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Hormiga, avión, purpura, incienso, cargoso

La música

Con los ojos pesados y entreabiertos desperté esa mañana. Soy compositor y trabajo en una
radio, me tenía preocupado un pendiente de ese día, encontrar una melodía para la cortina de
un programa de Espiritismo. No podía creer, sin embargo, que esa clase de show tuviera tanta
demanda y hasta sponsor.

Salí de bañarme y mientras me vestía, Cargoso salto a mi regazo, lo mimé un poco como para
conformarlo y me detuve frente al espejo a verificar que todo estuviera en orden. Mi madre me
lo había regalado, hace unos años, era antiquísimo y con un marco muy ornamentado para mí,
que sólo, quería deshacerse de él porque se mudaba a un lugar más reducido ¡y con mi suerte!
no encontró mejor destinatario que yo, lo miré con detenimiento, entre los dibujos pude ver
una inscripción que no había notado antes, la dije en voz alta cómo tratando de descifrar su
sentido cuando de pronto… dentro del espejo, surgió una habitación de estilo victoriana muy
suntuosa con muebles gótico y un cortinado de intenso purpura, impresionado sin poder creer
lo que pasaba estruje mis ojos con fuerza para mirar de nuevo y allí seguía, parecía tan real que
acto seguido atravesé el espejo.

El lugar olía a incienso. Comencé curioso, a recorrer la habitación, observé con sostenido detalle
en una repisa, un hormiguero en donde a través del vidrio se podía ver a sus incomodas
habitantes viviendo su vida de manera artificial. A lado, una maqueta de un avión a medio
terminar. Al adentrarme más al recinto pude escuchar un piano donde se tocaba una melodía
que llamó mi atención, era justo la que encajaría perfecta con el dichoso programa de
espiritismo, me fui acercando sigiloso escabulléndome por las cortinas para tratar de ver a su
ejecutor, estaba ya en un lateral de la habitación cuando el ejecutante giro y me vio, es decir,
nos vimos. Era yo, y al mismo tiempo no era, era mi cara, mis formas, pero en otro tiempo y
espacio…sentí tal estupor que salí corriendo hacia el espejo antes de que mi otro yo, alcanzara
a reaccionar, lo atravesé tan bruscamente que me di la cabeza contra una esquina de la cama y
con tal fuerza, que quedé aturdido por varios minutos, me incorporé y me senté. Durante
muchos días repetí, casi como un ritual todas mis acciones incluso las palabras en voz alta frente
al espejo pero sin volver a obtener el resultado de la primera vez ¡y lo peor de todo! es que
olvidé la melodía…
Sustantivos:

Barquitos opacos, pequeños

Sol naranja. caido

Rio espejado

Isla cercana

Cielo rojizo

Arboles azules

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