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Prodavinci

4 cosas que debemos aprender de la Guerra Civil


Española; por Andrés Cañizález
Andrés Cañizález · Thursday, July 20th, 2017

Fotografía de Robert Capa

Durante las últimas semanas, en medio de las protestas y represión que ha sacudido a
Venezuela, intenté abrir un espacio a la lectura y reflexión. Finalmente pude leer la
totalidad de La República española y la guerra civil (1931-1939), del estadounidense
Gabriel Jackson. Ha sido una lectura interesada la mía. Revisando lo ocurrido en
España, que minuciosamente este historiador describe, encontré algunos temas
palpitantes conectados con nuestro aquí y ahora.

Mi acercamiento previo a la Guerra Civil Española había sido más bien de carácter
cinematográfico. Entre los filmes que marcaron mi juventud siempre recuerdo Las
bicicletas son para el verano, una entrañable historia de cómo se vivió el asedio de
Madrid, de Jaime Chavarri (1984). Vi muchos otras películas ambientadas en aquellos
años como La Vaquilla, de Luis García Berlanga (1984), Si te dicen que caí, de Vicente

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Aranda (1989), Ay, Carmela, de Carlos Saura (1990), Tierra y libertad, de Ken Loach
(1995) y La niña de tus ojos, de Fernando Trueba (1998).

El libro de Jackson lo he tenido conmigo, como asignatura pendiente, desde hace un


par de décadas. Sin duda, era éste el tiempo oportuno de leerlo. No escribo una
reseña, tampoco es un resumen del libro de Jackson, simplemente comparto los
asuntos que me parecieron medulares leyendo aquellos sucesos desde Venezuela, en
julio de 2017.

La anarquía y fragmentación como antesala de la guerra

Tal vez lo más importante del estudio de Jackson lo constituye en la recreación del
escenario político, social, económico y sindical de España en los años previos a la
guerra civil. Es un país tensionado entre el anhelo modernizador de la clase media
urbana, la tradición monárquica que se resiste al cambio, el poder feudal en las zonas
rurales, junto con la más variopinta expresión política.

La imagen que queda de aquel período es de un país que no tiene un liderazgo


modernizador sólido y cohesionado. En el terreno netamente político-partidista, la
España previa a la guerra está signada por la construcción de alianzas
circunstanciales, algunas francamente débiles. Tales alianzas, por su propia debilidad,
no tenían la capacidad de controlar todas las acciones de sus integrantes, con lo cual
en realidad lo que existía era una notable fragmentación política, tanto en la derecha
como en la izquierda (signos ideológicos que tenían un peso determinante en aquel
momento histórico). Tal segmentación en no pocos casos desembocaba en acciones
anárquicas que sencillamente obstaculizaban decisiones y políticas públicas que en el
plano macro-político se habían acordado.

Las elecciones no garantizan democracia

La guerra civil en España tiene lugar luego de reiterados procesos electorales,


algunos de ellos con una masiva participación ciudadana. La realización de elecciones,
por sí solas, no terminan siendo garantía de que habrá democracia en un país. Junto
con las elecciones, y eso lo evidencia el caso español, tenía que haberse dado un
estricto apego de los actores políticos, sindicales y militares (que eran claves en
España) al resultado de las elecciones.

El propio sistema político-institucional, que vivía una transición posmonárquica,


necesitaba reinventarse con la generación de nuevos pactos de gobernabilidad. No
todos los actores lo entendieron y algunos de ellos (tanto desde la izquierda como
desde la derecha) jugaron al “suma-cero”. La debilidad que cada actor tenía en el
período prebélico hizo imposible que pudiera establecerse una agenda única para la
transición que claramente había emanado de las urnas.

En los años previos a la Guerra Civil Española podría decirse que hubo un desgaste,
acelerado en algunos casos, de la fe en las soluciones políticas a la crisis. La acción
anárquica y desordenada de algunos actores cimentó esa falta de fe en que la política
podría ser el camino para generar un nuevo pacto democrático. La complicación
política-institucional, en el caso de España, tenía factores adicionales en los ámbitos
culturales y territoriales, añadiendo un nivel de complejidad dada la voluntad de no

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desmembrar al país, que tenían los factores centrales de poder, junto con el avance
autonomista que impulsaban Cataluña o el País Vasco, en aquel contexto.

La violencia es una espiral

Las acciones francamente bélicas en España, que incluyeron la participación de


equipamiento y hombres de Alemania, Italia y la Unión Soviética, no comenzaron por
arte de magia. En realidad, la guerra civil fue incubándose durante los años previos y,
en eso, el libro de Jackson resulta aleccionador. El autor retrata la irresolución de la
crisis política, la anarquía de los actores (acompañada de la violencia) y el progresivo
convencimiento de que sólo con un enfrentamiento armado España encontraría la paz
(por más contradictorio que esto parezca).

La España previa a la guerra civil se fue “acostumbrando” a una espiral de violencia


que progresivamente subía de escala. Hubo inicialmente escándalo por el asesinato de
dirigentes políticos y sindicales connotados, pero luego se fue naturalizando esa
violencia. El clima desembocó en matanzas en pueblos por razones netamente
políticas, los civiles paulatinamente se armaron (con lo que tuvieran a su alcance) y la
dirigencia política (de izquierda y derecha) ciegamente sólo veía la paja en el ojo
ajeno. La violencia era condenada por aquellos dirigentes cuando los muertos eran de
su bando político.

La falta de una condena enérgica del liderazgo político hacia la violencia en general
(sin distinguir afinidades políticas) es tal vez el signo más preocupante en el clima
español que desemboca luego en la guerra civil. La voz de los intelectuales –que en su
momento a partir de la proclamación de la república (en 1931) había tenido fuerte
eco– se fue desvaneciendo en el fragor de una lucha política que se hizo visceral.

La venganza como herramienta del vencedor

La violencia que efectivamente también protagonizaron los republicanos, tuvo una


clara revancha por parte del nacionalismo vencedor con el generalísimo Franco a la
cabeza. Hay tres acciones que ahondaron las heridas que han acompañado a la
sociedad española: 1. La falta de una política conciliatoria e integradora para los
vencidos; 2. la imposición de una política de aniquilamiento en aquellos territorios que
ya se habían rendido; 3. el cobro con retroactivo de posiciones políticas anteriores a la
guerra civil de adversarios que incluso no habían empuñado armas.

De acuerdo con estudios dedicados exclusivamente al exilio español, posterior a la


guerra civil, a Venezuela llegaron casi 3.000 exiliados españoles. En Francia hubo
unos 200.000 y a México arribaron 25.000 incluyendo a figuras políticas relevantes
republicanas que debieron exiliarse. La diáspora republicana se extendió por dos
docenas de países.

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on Thursday, July 20th, 2017 at 5:30 pm and is filed under
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