades.
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adecuada.
* Implicación del profesorado: éstos deben percibir el cambio como necesario, deben
percibir sus fines y exigencias y deben considerar rentable el esfuerzo que se les pide (en
razón de coste/ beneficio) (FULLAN)
* Instauración de formas de trabajo en equipo: las innovaciones que conllevan esta forma
de trabajo tiene mayores posibilidades de perdurar y consolidarse: generan formas
comunes de actuación, enriquecen las propuestas y logran un mayor nivel de satisfacción
personal entre los implicados.
* Apoyo y asesoramiento externo: el hecho de contar con servicios externos no
directamente implicados en los centros aporta una perspectiva interesante y rica a los
agentes intervinientes.
* Tiempos para una comunicación informal y para el intercambio de experiencias. Si el
cambio da lugar a encuentros personales y al establecimiento de relaciones sociales y
afectivas tiene mayores posibilidades de que sus integrantes participen activamente y con
dedicación en el mismo. Los diseñadores de los procesos innovadores deben tener
previstos este tipo de encuentros.
4.4.3. Fase de institucionalización:
* Contexto político y organizativo:
o Percepción de la necesidad del cambio no sólo desde dentro de la institución
implicada, sino desde el entorno social.
o Apoyo de la administración educativa: facilitando los medios y recursos,
supervisando y animando el cambio iniciado, aportando una perspectiva más global.
o Habilidades de planificación: prever los tiempos necesarios para el cambio y para su
institucionalización. Las prisas como la lentitud en los mismos son igualmente
desaconsejables.
* Contexto social:
o Propiedad colectiva: es esencial que el conjunto de la comunidad educativa perciba la
innovación como propia, formando ya parte de la cultura de centro.
o Los roles: estos deben quedar perfectamente claros y definidos
o La interacción entre los miembros de la comunidad educativa: la comunicación, la
generación de significados comunes y el modo en que afrontan los conflictos se
constituyen en condición necesaria para la institucionalización
o El liderazgo: requiere de la implicación del equipo directivo. Ello supone no sólo un
apoyo a las dinámicas que conlleva el cambio, sino también estar atentos a detectar y
extinguir prácticas contradictorias con el mismo.
o Los incentivos: debe existir una valoración positiva de los logros en relación de
costes/ beneficios en la fase de institucionalización. Los agentes educativos deben
constatar que su trabajo y las condiciones en que se realiza han mejorado
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que la teoría, mucho más la mejora de su quehacer que la sapientia que puede adquirir. La
posibilidad de una “formación a la carta” de carácter participativo en la que el cliente decide
sobre lo que necesita y contrasta sus propios conocimientos y criterios atrae cada vez más a
los docentes. Se trata de una vía ideal para la formación que implica dinámicas que hacen del
diálogo, el debate y el trabajo en equipo sus estrategias habituales.
Dicha formación debe contener al menos los siguientes elementos:
* Valoración de necesidades objeto de formación profesional.
* Análisis de la oferta formativa que existe al respecto.
* Propuesta y discusión colegiada de varias alternativas: contenidos, ponentes,
metodología,…
* Diseño de una propuesta formativa a los centros de profesores.
- Diseño y desarrollo de programas: el modelo de centro democrático y social vigente en
nuestro sistema educativo conlleva formas de trabajo colaborativo. La misma normativa, a
través de los reglamentos Orgánicos de Centro en las diferentes Comunidades Autónomas,
prevé momentos para este trabajo colegiado a diferentes niveles (tutores, departamentos,
CCP, etc.).
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- Investigación en la acción: Se trata más que de una actuación determinada con un objetivo
definido, una forma de trabajo que incluye las anteriores. Su fin no es hacer ciencia, sino
mejorar la práctica. Como cualquier proceso de investigación tiene sus propias exigencias:
formulación de hipótesis, reflexión, método, contraste y proceso evaluador. La realidad
educativa es tan compleja, cambiante y heterogénea que precisa de forma permanente del
contraste de teoría y praxis. La investigación en la acción, como metodología para el
perfeccionamiento y la mejora profesional supone una de las formas de trabajo en equipo más
interesantes y enriquecedoras que pueden adoptar los equipos de profesores. Puede aplicarse
a ámbitos diversos como son la enseñanza de una materia, la acción tutorial, la orientación, la
convivencia, etc.
- La Supervisión Mutua o Colegiada (ANGULO RASCO, J. F., 1995): es una forma de
trabajo que podría entenderse como extensión o modalidad de investigación en la acción, pero
que tiene sus rasgos diferenciales propios. Especialmente recomendada en un contexto de
colaboración entre docentes. Nos parece una forma de trabajo en equipo idónea para
optimizar el rendimiento de los docentes en ámbitos para los que no han sido formados como
son la atención individualizada a familias o alumnos y la gestión del grupo aula. Dicha
formación no se puede reducir a una mera comunicación de contenidos teóricos, sino que
requieren un trabajo de carácter práctico que facilita esta forma de trabajo. El proceso de
trabajo se puede sintetizar en las siguientes fases: Seminario preobservacional (formalización
y definición del acuerdo de supervisión entre los participantes); Observación (análisis y
recogida de observación mientras se desarrolla la actividad objeto de evaluación); Análisis e
interpretación conjunta de supervisor y observado; seminario post-observacional (extracción
de conclusiones e incorporación de las mismas a la práctica docente).
Bibliografía
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