Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
mataremos con
pistolas.
Texto ganador
Premio Max Mejor Autoría Revelación 2016
!1
It's so easy to laugh
Over, over
!2
Personajes
Miguel
Blanca
Marina
Elena
Sigfrido
Todos en la treintena.
La obra transcurre en casa de los padres de Blanca, una antigua casa de pescadores, el dieci-
acotaciones para que los actores y el director(a) elijan libremente cuándo les conviene utili-
!3
*Signos de puntuación:
Cuando aparezca un “-“al final de réplica, esto indicará que la réplica del personaje se solapará con la si-
guiente.
Los puntos suspensivos (…) cumplen la función de indicar que un pensamiento se queda en suspenso o que
La barra entre oraciones de una misma réplica “/” expresa la problemática del personaje para expresar lo
que quiere.
!4
El salón de una casa en un pueblo del Mediterráneo. Una típica casa de pescadores.
Una sola puerta comunica con las demás dependencias de la casa y con el exterior.
Un ventanal por el que entra la luz del día y llegan los ruidos de la calle.
En medio del salón, una mesa grande de madera con cinco sillas. Encima de la mesa, una foto en un porta-
rretratos.
Un sofá viejo.
!5
Capítulo 1. La Bienvenida.
Son cerca de las tres de la tarde del dieciséis de julio. Hace mucho calor. Marina, embarazada de seis meses,
llora sentada. Blanca entra y sale dejando platos y cubiertos en la mesa, ignorando los lloros de Marina. Al
Blanca._ ¿Y ahora?
Marina._ Me pica mucho la planta del pie. Desde hace diez minutos. Y yo sola no puedo
quitármelo.
(Blanca le rasca)
Blanca._ ¿Sí?
Blanca._ Es verdad.
Blanca._ ¿Mejor?
Marina._ Sí, gracias (Blanca hace por irse pero Marina la retiene) Oye amiga, gracias por dejar
que me quede.
Marina._ Blanca.
Blanca._ ¿Qué?
Marina._ (…)
!6
Blanca._ Amiga, ya está bien.
Marina._ Sí, es una fiesta. Y tengo tantas ganas de verlos a todos. Tanto tiempo.
soñado.
Blanca._ ¡Elena!-
Elena._ ¡Amigas!-
Marina._ Como una foca, ¡ya lo has dicho tú! Y, encima, me lo tienen que hacer todo.
(Silencio)
!7
Blanca._ Disculpa/ ay, lo siento. Qué tonta ¿Qué tal el viaje?
Elena._ (dándole los regalos a Marina) El viaje, ¡un coñazo! ¡Tenía tantas ganas de llegar y em-
pezar la fiesta...! Madre mía la casa, se me ha caído el tiempo encima... ¿Cómo que tus pa-
dres no la vendieron?
Elena._ Estoy harta del tren. Antes aprovechaba el viaje, hacía trabajo, pero ahora me cues-
ta mucho trabajar/ quiero decir en el tren. Me paso el viaje apretando los dientes para ver
Blanca._ Sí.
Elena._ ¿Sí?
Blanca._ Sí.
Blanca._ ¿A ti no te lo coge?
Elena._ Yo ya me cansé y rara vez lo llamo. Pero me ha dicho un pajarito que nunca coge el
teléfono.
Blanca._ Y yo-
Blanca._ No.
!8
Blanca._ La verdad es que nunca me coge el teléfono ni contesta mis correos. Es como si
Blanca._ No, qué va. Pero no me dice nunca nada. Hace ya tiempo.
Blanca._ Sí.
Marina._ Imagínate.
Marina._ Pues eso, que no debe tener tiempo de nada. La vida le ha ido bien.
Elena._ Como quieras (pausa) ¿Y eso? ¿Esa foto? Sois tú y Paula de niñas, ¿verdad?
Blanca._ Sí.
Elena._ Deberías guardarla (Silencio) Qué bien, todos juntos de nuevo. Me voy a mear.
!9
(Silencio. Elena hace por salir y cuando pasa al lado de la foto, la coge y se la lleva consigo. Blanca se queda
Marina._ Blanca...
Blanca._ ¿Qué?
Blanca._ Mira, voy a echar la carne a la paella. Si viene Miguel, no le digas que viene Sigfri-
(Blanca sale por la puerta de la cocina y deja sola a Marina intentando abrir el regalo. Entra Miguel sin
ser visto. Mira la estancia a medio preparar para la reunión de amigos y algo le hace darse la vuelta y mar-
Marina._ ¡Miguel!
Miguel._ Me lo dijo Blanca. Pero vaya, no esperaba que estuvieras así de...
Marina._ No lo puedo abrir. (Le da el regalo a Miquel y él intenta abrirlo) Cómo se nota que es
un regalo de Elena.
Miguel._ Ahora... Entonces, ¿ya está aquí Elena? (le devuelve el regalo abierto)
!10
Miguel._ Sí. ¿Y quién más ha llegado?
Miguel._ Bien.
Marina._ Sí, supongo. Hace muchísimo que no os veo. No sé nada de... Bueno, de cómo
Marina._ Ay, sí... Argentina... Tanto tiempo… (Pausa). Trabajaba el cuero con Matías. Vi-
víamos en una comuna en las sierras de Córdoba. Teníamos una paradita en el mercado.
Íbamos de aquí para allá, incluso a la Patagonia. Era feliz yo allá. Era una buena vida. Las
vacas son tan grandes en Argentina... Aquí no somos un país de vacas, ¿verdad? Pero lo
dejé con él. Conocí a Roberto, que era un mejicano que iba rodando por toda la América
Latina, como el Che, ya sabes... Y me fui con él al D.F. Y de allá, me volví aquí al pueblo
con él, y… mira las consecuencias (se señala la tripa) ¿Qué escribes ahora?
Marina._ ¿Y de dónde saco el dinero? ¿Y si un día me dice que hubiera preferido no haber
nacido?
Marina._ El padre… Tenía tantas ganas que vinieras. Dime, ¿tú qué harías?
Marina._ Mi madre no para de decirme que con qué dinero pienso criar a mi hijo. Se va de
casa al trabajo gritándome y vuelve, te lo juro, cinco minutos antes para seguir gritándome.
!11
Miguel._ Dalo en adopción.
Miguel._ ¿Y no tienes alguna amiga que no pueda tener hijos? Podría adoptarlo.
Miguel._ Claro.
Marina._ ¡Ay, Miguel, me siento tan mala persona! (Marina se abraza a Miguel)
(Blanca entra por la puerta de la cocina con platos vacíos en las manos)
(Blanca vuelve a entrar en la cocina. Al momento, Blanca vuelve a salir sin los platos)
Miguel._ Y yo.
Blanca._ Qué bien que hayas venido, amigo. ¡Qué bien! ¿Qué tal todo?
!12
Miguel._ Pues... Bien.
Blanca._ ¿Sí?
Miguel._ Sí.
Miguel._ Bien.
Miguel._ Y yo ¿Y tú?
Miguel._ ¿Y...?
Blanca._ ¿Sí?
Blanca._ Sí
Marina._ No importa (Se escucha la voz de Blanca: ¡”Por favor, Marina, ve poniendo la mesa!”) Lleva
!13
Miguel._ ¿Qué crees tú?
Marina._ Puede ser que esté un poco rara. ¿Para qué servirá esto?
Marina._ Nada...
Marina._ El trabajaría.
Marina._ Bueno ¡Mira! Lo pilló con otra en la cama y no era la primera vez, pero no le di-
gas que te lo he dicho. Me duele mucho todo el cuerpo. ¡Y encima no sé para qué coño sir-
!14
Marina._ No sé qué hacer, Miguel. No debería haber vuelto de México. Sabes, yo quería
volver aquí, después de aquello de Paula. Aquello me hizo/no sé/ siempre estoy tan lejos
de todo... A veces, cuando me quedo sola, pienso. Antes no pensaba en nada. Fumaba.
Ahora pienso y me pongo triste, y... ¿en qué me he convertido? ¿Eh? (Silencio) Sé por qué te
Miguel._ Sí.
Marina._ ¿Sí? Qué bien. Seguro que te quiere. Tú siempre sabes qué se ha de hacer. (Silencio)
Marina._ ¿Sí? Qué envidia. Yo me la pasé mirando significados de sueños y vídeos de par-
(Silencio.)
Miguel._ Hoy es la procesión. ¿Has visto las calles decoradas y con banderas? (pausa) Me ha
hecho gracia.
Miguel._ Sí..
!15
Miguel._ Tres...
Marina._ Ay, sí, sí. Perdona. En este pueblo ningún edificio tiene porterías. Al fin y al cabo,
somos nietos de gente pobre (pausa). La última vez que nos vimos fue en la plaza del mer-
cado. Era verano y habíamos quedado en vernos todos. Tú venías hacia nosotros y camina-
bas como siempre, torciendo el pie izquierdo y demasiado estirado. Me reí. Todo el mundo
se reía de ti cuando tenías catorce años. Después todos te quisimos. En fin… Miguel, qui-
Miguel._ De nada
(Entra Elena)
!16
Miguel._ Bueno, bueno... Mírala, ¿dónde está tu palestina? Con lo manifas que tú eras...
Elena._ Ay, manifas... Palestina... ¡Qué antigua! Eso es tan del 2002, 2003...
Elena._ Te mentiría si digo que a veces no pienso que la única solución a todo este cenagal
Miguel._ Y aburrida.
Elena._ Ahora la pongo en práctica con mis empleados. Me decepciono menos cuando
termina el día.
Elena._ Obvio.
Miguel._ Y tu hermana.
Marina._ En la cocina.
!17
Miguel._ ¿Yo, por qué?
Elena._ No sé... Hace mucho que no coincidimos. ¿Qué pasa, sólo te mueves por la bohe-
mia?
Elena._ Va, ¿por dónde te metes? Cada vez eres más caro de ver.
Elena._ ¿No te ha enseñado una foto? ¿Cómo no le has enseñado una foto?
Elena._ Pues es uno de esos novios de los que se suele enseñar su foto.
Miguel._ Sagitario.
Marina._ Sí, es de esos novios que se enseñan. ¿Llevas el móvil un poco roto, no?
Miguel._ Sí.
Elena._ Hace mucho que no os veo juntos ¿por qué no venís un día a cenar?
!18
Elena._ ¿Sí?
Miguel._ Sí.
(Silencio)
Elena._ Una succionadora de leche materna. Para guardar la leche cuando estés trabajando
Marina._ Elena ¿dónde quieres que trabaje, si no hay trabajo para nadie? ¿Y quién quieres
que se quede con mi hijo mientras trabajo? Me cago en la madre que te parió.
Elena._ ¿Te ayudo en algo, Blanca? (Desde la cocina, Blanca: No, no, tranquila) Sí, sí... (Blanca:
(Elena sale)
!19
Miguel._ Voy al baño ¿vale?
(Miguel sale. Al momento, aparece Sigfrido disfrazado de pollo y con una bolsa de deporte)
Sigfrido._ ¿Marina...?
Marina._ ¿Sigfrido?
Sigfrido.- ¡Hostia, menudo bombo! Oye, estás chota igual ¿eh? ¡Hola, soy el tío Sigfrido!
Marina._ Sí.
Sigfrido._ ¿Sí? Qué rabia... Blanca me dijo que a las tres en la mesa. Por cierto, está muy
pesada, ¿no?
Sigfrido._ Quería llegar antes que nadie pero se ha liado en el curro y no he podido salir
pronto.
!20
Sigfrido._ He venido sin cambiarme del curro para ahorrar tiempo. Como siempre llegabais
tan tarde digo, pues igual mira, tengo suerte y todo y llego antes y me puedo cambiar allí y
Marina._ Sí…
Sigfrido._ ¡Amigas!
Sigfrido._ ¿Te importa que vaya al baño para pegarme una ducha? (entra Miguel) Hola Mi-
Sigfrido._ Me alegro.
(Silencio)
Blanca._ Sí.
!21
(Miguel se sienta. Silencio. Miradas entre ellos. Se sonríen)
Blanca._ ¿Toalla?
(Sigfrido sale)
Blanca._ No te vayas.
!22
Blanca._ (a Marina) ¡Marina! Tú no...
Elena._ ¡Marina!
!23
Capítulo 2. El vermut.
ción. Estamos trayendo grupos independientes de todo el mundo que comienzan a des-
Elena._ ¡Ya estamos! ¿La culpa es mía? A los artistas os compramos vuestras ganas deses-
peradas de explicar alguna cosa, pero parece que hace décadas que no tenéis nada nuevo
que explicar. Entonces, os tenemos que comprar vuestro aburrimiento. La vida debe conti-
guntar que me canso de oírme. ¿Y tú qué tal, Sigfrido? ¿Te va mejor de pollo o de semen-
tal?
Elena._ No sabía nada. (Silencio) Me tienes para lo que necesites. ¿Necesitas dinero?
Sigfrido._ ¿Cómo? ¡No, no! María y yo estamos bien. Es una oportunidad, sabéis, que te
sí. Un poco, sí. Ahora trabajo los fines de semana haciendo de mascota de un restaurante
de pollo frito. De estos americanos. Y bueno, como tengo más tiempo libre, me puedo
!24
Blanca._ Muy bien pensado.
(Marina entra)
Sigfrido._ Sí
Elena._ Sí
Blanca._ Sí
Elena._ Tanto
Blanca._ Muchas
Elena._ ¿Sí?
Blanca._ Sí.
Sigfrido._ Bien.
Blanca._ Bien.
Miguel._ ¿Sí?
!25
Blanca._ Sí. Lo normal. La rutina y esas cosas. Pero bien.
Elena._ ¿Y eso?
Elena._ ¿Sí?
Elena._ ¿Qué?
Elena._...
!26
Blanca._ Es sólo que en el trabajo/yo intento darles coraje, mientras están internos para
que cuando salgan del albergue no se acerquen a los lugares de antes, pero como nadie los
quiere en otro sitio, acaban volviendo. Un día dejan de venir y al tiempo mueren. Pero
Blanca._ Luego llego a casa, enciendo la tele y pienso, pienso porque pienso pero no por-
que las noticias y toda esa miseria me hagan pensar, yo ya estoy anestesiada; el caso es que
pienso: ¿cómo van a empezar de nuevo? Este mundo es muy bruto y ellos están podridos
de compasión.
Elena._ Y de pereza.
Elena._ Cariño, deja que nos acabemos el vermut que no hay prisa.
Elena._ ¿Yo?
Blanca._ ¿Os acordáis de cuándo nos pelábamos las clases en el instituto y nos íbamos a
jugar a vóley-playa?
Elena._ Más-
Sigfrido._ Ya te digo-
Marina._ Leí el otro día que para mantener a un hijo en el primer mundo se tienen que ga-
!27
Sigfrido._ Me defendía-
Blanca._ Oye, ¿de cuándo es la última foto que nos hicimos juntos?-
Marina._ Da igual (pausa. A Elena) Tienes pinta de estar muy sola, ¿verdad, Elena?-
Marina._ El padre debe estar en algún punto entre Algeciras y los Urales. ¿Qué os parece?
Blanca._ Joder-
Marina._ Pues igual es de escucharte todo el día decir “qué bien”, “cuánto tiempo”, qué
alegría”, “cuánto tiempo”, “es una fiesta”, que me duele ya el oído de escucharte, Blanca.
Blanca._ Pero es mejor que esté tranquila ¿No quieres que te acompañe-
!28
Marina._ ¡Mira, Blanca, lo único que quiero es que me dejéis beberme este puto vermut
tranquila!
(Marina coge el vaso de Miguel y se lo apura. Se levanta para buscar más. Silencio)
Sigfrido._ Ay, por cierto (saca un libro de su bolsa de deporte) ¿Me lo firmas?
Miguel._ Sí
Blanca._ ¿Y de amores?
!29
(Silencio)
Miguel._ Pues... ahora, en la Universidad, hago pocas horas. Ya sabéis… Lo que escribo
bien, poco a poco; seguramente me lo publicarán en una editorial pequeña pero que está
Sigfrido._ Sí…
Blanca._ Brindo por ti, amigo, que has conseguido lo que has querido.
Miguel._ (…)
Elena._ Me dijo que ya no estabais juntos (pausa). Que te echaron de la Universidad (pausa).
Que te drogas demasiado (pausa). Que hace dos años que no escribes nada (pausa). Y que
(Silencio)
!30
Marina._ ¿No me jodas que estás tan hecho polvo?
Blanca._ ¿Pero por qué te tiraron de la Universidad? (Miguel no responde) ¿Qué te pasó con
Elena._ Se ve que un día le dijo que necesitaba espacio... Espacio... El chaval le prestó dos
mil euros hasta que saliera del bache y encontrara trabajo. Él todavía quiere volver contigo,
Elena._ Se ve que se lo pagan sus padres. (A Miguel) Si no puedes pagarte la fiesta no salgas.
Sigfrido._ Bueno, aquí quien más o quien menos ha tonteado con las drogas y no pasa
nada-
Elena._ Si no puedes ganarte la vida con lo que has estudiado trabaja de lo que sea. Mira
Sigfrido.
Sigfrido._ Todos hemos tenido una temporada un poco promiscua y no pasa nada-
Elena._ Y tanto que sí. Sólo que si hace cruising, por favor que se ponga un condón.
Miguel._ Sí.
!31
(Sigfrido intenta consolar a Miguel y acaba por darle un beso en la boca. Sigfrido va a la cocina. Miguel se
queda solo)
!32
Capítulo 3. La comida.
A la hora de la siesta. Los cinco están sentados en la mesa. Una botella de cava y seis copas en medio de la
Sigfrido._ Llegamos y fuimos a un bar cerca del camping a beber. El camping estaba cerca
Blanca._ Bañándonos.
Sigfrido._ Sí, ese. Estábamos todos medio borrachos, gritando en el bar y la camarera nos
llamó la atención porque decía que asustábamos a los clientes. No recuerdo que decíamos.
Blanca._ Yo sí-
Sigfrido._ Porque yo... Yo nada más que bebía, os miraba y pensaba: “Tenéis tanta belleza".
Sigfrido._ Y entonces... Miguel salió corriendo del bar muy deprisa. Yo fui detrás de él pero
cuando salí ya no se le veía. Miré la playa, la arena, el mar, y no te veía. Yo/yo me asusté, sí.
Y entonces salieron todas estas y Paula también, claro, y ninguno te veía, pero ellas iban
!33
borrachas y les daba igual. A mí no (bebe) Había un espigón y a lo lejos un acantilado, y ha-
bía un montón de cañas en un río seco, y no te veíamos por ningún lado. Entonces yo corrí
hacia al mar. En ese momento vi que tú corrías también, desnudo, sí, en pelota picada, co-
rriendo para no tener frío, digo yo, vaya, y vi cómo te metías en el agua y oía tus gritos,
también por el frío, o por algo más grande, o por eso que a veces tenemos en el pecho o o
qué sé yo, el vino me pone tonto… (Blanca: Sí que te pone tonto, sí...) Y yo corrí hacia allá,
desnudándome también, y me acercaba a todas esas rocas del espigón y veía el sol como se
Sigfrido._ Por muchas cosas, bueno. Por muchas cosas. Pero sobre todo/ os parecerá tonto,
pero sobre todo porque estabas/ Quiero decir/ porque no se había ahogado. Y el mar es-
taba tranquilo y tibio cuando me lancé. Nadé hacia dónde estabas tú. Y me dijiste que te
abrazara porque el mar para ti estaba frío. Así que te abracé porque tenía la piel de gallina y
te di calor y-
Blanca._ Y llegamos todas también desnudas y nos bañamos ¿os acordáis? Llegamos al
camping borrachos aún y muertos de frío. Era de noche ya y no pudimos montar las tien-
das. Menos mal que pudimos hacer una hoguera. Que por cierto vosotros dos no nos ayu-
dasteis nada más llegar os pusisteis a tocar la guitarra y se nos acercaron chavales de otro
grupo (Marina: ¡ay! El Christian). Miguel y Elena discutían. Sigfrido y Paula se besaban. Ma-
rina le hacía una trenza a Miguel, que tú tenías el pelo largo ¿te acuerdas? Yo os miraba has-
ta que me quedé dormida. Por la mañana, me desperté con dolor de cabeza y no me podía
mover porque estábamos acurrucados unos encima de otros del frío que debimos pasar
aquella noche, parecíamos, una manada de osos. Esa mañana fue preciosa, hacía calor y la
luz era muy blanca. Y yo me fui caminado por la pinada todavía despertándome y pensé:
soy joven. Y llegué a la playa. Y ahí estaba Paula con su vestido blanco, y me vino el olor de
su colonia que era como de madera (Marina: Almizcle). Miguel salía del agua con un calzon-
cillo blanco que se le transparentaba todo, tiritando, como si fuera el único hombre del uni-
!34
verso. Paula lo miraba. Se giró y me dijo: Es un pecado estar triste, ¿verdad, Blanca? Yo no supe
qué decirle. Y me dijo: Sí que lo es, Blanca. Lo es. Y Miguel llegó a mí, me abrazó mojado y
me hizo temblar. Me besó en la boca y mojó mi pelo. Me miraste a los ojos y me dijiste: te
(Silencio)
Sigfrido._ Sí, cierto que ella hacía esas preguntas. Pero es que, la acampada que digo yo/ yo
Sigfrido._ No.
Blanca._ Sí, Marina. Pero te caíste porque te habías comido unos psicotrópicos.
Elena._ Marina, hija, para de comer ciruelas o no dejarás de cagar en una semana-
Sigfrido._ No, ¿ves cómo estáis equivocados? La acampada que digo yo no se cayó Marina.
Blanca._ No.
Elena._ La que dice Marina no fuimos a la playa. Fuimos a la sierra. Y nos comimos setas
Sigfrido._ Vez-
Sigfrido._ No me acuerdo.
!35
Blanca._ No tenéis ni idea, joder. La de la sierra fue que cayó pascuas muy pronto, en mar-
Elena._ No, espera. Sigfrido, en la del camping del mar, estaba con Paula pero Marina no se
cayó rodando. Eso fue al año siguiente, en la montaña, que Sigfrido no estaba con Paula y
Sigfrido._ Te digo que en la de la playa yo no estaba con Paula, que me acuerdo muy bien
Miguel._ Sí que la tiene. Se debe acordar bien porque fue en esa acampada en la que no pa-
Elena._ Fíjate que tú también debes acordarte muy bien porque cuando no estaba con Pau-
Marina._ Mirad: si no dejáis de hablar de Paula con tan poco respeto os juro que me clavo
(Silencio)
Blanca._ Bueno, pues os he reunido/ mirad/ es que/quería deciros que me vuelvo al pue-
Blanca._ Sí-
Sigfrido._ ¿Y tu curro? -
!36
Miguel._ ¿Y tu novio?-
Blanca._ Sí, sí, sí, va todo bien... Pero, no sé. A veces no estás donde quieres estar,
Elena._ Y el lugar.
Blanca._ Bueno, de momento me quedaré en esta casa. Con el tiempo, igual me monto
algo. Quería volver a juntaros porque buen/ hacía ya cinco años, ¿eh? Pues nada/ eso. De-
ciros que vuelvo a estar aquí. Que volvemos a estar más o menos cerca. Que podríamos
Blanca._ No.
Blanca._ Sí.
Blanca._ No.
!37
Miguel._ ¿Y qué más?
Blanca._ (Blanca se levanta y se dispone a hacer un brindis) Hace 5 años que murió. Por ella.
(Silencio roto porque Elena sufre un ataque de risa nerviosa. La risa se contagia a todos)
Sigfrido._ Oye, oye, oye, pues está bien pensado porque a ella le gustaba mucho el cava.
Blanca._ Sí.
Sigfrido._ Nos acostamos por primera vez un dieciséis de julio después de la verbena.
Marina._ Es horrible.
Marina._ No es eso.
Miguel._ Yo sí.
(Silencio)
!38
Sigfrido._ Un día, ya estaba bastante malita, fue unos dos años antes de… eso, me llamó.
Ya casi nunca nos veíamos, ella ya no venía cuando quedábamos. Me sorprendió que me
llamara. Yo me acababa de casar y no la había invitado, supongo que por miedo a que la
liara. Me dijo que creía que ya me había perdonado y por qué no salíamos a celebrarlo. No
sé por qué acepté, supongo que por cargo de conciencia. Pero fue increíble. Ella estaba lú-
cida y divertida, de palique con todo Cristo. Total que acabó montando un after en su casa y
allí acabamos unos cuantos. En un momento, se sentó sobre una mesa de vidrio que había
en el comedor para decirle algo importante a alguien y la rompió. Se cortó el culo por un
Sigfrido._ Se hizo como diez cortes por todo el culo. Fue muy heavy...
Elena._ Sí.
Elena._ No.
(Silencio)
Blanca._ Es la primera vez que hablamos de ella todos juntos (pausa). ¿Por qué desde que
!39
Miguel._ Los muertos unen más a los que ya están unidos.
Miguel._ Yo estaba aquella mañana en su casa, Sigfrido. Había venido a pasar el fin de se-
Sigfrido._ No lo recordaba.
Miguel._ También te sueles olvidar de que tienes mujer casi cada sábado.
Sigfrido._ Miguel-
Miguel._ Lo que quiero reseñar es tu capacidad para recordar sólo lo que no te deja en mal
lugar.
Miguel._ Te voy a poner un ejemplo: después de cortarse todo el culo intentó tranquilizar a
los invitados porque todo era sangre y susto y qué ha pasado. Así que pidió silencio, se
subió las mangas de la camiseta y enseñó las cicatrices de su muñeca a todo el mundo.
Tranquilos, no pasa nada, ya estoy acostumbrada a los cortecitos. A la gente se le bajó todo, no sabía
Marina._ Chica, pues eso está muy bien. Reírse de uno mismo.
Miguel._ ¿Sabéis por qué no he querido veros en todos estos años? Porque mi vida es un
estercolero que huele tan mal que el olor de mi mierda me persigue allí donde vaya y no
porque muriera Paula. Todos os pensáis que soy un alma romántica que no puede soportar
la mala hostia del mundo. Pero es que yo la acepto, la mala hostia, y no le pido al mundo
que ponga la otra mejilla, y no necesito el buen rollo ni que la vida sea siempre un campo
!40
de hierba. Si es campo de algodón, blanco pero con espinas, ya me está bien. ¿Sabéis por
qué Paula no os quería ver? ¿Por qué se mató sin pediros permiso? Porque siempre os es-
táis poniendo perfume y ella sólo quería sentirse un poco hermana en la mierda, pero
siempre le dejabais claro que vuestra vida nada tenía que ver con la suya, que estaba enfer-
ma. Cuando os contaba un problema nunca respondíais con vuestras miserias, como si la
vida no os golpeara nunca porque vosotros elegisteis la senda del juicio. Ve a un especialis-
ta, Paula, yo no te puedo ayudar más. ¿Acaso acudía ella a pediros solución? Era un animal
capaz de hacerse sangre pero tonta no era. Ella era vuestra amiga y un amigo pide mierda
por mierda y amor por amor. Pero vosotros ni pío, aunque tenéis tanta mierda como ella o
como yo. (A Blanca) ¿Sabes Blanca por qué no te he respondido en todo este tiempo? Por-
que no te soporto. No soporto tus emails de tres páginas autoconvenciéndote de que Lon-
dres fue una buena opción, de que uno se tiene que alejar de lo que quiere para ser una per-
sona capaz. Me parece muy bien, Blanca. Que te quedes, que te vayas. Pero si eliges un ca-
mino no puedes estar dando por el culo a las personas que dejaste atrás para que sigan in-
terpretando esta pantomima de tu pasado. Eres una pesada, Blanca. Eres insufrible. Lo
quieres todo y si todo no es como tú quieres, te mientes. ¿Por qué no dejas que Marina nos
cuente lo de su novio? ¿No ves que la fiesta ya estaba jodida antes de empezar? Siempre
escondiendo la mierda bajo los muebles. ¿Por qué no nos dices que te has vuelto al pueblo
Miguel._ Hijo de puta tú. Me cago en tus putos muertos, Sigfrido, ignorante de mierda.
Anda, ve y pídeles a los psicólogos de tu empresa que te expliquen qué oportunidad tienes
en la vida con un ciclo formativo, capullo de los cojones. ¿Le quieres volver a poner los
cuernos a tu mujer conmigo? Me gustaría saber qué se siente cuando eres el mayor error de
!41
Miguel._ Hombre... Amiga, Elena... ¿Cómo se le puede hacer daño a una mujer tan asque-
rosamente vacía como tú? A mí con existir me basta para hacerte daño, envidiosa de mier-
da.
(Silencio)
Miguel._ No lo sé (a todos) Parecía que teníamos el mundo entero a un tiro de piedra pero
resulta que no fue así. Resulta que ya estaba todo estaba hecho, que ya no se podía creer en
nada, salvo en el trabajo. Salvo prosperar. Así que dijimos: oye, pues tengamos la vida de
nuestros padres, total es una vida digna, una vida de cenas los sábados con amigos y buena
bebida. Oye, y estudiemos una carrera que sea creativa, porque, ¿cuál es el fin de la demo-
cracia en última instancia? Que todos seamos artistas. Y oye, nos educaron bien. Siempre
haciendo trabajos en equipo, enseñándonos ya de chavales mantras tan valiosos para el día
de mañana como: “es que los extremos se juntan”, o “más vale malo conocido que bueno
por conocer”, o “es lo que hay”. Y míranos ahora: mi trabajo es una mierda pero es lo que
hay; a mí me gustaría ser madre pero entre lo que ganamos mi novio y yo no nos llega para
mantener a un hijo, qué se le va a hacer, es lo que hay; yo quisiera vivir en una aldea real-
mente global en la que las fuerzas productivas estuvieran al servicio del conjunto de la hu-
manidad, yo quisiera vivir en una república socialista, sí, y quisiera darles el paseíllo a todos
esos trajeados de pelo perfecto que con sus decisiones macroeconómicas al servicio de una
oligarquía generan más hambre y muertes que judíos se gasearon en todos los campos de
exterminio nazi, pero, ¿ves? Es que los extremos se juntan, y eso ya no funcionó, así que
me quedo con mi democracia liberal y con toda mi precariedad porque es lo que hay. Pero
oye, un momento: es que eso no es para nada lo que nos prometieron. Porque dices: em-
piezan los treinta y, ¿dónde está mi gordura de satisfacción, mi coche, mis dos casas, mis
vacaciones? ¿Y mi pareja? Mires dónde mires sólo hay gente sola que mira y escribe por el
!42
móvil. Así que, amigos, esta es la vida que nos tocó. ¿Quién se la ha cargado? ¿A qué esta-
dística sumar el cuerpo roto de nuestra amiga? No es más que otra niña de clase media que
eligió el camino del medio. ¿Y ninguno de nosotros sintió esa rabia? ¿Ninguno boicoteó su
vida? ¿Qué tenía ella para seguir adelante? Porque uno crece y los hábitos van perdiendo el
sentido y uno deja de creer en ellos. Y sí, tenéis razón, a mí sólo me consuela conocer a
tanto hombre que busca que le acaricien la nuca detrás de un arbusto. ¿Qué pasará si aún
eso dejara de tener sentido y yo también paso a engrosar la lista de mártires vacíos de la
sociedad? ¿Diréis lo mismo de mí que decís de Paula reunidos tras años de silencio porque
cáncer desde que se instaló la planta química, pero eso no es más que una casualidad. Qui-
zás fueron las aves que lo trajeron de tanto ir de aquí para allá. ¿Quién se iba a atrever a de-
cir que no viniera la planta con la falta que hace el trabajo? Y yo me pregunto: ¿Cuántos
han aparecido colgados de sus techos desde que el deseo se convirtió en doctrina dura? Me
gustaría pensar que el asco de vivir viene de fuera, y no de dentro, que somos lienzo en
blanco, mañana clara, día que empieza sin pretensión. Quisiera pensar que todos nacemos
con tanta alegría como pena y que luego nos van dando una vida y uno elige el camino: si
uno elige el del medio, se come a sí mismo. Algo tendrá que ver la vida que nos dan, desde
luego. Pero no consiento que me miréis como al discapacitado porque en vuestra vida hay
tanta mierda como en la mía. ¿Queréis hacer algo por mí? Coged vuestros asuntos y mirad-
los a la cara por una puta vez, que seguramente encontraréis cosas de vosotros mismos
Elena._ Mira, seré clara, trozo de mierda: coge esos asuntos que tú dices y míralos a la cara
tanto como quieras, y si consigues que te hagan alguna revelación sobre la vida, entonces,
nos invitas a una paella y nos vuelves a dar un mitin sobre cómo de difícil se ha puesto la
vida para los treinta millones de niñatos europeos rellenos de ternura que no saben qué es
el sufrimiento de verdad. Te diré una cosa: las cosas son como son y no cambian por mu-
!43
cho que las mires. ¿Y por qué dices que te tengo envidia? Yo hago cosas importantes; hago
Miguel._ Tú haces dinero con la gente que quiere hacer música, que es lo único que te in-
teresa.
Marina._ Bueno ya ¡Miguel! Para ya, amigo, no ves que no puedes hacerte esto. No puedes
venir aquí y soltarnos toda tu mala energía por muy dolido que estés porque no es bueno y
Miguel._ ¿Cómo vas a alimentar a tu hijo? ¿Con reiki? ¡Anda ya, la puta energía de los cojo-
nes!
!44
Capítulo 4. La sobremesa.
Es por la tarde, sobre las ocho. La luz que entra por la ventana es pesada, últimos estertores de un día de
Todos están sentados: Sigfrido junto a Miguel; en otra parte, Elena y Marina. Sola y retirada permanece
Blanca.
Elena._ ¡Haz el puto favor de callar! (se hace una raya. A Marina) ¿Quieres una? (pausa) Ay,
Elena._ Bien.
Elena._ Me habéis hecho esta pregunta tres millones de veces. ¡Estoy bien! ¡Bien! ¡Bien!
¡Bien! Estoy tan bien que me dan ganas de tirarme una traca cada mañana para celebrar lo
Marina._ Pero debes ir siempre a tope, sin tiempo para nada. ¿No te agobia?
Marina._ Pero a ti te encanta ese ritmo, ¿no? Quiero decir/ una mujer como tú/ tú eres de
las que le encantan que las llamen por teléfono y decir: no tengo tiempo ni de mirarme la
cara, ¿no?
Elena._ Sí.
Marina._ Pero-
!45
Marina._ He estado pensando... Sabes, como ahora no puedo fumar, pienso bastante, ¿qué
te parece?
Elena._ Normal.
Marina._ He pensado que Miguel tiene razón, que estás demasiado sola.
Elena._ Miguel ha dicho que soy una amargada, no que esté sola ¿no?
Elena._ Eso
Marina._ Bueno, pues eso lo digo yo. ¿No te has cansado de eso? De llegar cada día del tra-
bajo, comer una ensaladita fría y ya, o comer siempre del bar con lo triste que es comer
siempre del bar, porque ¿tú qué haces cuando llegas a casa y estás sola?
Elena._ Me masturbo.
Marina._ Porque no tienes a nadie, Elena. Porque ver la tele sola es una historia, pero ver la
tele con alguien, con tu pareja, o con tu amiga pues eso es muy bonito, Elena, todo eso de
las pequeñas cosas, la felicidad y demás empieza por ahí. Tú, de pequeña, siempre decías
que querías formar una familia ¿no? Y bien, aun estás a tiempo pero no creo yo que, un
!46
Marina._ Nada. Mira, a mí se me ha ocurrido, nada, así a bote pronto, que hacía mucho que
tu piso y que tú me podrías ayudar con el embarazo y con el niño hasta que yo pueda traba-
jar y eso, que seguro que allí hay más ofertas. Incluso podría trabajar en tu empresa, nada,
aunque sea limpiando, aunque yo creo que soy una persona que da mucha paz, así como
mediadora, y que podría ocuparme de algo un poco más grande, no sé yo, lo que se te ocu-
Elena._ ¿Cómo?
Marina._ Mira, yo a cambio te ayudaría a dejarte toda esta mierda, me ocuparía de la casa, te
haría de caliente cada día, sería como abuela cuando estaba de interna en una casa cuando
dejó el pueblo. Y así te acostumbras a tener un niño en casa, a cambiar pañales, a que no te
(Silencio)
Elena._ (empieza a pintar otra raya) ¿Alguien más quiere? Pintaré más por si luego queréis.
Marina._ ¿Y?
Elena._ ¿Qué?
Marina._ De esto.
(Blanca se levanta y camina hacia la mesa para ponerse un gin-tonic. Después, se sienta)
!47
Miguel._ Esplendor... En la hierba.
Sigfrido._ Eso. Y mi mujer me dijo que me parecía al actor de la peli... Este... ¡Hostia!
¿Cómo se llamaba?
Sigfrido._ Ese.
Sigfrido._ Eso le pregunté y va y me suelta ¿Sabes que Warren Beatty presume de haberse acostado
con casi trece mil mujeres? Trece mil, mujeres... Yo la miré, me reí pero a ella no le hizo ni puta
gracia. Ella también sonrió, pero sólo de medio lado (pausa). A mí el final, casi me hace
llorar y vi de refilón que ella estaba a punto también, pero yo no puedo soportar verla llorar
así que le dije, para aflojar un poco, que tenía razón, pero que me parecía más al personaje
de la película, que al Warren Beatty de verdad. Y ella me dice: ¿Tú también te casaste con la mu-
jer equivocada?; me lo dice seria y luego se ríe. Yo no supe qué decirle (ríe). La quiero dejar
desde hace tanto tiempo que, a veces, se me olvida que la quiero dejar. Es muy buena per-
sona. Siempre me está comprando zapatillas de ir por casa. Ella está enamorada de mí. No
se cansa. Quiere tener hijos, pero yo no. Quiero dejarla, pero no puedo. Sólo quiero que se
Miquel._ No.
!48
Miguel._ ¿Qué hay de bueno?
(Silencio. Blanca se levanta, camina hacia la mesa y se prepara una copa. Después, se sienta)
Miguel._ Seguramente, algún día, vendrá un tsunami y se lo llevará todo. De nosotros sólo
quedarán tenedores, platos, cuchillos y alguna foto que imprimimos porque nos gustaba. La
gente que vendrá dentro de cien años, ¿qué pensará cuándo encuentren nuestras fotos? ¿De
qué nos culparán? ¿Nosotros, habremos hecho algo para cambiar las cosas alguna vez?
Elena._ No. Me afilié al partido porque a mi abuelo le hacía ilusión y mi hermana se afilió
antes. No me miréis así, a ninguno nos importó cambiar el mundo nunca. Nos estaba bien
así. Míranos: clase media decadente. Y ya que me sincero, os digo que cuando me voy a la
!49
los casquetes polares, ni las matanzas indiscriminadas de focas en el ártico, ni de la foca
por las calles de Praga, ni las condiciones de vida de las mujeres Tailandesas que trabajan
tirando pelotas de ping pong con su vagina en un bar de mala muerte de Phuket. A mí, lo
único que me desvela son las ganas que tengo de pegarle un tiro a mi hermana.
Sigfrido._ (a Marina) Ven conmigo. (Marina se sienta encima de Sigfrido y se deja abrazar. Miguel
enfila hacia la mesa para hacerse una raya) ¿Por qué no te lo quedas? Si sale tan guapo como tu
Marina._ ¿Vosotros me podríais prestar tres mil euros para empezar de nuevo?
Elena._ He tenido que rehipotecar mi casa por culpa de las cagadas de mi hermana. Estoy
arruinada, corazón.
(Silencio)
Sigfrido._ (abre el libro de poemas de Miguel) Tranquila Marina. Nosotros te vamos a ayudar.
Yo, a pesar de todo, a pesar de que nos veamos poco. Yo, os quiero mucho. Te voy a leer un
poema:
La cagué contigo,
!50
Mi dulce corazón,
La jodí.
Y creo que ya jamás estaremos juntos otra vez,
Y ya no nos pertenecerán más horas
Ni más camas
Ni más cigarros de descanso
Elena._ Aguantar.
!51
Sigfrido._ Miguel, vamos a dar una vuelta los dos.
Miguel._ Perdona Blanca por lo de antes. No tendría que haber venido. Blanca...
(Por la ventana, empieza a oírse la música de la procesión en honor a la Virgen del Carmen, que se acerca
por la calle. Elena, Sigfrido y Marina salen para ver la procesión de la Virgen pasar.)
(Miguel intenta animar a Blanca para que salga también pero ella lo empuja, enfadada. Miguel sale a ver
!52
Capítulo 5. Se nos ha ido de las manos.
La medianoche. Por la ventana entra la música de orquesta de las fiestas en honor a la Virgen del Car-
men. Blanca está encima de la mesa bailando con una copa en una mano y la cámara de fotos en la otra.
Hace fotos de ellos y de ella misma indiscriminadamente. Sigfrido y Miguel bailan juntos, agarrados, be-
sándose.
Sigfrido._ Iremos a Lisboa, tal y como decíamos antes... (Miguel se ríe) Cogeremos mi coche,
bueno, el de mi madre, y atravesaremos toda la península. Haremos ese viaje, ¿te acuerdas
lo que me decías?
Sigfrido._ Ves, te acuerdas. Y grabaremos un cedé, bueno, grabaremos muchos cedés, con
(Entra Elena en bragas y tacones negros. Lleva hecho un moño con una peineta y mantilla. Entra bailan-
Elena._ (mientras baila) ¡Blanca! Gracias por volver a reunirnos. Os quiero mucho a todos.
Elena._ (a Sigfrido y Miguel) Chica, después de habernos prometido tanto a casi todas, resulta
que eres maricón. Y tú, para no querer venir te estás poniendo fino.
!53
Miguel._ Cuídamelo que me meo.
Elena._ Yo te lo vigilo...
(Miguel marcha al baño. Sigfrido y Elena bailan juntos. Tontean. Elena intenta enrollarse con Sigfrido)
Sigfrido._ (Elena intenta besarlo en la boca pero él lo evita) Yo… Todos estos años… Sólo fui fe-
liz con él (Elena lo sigue intentando y él sigue luchando por evitarla) Y ahora quiero hacerlo bien-
(Sigfrido empuja fuerte a Elena y ella cae. Miguel vuelve del baño. Sigfrido y él vuelven a bailar juntos.
Elena sale)
Blanca._ (ríe, de pronto, triste) Yo quería... Pufffff, vas en una dirección y, de repente, estás en
otra. Odio eso. Y yo, que estoy tan sola ahora, solo quería que todo fuera como antes de
que nadie se volara la cabeza y mira cómo ha acabado. Yo... Nunca he sabido qué hacer
cuando tengo tiempo libre, ¿no os pasa? Cuando me pasa eso, yo pongo lavadoras. Mi vida
era rígida, pero yo me sentaba en ella bien a gusto. Pero se ve que él se enamoró de una
!54
más flexible. Y lo digo en todos los sentidos ¿eh? Porque me la encontré ahí 'tota espatarrà',
en mi habitación. ¿Por qué me ha pasado esto a mí que siempre hice los deberes?
quieras. Eso me dijeron cuando me despidieron: a partir de ahora tienes un camino abierto
Sigfrido._ (A Miguel) Sí, ya veremos, ya veremos. ¡Ya verás tú! ¿Por qué haces así con la
Marina._ Quiero hacer un brindis. Quiero brindar por vosotros, mis amigos, que sois capa-
ces de llorar por los niños de una fábrica textil de Bangladesh pero sois incapaces de ayu-
darme a mí que soy vuestra amiga. ¡Por vosotros, hijos de puta! Perdón.
(Marina apura su bebida de un trago. Parece que nadie la ha escuchado. Al momento, Marina vomita todo
Blanca._ ¿Qué hago yo ahora, Miguel? ¿Por qué ya no me quieres, amigo? Con lo que éra-
mos nosotros. Yo no tengo la culpa de que no te fueran bien las cosas. ¿Follarás con Sigfri-
do? ¡Si te viese Paula! ¡Os haré una foto y te haré chantaje, Sigfrido! ¿Ahora resulta que
después de todo os queréis? A mí Gabriel no me quiere... Madre mía, creo que mañana
todo esto me hará daño. Ay, Miguel, ¿por qué todo es tan triste?; ¡todo es horroroso! (llora).
!55
Bueno, ya veremos mañana. A lo mejor hoy es sólo hoy, y todo pasará. Ya veremos. Seguro
que al final encontraremos alguna salida. ¡Hostia puta, seguro que sí!
(Blanca ríe y baila sola encima de la mesa, al lado de Miguel y Sigfrido, que también bailan. La música de
!56
Epílogo. La mañana.
El salón está totalmente desordenado. Marina, sentada, mira hacia algún sitio, perdida. Sigfrido entra al
salón y se dirige hacia la puerta de salida sin hacer ruido. Marina se percata de su huida.
Marina._ Yo qué sé. Pensemos que no. Es mejor no saber nada del cuerpo humano, así se
tiene menos culpa si una pierde el cabello o los dientes. ¿No crees? Yo imagino que mi
cuerpo es como el universo, yo qué sé, algo muy negro, ¿sabes? Es mejor ser un ignorante.
Sigfrido._ Totalmente.
Marina._ Totalmente.
Sigfrido._ Es un misterio.
Marina._ Claro.
Marina._ Totalmente.
Sigfrido._ Totalmente.
!57
Marina._ ¿Te acuerdas de aquella fiesta en casa de Paula que acabamos bebiéndonos unas
Sigfrido._ No.
Marina._ Aquel día yo también estaba tomando el aire por la mañana. Bueno, sobre la una,
¿te acuerdas?
Sigfrido._ No sé. Recuerdo que siempre te despertabas antes que todos después de las fies-
Marina._ Sí.
Sigfrido._ Sí.
Marina._ Sí. Y te encontré. Igual que ahora. Salías de la habitación mientras Miguel dormía.
Marina._ Sí. Y aquella vez en casa de Miguel, también para la Virgen del Carmen, que va-
Sigfrido._ Siempre vaciábamos sandías y las llenábamos de alcohol en la Virgen del Car-
men.
Marina._ ¿Sí?
Sigfrido._ Sí.
Marina._ No lo recuerdo.
Marina._ Sí.
Sigfrido._ Sí.
!58
(Silencio)
Marina._ Sí. Aquella mañana yo estaba limpiando la casa porque no podía dormir y tú salis-
te de la habitación de Miguel, igual que ahora, y dijiste que ibas por ensaimadas.
Marina._ Ya, ¿eh? Uno a veces no se da cuenta de que algo le gusta mucho.
Sigfrido._ Sí.
Marina._ Sí.
Sigfrido._ Marina.
Marina._ ¿Qué?
Blanca._ Ufff.
!59
(Silencio. Blanca y Marina se abrazan.)
Blanca._ ¿Y Miguel?
Marina._ No sé.
Sigfrido._ Duerme.
Blanca_ ¿Y Elena?
Sigfrido._ ¿Cómo?
Sigfrido._ Se nota.
!60
Sigfrido._ ¿Ah, sí?
Sigfrido._ Sí. Parezco un faquir, pero un faquir malo. Me levanto cada día con la espalda
destrozada. Es importante dormir bien, lo que pasa es que durante el día se te olvida. Pero
hay que dormir bien porque yo, al menos yo, empiezo todos los días del culo. Del culo.
Sigfrido._ Sí.
(Silencio)
Blanca._ ¿Y Miguel?
!61
Blanca._ Bien, bien.
responde.
Marina._ Nada. Le he dicho: Elena, levántate, dúchate, tómate una pastilla que vamos a
desayunar.
Blanca._ ¿Roncaba?
Marina._ ¿Cómo?
Marina._ No sé si respiraba.
Blanca._ Sí.
!62
Marina._ Claro, puede ser.
(Marina ríe)
Marina._ Nada.
Marina._ Nada. Es que me hace gracia nuestro idioma. Como una bala. Es muy gráfico,
¿no?
Sigfrido._ Sí.
(Silencio)
Sigfrido._ Siempre sueñas algo raro. Aquél verano siempre te reías en sueños.
Marina._ Cuando uno ríe en sueños es porque no está prestando atención a algo importan-
te en su vida.
Miguel._ Pues he soñado que mi madre, porque estaba con mi madre, venía a la cocina y yo
estaba en la cocina de mi antigua casa. Estaba en aquella mesa marrón que parecía que tenía
!63
caras pero que eran las manchas de la madera, pues estaba ahí y todo era blanco y frío a mi
alrededor y había poca luz, como una luz cenital, recortada, muy potente pero como muy
recortada porque esa luz solo alumbraba el lugar en el que yo estaba sentado, y entonces
venía mi madre y zarandeaba la mochila, y de la mochila sale una tortuga minúscula. <<
¿Qué hace esto aquí?>> Me pregunta mi madre y me mira y ella no está dentro de la luz de
mi sueño, pero sí que oigo su voz, así que yo siento los ojos de mi madre que se clavan acu-
sándome pero en realidad en su voz la que se me pega al cogote. Y bueno, la tortuga estaba
encima de una hoja donde yo estaba haciendo los deberes y de repente la tortuga empieza a
crecer y a crecer y se hace bastante grande y yo me doy cuenta que es una tortuga de agua y
no de tierra y que no se puede hacer muy grande, pero de todas maneras cojo un tupper, lo
lleno de agua y meto la tortuga. Y entonces la tortuga se atreve a sacar su cabecita, su cabe-
cita de alfiler y nos hemos mirado bajo esa luz fría y ultra potente y ahí me he despertado.
Marina._ No lo sé.
Marina._ Las tortugas siempre son un buen augurio, tanto en Oriente como en Occidente.
Dios está en todo, así que tranquilo. Para bien o para mal, tranquilo. Yo creo que es bueno,
así que tranquilo. Seguro que todo va bien. Seguro que tu vida da un giro. Hazme caso. Ya
verás. Seguro que va bien. Ya verás cómo te acabas acordando de la tortuga. Son longevi-
dad, las tortugas, y se saben proteger. Todo va a ir bien (pausa) Sabéis, no he dormido y he
estado pensando. He estado pensando, ¿qué pensarán de nosotros los que vengan después?
Yo creo que lo sé. Dirán: se preguntaban todo el tiempo si eran felices mientras el mundo
se caía por los costados. He estado pensando y quiero volver a mi comuna, a la Argentina.
Mañana mismo empezaré a hacer artesanía y a venderla en las playas. Caminaré gorda y con
mi hijo acuestas y mis pies hinchados se clavarán en la arena de la playa, pero no pienso
descansar hasta poder pagarme el pasaje. Quiero criar a mi hijo allí. Quiero ser una amar-
!64
gada, de por vida. Quiero tener un hijo y decirle mil veces al día NO, quiero que aprenda a
no pedir nada. Quiero que sea cuidadoso, un hombre que no gaste. Quiero alejarlo de las
ciudades. Quiero que sea un hombre libre y por eso quiero criarlo en el campo y enseñarle
lo que no hay que hacer. No quiero que mi hijo conozca la luz eléctrica ni el agua corriente,
quiero que sepa lo que cuesta encontrar el agua, lo que duelen las uñas de escarbar la tierra
en su búsqueda. Me voy a la comuna a vestir de lana y franela, me voy a que me digan hip-
pie, sobaco peludo, tarada, pasada de moda, setentera, pies negros, artesanía barata, come
tripis, fuma hierba, iluminada del new age, dolida, resentida, inadaptada. Que me culpen
por reservarme una parcela tranquila en el mundo. Yo no lucharé contra el hambre en Áfri-
ca pero no me podrán culpar del derrumbe porque no compraré zapatillas cosidas por un
niño chino. Yo misma las coseré y me pincharé con las agujas. Que me acusen de impo-
nerle la amargura como quien viste un uniforme. Me da igual. Una madre es un error detrás
de otro y desde hoy voy a empezar a prepararme por si el día de mañana me toca recibir el
odio de mi hijo por mis errores, pero esto es en lo que creo después de una noche en vela.
Esto es lo que creo y criar es poner en práctica lo que una cree. No le voy a ocultar nada a
mi hijo. Aguantaré su odio y esa será mi cruz, pero quiero hacer de él una persona despier-
ta, que mire al cielo y se sorprenda. No quiero que sea como nosotros, que lo sabíamos
todo antes de empezar. Y quizás no seamos felices nunca. Mi abuela no oyó en su vida ha-
blar de la felicidad y nunca estaba triste y hasta planchaba cantando con los pies hinchados.
Quiero ser como mi abuela. Quiero que todo vuelva atrás. No quiero confiar en el futuro.
quiero que se fabriquen más productos Apple. En eso he estado pensando. En eso.
(Elena entra)
!65
Elena._ Sí, qué buen día.
Miguel._ Sí.
Sigfrido._ Ni una.
Sigfrido._ Nada.
(Marina se levanta)
Blanca._ Sí.
Elena._ Sí.
Blanca._ Sí.
Miguel._ Sí.
Sigfrido._ Sí.
Marina._ Sí.
Elena._ Sí.
!66
Blanca._ Vamos a la playa.
Miguel._ Sí.
Elena._ Sí.
Marina._ Sí.
Miguel._ Sí.
Elena._ Compremos.
Miguel._ No sé.
Elena._ Sí.
Marina._ Sí.
Miguel._ Sí.
Marina._ Sí.
!67
Elena._ Sí.
Sigfrido._ Sí.
Miguel._ Bueno.
Elena._ Y un ibuprofeno.
Sigfrido._ También.
Miguel._ Sí.
Elena._ Sí.
Blanca._ Sí.
Elena._ Sí.
Blanca._ Crecimos.
Miguel._ Sí.
Marina._ Sí.
Sigfrido._ Sí.
Blanca._ Sí.
(Silencio)
Sigfrido._ No.
!68
(Silencio)
Sigfrido._ Quizás en el futuro, cuando nos fallen los órganos pensaremos: qué lástima de
aquellos días.
(Silencio)
Blanca._ Vayamos.
Marina._ Vamos.
Miguel._ Sí.
Marina._ Sí.
Blanca._ Sí.
!69