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PSICOLOGÍA

SEGUNDO DE BACHILLERATO.

UNIDAD CUARTA:
EL PSICOANÁLISIS
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1 El problema inicial y su diagnóstico

El principio del psicoanálisis cabe situarlo en 1895 a raíz de la publicación de Estudios


sobre la histeria por parte de Freud1 y Breuer.

Originariamente el interés de ambos estaba en esclarecer


la naturaleza de las enfermedades nerviosas funcionales
que son aquellas que teniendo síntomas claros y evidentes
a nivel orgánico –somático- no tienen una causa orgánica
clara.

Josef Breuer También fueron denominadas “neurosis histéricas” o


simplemente “histerias”.

La colaboración entre Freud y Breuer se da a raíz de un caso que Breuer trató y


comunicó a Freud, y que fue denominado el caso de Anna O.

La paciente, cuyo seudónimo es Anna O., había enfermado a causa de los desvelos que
se impuso al atender a su padre, al que amaba, durante una larga y penosa dolencia que
finalmente le llevó a la muerte. El cuadro patológico que la chica mostraba incluía la
parálisis de tres miembros, contracciones, tendencias a una doble personalidad en la cual
dejaba de hablar alemán, su idioma natal, para hablar inglés, delirios y enajenación
mental; para todo esto no había causas físicas aparentes.

A partir de sus experiencias con Anna, y con otros pacientes con histeria, Freud y Breuer
elaborarán un teoría mental, que es la que reflejaron en Estudios sobre la Histeria, y que
vino a ser el modelo inicial con el que comienza el psicoanálisis.

En el libro se ofrecerá una explicación del origen de las enfermedades nerviosas


funcionales. Este origen radicaría en alguna situación cargada de afecto en la cual, la
energía afectiva del sujeto, no ha podido ser liberada de modo normal, ha quedado
dentro del paciente y es la que da lugar al denominado trauma afectivo.

En una revisión de estos principios del psicoanálisis, Freud, esta vez sin Breuer,
considerará que ese trauma afectivo siempre es, en última instancia, un trauma sexual2.

Por tanto, en los traumas afectivos se da un primer impulso a realizar alguna acción que

1 “Freud nació en lo que actualmente es Pribor, (Checoslovaquia), el 6 de Mayo de 1856. En esa época la ciudad se
llamaba Freiberg y pertenecía a Austria. Su padre era un comerciante en lanas relativamente pobre. Jakob Freud tuvo un
total de ocho hijos. Sigmund fue el mayor de los que le dio su segunda esposa”. “En el fatídico año 1923 se descubrió
un cáncer en la boca de Freud; es muy probable que tuviera relación con los veinte cigarrillos que fumaba por día. Hubo
que eliminar partes del paladar y de la mandíbula superior, e instalar una prótesis para separar la boca de la cavidad nasal,
para que así Freud pudiera comer y hablar. Freud aceptó la serie de operaciones y el dolor casi continuo que acompañó
sus últimos dieciséis años de vida, con su característica mezcla de realismo, pesimismo y fatalismo. Finalmente, en 1938,
se produjo la temida invasión nazi a Austria. Ernest Jones, preocupado por la posibilidad de que se persiguiera a Freud,
arregló su traslado a Inglaterra. Estuvo acertado, como lo indica el hecho de que posteriormente fueran muertas cuatro
hermanas de Freud. En Inglaterra se recibió bien a Freud, pero no pudo disfrutar mucho su último año de vida a causa
de su cáncer. Nunca se recobró totalmente de la última operación -tras una serie de más de treinta-, y murió el 23 de
septiembre de 1939.” M. H. Marx y W. A. Hillix.- Sistemas y Teorías Psicológicos Contemporáneos. (Página 223, 226).

2 Breuer y Anna terminarán ligados afectivamente. Posteriormente Freud descubriría que, en el proceso de cura, los
afectos de médico y paciente se intercambian. Sin embargo en este momento de desarrollo de la teoría psicoanalítica
Breuer y Freud desconocen este fenómeno. En cualquier caso Breuer asustado por las consecuencias que en sus afectos
tiene la terapia terminará por abandonar el psicoanálisis.
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no llega a ser realizada debido a que existe otra fuerza, de carácter opuesto, que impide
su realización. Y eso hace que el impulso inicial quede reprimido.

A menudo esa represión no es recordada de forma consciente por parte del sujeto,
pudiendo ocurrir que olvide que alguna vez reprimió esa acción, que tuvo deseos de
realizarla.

¿Qué motivos pueden llevar a que la persona reprima ese deseo? Fundamentalmente
motivos éticos y estéticos. Y así, por ejemplo, una persona homosexual que haya
nacido en un ambiente donde la homosexualidad sea muy mal vista puede olvidar
que tuvo deseos homosexuales, o incluso puede que no sea consciente de que lo es,
porque haya una energía opuesta, una resistencia, que impida que esos deseos
afloren al consciente, impidiendo que la persona se reconozca a sí misma como
homosexual, ya que en ese caso su autoestima, y la estima de los demás, se vendría
abajo.

La misma fuerza que impide que ese impulso se realice, es la que llega a oponerse
siquiera a que el sujeto sea consciente de que deseó, o que desea, realizar esa acción. Es
decir, es esa fuerza de carácter opuesto la que se constituye en una resistencia, con la
función de impedir la liberación de esa energía, e incluso su paso a la consciencia del
sujeto.

Sin embargo ese impulso a la acción reprimido no desaparece, permanece en el


inconsciente, y como no puede realizarse ni asomar de forma normal a la consciencia,
si dispone de la suficiente energía, es decir, si es un impulso fuerte, intentará aflorar
disfrazado, enmascarado, para que la resistencia no lo reconozca como la clase de
impulso que es, y así no lo reprima. A ese disfraz que toma el impulso rechazado se le
denomina conversión, y es el síntoma de las enfermedades nerviosas funcionales.

El disfraz que el material reprimido adopte para pasar a la consciencia es variable y


variado, pero a pesar de esa variabilidad siempre guarda cierta relación, a nivel
simbólico, con el deseo reprimido que lo origina. Y es esa relación simbólica la que
permitirá rastrear, a través del símbolo hecho síntoma, cuál sea la energía original que
produjo el trauma afectivo.

Freud y Breuer explican la enfermedad de Anna en el hecho de que cuidar a su padre


impedía que ella, Anna, pudiera tener la vida normal de una chica de su edad, la
impidiera acudir a las fiestas, tener novio, salir de casa… Naturalmente Anna acepta
lo que cree su deber, es decir acepta cuidar a su padre con todas las atenciones
necesarias hasta su muerte, pero es el hecho que dispensarle esos cuidados está
arruinando la vida de Anna. Anna desearía o bien no atender a su padre, o bien que
éste muriera de una vez. Pero esos deseos tan egoístas y horribles para la misma Berta Pappenheim, (Anna O.)
Anna, no son compatibles con el deber y con la idea que ella tiene de sí misma; es
por ello que Anna se niega a sostener esos deseos y a ser consciente de que los ha
tenido. Para ello, Anna dispone una resistencia, una especie de aduanero, que impida
que esos deseos lleguen a su conciencia, y así ella sea consciente de tenerlos. Y es
entonces cuando ese deseo aparece camuflado en el síntoma de la enfermedad.

La forma de curar al paciente consistirá en conseguir que ese impulso reprimido y


convertido pueda llegar a aflorar a la conciencia y liberar su energía de una forma
normal, por el procedimiento de revivir la situación traumática originaria.

“Hemos hallado, en efecto, y para sorpresa nuestra, al principio, que los distintos
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síntomas histéricos desaparecían inmediata y definitivamente en cuanto se


conseguía despertar con toda claridad el recuerdo del proceso provocador, y con
él el afecto concomitante, y describía el paciente con el mayor detalle posible dicho
proceso, dando expresión verbal al afecto. El recuerdo desprovisto de afecto carece
casi siempre de eficacia3.”

Sin embargo el sujeto se resiste consciente, e inconscientemente, a revivir esa situación


traumática, ya que significaría aceptar la existencia de un deseo e impulso a la acción
que choca radicalmente con la moral y la propia estima. Y es de nuevo, la misma energía
que mandó al inconsciente el material patógeno, la que opone resistencias a la cura, ya
que se opone a que ese material aflore a la consciencia.

2 Las cualidades del aparato psíquico.

Las cualidades son la “topografía” en las que el aparato psíquico se divide.

Según Freud los contenidos mentales no están todos en


el mismo “sitio”, ni lo están de igual manera. El aparato
psíquico tiene varias regiones o provincias, y es a cada una
de esas regiones a las que Freud denomina cualidades.

Hay tres cualidades de lo psíquico, sin que eso


signifique que las divisiones entre ellas sean estancas;
por el contrario, los contenidos mentales pueden pasar,
y muchos lo hacen, de una cualidad a otra.

La primera cualidad es denominada consciente, y sería


Sigmund Freud donde están el conjunto de los contenidos presentes de
modo inmediato y continuo al sujeto. Los contenidos
de los que somos conscientes lo son sólo de modo momentáneo, únicamente mientras
están en la consciencia y durante el periodo de tiempo que están en la consciencia.

Los contenidos mentales que se hallan en el consciente funcionan según ciertas reglas
que Freud denomina proceso secundario, y que se caracterizan por ser un modo lógico
y racional de operar.

La segunda cualidad es el preconsciente, que sería donde están los contenidos mentales
que no están presentes en la consciencia del sujeto pero, si el sujeto se lo propone,
podrían estarlo sin esfuerzo.

Dentro de los contenidos preconscientes hay divisiones. Por un lado están los
contenidos que fácilmente pueden pasar al consciente cuando el yo los busca, pero
también existe otro material del que podemos ser conscientes pero del cual no
desearíamos serlo; preferiríamos olvidarlo.

Ese material no es un material reprimido, ya que entonces iría al inconsciente y su


recuperación sería enormemente laboriosa, es material suprimido, entendiendo por tal

3 FREUD & BREUER.- Estudios sobre la histeria. Ed. Orbis, pág 43.
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el de aquellos contenidos de conciencia que deseamos conscientemente olvidar. Por eso


se sitúan en el preconsciente y no en el inconsciente, porque ocasionalmente somos
conscientes de ellos, aunque los rechacemos.

El inconsciente es el conjunto de todos los procesos mentales que el sujeto no puede


conocer sin gran esfuerzo, e incluso que tal vez no pueda conocer nunca.

Lo inconsciente opera de acuerdo al proceso primario, el cual se distingue por no tener


un carácter lógico. Esto no significa que no haya leyes que explican cómo procede el
inconsciente, lo que quiere indicarse es que no son esas las leyes con las que operamos
cuando somos conscientes; son leyes que, a los ojos de la conciencia, carecen de lógica.

Estudiar el consciente no presenta problemas, ya que al ser consciente nos damos cuenta
inmediata de sus operaciones. Estudiar el preconsciente, en la medida en que el material
es fácilmente recuperable, ofrece algunos problemas pero no demasiados. Sin embargo
el inconsciente es por definición lo que se oculta a la consciencia, la dificultad surge en
el cómo estudiar el inconsciente; es decir en qué métodos nos pueden proporcionar
acceso al mundo del inconsciente, al estudio de sus leyes, y en última instancia a dar
pistas sobre cómo curar a los pacientes.

3 El acceso al inconsciente.

3.1 La catarsis

En el curso del tratamiento de Anna por parte de Breuer, éste descubre que si la paciente
relataba el origen del síntoma mientras sufría una especie de estado de trance el síntoma
podía desaparecer.

Por eso, rememorar el origen del trauma, va a convertirse en la manera de conseguir la


curación del paciente.

Sin embargo, en estado de vigilia, el paciente no parece ser capaz de establecer una
conexión directa entre el síntoma y la situación traumática que la originó; por eso Breuer
recurrirá a la hipnosis.

Durante la hipnosis las barreras del consciente están debilitadas. Los estudios de
Charcot sobre hipnosis habían puesto de manifiesto que numerosos acontecimientos
olvidados podían ser rememorados en estado hipnótico; más aún, Charcot era capaz de
producir a través de la hipnosis síntomas semejantes a los que tenían las personas
aquejadas de histeria; es decir, síntomas neuro-funcionales.
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Charcot enseñando a sus discípulos los efectos de la hipnosis

A instancias de la propia Anna, Breuer, inicia su tratamiento por hipnosis; la hipnotizará


durante una hora diaria durante un año, buscando que en estado hipnótico Anna
recuerde la situación traumática que dio origen al síntoma, y así verse librada de éste.
Durante la hipnosis Breuer la preguntaba sobre algunas palabras dichas por Anna en
sus estados de delirios, que funcionaba como pistas para rastrear el material reprimido
por el consciente de Anna.

Cuando Anna era capaz, durante la hipnosis, de recordar entre manifestaciones afectivas
y emocionales, con qué motivo y en qué situación había aparecido el trauma, entonces
el síntoma parecía desaparecer completamente; en cambio, si esa rememoración no iba
acompañada de afecto y emoción, entonces el síntoma desaparecía sólo
momentáneamente.

Hablando del caso de Anna, Breuer señala: “Había habido durante el verano una
época de un intensísimo calor y la enferma había padecido ardiente sed, pues sin
que pudiera dar razón alguna para ello, se había visto de repente imposibilitada para
beber. Tomaba en su mano el ansiado vaso de agua, y en cuanto lo tocaba con los
labios lo apartaba de sí, como atacada de hidrofobia, viéndose además claramente
que durante los segundos en que llevaba a cabo ese manejo se hallaba en estado de
ausencia. Para mitigar la sed que la atormentaba no vivía más que de frutas acuosas:
melones, etc. Cuando ya llevaba unas seis semanas en tal estado, comenzó a hablar
un día, en la hipnosis, de su institutriz inglesa, a la que no tenía gran afecto, y contó
con extremadas muestras de asco que un día había entrado ella en su cuarto y había
visto que el perrito de la inglesa, un repugnante animalucho, estaba bebiendo agua
en un vaso; más no queriendo que la tacharan de descortés e impertinente, no había
hecho observación ninguna. Después de exteriorizar enérgicamente en este relato
aquel enfado, que en el momento que fue motivado tuvo que reprimir, demandó
agua, bebió sin dificultad una gran cantidad y despertó de la hipnosis con el vaso en
los labios. Desde este momento desapareció por completo la perturbación que le
impedía beber.4

4 Studien über Hysterie, tercera edición, pág. 26.


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Al método de la hipnosis la propia Anna lo bautizó como “cura de charla” y


“deshollinado”, actualmente se le conoce por catarsis.

La catarsis será el método adoptado por Freud para investigar los procesos
inconscientes y curar las enfermedades neuro-funcionales. Sin embargo pronto Freud
va a detectar sus insuficiencias.

Muchos pacientes, al despertar, se negaban a reconocer como ciertas las situaciones que
habían revivido en la hipnosis; es decir, negaban que esos acontecimientos relatados
hubieran ocurrido alguna vez; con lo que los síntomas reaparecían.

Una vez despierto las resistencias del yo vuelven a hacerse cargo de la situación. En
esas circunstancias podían ser capaces de hacer que la persona no reconociese, a sí
misma y al médico, la realidad de lo revivido; con lo que el síntoma volvía.

Además, la mayoría de los pacientes de Freud no parecían ser hipnotizables.

Freud llega a viajar a Francia en busca de Charcot con un paciente al que él era
incapaz de hipnotizar, buscando que Charcot lo intentara; pero éste tampoco lo
consigue. Esto le hará sospechar que existen pacientes que no se pueden hipnotizar,
quizá porque el yo, sabiendo que durante la hipnosis pueden aflorar el material
reprimido, se niegue a dejarse hipnotizar.

Una cuestión secundaria que surgió era que el resultado curativo parecía depender
excesivamente de la relación del paciente con el médico. Cuando tal relación se rompía
los síntomas neuro funcionales aparecían de nuevo, aunque, generalmente, sustituidos;
es decir, no era el mismo síntoma sino uno nuevo que venía a sustituir el síntoma
previamente desenmascarado en la hipnosis.

Esta extraña relación que se establece entre médico y paciente será posteriormente
conocida con el nombre de transferencia.

La transferencia consiste en que el paciente va a transferir hacia el médico emociones


que tienen que ver con el problema emocional; esto conllevará, a menudo, que el
paciente cobre al médico que le cuida un gran afecto, hasta el punto de darse una fuerte
relación de dependencia del paciente respecto al médico, que en ocasiones acababa en
enamoramiento. Desde el médico al paciente también se da esa misma relación,
denominada en este caso contratransferencia.

Y así Freud señala: “En una de mis pacientes, el origen de cierto síntoma había sido el
deseo, abrigado muchos años atrás y relegado en el acto a lo inconsciente, de que un
hombre, con el cual sostenía en una ocasión un íntimo diálogo, la abrazase y le diera un
beso. Al terminar una de las sesiones de tratamiento, surgió en la paciente este mismo
deseo referido a mi propia persona. Horrorizada, pasó la enferma una noche de insomnio,
y a la sesión siguiente, aunque no se negó al tratamiento, su estado hizo inútil toda labor.
Una vez averiguada la naturaleza del obstáculo y vencido éste, continuamos el análisis
(…). Así pues, había sucedido lo siguiente: Primeramente, había surgido en la conciencia
de la enferma el contenido del deseo, sin el recuerdo de los detalles accesorios que podían
situarlo en el pasado, y el deseo así surgido fue enlazado, por la asociación forzosa,
dominante en la conciencia, con mi persona, de la cual se ocupaba el pensamiento de la
enferma en otro sentido totalmente distinto. Esta falsa conexión despertó el mismo afecto
que en su día hizo rechazar a la enferma el deseo ilícito. Una vez conocido este proceso,
puede ya el médico atribuir toda referencia a su persona a tal transferencia por falsa
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conexión. Pero los enfermos sucumben siempre al engaño.5”

Una vez conocida la transferencia será muy útil en el proceso curativo, ya que puede
servir de ayuda fundamental para que el paciente pueda superar su vergüenza y
sincerarse con el médico; aunque el médico deberá mostrar cuidado que en éste proceso
el paciente no pierda su autonomía.

3.2 El método de la insistencia y la presión

Debido a los problemas mencionados con la hipnosis, Freud, buscará métodos


alternativos a la catarsis para la investigación del inconsciente y la cura psicoanalítica.

Y así ensayará el método de la insistencia, que consistía en insistir al paciente para que
recordara el origen del síntoma. Reforzaba esa insistencia sugiriendo al paciente que lo
recordaría cuando Freud presionase su frente.

“Cuando, al acudir a mí por vez primera los pacientes, les preguntaba si recordaban
el motivo inicial del síntoma correspondiente, alegaban unos ignorarlo por
completo, y comunicaban otros algo que les parecía un oscuro recuerdo, imposible
de precisar y desarrollar. Si, ciñéndonos entonces a la conducta de Bernheim en la
evocación de recuerdos correspondientes al sonambulismo y aparentemente
olvidados, los apremiaba yo, asegurándoles que no podían menos de saberlo y
recordarlo, emergía en unos alguna ocurrencia y ampliaban otros el recuerdo
primeramente evocado. Llegado a este punto, extremaba yo mi insistencia, hacía
tenderse a los enfermos sobre un diván y les aconsejaba que cerrasen los ojos para
lograr mayor «concentración»; circunstancias que daban al procedimiento cierta
Analogía con el hipnotismo, obteniendo realmente el resultado de que, sin recurrir
para nada a la hipnosis, producían los pacientes nuevos y más lejanos recuerdos,
enlazados con el tema que tratábamos (...)

“Con la simple afirmación «No tiene usted más remedio que saberlo. Reflexione un
poco y se le ocurrirá», se adelanta muy poco. A las pocas frases, y por intensa que
sea su «concentración», pierde el hilo el paciente (…). El apremio ejercido por el
médico no integra energía suficiente para vencer la “resistencia a la asociación” en
una histeria grave. Hemos tenido, pues, que buscar otros medios más eficaces.

“En primer lugar nos servimos de un pequeño artificio técnico. Comunicamos al


enfermo que vamos a ejercer una ligera presión sobre su frente; le aseguramos que
durante ella surgirá ante su visión interior una imagen, o en su pensamiento una
ocurrencia, y le comprometemos a darnos cuenta de ellas, cualesquiera que sean. No
deberá detenerlas, pensando que no tienen relación con lo buscado, o, por serles
desagradable, comunicarlas. Si nos obedece y prescinde de toda crítica y toda
retención, hallaremos infaliblemente lo buscado. Dicho esto, aplicamos la mano a
la frente del enfermo durante un par de segundos y, retirándola luego, le
preguntamos con entonación serena, como si estuviéramos seguros del resultado:
«¿Qué ha visto usted o qué se le ha ocurrido»?6”

Inicialmente Freud se manifiesta satisfecho con el resultado obtenido con este método.

“En una ocasión hube de someter a tratamiento a una muchacha, afecta desde seis años
atrás de una insoportable tos nerviosa, que tomaba nuevas fuerzas con ocasión de cada
catarro vulgar, pero que integraba, desde luego, fuertes motivos psíquicos. Habiendo

5 FREUD & BREUER.- Estudios sobre la histeria. Ed Orbis, pág 167


6 FREUD & BREUER.- Estudios sobre la histeria. Ed Orbis, pág 145-147
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fracasado todos los remedios puestos en práctica con anterioridad, intenté la supresión
del síntoma por medio del análisis psíquico. La sujeto no sabía sino que su tos nerviosa
comenzó cuando tenía catorce años y se hallaba viviendo con una tía suya. No recordaba
haber experimentado por aquella época excitación psíquica ninguna, ni creía que su
enfermedad tuviera un motivo de este orden. Bajo la presión de mi mano, se acordó, en
primer lugar, de un gran perro. Luego reconoció esta imagen mnémica: era el perro de
su tía, que le tomó mucho afecto y la acompañaba a todas partes. Inmediatamente, y sin
auxilio alguno, recordó que este perro enfermó y murió; que entre ella y otros niños le
hicieron un entierro solemne, y que al volver de este entierro fue cuando surgió por vez
primera su tos. Preguntada por qué y auxiliándola de nuevo por medio de la presión
sobre la frente, surgió la idea que sigue: «Ahora estoy ya sola en el mundo. Nadie me
quiere. Este animal era mi único amigo y lo he perdido.» Luego prosiguió su relato: «La
tos desapareció al dejar yo de vivir con mi tía, pero me volvió año y medio después.» «
¿Por qué causa?» «No lo sé.» Volví a poner mi mano sobre su frente y la sujeto recordó
la noticia de la muerte de su tía, al recibir la cual tuvo un nuevo ataque de tos. Luego
emergieron pensamientos análogos a los anteriores. Su tía había sido la única persona de
su familia que le había demostrado algún cariño. Así, pues, la representación patógena
era la de que nadie la quería, prefiriendo todos siempre a los demás y siendo ella, en
realidad, indigna de cariño, etc. Pero, además, la idea de «cariño» se adhería a algo contra
cuya comunicación surgió una tenaz resistencia. El análisis quedó interrumpido antes de
llegar a un completo esclarecimiento.”7

Pero, además de lo agotador que le resultaba el método, algunos pacientes se ponían


tensos, dificultaban la comunicación, e incluso a veces se negaba a hablar; es decir,
mostraban resistencias al método.

“La presión sobre la frente del enfermo no es sino una habilidad para sorprender al
yo, eludiendo así, por breve tiempo, su defensa. Pero en todos los casos importantes
reflexiona en seguida el yo y desarrolla de nuevo toda su resistencia. 8”

3.3 El método de la asociación libre o psicoanalítico

Tras mostrarse la insuficiencia del método de la insistencia y la presión, Freud, intentará


hallarle sustituto.

Durante una sesión con el método de la insistencia, uno


de los pacientes, le sugirió que estaba interrumpiendo
demasiado y que debía quedarse callado, Freud hará
caso de esta sugerencia que le llevará a establecer como
método definitivo, el denominado asociación libre,
también llamado psicoanálisis.

El sistema de la asociación libre consistirá en relajar


al paciente, de hecho Freud lo sentaba en un diván que
ha terminado siendo un símbolo de la terapia
psicoanalítica, y que éste empiece a recordar lo que se
le ocurra sin traba alguna, sin ninguna actitud crítica, sin
que omita nada por insignificante, impertinente o escandaloso que le parezca, lo único
que se le exige es sinceridad.

7 FREUD & BREUER.- Estudios sobre la histeria. Ed. Orbis, pág 148-149
8 FREUD & BREUER.- Estudios sobre la histeria. Ed. Orbis, pág 152
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Con la práctica se demuestra, según Freud, que precisamente aquellas ocurrencias que
provocan las objeciones mencionadas son las que tienen gran valor para el hallazgo de
lo reprimido. Durante el transcurso de la terapia, en ese hablar del paciente, llega un
momento en que el discurso se interrumpe; es en esa interrupción donde se anuncia el
origen del trauma. Hay interrupción porque el yo se niega a dejar pasar a la conciencia el
material que fue reprimido.

Y así, por ejemplo, el paciente puede parar su discurso y cambiar de conversación,


o puede pararse por un “ataque de tos”, o puede que entonces recuerde que tenía
algo que hacer,…

El supuesto básico es que las asociaciones libres, lejos de ser libres, están determinadas
por el material reprimido, que es el que hace que el paciente lleve su monólogo a la
situación traumática, y son las resistencias las que actúan intentando desviarlo de esa
dirección.

El método de la asociación libre descubre que el psiquismo es un campo de fuerzas


donde unas se imponen a otras, que por ello quedan marginadas, reprimidas, y que en
casos patógenos son liberadas en forma de síntomas físicos.

La curación consiste en que el paciente libere la energía reprimida de una manera


consciente, cuando esto ocurre, el síntoma pierde su sentido y el paciente queda curado.

"Una muchacha (..) sintió germinar en ella, al casarse su hermana mayor, una
especial simpatía hacia su cuñado, sentimiento que pudo fácilmente ocultar y
disfrazar detrás del natural cariño familiar. La hermana enfermó y murió poco
después, en ocasión en que su madre y nuestra enferma se hallaban ausentes.
Llamadas con toda urgencia, se les ocultó al principio. Cuando la muchacha se
aproximó al lecho en que yacía muerta su hermana, surgió en ella, durante un
instante, una idea que podría quizá expresarse con las siguientes palabras: «Ahora
ya está libre y puede casarse conmigo». Debemos aceptar, sin duda alguna, que esta
idea que reveló a la conciencia de la muchacha su intenso amor hacia su cuñado,
amor que hasta entonces no había sido en ella claramente consciente, fue entregada
en el acto a la represión por la repulsa indignada de sus otros sentimientos. La
muchacha enfermó, presentando graves síntomas histéricos, y al someterla a
tratamiento pudo verse que había olvidado en absoluto el lecho mortuorio de su
hermana y la perversa idea egoísta que en su imaginación surgió en aquellos
instantes. Luego en el tratamiento, volvió a recordarla, reprodujo el momento
patógeno dando muestras de una inmensa emoción, y quedó curada por completo9.

Como consecuencia de la utilización de la asociación libre, y en vistas de lo que le


contaban sus pacientes, Freud se da cuenta de que muchas de las experiencias que dan
lugar a la neurosis son experiencias que ocurren en la infancia; y todas, le parece, tienen
un componente sexual.

Freud ya había tenido, desde los comienzos del psicoanálisis con Breuer, esta misma
idea, que fue rechazada por éste y que terminó por constituirse en fuente de tensión
con Breuer.

Por ello Freud reforma su modelo teórico de manera que el trauma afectivo pasa a ser

9 FREUD, Sigmund.- "Esquema del psicoanálisis". Páginas 71-72. Alianza Editorial


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trauma sexual, y además con origen en la infancia.

3.4 Los actos fallidos.

Otra forma de adentrarse en el inconsciente es el análisis de los actos fallidos.

Según Freud muchos actos psíquicos corrientes en las personas normales deben
equipararse a los síntomas de los neuróticos. Para las personas que los realizan tienen,
como en los neuróticos, un sentido ignorado, pero que puede ser descubierto por la
labor analítica.

Por actos fallidos se entienden el olvido temporal de palabras y nombres perfectamente


conocidos, el olvido de propósitos, las equivocaciones en discursos, lectura y escritura,
la pérdida y extravío temporal de objetos, ciertos olvidos, los accidentes aparentemente
casuales, ciertos tics o movimientos habituales hechos como sin intención, etc.

La explicación de tales actos fallidos es análoga a la de los síntomas neuróticos, habrá


un material que, reprimido por el yo, aflora de forma camuflada a la conciencia. También
puede tratarse de contenidos suprimidos del preconsciente, sobre los que el sujeto
prefiere no pensar y que afloran a la conciencia camuflados en actos fallidos.

“Hace algunos años pasaba yo el verano con mis hijos, que por entonces iban al
colegio de primera enseñanza, en casa de la familia de un profesor de dicho colegio.
Hallándonos un día merendando con nuestros huéspedes, que en general eran
personas amables, la señora de la casa, ignorante de la ascendencia semita de sus
inquilinos veraniegos, lanzó duras palabras contra los judíos. Yo debía de haber
declarado la verdad para dar a mis hijos un ejemplo del «valor de las propias
convicciones»; pero temía las inagotables explicaciones que habían de seguir a mi
declaración. Además, me cohibía el temor de tener que abandonar quizá el buen
hospedaje que habíamos hallado y abreviar así las cortas vacaciones de que
podíamos gozar mis hijos y yo en el caso de que nuestros huéspedes, al averiguar
nuestro origen judío, cambiaran de conducta para con nosotros.

“Por tanto, callé, y suponiendo que mis hijos, si asistían por más tiempo a la
conversación, acabarían por revelar franca y decididamente la verdad, quise
alejarlos, enviándolos al jardín.

“Con esta intención me dirigí a ellos y les dije: «Id al jardín, judíos (Juden)”, y
advirtiendo en seguida mi equivocación, rectifiqué: «muchachos (Jungen)». Así,
pues, mi equivocación fue la puerta por donde halló salida la verdad y la expresión
del reprimido «valor de las propias convicciones»10”.

3.5 La interpretación de los sueños.

La importancia del estudio de los sueños es que en ellos se nos muestra de una forma
casi directa el inconsciente y sus leyes. Es a partir de la interpretación de los sueños
cuando la teoría psicoanalítica va a alcanzar un gran desarrollo.

10 FREUD, Sigmund.- Psicopatología de la vida cotidiana


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Todo sueño es la satisfacción de un deseo. Si el deseo no es opuesto a la moralidad (por


ejemplo, el hambre) es muy posible que el yo opte por dejar que se satisfaga en el sueño
ya que prefiere no ser molestado ni despertado; en ese caso el yo al despertarse hace una
elaboración secundaria la cual consiste en idear una representación en imágenes que
presenta al consciente el contenido del sueño como algo lógico, esa elaboración del
sueño como algo lógico es la elaboración secundaria.

Por ejemplo si el deseo que se realiza en el sueño es la satisfacción del hambre, al


despertarse, recordará una situación lógica (en casa, la nevera, etc.) que dé sentido
lógico al sueño.

Si el deseo que demanda satisfacción es un deseo reprimido por el yo, entonces también
se dará una elaboración secundaria, pero además de ésta se da una elaboración onírica,
que consiste en una deformación de lo que realmente se ha soñado para que no pueda
ser reconocido por la conciencia.

Freud llama contenido latente del sueño a los contenidos que realmente se han
satisfecho en el sueño, y contenido manifiesto a la deformación de esos contenidos
latentes, y que son los contenidos que se recuerdan haber soñado por la mañana

El contenido manifiesto es el sustituto deformado de los deseos del inconsciente. Esta


deformación es obra de las resistencias defensivas del yo, resistencias que durante el
estado de vigilia impiden por completo el acceso de esos deseos inconscientes, pero que
debilitadas cuando el sujeto duerme, no pueden evitar que afloren, pero obligan a dichos
deseos a que, al despertarse el sujeto, se envuelvan en un disfraz simbólico que impida
que el sujeto reconozca el deseo satisfecho en el sueño.

La existencia de pesadillas no contradice la concepción del sueño como realización


de deseos. La angustia no depende del sueño, es una de las reacciones del yo contra
aquellos deseos reprimidos que han adquirido una gran energía y que amenazan con
hacerse conscientes sin que las resistencias puedan disfrazarlos. Dependiendo de la
intensidad y de la importancia de reprimir esos deseos el yo puede optar por
despertarse antes de permitir que se realicen en el sueño y correr el riesgo de que se
hagan conscientes.

Hay dos clases de motivos para la formación del sueño; o bien es un impulso instintivo
reprimido, o un deseo insatisfecho de la vida cotidiana.

Los sueños más interesantes son los primeros. Dentro de estos los contenidos pueden
ser a su vez de dos tipos distintos. Están los que responden a la biografía del sujeto, y
aquí se enmarcan sueños de la vida del adulto y de su infancia; y los que proceden del
instinto más primario. El contenido de estos últimos corresponde a la herencia arcaica
que el niño trae consigo al mundo, antes de cualquier experiencia propia y que proviene
de las experiencias de sus antepasados, y de los antepasados de la especie humana. Se
pueden encontrar analogías de este material con las más viejas leyendas de la humanidad
lo cual dio como resultado que se postulara la existencia de un inconsciente colectivo.

Esto es idéntico tanto para adultos como para niños pero en los niños, que tienen menos
barreras en el yo, es más fácil de apreciar. En los adultos es más complicado debido al
mecanismo más perfeccionado de la elaboración onírica y secundaria y a una mayor
4. El psicoanálisis Página 13 de 29

acumulación de deseos biográficos reprimidos que pueden confundirse con los


materiales pertenecientes al inconsciente colectivo.

Sueños típicos del inconsciente colectivo son por ejemplo, para Freud, el típico
sueño de examinarse, o también sueños como la muerte de seres queridos o el
sentirse desnudos, aunque la manera en que esto se viva en el sueño puede variar, y
así un militar, que va de forma irreglamentaria en presencia de compañeros, tiene
un sueño de ese tipo.

Como ejemplos de sueños que mostrarían ese contenido arquetípico puede señalarse
los que una niña ofreció a su padre como regalo de cumpleaños, y que alarmaron
tanto a éste que se dirigió a un discípulo de Freud, Carl G. Jung, para que dictaminara
sobre ellos. La lista de sueños era:

1. "El animal malo", un monstruo parecido a una serpiente con muchos cuernos,
mata y devora a todos los otros. Pero Dios viene de los cuatro rincones, de hecho
cuatro dioses independientes, y resucita a todos los animales muertos (mito de
renovación final de las cosas).

2. Una ascensión al cielo, donde se están celebrando danzas paganas; y un descenso


a los infiernos donde los ángeles están haciendo buenas obras. (El arquetipo del
gemelo y la inversión de valores -carnavales, orgías-)

3. Un ratoncillo es penetrado por gusanos, serpientes, peces y seres humanos. De


este modo el ratón se convierte en humano (las cuatro etapas del origen de la
humanidad).

4. Ve una gota de agua como cuando se la mira por un microscopio. La niña ve que
la gota está llena de ramas de árbol (el origen del mundo. El árbol primigenio, el
árbol de navidad)

5. Una mujer borracha cae al agua y sale de ella renovada y serena. (el agua como
símbolo de renovación, de purificación por ser el elemento primordial -amorfo- del
caos antes de la creación, luego la inmersión en ella lleva a ese estado de inocencia
antes de cualquier creación o acto).

El sueño, en tanto que manifiesta el modo de comportarse del inconsciente se rige por
el proceso primario. Algunos de los mecanismos de ese proceso son la condensación
de varios afectos/pensamientos en un único símbolo. El desplazamiento de los
impulsos y afectos simbolizados en un símbolo a otro. La atemporalidad del sueño,
etc.

Como resultado de sus investigaciones con los sueños, Freud, dará un cambio al alcance
y significado de la teoría psicoanalítica. Inicialmente su interés estaba en curar las
enfermedades nerviosas funcionales, pero ahora, su estudio del inconsciente, le permite
ampliar el alcance de sus teorías de manera que valgan no solamente para las personas
enfermas, sino para todas en general, ya que todos en general tenemos sueños, actos
fallidos, y podemos realizar con éxito una asociación libre.

Por lo tanto Freud pasará de hacer medicina a hacer una psicología, es decir un estudio
de la psique en general. Y su teoría irá encaminada a demostrar que el psiquismo
anormal no es más que una continuación del psiquismo normal y que por tanto la
normalidad psíquica es precaria y puede fallar fácilmente.
4. El psicoanálisis Página 14 de 29

4 Las instancias del aparato psíquico.

Así como las cualidades del aparato psíquico correspondían a la topografía, las instancias
corresponderán, digamos, a los personajes que habitan en esa topografía.

La formulación de las instancias del aparato psíquico es posterior a la de las


cualidades. Con las instancias Freud completa una teoría de la personalidad iniciada
al describir las cualidades.

La primera se denomina ello o id. Es la más antigua de todas y dispone de la mayor


parte de la energía mental. La constituyen dos tipos de contenidos, lo heredado; que es
instintivo y primitivo; y lo que biográficamente el individuo haya ido reprimiendo
paulatinamente.

El ello intenta la realización ciega de los contenidos que se encuentran en el inconsciente;


es decir, de lo instintivo y de lo reprimido. Lo intenta porque satisfacerlos le
proporciona placer. Por tanto, lo que le mueve, es el denominado principio del placer,
hasta el punto de que sólo atiende a este principio, sin conocer ningún freno ético o de
otra naturaleza.

Básicamente es el instinto; de hecho, un niño recién nacido, no tiene más que ello;
es decir, no tiene más que instinto.

Bajo la influencia del mundo exterior y de la cultura en la que nacemos, una parte del
ello experimenta una transformación particular que da lugar a una nueva instancia
psíquica, el yo.

El yo es la instancia que, por conocer el mundo exterior, puede adaptarse a él en vistas


a conseguir la supervivencia del individuo. Es por tanto un mediador entre las pulsiones
instintivas del ello, y las circunstancias que el mundo exterior impone.

El yo, aparecerá en el niño a partir del segundo año de vida. El yo sigue recibiendo
las pulsiones del ello, pero como es capaz de ver el exterior, es capaz de retardar las
satisfacciones del ello en vistas a conseguir la supervivencia del individuo.

La función principal del yo es conseguir la supervivencia del individuo, y esto lo realiza


operando en dos fronteras distintas. Frente a la del mundo exterior, aprendiendo como
son las leyes que describen su comportamiento -ya sean éstas naturales o sociales- y
además, operando sobre el mundo exterior para adaptarlo a las condiciones que
facilitarían conseguir la realización de las pulsiones que el ello le envía. Y frente al ello,
intentará conquistar el dominio sobre las ciegas exigencias instintivas que proceden de
él, decidiendo si esas exigencias deben de tener acceso a la satisfacción o deben ser
aplazadas en vistas a favorecer la supervivencia y los intereses del individuo.

El yo, al igual que el ello, intenta conseguir el placer y evitar el dolor, pero como él sí
conoce el mundo exterior, y es capaz de evaluar las consecuencias de sus actos, se
moverá de acuerdo al principio de realidad, en vez de moverse por el principio del
placer. Y esto hace que el yo calcule en todo momento cual es el mejor curso de acción,
de acuerdo a cómo es la realidad que le rodea, para conseguir un máximo de placer y un
mínimo de dolor.
4. El psicoanálisis Página 15 de 29

Como sedimento del largo período infantil durante el cual el ser humano vive en
dependencia de sus padres, se forma en el yo una instancia que perpetua esa influencia
parental, a través de internalizar –de incluir en la personalidad- sus normas de
comportamiento y sus prohibiciones, a esa nueva instancia se la denomina super-yo, y
el lugar donde se halla es el inconsciente.

El super-yo surge a partir del quinto y sexto año de vida, que es cuando los niños
idealizan a sus padres y aprenden las normas de comportamiento que éstos les
inculcan.

El super-yo además de la influencia parental, irá incorporando las aportaciones de los


sustitutos y sucesores de los padres; tales como educadores, personajes con autoridad
moral, ideales venerados de la sociedad, etc.

Las características concretas de un super-yo dependerá de cómo sean las normas


morales de los progenitores, de la manera en que se imponen, y de la propia
moralidad de la sociedad en que se vive.

La manera que tiene el super-yo de conseguir sus fines morales es ejerciendo su influencia
en el yo, y esto lo hace de dos formas distintas.

Primero con el sentimiento de culpabilidad cuando el yo trasgrede la ley moral. El origen


de este sentimiento se encuentra en la internalización, por parte del niño, del
sentimiento de miedo al padre; ya que el padre era la figura de respeto que imponía con
su autoridad las normas.

La segunda manera de influir en el yo es con un sentimiento de satisfacción u orgullo,


ante el deber cumplido, el cuál sobreviene cuando los ideales morales de la sociedad son
respaldados por las acciones del sujeto. En este caso el sentimiento procede de la
internalización del sentimiento que el niño obtenía de la madre cuando ésta le
recompensaba con su afecto y amor. Ambos sentimientos son los que conforman la
denominada conciencia moral.

El super-yo no intenta, como el yo, demorar las pulsiones instintivas del ello para así gozar
mejor y con más seguridad; el super-yo, intentará que el yo reprima de modo completo
alguna de las pulsiones que proceden del ello.

Como radica en el inconsciente se regirá por el proceso primario, y por tanto por un
proceso más simbólico que lógico.

La cuestión está en que el yo va a recibir impulso contradictorios, procedentes del ello y


del super-yo. Esto hará que intente un equilibrio entre ambos intentando eliminar
tensiones y, cuando eso no es posible, deberá de afrontar la frustración que aparece
cuando alguna de las instancias no consigue su propósito.

Por ejemplo, supuesta la sensación de hambre y viendo una comida, el ello mandaría
al yo la pulsión para satisfacerla. El ello no entra en la consideración de si la comida
es propia o ajena, no sabe, ni está en condiciones de entender, ese tipo de elementos,
tiene hambre y manda el impulso de comer. Por su parte el yo atendería a la cuestión
de si obtener esa comida pone en riesgo la vida, o si por el hecho de conseguirla se
verá mermada su fama, ya que de ser así podría no interesarle, a largo plazo,
4. El psicoanálisis Página 16 de 29

apropiarse de ella; en caso de que no haya tales impedimentos no tendría ningún


problema moral para apropiarse de ella fuera, o no, suya. Sin embargo, el super-yo,
que ha heredado el modo de comportamiento que adquirió de los padres, considera
como elemento moral que la comida no debe ser robada, e influye en el yo a través
de la conciencia moral. Ahora, deberá ser el yo el que medie entre las dos instancias
y decida qué es lo que le conviene; si vence el super-yo se originará una frustración
por no haber conseguido lo que el ello deseaba, si triunfa el ello se producirá un
sentimiento de culpa. Para defenderse de esas situaciones, y de las sensaciones de
frustración en general, el yo desarrolla una serie de mecanismos de defensa.

5 Mecanismos de defensa del yo frente a la frustración.

Los mecanismos de defensa del yo son los procedimientos de los que éste se vale para
responder a la frustración, que nace de no poder hacer real las exigencias, ya procedan
del ello o del super-yo.

La respuesta más corriente frente a las frustraciones es la agresividad, que puede dirigirse
contra la situación u objeto mismo que frustra

Por ejemplo, si el coche no funciona podemos descargar nuestra frustración


golpeándole. Pero también podemos desviar la agresividad hacia un objeto
sustitutorio, como una piedra, y así podríamos patear una piedra. También podemos
desviar nuestra agresividad hacia objetos sustitutorios sin ser plenamente
conscientes de hacerlo, y así, puede ocurrir que al llegar a casa nos enfademos con
la familia por algún motivo nimio que nos sirva de excusa. E incluso podemos dirigir
la agresividad contra nosotros mismos, insultándonos o incluso golpeándonos.

Para defenderse de los sentimientos de angustia y frustración, que cuando son


profundos y repetidos pueden ocasionar un desequilibrio psíquico, el yo ha desarrollado
una serie de mecanismos de defensa con los cuales intenta mantener el equilibrio mental.

Entre esos mecanismos se encuentran la represión, que es el más importante y


corriente, y consiste en crear resistencias a las pulsiones del ello, de modo que éstas no
sean conscientes y, al no serlas, no se viva la frustración de no satisfacerlas.

Este mecanismo no hace desaparecer la pulsión, que pasa al inconsciente y se


mantiene allí, y que incluso dependiendo de cuánta sea su energía puede provocar
neurosis y aflorar al consciente camuflado en el síntoma neuro funcional.

Otro procedimiento es la racionalización. En este caso se trata de inventarnos una


explicación racional por la cual, o bien la causa de nuestra frustración desaparece, o bien
quede ahora justificado realizar algo, pedido por el ello contra las normas del super-yo, ya
que ahora, tras esta racionalización, las objeciones del super-yo quedan desacreditas o
muy debilitadas.

Racionalizaciones típicas son las de la persona que accede, a instancias del ello y
contra las normas de la moral, a robar en unos almacenes y que se justifica
diciéndose: como ellos roban en el precio es justo que yo les robe; es decir, algo así
como: quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón. O la de la persona que no
devuelve la cartera que se encontró en la calle ya que: todo el mundo haría, o hace,
lo mismo en esta situación; y por lo tanto se justifica que él mismo tampoco la
devuelva. O quien se aprovecha de alguien ingenuo diciéndose: si no lo hago yo lo
hará otro. O el que justifica tratar mal alguien afirmando: se merece que le haga
esto porque el también lo hizo”
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No todas las racionalizaciones tienen por objeto justificar un acto del ello. En
ocasiones se trata de eliminar el motivo que causa nuestra frustración. Es el caso
que se narra en la fábula de la zorra y las uvas; la zorra quiere las uvas, intenta llegar
a ellas y ve que no lo consigue, cuando se convence de que no puede conseguirlas
se dice: “están verdes”, porque si estuvieran verdes ya no las querría, y por tanto no
habría frustración en no conseguirlas. Es importante señalar que es verdad que
podría ser que las uvas estuvieran realmente verdes, pero en tanto que eso no fue
tenido en cuenta por la zorra inicialmente, y sólo lo afirma después de que se
constata que no puede conseguirlas, queda patente la racionalización.

También está la negación de la realidad que, como su nombre indica, consiste en


negarse a asumir la existencia del hecho que produce frustración.

Por ejemplo cuando un padre, debido quizá a su educación moral, se niega a aceptar
que un hijo suyo sea homosexual, a pesar de la evidencia en contra. En ese sentido,
y dentro de la estrategia general de negar la realidad, puede utilizar la
racionalización para justificar conductas concretas de su hijo que le señalarían como
homosexual; por ejemplo, nunca sale con chicas porque siempre está estudiando, o
se maquilla porque ahora los chicos también se arreglan mucho, o no es que sea
amanerado, es que es muy sensible, etc.

La proyección, por su parte, consiste en atribuir a otro los deseos e impulsos que
producen la frustración en uno mismo, en especial, rasgos de personalidad, que uno no
quiere aceptar como propios.

En la proyección se mezclan varios elementos. Por un lado la persona se niega a aceptar


un rasgo de carácter que le pertenece pero, en vez de reprimirlo y enviarlo al
inconsciente, se libera de él proyectándolo en los demás.

Y así, por ejemplo, cuando una persona envidiosa acusa, a aquel del que tiene
envidia, de envidioso. Freud consideraba que la proyección es la base de la
xenofobia y del racismo.

En la formación reactiva se trata de ocultar un impulso inadmisible para el propio


sujeto, realizando los actos que se harían si se tuviera los impulsos opuestos.

Por ejemplo, en Fiebre del Sábado Noche, película interpretada por John Travolta se
narra como un amigo suyo, que muestra miedo a pelearse, reacciona ante eso andando
temerariamente, y en equilibrio, por los soportes de un puente, hasta que cae.

Según la interpretación que Gregorio Marañón da al caso de Don Juan, éste es


homosexual. La manera que tiene Don Juan de negarse, a sí mismo y a los demás,
su homosexualidad es, justamente, con una conducta contraria desproporcionada.
Sin embargo, piensa Marañón, esa exageración en su conducta de conquistar, junto
a su incapacidad de poder establecer relaciones afectivas y duraderas con personas
del género opuesto, le delatan.

La compensación consiste en compensar la frustración por el fracaso en una actividad


con el triunfo en otra distinta.

Por ejemplo, el mal estudiante que triunfa en el deporte, o en habilidades manuales.

La supercompensación es parecida a la anterior, pero triunfando en aquello mismo en


lo que se ha fracasado.
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Se cuenta que Demóstenes, el más famoso orador de la antigüedad, era tartamudo,


y que a fuerza de orar frente al mar, con piedras en la boca, supercompensó su
tartamudeo.

La regresión es un mecanismo de defensa mediante el cual la persona, frente a una


frustración, manifiesta comportamientos propios de una edad pasada.

Se trata de que la persona vuelva a realizar los actos que realizaba en la etapa anterior
a la de su frustración, ya que en esa etapa no sufría. Y así, la persona puede volver
a leer tebeos, o el niño exigir que su madre le vuelva a llevar en brazos, o incluso
volver a mojar la cama, etc.

La sublimación, que consiste en desviar la energía de algún impulso que al sujeto le


parece inaceptable, como impulsos agresivos y sexuales, a actividades que el sujeto
considera mejores o superiores como el arte, el conocimiento o la moral.

Por ejemplo, una persona podría sublimar sus impulsos sexuales transformándolos
en amor; o convertirlos en literatura, poesía, pintura… En esos casos la obra artística
tendría una relación simbólica con el material que el artista está sublimando. De
hecho, para el psicoanálisis, las facetas que normalmente se denominan superiores
en la cultura; el arte y el pensamiento en general, no son más que impulsos
instintivos sublimados.

La fantasía es una forma de compensar algo que ha ocurrido por el procedimiento de


imaginar una situación en la que uno salga favorecido en el hecho en el que ahora es
desfavorecido.

Si una persona pierde en una pelea puede compensar la frustración, imaginando una
pelea en la que sí ganase. O una persona que se sabe tímida o poco agraciada y
fantasea imaginando qué pasaría si él fuera un Don Juan.

La identificación consiste en intentar asemejarse en el modo de ser y proceder a


alguien, generalmente otra persona, aunque no necesariamente real, a la que se considera
invulnerable a lo que el sujeto teme, o investida de las cualidades que el sujeto desearía
tener.

El niño que, queriendo ser como Superman, se viste como él y juega a serlo. O la
persona que se identifica con Rambo y se viste e intenta actuar como él.

6 Teoría de los instintos

La teoría de los instintos es el intento de establecer una organización en las distintas


clases de impulsos instintivos que proceden del ello.

Inicialmente Freud considerará que hay dos clases de instintos; los sexuales y los que
promueven la auto conservación del individuo, pero posteriormente terminará
considerando que la función que realizaría el instinto de auto conservación puede ser
realizada por el instinto sexual, o Eros.

Sin embargo terminará por introducir un nuevo instinto que, opuesto a Eros, sirva de
contrapeso para éste; a ese nuevo instinto lo llamará Tánatos.

6.1 Eros.
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Eros es el nombre que toma el instinto sexual en el ser humano. A la energía que
procede de él la denomina libido.

Sin embargo, Freud considerará que tanto Eros, como su energía, la


libido, no se encuentran asociados exclusivamente al sexo, más bien
se relacionan con el placer, aunque el sexo tenga un componente
prioritario y fundamental en él.

A medida que el niño va desarrollándose, la libido, va desplazándose


y fijándose, cronológica y paulatinamente, por las distintas partes
anatómicas del cuerpo. El efecto de ese proceso es el de ir
posibilitando que las distintas zonas anatómicas por donde la libido
pasa vayan adquiriendo la posibilidad de ser fuente de placer.

Por ejemplo, la primera zona donde se fija la libido es la boca, y


por ello el niño empezará a sentir placer en la comida

Simultáneamente a esas fases en la fijación de la libido se van


formando los rasgos principales de la personalidad del niño, que
luego revivirán en la edad adulta, aunque generalmente transformados.

Pues bien, puede ocurrir que distintos acontecimientos traumáticos hagan que la libido
que queda fijada en una zona en concreto sea excesiva, de manera que mucha de esa
energía libidinal no pase a otra zona anatómica en su evolución normal. En ese caso la
persona tendrá tendencia a mantener, de adulto, los rasgos de carácter propios de esa
fase, y a obtener placer en la zona donde la libido fue fijada.

Por ejemplo, si hubiera una fijación extrema de libido en la boca, entonces la persona
tendería a buscar el placer a través de la comida. Chuparse el dedo de pequeño,
comer en exceso a los diez años y ser un aficionado a la buena mesa de mayor, son
rasgos de la fase oral.

A la edad comprendida entre dos y cinco años el niño deja de fijar en partes de su propio
cuerpo la libido y la fija, en caso de ser varón, en la madre dando lugar al complejo de
Edipo.

El complejo de Edipo consiste en la atracción que siente el niño varón por la madre,
y la consiguiente rivalidad con el padre, que es considerado un competidor en el afecto
de la madre.
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En el caso de las niñas se da el complejo de Electra, que consiste en que


éstas fijan su libido en el padre, considerando como rival a la madre.

Además de esos complejos Freud establecerá otros acontecimientos


universales en los infantes. En el caso de los varones el miedo a la
castración que pudiera realizar el padre. En el caso de la niña la
envidia del pene que ocurrirá cuando ésta compruebe que su hermano
tiene pene pero ella no.

El complejo de Edipo se supera cuando el niño, después de haber asumido


su odio al padre, se identifica con él.
Edipo sacándose los ojos tras conocer que
había matado a su padre y casado con su
Después ocurre un periodo de latencia, a partir de los seis años, en el que madre
los instintos se apaciguan y se olvidan muchos acontecimientos de la niñez,
aparece el pudor y la ética. Para que exista ética debe formarse el super-yo, y éste sólo se
formará adecuadamente si hubo una identificación con el padre en la niñez.

Lo que sucede en el orden psicológico a la persona adulta está determinado por lo que
ocurrió en la niñez11. Distintos sucesos como las perversiones, la homosexualidad, el
fetichismo, etc., se explicarán por una fijación excesiva de libido en un objeto
inadecuado.

FASES DE DESARROLLO DE LA LIBIDO SEGÚN FREUD

Edad Fase Fuente de placer Rasgos de carácter.


Boca, labios y lengua.
Entre 0 Optimismo-Pesimismo, impaciencia,
Oral Chupar, mascar, comer, morder,
y 2 años envidia, agresividad.
vocalizar
Retentivo anal: avaricia, obstinación,
Ano.
Entre 2 años orden compulsivo, meticulosidad.
Anal Retención, expulsión, control, disciplina
y 3 años y medio Expulsivo anal: Crueldad, destrucción,
higiénica, limpieza.
desorden.
Órganos genitales.
Curiosidad por el propio cuerpo y el de
Entre 3 años Fálica Relación con otros. Afirmación. Amor
los demás. En el caso de la niña: envidia
Y 5-6 años (Edipo/Electra) propio. Carácter gregario. Castidad
del pene; en el caso del niño miedo a la
castración.
Sensitivo motor.
Actividades de conocimiento, habilidad Diferenciación (elaboración de rasgos de
De 6 años
Latencia construcción, acciones recíprocas con el etapas anteriores). Aprendizaje social.
a 11-12 años
grupo de amigos de la misma edad y Desarrollo de la consciencia.
sexo.
Mezcla armoniosa de rasgos de etapas
Pubertad Genital Contactos heterosexuales. Productividad anteriores (Capacidad más plena para
amor y trabajo.

11 La noción de “posterioridad” responde a la experiencia que tuvo Freud de que, a veces, el paciente
relataba acontecimientos traumáticos y sexuales de la infancia, que no habían sucedido. La explicación de
Freud afirma que el paciente puede reconstruir sin darse cuenta el significado de vivencias de su pasado
que originariamente no tuvieron el matiz que el paciente interpreta ahora, y que ni siquiera interpreto así
en el momento en que ocurrieron, e incluso que a lo mejor ni ocurrieron, y lo hace así porque el recuerdo
distorsionado de esos acontecimientos sirven para reflejar acontecimientos de importancia en el actual
desarrollo del paciente. Por ejemplo, si el paciente recuerda falsamente el acoso sexual de un mayor ello
indicaría el deseo de que tal acto ocurriera, pero no a iniciativa consciente del paciente, que de hecho
conscientemente puede asquearle tal trato sexual, sino a iniciativa inconsciente del paciente. Por ello él
aparece en su recuerdo como la víctima, aunque es su consciente el que ha fabulado, a instancias del deseo
inconsciente, toda la historia.
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6.1.1 El narcisismo.

Freud consideró al principio que era necesario introducir otro instinto,


opuesto al de Eros, y encargado de la auto conservación del individuo.

En otro caso nada podría oponerse a Eros, y éste realizaría lo que le


place, aunque tal satisfacción pusiese en peligro la vida del individuo.

Por esto nace el instinto de auto conservación, un instinto del yo, y


cuya función sería retardar la satisfacción del instinto de Eros en vistas
a la supervivencia del individuo.

Sin embargo, Freud no quedó nada satisfecho con la inclusión del


instinto de auto conservación. En 1920 Freud revisa su teoría de los instintos y la
cambia.

Considerará ahora que no existe un instinto de auto conservación, y que esa función
también la realiza Eros. La manera de hacerlo es fijando energía libidinal en el yo, eso
provoca el amor de uno hacia sí mismo, y es ese amor el que hace que uno tenga el
deseo de auto conservarse.

Con todo, Freud, volverá a considerar necesario hacer aparecer un nuevo instinto que
sirva de réplica y contrapeso a Eros. Quizá debido a los acontecimientos de la Primera
Guerra Mundial, Freud pensará que éste es Tánatos, un impulso que como Eros tendrá
su origen en el inconsciente pero que, contra éste, tenderá a buscar la muerte.

6.2 Tánatos

Instintos son las fuerzas que suponemos actuando tras las tensiones
causadas por las necesidades del ello. Tras muchas dudas Freud distingue
finalmente dos que serán Eros y el instinto de destrucción al que llama
Tánatos12.

Eros es el instinto de la vida, del placer, que engloba la sexualidad y la auto


conservación. Tiende a unir, a establecer y conservar unidades cada vez
mayores; el nacimiento de un nuevo ser es el acto prototípico de Eros.

Tánatos es el instinto de muerte, tiende a la disolución de las conexiones


destruyendo las cosas por atomización; es decir, separando los agregados
que componen las cosas. Su fin último es reducir lo viviente a su estado
inorgánico.

Lo que trataría, pues, es que el organismo regresara al estado anterior a


la vida. Ese estado es atractivo para el organismo porque es un estado de
absoluta paz y quietud; es esa paz y quietud la que simboliza Tánatos, y

12 El nombre de “Thanatos” fue propuesto por un discípulo de Freud; Federn.


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a la que se llega con la muerte.

A través de Tánatos es posible explicar las conductas agresivas de las personas, incluido
el sadismo, el masoquismo, y los impulsos de destrucción.

Durante la vida de la persona ambos instintos se combinan entre si, se enraízan y de


esta manera, mezclados, están presentes en las distintas actividades del individuo.

Así por ejemplo en la función biológica del comer hay una destrucción del objeto
para la posterior asimilación. O, por ejemplo, en la actividad del artista que golpea
un trozo de mármol, separándole trozos, para que nazca así la obra de arte.

Aunque al final es Tánatos, con la muerte del individuo, quien gana.

7 La interpretación psicoanalítica de la cultura

En sus últimos libros Freud extenderá su visión psicoanalítica del ser humano al campo
de la cultura y de la religión.

En El Malestar de la Cultura (1930) Freud considera que el ser humano salvaje era más
feliz que el civilizado. La razón estriba en que éste no tenía las represiones que tiene el
hombre civilizado.

Lo que impide la felicidad del ser humano civilizado es que la cultura le impide que
pueda satisfacer sus impulsos instintivos, y le vuelve neurótico, al producir una eterna
lucha entre los impulsos instintivos y el super-yo.

Sin embargo, esa misma cultura que reprime, es la que posibilita la civilización y con ella
todas las obras de arte, pensamiento, música, etc., que nos alejan de la animalidad y nos
convierten en civilizados.

La cultura humana nace como el intento de dominar la naturaleza. Este dominio tiene
dos frentes. En primer lugar se trata de adquirir conocimientos para poder así satisfacer
las necesidades humanas. Pero en segundo lugar se trata de establecer como se efectuará
el reparto de los bienes producidos, para lo cual es imprescindible que se organicen las
relaciones sociales entre las personas.

Al hacer esto necesariamente aparecerá la represión. Ya que ahora hay normas


morales y legales que regulan cómo deben ser los comportamientos sociales de las
personas. Sin esas normas no habría organización social y seguiríamos en la
individualidad animal.

Según Freud las buenas relaciones sociales son imprescindibles para que pueda haber
civilización. Sin embargo nuestros instintos son reacios a dejarse reprimir, además de
que tampoco estamos predispuestos al trabajo necesario para fundar la civilización. Y
así, para conseguir ambos propósitos, la cultura produce un elemento que propicia esa
tarea, el denominado patrimonio espiritual.

Dentro de ese patrimonio se incluye la moral; es decir, la formación de un super-yo que


produzca la internalización –la incorporación a la personalidad- de las normas de
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comportamiento social, que desde ahora, y en general, se cumplirán sin tener que
recurrir al castigo externo; bastará la propia conciencia moral.
También se incluyen en el patrimonio espiritual todo el acervo de ideales de la cultura
que unifica a las personas como pueblo o nación distinta y separada.

Hay, dice Freud, una satisfacción narcisista en identificarse con los ideales de la propia
cultura. Al hacerlo así se puede, aunque se sea pobre e infeliz, despreciar a los que no
pertenecen a la propia cultura, ver a quien no pertenece a la cultura como inferior o
peor, y por tanto tiene como efecto que las personas se integran en la sociedad y acepten
sus coerciones.

Freud lo expresa en el siguiente ejemplo: “Cayo es un mísero plebeyo agobiado por


los tributos y las prestaciones personales, pero es también un romano, y participa
como tal en la magna empresa de dominar a otras naciones e imponerles leyes. 13”.
Por eso Cayo acepta con orgullo su ciudadanía romana, aunque ello conlleve aceptar
también toda la represión y reglas de comportamiento social que esa ciudadanía
conlleva.

El tercer elemento que integra el patrimonio espiritual es el arte.

Según Freud la obra artística no es más que la sublimación simbólica de las neurosis y
frustraciones del artista, de manera que pueden rastrearse, a través de esos símbolos, las
vivencias frustrantes y las represiones que el artista sublima en su obra. Pero para el que
lo admira el arte produce sentimientos de identificación, ya que permite que la sociedad
experimente esa sublimación que el artista expresó a través de la obra artística.

En una obra de literatura el lector puede identificarse con las penas, amarguras y
represiones de los protagonistas, puede recrear con ellos sus propias miserias, y
puede sentir como éstas quedan sublimadas, embellecidas y justificadas en el
desenlace final de una novela, o simplemente revivirlas, y al hacerlo, y de igual
manera que el neurótico calma su síntoma al revivirlo en la consciencia, obtener la
tranquilidad psicológica.

Además, y por otro lado, permite la satisfacción narcisista al sentirse uno mismo
integrante de una cultura que es capaz de producir tal arte.

Es decir, ser la patria de Goya, El Quijote, Velázquez y Picasso puede producir una
satisfacción que integra al individuo en su sociedad y, por tanto, que produce el
acatamiento de sus normas.

El último y más importante integrante de la cultura es la religión.

Para Freud ésta responde a la necesidad de protección que ha tenido el niño durante su
período infantil.

Cuando el niño crece y se hace adulto se da cuenta que está desamparado frente a los
acontecimientos naturales como las catástrofes, las enfermedades y la muerte. La
primera forma de defenderse de tales acontecimientos, que en ocasiones se denomina
destino, es imaginar que no nos suceden al azar, ya que eso hace imposible la defensa,

13 FREUD, Sigmund.- El porvenir de una ilusión en Obras completas página 2966.


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sino que ocurren porque hay unas voluntades que así lo deciden.

Si en efecto hay tales voluntades tras el destino, entonces existen posibilidades de


defensa, ya que a unas voluntades se las puede uno ganar con ofrendas o promesas.

Posteriormente, y de una manera mucho más elaborada, podrán justificarse las


desgracias que nos puedan suceder considerando que, aunque quizá no lo
comprendamos se producen por nuestro bien: -los caminos del señor son
insondables.

El paso siguiente es aglutinar esas voluntades en una sola, que no es más que la
externalización –sacar desde dentro haciéndolo real en el mundo exterior- de la voluntad
del padre que era el que mandaba –el que hacía las veces de destino- en nuestra etapa
infantil y que se perdió a partir de la superación del Complejo de Edipo.

Esto se indica en el propio lenguaje religioso que habla del Padre, y de que todos somos
sus hijos y hermanos. Y de igual forma que hace el padre natural, Dios, también castiga
y premia al hombre –Infierno y Paraíso; y lo hace por el mismo tipo de cosas: por el
control de sus instintos.

De forma general Freud considera a la religión como una ilusión que ha sido útil para
poder establecerse la civilización. Con todo, considera, que en el futuro todas las
justificaciones que proporciona la religión a la sociedad podrán ser sustituidas por las
obras de la razón, con lo que en el futuro la religión carecerá de sentido y desaparecerá.

8 Los discípulos de Freud.

Las teorías de Freud calaron pronto en la sociedad, y produjeron una pléyade de


discípulos que seguían fielmente las teorías del maestro.

Sin embargo, no tardaron en aparecer los disidentes;


discípulos que aceptaban el edificio general del psicoanálisis
pero que disentían en algún aspecto fundamental.

Como respuesta a la aparición del pensamiento heterodoxo


Freud termina por establecer un comité psicoanalítico
internacional, denominado “los siete anillos”, formado por él
mismo y discípulos fieles, que tendrá la tarea de velar por la
ortodoxia de la teoría.

Entre los discípulos disidentes más famosos se encuentran Comité de Asociación Psicoanalítica Internacional, también
Alfred Adler y Carl Jung. conocido como Los siete anillos. (Berlín, 1922)

Jung se dedicará a investigar el significado profundo de los símbolos, en tanto que estos
expresan un material que no es cultural, sino universal al ser humano.
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Divide el inconsciente en dos zonas. Por un lado


estaría el inconsciente personal, que incluiría los
hechos reprimidos por el individuo a lo largo de su
vida. Pero también existiría el inconsciente
colectivo, que es donde se hallan contenidos que son
comunes a la especie humana; una especie de
memoria compartida por la humanidad. Estos
contenidos comunes forman los arquetipos, que
viene a ser predisposiciones innatas para
experimentar y simbolizar ciertas situaciones de
Carl Jung
manera concreta.

Existen muchos arquetipos distintos; como el del padre, la búsqueda de pareja, el


héroe, el maestro, etc.

Los arquetipos son utilizados una y otra vez en la formación de símbolos humanos. Y
así, pueden reconocerse en los sistemas mitológicos y religiosos.
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ACTIVIDAD 4.1.- TEXTO DE FREUD


Al acabar su exaltado y apasionado discurso quiso cerrarlo con el conocido verso virgiliano en el cual la desdichada
Dido encomienda a la posteridad su venganza sobre Eneas: Exoriare...; pero le fue imposible recordar con exactitud
la cita, e intentó llenar una notoria laguna que se presentaba en su recuerdo cambiando de lugar las palabras del
verso: Exoriar(e) ex nostris ossibus ultor! (Virgilio). Por último, exclamó con enfado: “No ponga usted esa cara de
burla, como si estuviera gozándose en mi confusión, y ayúdeme un poco. Algo falla en el verso que deseo citar.
¿Puede usted decírmelo completo?
En el acto accedí con gusto a ello y dije el verso tal y como es:
-Exoriar (e) aliquis nostri ex ossibur ultor! (Deja que alguien surja de mis huesos como vengador.)
-¡Qué estupidez olvidar una palabra así! Por cierto que usted sostiene que nada se olvida sin una razón
determinante. Me gustaría conocer por qué he olvidado ahora el pronombre indefinido aliquis.
Esperando obtener una contribución a mi colección de observaciones, acepté en seguida el reto y respondí:
-Eso lo podemos averiguar en seguida, y para ello le ruego a usted que me vaya comunicando sinceramente y
absteniéndose de toda crítica todo lo que se le ocurre cuando dirige usted sin intención particular su atención sobre la
palabra olvidada.
-Está bien. Lo primero que se me ocurre es la ridiculez de considerar la palabra dividida en dos partes: a y liquis.
-¿Por qué?
-No lo sé.
-¿Qué más cosas se le ocurre?
-La cosa continúa: reliquias-licuefacción-fluido-líquido. ¿Averiguó usted algo?
-No, ni mucho menos. Pero siga usted.
-Pienso -prosiguió, riendo con burla- en Simón de Trento, cuyas reliquias vi hace dos años en una iglesia de aquella
ciudad, y luego en la acusación que de nuevo se hace a los judíos de asesinar a un cristiano cuando llega la Pascua
para utilizar su sangre en las ceremonias religiosas. Recuerdo después el escrito de Kleinpaul en el que se consideran
a estas supuestas víctimas de los judíos como reencarnaciones o nuevas ediciones, por decirlo así, del Redentor.
-Observará usted que estos pensamientos no carecen de conexión con el tema de que tratábamos momentos antes
de no poder usted recordar la palabra latina aliquis.
-En efecto, ahora pienso en un artículo que leí hace poco en un periódico italiano. Creo que se titulaba “Lo que
dice San Agustín de las mujeres”. ¿Qué hace usted con este dato?
-Por ahora esperar.
-Ahora aparece algo que seguramente no tiene conexión alguna con nuestro tema.
-Le ruego prescinda de toda crítica y ...
-Lo sé, lo sé. Me acuerdo de un arrogante anciano que encontré la semana pasada en el curso de mi viaje. Un
verdadero original. Su aspecto es el de una gran ave de rapiña. Si le interesa a usted su nombre, le diré que se llama
Benedicto
-Hasta ahora tenemos por lo menos una serie de santos y padres de la Iglesia: San Simón, San Agustín, San Benedicto
y Orígenes. Además, tres de estos nombres son nombres propios, como también Pablo (Paul), que aparece en
Kleinpaul.
-Luego se me viene a las mientes San Jenaro y el milagro de su sangre; creo que esto sigue ya mecánicamente.
-Déjese usted de observaciones. San Jenaro y San Agustín tienen una relación en el calendario. ¿Quiere usted
recordarme en qué consiste el milagro de la sangre de San Jenaro?
-Lo conocerá usted seguramente. En una iglesia de Nápoles se conserva en una ampolla de cristal la sangre de San
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Jenaro. Esta sangre se licua milagrosamente todos los años en determinado día festivo. El pueblo se interesa mucho
por este milagro y experimenta gran agitación cuando se retrasa, como sucedió una vez durante una ocupación
francesa. Entonces, el general que mandaba las tropas, o no sé si estoy equivocado y fue Garibaldi, llamó aparte a
los sacerdotes y mostrándoles con gesto significativo los soldados que ante la iglesia había apostado, dijo que
esperaba que el milagro se produciría en seguida, y en efecto, se produ...
-Siga usted. ¿Por qué se detiene?
-Es que en este instante recuerdo algo que...Pero es una cosa demasiado íntima para comunicársela a nadie.
Además, no veo que tenga conexión ninguna con nuestro asunto ni que haya necesidad de contarla...
-El buscar la conexión es cosa mía. Claro que no puedo obligarle a contarme lo que a usted le sea penoso comunicar
a otra persona; pero entonces no me pida usted que le explique por qué ha olvidado la palabra aliquis.
-¿De verdad? Le diré, pues, que de pronto he pensado en una señora de la cual podría fácilmente recibir una noticia
sumamente desagradable para ella y para mí.
-¿Que le ha faltado este mes la menstruación?
-¿Cómo ha podido usted adivinarlo?
-No era difícil. Usted mismo me preparó muy bien el camino. Piense usted en los santos del calendario, la
licuefacción de la sangre en un día determinado, la inquietud cuando el suceso no se produce, la expresiva amenaza
de que el milagro tiene que realizarse o que si no... Ha transformado usted el milagro de San Jenaro en un magnífico
símbolo del período de la mujer.”
Sigmund FREUD.- Psicopatología de la vida cotidiana.

PREGUNTAS:

1. Escribe todas las asociaciones que se le ocurren y señala la relación que cada una de ellas tiene, a nivel simbólico,
con el material oculto.

2. ¿En qué cualidad está el material oculto y por qué?

3. Sabiendo que Simón de Trento fue sacrificado en su primera infancia ¿qué deseo oculto puede esconderse tras
esa asociación y la siguiente que realiza en el texto?
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ACTIVIDAD 4.2.- TEXTO DE ERICH FROMM

A pesar de las contradicciones y oscuridades en la teoría del super-yo Freud ha permitido un decisivo esclarecimiento
del problema de la autoridad y, por encima de eso, de la dinámica social. Su teoría ha contribuido en gran medida
a explicar la razón por la que el poder imperante en una sociedad puede ser tan efectivo como lo demuestra la
historia. El poder exterior -personificado en las autoridades más importantes para la sociedad en cuestión- es un
elemento indispensable para el sometimiento de las masas a esa autoridad. Pero, por otra parte, es evidente que
esa coerción exterior no sólo actúa directamente como tal, sino que, si la masa se somete a los preceptos y
prohibiciones de las autoridades no es sólo por temor a la violencia física y a los medios coercitivos externos. Por
supuesto que este caso puede darse, pero sólo en forma excepcional y transitoria (...).

La dificultad surgida de esta situación queda resuelta, en parte, por la formación del super-yo. La fuerza exterior
experimenta una transformación por medio del super-yo: de fuerza exterior pasa a ser fuerza interior. Las
autoridades, en cuanto representantes del poder exterior, son internalizadas y el individuo ya no acata los preceptos
y prohibiciones sólo por temor al castigo externo sino por temor a la instancia psíquica que se ha gestado en su
interior.

La fuerza exterior que actúa sobre la sociedad alcanza al niño a través de la persona de los padres y, en la familia
patriarcal, especialmente a través de la figura del padre. La internalización de los preceptos y prohibiciones del
padre, juntamente con la identificación con él convierte al super-yo en una instancia investida con los atributos de
la moral y el poder. Pero una vez creada esta instancia, junto con la identificación se cumple un proceso inverso.
El super-yo es proyectado continuamente sobre el portador de la autoridad social dominante; con otras palabras, el
individuo inviste a las autoridades con las características del super-yo. Este acto sustrae a las autoridades, en gran
parte, de la crítica racional. Se cree en su moral, en su sabiduría, en su fuerza, en una medida que poco tiene que
ver con la realidad. Eso hace que esas autoridades puedan ser asimiladas, constantemente internalizadas y
convertidas en portadoras del super-yo (...). De modo que esta instancia es algo creado en la primera infancia,
manteniéndose activa a partir de entonces, cualquiera que sea la sociedad en la que se viva. El super-yo tendería, más
bien, a desaparecer o a cambiar totalmente su carácter y contenidos, si las autoridades decisivas en la sociedad no
prolongaran o, mejor dicho, no renovaran constantemente el proceso de formación del super-yo iniciado en la
infancia (...).

Sólo hemos hablado de una función de la autoridad: la inhibición o represión de los instintos. Pero, junto a esta
función negativa, la autoridad tiene siempre otra positiva: la de estimular a su sometido para que se ajuste a un
determinado comportamiento y la de constituir para él un ejemplo y un ideal. Porque la actividad del hombre en
sociedad no se limita a reprimir determinados impulsos, sino también debe llevar a la realidad otros orientados
hacia las metas aprobadas por la sociedad. El super-yo, como autoridad internalizada, tiene, pues, la doble función y
el doble contenido propios de la autoridad: la represión de ciertos instintos y el estímulo de otros. Si sólo se
experimentara temor ante la autoridad y el super-yo, ese temor tendría otra calidad que el que se siente cuando, al
mismo tiempo, se los ama como personificación de los ideales propios14”.

PREGUNTAS

1. Resume la teoría que señala Erich Fromm en el texto.


2. ¿Qué consecuencias negativas tiene el proceso que señala Fromm?
3. Señala algunos comportamientos que la sociedad sanciona como metas ideales sociales.
4. ¿Estás de acuerdo con la teoría señalada por Fromm? ¿Por qué sí, o por qué no?

14FROMM, Erich.- Autoridad y familia. Ed. Granica; en Teorías de la personalidad; ETXEBARRÍA, X y TORRALDAY, A.- Ed. ADARRA,
págs 30,31
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