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Realismo

Ivan Andrade Romero

El Realismo es un movimiento artístico y literario, originado en


Francia a mitad del siglo XIX (1840-1880), cuyo propósito
consistió en la representación objetiva de la realidad basándose
en la observación de los aspectos cotidianos que brindaba la vida
en la época.

La aparición y desarrollo del Realismo fue fruto de la agitada


situación política que protagonizó Francia a raíz del
derrocamiento de la monarquía burguesa de Luis Felipe y de la
proclamación de la II República en 1848. Es a lo largo de esos
años cuando surgen los movimientos obreros y proletarios que se
inspiran en nuevos sentimientos sociales y en nuevas ideas
políticas, cuya influencia también se dejaría sentir en el mundo
artístico.

Los artistas entendían el realismo como una reacción frente al


movimiento romántico que se evadía en sus mundos de
ensoñación, de recuerdos históricos; es un estilo que refleja la
realidad histórica y que no copia objetos mitológicos, religiosos o
alegóricos. Su fidelidad al detalle lo diferencia de la glorificación
idealizadora romántica, y su concentración en los rasgos
esenciales y típicos de los caracteres, situaciones y acciones lo
distingue del reflejo de la realidad en sentido naturalista o
fotográfico. El hombre, sin exaltaciones místicas ni abstracciones
académicas se convierte en el centro de la nueva estética, por lo
tanto el eje central del realismo es el vínculo directo con todos los
aspectos de la vida, incluidos los más inmediatos y cotidianos; se
destierra la mitología, la evocación histórica, la belleza
convencional de los cánones clásicos. El mundo del trabajo, visto
desde esta perspectiva de denuncia, de valoración positiva del
esfuerzo de las clases trabajadoras, las escenas cotidianas, la
crítica, incluso caricaturas a la sociedad burguesa, es lo que
define la temática de la pintura realista.

El público consumidor de arte empieza a cambiar; aunque la


burguesía sea aun el principal comprador, se generaliza el
público como un consumidor anónimo que acude a las galerías y
a los salones a conocer el arte más novedoso. Pero a este
público le interesaban sobre todo los valores reconocidos por la
crítica oficial, mientras que para muchos de los artistas su interés
era completamente el contrario. La distancia entre público y
artista se fue ensanchando hasta acabar por ser aceptada,
apareciendo el artista maldito, el bohemio y figuras ya típicas de
la historia del arte del siglo XIX y XX. Finalmente, el realismo fue
una escuela fundamentalmente francesa, que ocupo los años
centrales del siglo XIX; París se convirtió en el centro artístico
mundial a donde acudían todos los que querían triunfar como
artistas.

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